No es la primera vez que un líder político hace este tipo de declaraciones. Por
ejemplo, Bolsonaro propuso disminuir la inversión en ciencias sociales para
promover profesiones "que generen retorno inmediato al contribuyente". A pesar
de que López está lejos de la extrema derecha de Bolsonaro, su comentario no es
tan distante de la absurda iniciativa del presidente brasileño. Y esto es uno de los
problemas actuales: priorizar el mercado antes que el conocimiento. Buscan
formar mano de obra que enriquezca a las grandes empresas y no sujetos capaces
de pensar.
“Las industrias culturales, en el 2016 (último dato mostrado por la cuenta satélite
de cultura del Dane), movieron 6,2 billones de pesos, y del 2005 al 2017, tuvo
una participación promedio del valor agregado del 1,1% del total del PIB
nacional, estando por encima de sectores como el del café”, señaló Ximena
Tapias, directora de la UCEP.
La cultura y el arte aportan a la economía. Invertir en mayores presupuestos no es
un gasto innecesario, es esencial para el desarrollo. Al igual que la ciencia, que
debería ser prioridad en la inversión nacional. En Japón, los artistas son uno de
los profesionales más respetados. El arte es relevante porque comprende la
condición humana, genera pensamiento crítico y reflexión. Mientras que en
Corea del Sur la investigación y la ciencia son primordiales. Entienden la
importancia de estas disciplinas para el progreso. Por eso son los países más
desarrollados del mundo. En Colombia, algunos consideran que las humanidades
son una pérdida de tiempo. Nos dicen hasta qué tenemos que estudiar. No
quieren que aprendamos a pensar. Sólo les interesa la mano de obra barata que
perpetúe la desigualdad.