Antropología y M arxismo, el legado final del autor a la
presente y futuras generaciones de antropólogos, es una colec ción de ensayos, no un libro de tema único. El autor aborda diversas cuestiones: la evolución social, los modos de producción y el campesinado bajo el modo capitalista. En un sentido más abstracto el libro trata de las crisis paralelas del trabajo antropológico “rico en resultados pero, en general ateórico, empirista y ecléctico” y de la teoría marxista “dogmá tica y ritualizada, pero todavía llena de vigor y potencialidades científicas” (p. 9). Son crisis paralelas pues antropología y marxismo han estado entrelazadas a lo largo de sus historias respectivas a pesar de las afirmaciones al contrario. Palerm insiste en la unidad entre teoría y praxis; pero de fine a esta última de forma tal que confundirá a quienes consi deran el marxismo como sinónimo de estalinismo. Sostiene que una teoría, cuando se usa para justificar una praxis oficial, entra en crisis. La postura de Palerm es, pues, de autonomía y crítica, esas mismas cualidades que llevaron a Stalin a romper todos los vínculos con las ciencias sociales. Esta es la esencia del concepto de praxis de Palerm, que él denomina “praxis social y profesional” y que implica necesariamente trabajo de campo antropológico y la participación en las cuestiones sociales. Esta concepción, que coloca a la antropología y al marxismo en un estatus permanente de fuentes autónomas de crítica, pone a su vez al antropólogo marxista en una situación susceptible de permanecer solo en períodos de oscilaciones políticas. ¿Qué sucede cuando se separan teoría y práctica? La res puesta de Palerm es inequívoca: alejada de la praxis, la teoría se convierte en una simple moda. Más aún “uno sospecha que el marxismo, en cuanto moda antropológica, puede correr la misma suerte” (p. 28). Critica el carácter de moda y oportunis mo de la antropología mexicana, comparándola al estructura- lismo francés “que acaba simple y casi fatalmente en otro estilo verbal de alienación” (p. 66). Aparte de este acento en la teoría y la praxis, otras dos cuestiones relacionadas sirven para definir la estructura y el contenido del libro. La primera es su preocupación de que el desarrollo histórico del Nuevo Mundo sea entendido en térmi nos adecuados al mismo, y no con base en conceptos sacados de la historia europea, africana o asiática. La segunda es su insis tencia en la autonomía y la autenticidad de la antropología, incluso frente al reto del marxismo. Estas dos preocupaciones, por separado, son loables; juntas, plantean una contradicción. La primera preocupación es especialmente evidente en los capítulos que tratan sobre la evolución de Mesoamérica desde la época prehispánica hasta la actualidad, pasando por el período colonial. Palerm reseña las teorías que aclaran u obs curecen los problemas más fundamentales de la evolución mesoamericana: los orígenes y el desarrollo de la agricultura, el urbanismo, las clases sociales y el Estado. Resume además el contexto socio-histórico de dichas teorías y propone la alterna tiva “neoevolucionista” que es multilineal, englobante, totali zadora y antireduccionista. A continuación Palerm presenta una aplicación analítica del concepto de Modo Asiático de Producción (MAP). basado en nuevas características fundamentales, tales como el desarro llo de las fuerzas productivas al nivel de la agricultura, la abundancia o escasez de agua para usos agrícolas, sistemas h id ráu lico s, etc étera. C o n sid e ra este m od elo una aproximación a la evolución mesoamericana, en particular la del valle de México. Empero, su utilización exige algún comen tario sobre el estilo discursivo de Palerm. Conviene observar el contraste entre su modelo y el de los que se han visto directa mente influidos por el estructuralismo francés. Palerm, que deja bien clara su distancia intelectual de Lévi-Strauss y Althu- sser, señala la primacía de las fuerzas productivas sobre las re laciones sociales, en un estilo generalmente asociado con la ecología cultural, y no a la inversa, como ha sido propio del es tructuralismo francés. Palerm, por ejemplo, no incluye el modo de explotación como una característica fundamental del MAP, a pesar de que el tributo en el modo asiático difiere significati vamente de la renta en el modo feudal. Los estructuralistas franceses, como Godelier, cuestionarían la importancia del despotismo así como el aparente estancamiento. La segunda preocupación de Palerm, con la importancia relativa de la antropología vis-a-vis el marxismo, es patente en esta discusión. En un momento dado, Palerm llega a afirmar que la “antropología, que trata de la totalidad de la experiencia cultural humana, es más rica que el marxismo, que al fin es sólo uno de sus aspectos históricos y sociales concretos” (p. 52). Al mismo tiempo, reconoce que los conceptos y el análisis marxistas son necesarios para la comprensión de la humanidad actual. Es refrescante ver a un antropólogo, versado en la teoría e investigación marxistas, sostener la autonomía y autentici dad de la antropología, sobre todo en un momento en que en la antropología marxista contemporánea lo específicamente “an tropológico” suele disiparse ante lo específicamente “marxis ta ” En el caso del M AP,sin embargo,la insistencia de Palerm en las características del control sobre, los recursos hidráulicos, los especialistas y el despotismo (entre otros) es antropológico, pero no propone un punto de vista suficientemente diferente de las interpretaciones previas. La relación entre antropología y marxismo también es evidente en el capítulo sobre el “Modo Colonial de Produc ción”, concepto que rechaza en favor de “segmento colonial del modo capitalista”. Según Palerm, no existe justificación alguna en la teoría marxista para establecer un modo colonial distintivo. (En un capítulo posterior defiende el uso de “Modo Campesino de Producción y se cura en salud de sus posibles críticos al señalar que este término es una cuestión de conve niencia y que quienes pongan objeciones están simplemente planteando problemas semánticos. ¿No es la crítica de Palerm al concepto de modo colonial aplicable asimismo a su concepto de modo campesino?). La importancia de este capítulo no radica en el concepto específico del modo o segmento colonial" sino en el problema metodológico subyacente de cómo analizar una formación para identificar sus modos de producción com ponentes. En este punto, Palerm defiende una perspectiva evolucionaría multilineal, que ubica entre la perspectiva evo lucionaría unilineal especulativa, con su acento en una secuen cia fija de cambio, y la perspectiva historicista ateórica, en la que cada caso es tratado como único. Su enfoque metodológico tal vez sea más valioso que el ejemplo específico que presenta. Existe otro problema en su discusión del modo de pro ducción como un concepto abstracto, en el sentido de que los conceptos “modelo” y “tipo ideal” son utilizados en otras disciplinas de ciencias sociales. Esta utilización pone en tela de juicio su comprensión de la dialéctica como un método de aproximaciones y abstracciones sucesivas, cuyo resultado final es una explicación a la vez abstracta y concreta. Palerm muestra su gran desconfianza por la teoría abstracta, junto con su insistencia en el trabajo de campo. Queda bien expresado su rechazo del “lenguaje pueril sobre semifeudalismo y semica- pitalismos” (p. 86) como expresión de la esterilidad en la teoría marxista. Sus afirmaciones sobre los estudios campesinos, en dos capítulos relacionados entre sí, contienen numerosas ideas que sólo podría ofrecer alguien que haya estudiado la teoría etno lógica en las diferentes tradiciones europeas y americanas. Esa menudo estimulante su yuxtaposición de Lenin, Wolf, Aguirre Beltrán y otros más, a medida que revela los vínculos entre problemas sociales-y políticos amplios y los tópicos específicos de los estudios campesinos. En el último capítulo del libro, el autor presenta un aná lisis original de lo que él denomina Modo Campesino de Pro ducción, empleando la distinción de Marx entre D-M-D y M- D-M para sugerir cómo el modo campesino se halla articulado al capitalista. Este capítulo consiste en un argumento compli cado, y sólo lo mencionaré brevemente. A pesar de la agudeza del análisis de Palerm, albergo dudas sobre el uso de un compendio económico de Marx a fin de indagar relaciones complejas. Tal vez sea éste el capítulo más polémico del libro. En resumen, es importante tener en mente qué es y qué no es Antropología v Marxismo. Los ensayos recogidos en este libro tratan detenidamente ciertas cuestiones claves de la inter sección peculiar de la antropología y el marxismo, pero no pro porciona la visión general que sugiere el título. Es un libro provocativo, esclarecedor y a veces quijotesco. En este sentido, es un legado idóneo de Angel Palem a quienes desean continuar el tipo de trabajo que tan bien encarnó en su vida.