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Departamento de Filosofía

Filosofía de la cultura
Luis Diego Romero López

¿Qué es ser colombiano?

Introducción
Al plantearnos la pregunta: ¿Qué significa ser colombiano? Pareciera que se nos
abre un panorama paradójico e irresoluble, en el cual la respuesta queda igual de abierta
que la pregunta. Sin embargo, no estamos ante un panorama completamente decepcionante.
Contamos con algunas herramientas que permitirán operar la pregunta plantea y suturar una
posible respuesta. Estas herramientas no son más que los planteamientos de Stuart Hall, en
lo referente a la cuestión de la identidad nacional. De este modo el ejercicio siguiente
plantea ser, a modo de metáfora, una especie de cirugía en la cual el problema de la
identidad del colombiano es intervenida: con escalpelo (herramienta dadas por Hall) y un
procedimiento propio.

Herramientas y exámenes previos a la operación


Planteamos la pregunta ¿Qué significa ser colombiano? Lo que nos lleva a constatar
la existencia de un sujeto que llamamos como colombiano, venezolano, panameño,
uruguay, etc., es decir, un gentilicio. Pero la identidad con tal o cual nación no se plantea a
partir de cualidades innatas al hombre; más bien, las distintas identidades nacionales son
formadas y transformadas en la relación con la representación. Solamente se es colombiano
en la medida en que existe un marco de representación de la colombianidad, la cual se
construye por la autoría de las distintitas representaciones de los sujetos que conforman una
comunidad. La nación es una comunidad simbólica generadora de sentido de identidad.
Estas naciones cuentan con una gran diversidad de etnias, tradiciones, prácticas, etc., que
pueden alejarse unas de otras, pero que son capaces de reunirse en un discurso coherente y
organizado sobre una cultural nacional. El discurso permite reconocernos a nosotros
mismos y a los otros como integrantes de una misma nación, en la medida que el contenido
del discurso (narrativas, símbolos, héroes,etc.) nos plasman horizontes comunes al cual
pertenecemos. Algunos de ellos pueden ser: 1) narrativas de la nación; 2) orígenes, la
continuidad, la tradición y la eternidad; 3) la invención de la tradición; 4) el mito
fundacional y 5) la idea de gente pura y original o “pueblo”
Ahora bien, el discurso colombiano contiene todos los elementos anteriores:
primero, las formas en que contamos la historia nacional, la literatura, los medios y la
cultura popular compartidas por diferentes sujetos: las penas, las glorias, las derrotas son
asimiladas y reproducidas por la gente; segundo, las nociones básicas de la nación son
imperecederas, están ahí escondidas, durmiendo, dispuestas a salir, pero siempre son las
mismas; tercero, las tradiciones que consideramos como muy antiguas no son más recientes
que la llegada del hombre a la luna, pero que buscan inculcar valores y normas nacionales a
los integrantes de la nación mediante la repetición; cuarto, un mito fundación que narra el
origen del pueblo, de la gente, de una nación; y quinto, la configuración de un pueblo puro
que raramente se da, pues en el caso colombiano, somos una mezcla de diferentes etnias,
diferentes prácticas y tradiciones, etc. Con el anterior punto se plantea el problema de la
fragmentación de las diferentes comunidades simbólicas ¿Cómo se resuelve esto?
La variedad de las diferentes comunidades de Colombia se presentan como una
lucha de una contra todas y de todas contra una. A lo largo de la historia unas comunidades
han desaparecido, otras han surgido, pero pocas son las que me mantienen en la cabeza. En
otras ocasiones se manifestó un esfuerzo por unificar a distintas comunidades simbólicas.
Algunas veces la diferenciación con otras naciones-estados permitió la unificación del
discurso. Claro, las dificultades no hacían fila para entrar una por una: lenguaje, practicas,
estructura social y política, etc., atentan contra la unidad. Sin embargo, unas reinan y otras
son excluidas o subyugadas: de esta incisión podríamos encontrar la respuesta a la pregunta
centra. Entonces ¿Cuál es el discurso-marco hegemónico que nos dice que es ser un
colombiano? Claro, el recorrido de la pregunta nos haría saltar, por ejemplo, del campo de
la política al campo de la religión, del campo de la educación al campo de las dinámicas
sociales, y así hasta hacer una especie de síntesis hegemónica existente en cada campo
discursivo. Cosa inconcebible pues, como al cirujano, no es su labor revisar el estado de
cada órgano y glándula del paciente, sino simplemente detectar mediante el examen el área
específica afectada e intervenirla.
¿Qué es ser colombiano? Cirugía
Cuando asomamos la cara a la billetera, lo más común que podríamos encontrar es
un documento que nos identifica como sujeto perteneciente a un estado-nación llamado
Colombia. De ahí podríamos empezar: ser colombiano es ser sujeto nacido en el territorio
delimitado que llamamos como Colombia, pero aquí radica un problema: la identidad con
una nacionalidad a partir del lugar de nacimiento se puede dar por obra del azar, no nos es
inherente. Como nace gente en el Congo, nace gente en Colombia. Lo anterior ya no lo
decía Stuart Hall. Entonces ¿por dónde cogemos ahora? Por esos individuos que llamamos
como representantes de Colombia y con los cuales nos identificamos: no. Porque en verdad
escuchamos en la calle a ciertos sujetos que dicen “la victoria de la selección colombiana
de futbol no me representa, ni me identifico con ellas”. Y ni que hablar de los políticos. Por
acá no llegamos a la herida que debemos saturar. Tal vez con la literatura, símbolos, héroes
y demás producciones que hemos adoptado como de nosotros. Sí, tal vez este sea el
camino. Mas en ocasiones desechamos o incineramos todo esto.
Tal vez si entramos por la vena de las prácticas y dinámicas sociales y culturales
que nos han identificado todo el tiempo, no solamente en la dimensión nacional sino en la
internacional. Pero claro que sí o ¿me equivoco? Stuart Hall lo dice de manera muy
silenciosa: la identidad depende del reconocimiento por parte otro de lo que uno es, de ahí
que la diferencia nos lleve unificación y distinción. Este plano tiene un elemento que hay
que resaltar: las prácticas, dinámicas, mapas conceptuales, representaciones, etc., deben ser
completamente distintas de las de un panameño o un venezolano, es decir, su producción
simbólica interna es original e irrepetible. Entonces ¿qué es aquello original e irrepetible?
Respuesta: las enfermedades que nos permitirán saber que es ser un colombiano son
múltiples y, lo más posible, están escondidas. Ser un colombiano es ser multiplicidad:
prácticas, tradiciones, lenguaje, héroes todo interviene en el ser del colombiano. Pero se
podrá objetar: si el colombiano es un hombre honrado y trabajador ¿Por qué se les reconoce
como narcotraficantes o guerrilleros? Y así hasta llegar a un infinito cumulo de
contradicciones. Si nos planteamos este tema, la meta sería un punto absurdo, es decir,
llegaríamos a la conclusión de que no existe el ser colombiano. Pero ya dijimos que si hay
un ser colombiano: la multiplicidad. Y esta multiplicidad se deriva en el sentido por el cual
las representaciones simbólicas que produce una nación no pueden ser interpretadas, ni por
los mismo integrantes que la produjeron ni por agentes exteriores, de una sola manera. Este
entramado de producciones simbólicas unificadas en un discurso se encarna en el actuar de
los sujetos bien sea de manera consciente bien sea de manera inconsciente.
Parece ser que a la respuesta ¿Qué significa ser colombiano? No se le puede dar una
sola respuesta válida y universal, sino que está sujeta al punto de vista en el cual se situé el
espectador próximo a proponer una respuesta.

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