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ACCIONAR DEL DOCENTE RURAL EN COMUNIDADES AGRÍCOLAS

Autor: Guido Silva


Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas/Universidad Central de Venezuela
gsilva@canaima2.inia.gob.ve; guidosilva12@gmail.com
Coautora: Yenny Sangronis
Escuela Bolivariana Prof. Alexander Cortez
Yennys1107@hotmail.com

Introducción

El Desarrollo Sustentable se plantea en términos filosóficos, como un


camino hacia el futuro, sin embargo, su puesta en práctica es mucho más seria de
lo que hasta ahora se ha considerado. Implica un análisis crítico muy profundo del
modelo de desarrollo imperante, impulsado mayormente por una concepción
capitalista que surge desde los grandes centros industrializados en el ámbito
mundial. Esa revisión, requiere evaluar los verdaderos resultados y consecuencias
del aprovechamiento que hasta ahora se ha hecho de los recursos naturales y
energéticos de la tierra, y sobre todo del talento humano
En otro sentido, es innegable el esfuerzo de los países, los gobiernos y los
organismos internacionales a quienes le compete esta situación en atender las
demandas de alimentos, de salud, de educación y otros servicios para la
población, sin embargo, a medida que pasa el tiempo hay más campesinos y
población rural desasistida y la brecha entre pobres y ricos cada vez es mayor.
Según un estudio del Banco Mundial (2001), realizado en Latinoamérica, concluye
que los más ricos de la región (10%) tienen hoy 48% del ingreso total. En el otro
extremo, los más pobres (10%) se quedan con apenas el 1,6 %. Por lo tanto la
desigualdad es evidente.
Por otro lado, existe la necesidad impostergable de que los agricultores
mejoren sus condiciones de vida a fin de garantizar la seguridad agroalimentaria,
pero este proceso no se logrará si únicamente aumentan la producción, como se
ha pretendido. Un verdadero desarrollo rural se alcanzará si se implementan

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programas educativos que conlleven a adquirir conciencia, valores, conocimientos,
habilidades y destrezas para manejar sustentablemente las unidades de
producción.
Desde esta perspectiva se considera a la Educación Rural como una
institución indispensable para el desarrollo endógeno y sostenible, puesto que ella
echa las bases para que los niños, jóvenes y adultos agricultores compartan y
adquieran conocimientos básicos, avanzados e innovadores sobre la producción
agrícola con enfoque de sustentabilidad.
A pesar de la existencia de un sinnúmero de proyectos educativos en las
comunidades rurales (formales y no formales) implementados desde la escuela,
aún no se hace notorio el impacto en una mejor y más productiva agricultura. Es
evidente que la mayoría de estos proyectos educativos no provienen de las
demandas de las comunidades y peor aún no están hechos para resolver
problemas y necesidades de los agricultores y población rural en general. Esto
constituye una evidente contradicción puesto que la concepción de los proyectos
educativos se centra precisamente en la participación protagónica y legitima de los
actores comunales.
El presente documento es la expresión escrita de un trabajo arduo,
hermoso y enriquecedor logrado con satisfacción plena a partir de un proceso
humano de acompañamiento intersubjetivo y eminentemente social con docentes,
estudiantes y agricultores, para poder comprender e interpretar sus visiones desde
los observadores que ellos son, con el objetivo de analizar su accionar práctico y
lingüístico, es decir, desde lo que hacen y dicen que hacen en su habitad natural.
Este trabajo se enfocó en una investigación de naturaleza cualitativa,
mediante el método etnográfico y apoyado en el método hermenéutico, con el
propósito de estudiar, describir e interpretar los rasgos, comportamientos y
actitudes de los agricultores directamente en su entorno real donde desarrollan su
dinámica agrícola y donde establecen las relaciones con sus iguales. Estas
acciones responden a modelos mentales preconcebidos gobernados por sus
creencias y valores incorporados por la influencia de la cultura.

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La base de datos se construyó a partir de los relatos de agricultores,
docentes y estudiantes en su contexto natural. Para ello se utilizó la entrevista a
profundidad, la observación participante y la creación de espacios ínter subjetivos
que lograron los propósitos del estudio, sin alterar en lo posible, la dinámica
natural de los sujetos investigados.
El trabajo se desarrolló en las Parroquias Cabo José Bernardo Dorante,
Tintorero y Cuara del municipio Jiménez, del estado Lara, Venezuela, allí se
asientan las comunidades con un mayor número de pequeños agricultores y existe
una escuela en cada centro poblado.
Este trabajo adquiere significación y relevancia puesto que constituye una
referencia teórica para orientar los proyectos educativos en las escuelas rurales,
en el marco de la Educación Bolivariana y el Sistema Educativo Bolivariano en
gestación, a fin de que los contenidos teóricos y prácticos y sobre todo la filosofía
de la enseñanza, realmente estén en función de los aprendices, para que
verdaderamente la educación rural cumpla con su cometido y se alcance el tan
esperado desarrollo rural sostenible de la zona.
El objetivo general de esta investigación fue analizar el accionar del
docente de escuelas rurales en su contribución para orientar la educación en
comunidades agrícolas, para lo cual se pretendió develar su Teoría de Acción en el
proceso intersubjetivo de enseñanza aprendizaje. Así como, distinguir las
estrategias de acción que desarrollan los agricultores y su relación con el accionar
pedagógico de los docentes.

Desarrollo teórico-reflexivo del ámbito de estudio

En el contexto mundial, la agricultura constituye un sector primordial e


indispensable para el funcionamiento de los sistemas económicos, no solamente
por ser generadora de alimentos para la humanidad, sino porque es productora de
materia prima para el desarrollo agroindustrial de cualquier país. Además, es

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responsable de crear empleo productivo y constituye la base para dinamizar las
demás cadenas y eslabones de la economía.
Esta actividad tan importante es desarrollada mayormente por pequeños y
medianos agricultores asentados principalmente en zonas campesinas o
Comunidades Agrícolas Rurales (CAR). Según la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO (2002), el 60% de los agricultores
pobres en América Latina y el Caribe están en lugares remotos, con ecosistemas
frágiles, y no tiene necesariamente acceso fácil al agua.
El fenómeno de crisis alimentaria mundial no solamente abarca a las
grandes ciudades del orbe, las comunidades más pobres se ven severamente
afectada por esta situación de falta de alimentos. Asegura la FAO (2003) que en
las zonas rurales viven tres cuartas partes de la población hambrienta del mundo.
Es difícil, si no imposible, para los agricultores campesinos adoptar las
nuevas tecnologías, no sólo resulta demasiado arriesgado y caro, sino también
inadecuado para la agricultura a pequeña escala. Además, se ponen cada vez
más en evidencia las nocivas consecuencias ambientales de la tecnología basada
en los combustibles fósiles (Kay, 1994, p. 47).
En resumen, bajo las premisas y patrón normativo de estos dos modelos
(tecnocrático y socioeconómico) se debate y desenlaza el proceso de producción y
de vida de las comunidades agrícolas rurales, lo que indudablemente condiciona
el entorno agro social y moldea la cultura de los agricultores; su manera de hacer
el trabajo agrícola y su forma de pensar la producción.
Un verdadero desarrollo endógeno no debe dejar de reconocer las
potencialidades locales; como el talento humano, las experiencias de vida, los
recursos naturales, las relaciones sociales de producción, las creencias, cultura y
valores de la población.
En este sentido, se considera que es imperativo atender las necesidades de
formación del campesinado y de las nuevas generaciones para que respondan en
condiciones seguras a los nuevos desafíos. Dicha formación debe responder no

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solamente a intereses prácticos y técnicos, como siempre se ha pretendido de
manera distorsionada y alienante.
Estos intereses, expresados a través de medios de trabajo, se concentran
en la producción material necesaria para nuestra existencia (Hoffman 1987 en
Ewert, 1991). Sin embargo, la nueva formación debe profundizar en los contenidos
esclarecedores de la conciencia que modifiquen su acción tradicional sostenida, y
deben dar cabida a los espacios educativos para la crítica reflexiva individual e
intersubjetiva. Es decir un conocimiento emancipatorio que rompa con las cadenas
de las restricciones sociales, que niegan la autonomía de la persona, sus
emociones y posibilidades.
Al respecto Ewert (Ob. cit) refiere:
Estar emancipado exige el esclarecimiento y acción (…). Todo
conocimiento que inhiba el logro de la libertad y la autonomía de una
persona se considera ideológico y, por lo tanto, distorsionado. Más aún
los sistemas sociales que impidan el desarrollo de la capacidad total de
la libertad y autonomía de la persona son sistemas represivos. (s/p)

En Venezuela, este reto cobra aun mayor atención en el marco de una


renovada propuesta de desarrollo rural sostenible y en los albores de formar parte
de instancias de integración regional (MERCOSUR, ALBA, UNASUR, entre otros)
impulsadas por el gobierno nacional, en las que se abren nuevos mercados
caracterizados por ser más competitivos y exigentes de mayores estándares de
calidad en los productos agrícolas para uso industrial y sobre todo para consumo
directo.
Según Bustos (2003)
La educación rural debe ser la encargada de la formación de
ciudadanos en áreas rurales con capacidad para apostar por un
desarrollo humano autónomo y de generar, gestionar y articular
procesos de desarrollo sostenible, de carácter socio-económico y
ambiental sustentados en los principios de valoración y uso
sostenible de la diversidad biológica, la identidad cultural, la práctica
de valores y la equidad a través de procesos educativos pertinentes
a la realidad local.

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La escuela rural entonces, no ha contribuido en mejorar el accionar
agrícola de los productores del campo; (conjunto de aptitudes, actitudes,
habilidades y destrezas manifiestas en su relación intersubjetiva y con el medio),
de ser falsa esta aseveración, se evidenciarían los resultados en indicadores
tangibles tales como: una población rural totalmente alfabetizada, agricultores
incorporando en su trabajo diario los conocimientos aprendidos en la escuela,
aprovechamiento eficiente de los recursos naturales, menor contaminación
ambiental, mejor calidad de vida, entre otros.

Visión de la Escuela Rural

La escuela rural desde su ámbito de actuación y desde su competencia


debe atender los problemas que afectan el bienestar del colectivo, que se
manifiesta casi siempre en altos niveles de pobreza, desnutrición infantil, bajo nivel
educativo, violencias, homosexualismo, afectación al ambiente, desorganización,
ausencia de valores humanos, drogadicción, embarazo temprano, entre otros.
En este contexto cobra particular importancia estudiar la acción de los
actores sociales que están ¨dentro¨ y ¨fuera¨ de la escuela; por un lado, los
agricultores, que de alguna manera están o han sido influenciados por el quehacer
de la escuela, y por el otro, es pertinente también someter a estudio a los actores
de esa escuela que desde sus perspectivas y lineamientos normativos desarrollan
una acción educativa.
Esta acción organizacional educativa debe entenderse como la capacidad
de la escuela para generar cambios y transformaciones en la estructura de su
entorno, todo ello con base al trabajo agrícola realizado por seres humanos, que
conocen, piensan, sienten y hacen.
El trabajo agrícola constituirá una categoría central de análisis para esta
investigación. Este conocimiento práctico tiene su génesis y desarrollo en las
relaciones de trabajo que se han venido dando de manera natural y por la
dinámica interactiva y socioproductiva de las comunidades rurales agrícolas.

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Cuadro N° Ámbito de estudio.

Contexto

Comunidad
Agrícola Rural Modelo
Modelo
Tecnocrático Socioeconómico

Agrosocial

CAR

Existen

Escuela Rural Unidades de Producción

Dependencia
Modelo Educativo Patrón de Producción

Con

Actores Sociales
Excluyentes
No relación

Docente
Estudiante Agricultor

Desarrollan

Acción
Predica Práctica

Teoría Con respecto a Teoría


en Uso Explícita

Trabajo Agrícola Acción Docente

Fuente: Silva (2008)

Para entender la dinámica social y el propio mundo de los agricultores en


un ambiente de respeto, que motive el lenguaje para el afloramiento de esas
necesidades intrínsecas e extrínsecas y las demandas a la escuela que muchas
veces no son interpretadas por el docente, es necesaria una convivencia muy
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cercana y de confianza, donde la relación intersubjetiva entre los agricultores (que
muchos de ellos asistieron y asisten a esa escuela) y el investigador es de vital
importancia.
Pero será la forma de poder acercarse a la comprensión de su realidad y de
sus actitudes, haciendo uso del lenguaje como dimensión humana mediante la
cual la persona es capaz de expresar en términos hermenéuticos el mundo que la
rodea.
Para ello es pertinente sustentar este trabajo de investigación en el enfoque
socioconstruccionista que valora el carácter distintivo del lenguaje como
herramienta válida no solamente para explicar y hacer afirmaciones del mundo,
del sentido y significado que ese mundo tiene para el ”observador”, sino para crear
realidades que no existía hasta no ser evocadas o declaradas.

Acción Crítica

Para abordar las problemáticas de comunidades agrícolas colocando a la


escuela como protagonista y generadora de progreso sostenible, necesariamente
hay que asumir una postura crítica-reflexiva si realmente se quiere profundizar en
el nudo gordiano que la encapsula hasta el punto que hoy día está perdiendo valor
frente a las otras instituciones del sistema educativo, como los medios de
comunicación e información que incluye la Internet, la televisión, la radio, entre
otros.
La escuela está siendo traspasada por los tentáculos de la globalización y el
capitalismo en una sociedad moderna, industrializada y de consumo que
permanentemente modifica los comportamientos sociales y culturales de la
población de una manera casi inconsciente y acrítica.
Sobre el particular, y considerando la categoría analítica-empírica de las
condiciones socializadoras de la escuela, Habermas (citado en Radl Philipp, 1998,
p. 114)) desentrama analíticamente las condiciones sociales de vida en las
sociedades industriales modernas, precisamente porque introduce la categoría

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conceptual de una situación comunicativa ideal. Agrega la autora, con su
propuesta ofrece una categoría analítica para el análisis empírico, a la vez que
abre el camino a una crítica de las condiciones socializadoras existentes, aquéllas
que corresponden a las instituciones educativas en las sociedades industriales
modernas. Ella permite contemplar dialécticamente la relación del sujeto con los
elementos de la estructura social.
El análisis de las condiciones socializadoras en las instituciones educativas
adquiere un valor explicativo fundamental, si entendemos que el sujeto se
constituye y se construye socialmente a lo largo de los procesos comunicativos e
interactivos en los cuales participa.
Esta dimensión es fundamental para plantearse un estudio que internalice en
las proximidades del accionar docente con carácter deliberativo ante la necesidad
imperiosa de encontrar modelos y enfoques viables e innovadores que logren
replantearse una nueva la escuela que emerja de los valores y principios
democráticos y participativos y que se resista a perder el sitial de honor que tiene
en la sociedad del siglo XXI.

Acción Docente y la Escuela: Desde la Reflexión

El trabajo docente en su concepción holística engloba una dimensión


sociocultural y técnica de gran trascendencia e implicaciones. Operativizar la
educación con eficiencia en los tiempos actuales no es tarea fácil para quienes
piensan y reflexionan el hacer pedagógico, pero es más difícil para los que
suponen tener las credenciales para ejercer la función de enseñar desde la
concepción bancaria del proceso de aprender donde el estudiante es visto como
un objeto receptor de la información y del conocimiento.
La reflexividad en el docente requiere de la conjugación de múltiples
factores como el conocimiento significativo, la actitud crítica, disposición para
cuestionar sin ambigüedad y la capacidad para diseñar esquemas de
pensamientos optimistas y renovadores. Vizcaya (2005) argumenta que la filosofía
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del trabajo docente requiere ser reflexivo, tener un pensamiento crítico, es decir
pensar en las cosas que tenemos delante (la cotidianidad) preguntarnos por ellas
y sacar conclusiones. (p. 127)
La escuela por otro lado, le corresponde la misión de servir de centro de
convergencia social donde se acude a adquirir y compartir conocimientos teóricos
y prácticos fundamentales para el desarrollo intelectual básico de toda persona
que vive en una determinada sociedad, tiene sobre sus pilares la honrosa tarea de
entregar el legado de conocimientos de las generaciones anteriores, pero a la vez,
sus actores deben reflexionar ante el fenómeno de operatividad diaria y confrontar
la vigencia tácita de los contenidos curriculares.
Para ello es necesario retomar la importancia inmanente del valor del
lenguaje más allá de su dimensión biológica, más bien como catalizador de
procesos auto reflexivos silentes, intrapersonales y explícitos; desde el nivel de
pasividad en la descripción de hechos de la realidad, hasta alcanzar la maravillosa
capacidad del lenguaje para crear mundo, generar fenómenos evidentes que sólo
existen primeramente en el pensamiento. Tal lenguaje proporciona los datos
ideales para inferir los procesos cognitivos reflejados en la acción de los seres
humanos (Argyris, Putnam y Mclain, 1993, p. 26)
El aprovechamiento de la capacidad generativa y reflexiva del lenguaje
proviene de la concepción epistémica y paradigmática de todo ser humano. Es así
como, la epistemología reflexiona sobre la acción de conocer y el conocimiento
supone la búsqueda de la verdad, o sea, de un juicio que es el resultado de la
concordancia, entre el lenguaje, el pensamiento y la realidad. (Damiani, 1997, p.
31).
Al afrontar el reto de enseñar y transformar la sociedad, la escuela no
está sola en esta misión, se requiere el concurso interinstitucional si se quiere
alcanzar el desarrollo endógeno y sustentable de las comunidades. Al respecto
Vivas (Ob. cit) agrega que aunque la escuela comparta la responsabilidad con
otras instituciones sigue siendo garantía fundamental para la preservación de la

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cultura general de un pueblo o nación, consolida el aprendizaje lingüístico y los
contenidos vigentes a través de sus múltiples actuaciones pedagógicas. (p. 20).
En fin, la escuela debe promover en los estudiantes el deseo de aprender
como algo natural sin que se sientan obligados, cultivando su identidad propia, con
un estilo único y legitimo como seres epistémicos y pensantes producto de una
historia y un mundo recorrido. Por lo tanto, la ética y la dignidad son dimensiones
humanas que siempre deben estar presentes para afrontar la avalancha de
miseria social que se cierne sobre la sociedad de jóvenes en la actualidad,
signada por el consumismo, las drogas y los antivalores.
La pérdida de valores éticos y morales necesarios para la convivencia
social en armonía con el marco del actual orden internacional globalizado, es un
problema que requiere, reflexión, discusión y acción efectiva para su solución, a
nuestro juicio, la escuela y los docentes están llamados a jugar un papel
preponderante e impostergable.
En suma, la educación debe formar seres humanos capaces de
pensar por sí mismos, apoyándose en el lenguaje para expresarse abierta y
creativamente en los distintos espacios de diálogos de saberes y emociones entre
seres iguales en el derecho humano de convivir.
A decir de Zambrano (1998) el papel del docente dependerá de la manera
como ponga en práctica su moralidad en el proceso mismo de enseñanza y
aprendizaje, ello se reflejan por medios de valores que rigen la sociedad en la que
se desenvuelve y actúa y a través de los propios valores asumidos, según su
escala jerárquica. Enfatiza el autor, el docente decanta éticamente los valores
sociales, reduciéndolos a sus intereses individuales y educacionales.
Estos espacios humanos de complejidad multidimensional existen, sin embargo,
requiere un observador que tenga la perspicacia intencional de visualizarlo como
tal. Desde esta presunción y para efectos de esta investigación se distinguen por
lo menos tres de estas instancias o contextos interhumanos. A saber, la
Comunidad Agrícola Rural (CAR) que se define como un espacio social donde
habitan personas dedicadas mayormente al trabajo agrícola o sus actividades
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asociadas, asumiendo el rol de productores o jornaleros. La Escuela Rural, (ER)
escenario normativo constituido fundamentalmente por docentes y estudiantes que
desempeñan funciones establecidas y realizan acciones que dependen y a la vez
se vinculan con el micro entorno social y dinámico de la propia escuela.
Por otro lado, las Unidades de Producción Agrícolas (UPA) integradas por
agricultores y su grupo familiar que por sus características particulares, generan
intercambios sociales con sus iguales en los ambientes naturales de la actividad
agroproductiva diaria.
Para la explicación de estos fenómenos sociológicos se acude a la
descripción in situ de de manifestaciones orales, gestuales y otras expresiones
lingüísticas propias del ser humano individual. La etnográfica viene a ser una
estrategia de acompañamiento para “mirar” desde adentro y con la propia gente, el
reflejo de una realidad concreta, un dato empírico, absoluto, y relativo de acuerdo
a categorías (Denis y Gutiérrez, s/f, p.3).
Un mejor y más acertado acercamiento en la apreciación es posible
asumiendo una acción objetivada dirigida a describir las actitudes y posturas de
los docentes, estudiantes y agricultores como sujetos activos dentro de sus
creencias y valores, estableciendo relaciones interpretativas para el análisis,
considerando a su vez, factores endógenos y exógenos a su círculo de acción
humana.
El énfasis se hace en la percepción del accionar agrícola y del accionar
pedagógico en la cotidianidad del trabajo de cada actor. En este contexto se
concibe el accionar agrícola del campesino rural como el conjunto de
comportamiento, actitudes, habilidades y destrezas manifiestas en el desarrollo del
trabajo agrícola y en su relación intersubjetiva y con el medio agrosocial.
Así como el accionar pedagógico se define como el conjunto de estrategias,
actividades y funciones direccionadas o autónomas que ejecuta el docente para
desarrollar procesos de enseñanza y aprendizajes con actores sociales
(estudiantes) de la comunidad en el contexto de la escuela.

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Igualmente y mediante las preguntas orientadoras de las conversaciones,
se indaga sobre el significado y el sentido que para ellos tienen los hechos y
fenómenos que ocurren en el contexto (agrosocial, político, tecnológico, otros) el
cual no le es ajeno, dada la complejidad del sistema productivo global en el que se
está inmerso actualmente y la relación que éste tiene con la dinámica de las
escuelas rurales asentadas en comunidades agrícolas.
En este sentido, al estudiar la escuela mediante la descripción e
interpretación del accionar de los docentes y la visión, desde la mirada de los
estudiantes, se evalúa de alguna forma el impacto de las políticas educativas del
Estado en el accionar de los agricultores, puesto que se parte del juicio de que la
educación que se “imparte” actualmente en estas instituciones escolares del
sector rural en Venezuela, se caracteriza por ser descontextualizada y sin un
diagnóstico participativo que considere los verdaderos intereses y necesidades de
los campesinos y habitantes de las zonas rurales.
Bajo esta concepción de investigación se le asigna particular relevancia a
los saberes populares de los agricultores, tanto empíricos como teóricos;
asimismo, se hace énfasis en el respeto por las consideraciones emanadas desde
la visión del mundo de los protagonistas; de ellos, que cada día construyen su vivir
ligado a las faenas del campo y a la cotidianidad del aula de clases.
En el marco de esta concepción paradigmática en la que cobra particular
importancia la vida y sentir de los agricultores, estudiantes y docentes, así como
su relación con los factores sociales, económicos, culturales y tecnológicos, fue
necesario una concepción amplia y sistémica para la descripción y comprensión
de la racionalidad de los sujetos en su carácter de individuos, pero también
considerando sus relaciones intersubjetivas con sus iguales en una dinámica
social propia y legitima: las relaciones de trabajo y las relaciones sociales de
producción.

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Camino metodológico

Esta investigación se abordó de acuerdo a los postulados generales del


enfoque cualitativo y el método etnográfico, con el objetivo de estudiar y describir
los rasgos y comportamientos de grupos humanos directamente en el ambiente
natural donde ellos se desenvuelven, en el propio lugar en el cual establecen sus
relaciones vivenciales, intersubjetivas y cotidianas.
Martínez (1996) define la etnografía como “el estudio analítico descriptivo
de las costumbres, creencias, prácticas sociales y religiosas, conocimientos y
comportamientos de una cultura particular o comunidad” (p. 196) o de alguno de
sus aspectos fundamentales, bajo la perspectiva de su comprensión holística e
integral.
Dada las características de esta investigación en cuanto al nivel de relación
entre sujeto-objeto (sujeto), el valor a las manifestaciones humanas desde el sentir
y forma de accionar en el propio lugar de convivencia y para llegar a las
aproximaciones interpretativas de las conversaciones, se acudió además al
método el fenomenológico-hermenéutico pues establece como orientación
metodológica las bases para estudiar el significado de la experiencia humana y a
su vez realizar las interpretaciones a partir de las expresiones verbales y no
verbales de los propios actores, es decir de los agricultores, estudiantes y
docentes de la escuela.
La orientación fenomenológica caracteriza actualmente un estilo de filosofía
con base en las descripciones de vivencias. Profundiza en el problema de la
representación del mundo. Por ello se trabaja en un lenguaje descriptivo que tiene
el propósito de hacer evidente la experiencia humana a través de la reflexión y así
descubrir las formas genuinas y verdaderas de los propios pensamientos. Husserl
(citado por Colás, 1997, p. 229).
La meta de la investigación fenomenológica es estudiar al mundo tal y como
se manifiesta en el pensamiento consciente. El valor de la fenomenología estriba
en permitir entrar en una comprensión de nosotros mismos y de aquellos que

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consideramos responsables pedagógicos, en este caso los docentes y estudiantes
con conviven en la organización escolar.
Al describir e interpretar los rasgos, acciones, actitudes y comportamientos
mediante el lenguaje, se podrá alcanza un mayor acercamiento a la dimensión
humana, más real de sus creencias, aspiraciones y formas de ver el mundo. Los
seres humanos fundamentalmente son seres lingüísticos, que viven en el lenguaje
como forma de explicar el mundo donde habitan.
Según Colas (ob. cit, p. 230) el lenguaje trasmite la universalidad de la
influencia cultural e histórica que la gente incorpora en los procesos de
comprensión, por tanto esa comprensión se origina en la experiencia lingüística
del mundo. El agricultor desde su razonamiento vive su mundo. La hermenéutica
como método de investigación parte de la tesis de que la experiencia vivida es
esencialmente un proceso interpretativo.
Para Martínez (1996) la hermenéutica, ilumina los modos de estar en el
mundo (p. 230). En éste, la interacción y el lenguaje juegan un papel primordial, ya
que es a partir de allí que puede alcanzarse o adentrarse a la noción de realidad
sociocultural de los sujetos de la investigación. De la interpretación que ellos
hagan del mundo, desde su historia, dependerá su accionar.
Una vez cuestionada o vista de otra forma la manera de ver el mundo, esta
concepción de su realidad podrá cambiar con lo que se modificará también su
accionar. “Cada uno de nosotros es tanto producto, como transformador de la
cultura donde vivimos” (Ewert, 1991, p. 25). Cabe aquí puntualizar que es el ser
quien determina la conciencia en su danza de relaciones interhumanas.
Bajo este método, la experiencia humana es considerada como eje central para
identificar los comportamientos y actitudes, que aunada a otras técnicas
cualitativas sirvió para conformar las categorizaciones para el tratamiento de la
información recopilada.
Tal como lo señala Colas (1997) “la hermenéutica como orientación
metodológica de investigación parte de la tesis de que la experiencia vivida es
realmente un proceso interpretativo”. (p. 231).
Ponencia presentada al VIII Congreso Latinoamericano
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La hermenéutica como herramienta práctica en la investigación es una
forma de tratar sistemáticamente la interpretación. Para efecto de esta
investigación, la experiencia se refiere a aquella que es evidenciada en los
distintos procesos que los agricultores y docentes realizan para enfrentar las
diferentes dificultades; ya sea de tipo económica, política, comercial, de
conocimiento, de oportunidades, por un lado; o pedagógica, de recursos, de
razonamiento, por el otro.
El enfoque fenomenológico-hermenéutico hace énfasis en la descripción del
sentido de una experiencia directamente desde la perspectiva de los que la han
vivido; ahora bien, esa experiencia experimentada, es esencialmente un proceso
de interpretación.
Con esto se explica el diseño metodológico que se utilizó para el abordaje
de la comunidad, ahora bien, para el tratamiento, sistematización y análisis de los
datos, se acogió el Método Comparativo Constante (MCC) planteado por Glasser
y Corbin (1967) que nos permite el análisis contrastante continuo de los datos
recogidos en campo a partir de las expresiones de los sujetos entrevistados como
estrategia metodológica en el estudio de las conceptualizaciones que emergen
estableciendo relaciones para configurar un sistema de categorías.

Hallazgos

Los docentes rurales se sumergen en el esmero por desarrollar una acción


práctica con énfasis en desarrollar los contenidos curriculares y en los objetivos
normativos, al mismo tiempo que cuestionan sus resultados a partir de las
descripciones sobre las actividades pedagógicas que ejecutan.
El ejercicio de describir sus actividades conduce a los docentes a
reflexionar sobre el impacto o el efecto que está teniendo o que debería tener su
trabajo pedagógico tanto en los estudiantes como en la comunidad. Toma
conciencia de la relevancia que implica hacer educación en contextos complejos
caracterizados por la presencia de múltiples factores (económicos, sociales,

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tecnológicos, ambientales, políticos, de desarrollo, otros) aunado a la necesidad
de responder a las demandas educativas en una área de aprovechamiento
agrícola con un proyecto de riego mil millonario que está en marcha.
Ante esta situación, la escuela de hoy no representa una alternativa de
fuente de conocimiento y aprendizaje real que cree las competencias para el
trabajo y que prepare a los estudiantes (hijos de agricultores) para desenvolverse
con mayor destreza en las labores agrícolas actuales y en las que se requieren en
el futuro inmediato con el aumento del área regable en proporciones
impresionantes.
La penetración en el campo de la cultura urbana (mal copiada) y el
capitalismo desmedido ha trastocado los valores campesinos y ancestrales
tradicionales. Las costumbres y el acervo cultural de las zonas rurales viene
siendo sustituido por la penetración de modelos exógenos que diseminaron la
familia, la escuela y la comunidad, llegando hasta las unidades de producción. La
escuela se muestra impotente ante la pérdida de los valores y ante las actitudes
agresivas y violentas de los estudiantes. Los agricultores están invadidos por
innovaciones y tecnologías del mundo moderno para lo cual no están formados y
además no cuentan con los recursos para adquirirla.
En la mayoría de los docentes existe conciencia explicita sobre esta
situación, sin embargo, el nivel de reflexión debe tener incidencia, no solamente
en modificar las maneras de hacer la educación (aprendizaje recorrido simple)
debe remover los esquemas de pensamiento, cambiar el paradigma dominante
(aprendizaje de doble recorrido) que los libere, que alcancen la emancipación para
replantearse un nuevo modelo didáctico y pedagógico que armonice y atienda de
una vez las verdaderas necesidades y demandas de la comunidad y del proyecto
que se ejecuta en esta zona de aprovechamiento agrícola.
Hay una valoración del saber-hacer por parte de los agricultores que los
arraiga a su trabajo y a su tierra, y pesar de que muchos han desistido de ser
agricultor, ese valor fortalece su capacidad de resistencia en el campo por que su
acción permite producir alimentos para una población desconocida pero valorada.
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Tanto los estudiantes como los agricultores valoran la escuela y el docente
sigue siendo un modelo, a pesar de que en el mejor de los casos, ésta sólo le ha
enseñado a leer, escribir y a realizar las operaciones matemáticas básicas. Los
estudiantes están conformes con el trabajo que hasta ahora ha hecho la escuela.

Referencias Bibliográficas

Argyris, C., Putnam, R., y Mclain, D. (1993). Action Science. Editorial The Jossey
Bass Inc. San Francisco. (Traducido por Gil de Piña, sep., 1993)
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Ponencia presentada al VIII Congreso Latinoamericano


19 de Sociología Rural, Porto de Galinhas,
2010.”

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