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Jóvenes construyendo mundos.

Propuesta de participación.

Proyecto Creando futuro.


UNA APUESTA POR LA PARTICIPACIÓN JUVENIL.
Autores
Nombre: Antonio Moreno Mejías
Filiación: Miembro del Centro de Recursos para Asociaciones de la Bahía de Cádiz.
Teléfono: 687 49 81 88
Mail: amoreno@redasociativa.org

Nombre: Iñigo Bandrés


Filiación: Miembro de Altekio, iniciativas hacia la sostenibilidad S. Coop. Mad.
Teléfono: 669 685 215
Mail: ibandres@altekio.es

Currículo
Antonio Moreno Mejías
Formador, educador social y animador sociocultural, experto en desarrollo asociativo y miembro del
Equipo de Formación de Educación para la Participación - CRAC.
Coordinador del Proyecto "Creando Futuro" desde el año 2002. Miembro del programa de "Escuela de
Asociaciones" del Norte de Marruecos y de la Escuela Virtual de Asociaciones. Proyecto CRAC y
ACUDEX (Extremadura). Asesor de programas de participación social en Las Palmas de Gran Canaria,
Comarca Zafra – Río Bodión y Provincia de Cádiz y Miembro del Consejo Asesor de Fundación Esplai y
Revista Documentación Social.

He escrito o participado, entre otras, en las siguientes publicaciones: “Los Equipos: cómo trabajar juntos
sin tirarnos los trastos”. Cuaderno Práctico nº3. 2000. CRAC. “Redes Asociativas: sumar fuerzas para
multiplicar resultados”. Cuaderno Práctico nº5. 2003. CRAC-Fundación Esplai. "Cómo construir una red".
Documentos de Trabajo. Escuela de Otoño. Plataforma para la promoción del Voluntariado en España.
2003. "Creando Futuro...porque es posible.". Intervención Psicosocial. Volumen 12, nº2, 2003. Madrid.
“Creando Futuro”. Diputación de Sevilla. 2007. “Construyendo experiencias significativas de acción y
participación social”. CRAC-Agencia Andaluza del Voluntariado. 2008.

Iñigo Bandrés de Lucas


Formador, Licenciado en economía y experto en gestión de proyectos sociales y de entidades sin ánimo
de lucro.
Socio de Altekio S. Coop. Mad. y miembro del proyecto “Creando Futuro” desde el año 2009 y co-
coordinador del proyecto en la comunidad de Madrid. Ha desarrollado proyectos de dinamización
asociativa y participación ciudadana en San Sebastián de los Reyes, así como de orientación laboral y
para el autoempleo con jóvenes.
Creando Futuro. Una apuesta por la participación juvenil.

Panel al que se presenta la propuesta


Panel 3. La transformación del entorno comunitario: de usuarios a protagonistas

Resumen
Creando Futuro es un una red de entidades y personas que, desde el año 2003, promueven la
educación para la participación juvenil con jóvenes de Sevilla, Huelva, Cádiz, Tenerife, Asturias y
Madrid. Supone una experiencia de aprendizaje para la participación; una iniciativa en la que grupos de
jóvenes plantean sus inquietudes y elaboran respuestas propias de acción para la transformación de su
realidad.
Las políticas públicas orientadas a la juventud no están siendo capaces, desde nuestro punto de vista, de
dar respuestas adecuadas a las necesidades e inquietudes de los y las adolescentes y jóvenes, de
hacerles protagonistas de las mismas, así como a los rápidos cambios que se están produciendo en la
realidad en la que viven y en como éstos se sitúan en ella.
En este artículo queremos plasmar las inquietudes que nos han llevado a poner en marcha este
proyecto de educación para la participación juvenil como una forma de ofrecer a los grupos de
jóvenes una respuesta que fuese coherente con el convencimiento de que la gente transformamos
nuestra realidad según nuestras necesidades e intereses; y que, por tanto, la participación social es la
principal herramienta para la transformar la sociedad y adecuarla a nuestros principios, valores y forma de
estar en el mundo. Además queremos compartir los aprendizajes, las certezas y las preguntas que
se hemos ido adquiriendo a partir de la sistematización y reflexión de estos más de siete años de trabajo
fomentando la participación con grupos de jóvenes.

Objetivos
Los objetivos de la propuesta son los siguientes:
• Favorecer el intercambio y la comunicación de experiencias, prácticas y metodologías de
participación juvenil con personas jóvenes, técnicos y técnicas de juventud y responsables de
proyectos juveniles, de forma que nos permita seguir profundizando en las oportunidades y
dificultades que existen para la participación juvenil y el cambio social.
• Analizar las fortalezas y debilidades de las respuestas juveniles; de las posibilidades de
acción participativa de las personas jóvenes para que éstas construyan sus propios procesos de
participación efectiva.
• Reflexionar sobre las diferencias y semejanzas que se producen en la participación
juvenil y de las respuestas juveniles a las diferentes condiciones de realidad en la que viven en
diferentes contextos socioeconómicos y ambientales –rurales, urbanos, multicuturales, etc.-
INTRODUCIÓN

El proyecto Creando Futuro es una experiencia que intenta dar voz a la gente joven para que exprese lo
que piensa y siente sobre diversos temas de su interés, sobre lo que pasa en su pueblo, en su
provincia…en el mundo, además de hacerles protagonistas de su propio proceso de reflexión y acción.

El proyecto plantea los siguientes objetivos:


• Promover entre las personas participantes la reflexión colectiva y el análisis de la
realidad, tanto local como global, favoreciendo para ello el intercambio de ideas y opiniones
sobre algunos temas esenciales en su vida –salud, género, empleo, exclusión, multiculturalidad,
educación, medioambiente, globalización y participación-.
• Impulsar la participación de la gente joven, como forma de articular las respuestas al análisis
de la realidad que realicen, desde la autonomía de los grupos y el fomento de habilidades para el
trabajo cooperativo.
• Analizar las fortalezas y debilidades de las respuestas juveniles, de las posibilidades de
acción participativa de los grupos de personas participantes, con la intención de que se éstas
construyan sus propias hipótesis sobre las condiciones que se deben producir para el ejercicio
de una participación efectiva.
• Sistematizar el conjunto de las producciones grupales, de cara a establecer conclusiones de
acción que respondan a las necesidades, planteamientos, reflexiones y retos de las personas
participantes en el proyecto.
• Favorecer el intercambio y la comunicación entre grupos de jóvenes participantes en el
proyecto, así como entre éstos y responsables en materia de juventud de las diversas
localidades, asociaciones, etc., fomentando una cultura de cooperación y trabajo en red.

Es un proyecto educativo, en el que se establece un recorrido educativo sobre diversos temas de interés
donde las personas participantes aprenden a reflexionar sobre el mundo que les rodea, plantear
alternativas y organizarse para llevarlas a cabo.

Es un proyecto de investigación, que posibilita conocer las opiniones de la gente joven, de los recursos
que ponen en marcha para traducir a la realidad las conclusiones a las que llegan sobre cada tema, así
como las claves que manejan para favorecer su participación autónoma.

Es un proyecto de dinamización que posibilita a los grupos juveniles poner en práctica algunas de las
ideas o actividades que siempre quisieron realizar en su localidad y no sabían cómo, en conexión con la
comunidad y sus agentes.

¿EN QUÉ CONSISTE?

Creando Futuro se compone de 2 fases de trabajo de un año (o curso escolar) de duración cada una:

La 1ª Fase consiste en la realización de talleres de 3 horas de duración aproximadamente, dirigido a un


grupo de gente joven, con un máximo de 15 personas. Los talleres tienen una periodicidad mínima
quincenal, donde, entre sesión y sesión, cada grupo tendrá la posibilidad de poner en marcha actividades
para multiplicar las conclusiones de su reflexión sobre cada tema tratado.

Los talleres se desarrollan mediante dinámicas participativas dinamizadas por un equipo de formadores y
que se han adaptado a diferentes contextos socioculturales.
La 2ª Fase, implica la puesta en marcha de acciones derivadas de las conclusiones a las que los
diferentes grupos han llegado en la 1ª Fase. En este sentido, tanto en relación con los temas a tratar, el
tipo de actividad, como los recursos para llevarla a la práctica se desarrollan desde la total autonomía del
propio grupo, de forma que puedan adquirir experiencias de acción colectiva. En esta fase, las personas
dinamizadoras hacen un acompañamiento del grupo y prestan apoyo a los y las jóvenes en aquellos
aspectos formativos que les requiere el grupo de jóvenes.
… y un ENCUENTRO donde todas las personas que han participado en diferentes localidades ponen en
común las distintas experiencias, con el fin de extraer conclusiones comunes que ayuden a favorecer la
articulación y participación de la gente joven, apoyar las prácticas actuales de los grupos juveniles, así
como orientar las futuras políticas de Juventud.
CREANDO FUTURO... EN CIFRAS
• Más de 800 jóvenes participantes.
• El 70% de los grupos que culminan el proceso se consolidan como asociación ó colectivo.
• Se han realizado más de 300 talleres de formación.
• Se han realizado 6 encuentros en el que han participado más de 600 jóvenes.
• Se han realizado más de 80 actividades desde el protagonismo de los grupos de Creando
Futuro.
• En 2009, el Encuentro de Creando Futuro contó con más de 150 personas, entre las cuales 130
eran jóvenes de Cádiz, Huelva, Sevilla y Asturias, así como 20 técnicos/as de juventud y equipo
de dinamización del proyecto.

RECURSOS GENERADOS

Fruto del trabajo de sistematización del proyecto, a finales del año 2007, la Diputación Provincial de
Sevilla, junto al CRAC y Colectivo Barrio, editan el material “Creando Futuro”, en donde se recogen los
principales aprendizajes y conclusiones elaboradas hasta la fecha.

Gracias a ello ha sido posible que el proyecto se haya puesto en marcha en diferentes localidades, así
como el conocimiento de las experiencias en diferentes territorios del Estado.

Desde la puesta en marcha del proyecto en 2003, hemos contado con una página web que ha
funcionado como herramienta de coordinación y contacto entre los diferentes grupos de Creando Futuro.

¿CÓMO TRABAJAMOS?

En cada etapa del proyecto y en cada territorio, el modelo de trabajo por el que opta Creando Futuro
es el trabajo en red, intentando aplicar a la misma gestión del proyecto los principios que trasladamos a
la población juvenil. Predicar con el ejemplo.

Creando Futuro no se puede entender sino como la suma de experiencias y aportes de cada persona
técnica en los diversos lugares, las distintas administraciones, colectivos y asociaciones que contribuyen
día a día al desarrollo del proyecto.
A PROPÓSITO DE LOS PROGRAMAS DE JUVENTUD

Los Programas de Juventud, aparecen hace 25 años como un intento de responder a un sector de
población, que es extremadamente heterogéneo, donde muchos factores en su vida son de carácter
provisional, que están en pleno proceso de formación y de experimentación, en el que construyen
aspectos importantes de su forma de ser, que se encuentran con el dilema de ser una referencia social
para la publicidad y el consumo y al mismo tiempo comienzan a participar en la vida social y en los
espacios públicos, que en muchas ocasiones es visionada por los adultos como una problemática, y
donde las influencias educativas todavía tienen peso.

¿A cuento de qué los Programas de Juventud? ¿Cómo se pueden justificar acciones dirigidas a personas
que lo único que les une es la edad biológica? ¿No sería más conveniente desarrollar incitativas según
las características socioculturales de la población? ¿Por qué no tiene acceso al carnet joven una persona
que tiene menos ingresos que algunas de 16 años? Hay quien después de 25 años de Programas de
Juventud se está haciendo este tipo de preguntas…y es lógico.

Desde la creación de Casas de la Juventud, Centros de Información, Servicios de Orientación y un gran


número de dispositivos dedicados a la gente joven, muchos de ellos se están quedando vacíos, solos, sin
clientela diría alguien. El desarrollo y consolidación de servicios a la comunidad también se han producido
en el marco de los Servicios Sociales Comunitarios, los dedicados al Desarrollo Empresarial, al Empleo,
la Igualdad, la Cultura, a la Educación…etc. Existe un problema de competencia en algunos lugares,
donde las personas jóvenes mujeres ven sus necesidades cubiertas por los Centros de la Mujer, o
aquellas que su inquietud principal es la inserción laboral, canalizan sus demandas a través de Escuelas
Taller, Casas de Oficios u otros que no son gestionados por los Servicios de Juventud. De igual manera
las personas con inquietudes artísticas entran en contacto con las personas Gestoras Culturales de su
territorio, así como quienes tienen necesidades relacionadas con la salud, la sexualidad…etc., se dirigen
a dispositivos de promoción de habilidades para la vida que no tienen porqué desarrollarse desde las
Casas de la Juventud. También ocurre lo mismo con la promoción del asociacionismo, que en ocasiones
está cubierta por Delegaciones de Participación Ciudadana. Y así podríamos seguir.

Desde un determinado posicionamiento, podríamos decir que en un plato de la balanza está la


apuesta por la especificidad de la gente joven y por tanto de los servicios de juventud; en el otro
están quienes entienden que la acción juvenil debe ser transversal a todas las políticas que
intervienen sobre la realidad, teniendo en cuenta que hay un “público” joven al cual las actividades y
proyectos deben dirigirse con especial atención. Lo que está en debate es cómo realizar Programas de
Juventud, cómo responder a las necesidades e intereses de la gente joven. Programas de juventud
¡Desde luego! pero… ¿Transversalidad o Especificidad? Esa es la cuestión.

Para responder a ello, quizá tengamos que detenernos en reflexionar, no sólo si promovemos
acciones transversales o específicas, sino dónde ponemos la mirada: en los problemas y
necesidades (empleo, afecto, cultura, educación…etc.), en las estrategias (sensibilización, acción directa)
o en las protagonistas (las propias juventudes, las asociaciones, la administración, el sistema educativo).

Si atendemos al primer aspecto, los problemas y necesidades, es necesario optar por programas
transversales desde donde cubrir un gran abanico de situaciones, necesidades que se presentan en la
vida de la gente joven. ¿Quienes mejor que los dispositivos especializados para responder a estas
circunstancias? Si ponemos el acento en las estrategias ¿Quienes mejor que los Servicios de Juventud
que están en contacto permanente con esta población, que pulsa a diario sus inquietudes, que conocen
directamente sus formas de desenvolverse? Desde esta óptica, podemos optar por Programas
Específicos de Juventud, diferenciados del resto, tanto en sus contenidos como en las fórmulas mediante
las cuales pasan a la acción.

Al fijar nuestra mirada en quiénes impulsan las Programas de Juventud, en quiénes diseñan, aplican y
evalúan las actuaciones dirigidas a la población juvenil, aparece un panorama poco claro. Lo cierto es que
vivimos en una sociedad compleja, con problemas complejos y multicausales. No existen reglas de tres,
eso ya lo hemos aprendido; las iniciativas que podemos articular deben integrar lo económico, educativo,
social, cultural…etc, todo íntimamente relacionado. La respuesta por tanto, es más intersectorial, los
Programas de Juventud están absolutamente conectados con los diversos sectores que desarrollan su
actividad en nuestros territorios. Los problemas y necesidades los conocemos a través de estudios e
investigaciones, los distintos recursos públicos que atienden situaciones específicas conocen la incidencia
de problemáticas concretas, el conocimiento de la identidad juvenil, de sus códigos, sus valores, están
siendo pulsadas de forma continua por los servicios de juventud, de ahí que estemos en la antesala de un
cambio profundo en las formas de abordar la intervención juvenil. Después de tanto tiempo desde la
creación de servicios específicos para la gente joven, la realidad actual poco se parece a la de los
primeros años ochenta.

Junto a ello, creemos que existen dos “tendencias” que nos parecen interesantes tener en cuenta:

 Las asociaciones que trabajan con gente joven (y algunos proyectos) están cambiando sus
formas de organizarse hacia un sistema más informal, más directo, menos burocratizado y más
autónomo.
 Existe una clara intencionalidad hacia el trabajo intersectorial, la creación de redes y la
creación de espacios de comunicación e intercambio, tanto en algunas asociaciones como
por parte de profesionales del ámbito social.

Junto a estas tendencias, encontramos algunos ejes temáticos que nos están ayudando a reinventar los
Programas de Juventud, en función en muchos casos de los vacíos que no se cubren por otros
dispositivos. Podemos destacar:

 Solidaridad (en todas sus vertientes).


 Educación en valores, destacando los aspectos relacionados con la Salud y Sexualidad.
 Promoción de manifestaciones juveniles (comics, graffiti, música...etc.).
 Participación activa en el diseño de medidas para responder a necesidades o demandas (foros
de participación, plataformas, asociacionismo...) y otras formas que en cada territorio se puedan
dar.

En resumen, entendemos que los Programas de Juventud, deben estar protagonizados por la
propia gente joven. La nuestra es una apuesta por el fomento de la participación juvenil, poniendo el
acento en el fortalecimiento de las respuestas de la gente a sus propias necesidades e intereses. Todo
ello, teniendo en cuenta las condiciones, situación, realidad y especificidad de cada territorio.

Resulta evidente que no hemos contado con las condiciones óptimas para el desarrollo de propuestas
participativas, innovadoras: compromiso y apuesta política, recursos, equipo humano, vertebración
social…pero nuestra opción, nuestra apuesta ha sido (y sigue siendo) no quedarnos de brazos cruzados
esperando la llegada de tiempos mejores para los Programas de Juventud, sino modestamente, con
muchos errores y torpeza, intentar diseñar, idear, una propuesta aplicable, posible, probable, fácil de
transmitir y sencilla de adaptar a diversos contextos, localidades y territorios, como herramienta para el
fomento de la participación juvenil.

Todo esto, nos sugiere algunas preguntas en las que creemos que es necesario profundizar para generar
propuestas que se adapten al tipo de programas que queremos dirigir a la gente joven:
 ¿Cuáles es el papel que queremos que juegue la juventud en los programas y políticas que
ponemos en marcha? ¿De qué forma van a participar las personas jóvenes en las mismas?
 ¿Cuál es la situación del asociacionismo juvenil? ¿cómo podemos potenciar un asociacionismo
juvenil en el que la gente joven pueda desarrollar ideas, propuestas y proyectos que den
respuesta a sus necesidades y potencien sus intereses y capacidades?
 ¿Qué tipo de políticas orientadas a la juventud queremos aplicar? ¿Cuál es el papel de los
diferentes actores en las mismas?

EL TRABAJO CON ADOLESCENTES Y EL APRENDIZAJE DE LA PARTICIPACIÓN

Algunas claves para trabajar con adolescentes

El trabajo con personas adolescentes implica tanto en el aula, en el centro, en la calle, como en los
centros y recursos de juventud una relación entre las personas adultas -con nuestras experiencias,
bagajes y visión de la realidad-, y unos chicos y chicas adolescentes que están explorando y
experimentando con el mundo que les rodea.

Las visiones que unos y otros tenemos sobre la realidad y el mundo en el que vivimos son distintas. El
dialogo entre ambas está sometido a las posibilidades, normas y rigideces que existen en cada espacio
de relación, y está determinado por como nos vemos y nos vivimos mutuamente. Por tanto, la educación
y la participación de nuestros y nuestras adolescentes depende en gran medida de la forma como
las personas adultas les vemos, observamos su mundo y adjudicamos significados a sus
conductas y comportamientos (Funes, 2003). En este sentido, es necesario que la mirada con la que
trabajamos con las personas adolescentes sea una mirada positiva que trate de comprender la
complejidad de las realidades que viven, y de las que aprenden; tratando de que nuestro trabajo y
respuestas educativas tengan en cuenta la realidad personal y las circunstancias de las conductas de los
y las adolescentes, sin que eso signifique tolerar todas sus actitudes o comportamientos.

La adolescencia es hoy un proceso largo, que en el que se produce un conjunto amplio de cambios –
biológicos, cognitivos, educativos y sociales-, donde el joven se descubre, experimenta, aprende y se
construye como persona. En las sociedades industrializadas modernas la adolescencia ya no es un breve
rito de paso de la infancia a la sociedad adulta, si no que supone una etapa de la vida en la que la gran
cuestión de todos los chicos y chicas adolescentes es aclararse respecto a quienes son, construir su
identidad (Roy Hopkins, 1987; Martí y Onrubia, 1997). Desde esta perspectiva, uno de los principales
retos educativos que tenemos que asumir es que hemos de pararnos a analizar si lo que les
proponemos para su vida en ese momento tiene algo que ver con lo que ellos y ellas consideran
como su tarea prioritaria (Funes, 2003).

Otro de los aspectos fundamentales del trabajo con personas adolescentes es la amplia
diversidad de las circunstancias y realidades que viven, que se refleja principalmente en tres factores.
Por un lado, la diversidad de las realidades sociales en las que se desenvuelven; por otro, que la
adolescencia supone un proceso de maduración compuesto por diferentes etapas; y tercero, las
diferencias asociadas al género, chicos y chicas viven la adolescencia de forma distinta (Funes, 2003).
Todas ellas incluyen en el trabajo educativo que realizamos junto a ellas, lo cual implica que las
propuestas que construyamos para los jóvenes deben de tratar de integrar esa heterogeneidad de la que
estamos hablando y adaptarse a las circunstancias concretas de cada persona.

¿Por qué apostar por la educación para la participación con jóvenes y adolescentes?

La participación juvenil involucra el reconocimiento y alimentación de las preocupaciones,


fortalezas, intereses y habilidades de las personas jóvenes y adolescentes ofreciéndoles
oportunidades reales para que se involucren en las decisiones que los afectan como individuos y
como grupo.
Los jóvenes y los adultos aportamos diferentes destrezas, visiones, vivencias y conocimientos en el
análisis de la sociedad en la que vivimos y en la propia toma de decisiones. De este modo, la
participación de la juventud en las decisiones que les afectan constituye una oportunidad
importante para que la gente joven y adultas aprendan de cada cual y desarrollen respuestas más
efectivas para los asuntos de la juventud. A pesar de ello, no suele involucrarse a la juventud de forma
adecuada, en las decisiones que les afectan, si no que normalmente, somos el mundo adulto quienes
decidimos sobre el desarrollo de los programas y políticas dirigidas a la juventud, y en muchas ocasiones,
estas decisiones no reflejan las necesidades o intereses de la gente joven, y los programas que se ponen
en práctica no responden a las necesidades, inquietudes y demandas de la juventud a las que están
dirigidas.

Como decíamos más arriba la gente joven es heterogénea y se encuentran en un proceso de desarrollo y
transformación que hace que sus circunstancias, necesidades e intereses cambien con rapidez. Por tanto,
podemos concluir que no existe una única forma, ni una receta mágica, para involucrar a la gente
joven en los procesos, ni tampoco para su aprendizaje de la participación, si no que será necesario
adaptarnos a sus circunstancias. Una participación significativa en la toma de decisiones tiene que ser
alimentada con el tiempo, conforme la gente joven van adquiriendo la motivación, las herramientas y las
capacidades para participar de forma efectiva, y los referentes adultos aprendemos a apoyar y tener en
cuenta la participación de la juventud. Esto no significa que no sea necesario o adecuado tener una
propuesta metodológica, sino que será necesario que ésta sea flexible y que tenga capacidad para
adaptarse a la heterogeneidad de los y las jóvenes; y que posiblemente una metodología no sea
válida en todos los momentos, ni para todos los y las jóvenes.

Cuando enfocamos la educación para la participación, nosotros nos planteamos un proceso de


acompañamiento que permita a los y las adolescentes que participan mejorar su capacidad para
gestionar sus propias vidas adolescentes y las de su comunidad desde la autonomía, el protagonismo y el
espíritu crítico con de sus propias vivencias y circunstancias, a partir de análisis, la reflexión y el diálogo
con grupo de iguales, aportándoles herramientas para que puedan construirse y desarrollarse como
miembros activos de la comunidad de la que forman parte.

De esta reflexión nos surgen algunas preguntas que tendremos que plantearnos cuando abordamos
nuestra propuesta de fomentar y educar para la participación con adolescentes y jóvenes.
 ¿Cuál es nuestra mirada cuando trabajamos con adolescentes? ¿Cómo nos situamos ante sus
comportamientos, realidades y circunstancias? ¿qué principios metodológicos utilizamos?
 ¿Qué esperamos de las personas jóvenes? ¿Qué espacios abrimos para escuchar su visión
sobre el mundo? ¿Qué herramientas les proporcionamos para que puedan participar?
 ¿Cuáles son los beneficios de la participación juvenil? ¿Cómo establecemos una participación
juvenil efectiva?

Principios para el fomento de la participación

Participar implica un proceso, un recorrido que cada persona realiza en función de sus deseos y situación
concreta, para lo cual se deben dar una serie de componentes.

Sensibilidad: sentir deseo por hacer algo, por intervenir, motivación. Puede venir provocada desde
nuestro interior o desde el exterior, familia, amistades o alguna asociación, grupo o colectivo mediante la
cual hayamos conocido una situación concreta. Algo no nos gusta, nos parece injusto, pensamos que
debería hacerse de otra forma y queremos que lo sea.

Consciencia y comprensión: conocemos más a fondo esa situación, nos formamos nuestro propio
criterio, nuestra propia opinión que será la razón personal por la que continuaremos actuando. Las
asociaciones o grupos aparecen como un espacio para participar, un lugar desde el que compartir el
deseo por hacer algo con otras personas, hacerlo conjuntamente.

Toma de decisiones: decidimos colectivamente qué es lo que queremos hacer y cómo lo vamos a
hacer. Es importante compartir este momento, aportando nuestras opiniones, siendo la suma de todos
nuestros conocimientos lo que nos haga entender la situación mucho mejor, y por tanto, también seremos
capaces de construir una solución mucho más adecuada a la realidad a la que queremos hacer frente...
pero sobre todo colectiva.

Comprometerse y responsabilizarse: una vez que sabemos donde nos estamos metiendo, debemos
posicionarnos de forma sincera, expresar nuestro compromiso real, consecuente con la decisión que
hayamos adoptado. Sabemos el esfuerzo que va a suponer y decidimos si nos implicamos, si
participamos o no en las acciones.

Organizarse: revisamos todos y cada uno de los espacios que sean necesarios para desarrollar
adecuadamente nuestra labor. Muchas buenas intenciones han fracasado por una mala organización y
reparto del trabajo, por tanto es algo que deberemos construir, mantener y modificar cuando sea
necesario entre todos y todas.

Esforzarse y sudar: todo cambio social, viene precedido de un gran esfuerzo colectivo que otras han
asumido en su momento. Ahora nos toca a nosotras ponernos manos a la obra. Participar no debe ser un
“muermo”, muy al contrario nuestra experiencia es que si lo hacemos de forma divertida resulta muy
gratificante, pero cuesta…

Cooperar: relacionarnos con otras y entre nosotras en una doble dirección “dar y recibir”. No podemos
abusar de ninguno de los dos extremos porque nos estaríamos convirtiendo en receptores de servicios o
suministradores de los mismos.

Disfrutar de autonomía: es importante que nos guste lo que estamos haciendo, que nos creamos lo que
hacemos y lo que decimos. Nuestro trabajo colectivo nos hace crecer y enriquecernos personal y
colectivamente. Así, nuestro grupo o asociación se convierte en una oportunidad en el que desarrollamos
la creatividad, la iniciativa, por ello no podemos estar bajo normas estrictas que dificulten o compliquen
nuestro trabajo. Debemos eliminar la burocracia interna, tenemos que facilitarnos la tarea.

Interiorizar y valorar: reinterpretar lo que hemos hecho, valorar nuestra acción para mantener aquellos
aspectos que han mejorado o mejorar aquellos aspectos sobre los que aún no hemos llegado.

Sobre la metodología de la participación social

Entendemos que la promoción de la participación juvenil debe contar con procedimientos y


metodologías coherentes con los fines de autonomía, intersectorialidad y transformación social
que proponemos. La nuestra es una apuesta desde la Educación Popular, entendida como “Conjunto de
procesos, métodos y técnicas, fundamentalmente educativos y comunicativos, que tienen por objetivo el
desarrollo de valores, conocimientos, capacidades y habilidades para la auto-organización de los sectores
populares y la transformación de la realidad social”

Esta intencionalidad política y metodológica, se ha traducido mediante diversas tecnologías sociales,


fundamentalmente desde la Animación Sociocultural como “Metodología para promover la participación
social articulada, el protagonismo de los ciudadanos y ciudadanas en la vida social y cultural de su
comunidad para que puedan mejorarla y transformarla en la medida de sus necesidades e intereses”,
pero también desde los aprendizajes que hemos obtenido de la participación en Movimientos Sociales y
experiencias autónomas de organización y acción colectiva.
Nuestra búsqueda, una más entre las diversas que se vienen promoviendo desde diversos sectores
sociales coincidentes en objetivos transformadores, requiere de una forma de trabajar, una manera de
intervenir sobre la realidad, un conjunto de procedimientos que nos faciliten la acción participada. De esta
forma, José Mª Lama nos plantea que “La transformación de la realidad sólo podrá llevarse a cabo con
eficiencia mediante la participación articulada de ciudadanos/as y colectivos que sean conscientes
(conocedores y concienciados) de la realidad en la que viven y la práctica que en ella ejercen; y estén
preparados para cambiar esa realidad”.

Es decir, si queremos promover la participación articulada, posibilitaremos a la gente con la que


trabajamos y actuamos que:

 Conozcan y se reconozcan en la realidad en la que vivimos, reflexionando sobre el papel que


cumplimos en ella.
 Aprendan y aprendamos a realizar ese análisis de forma colectiva, extrayendo conclusiones
comunes que nos hagan actuar para cambiar.
 Contemos con una organización adecuada para conseguir nuestros objetivos, a nuestras
características grupales, que nos permita conectar con otras personas y colectivos para sumar
fuerzas.

De forma general, hay algunos rasgos que podemos definir para establecer con claridad nuestra
opción metodológica.

 Partimos de la realidad de referencia, su conocimiento nos proporciona las claves para


transformarla. Cuando actuamos sobre ella, sacamos conclusiones, extraemos experiencias que
suponen una nueva fuente de conocimiento. Es la práctica la que nos permite avanzar y
aprender.
 Son múltiples los actores que intervienen sobre la realidad, interdependientes de ella, así como
las personas vivimos relacionadas permanentemente con otras. La producción de experiencias y
por tanto de conocimientos es algo colectivo, grupal.
 De este modo, los sucesos cotidianos, aquellos que forman parte de las relaciones sociales,
familiares, personales, suponen la materia prima del conocimiento y por tanto, de la práctica
social.

Gracias a las ciencias de la acción, desde tecnologías sociales diversas hemos incorporado una forma de
trabajar, un método propio para las ciencias de la acción tal y como expresábamos con anterioridad,
conocido como la estructura básica de procedimiento (E. Ander-Egg), con cuatro pasos clásicos:

1. El análisis de la realidad, problemas, necesidades, recursos, conflictos, potencialidades.


2. La planificación, programación de actividades.
3. La ejecución, como la acción social conducida de manera racional y con una intencionalidad
transformadora.
4. La evaluación de lo realizado o de lo que se está realizando.

Algunas de las diferencias entre los servicios de intervención comunitaria y los procesos que se ponen en
marcha desde la opción de la participación social, tienen que ver por un lado con la intencionalidad
(transformadora o no); con quiénes son sus protagonistas (los grupos, colectivos, diversos actores, frente
a la intervención exclusiva de personas profesionales); con el objeto de trabajo (la realidad que queremos
cambiar, frente a quienes quieren cambiar sólo a las personas tomadas individualmente); con la
concepción de resultados (cuando lo que nos mueve es conseguir cambios cualitativos, no sólo
cuantitativos); con una forma de relación (partiendo de lo cercano a los grupos, no de conceptos alejados
de la experiencia cotidiana de ellos).

Pero ¿es este procedimiento (cuatro pasos clásicos) suficiente por sí mismo para generar procesos de
participación tal y como los acabamos de definir?

Condiciones para la participación

En la puesta en marcha de procesos participativos, nos planteamos como objetivos que la gente
quiera, sepa y pueda participar. Estos tres elementos están íntimamente relacionados, son
absolutamente interdependientes, no se producen de forma aislada. En cuanto a procedimientos, la
motivación (querer), la formación (saber) y la organización (poder), son aspectos que recorren
transversalmente los pasos de la “estructura básica de procedimiento”, no la sustituye, sino que introduce
otra perspectiva a la intervención, convirtiéndola así en acción participativa.

La motivación (querer) es una condición necesaria para la participación se produzca, es fundamental que
existan motivos concretos para “moverse”, para actuar. En este aspecto, es donde entran en juego el
plano afectivo, personal, las tipologías de relaciones que se establecen en un grupo, así como el grado de
aceptación entre las personas que lo componen.

Algunos de los factores que influyen en nuestra motivación para participar son:

- Compartir el análisis de la realidad, coincidir en una visión sobre el mundo, concretar objetivos
comunes, luchar por una causa común. Participamos porque hay una idea común.
- Sentirnos parte de un grupo, sentir que somos personas aceptadas y acogidas, que se nos tiene
en cuenta, que nuestra palabra y esfuerzo es necesaria para la causa común, donde las
relaciones interpersonales son satisfactorias. Participamos porque esa idea es compartida con
otras personas con las que nos sentimos a gusto.
- Percibir la utilidad social del proyecto colectivo, así como el papel que cada persona desempeña
en él para que éste tenga éxito. Cuando nuestro colectivo, asociación o grupo es considerado
como útil para la resolución de problemas y/o necesidades. Participamos por una idea
compartida, con personas que nos sentimos a gusto y donde nos sentimos útiles para una
iniciativa que sirve para cambiar cosas.
La formación (saber) es otra condición necesaria para la participación; podemos tener muchos motivos
para participar, de hecho sólo hay que mirar un poco a nuestro alrededor, pero si no sabemos es muy
probable que ésta no se produzca. En ocasiones, existe desconocimiento de ciertos aspectos o
habilidades necesarias que pueden conducir al “voluntarismo”, pues teniendo muchas ganas, no es
suficiente para cambiar nuestra realidad, trabajar colectivamente o incidir en los espacios de decisión y
poder.
La formación gira alrededor de tres ejes, entre otros:
- Saber hacer las acciones, tener capacidad de desarrollar el conjunto de tareas necesarias para
la consecución de nuestros objetivos. Sabemos analizar la realidad, poner en marcha
actividades y proyectos, evaluarlos…etc.
- Saber trabajar en grupo; de forma que las personas de nuestro grupo, colectivo o asociación
sepamos comunicarnos entre sí, resolver conflictos, crear un clima grupal agradable, trabajar en
equipo...etc. Sabemos analizar la realidad, poner en marcha actividades y proyectos,
evaluarlos…de forma colectiva.
- Saber articularse; conocer el funcionamiento organizativo, saber ordenar, priorizar, establecer
claramente las relaciones internas entre las personas miembros, pero también con otros grupos
y colectivos; buscar, conseguir y gestionar recursos que hagan posible nuestro funcionamiento.
Sabemos analizar la realidad, poner en marcha actividades y proyectos, evaluarlos de forma
colectiva y organizarnos para conseguir nuestros objetivos
La organización (poder). Podemos tener muchas ganas, motivos para participar, incluso capacidad
para hacerlo, pero no se produce la participación si no estamos organizadas, sin que existan
formas concretas de articulación de nuestro proyecto colectivo. Existen diversas maneras en las que
cristaliza este aspecto; asociaciones legalmente constituidas (o no), grupos, colectivos informales o con
continuidad en el tiempo, espacios de acción espontánea y un largo etcétera, pero lo cierto es que poder
participar es un componente clave para que ésta se produzca de manera efectiva.
Las personas que formamos parte de un proceso participativo debemos dotarnos de:
- Medios y canales para participar en la acción, en el desarrollo de tareas concretas en el marco
del proyecto colectivo, que nos posibilite traducir a la realidad nuestros deseos. Mediante
fórmulas organizativas concretas, ponemos al servicio de nuestra misión una serie de recursos y
mecanismos para la acción participativa.
- Medios y canales para participar en la información y la comunicación, posibilitando el flujo de
ésta, estableciendo reglas concretas para que el conjunto de personas puedan efectivamente
contribuir al desarrollo del proceso colectivo. Mediante fórmulas organizativas concretas,
ponemos al servicio de nuestra misión una serie de recursos y mecanismos para la acción
participativa, posibilitando la comunicación entre quienes formamos parte del proyecto colectivo,
la circulación de la información necesaria para actuar.
- Medios y canales para participar en la gestión del grupo o asociación, haciendo posible la
participación de todas las personas en el mantenimiento interno, las relaciones externas,
consecución y gestión de recursos y el conjunto de tareas cotidianas de una organización.
Mediante fórmulas organizativas concretas, ponemos al servicio de nuestra misión una serie de
recursos y mecanismos para la acción participativa, posibilitando la comunicación entre quienes
formamos parte del proyecto colectivo, la circulación de la información necesaria para actuar y
las formas concretas para que autogestionemos entre todas las personas nuestro espacio de
participación.
Cada uno de estos ejes, cada una de de las condiciones (querer, saber, poder) están íntimamente
relacionadas, se deben dar de forma simultánea, si alguna de ella falla, la participación se verá
mermada, de ahí que sea una constante en los procesos de participación la revisión regular de
estas condiciones.
A partir de este marco teórico, de la experiencia práctica y de sistematización e intercambio entre
educadores del Proyecto Creando Futuro en las diferentes localidades y contextos en los que se ha
desarrollado desde el año 2003, hay una serie de preguntas y reflexiones que se nos abren cuando
hablamos sobre la educación para la participación y de la participación juvenil, o dicho de otro modo,
sobre cuáles son los requisitos y condiciones que se deben de producir para que las personas jóvenes se
conviertan en agentes protagonistas de transformación de la realidad en la que viven y de las
comunidades en las que se encuentran imbricados.
 ¿Qué es lo que preocupa a los jóvenes? ¿Qué es lo que piensan sobre lo que sucede en sus
barrios o localidades?
 ¿Cuáles son los requisitos para que los jóvenes conviertan en agentes de transformación e
intervención en sus barrios o localidades?
 ¿Qué requisitos debe de reunir una propuesta de educación para la participación?
 ¿Qué resultados podemos esperar?

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