Otros pagos por nuestra independencia el año 1824 fueron: el continuo atropello
a la Constitución, el mancillamiento del parlamento, la traición a la población
indígena, la restauración de la esclavitud (que había sido abolida por San Martín)
y lo peor de todo fue el mal ejemplo de caudillaje militar que dejó un libertador.
Por eso Bolívar al morir, no dejó ni herederos ni herencia (murió pobre y
abandonado y enterrado con una camisa prestada), sólo burdos imitadores y
caos que hasta ahora en pleno siglo XXI siguen amenazando con sus
personalidades torcidas e ideas por demás obsoletas.
Por otro lado, ahora que sus seguidores hablan de ir en contra del imperialismo;
Bolívar, mucho antes que sus triunfos en Venezuela y Colombia escribió cartas
desde Jamaica (1815) en las que refleja su ambición de poder y apela a cualquier
recurso incluyendo someterse y negociar con el imperio del momento, ofreciendo
descaradamente territorios y pueblos ajenos, así en carta que dirige a Maxwell
Hyslop, importante hombre de negocios inglés, le pide ayuda material y
económica a cambio de regalarle países que no le pertenecen (Panamá y
Nicaragua):
“(…) Ventajas tan excesivas pueden ser obtenidas por los más débiles medios:
veinte o treinta mil fusiles; un millón de libras esterlinas; quince o veinte buques
de guerra, municiones, algunos agentes y los voluntarios militares que quieran
seguir las banderas americanas (…) Con estos socorros pone a cubierto el resto
de América del Sur y al mismo tiempo se puede entregar al gobierno británico
las provincias de Panamá y Nicaragua, para que forme de estos países el centro
del comercio del universo por medio de la apertura, que rompiendo los diques de
uno y otro mar, acerque distancias más remotas y hagan permanente el imperio
de Inglaterra sobre el comercio”.
Con ese criterio de por medio, dispuso de la vida de indígenas sin mayor reparo
ni consideración. Fue así como se originó el triste, despiadado y poco divulgado
asunto de los miles de peruanos que reemplazaban las bajas colombianas y que
luego de la Independencia fueron enviados con engaños a la Gran Colombia
donde murieron presa de las fiebres tropicales y el maltrato. Fueron
aproximadamente 6,000 peruanos y las condiciones en que vivieron los
indígenas peruanos expatriados eran lamentables.
La suerte final que corrieron esos miles de peruanos enviados por el libertador
realmente nadie la sabe; las guerras civiles en el Perú y en Venezuela y
Colombia agravaron su situación. Pasaron más de 25 años cuando en un período
de cierta estabilidad política se encontró a un pequeño grupo de sobrevivientes
peruanos en Colombia y otro en Venezuela. Ellos fueron repatriados en 1852 y
1857. Los jóvenes que salieron de 25 años tendrían 50. Serían ancianos, si
consideramos el promedio de expectativa de vida de ese tiempo. Ningún
historiador le ha reprochado esta canallada a Bolívar. Y no hablemos de las
propiedades de los indígenas que les fueron arrebatadas y fueron vendidas para
proveerse de fondos y por último el retorno a la esclavitud que había sido abolida
por San Martín.