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Causas de la expansión europea

El desarrollo industrial de Europa se encuentra en crisis a finales del siglo XIX. Es el periodo conocido
como la «gran depresión», que hará tambalear las economías europeas industrializadas de finales de siglo.
Para tratar de superar esta crisis, los países industrializados de Europa buscarán en todo el mundo
mercados privilegiados y zonas que les abastezcan de materias primas a precios baratos. Se crea, así,
una tensión entre el liberalismo, que propugna la libertad de comercio, y el nacionalismo, que pretende
proteger los mercados.
Este es, también, un periodo de crecimiento demográfico, que se caracteriza por ser el inicio de la
transición demográfica o, incluso, su fase de mayor crecimiento. Uno de los recursos para la superpoblación
y el paro será la emigración a las colonias.
Otra de las características de la época es el desarrollo de los transportes. Se comienzan a construir
trenes, barcos de vapor, etc. La marina recibe un importante impulso, gracias al desarrollo de la marina de
guerra. Otros progresos técnicos, aportados por la industria, facilitarán, técnicamente, los viajes y la
exploración del mundo, que se convierte, en esta época, en todo un reto internacional.
Los factores económicos
Las potencias europeas necesitan mercados nuevos y exclusivos para su desarrollo económico. Estos
territorios han de ser, además, ricos en materias primas, que se puedan utilizar en la industria del país. Es
la teoría de los grandes mercados y el autoabastecimiento de la economía. Nadie quiere depender de los
productos de la industria de otra nación europea.
La «gran depresión» provoca una ola de proteccionismo económico que hace muy caro el comercio
internacional. Estos nuevos mercados se consiguen por medio de la guerra y la conquista . En el nuevo
territorio se comprará la materia prima y se venderá el producto elaborado, en contradicción con el
pensamiento político y la teoría económica liberal.
Los factores políticos
A finales del siglo XIX, Europa se encuentra metida en una carrera por el dominio del mundo, y por el
predominio en el continente. Surgen, en esta época, los pannacionalismos, en los que las naciones se
definen por la creación de un Estado y el dominio de un territorio. Este tipo de nacionalismos pretenden
conquistar una amplia zona de territorio donde, se supone, que hay población asimilable a su nación.
Aunque en última instancia las naciones no se crearán con estos criterios. Las naciones europeas, de la
época, afirmarán el poder del Estado conquistando territorios. Cuanto más grande es el territorio conquistado
mayor es el prestigio de la nación. Un gran Estado debe estar presente en todo el mundo.
La colonización se iniciará por la conquista militar del traspaís de los enclaves que cada metrópoli tiene
en la costa. Las expediciones científicas y las sociedades geográficas también ayudarán al progreso de
la colonización, incorporando al imperio los territorios explorados. Además, son de gran importancia
ideológica, ya que justifican ante la sociedad la conquista de nuevos territorios. Sin embargo, no toda la
opinión pública de los países metropolitanos estará de acuerdo con la colonización de otros territorios, los
grupos de izquierda serán los que se muestren más abiertamente combativos contra esta política.

Bajo el impulso de portugueses y españoles se produjo, en el siglo XV, un gran avance en navegación, que los llevaría a descubrir nuevas rutas
marítimas y comerciales. Los portugueses recorriendo todo el continente africano y los españoles descubriendo América y navegando hacia el Oeste,
hacia el océano desconocido.
Sin embargo, lo que algunos llaman una gran “revolución comercial” iniciada en el siglo XV y continuada en los posteriores siglos, tenía ya sus
antecedentes en los siglos XII y XIII, al tomar auge el comercio y la vida urbana, tan débiles en el medievo. Eso sí, desde mediados del siglo XV y hasta
mediados del XVIII la economía europea se caracteriza por una gran expansión del comercio y de los mercados, situación que precede y posibilita la
revolución industrial.
Uno de los factores importantes de la nueva fase de expansión económica estuvo representado por los cambios tecnológicos que se presentaron
durante toda la segunda parte del siglo XV. Hubo un desarrollo de la imprenta, de las técnicas de la minería y la metalurgia, de las armas de fuego y de
la navegación, que tenía un relativo gran desarrollo desde principios de siglo.
Empero, se produjo un estancamiento de la tecnología y de la productividad agrícolas, que impusieron a la nueva fase expansiva límites precisos que
también explican su carácter principal: una expansión cuyos motores son la navegación oceánica, el comercio oriental, la conquista y la explotación de
América.
El instrumento esencial del descubridor es su buque. La carabela, y en menor medida, la nao, fueron los tipos utilizados para adentrarse en lo
desconocido del Océano Atlántico.
Un conjunto complejo de factores económicos, sociales, culturales y políticos, hace posible los descubrimientos.
El progresivo perfeccionamiento de la carabela durante el siglo XV es tan solo un factor dentro de esta complejidad. Esta embarcación es un símbolo
de la expansión marítima ibérica, en primer lugar, y de la europea en general, posteriormente.
El vencimiento del océano (Atlántico), “el Mar Tenebroso”, se debió en alguna medida, al apreciable caudal de experiencia y técnica ya adquiridos y que
permitió a los marinos orientarse más allá de la costa.
Se desarrollaron “las cartas de marear”, la astronomía náutica, la brújula marina, que consistía en una aguja magnética, la sonda para navegar en
aguas someras, la ampolleta o reloj de arena para medir el tiempo; en tanto que para estimar la velocidad del barco, se hacía “a ojo”, por la pura
costumbre.
¿Cuál era la importancia de los especias y en qué medida influyeron en el progreso de la navegación? Su importancia es trascendental en el proceso
de conquista y colonización de América.
Europa necesitaba las especias de Asia (de Oriente), las cuales no podían cultivar. Eran utilizadas en la industria farmacéutica y para condimentar la
carne. A cambio de las especias y demás productos, los orientales recibían dinero, metales, tejidos livianos de Inglaterra, alfombras, tejidos flamencos y
plata. El comercio era valiosísimo y hasta finales del siglo XV los productos de oriente llegaban por el Mediterráneo.
Independientemente de los problemas que los turcos produjeron en las tradicionales rutas en las que se trasladaban las especias, los lusitanos y los
españoles buscaron afanosamente una ruta alternativa para llegar a oriente y competir con ciudades del mediterráneo, sobre todo italianas, y con otras
ciudades europeas, en el riquísimo comercio de las especias. Fue así como, tras una larga tradición náutica, los portugueses llegaron a la India en
1498 con Vasco da Gama, luego de darle la vuelta a África.
Los españoles con Colón descubrieron un nuevo continente cuando navegaron hacia el oeste en busca del extremo oriente, tierra de grandes riquezas
y especias y objetos de gran valor como pimienta, el jengibre, los clavos de olor, los purgantes, esenciales en la medicina, el alcanfor, el azúcar, el palo
de brasil y otros colorantes, y variados objetos como la seda, tapetes, tejidos de algodón, la laca, porcelanas, piedras preciosas, madera de sándalo,
etc.
¿Cuál era la situación y la vida de España en el siglo XV? Allí la unión de los mayores reinos ibéricos (Aragón y Castilla) y con ella la realización de la
unidad de la mayor parte de la antigua Hispania, dio a los habitantes de ambos reinos un gran sentimiento de solidaridad, a la vez que una considerable
base territorial y humana. Y aunque la unidad no supuso la fusión política, pues cada reino conservó su personalidad nacional, y volvieron a separarse
después de la muerte de Isabel, lo cierto es que fueron gobernados por una sola mano, la de Fernando. Así fue posible tras una dura lucha de once
años (1482-1492), poner fin a la empresa de reconquista con la incorporación del reino de Granada.
También se debe considerar que la rivalidad de España con Portugal “contribuyó a unir las tradiciones de Aragón (la España mediterránea) y las de
Castilla (la España del interior y Atlántica.
La lucha contra el infiel continuó en América para someter al indio, económica, política y culturalmente. La espada del soldado se alió con la cruz para
someter a las sociedades indígenas, en beneficio de la corona y de la religión (alianza Estado-Iglesia) y de la cultura occidental.
Y los invasores se creyeron que tenían el derecho de aplastar a los que consideraban muy inferiores a ellos en todos los aspectos.
En 1492, “fecha famosa” se produce en España, no solo la unión de los reinos de Aragón y Castilla, sino también la expulsión de los judíos, la
Inquisición contra los “conversos” y la cristianización forzosa de los musulmanes.
En 1492 el descubrimiento de América por Colón significaría la conquista económica y la conquista espiritual e ideológica.
A pesar de renacimientos y liberación de espíritus, el sometimiento ideológico-religioso servía al sometimiento económico. La faceta mística, religiosa y
evangelizadora de Colón no estaba desligada de su avidez por las riquezas. La distinción entre lo espiritual y lo temporal no era sentida por los
hombres de la época de Colón. Una cosa sirvió a la otra y viceversa.
Y, una vez descubierta América, los españoles y los portugueses trataron de legalizar, o
hacer ver ante los ojos del mundo, que, tenían no solo bases jurídicas, sino, morales y
religiosas, para ser los dueños de los territorios ubicados “viajando hacia el occidente”,
entre Europa y las Indias Orientales.
Cuando los ibéricos (españoles y portugueses) entraban en contacto con pueblos
desconocidos y diferente cultura, respecto a la europea, superior y cristiana, alegaban
para legitimar su conquista, derechos jurídicos y morales, sobre los territorios y las
“almas” (evangelización).
Bulas papales legitimaron, tanto las conquistas portuguesas, por ejemplo tanto en Africa,
como las tierras descubiertas por Colón. Los papas se sentían con el derecho de orientar,
no solo a sus ovejas cristianas sino, también, a los infieles, pues la facultad recibida de
Cristo era plenaria, sobre lo temporal y sobre lo espiritual en este “valle de lágrimas”.
Las disputas entre las dos naciones ibéricas se solucionaron “santamente” por medio del
Tratado de Tordesillas de 1494, el cual estableció los límites jurisdiccionales
correspondientes a España y Portugal.
Para ello, se dividió el Océano Atlántico por un meridiano a las trescientas setenta millas
náuticas del oeste de las islas del Cabo Verde, de donde resultaron dos áreas para la
exploración, la española y la portuguesa.
Con la firma de ese tratado, Portugal se aseguraba las pretensiones sobre una parte del
Nuevo Mundo.
Ver, además, en Internet:
http://www.educar.org/historia/espana/expansion.asp
http://iris.cnice.mec.es/kairos/ensenanzas/eso/moderna/emoderno_02_00.html
http://www.pastranec.net/historia/contemporanea/impcausas.htm

Línea roja, Tratado de Tordesillas, 1494. Línea azul:


Bula Inter Caetera III, 1493

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