SU SANTIDAD
LA MASONERIA.
L E O N .
T I P . DE JESUS VILLALPANDO.
1884.
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ENCICLICA
DE
SU SANTIDAD
LA MASONERIA.
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T I P . DE JESÚS VILLALPASDO.
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A los v e n e r a b l e s h e r m a n o s
Patriarcas, P r i m a d o s , Arzobispos y Obispos
de todo el orbe católico q u e s e
c o n s e r v a n e n gracia y c o m u n i o n c o n la Sede Apostólica
/
A los v e n e r a b l e s h e r m a n o s
Patriarcas, P r i m a d o s , Arzobispos y Obispos
de todo el orbe católico q u e s e
c o n s e r v a n e n gracia y c o m u n i o n c o n la Sede Apostólica
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los restos de los bienes de la Iglesia sujetados á todo j mente la católica, que, como única verdadera, no sin su-
género de trabas y gravámenes, y enteramente puestos j ma injuria puede igualarse á las demás.
al arbitrio y juicio del Estado; las Ordenes religiosas su- | Pero más lejos van los naturalistas, porque, lanzados
primidas y dispersas. audazmente por las sendas del error en las cosas de ma-
Pero donde sobre todo se extrema la rabia de los ene- • yor momento, caen despeñados en el profundo, sea por
migos, es contra la Sede Apostólica y el Romano Pon- j la flaqueza humana, sea por justo juicio de Dios, que
tífice. Quitósele primero con fingidos pretextos el rei- castiga su soberbia. Así es que en ellos pierden su cer-
no temporal, baluarte de su independencia y de sus de- teza y fijeza aun las verdades que se conocen por luz na-
rechos; en seguida se le redujo á situación inicua á la tural de la razón, como son la existencia de Dios, la espi-
par que intolerable por las dificultades que de todas par- ritualidad é inmortalidad del alma humana. Y la secta de
tes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado á pun- los masones da en estos mismos escollos del error con
to de que los fautores de las sectas proclamen abierta- j no menos precipitado curso. Porque si bien confiesan
mente lo que en oculto maquinaron largo tiempo; á sa- en general que Dios existe, ellos mismos testifican no
ber: que se ha de suprimir la sagrada potestad del Pon- estar impresa esta verdad en la mente de cada uno con
tífice y destruir por entero el Pontificado instituido por firme asentimiento y estable juicio. Ni disimulan tam-
derecho divino. Aunque faltaran otros testimonios, poco ser entre ellos esta cuestión de Dios causa y fuen-
consta suficientemente lo dicho por el de los sectarios, te abundantísima de discordia; y aun es notorio que úl-
muchos de los cuales, tanto en otras diversas ocasiones timamente hubo entre ellos, por esta misma cuestión,
como últimamente, han declarado ser propio de los ma- j no leve contienda. De hecho la secta concede á los su-
sones el intento de vejar cuanto puedan á los católicos yos libertad absoluta de defender que Dios existe ó que
con enemistad implacable, sin descansar hasta ver des- no existe; y con la misma facilidad se recibe á los que
j hechas todas las instituciones religiosas establecidas por resueltamente defienden la negativa, como á los que opi-
los Papas. Y si no se obliga á los adeptos á abjurar ex- nan que existe Dios, pero sienten de El perversamente,
presamente la fé católica, tan léjos está esto de oponer- como suelen los panteistas, lo cual no es otra cosa que
se á los intentos masónicos, que antes bien sirve á ellos. acabar con la verdadera nocion de la naturaleza divina,
Primero porque este es el camino de engañar fácilmen- conservando de ella no se sacabe qué absurdas apa-
te á los sencillos é incautos, y de atraer á muchos más; riencias. Destruido ó debilitado este principal funda-
y despues porque, abriendo los brazos á cualesquiera y mento, sigúese quedar vacilantes otras verdades cono-
de cualquiera religión, consiguen persuadir de hecho el cidas por la luz natural, por ejemplo, que todo existe
grande error de estos tiempos; á saber, el indiferentis- por la libre voluntad de Dios, creador; que su providen-
mo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta cia rige el mundo; que las almas no mueren; que á esta
muy á propósito para arruinar toda religión, singular- vida ha de suceder otra sempiterna.
ENCÍCLICA DE SU SANTIDAD. 13
Destruidos estos principios, que son como la base del
orden natural, importantísimos para la conducta racio-
tigua por no pocos de los que, aunque no quisieran ha-
nal y práctica de la vida, fácilmente aparece cuáles han
cerlo de modo alguno, no es raro verse forzados á ello
de ser las costumbres públicas y privadas. Nada deci-
por la evidencia de la verdad.
mos de las virtudes sobrenaturales, que nadie puede al-
x\demás, como la naturaleza humana quedó inficiona- j
canzar ni ejercitar sin especial gracia y don de Dios, de
da con la mancha del primer pecado, y, por lo tanto,
las cuales por fuerza no ha de quedar vestigio en los
más propensa al vicio que á la virtud, requiérese abso- i
; que desprecian por desconocidas la redención del géne-
lutamente, para obrar bien, sujetar los movimientos ob-
ro humano, la gracia divina, los sacramentos, la felicidad
cecados del ánimo y hacer que los apetitos obedezcan á
que se ha de alcanzar en el cielo: hablamos de las obli-
la razón. Y para que en este combate conserve siem-
¡ gaciones que se deducen de la providad natural. Un
pre su señorío la razón vencedora, se necesita muy á
Dios creador del mundo y su próvido gobernador: una
menudo despreciar todas las cosas humanas, y pasar
ley eterna que manda conservar el orden natural y ve-
grandísimas molestias y trabajos. Pero los naturalistas
. da el perturbarlo: un fin último del hombre y mucho
y masones, que ninguna fé dan á las verdades reveladas
| más excelso que todas las cosas humanas y mas allá de
por Dios, niegan que pecara nuestro primer padre, y es-
esta posada terrestre: estos son los principios y fuente
timan, por tanto, al libre albedrío en nada ame7igiiado
de toda honestidad y justicia; y suprimidos éstos, como
en sus fuerzas ni inclinado al mal (i). Antes, por el
suelen hacerlo naturalistas y masones, falta inmediata-
contrario, exagerando las fuerzas y excelencia de la na-
mente todo fundamento y defensa á la ciencia de lo jus-
turaleza, y poniendo en ella únicamente el principio y
to y de lo injusto. Y en efecto, la única educación que
norma de la justicia, ni aun pensar pueden que para cal-
á los masones agrada, con que, según ellos, se ha de edu-
mar sus ímpetus y regir sus apetitos se necesite de asi-
car á la juventud, es la que llaman laica, independiente
dua pelea y constancia suma. De aquí vemos ofrecer-
libre; es decir, que excluya toda idea religiosa. Pero
se públicamente tantos estímulos á los apetitos del hom-
cuán escasa sea ésta, cuán falta de firmeza y á merced
bre; periódicos y revistas sin moderación ni vergüenza
del soplo de las pasiones, bien lo manifiestan los doloro-
alguna; obras dramáticas licenciosas en alto grado;.asun-
sos frutos que ya se ven en parte; como que en donde
tos para las artes sacados con protervia de los princi-
quiera que esta educación ha comenzado á reinar mas
pios de ese que llaman realismo; ingeniosos inventos
libremente, suplantando á la educación cristiana, pronta-
• para las delicadezas y goces de la vida; rebuscados, en
I mente se han visto desaparecer la honradez y la integri- suma, toda suerte de halagos sensuales, á los cuales cier-
; dad, tomar cuerpo las opiniones mas monstruosas, y su- re los ojos la virtud adormecida. E n lo cual obran per-
bir de todo punto la audacia en los crímenes. Pública- versamente, pero son muy consecuentes consigo mis-
camente se lamenta y deplora todo esto, y aun se ates- mos los que quitan toda esperanza de los bienes celes-
II
(1) Conc. Trid, Sess. I V De Iustif., cap. I. ^
tiales, y ponen vilmente en cosas perecederas toda la ! donde quieran, y nada mas oportuno para formar á la
felicidad, como si la fijaran en la tierra. Lo referido | sociedad una generación de ciudadanos tal cual se la
puede confirmar una cosa mas extraña de decirse que de forjan. Por tanto, en punto de educación y enseñanza
creerse. Porque como apenas hay tan rendidos servi- de los niños nada dejan al magisterio y vigilancia de los
dores de esos hombres sagaces y astutos como los que ministros de la Iglesia, habiendo llegado ya á conseguir
tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía que en varios lugares toda la educación de los jóvenes
de las pasiones, hubo en la secta masónica quien dijo esté en poder de los legos, y que al formar sus corazo-
públicamente y propuso que ha de procurarse con per- nes nada se diga de los grandes y santísimos deberes
; suacion y maña que la multitud se sacie de la innume- que ligan al hombre con Dios.
rable licencia de los vicios, en la seguridad que así la Vienen en seguida los principios de ciencia política.
tendrán sujeta á su arbitrio para atreverse á todo. En este género estatuyen los naturalistas: que los hom- ;
Por lo que toca á la. vida doméstica, hé aquí casi to- i ! bres todos tienen iguales derechos, y son de igual con-
da la doctrina de los naturalistas. El matrimonio es un dición en todo; que todos son libres por naturaleza; que
mero contrato: puede justamente rescindirse á voluntad ninguno tiene derecho para mandar á otro, y el preten-
de los contratantes: la autoridad civil tiene poder sobre der que los hombres obedezcan á cualquiera autoridad
el vínculo matrimonial. En el educar los hijos nada | que no venga de ellos mismos, es propiamente hacerles
hay que enseñarles como cierto y determinado en pun- | violencia. Todo está, pues, en manos del pueblo libre,
to de religión: al llegar á la adolescencia corre á cuenta la autoridad existe por mandato ó concesion del pueblo;
de cada cual escoger lo que guste. Esto mismo pien- tanto que, mudada la voluntad popular, es lícito destro-
san los masones; no solamente lo piensan, sino se em- nar á los Príncipes aun por fuerza. La fuente de todos
! peñan, hace ya mucho, en reducirlo á costumbre y prác- los derechos y obligaciones civiles está ó en la multitud
tica. En muchos estados, aun de los llamados católi- ó en el Gobierno de la nación, informado, por supuesto,
cos, está establecido que fuera del matrimonio civil no según los nuevos principios. Conviene, además, que el
: hay unión legítima; en otros la ley permite el divorcio; Estado sea ateo; no hay razón para anteponer una á otra
en otros se trabaja para que cuanto antes sea per'miti- entre las varias religiones, sino todas han de ser igual-
do. Así apresuradamente se corre á cambiar la natu- j mente consideradas.
;
raleza del matrimonio en unión instable y pasajera, que Y que todo esto agrade á los masones del mismo mo-
la pasión haga ó deshaga á su antojo. También tiene ! do, y quieran ellos constituir las naciones según este
puesta, la mira con suma conspiración de voluntades la ¡¡ modelo, es cosa tan conocida que no necesita demos-
secta de los masones en arrebatar para sí la educación trarse. Con todas sus fuerzas é intereses lo están ma-
de los jóvenes. Ven cuán fácilmente pueden amoldar á quinando así hace mucho tiempo, y con esto hacen ex-
su capricho esta edad tierna y flexible, y torcerla hácia | pedito el camino á otros mas audaces que se precipitan
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á cosas peores, como que procuran la igualdad y comu- na, ha de seguirse por fuerza, universal mudanza y tras-
nión de toda la riqueza, borrando así del Estado toda torno. Y aun precisamente ésta mudanza y trastorno
diferencia de clases y fortunas. es lo que muy de pensado maquinan y ostentan de con-
Bastante claro aparece de lo que sumariamente hemos suno muchas sociedades de comunistas y socialistas, á
tocado, qué sea y por dónde va la secta de los masones. cuyos designios no podrá decirse agena la secta de los
Sus principales dogmas discrepan tanto y tan clara- masones, como que favorece en gran manera sus inten-
mente de la razón, que nada puede ser mas perverso. tos y conviene con ellas en los principales dogmas. Y
Querer acabar con la religión y la Iglesia fundada y con- si por hechos no llegan inmediatamente y en todas par-
servada perennemente por el mismo Dios, y resucitar tes á los extremos, no ha de atribuirse á sus doctrinas y
despues de diez y ocho siglos las costumbres y doctri- á su voluntad, sino á la virtud de la religión divina, que
nas gentílicas, es necedad insigne y audacísima impie- no puede extinguirse, y á la parte mas sana de los hom-
¡ dad. Ni es menos horrible ó más llevadero el rechazar bres, que rechazando la servidumbre de las sociedades
los beneficios que con tanta bondad alcanzó Jesucristo, secretas, resisten con valor sus locos conatos.
no solo á cada hombre en particular, sino también en ¡Ojalá juzgasen todos del árbol por sus frutos, y co-
cuanto viven unidos en la familia ó en la sociedad civil, nocieran la semilla y principio de los males que nos
beneficios señaladísimos aún según el juicio y testimo- oprimen y los peligros que nos amenazan! Tenemos
nio de los mismos enemigos. En tan feroz é insensa- que habérnoslas con un enemigo astuto y doloso que,
to propósito parece reconocerse el mismo implacable halagando los oídos de pueblos y Príncipes, se ha cau-
odio y sed de venganza en que arde Satanás contra Je- tivado á unos y otros con blandura de palabras y adu-
sucristo. Así como el otro vehemente empeño de los laciones. Al insinuarse con los Príncipes fingiendo
masones de destruir los principales fundamentos de lo amistad, pusieron la mira los masones en lograr en
justo y lo honesto, y hacerse auxiliares de los que á imi- ellos socios y auxiliares poderosos para oprimir la Re-
tación del animal, quisieran fuera lícito cuanto agrada, ligión católica, y para estimularlos mas, acusaron á la
no es otra cosa que impeler al género humano ignomi- Iglesia con porfiadísima calumnia de contender envidio-
niosa y vergonzosamente á la extrema ruina. Aumen- j sa con los Príncipes sobre la potestad y reales preroga-
tan el mal los peligros que amenazan la sociedad do- tivas. Afianzados ya y envalentonados con estas artes,
méstica y civil. Porque, como otras veces lo hemos ex- comenzaron á influir sobremanera en los Gobiernos,
puesto, hay en el matrimonio, según el común y casi prontos, por supuesto, á sacudir los fundamentos de los
universal sentir de gentes y siglos, algo de sagrado y re- Imperios, y á perseguir, calumniar y destronar -á los
ligioso: veda, además, la ley divina que pueda disolver- i! Príncipes, siempre que ellos no se mostrasen inclinados
se. Pero si esto se permitiese, si el matrimonio se ha- á gobernar á gusto de la secta. No de otro modo en-
ce profano, necesariamente ha de seguirse en la familia gañaron adulándolos á los pueblos. Voceando libertad
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E Y Í C L I C A DE SU SANTIDAD.
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Y á vosotros, Venerables Hermanos, os pedimos y ro- de aprender. Grande obra, sin duda; pero en ella será
gamos con la mayor instancia que, uniendo vuestros es- vuestro primer auxiliar y partícipe de vuestros trabajos
fuerzos á los nuestros, procuréis con todo ahinco extir- el clero, si os esforzáis porque salga bien disciplinado é
', par esta asquerosa peste que va serpeando por todas las instruido. Mas empresa tan santa é importante llama
venas de la sociedad. A vosotros toca defender la glo- también en su auxilio el celo industrioso de los legos
ria de Dios y la salvación de los prójimos; y, mirando á que juntan en uno el amor de la religion y de la patria
estos fines en el combate, no ha de faltaros valor y fuer- con la probidad y el saber. Aunadas las fuerzas de una
za. Vuestra prudencia os dictará el modo mejor de ven- : y otra clase, trabajad, Venerables Hermanos, para que
cer los obstáculos y las dificultades que se alzaran; pero todos los hombres conozcan bien y amen á la Iglesia;
como es propio de la autoridad de Nuestro ministerio, porque cuanto mayor fuere este conocimiento y este
el indicaros Nos mismo algún medio que estimemos amor, tanto mayor será la repugnancia con que se mi-
más conducente al propósito, quede sentado que lo pri- ren las sociedades secretas y el empeño en huirlas. Y
mero que procuréis sea arrancar á los masones su más- aprovechando esta oportunidad, renovamos ahora justa-
cara para que sean conocidos tales como son; que los mente nuestro encargo, ya repetido, de propagar y fo-
pueblos aprendan por vuestros discursos y Pastorales, mentar con toda diligencia la Orden Tercera de San
dadas con este fin, las malas artes de semejantes socie- Francisco, cuyas reglas con lenidad prudente hemos
dades para halagar y atraer, la perversidad de sus opi- : moderado hace poco. El único fin que le dió su autor
niones y la torpeza de sus hechos. - Oue ninguno que- es traer á los hombres á la imitación de -Jesucristo, al
estime en lo que debe su profesión de católico y su sal- amor de su Iglesia, al ejercicio de toda virtud cristiana;
vación juzgue serle lícito por ningún título dar su nom- mucho ha de valer, por tanto, para extinguir el conta-
bre á la secta masónica, como repetidas veces lo prohi- gio de estas perversísimas sociedades. Auméntese, pues,
bieron Nuestros Antecesores. Que á ninguno engañe cada dia mas esta santa Congregación que, además de
aquella honestidad fingida; puede, en efecto, parecer á otros muchos frutos, pueden esperarse de ella el insigne
algunos que nada piden los masones abiertamente con- de que vuelvan los corazones á la libertad, fraternidad
trario á la Religión y buenas costumbres; pero como to- é igualdad, no como absurdamente las conciben los ma-
da la razón de ser y causa de la secta estriba en el vi- sones, sino como las alcanzó Jesucristo para el humano
cio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse á linaje y las siguió San Francisco: esto es, la libertad de
ellos ni ayudarles de modo alguno. los hijos de Dios por la cual nos veamos libres de la ser-
vidumbre de Satanás y de las pasiones de nuestros per-
Además, conviene con frecuentes sermones y exhor- versísimos tiranos: la fraternidad que dimana de ser
taciones inducir á las muchedumbres á que se instruyan Dios nuestro criador y Padre común de todos: la igual-
con todo esmero en lo tocante á la religión, y para esto : dad que, teniendo por fundamentos la caridad y la j u s -
recomendamos mucho q u e en escritos y sermones oportu- ticia,'no borra toda diferencia entre los hombres, sino
nos se explanen los principales y santísimos dogmas que con la variedad de condiciones, deberes é inclinaciones, ¡
encierran toda la filosofía cristiana. Con lo cual se llega forma aquel admirable y armonioso acuerdo que pide la
á sanar los entendimientos por medio de la instruecion, misma naturaleza para la utilidad y dignidad de la vida
| y á fortalecerlos contra las múltiples formas del error y civil.
los varios modos con q u e se brindan los vicios, singular-
mente en esta licencia en el escribir é insaciable ansia Viene en tercer lugar una institución sábiamente es-
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| E ^ Í C L Í C A DE SU SANTIDAD. |
ENCÍCLICA DE SU SANTIDM). 25
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| tablecida por nuesfrós mayores é interrumpida por el
transcurso del tiempo, que puede valer ahora como ejem- peranza de la sociedad. Poned en su educación vues-
plar y forma de algo semejante. Hablamos de los gremios tro principal cuidado, y nunca, por mas que hagais, creáis !
y cofradías de trabajadores con que, al amparo de la re- haber hecho lo bastante para preservar á la adolescen-
ligión, defendían juntamente sus intereses y buenas cos- cia de las escuelas y maestros de que pueda temerse el
tumbres. Y si con el uso y experiencia de largo tiem- ; aliento pestilente de las sectas. Exhortad á los padres,
po vieron nuestros mayores la utilidad de estas asocia- á los directores espirituales, á los párrocos, á que insis-
ciones, ta vez la experimentaremos mejor nosotros por tan, al enseñar la doctrida cristiana, en avisar oportuna-
lo acomodadas que son para invalidar el poder de las jj mente á sus hijos y alumnos de la perversidad de estas
sectas. Los que sobrellevan la escasez con el trabajo de sociedades, y que aprendan desde luego á precaverse
sus manos, fuera de ser dignísimos en primer término de las fraudulentas y varias artes que suelen emplear j
de candad y consuelo, están mas expuestos á las seduc- sus propagadores para enredar á los hombres. Y áun
ciones de los malvados, que todo lo invaden con fraudes no harian mal los que preparan á los niños para bien re-
: y dolos. Débeseles por tanto ayudar con la mayor be- cibir la primera comunion en persuadirles que se pro-
nignidad posible y atraer á congregaciones honestas, no pongan y empeñen á no ligarse nunca con sociedad al-
j sea que los arrastren á las infames. En consecuencia, guna sin decirlo antes á sus padres, ó sin consultarlo
para salud del pueblo tenemos vehementes deseos de con su confesor, ó con su párroco.
ver restablecidas en todas partes, según piden los tiem- Bien conocemos-que todos nuestros comunes trabajos
pos estas corporaciones bajo los auspicios y patrocinio no bastarán á arrancar estas perniciosas semillas del
de los Obispos. Y no es pequeño nuestro gozo al ver- campo del Señor, si desde el cielo el dueño de la viña
las ya establecidas en diversos lugares en que también , no secunda nuestros esfuerzos benignamente. Necesa-
se han fundado sociedades protectoras, siendo propósito rio es, pues, implorar con vehemente anhelo é instancia
de unas y otras ayudar á la clase honrada de los prole- su poderoso auxilio, cómo y cuanto lo piden la extrema
tarios, socorrer y custodiar sus hijos y sus familias fo- ! necesidad de las circunstancias y la grandeza del peli-
mentando en ellas, con la integridad de las buenas cos- gro. Levántase insolente y regocijándose de sus triun-
tumbres, el amor á la piedad y el conocimiento de la fos la secta de los masones, ni parece poner ya límites á
Religión. Y en este punto no dejaremos de mencionar su pertinacia. Préstanse mutuo auxilio sus sectarios to-
la sociedad llamada de San Vicente de Paul, tan bene- dos unidos en nefando consorcio y por comunes ocultos
mérita de las clases pobres y de tan insigne espectáculo designios, y unos á otros se excitan á todo malvado atre-
y ejemplo. Sábense sus obras y sus intentos; como que vimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa; es á sa-
enteramente se emplea en adelantarse al auxilio de los ber: que todos los buenos se unan en amplísima coali-
menesterosos y de los que sufren, y esto con admirable ción de obras y oraciones. Les pedimos, pues, por un
sagacidad y modestia, que cuanto ménos quiere mostrar- lado que, estrechando las filas, firmes y de mancomún
se, tanto es mejor para ejercer la caridad cristiana, y resistan los ímpetus cada dia mas violentos de los sec-
más oportuna para consuelo de las miserias. tarios. Que levanten á Dios las manos y le supliquen
con grandes gemidos, para alcanzar que florezca con
En cuarto lugar, y para obtener más fácilmente lo que ! nuevo vigor la Religión cristiana, que goce la Iglesia de
intentamos, con el mayor encarecimiento encomenda- i la necesaria libertad, que vuelvan á la buena senda los
mos á vuestra fé y á vuestros desvelos la juventud, es- descarriados, y al fin, abran paso á la verdad los errores
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