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MARXISMO

La propuesta fundamental de Marx, la que postula en «El capital» es alcanzar


una sociedad sin distinción de clases donde tanto el proceso de producción,
como las fuerzas productivas y las relaciones que surgen de la producción se
conviertan en un bien social. En esto se diferencia del capitalismo donde el
trabajo es social pero la apropiación del mismo es privado, donde se compra
trabajo por dinero.

El análisis de las sociedades de Marx estaba basado en la división de clases


propuesta por el capitalismo, la cual no coincidía en nada con la noción que el
intelectual tenía de lo que era una sociedad justa. Por un lado estaba la clase
trabajadora, a la que también llama proletariado, quienes venden su mano de
obra y reciben dinero a cambio, pero que no poseen los medios para la
producción, los principales responsables de otorgar riqueza a una sociedad
(construyen, fabrican, producen servicios, etc)a su vez esta clase se encuentra
dividida en proletariado ordinario (quienes consiguen trabajo fácilmente y
reciben un pago medianamente razonable por sus servicios)y
lumpenproletariado (aquellos que viven en la pobreza absoluta y no consiguen
trabajos estables: inmigrantes, prostitutas, mendigos, etc). La otra clase es la
burguesía a la que pertenecen quienes tienen los medios de producción y
compran el servicio del proletariado para su explotación. Esta clase puede
dividirse en burguesía muy rica y pequeña burguesía (estos últimos son
quienes emplean la mano de obra pero además deben trabajar: comerciantes,
pequeños propietarios, campesinos con poca tierra, etc).

La idea del marxismo es expropiar los medios de producción de la burguesía y


dejarlos en manos del proletariado a fin de que sean las clases trabajadoras las
únicas que se beneficien del fruto de su trabajo. De todos modos, este análisis
no incluye mecanismos de terminar con la división de clases. El anarquismo,
surgido años más tarde, se aferró a la idea de acabar con ellas, y sus
pensadores fundamentales Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin tacharon al
marxismo de incoherente al proponer una revolución dejando la existencia de
un Estado. Aseguraban que una verdadera revolución debe terminar no sólo
con las divisiones sociales de tipo económicas, sino también con las jerarquías
políticas. Sin embargo, la historia terminó dejando al anarquismo como una
utopía todavía más lejana que el propio marxismo.

En el campo de las religiones, el marxismo siempre ha sido totalmente


contrario a ellas. Existe una frase que dice que la religión es el opio de los
pueblos que, pese a que no se conoce si fue en verdad Marx, Nietzsche o Mao
Tse Tung quien la pronunció primero, puede definir claramente la opinión que
los marxistas y posteriormente comunistas tienen sobre las creencias
religiosas. Cabe señalar que para el marxismo la esencia de todo ser humano
se encuentra en el conjunto de sus relaciones con los demás individuos del
grupo. Relaciones que son espirituales y materiales y donde la conciencia
individual y colectiva ocupan uno de los lugares fundamentales.

Después de la muerte de Marx, ocurrida en 1883, surgieron varias divisiones


dentro del partido, una de las principales fue la de los socialdemócratas
(consideraban que el socialismo podía desarrollarse en una sociedad
capitalista y pluripartidista) y los comunistas (apelaban a la revolución como
motor para un cambio absolutamente estructural), los cuales fueron
fundamentales para el desarrollo de los hechos políticos que se vieron a
principios del siglo XX. Estos partidos se inspiraron en el marxismo para
emprender sus revoluciones. Entre las más importantes del siglo se
encontraron, la revolución bolchevique encabezada por Vladimir Lenin y León
Trotsky, que se llevó a cabo en octubre de 1917 en Rusia, resultó el primer
intento a gran escala para instalar un Estado obrero de características
socialistas. De este modo el marxismo soviético terminó transformándose en
estalinismo, un movimiento liderado por Iósif Stalin y criticado por muchos
marxistas por considerar que su espíritu es dictatorial y burocrático.

Tras la Segunda Guerra Mundial, y gracias al respaldo soviético, el Partido


Comunista logró llegar al poder en la República Popular China, Vietnam,
Alemania Oriental, Polonia, Albania y Rumania, entre otros países.

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