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r e s e ña s novela

La autoficción namente, de lo que día a día, entrega el


vivir, pero que para los protagonistas
cada vez es más difícil dado que, se-
gún lo dice el narrador unos renglones
para no morir tiene filos cortantes, esos que agreden arriba de la anterior cita, “el cerebro
porque lo cotidiano está lleno de vio- de los humanos ha sido convertido en
Memoria de derrotas lencia. Sin embargo, para suavizar el una masa perezosa que ha perdido la
Rafael Baena vivir, todo ello se puede satirizar. El capacidad de ‘ver’ lo que lee y a la que
Alfaguara, Bogotá, 2017, 266 pp. humor salva, da el tono preciso para se le dificulta mucho la comprensión
que el lector aprecie mejor lo trágico de textos con una extensión superior
Rafael Baena (1956-2015), el fotó- de las tramas de la vida. Aunque Mar- a una página”.
grafo, editor y periodista nacido en celo está aferrado a la vida y dice no Sobre la mesa, de nuevo, el tema
Sincelejo y radicado en Bogotá, es- temerle a la muerte, lo que lo inquieta del fin de la novela. La solución o por
cribe su primera novela, Tanta sangre es que por enfermar y envejecer no lo menos un camino para rescatar
vista (2007), a los 41 años. Esa apari- pueda continuar con su vida sexual. el género, para que funcione sin ser
ción tardía en la ficción narrativa pa- El narrador lo plantea a través de lo la historia de otros, sino la propia.
reciera que lo motivara a intensificar que siente el personaje, en un lenguaje Esto sucede, esto se da, siguiendo la
la imaginación, el deseo de escribir de directo, sin tapujos: “Ojalá pudiera propuesta imaginaria del inexistente
modo más intenso, porque cuatros años echarse otro polvito más o varios, escritor sueco Björn Ove Lindgren,
después Alfaguara, su editorial, publica que haberse convertido en abuelo no que ha tenido un supuesto éxito narra-
tres nuevas obras del autor en el mismo significa necesariamente renunciar al tivo con cinco tomos autobiográficos
género: ¡Vuelvan caras, carajo!, Sama- placer” (p. 13). a los que ha titulado Yo pecador me
ria Films XXX, y La bala vendida, to- Marcelo, enfermo y mujeriego, en confieso (p. 157). Lo propuesto por
das de 2011. Más tarde deja conocer a ese estado de bacanería final en el que Baena a través del tal Lindgren tuvo
sus lectores Siempre fue ahora o nunca se halla, después de separarse de su su inicio cierto en la fórmula narrativa
(2014), Ciertas personas de cuatro pa- esposa Eloísa, busca a través de un que usara Marcel Proust en su obra En
tas (2014) y La guerra perdida del indio aviso clasificado a una joven dama de busca del tiempo perdido.
Lorenzo (2015). Como obra postrera, compañía. Después de solicitarla por En este momento del desarrollo de
se encuentra en librerías Memoria de teléfono, ella se presenta a su aparta- la narración, el lector de Rafael Baena
derrotas (2017), motivo de la presente mento. Se llama María José y llega con puede comenzar a entender por qué ha
reseña. Esto significa que, en vida y en los rotos de moda en el bluyín, que le pensado su novela como selfies, y por
el estrecho margen de ocho años, Bae- dejan ver los muslos: “Traía un morra- qué hay un albur de nombres: Rafael,
na escribió ocho textos. lito con sus cosas y algunas prendas Marcel y Marcelo.
Su constancia y su decisión de escri- de recambio, que además encajaban La buena socarronería del escritor
bir sin descanso parecían estar dirigi- perfecto en el rol de terapeuta con el de Sincelejo está siempre presente
das a vencer la muerte, la enfermedad que se anunció en la portería” (p. 14). para evitar cualquier trascendencia.
pulmonar obstructiva crónica que al En el entretejido literario que Ra- El narrador nos precisa que Marcelo,
final lo venció. Pero él supo, a través fael Baena realiza en su novela apare- editor de profesión, admirador del no-
de Marcelo, el personaje central de su cen rasgos biográficos de alguien que, velista de temas históricos Juan Euge-
novela póstuma, verse a sí mismo en como él, enfermo, tuvo que padecer la nio Cadavid, ha decidido escribir una
el momento de partir, para asumir su tragedia y superarla a través del ejer- novela para demostrarle a Eloísa, su
última derrota, la muerte. cicio dinámico de la escritura. Para exmujer —que ha sido seducida y vive
En un resumen didáctico, Memoria otros hubiera sido un consumirse, un con Cadavid, ese escritor con “cara de
de derrotas se puede entender como hundirse en las fuerzas del cuerpo que yo no fui y ese airecillo de artista”—,
el permanente encuentro narrativo de no se sostiene, mientras que para él que está dispuesto a “lograr un texto
escenas de vida y muerte. El arranque fue una posibilidad de ascender del in- que sacuda los cimientos del sanedrín
se da con la vida de Leonardo, el nieto fierno al cielo, de llegar al lugar donde literario” (p. 157).
recién nacido que Marcelo carga en sus piensa la palabra. Se trata de una novela que busca
brazos. De inmediato surge el tema de Rafael Baena tuvo claro que Me- explicar cómo se puede escribir una
la muerte. El dilema es si el morir debe moria de derrotas no podía ser otra novela, sin ninguna pretensión de
ser natural o a través de la eutanasia, cosa que autobiografía en la ficción. sabio, o con una sabiduría que no se
inducida por un médico. Para Marcelo, En su último planteamiento narrativo expone, que no se muestra, con todo el
quien se halla enfermo como Baena, su ya había desarrollado la tesis del egoís- saber implícito en la trama y la redac-
creador, es un tema de pensar, de re- mo, o lo que en el idioma inglés se en- ción de la misma. Rafael Baena tenía
flexionar, mientras que para el médico tiende como selfies. Ese deseo, como él un gran conocimiento narrativo, un
es simplemente un asunto remunerati- lo explica, de retratarse en los “museos saber de lo que son las técnicas de es-
vo, de dinero, dado que “la autoestima tomándose selfies frente a la Gioconda critura con sus coartadas, sus secretos,
del médico a cargo del aparataje recibe o La mujer de oro”, y no por lo que las sus infinitas posibilidades narrativas.
un estímulo similar al que recibe un obras son, sino por “verse ellos frente a Su texto cuenta con la presencia de
futbolista cuando anota un gol” (p. 12). los cuadros, la imagen sobre la imagen” Cervantes, “todo aquello que en el
La propuesta de Rafael Baena está (p. 156). Marcelo, el personaje, quiere fondo y en la superficie es el Quijote”
en la puntualización de lo que cotidia- buscar un lugar en las letras, cosa que (p. 153), el autor que introdujo trozos

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NOVELA r e s e ña s

de otras novelas en la novela, como lo


hiciera por ejemplo en el capítulo XX
de la segunda parte, con las bodas de
Camacho.
Rafael Baena incorpora fragmentos
más o menos extensos de otras novelas,
los que según Darío Jaramillo —en el
comentario que se puede leer en una
de las solapas del libro— eran argu-
mentos de novelas que para Baena “se
quedaron entre el tintero”, dejando
claro con ello el arrojo del escritor
incansable que quería mostrar todo
lo que había logrado con su escritura.
Algo similar a lo anterior sucede
cuando, con microrrelatos mordaces,
se sale de la trama central. Marcelo y
Eloísa, el matrimonio, quieren man-
tener a sus hijos organizados, ha-
ciéndoles firmar un “Reglamento de
vacaciones”. Después de establecer un
orden del día, proponen una “Tabla de
penas y castigos” para que los hijos no
atenten, con comportamientos desor-
denados, contra las vacaciones escola-
res: “Para faltas graves al reglamento,
se condena al acusado a ser recluido en
la oficina del ogro Marcelo, viéndolo
trabajar y ponerse histérico (esta pena
no es negociable)” (p. 197).
Si bien Baena se propuso una no-
vela en la que todo se podía ver desde
lo fúnebre, lo lúdico no lo aparta de
ese fin; por el contrario, restablece lo
lúdico como un enclave necesario y
presente en las derrotas.

Álvaro Miranda

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