Tlaquepaque
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Estudiante de lic. en Historia del Arte por la Universidad de Guadalajara. Trabajo realizado para la materia:
“Artes populares en el Occidente de México” en Mayo de 2018.
Breve Contexto histórico del juguete en México
Entre los juegos que vieron la luz en dicho periodo están las canicas, el balero, el
yoyo, el trompo, los huesecillos de chabacano pintados con los que se juega la
matatena, reguiletes que giran con el viento, pajarillos de péndulo, maromeros y
muñecas de trapo destinadas a las clases bajas. La mayoría de los juegos de
mesa, populares en Egipto, la Antigüedad clásica, China, India y posiblemente
Mesopotamia, fueron traídos por los colonizadores, y entre ellos se destaca la
lotería. Los juegos de azar también empezaron a proliferar, los indígenas tenían
el patolli, con caracteres propios de este tipo de juegos, pero los que atrajeron a
los apostadores fueron naipes y ruletas. En
los de mayor edad, el juego pasó a
ser una obsesión como el pulque.
Walter Benjamin dice que: “en el siglo xix comienza la definitiva decadencia de
esas cosas, observamos como los juguetes se agrandan y pierden sencillez y
belleza”, postulado que refleja el final de la imaginación ante los proyectos de
los comerciantes. Dicho siglo representó la entrada de las artes al mundo
mercantil, con la reproducción de artefactos, facilitando la manufactura, pero
restando el toque artístico que le daba simbolismo a las cosas.
Los juguetes son objetos culturales desde el punto de vista de que en sí mismos
encierran cualidades estéticas, formas de pensamiento, el imaginario colectivo,
formas de producción y consumo que son a su vez reflejos de la cultura que los
produce. Ya desde el siglo pasado B. Walter en su libro The Cultural History of
Toys (1928) había dedicado un trabajo especial a una retrospectiva de los
juguetes como objetos culturales.
Para explicar el proceso del barro, mi fuente será el artesano Guillermo Valdivia
que vive en Tonalá, del cual, como menciono arriba, por una temporada fui su
aprendiz. Me explicaba que el proceso del barro, tiene distintas etapas, y se
requiere dominio y conocimiento de cada una de ellas.
Cercenado: Una vez molido el barro, se coloca sobre una malla de acero de
agujero muy pequeño que sirve para filtrar el barro más fino que quedó de la
molienda. Esta malla es colocada sobre una estructura de madera que permite
tensarla y poder aplicar una vigorosa mano que empuja distribuye el barro
dispuesto encima de ella para ayudar a filtrarlo. Los restos de barro que quedan
por encima de la malla, vuelven a pasar al proceso de molido
Amasado: Una vez colado el barro fino, se procede a hacer el amasado, que
consiste en mezclarlo con una porción de agua que debe ser exacta. Esto en
realidad no se hace con las manos ya que se amasan grandes cantidades de
barro, de modo que la solución que se aplica es hacerlo sobre el suelo y con los
pies, de manera similar como se aplastaban las uvas para la producción del vino.
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Los datos obtenidos para este apartado del contexto históricos están basados en la investigación realizada
por José Luis Mariscal Orozco (Estudiante del Doctorado en Antropología Social de El Colegio de Michoacán
y profesor investigador del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara) quien realizó
una ponencia sobre el tema en el VI Congreso de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales. Veracruz,
México 22-26 de octubre de 2007
vendiéndola ya en el lugar de su fábrica, ya sacándola fuera con más
estimación” (1980:121).
Resulta curioso y contrastante con el panorama actual como lo señala José Luis
Mariscal, que en aquellos tiempos fuera Tonalá y no Tlaquepaque quien se
dedicara a un trabajo más fino de la loza, cuando hoy en día, se podría
considerar, salvo excepciones, lo contrario. Basta con recorrer la calle principal
de San Pedro y dar una vuelta por las tiendas y observar la manufactura de las
piezas que se venden a nivel internacional. No quiero menospreciar para nada el
trabajo de los tonaltecas, que se han dedicado con maestría a la alfarería, sin
embargo, las circunstancias los han orillado a una producción de menor costo
para vender en otro sector.
Para el siglo XIX la alfarería en san Pedro todavía era una actividad, por así
decirlo secundaria y que estaba ligada más que nada al temporal de verano
antes de las lluvias. Sin embargo para la segunda mitad de este siglo la
producción se comenzó a especializar en las figurillas de arcilla y en los bustos o
retratos. Desde este contexto se podría rastrear la aparición de Pantaleón
Panduro, famoso por su retrato de Porfirio Díaz.
Por otro lado, gracias a los relatos de viajeros anglosajones sabemos que la
mayoría de piezas de Tonalá y Tlaquepaque (ya desde entonces) se vendían en
Guadalajara, curiosamente en la Plaza de Toros donde “tienen carretas llenas de
estas piezas de barro de todo tipo, desde una taza de juguete hasta un florero
de tres pies de alto, para vender. Las venden más caras que en el pueblo donde
las hacen, pero aún así son muy baratas”. (Muriá, 1992: 247).
La Familia Núñez:
En dos mesas estaban trabajando unas cinco mujeres de edad media y un poco
avanzada (también había una muy joven) en la elaboración de “tipos mexicanos”
y en retratos de presidentes. Llegué a la hora indicada, pues pude apreciar el
proceso de elaboración mientras ellas me explicaban lo que hacían.
Concepción Núñez “Concha” (hermana de Pilar), quien fue una de las que
más colaboró con la entrevista, me explicaba que para realizar el retrato
de un presidente, tenían que conocer primero algo de su historia, saber
del personaje, su personalidad, y algo de su “iconografía” para poderlo
representar. En pocas palabras, me hizo notar que parte de una
documentación previa, y de una observación rigurosa antes de elaborar al
personaje. Así, conseguirán un gesto en la cara, un ademán, la posición
del pie, o del brazo, algún rasgo particular de la cara, algún elemento de
la vestidura característico, que logre dar con una representación
caricaturizada del personaje.
Otro aspecto que llamó mi atención es que a pesar de que trabajan con
moldes, la mitad del trabajo es modelado, es decir, que el acabado y
muchos detalles que se le adhieren a la figura los hacen totalmente a
mano o con instrumentos muy finos, por ejemplo para hacer la textura del
tejido de la ropa o los sombreros.
Todavía Don Margarito, alcanzó a hacer el molde del último presidente
Enrique Peña Nieto, a quien pasaba ratos observando en televisión para
poder capturar sus gestos, su postura, su forma de hablar, y su
personalidad. Al respecto me comentaron una anécdota curiosa: por asar
del destino, la figurilla del presidente actual llegó a sus manos junto con la
de la Dama de Honor (Su esposa, mejor conocida como “La Gaviota” por
su nombre artístico) y a éste no le pareció que la de ella resultaba ser
mayor en tamaño que la de él. Un cliente que se lo había regalado, fue el
que les avisó, y entonces Pilar, volvió a hacer el molde para que quedaran
de la misma estatura o acaso, la del presidente más grande que la de la
Dama.
Concha Núñez me comentó acerca del barro que utilizan, que
evidentemente requiere una combinación de arcillas especial para que le
dé una gran plasticidad al barro, dejando en segundo término la dureza,
como el que se utilizaría por ejemplo para la elaboración de ladrillos.
En cuanto al horneado, utilizan hornos de gas recubiertos de fibra de
vidrio, y se cosen a menos de 1000°, lo cual es una temperatura baja.
Su principal comercio es con el turismo nacional y extranjero, y para el
coleccionismo. “A veces tenemos que acelerar el secado que
normalmente dura de un día para otro, para poder sacar el pedido. En ese
caso los secamos “artificialmente”, para acelerar el proceso” me
comentaba Concepción Núñez.
En cuanto a la estética:
Por último me gustaría destacar el lujo de detalle con el que está hecha cada
prenda de la vestimenta de las figuras, la textura de la ropa es
impresionantemente reproducida, especialmente porque el barro no es
precisamente el material más dócil ante el detalle. Los detalles de los
párpados, la nariz, los labios son impecables, y qué decir de los bigotes, las
barbas o el cabello. Sin duda, esta parte que es la que precisamente se hace
en modelado, denota la gran maestría de la familia Núñez.
Pero, por si fuera poco, Pilar Núñez tiene una gran versatilidad para trabajar
otro estilo de piezas que son las “miniaturas de juguete”. Estos, lejos del
detalle y el realismo, son de gran expresividad por la “inocencia” que
encierran. Representaciones de aviones de madera (que son producidos en
Michoacán) pero claramente, en miniatura de barro, planchas, molcajetes,
resorteras, trompos, baleros, matracas y muñecas de cartón, pueden ser
encontrados en el taller de Pilar. Ella me cuenta que se adapta a las
peticiones de los clientes y que puede manejar distintos estilos. Al parecer,
son elaborados más burdamente, pero no se podría catalogar precisamente
así puesto que ellos son creados así no por falta de capacidad en el detalle
como evidentemente se muestra en las figurillas de personaje, sino con toda
la intención de crear una pieza inocente, que nos evoque la infancia. También
de este tipo, se encuentran en una obra de pilar que consiste en la alegoría
del día de las crucitas. Esta pieza consiste en una cruz formada por ramos de
flores. En el centro de la cruz se encuentra la capilla y en el brazo izquierdo
de la cruz, un grupo de peregrinos, del lado contrario un grupo de danzantes
y perpendicularmente a estos, vienen desde abajo recorriendo un camino
serpenteante un grupo de corredores van ascendiendo a la capilla. Es una
obra ingeniosa y elaborada con esta intención “inocente” que se ve en los
juguetes.
Como un anexo, me gustaría agregar que Pilar Núñez trabaja también por
encargo otro tipo de obras que trabaja de manera más conceptual, en el que
de manera muy inspirada hace alegorías de la familia, de la salud o de la
mujer, u otro tema que se le encargue. En especial hay una obra titulada
“prejuicios” que valdría la pena estudiar. Personalmente ella me contó que le
gusta mucho trabajar en el tema de la familia.