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Con sendos altares le honro en mi hogar y a la vez paso a mis hijos y nietos nuestras
creencias y tradiciones y mi recuerdo para quienes a mí me las transmitieron por
medio de esas alas justo debajo del busto que fuera de mi madre. En Burgos un altar
más grande y con la luz que cambia del rojo al azul y de ahí al verde esperanza que no
llega. El pequeño círculo se incrusta perfectamente, como hecho a la medida de
ese libro en forma de vela que mi hermana me regalara en honor a mi libro que
tanto me duele no haber publicado ya.
En Quintanilla Vivar otro diferente. Con corazones por doquier, desde el colgante
que fuera de mi hija a la figura principal de tía Eusebia. El más impactante para
mí, el que saliera por azar y llevándome la contraria cuando intentaba distribuir
las pequeñas lucecitas a modo de estrellas. Una y otra vez se me volvían a caer.
Fue después cuando me percaté del precioso corazón que formaban. Lo tengo
guardado como otra dulce CARICIA.
Dos perritos custodian un joyero con su cristal en forma de corazón que deja ver
las “JOYAS” que fueran de mi madre con escaso valor monetario, pero suplido, y
con creces, por el valor sentimental. Desde sus pendientes y anillos a la cadena
de La Inmaculada que ella llevara hasta esas diez cuentas que besara a punto de
morir, regalo de su sobrina, pasando por diferentes crucifijos que yo utilizo.
Debajo el regalo póstumo de tía Gloria y que presidió mi hogar las pasadas
Navidades, el Niño apoyado en la cruz. Un ángel vela unas alas que cobijan
a un chiquitín durmiendo plácidamente, en recuerdo de mi nieta a punto
de llegar; una margarita en color rosa a su lado. Trasladé el conjunto a
los pies de la familia junto a mis velas que ese día tuvieron
“encendedora” especial. También se ocupó de quitarles el exceso de cera
que, a veces las ahoga. A falta de apuntes en ese día, las imágenes son
una ayuda excepcional. Cerca de la luz encendida mi nieta hace el
cariñoso gesto de amor con sus dos manos cerca del pecho.
1
Juntas rezamos el Ángelus tras el
encendido y colocación, a su gusto, de los
diferentes enseres. Yo puse la mariposa
negra sobre el corazón. Tanto el joyero
como los perritos que en casa lo
custodiaban, fueron regalo de mi hija a mi
madre, en recuerdo de aquella perrita que
ella salvó transportándola, malherida, en su
delantal, hace muchos años ya, y sus dos
cachorritos. Ver foto final. En ella mi madre de luto, como casi siempre, con su medalla
de la inmaculada en el pecho. Con más relatos en mi libro por editar.
Con fecha del 28 de junio sellé un escrito pidiendo que se controlase ese encendido de los
focos y la sustitución del de la izquierda, que no lucía y
sobre el que aparecía una pegatina invitando a apagar la
luz cuando no se necesite. Al mes siguiente ya se había
solventado.
2
Poco después se nos uniría mi nieto que debió ir al dentista, el pobre. No pude negarle la satisfacción de
encender alguna de las velas. Les encanta. Pero hay que estar siempre con ellos, es peligroso.
Mira atento la estrellita verde con su pequeña llama, la que no debemos perder. LA ESPERANZA.
Sobre el banco el contenedor de la cera restante componiendo un original arcoíris. Malos tiempos, de nuevo los
colores a vueltas. Que si el rojo que si el azul, al verde ni se le espera.
Dos días antes, el 23 de junio, estas fotos que me traen innumerables recuerdos. Son las traseras de las
escuelas y la iglesia. Mi nieto con su pegatina en el brazo me recuerda a las que yo me ponía, que venían de
regalo en el chicle. Arriba la ventana de mi clase donde más de una tarde permanecí castigada con mis dos
compañeras de fatigas, por no dividir bien. Mira a un viejo trillo. ¡Cuántos sudores! Un carretillo oxidado está
apoyad o contra la pared. Justo por donde él pasa, su abuela rebuscaba carbón para la estufa en la escuela. En
la primera ventana lo que podría ser otra trasera, en esta ocasión de un ordenador, o frigo. Los tiempos van
cambiando. En la otra imagen el lugar donde corría de niña junto a mis compañeras, hacia el cercano lugar
donde había un pequeño alto. En el jardín de la casa de la imagen, aún puedo recordar a aquel árbol repleto de
lilas moradas que adornaban nuestros ramos y bandejas ofrecidos en el mes de mayo a la Virgen María. Los
chicos solían subir a cogerlas, algo que no gustaba nada a su dueño.
3
Esta es la imagen que culminaba aquellas bonitas escaleras adornadas con flores
y candelabros. La misma a la que decíamos nuestros piropos en verso en los
meses de mayo.
A ver si es verdad.
Muy cerca de la casa de aquella niña tan enferma que yo visitaba, pero que
al final lo superó, saco esta bonita foto de la procesión camino del segundo
altar, aquel 23 de junio celebración del Corpus
Cristi, trasladado de ese Jueves que reluce más que
el sol. Víctima de ”los retoques” se podría decir, y
no “repiques” de campanas .
Una niña mira muy atenta. A sus pies unos cuantos pétalos de rosas.
Junto a ella la joven que, sin duda tratará de hacerla comprender qué significa cuanto
están viendo sus infantiles ojos.
4
Doblando la esquina la casa desde la que podíamos ver la
recién estrenada televisión, allá por los años 50-60
cuando éramos unos niños poco mayores que ella.
Aquella entrada que tan lujosa nos parecía y donde
debíamos descalzarnos de nuestros zapatos, la mayoría
de las veces hasta arriba de barro, acogía el altar
presidido, cómo no, por El Sagrado Corazón de Jesús.
Ya en la plaza inmortalizo, una vez más, la cruz de nuestros caídos por Dios y por España.
Unos jóvenes charlan animadamente. El olivo luce mucho más enderezado
amarrado a la cruz.
Falta nos hace perrito guardián. Me recuerdo de mis juegos con mis nietos
en el parque. Al escondite, si quien ha de buscar no se arriesga y sale,
abandonando su zona de confort, le van contando: “PERRITO GUARDÍAN
UNO, PERRITO GUARDIÁN, DOS, así hasta tres. Pues eso. Yo seguiré en
mi noble y ardua tarea de denunciar cuanto de malo vea. Los tiempos van
cambiando, evolucionando, dicen ahora, es normal, pero hay cosas que no
pueden mutar. Quememos todo lo malo, quedémonos con lo bueno. Un niño
mira la hoguera desde los cómodos hombros de su padre.
5
LATIDOS
A punto de terminar
Latidos de corazones
es un acto criminal,