Anda di halaman 1dari 3

namuno se duele en noviembre de 1912 desde aquí –«y al decir aquí, quiero decir España y no

Europa, y menos la Tierra»– de la arrasadora invasión ideológica germana, y recordando sin duda
el Kulturkampf de Bismarck, decidió escribir Kultura, con K, y no precisamente por razones fonéticas:
1912 «Lo importante es la forma; esto es, la idea. Un pueblo o un hombre que no elaboran ideas
no son ni pueblo ni hombre. ¿Quién duda de que Platón, Descartes, Newton o Kant, han
influido más en la cultura –o mejor dicho Kultura,– que Alejandro Magno, Colón, Napoleón
o cualquier otro hombre de acción? ¿A quién se le va a ocurrir que el descubrimiento,
conquista y colonización de América por los españoles sea un acto cultural? No, lo cultural
es el pensamiento de aquel que nos exponga el contenido ideal, si es que le tuvo, de aquel
acto del descubrimiento, conquista y colonización de América por los españoles.» (Miguel
de Unamuno, «Un postulado de sentido común español», Mundo Gráfico, Madrid, 13
noviembre 1912.)
Y en el número de La España Moderna correspondiente al mes de diciembre de 1912 (año 24,
número 288), donde aparece la conclusión a Del sentimiento trágico de la vida, que titula «D. Quijote
en la tragi-comedia europea contemporánea», reitera Unamuno otras pocas Kulturas (ya sin cursiva):
«Aparecéseme la filosofía en el alma de mi pueblo como la expresión de una tragedia íntima
análoga a la tragedia del alma de Don Quijote, como la expresión de una lucha entre lo que
el mundo es según la razón de la ciencia nos lo muestra, y lo que queremos que sea, según
la fe de nuestra religión nos lo dice. Y en esta filosofía está el secreto de eso que suele
decirse de que somos en el fondo irreductibles a la Kultura, es decir, que no nos resignamos
a ella. No, Don Quijote no se resigna ni al mundo ni a su verdad, ni a la ciencia o lógica, ni
al arte o estética, ni a la moral o ética.» (pág. 25) «Y volverá a preguntársenos: ¿qué ha
dejado a la Kultura Don Quijote? Y diré: ¡el quijotismo, y no es poco! Todo un método, toda
una epistemología, toda una estética, toda una lógica, toda una ética, toda una religión sobre
todo, es decir, toda una economía a lo eterno y lo divino, toda una esperanza en lo absurdo
racional.» (págs. 28-29) «Y vosotros ahora, bachilleres Carrascos del regeneracionismo
europeizante, jóvenes que trabajáis a la europea, con método y crítica… científicos, haced
riqueza, haced patria, haced arte, haced ciencia, haced ética, haced o más bien traducid
sobre todo Kultura, que así mataréis a la vida y a la muerte. ¡Para lo que ha de durarnos
todo…!» (pág. 32)
En febrero de 1913 vuelve Unamuno a referirse a la Kultura, en un artículo que dedica a Félix
Méndez, redactor de Mundo Gráfico, a quien invita a escribir un ensayo filosófico sobre la ingenuidad
pública. Félix Méndez declina el honor, pero acuña el rótulo «Kultura con K», al preguntarle a
Unamuno el por qué de la K, que permitió al rector de la Universidad de Salamanca extenderse en
razones:
1913 «La Kultura es como Dios; premia siempre bien a quien bien la sirve.» «¡Loada sea
la Kultura! Bien se dijo aquello de buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se
os dará por añadidura.» (Miguel de Unamuno, «El alma ingenua del público», Mundo
Gráfico, 5 febrero 1913.)
«Post scriptum.– Cuando me explique usted por qué escribe Kultura con K, porque yo no
lo sé, le explicaré a usted por qué escribo herudito con hache, porque usted no lo sabe.
Vale.» (Félix Méndez, «Declino el honor», Mundo Gráfico, Madrid, 12 febrero 1913.)
«En Alemania, pues, donde las señoritas son neutras, la cultura se convierte en Kultur, y
cuando yo escribo Kultura con k mayúscula, quiero decir, cultura a la alemana; y cuando la
escribo con una modesta c minúscula, es una culturilla latina, superficial, inconstante, como
la que por acá nos permitimos.» «Y todo esto es Kultura. Siga usted, amigo Méndez, siga
haciendo experimentos sobre la ingenuidad pública, y es posible que de aquí a cien años,
cuando se historie el Renacimiento español que empieza ahora, con nosotros, –en especial
con usted y conmigo– reconozcan que es usted uno de los más activos obreros de este
maravilloso resurgimiento a que estamos asistiendo, de esta transformación de nuestra vieja
y caduca cultura con c minúscula en una juvenil y rozagante Kultura con K mayúscula. Y
dentro de poco, no lo dude usted, nuestro Sol, este Sol que era nuestro consuelo y que
tantas brumas nos disipaba, se afeminará, se convertirá en la Sol; la Luna se nos virilizará
en cambio; será el Luna, que suena a torero, y nuestras señoritas se harán neutras y usarán
todas antiparras. Y entonces estaremos salvados. Gracias sobre todo a usted y a mí. Y ahora
explíqueme la h de herudito.» (Miguel de Unamuno, «La Kultura y la Cultura», Mundo
Gráfico, Madrid, 26 febrero 1913.)
«Yo no sabía realmente por qué escribía usted Kultura con K mayúscula; pero como tengo
una regular intuición y un discernimiento más que regular, sin jactancia, como probaré en
este caso, necesitaba demostrar que algo había yo colegido del fundamento y razones que
usted me expone con suprema claridad y justeza. ¿Cómo demostrarle yo eso? Haciendo
empleo de otra ortografía que significase todo lo contrario. Seré conciso, breve.» (Félix
Méndez, «El que paga descansa», Mundo Gráfico, Madrid, 12 marzo 1913.)
«Félix Méndez, el graciosísimo escritor jocoso de nuestro Mundo Gráfico, para sonsacarme
lo de la K con que a las veces escribo la palabra Kultura –con K mayúscula, y es la de la
Kultura a la alemana, para diferenciarla de nuestra pobre cultura latina, con c minúscula–
inventó la h de su herudición; mas luego, al tratar de explicarla en pago a mi explicación, no
dio pie con bola, según creo.» (Miguel de Unamuno, «Eruditos, heruditos y
hheruditos», Caras y Caretas, Buenos Aires, 16 agosto 1913.)
Un año después se desencadena la Gran Guerra europea y la Kultura pronto se convertirá en
arma arrojadiza y criterio de distinción entre germanófilos y francófilos (más adelante aliadófilos). El
propio Unamuno, en una carta fechada en Salamanca el 9 de octubre de 1914 (hacía mes y medio
que había sido destituido como rector), escrita a petición de Romain Rolland y René Morax tras la
destrucción de Lovaina, Malinas, Dinant, Reims, &c., y difundida en francés como propaganda
ideológica, traslada a la Europa su concepto de «Kultur avec un K majuscule». La propia Guerra era,
sin duda, efecto grandioso del potente mito de la cultura, pero las explicaciones que podían valer
para los entretenidos artículos entre un rector y un humorista requerían una mayor finura, que
Unamuno no podía ofrecer desde sus postulados espiritualistas, aunque era consciente que rondaba
en torno a las claves de la cosa: preso como estaba del propio mito de la cultura, sus intentos de
intentar distinguir entre cultura y Kultura resultan filosóficamente fallidos, aunque para la urgencia
del momento cualquier cosa podía servir:
1914 «La vieille culture, d'origine gréco-latine, la culture avec un c minuscule, modeste, rond et de
deux pointes seulement, est la culture d'un Luther, d'un Leibnitz, d'un Goethe, la noble culture
de la Réforme et de la Sturm und Drang. La Kultur avec un K majuscule, rectiligne et de
quatre pointes, comme un cheval de frise, la Kultur qui, selon les professeurs prussiens, a
besoin de l'appui des canons, n'est que technicisme, statistique, quantitativisme,
antispiritualité, pédanterie d'énergie et de brutalité voulues, –au fond, négation de l'esprit et
de l'espoir éternel de l'âme humaine qui veut être inmortelle.– Et la pédanterie n'est que
mensonge, manque de vrai courage, du courage de vouloir se connaître… «Quis sibi verum
dicere ausus est?» se demandait un autre Espagnol, Seneca. Et moi, Espagnol aussi, de la
patrie de Don Quichotte, le héros de la déroute, le maître de la sagesse la plus haute et
difficile, celle de savoir être pauvre et vaincu, le Chevalier de la Triste Figure, celui qui avait
les moustaches, grandes, noires et tombantes –los bigotes grandes, negros y caidos,– je me
crois obligé en protestant contre la destruction de Reims, Louvain et Malines, de renier
une Kultur qui aboutit à la négation de l'humanité au nom d'une prétendue surhumanité, et à
la négation de la «culture» qui nous a faits hommes, rien que des hommes, c'est-à-dire rien
de moins que des hommes, chacun dans sa patrie, tous en Dieu, l'Homme éternel et infini et
absolu.» («Miguel de Unamuno, ex-recteur de l'Université de Salamanque. Salamanque, 9
octobre 1914» [cartas enviadas a los señores Romain Rolland y René Morax, recopiladas
en] Louvain…, Reims…, vol. I, á Lausanne chez C. Tarin (Édition des Cahiers Vaudois,
pendant la guerre), 1914, págs. 67-68.)
«Guardándose la carta, murmuró el oficial: —¡Me alegro!… ¡No faltaba más!… ¡Esa no es
manera de luchar!… Se combate cara a cara, con las armas en la mano; pero con intrigas,
con bajezas, embaucando los espíritus… esa no, esa no es lucha… Por supuesto, son los
mismos que destrozan la catedral de Reims, los mismos de Lovaina… Y luego hablan de la
herencia de Goethe, Beethovem y Kant… No… ¡Son los herederos de Atila!…
Desde donde estábamos veíamos la Vía Appia, y una visión de antigüedad nos sobrecogió;
las ruinas de los monumentos, que recordaban un Imperio […] y el Foro romano, el Coliseo,
el circo Máximo, entre los montes Palatino y Aventino, todo aquello que evocaba un César y
un Nerón, victorias y desastres, civilización y decadencia, se estremecía en la historia ante
la hecatombe actual. Y mi amigo, fijo en sus pensamientos, murmuró después de una gran
pausa: —¡Y pensar que esa gente, que está procediendo como está procediendo, alardeaba
de su cultura, ¡única!. —Cultura con K –añadí yo, sonriendo. Y el oficial, sonriendo también,
suspiró y dijo: —¡Sí, yo presumo antes lo que era esa familia…!» (Rafael, «Heraldo en Italia.
La guerra ciega. Las intrigas. Impresiones de un corresponsal», He

Anda mungkin juga menyukai