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USO DE LA RAYA EN LOS DIÁLOGOS

Vamos a ver los casos fundamentales del uso de la raya en los


diálogos. Lo primero que hay que decir es que el diálogo comienza
siempre con raya, pegada al primer carácter (salvo el espacio en
blanco, por supuesto, que está vetado). Mejor con ejemplos:

—Te creo.
—¿Me crees?
—¡Es posible!

Ahora vamos a comentar los incisos del narrador. Para hacer un buen
uso de la raya, esta debe separarse del último carácter escrito:

—Te creo —dijo Luis.


—¿Me crees? —preguntó Marisa.
—¡Es posible! —añadió Alfonso.

Está claro, ¿no? La raya pegada al principio del parlamento del


personaje o pegada al inciso del narrador. Ahora lo vamos a complicar
un poquito. Imaginemos que sigue el parlamento del personaje
después del inciso. En este caso el inciso hay que cerrarlo con otra
raya, también pegada al último carácter escrito, así:

—Te creo —dijo Luis—, no hace falta que me lo demuestres.

Hay que advertir que después de la última raya del inciso puede ir
cualquier signo de puntuación, salvo otra raya, por supuesto, de este
modo:

—Te creo —dijo Luis—. Mañana me ocuparé de ese asunto.


—Te creo —dijo Luis—; tu credibilidad te avala.
—Te creo —dijo Luis—: sé que no me mientes.
Para el correcto uso de la raya, vamos a introducir ahora un nuevo
elemento. Cuando el inciso no comienza por un verbo “dicendi”
(responder, decir, afirmar, exclamar, concluir, gritar, etc.), la primera
letra se escribe en mayúscula. Ejemplos:

—Te creo —Se sentó en la butaca—. No sé qué haré a partir de


hoy.

—Te creo —Se sentó en la butaca—. No sé que haré a partir de


hoy —concluyó Luis.

Sin embargo, el parlamento del personaje y los incisos pueden seguir,


aunque no es una práctica muy recomendable, dado que puede
inducir confusión en el lector, por ejemplo:

—Te creo —Se sentó en la butaca—. No sé qué haré a partir de


hoy —dijo Luis a continuación—, es posible que tenga que
replantearme toda la estrategia y volver a repensar el asunto —
concluyó Luis.

Una observación pertinente, ya que se cometen muchos errores en


este punto: como podemos observar, el signo de puntuación
correspondiente se coloca siempre después de la raya, nunca antes.

MAL: —Te creo. —dijo Luis— Mañana miraré ese asunto.


BIEN: —Te creo —dijo Luis—. Mañana miraré ese asunto.

Otra observación al hilo: el cierre de un inciso, al final de la


intervención de un personaje, siempre es con un punto final. Ejemplos:

MAL: —Te creo —concluyó Luis—.


BIEN: —Te creo —concluyó Luis.
Por último, un uso de la raya que puede parecer contradictorio, pero
que no lo es. Veamos un ejemplo:

—Te creo —dijo Luis, y agregó—: No sé qué haré a partir de hoy.

Normalmente, salvo excepciones, después de los dos puntos, se inicia


con minúscula. Esta es una de las excepciones. Supongamos que el
narrador, después de «Te creo», hace una pausa larga (equivalente al
punto). Entonces, al reanudar el parlamento, es normal que después
de los dos puntos se inicie con mayúscula: sería como una nueva
frase.

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