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UNIVERSIDAD PRIVADA CÉSAR VALLEJO - FILIAL LIMA

CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

PERSONA, DIGNIDAD Y FUNDAMENTOS


DE LOS DERECHOS HUMANOS.

SESIÓN 1

EQUIPO DE CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS


2019-II

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CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

PERSONA HUMANA, DIGNIDAD Y FUNDAMENTOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

“No me preocupa el grito de los violentos, de


los deshonestos, de los sin ética. Lo que más
me preocupa es el silencio de los buenos.”
Martin Luther King

1. LA PERSONA HUMANA

Las primeras definiciones sobre lo que se entiende por persona filosóficamente hablando, datan del Medioevo,
especialmente de los filósofos de tendencia cristiana. Uno de los conceptos más difundidos es el de Boecio, quién señala que
la persona humana es substancia indivisa de naturaleza racional. Las dos notas clave de la noción de persona en esta línea de
pensamiento, al que se adscribieron Santo Tomás y Occam, son: individuación (unidad del yo personal) y relacionalidad. En la
época moderna se comenzaron a introducir en la noción de persona elementos psicológicos y éticos. Así, Kant señala la
libertad e independencia de la persona frente al mecanicismo natural como uno de los rasgos de la personalidad. La persona
es capaz de darse leyes prácticas propias a través de su razón. Se da las leyes a sí mismo, pero no de forma arbitraria, sino de
manera que los hombres sean siempre "fin en sí mismos"; es un rasgo esencial de la persona: no puede ser sustituida por
otra. El hombre es lo único que en el mundo es fin en sí mismo y puede ser fundamento de leyes. Su dignidad merece
respeto. Su racionalidad y su voluntad autónoma lo fundamentan. El hombre tiende hacia lo "sensible", pero la razón es
capaz de elevarlo. En la modernidad, el término persona indica al sujeto moral puesto en el mundo, inquietándose por él en
las experiencias cotidianas o "en la existencia que se ha encontrado en sí misma, por la libertad". Hegel es quién sintetiza la
concepción de persona humana dentro de la filosofía contemporánea al señalar "sed persona y respeta a los otros como
personas", y plantea a la vez la idea de igualdad de todos los seres humanos, fundamento primero de los derechos
humanos, puesto que estos parten de la necesidad de considerar a todos como seres iguales. Esta afirmación Hegeliana
establece lo que jurídicamente es casi ignorado, puesto que pone en sentido iusfilosófico (filosofía del derecho), los
fundamentos de los derechos humanos, no en la positividad legal, sino en las necesidades personales de cada sujeto como
un ser moral, racional, valorativo y creador Para fines de la formulación de la persona cono sujeto de derechos en la sociedad
actual, y asumiendo los aportes de la filosofía, podemos definir a la persona humana como un ente racional, dotado de
razón, lenguaje, arraigado en la moral y en las relaciones sociopolíticas. En los derechos humanos, el concepto filosófico de la
persona tiene un papel definitivo, porque ellos son los derechos morales y políticos con gran vocación de positividad jurídica.
No otra cosa cabe deducir cuando los contenidos esenciales de los derechos humanos han sido erigidos en normas legales:
la libertad, la igualdad, la dignidad, la seguridad, la justicia o la paz. Así, pues, la acepción de persona que nos ofrece la
filosofía, nos permite iluminar el concepto jurídico que de ella se tiene (no puede ser al contrario), el cual no abarca
completamente a toda la persona, sino que, a partir de lo que quiere defender, la define, estando así sujeta a fluctuaciones
que no corresponden con el ser y la dignidad misma de ser humano.

2. PERSONA HUMANA Y NECESIDAD DE LOS DERECHOS HUIMANOS

Hubo antaño un mundo sin reconocimiento de los derechos humanos. En él las personas no valían igual: había aristócratas y
plebeyos, y una profunda grieta los separaba: habitaban en lugares distintos, no se casaban entre ellos, los aristócratas vivían
del Estado, mientras los plebeyos los mantenían y pagaban ellos solos los impuestos. Este mundo existió hasta hace poco
más de doscientos años en Europa. Hubo también seres humanos de raza negra que fueron considerados esclavos, una
suerte de cosas con vida humana. En el Perú, de acuerdo con las leyes, esta situación se prolongó hasta 1854. En los Estados
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Unidos de Norteamérica, los humanos de raza negra no podían sentarse a lado de los de raza blanca ni acudir a los mismos
lugares públicos que estos hasta la década del sesenta, y en Sudáfrica, hasta poco antes de que acabara el siglo XX. La mujer
no tuvo derechos políticos en el Perú, porque se la consideraba inhábil para votar en elecciones nacionales, hasta el año
1956. Además, de acuerdo con las leyes, al menos hasta 1980 la mujer vivía sometida al marido: este decidía por sí solo
cosas muy importantes para la familia, como el lugar en que vivirían, el dinero que gastarían, si la mujer podía o no trabajar
fuera de casa, y así sucesivamente. Fueron estas y muchas otras las circunstancias en que los seres humanos carecieron,
precisamente, de derechos humanos, porque así lo mandaban las leyes, en contra de lo que la naturaleza dicta. Y es que
todos los seres humanos son distintos en muchos aspectos pero iguales en lo esencial: su común pertenencia a la
humanidad. Como se puede ver, no hay que ir muy lejos en la historia para encontrar un mundo sin derechos humanos.
Muchas de las personas que se nos cruzan por la calle, o que viven con nosotros dentro de casa, fueron tratadas por las leyes
como desiguales en algún momento de sus vidas. Hemos insistido en las diferencias en el tratamiento de las personas por la
ley, porque, en verdad, los derechos humanos son establecidos a partir del Derecho para ser aplicados en todas y cada una
de las circunstancias de la vida. Como humanos, vivimos en una constante tensión entre lo que nos hace iguales y lo que nos
hace distintos. Cada uno de nosotros es único y distinto a los demás en muchas cosas, desde nuestros rasgos faciales y
nuestra figura humana hasta nuestros pensamientos y convicciones más profundas. En realidad, cada uno de nosotros debe
ser él mismo y distinto de los otros si quiere realizarse plenamente como persona. Pero, al mismo tiempo, todos tenemos en
común nuestra constitución humana: el cuerpo que nos pertenece, nuestras emociones, nuestra inteligencia, nuestros
valores, nuestra creatividad y nuestras creencias divinas y humanas. En todo esto los seres humanos somos iguales.
Precisamente, la individualidad de cada uno, y su realización, consisten en partir de estas características comunes para
construir nuestra propia realización personal, inimitable y única. Poco a poco, el ser humano fue dándose cuenta de que,
para alcanzar una vida mejor en sociedad y una mayor realización personal, era indispensable reconocer ciertos derechos
aplicables a todos por igual: esos derechos que permiten ejercitar nuestras potencialidades para mejor realizarnos y ser cada
vez más humanos

3. LA DIGNIDAD HUMANA COMO FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

Deriva del latín dignitas, del adjetivo dignus, cuya forma arcaica nos revela su origen del verbo decet: decente. Según el
diccionario enciclopédico El Ateneo (t. II), el significado de la palabra dignidad es: "calidad de digno; que merece algo, en
sentido favorable o adverso; correspondiente, proporcionado al mérito y condición de una persona o cosa". La dignidad
humana es la actitud de respeto a sí mismo y a los otros, por el reconocimiento que toda criatura humana posee
características que la elevan por encima de los otros seres. El respeto a esa dignidad es la garantía suprema del orden social.
En pocas palabras es el respeto que se tiene en sí mismo y en los demás. Es una estima que se tiene la persona por tener
inteligencia y voluntad y que además tiene esa misma estima o respeto para con los demás seres de su misma especie. La
naturaleza de la dignidad humana consiste en conseguir el fin último del hombre; en buscar los medios más eficaces y
adecuados para lograr el bien de la persona misma y el bien de las demás personas. Esto implica que quienes violentan los
derechos de las demás personas, no solamente atentan contra la dignidad de estas personas, sino contra su propia dignidad.
“La dignidad humana del hombre, o sea su grandeza esencial, deriva de que existe para sí, así como de su aptitud para
realizar los valores. El derecho es la condición para que pueda realizarlos libremente.”
La dignidad humana está relacionada con la calidad y condición de ser humano de toda persona, la misma que le otorga
ciertas características diferentes de todos los demás seres existente sobre la Tierra, y merecedor por lo tanto de un respeto,
trato y del reconocimiento de un conjunto de derechos que no nacen de las leyes, sino que son inherentes a su condición
misma de ser humano, a su naturaleza. Veamos lo que nos dice el filósofo I. Kant al respecto: "...Los seres cuya existencia no
descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, cuando se trata de seres irracionales, un valor puramente
relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza
los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado como medio y, por tanto, limita, en este
sentido, todo capricho (y es objeto de respeto). Estos no son pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efectos de

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nuestra acción, tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, realidades cuya existencia es en sí misma,
un fin...". La persona humana constituye un fin en sí mismo, por su propia condición, y por lo tanto no pueden ser reducidos
a la condición de medios, ello constituye el verdadero sentido y significado de lo que se entiende por dignidad humana. Es a
partir de este reconocimiento de la dignidad humana, que nacen los derechos humanos, los mismos que son inherentes a la
persona, y en la cual encuentran su fundamento y razón de ser. Podemos decir, también, que la dignidad es la necesidad
emocional que todos tenemos de reconocimiento público por la autoridad, personal, amigos, familiares, círculo social, etc.
de haber hecho bien las cosas. La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona como ser digno de respeto. Toda
persona tiene que reconocer las diferencias de cada persona además de tolerarlas para que así la persona digna se sienta
libre y posea las bases que le permiten actuar consecuentemente y por lo tanto se considera capaz de desarrollar cualquier
trabajo bien fundamentado. Una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se
han visto afectados por ellos. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al
individuo de tener derechos inexistentes. La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y
satisfacción. La dignidad humana es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su
situación económica, social y cultural, así como de sus creencias o formas de pensar. De la dignidad de la persona como valor
central, emanan la justicia, la vida, la libertad, la igualdad, la seguridad y la solidaridad, que son dimensiones básicas de la
persona, que en cuanto tales se convierten en valores y determinan la existencia y legitimidad de todos los Derechos
reconocidos por La declaración Universal de los Derechos Humanos, por nuestra constitución política, y las normas que rigen
la vida de los seres humanos en las diferentes partes del mundo.

4. ESTADO

4.1.Noción de Estado.

Teoría liberal: sobre la base de tales fuentes históricas, quedó asentada la teoría liberal de la soberanía
popular. Rousseau vincula este concepto con otro de su creación: la voluntad general, que es la voluntad del
pueblo, de la mayoría. Según este autor, el pueblo pasa a ser la fuente y raíz de todo poder político, de toda
autoridad, una vez establecido el pacto social, irrevocable, mediante el cual se constituye la sociedad política.
Las cláusulas del pacto implican esencialmente: “la enajenación total de cada asociado, con todos sus
derechos, a toda la comunidad; porque, en primer lugar, dándose cada uno por entero, la condición es la
misma para todos, nadie tiene interés en hacerla onerosa a los demás” (El Contrato Social). Sobre la base del
igualitarismo, así instaurado, el pueblo se erige, a través del mito de la voluntad general, en el legislador
supremo. El gobierno no es sino el delegado o mandatario destinado a aplicar las decisiones de aquél. En tal
carácter, el pueblo es fuente de todo derecho y de toda norma moral; en consecuencia, puede revocar en
cualquier momento la delegación otorgada al gobernante de turno.

El Estado es un producto histórico reciente. Como ya ha señalado la historiografía, el Estado se origina


después del Renacimiento, y se perfecciona en los siglos subsiguientes. Es algo más que un artificio jurídico. Se
antepuso a monarcas y pueblo. Es, en términos jurídicos, una persona moral, neutra, por encima de las formas
de gobierno coyunturales que en él se encuentren vigentes.

Para el alemán Max Weber, en términos políticos, el Estado es un instrumento de dominación en el que
reside el monopolio legítimo de la coerción. Sobre él hay por lo menos dos grandes maneras de entenderlo: la
kelseniana, que lo considera como el ordenamiento jurídico vigente en un territorio en el que se aplica sus
normas, o como un conjunto integrado de elementos sociológicos e históricos.

El Estado desde su origen ha reclamado un status de independencia; más aún si se acepta la tesis
contractual o consensual de su nacimiento. En las tesis absolutistas ello se revela, no sin intención, de manera
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más evidente. Maquiavelo concibió el Estado como una organización jurídica con estabilidad y exigencia de
continuidad basada en el ejercicio del poder. En Hobbes, la idea es similar. Cuando se pasa del estado de
naturaleza al Estado político los ciudadanos ceden al gobernante sus derechos, no tienen derecho de
resistencia. En estos autores se percibe que el núcleo del Estado, el poder soberano es independiente de los
intereses de los ciudadanos.

Para Hans Kelsen, el Estado es un orden jurídico, el cual es a la vez un sistema de normas e intenta
llegar a una definición de Estado según el derecho positivo, expresando que “El Estado es por naturaleza un
sistema de normas o la expresión para designar la unidad de tal sistema; y sabido esto, se ha llegado ya al
conocimiento que el Estado, como orden, no puede ser más que el orden jurídico o la expresión de su unidad”.

5. DEFINIENDO LOS DERECHOS HUMANOS

Ofrecer una definición de los Derechos Humanos es un problema abierto ya que nunca se ha producido un acuerdo general
entre los teóricos a la hora de definirlos, a causa de la variabilidad histórica que ha experimentado el contenido de los
Derechos Humanos y como consecuencia de muchos enfoques, puntos de vista e ideologías con que se puede estudiar la
cuestión. Esto ha determinado una constante provisionalidad de casi todas las propuestas de definición que se han ofrecido,
porque cada una de ellas ha tendido a limitarse a recoger algún aspecto parcial de los Derechos Humanos. Tras varios siglos
de debates doctrinales y de movimientos revolucionarios inspirados de algún modo en los ideales de igualdad, justicia y
libertad, no hemos sido capaces todavía de ponernos de acuerdo universalmente acerca de lo que significa eso de "derechos
humanos". Si bien no es sencillo ofrecer una definición única sobre lo que son los derechos humanos, sin embargo, si
podemos tener una idea general de estos, atendiendo a las diferentes definiciones planteadas por diversos teóricos y
especialistas en el tema:
 Para Rubio (2009) son “esos derechos que permiten ejercitar nuestras potencialidades para mejor realizarnos y ser cada
vez más humanos”.“Son condiciones esenciales de todo ser humano en todo tiempo y lugar, cualquiera sea su raza,
religión, edad o condición en la sociedad, para vivir con dignidad. Responden a las necesidades que tienen los seres
humanos para vivir dignamente: desde el simple hecho de mantenerse con vida, alimentarse, vestirse o tener una
vivienda, educarse y tener asistencia médica en caso de enfermedad”.
 Una de las definiciones más divulgadas, y que puede resumir lo planteado por los autores anteriormente citados, es la
que considera que: “Los Derechos Humanos son el conjunto de libertades, atributos y facultades reconocidos por la
constitución a los habitantes de un país por su condición de persona”.
También podemos definirlo de la siguiente manera: los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas inherentes
a la naturaleza de la persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral del individuo que
vive en una sociedad jurídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben ser
reconocidos y garantizados por el Estado.

6. CARÁCTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS

A. Inherencia
Su carácter consustancial e indesligable respecto de todo ser humano. En otras palabras, debe de entenderse que
los Derechos Humanos existen independientemente de cualquier voluntad, como mera constatación de ciertos
atributos esenciales en toda la persona.
B. Indivisibilidad
La dignidad humana no es divisible y es absoluta. No pueden ser respetados o reconocidos a medias. Los derechos
son completos, además la negación de uno niega necesariamente a los demás: resultaría contrario a la razón
abogar por el derecho a la vida mientras se niega flagrantemente los derechos a la alimentación y la salud.
C. Universalidad
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Por ser inherentes a la condición humana, todas las personas son titulares de los derechos Humanos y no pueden
invocarse diferencias de regímenes políticos, sociales o culturales como pretexto para ofenderlos o menoscabarlos.
D. Son imprescriptible
Significa que no tienen un comienzo y un fin en la vida humana, existen en tanto existen los seres humanos. Por ello
deben ser respetados por todos.
E. Son inalienables
Es decir no pueden ser transferidos a otras personas o renunciar a ellos, se deduce de la inherencia.

7. PRINCIPIOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

o Principio pro persona: “en virtud del cual se debe acudir a la norma más amplia, o a la interpretación
más extensiva, cuando se trata de reconocer derechos protegidos, e inversamente, a la norma o a la los
derechos o su suspensión extraordinaria...”. En virtud de este principio, siempre se debe elegir la
norma jurídica internacional o de orden interno que sea más favorable a los intereses de la persona, y
que ampare más ampliamente los derechos humanos.
o Principio de progresividad: ya que los derechos humanos tienen contenidos variables según la
coyuntura histórica, y esto implica su permanente ampliación y mayor reconocimiento. A medida que
la cultura evoluciona, tanto el concepto de “derechos humanos” como el contenido de los mismos,
también evolucionan para dar mayor protección al respeto de la dignidad humana.
o Principio de indisponibilidad: la inherencia de los derechos humanos a la condición de persona implica
que los mismos están fuera del comercio y de la disponibilidad personales.
o Principio de universalidad: los derechos humanos le corresponden a todos los hombres y mujeres por
igual, por el solo hecho de ser personas.
o Principio de interdependencia: los derechos humanos forman un todo indivisible, un sistema armónico
que tutela la dignidad de todo hombre o mujer.
o Principio de inderogabilidad: los Estados no pueden disminuir por normas internas la protección y el
reconocimiento de los derechos humanos.
o Principio de irrevocabilidad: una vez reconocidos o garantizados, los derechos humanos no pueden ser
revocados por las autoridades del Estado.
o Principio de respeto a la dignidad inherente de la persona humana: implica el respeto a la autonomía
individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones y la independencia de las personas.
o Principio de no discriminación e igualdad: el Estado debe dar un tratamiento igualitario a todas las
personas que viven bajo su jurisdicción sin discriminación. Esto implica por un lado la obligación
positiva de tratar de manera diferente situaciones que son diferentes de por sí, y la obligación negativa
(obligación de no hacer) de no discriminar a ningún ciudadano por ningún motivo arbitrario y no
fundado en la ley.

8. FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

Veamos a continuación los principales enfoques desde los cuales se ha buscado históricamente, fundamentar los Derechos
Humanos.

8.1.Fundamento iusnaturalista

El iusnaturalismo es una doctrina filosófica tan antigua como la disputa que tenían Sócrates y los sofistas por
distinguir aquello que estaba dictado por la naturaleza (physis) de lo que era establecido y convenido por los
hombres (thesis); pero a su vez es tan moderna como las teorías políticas de los siglos XVII y XVIII que explican
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el origen y el fundamento del poder político con base en la existencia de derechos naturales, anteriores a la
conformación del Estado. Y aunque los representantes del iusnaturalismo han desarrollado diferentes
interpretaciones, comparten no obstante una tesis básica: el derecho natural no sólo se distingue del derecho
positivo,2 sino que además es superior a éste porque emana de una naturaleza divina o racional (según los
diferentes autores) que determina lo justo y lo válido en términos universales, esto es, con independencia de
los dictados particulares de cada Estado (Bobbio, 1991: 836–837).

Para el iusnaturalismo la naturaleza es algo que existe per se, independientemente de nuestra voluntad y de
nuestra fuerza. Por eso, este derecho natural, que se supone supremo y trascendente, no depende en lo más
mínimo de las consideraciones ni de las formulaciones humanas o estatales. Los derechos naturales existen por
sí mismos porque provienen de la propia naturaleza humana. Esta naturaleza (divina o racional) es lo que
determina la existencia y el contenido de esos derechos, los cuales, independientemente del reconocimiento
que tengan en el derecho positivo (estatal), existe y resulta universalmente válido y necesario.

El iusnaturalismo sostiene que el derecho vale y, por ende, obliga, no porque lo haya creado un legislador
soberano o porque tenga su origen en cualquiera de las fuentes formales, sino "por la bondad o justicia
intrínsecas de su contenido" (García, 1968: 128). Su validez universal deriva del supuesto de que cualquiera
que hiciera uso de su propia razón podría distinguir lo bueno de lo malo, y lo justo de lo injusto, conforme a un
hipotético orden justo, racional, universal y necesario (que en ocasiones también es denominado orden
divino). Dicho en otras palabras, los seres racionales pueden y deben conocer ciertos principios normativos de
la conducta humana que, dado que están en su propia naturaleza, deben constituir el fundamento de sus
acciones.

Alguien podría preguntarse cómo sabremos cuáles son esos principios fundamentales si, en una sociedad,
distintas personas apelan a ellos para justificar reglas o acciones contrapuestas. A esto los iusnaturalistas
responden que, dado que el derecho natural es trascendente (i.e. inmutable en el tiempo y uniforme en el
espacio), es imposible que dos seres racionales tengan nociones contrapuestas respecto de las normas
naturales de conducta. Estas normas no se fundan en las determinaciones positivas de un Estado o en las
consideraciones particulares de un sujeto sino en "la naturaleza", en un orden (llámese racional o divino)
anterior y superior a la contingencia humana. Orden que, podría decirse que "desde siempre", ha determinado
lo justo y lo bueno con independencia del tiempo y del espacio. Por eso algunos autores caracterizan al
iusnaturalismo como "el intento de deducir de la naturaleza humana un conjunto de reglas de conducta
humana, satisfactorio desde el punto de vista de su bondad y expresión definitiva de la idea de justicia"
(Fernández, 1993: 57).

En resumen, el iusnaturalismo supone la existencia de un derecho trascendente y anterior al derecho positivo.


Derecho que bajo la sombra de la razón, de la naturaleza, o de Dios, es asumido como el único orden regulador
de validez universal, al que los hombres, guiados por la "recta razón", pueden aspirar. Independientemente de
las diferencias que plantean los distintos representantes del iusnaturalismo en torno a la fuente de la
legitimidad o al contenido concreto del derecho natural al que apelan, todos ellos coinciden en que el derecho
natural es la única manifestación universalmente válida y necesaria de lo que debe ser un orden justo y
racional; por ende, el derecho positivo no debe hacer otra cosa más que guardar celosamente el cumplimiento
y el respeto de este derecho natural. El derecho positivo nunca debe contradecir al derecho natural y, llegado
el caso, siempre debe prevalecer el derecho natural sobre el positivo pues, se debe suponer que pueden
equivocarse los hombres pero no la naturaleza (divina o racional) en que se funda el derecho natural.

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Sin embargo, el problema del iusnaturalismo, como lo señalan Kelsen (1993a: 69) y otros juristas
contemporáneos, es que se basa en la falacia lógica que consiste en inferir el "deber ser" (lo axiológico) del
"ser" (lo ontológico). Apelan a un orden trascendente pero nunca señalan quién establece y determina los
contenidos de esos supuestos dictados de la naturaleza o de la razón. Por eso la pretensión de deducir el
derecho natural (y, más aún, el derecho positivo) a partir de un supuesto orden justo y bueno, universal y
trascendente, conlleva el riesgo de justificar, en nombre de ese mismo orden, leyes que a todas luces podrían
resultar más peligrosas para la sociedad que las que dicta un Estado legal y legítimamente constituido.

Aunque algunas vertientes del iusnaturalismo en ocasiones han estimulado o acelerado "la consecución de los
ideales humanistas de autonomía, libertad o igualdad, [..] otras veces han ayudado a mantener las injusticias
del presente histórico convirtiendo 'lo natural' en cómplice de los intereses de los poderosos" (Fernández,
1993: 60). Aparentemente el iusnaturalismo puede servir de base a un discurso crítico del statu quo pues apela
a un orden trascendente, distinto del presente, que permite pensar en la posibilidad de cambiar a este último.
Sin embargo, el problema una vez más es: quién determina qué es lo justo y lo injusto cuando seres racionales
contraponen conceptos excluyentes de justicia. En nombre de la razón, de Dios y de los derechos naturales
muchos han cometido las peores atrocidades vistas en la historia.

8.2. Fundamento iuspositivista

El iuspositivismo parte del supuesto de que el derecho no es más que la expresión positiva de un conjunto de
normas dictadas por el poder soberano. Estas normas, que constituyen el derecho positivo, son válidas por el
simple hecho de que emanan del soberano, no por su eventual correspondencia con un orden justo,
trascendental, como pretendía el iusnaturalismo. Según García (1968: 12) "el derecho positivo, por el simple
hecho de su positividad, esto es, de emanar de una voluntad soberana, es justo”.Dicho en otras palabras, para
el iuspositivismo las normas que emanan de un Estado fundan su validez en este hecho y no en valores éticos
trascendentales o en fines "socialmente valiosos" que supuestamente deben perseguir las normas (como
podría ser el bien común, por ejemplo).

El iuspositivismo (o positivismo jurídico) se considera una doctrina libre de valores que establece lo justo y lo
injusto con base, única y exclusivamente, en los dictados del poder soberano, y no en un derecho que se
pretende superior por fundarse supuestamente en la naturaleza, en la razón, o en Dios. Para el positivismo
jurídico, el derecho (que no es otro más que el derecho positivo) no persigue ningún fin inmanente y, por ende,
ni se refiere ni está sujeto a ningún contenido preestablecido. El derecho emana de un procedimiento formal.
Más aún, el derecho está históricamente determinado por el tiempo y el espacio de cada formación estatal, o
sea, es contingente. Por eso desde esta perspectiva resulta inconsistente tratar de otorgar validez universal a
un conjunto particular de normas por el solo hecho de que se pretenden universalmente validadas por la
naturaleza, la razón o Dios. En palabras de García Maynez, el iuspositivismo, no incluye en la definición del
derecho cuestiones de tipo teleológico, como la de que éste, para ser tal, deba realizar la justicia, la libertad o
el bien común. Precisamente por ello no escatima el calificativo de jurídicos a preceptos que habiendo sido
creados por órganos competentes, en la forma legalmente prescrita, no realizan, empero, tales o cuales ideales
de justicia, de libertad o de común beneficio. (García, 1968: 10)

El derecho positivo funda su validez únicamente en las reglas y procedimientos establecidos por el Estado.Por
eso para el iuspositivismo, el derecho positivo es formal, porque no se define ni por las acciones que regula, ni
por el contenido de tal regulación, ni por los fines que esta acción persigue; se define únicamente con relación

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a la autoridad que establece las normas, o sea, con respecto al poder soberano. En pocas palabras, para el
iuspositivismo, detrás de la ley no hay nada más que la voluntad soberana: autoritas non veritas facit legem.

Por esta razón, se dice que otra de las características básicas del iuspositivismo (además del formalismo) es el
imperativismo. Para el positivismo jurídico, el derecho es el conjunto de normas con las que el soberano
ordena o prohíbe determinados comportamientos a sus súbditos; es un mandato. Ello explicaría (quizá de
manera más contundente que como lo hace el iusnaturalismo) por qué todos los individuos acatan los dictados
del derecho positivo: saben que, de no hacerlo, tendrían que enfrentarse a la pena y a la coacción que impone
el Estado (monopolio de la violencia), bajo el amparo del derecho (fuente de su legitimidad), a quienes
cometen actos ilícitos. No es el temor a un castigo divino ni a un reproche moral lo que condiciona y obliga la
conducta de los individuos; es el temor al uso de la fuerza en su contra, lo que les motiva a respetar la ley
(Ellsheid, 1992: 145).

Ahora bien, para muchos juristas el iuspositivismo tiene más ventajas explicativas que el iusnaturalismo. Apelar
a un orden natural y trascendente, como justificación última de la validez de las leyes civiles, es
metafísicamente más difícil que reconocer la validez de las mismas únicamente por la fuente de su poder. Para
los iuspositivistas, el motivo por el cual los sujetos evitan cometer actos ilícitos no es el temor al hipotético
castigo que pudiera infligirles una supuesta "voluntad divina", "moral" o "racional" (que, en última instancia, no
es más que un asunto del fuero interno), sino el temor al castigo, al que podría condenarles efectivamente el
Estado.

Por ello, aunque es cierto que el enunciado positivista "detrás de la ley sólo está el poder" puede dar origen y
justificación a regímenes autoritarios, también es cierto que la pretendida inocencia de apelar a un orden
trascendente puede derivar, asimismo, en un régimen autoritario (aunque éste justifique su poder mediante
criterios y argumentos supuestamente universales y trascendentales).

El iuspositivismo, también conocido como positivismo jurídico, es una corriente de pensamiento jurídico. La principal
tesis del iuspositivismo es la separación entre moral y Derecho, que supone un rechazo a toda relación conceptual
vinculante entre ambos. El iuspositivismo entiende que Derecho y moral son conceptos distintos no identificables. Dado que
el Derecho existe con independencia de su correspondencia o no con una u otra concepción moral: una norma jurídica no
tiene condicionada su existencia a su moralidad; en todo caso, puede ésta afectar su eficacia o legitimidad, mas eso es una
cuestión distinta. El Derecho puede ser justo e injusto, aunque lo deseable sea lo primero. Que una “conducta sea prescrita
por el derecho no significa que lo sea igualmente por la moral. La regla de derecho es un instrumento que sirve para describir
el derecho positivo tal como ha sido establecido por las autoridades competentes. De aquí se desprende que el derecho
positivo y la moral son dos órdenes normativos distintos uno del otro.”

El iuspositivismo es tan antiguo como el derecho mismo, aunque alcanzó su mayor desarrollo teórico a partir de los escritos
del filósofo inglés Thomas Hobbes, aplicados al ámbito jurídico por Jeremy Bentham. Hobbes y Bentham definieron la validez
del Derecho por su disposición por una autoridad competente, y negaron que las razones morales pudieran tener parte
alguna en la decisión legal. John Austin definió un sistema jurídico como aquel que está sometido a una autoridad soberana,
y la validez de las leyes como su imposición formal por esta autoridad a través de sus agentes. Sin embargo, el verdadero
pilar del Iuspositivismo, que define al Derecho como un producto únicamente de la voluntad del legislador, y a las
consecuencias de Derecho como el mero resultado lógico de colocarse en el supuesto jurídico del que se trate en lo
ordenado, es el austriaco Hans Kelsen, autor de la "Teoría Pura del Derecho." Entre los iusnaturalistas (la postura opuesta al
iuspositivismo) los iuspositivistas son "malos" e "inmorales"; sin embargo, existen varias clases de iuspositivismo, y algunos
iuspositivistas también critican las leyes injustas, sólo que no dicen que no sean verdadero Derecho, sino que son Derecho
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injusto. Podemos concluir entonces, señalando que esta concepción no reconoce la existencia de derechos anteriores al
estado, postulando el surgimiento de los derechos subjetivos, sólo en la ley positiva, promulgada y sancionada por el poder
público. Así, esta teoría fundamenta los derechos humanos en su consagración legislativa por el poder público.
Para el Iuspositivismo los derechos humanos se otorgan por la ley, constitucional u ordinaria, según los diferentes sistemas,
emanando de la misma.

8.3. Fundamento historicista

Establece que el fundamento de los derechos humanos son las necesidades sociales y la capacidad de satisfacerlas, por lo
tanto niega que el fundamento sea la naturaleza humana. Así que según se presenten las necesidades, la lista de los
Derechos Humanos se podrá cambiar. Fundamentación variable según lista de necesidades sociales e históricas. Se ha
señalado que "la variabilidad histórica es bastante cierta en el caso de los derechos cívicos-políticos y en los derechos
económico-sociales y culturales; pero, ¿lo es igual en el caso de los derechos personales, como el derecho a la vida y a la
integridad física y moral?" Se ve de forma inmediata que esta fundamentación, por su relativismo, “fundamenta” poco.
El origen de esta fundamentación se remonta al siglo XIX. Esta corriente considera los derechos
humanos como variables y relativos a las condiciones históricas de cada sociedad y producto de la evolución de
las mismas.
Su aportación principal fue la de concientizar a los individuos del carácter histórico de los diferentes
fenómenos sociales, y plantea que la idea de derechos humanos está sujeta al lugar y tiempo determinado en
que se analizan. Asimismo, es importante destacar que los historicistas consideran que: “Los Derechos
Humanos son un concepto histórico del mundo moderno que surge progresivamente a partir del tránsito de la
modernidad”.
En relación con lo anterior, consideran que los derechos humanos se han gestado, desde sus orígenes
hasta nuestros días, en un triple proceso de evolución: la positivación, la generalización y la
internacionalización.
A través del proceso de positivación se pasa de los derechos humanos como valores, a los derechos
subjetivos públicos (también con la denominación de derechos humanos), básicamente por medio de las
constituciones y tratados. De esta forma se introducen nuevos derechos humanos que van ampliando el
catálogo o “elenco” y generando nuevas categorías. Posteriormente, se pasa del reconocimiento a la
protección.

8.4. Fundamento consensualista

En esta teoría la fundamentación de los derechos humanos no depende de algo objetivo, sino del consenso al que se llega
subjetivamente. Así, para sus promotores, "la única prueba por la que un sistema de valores puede ser considerado como
humanamente fundado y, por tanto, reconocido, es la prueba del consenso general acerca de su validez". Para quien así
piensa, la búsqueda de una fundamentación de los derechos humanos es pérdida de tiempo, lo que realmente es
importante es la protección de los mismos. Entonces si una sociedad, que por “decisión de la mayoría”, desarrollase
sentimientos, ideologías o valores contrarias a los derechos humanos (por ejemplo: el racismo, el esclavismo o el abortismo),
puede declarar como Derecho Humano el aborto, o el derecho al bebé medicamento, o… Da escalofríos pensar a lo que
puede llevar esta fundamentación, porque nada hay más fácil de manipular que la sociedad humana cuando no se la enseña
a pensar críticamente y se la educa en la vaciedad. El fundamento de los derechos humanos no puede ser una ideología
plural –no necesariamente lo que es aceptado por la mayoría es sinónimo de correcto cuando es evidente que va en contra
de la razón y la verdad – debe admitirse, por tanto, la objetividad de un fundamento como puede ser la dignidad humana
que no cambia.

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UNIVERSIDAD PRIVADA CÉSAR VALLEJO - FILIAL LIMA
CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

9. BIBLIOGRAFÍA

G, O. E. O. (2006a). Derecho Civil I: Personas. Chile: Universidad Católica Andrés Bello.


G, O. E. O. (2006b). Derecho Civil I: Personas. Chile: Universidad Católica Andrés Bello.
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Gallo, J. (1994). Los derechos humanos: historia, fundamento, efectividad. Chile: Jurídica de Chile.
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YouTube - ¿Qué son los Derechos Humanos? Organización Unidos por los Derechos Humanos. (s.d.) Recuperado Abril 1,
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http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632005000300006
Rubio, M. (2009). El Sistema Jurídico. Introducción al Derecho. Lima: Fondo Editorial PUCP.

ACTIVIDAD INDIVIDUAL O GRUPAL

Elabore un informe escrito tomando en cuenta la definición de persona humana, de dignidad y derechos
humanos, la necesidad de los derechos humanos y el origen de los derechos según cada uno de los
fundamentos filosóficos. Dar un ejemplo de cada uno.

INTRODUCCIÓN

CONTENIDO

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UNIVERSIDAD PRIVADA CÉSAR VALLEJO - FILIAL LIMA
CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

CONCLUSIÓN

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