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U.

San Buenaventura

Ricardo Martinez Osorio

Código: 30000054675

Fecha: 02/10/2018

Primera Entrega

Jhohann Castellanos un joven de 34 años más conocido como El Santo, un cuerpo


menudo, blanco y algunas canas, es graduado de Licenciatura de literatura en la
Universidad del Valle. Desde hace 16 años dedica parte de su vida a contar cuentos, pero
en el 2012 funda la empresa “Santa Palabra S.A.S” junto a su compañero Cristian Fraga.

“Santa Palabra” nace porque es su pasión, porque quiere ofrecer una alternativa diferente
de comunicación para niños, jóvenes y adultos. Para Jhohann pararse en el escenario y
contar sus historias y observar a la gente inmersa en ellas riéndose y disfrutando lo llena
de satisfacción, pero lo que más le gusta es dejar un mensaje de aprendizaje que perdure
en la mente de sus seguidores. Motivar la imaginación de las personas con sus cuentos,
saber que mientras él dice “y la paloma volaba sobre…” sabe que cada una de las
personas de su público imagina algo diferente, todos en una misma sintonía con sus
relatos y es una de las muchas razones por lo que ama lo que hace.

Jhohann es consciente de lo difícil de su oficio, porque el pago es escaso. En la ciudad no


existe un apoyo económico para ellos, y solo se cuenta con el respaldo de su público que
puede ser acorde a las necesidades de cada uno o con las contrataciones formales de la
empresa privada.
Segunda Entrega

Eran las 04.30 de la tarde, un domingo en el cual la brisa baja por los Farallones y llega
hasta la Colina San Antonio, entre la multitud aparece Jhohann y su compañero cargando
sus equipos de comunicación: un bafle, dos micrófonos y una silla. Entre los dos se
disponen a conectar los equipos, y de un momento a otro Jhohann observa que el teatrino
se encuentra casi vacío. El joven menudo se sube a un muro con su micrófono y comienza
a gritar “Cuentos… Cuentos… Cuentos…” y solo con esto empezó atraer la atención de los
caminantes.

Al ver que su público estaba listo, inicia con un: “Buenas tardes a todos, me llamo Jhohann
El Santo y junto a mi compañero Fraga conformamos el grupo Santa Palabra” después de
esta entrada con un poco de humor replica “hoy venimos a contarles un cuento, sí un cuento
y pues al que no le guste se puede ir, vale que es broma, bueno antes de comenzar me
gustaría decirles que lo que mi compañero y yo venimos hacer aquí es arte y como todo
arte que usted ve hay que pagarlo”. La gente empezó abuchear y él entre risas dijo: “Sí!, a
mí no me tomen por bobo, con eso he dicho los que son pobres también se pueden ir” y así
Jhohann fue relajando el ambiente entre todos.

El Santo entra en el calor de su público y en la imaginación de sus palabras: “Bueno gente


ya que ya estamos un poco más relajados vamos hacer una actividad así ponemos más
energía y ustedes disfrutan más el cuento vale? Vamos hacer lo siguiente cuando yo cuente
tres todos ustedes van a aplaudir y gritar. Mejor dicho, van a ponerle euforia máxima y eso
si el que no aplauda le meto una vacilada que ganas de vacilar sí que tengo hoy”. Él cuenta
hasta tres y las personas aplauden, ríen e incluso saltan entre la multitud, pero para
Jhohann aún no es suficiente y advierte: “¡Paren!, vean después de tanto tiempo de contar
cuentos con tanta diferencia de público uno ya sabe qué tanta energía le pueden dar a uno”
y empezó a vacilar a una de las mujeres que no había aplaudido – “vea mami deje esa
mazorca y aplauda, bueno es que parece que no se la va a terminar será que la espero?
Hagamos algo haga rotar esa mazorca y vera que no pasa de la cuarta persona, a la cuarta
ya no queda nada y no es mentira”, después de eso siguió con otra quien tenía el celular
afuera “Señorita mire con todo el respeto que usted merece y no me está dando guarde ese
celular. Ah ya se!, la trajeron obligada cierto? el novio estaba pobre y la trajo para acá, usted
creía que la iba llevar a un lugar más divertido cierto? Que pesar”. El público solo podía
reírse a carcajadas mientras la pareja se retiraba del escenario.
Jhohann continúo hablando: “¿Bueno, si ya todos están listos para aplaudir entonces
continuemos, pero esta vez métanle ganas, que la gente allá afuera piense que nos
estamos divirtiendo y caen en esta estafa ok?” Y volvió a contar hasta tres mientras
levantaba los brazos y animaba a todos a gritar y aplaudir, niños como adultos formando
un ambiente familiar y agradable atrayendo más gente al teatrino.

Empezó a contar su cuento “Gente ya estamos en ambiente entonces empecemos el


cuento que les traigo hoy. Es una historia que me conto mi abuelo” El cuento tenía dos
personajes su abuelo y su mejor amigo, era fácil diferenciar quien era quien y no solo porque
se decía el nombre de los personajes sino porque él cambiaba su vos para adaptarla a su
cuento.

Mientras el cuento transcurría la gente imaginaba sus propios escenarios a través de los
movimientos de manos o el cambio de la voz como lo hizo en una parte del cuento donde
los personajes del abuelo y el mejor amigo se estaban alejando. También empleaba el
micrófono para hacer sonidos como los maullidos de un gato o el sonido de una escopeta
dispararse. A través de su voz y su forma de contar atrapaba a la gente metiéndola en la
historia y haciéndola reír en las partes de humor del cuento. Él había dicho que lo que hacia
no era comedia sino cuentos y que cuando terminara de contar las personas se llevarían
una enseñanza.

Al preguntarle a alguien del público expresó: “me pareció divertido, era una persona muy
franca, me atrapo en la historia y me hizo estar muy concentrado en lo que contaba,
dejándome una enseñanza de hablar más en familia para que las personas que nos
sobrevivan tengan algo que contar de nosotros y nuestro recuerdo perdure en ellos con el
tiempo”. El Santo logro demostrar que al contar esa historia revivía a su abuelo y que la
comunicación es importante en cualquier relación humana.
Tercera Entrega

A pesar que contar cuentos es su oficio principal, su modo de ganarse la vida, antes de
encontrar su pasión, la música era su hobby preferido, pero al descubrir la aventura que
hay detrás de contar un cuento, la dejó olvidada en algún lugar de su memoria. Inició a los
dieciocho años, pero de una manera informal, ganaba unos cuantos pesos para pasar sus
días en vino y fiesta, viviendo la vida como un verdadero bohemio. Así pasaron cuatro años,
cuando a los veintidós asistió a un Festival Internacional de Cuentos, en el cual lo marcó
un cuentero que ahora un es un gran amigo suyo, Jaime Escobar Vásquez alias El Púrpura.

Jhohann considera que El Púrpura es uno de los más grandes cuenteros de Latinoamérica.
Él lo describe como un señor con un greño crespo, una barba como la de Jesús, unas
sandalias, una mochila de guaca y una camisa, pareciera una persona que vende solo
artesanías, fue la primera impresión que dejó Jaime en El Santo.

Jhohann expresó “Hasta que lo escuché hablar, ahí me di cuenta de toda la riqueza en
lenguaje, de todos los referentes históricos que traía, de ese mundo que desplegó y en ese
momento yo me siento a escucharlo y digo pucha cómo es que este man sabe tanto, que
es tan culto, cómo es capaz de hacer todo eso y meterlo en la escena, como con raudales
de cultura, de imaginación”. El Santo pudo conversar con él y descubre que es un tipo que
tiene dos pre-grados, que estaba terminando una maestría y era profesor universitario. En
su mochila de guaca cargaba un libro de Rousseau y eso le dio a entender que había una
dimensión más allá de la bohemia.

Jhohann finalmente dijo “Tengo ilícito tomar un vino, pero sin olvidar que hay que meterle
cosas a mi cabeza” y su amigo Jaime le replica “estudie loco estudie”. De esta manera
Jhohann le da una perspectiva diferente a su oficio algo más cultural, con fundamento,
historia, soporte que le permita entregar un producto con calidad a su público.
Cuarta Entrega

Tomando a Jaime Escobar como un ejemplo, Jhohann decidió iniciar la universidad


buscando una carrera que le pudiera aportar y complementar a su oficio como cuentero.
Por esto, escogió la carrera de comunicación social y periodismo en el año 2006, en la cual
solo permaneció tres semestres pues ésta no la convenció en lo que él estaba buscando.

Y nuevamente transcurrió un año y medio sin estudios y con cuentos a su alrededor. Hasta
que, a sus veinticuatro años, en el año 2008 ingresó a la Universidad del Valle a la carrera
de Licenciatura en literatura. La literatura lo entró en un nuevo mundo, encontró profesores
a los que consideró muy buenos como: James Cortes Tique, Álvaro Bautista, Gustavo
Aragón, Hernando Urriago, María Mercedes y Gabriel Álzate que reforzaron su pasión por
los cuentos al público.

Cada semestre matriculaba las materias que le correspondían y ya no le importaba si tenía


que leerse dos o tres novelas para una misma semana o si tenía que hacer siete ensayos
para sus proyectos finales, sólo le importaba la satisfacción de aprender, de darle un nuevo
rumbo a su pasión, de marcar las diferencia ante otros.

Mientras estudiaba, contaba cuentos, pero cada cuento le daba una perspectiva diferente
de acuerdo a lo que aprendía en los salones de la del Valle. Talleres de escritura, teorías
literarias, literatura colombiana, Latinoamérica y universal, le ayudaron en los marcos de
referencias históricos cambiando su punto de vista a la hora de organizar los guiones de
sus historias, ayudándolo a mejorar los contenidos que ponía en escena, su forma de
escribir y su forma de entender el mundo. Comprendió que la universidad le exigía
disciplina, disciplina que imprimió en sus guiones y en escenas que no solo le den
satisfacción a él, sino también a su público.

El Santo desde su nueva perspectiva entendió que, al público de Cali, incluso Colombia hay
que ofrecerle algo diferente, por eso los medios comunicación masivo tienen tanta fuerza
por sus sustentáculos económicos ofreciendo comunicación “basura”, solo entretenimiento
que no aporta a la apertura de la mente de un joven o de un niño. Sabe que contar cuentos
puede motivar a las personas a nuevas cosas, salir de la rutina, vislumbrar otras opciones
de vida, contar cuentos con fundamento, con enseñanzas y aprendizajes.

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