Anda di halaman 1dari 12

INDIVIDUO Y CULTURA: UNA EFIGIE SOCIAL

ELSA CORRALES FLOREZ

Resumen

El estudio de la construcción de sociedad como preocupación constante, porque es ella quien se


funda en la cultura, esa expresión de los seres humanos que la viven, expresan, manifiestan y
cambian en la medida en que los movimientos se presentan. Pero ¿cómo el individuo se entrelaza
con la cultura, cómo la vive y cómo ha transcurrido desde la aparición del ser humano o los grupos
sociales en la tierra? La comprensión de cada eje, herramienta e instrumento que han buscado en
la historia y en la actualidad explicar tales aspectos, son el eje que fundamenta el presente escrito,
a la vez, ubicar una experiencia investigativa que está siendo planteada para la Maestría Territorio
Conflicto y Cultura expresa la realidad de seres humanos dominados, pero que se consideran
dominantes.

Palabras clave: cultura, expresión cultural, desculturización

INTRODUCCIÓN

La búsqueda incesante de respuestas a los cambios que se presentan en las personas que conforman
una sociedad, en pueblo, una comunidad, hace que se remita a las diversas explicaciones que han
sido construidas por estudiosos de diferentes temáticas, en este caso sociales. La cultura, definida
desde amplios contextos debido a que los expone, expresa, vive y comporta ha sido el eje del
presente escrito.

La pregunta que surge es ¿cómo el individuo se entrelaza con la cultura, cómo la vive y
cómo ha transcurrido desde la aparición del ser humano o los grupos sociales en la tierra? Tarea
amplia, dado que desde el Siglo XVI e incluso antes, se ha buscado aquello que diferencia los
grupos de seres humanos instalados en la tierra, pero aún más, en la edad media y la transfiguración
que se presentó a partir de la Ilustración y ha caminado cada época con características específicas
que han sido descubiertas y planteadas por gran cantidad de autores, quienes han trasegado por el
mundo de la cultura y de la sociedad.

El escrito planteó como objetivo la comprensión de cada eje, herramienta e instrumento


que han buscado en la historia y en la actualidad explicar tales aspectos, y es el eje que fundamenta
el presente escrito, a la vez, ubicar una experiencia investigativa que está siendo planteada para
desarrollarla en la Maestría Territorio Conflicto y Cultura

La metodología empleada responde a la búsqueda, lectura, comprensión, extracción de


puntos esenciales planteados por los diferentes autores, quienes en forma erudita han estudiado
desde el concepto de cultura y la incidencia de ésta en la sociedad, el pueblo. Se propuso revisar
además los factores de incidencia en la deformación de la cultura: territorio, educación, ciudadanía,
pueblo y cultura, aclarando que son muchos otros factores, herramientas, ejes que marcan la cultura
y desde los cuales es necesario estudiarla y profundizar su incidencia.

El significado de cultura

La construcción de sociedad es una preocupación constante expresada por diferentes autores,


Marcuse, Descola, Canclini, entre otros, donde cada uno se sustenta en filósofos que han tratado
un aspecto fundamental para dar a conocer el malestar que se teje dentro de la sociedad, pero que
a la vez la sustenta, “la cultura”. Ese algo que deviene de la naturaleza del ser humano, que le hace
partícipe de un grupo que encierra ciertas características que le son propias a éste, que en ocasiones
la define, pero que en otros, la diferencia. Deviene de la naturaleza de los seres que conforman los
grupos humanos, así lo trata Eagleton (2000) cuando menciona “…la palabra “cultura” nos
transporta de lo natural a lo espiritual, y en esa medida sugiere una afinidad entre esos dos ámbito.
Somos seres culturales, pero también somos parte de la naturaleza sobre la que ejercemos nuestro
trabajo” (Eagleton, T., 2000, p. 18).

Los cambios de época o mejor, las diferentes etapas históricas por las que ha trasegado el
ser humano desde que se conoce el surgimiento de la civilización, donde se aprecia la
diferenciación entre los seres humanos, aquellos que poseen características de dominio, de mando
y los otros, o aquellos “dóciles”, es decir quienes acatan órdenes, que pueden ser dirigidos hacia
los fines impuestos por quienes mandan. Con la gran particularidad que quienes mandan se hallan
en la denominada Sociedad Opulenta (Marcuse, 1968, p. 17), mientras la clase dominada “viven
en un universo de defensa y agresión permanente […] se manifiesta también en la violencia
liberada y convertida en productiva por la ciencia y la tecnología, en el terror de la publicidad y la
diversión impuestas a públicos esclavizados” (Marcuse, 1968, p. 17).

Los cambios en aspectos sociales y en especial económicos que nacen especialmente con
la industrialización, donde se marca el eje de vulneración especial de la cultura. El paso de campo
a ciudad, la conformación de nuevos grupos sociales y la ubicación territorial, la creación de
ciudades, y más, la aparición y conformación de éstas en diferentes territorios, da origen a ejes
culturales totalmente diferentes a los ya establecidos; nuevos grupos, nuevas costumbres, al igual,
que la aparición del componente netamente político, y la diferenciación ideológica de donde se
derivan creencias fundamentales entre los grupos humanos.

En este sentido se expresa la cultura en forma bidireccional, el que nace de la naturaleza y


aquél que expresa la voluntad del ser humano, el voluntarismo, como “doble oposición al
naturalismo y al idealismo” como bien es expresado por Eagleton (2000)

El concepto se opone al determinismo, pero también expresa un rechazo del voluntarismo. Los
seres humanos no son meros productos de sus entornos, pero esos entornos tampoco son pura arcilla
que pueden usar para darse la forma que quieran. La cultura transfigura la naturaleza, pero es un
proyecto al que la naturaleza impone límites estrictos (Eagleton, T., 2000, p. 17)

El salir de sí el ser humano, de la individualidad, es decir el “extraer nuestra común


humanidad de nuestra individualidad políticamente sectaria, liberando al espíritu del mundo de los
sentidos, arrebatando lo imperecedero a lo contingente y obteniendo unidad de la diversidad”, eso
es la cultura, por lo cual puede decirse que nace desde el interior, desde lo espiritual pero se expresa
a partir de la “naturaleza humana más ideal” (Eagleton, T., 2000, p. 20). Es quizá Schiller quien lo
expresa mejor

Todo hombre individual puede decirse que lleva en sí, según la disposición y la destinación, un
hombre puro ideal; y el magno problema de la vida consiste en ajustar todas las modificaciones del
individuo a la unidad inmutable del ideal interior. Este hombre puro, que más o menos se manifiesta
en cada sujeto, está representado por el Estado, que es la forma objetiva y, por decirlo así, canónica,
en que la muchedumbre de los sujetos trata de unificarse (Schiller, F, 1795, citado por Eagleton,
T., 2000, p. 21)

El cambio en la cultura

La expresión de Schiller hace que se plantee como interrogante ¿qué hace que la cultura cambie?
La respuesta surge desde diferentes posturas ideológicas, una de ellas con intereses propios, el
comercio, la mezcla de pueblos, productos y de la producción de éstos, la expresión a partir de
ideas que se expresan en éstos, jala hacia la expresión en el otro, al acogimiento y apropiación de
expresiones que fundamentan y llevan a la extensión del pensamiento a otros lugares, a otras
naturalezas, a otros territorios.

De igual forma, la incidencia del desarrollo de la ciencia ha puesto “patas arriba” la


expresión de la cultura y el avance de la misma; esta vía es quizá el tronco que ha dado al muro
cultural la apertura hacia nuevos horizontes, debido a que ha puesto en el punto fundamental, el
mismo hombre, la aceleración para la presencia de cambios sociales y naturales fuertes. La
genética por ejemplo, ha hecho que se presentan cambios estratosféricos en la sociedad, así lo
expresa Descola cuando menciona

Otra dimensión de la naturaleza es particularmente puesta en cuestión por el progreso de


la genética: se trata del sustrato biológico de la humanidad como materia, forma y proceso
totalmente ajeno al control domesticador de la educación y de la costumbre. La importancia
cada vez más evidente de la epigénesis en la individualización, el desarrollo de la
reproducción asistida, desde la fecundación in vitro hasta la clonación de mamíferos […]
todo eso nos espante o nos maraville, vuelve menos neta que antes la separación del
derecho entre la parte natural y la parte cultural del hombre (Descola, P., 2005).

El legado básico del recorrido científico desde lo biológico, lo químico y lo físico,


expresado a partir de los avances científicos, han impregnado las ciencias sociales desde las
diferentes divisiones: sociología, economía, política, antropología, entre otras, al igual que las
visiones que de éstas hacen los científicos sociales, desde el materialismo o desde el idealismo, o
bien desde una mirada del estructuralismo y del funcionalismo. Por ejemplo, “las antropologías
materialistas consideraban el medio ambiente físico o la fisiología humana como los motores de
la vida social e importaban de las ciencias de la naturaleza modelos de explicación causal que
esperaban, darían fundamentos más sólidos a las ciencias del hombre” (Descola, P., 2005).

Importante es analizar cómo se explica el sostenimiento de mitos, de rituales, de


concepciones entre los diferentes pueblos de la representación del cuerpo y aún sociedades que se
encuentran ubicadas en distintos territorios, frente a la inserción de la denominada civilización y
cultura, y más aún hoy, de la tecnología como epicentro de nuevas concepciones de desarrollo.

La riqueza cultural, lo explica Descola (2005) a partir de la antropología simbólica donde,


“los resultados de este abordaje fueron muy ricos en el plano de las interpretaciones etnográficas,
aunque no siempre estuvieron a salvo de los prejuicios etnocéntricos”, esto debido a que cada
grupo humano plantea diferentes explicaciones y definiciones que se encuentran acorde a su forma
de concebir el mundo, aunque el dominio que ha pretendido imponer Occidente, haya marcado un
horizonte diferente a cada cultura, caso de las costumbres de las culturas Aztecas, Chibchas, Incas
y otras encontradas por los españoles en el territorio denominado latinoamericano.

Puede decirse que en las primeras décadas del siglo XXI ha surgido una preocupación por
la cultura, por hallar elementos, factores y componentes que hagan posible la restitución ancestral
de expresiones culturales que se han perdido o diluido en los confines del mundo globalizado,
aquel que se ha impregnado desde su humus en la tecnología, en el avatar del cosmos, dado por El
fin del territorio como lo denomina Blaide (1995, citado por Giménez, G., 1999), el cual se
abordará más adelante.

Factores de incidencia en la deformación de la cultura

En la sección siguiente se analizará la incidencia de diferentes factores que forman parte del
concepto de cultura que se ha venido tratando, pero a la vez, han hecho que este concepto se haya
deformado con el fin de dar posibilidades de interaccionar nuevos elementos dentro de ese
componente básico social denominado así denominado –cultura-, como representatividad de
identidad social, de escalonamiento y jalonamiento de espíritu, es decir, del ser humano, lo cual le
ha llevado a revestirse de otras visiones, que son las que le han permitido permanecer y ser luz
dentro del entramado y no ser asfixiado por los particularismos locales y la supresión de las
‘excepciones culturales’ que le han sido impuestas a partir de la “lógica homologante, niveladora
y universal del mercado capitalista”, como bien lo afirma Giménez G. (1999).

El territorio como expresión de cultura

La globalización socio-económica como expresión que fundamenta el neolibelismo ha señalado


un aspecto importante, “la desterritorialización o deslocalización de los procesos económicos,
sociales y culturales” que caracterizan la posmodernidad y aportan un significado diferente al
concepto de territorio, que como fuente de sustento y apropiación se tenía antes que este fenómeno
empezara su tránsito en el mundo, impulsado por las empresas transnacionales quienes necesitarían
ampliar sus redes, respecto al dominio mercados, gobernanza y poder financiero.

Más allá de este sentido, se encuentra la incidencia de este factor en las personas que
habitan el territorio, entendida ésta inicialmente como lo define corrientemente los diccionarios
“porción de la superficie terrestre perteneciente a una nación, región o provincia, etc.”, añadida
con la habitabilidad de grupos humanos. En éste se concibe “un espacio apropiado y valorizado –
simbólica o instrumentalmente- por los grupos humanos” (Raffestin, 1980, citado por Giménez,
G, 1999).

Este espacio tiene diferentes connotaciones de gran importancia, pues se caracteriza por su
“valor de uso y podría representarse como un campo de posibles, como nuestra prisión originaria”
(Giménez, G, 1999) y más allá debe entenderse como

El resultado de la apropiación y valorización del espacio mediante la representación y el trabajo,


una “producción” a partir del espacio inscrita en el campo de poder por las relaciones que pone en
juego; y en cuanto tal se caracteriza por su “valor de cambio” y podría presentarse metafóricamente
como la “prisión que nos hemos fabricado para nosotros mismos” (Giménez, G, 1999).

Desde la idea expuesta por Giménez, el territorio encierra los siguientes ingredientes: la
apropiación de un espacio, el poder y la frontera. Ingredientes que fácilmente pueden identificarse
a partir de un barrio, un municipio, una ciudad, un departamento, u otro que permite ser
identificado sobre un plano o dibujado a partir de líneas rectas o curvas y los puntos o momentos
que se han fijado en el plano (Raffestin, 1980, citado por Giménez, G, 1999).
La apropiación del espacio y la valoración se pueden expresar a partir de su carácter
instrumental-funcional, el cual enfatiza la utilidad que se da ese espacio, más desde un punto de
vista económico o geopolítico, por tanto se encuentran territorios denominados valorizados bien
sea que este concepto se incluya fertilidad de la tierra, cercanía a fuentes básicas de importancia,
contención de minerales en el suelo y subsuelo, entre otros. O simbólico expresivo, donde se halla
el valor cultural del territorio, donde se articulan “en primera instancia a las necesidades
económicas, sociales y políticas de cada sociedad, y bajo este aspecto su producción está
sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan” (Giménez, G, 1999).

Ahora bien, la localización del territorio, el grupo humano que lo habite –Gran Sociedad,
como lo denomina Marcuse-, la característica propia del suelo y subsuelo, “como fuente de
recursos, como área de geopolíticamente estratégica, como circunscripción político administrativo,
como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego
afectivo, tierra natal, como lugar de un pasado histórico y de una memoria colectiva” (Giménez,
G, 1999), conforman la visión y la idea de valor del mismo, y la incidencia en, de y dentro de la
realidad que describa la cultura del mismo que puede deformar el concepto y hacerlo cambiante
en el transcurso del tiempo.

Educación: formación o deformación cultural

Otro aspecto importante de tratar es la educación como factor formador o deformador de la cultura.

Generalmente se asocia educación con formación, sin embargo, la primera va más allá,
pues construye al ser como humano, caracterizado no solo por poseer vida, sino fundamentado en
valores y principios que fueron instituidos, bien por la religión, la política u otro, expresado a partir
de costumbres cimentadas en el grupo primario fundamental, la familia, y que se reflejan en el
actuar dentro de los entornos a los cuales ingresa a lo largo de la vida.

Ese grupo primario “familia” puede estar inserto dentro de una base real respecto a la
libertad económica y política, dentro del cual los individuos que la conforman, tiene la conciencia
de haberla adquirido, que es propietario

No simplemente en el sentido de poseer recursos materiales, bienes y servicios necesario para la


realización (demostración, validación) de su libertad en su sociedad, sino en el sentido de haberlos
adquirido en virtud de su propio trabajo o de su dominio sobre el trabajo de otro, y de haberlos
hecho propios, expresión material de su personalidad productiva, creadora (Marcuse, H., 1968,
p.28)

Emerge entonces, el concepto de libertad construido y asimilado en el individuo miembro


de la familia, que pertenece a un grupo social que le enseña y que reflejará en el futuro esa libertad,
aspecto bastante controversial en el neoliberalismo, debido a que han desaparecido las condiciones
en que se expresaban tales condiciones, y la familia se ha visto convulsionada dados los medios y
las mediaciones que orientan la nueva educación.

Es posible aprender la creatividad, es posible aprender la cultura; pero mientras la enseñanza y el


aprendizaje no trasciendan las condiciones establecidas el resultado será el enriquecimiento, el
embellecimiento y el ornato de una sociedad no libre. En vez de traer ante los ojos la imagen de la
libertad humana, la cultura creadora contribuirá a la absorción de esta imagen en el status quo,
haciéndolo más aceptable (Marcuse, H. 1968, p. 39)

Así entonces, las primeras etapas de formación del individuo corresponden a internar los
conocimientos generales, que le es posible aprender desde la escuela; no obstante la formación
para la vida y la expresión de la cultura y de la libertad, se halla en la Universidad, que como
institución de avanzada debe ser “una escuela de acción social, adaptada a su medio y a su
tiempo”, así lo expresa José Ingenieros con gran acierto, dado que la misión de ésta “consiste en
fijar principios, direcciones, ideales, que permitan organizar la cultura superior en servicio de la
sociedad” (Ingenieros, J. 1920, p.68) (Resaltado fuera de texto).

Desde la perspectiva de la educación frente a la formación o deformación, debe entenderse


que las orientaciones y conocimientos de años atrás, no son adaptativos de la realidad de hoy y del
futuro, por tanto, se requiere hacer un cambio

Las ciencias físicas, sociales y biológicas siguen renovando toda nuestra concepción del universo,
de la sociedad y del hombre, los problemas planteados ahora de muy distinto modo, exigen ser
estudiados por hombres [y mujeres] que tengan un sentido de la verdad fundado en la experiencia,
que deseen conocerla de manera clara y exacta, y que sepan utilizar los métodos menos inseguros
para alcanzarla en cada dominio Ingenieros, J. 1920, p.75).

Se percibe entonces que, las prácticas y la formación de ayer, dejaron de tener vigencia,
por ello, la educación hoy es tarea de toda la vida, y no sólo de unos pocos años, pues el
conocimiento cambia, la información se renueva muchas veces cada segundo, los modelos de
aprendizaje deben cambiar, de tal manera que la cultura forme parte de ese cambio constante, al
igual que entenderse, que no es sólo de unos pocos, sino de todos en todo momento y lugar.
Aprender a vivir en y para la diversidad, es la nueva tarea de la educación en la formación cultural.

Ciudadanía, pueblo y cultura

La ciudadanía es reconocida como una condición que tiene una persona a quien se le reconocen
derechos políticos y sociales que le permiten participar e intervenir en la política de un país, así lo
plantea el Diccionario. Además de habérsele reconocido tales derechos, el ciudadano pertenece a
una comunidad, a una sociedad, a un pueblo. Es importante aclarar que existen pueblos a quienes
no se les ha reconocido tales derechos y por tanto, se encuentran limitados para participar de las
acciones como ser humano libre y con derechos.

Así entonces, se aprecia que el ciudadano “define la libertad y la felicidad en los términos
de su gobierno y de su sociedad más que en los suyos propios” (Marcuse, H., 1968, p-32), lo cual
hace que las expresiones de protección y la tolerancia hacia la libertad y felicidad, no sean de gozo
propio, vienen encarnadas en lo que quien manda o quien domina predica o manda.

Cada vez se aprecia más el desglose de ciudadano y sociedad civil. El primero, tratado
ampliamente por Rousseau al estudiar los ejes de dominio y dominación, expresando que “la fuerza
y la libertad de cada individuo son los principales instrumentos de su conservación” (Rousseau,
J.J., 1999). El segundo, expresado hoy a partir de la gobernanza, es decir la normatividad de orden
internacional que favorece a Estados dominantes y transnacionales en el mundo de la Economía,
donde poco a poco, se insertan dominios cada vez más extensos sobre territorios, sociedades y por
ende, seres humanos.

Desde todos estos factores cabe revisar la racionalidad como elemento fundante de la
cultura, dice Maturana (citado por Escobar, A, s.f.) y lo emocional expresado en todas las formas
de racionalidad y “son nuestras emociones las que determinan el dominio racional en el que
operamos como seres racionales en cualquier instante” (Varela, citado por Escobar, A.). En igual
condición cuando se trata de las consecuencias de las diferentes formas de racionalidad, Maturana,
(1997) señala que “rara vez somos conscientes que estamos siendo racionales […] y, a largo plazo,
no entendemos nuestra existencia cultural”. Desde esta visión podría decirse que el razonamiento
acerca de las expresiones emocionales que inciden en el ser humano como único y como social, se
diluyen en el tiempo y todo se centra en el “hoy” como unidad.

Todo lo expresado, da origen a los diversos planteamientos que hace Martín Barbero,
García Canclini y otros frente a la comunicación, la cultura y la hegemonía y la diferencia, la
desigualdad y la desconexión que hoy se vive en el pueblo, en la sociedad y la tarea de los Estados
en la conformación del patrimonio intercultural, revisando que “las teorías de lo étnico y lo
nacional son por lo general teorías de las diferencias”, otras teorías que aún prevalecen y toman en
ocasiones fuerza, como el marxismo y la macrosociología, tratan la desigualdad, además que en
un mundo que se expresa a partir de la comunicación a partir de diferentes medios, se ocupan de
loa campos comunicacional e informático, dejando de lado el componente sociocultural (García
Canclini, N., 2004)

La asertividad como fuente para crear cultura

Cierra este pequeño escrito la presentación del proyecto intitulado “Determinación de estrategias
de comunicación asertiva para solucionar conflictos entre las adolescentes infractoras de la ley
penal recluidas en el Instituto Femenino FEI de la ciudad de Ibagué-Tolima”, presentado como
opción investigativa y en el cual tiene gran incidencia la comprensión de la cultura, de los grupos
humanos donde han nacido y pernoctado las adolescentes, donde el territorio y las relaciones
sociales se encuentran con altos niveles de afectación.

Las relaciones sociales son entendidas como “aquellos repertorios conductuales en el


individuo que le posibilitan una interacción con una alta probabilidad de reforzamiento en una
amplia variedad de circunstancias” (Flores Galaz, M.M, 2002), lo cual hace posible entender que
a medida que los niños y las niñas crecen desarrollan tales conductas y las representan en sus
encuentros con el otro.

Sin embargo, como cada persona crece en diferentes espacios, territorios, culturas y con
grupos sociales que hacen posible su conformación, esas conductas aprendidas o construidas desde
sí, se manifiestan más adelante con actitudes sumisas o agresivas, las cuales les caracterizan,
generalmente en la juventud y la adultez.
Cuando se habla de marginalidad social se hace referencia a todos aquellos aspectos que
afectan a los integrantes de una comunidad: alimentación, vivienda, educación, convivencia social,
tipo de trabajos realizados, actividades o relaciones que le hacen posible la sobrevivencia, al igual
que las condiciones en las cuales se pervive, que son marcadores importantes de cultura y que
como se expresó líneas atrás, se encuentran imbuidas en grupos humanos dominados.

Desde esta realidad se aborda el problema de las adolescentes y jóvenes infractoras de la


ley penal, a quienes les ha sido arrebatado todo componente que les lleve a dotarse de condiciones
de vida digna y se ven obligadas, en muchas ocasiones, a cometer actos ilícitos que les conminan
a condiciones cada vez más perversas, bien por la pertenencia a un grupo social determinado, bien
por las condiciones a las que se ven abocadas, las cuales se refleja la cultura a partir sus
comportamientos sociales.

Las adolescentes y jóvenes que se encuentran recluidas en el Instituto Femenino FEI de


Ibagué, infractoras de la ley penal provienen de condiciones marcadas por la pobreza extrema,
donde las relaciones que han tejido con los pares no han sido las mejores; el entorno social no ha
sido el mejor, caracterizado por el consumo de sustancias psicoactivas y actividades ilícitas que
les han llevado a éste sitio, además de venir de territorios que se encuentran estigmatizados como
peligrosos en la ciudad, por ser focos de violencia permanente.

Lo anterior hace que el enlace entre el estudio de la cultura y la investigación tenga una
amplia disertación frente a las expresiones que las fundamentan.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Descola, P. (2005). Más allá de la naturaleza y de la cultura. Jardín Botánico de Bogotá José
Celestino Mutis.

Eagleton, T (2001). La idea de cultura. Una mirada política sobre los conflictos culturales.
Biblioteca del Presente. Paidós.
Escobar, A. (s.f.). Autonomía y diseño. La realización de lo comunal. Editorial UC.

Flores Galaz, M.M. (2002). Asertividad: una habilidad social necesaria en el mundo hoy. Revista
de la Universidad Autónoma de Yucatán. Recuperado de
http://www.cirsociales.uady.mx/revUADY/pdf/221/ru2214.pdf

García Canclini, N. (2004). Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad.


Gedisa Editorial.

Giménez, G. (1999). Territorio, cultura e identidades. La región socio-cultural. Estudios sobre las
Culturas Contemporáneas. Época II. Vol. Núm. 9, Colina.

Giménez, G. (s.f.). La cultura como identidad y la identidad como cultura. Instituto de


Investigaciones Sociales de la UNAM.

Ingenieros, J. (1920) La Universidad del Porvenir. Ateneo, Buenos Aires.

Marcuse, H. (1968). Ensayo sobre política y cultura. Obras Maestras del Pensamiento
Contemporáneo. Planeta-Agostini

Martín Barbero, J. (1991). De los medios a las mediaciones. Comunicación, Cultura y hegemonía.
Ediciones G. Gilli S.A de C.V.

Rousseau, J.J. (1999). El Contrato Social.

Anda mungkin juga menyukai