EL FIN CERCANO.
! No todo está perdido para vosotros los mas, tenéis el aliciente de morir
a manos de la verdad, que es portada por una horda furiosa y divina
que a marcha forzada se acerca a este mundo donde vosotros habitáis!
! Yo uno de los menos os aseguro que ese hacedor del dolor no os creo,
que ese vuestro Dios, os engaño, y os tiene sumido en un mundo de
ilusión donde creéis que sois, pero en realidad es el, el hacedor en
vosotros que creéis que sois!
! Adiós!
! El fin!
Esta lucha es para unos pocos, muy pocos, se requiere mucho valor,
voluntad y desapego de las cosas del mundo; ésta actitud, este
modo de ser y hacer no se adquiere como un hecho de simonía; se trae
como potencia espiritual, siendo condición importantísima para cualquier
acción de guerra para liberar el espíritu de la ilusión de las cosas
creadas.
“Lo que puede ser visto son figuras y colores. Lo que puede ser
oído son nombres y voces ¡Triste cosa! Los hombres del mundo
creen que las figuras, los colores, los nombres y las voces
pueden bastar para captar sus verdaderas realidades. Pero las
figuras, los colores, los nombres y las voces, en realidad no
bastan para aprender su verdad porque son pura ilusión”.
(Cataros)
“Al entablar contacto con las cosas, el espíritu se traba con ellas
originándose en él la lucha diaria. Son pequeñas inquietudes que
le acucian, o grandes temores que le paralizan totalmente.
Brotan de pronto como disparadas por resorte de ballesta. El
mecanismo que las dispara es la distinción del es y el no es. La
alegría y la ira, la tristeza y el gozo, las preocupaciones y los
lamentos se van alternando o se estancan haciéndose crónicos.
Van brotando con liviana lujuria y profusa prodigalidad como
sonido que nacen en el vacío y hongos que cría la humanidad”.
(Cataros)
Son los arquetipos que desde la esfera de sombra (en el vacío) emergen
(brotan dice en la esfera de luz ante el Yo, como temores, deseos
sentimientos, preocupaciones etc. Muchos pierden energía y retornan a
la esfera de sombra, otros se estabilizan (se hacen crónicos).
El espíritu del hombre sabio es como un espejo; a nadie despide,
a nadie acoge; refleja, pero nada guarda. Así triunfa de las cosas
sin recibir daño de ellas”.