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CONCENTRACIÓN PRESIDENCIAL Y PUJANTE CENTRALISMO.

EL NUEVO ESQUEMA DE SUJECIÓN.

Ricardo Caballero de la Rosa

Hay una molestia que ya empieza a tener rostro y bandera política contra el centralismo
mostrado por el nuevo gobierno y que consistirá, entre otros aspectos, en la operación
de un modelo de decisiones ajustado a la figura de los llamados superdelegados.

La reforma a la ley Orgánica de la Administración pública, aprobada recientemente en


lo general por el Senado de la República, plantea varias transformaciones entre las que
sobresalen tres: a) la oficina de la presidencia dirigirá las delegaciones, locales y
regionales, de programas para el desarrollo y definirá las políticas de informática,
tecnología de información y comunicación; b) se crea la figura de delegados estatales,
quienes tendrán a su cargo la coordinación e implementación de planes, programas y
acciones para el desarrollo integral, funciones de atención ciudadana, de supervisión
de los servicios y los programas a cargo de las secretarías, las dependencias y entidades;
c) se eliminan las oficialías mayores de todas las dependencias públicas, incluidos los
órganos constitucionalmente autónomos.

Estos tres cambios, entre otros, son los componentes de un modelo de administración
pública centralizado y concentrado que fija un orden vertical desde la figura
presidencial, tanto en programas como en comunicaciones, lo que supone un ejercicio
directo de partidas presupuestales dispuestas para brindar asignaciones federales a
familias, jóvenes, tercera edad, y que tiene expresión central en la figura de los
superdelegados, quienes serán coordinadores e implementadores de planes,
programas y acciones de toda la derrama federal en cada estado, convirtiéndose en
mecanismos de gestión y atención directos del presidente.

Ante este esquema, utilizando la expresión de don Daniel Cosío Villegas en El sistema
político mexicano, se está en presencia de nueva cuenta en el esquema que enseña que
“la sujeción es mucho más lucrativa que la independencia”.

Pero las voces de la independencia comienzan a levantarse ya. El gobernador de Jalisco


Enrique Alfaro se pronunció recientemente alzando la voz contra “intentos por
vulnerar el pacto federal y el orden constitucional”, debidos a que el mayoreo legislativo
atente “contra la autonomía y dignidad de Jalisco”. En este sentido, el gobernador
precisó que el presupuesto federal debe ser entendido como un “instrumento nacional
de desarrollo y no solamente como orientador del gasto federal”.

Asimismo, puso énfasis en uno de los principios de nuestro sistema federal basado en
la subsidiariedad, bajo el cual el gobierno federal debiera asumir su función de
“corresponsabilidad” frente a los problemas nacionales.
El gobernador de Jalisco también critico el que las disposiciones federales puedan
lastimar “los principios básicos del pacto federal” con figuras paralelas a las autoridades
constitucionales que son autoridades legítimamente electas. No se puede “pisotear la
Constitución Política de Jalisco”, dijo el gobernador.

Con un presupuesto federal con una orientación clara de centralismo y concentración


de poder en el próximo presidente, con delegados poderosos, auténticos enviados a
controlar y promover el desarrollo de las entidades federativas, compitiendo con los
gobernadores e, incluso, con los presidentes municipales de las principales capitales del
país, el gobierno federal marchará en un “esquema de sujeción” muy lucrativo que
rivalizará con las autoridades locales, estatales y municipales, no sólo en el dinero
público y en su sentido social, sino en la conquista de mercados electorales y en las
instancias de comunicación, lo que impactará en el imaginario colectivo que busca, a
toda costa, trazarse con sus expectativas el sendero por el cual caminará, en cada rincón
del país, la cuarta transformación.

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