ENSAYO SOBRE NORMALIDAD Y ANORMALIDAD EN LA SOCIEDAD CUSQUEÑA

En la actualidad, vivimos en un mundo lleno de diferentes costumbres, hábitos, estilos de vida,

etc., y la sociedad cusqueña en la que nos desenvolvemos no es una excepción. Los conceptos
de normalidad y anormalidad se han tergiversado con el pretexto de la modernidad, los avances
tecnológicos y la libertad de expresión; las familias de hoy en día tienden a vivir lo anormal como
normal.

Antes de adentrarnos a los fenómenos que se dan en nuestra sociedad es necesario tener una
noción de lo que es normal y anormal. Se define a lo “normal” como todo aquello que es usual o
común que no sale de lo establecido; y lo “anormal” como lo que es distinto a lo usual y que va
más allá de lo establecido. En el Cusco, observamos como las conductas anormales se aceptan
cada día más como normales, empecemos mencionando como las familias cusqueñas que
trabajan prácticamente todo el día dejan a sus hijos solos, permitiéndoles que su libertad se
convierta en libertinaje; por ejemplo, los padres dejan que sus hijos asistan a lugares para adultos
o mayores de edad (fiestas, antros, etc.,), que consuman bebidas alcohólicas y por ende
sustancias psicoactivas, todo esto en un marco de supuesta modernidad ya ni que decir en las
reuniones familiares en los que los mismos padres inducen a los hijos con famosos “cortitos”
(piña colada, mojito, etc.). La violencia ( violencia roja ) es otro fenómeno común que se da en el
Cusco, según estadísticas del 2015 reportados por las Centros de Emergencia Mujer (CEM) del
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, el 2015 se hizo un estudio entre enero y julio
donde se presentaron 2100 casos de los cuales el 50% correspondían a maltrato psicológico, el
39% a agresiones físicas y un 11% a violencia sexual, y día a día vemos como normal que los
noticieros presenten estos casos de violencia y todavía las víctimas no quieren denunciar el
hecho porque piensan que sus padres o parejas van a cambiar ; existe una violencia de la cual
nadie habla y pocos son conscientes pero de la que todos somos víctimas y es la violencia blanca
cometida de manera sutil y casi imperceptible , al grado de no ser advertida ni por quien la sufre
y sin tener en cuenta los efectos y consecuencias. Esta violencia blanca afecta y condiciona el
modo de pensar y sentir de la persona, por ejemplo; en trabajo la incomunicación, la intolerancia,
etc., pueden ser herramientas predilectas, generadoras de abatimiento mental y de un deterioro
del clima interno. También se ve normal que la juventud no respeten a los padres, avasallando
su autoridad y muchas veces aplicando violencia sobre estos. Ni hablar de la tecnología que nos
ha rebasado y nos ha quitado la comunicación no solo en el hogar sino fuera de este siendo
normal que sentados todos en una mesa compartiendo un desayuno ya nadie hable e incluso se
mensajeen estando uno frente al otro. Esta comunicación es anormal ya que estando frente a
frente cómo es posible que en vez de realizar una conversación oral en la mesa a una
comunicación por la red. Uno ya no se entera de lo que le pasa al otro, dejando de lado el sentido
de la familia y la inculcación de valores. Otro hecho que se ha vuelto normal es ver como las
autoridades, los funcionarios, son corruptos y nosotros lo permitimos e incluso decimos no
importa que roben pero que trabajen o en las elecciones escogemos al que creemos que va a
robar menos. Y así podríamos seguir dando miles de ejemplos fenómenos anormales que se
están volviendo normales en nuestra sociedad.

La primera conclusión a la que se llegó es que cada día las situaciones anormales se ven y se
aceptación como normales. La segunda conclusión es que a pesar que cada ve as leyes son
más estrictas para sancionar lo anormal como matar, robar, violar, etc., se sigue incurriendo en
estos hechos o prácticas. La tercera conclusión seria que la normalidad y anormalidad se basa
de acuerdo al contexto y para lo que para una sociedad es normal para otra puede ser anormal,
pero lo que hay que resaltar es que debemos hacer algo para que la anormalidad no avasalle a
la normalidad.