Entre los grupos de víctimas identificados por las autoridades hay abogados de
derechos humanos, lideres LGBTI, afrodescendientes, políticos, sindicales
campesinos e indígenas. pero las juntas de acción comunal, de acuerdo con cifras
de la ONU, han puesto más del 50 por ciento. Algo preocupante, pues 7 millones
de colombianos actualmente están vinculados a una de ellas. Precisamente, el
fiscal Néstor Humberto Martínez reconoció el pasado viernes que los crímenes
responden a una sistematicidad en dos vías: una por el tipo de organizaciones
criminales y otra por el perfil de quienes más mueren. Muchos en los territorios
aceptaron la idea de participar en las juntas de acción comunal tras la salida de las
Farc, pero no imaginaban que el Estado quedaría en deuda a la hora de recuperar
el control, ofrecerle seguridad y un continuo tránsito a la legalidad.
¿QUÉ ESTÁ FALLANDO?
Los líderes pierden la cuenta cuando piensan en la cantidad de entidades a las
que pueden recurrir para hacer valer sus derechos. Últimamente les hablaron de la
Comisión de Garantías, que el presidente no convoca desde hace más de seis
meses. La llegada de Iván Duque borró el rastro de buena parte de las políticas
que Juan Manuel Santos había dejado firmadas. “Estamos tratando de armonizar
las acciones para dar resultados concretos en el territorio”, le dijo a esta revista la
ministra del Interior.
El Gobierno ha insistido en que dará continuidad a las políticas tras el lanzamiento
del Plan de Acción Oportuna (PAO), que él mismo lanzó para encarar la situación,
pero las comunidades que venían esperando el aterrizaje de programas piloto
como Guapi, Alto Mira y Frontera, Parra y San José de Uré no lo tienen claro. De
hecho, muchos no ven con buenos ojos que precisamente un militar retirado esté
al frente de la gerencia. A grandes rasgos, los seis decretos que firmó el
expresidente antes de abandonar el cargo buscaban, entre otras cosas, definir las
políticas de protección colectivas, definir el marco general de prevención,
fortalecer las alertas tempranas y darles dientes a los gobiernos regionales y
locales para que ejecuten acciones oportunas.