COMENTARIOS DEL DISCURSO “LA SOLEDAD DE AMERICA LATINA” DE
GABRIEL GARCÍA MARQUEZ
POR: HAROLD CARRILLO ROMERO
UNIVERSIDAD DEL SINÚ ESCUELA DE DERECHO 2B
Los libros de la historia reciente en Colombia contienen entre sus páginas
episodios de euforia tales como los sucedidos en 1982 a propósito del Premio Nobel que recibía el oriundo de Aracataca Magdalena Gabriel García Márquez. Ante la realeza sueca y personalidades de todo el planeta, el escritor colombiano vestido en guayabera, una de las prendas identitarias de esta gran cuenca del Caribe, pronunció quizá el discurso más revelador que se ha dicho de la realidad de esta parte del mundo que hemos osado en llamar como América Latina.
García Márquez más allá de la influencia literaria del realismo mágico de
autores como Faulkner o Asturias por mencionar a algunos, conoció de primera mano y a través de las narrativas populares encarnizadas en los relatos de su abuelo materno la esencia misma de la herencia de procesos inverosímiles pero reales. Cien Años de Soledad (1967), su obra cumbre, se suma a muchas otras obras que dejan ver como lo que nunca se había escrito en la literatura del mundo, andaba vagando en los recovecos del tiempo y que mostraban una forma única de concebir la realidad de los pueblos de América Latina; narrativa rica en supersticiones, sabiduría, conflictos y cosmovisiones que nos hacen mágicamente irrepetibles. No obstante, ante esta riqueza cultural que cae a borbotones en la lectura de la novela latinoamericana de los 60 y los 70, se deja entrever una cruda realidad que escapa a la deslumbrante prosa literaria. Esto es quizá, lo que García Márquez quiso advertir en su discurso de recibimiento del Premio Nobel; mostrar al mundo como en esta parte del planeta, aun se sigue cosechando la desigualdad en contextos convulsionados que niegan rotundamente el mandamiento de la felicidad de los pueblos y cuya imposición casi que inobjetable de dominación de las grandes potencias, nos aíslan cada vez más a nuestro democrático derecho a ser felices.
América Latina es la suma inaudita de proyectos de estado nación
fracasados, que han emergido a la fuerza y cuyos valores cohesionadores responden al interés de unos pocos. Sin embargo, el basto pueblo enmudecido por las dinámicas del poder, en medio de su soledad, ha surcado en los valles de la tragedia a la esperanza por lo que, a pesar de todo, es posible seguir creyendo en una transformación que una vez y por toda convierta en realidad aquella farsa a la que demagógicamente han llamado democracia. Así las cosas, a 37 años de aquel discurso memorable, parece que el tiempo no ha transcurrido pues en esta región de mágicos relatos, aun nos seguimos desangrando unos con otros y aún seguimos atrapados en la infame soledad y el abandono de quienes se han creído con el derecho de decidir por nosotros el tránsito de nuestros destinos como pueblo, olvidando que aquellas estirpes condenadas a cien años de soledad, merecemos una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra.