para todos”
Una de las premisas básicas para que una empresa obtenga los mejores resultados y
crezca equilibradamente es que su equipo se involucre. Dicho proyecto debe tener un
objetivo final, una ideología, un enunciado que marque el rumbo de su actividad
profesional. En términos empresariales se denomina misión de la empresa. Una
empresa con unos principios claros es una empresa sólida y robusta, al menos, en sus
pilares. Y esto asegura en mucho su éxito.
Esta mentalidad también se puede aplicar a la familia. Una familia con un enunciado
familiar claro tiene asegurado un rumbo y una dirección y, por lo tanto, una coherencia
educativa y de valores. ¡Una familia es mucho más que el mejor de los equipos!
Aunque pueda no parecértelo, es muy importante que la familia cuente con una
misión común, con un objetivo familiar que le ayude a avanzar por una misma línea.
Es un lema elegido por todos los miembros, aceptado y asimilado, que guiará el
comportamiento y la forma de actuar de la misma. Es una especie de lema similar al
que todos conocemos como “Todos para uno y uno para todos”.
Porque un principio familiar es mucho más que un principio individual. Con él se crea
un espíritu de familia, un alma familiar que lo mueve y empuja todo por un mismo
camino. Con este lema familiar todos los miembros de la familia se comprometen
inconsciente y conscientemente con él, produciendo una guía interna que les ayuda a
tener claro su destino y a no salirse de este plan estipulado y elegido voluntariamente.
Ayuda a la familia a sentirse “un ente único”, a sentirse fuerte frente a las
adversidades y a tener siempre en la mente un horizonte ideal que les permitirá
superar cualquier tipo de crisis que se presente.
Una vez cada año, deberías incluir en una reunión familiar una revisión de la misión
familiar. Es tan importante este punto que deberías dedicar toda una reunión o varias
sesiones a este asunto.
Todos deben proponer sin miedo sus ideas. Toma nota de ellas y escríbelas en un
papel sin juzgarlas. Es el momento de reflexionar y escuchar. Nada más.
Una vez escritas, cada miembro debe elegir los dos principios que considere más
importantes. Posteriormente, de los principios seleccionados se elegirá uno que
represente la misión familiar.
A continuación encontrarás algunos enunciados que pueden darte una idea de lo que
puede ser un objetivo familiar. Cada familia ha de buscar su lema y su principio
conductor. Lo que para una puede ser importante, para otra puede no serlo tanto.
Aunque no lo parezca, el hecho de tener un enunciado familiar común puede significar
la diferencia entre una familia “efectiva” y otra que no lo es.
“La misión de mi familia puede ser”:
Ser siempre honestos y consecuentes, sin tener nunca miedo a decir la verdad o a
aceptar nuestras responsabilidades. ¡Somos dueños de nuestras acciones y las
asumimos con valentía!
Conseguir hacer de esta casa un lugar de descanso y seguridad para todos nosotros
y todos los que nos visiten.
Dar ejemplo de cohesión y amor a los demás y un modelo a seguir por otras
familias.
Ser testimonio cristiano. Somos una familia cristiana y nos gusta demostrarlo.
Intentar hacer felices a los demás, siendo un motivo de cambio. ¡Podemos mejorar
nuestro pequeño mundo!
Aprender de nuestros errores para poder ser mejores día a día. ¡Equivocarse es
bueno! Aceptamos con alegría las correcciones y ayuda de los demás. Somos humanos
y no nacemos enseñados.
Hacemos lo que debemos cada momento, no lo que nos apetece o lo que es más
fácil. ¡Esforzarse puede ser un desafío interesante!
Es posible que nunca te lo hayas planteado pero si lo pruebas verás con el tiempo
que os ayuda a sentiros “una piña”, fuertes y cohesionados, ya sea como familia o
como personas individuales.
La sociedad hoy en día no ayuda a que las familias crezcan sólidas y estables; el
consumismo, la falta de valores, la relatividad, la manipulación publicitaria, la falta de
criterios educativos son muchas variables a tener en cuenta a la hora de mantener la
familia a flote.
No se trata de sobrevivir “como se puede”, esquivando los pormenores del día a día,
sino de mirar más allá y buscar lo mejor para nuestros hijos, y lo mejor para ellos es
conseguir que crezcan en una familia segura y coherente, dispuesta a superarse por
defender su misión familiar.