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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL”

FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEMA:

- Actos Administrativos

ASIGNATURA:

- Derecho Procesal Administrativo


DOCENTE:

- Manuel Sánchez Correa


ALUMNOS:
- Gálvez Correa, Manuel
- Marchena Diez, Fernanda
- Rojas Terrones, Danuska
- Rojas Vargas, Ahsly

Ciclo IV Sección: 1 Aula de Simulación

Chepén, 22 de septiembre de 2018


Facultad de Derecho
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN _________________________________________________________ 4
CAPÍTULO I: ACTO ADMINISTRATIVO _____________________________________ 5
1. Definición _____________________________________________________________ 5
2. Hechos Y Actos De La Administración Que No Configuran Actos Administrativos ____ 5
3. El Caso De Los Contratos Administrativos ____________________________________ 6
4. Diferencias Entre Los Actos Administrativos Y Los Reglamentos __________________ 6
5. Los Principios Rectores De Los Actos Administrativos __________________________ 7
5.1. Ejecutividad ___________________________________________________________ 7
5.2. Ejecutoriedad __________________________________________________________ 8
5.3. Impugnabilidad ________________________________________________________ 8
5.4. Irrevocabilidad _________________________________________________________ 9
5.5. Discrecionalidad limitada_________________________________________________ 9
6. Elementos Del Acto Administrativo ________________________________________ 10
6.1. Requisitos esenciales ___________________________________________________ 10
6.2. Elementos no esenciales _________________________________________________ 14
7. Actos De Administración Interna __________________________________________ 16
7.1. Distinción con los actos administrativos ____________________________________ 16
7.2. ¿Son impugnables los actos de administración interna? _________________________ 17
7.3. Decisiones internas de mero trámite________________________________________ 17
7.4. Las comunicaciones internas de la Administración ____________________________ 17
8. Notificación De Actos Administrativos ______________________________________ 18
8.1. Requisitos ___________________________________________________________ 18
8.2. Plazo _______________________________________________________________ 19
8.3. Realización de la notificación ____________________________________________ 19
8.4. La notificación personal y los ajustes efectuados por el Decreto Legislativo N. º 1029 _ 20
8.5. Notificación no personal ________________________________________________ 21
8.6. Actos con dispensa de notificación ________________________________________ 22
9. La Publicación Del Acto Administrativo _____________________________________ 22
9.1. La publicación como notificación _________________________________________ 22
9.2. Requisitos ___________________________________________________________ 23
CAPITULO II: SUJETOS DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO __________ 24
1. Sujetos Del Procedimiento ________________________________________________ 24
1.1. Administrados ________________________________________________________ 24
1.2. Autoridad administrativa ________________________________________________ 24
2. De Los Administrados ___________________________________________________ 24

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2.1. Capacidad procesal ____________________________________________________ 24
2.2. Representación de personas jurídicas _______________________________________ 24
2.3. Libertad de actuación procesal ____________________________________________ 24
2.4. Derechos de los administrados ____________________________________________ 25
2.5. Deberes generales de los administrados en el procedimiento _____________________ 25
3. Suministro De Información A Las Entidades _________________________________ 26
4. Comparecencia Personal _________________________________________________ 26
4.1. Formalidades de la comparecencia __________________________________________________ 26
5. Terceros Administrados __________________________________________________ 26
6. De La Autoridad Administrativa ___________________________________________ 27
6.1. Fuente de competencia administrativa ______________________________________ 27
6.2. Presunción de competencia desconcentrada __________________________________ 27
6.3. Carácter inalienable de la competencia administrativa __________________________ 27
6.4. Conflicto con la función jurisdiccional _____________________________________ 27
6.5. Ejercicio de la competencia ______________________________________________ 28
6.6. Cambios de competencia por motivos organizacionales ________________________ 28
6.7. Delegación de competencia ______________________________________________ 28
6.8. Deber de vigilancia del delegante _________________________________________ 28
6.9. Avocación de competencia ______________________________________________ 28
6.10. Disposición común a la delegación y avocación de competencia __________________ 29
6.11. Encargo de gestión _____________________________________________________ 29
6.12. Delegación de firma ____________________________________________________ 29
6.13. Suplencia 29
6.14. Desconcentración ______________________________________________________ 29
6.15. Deberes de las autoridades en los procedimientos _____________________________ 30
7. Abstención ____________________________________________________________ 30
7.1. Promoción de la abstención ______________________________________________ 31
7.2. Disposición superior de abstención ________________________________________ 31
7.3. Consecuencias de la no abstención ________________________________________ 31
7.4. Trámite de abstención __________________________________________________ 32
7.5. Impugnación de la decisión ______________________________________________ 32
7.6. Apartamiento de la autoridad abstenida _____________________________________ 32
CONCLUSIONES ________________________________________________________ 33
BIBLIOGRAFÍA _________________________________________________________ 34

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INTRODUCCIÓN
La adecuada regulación del funcionamiento de la Administración Pública, así como de la
tramitación del procedimiento administrativo es de importancia medular para el derecho
público en general y el derecho administrativo en particular. Ello porque la reglamentación de
dichas materias debe asegurar la obtención de este delicado equilibrio que debe existir entre los
intereses de los administrados y el llamado interés general, concepto este último que tiende a
identificarse con los de interés público o bien común, y que consiste en aquello que beneficia
favorablemente a la colectividad en su conjunto.

La finalidad del ordenamiento del funcionamiento de la Administración Pública y del


procedimiento administrativo es muy clara, puesto que se pretende establecer el régimen
jurídico aplicable para que la actuación de la Administración Pública sirva para la protección
del interés general, buscando de esta manera —al mismo tiempo— garantizar los derechos e
intereses de los administrados, y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en
general1.

Por otro lado, es evidente que la Administración Pública tiene como finalidad primordial la
satisfacción del interés general, a través de los mecanismos que el ordenamiento jurídico le
facilita. La función administrativa constituye, como veremos seguidamente, la plasmación de
dicha búsqueda de tutela de los intereses de la colectividad, que es como se define al interés
general; cuya definición no es obvia, sino que requiere de una construcción jurídica. Esta resulta
ser la función más amplia que se utiliza en la esfera pública, que además no se restringe al
Estado, sino que incluso puede ser ejercida por los particulares.

Además, el derecho administrativo, al regular el funcionamiento de la Administración Pública


y el procedimiento administrativo, propende al bienestar general, puesto que permite que el
administrado acceda con mayor facilidad —y por ende, a un menor costo— a la Administración
Pública. Ello a su vez permite reducir la informalidad, que genera desarrollo económico y
social, en especial en un país en el cual la ausencia de formalidad es muy alta, que impide la
incorporación a la legalidad de un conjunto muy alto de personas, naturales y jurídicas

Por último, es necesario recalcar que este trabajo fue realizado con el objetivo de brindar y
complementar la información obtenida a lo largo de nuestra carrera. Por ello les pedimos sepan
disculpar los errores involuntarios y la sencillez del trabajo

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CAPÍTULO I: ACTO ADMINISTRATIVO

1. DEFINICIÓN
Se define doctrinariamente como Acto Administrativo a la decisión general o especial que, en ejercicio
de la función administrativa, toma en forma unilateral la autoridad administrativa, y que afecta a
derechos, deberes e intereses de particulares o de entidades públicas, de acuerdo con la Ley del
Procedimiento Administrativo General. Son actos administrativos, entonces, las declaraciones de las
entidades que, en el marco de normas de derecho público, están destinadas a producir efectos jurídicos
sobre los intereses, obligaciones o derechos de los administrados dentro de una situación concreta.
Dentro de la división tripartita tradicional de los poderes públicos, el acto administrativo es el que
procede en ejercicio de la función administrativa, a diferencia del acto legislativo (conformada por
resolución legislativa o ley) y del acto judicial (resolución judicial, sea decreto, auto o sentencia). No
obstante ello, el acto administrativo no necesariamente proviene del Poder Ejecutivo, dado que puede
ser generado por cualquier otro ente en ejercicio de su función administrativa.
Por otro lado, la autoridad o el agente ha de obrar como representante de la Administración pública en
tanto que entidad sometida al derecho público; ya que, de proceder como si estuviera regida por el
derecho privado —situación a su vez autorizada por el derecho público—, las relaciones encuadran
dentro de las civiles o comunes sin los privilegios que en todo caso se atribuyen al Estado y a otras
entidades derivadas de su ius imperium.
Prácticamente integran actos administrativos todas las resoluciones y disposiciones, verbales o escritas
(singularmente estas, debido a su constancia); sean acuerdos, órdenes, decretos, instrucciones, que
dicten desde el Jefe de Estado hasta los alcaldes. En tal sentido, la definición de entidad pública que
maneja la Ley es bastante amplia, en la cual se considera, inclusive las personas jurídicas que se
encuentran bajo el régimen privado y que prestan servicios públicos o ejercen función administrativa,
en virtud de concesión, delegación o autorización del Estado, conforme a la normativa de la materia.
Asimismo, debemos interpretar qué debe entenderse por Administración Pública: O dicho término se
define con un criterio orgánico, identificándose con los órganos de la Administración Pública como
incorrectamente lo ha hecho el artículo I del Título Preliminar de la Ley de Procedimiento
Administrativo General; o dicho término se define más bien con un criterio material, identificándolo
con el ejercicio de la función administrativa, lo que también produciría una definición incompleta del
acto administrativo; o más bien, dicho término se define a través de criterios combinados de orden
material, formal y orgánico, que es lo que se ha pretendido líneas arriba.
La naturaleza del acto que genera efectos respecto de particulares es un elemento adicional a tomar en
cuenta. A diferencia del acto legislativo o de los actos normativos en general, el acto administrativo
genera efectos individualizados o individualizables. Los actos administrativos no producen efectos
generales y abstractos, sino más bien operan en una situación concreta, como establece la norma. En
consecuencia, no existen los actos administrativos de naturaleza normativa.

2. Hechos y actos de la administración que no configuran actos administrativos


Ahora bien, es necesario definir qué hechos y situaciones no se consideran actos administrativos. De
conformidad con la norma que es materia de estudio, no son actos administrativos aquellos que no
generan efectos respecto a los administrados, así como aquellos actos que no se encuentran sometidos

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directamente al derecho público. Ejemplos de lo antes indicado podemos ver en los párrafos que
siguen.
En efecto, no son actos administrativos los comportamientos y actividades materiales de la
Administración, que no se configuran en instrumentos legales y que no afectan derechos de las
personas. A esto último, buena parte de la doctrina lo denomina hecho de la administración, para
diferenciarlo del simple acto o del acto administrativo propiamente dicho, lo cual no es óbice para
considerar que dicho acto se da en cumplimiento de la función administrativa de la entidad.
Además, debemos considerar en este rubro a los llamados actos de administración interna, que no son
actos administrativos puesto que no afectan a los terceros que no forman parte de la entidad, como lo
hemos señalado líneas arriba. Los actos de administración interna de las entidades están destinados a
organizar o hacer funcionar las actividades o servicios de las mismas. Estos actos son regulados por
cada entidad, con sujeción a las disposiciones del Título Preliminar de esta Ley, y de aquellas normas
que expresamente así lo establezcan. Sin embargo, de acuerdo con el artículo 7º de la Ley dichos actos
requieren ciertos requisitos para su validez, la misma que se traduce en efectos jurídicos concretos,
como veremos más adelante.
Por otro lado, no son actos administrativos aquellos actos de la administración que caen bajo la esfera
del derecho privado, sean estos unilaterales o bilaterales, en los cuales la Administración actúa como
si fuese un ente privado. Ejemplos de ello son los contratos de la Administración que no caen dentro
de la categoría de contratos administrativos o de las declaraciones sometidas al derecho civil. De
hecho, gran parte del personal de la Administración Pública moderna se encuentran sometidos al
régimen laboral de la actividad privada o a contratación civil.

3. El caso de los contratos administrativos


Finalmente no son actos administrativos los contratos de naturaleza administrativa, al no implicar los
mismos una declaración por parte de la Administración, sino más bien un acuerdo entre un particular
y el Estado o entre dos entes estatales. Puede definirse el contrato administrativo como aquel en que
la Administración ejerce prerrogativas en cuanto a su interpretación, ejecución y extinción, cuidando
de no alterar la ecuación financiera del mismo.
El objeto de este contrato se rige, en consecuencia, por el derecho público. Si bien en todo contrato
administrativo tiene que participar por lo menos un órgano público en ejercicio de función
administrativa, la naturaleza bilateral del mismo impide considerarlo un acto administrativo. Ello no
impide que existan ciertos actos administrativos en el proceso de selección iniciado a propósito de la
celebración de dicho contrato administrativo, como podría ser por ejemplo el propio otorgamiento de
la buena pro.

4. Diferencias entre los actos administrativos y los reglamentos


Hasta hace algún tiempo, parte de la doctrina y la legislación comparada con- fundía los reglamentos
con los actos administrativos. Dicha confusión se basaba en la existencia de actos emitidos por la
administración que poseían alcance general, actos que por su naturaleza conformaban en realidad
normas jurídicas emitidas por las entidades administrativas. Por ello resultó indispensable establecer
claras diferencias entre unos y otros. En primer término, y como venimos refiriendo, el acto
administrativo tiene siempre efectos particulares, mientras que el reglamento administrativo tiene
efectos generales.
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Sin embargo, algún sector de la doctrina, en especial en materia regulatoria, señala la existencia de
reglamentos singulares, que regulan la prestación del servicio por parte de una sola empresa o entidad
regulada. Dicha regulación singular únicamente se justifica ante la existencia de monopolio, en la cual
la regulación del mercado equivale a la regulación de la única empresa que existe en aquel. En situación
de competencia dicha regulación singular es evidente- mente inconsistente.
Asimismo, el marco legal a aplicar es distinto: el reglamento se basa en la Ley del Poder Ejecutivo y
las normas legales respectivas, en particular las que refieren a la estructura estatal; mientras que el acto
administrativo se basa en la Ley de Procedimiento Administrativo General y en ciertas normas
especiales. A su vez, los actos administrativos deben emitirse respetando incluso los reglamentos que
regulan la actividad administrativa en cuestión. Como resultado, los reglamentos requieren ser
publicados, para asegurar su conocimiento por parte de quienes se verán afectados por el mismo,
mientras que el acto administrativo requiere ser modificado, siendo su publicación una situación más
bien especial.
Por otro lado, contra el acto administrativo cabe no solo el recurso administrativo, sino también la
iniciación del proceso contencioso administrativo, el mismo que procede contra gran parte de las
actuaciones administrativas; mientras que contra el reglamento cabe únicamente la acción popular, de
conformidad con lo establecido por la Constitución. El actual proceso contencioso administrativo es
un mecanismo de plena jurisdicción, que permite una defensa más eficiente de los intereses de los
particulares, pero que no incorpora la impugnación de reglamentos, diferencia de lo que ocurre en la
regulación de dicho proceso Sin embargo, la Constitución reconoce dos tipos de resoluciones emitidas
por entidades públicas que no admiten impugnación judicial alguna: las emitidas por el Consejo
Nacional de la Magistratura, en cuanto a la destitución de magistrados, y las emitidas en materia
electoral por el Jurado Nacional de Elecciones. Sin embargo, y en el caso particular de las resoluciones
del primero de los organismos nombrados, el Tribunal Constitucional ha resuelto en reiteradas
oportunidades que el citado ente puede revisar las resoluciones del Consejo Nacional de la
Magistratura cuando se haya generado una afectación a derechos fundamentales de la persona, no
obstante que en recientes sentencias se ha pronunciado declarando infundadas las demandas de amparo
en cuestión.

5. LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS


La doctrina reconoce ciertos principios aplicables a los actos administrativos, los cuales le otorgan una
definición propia en el ordenamiento jurídico y que permiten distinguirlo de otras figuras provenientes
del derecho privado, y en particular, del acto jurídico civil.

5.1. Ejecutividad
Es aquella virtud de la cual, los actos administrativos firmes, así como los que agotaron la vía
administrativa, producen los efectos perseguidos por su emisión. La ejecutividad es la idoneidad
del acto administrativo para obtener el objetivo para el cual ha sido dictado. La ejecutividad
propiamente dicha está constituida por la condición especial de estos actos cuya eficacia implica
actuaciones y operaciones materiales a ser cumplidos por el propio órgano que lo dictó o por
cualquier otro órgano actuante dentro de la esfera administrativa. La ejecutividad resulta ser
entonces resultado directo del principio de legitimidad de los actos administrativos.

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5.2. Ejecutoriedad
Este principio implica una cualidad más específica de los actos administrativos, puesto que es
igualmente una condición relativa de eficacia del acto, pero solo de los actos capaces de incidir en
la esfera jurídica de los particulares imponiéndole cargos tanto reales como personales, de hacer,
de dar o abstenerse.
Lo relevante de la ejecutoriedad es que la administración puede obtener el cumplimiento del
ordenado aún en contra de la voluntad del administrado y sin necesidad de recurrir a los órganos
jurisdiccionales, tal como lo establece la Ley de Procedimiento Administrativo General, la misma
que sin embargo no define que debe entenderse por carácter ejecutorio, dejando la definición a la
doctrina y la jurisprudencia.
Por otro lado, es necesario señalar que el acto administrativo puede perder su carácter ejecutorio,
dada la ocurrencia de determinadas consideraciones. A ello la doctrina denomina decaimiento del
acto administrativo. La razón más importante de decaimiento del acto tiene que ver con el paso del
tiempo.
En nuestra legislación se habla de un término de cinco años, transcurrido el cual el acto
administrativo pierde ejecutoriedad, facultándose al administrado la oposición del decaimiento a
fin de evitar la ejecución forzosa del acto. Sin embargo, el acto administrativo puede perder
ejecutoriedad también por suspensión provisional en los casos establecidos por la Ley, o cuando se
cumpla la condición resolutiva a que estaba sujeto el mismo.
Finalmente, existen algunos actos administrativos que requiere que la Administración recurra al
Poder Judicial a fin de hacer efectiva su ejecución. Un ejemplo claro de lo que acabamos de
comentar el supuesto contenido de la reciente Ley Orgánica de Municipalidades, en la cual se señala
que la autoridad municipal debe obtener autorización judicial para demoler obras inmobiliarias que
contravengan determinadas normas jurídicas.

5.3. Impugnabilidad
Los actos administrativos, en principio, son susceptibles de ser impugnados, sea
administrativamente —a través de los recursos administrativos existentes— si es que existe dicha
vía; y/o judicialmente, a través del proceso contencioso administrativo, denominado anteriormente
impugnación de acto o resolución administrativa como figuraba en nuestro Código Procesal Civil,
opción que evidentemente limitaba las opciones del particular, a fin de obtener la revocación de
dichos actos.
Sin embargo, la Constitución reconoce dos tipos de resoluciones emitidas por entidades públicas
que no admiten impugnación judicial alguna: las emitidas por el Consejo Nacional de la
Magistratura, en cuanto a la destitución de magistrados, y las emitidas en materia electoral por el
Jurado Nacional de Elecciones.
Sin embargo, y en el caso particular de las resoluciones del primero de los organismos nombrados,
el Tribunal Constitucional ha resuelto en reiteradas oportunidades que el citado ente puede revisar
las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura cuando se haya generado una afectación
a derechos fundamentales de la persona, no obstante que en recientes sentencias se ha pronunciado
declarando infundadas las demandas de amparo en cuestión.

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5.4. Irrevocabilidad
En principio, los actos administrativos son irrevocables una vez emitidos por la autoridad
competente y en el supuesto de que favorezcan al administrado. En consecuencia, los actos
administrativos declarativos o constitutivos de derechos o intereses legítimos no pueden ser
revocados, modificados o sustituidos, de oficio, sea por razones de oportunidad, mérito o
conveniencia por parte de la entidad que los emitió.
Sin embargo, y excepcionalmente, cabe la revocación de actos administrativos, con efectos siempre
a futuro, en ciertos casos establecidos taxativamente por la Ley de Procedimiento Administrativo
General. En primer lugar, cabe revocar actos administrativos cuando la facultad revocatoria haya
sido expresamente establecida por una norma con rango legal y siempre que se cumplan los
requisitos previstos en dicha norma. Si bien la Ley establece que este es un elemento alternativo,
en puridad debe considerarse como un elemento concurrente, toda vez que la potestad revocatoria
deberá estar siempre determinada por la Ley, dado su carácter excepcional. A su vez, la norma
materia de estudio no distingue en este supuesto entre actos favorables y actos desfavorables,
mientras que en derecho comparado queda claro que solo puede ser materia de revocación los
últimos de los mencionados.
Por otro lado, cabe la revocación cuando sobrevenga la desaparición de las condiciones exigidas
legalmente para la emisión del acto administrativo cuya permanencia sea indispensable para la
existencia de la relación jurídica creada. En este caso, el acto administrativo que se revoca es
evidentemente favorable al administrado y, por ello, el empleo de este mecanismo debe ser
excepcional.
Finalmente, procede la citada revocación cuando apreciando elementos de juicio sobrevinientes se
favorezca legalmente a los destinatarios del acto y siempre que no se genere perjuicios a terceros.
El citado supuesto no ofrece mayores complicaciones, puesto que siempre podrá beneficiarse al
administrado a través de la revocación del acto administrativo que no lo favorezca, en especial si
es un acto de gravamen.
A fin de cautelar los derechos de los administrados que puedan verse afectados, la revocación
solamente podrá ser declarada por la más alta autoridad de la entidad competente, previa
oportunidad a los posibles afectados para presentar sus alegatos y evidencia en su favor. La
revocación, en consecuencia, siempre será resultado de un procedimiento de oficio. Asimismo, la
resolución revocatoria deberá establecer el monto de la respectiva indemnización, cuando la misma
genere perjuicio económico al particular, en aplicación del principio general de responsabilidad
patrimonial de la Administración Pública.
Finalmente, el acto que declara la revocación de otros actos administrativos genera el agotamiento
de la vía administrativa, lo cual deja el camino expedito para la iniciación del proceso contencioso
administrativo.

5.5. Discrecionalidad limitada


La Ley consagra la existencia de discrecionalidad administrativa de manera restrictiva, permitiendo
que, por disposición legal o reglamentaria, pueda dejarse algunas medidas o providencias a juicio
de la autoridad competente. La posibilidad de disponer un margen de libre apreciación que permita
al órgano administrativo aplicar su criterio de oportunidad y conveniencia en la emanación del acto,
no emerge solo del legislador sino también del uso de la potestad reglamentaria ya que si por dicha

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vía puede acordarse la discrecionalidad, esta deberá efectuarse manteniendo la debida
proporcionalidad y adecuación con la situación específica que se había planteado.
Es claro, sin embargo, que la tendencia en el derecho administrativo moderno está enfocada en
limitar dicha discrecionalidad dentro de márgenes lo suficientemente estrechos como para impedir
la emisión de decisiones arbitrarias. De hecho, la doctrina y la jurisprudencia comparada han
establecido la posibilidad de establecer control jurídico incluso de las decisiones administrativas en
las cuales se ha dejado cierto margen de acción al órgano administrativo, lo cual se hace efectivo a
través de la interdicción de la arbitrariedad—que también se encuentra presente en la legislación
peruana— y la aplicación de los principios generales del Derecho.

6. ELEMENTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO


Los actos administrativos poseen elementos que lo configuran y definen su estructura, diferenciándose
aquellos que resultan ser esenciales para su validez —sine qua non—, de aquellos que no son
esenciales para reputar el acto como válido; pero que sin embargo, pueden estar presentes en su
configuración.

6.1. Requisitos esenciales


Son aquellos que si faltan o están viciados provocan la invalidez del acto, retro- trayéndose todo a
la situación anterior, como si no hubiera se hubiera emitido acto administrativo alguno.
Evidentemente, el acto administrativo es válido si cumple con los requisitos establecidos por la
Ley, es decir, si es emitido con- forme a la normatividad existente.

6.1.1. Competencia

Aptitud legal expresa que tiene un órgano para actuar, en razón del lugar (o territorio), la materia,
el grado, la cuantía y/o el tiempo. Se entiende por competencia, entonces, el conjunto de
atribuciones de los órganos y entes que componen el Estado, las mismas que son precisadas por
el ordenamiento jurídico. Dicha competencia se ejerce a través de la autoridad regularmente
nominada al momento del dictado y en caso de los órganos colegiados, cumpliendo los requisitos
de sesión, quórum y deliberación, indispensables para su emisión.
La competencia por razón de territorio hace referencia al ámbito espacial respecto del cual se
establece las facultades del ente administrativo, al lugar donde la entidad ejerce su influencia. Las
municipalidades, por ejemplo, tienen ámbitos territoriales específicos. Lo mismo ocurre con las
oficinas desconcentradas de los ministerios u otras entidades públicas.
La competencia por razón de materia implica aquello respecto de lo cual puede resolver la entidad,
de acuerdo a lo previsto por la Ley, en especial cuando las entidades pertenecen a sectores
distintos de la Administración Pública. Se refiere a las actividades o tareas que legítimamente
puede desempeñar el órgano, al objeto de los actos y a las situaciones de hecho ante las que puede
dictarlos.
La competencia por razón de grado se establece en cuanto la ubicación jerárquica del órgano
destinado a resolver, al nivel que ocupa en el organigrama del ente en cuestión. Y es que la
competencia puede variar dependiendo de la jerarquía del funcionario dentro de un organismo
público o entidad administrativa.

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Asimismo, la competencia por razón de tiempo hace referencia, en primer lugar, a los turnos de
los entes administrativos que ejercen la misma función en momentos distintos, como podrían ser
las competencias asignadas a las salas de los tribunales administrativos, por ejemplo, cosa que
aun así resulta poco común. Por otro lado, la competencia temporal se adquiere una vez que el
funcionario o autoridad se encuentra investido en el cargo, a fin de poder cumplir sus funciones.
Ello incluye también las circunstancias de adquisición de competencia a través de la delegación.
Finalmente, las situaciones en que se establecen competencias distintas por razón de cuantía
resultan ser menos comunes que las que generan los tipos de competencia que hemos reseñado en
los párrafos precedentes. En algunos casos, se establecen competencias por el monto o el valor de
los bienes o servicios respecto de los cuales se resuelve. Un ejemplo es el de la cuantía en los
procesos de selección en materia de contratación administrativa, lo cual fuera modificado por las
reformas al Decreto Legislativo N.º 1017 y su Reglamento.
Ahora bien, en determinadas circunstancias, la competencia puede ser transferida o ejercida de
manera alternativa, sea por delegación, avocación, encargo de gestión, delegación de firma o
suplencia. La delegación implica el traslado de la competencia a otras entidades, cuando existen
circunstancias que lo justifiquen, traslado que permite reasumir dicha competencia a la entidad
que delega dado que no genera pérdida de titularidad sobre aquella. La avocación se da cuando
una entidad superior asume la tramitación de un procedimiento que es competencia de un órgano
de inferior jerarquía, dados ciertos supuestos excepcionales establecidos en la Ley.
Por otro lado, el encargo de gestión implica la asignación de determinadas actividades a otros
órganos o entidades por razones de eficacia, hecho que no implica traslación de competencia,
como en la delegación. Dicha asignación es de carácter material, pero no jurídico, a diferencia de
la delegación. La delegación de firma es la simple delegación de la facultad de suscribir un acto
determinado, del titular de un órgano administrativo a subalternos o a titulares de órganos o
entidades que dependan de aquel. Finalmente, la suplencia consiste en el reemplazo de quien
ejerce el cargo en caso de vacancia o ausencia por quien se encuentre designado para ello. Es
necesario precisar que los supuestos descritos en el presente párrafo no implican alteración de la
titularidad de la competencia del órgano.
6.1.2. Motivación

Es la expresión de las razones que han llevado al órgano administrativo a dictar el acto, así como
la expresión de los antecedentes de hecho y de derecho (causas) que lo preceden y justifican. La
motivación contiene los fundamentos de hecho y derecho que sustentan una decisión
administrativa.
La motivación del acto administrativo resulta ser un componente esencial del principio del debido
procedimiento, el mismo que como lo hemos señalado, regula el funcionamiento del
procedimiento administrativo general en todas sus etapas. La motivación permite, en primer lugar,
que el administrado conozca los fundamentos y presupuestos que dan lugar a la resolución, a
efectos de la ejecución del acto o la interposición de los recursos que correspondan. En segundo
término, permite a la Administración una ejecución adecuada de las resoluciones que la misma
emite, así como posibilita la revisión de oficio de los actos administrativos por parte de la
Administración, incluyendo el llamado proceso de lesividad.
A mayor abundamiento, la falta de motivación equivale a una falta de fundamentación y afecta la
validez del acto, ya que la Administración Pública no puede obrar arbitrariamente. Las decisiones
de las entidades deben expresar los motivos de hecho y de derecho que concurren para determinar
la legitimidad del acto.
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a) Requisitos de la motivación
La motivación deberá ser expresa, mediante una relación concreta y directa de los hechos
probados relevantes del caso específico, y la exposición de las razones jurídicas y normativas
que con referencia directa a los anteriores justifican el acto adoptado.
Sin embargo, puede motivarse mediante la declaración de conformidad con los fundamentos
y conclusiones de anteriores dictámenes, decisiones o informes obrantes en el expediente, a
condición de que se les identifique de modo certero, y que por esta situación constituyan parte
integrante del respectivo acto.

b) Motivación aparente
No son admisibles como motivación, la exposición de fórmulas generales o vacías de
fundamentación para el caso concreto o aquellas que por su oscuridad, vaguedad,
contradicción o insuficiencia no resulten específicamente esclarecedoras para la motivación
del acto. A ello se denomina motivación aparente puesto que no presenta todos los elementos
fácticos y jurídicos que justificarían de manera razonable la decisión o que permitirían
verificar la razonabilidad de la misma.

c) Resoluciones que no requieren ser motivadas


Sin embargo, en determinadas ocasiones, no resulta indispensable que la resolución emitida
se encuentre motivada. Ello ocurre en las resoluciones de mero trámite —a las que hacemos
referencia más adelante—, en los actos que favorecen al administrado y no perjudican a
terceros, dado que no son actos que se vayan a impugnar en el futuro, por lo menos por el
particular; y cuando se producen muchos actos sustancialmente iguales. Evidentemente, en
tales circunstancias la ausencia de motivación no invalida el acto.

6.1.3. El objeto o contenido

En la resolución adoptada por la Administración Pública en el caso concreto, el objeto resulta ser
el efecto práctico que se pretende obtener con el acto. Es decir, la materia o contenido sobre el
cual se declara. El objeto o contenido del acto administrativo es aquello que decide, declara o
certifica la autoridad. El objeto resulta indispensable a fin de que pueda determinarse con claridad
los efectos jurídicos del acto.
Ahora bien, la doctrina no siempre identifica el objeto del acto con el contenido del mismo, como
sí ocurre en nuestra legislación, identificando este último más bien con la causa, a la que nos
referiremos más adelante. Lo que ocurre es que en nuestra legislación no se asume que el acto
administrativo sea una modalidad de acto jurídico civil, lo cual se justifica en el hecho de que la
decisión de la Administración no sea una declaración de voluntad, como hemos señalado líneas
arriba.

a) Posibilidad del objeto


Por otro lado, el objeto debe ser posible, física y jurídicamente. Es necesario señalar, por un
lado, que todo tipo de imposibilidad debe ser de naturaleza originaria para que se genere la
invalidez del acto administrativo. La imposibilidad sobreviniente genera más bien la ineficacia
del acto administrativo. La Ley de Procedimiento Administrativo General señala que en
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ningún caso será admisible un objeto o contenido prohibido por el orden normativo, ni
incompatible con la situación de hecho prevista en las normas; ni impreciso, obscuro o
imposible de realizar.
El objeto es físicamente imposible cuando no es posible materialmente. A su vez, dicha
imposibilidad puede ser de ámbito personal —si es que se enfoca en una persona inexistente,
o de ámbito material—si la cosa o la actividad determinada que conforma el objeto es en sí
misma imposible o inexistente—.
El objeto es jurídicamente imposible cuando es incompatible con los supuestos de hecho y
derecho existentes en el ordenamiento jurídico. Dentro de la categoría de la posibilidad jurídica
debemos encuadrar la llamada tipicidad, que implica que los actos administrativos no pueden
estar diseñados de manera distinta a como está especificado normativamente. Es necesario
señalar, finalmente, que para algunos tratadistas la imposibilidad jurídica equivale en realidad
a la ilicitud —o ilegalidad—, afirmación incompatible con nuestro ordenamiento, en el cual
ambas categorías se tratan claramente en forma distinta, como ya lo hemos visto.

b) Otros requisitos del objeto del acto administrativo


Por otro lado, hablamos de objeto ilícito cuando está prohibido por el ordenamiento jurídico,
sea este conformado por normas constitucionales, legales, mandatos judiciales firmes o
normas administrativas de carácter general, aun cuando provengan de autoridad de igual,
inferior o superior jerarquía, e incluso de la misma autoridad que dicta el acto. A esto último
se le denomina inderogabilidad singular de los reglamentos, concepto al cual hemos aludido
con amplitud en capítulos anteriores del presente texto.
Ahora bien, contrariamente a lo que señala parte de la doctrina, no es posible —en nuestro
ordenamiento— considerar nulo un acto administrativo si es que contraviene la moral y/o las
buenas costumbres, previsión aplicable únicamente a los actos jurídicos que regula el derecho
privado, cuya naturaleza jurídica, como ya hemos visto, se reconoce eminentemente distinta.
Asimismo, el objeto debe ser preciso, determinado en forma clara. Ello evidentemente permite
tener una idea clara de los efectos jurídicos del acto administrativo en cuestión, lo cual
beneficia al administrado y a la propia Administración.

c) El principio de congruencia
El contenido debe comprender todas las cuestiones de hecho y de derecho planteadas por los
administrados, pudiendo involucrar otras no propuestas por estos que hayan sido apreciadas
de oficio, siempre que otorgue posibilidad de exponer su posición al administrado y, en su
caso, aporten las pruebas a su favor. Es necesario señalar que ello significa que el contenido
del acto debe establecerse de tal manera que la resolución decida todas las peticiones
formuladas. A ello se denomina en general principio de congruencia. Sin embargo, la
Administración puede además introducir otros temas no señalados o solicitados expresamente
por el administrado, que hayan sido apreciados de oficio.
Ahora bien, si la Administración introduce una nueva cuestión, sea de hecho o de derecho, no
puede resolver hasta tanto el administrado conteste por dicha cuestión ya que, en caso
contrario, se estaría violando el derecho de réplica, el mismo que forma parte también de los
conceptos de debido procedimiento que se están implementando en la nueva Ley.

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Evidentemente, las nuevas cuestiones introducidas por la Administración no pueden afectar
derechos adquiridos.

6.1.4. Procedimiento regular

Son los pasos que deben darse previamente a la emisión del acto, que con- forman lo que se
conoce como procedimiento administrativo. Antes de su emisión, el acto debe ser conformado
mediante el cumplimiento del procedimiento administrativo previsto para su generación. En
consecuencia, la emisión de un acto administrativo sin un procedimiento previo, o si este se ha
tramitado de manera indebida, el acto deviene en inválido.
Dichos pasos previos deben estar sometidos a los principios de legalidad, y en especial, al del
debido proceso en sede administrativa. El primero de dichos principios implica que el acto
administrativo debe emitirse de conformidad con el ordenamiento jurídico, en particular, de
acuerdo con lo señalado en la Constitución y la Ley.
El segundo de ellos, el de debido proceso, resulta aplicable en sede administrativa por imperio de
la propia Ley de Procedimiento Administrativo General y la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, como lo hemos señalado de manera reiterada. La justificación de lo antes indicado
estriba en el hecho de que el concepto primigenio del due process of law del derecho anglosajón
no hacía distinción alguna respecto a la sede en la cual operaba el principio antes precisado,
pudiendo aplicarse en sede judicial, administrativa, e inclusive, en sede corporativa.

6.1.5. Finalidad pública

El fin del acto administrativo consiste en la satisfacción del interés general. Es el objetivo tenido
en cuenta por el legislador al redactar la norma; no se pueden perseguir fines encubiertos, es decir
que la finalidad no debe ser contraria a la ley. De acuerdo con la doctrina, no se trata de la
satisfacción genérica del interés general, sino más bien de una concretización del mismo, a través
de mecanismos específicos, los cuales no pueden alterarse. El acto administrativo debe adecuarse
a las finalidades de interés general asumidas por las normas que otorgan las facultades al órgano
emisor, sin que pueda habilitársele a perseguir mediante el acto, aun encubiertamente, alguna
finalidad sea personal de la propia autoridad, a favor de un tercero, u otra finalidad pública distinta
a la prevista en la ley. La ausencia de normas que indique los fines de una facultad no genera
discrecionalidad.
Resulta complejo verificar la existencia de vicios en la finalidad. El fin siempre está reglado de
acuerdo a nuestro derecho positivo y la discrecionalidad puede ejercerse solo con respecto al
objeto del acto; es decir que la Administración Pública no puede, en ejercicio de sus facultades
discrecionales, violar la finalidad del interés general señalada por la norma. El típico vicio en la
finalidad es la llamada desviación de poder, a la que haremos referencia más adelante.

6.2. Elementos no esenciales


En cuanto al acto administrativo debemos considerar también a los elementos o requisitos no
esenciales, que son aquellos elementos que, si bien es cierto se encuentran presentes en el acto
administrativo, su ausencia no genera per se la invalidez del mismo, siendo posible la conservación
del mismo, como veremos más adelante.

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6.2.1. Causa

Para cierto sector de la doctrina, son los antecedentes y circunstancias de hecho y de derecho
existentes al momento de emitirse el acto, considerados por la Administración para el dictado del
mismo, con lo cual puede confundirse con el objeto o la motivación. Para otro sector de la
doctrina, la causa es más bien la finalidad práctica del acto, definida así para diferenciarla de la
finalidad pública, que es elemento esencial del acto administrativo.
Ahora bien, la causa, si bien es reconocida por parte de la doctrina como un elemento determinante
en la formación de los actos administrativos, no es considerada por nuestra ley como elemento
esencial para la validez del acto. Sin embargo, para efectos prácticos, la causa resulta ser un
elemento constituyente de la motivación del acto, elemento que sí resulta esencial para la
conformación del acto administrativo. Por otro lado, la concepción de causa que se emplea en el
derecho comparado proviene a su vez de la identificación —en nuestra opinión indebida— del
acto administrativo con el acto jurídico civil.

6.2.2. Forma

Se refiere al modo en que, posteriormente al dictado del acto, la resolución llega a conocimiento
del administrado. Las formas, en derecho administrativo, cumplen fundamentalmente una función
de garantía, tanto de los derechos de los administrados como de la legalidad que debe existir en
la actividad administrativa. En general, el acto administrativo debe ser escrito, fechado y firmado
por la autoridad emisora. Excepcionalmente pueden admitirse otras formas, como la verbal, que
es la forma generalmente usada cuando se trata de la actividad de policía, y en casos
excepcionales, la gráfica.
Ahora bien, cuando el acto administrativo es producido por medio de sistemas automatizados,
debe garantizarse al administrado conocer el nombre y cargo de la autoridad que lo expide, dado
que los mismos no poseen la firma o el sello del funcionario en cuestión. Dichos sistemas
automatizados pueden incluir la emisión de actos administrativos a través de sistemas
computarizados o en red.
La norma establece además que cuando deban emitirse varios actos administrativos de la misma
naturaleza, podrá ser empleada firma mecánica o integrarse todos los actos en un solo documento
bajo una misma motivación, siempre que se individualice a los administrados sobre los que recaen
los efectos del acto. Para todos los efectos subsiguientes, los actos administrativos serán
considerados como actos diferentes. Para cierto sector de la doctrina nos encontraríamos ante el
denominado acto administrativo complejo, que en realidad se define de otra manera, como aquel
acto que posee varias decisiones de distinta naturaleza, como podría ser una sanción y una medida
correctiva.

6.2.3. Modalidad

Desde el punto de vista doctrinario, y al amparo de la Ley N. º 27444, los actos administrativos
admiten modalidad —de manera similar a lo que ocurre con el acto jurídico civil—, y en este
caso, la existencia de condición, modo y término. Estas modalidades afectan más bien la eficacia
del acto y no su validez como tal; vale decir, modifican la producción de los efectos del acto, que
resulta ser enteramente válido.

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En mérito de ello, y cuando una ley lo autorice, la autoridad, mediante decisión expresa, puede
someter el acto administrativo a condición, término o modo, siempre que dichos elementos
incorporables al acto, sean compatibles con el ordenamiento legal, o cuando se trate de asegurar
con ellos el cumplimiento del fin público que persigue el acto.
La condición implica que los efectos jurídicos del acto se sujetan a la ocurrencia de un evento
determinado, futuro e incierto. El modo o cargo implica la sujeción del administrado a la
realización de un hecho concreto a fin de que se haga efectivo el acto respecto a su persona.
Finalmente, el término o plazo implica más bien la sujeción de dichos efectos jurídicos a un hecho
futuro, pero cierto.
A la vez, la condición y el término pueden ser suspensivos o resolutorios. Se habla de condición
o término suspensivo cuando el acto empezará a producir efectos a partir de la generación del
hecho al que se refieren dichas modalidades. Por otro lado, se habla de condición o término
resolutorio cuando los efectos del acto se dan hasta que se genere el hecho, el cual generará la
ineficacia del acto.
Ahora bien, la doctrina no se ha puesto de acuerdo aún respecto a la pertinencia de la condición
en el contexto del acto administrativo, en especial de la condición suspensiva. El sometimiento
de los efectos de un acto a un hecho futuro e incierto parece estar reñido con la finalidad pública
del acto.
La Ley del Procedimiento Administrativo General especifica que una modalidad accesoria no
puede ser aplicada contra el fin perseguido por el acto administrativo. Ello implica que la
modalidad no puede perjudicar los efectos del acto, en mérito a la protección de los administrados
y el interés general. La modalidad debe permitir más bien el ejercicio adecuado de los intereses
del particular y la obvia consecución de los intereses comunes.

7. ACTOS DE ADMINISTRACIÓN INTERNA


Como se ha señalado, los llamados actos de administración interna no configuran actos
administrativos, puesto que los mismos no generan efectos sino al interior de la entidad. En
consecuencia, si bien pueden ser decisiones de la entidad, sometidas a derecho público, no generan
efectos jurídicos respecto de particulares en una situación concreta. Sin embargo, requieren una
regulación propia, establecida por el ordenamiento jurídico.
Los actos de administración interna se orientan a la eficacia y eficiencia de los servicios y a los fines
permanentes de las entidades. Son emitidos por el órgano competente, su objeto debe ser física y
jurídicamente posible, y su motivación será facultativa cuando los superiores jerárquicos impartan las
órdenes a sus subalternos en la forma legalmente prevista. La posibilidad de prescindir de la
motivación en este último caso estriba en que las órdenes que siguen la línea de mando se generan
como resultado de las relaciones de jerarquía al interior de la entidad, razón por la cual no precisan de
motivación.

7.1. Distinción con los actos administrativos


La distinción entre los actos administrativos y los actos de administración in- terna es evidente,
estando la misma relacionada directamente con el destino de los efectos del acto. Mientras el acto
de administración interna se dirige a la propia entidad, los actos administrativos se dirigen hacia
fuera, vale decir, hacia el administrado. En consecuencia, una decisión administrativa que designa

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un comité especial constituye un acto de administración interna. Lo mismo podemos señalar
respecto a una resolución administrativa que declara la baja de un bien perteneciente a la entidad.
Asimismo, constituyen también actos de administración interna los actos relativos al personal de la
entidad. Sobre esto hay que efectuar un conjunto de precisiones. Lo que ocurre es que, el empleado
público no es un administrado respecto a la entidad en la cual labora, puesto que la naturaleza de la
relación que lo vincula a dicha entidad es por completo distinta. El empleado público está sometido
a un conjunto de obligaciones evidentes frente a la referida entidad, a la vez que goza de
determinados derechos; los cuales no afectan a los administrados.

7.2. ¿Son impugnables los actos de administración interna?


El hecho de que nos encontremos ante un acto de administración interna no significa que el mismo
no sea susceptible de impugnación. Ya ha señalado el Tribunal Constitucional en reiterada
jurisprudencia que no existen zonas de decisión pública exentas de control jurisdiccional, lo cual
es perfectamente consistente con el concepto de Estado de derecho, en el cual las atribuciones
públicas deben estar debidamente limitadas, a fin de evitar que las mismas vulneren derechos
fundamentales. Ello significa que un acto de administración interna puede ser impugnado si es que
vulnera derechos o intereses de una persona determinada, en aplicación de lo dispuesto por el
artículo 148º de la norma constitucional que no debe considerarse restringida a los actos
administrativos.
A ello debemos agregar la amplitud de actuaciones impugnables que muestra la Ley N.º 27584,
Ley que Regula el Proceso Contencioso Administrativo, al incluir en su artículo 4º los actos
administrativos y cualquier otra declaración administrativa, así como las actuaciones
administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la administración pública.
Un ejemplo interesante de lo señalado es lo dispuesto en el artículo 24º de la Ley Orgánica del
Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República, que preceptúa que los
informes de control emitidos por el sistema constituyen actos de la administración interna de los
órganos que conforman el mismo, y pueden ser revisados de oficio por la Contraloría General.
Dicha entidad ha interpretado erróneamente de manera reiterada que ello implica que dichos
informes no son impugnables, lo cual vulnera claramente lo establecido por las normas antes
precisadas, así como por el Tribunal Constitucional.

7.3. Decisiones internas de mero trámite


Las decisiones internas de mero trámite son aquellas que sirven para impulsar procedimientos o
trámites al interior de las entidades y que no implican una toma de decisión de fondo. Dichas
decisiones pueden impartirse verbalmente por el órgano competente, en cuyo caso el órgano
inferior que las reciba las documentará por escrito y comunicará de inmediato, indicando la
autoridad de quien procede.

7.4. Las comunicaciones internas de la Administración


Las comunicaciones entre los órganos administrativos al interior de una entidad serán efectuadas
directamente, evitando la intervención de otros órganos, que puedan efectuar traslados o
reproducciones. No es necesario, en consecuencia, recurrir a las líneas de mando al interior de la
entidad, siendo que la comunicación es directa, modalidad que además de ser razonable, se
encuentra prescrita legalmente.

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Las comunicaciones de resoluciones a otras autoridades nacionales o el requerimiento para el
cumplimiento de diligencias en el procedimiento serán cursadas siempre directamente bajo el
régimen de la notificación sin actuaciones de mero traslado en razón de jerarquías internas ni
transcripción por órganos intermedios. Como resultado, las comunicaciones se realizan de manera
directa, en mérito del principio de celeridad.
En este orden de ideas, la Ley prescribe que cuando alguna otra autoridad u órgano administrativo
interno deba tener conocimiento de la comunicación se le enviará copia informativa, sin que tenga
que comunicársele formalmente. Ello tiene por finalidad evitar dilaciones en la puesta en
conocimiento de las autoridades de la emisión de los actos al interior de las entidades.
La constancia documental de la transmisión a distancia por medios electrónicos entre entidades y
autoridades, constituye de por sí documentación auténtica y dará plena fe a todos sus efectos dentro
del expediente para ambas partes, en cuanto a la existencia del original transmitido y su recepción.

8. NOTIFICACIÓN DE ACTOS ADMINISTRATIVOS


La notificación es el acto a través del cual se pone en conocimiento del interesado el contenido de un
acto administrativo. Asimismo, existe un régimen de notificación aplicable a diversos actos de la
Administración, tales como citatorios, emplazamientos y otros. En principio, todo acto que pueda
afectar al administrado debe serle notificado, incluso los actos administrativos de mero trámite.
La función fundamental de la notificación es brindar eficacia al acto administrativo, al permitir que
este pueda ser de conocimiento de aquella persona que va a ser afectada por la resolución. De hecho,
la notificación genera certeza respecto al momento de emisión del acto administrativo, puesto que, en
la práctica, la fecha que el acto administrativo muestra no es necesariamente la fecha en que el mismo
ha sido emitido.
Asimismo, la notificación del acto administrativo permite que el administrado pueda realizar las
acciones conducentes a la ejecución y/o cumplimiento del acto —cuando este le favorece— así como
permite que pueda interponer los recursos que considere adecuados o iniciar los procesos judiciales
pertinentes, si el acto administrativo perjudica sus intereses.

8.1. Requisitos
Ahora bien, las resoluciones y actos administrativos que afecten a los derechos e intereses de las
personas interesadas se notificarán cumpliendo con un conjunto de requisitos. En primer lugar
deberá contener el texto íntegro de la resolución, con la respectiva motivación, lo cual puede
implicar adjuntar copia certificada o transcribir el texto de la misma; sin modificación alguna.
Asimismo, deberá señalar el procedimiento administrativo dentro del cual haya sido dictado,
información muy útil en especial en procedimientos administrativos iniciados de oficio. En este
caso, el acto de inicio del procedimiento contiene un conjunto de elementos adicionales, los cuales
se han establecido a fin de cautelar el derecho de defensa del administrado. A ello nos vamos a
referir en el capítulo respectivo.
Además, la notificación deberá explicitar la autoridad e institución de la cual procede el acto y su
dirección; así como la fecha de vigencia del acto notificado, debiéndose entender como tal la fecha
de su notificación salvo que estemos frente a un acto administrativo sometido a plazo suspensivo,
lo cual debe ser señalado expresamente.

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Por otro lado, la notificación contiene la indicación respecto al agotamiento de la vía administrativa,
lo cual es medular para la iniciación del proceso contencioso administrativo. Ello es muy
importante teniendo en cuenta que el administrado no necesariamente conoce la estructura de la vía
administrativa en una entidad determinada, la cual se puede complicar si es que dicha vía se agota
a través de un ente distinto al que emitió la resolución de primera instancia.
Finalmente, la notificación del acto administrativo deberá contener también la expresión de los
recursos que procedan contra dicho acto, el órgano ante el que hubieran de presentarse y el plazo
para interponerlos; sin perjuicio de que las personas interesadas puedan ejercitar cualquier otro tipo
de recurso que estimen procedente. Este requisito es complementario al que hemos descrito en el
párrafo precedente, puesto que si el acto administrativo no agota la vía, la autoridad administrativa
debe indicar el mecanismo requerido para concluir con la misma.

8.2. Plazo
Una de la interesantes novedades que traía el Decreto Legislativo N. º 1029 es la reforma del
artículo 188º de la Ley N. º 27444, preceptuándose que el plazo consignado establecido en el
procedimiento administrativo respectivo, para que la autoridad administrativa emita el
pronunciamiento correspondiente, incluye el plazo que la entidad tiene para notificar dicho
pronunciamiento, que es de cinco días conforme lo dispuesto por el artículo 24º de dicha norma.
Antes de la vigencia de la actual redacción de dicho artículo se entendía que dicho plazo estaba
incorporado en aquel tras el cual se generaba el silencio administrativo. La evidente razón de esta
interpretación se encontraba en el hecho de que la fecha consignada en un acto administrativo como
fecha de emisión no necesariamente es cierta, siendo la única fecha cierta la de notificación al
administrado.

8.3. Realización de la notificación


La notificación es el mecanismo al interior del procedimiento administrativo por el que se da cuenta
a quienes interese de los actos emitidos por las entidades que forman parte de la Administración
Pública. La notificación, entonces, es una actuación material de la Administración, también
conocido como hecho administrativo, y no un acto administrativo adicional.
Las notificaciones se practicarán por cualquier medio que permita hacer que lo resuelto en el acto
administrativo sea de conocimiento de la persona interesada o su representante, así como la fecha,
la identidad y el contenido del acto notificado. La Ley prefiere, por razones de protección a los
intereses de los administrados, la notificación personal en el domicilio del interesado, razón por la
cual establece un evidente orden de prelación.
Por otro lado, de conformidad con la Ley, también es posible notificar al interesado vía telegrama,
correo certificado, telefax, correo electrónico o cualquier otro medio que permita comprobar que
ha sido recibida la comunicación, a falta de la posibilidad de efectuar la notificación personal. Ello
es válido cuando el empleo de cualquiera de estos medios hubiese sido solicitado expresamente por
el administrado.
Finalmente, la Ley considera que la publicación es una forma de notificación, la misma que también
opera de manera residual, a falta de las dos modalidades previas. A ello haremos referencia en un
acápite posterior. Es necesario señalar que, no obstante que la autoridad no puede suplir alguna
modalidad con otra, esta podrá complementariamente recurrir a varios de los mecanismos a fin de
asegurar que el administrado tenga la mayor posibilidad de conocer el acto emitido. Lo que ocurre,
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en primer término, es que la notificación personal resulta ser siempre la modalidad más garantista.
En segundo lugar, la publicación no es más que una notificación ficta, que no asegura que el
administrado haya tenido conocimiento del acto emitido.
Asimismo, la norma menciona que respecto a los citatorios, a los emplazamientos, a los
requerimientos de documentos o de otros actos administrativos análogos el tratamiento jurídico
será similar el señalado en este punto. Dichos actos, si bien son de trámite, requieren ser de
conocimiento oportuno de los administrados, a fin de que los mismos puedan ejercer
adecuadamente sus derechos.

8.4. La notificación personal y los ajustes efectuados por el Decreto Legislativo


N. º 1029
La notificación personal se practicará en el lugar que esta haya señalado a tal efecto en la solicitud
o en un escrito posterior, o en el último domicilio que la persona haya señalado en otro
procedimiento análogo. Ello implica además que la entidad tendrá por válido el domicilio señalado
por el administrado mientras el mismo no lo modifique expresamente, sin que se admita prueba en
contrario.
Ahora bien, el Decreto Legislativo N.º 1029 ha efectuado un importante ajuste a esta regulación
estableciendo que en el caso de que el administrado no haya señalado domicilio, o el que haya
señalado no exista, la autoridad deberá emplear el domicilio señalado en el documento nacional de
identidad del administrado, salvo que se acredite que el mismo efectivamente ha desaparecido, que
justifica la realización de la publicación como medio de notificación en aplicación del artículo 23º
de la Ley del Procedimiento Administrativo General. La redacción anterior de la norma preceptuaba
que si el administrado no ha señalado domicilio, la autoridad debía agotar su búsqueda mediante
los medios que se encuentren a su alcance, recurriendo a fuentes de información de las entidades
de la localidad.
Ahora bien, esto genera dos puntos que es preciso aclarar. En primer lugar, la Ley no determina
qué es lo que ocurre si es que nos encontramos ante una persona jurídica cuyo domicilio la
Administración Pública requiere ubicar. En este caso debería ser de aplicación el domicilio
establecido en el Registro Único de Contribuyentes (RUC), el mismo que es válido en aplicación
de la normativa de la materia y que además es verificado por la Administración Tributaria.
En segundo lugar, el artículo 23º de la Ley N. º 27444 no ha sido modificado por el Decreto
Legislativo N. º 1029, con lo cual muestra cierta incoherencia con la redacción actual del artículo
21º antes referido. En particular porque no todos los supuestos originalmente establecidos en dicha
norma resultan hoy aplicables a efectos de efectuar la publicación en vía subsidiaria. A ello nos
referiremos más adelante.

8.4.1. Cuando el domicilio del administrado ha sido ubicado


Cuando la notificación se practique en el domicilio de la persona interesada, debe entregarse copia
del acto notificado y señalar la fecha y hora en que es efectuada, recabando el nombre y firma de
la persona con quien se entienda la diligencia. En caso de que esta no se halle presente en él en el
momento de entregarse la notificación, podrá hacerse cargo de la misma cualquier persona que se
encuentre en el domicilio y haga constar su identidad, así como su relación con el administrado.
Ahora bien, cuando la persona interesada o su representante rechace la notificación de una
actuación administrativa, se hará constar ello en el expediente, a través del acta respectiva,
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especificándose las circunstancias del intento de notificación, y se considerará efectuado el
trámite, teniéndose por bien notificado, por lo que se seguirá adelante con el procedimiento
administrativo de que se trate.
Esta última actuación genera amplia polémica en la doctrina, al no resultar suficientemente
garantista en relación con los derechos del administrado, en especial si la notificación es en sí
misma defectuosa, e incluso, en casos en que la misma en realidad no se haya realizado. En estos
casos el administrado tampoco tendría mecanismos adecuados de defensa ante un
comportamiento arbitrario de las entidades al momento de realizar la notificación. Por ello la
notificación dejará constancia de las características del lugar donde se ha notificado.
El Decreto Legislativo N. º 1029 ha modificado dicho artículo 21º, disponiendo que en el caso de
no encontrarse persona alguna en el domicilio, el notificador deberá dejar constancia de ello en el
acto de notificación, dejar un aviso en dicho domicilio, y regresar en una nueva fecha a fin de
efectuar la referida notificación, la misma que podrá ser colocada bajo la puerta en caso de que el
administrado no se encuentre. Dicha regulación es muy similar a la contenida en el Código
Procesal Civil, la misma que resulta más adecuada para ambas partes.
Finalmente, la notificación personal surte efecto desde el día que ha sido realizada.
Evidentemente, los plazos que corresponda, sea para impugnar, sea para cumplir con lo ordenado
por el acto, se computan desde el día hábil siguiente al día en el cual ocurre la notificación.
Respecto al cómputo de los plazos, lo trataremos más adelante en el capítulo respectivo.

8.5. Notificación no personal


La notificación vía correo o telegrama, o a través de medios electrónicos o informáticos, se
encuentra sujeta, en principio, a los mismos requisitos de contenido que los que resulten aplicables
a la notificación en general y en especial a la notificación personal. En este contexto resulta de
particular relevancia la notificación a través del correo electrónico, la misma que es empleada en
ciertos procedimientos especiales
En particular, en el contexto de los procesos de selección en el ámbito de la contratación pública se
señala que todos los actos realizados durante los procesos de selección deberán ser notificados a
través del Seace. A solicitud del participante, en adición a la notificación efectuada por medio del
Seace, se le notificará personalmente en la sede de la entidad o a la dirección de correo electrónico
que consigne al momento de registrarse como participante.
Ahora, en el ámbito de lo señalado en el párrafo anterior existen dos limitaciones. La primera, que
el administrado debe de haber solicitado expresamente la utilización de estos mecanismos de
notificación. La segunda, que su empleo opera de manera residual al no existir posibilidad de la
notificación personal. Sin embargo, se establece como resultado del Decreto Legislativo N. º 1029
que el administrado podrá ser notificado vía correo electrónico si hubiera consignado en su escrito
alguna dirección electrónica que conste en el expediente, siempre que haya dado su autorización
expresa para ello; no siendo en este caso de aplicación el orden de prelación establecido en la Ley.
La principal dificultad que se encuentra a estos medios de notificación es que no siempre puede
obtenerse constancia de su recepción, a menos que el ad- ministrado realice actos que permitan
suponer que tuvo conocimiento oportuno del acto emitido. Para ello, es preferible emplear correo
certificado, así como servidores de correo electrónico que permitan la obtención de constancia de
su lectura por el destinatario.

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Finalmente, las notificaciones de esta naturaleza surten efectos el día que conste haber sido
recibidas por el administrado. Lo complejo de esta disposición es que no siempre dicha constancia
coincide exactamente con la fecha en la cual el administrado efectivamente toma conocimiento de
la resolución emitida, como podría ocurrir por ejemplo con la recepción de un fax. Por ello debe
preferirse siempre el correo certificado o la comunicación electrónica, como ya lo hemos señalado.

8.6. Actos con dispensa de notificación


Existen ciertos actos administrativos respecto de los cuales la Administración no se encuentra
obligada a efectuar la notificación, al existir la certeza de que el Administrado ha tomado
conocimiento indubitable del contenido de los mismos y en mérito de la aplicación del principio de
eficacia. El primer caso señalado en la Ley corresponde al del acto emitido en presencia del
particular, por ejemplo en los casos en los cuales este asiste a una audiencia dentro de un proceso
administrativo determinado. Requisito esencial aplicable a este supuesto es la existencia de acta en
la cual conste la asistencia del administrado. En tal circunstancia, el particular ha sido informado
de la emisión del acto y de su contenido. Como resultado inmediato, la fecha de la emisión del acto
implica el inicio del plazo para la presentación de los recursos a los que haya lugar.
Por otro lado, la Ley entiende que no es necesaria la notificación cuando el administrado toma
conocimiento del acto a través de la revisión que se realiza del expediente, obteniendo una copia
de la resolución y dejándose constancia en el expediente, a modo de cargo de notificación986.
Dicha figura se muestra similar con la denominada notificación por nota, propia de los procesos
judiciales. En tal sentido, la toma de conocimiento por parte del particular en esta vía se configura
como una verdadera notificación, con los efectos consiguientes.

9. LA PUBLICACIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO


El principio general es que los actos administrativos sean objeto de publicación cuando así lo
establezcan las normas reguladoras de cada procedimiento o cuando lo aconsejen razones de interés
general apreciados por el órgano competente. La publicación implica la puesta en conocimiento del
público en general de la emisión realizada, a diferencia de la notificación propiamente dicha, que es
una puesta en conocimiento particular.
La publicación procede, en vía principal, cuando lo emitido por la entidad consiste en disposiciones
de alcance general, las mismas que podrían subsumirse en los conceptos señalados respecto a los actos
de contenido normativo, que como hemos señalado no configuran actos administrativos. El ejemplo
más claro de esto son los reglamentos, a los cuales ya nos hemos referido en este trabajo.
Asimismo, procede la publicación cuando se ha emitido un acto administrativo que interesa a un
número indeterminado de personas que no se han apersonado al proceso y que no tienen domicilio
conocido. Ejemplo de esto último lo encontramos en los procedimientos que tienen relación con el
medio ambiente, la defensa al consumidor, los servicios públicos, entre otros.

9.1. La publicación como notificación


Por otro lado, la publicación sustituirá a la notificación, en cuanto a actos de carácter particular,
operando en vía subsidiaria y surtiendo sus mismos efectos, en un conjunto de casos determinados
legalmente. En primer término, cuando la Ley lo exija en forma expresa, no obstante que el acto se
encuentra dirigido a un particular determinado, a fin de que dicho acto sea de conocimiento público.
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Asimismo, deberá efectuarse la publicación cuando resulte impracticable cualquier otra modalidad,
al haber agotado la Administración las pesquisas destinadas obtener el domicilio del administrado.
En primer lugar, parece haberse dejado a discrecionalidad de la Administración la determinación
respecto a cuándo se considera que se ha agotado la búsqueda en cuestión. En segundo lugar,
siempre debería ser posible obtener el domicilio del administrado, a través del DNI, el mismo que
se presume válido; salvo que incluso el domicilio consignado en dicho documento sea equivocado.
Además, debe emplearse la publicación cuando se han practicado las modalidades existentes a las
que ya hemos hecho mención, sin que haya existido resultado alguno. Ello puede ocurrir sea porque
la persona a quien deba notificarse haya desaparecido, sea equivocado el domicilio aportado por el
administrado o se encuentre en el extranjero sin haber dejado representante legal, pese al
requerimiento efectuado a través del Consulado respectivo.
En el primer caso, dadas las reformas generadas por el Decreto Legislativo N. º 1029 o es evidente
que deberá requerirse declaración judicial de dicha des- aparición, lo que el Código Civil denomina
designación de curador interino. En este caso tampoco debería ser procedente la publicación, toda
vez que se procedería a notificar con el acto administrativo al curador interino.
En el segundo caso, es evidente que dicha causal ya no resulta aplicable, pues siempre será posible
recurrir al domicilio consignado en el DNI, a fin de determinar el domicilio correcto del
administrado. Solo en el caso en el cual el domicilio señalado en el documento sea inexistente
deberá procederse a la publicación, como ya se ha señalado líneas arriba.
Finalmente, en el último caso, es evidente que la publicación carece de todo sentido, puesto que es
imposible que el administrado pueda revisar el diario oficial encontrándose fuera del país sin poder
ser ubicado, a lo que debe agregarse que el Perú no posee consulados en todos los países del mundo.
En este caso debería ser aplicable lo dispuesto por el Código Civil en materia de desaparición,
debiendo preguntarnos si la Administración Pública goza de legitimidad para solicitar la
designación de curador interino establecida por dicha norma.

9.2. Requisitos
Resulta evidente que la publicación de un acto administrativo deberá contener los mismos
elementos que hemos indicado con respecto a los términos de las notificaciones. A ello debemos
agregar el hecho de que la publicación se incluirá además cualquier otra información que pueda ser
importante para proteger sus intereses y derechos, teniendo en cuenta la naturaleza poco garantista
de la publicación de actos administrativos. Ello puede incluir datos adicionales del procedimiento
o de la entidad, como si dirección electrónica o número de teléfono.
Sin embargo, en los supuestos de publicaciones de actos que contengan elementos comunes, podrán
publicarse de forma conjunta los aspectos coincidentes, especificándose solamente los aspectos
individuales de cada acto. Asimismo, también le es aplicable a la publicación lo establecido para
las notificaciones defectuosas, que detallaremos igualmente en un apartado posterior.

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CAPITULO II: SUJETOS DEL PROCEDIMIENTO
ADMINISTRATIVO

1. Sujetos del procedimiento


Para los efectos del cumplimiento de las disposiciones del Derecho Administrativo, se entiende por
sujetos del procedimiento a:

1.1. Administrados
La persona natural o jurídica que, cualquiera sea su calificación o situación procedimental, participa
en el procedimiento administrativo. Cuando una entidad interviene en un procedimiento como
administrado, se somete a las normas que lo disciplinan en igualdad de facultades y deberes que
los demás administrados

1.2. Autoridad administrativa


El agente de las entidades que bajo cualquier régimen jurídico, y ejerciendo potestades públicas
conducen el inicio, la instrucción, la sustanciación, la resolución, la ejecución, o que de otro modo
participan en la gestión de los procedimientos administrativos.

2. De Los Administrados
Contenido del concepto administrado
Se consideran administrados respecto de algún procedimiento administrativo concreto:
 Quienes lo promuevan como titulares de derechos o intereses legítimos individuales o
colectivos.
 Aquellos que, sin haber iniciado el procedimiento, posean derechos o intereses legítimos que
pueden resultar afectados por la decisión a adoptarse.

2.1. Capacidad procesal


Tienen capacidad procesal ante las entidades las personas que gozan de capacidad jurídica
conforme a las leyes.

2.2. Representación de personas jurídicas


Las personas jurídicas pueden intervenir en el procedimiento a través de sus representantes legales,
quienes actúan premunidos de los respectivos poderes.

2.3. Libertad de actuación procesal


El administrado está facultado, en sus relaciones con las entidades, para realizar toda actuación que
no le sea expresamente prohibida por algún dispositivo jurídico.

Para los efectos del numeral anterior, se entiende prohibido todo aquello que impida o perturbe los
derechos de otros administrados, o el cumplimiento de sus deberes respecto al procedimiento
administrativo.
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2.4. Derechos de los administrados
Son derechos de los administrados con respecto al procedimiento administrativo, los siguientes:
1. La precedencia en la atención del servicio público requerido, guardando riguroso orden de
ingreso.
2. Ser tratados con respeto y consideración por el personal de las entidades, en condiciones de
igualdad con los demás administrados.
3. Acceder, en cualquier momento, de manera directa y sin limitación alguna a la información
contenida en los expedientes de los procedimientos administrativos en que sean partes y a
obtener copias de los documentos contenidos en el mismo sufragando el costo que suponga su
pedido, salvo las excepciones expresamente previstas por ley.
4. Acceder a la información gratuita que deben brindar las entidades del Estado sobre sus
actividades orientadas a la colectividad, incluyendo sus fines, competencias, funciones,
organigramas, ubicación de dependencias, horarios de atención, procedimientos y
características.
5. A ser informados en los procedimientos de oficio sobre su naturaleza, alcance y, de ser
previsible, del plazo estimado de su duración, así como de sus derechos y obligaciones en el
curso de tal actuación.
6. Participar responsable y progresivamente en la prestación y control de los servicios públicos,
asegurando su eficiencia y oportunidad.
7. Al cumplimiento de los plazos determinados para cada servicio o actuación y exigirlo así a las
autoridades.
8. Ser asistidos por las entidades para el cumplimiento de sus obligaciones.
9. Conocer la identidad de las autoridades y personal al servicio de la entidad bajo cuya
responsabilidad son tramitados los procedimientos de su interés.
10. A que las actuaciones de las entidades que les afecten sean llevadas a cabo en la forma menos
gravosa posible.
11. Al ejercicio responsable del derecho de formular análisis, críticas o a cuestionar las decisiones
y actuaciones de las entidades.
12. A exigir la responsabilidad de las entidades y del personal a su servicio, cuando así
corresponda legalmente
13. Los demás derechos reconocidos por la Constitución o las leyes.

2.5. Deberes generales de los administrados en el procedimiento


Los administrados respecto del procedimiento administrativo, así como quienes participen en él,
tienen los siguientes deberes generales:

1. Abstenerse de formular pretensiones o articulaciones ilegales, de declarar hechos contrarios a


la verdad o no confirmados como si fueran fehacientes, de solicitar actuaciones meramente
dilatorias, o de cualquier otro modo afectar el principio de conducta procedimental
2. Prestar su colaboración para el pertinente esclarecimiento de los hechos.
3. Proporcionar a la autoridad cualquier información dirigida a identificar a otros administrados
no comparecientes con interés legítimo en el procedimiento.
4. Comprobar previamente a su presentación ante la entidad, la autenticidad de la documentación
sucedánea y de cualquier otra información que se ampare en la presunción de veracidad.

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3. Suministro de información a las entidades
Los administrados están facultados para proporcionar a las entidades la información y documentos
vinculados a sus peticiones o reclamos que estimen necesarios para obtener el pronunciamiento.
En los procedimientos investigatorios, los administrados están obligados a facilitar la información y
documentos que conocieron y fueren razonablemente adecuados a los objetivos de la actuación para
alcanzar la verdad material, conforme a lo dispuesto en el capítulo sobre la instrucción.

4. Comparecencia personal
Las entidades pueden convocar la comparecencia personal a su sede de los administrados sólo cuando
así le haya sido facultado expresamente por ley.
Los administrados pueden comparecer asistidos por asesores cuando sea necesario para la mejor
exposición de la verdad de los hechos.
A solicitud verbal del administrado, la entidad entrega al final del acto, constancia de su comparecencia
y copia del acta elaborada.

4.1. Formalidades de la comparecencia


El citatorio se rige por el régimen común de la notificación, haciendo constar en ella lo siguiente:
1. El nombre y la dirección del órgano que cita, con identificación de la autoridad requirente;
2. El objeto y asunto de la comparecencia;
3. Los nombres y apellidos del citado;
4. El día y hora en que debe comparecer el citado, que no puede ser antes del tercer día de recibida
la citación, y, en caso de ser previsible, la duración máxima que demande su presencia.
Convencionalmente puede fijarse el día y hora de comparecencia;
5. La disposición legal que faculta al órgano a realizar esta citación; y,
6. El apercibimiento, en caso de inasistencia al requerimiento.

La comparecencia debe ser realizada, en lo posible, de modo compatible con las obligaciones
laborales o profesionales de los convocados.
El citatorio que infringe alguno de los requisitos indicados no surte efecto, ni obliga a su asistencia
a los administrados.

5. Terceros administrados
Si durante la tramitación de un procedimiento es advertida la existencia de terceros determinados no
comparecientes cuyos derechos o intereses legítimos puedan resultar afectados con la resolución que
sea emitida, dicha tramitación y lo actuado les deben ser comunicados mediante citación al domicilio
que resulte conocido, sin interrumpir el procedimiento.
Respecto de terceros administrados no determinados, la citación es realizada mediante publicación o,
cuando corresponda, mediante la realización del trámite de información pública o audiencia pública,
conforme a esta Ley.
Los terceros pueden apersonarse en cualquier estado del procedimiento, teniendo los mismos derechos
y obligaciones de los participantes en él.

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6. De La Autoridad Administrativa
6.1. Fuente de competencia administrativa
La competencia de las entidades tiene su fuente en la Constitución y en la ley, y es reglamentada
por las normas administrativas que de aquéllas se derivan.
Toda entidad es competente para realizar las tareas materiales internas necesarias para el eficiente
cumplimiento de su misión y objetivos, así como para la distribución de las atribuciones que se
encuentren comprendidas dentro de su competencia.

6.2. Presunción de competencia desconcentrada


Cuando una norma atribuya a una entidad alguna competencia o facultad sin especificar qué órgano
a su interior debe ejercerla, debe entenderse que corresponde al órgano de inferior jerarquía de
función más similar vinculada a ella en razón de la materia y de territorio, y, en caso de existir
varios órganos posibles, al superior jerárquico común.
Particularmente compete a estos órganos resolver los asuntos que consistan en la simple
confrontación de hechos con normas expresas o asuntos tales como: certificaciones, inscripciones,
remisiones al archivo, notificaciones, expedición de copias certificadas de documentos,
comunicaciones o la devolución de documentos.
Cada entidad es competente para realizar tareas materiales internas necesarias para el eficiente
cumplimiento de su misión y objetivos.

6.3. Carácter inalienable de la competencia administrativa


Es nulo todo acto administrativo o contrato que contemple la renuncia a la titularidad, o la
abstención del ejercicio de las atribuciones conferidas a algún órgano administrativo.
Sólo por ley mediante mandato judicial expreso, en un caso concreto, puede ser exigible a
una autoridad no ejercer alguna atribución administrativa.
La demora o negligencia en el ejercicio de la competencia o su no ejercicio cuando ello
corresponda, constituye falta disciplinaria imputable a la autoridad respectiva.

6.4. Conflicto con la función jurisdiccional


Cuando, durante la tramitación de un procedimiento, la autoridad administrativa adquiere
conocimiento que se está tramitando en sede jurisdiccional una cuestión litigiosa entre dos
administrados sobre determinadas relaciones de derecho privado que precisen ser esclarecidas
previamente al pronunciamiento administrativo, solicitará al órgano jurisdiccional comunicación
sobre las actuaciones realizadas.

Recibida la comunicación, y sólo si estima que existe estricta identidad de sujetos, hechos y
fundamentos, la autoridad competente para la resolución del procedimiento podrá determinar su
inhibición hasta que el órgano jurisdiccional resuelva el litigio.

La resolución inhibitoria es elevada en consulta al superior jerárquico, si lo hubiere, aun cuando no


medie apelación. Si es confirmada la resolución inhibitoria es comunicada al Procurador Público
correspondiente para que, de ser el caso y convenir a los intereses del Estado, se apersone al
proceso.

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6.5. Ejercicio de la competencia
El ejercicio de la competencia es una obligación directa del órgano administrativo que la tenga
atribuida como propia, salvo el cambio de competencia por motivos de delegación o evocación,
según lo previsto en esta Ley.
El encargo de gestión, la delegación de firma y la suplencia no suponen alteración de la titularidad
de la competencia.
No puede ser cambiada, alterada o modificada la competencia de las entidades consagradas en la
Constitución.

6.6. Cambios de competencia por motivos organizacionales


Si durante la tramitación de un procedimiento administrativo, la competencia para conocerlo es
transferida a otro órgano o entidad administrativa por motivos organizacionales, en éste continuará
el procedimiento sin retrotraer etapas ni suspender plazos.

6.7. Delegación de competencia


Las entidades pueden delegar el ejercicio de competencia conferida a sus órganos en otras entidades
cuando existan circunstancias de índole técnica, económica, social o territorial que lo hagan
conveniente.
Son indelegables las atribuciones esenciales del órgano que justifican su existencia, las atribuciones
para emitir normas generales, para resolver recursos administrativos en los órganos que hayan
dictado los actos objeto de recurso, y las atribuciones a su vez recibidas en delegación.
Mientras dure la delegación, no podrá el delegante ejercer la competencia que hubiese delegado,
salvo los supuestos en que la ley permite la avocación.
Los actos administrativos emitidos por delegación indican expresamente esta circunstancia y son
considerados emitidos por la entidad delegante.
La delegación se extingue:
a) Por revocación o avocación.
b) Por el cumplimiento del plazo o la condición previstos en el acto de delegación.

6.8. Deber de vigilancia del delegante


El delegante tendrá siempre la obligación de vigilar la gestión del delegado, y podrá ser responsable
con éste por culpa en la vigilancia.

6.9. Avocación de competencia


Con carácter general, la ley puede considerar casos excepcionales de avocación de conocimiento,
por parte de los superiores, en razón de la materia, o de la particular estructura de cada entidad.
La entidad delegante podrá avocarse al conocimiento y decisión de cualquier asunto concreto que
corresponda decidir a otra, en virtud de delegación.

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6.10. Disposición común a la delegación
Todo cambio de competencia debe ser temporal, motivado, y estar su contenido referido a una serie
de actos o procedimientos señalados en el acto que lo origina. La decisión que se disponga deberá
ser notificada a los administrados comprendidos en el procedimiento en curso con anterioridad a la
resolución que se dicte.

6.11. Encargo de gestión


La realización de actividades con carácter material, técnico o de servicios de competencia de un
órgano puede ser encargada a otros órganos o entidades por razones de eficacia, o cuando la
encargada posea los medios idóneos para su desempeño por sí misma.
El encargo es formalizado mediante convenio, donde conste la expresa mención de la actividad o
actividades a las que afecten el plazo de vigencia, la naturaleza y su alcance.
El órgano encargante permanece con la titularidad de la competencia y con la responsabilidad por
ella, debiendo supervisar la actividad.
Mediante norma con rango de ley, puede facultarse a las entidades a realizar encargos de gestión a
personas jurídicas no estatales, cuando razones de índole técnico y presupuestado lo haga
aconsejable bajo los mismos términos previstos en este artículo, dicho encargo deberá realizarse
con sujeción al Derecho Administrativo.
6.12. Delegación de firma
Los titulares de los órganos administrativos pueden delegar mediante comunicación escrita la firma
de actos y decisiones de su competencia en sus inmediatos subalternos, o a los titulares de los
órganos o unidades administrativas que de ellos dependan, salvo en caso de resoluciones de
procedimientos sancionadores, o aquellas que agoten la vía administrativa.
En caso de delegación de firma, el delegante es el único responsable y el delegado se limita a firmar
lo resuelto por aquél.
El delegado suscribe los actos con la anotación “por”, seguido del nombre y cargo del delegante.

6.13. Suplencia
El desempeño de los cargos de los titulares de los órganos administrativos puede ser suplido
temporalmente en caso de vacancia o ausencia justificada, por quien designe la autoridad
competente para efectuar el nombramiento de aquéllos.
El suplente sustituye al titular para todo efecto legal, ejerciendo las funciones del órgano con la
plenitud de los poderes y deberes que las mismas contienen.
Si no es designado titular o suplente, el cargo es asumido transitoriamente por quien le sigue en
jerarquía en dicha unidad; y ante la existencia de más de uno con igual nivel, por quien desempeñe
el cargo con mayor vinculación a la gestión del área que suple; y, de persistir la equivalencia, el de
mayor antigüedad; en todos los casos con carácter de interino.

6.14. Desconcentración
La titularidad y el ejercicio de competencia asignada a los órganos administrativos se desconcentra
en otros jerárquicamente dependientes de aquéllos, siguiendo los criterios establecidos en la
presente Ley.
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Los órganos de dirección de las entidades se encuentran liberados de cualquier rutina de ejecución,
de emitir comunicaciones ordinarias y de las tareas de formalización de actos administrativos, con
el objeto de que puedan concentrarse en actividades de planeamiento, supervisión, coordinación,
control interno de su nivel y en la evaluación de resultados.
A los órganos jerárquicamente dependientes se les transfiere competencia para emitir resoluciones,
con el objeto de aproximar a los administrados las facultades administrativas que conciernan a sus
intereses.
Cuando proceda la impugnación contra actos administrativos emitidos en ejercicio de competencia
desconcentrada, corresponderá resolver a quien las haya transferido, salvo disposición legal
distinta.

6.15. Deberes de las autoridades en l os procedimientos


Son deberes de las autoridades respecto del procedimiento administrativo y de sus partícipes, los
siguientes:

1. Actuar dentro del ámbito de su competencia y conforme a los fines para los que les fueron
conferidas sus atribuciones.
2. Desempeñar sus funciones siguiendo los principios del procedimiento administrativo previstos
en el Título Preliminar de esta Ley.
3. Encausar de oficio el procedimiento, cuando advierta cualquier error u omisión de los
administrados, sin perjuicio de la actuación que les corresponda a ellos.
4. Abstenerse de exigir a los administrados el cumplimiento de requisitos, la realización de
trámites, el suministro de información o la realización de pagos, no previstos legalmente.
5. Realizar las actuaciones a su cargo en tiempo hábil, para facilitar a los administrados el
ejercicio oportuno de los actos procedimentales de su cargo.
6. Resolver explícitamente todas las solicitudes presentadas, salvo en aquellos procedimientos
de aprobación automática.
7. Velar por la eficacia de las actuaciones procedimentales, procurando la simplificación en sus
trámites, sin más formalidades que las esenciales para garantizar el respeto a los derechos de
los administrados o para propiciar certeza en las actuaciones.
8. Interpretar las normas administrativas de forma que mejor atienda el fin público al cual se
dirigen, preservando razonablemente los derechos de los administrados.
9. Los demás previstos en la presente Ley o derivados del deber de proteger, conservar y brindar
asistencia a los derechos de los administrados, con la finalidad de preservar su eficacia.

7. Abstención
La autoridad que tenga facultad resolutiva o cuyas opiniones sobre el fondo del procedimiento puedan
influir en el sentido de la resolución, debe abstenerse de participar en los asuntos cuya competencia le
esté atribuida, en los siguientes casos:
1. Si es pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, con cualquiera
de los administrados o con sus representantes, mandatarios, con los administradores de sus
empresas, o con quienes les presten servicios.
2. Si ha tenido intervención como asesor, perito o testigo en el mismo procedimiento, o si como
autoridad hubiere manifestado previamente su parecer sobre el mismo, de modo que pudiera

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entenderse que se ha pronunciado sobre el asunto, salvo la rectificación de errores o la decisión
del recurso de reconsideración.
3. Si personalmente, o bien su cónyuge o algún pariente dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad, tuviere interés en el asunto de que se trate o en otra
semejante, cuya resolución pueda influir en la situación de aquél.
4. Cuando tuviere amistad íntima, enemistad manifiesta o conflicto de intereses objetivo con
cualquiera de los administrados intervinientes en el procedimiento, que se hagan patentes
mediante actitudes o hechos evidentes en el procedimiento.
5. Cuando tuviere o hubiese tenido en los últimos dos años, relación de servicio o de
subordinación con cualquiera de los administrados o terceros directamente interesados en el
asunto, o si tuviera en proyecto una concertación de negocios con alguna de las partes, aun
cuando no se concrete posteriormente.

7.1. Promoción de la abstención


La autoridad que se encuentre en alguna de las circunstancias señaladas en el artículo anterior,
dentro de los dos (2) días hábiles siguientes a aquel en que comenzó a conocer el asunto, o en que
conoció la causal sobreviniente, plantea su abstención en escrito razonado, y remite lo actuado al
superior jerárquico inmediato, al presidente del órgano colegiado o al pleno, según el caso, para
que sin más trámite, se pronuncie sobre la abstención dentro del tercer día.
Cuando la autoridad no se abstuviera a pesar de existir alguna de las causales expresadas, el
administrado puede hacer conocer dicha situación al titular de la entidad, o al pleno, si fuere órgano
colegiado, en cualquier momento.

7.2. Disposición superior de abstención


El superior jerárquico inmediato ordena, de oficio, o a pedido de los administrados, la abstención
del agente incurso en alguna de las causales a que se refiere el Artículo 89 de la presente Ley.
En este mismo acto designa a quien continuará conociendo del asunto, preferentemente entre
autoridades de igual jerarquía, y le remitirá el expediente.
Cuando no hubiere otra autoridad pública apta para conocer del asunto, el superior optará por
habilitar a una autoridad ad hoc, o disponer que el incurso en causal de abstención tramite y resuelva
el asunto, bajo su directa supervisión.

7.3. Consecuencias de la no abstención


La participación de la autoridad en el que concurra cualquiera de las causales de abstención, no
implica necesariamente la invalidez de los actos administrativos en que haya intervenido, salvo en
el caso en que resulte evidente la imparcialidad o arbitrariedad manifiesta o que hubiera ocasionado
indefensión al administrado.
Sin perjuicio de ello, el superior jerárquico dispone el inicio de las acciones de responsabilidad
administrativa, civil o penal contra la autoridad que no se hubiese abstenido de intervenir,
conociendo la existencia de la causal.

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7.4. Trámite de abstención
La tramitación de una abstención se realizará en vía incidental, sin suspender los plazos para
resolver o para que opere el silencio administrativo.

7.5. Impugnación de la decisión


La resolución de esta materia no es impugnable en sede administrativa, salvo la posibilidad de
alegar la no abstención, como fundamento del recurso administrativo contra la resolución final.

7.6. Apartamiento de la autoridad abstenida


La autoridad que por efecto de la abstención sea apartada del procedimiento, coopera para
contribuir a la celeridad de la atención del procedimiento, sin participar en reuniones posteriores ni
en la deliberación de la decisión.

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CONCLUSIONES

 Son actos administrativos, las declaraciones de las entidades que, en el marco de normas de
derecho público, están destinadas a producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones
o derechos de los administrados dentro de una situación concreta.
 No son actos administrativos los comportamientos y actividades materiales de la
Administración, que no se configuran en instrumentos legales y que no afectan derechos de las
personas.
 Puede definirse el contrato administrativo como aquel en que la Administración ejerce
prerrogativas en cuanto a su interpretación, ejecución y extinción, cuidando de no alterar la
ecuación financiera del mismo.
 La doctrina reconoce ciertos principios aplicables a los actos administrativos, los cuales le
otorgan una definición propia en el ordenamiento jurídico y que permiten distinguirlo de otras
figuras provenientes del derecho privado, y en particular, del acto jurídico civil.
 Los actos administrativos poseen elementos que lo configuran y definen su estructura,
diferenciándose aquellos que resultan ser esenciales para su validez
 Los llamados actos de administración interna no configuran actos administrativos, puesto que
los mismos no generan efectos sino al interior de la entidad.
 La notificación es el acto a través del cual se pone en conocimiento del interesado el contenido
de un acto administrativo.
 Son sujetos del procedimiento administrativo los administrados considerados como la persona
natural o jurídica que, cualquiera sea su calificación o situación procedimental, participa en el
procedimiento administrativo y la autoridad administrativa que es el agente de las entidades
que bajo cualquier régimen jurídico, y ejerciendo potestades públicas

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BIBLIOGRAFÍA
TUO DE LA LEY DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVOGENERAL
 Artículo 1º, inciso 1.1
 Artículo 1º, inciso 1.2.1
 Artículo 1º, inciso 1.2.2
 Artículo 7º, inciso 7.1
 Artículo 28º, inciso 28.1
 Artículo 28º, inciso 28.2
 Artículo 203º inciso 203.1
 Artículo 203º inciso 203.2.
 Artículo 218º inciso 218.2

LEY N° 27444
 Artículo 2º, inciso 1, 2 de la Ley N.º 27444
 Artículo 3º, inciso 1, 2, 5,6 de la Ley N. º 27444.
 Artículo 4º, inciso 1, 3,4 de la Ley N. º 27444.
 Artículo 6º, inciso 1,2,3,4 de la Ley N.º 27444
 Artículo 7º, inciso 7.1 de la Ley N. º 27444.
 Artículo 8º de la Ley N. º 27444.
LEY ORGÁNICA DE MUNICIPALIDADES Nº 27972.
 Artículo 49º, párrafo final

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ


 Artículo 148: Las resoluciones administrativas que causan estado son susceptibles de
impugnación mediante la acción contencioso-administrativa

 BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo, Derechos fundamentales y proceso justo, ARA,


Lima, 2001, p. 250.
 COSCULLUELA MONTANER, Manual de derecho administrativo, cit., pp. 165-166.
 DROMI, José Roberto, Manual de derecho administrativo, Astrea, Buenos Aires, 1987, T.
1, p. 109, 197, 311, 157, 115,123
 GARCÍA DE ENTERRÍA/Fernández, Curso de derecho administrativo, cit., T. I, p. 538,
539, 455, 541, 60
 GARCÍA TREVIJANO, José Antonio, Los actos administrativos, Civitas, Madrid, 1986, p.
43, 104, 105, 138, 196
 GONZÁLEZ PÉREZ, Manual de procedimiento administrativo, cit., p. 192, 512, 236, 301
 JIMÉNEZ DORANTES, Manuel, “La delimitación del acto administrativo como elemento
esencial para el desarrollo del derecho administrativo mexicano” UNAM, México D.F.,
2006, pp. 29, 243 y ss.
 MORELL OCAÑA, Curso de derecho administrativo II, cit., p 197.
 MORÓN URBINA, Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo General, cit.,
p. 151.
 SANTAMARÍA PASTOR, Principios de derecho administrativo, cit., p. 147, 314, 421

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