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1.

Cómo define Ansaldi y Giordano a los gobiernos oligárquicos en América


Latina. Destacar las particularidades y las características. Señalar cual era el rol
de la mujer y las condiciones económicas en las cuales se basaba el poder
oligárquico.

2. Describir cómo la oligarquía dominó en Chile, Uruguay, México y Brasil.


Señalar sus orígenes y sus crisis

3. Cuáles son las apreciaciones en torno a América Latina realizada por Loris
Zanatta en torno a las nuevas ideologías surgidas durante esta etapa, los
nacionalismos y la crisis liberal.

4. Describir las resistencias y protestas de las clases populares entre 1880 a 1930

5. Describir las continuidades y rupturas que existió entre 1880 a 1930 en la


República Argentina

6. ¿Por qué la década del treinta es considerado desde lo económico un Estado


Interventor? Realizar el análisis a partir de lo propuesto por Belini y Korol

7. Describir la política industrial y la cuestión de los trabajadores entre 1930 y


1943 de acuerdo a Belini y Korol

8. De acuerdo a Cattaruzza cuáles han sido los cambios en el campo político


entre 1930 a 1943

9. ¿Cuál fue la situación política que atravesaba Latinoamerica durante la década


del treinta?

10. Realizar una conclusión sobre los diversos procesos estudiados y analizados.
Mínimo: 50 líneas

RESPUESTAS

1.-

La Oligarquía es una forma histórica de ejercicio de la dominación política


de clase, caracterizada por la concentración en una minoría y la exclusión de la
mayoría de la sociedad de los mecanismos de decisión política. Esta dominación
puede ser ejercida por clases, fracciones de clase y grupos sociales diversos.

En América Latina, la oligarquía constituyó la forma predominante de


ejercicio de la dominación entre mediados y fines del siglo XIX hasta 1930. El
régimen vigente era una democracia ficticia en el sentido de que el Estado
expresaba una contradicción entre una forma democrática y un contenido
oligárquico.
El proceso de construcción de los gobiernos oligárquicos fue el pasaje de
una situación de dominios oligárquicos locales, provinciales, estaduales o
regionales enfrentados entre sí a una de confluencia en una única estructura de
dominación expandida y reconocida como tal en todo el espacio de cada país. Se
constituyó así un pacto oligárquico basado en: 1) la representación igualitaria de
las oligarquías provinciales, estaduales o departamentales expresadas en la
composición del Senado en los Congreso bicamerales, sin dejar de reconocer la
desigualdad consagrada en los criterios de designación del número de diputados;
2) el papel moderador del Gobierno central; 3) el Parlamento, sobre todo el
Senado, como garante del pacto de dominación.

Otro rasgo de los gobiernos oligárquicos fue la construcción de burocracias


civiles débiles y poco numerosas. El poder político y los asuntos típicamente
asignados al Estado discurrían a través de partidos que eran más bien clubes de
notables o círculo de caballeros (sin estructura orgánica, plataforma, programa o
definición ideológica precisa).

Durante el período oligárquico se desarrolló la implementación del modelo


primario–exportado que dependía de las economías industrializadas del exterior.
De este modo las economías latinoamericanas se insertaron en el sistema
capitalista mundial como productoras de materias primas e importadoras de
capital y manifacturas, según los parámetros de la teoría de las ventajas
comparativas. Al interior de cada país, la dominación se ejerció en sociedades
estructuralmente agrarias, con predominio de la gran propiedad de la tierra
(latifundio).

Rol de la mujer: las mujeres fueron objeto de reclusión en el hogar y de


exclusión de la libertad de trabajo. Las mujeres casadas vivían bajo la
dependencia legal del marido mientras que las solteras estuvieron jurídicamente
capacitadas para mantenerse y administrarse mucho antes que las casadas.

2.-

CHILE:

En una primera etapa el régimen chileno estuvo modelado por la


Constitución de 1833. El presidente gozaba de amplias facultades, incluyendo
extraordinarias, con posibilidades de reelección por dos períodos. Este fuerte
presidencialismo tenía como contracara la debilidad del Parlamento. Los sectores
terratenientes tenían la primacía política pero fueron perdiendo peso económico
por el avance de la modernización del país.

Con el auge del salitre se produjeron una serie de graves conflictos


políticos que culminaron con la conformación de la “República Parlamentaria” en
1891: un nuevo régimen que para algunos era más bien semipresidencialista. Los
terratenientes siguieron detentando el poder político y social, pero se fueron
agregando otros sectores sociales y económicos. El Parlamento se convirtió en un
espacio de negociación de los intereses propietarios y los partidos políticos
pasaron a un primer plano. Nuevas demandas de cambio llevaron a la
promulgación de una nueva Constitución.

Luego de una fuerte crisis económica por la caída del precio internacional
del salitre, la reforma llegó en el año 1925 (aunque su aplicación comenzó en
1932). El Poder Ejecutivo recuperó primacía sobre el Legislativo. Pero una serie
de golpes de estado militar hizo aumentar la violencia y la persecución política. En
1938 se impuso en elecciones un frente electoral, ya sin el apoyo de los antiguos
sectores oligárquicos.

MEXICO:

El pacto oligárquico en México se estableció a partir de 1876 con la victoria


electoral de Porfirio Díaz. Su largo régimen entre 1876-1880 y 1884-1911 se
asentó en una fuerte centralización. Su éxito consistió en haber tejido una red de
relaciones capaz de unificar a las distintas fuerzas políticas en pugna mediante
una estratégica combinación de concesiones económicas y políticas, el recurso
de la represión feroz y de árbitro.

Además redujo el ejército pero creó una eficiente policía rural con
atribuciones locales. Habilitó la presencia de fuerzas rivales como potenciales
elementos para dirimir conflictos locales. Al alto clero le restituyó varios bienes
que se les habían quitado anteriores enajenaciones. Respecto a los campesinos
llevó adelantes expropiaciones de tierras comunales y fortaleció las redes
clientelares para contrarrestar las resistencias.

La estabilidad política o pax porfirista se consolidó desde 1884. La


prosperidad económica permitieron las condiciones propicias para su
afianzamiento. México se modernizó velozmente mediante el crédito exterior, un
sistema bancario y la extensión de redes de ferrocarriles bajo control de capitales
norteamericanos. Asimismo se aceleró un proceso de concentración de la
propiedad de tierras.

La crisis de la dominación oligárquico se precipitó cuando en 1910 cuando


Francisco Madero -representante de intereses que pujaban por una liberalización
y una modernización agrícola que se les negaba-, lanzó el llamado Plan de San
Luis de Potosí, invocando el principio de no reelección y llamando a un
levantamiento armado. Se generó así una oposición política al porfiriato
conducida por sectores empresarios modernizantes y clases medias ilustradas.

Estos sectores accedieron al poder luego de la caída de Porfirio, el


estallido de la Revolución Mexicana, la creación de un nuevo ejército y la sanción
de una nueva Constitución en 1917.
BRASIL:

Hasta 1889, Brasil había estado regido por una monarquía


constitucionalista y dos partidos en el Gobierno se alternaban en el poder.
Durante este período se fueron estableciendo las bases de la dominación
oligárquica. Ésta comenzó con la proclamación de la Primera República y la
primera Constitución republicana en 1891. La bandera del movimiento republicano
había sido el federalismo, a tal punto que se desestimó la creación de un partido
nacional en pos de una constelación de partidos provinciales autónomos.

El pacto oligárquico consistió en la independencia entre poderes del


Estado, pero con preeminencia presidencial. Las mayorías parlamentarias
estaban subordinadas a los respectivos poderes ejecutivos, tanto en el plano
federal como estadual. La llamada política dos governaderes eran las alianzas y
compromisos que permitían resolver los conflictos, fortalecer al presidente frente
al poder Legislativo, al tiempo que evitaba que se inmiscuyera en las situaciones
estaduales. En casos de rechazo a tal política, el poder central recurría la
intervención federal. Poderes locales y presidencial se reforzaron mutuamente.

El fin de la dominación oligárquica llegó con la elección en 1929 del


candidato de la Alianza Liberal Getulio Vargas que tenía el apoyo de las facciones
aperturistas.

URUGUAY:

A comienzos del siglo XX, Uruguay tomó un camino peculiar que lo


distinguió de la mayoría de los demás países de la región. El país se enriqueció
por el boom de la exportación de carnes y granos; tenía un gran elemento urbano
y de inmigrantes europeos en su población.

La institucionalización de un régimen democrático se logró durante las


presidencias de Batlle y Ordóñez, quien dominó la vida política del país en los
primeros veinte años del siglo XX. La adhesión del gobierno a los preceptos
constitucionales y el rol de árbitro asignado al estado en los conflictos sociales
condujeron al frente político detrás de Batlle (compuesto por clases medias
urbanas y proletariado) a la vía gradualista y moderada.

En esta etapa, se concedió el sufragio universal y el derecho al voto de las


mujeres muchos antes de lo que hiciesen la mayor parte de los países
occidentales. También se reconoció el derecho a la huelga y la sindicalización a
trabajadores urbanos; más tarde, se estableció la reducción a ocho horas de la
jornada laboral y se aprobó una moderna legislación laboral.

Esta democracia uruguaya descansaba en un alto grado de laicismo de su


vida pública, así como en una elevada escolarización y unos servicios públicos
sociales extendidos y eficientes. Importantes leyes laicas fueron introducidas tanto
en la educación – por ejemplo, la prohibición de enseñanza religiosa- como en la
legislación civil - como la ley de divorcio.

3.-

Según Zanatta, a principios del siglo XX los viejos modelos ideológicos


vigentes en América Latina comenzaron a resquebrajarse debido a que, ya
consolidados los estados, era preciso forjar ciudadanos para hacer la nación,
inculcando un sentido de pertenencia y destino compartido.

A fines de los años veinte en varios países se dio lugar a un revival católico
y una reacción espiritualista, que alimentó a grupos, partidos, movimientos ideas
políticas. Era un imaginario en donde se conjugaba catolicidad y nación en una
mezcla. Hubo una obsesiva búsqueda de una identidad nacional mítica y eterna
(cubanidad, peruanidad, brasilianidad).

Comenzaron a revalorizarse la esencia y los valores de la comunidad,


entendida como un todo orgánico, formado por corporaciones y cimentada en la
unidad religiosa o de clase. Corrientes marxistas se esforzaron en nacionalizar
esta ideología, tal el caso de Juan Carlos Mariategui, y reconducirla a una suerte
de comunismo incaico primigenio anterior a la conquista

El krausismo fue una doctrina que influyo en esta época en la reflexión


política de importantes hombre (radicales argentinos, Battle y Ordóñez, José
Martí). Esta doctrina procedía del filósofo alemán Krause pero se desarrolló en
España. Era una suerte de liberalismo espiritualista que buscaba compatibilizarse
con el organicismo.

En Argentina, nacieron grupos nacionalistas antidemocráticos que


difundieron corrientes ideológicas autoritarias y se formaron movimientos
contrarrevolucionarios. Además en este y otros países, los militares fueron
protagonistas de la política derrocando mediante el golpe de estado o poniendo
bajo su tutela a las instituciones liberales surgidas durante los regímenes
oligárquicos. Se las consideraba a éstas últimas demasiado frágiles para soportar
el choque con la modernidad en estas sociedades que estaban atravesadas por la
fragmentación social.

También el intervencionismo militar de Estados Unidos en el área


centroamericana y caribeña en los primeros años treinta del siglo XX (Nicaragua,
Haití) contribuyó a alimentar el nacionalismo en los estados de América Latina.
Éste encontró a su enemigo en los Estado Unidos, en su injerencia política y en
las bases mismas de la civilización que aspiraba a “exportar”. Se comenzó a
contraponer los elementos de la civilización de países anglosajones y
protestantes (liberalismo, capitalismo, democracia representativa, individualismo y
materialismo) con la católica: basada en el comunitarismo y la democracia
orgánica.

4.-

El movimiento obrero nació en Argentina desde los trabajadores urbanos


más calificados. Organizaciones sindicales comenzaron a participar en la
negociación con la patronal y a realizar huelgas, por ramas y general, combinadas
con movilizaciones callejeras. Las demandas usuales eran mejores sueldos,
jornadas de ocho horas y el fin de las medidas más represivas por parte del
Estado. La intensidad de la represión sobre la agitación obrera tuvo episodios
sangrientos como la llamada “Semana Roja” de 1909 o la Semana Trágica de
1917, ambas con saldos de gran cantidad de muertos y heridos.

Dentro de este movimiento obrero hubo varios sectores que organizaron


sus gremios en federaciones; a veces confluían y otras divergían fuertemente.
Dichos sectores se podría agrupar en:

 Anarquistas: su organización era federativa y descentralizada. No promovían


la participación política en elecciones ni reformas del estado. Apostaban a la
educación, la acción directa y la organización sindical separada de los
partidos. Como estaban compuesto por muchos inmigrantes solían agruparse
en torno a bases étnicas.
 Socialistas: provenientes del Partido Socialista. Buscaban llevar
representantes de los obreros al congreso y presionar allí por una mayor
democratización y por reformas que mejoraran sus condiciones de vida y les
otorgaran derechos. Desalentaban, por lo general, la huelga revolucionaria.
 Sindicalismo: les importaba consolidar las estructuras sindicales y promover
acciones bien coordinadas planificadas. Con el tiempo comenzaron a aceptar
la negociación política con el estado y a apoyar reformas puntuales.
 Comunistas: apostaron a la creación de un partido jerárquico y centralizado
dispuesto a tomar el poder del estado siguiendo el modelo de los bolcheviques
de la revolución rusa.

En las luchas sociales en el campo se registraron diversas formas de


resistencia. En ese medio la población estaba aislada y dispersa, por lo que solía
quedar a merced de violentas represiones y de poderosos aventureros. En Tierra
del Fuego la tribu selk’nam (onas) desde fines del siglo XIX llevaban resistiendo
despojo de tierras mediante robo de ganado y cortes de alambrados. Masacres en
contra de ellos terminaron por ser diezmados. En Chaco en 1924, en la reserva
indígena de Napalpí, una huelga de indios en protesta por la prohibición de
desplazarse a otras provincias terminó con una violenta represión y masacre por
parte de policías y civiles durante.
Una organización de trabajadores logró establecerse en los dominios de la
Forestal1. Se organizaron huelgas en demanda de aumento de jornales y
suspensión de despidos. Como los convenios acordados no se respetaban, se
hacían ocupaciones de las fábricas de tanino con la consecuente represión y
saldo de muertos.

En el territorio de Santa Cruz se instalaron empresas en estancias con


grandes números de trabajadores estacionales para la producción lanera. La
organización obrera hacia 1920 realizó huelgas y boicots a los comercios más
importantes exigiendo aumento en los jornales y mejoras en las condiciones de
vivienda alquiladas a la empresa. Grupos armados llevaron adelante tomas de
estancia y de rehenes durante las negociaciones. En un primer momento
obtuvieron algunas concesiones. Pero luego la policía local encarceló a dirigentes
por lo que hubo otra vez una huelga general con toma de rehenes, armas y
caballos. Se crearon varias huestes entre los pueblos de las cercanías. El
presidente Yrigoyen envió entonces a un delegado que decretó la ley marcial y
anunció la pena de fusilamiento. Una indeterminada cantidad de obreros
capturados terminaron ejecutados.

En la región pampeana, hubo una serie de conflictos sociales que tuvieron


como protagonistas a pequeños arrendatarios. El más importante fue el llamado
“Grito de Alcorta” de 1912, un movimiento huelguístico en el que se demandaba
modificaciones en el régimen de propiedad y tenencia de la tierra, créditos
accesibles, mejoras viales, mejoras viales, rebajas en los cánones de arriendo,
etc. Luego de una marcha multitudinaria en la Capital se consiguió una Ley de
arrendamientos. Esto sectores de arrendatarios se agrupaban en la Federación
Agraria Argentina (FAA) y protagonizaron asambleas, manifestaciones y huelgas;
muchos lograron convertirse en pequeños o medianos propietarios.

Entre los trabajadores del campo (braceros y peones) recién se dieron huelgas
en 1918-1922. En 1919 un gran movimiento huelguístico organizado por estos
sectores se extendió por las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe -con
apoyo de anarquistas y sindicalistas- con resultado dispar. Estas organizaciones
del campo a veces lograron actuar solidariamente junto a algunas otras de
pequeños productores. Pero luego de la crisis económica mundial desatada en
1929, sindicatos rurales que demandaban medidas contra la desocupación
terminaron entrando en choque con agricultores de la FAA. Desde 1935 tomaron
el control de estos sindicatos los sectores más reformistas desplazando a los
anarquistas.

Por último, el bandidismo rural fue un canal de descontento para algunos


sectores rurales. Bandidos que realizaban ataques a empresas forestales,
acopiadores de algodón, bancos y comercios en la zona del Chaco despertaron

1 Esta empresa se dedicada a la extracción de tanino y era propietaria de los pueblos que

se establecieron allí, en más de dos millones de hectáreas del norte de Santa Fe y Chaco.
simpatía y con frecuencia recibieron ayuda. Tal fue el caso de figuras de
renombre como “Mate Cosido” y Bairoleto.

5.-

Para fines el año 1880, se organizó en Argentina un modelo económico


agro-exportador que proveía cereales y carnes al mercado internacional y recibía
inversiones y mano de obra de origen extranjero -de mayoría europea. Para
algunos autores, este proceso de incorporación al mercado mundial ya había
comenzado en los primeros años del siglo XIX (antes de 1880), sobre la base de
exportación de lana. Otros prefieren indicar como momento de corte el año 1870.

Para esta época también comenzó la construcción de ferrocarriles y de la


red ferroviaria nacional que conectó a casi todas las capitales de provincia,
confluyendo en el puerto de Buenos Aires y en el de Rosario.

En lo político, se organizó un régimen de gobierno más moderno que los


anteriores, pero conservador y cerrado; oligárquico, pero con ciertos aspectos
liberales. En 1880, el estado nacional se impuso a Buenos Aires -la más poderosa
de las provincias argentinas-, con el apoyo de las élites del resto del país, en un
enfrentamiento por la federalización de la ciudad de Buenos Aires transformada
entonces en la Capital Federal de la República. Comenzó así un ciclo inédito de
estabilidad política.

En cuanto a las transformaciones político-culturales, la población creció


notoriamente como resultado del aumento vegetativo y del fenómeno de la
inmigración. La población urbana aumentó sobre todo en las grandes ciudades -
como Buenos Aires y Rosario-, con gran participación de extranjeros. Esta
urbanización consolidó el desequilibrio entre las distintas regiones, que ya se
insinuaba en etapas anteriores.

Con respecto a la identidad de los inmigrantes, algunos han utilizado la


expresión “crisol de razas” para ilustrar que su integración fue relativamente
rápida; otros sostienen que la identidad de los inmigrantes, sus pautas culturales,
costumbres y modos de relacionarse perduraron, distinguiéndose de los nativos.
Describen a esa situación como de un “pluralismo cultural”.

El crecimiento demográfico y la urbanización posibilitaron un mercado


interno que fue atendido por algunas industrias nuevas: comestibles, bebidas,
textiles y de la construcción.

La educación fue la actividad promovida por el estado que tuvo mayor


impacto. Se difundió con el fin de desarrollar en la población las habilidades
necesarias para cubrir la demanda de mano de obra y, a la vez, para difundir una
identidad cultural en clave nacional. Con la Ley 1420 de 1884 se estableció la
obligatoriedad de la escuela primaria, su carácter gratuito y laico. Esto llevó a que
en los años posteriores cayera el porcentaje de analfabetos y creciera la tasa de
escolaridad.

La estructura administrativa del estado se volvió más compleja con la


ampliación o la creación de los servicios hospitalarios, los vinculados al poder
judicial y otras reparticiones.

Debido a procesos de ascenso social, nuevos actores -inexistentes pocas


décadas antes- protagonizaron episodios de conflicto social; tal el caso de
trabajadores asalariados agrupados en un novedoso movimiento obrero. La vida
en el conventillo, las huelgas y la represión fueron evidencia de tales situaciones.

En 1880 con la llegada de Julio A. Roca a la presidencia, comenzó el


período denominado orden conservador y que siguió hasta la llegada a la
presidencia de Hipólito Yrigoyen, radical, primer presidente electo en 1916 con las
nuevas reglas de juego establecidas por la Ley Sáenz Peña de 1912. Antes de
esta reforma electoral, se respetaban amplios derechos civiles –libertad de
expresión y a la propiedad-, pero los derechos políticos estaban acotados.

Entre 1880 y 1916, el andamiaje político tuvo uno de sus centros en el


Partido Autonomista Nacional (PAN), una agrupación heterogénea, cercana a una
alianza de agrupaciones provinciales. Las elecciones solían ser manejadas por
este oficialismo a través de la intervención de la policía y de otros cuerpos del
estado -impidiendo la concurrencia de opositores a las mesas electorales-, así
como a través del uso del fraude. Entonces el voto era público y no obligatorio. La
política era todavía un asunto de notables. El sistema era cerrado.

La reforma electoral llegó con la presidencia de Roque Sáenz Peña: en


1911 se sancionaron leyes que establecieron la realización de un enrolamiento
general y la confección del padrón a cargo del personal militar; ése sería el
padrón electoral. En 1912 se sancionó la llamada ley Sáenz Peña: voto universal,
secreto y obligatorio.

En 1916 la derrota del oficialismo puso a la administración nacional y de


algunas provincias en manos de la Unión Cívica Radical (UCR). Pero la llegada
del radicalismo no significó un cambio visible en el origen social y educativo de los
miembros del gobierno. Mucha de la dirigencia radical tenía procedencias sociales
semejantes a la de los miembros del régimen anterior. Pero también fueron parte
de las filas de la UCR hombres de otros orígenes: algunos funcionarios y
diputados fueron hijos de inmigrantes. La UCR se mostró como una agrupación
política más perdurable que la de sus adversarios.

El sistema de partidos que había surgido de la reforma electoral fue


asumiendo rasgos de los dos actores más poderosos -radicales y conservadores-,
pero sin las características de una organización orgánica propiamente dicha.
Ambos concibieron el conflicto político condicionados por la etapa previa y sus
modos: los radicales veían a la “causa” en combate contra el “régimen”, y algunas
posiciones de sus adversarios fueron funcionales a esa manera de configurar el
enfrentamiento. Se tendió a tener en el centro mucho más la exhibición de apoyos
populares en la contienda electoral que el respeto a los mecanismos
institucionales.

Sin embargo, las disposiciones de la ley Sáenz Peña hicieron a la puja


política más competitiva y abierta, lo que devino en esfuerzos de los partidos por
lograr que más gente participara en actividades en torno a sus estructuras y a sus
locales. Las prácticas e instituciones de participación y movilización, por su parte,
pasaron a formar parte de redes clientelares que los caudillos barriales o de
localidad tejían a partir de la distribución de bienes, recursos o empleos
suministrados por el estado. Pero muy pocos se animaban a cuestionar
públicamente las pautas fijadas por la Ley Sáenz Peña. Las quejas solían
destacar que no se cumplían sus disposiciones.

En 1930 se produjo el primer golpe de estado invocando el respeto a la


Constitución. El gobierno del presidente Yrigoyen -su segunda presidencia-, fue
acusado de no respetarla y fue removido por un alzamiento militar y reemplazado
por el general José F. Uriburu.

6.-

Una severa crisis mundial afecto al país entre 1929 y 1933. En ese
contexto, los gobiernos comenzaron a reforzar la intervención del estado sobre los
mercados.

 1931: se incrementaron derechos aduaneros y se implantó aranceles de


emergencia sobre importaciones; se aumentaron impuestos internos y se
crearon otros; se implantó el control de cambio.
 1932: se impuso el impuesto a la renta por ley.
 1933: se creó el Banco Central, institución que se dedicó a regular el crédito y
el circulante, centralizar las reservas de oro y divisas, ser contralor de la
actividad de los bancos públicos y privados, y oficiar como agente financiero
del gobierno en relación con la deuda pública.
 Otra institución creada fue el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias,
para sanear la cartera del Banco Nación y de los bancos comerciales,
absorbiendo los activos congelados -créditos no cobrables y propiedades que
no podían liquidarse-. El instituto destinó grandes recursos a estas tareas,
beneficiando los intereses de miles de depositantes y empresas.
 Se dispuso el control de cambios para evitar la acumulación de compromisos
en divisas, al tiempo que el mercado cambiario se desdobló en uno
denominado “oficial” y otro “libre”. 2

2 En el primero, debían venderse las divisas provenientes de las exportaciones

tradicionales; a su vez, el gobierno vendía las libras o dólares los importadores que contaban con
 Este plan económico de Pinedo (ministro de hacienda de Justo) se completó
con la creación de una veintena de agencias estatales, destinadas a regular
los diversos rubros de la producción.3 Su papel varió entre defender la
producción por medio de precios mínimos, limitar la producción para contener
la caída de los precios, mejorar los cultivos, regular la comercialización y las
posibilidades de industrialización y exportación.

7.-

En la década del treinta, el sector industrial se convirtió en el motor de la


economía. En un primer momento, tuvo impulso la industria sustitutiva de
importaciones como resultado de la devaluación de la moneda (entre 1928 -
1932), la elevación de aranceles en 1932 y la imposición de controles cambiarios
y permisos previos. Era medidas para combatir los efectos de la Gran Depresión.
Con ello, la corriente inversora en la producción industrial se fue profundizando.
Empero, los gobiernos de la Concordancia (Justo, Ortiz, Castillo) no
implementaron una política industrial coherente y ordenada. Si bien algunos
sectores lograron que el Congreso los beneficiara con estímulos adicionales4,
faltó una política general.

La década del treinta comenzó con una crisis económica que provocó un
incremento en el número de desocupados. Y quienes conservaron su empleo
vieron reducir su salario. Entre 1929 y 1939 el salario real se contrajo en un
10%, nivel que permaneció hasta 1942. La desocupación se prolongó hasta
1934, año en que la economía se recuperó y el crecimiento de la industria
absorbió mano de obra. Pero los salarios medios no lograban cubrir los gastos
en alimentación, alojamiento, vestimenta y otros de una familia porteña. Esto
impulsó a las mujeres al mercado laboral, como empleadas de la nueva
industria.5

un permiso previo, a un precio más alto. En cambio, en el mercado libre, la oferta de divisa
provenía de las exportaciones no tradicionales y la cotización de las divisas sería un 20% mayor. A
ese mercado, el gobierno derivó todas las operaciones de importación no prioritarias, buscando
desalentarlas. El gobierno podía adquirir divisas en el mercado oficial y colocarlas con un margen
en el mercado libre. Ello le permitía obtener un ingreso importante y modificar la composición y el
origen de las importaciones. Las operaciones de importación en el mercado oficial quedaron
limitadas a los países con los que la Argentina firmó tratados de comercio bilateral.

3
Se destacaron la Junta Reguladora de Grano, la Junta Nacional de Carnes, la Junta
Reguladora de Granos, la Junta Reguladora de la Industria Lechera y la Junta Nacional del
Algodón.

4 Fue el caso de la liberación de derecho para la introducción de equipos para la industria

textil o de insumos químicos, y la devolución de derechos para industrias exportadoras como las
conservas.
5 De los trabajadores argentinos fue el bajo costo relativo de los alimentos, en particular de

la carne, aunque la vivienda continuó siendo un grave problema.


Con respecto a las condiciones laborales, los empleadores eran quienes
fijaban las condiciones de trabajo ajustándose sólo a algunas leyes laborales.
Desde 1937 los obreros industriales comenzaron a gozar derechos establecidos
en los convenios colectivos firmados por los gremios y las cámaras empresarias.

En términos de organización, en 1930 el movimiento obrero se organizó en


la Confederación General del Trabajo (CGT). En la década siguiente, se dio una
la lucha interna entre sectores agrupados en la Unión Ferroviaria y La
Fraternidad – que eran representantes de trabajadores del riel y de los
conductores de locomotoras-, la Confederación Nacional de Empleados de
Comercio, y la Federación Obrera Nacional de la Construcción. Las dos primeras
eran de tendencia socialista, y la última era controlada por dirigentes
comunistas.

Los conflictos obreros se acentuaron con el estallido de la guerra en 1939.


Cuando los militares derrocaron a Castillo en 1943, se encontraron con una CGT
fracturada en dos. El gobierno militar reprimió a los grupos agrupados con los
comunistas y socialistas y reforzó la represión frente a las huelgas. Pero a fines
de 1943, comenzó una etapa de negociación con los sindicatos diseñada por el
titular de la nueva Secretaría de Trabajo y Previsión, el coronel Juan Perón.

8.-

En 1930 un golpe de estado desplazó del gobierno al radicalismo.


Comenzó así una etapa en donde se destacó, desde el punto de vista ideológico,
por una crisis de la mirada liberal sobre el mundo; además, grupos de izquierda
reorientaron sus posiciones hacia el reformismo social; otras voces se
proclamaron nacionalistas.

Dirigentes y grupos realizaron serios planteos electorales de corte


corporativista. Entre estos últimos estaba el sector afín al presidente de facto
entre 1930 y 1932 -el general Félix Uriburu-; además veían a la institución militar
como una pieza central en su proyecto de transformación. Pero el otro grupo
político implicado en el golpe -liderado por el general Justo-, se opuso a esto y
presionaron para que se realizaran elecciones, sin que se modificara la
Constitución.

En 1931 se realizó en la provincia de Buenos Aires las primeras elecciones


después del golpe. Pero que acabó siendo anulada. El radicalismo había vencido
demostrando así que conservaba su caudal electoral. Aunque el partido radical
quiso presentarse a elecciones al año siguiente, decidió finalmente la abstención
en protesta por el veto a su candidato, el ex presidente Alvear. Esto permitió el
triunfo del Justo en las elecciones presidenciales de 1932.
Detrás de Justo, se conformó una alianza parlamentaria, laxa e inorgánica
(Partido Demócrata Nacional, Partido Socialista Independiente6 y la Unión Cívica
Radical Antipersonalista7), llamada luego Concordancia. En la oposición
parlamentaria se conformó la Alianza Civil (Demócrata Progresista y Partido
Socialista) mientras que el radicalismo asumió el papel de oposición disruptiva -
apoyando algunos levantamientos armados con la participación de militares-
hasta que en el año 1935 volvió a participar en las elecciones.

Dentro del radicalismo surgieron dos sectores opuestos a la conducción


interna de Alvear: una agrupación de intelectuales y cuadros políticos llamada
FORJA (Fuerza de Orientación de la Joven Argentina) que se oponía a la
participación electoral, y otro sector crítico de la línea política oficial que luego se
llamaría “intransigencia”. Como novedad, el partido radical por primera presentó
en 1937 un programa formalizado como plataforma electoral para las elecciones
presidenciales de ese año.

En dichas elecciones, el triunfo de la fórmula oficialista integrada por


Ricardo Ortiz -radical antipersonalista-, y Ramón Castillo -conservador de
Catamarca- se logró con abiertos procedimientos de fraude. Pero una vez en el
poder el nuevo presidente Ortiz -apoyado políticamente por Justo más que por los
conservadores – encabezó una campaña contra el fraude: anuló elecciones
opacas de diputados en San Juan, intervino la provincia de Catamarca –territorio
del vicepresidente- y luego la provincia de Buenos Aires. Sin embargo tuvo que
dejar el ejercicio de la presidencia por problemas de salud. Castillo en la
presidencia modificó el gobierno y frenó la política contra el fraude

En 1942 fallecieron Ortiz y Alvear, y en 1943 Justo. Los conservadores se


reagruparon y eligieron como candidato para las siguientes elecciones
presidenciales a Patrón Costas, conservador fuertemente partidario de los Aliados
en la segunda guerra mundial, entonces en pleno desarrollo. El país se había
mantenido neutral y la mayoría de los oficiales del ejército (muchos nacionalistas
y otros filonazis) no querían modificar esa situación.

El 4 junio de 1943 un nuevo golpe militar tuvo lugar y el gobierno de


Castillo cayó sin resistencia. El general Rawson había sido elegido por los
golpistas para reemplazarlo; pero tres días más tarde, quien terminó ocupando la
presidencia de facto fue el general Pedro Ramírez.

9.-

En América latina, en los años treinta la democracia representativa se


configuró como un ideal sin encanto ni credibilidad, obsoleto y anacrónico,
incapaz de representar la nueva realidad social. En cambio prevalecieron

6 Escisión del Partido Socialista.


7 Escisión de la Unión Cívica Radical.
ideologías y modelos políticos contrarios o indiferentes a la democracia liberal y a
las instituciones del derecho.

Por un lado el empuje hacia la democratización se intensificó en la década,


pero por otro encontró menos cauce en las instituciones representativas a las que
rara vez se apeló. Los factores que pesaron en este proceso fueron, en primer
lugar, las abismales desigualdades sociales hicieron que las élites temerosas no
quisieran abrir las puertas a la representación política. En segundo lugar, dicha
desigualdad volvía a la democracia liberal extraña y hostil a los ojos de los
sectores étnicos y sociales que presionaban por su inclusión. Y en tercer lugar, la
democracia política no había alcanzado a echar raíces en los diversos estratos
sociales.

Hubo pocos casos en los que las instituciones de la democracia liberal


resistieron a las presiones y sobrevivieron: Chile, Uruguay y Costa Rica. En otros,
la embestida democrática fue detenida por bruscas reacciones autoritarias, como
en Perú, Bolivia y Nicaragua; o bien fue absorbida en el seno de los regímenes
populistas como en México, Brasil y la Argentina, los cuales respondieron
apelando a la parafernalia nacionalista. Además, se esforzaron por adaptar a la
sociedad moderna el antiguo ideal orgánico y corporativo, sobre la base del cual
dichos regímenes organizaron a las masas y las incluyeron en los nuevos órdenes
sociales, al precio de una fuerte intolerancia al pluralismo.

En la mayor parte de los países, la crisis de los regímenes liberales


condujo a las fuerzas armadas al escenario político, ya sea a través del golpe de
estado –como en Argentina, Brasil y Perú- o bien en funciones políticas, como en
Venezuela durante la larga dictadura de Vicente Gómez. Estos militares
reivindicaban su estatus y su pertenencia a instituciones profesionales
organizadas y -en muchos países- las más modernas y eficientes del estado. En
las sociedades que eran presa de profundos conflictos, las fuerzas armadas
parecían elevarse por encima de la contienda; sus miembros comenzaron a
sentirse en el deber y el derecho de tomar las riendas del gobierno y guiar la
modernización nacional. Sus intervenciones pretendían imponer o restaurar la
unidad allí donde las instituciones democráticas y los pactos constitucionales
fallaban.

Por su parte, los populismos fueron, por un lado, extensos y populares


canales de integración y nacionalización de las masas antes excluidas o
marginadas de la vida política y social. Se propugnó así una integración
económica y mora, puesto que se les otorgó centralidad y se les reconoció
dignidad antes privada. Al hacerlo, recurrieron a una ideología y a prácticas
políticas autoritarias, impermeables u hostiles al pluralismo, en nombre de la
unidad política y doctrinaria del pueblo. De este modo, las masas hicieron su
ingreso en la vida política a través de canales corporativos y en contextos
autoritarios, como fueron los casos del Brasil de Getulio Vargas y del México de
Lázaro Cárdenas.

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