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Psicoanálisis: tiempo y naturaleza humana

Capítulo 4 “Adultez”
Páginas 75 a 81

El sujeto aprende a manejar sus impulsos, sus angustias y va experimentando


cambios. Las pulsiones y la libido se convierten en necesidades que exigen
satisfacción inmediata, que puede ocasionar un sensible daño o no conseguir nada.
El yo, es el encargado de prevenir tal fracaso con ayuda del aparato sensorial quien
observa el mundo exterior a fin de encontrar el momento adecuado para la
satisfacción sin daño. El ello frena sus pasiones y mueve las pulsiones para
proponer tal satisfacción.
Así, se sustituye el principio de placer por el principio de realidad. Aprende entonces
a adaptarse al mundo exterior cuando el yo está tiene la fuerza para rendir.
Cuando el individuo no ha desarrollado suficiente organización yoica está expuesto
a una ruptura ante cualquier trauma existente.
La presencia de neurosis es a consecuencia del conflicto entre el yo y el ello, aquí,
la tarea del yo es mediar entre las exigencias del mundo externo con las del ello.
Entonces, aparece el conflicto neurótico cuando el yo no tuvo las suficientes
herramientas para calmar el conflicto o cuando el yo no estaba desarrollado en el
momento que se presentó el conflicto. Origina síntomas como angustia, depresión,
agresividad.
Es importante mencionar que la aparición de la patología, va a ser graduada por el
momento de vida en que se encuentre, y el desarrollo de la estructura mental así
como los mecanismos defensivos que acompañan este proceso.
Kenberg asume tres criterios para la organización de la personalidad: integración
de la identidad, operaciones defensivas y prueba de realidad.
Se mencionan la neurosis, trastorno límite de la personalidad y psicosis donde
existe un debilitamiento del yo en mayor o menor grado.
Neurosis: identidad integrada, mecanismos de defensa de alto nivel; formación
reactiva, aislamiento, anulación, racionalización, intelectualización, represión los
cuales ayudan al individuo a protegerse del conflicto psíquico. La prueba de realidad
permite evaluar al sí mismo y los demás de forma objetiva.
Trastorno limítrofe: hay difusión de identidad, aspectos contradictorios del sí mismo
y de los demás. Utiliza mecanismos de defensa de bajo nivel como: escisión,
idealización primitiva, identificación proyectiva, negación, omnipotencia,
devaluación, que lo protegen de la desintegración y no existe alteración en el juicio
de realidad.
Psicosis: identidad delirante, mecanismos de defensa primitivos, hay regresión y la
prueba de realidad se pierde.
Entonces, el grado óptimo de desarrollo tanto en lo estructural como en lo funcional
dependerá de:
- Ausencia de patología
- Relación establecida entre sujeto, ambiente y sujeto.
- Manejo adecuado de la angustia y de la agresión y libido.
- Capacidad de sublimación, capacidad creativa.
- Capacidad de juego y de trabajo.
- Capacidad de amar.
- Tolerancia a la frustración.
- Capacidad de ajuste a los cambios.
Todo terapeuta deberá tomar en cuenta dichos criterios, así como de las áreas que
conforman el desarrollo:
- Las fuerzas instintivas
- Las estructuras mentales y,
- Las funciones que emanan dichas estructuras.
Para llegar a hacer un diagnóstico, habrá que hacer una historia con relación a:
- ¿Cómo vivió sus primeras etapas del desarrollo?
- ¿Cómo ha superado los conflictos personales?
- Posibilidad de respuestas efectivas
- Posibilidades de ajuste y de cambio para valorar la ayuda psicoterapéutica.
Así, la analizabilidad depende tanto del paciente como del terapeuta, de la
elasticidad del yo para ser capaz de regresar y progresar, así como renunciar al
control y a la prueba de realidad. Que el yo sea fuerte, que tenga suficientes
recursos para que su respuesta sea útil y efectiva, que pueda captar la existencia
de un problema y quiera resolverlo junto con el terapeuta.

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