Para la creación de la alta tecnología una parte del proceso productivo se basa en
trabajo manual, que incorpora poco valor agregado al proceso global de producción
de esos artefactos. Por esta razón, economistas y políticos sugieren que los países
deben moverse hacia las etapas más tecnificadas de las cadenas de producción, lo
cual genera otro tipo de contradicciones, porque crean menos empleo (Foladori,
Invernizzi, Osma, & Záyago, 2018).
A partir del 2006, se creó la asociación sin ánimo de lucro de Nanocitec, de carácter
interdisciplinario, ubicado en el Centro de Ciencia y Tecnología Nanoescalar, está
conformado por profesionales de áreas como ingeniería electrónica, física, química,
biomédica, medicina y biología. Dos años más tarde, el Ministerio Nacional de
Comunicaciones publicó el Plan Nacional de Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones. En dicho documento, la producción de nanochips y la
nanoelectrónica se establecieron como campos de potencial desarrollo (Ministerio
de Comunicaciones, 2008). En ese mismo año, se creó la primera sala limpia del
país, administrada por el Centro de Microelectrónica de la Universidad de los Andes.
Uno de los objetivos de este laboratorio es “desarrollar capacidades en diseño y
desarrollo y en fabricación de tecnologías electrónicas micro y nanotecnológicas a
nivel nacional” (cmua, s. f.) (Foladori, Invernizzi, Osma, & Záyago, 2018).
Tabla 1