Anda di halaman 1dari 5

ANGEL PALERM , Antropología v M arxismo, México,

D.F.: CIS-INAH / Nueva Imagen, 1980.

Antropología y M arxismo, el legado final del autor a la


presente y futuras generaciones de antropólogos, es una colec­
ción de ensayos, no un libro de tema único. El autor aborda
diversas cuestiones: la evolución social, los modos de
producción y el campesinado bajo el modo capitalista. En un
sentido más abstracto el libro trata de las crisis paralelas del
trabajo antropológico “rico en resultados pero, en general
ateórico, empirista y ecléctico” y de la teoría marxista “dogmá­
tica y ritualizada, pero todavía llena de vigor y potencialidades
científicas” (p. 9). Son crisis paralelas pues antropología y
marxismo han estado entrelazadas a lo largo de sus historias
respectivas a pesar de las afirmaciones al contrario.
Palerm insiste en la unidad entre teoría y praxis; pero de­
fine a esta última de forma tal que confundirá a quienes consi­
deran el marxismo como sinónimo de estalinismo. Sostiene
que una teoría, cuando se usa para justificar una praxis oficial,
entra en crisis. La postura de Palerm es, pues, de autonomía y
crítica, esas mismas cualidades que llevaron a Stalin a romper
todos los vínculos con las ciencias sociales. Esta es la esencia del
concepto de praxis de Palerm, que él denomina “praxis social y
profesional” y que implica necesariamente trabajo de campo
antropológico y la participación en las cuestiones sociales. Esta
concepción, que coloca a la antropología y al marxismo en un
estatus permanente de fuentes autónomas de crítica, pone a su
vez al antropólogo marxista en una situación susceptible de
permanecer solo en períodos de oscilaciones políticas.
¿Qué sucede cuando se separan teoría y práctica? La res­
puesta de Palerm es inequívoca: alejada de la praxis, la teoría se
convierte en una simple moda. Más aún “uno sospecha que el
marxismo, en cuanto moda antropológica, puede correr la
misma suerte” (p. 28). Critica el carácter de moda y oportunis­
mo de la antropología mexicana, comparándola al estructura-
lismo francés “que acaba simple y casi fatalmente en otro estilo
verbal de alienación” (p. 66).
Aparte de este acento en la teoría y la praxis, otras dos
cuestiones relacionadas sirven para definir la estructura y el
contenido del libro. La primera es su preocupación de que el
desarrollo histórico del Nuevo Mundo sea entendido en térmi­
nos adecuados al mismo, y no con base en conceptos sacados de
la historia europea, africana o asiática. La segunda es su insis­
tencia en la autonomía y la autenticidad de la antropología,
incluso frente al reto del marxismo. Estas dos preocupaciones,
por separado, son loables; juntas, plantean una contradicción.
La primera preocupación es especialmente evidente en
los capítulos que tratan sobre la evolución de Mesoamérica
desde la época prehispánica hasta la actualidad, pasando por el
período colonial. Palerm reseña las teorías que aclaran u obs­
curecen los problemas más fundamentales de la evolución
mesoamericana: los orígenes y el desarrollo de la agricultura, el
urbanismo, las clases sociales y el Estado. Resume además el
contexto socio-histórico de dichas teorías y propone la alterna­
tiva “neoevolucionista” que es multilineal, englobante, totali­
zadora y antireduccionista.
A continuación Palerm presenta una aplicación analítica
del concepto de Modo Asiático de Producción (MAP). basado
en nuevas características fundamentales, tales como el desarro­
llo de las fuerzas productivas al nivel de la agricultura, la
abundancia o escasez de agua para usos agrícolas, sistemas
h id ráu lico s, etc étera. C o n sid e ra este m od elo una
aproximación a la evolución mesoamericana, en particular la
del valle de México. Empero, su utilización exige algún comen­
tario sobre el estilo discursivo de Palerm. Conviene observar el
contraste entre su modelo y el de los que se han visto directa­
mente influidos por el estructuralismo francés. Palerm, que
deja bien clara su distancia intelectual de Lévi-Strauss y Althu-
sser, señala la primacía de las fuerzas productivas sobre las re­
laciones sociales, en un estilo generalmente asociado con la
ecología cultural, y no a la inversa, como ha sido propio del es­
tructuralismo francés. Palerm, por ejemplo, no incluye el modo
de explotación como una característica fundamental del MAP,
a pesar de que el tributo en el modo asiático difiere significati­
vamente de la renta en el modo feudal. Los estructuralistas
franceses, como Godelier, cuestionarían la importancia del
despotismo así como el aparente estancamiento.
La segunda preocupación de Palerm, con la importancia
relativa de la antropología vis-a-vis el marxismo, es patente en
esta discusión. En un momento dado, Palerm llega a afirmar
que la “antropología, que trata de la totalidad de la experiencia
cultural humana, es más rica que el marxismo, que al fin es sólo
uno de sus aspectos históricos y sociales concretos” (p. 52). Al
mismo tiempo, reconoce que los conceptos y el análisis
marxistas son necesarios para la comprensión de la humanidad
actual. Es refrescante ver a un antropólogo, versado en la teoría
e investigación marxistas, sostener la autonomía y autentici­
dad de la antropología, sobre todo en un momento en que en la
antropología marxista contemporánea lo específicamente “an­
tropológico” suele disiparse ante lo específicamente “marxis­
ta ” En el caso del M AP,sin embargo,la insistencia de Palerm
en las características del control sobre, los recursos hidráulicos,
los especialistas y el despotismo (entre otros) es antropológico,
pero no propone un punto de vista suficientemente diferente de
las interpretaciones previas.
La relación entre antropología y marxismo también es
evidente en el capítulo sobre el “Modo Colonial de Produc­
ción”, concepto que rechaza en favor de “segmento colonial del
modo capitalista”. Según Palerm, no existe justificación
alguna en la teoría marxista para establecer un modo colonial
distintivo. (En un capítulo posterior defiende el uso de “Modo
Campesino de Producción y se cura en salud de sus posibles
críticos al señalar que este término es una cuestión de conve­
niencia y que quienes pongan objeciones están simplemente
planteando problemas semánticos. ¿No es la crítica de Palerm
al concepto de modo colonial aplicable asimismo a su concepto
de modo campesino?). La importancia de este capítulo no
radica en el concepto específico del modo o segmento colonial"
sino en el problema metodológico subyacente de cómo analizar
una formación para identificar sus modos de producción com­
ponentes.
En este punto, Palerm defiende una perspectiva
evolucionaría multilineal, que ubica entre la perspectiva evo­
lucionaría unilineal especulativa, con su acento en una secuen­
cia fija de cambio, y la perspectiva historicista ateórica, en la
que cada caso es tratado como único. Su enfoque
metodológico tal vez sea más valioso que el ejemplo específico
que presenta.
Existe otro problema en su discusión del modo de pro­
ducción como un concepto abstracto, en el sentido de que los
conceptos “modelo” y “tipo ideal” son utilizados en otras
disciplinas de ciencias sociales. Esta utilización pone en tela de
juicio su comprensión de la dialéctica como un método de
aproximaciones y abstracciones sucesivas, cuyo resultado final
es una explicación a la vez abstracta y concreta. Palerm
muestra su gran desconfianza por la teoría abstracta, junto con
su insistencia en el trabajo de campo. Queda bien expresado su
rechazo del “lenguaje pueril sobre semifeudalismo y semica-
pitalismos” (p. 86) como expresión de la esterilidad en la teoría
marxista.
Sus afirmaciones sobre los estudios campesinos, en dos
capítulos relacionados entre sí, contienen numerosas ideas que
sólo podría ofrecer alguien que haya estudiado la teoría etno­
lógica en las diferentes tradiciones europeas y americanas. Esa
menudo estimulante su yuxtaposición de Lenin, Wolf, Aguirre
Beltrán y otros más, a medida que revela los vínculos entre
problemas sociales-y políticos amplios y los tópicos específicos
de los estudios campesinos.
En el último capítulo del libro, el autor presenta un aná­
lisis original de lo que él denomina Modo Campesino de Pro­
ducción, empleando la distinción de Marx entre D-M-D y M-
D-M para sugerir cómo el modo campesino se halla articulado
al capitalista. Este capítulo consiste en un argumento compli­
cado, y sólo lo mencionaré brevemente. A pesar de la agudeza
del análisis de Palerm, albergo dudas sobre el uso de un
compendio económico de Marx a fin de indagar relaciones
complejas. Tal vez sea éste el capítulo más polémico del libro.
En resumen, es importante tener en mente qué es y qué no
es Antropología v Marxismo. Los ensayos recogidos en este
libro tratan detenidamente ciertas cuestiones claves de la inter­
sección peculiar de la antropología y el marxismo, pero no pro­
porciona la visión general que sugiere el título. Es un libro
provocativo, esclarecedor y a veces quijotesco. En este sentido,
es un legado idóneo de Angel Palem a quienes desean continuar
el tipo de trabajo que tan bien encarnó en su vida.

James W. Wessman
Siate University o f New York

* Versión castellana de Pastora Rodrigue/ Aviñoá.

Anda mungkin juga menyukai