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Traducció n de
Élisabeth Roudinesco
HORACIO PONS

La familia en desorden

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

MÉxICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EsPAÑA

EsTADOS UNI DOS DE AMÉRICA - GUATEMALA - PERÚ - VENEZUELA

Primera edició n en francés, 2002


Primera edici ón en español, 2003
Cuarta reimpresión, 2010

Roudinesco, Élisabeth
La familia en desorden. - la ed. 4a reimp. - Buenos Aires: Fondo de Cultura
Econó mica, 2010.
215 p. ; 20x13 cm. - (psicología y Psicoanálisis) Palabras preliminares
ISBN 978-950-557-552-7

1. Sociología ele la Familia. 1. Título


Los recientes debates sobre e! pacto civil de solidaridad I
CDD 306.8

pusieron a la luz de! día una situación inédita en la cual no


habían pensado realmente ni los antropólogos, ni los psi­
Armado de tapa: Juan Balaguer coanalistas, ni los filósofos, ni los sociólogos, ni los historia­
dores: ¿por qué hombres y mujeres homosexuales manifies­
Título original: La ¡ami/le en d¿sordrc

tan un deseo semejante de normalizarse? ¿Por qué reivindi­


© 2002, Librarie Arthéme Fayard, 2002

ISBN de la edición original: 2-213-6 121-53


can el derecho al matrimonio, la adopción y la procreación
médicamente asistida? ¿Qué ha pasado desde hace treinta
D. R. © 2003, FONDO DE CULTURA E CONÓMICA DE ARGENTINA S.A.
años en la sociedad occidental para que sujetos alternativa­
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires

fo ndo@fce.com.ar / \Vww.fce.com.ar

mente calificados de sodomitas, invertidos, perversos o en­


Carretera Picacho Ajusco 227; 14738 México D. F.
fermos mentales deseen ahora, no sólo ser reconocidos como
ciudadanos con todas las de la ley, sino adoptar el orden
familiar que tanto contribuyó a su infelicidad?
ISBN : 978- 950-557-552-7
Por qué ese deseo de familia, siendo que la homosexuali­
Comentarios y sugerencias:
dad siempre fue rechazada de la institución de! matrimonio
editorial@fce.com.ar
y la filiación, al extremo de convertirse, con e! paso de los
siglos, en el gran significante de un principio de exclusión.
Fo tocopiar libros está penado por la ley.
. En 1973, la revista Recherches publicó un número espe­
Prohibida su reproducción total o parcial po r cwilquier medio
cial titulado "Trois milliards de pervers" ["Tres mil millones
de impresión o digital, en fo rma idéntica, extracrada o

modificad a, en españolo en cualquier o tro idioma, sin la

I El pacto civil de solidaridad entró en vigor en Francia por una ley


autorizació n expresa de la edito rial.

votada el 15 de noviembre de 1999. La medida permite a las parejas


IMPRESO EN ARG ENTINA - PRl NTED IN ARGENHNA
(homosexuales o heterosexuales) legalizar su unión mediante un con­
Hecho el depósito que marca la ley 1l.723
trato específico, pero no da derecho a la adopción de hijos o a la pro­
creación médicamente asistida.

7
PALABRAS PRELIMINARES 9

8 LA FAMILIA EN DESORDEN
Freud, Me!anie Klein y Lacan, como e! cómplice de un capi­
de perversos"]. Contra toda clase de prej uicios, filósofos, talismo burgués de! cual era preciso liberarse so pena de vol­
escritores y psicoanalistas reivindicaban para los homosexua­ ver a caer bajo e! yugo del conservadorismo. El antiedipismo
les un derecho a la diferencia, y señalaban que: hacía furor, J apoyado, por otra parte, en la gran tradición de
los utopistas o libertarios que, de Platón a Campanella, ha­
la maquinación homosexual rompe con cualquier forma bían soñado con una posible abolición de la familia. 4
de adecuación posible a un polo parental identificable [...]. En nuestros días, los interesados juzgan obsoletas esas
Decimos simplemente que, entre algunos otros, el homo­ opiniones, e incluso hostiles a la nueva moral civilizada en
sexual puede ser, puede convertirse en el lugar de una gran
búsqueda de norma y familiarismo recuperado. Pues parece
ruptura libidinal en la sociedad, uno de los puntos de sur­
claro que el acceso tan esperado a una justa igualdad de
gimiento de la energía revolucionaria desean te de la cual
sigue desconectada la militancia tradicional. No perde­ derechos en materia de prácticas sexuales -para las muje­
mos de vista, empero, que también existe una locura de res, los niños, los homosexuales- tiene como contraparti­
asilo infinitamente desdichada, o una homosexualidad da, no la proclamación de una ruptura con el orden estable­
2
infinitamente vergonzosa Y miserable. cido, sino una fuerte voluntad de integración a una norma
antaño deshonrosa y origen de persecuciones.
Los signatarios se erigían en los herederos de la larga histo­ Al mismo tiempo, jamás fue el sexo tan estudiado, codi­
ria de la raza maldita, magníficamente encarnada, a sus ojos, ficado, medicalizado, expuesto, medido, peritado. Las nu­
por Oscar Wilde, Arthur Rimbaud y Marcel Proust. La sin­ merosas investigaciones y pericias contemporáneas sobre la
gularidad de un destino, aunque fuera e! de la anormalidad, familia o su situación tienen como corolario nuevos estu­
les parecía preferible al hundimiento en la monotonía de dios sexo lógicos acerca de las parejas y los acoplamientos
una vida académica y sin brillo. Ape!aban a "nuestros aman­ más sofisticados. Las descripciones prosaicas de las distintas
tes, los bereberes", contra toda forma de opresión familiar, prácticas florecen en el lugar de una palabra sobre el sexo,
colonial y sexual. rebelde o íntima. También confirman el enorme interés que
La familia era entonces impugnada, rechazada, declarada
funesta para la expansión de! deseo y la libertad sexual. Asi­ J El antiedipismo se apoyaba en la obra de Gilles Deleuze y Félix

milada a una instancia colonizadora, parecía transmitir to­ Guattari, L'Anti-CEdipe. CajJiralisme ee Schizophrénia, París, Minuit, 1972
[trad. esp.: El anti-EdiPo. Capiralismo y esquizofrenia, Barcelona, Paidós,
dos los vicios de una opresión patriarcal: prohibía a las muje­ 1998). Al respecto, el lector debe remitirse al capítulo 7 de la presente
res el goce de su cuerpo, a los niños el de un autoerotismo sin obra, "El poder de las madres".
trabas y a los marginales e! derecho a desplegar sus fantasmas 1 "Las mujeres de nuestros guerreros", escribe Platón, "serán comu­

y prácticas perversas. Edipo era visto en esos días, junto con nes a todos: ninguna de ellas vivirá en particular con ninguno de ellos.
Del mIsmo modo, los niños serán compartidos y los padres no conoce­
rán a sus hijosi ni éstos, a sus padres" (La République, París, Gallimard,
1 Recherches, marzo de 1973. Entre los participantes encontramos col. "Bibliotheque de la Pléiade", 1950, p. 415 [trad. esp.: República,
los nombres de Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jean Genet, Félix Buenos Aires, Eudeba, 1977]).
Guattari, etcétera.
10 LA FAMILIA EN LlF.50RLlEN
PALABRAS PRELIMINARES 11
nuestra época presta hoya una forma inédita de pornogra­
fía que podemos calificar de puritana, visto que presenta composición. De allí, la evocación constante de las catás­
una clasificación fría, minuciosa y casi botánica de las dife­ trofes presentes y venideras: los profesores apuñalados, los
rentes exhibiciones del sexo: en la literatura, la pintura, el niños violadores y violados, los automóviles incendiados,
arte cinematográfico. los suburbios librados al crimen y la ausencia de toda auto­
Asociado a ese fenómeno, el gran deseo de normatividad ridad.
de las antiguas minorías perseguidas siembra el desorden en De tal modo, y con respecto a la familia, nuestra época
la sociedad. Todos temen, en efecto, que no sea otra cosa que genera un trastorno profundo, uno de cuyos reveladores se­
el signo de una decadencia de los valores tradicionales de la ría, a mi juicio, el deseo homosexual, convertido en deseo
familia, la escuela, la nación, la patria y sobre todo la pater­ de normatividad, en el momento mismo en que los poderes
nidad, el padre, la ley del padre y la autoridad en todas sus del sexo parecen estar más extendidos que nunca en el co­
formas. En consecuencia, lo que perturba a los conservadores razón de una economía liberal que tiende cada vez más a
de todos los pelajes ya no es la impugnación del modelo fa­ reducir al hombre a una mercancía.
miliar sino, al contrario, la voluntad de someterse a él. Ex­ He consagrado este trabajo a penetrar el secreto de esos
cluidos de la familia, los homosexuales de antaño eran al trastornos de familia.
menos reconocibles, identificables, y se los marcaba y estig­
matizaba. Integrados, son más peligrosos por ser menos visi­ Fundada durante siglos en la soberanía divina del padre, la
bles. Todo sucede como si hubiera que rastrear en ellos lo familia occidental se vio, en el siglo XVIlI, ante el desafío de
inefable, lo idéntico o la diferencia abolida. De allí, el terror la irrupción de lo femenino. Se transformó, entonces, con la
del final del padre, de un naufragio de la autoridad o de un aparición de la burguesía, en una célula biológica que otor­
poderío ilimitado de lo materno, que ha invadido el cuerpo gaba un lugar central a la maternidad. El nuevo orden fami­
social en el momento mismo en que la clonación parece ame­ liar logró poner freno a la amenaza que representaba esa
nazar al hombre con una pérdida de su identidad. irrupción de lo femenino, a costa del cuestionamiento del
Sin orden paterno, sin ley simbólica, la familia mutilada antiguo poder patriarcal. A partir de la declinación de éste,
de las sociedades posindustriales se vería, dicen, pervertida cuyo testigo y principal teórico fue Freud al revisitar la his­
en su función misma de célula básica de la sociedad. Que­ toria de Edipo y Hamlet, se puso en marcha un proceso de
daría librada al hedonismo, la ideología de la "falta de emancipación que permite a las mujeres afirmar su diferen­
tabúes". Monoparental, homoparental, recompuesta, de­ cia, a los niños ser considerados como sujetos y a los "inver­
construida, clonada, generada artificialmente, atacada des­ tidos", normalizarse. Ese movimiento generó una angustia
de adentro por presuntos negadores de la diferencia de los y un desorden específicos, ligados al terror por la abolición
sexos, ya no sería capaz de transmitir sus propios valores. En de la diferencia de los sexos y, al final del camino, la pers­
consecuencia, el Occidente judeocristiano y, más aún, la pectiva de una disolución de la familia.
democracia republicana estarían bajo la amenaza de la des- En esas condiciones, ¿está el padre condenado a no ser
ya más que una función simbólica? ¿Debe obstinarse en vestir
12 LA FAMILIA EN DESORDEN

los oropeles del patriarca de antaño, como querrían los con­


servadores? ¿Debe, al contrario, transformarse en un educa­
dor benevolente, como lo anhelan los modernistas? Si el
padre ya no es el padre, si las mujeres controlan por com­
pleto la procreación y los homosexuales tienen la capaci­
dad de hacerse un lugar en el proceso de la filiación, si la 1. Dios padre
libertad sexual es a la vez ilimitada y codificada, transgreso­
ra y normalizada, ¿podemos decir, no obstante, que la familia
está amenazada? ¿Asistimos al nacimiento de una omnipo­ Como es sabido, en 1956 Claude Lévi-Strauss señalaba:
tencia de lo "materno" que aniquilará de manera definitiva
el antiguo poder de lo masculino y lo "paterno" en benefi­ La vida familiar está presente en prácticamente todas las
cio de una sociedad comunitarista amenazada por dos gran­ sociedades humanas, incluso en aquellas cuyas costumbres
des espectros: el culto de sí mismo y la clonación? sexuales y educativas están muy distantes de las nuestras.
Tales son las cuestiones planteadas por este libro. Tras haber afirmado durante alrededor de cincuenta años
que la familia, tal como la conocen las sociedades moder­
nas, no podía ser sino un desarrollo reciente, resultado de
una prolongada y lenta evolución, los antropólogos se in­
clinan ahora a la opinión contraria; a saber, que la familia,
apoyada en la unión más o menos duradera y socialmente
aprobada de un hombre, una mujer y sus hijos, es un fenó­
meno universal, presente en todos los tipos de sociedades. I

El carácter de fenómeno universal de la familia, que supone


por un lado una alianza (el ma trimonio) y por otro una filia-

I Claude Lévi-Strauss, "La famille", en Raymond Bellour y Catherine

Clément (comps.), Claude Lévi-Strauss . Textes de et sur Claude Lévi­


Strauss, París, Gallimard, 1979, p. 95. Cf. también Jack Goody: "En la
historia del género humano no se conoce prácticamente ninguna socie­
dad en la cual la familia elemental (nuclear) no haya cumplido un papel
importante, en la inmensa mayoría de los casos como grupo residente en
la misma casa" (La Famille en Europe, París, Seuil, 2001, pp. 12-15 [trad.
esp.: La familia europea, Barcelona, Crítica, 2001]) . Desde los primeros
estudios de Herodoto se enumeraron en el mundo entre cuatro mil y
cinco mil sociedades. En todas ellas está presente la familia conyugal.

13
14 LA FAMILIA EN DESORDEN DIOS PADRE 15

ción (los hijos), radica entonces en la unión de un hombre Como quiera que sea, citamos también a Lévi-Strauss,
y una mujer, es decir, un ser de sexo masculino y otro de "lo que diferencia realmente al hombre del animal es que,
sexo femenino. l en la humanidad, una familia no puede existir sin sociedad,
Luego de subrayar que la universalidad de la familia se basa es decir, sin una pluralidad de familias dispuestas a recono­
en esta concepción naturalista de la diferencia de los sexos, cer la existencia de otros vínculos al margen de los lazos de
Claude Lévi-Strauss corrige el posible efecto dogmático de la la consanguinidad, y que el proceso natural de la filiación
adhesión a esa evidencia agregando que para la creación de sólo puede proseguir a través del proceso social de la alian­
la familia es necesaria otra condición: la existencia previa, za".4 De allí se derivan, por un lado, la práctiCa del inter­
dice, de "otras dos familias, una dispuesta a proporcionar un cambio,5 que define el modo de establecimiento de los lazos
hombre, y otra, una mujer, que gracias a su matrimonio darán matrimoniales entre los grupos sociales -yen especial la cir­
origen a una tercera, y así indefinidamente". E,>ta precisión culación de las mujeres-, y por otro, la necesidad de la pro­
nos lleva a advertir la posibilidad de dos enfoques del fenóme­ hibición del incesto, la cual supone que las familias "sólo
no familiar. El primero, sociológico, histórico o psicoanalítico, pueden aliarse unas a otras y no cada una por su cuenta,
privilegia el estudio vertical de las filiaciones y generaciones consigo misma".6
insistiendo en las continuidades o distorsiones entre los padres El carácter necesario de esta prohibición para la consti­
y los hijos, así como en la transmisión de los saberes y las acti­ tución de la familia se debe a que, más allá de la primacía
tudes, heredados de una generación a otra. El segundo, más natural inducida por la diferencia sexual (la unión de un
antropológico, se ocupa sobre todo de la descripción horizon­ hombre y una mujer), interviene otro orden de realidad que,
tal, estructural o comparativa de las alianzas, y subraya que esta vez, no compete a un fundamento biológico. En efec­
cada familia proviene siempre de la unión -y por lo tanto de la to, si la institución de la familia se apoya en la existencia de
fragmentación-de otras dos. En un caso utilizaremos sin dudar una diferencia anatómica, también supone, en igual medi­
la palabra "familia"; en el otro, hablaremos de "parentesco". 3 da, la existencia de otro principio diferencial cuya aplica­

l En este aspecto, Fran¡;:oise Héritier se ubica en filiación directa con esp.: Historia de la familia, 2 volúmenes, Madrid, Alianza, 1988J. En el resto
la enseñanza de su maestro, Claude lévi-Strauss, cuando afirma que "la de la presente obra utilizo ambos términos en ese sentido.
observación de la diferencia de los sexos está en el origen de todo pensa­ 4 Ibíd., p. 119. Cf. también Fran~oise Héritier, V Exercice de la parenté,

miento, sea tradicional o científico". A lo cual agrega que existe una do­ París, Gallimard/Seuil, col. "Hautes études", 1981.
minación ancestral, de lo masculino sobre lo femenino, que sólo pudo 5 la noción de intercambio asumió una gran importancia en antro­

"quebrarse en el siglo xx con la aparición del control de la fecundación por pología desde la publicación del "Essai sur le don: forme et raison de
parte de las mujeres" (Masculin/féminin . La Pensée de la différence, París, I'échange dans les sociétés archa'iques", de Marcel Mauss, en Sociologie
Odile Jacob, 1996 [trad. esp.: Masculino/femenino: el pensamiento de la dife­ et anthropologie , París, PUF, 1950 [trad . esp.: Sociología y antropología, Ma­
rencia, Barcelona, Ariel, 1996]). drid, Tecnos, 1979]. Véase también Claude lévi-Strauss, Les Structures
J Claude lévi-Strauss, "Préface", en André Burguiere, Christiane éLémentaires de la parenté (1949), París, Mouton, 1967 {trad. esp. : Las
Klapisch-Zuber, Martine Segalen y Fran¡;:oise Zonabend (comps.), Histoire estructuras elementales del parentesco, Barcelona, Paidós, 19931.
de lafamiUe (1986), vol. 1, París, GlF, col. "Références", 1994, p. 10 [trad. 6 Fran¡;:oise Héritier, Masculin/féminin, ob. cit., p. 119.
16 LA FAMILIA EN DESORDEN DIOS PADRE 17

ción asegura, en la historia de la humanidad, el paso de la rientes cercanos (primos, primas, hennanos, hennanas, cuña­
naturaleza a la cultura. En consecuencia, el interdicto del das, etc.) fue ampliamente admitido en las civilizaciones anti­
incesto es tan necesario para la creación de una familia como guas, antes de ser prohibido por la Iglesia cristiana. 9
la unión de un sexo masculino a un sexo femenino. La existencia de esos dos órdenes, en los cuales se mez­
Construcción mítica, el interdicto está ligado a una fun­ clan una multitud de diferencias ligadas a las costumbres,
ción simbólica. Es un hecho de cultura y de lenguaje que los hábitos, las representaciones, el lenguaje, la religión y
prohíbe en diversos grados los actos incestuosos, justamente las condiciones geográficas e históricas, está en el origen de
debido a que existen en la realidad. Por eso permite diferen­ una enorme abundancia de experiencias humanas. Por eso,
ciar el mundo animal del mundo humano, al arrancar una interrogado por un sociólogo sobre la posición que debería
pequeña parte del hombre a ese continuum biológico que ca­ asumir la antropología, como disciplina, con respecto a la
racteriza el destino de los mamíferos. En esas condiciones, la cuestión de las nuevas formas de organización de la familia,
familia puede considerarse como una institución humana do­ Lévi-Strauss respondió: "El abanico de las culturas huma­
blemente universal, porque asocia un hecho de cultura, cons­ nas es tan amplio, tan variado (y de tan fácil manipula­
truido por la sociedad, a un hecho de naturaleza, inscripto en ción), que en él encontramos sin esfuerzo argumentos en
las leyes de la reproducción biológica. Conviene señalar, sin apoyo de cualquier tesis. Entre las soluciones concebibles a
embargo, que si bien la prohibición del incesto (entre madre e los problemas de la vida en sociedad, el papel del etnólogo
hijo y padre e hija) parece ser, con algunas excepciones,7 una consiste en catalogar y describir las que, en determinadas
de los grandes invariantes de la doble ley de la alianza y la condiciones, se revelaron viables".lo
filiación, no siempre se la interpretó de la misma manera se­ Si el abanico de las culturas es lo suficientemente amplio
gún las sociedades y las épocas. 8 Así, el casamiento entre pa­ para permitir una variación indefinida de las modalidades
de la organización familiar, es bien sabido, y Lévi-Strauss lo
dice con claridad, que ciertas soluciones son duraderas y
7 Cf. Christian Jambet, "Morale de I'inceste et inceste moral. L'Iran
mazdéen", La Revue des Oeux Mondes, mayo de 2001, pp. 124-130. otras no lo son. En otras palabras, es preciso admitir que
~ Cuando se habla de la universalidad de la prohibición del incesto, se dentro de los dos grandes órdenes de lo biológico (diferen­
alude en general al incesto entre ascendientes y descendientes (padre/hija, cia sexual) y lo simbólico (prohibición del incesto y otros
madre/hijo) y no a las otras fom,as de relaciones incestuosas, no incluidas
en la misma prohibición en la totalidad de las sociedades humanas. En las
sociedades democráticas de nuestros días, el acto incestuoso entre adultos es 9 Según Jack Goody, la institución del matrimonio cristiano y su

reprobado y siempre se vive como una tragedia y, por lo tanto, como un reglamentación definitiva en el siglo XII pusieron fin en Europa a las
interdicto "interiorizado"; pero no se castiga como tal si ninguno de los uniones entre parientes cercanos, ya que a partir de entonces se las con­
involucrados hace una denuncia. Sólo se sancionan la pedofilia (incestuosa sideró "incestuosas". Cf. La Famille en Europe, ob. cit., pp. 49-7l.
o no) , la corrupción de menores, la violación, el exhibicionismo o el atenta­ 10 Citado por Éric Fassin, "La voix de I'expertise et les silences de la

do al pudor. La ley prohíbe el matrimonio incestuoso y no se admite filia­ science dans le débat démocratique", eh Daniel Borillo, Éric Fassin y
ción alguna para el hijo nacido de una relación semejante. Sólo puede reco­ Marce\a Iacub, Au-dela du pacs . L'Expertise familiale d l'épreuve de
nocerlo la madre, si lo declara de padre desconocido. l'homosexualité, París, PUF, 1999, p. 10.
18 LA FAM ILIA EN DESORDEN DIOS PADRE 19

interdictos) se desplegaron durante siglos no sólo las trans­ ción de una larga evolución -del siglo XVI al siglo XVI 11-, en el
formaciones propias de la institución familiar, sino también transcurso de la cual el núcleo padre-madre-hijo(s), del que ha­
las modificaciones de la mirada puesta sobre ella a lo largo bla Lévi-Strauss, se separó de lo que constituía antaño las ¡ami­
de las generaciones. lias: lm conjunto, una casa, un grupo, que incluía a los demás
Por consiguiente, no basta con definir la familia desde parientes, los allegados, los amigos, los domésticos. No obstan­
un mero punto de vista antropológico; también debemos te, esta estructura nuclear básica lJ parece haber existido en Eu­
saber cuál es su historia y cómo se introdujeron los cambios ropa desde la Edad Media, mucho antes de convertirse en el
característicos del desorden que hoy parece afectarla. modelo dominante de la época moderna.
La palabra misma encubre diferentes realidades. En un sen­ Podemos distinguir tres grandes períodos en la evolución
tido amplio, la familia siempre se definió como un conjunto de de la familia. En un primer momento, la llamada familia "tra­
personas ligadas entre sí por el matrimonio y la filiación, e dicional" sirve, ante todo, para asegurar la transmisión de un
incluso por la sucesión de individuos descendientes unos de patrimonio. Los casamientos se arreglan entonces entre
otros: un genos, un linaje, una raza, una dinastía, una casa, los padres sin tomar en cuenta la vida sexual y afectiva de los
etcétera. I 1Para Aristóteles, opuesto en este aspecto a Platón,12 futuros esposos, unidos en general a una edad precoz. Según
se define como una comunidad (oikia u oikos) que sirve de base esta perspectiva, la célula familiar se apoya en un orden del
a la ciudad (polis). Lejos de conformar un grupo, está organiza­ mundo inmutable y sometido en su totalidad a una autoridad
da en una estructura jerárquica, centrada en el principio de la patriarcal, verdadera transposición de la monarquía de dere­
dominación patriarcal. La constituyen tres tipos de relaciones, cho divino. En un segundo momento, la llamada familia "mo­
calificadas de "elementales": el vínculo entre el amo y el escla­ derna" se convierte en el receptáculo de una lógica afectiva,
vo, la asociación entre el esposo y la esposa, el lazo entre el cuyo modelo se impone entre fines del siglo XVlIl y mediados
padre y los hijos. En consecuencia, la oikia demuestra ser indis­ del siglo xx. Fundada en el amor romántico, sanciona a tra­
pensable para la vida en sociedad, porque toda ciudad está vés del matrimonio la reciprocidad de sentimientos y deseos
compuesta de familias y, privada de ellas, una ciudad correría carnales. Pero también valoriza la división del trabajo entre
el riesgo de hundirse en la anarquía. los cónyuges, a la vez que hace del hijo un sujeto cuya educa­
En cuanto a la llamada familia conyugal "nuclear" o "restrin­ ción está a cargo de la nación. La atribución de la autoridad
gida", tal como la conocemos hoy en Occidente, es la culmina- es entonces objeto de una división incesante entre el Estado
y los progenitores, por un lado, y entre los padres y las ma­
II Cf. ]ean-Louis Flandrin, Familles, paTenté, maison, sexualité dans dres, por otro. Por último, a partir de la década de 1960, se
!'ancienne société (1976), París, Seuil, col. "Points", 1984, pp. 10-11, Y
Franc;oise Zonabend, "De la famille. Regard ethnologique sur la parenté
et la famille", en André Burguiere et al. (comps.), Histoire de lafamille, II Sobre todo en Europa occidental, central y del norte. Cf. André

vol. 1, ob. cit., p. 19-10l. Burguiere y Franc;o is Lebrun, "Les cent et úne familles de I'Europe", en
12 Aristóteles, Politique, vol. 1, París, Vrin, 1955 [trad. esp.: Política, André Burguiere et al. (comps .), Histoire de lafamille, vol. 3, ob. cit., pp.
Madrid, Alianza, 1993]. Véase también la p. 103 de la presente obra. 21-123.
20 LA FAMILIA EN DESORDEN DIOS PADRE 21

impone la llamada familia "contemporánea" -o ciones simbólicas -reglas de la alianza, la filiación o la ger­
"posmoderna"-, que une por un período de extensión relati­ manidad- 17 en desmedro de un enfoque más tradicionalista
va a dos individuos en busca de relaciones íntimas o expan­ centrado en el estudio de los orígenes míticos del poder
sión sexual. La atribución de la autoridad comienza entonces paterno, el patriarcado o el matriarcado.
a ser cada vez más problemática, en correspondencia con el En la época moderna, la familia occidental dejó, por ende,
aumento de los divorcios, las separaciones y las recomposi­ de conceptualizarse como el paradigma de un vigor divino
ciones conyugales. 14 o estatal. Replegada en las fallas de un sujeto en suspenso,
Que esta última organización familiar sea el síntoma de la se desacralizó cada vez más, al mismo tiempo que, de mane­
importancia que el siglo XIX asignaba a la vida privada, o que ra paradójica, seguía siendo la institución humana más sóli­
ésta se haya impuesto como objeto de estudio debido a ese da de la sociedad.
movimiento, importa poco en comparación con el hecho mis­ La familia autoritaria de otrora y la familia triunfal O
mo, verdadero trastocamiento, producido en la sociedad occi­ melancólica de no hace mucho fueron sucedidas por la fa­
dental alrededor de 1850. 15 La esfera de lo privado, como lo milia mutilada de nuestros días, hecha de heridas íntimas,
destaca Michelle Perrot, 16 surgió de una zona "oscura y maldi­ violencias silenciosas, recuerdos reprimidos. Tras perder su
ta" para convertirse en el ámbito de una de las grandes expe­ aureola de virtud, el padre que la dominaba da entonces
riencias subjetivas de nuestra época. una imagen invertida de sí mismo, en la que se deja ver un
Paralelamente, la descripción literaria e histórica de la yo descentrado, autobiográfico, individualizado, cuya gran
familia -o de la vida de las familias- fue sustituida, entre fractura intentará asumir el psicoanálisis a lo largo de todo
1861 y 1871, por un enfoque estructural de los sistemas de el siglo xx.
parentesco puesto en marcha por las nuevas ciencias hu­
manas: sociología, antropología, psicología. Y la transfor­ Heroico o guerrero, el padre de antaño es la encarnación
mación de la mirada dirigida hacia esta realidad tuvO como familiar de Dios, verdadero rey taumaturgo, señor de las
consecuencia valorizar la toma en consideración de las fun­ familias. Heredero del monoteísmo, reina sobre el cuerpo
de las mujeres y decide los castigos infligidos a los hijos.

14 Se encontrará una buena síntesis de la evolución de la familia en 17 Se denomina "germanidad" a las relaciones entre hermanos y herma­
Occidente en las distintas obras de Fran<;ois de Singly, sobre todo Le Soi, nas sin distinción de sexo. Sobre el nacimiento de las investigaciones acerca
le couple et la fami/le, París, Nathan, 2000. Cf. también Claudine Attias­ del parentesco, es preciso remitirse al estudio c1:ísico de Francis Zimmermann,
Donfut, Nicole Lapierre y Martine Segalen, Le Nouvel Esprit de famille, Enquete sur la parenté, París, PUF, 1993. El primer gran estudio (861) sobre
París, Odile Jacob, 2002. las relaciones de la familia y el parentesco se debe al universitario inglés
15 Esta cuestión aún divide a los hisroriadores. Henry James Summer Maine (1822-1888) : Ancient Law. les Conneccion with
16 Michelle Perrot, "Introduction", en Philippe Aries y Georges Duby the Early Hi5tory of Society and ies Relations in Modem Ideas, Londres, Jones
(comps.), Histoire de la vie privée. De la Révolution a la Grande Guerre, vol. Murray, 1871 [trad. esp.: El derecho antiguo: considerado en sus relaciones con
4, París, Seuil, 1987, p. 9 [trad. esp.: Hiswria de la vida privada De la Revo­ la hiswria de la sociedad primitiva y con las instituciones modernas, 2 volúmenes,
lución Francesa a la Primera Guerra Mundial, vol. 4, Madrid, Taurus, 1987]. Madrid, Civitas, 1993-1994].
DIOS PADRE 23
Z2 LA FAMILIA EN DESORDEN
declarado padre quien se somete a la legitimidad sagrada
En el derecho romano, el pater es quien se autodesigna del matrimonio, sin la cual ninguna familia tiene derecho de
como padre de un hijo por adopción, al alzarlo en sus bra­ ciudadanía.
zos. En consecuencia, la filiación biológica (genitor) ape­ El padre, entonces, es quien toma posesión del niño, ante
nas se tiene en cuenta si no es seguida por la designación lodo porque su semen marca el cuerpo de éste y, además,
por el gesto o la palabra. De ese ritual se deriva la posi­ porque le da su nombre. Por lo tanto, transmite al niño un
ción de mando del padre en e! seno de la familia, así como doble patrimonio: el de la sangre, que imprime una seme­
la sucesión de los reyes y emperadores en el gobierno de la janza, y el del nombre -nombre de pila y patronímico-, que
ciudad. atribuye una identidad, en ausencia de toda prueba biológi­
La paternidad natural, entonces, no tiene significación ca y de cualquier conocimiento del pape! respectivo de los
en el derecho romano: "El niño que no es reconocido como ovarios y los espermatozoides en el proceso de la concep­
su hijo por un hombre, aun cuando haya nacido de su espo­ ción. Desde luego, el padre es reputado como tal en la me­
sa legítima y de sus actos, carece de padre". En cuanto al dida en que se supone absolutamente fiel a la madre. Por
padre, puede, si quiere, legitimar a cualquier hijo natural: otto lado, la eventual infidelidad del marido no tiene efec­
"Puede, como a cualquier extraño, darle todo, declararlo to sobre la descendencia, porque sus "bastardos" se conci­
heredero y despojar a los hijos legítimos en su beneficio, ben fuera del matrimonio y, por ende, fuera de la familia.
pues él es el amo de su casa. Pero puede igualmente dejarlo En cambio, la infidelidad de la mujer es literalmente im­
en la indigencia, ignorarlo por completo: ese niño no es su pensable porque atentaría contra e! principio mismo de la
hijo y él no le debe nada".IB filiación, debido a la introducción secreta, en la descen­
Sin abolir la paternidad adoptiva, el cristianismo im­ dencia del esposo, de una simiente ajena a la suya y, por lo
pone la primacía de una paternidad biológica a la cual tanto, a la "sangre" de la familia.
debe corresponder obligatoriamente una función simbóli­ En realidad, sólo la nominación simbólica 19 permite ga­
ca. A imagen de Dios, el padre es considerado como la rantizar al padre que es, sin duda, el progenitor de su des­
encarnación terrestre de un poder espiritual que trascien­ cendencia, por la sangre y el semen: "En la época medie­
de la carne. Pero no por ello deja de ser una realidad cor­ val", escribe Didier Len, "la mayoría de los hombres están
poral sometida a las leyes de la naturaleza. En consecuen­ convencidos de que, durante la concepción, la simiente fe­
cia, la paternidad ya no deriva, como en el derecho roma­ menina no cumple ningún papel en la formación del em­
no, de la voluntad de un hombre, sino de la de Dios, que
creó a Adán para engendrar una descendencia. Sólo es
19 Existen varias modalidades de la transmisión del nombre del padre,
18Jacques MulJiez, "La désigmition du pere", en Jean Delumeau y cuya huella encontramos hoy en la costumbre de dar al primogénito el
Daniel Roche (comps.), Hiswire des peres et de la patemité (1990), París, nombre de pila del abuelo paterno y a la primogénita el de la abuela pater­
Larousse, 2000, p. 45. Con respecw al debate moderno sobre la paterni­ na, y así sucesivamente. También puede transmitirse al hijo mayor, ade­
dad adoptiva, conviene remiürse al capítulo 7 de la presente obra, "El más del apellido, el nombre de pila del padre o el padrino.
poder de las madres".
24 LA FAMILIA EN DE$OROEN
OIOS PADRE 25
brión y sólo el esperma masculino permite la existencia de
virtudes informativas y transmite semejanzas".20 un líquido por la mujer podía desempeñar un papel en la
El padre, por consiguiente, sólo es un padre procreador en procreación. ¿La simiente femenina era necesaria para el
tanto es un padre por la palabra. Y este lugar atribuido al engendramiento de un niño "normal"? Y, si faltaba, ¿cuál
verbo tiene por efecto, a la vez, reunir y escindir las dos fun­ podía ser el riesgo para la descendencia? Sin embargo, to­
ciones de la paternidad (pater y genitor), la de la nominación dos estos interrogantes no apuntaban tanto a definir el
y la de la transmisión de la sangre o la raza. 21 Por un lado el estatus de un eventual deseo femenino en la procreación
engendramiento biológico designa al progenitor, por otro la como a hacer del vientre materno el receptáculo más fe­
vocación discursiva delega en el padre un ideal de domina­ cundo de la potencia paterna, fuente de reproducción. 2J Por
ción que le permite alejar a su progenitura de la bestia, la eso, en las representaciones cristianas de la unión conyugal
animalidad, el adulterio y e! mundo de los instintos, encar­ la mujer siempre se muestra dada vuelta, con la espalda con­
nados por la madre. La palabra de! padre, al esbozar la ley tra el suelo. Debe dejarse "labrar" pasivamente, como un
abstracta de! lagos y la verdad, sólo prolonga el alimento surco fértil, por el pene del hombre. En cambio, en las rela­
materno al precio de separar al niño del lazo camal que, des­ ciones prohibidas, hechas de "fornicación" o placeres se­
de e! nacimiento, lo une al cuerpo de la madre. 22 cretos, se la aparta de esa imagen para pintarla como domi­
Es cierto, los teólogos de la Edad Media se preguntaron nadora o hechicera .
hasta qué punto, en e! momento del orgasmo, la emisión de El orden de la procreación debe respetar el orden del
mundo. Penetrada por el hombre tendido sobre ella, la mujer
10 Didier Len, "Tendres souverains", en Jean Delumeau y Daniel
ocupa su verdadero lugar. Pero si la posición se invierte, el
Rache (comps.), HislOire des peres ... , ob. cit., p. 26. El descubrimiento orden del mundo se pervierte. Sólo la imagen del hombre
experimental de los ovarios se producirá en 1668 y el del espermatozoide que cabalga a la mujer y penetra su carne se juzga conforme
(por medio del microscopio), en 1674. En cuanto al proceso de fecunda­ a la norma. 24
ción, se establecerá en 1875.
I1 Hasta el siglo XVIII, la pertenencia a la "raza" nobiliaria se definía por
La doble temática del padre separador, dotado de cultu­
los lazos de sangre, es decir, por la antigüedad de la ascendencia y el valor ra y cogito, fuente de libertad y alimento espiritual, y de la
de las alianzas. En el siglo siguiente, la burguesía reemplazaría esta perte­ madre, naturaleza exuberante hecha de fluidos y sustancias,
nencia por la de los lazos hereditarios, asimilados a una "raza" biológica
"buena" o "mala". "Las familias", escribe Michel Foucault, "llevaban y lJ Jean-Louis Flandrin, Le Sexe et l'Occident. Évolution des actitudes el
ocultaban una especie de blasón invertido y oscuro cuyos cuarteles des compoTlements, París, Seuil, col. "Points", 1981 [trad. esp.: La moral
infamantes eran las enfermedades o las taras de la parentela: la panílisis sexual en Occidente . Evolución de las actitudes y comportamientos, Barcelo­
general del abuelo, la neurastenia de la madre, la tisis de la segundona, las na, Juan Granica, 1984J.
tías histéricas o erotomaníacas, los primos de malas costumbres" (La Voloncé 14 Pierre Bourdieu informa que, en Cabilia. el mito del origen del
de savoir, París, Gallimard, 1976, p. 165 [trad. esp.: Historia de la sexualidad, amor físico describe el pasaje de una actividad sexual anómica, en la
l . La voluntad de saber, México, Siglo XXI, 1985]). cual la mujer es activa e iniciadora, a un<l sexualidad controlada, que
21 Odile Roben, "Poner le nom de Dieu", en Jean Delumeau y Da­ instaura la dominación de los hombres sobre las mujeres. ef. La
niel Rache (comps.), Histoire des peres ... , ob. cit., pp. 145-167. Domination masculine, París, Seuil, 1998 [trad. esp.: La dominación mas­
culina, Barcelona, Anagrama, 2000J .
DIOS PADRE 27
26 LA FAMILIA EN DESORDEN

Culpable de matricidio, Orestes es perseguido por las Erinias,


fue uno de los grandes componentes de la representación
defensoras del derecho de la familia al exigir que, en cada ge­
j udeocristiana de la familia. 25 Será retomada como heren­
neración, un crimen que hace correr "sangre de la misma san­
cia, luego de sufrir serias revisiones, por la filosofía de las
gre" sea castigado con otro crimen. Nacidas de Gea y las gotas
Luces y e! psicoanálisis.
de sangre del pene de Urano, cuando su hijo Crono lo castró,
Sin embargo, ya está presente, aunque en otra forma, en
estas Erinias -o divinidades vengadoras- son de naturaleza
la tragedia griega, cuyo mensaje será asimilado por e! cris­
animal y sacrificial y están dotadas de una omnipotencia
tianismo.
matriarcal. Frente a ellas, Apolo defiende los lazos de! matri­
Como se sabe, en la trilogía La Ore stíada, de Esquilo,
monio y del patriarcado que imponen la venganza al pariente
que pone en escena la historia de la familia de los Átridas,
más cercano de un hombre asesinado. Por eso disculpa a Orestes
Apolo no reconoce como culpable de! crimen de matricidio
afirmando que no es tanto el hijo de su madre como de aquella
a Orestes, asesino de Clitemnestra, debido a que la madre
que lleva el germen de su padre. En consecuencia, Orestes es,
no es sino e! receptáculo del germen que ha llevado en su
ante todo, el hijo de un padre, porque sólo la potencia mascu­
seno. "Sólo e! padre engendra", dice Apolo al corifeo:
lina es capaz de engendrar. Interviene entonces Atenea, hija
de Zeus: "No hay madre que me haya engendrado; siempre me
La mujer que da a luz a aquel a quien se llama su hijo no es
su madre, sino la nodriza de! germen que se engrosa re­ complace lo varonil-salvo para conocer las nupcias- con toda
cién sembrado. Engendra quien con ella se junta. Ella, la fuerza de mi corazón, y sin duda alguna soy adicta al padre.
como la extranjera para e! extranjero, ha salvaguardado Así, preferiré no infligir un castigo por la muerte de una mujer,
al retoño, si éste es de los que no son nocivos para los cuando ésta ha matado a su marido, el ojo de su casa".27
dioses. Voy a mostrarte una señal de ese razonamiento: se A la vez que también ella invoca la supremacía del po­
puede ser padre sin una madre. Muy cerca de nosotros está der patriarcal sobre e! matriarcado, Aten·ea salva a Orestes.
e! testimonio; míralo: la hija de Zeus Olímpico, que no Pues condena al mismo tiempo a Apolo y a las Erinias, a
tuvo su alimento en las tinieblas de un vientre. 26 quienes obliga a convertirse en Euménides, o divinidades
benevolentes. Luego instaura el Areópago -o tribunal de
2, Se la encuentra en Johann Jakob Bachofen y luego en Sigmund
Freud y Jacques Lacan. Sobre estas cuestiones, el lector puede remitirse los ciudadanos-, al cual confía la misión de juzgar y castigar
a los capítulos siguientes de este volumen. los crímenes. De tal modo, e! derecho de la razón y de!logos
2~ Esquilo, Les Euménides, en Les Tragiques grecs, París, Robert Laffom, separador, originado en Zeus y los olímpicos, sustituye el
col. "Bouquins", 2001, p. 422 [trad. esp.: Las Euménides, en Tragedias derecho mítico y arcaico (mythos) de las familias embarga­
completas, Madrid, Cátedra, 1983]. Maurice Godelier ha señalado que das por la desmesura. lB
entre los baruyas de Nueva Guinea el semen valoriza a los hombres y la
sangre menstrual devalúa a las mujeres. Sólo el semen es capaz de nutrir
al feto y producir el esqueleto. Cf. L1. Production des grands hommes. Pouvoir 27 Esquilo, Les Euménides, ob. cir., p. 424.
et domination masculine chez les Baruya de NouveUe-Guinée, París, Fayard,
28 Tal es, en todo caso, el mensaje de Esquilo a los atenienses en 458
1982 [trad. esp.: L1. producción de los grandes hombres. Poder y dominación a.c., cuando pone en escena la historia legendaria de los Atridas. Sobre
masculina entre los baruya de Nueva Guinea, Madrid, Akal, 1986J.
LA I'AMILlA EN DESORDEN DIOS PADRE 29
28

A través del don del nombre y gracias a la visibilidad de ren de su sometimiento al orden marital. A su juicio, lo feme­
una semejanza, en la Edad Media el padre se convierte, en­ nino, fuente de desorden, debe ser controlado por las leyes del
tonces, en un cuerpo inmortal. Aunque su carne esté desti­ matrimonio, así como es preciso prohibir la ginecocracia. JO
nada a la muerte, él prolonga, en el nombre que llevarán sus En Bodin, la mejor expresión de este extraño pavor se
descendientes, el recuerdo de sus ancestros, que a su vez per­ encuentra sin duda en De la démonomanie des sorciers, de
petuaron la memoria de la imagen original de Dios padre. 1580. Al igual que la religión, dice el autor, la familia debe
Esta concepción de una paternidad monolítica, pero perpetuar la soberanía del padre, y sólo podrá lograrlo si se
escindida en dos componentes -la carne y el espíritu, el libera de la influencia de la hechicería. Pues la bruja, ver­
germen y ellogos, la naturaleza y el cogito-, se refleja en la dadero paradigma de la desmesura femenina, desafía per­
tesis medieval de los dos cuerpos del rey que distingue, en manentemente su autoridad al oponerle un poder maléfico,
el soberano, un cuerpo personal perecedero y un cuerpo sexual, seductor, "ateísta", fuente de sedición y licencias.
político eterno, cuyos miembros son los súbditos del reino. Por eso es necesario combatir, sin la más mínima clemen­
Doctrina bicorporal, esta teoría conduce a sacralizar en el cia, a las mujeres que se entregan a prácticas diabólicas,
monarca de derecho divino no sólo al padre, encarnación pues con ello atacan la noción misma de soberanía. JI
de Dios sobre la tierra, sino al mismo Estado, seguro de su A mediados del siglo XVII, la concepción de la autori­
perennidad más allá de la persona real. 29 dad paterna sostenida por Thomas Hobbes en su Leviatán
Clivado para unificarse mejor, el príncipe monárquico también se asocia a una teoría dellogos separador. Hobbes
ejerce una dominación exclusiva sobre el orden materno, a considera que el orden del mundo está compuesto por dos
fin de que ninguna irrupción de lo femenino pueda desbor­ principios soberanos: el estado de naturaleza, representa­
darlo. Y aun en el siglo XVI, cuando el absolutismo real eu­ do por la madre, única que puede señalar el nombre del
ropeo se aparte del cosmos divino, en el momento de las padre, y el estado de adquisición, encarnado por este últi­
guerras de religión, los artífices de la nueva soberanía mo­ mo: "Si no hay contrato", escribe Hobbes, "la autoridad
nárquica mirarán el cuerpo de las familias como el lugar de corresponde a la madre. Pues en el estado de naturaleza,
todos los peligros. en el cual no existe ninguna ley sobre el matrimonio, no
Así, Jean Bodin, teórico del fundamento profano de la rea­ puede saberse quién es el padre, a menos que la madre lo
leza, sitúa lo masculino del lado de la razón y lo femenino del designe. Por ende, el derecho de la autoridad sobre el niño
lado del apetito pasional, para demostrar con mayor claridad
el peligro existente en la posibilidad de que las mujeres se libe­
Jll Sobre la cuestión de la ginecocracia, el lector puede remitirse al

29Debemos el estudio de esta doctrina a Ernst Kantorowicz, quien capítulo 2 de este libro, "La irrupción de lo femenino".
mostró que permitía comprender la genealogía del Estado moderno. Cf. 11 Jean Bodin, De la démonomaniedes sorciers ( 1580), París, Gutenberg

L'Empereur Frédéric II (1927) Y Les Deux Corps du roi (1957) [trad. esp.: Reprints, 1980. ef. también M. Praud, "La Démonomanie des sorciers,
Los dos cuerpos de! rey, Madrid, Alianza, 1985], seguidos de Alain Boureau, filie de la RéPublique", en lean Bodin. Actes du col/oque interdiscif)linaire
Hiswires d'un his wrie n , KanwTOwicz, París, Gallimard, col. "Quarto", 2000. des 24-27 ¡nai /984, Angers, Presses de l'université d'Angers, 1985.
LA FAMILIA EN DESORDEN DIOS PADRE JI
.lO

depende de su voluntad y, en consecuencia, ese derecho pre estaba amenazada, degradada, escarnecida. De allí la
le pertenece". 32 angustia que no dejó de traducirse en la evocación de las
En el estado de adquisición, la autoridad corresponde al célebres palabras de Horacio: "Valemos menos que nues­
padre que la ejerce a la manera "de un pequeño rey en su tros padres, y nuestros hijos valdrán menos que nosotros".
casa", e imita así al gobierno de los hombres en política. ¡Terrible juicio que parecía prohibir a los hijos superar a
Pero el padre sólo ejerce esa autoridad sobre el hijo porque los padres!
la madre ha consentido los lazos del matrimonio. De tal
modo, el paso del estado de naturaleza al estado político Llegaría, sin embargo, el tiempo de la rebelión, que permi­
está asegurado por una transferencia de soberanía que atri­ tirá transformar la opresión en su contrario. Si el padre era,
buye al padre un poder nacido de la fuerza de un deseo indi­ a imagen de Dios, el depositario de una palabra que jamás
vidual. Pues la designación del padre depende, según reducía el alma a un cuerpo carnal, era preciso admitir que
Hobbes, de la voluntad de la madre. Ella lo reconoce, como el hijo fuera, a su turno, capaz de perpetuar, en cuanto hijo,
un súbdito acepta someterse al principio monárquico. el ideal de ese logos que le había transmitido el verbo pater­
Sin lugar a dudas, nunca hubo una edad de oro de la om­ no. Así, el padre podía tanto encarnar una fuerza mortífera
nipotencia paterna, dado que las leyes de la ciudad siempre y devastadora como, al contrario, convertirse en el porta­
tuvieron por función imponer límites al ejercicio de su au­ voz de una rebelión simbólica del hijo contra los abusos de
toridad. Como lo había mostrado la tragedia de La Orestíada, su propio poder.
que rechazaba tanto los excesos de la desmesura paterna La maldición paterna fue una de las palabras clave del
como el carácter funesto del poder matriarcal, esta autori­ siglo XVIII francés. Voltaire se jactó de ser un bastardo e im­
dad corría el riesgo incesante de revelarse salvaje o destruc­ pugnó la autoridad de aquel cuyo nombre lIevaba. 33 Con­
tiva. La dominación del padre, por lo tanto, siguió siendo denaba tanto al Dios cristiano como al Dios judío del Anti­
constante hasta fines del siglo XIX, pese a la gran fractura de guo Testamento, y al padre maldito por su dureza oponía un
la Revolución de 1789, que le asestó un golpe fatal. Sin padre del pueblo, tolerante para con las libertades religio­
embargo, las modificaciones que afectaron de manera per­ sas, un padre amado por sus súbditos, un gran hombre cuyo
manente la calma seguridad de ese reino suscitaron en los modelo era, a su juicio, el rey Enrique IV, asesinado por un
contemporáneos de cada época la impresión de que siem­ fanático.
El poder paterno se vio disminuido. Como el padre mal­
J2 Thomas Hobbes, Le Léviachan (1651), traducción de Gérard Mairet, decía a su descendencia, el hijo tenía el deber de maldecir al
Pmís, Gallimard, col. "Folio/Essais", 2000, p. 325 [trad. esp.: Leviatán o padre que había hecho de él un libertino, esclavo del desen­
la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Buenos Aires, freno, o un extraviado, obligado a la impotencia. Al ponerse
Fondo de Cultura Económica, 19921. La traducción de dominio n por "au­
toridad" es preferible a "dominación", a fin de señalar con clmidad que
el poder del padre no es natural sino construido, y homólogo al del mo­ lJ René Pomeau (comp.), Volraire en son temps, D'Arouet a Volcaire,

nmca. l 694- l 734, vol. 1, Oxford, Voltaire Foundation/Fayard, 1985.


DIOS PADRE 33
LA FAMILIA EN L)ESORDEN
32
I'L-ro, a la inversa, a la ternura paterna también podía res­
a su tumo el hábito de padre, no podría sino perpetuar, con­
Il()nder la piedad filial. 36
tra sus propios hijos, la genealogía infernal de la maldición
Al privilegiar la compasión, la familia pudo transformarse
paterna. No debe sorprendemos, entonces, encontrar la huella
( ' 1\ una institución que pronto sería suplida por otras ins­
de esta profecía de la caducidad reiterada tanto en la princi­
I :mcias -el Estado, la nación, la patria-, sobre todo cuando
pal obra de Restif de La Bretonne, La Vie de mon pere, de
(-1 padre fuera juzgado contumaz. Rousseau escribe:
1779, como en las pinturas de Greuze, los relatos de Diderot,34

los ensayos de Rousseau o las descripciones de filiaciones per­

35
La más antigua de todas las sociedades y la única natural
versas e incestuosas imaginadas por Sade.
es la de la familia . Sin embargo, los hijos sólo permanecen
A la figura de Dios padre, fuente de maldición, se opuso
ligados al padre el tiempo que lo necesitan para preservarse.
desde entonces el principio de una autoridad fundada sobre
Tan pronto cesa esa necesidad, el lazo natural se disuelve.
un contrato moral y social. La maldición de los padres, sin
Los hijos, eximidos de la obediencia que debían al padre,
duda, arrastraba a los hijos a maldecir a sus propios hijos;
y éste, eximido de los cuidados que debía a ellos, conquis­
tan a la vez la independencia. Si siguen unidos, ya no lo
hacen naturalmente sino de manera voluntaria, y la fami­
.14 Freud señalaba en 1938 que Diderot había indicado, en una sola
frase y un siglo antes del psicoanálisis, la importancia del complejo de lia misma sólo se mantiene por convención [... J. Por lo
Edipo: "Si el pequeño salvaje fuera abandonado a sí mismo, conservara tanto, la familia es, si se quiere, el prime~ modelo de las
toda su imbecilidad Y uniera a la escasa razón del niño en la cuna la sociedades políticas; el jefe es la imagen del padre, el pue­
violencia de las pasiones del hombre de treinta allOs, le retorcería el blo es la imagen de los hijos y todos, nacidos iguales y
pescuezo a su padre y se acostaría con su madre". Citado por Sigmund libres, sólo enajenan su libertad por su utilidad. J7
Freud en L'Abrégé de psychanalyse (1940), París, PUF, 1967, p. 64 [trad.
esp.: Esquema del psicoanálisis, en Obras completas (oc), vol. 23, Buenos
Una vez relativizada, la soberanía de Dios padre se borró len­
Aires, Amorrortu, 1980).
,11 Sobre todo en La Philosophie dans le boudoir (1795), París,
,¡¡mente. Héroe burgués, el padre doméstico no tardó en su­
Gallimard, 1976 [trad. esp.: La filosofía en el tocador, Barcelona, Tusquers, ceder al héroe guerrero de la antigua nobleza feudal. Del mis­
1989), Sade propicia como fundamento de la República la obligación mo modo, la familia cristiana que había relevado a la familia
del incesto, la sodomía y el crimen (en el capítulo "Frant;ais, encore un ~Il\tigua, conservando una parte de sus figuras tutelares, fue
effort pour devenir républicains" ["Franceses, un esfuerzo más, si queréis
ser republicanos"]). Según su parecer, ningún hombre debe ser excluido
de la posesión de las mujeres, pero ninguno puede poseer a una en parti­ lfi Cf. Jean-Claude Bonnet, "De la famille a la patrie", en Jean
cular. Las mujeres tienen la obligación de prostituirse, los hijos pertene­ Iklumeau y Daniel Roche (comps.), Hiswire des peres .. " ob. cit., p. 253.
cen a la República Y no a los padres. Por eso es preciso separarlos de sus 11 Jean-Jacque, Rousseau, Du contrat social, en CEuvres completes, vol.
madres desde el nacimiento. El tocador sadiano, que pretende ser el ), París, Gallimard, col. "Bibliotheque de la Pléiade", 1964, p. 352 [trad.
modelo de una sociedad futura, se apoya además en la abolición radical esp.: El contrato social, Madrid, Espasa-Calpe, 1993) . Lynn Hunt dest<lca
de la institución del padre en beneficio de la colectividad de los herma­ que, en el siglo XVIII, "la mayoría de los europeos considerab<tn a sus diri­
nos. En términos freudianos, podríamos decir que S,1de propone la cons­ gentes como padres y a sus naciones como familias en el sentido <tmplio"
trucción de una sociedad fundada en la generalización de la perversión (Le Roman familia! de la Révolution fran~aise , París, Albin Michel, 1995).
polimorfa: ni prohibición del incesto, ni ley del padre, ni logos separador.
34 LA FAMILIA EN DESORDEN DIOS PADRE 35

sustituida por la familia de los notables. Para ella, la religión I LI por una mujer y, peor aún, por el cuerpo de las mujeres,
era un rito, una costumbre, y ya no el ámbito de una mani­ l.. pasión que el rey consagraba al sexo de las mujeres . El
festación de la fe en Dios. Pero el padre pronto reinvirtió el lIIilujo de lo femenino, por 10 tanto, amenazaba la cabeza
poder que había perdido en el escenario de las batallas y la k-I rey, el alma del monarca, la soberanía del reino.
i
caballería en el teatro de la vida económica y privada. Damiens tocó el cuerpo del rey con la hoja de una nava­
1;1 y reivindicó su gesto. Contrariamente a los otros regicidas,
La caducidad de Dios padre resultó visible -por primera vez, 110 quería matar. Sin embargo, ese acto fallido fue para la
indudablemente, de manera tan clara- en 1757, con la he­ ¡~,;t leza peor que un asesinato consumado. Luis XV se hun­
rida que Fran~ois Robert Damiens infligió a Luis XV. De ,I¡(í en la melancolía. A quienes afirmaban que ese pequeño
origen campesino, maltratado por su padre, insolente, sui­ , nrte no dejaría ninguna huella, respondió: "La herida es
cida y al menos extraño en su manera de mantener solilo­ II\ :\S grave de lo que creéis, pues llega al corazón, y si el
quios, el hombre que atentó el 5 de enero contra la vida del t'llerpo está bien, esto está mal". Se señaló la cabeza: "Y esto
soberano tenía sin duda la mente tan trastornada como los ''s imposible de curar".
3s
dos regicidas anteriores. En opinión de muchos historiadores, ese acto fallido
Pertenecía a la clase de los domésticos escarnecidos por (lI\uncia por anticipado el regicidio legal del 21 de enero de
sus amos, pero vivía a la sombra y en la intimidad de una 1793: la muerte de Luis XVI luego de la abolición de la
nobleza que los inducía a pensarse distintos de lo que eran. monarquía, la agonía de Dios padre. Al cortarle la cabeza al
Ahora bien, a fuerza de ser vilipendiados, perseguidos, se­ I q, dirá Balzac, la Revolución decapitó a todos los padres
ducidos, utilizados, enrolados en las locuras de quienes los ,le familia.
dominaban, terminaban por hundirse en la miseria mora[.39 Michel Foucault describió el horror del suplicio de
Obsesionado por la idea de que el reino se encaminaba a iamiens, uno de los más crueles de todos los tiempos. La
su ruina, Dam iens quiso tocar al rey. Y, a través de ese con resistencia del cuerpo fue tan grande que los caballos se
tacto que recuerda el gesto de los reyes taumaturgos cuand (ksplegaron en sesenta ocasiones antes de romper los miem­
rozaban con la mano las escrófulas de sus súbditos, su inten­ Ilros del desdichado doméstico, ya mil veces torturado. Sin
ción era despertar el espíritu del soberano, hacerlo recobra t'mbargo, en su martirio, Damiens se convirtió, de algún
el juicio, curarlo de sus vicios. Por rumores de pasillo, e modo, en un doble del rey, encadenado a un lecho de dolor
doméstico sabía que Francia corría el riesgo de ser goberna­ y revelador, a través de su cuerpo mutilado, del devenir de
una monarquía patriarcal presa de sus terrores,40
38 Sobre las analogías y diferencias entre Jacques Clément, Jean
Franc;ois Ravaillac YFranc;ois Roben Damiens, d. Pierre Chevallier, Le
Régicides, París, Fayard, 1989.
1~ Cf. Gilles Perrault, Le Secret du roi, vol. 1, París , Fayard, 1992, pp 4Q Cf. Michel FOllcault, Surveiller et punir. Naissance de la prison, Pa­
378-387 [trad. esp.: El secreto del rey, Barcelona, Plaza y Janés, 1993], .. is, Gallimard, 1975 [trad . esp.: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión,
Jacques Delaye, Louis XV et Damiens, París, Gallimard, 1986. Ml'xico, Siglo XXI, 1976].
LA FAMILIA EN DESORDEN
.36

El rey nO presenció durante mucho tiempo e! suplicio,


pero exigió que lo mantuvieran informado de su desarrollo
hasta en los menores detalles. En cuanto a los hombres, el
espectáculo les repugnaba a tal punto que pronto apartaron
la vista de la escena. En cambio, como lo destaca Casano­
va, las mujeres no manifestaron la misma repulsión: "Y ape­ 2. La irrupción de lo femenino
nas había crueldad en su corazón. Me dijeron, y debí simu­
lar creerlo (sic], que no podían sentir la menor piedad por
un monstruo semejante, pues tanto amaban a Luis XV".41 A fines del siglo XIX, cuando Freud introduce en la cultura
Numerosos fueron los testigos de esta fiesta sombría que occidental la idea de que el padre engendra al hijo que será
conservaron el recuerdo de un comportamiento femenino par­ su asesino, el tema del advenimiento de una posible
ticular, diferente de la conducta de los hombres y de una fero­ feminización del cuerpo social ya es materia sustancial de
cidad casi inconfesable. Una especie de goce ilimitado parecía un debate sobre el origen de la familia. En esta nueva pers­
empujar a las mujeres a mirar el horror sin desfallecer. pectiva, e! padre deja de ser el vehículo exclusivo de la trans­
La evocación de esta especificidad femenina en la cruel­ misión psíquica y carnal y comparte ese papel con la ma­
dad42 será uno de los temas recurrentes del discurso misógi­ dre. De allí, la frase de Auguste Comte, que invierte por
no. Y si pudo perdurar a través de los siglos con tanto vigor, completo la teoría medieval de las semejanzas: "Los hijos
es porque traducía un temor auténticamente masculino a son en rodos los aspectos, e incluso físicamente, mucho más
lo femenino y, más aún, una obsesión por la femirúzación del hijos de la madre que de! padre". No será una sorpresa, en­
cuerpo social que no haría sino agravarse con la decadencia tonces, ver surgir en este contexto, y gracias a la difusión de
de la monarquía y la degradación de la figura de! padre. las hipótesis evolucionistas, una vasta polémica en torno
de la cuestión del patriarcado y e! matriarcado.
A partir de los trabajos de Lewis Henry Morgan,1 el dis­
curso antropológico marcado por e! evolucionismo definía
e! patriarcado como un sistema jurídico político en el cual
la autoridad y los derechos sobre los bienes y las personas
obedecían a una regla de filiación patrilineal. A ese sistema

41 Giacomo Casanova de Seingalt, Hiswire de HU! vie (1822), vo\. 5


1 Abogado neoyorquino y defensor de los iroqueses, Lcwis Henry
cap. 3, París, Brockhaus et Plon, 1960 [trad. esp.: Memorias, Madrid
Morgan (1818-1881) fue uno de los fundadores de la antropología social y
Aguilar, 1982). del estudio de los hechos de parentesco, desde una perspectiva a la vez
41 Pero ya encontramos su huella en los mitos griegos, como la le
estructural y evolucionista. Cf. Systems of Consanguinity arul Affinity af the
venda de las bacantes, esas mujeres de Tebas enloquecidas por Dioniso
Human Family (1871), Oosterhout, Anthropological Publications, 1970.
capaces de los desbordes más frenéticos.

37
LA IRRUPCIÓN IJE LO FEMENINO ,[)

,8 LA FAMILIA EN DESORDEN
Lejos de conducir al crepúscqlo de la paternidad, la abolición
se oponía el matriarcado, según el cual la regla de filiación de la monarquía dio lugar, en la sociedad del siglo XIX, a una
matrilineal decidía esa misma autoridad con referencia a nueva organización de la soberanía patriarcal. Con un poder
2
lazos genealógicos que pasaban por las mujeres. Aunque restablecido, tras haber sido derrocado por el regicidio de 1793,
estos dos sistemas no hubiesen existido jamás en estado puro el padre de la sociedad burguesa ya no se parecía a un Dios
y fuera imposible confundir un orden jurídico con una mo­ soberano. Confinado en un territorio privado y cuestionado
dalidad cualquiera de ejercicio del poder (paterno o mater­ por la pérdida de influencia de la Iglesia, en beneficio de la del
no, masculino o femenino), el imaginario ligado a esta bi­ Estado, logró, no obstante, reconquistar su dignidad perdida al
polaridad siempre tuvO -y de manera recurrente- fuerza de erigirse, ante todo, en el patriarca de la empresa industrial.
ley. A tal punto, que a veces se olvidaba que la dominación Comunidad de trabajadores -hombres, mujeres y niños-,
del principio masculino sobre el principio femenino había la familia económica, que caracterizó la edad de oro del
sido, en todos los tiempos y casi todas las sociedades huma­ paternalismo europeo, extrajo sus modelos de una iconogra­
nas, la única regla a partir de la cual era posible construir fía cristiana dominada por la figura de José, el artesano car­
las relaciones entre los sexos. pintero, más cercano a su entorno que el monarca d~ anta­
Si esos dos términos -patriarcado y matriarcado- asumie­ ño, quien reinaba abstracta mente sobre el cuerpo de sus súb­
ron un alcance tan considerable en el discurso antropológico ditos. Autócrata pero despojado de sus atributos divinos, el
de la segunda mitad del siglo XIX, no fue tanto porque sirvie­ pater familias de la colectividad industrial tuvo la misión de
ran para definir un modo de funcionamiento real de las so­ corregir el salvajismo de un capitalismo sin límites: "El pa­
ciedades como porque daban cuenta de las dos modalidades trón, como otrora el padre", escribe Alain Cabantous, "de­
de la nueva soberanía burguesa: una fundada en la autoridad fenderá al obrero, entonces, contra las agresiones del mundo
paterna y otra, en el poder de las madres. Por eso es preciso circundante, asegurándole trabajo y vivienda, y lo protegerá
atribuirles una función de sexualización del lazo social. Per­ también contra sí mismo al poner a su alcance servicios de
mitían pensar la historia de la familia dentro de la categoría, salud [... J. Dentro de este espacio colectivo y vigilado, donde
no sólo de la diferencia sexual-lo masculino contra lo feme­ impone sus prácticas sociales, el padre-padrone asimila vida
nino y a la inversa-, sino también de la contradicción entre privada y vida laboral, familia biológica y familia económi­
dos formas de dominación económica y psíquica: paterno­ ca, para garantizar mejor su poder".} Tanto en el centro de su
centrismo de un lado, maternocentrismo del otro.
1 Alain Cabantous, "La fin des patriarches", en Jean Delumeau y

1 En las sociedades de derecho patrilineal, la autoridad se sitúa del Daniel Roche (comps.), Histoire des peres ... , ob. cit., p. 338. Se alude
lado del padre y la ternura es patrimonio de la madre y de su hermano. El aquí al modelo burgués de la familia. La realidad está muy alejada de ese
tío desempeña así un rol "maternal" y, en caso de conflicto con el padre, ideal, como lo testimonia la gran novela de Victor Hugo, Les Misérables
el hijo encuentra consuelo en él. En las sociedades de derecho matriline<ll, (1862), que denuncia las tres taras infligidas por la sociedad industrial
el padre no es sino el progenitor, y quien ejerce la autoridad paterna es el del siglo XIX a la familia popular, el pueblo de los pobres: la degradación
tío. Cf. Frans;oise Héritier, "Figures du pere", La Revue des Deux Mondes, del hombre por el proletariado, la declinación de la mujer por el hambre
mayo de 2001, pp. 16-19.
40 LA FAMILIA EN DESORDEN LA IRRUPCIÓN DE LO FEMENINO
41
hogar como de su empresa, este padre es un padre más real permitido a las familias del Antiguo Régimen desembarazar­
que simbólico, y sólo es e! amo de su domesticidad en cuanto se sin demasiados costos de los herederos rebeldes. Empero,
sabe imponer límites al ejercicio de la omnipotencia de lo para aplicarse como corresponde, ese derecho supone que e!
femenino, madres y mujeres combinadas. padre sea también un buen padre, no abuse del poder que se
El orden familiar económico burgués se apoya, enton­ le ha otorgado y obedezca la regla del "quien bien te quiere,
ces, en tres fundamentos: la autoridad del marido, la subor­ te hará llorar". Por lo tanto, lejos de destruir la familia, los
dinación de las mujeres y la dependencia de los niños. Pero revolucionarios procuraron, al contrario, hacer de ella el pi­
al otorgar a la madre y la maternidad un lugar considerable, vote de la nueva sociedad. Pero, ¿cómo abolir e! orden mo­
se arma de recursos para controlar, en e! imaginario de la nárquico sin poner en entredicho la potestad paterna y la
sociedad, lo que amenaza con desembocar en una peligrosa legitimidad del matrimonio, sobre las cuales se apoyaba? Re­
irrupción de lo femenino, es decir, en e! poderío de una generando desde adentro los valores de antaño, a fin de que
sexualidad considerada mucho más salvaje o devastadora ya no sirvieran para perpetuar la ideología nobiliaria.
por no estar ya adherida a la función materna. La mujer Reinvestido de su poder, e! padre será entonces un padre
debe ser ante todo una madre, a fin de que el cuerpo social igualitario, sometido a la ley y respetuoso de los nuevos dere­
esté en condiciones de resistir la tiranía de un goce femeni­ chos adquiridos en virtud de la Declaración de los Derechos
no susceptible, se cree, de borrar la diferencia de los sexos. del Hombre y del Ciudadano. Desde este punto de vista, e!
El hecho de que la paternidad se prolongara en esa fun­ matrimonio cambia de naturaleza. Lejos de ser un pacto de
ción autoritaria no impidió, sin embargo, que quedara so­ familia indisoluble y garantizado por la presencia divina, se
metida a toda clase de fragmentaciones. Y la imagen de! convierte en un contrato libremente consentido entre un
padre dominador cedió progresivamente su lugar a la repre­ hombre y una mujer. Basado en el amor, sólo dura lo que
sentación de una paternidad ética. Al mismo tiempo, se dura éste. Ese cambio supone el derecho al divorcio, instau­
asistió al nacimiento de una nueva figura de la paternidad. rado en 1792, abolido por la Restauración y definitivamente
Inmediatamente después de la Revolución de 1789, el Es­ restablecido a partir de 1884. Pero prolonga asimismo la idea
tado francés se convierte en el garante de la autoridad pater­ de que todo niño -ilegítimo, adulterino o abandonado- tie­
na. El "derecho de castigo corporal" tiende entonces a reem­ ne derecho a una familia, un padre, una madre. Se constata­
plazar la costumbre de las lettres de cachet,4 que antaño había rá entonces, en la sociedad posrrevolucionaria, cierta actua­
lización de los principios de la paternidad adoptiva. s

(y, por lo tanto, la prostitución) y la atrofia del niño por la noche (París, cachet permitían a un padre enviar a prisión a un hijo recalcitrante.
Roben Laffom, col. "Bouquins", 2002 [trad. esp.: Los miserables, B,lrce­ Mirabeau fue una de sus víctimas. Cf. Michel Chaillou, Le Matamore
lona, Planeta, 1989]). ébouriffé, París, Fayard, 2002, y Arlette Farge y Michel Foucault, Lemes de
~ Las lemes de cachet fueron suprimidas en marzo de 1790. En el Códi­ cachet des archives de la Bastille, París, Gallimard, col. "Archives", 1982.
go Civil de 1804, el derecho de castigo corporal se atribuye al padre, el \ Sobre la cuestión de la paternidad adoptiva, véase el capítulo 7 de
úni co que ejerce la autoridad mientras dura el matrimonio. Las le mes de la presente obra, "El poder de las madres".
l.A IRRUPCiÓN DE LO FEMEN INO 43
42 LA FAMILIA EN DESORDEN
camino él una dialéctica de la emancipación, cuyas primeras
En los Principios de la filosofía del derecho, 6 de 1821, Hegel beneficiarias serían las mujeres y los niños tras ellas.
propuso la mejor descripción de la nueva relación instaurada Entre 1889, año de la puesta en vigencia en Francia de
entre el individuo, la sociedad y el Estado. En ella, la fami­ las grandes leyes sobre la caducidad de la patria potestad,
lia se convierte, junto con las corporaciones, en una de las que prohibían a los padres indignos aplicar castigos injustos
estructuras básicas de la sociedad. Pues sin ella, en efecto, a sus hijos, y 1935, cuando se abolió definitivamente e! cas­
e! Estado sólo se vería ante turbas despóticas o tribales. Ga­ tigo corporal paterno, surgió en Europa una representación
rante de la moralidad, ella descansa sobre la institución del contradictoria de la paternidad, que combinaba lo sublime,
matrimonio monógamo que une, por consentimiento mu­ lo grotesco y lo horrible . Ya encontramos su huella en los
tuo, a un hombre y una mujer, quienes dan preferencia a la
grandes novelistas franceses de la Restauración y el Segun­
inclinación espiritual sobre la pasión sexual. A través del
do Imperio: así, lean Valjean se codea con papá Goriot y
trabajo o la actividad intelectual, e! marido se enfrenta al
papá Grandet. En otras palabras, a partir de 1889 y durante
mundo externo o a una reflexión sobre el mundo o sobre sí
un siglo, e! padre sólo se construye como tal porque tiene
mismo, mientras que en el seno de! hogar su esposa, con­
obligaciones morales para con aquellos a quienes gobierna.
vertida en madre, goza de una auténtica libertad.
Su estatus le impone restricciones y, si no las respeta, es
Si e! padre es designado como el jefe de una familia asi­ susceptible de caer en la indignidad y perder su derecho a
milada a una "persona moral", el patrimonio, cuyos intere­ ser padre.
ses representa, es, en cierto modo, la traducción del ejerci­
cio de su poder simbólico, y sólo su muerte permite a los Todas estas realidades se toman en cuenta en e! gran debate
herederos, a su turno, tener acceso a ese estatus. Los hijos que, después de 1860, enfrenta a partidarios y adversarios
repiten e! destino de los padres y las hijas, el de las madres. de! patriarcado y el matriarcado. De Morgan a Friedrich
A lo largo de todo el siglo XIX, la autoridad paterna se Enge!s, pasando por Frédéric Le Play y Johann Jakob
revalorizó sin cesar; aunque, por otra parte, se fracturó, divi­ Bachofen, la cuestión de la decadencia de la autoridad pa­
dió, fragmentó y laicizó de manera constante. y como en terna y el fortalecimiento del poder de las mujeres se consi­
Francia e! padre se convertía en el depositario de las institu­ dera desde un punto de vista normativo. O el reino de!
ciones estatales y en Europa, de la sociedad civil, la subordi­ matriarcado se presenta como fuente de caos, anarquía,
nación de las mujeres y la dependencia de los hijos ya no desorden, opuesto al del patriarcado, sinónimo de razón y
podían ser ilimitadas. Si e! padre claudicaba, si cometía faltas cultura, o se lo describe como un paraíso original y natural
o injusticias, debía recibir una sanción. De tal modo, la susti­ que el patriarcado habría destruido para establecer su des­
tución del poder de Dios padre por el pater familias allanó el potismo autoritario.
Sin embargo, si hay discrepancias a la hora de decidir
(, Friedrich Hegel, Les PrínciPes de la philosophie du droit (1821), Pa­ cuál es el mejor sistema, todos coinciden en decir que el
rís, Flammarion, 1999 [trad. esp.: PrinciPios de la filosofía det derecho o patriarcado es una forma tardía de organización social, su­
derecho natural y ciencia política, Buenos Aires, Sudamericana, 1975].
LA FAMILIA EN DESORDEN LA IRRUPCiÓN DE LO FEMENINO 45
44
7
cesora de un estado primitivo de tipo matriarcal. Así, Engels I );tjo la dependencia del padre; la familia troncal, en la que
ve en el advenimiento del patriarcado la gran derrota del ;/ )10 uno de los hijos hereda y permanece bajo el mismo
sexo femenino y la invención de la lucha de clases -en la lecho que los padres, y la familia restringida, reducida a la
familia burguesa, la mujer se convierte en "el proletario del I )<.trej a y los hijos. A cada estructura corresponde, según este
hombre"-, mientras que Bachofen, por su parte, cree en la ,Iutor, una etapa de la evolución hacia el mundo moderno,
necesidad de esa derrota. Sin ella, estima, la humanidad se (jlle conduce a la disolución de la familia. Por eso ve en la

encaminaría a la decadencia, subvertida por la preeminen­ l;llnilia troncal un modelo ideal, susceptible de restaurar
8
cia irracional de una femineidad salvaje. 1:1 antigua autoridad patriarcal.

En Francia, la temática del miedo al desborde femenino


Pero el gran terror a la posible feminización del cuerpo
asume, de Louis de Bonald a Hippolyte Taine, la forma de
:;ocial se expresa de la manera más manifiesta y fascinante
una virulenta crítica de los ideales igualitarios de la Revolu­
("ll Bachofen. En su Mutterrecht,9 publicado en 1861 yam­

ción, a los cuales se achaca la responsabilidad de un relaja­ pliamente inspirado en un darwinismo florido, inventa una
miento de las costumbres, una inversión de los roles sexuales novela familiar cíclica de los orígenes de la humanidad. En
y una feminización de la sociedad. Para los partidarios del 1ma época remota, dice, ésta habría estado sumergida en

discurso contrarrevolucionario, el divorcio es "intrínsecamen­ Ilna especie de arcaísmo con raíces en los terrenos pantano­
te perverso" y debe volverse al ideal del fundamento del matri­ sos y una vegetación frondosa. Bachofen da a ese caos de
monio: dependencia de las mujeres con respecto a la autori­
dad de los padres. Para ellos, la restauración de la monarquía R Frédéric Le Play, L'Organisation de la famille selon le vrai modele signalé

pasa, además, por la reafirmación del poder paterno: para par l'hiswire de cauces les races et de tous les cemps, París, Téqui, 1871. En
sacar al Estado de las manos del pueblo, se dice en esos círcu­ 1<)83, Emmanuel Todd, inspirado en las teorías de Le Play 0806-1882),
intentó demostrar que las escructuras familiares, en cuanto creadoras de
los, es preciso que la familia deje de estar en las manos de las
rdaciones codificadas entre el individuo y la autoridad, sirven de funda­
mujeres y los niños. Con el establecimiento de la república, '\lento a los grandes sistemas ideológicos y políticos del planeta. Cf. La
ese proyecto fracasa. T'roisieme Planete. Structures familiales et systemes idéologiques, París, Seuil,
En 1870, Frédéric Le Play, sociólogo liberal y evolucio­ 1983. Se encontrará una crítica de las tesis de Le Play en Hervé Le Bras,
nista, intenta concebir un programa de preservación de la fa­ I.es Trois France (1986), París, Odile Jacob, coL "Opus", 1995, especial­
\\lente en el capítulo dedicado a la política de la familia.
milia tradicional movilizando los recursos modernos de la
'1 Parcialmente traducido con el título de Le Droje maternel. Recherche
investigación para estudiar esencialmente el mundo obre­ \1 Ir la gynécocratie de l' Antiquité, sur sa nature religieuse et juridique, Lausana,
ro. Le Play divide la familia en tres tipos: la familia patriar­ L' Age d'homme, 1996 [trad. esp.: Johann Jakob Bachofen, El matriarca­
cal, en la cual los descendientes permanecen hasta su muerte do: una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo según su
/laturaleza religiosa y jurídica, Madrid, Akal, 1992]. Cf. también Franr;:oise
I '> uroux , "Les avatars du MutterrecJu", Revue internationale d' histoire de la
1 Friedrich Engels, L'Origine de la famille, de la propriété privée et de />Sychanalyse, 4, 1991, pp. 523-543. Sobre la trayectoria de Bachofen,
l' Écat (1884), París, Scandéditions, 1983 [trad. esp.: El origen de la fami­ ('iudadano de la ciudad de Basilea, d. Carl Schorske, De Vienne et
lia, de la proPiedad privada y del Estado, Madrid, Fundamentos, 19861. d'lIilleurs, París, Fayard, coL "Histoire de la pensée" , 2000.
46 LA FAMILIA EN DESORDEN
LA IRRUPCiÓN DE LO FEMENINO 47
los primeros tiempos, a ese "rizoma"'o telúrico, el nombre
de hetairismo, período marcado por la promiscuidad sexual De acuerdo con esta perspectiva, Bachofen interpreta el
y el reino de la diosa Afrodita. Las mujeres están expuestas IlIito de Edipo como la traducción de la larga historia del
a la violencia de los hombres y los hijos no conocen a sus Mutterrecht. A su entender, el héroe mata a la Esfinge, sím­
padres. Il()lo del hetairismo, para instaurar en Tebas el reino del
La segunda etapa, la de la ginecocracia, marca el estable­ Illatriarcado bajo el gobierno de la reina Yocasta. Converti­
cimiento de un poder matriarcal. Las mujeres fundan la fa­ ,lo en el representante de un desorden social y un desastre
milia, inventan la agricultura, condenan el matricidio -el i:t'l1ealógico, Edipo conduce el régimen a su pérdida: su re­
I'lnplazo por el patriarcado.
crimen más odioso- y alientan la educación del cuerpo, a la
vez que toman a la diosa Deméter como divinidad simbólica. Siempre amenazado en sus fundamentos, el patriarcado,
Sistema frágil, la ginecocracia está amenazada sin cesar por '-'/) consecuencia, corre aun más riesgos en la aurora del si­
un retomo de lo reprimido, como lo testimonia la historia de ,: 10 xx, porque a la sazón -sigue Bachofen- la familia bur­
las amazonas, el surgimiento de un imperialismo femenino 1:llesa constata el deterioro de sus privilegios en beneficio
directamente procedente del período del hetairismo. de un matriarcado armado de toda la fuerza engañadora de
\ 11) a modernidad con apariencia de esfinge. En efecto, cual­
Aparece entonces el reino del patriarcado -afirma
Bachofen-, el único que permite el advenimiento de una lJ"iera sea su estatus, la Mujer, en el sentido del Mutterrecht,
civilización del espíritu y el progreso. Gracias a la consuma­ (.~ para siempre la encarnación del exceso, la muerte, el
ción final de su soberanía, se impone a los maleficios del or­ Incesto, el salvajismo, el canibalismo. Por consiguiente,
den materno. El padre se encarga de separar al hijo de la cualquier movimiento favorable a la emancipación de las
madre, a fin de asegurarle su independencia. '1 Pero ese régi­ IlIujeres constituye una amenaza para el porvenir del géne­
1() humano, ya que propicia la feminización del cuerpo so­

men patriarcal, tan necesario, sufre la amenaza constante de


las reminiscencias, aunque parezca sólidamente establecido ,ial, a través de la abolición de la diferencia de los sexos y

I;¡ generalización de la androginia.

desde varios siglos atrás. Pues el recuerdo reprimido del ma­


triarcado no deja de persistir en él a través de los mitos y Freud comparte con Bachofen la convicción de que el
leyendas que acosan su memoria. Es preciso, entonces, de­ ¡ogas es de esencia masculina y la humanidad hizo un pro­
fenderlo y protegerlo contra la irrupción de lo femenino. ¡([eso decisivo al pasar del matriarcado al patriarcado, es'
,Iecir, de un mundo calificado de "sensible" a un mundo
l'<lOsiderado "inteligible". Al citar en 1909 un aforismo de
10 Término retomado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes,

de ese modo, tratarán de valorizar, contra la ley del padre edípico, el


Lichtenberg, según el cual "el astrónomo sabe casi con la
flujo de un deseo múltiple, rizomático, pulsiona!. Cf. L'Ami-CEdipe .", misma certeza si la luna está habitada y quién es su padre,
ob, cit" aSl como el capítulo 7 de la presente obra, "El poder de las ma­ pero conoce con una certidumbre muy distinta quién es su
dres", madre", señala: "Representó un gran progreso de la civiliza­
11 Volvemos a encontrar aquí el tema cristiano de la paternidad asi­
ción que la humanidad se decidiera a adoptar, junto con el
milada al cagito o aliagas, al cual me referf en el capítulo anterior,
1estimonio de los sentidos, el de la conclusión lógica, y pa­
48 LA FAMILIA EN DESORDEN

sara del matriarcado al patriarcado".'2 En esta perspectiva,


Freud considera la civilización (Kultur) como "la totalidad
de las obras y organizaciones cuya institución nos aleja del
estado animal de nuestros ancestros y que sirven a dos fi­
nes: la protección del hombre contra la naturaleza y la re­
gulación de los hombres entre sí"Y En otras palabras, si 3. ¿Quién mató al padre?
bien la familia es para él una de las grandes colectividades
humanas de la civilización, sólo puede distanciarse del es­
tado animal si afirma la primacía de la razón sobre el afecto La invención de la familia edípica tuvo un impacto tan gran­
y la de la ley del padre sobre la naturaleza. de sobre la vida familiar del siglo xx, y sobre la aprehensión
No obstante, Freud jamás cederá al temor fantasmático de las relaciones internas de la familia contemporánea, que
a una posible feminización del cuerpo social. En contrast es indispensable comprender el extraño camino por el cual
con Bachofen y buena cantidad de sus contemporáneos, Freud pudo revalorizar de ese modo las antiguas dinastías
nunca pensó que la emancipación de las mujeres significar heroicas a fin de proyectarlas en la psique de un sujeto cul­
el crepúsculo de la razón. y los elementos tomados de 1 pable de sus deseos. ¿Cómo se produjo, entonces, esa refun­
obra de Bachofen son menos indicativos de su concepció dición que introdujo, en el núcleo de la descripción moder­
de la familia que la relación ambigua que mantuvo con e na del parentesco, una mitología del destino y de la conde­
Edipo de Sófocles. na originada tanto en el teatro griego e isabelino como en
la literatura novelesca del siglo XIX?
Aunque jamás haya publicado el más mínimo trabajo so­
bre el Edipo de Sófocles ni consagrado ningún estudio a su
famoso complejo, Freud siempre reivindicó esta invención
como un principio esencial del psicoanálisis. Más aún, no
dejó de repetir que el complejo de Edipo era "un fundamento
de la sociedad, en la medida en que aseguraba una elección
de amor normal". Razón por la cual, en su último texto no
vaciló en escribir estas palabras: "El descubrimiento del com­
plejo de Edipo bastaría por sí solo para incluir el psicoanálisis
entre las preciosas adquisiciones del género humano".'
1I Sigmund Freud, "Remarques sur un cas de névrose obsessionnelle ¿Podemos decir entonces que el psicoanálisis se reduce
(1909), en Cinq psychanalyses, París, PUF, 1954, p. 251 [trad. esp.: A pro
íntegramente al tem a del parricidio y el incesto? Si damos
pósito de un caso de neurosis obsesiva, en oc, ob. cit., vol. 10, 1980].
11 Sigmund Freud, Malaise dans la civilisation ( 1930), París, PUF, 197
1 Sigmund Freud , L'Abrégé de psychanalyse, ob. cit., p. 65.
[trad. esp.: Ellnaleswr en la cultura, en oc, ob. cit, vol. 21,1979].

49
¡QUIÉN MATÓ AL PADRE? 51
so LA FAMILIA EN DESORDEN

Abandonada durante siglos porque expresaba un desborde


crédito a su fundador, ¿está condenado, por lo tanto, a enun­
imposible de representar en un escenario teatral, la pieza de
ciar una elección de amor normal y a repetir la tríada descripta
Sófocles fue entonces reexaminada, reinterpretada, universa­
por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia, cuando dice lo 4
lizada. Traducida al alemán en 1839, conoció una nueva suer­
siguiente ?:
te al asimilarla, a partir de 1886, a uno de esos "dramas de la
¡Eclipo, la figura más dolorosa de la escena griega [...], concebi­
fatalidad" que ponían en escena sombrías historias de familia,
da por Sófocles como el hombre noble y generoso, condenado contra un fondo de venganza y decorados de cartón piedra. El
pese a su sabiduría al error y la desdicha; pero que, a causa de "destino" intervenía con la fonna de un deus ex machina que,
sus espantosos sufrimientos, tennina por ejercer a su alrededor en general, permitía a una pareja de jóvenes, abrumados por el
un poder mágico benéfico, cuya fuerza sigue haciéndose sentir poder paterno, liberarse del peso de una genealogía engañosa.
luego de su muerte [...], Eclipo, asesino de su padre, esposo de Revuelta del hijo contra el padre, de la hija contra la madre,
su madre, ¡vencedor de la Esfinge! ¿Qué significa para noso­ de los adolescentes contra los padres, e incluso abuelos trans­
tros la misteriosa tríada de esas acciones fatales? 2 formados para la ocasión en espectros: tal era, en efecto, el
argumento de ese teatro tramposo que se complacía en exhibir
ES cierto, Freud apenas compartía las convicciones de Nietzsche, las bajezas de la familia burguesa de fin de siglo.
pero las interrogaciones de éste no son ~jenas a su lectura de la A Freud lo horrorizaban. Sin embargo, testigo privilegia­
obra de Sófocles. 3 En efecto, tras los pasos de Hegel, Hólderlin do del gran mal de las familias que hacía estragos en Viena,
y Schopenhauer, N ietzsche había vuelto a poner en circula­ sólo renunció a Franz Grillparzer5 para regresar a Sófocles.
ción, contra las pretensiones positivistas de las ciencias y la
psicología médica, una concepción del mundo heredada de 4 En 1659, Comeille renunció a adaptarla, ya que consideraba "ho­
la Grecia arcaica y fundada en la oposición de lo dionisíaco rrible" y "chocante" verse en la obligación de poner en escena a un hé­
y lo apolíneo. Entre el goce y la ley, el hombre moderno soña­ roe que se vaciaba los ojos. En cuanto a Voltaire, juzgó "defectuoso e
do por el joven Nietzsche debía, para cumplir su tarea de inverosímil" el tema. Por eso, modificó el contenido de la pieza inven­
tando otro personaje para llevar a cabo el asesinato de Layo. Hizo de
resucitador de las fuerzas vivas del arte y la creatividad, volver Edipo, no el sujeto de un destino trágico, sino un hombre que un día se
a ser el héroe de la gran escena antigua de las purgas. Obligado descubría el juguete de un dios despótico. En la edad clásica y el siglo
a descubrirse distinto de lo que creía ser, debía renacer en sí siguiente, el Edipo sofocleano fue considerado, entonces, como un "hé­
mismo al reencontrar en su psique las fuerzas telúricas de la roe imposible" y muy poco universal: "Para que Edipo sea el héroe de la
revolución psicoanalítica", escribe Jacques Ranciere, "es preciso un nuevo
risa y la danza, lo demoníaco y lo sagrado.
Edipo que invalide los de Comeille y Voltaire [...]. Hacen falta un nuevo
Edipo y una nueva idea de la tragedia, los de Holderlin, Hegel o Nietzsche"
(L'lnconsciem esthétique, París, Galilée, 2001, p. 25).
2 Friedrich Nietzsche, La Naissance de la tragédie (1872), en CEuvres,
5 Franz Grillparzer (1791-1872), dramaturgo vienés, poeta oficial
vol. 1, París, Robert Laffont, col. "Bouquins", 1993, p. 66 [trad. esp.: El
del liberalismo y autor de una tragedia del destino, La abuela, duramente
nacimienw de la tragedia, o Grecia o el pesimismo, Madrid, Alianza, 1973J.
criticada por Freud. Luego de 1848, cultivó los valores de la fidelidad, la
1 Al respecto, Cf. Jacques Le Rider, Freud, de l' Acropole au SinaL Le
piedad y el autosacrificio.
rewur al' Antique des Modemes viennois, París, PUF, 2002.
LA FAMILIA EN DESORDEN
¿QUIÉN MATÓ A L PADI{E? 53
52

Heredada de los mitos fundadores de la civilización oc­ 1'[signo de la locura, el asesinato y la mancha. De ese infor­
6 Illnio se derivaba un trastorno generacional que se repetía
cidental, la historia de la familia maldita de [os Labdácidas
reenviaba a los hombres de fines del siglo XIX a un malestar incesantemente hasta la extinción de la raza (genos) .
estructural que les parecía correlativo de la degradación de
la función monárquica del padre. En ese contexto, Freud hmdador de la dinastía, el rey Cadmo, unido a Hannonía,
pudo reactualizarla como la expresión de una especie de había engendrado un hijo (Polidoro) que nunca logró trans­
crisis "sacrificial"7 del sistema patriarcal. Porque concen­ 11Iitir el poder a su hijo Lábdaco (el cojo), muerto cuando su
traba todos los signos de una suerte de genealogía cojaS que I lropio hijo, Layo, tenía un año. Criado por el rey Pélope, Layo
parecía confirmar la llegada del apocalipsis tan temido de :;1: comportó de manera "desequilibrada" * con su anfitrión,

una posible borradura de la diferencia de los sexos. Más que I luesto que violó a su hijo Crisipo, quien se suicida.10 Como
las de los Atridas 9 -cuya historia también se redescubría a ll:presalia, Pélope condena al genos de los Labdácidas a la ex­
raíz de las excavaciones que habían permitido localizar los I inción. De regreso en Tebas, Layo desposa a Yocasta, quien

sitios de Troya y Micenas-, las estructuras de parentesco Integra la dinastía de Cadmo, y de ese modo la sucesión al
propias de la familia de los Labdácidas, condenaban a las I rono adquiere un carácter francamente delirante.

mujeres a no encontrar jamás su lugar como no fuera bajo Advertido por el oráculo de que no debía engendrar ningu­
Ila progenie y de que si desobedecía tendría un hijo que lo
I nataría y se acostaría con su madre, Layo mantuvo con Yacasta
6 Cf. Jean Bollack, La Naissance d'CEdipe, París, Gallimard, col. "Tel" ,
rdaciones sodomitas:] I "Rey de Tebas de hennosos cabellos",
1995. k había dicho el dios, "guárdate de sembrar, pese a los dioses,
7 Cf. Rcné Girard, La Violence et le sacré, París, Grasset, 1972 (trad.

esp.: La violencia y lo sagrado, Barcelona, Anagrama, 19981. -1surco femenino. Si procreas un hijo, ese niño te matará y
s El tema de la cojera fue abordado por Claude Lévi-Strauss en I oda tu casa se hundirá en la sangre"Y Pero una noche, inca­
Amhropologie structurale, París, Plon, 1958, pp. 227-254 [trad. esp.: An­
tropología estructural, Barcelona, Paidós, 1995], y por Jean-Pierre Vernant
en "Le tyran boiteux: d'CEdipe a Périandre" (1981), en Jean-Pierre • En el original, el término entre comillas es boiteuse, literalmente,
Vernant y Pierre Vidal-Naquet, CEdipe et ses mythes, Bruselas, Complexe, "coja", utilizado aquí con el sentido de defectuosa, desigual, poco conse­
2001, pp. 54-78. <"ente. (N . del T.)
9 La problemática que gobierna el mito de la familia de los Atridas lO Algunos autores señalan que Layo fue el introductor de la homo­

-cuyas hazañas son relatadas por Homero y retomadas por los trágicos­ "' xualidad en Grecia; otros ven en ese acto un atentado contra las leyes
es la de un modo de transmisión del poder centrado en las relaciones ,It: la hospitalidad.
entre la soberanía de los dioses y la de los hombres. La historia de la 11 En ciertas versiones, Layo se abstiene de toda relación sexual con

dinastía culmina con el triunfo de los Olímpicos y la instauración de Y()casta . Sófocles no hace alusión alguna a una falta antigua de Layo: el
una supremacía del padre sobre la madre y del poder de la ley sobre la •,dculo es una amenaza y no una maldición, y todo el peso de la maldi­
locura criminal. Cf. Yves Bonnefoy (comp.), Dictionnaire des mythologies , , Ión de haber "nacido condenado" recae sobre Edipo. Cf. Jean Bollack,
París, Flammarion, 1981 [trad. esp.: Diccionario de las mitologías y de las '.(l Naissance d'CEdipe, ob. cir.
religiones de las sociedades tradicionales y del mundo antiguo, 6 volúmenes, \1 Eurípides, Les Phéniciennes, en Les Tragiques grecs , vol. 2, ob. cit.,

Barcelona, Destino, 1996-20021. l' 591 [trad. esp.: Las fenicias, en Tragedias, vol. 3, Madrid , Cátedra,
54 LA FAMILlA EN DESORDEN ¿QUIÉN MATÓ AL PADRE? 55

paz de resistirse, penetró a su esposa por el "lado adecuado" y 1 I! .lnsmitir el poder a su descendencia,15 también él marca­
hizo un hijo. Al nacer, éste fue condenado a quedar expuesto a' dp por un destino cojo; luego de ser convertido en rey du­
la intemperie en el monte Citerón y morir allí. i3 El pasto IlI nte algún tiempo, ofreció públicamente el lecho de la rei­
a quien lo confiaron, que debía cumplir esa misión, le pasó u il.\ a quien resolviera el enigma de la "virgen sutil".16
cordel a través del talón para colgarlo. Pero en lugar de aban­ Mitad hombre y mitad animal, a la vez macho y hembra,
donarlo, lo entregó a un servidor de Pólibo, rey de Corinto, 11 , Esfinge l7 custodiaba la entrada de la ciudad mientras en­
cuya esposa Mérope era estéril. Apodado Edipo a causa de s I/ Inaba profecías. Cuando veía a un viajero, le proponía re­
pie hinchado, el hijo de Layo fue educado como un príncip ~p lver un acertijo que era el enigma mismo de la condición
por aquellos a quienes él suponía sus padres, que lo habí IlIlInana; y, por lo tanto, de la condición trágica de Edipo el
erigido en heredero del reino. En su cuerpo conservaba, si Il/'roe, ya asesino de su padre sin saberlo: "Hay sobre la tie­
saberlo, la huella de la dinastía coja de los Labdácidas. 11:1 un ser de dos, tres y cuatro pies y cuya voz es única. Sólo
En la adultez, enfrentado un día al rumor de su orige
¡\[ cambia su naturaleza entre quienes se mueven sobre el
dudoso, decidió trasladarse a Delfos para consultar el orá
l/do, en el aire y en el mar. Pero cuando camina apoyado
culo, que repitió su predicción. Edipo quiso entonces aleja
1\ 1\ más pies, menos vigor tienen sus miembros".18
de sí a la maldición. No regresó a Corinto y se dirigió
"Hablas del hombre", respondió Edipo; "cuando de cria­
Tebas, en el momento mismo en que esta ciudad sufría e
IlIfa se arrastra por el suelo, al salir del seno de su madre,
asedio de muchas plagas. En la encrucijada de los tres cami
I ¡('ne cuatro pies. Ya viejo, se apoya sobre un bastón, tercer
nos se cruzó con Layo y su comitiva, que iba aDelfas
Ilit.: , con la espalda doblegada por el peso de la edad",t9
interrogar al oráculo acerca del desastre que se abatía sobr Anonadada por el poder de Edipo, la Esfinge desapareció
su reino. Como el camino era demasiado estrecho para qu 20
1' 1\ las tinieblas y Tebas pudo renacer. Creante dejó el trono
los dos viajeros transitaran por él a la vez, estalló una dispu
ta. 1i Edipo mató a Layo y prosiguió su camino a Tebas, mien
15 Creonte tuvo tres hijos: Megareo, muerto en combate en defensa
tras un superviviente de la comitiva del segundo llevaba
de Tebas; Meneceo, que se inmoló para salvar la ciudad, y Hemón, com­
la ciudad la noticia de la muerte del rey. Creonte, herman 1'" ,metido con Antígona, que se suicidó por amor. Loca de dolor, Eurídice,
de Yocasta, quien pertenecía al linaje de Cadmo, subió en 111 madre de los tres, se dio muerte. Cf. Esquilo, Les Sept contre Thebes;
tonces al trono. Condenado a reinar sólo de manera indi IIl1rfpides, Les Phéniciennes; Sófocles, Antigone y CEdiPe aColone, en Les
recta, al cabo de una serie de anomalías, y sin lograr jamá Il'IIgiques grecs , vols. 1 y 2, ob. cit. [trad. esp .: Ant(gona y Edipo en Colona,
I' .1I Tragedias completas, ob. cit.].
11> Ése el nombre que Eurípides da a la Esfinge.
17 Según Pausanias, escritor griego del siglo /1 d.c., la Esfinge habría
2000]. Sófocles no dice por qué Layo transgrede la orden divina. Eurípid

Ihlo una hija bastarda de Layo.


lo atribuye a la ebriedad y Esquilo, a un deseo amoroso. Cf. Les Se

18 Versión de Eurípides en Les Phéniciennes , en Les Tragiques grecs, voL


contre Thebes, en Les Tragiques grecs, voL 1, ob. cit. [trad . esp. : Esquil

. ob. cit., p. 580.


Los Siete contra Tebas, en Tragedias completas, Madrid, Cátedra, 1998].

lO Ibíd.
Ll En la pieza de Sófocles, quien decide exponerlo es Yocasta.

l l' En algunas versiones se suicida.


14 En Sófocles, la responsabilidad del altercado recae en Layo.

¿QUIEN MATÓ AL PADRE ? 57


56 LA FAMILIA EN DESORDEN

y entregó a Yocasta en matrimonio al héroe que no deseaba ;esto cuando se creía igual a los dioses, el mejor de los hom­
ni amaba a la reina, pero estaba obligado a tomarla por espo­ I lres y el más sublime de los soberanos. Peor aún, había aten­
sa, como un don, una recompensa ofrecida por la ciudad li­ lado contra la regla sagrada de la diferencia de las genera­
berada, gracias a él, de la plaga de la profetisa: "Esfinge y ciones, necesaria para el orden social y las estructuras fun­
reina", escribe Jean Bollack, "simbolizan la ciudad, una en su damentales de la familia. Por consiguiente, Edipo era un
dislocación, otra en su plenitud".21 Con Yocasta, Edipo res­ destructor del orden familiar: "La condición humana com­
taura la unidad de Tebas. promete un orden del tiempo", escribe Jean-Pierre Vernant,
Sin saberlo, cometió el incesto después del parricidio y "porque la sucesión de las edades, en la vida de cada indivi­
luego sustituyó a Layo en el acto de engendramiento y pro­ duo, debe articularse en la continuidad de las generaciones,
creación. respetarla para armonizarse con ella, so pena de un retorno
Convertido en tyrannos,22 Edipo ejerció el poder a la ma­ al caos". 25
nera de un sabio reconocido como el maestro del saber y el Al violar las leyes de la diferencia de las generaciones,
soberano absoluto de la ciudad. Durante varios años ignoró Edipo había transgredido, por lo tanto, el principio mismo de
que la mujer a la cual había atado su destino era su madre y la diferencia, en cuanto paradigma de la ley simbólica huma­
que los cuatro hijos procreados con ella (Eteocles, Polinices, na que impone la separación de lo uno y lo múltiple, a fin de
Antígona e Ismena) llevaban en sí la marca de la genealo­ que no se borren las diferencias necesarias para el género
gía coja de los Labdácidas. Aunque asesino de su padre, humano. Pues Edipo, en efecto, a causa de su doble crimen ­
mediante su alianza carnal con Yocasta 23 había "labrado el el parricidio y el incesto-, se apoyaba a la vez y al mismo
mismo campo en el cual había sido sembrado" y luego "ob­ tiempo sobre cuatro, dos y tres pies. Por eso confundía el or­
tenido sus propios hijos de una pareja idéntica a aquella de den social, biológico, político, familiar. Según la fórmula de
la cual había nacido".24 Hermano de sus hijos e hijas, hijo y René Girard, era "el asesino de la diferencia" y sus crímenes
esposo de su madre, había conjugado el parricidio y el in­ significaban el fin de todas las diferencias. 26 Para liberar a la
ciudad una segunda vez de esa criminal extinción de la dife­
/1 Jean Bollack, La Naissance d'CEdipe, ob. cit., p. 229. rencia, habría de reconocerse culpable y convertirse luego
12 Tyranno s (tirano) quiere decir, a la vez, 'rey' y 'maestro del saber'. en un plumna.kos, una mancha abominableP
El término remite a la idea de una soberanía permanentemente acecha­ Llegado Edipo a la cumbre de su gloria, la peste se abatió
da por su opuesto, la desmesura, que puede hacer de él un phannakos, un sobre Tebas. 23 Creonte fue designado entonces para ir a
chivo expiatorio mancillado por la suciedad y obligado a descubrirse
Delfos a consultar al oráculo. "Layo ha sido muerto", dijo el
distinto de lo que creía ser.
/ .1 La edad de Yocasta no se menciona en ninguna parte, ni en el

mito, ni en los trágicos, pero debía tener al menos veinticinco años más 2\Jean-Pierre Vernant, "Le tyran boiteux .. .", ob. cit., p. 63 .
que Edipo. En Las fenicias aparece como una anciana de la misma gene­ /óRené Girard, La Violence et le sacré, ob. cit., p. 111.
ración que Edipo. n Cf. Jean-Pierre Vernant, "CEdipe sans complexe" , en Jean-Pierre
/4 Sófocles, CEdiPe mi, traducción de Jean Bollack en La Naissance
Vernant y Pierre Vidal-Naquet, CEdiPe et ses mythes, ob. cit.

¡. En ese momento comienz,l la obra de Sófocles.

d'CEdipe, ab. cit., p. 78 [trad. esp.: Edipo rey, en Tragedias completas, ob. cit.] .
58 LA FAMILIA EN DESORDEN ¿QUIÉN MATÓ AL PADRE? S9

dios, "y nos conmina claramente a castigar mediante un por otro. El primero le da la noticia de la muerte del rey de
acto a los autores del asesinato, quienesquiera que sean".29 Corinto, a quien él creía su padre, lo cual lo reconfortó.
Deseoso de descubrir al culpable, el propio Edipo condujo Pero inmediatamente después le revela que antaño lo ha­
la investigación. Tras sospechar de Creonte, convocó al bía recogido de las manos de un pastor cuya misión era aban­
adivino Tiresias, viejo bisexual, ciego y casi inmortal, con­ donarlo en el Citerón. Edipo interroga entonces al pastor,
temporáneo de Cadmo y depositario de la memoria de la quien lo señala como hijo de Layo.
ciudad. Antaño, luego de presenciar el acoplamiento de La importancia atribuida por Sófocles a esos dos perso­
dos serpientes, Tiresias había matado a una de ellas y, en najes desprovistos de nombre -el mensajero y el pastor­
ese momento, fue transformado en mujer. A continuación hizo decir a Michel Foucault que esta tragedia era menos
se repitió la misma escena y, gracias a ello, recuperó su iden­ "incestuosa" de lo que parecía. Sin duda podía descubrirse
tidad masculina. Por eso era, según la leyenda, el único ser en ella -decía-, por anticipado, cierta concepción platónica
humano que había experimentado en su propio cuerpo la de la ciudad y, por lo tanto, un cuestionamiento de la sobe­
realidad de la diferencia sexual. ranía monárquica del tirano en beneficio de un doble saber
Hombre y mujer a la vez, Tiresias conocía el misterio encamado, de un lado, por los esclavos, y de otro, por el
sobre el cual se interrogaban los dioses y los mortales: ¿quién adivino. Saber empírico por una parte, conocimiento verí­
extrae más beneficios del acto sexual, el hombre o la mujer? dico por otra: el Edipo sofocleano no sería sino la historia
Consultado por Zeus y Hera, se había atrevido a afirmar de la desmesura de un poder político puesto en retirada por
que la mujer sentía en el coito nueve veces más placer que el pueblo, antes de que la filosofía lo rehabilitara con la
el hombre. Por haber revelado así el secreto de un goce tan forma del soberano bien. 32
salvajemente guardado, Hera lo cegó, pero Zeus lo recom­ En la pieza de Sófocles, construida como un plano, Edipo
pensó otorgándole el don de la profecía y el poder de vivir descubre la verdad al mismo tiempo que Yocasta. Si bien lo
durante siete generaciones. 3o En consecuencia, aunque cie­ precede en la comprensión de los hechos, ésta intenta sin
go, veía lo que el rey aún no veía. Sabía que el asesino de cesar postergar su desenlace, como si ya conociera, y por
Layo era Edipo, el soberano colmado de honores y felici­ adelantado, el destino que le tocará. En el centro del dra­
dad. Y anunció a éste que el culpable sería a su vez afectado ma, los hombres no ocupan las mismas posiciones que las
por la ceguera antes de convertirse en mendigo. mujeres. En efecto, cinco personajes masculinos (Edipo,
Poco a poco, Edipo descubre la verdad gracias a los testi­ Creonte, Tiresias, el pastor, el mensajero) encaman, cada
monios del servidor de Pólibo,31 por un lado, y del pastor, uno a su manera, la soberanía de un poder o un saber frente
a una sola mujer, madre, esposa y reina. Yocasta vive al
2~ Sófocles, CEdiPe roi, en Jean Bollack, La Naissance d'CEdipe, ob.
cit., p. 21.
JO Nicole Loraux, Les Expériences de Tirésias. Le féminin et l'homme 32 Michel Foucault, "La vérité et les formes juridiques" (1974) , en Dits
grec, París, Gallimard, 1989. et écrits , vol. 2, París, Gallimard , 1994, pp. 538-646, yen especial pp. 553­
11 Llamado "el mensajero" en la pieza de Sófocles.
568 [trad. esp.: La verdad y las fannas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1978).
60 LA FAMILIA EN DESORDEN ¿QUIÉN MATÓ AL PADRE? 61

margen del pasado y la historia, en el corazón de una ins­ contrario de los hombres, éstas eligen siempre desaparecer
tantaneidad eternamente prolongada. Razón por la cual, sin recurrir ni a la violencia de las armas ni a la ostentación
además, no se le puede atribuir una edad. cruel de la sangre. 34 Cuando Edipo encuentra el cadáver, se
Inmersa en el presente y preocupada por la unidad de la apodera de los broches de su túnica y se vacía los ojos. Así
ciudad, ella falta por el mismo motivo que Layo, el gran obedece a la tradición masculina de la muerte voluntaria,
ausente del drama sofocleano. Es cierto, no es culpable de aunque sin suicidarse.
incesto porque no sabe que se ha casado con su hijo, pero Creonte sube nuevamente al trono y vuelve a llevar al
ha querido sustraerse al oráculo. Fue ella quien antaño de­ palacio a Ismena y a Antígona, que quedan mudas ante su
cidió exponer al niño en el Citerón. En cuanto a Layo, pri­ padre: hijas sin hombres, abandonadas por todos. Contra­
mer responsable de la afrenta sufrida por Edipo en la encru­ riamente a sus hermanos, destinados a un poder "cojo", ellas,
cijada de los tres caminos, suscitó en cierto modo el alter­ como Edipo, serán condenadas al exilio y a errar "fuera de
cado que provocó su pérdida. Por haber entregado a Edipo la familia".35
a la muerte, tanto Yocasta como Layo son los causantes de El 15 de octubre de 1897, tres semanas después de renun­
su nombre. Por esa misma razón, en Sófocles, Edipo está ciar a su llamada teoría "de la seducción",36 Freud mencio­
eximido de toda culpa. Sin embargo, en su hybris, preten­ na por primera vez el nombre de Edipo:
derá ser el "hijo de la Fortuna", luego de preguntarse en
vano si debe su nombre al padre o a la madre.
A medida que se despliega la funesta verdad, Yocasta la 14 En la versión dada por Homero, Yocasta (llamada Epicaste) se
niega para proteger a Edipo. Cuando éste teme el cumpli­ cuelga y Edipo muere en la guerra con las armas en la mano. Sobre el
miento de la profecía, ella le recuerda cuán frecuentes son suicidio de Yocasta en la obra de Sófocles, cf. Jean Bollack, La Naissance
los suerlOS incestuosos: "¡En cuanto a las nupcias con la ma­ d'CEdipe, ob. cit.
15 Según la fórmula de Jean Bollack en La Naissance d'CEdipe, ob. cit., p.
dre, no tengas miedo! ¿Cuántos otros también han yacido en
280. En Edipo en Colona, &lipo, viejo y exilado, maldice a sus hijos, que se
sueños con sus madres? Quien no atribuye importancia algu­ disputan la sucesión del trono de Tebas. El poder recae entonces en Creonte,
na a esos fantasmas atraviesa la vida con menos pena".33 y que conserva la fidelidad de Eteocles, mientras Polinices se alía con los ene­
del mismo modo, cuando conoce la verdad antes que él, lo migos de la ciudad. Ambos hermanos se matan mutuamente. Antígona, la
precede en el autocastigo: "¡Ay, maldito! Ojalá nunca pudie­ pieza más comentada de Sófocles, presenta el enfrentamiento entre la hija
de Edipa y su tío. Como encamación de las leyes de la familia, la primera
ras saber quién eres". Evitando todo contacto con su hijo, se exige que, pese a su traición, se dé una sepultura a su hermano Polinices.
marcha precipitadamente hacia sus aposentos para ahorcar­ Creonte, garante de la razón de Estado, se niega. Antígona es condenada a
se, de conformidad con los ritos suicidas de las mujeres. Al muerte. Al final de esta tragedia, la dinastía de los Labdácidas queda aniqui­
lada (véase nota 15 del presente capítulo). En la última secuencia del mito,
el pueblo tebano esn'i exiliado y los Epígonos arras"n y saquean la ciudad.
JJ Sófocles, CEdiPe roi, ob. cit., p. 57. Jean-Pierre Vemant señala que J6 Abandonada por Freud el 21 de septiembre de 1897 (carta del
los griegos interpretaban esos sueños como el anuncio de una posible equinoccio), la llamada teoría "de la seducción" supone que el origen de
victoria en el combate . Cf. "CEdipe sans complexe", ob. cit. toda neurosis es un trauma sexual sufrido en la infancia.

"-­
62 LA FAMILJA EN DESORL>EN ¿QUIÉN MATÓ AL PADRE? 63

La leyenda griega captó una compulsión que todos reco­ griegos fundadores del universo: Gea, Urano, Crono, Zeus.
nocen porque todos la han sentido. En su imaginación, Sin preocuparse en lo más mínimo por la verdadera signifi­
cada oyente fue algún día un Edipo en germen y se espan­ cación de esos mitos originarios, cuya función consistía en
ta ante la realización de su sueño transpuesto en la reali­ establecer diferencias entre el mundo divino y el mundo de
dad. Tiembla al apreciar la magnitud de la represión que los mortales, entre el reinado de los Titanes y el reino de los
separa su estado infantil de su estado actual.') Olímpicos, daba forma con genio a su gran escenario del
deseo incestuoso y del asesinato del padre, que no tenía
Así inventaba el modelo del hombre edípico en el momento mucho que ver ni con la pieza de Sófocles, ni con los dioses
mismo en que pasaba de una concepción traumática del con­ del Ática,39 ni con Shakespeare. Sin embargo, iba a inspi­
flicto neurótico a una teoría del psiquismo inconsciente. Los rar en la civilización occidental un modelo de novela fami­
dos gestos eran complementarios. liar que se impondría durante un siglo.
Sin embargo, inmediatamente después de haber lanzado
al ruedo el nombre de Edipo, Freud se vuelve hacia Hamlet: Surgida del vacío (Caos), Gea, la tierra universal o Tierra
Madre, da a luz a Urano, el cielo estrellado, que no logra
Pero una idea me cruzó por la mente: ¿no encontraríamos he­ separarse de ella y la obliga así a conservar en su seno a los
chos análogos en la historia de Hamlet? [...] ¿Cómo explicar hijos (tos Titanes) producidos por esa fusión. Crono, su úl­
esta frase de! histérico Hamlet: "Así, la conciencia hace de
timo hijo, acepta ayudarla a apartarse. En el momento en
todos nosotros unos cobardes"? ¿Cómo comprender su vacila­
que Urano se derrama en ella, le secciona las partes sexua­
ción para vengar al padre con e! asesinato del tío? [...] Todo se
aclara mejor cuando pensamos en e! tonnento que provoca en les con una hoz. Dos potencias manan de esta castración: la
él e! vago recuerdo de haber deseado, debido a la pasión por su Querella (Eris) y el Amor (Eros). Los Titanes reinan sobre
madre, perpetrar e! mismo crimen en su padre.J8 la tierra. Más adelante, Crono se acopla con Rea, pero Gea
lo ha prevenido de que un día uno de sus hijos lo destrona­
Dos años después, en La interpretación de los sueños, Freud rá. Por eso, éste los devora uno a uno. Entonces, con la
asociaba la historia de Edipo y de Hamlet a la de los dioses complicidad de Rea, Zeus, hijo menor de Crono, se exilia.
Luego de numerosas aventuras con un trasfondo de astucia
l7 Sigmund Freud, La Naissance de la psychanalyse (Londres, 1950, perpetua (methis), Zeus hace tragar a Crono un veneno
París, 1956), París, PUF, 1991, p. 198 [trad. esp.: Los orígenes del psicoaná­ (phannakos) que lo obliga a vomitar su progenie. Provoca
lisis, en oc, ob. cit., vol. 1, 1982]. Es posible preguntarse si Freud, al
así la guerra entre los Titanes y los Olímpicos. Vencedor,
escribir esas palabras, no pensaba en la carta enviada por Schiller a Goethe
exactamente un siglo antes: "El Edipo [de Sófocles] es al mismo tiempo
un simple análisis trágico, ya está todo allí y simplemente se desarrolla­
]y Sobre la interpretación de los mitos griegos, cf. Jean- Pierre Vernant,
rá". Cf. )acques Le Rider. Freud, de /' Acropole au Sinai'. .. , ob. cit.
L'Univers, les dieux, les hommes, París, Seuil, 1999 [trad. esp.: Érase una
18 Sigmund Freud, La Naissance de la psychanalyse, ob. cit., pp. 198­
199. Sobre esta cuestión, el lector podrá remitirse al capítulo 4 del pre­ vez ... El universo, los dioses, los hommes, Buenos Aires, Fondo de Cultu­
sente libro, "El hijo culpable" . ra Económica, 2000].

......
64 LA FAMILIA EN DESORDEN
¿QUIÉN MATÓ AL PADRE? 65

Zeus instaura el reinado de los Olímpicos y separa e! mundo oportunidades de conflicto entre la madre y la hija surgen
divino del mundo mortal. De allí surgirá la tragedia de los cuando ésta crece y encuentra en aquélla a una guardiana
hombres, enfrentados no sólo a los dioses (inmortales) yel en el momento en que reclama su libertad sexual. La ma­
destino, sino a sí mismos: a sus pasiones, sus querellas, su dre, por su parte, ve en el desarrollo de su hija una adver­
muerte. tencia: es hora de renunciar a las pretensiones sexuales. 41
En 1900, entonces, Freud traslada ese mito al universo
darwiniano de fines de siglo y hace de él la ilustración de No conforme con "darwinizar" los mitos griegos, Freud tam­
una declinación necesaria de la antigua tiranía patriarcal. bién somete la pieza de Sófocles a una torsión. En efecto,
En su pluma, Crono se convierte en el padre de la horda para validar la tesis de! deseo reprimido por la madre, es
salvaje que "devora a sus hijos como e! jabalí a la camada preciso demostrar que Edipo mata a su padre para llevar a
de su hembra",40 y Zeus, en un hijo que castra a su padre cabo el incesto. Ahora bien, en la tragedia el asesinato es
para tomar su lugar. De allí deriva, para el psicoanálisis, previo al incesto y éste no es motivado en absoluto por e!
una concepción de la familia fundada sobre e! asesinato del deseo del héroe, que recibe a Yocasta como un don otorga­
padre por el hijo, la rivalidad de éste con él, el cuestiona­ do por la ciudad. En Sófocles, el incesto con la madre no es
miento de la omnipotencia patriarcal y, por último, la ne­ la consecuencia de una rivalidad con el padre sino una unión
cesidad de que las hijas se emancipen sexualmente de la sacrificial que anula las leyes de la necesaria diferencia en­
opresión materna: tre las generaciones.
Esto no impide a Freud reinterpretar en beneficio de su
Cuanto más grande era el poder del padre en la familia tesis el famoso sueño de la unión sexual con la madre y
antigua, más debía sentirse su enemigo el hijo, su sucesor hacer de él el sueño universal de todos los seres humanos.
natural, y mayor debía ser su impaciencia por tener, a su Pero para llegar a ese resultado, es necesario además trans­
tumo, acceso al poder gracias a la muerte del padre. En formar la peor de las familias y la más loca de las dinastías
nuestras familias burguesas, el padre desarrolla la enemis­ en una familia normal. Poco importa el mensaje de Sófocles;
tad natural que está en germen en las relaciones con su en lo sucesivo, lo que cuenta para Freud es la historia de!
hijo, al no permitirle actuar a su antojo y negarle los me­
hijo culpable de desear a su madre y querer asesinar a su
dios de hacerlo [... ]. En nuestra sociedad actual los padres
padre. Como necesita un "modelo único de familia (mi­
se aferran de una manera enfermiza a los restos de la anti­
ca"42 capaz de resumir la historia de los orígenes de la hu­
gua potes ras patris familias, y un autor siempre está seguro
de lo que hace cuando, como Ibsen, pone en primer plano manidad, Edipo será culpable, entonces, no de haber come­
en sus escritos el viejo conflicto entre padre e hijo. Las tido un asesinato sino de ser un sujeto culpable de desear a
su madre. Culpable de tener un inconsciente, en la inter­

40 Sigmund Freud, L'lnterprétation des reves (París, 1926), París, PUF,


41 Ibíd., p. 224.
1957, p. 224 [trad . esp.: La interpretación de los sueños, en OC, ob. cit. 42 Según la fórmula de Jean Bollaek en La Naissance d'CEdipe. ob.
voIs. 4 y S, 1979].
cit.. pp. 317-318.

""--- ­
66 LA FAMILIA EN DESORDEN
¿QUIÉN MATe) AL PADRE? 67
pretación freudiana Edipo se convierte, por tanto, en un
neurótico de fin de siglo, culpable de su deseo y responsable cuencia, para incluir al héroe dentro del complejo, imaginó
de sus fantasmas. una interpretación pasmosa del encadenamiento de los su­
Caídos del cielo de los dioses, el mito y la tragedia invisten cesos y las figuras del mito.
el campo de los padecimientos corrientes. Freud puede in­ En 1927, en un texto dedicado a Dostoievski, afirmó que la
ventar entonces su OdiPuskomplex. 43 correlación entre el acto de Edipo y el deseo por la madre
En 1910, el complejo se impuso por ende a la tragedia, estaba presente en la obra y el mito con la fonna de la resolu­
el mito, la leyenda. Sólo subsistía, contra el fondo de un ción del enigma y la muerte de la Esfinge. En otras palabras, no
coito observado, percibido, fantasmizado, alucinado, la his­ sólo hacía de ésta un personaje masculino -"el monstruo"- y
toria del deseo por la madre y la rivalidad con el padre. Tras un sustituto del padre, sino que atribuía su asesinato a Edipo.
haber explicado todo el desprecio que el varón pequeño Por consiguiente, Edipo mataba dos veces a su padre para con­
sentía por las prostitutas cuando descubría que su madre se quistar a su madre. Abatía en primer lugar a Layo y luego repe­
les asemejaba al acostarse con su padre, Freud escribía: tía su acto con la Esfinge: "El héroe lleva a cabo el acto sin
intención y, al parecer, sin influencia de la mujer, no obstante
Comienza a desear a la propia madre, en el sentido recién lo cual, esta correlación se toma en cuenta debido a que sólo
adquirido, ya odiar de nuevo al padre como rival que pone puede conquistar a la reina madre después de haber repetido el
un obstáculo a ese deseo. Cae, como decimos, bajo la do­ acto con el monstruo [Ungeheuer] que simboliza al padre".4s
minación del complejo de Edipo [OdiPuskomplexJ. No per­ Es comprensible que esta interpretación haya suscitado
dona a su madre y considera como una infidelidad el he­ numerosas críticas, pero Freud la sostendría hasta su muer­
cho de que ésta haya concedido el favor del comercio
te, insistiendo en el hecho de que "la ignorancia de Edipo
sexual a su padre y no a él. 44
no es más que una pintura exacta de la inconciencia en la
cual se hunde, en el adulto, la totalidad del acontecimien­
Freud, sin embargo, era consciente de que Edipo no podía
to. La sentencia apremiante del oráculo, que debe absolver
ser culpable de desear a una mujer a quien no conocía -aun­
al héroe, es un reconocimienro del carácter implacable del
que fuef3 su madre biológica- y, por lo tanto, el deseo por la
destino que condena a todos los hijos a sufrir el complejo
madre no podía preceder al asesinato del padre. En conse­
de Edipo".46
Queda por resolver un último problema. Si la implaca­
4) La expresión <lparece por primer;¡ vez en 1910, en "D'un type

particulier de choix d'objet chez I'homme" (1910), en Sigmund Freud, bilidad del destino querido por el oráculo no es otra que la
CEuvres completes, vol. 10, París, PUF, 1993, p. 197 [trad. esp.: "Sobre un eficacia simbólica del inconsciente en su más vasta univer­
tipo particular de elección de objeto en el hombre", en oc, ob. cit, vol.
11,1979]. Advirtamos que Freud se engaña sobre la fech<l de aparición
del complejo en su obra, ya que la remOnta a r.:lnterprétution des reves, 4\ Sigmund Freud, "Dosto'ievski et la mise a mort du pere" (1927),
ob. cit., p. 229, nota 1. en CEuvres completes, vol. 18, París, PUF, 1994, p. Z19 [trad. esp .:
44 Siglllund Fre.ud, "D'un type pmticulier ... ", ab. cit., p. 197. "Dostoievski y el parricidio", en OC , ob. cit., vol. 21, 1979J.
4(, Sigmund Freud, L' Abrégé de psyclwnalyse, ob. cit., p. 64 .

....

¿QUIÉN MATÓ AL PALJRE? 69


68 l.A FAMILIA EN DESORDEN

restablecía simbólicamente las diferencias necesarias para


salidad, aún es preciso encontrar su fuente en la leyenda.
el mantenimiento de un modelo de familia cuya desapari­
Apoyado en la noción de "novela familiar" elaborada por
ción en la realidad se temía. En síntesis, atribuía al incons­
Otto Rank en 1909, Freud afirma en 1938 47 que el "caso
ciente el lugar de la soberanía perdida por Dios padre, para
Edipo" es una excepción, porque el héroe es abandonado y
hacer reinar en él la ley de la diferencia: diferencia entre las
luego adoptado por familias socialmente idénticas. Ya sea
generaciones, entre los sexos, entre los padres y los hijos,
hijo de Layo o de Pólibo, en ambos casos, se trata de un
etc. De tal modo, el tirano de la antigua tragedia del poder,
príncipe destinado a ser rey. En otras palabras, como lo des­
de quien Nietzsche había pensado que podía ser el héroe
taca Jean Bollack con mucha pertinencia, no hay ningún
dionisíaco de un nuevo humanismo, se transformó, en la
desplazamiento del destino de Edipo hacia arriba o hacia
pluma de Freud, en un sujeto culpable, aferrado a su neuro­
abajo en la escala social. No es el hijo de un esclavo recogi­
sis y condenado a no ser ya sino el hijo de su madre y el
do por un rey, ni el de un rey criado por una familia humil­
de, ni el heredero de un faraón destinado a convertirse en rival de su padre.
Ahora se sabía que había matado al padre y deseaba a la
el elegido de Dios. Pasara lo que pasare, es del mismo ori­
madre, pero aún se ignoraba que el hijo pudiera sentirse
gen para toda la eternidad. Y sin duda es esta excepción la
culpable, no del asesinato de aquél, sino del deseo de ese
que hace de él, según Freud, el prototipo del complejo. Como
asesinato y del deseo de desear a la madre. Sería Freud, una
el inconsciente es atemporal, estructural e inmutable, Edipo
vez más, quien descubriría ese asunto al asociar el destino
puede encarnar la tragedia del inconsciente.
de Hamlet al de Edipo.
Es posible plantear la hipótesis de que Freud reinventó Edipo
para responder de manera racional al terror ante la irrup­
ción de lo femenino y la obsesión por la borradura de la
diferencia sexual que habían embargado a la sociedad euro­
pea de fines de siglo, cuando se extinguían en Viena el po­
der y la gloria de las últimas monarquías imperiales. Con la
ayuda del mito reconvertido en complejo, Freud, en efecto,

47 Sigmund Freud, L'Homme Moi'se ee la rdigion mono(héiste (1939),


París, Gallimard, 1986 [trad. esp.: Moisés y la religión mOnOteísUl, en oc, ob.
cit., vol. 23, 1980]. El concepto de novela familiar remite a cómo un suje­
to neurótico modifica sus lazos geneRlógicos al inventmse, a través de un
relRto o un fantasmR, unR familia distinta de la suya, en general más heroi­
ca o de origen real. Cf. Otto Rank, Le Mythe de la naissance du héros (1909),
París, Paym, 1983 [trad. esp.: EL miw deL nacimien!O del héroe, Barcelona,
Paidós, 19921.


4. El hijo culpable

"El caso Hamlet", escribe Jean Starobinski, "escolta el pa­


radigma edípico como su sombra".' Si el Edipo de Sófocles
es el inconsciente, vale decir, una eficacia simbólica que
escapa al sujeto, el Hamlet de Shakespeare es una concien­
cia herida, un actor, un personaje culpable de tener un in­
consciente. Se trata, por lo tanto, de un héroe cristiano,
muy diferente del hombre griego en su relación con el mundo
divino. Freud no sólo se apodera de ese príncipe de Dina­
marca, reinventado en los albores del siglo XVII, para hacer
de él un histérico vienés, sino que "hamletiza" a Edipo para
mejor construir el complejo. Hamlet es, por consiguiente,
Edipo enmascarado o Edipo reprimido.
Así como Freud no consagró ningún estudio a la pieza
de Sófocles, tampoco estudió jamás la de Shakespeare, sal­
vo para ratificar su modelo edípico. Al elegir precisamente
ese drama, quería mostrar que, "como reacción al comple-

I Jean Starobinski, "Hamlet et CEdipe" (1967), en L'CEil vivant.

Relation critique, vol. 2, Puís, Gallimard, 1970, p. 291 [trad. esp.: Rela­
ción crítica (psicoanálisis )' literatura), Madrid, Taurus , 1974] . Este artí­
culo se publicó por primera vez con el título de "H amlet e t Freud",
como prefacio a la obra de Ernest Jones, Hamlet et CEdiPe (Londres,
1948), París, Gallimard, 1967 [trad . esp.: Hamlet y Edipo, Barcelona,
Mandrágora, 1975].

71
72 LA FAMILIA EN DESORDEN EL HIJ O CULPABLE 73

jo, Edipo se había convertido en Hamlet, es decir, un neu­ Shakespeare prefiere contarla sin oponer la razón a la tira­
rótico paralizado por los escrúpulos y remordimientos".2 nía ni ellogos al caos. En realidad, toda su dramaturgia aspi­
Podemos sugerir la hipótesis de que, para analizar a ese ra a poner de relieve el reverso cruel y pulsional de una
personaje e incluirlo en el complejo, Freud pone en acto, imposible soberanía condenada al suicidio, el asesinato, la
sin saberlo, una concepción del descentramiento de la ima­ locura: 4 una soberanía melancólica. s
gen de sí que utilizará en otro contexto. A su juicio, en Su mejor descripción de la crisis melancólica que afec­
efecto, entre mediados del siglo XVI y principios del siglo xx tará a Hamlet tres años después aparece en Ricardo Il, re­
el sujeto occidental sufrió tres heridas narcisistas: la pérdi­ dactada en 1597. Mediante el traslado del verdadero mo­
da de control del universo (Copémico), la pérdida del ori­ narca medieval 6 a la realidad del reino de los Tudor,
gen divino del hombre (Darwin) y la pérdida de la plenitud Shakespeare deshace la teoría de los dos cuerpos del rey al
del yo (psicoanálisis).J exhibir, en la famosa escena de la deposición, la desmesura
Ahora bien, al buscar su inspiración en la historia de de un soberano sin límites, tan incapaz de gobernar como
las grandes mutaciones de la soberanía occidental, la de transmitir a la posteridad la función simbólica del poder.
dramaturgia shakespeariana, contemporánea del reino de "Ser o no ser rey": tal es el interrogante de Ricardo fren­
los Tudor, pone en escena las turbulencias de una subjeti­ te al conde de Northumberland, encargado por Bolingbroke,
vidad que atestigua la lenta descomposición de las repre­ el futuro Enrique IV, de obligarlo a abdicar legalmente me­
sentaciones tradicionales del cosmos. Tomado en 1600 de diante un acto escrito. Prefiriendo deponerse a sí mismo, el
una leyenda nórdica, el Hamlet de Shakespeare es un su­ rey se despoja de todos los atributos de la dignidad real y
jeto copernicano que no logra aún dudar de manera luego se contempla el rostro en un espejo. Por lo tanto, sólo
cartesiana de los fundamentos del pensamiento racional.
Inquieto y vacilante, no puede seguir siendo un príncipe
4 Entre 1589 y 1613, hay en el teatro de Shakespeare cincuenta y
ni convertirse en rey, porque ni siquiera tiene la seguridad
dos suicidios, que llegan a alrededor de doscientos en todo el teatro
de "ser o no ser". isabelino. Cf. William Shakespeare, CEuvres completes. Comédies 11 et
Mientras que los pensadores políticos de esa época -de tragédies, vol. 2, París, Gallimard , col. "Bibliotheque de la Pléiade", 1959
Maquiavelo a Bodin- se entregan a una vasta reflexión so­ [trad . esp.: Obras completas, dos volúmenes, Madrid, Aguilar, 1972] .
í Hoy se sabe con certeza que Shakespeare leyó el Traité de la mélancolie
bre las condiciones de existencia de una soberanía monár­
de Timothie Bright, aparecido en 1586 (traducción de Éliane Cuvelier,
quica separada del cosmos medieval y de Dios padre,
Grenoble, Jérome Millon, 1996). Se inspiró en él para describir el hu­
mor de Hamlet.
2 Sigmund Freud, Conférences d'introduction 11 la psychanalyse, París, ~ Hijo del Príncipe Negro, Ricardo II (1366-1400) ocupó el trono
Gallimard, 1999, p. 426 [trad. esp.: Conferencias de introducción al psicoa­ de Inglaterra desde 1398 hasta el año de su muerte, cuando fue depuesto
nálisis, en oc, ob. cit., vols . 15 y 16, 1978]. y luego asesinado por su primo Bolingbroke, duque de Hereford, hijo de
l Sigmund Freud, "Une difficulté de la psychanalyse" (1917), en Juan de Gante y futuro rey con el nombre de Enrique IV (1367-1413).
L' Inquiétante étrangeté et autres essais, París, Gallimard, 1985 [trad. esp.: Cf. William Shakespeare, CEuvres completes . Poemes , drames historiques ,
"Una dificultad del psicoanálisis", en oc, ob. cit., vol. 17, 19791. comédies /, vol. 1, ob. cit.
74 LA FAMILIA EN DESOROEN EL HIJO CULPABLE 75

existe como sujeto al precio de someterse a la imagen de su ¿Cómo creer en lo que dice un espectro cuando éste sólo es
soberanía narcisista reconquistada: visible por los ojos de cuatro testigos? 9 ¿Es realmente e! espíri­
tu de! padre? ¿Cómo descubrir la prueba del crimen oculto?IO
Abjuro de mi dignidad sagrada [...]. Abdico de toda pom­ Ésos son los interrogantes de! príncipe, preso de una larga bús­
pa y toda majestad, cedo mis dominios, rentas e ingresos queda identitaria. Y su inhibición para ser se fortalece tanto
[...]. Que no soy un irrisorio rey de nieve expuesto al sol más cuanto que e! espectro le exige asumir una tarea imposible
de Bolingbroke para deshacerme en agua [...]. Soy más de cumplir: matar al hennano incestuoso pero ahorrar ese cas­
grande que un rey, pues cuando lo era, mis aduladores no
tigo a la esposa infiel. Hamlet recoge el guante pero se maldice
eran sino mis súbditos y ahora, que soy un súbdito, es un
rey quien me adula.) por "tener que reenderezar e! mundo": "El tiempo está fuera de
quicio [The time is out ofjoint]. Maldita sea la inquietud de haber
nacido para hacerlo volver al orden".ll
Tragedia de la subjetividad, Hamlet es la continuación lógica
de este drama histórico. Condenado a no ser nunca rey, el Mujer necia y pasiva, Gertrudis rodeó a su hijo de un
amor excesivo con la intención de protegerlo de toda vio­
héroe de! nuevo siglo galileano está en busca de su identi­
dad. ¿Puede aparecer como sujeto sin despojarse de su sobe­ lencia, lo cual llevará a éste a conocer un destino contrario
ranía de derecho divino? Ésa es la cuestión. al que ella había soñado para él: destruirá a su familia y sus
Asediado por el espectro del difunto rey, Hamlet se abu­ allegados y hundirá el reino en e! caos sin haber reinado
rre en el reino de Dinamarca sin lograr cumplir el acto siquiera. Encarnación de la renegación perpetua, Gertrudis
que aquél le reclama. Su madre, Gertrudis, que se ha casa­ jamás quiere ver nada de la realidad. Por eso propicia e!
do con Claudio, asesino y hermano de su esposo, le repro­ olvido del pasado y la borradura del presente. 12 N i siquiera
cha su duelo interminable y la incapacidad de admitir la comprenderá la significación de su propia muerte. Todo lo
sucesión normal de las generaciones: "Vuestro padre per­ contrario de Yocasta.
dió a su padre y vos al vuestro, pero si el duelo es normal Antiguo consejero político del difunto rey, padre de Laertes
durante algún tiempo, se convierte en el signo de un hu­ y Ofelia, Polonio siempre sirvió al tronó pero se sometió a
mor insumiso y una inteligencia pueril si se prolonga des­
mesuradamente". 8
9 Horacio, que duda de la existencia del espectro; Hamlet, que se

interroga sobre su identidad, y Marcelo y Bernardo, los dos oficiales de


la guardia, que creen en la existencia de los fantasmas.
10 Cf. John Dover Wilson, Pour comprendre Hamlet. Enquéte ii Elseneur
) Wdliam Shakespeare, Richard II, traducción de Franc;:ois Victor (Cambridge, 1935), París, Seud, col. "Points", 1992. Palabras prelimi­
Hugo, ibíd., p. 586-587. [El lector deberá tener en cuenta que tanto en nares de Patrice Chéreau y Claude Stratz.
el original inglés como en la versión francesa, subject y sujet, respectiva­ 11 William Shakespeare, Hamlet, ob. cit., p. 633.
mente, significan al mismo tiempo "súbdito" y "sujeto". (N. del T.)) 11 El desarrollo de la obra no permite decir en absoluto que haya
R William Shakespeare, Hamlet, traducción de Franc;:ois Victor Hugo, cometido adulterio antes de la muerte de su marido. La palabra, en efec­
ibíd., vol. 2, p. 620. to, se utiliza para calificar su matrimonio incestuoso con Claudio.

.......

EL HIJO CULPABLE 77
76 LA FAMILIA EN DESORDEN
y mi tormento-, la reina está a tal punto unida a mi vida, a
Claudio sin querer comprender nunca que su poder estaba mi alma, que, como si estuviera atrapado por una gravitación
manchado por el incesto y el crimen. Misógino como su hijo, sideral, no puedo sino moverme en tomo de ella".!3
ha prohibido a Ofelia corresponder el amor de Hamlet, ya En el centro de esta sombría maquinaria familiar, Hamlet
que teme verla convertirse en mujer. Muere de una manera está dividido entre la conminación del espectro, que le or­
grotesca, escondido detrás de una tapicería y atravesado por dena "hablar a su madre" y no "tramar nada contra ella", y
la espada de Hamlet, quien lo toma por Claudio. Ofelia, por lo su rivalidad con un tío asesino que lo ha despojado de un
tanto, es la víctima de su padre y su hermano, colérico éste e trono que él no quería. Por eso, vuelca en la madre sus to­
incapaz de la más mínima rebelión. En su locura, que la con­
rrentes de odio e invectivas:
ducirá al suicidio por ahogamiento, Ofelia compone cancio­
nes licenciosas en las cuales se expresa toda su sensualidad de Ese rey engreído va a invitaros otra vez a su lecho, a
muchacha obligada a reprimir su sexualidad y vivir en un pellizcaras juguetonamente las mejillas, a llamaros su
mundo marcado por el pecado y la abyección. Como Hamlet, ratoncita. Al precio de algunos besos fétidos y las caricias
forzado a simularse loco para alejar el amor que ella le inspi­ de sus malditas manos en vuestra nuca, aceptáis que os
ra, Ofelia es víctima de una familia que prohíbe a sus hijos induzca a pensar que, en realidad, mi locura no es sino
dar libre curso a su deseo y subjetividad. astucia [... ). ¿Cómo, no siendo más que reina y bella, y
Pérfido, mentiroso, lúbrico y astuto, Claudio es uno de los sobria, y sabia, podríais hacer que ese sapo, ese engendro,
ese vampiro, ignorara una preocupación tan cara? 14
personajes más fascinantes de las tragedias de Shakespeare,
una especie de doble deformado de Hamlet. Sin embargo,
La masacre de la casa real se despliega en una serie de actos
si bien el príncipe sigue siendo un intelectual, amado por el
fallidos y gestos a la manera de engañifas. Gertrudis vacía la
pueblo pero torturado por su conciencia, y opone a todo
copa envenenada que, destinada a su hijo, ha llenado su
poder una crítica destructiva del poder, su tío encama el
esposo. Luego, Laertes toca con la punta de su espada a
ideal negativo de la política del cual se nutrían los ingleses
Hamlet, sin saber que Claudio la ha mojado en el veneno.
de la época de los T udor al criticar a Maquiavelo y el Rena­
En el momento en que el propio Hamlet lo mata, alcanza a
cimiento italiano.
También él un sujeto copemicano, Claudio ha decidido comprender la perfidia del rey, contra el cual el príncipe
vuelve su arma, acusándolo de ser el único responsable del
consagrarse a la posesión del mundo, ambición sin límites
gran desorden del reino. Llega entonces Fortimbras, prínci­
que lo llevará a esclavizarse a la mujer de su hermano, objeto
pe de Noruega,15 que se apodera del trono y rinde homena­
de todas sus codicias. Tirano lúcido, no vacila en mencionar
su crimen ni en asumir su propia mancilla: "El hedor de mi
pecado llega al cielo. Una antigua maldición pesa sobre el 13 William Shakespeare, Hamler, ob. cit., p. 682­
asesinato de un hermano". Sabiéndose culpable, conoce su 14 lbíd., pp. 669-670.
15 Hijo del rey del mismo nombre a quien el padre de Hamlet había
debilidad y la de Gertrudis, que prefiere a su hijo: "Su madre
matado en duelo.
bebe toda la vida en sus ojos y, en lo que me toca -mi fuerza
78 LA FAMILIA EN DESORDEN
[l. I-I IJO C ULPABLE 79
je a Hamlet: "Sólo le faltó la oportunidad de dar muestra de
cualidades verdaderamente regias". Pues la cuestión planteada por Shakespeare no es saber por
Único personaje positivo de esta tragedia de la soberanía qué Hamlet 1"-0 consigue matar a Claudio, sino poner en
melancólica, Horacio, el primero en ver al espectro, aparece escena la historia de un hombre que no sabe por qué no
en un comienzo como el amigo fiel, el hermano valeroso, el logra cumplir el acto que desea llevar a cabo. En este aspec­
testigo, pero también el escriba, el heredero y el depositario to, como lo destaca Patrice Chéreau: "Hay un Hamlet para
de la historia que está viviendo. Por eso no tiene otra consis­ cada época y, en definitiva, cada Hamlet nos dice más so­
tencia que la del testigo de las palabras del príncipe y del bre ella que sobre sí mismo".19
contexto en el cual se desarrolla el drama: "Respira a disgus­ En vez de interrogarnos en vano acerca de las causas psi­
to en este mundo inclemente", le dice Hamlet, "para contar cológicas de la inhibición de Hamlet, y de preguntamos, como
lo que he sido".16 lo hicieron Freud y Jones, si el personaje es o no el reflejo del
inconsciente del poeta,20 nos parece más útil señalar que,
Si bien Freud procura penetrar el enigma de la impotencia desde el punto de vista del descentramiento de la subjetivi­
de Hamlet, Ernest J ones 17 pretenderá resolverlo fabricando dad inventada por Freud para pensar la famili a edípica, la
un Hamlet "edipizado". El héroe, dirá en sustancia, experi­ tragedia del príncipe danés completa acabadamente la del
mentó en su infancia un gran afecto por su madre y logró rey de Tebas. El héroe culpable de tener un inconsciente,
superar su complejo. Sin embargo, a través de Ofelia, cedió Edipo que no lo tiene porque es el inconsciente, encuentra
a la atracción infantil que ésta siempre ejerció sobre él y le su paralelo en un héroe culpable de sentirse culpable y capaz,
consagró un amor mórbido. Por eso, al querer obedecer al como un histérico, de disimular(se) sus deseos, su pasado, su
espectro, se mostró incapaz de hacerlo; otro (Claudio) lo infancia.
reemplazó en su deseo edípico: acostarse con la madre y Freud no podía tomar a Edipo en análisis. Y por eso, sin
matar al padre. 18 duda, proyectó en él la universalidad posible de una estruc­
Esta célebre interpretación, que se valía del complejo tura psíquica. En cambio, podía hacer de Hamlet un caso, un
como un dogma psicológico, fue aprobada por Freud y sus neurótico real, un histérico vienés, paralizado en el cumpli­
herederos. Ahora bien, no só lo pasaba por alto la significa­ miento de su tarea en el momento mismo en que surgía en él,
ción real del drama, sino que eludía su contenido esencial.
19 En John Dover Wilson, Pour comprendre Ham le t. .. , ob. ci t., p. 14.
William Shakespeare, Hamlet, ob. cit., p. 701. Y también: "En
11> ¡o Cf. Sigmund Freud: "El poeta sólo puede haber expresado en Hamlet
este mundo espantoso, reserva con dolor tu aliento para contar mi his­ sus propios sentimientos. En su Shakespeare (1896), Georg Brande indi­
toria", ibíd. ca que este dra ma fue escrito inmediatame nte después de la muerte del
11 Ernest Jones (1879-1958), psicoanalista inglés, discípulo y biógra­ padre del autor (1601) Y por lo tanto en pleno duelo; podemos admitir
fo de Freud, fundad or del muvimiento psicoanalítico británico y norte­ que en ese momento las impresio nes infantiles relacionadas con su pa­
americano. dre eran particularmente intensas. Sabemos, por otra parte, que el hijo
18 Ernest Jones. Hamlet et CEdipe, ob. cit. de Shakespeare, muerto d e manera precoz, se llamaba Ha mlet"
(L' lnterpréullion des reves, ob. cit.. p. 231 ).
80 LA FAMILIA EN DESORDEN EL HIJO CULPABLE SI

a través de la conminación de la venganza contra Claudio, el Enfrentado en la infancia al relato, hecho un día por su
deseo reprimido de matar al padre y conquistar a la madre. padre, de un ultraje sufrido a manos de un "gentil", Freud,
Por lo tanto, y a costa de esta distorsión, Hamlet se convirtió como es sabido, ha asociado el recuerdo de ese aconteci­
para Freud en la prueba clínica de la existencia de un com­ miento a otro, extraído de la historia antigua, y más con­
plejo que no llevaba su nombre pero del cual era, a la vez, cordante con sus aspiraciones: la escena en la cual Amílcar
vocero y experimentador. Al asociar una tragedia del destino hace jurar a Aníbal que lo vengará de los romanos Y Él
(Edipo) a una tragedia del carácter (Hamlet) ,21 Freud reunió había descubierto, al estudiar la antigua Grecia, una cultu­
los polos indispensables para la fundación misma del psicoa­ ra que le permitió "superar al padre".
nálisis: la doctrina y la clínica, la teoría y la práctica, la Como no puede ser Edipo, Freud se identifica con la neu­
metapsicología y la psicología, el estudio de la civilización y rosis de Hamlet. Y su aborrecimiento a Viena, en ese con­
el estudio de la cura. Y porque quería asignar a Hamlet ese texto, es su manera de expresar un desasosiego ampliamen­
lugar fundacional en la historia de la clínica, transgredió a su te compartido por otros intelectuales de su generación. En
respecto la regla tantas veces enunciada que prohibía valerse un artículo de 1961 y un libro publicado veinte años des­
del psicoanálisis para interpretar las obras literarias: "No se pués, Cad Schorske se refirió a esta cuestión y mostró que
espere de un poeta la descripción clínica correcta de una en­ las repercusiones de la desintegración progresiva delImpe­
fermedad mental", le gustaba repetir. 22 rio Austrohúngaro habían hecho de aquella ciudad:
Pero hay otra razón, de orden más subjetivo, que explica
la complementariedad planteada por Freud entre Edipo y uno de los terrenos más fértiles de la cultura ahistórica de
Hamlet. Pues si bien nada autoriza a afirmar que el Hamlet nuestro siglo. Los grandes creadores de la música, la filo­
de Shakespeare desea a su madre al extremo de querer ma­ sofía, la economía, la arquitectura y, desde luego, el psi­
tar inconscientemente a su padre y, por lo tanto, no lograr coanúlisis, rompieron de manera más o menos deliberada
matar a su tío, Freud utiliza el personaje porque él mismo todos los lmos con la perspectiva histórica que era el fun­
damento de la cultura liberal del siglo XIX en la cual ha­
está habitado por identificaciones con .Ias antiguas dinas­
bían sido educados.24
tías reales. Y se refiere constantemente a ellas para traducir
su doble situación de hijo dentro del imperio de los Habsburgo:
Schorske señaló también que en la sociedad vienesa de la
hijo rebelde que ha roto con la generación de los padres y
década de 1880 el liberalismo había sido una promesa sin
judío infiel preso del deseo de vengar la humillación del
padre. futuro que excluía al pueblo del poder y lo inducía a dejarse
guiar por demagogos antisemitas. En consecuencia, frente a

21 Cf. Sigmund Freud, Sigmurul Freud présencé par lui-meme (1925), ZJ Sigmund Freud, L' lnterprétation desreves, ob. cit.
París, Gallimard, 1984, pp. 107-108 [trad. esp.: Presentación autobiográfi­ 24 Carl Schorske, Vienne fin de siecle (N ueva York, 1981), París, Seuil,
ca, en oc, ob. cit., vol. 20, 1979J. 198.3, p. 10 [trad. esp.: Fin de siglo, Barcelona, Gustavo Gili, 1981]. Cf.
Zl Sigmund Freud, Corresporulance, París, Gallimard, 1966, p. 96. también De Vienne et d' ailleurs, ob. cit.

""'­
82 LA FAMILIA EN DE..<;ORDEN EL HIJO CUL PABLE 83

esta doble actitud de nihilismo social y desencadenamiento En resumen, Viena no está tan lejos de Tebas, y la capital
del odio, los hijos de la burguesía rechazaron las ilusiones de del Imperio Austrohúngaro no es ajena a lo que pasa en las
sus padres para inclinarse por otras aspiraciones u otras mo­ murallas de Helsingor: por un lado se despliega la atempo­
dalidades de explicación del desasosiego que los invadía: fas­ ralidad inconsciente de Edipo, verdadera inscripción en el
cinación por la muerte y la atemporalidad en Freud, utopía psiquismo de un orden simbólico poseedor de la ley del pa­
de una tierra prometida en Theodor Herzl, deconstrucción dre; por otro, se perfila el yo - ego culpable de un sujeto co­
del yo para Hugo von Hofmannsthal, suicidio o conversión pemicano-- preso de la ilusión del dominio de sus pasiones:
en intelectuales como Karl Kraus u Otto Weininger -ator­ Hamlet el irresoluto, el histérico, el soberano melancólico
mentados por el odio a sí mismos de ser judíos- e invención, de una travesía de lo femenino.
por último, de formas literarias originales con ]oseph Roth, Desde esta perspectiva de una división de la psique en
Arthur Schnitzler o Robert Musi\. dos instancias, podemos re interpretar en términos freudianos
Veinte años antes que Schorske, Max Horkheimer, teó­ Edipo rey de Sófocles y hacer de esta pieza, sin necesidad de
rico de la Escuela de Francfort inspirado en el psicoanálisis recurrir a la psicología del complejo, una auténtica tragedia
para desarrollar su crítica de la institución familiar, com­ de la rebelión de los hijos contra los padres. Se puede decir,
prendía que Freud había estado muy marcado, no por las por ejemplo, que, al actualizar la antigua leyenda de los
costumbres de la burguesía vienesa, sino por la situación Labdácidas, Sófocles puso en escena la revuelta del racio­
histórica concreta en la cual había elaborado su obra: nalismo ateniense contra la omnipotencia arcaica de la vieja
patriarquía encarnada por el oráculo de Delfos. Éste tiene
Cuanto más grande es una obra, más arraigada está en una el poder de enunciar la verdad, pero no el de decir quién
situación histórica concreta. Basta contemplar con más será el héroe capaz de descubrirla. Por consiguiente, la úni­
detenimiento la relación entre la Viena liberal de la época ca libertad trágica con que cuenta Edipo es la de poder to­
y el método original de Freud, para ver hasta qué punto mar libremente la decisión de encontrar al culpable del cri­
éste era un gran pensador. La decadencia de la vida familiar
men a fin de decir la verdad al pueblo . Según esta interpre­
burguesa, justamente, permitió que su teorfa llegara a esa
tación, Edipo es un sujeto libre de decidir o no aportar luz a
nueva fase que aparece en Más allá del princiPio de placer. 2,
la ciudad, pese al oráculo, pese a su destino, pese a su in­
consciente. 26 Este Edipo es el que Freud reconstruye con la
25 Max Horkheimer, Théorie traditionnel/e et théorie critique, París,
ayuda de Hamlet.
Gallimard, 1974, pp. 56-57 [trad . esp.: Teoría tradicional y teoría crítica,
Barcelona, Paidós, 2000]. El párrafo fi gura en una carta de 1942 dirigida Para afirmar mejor la imperiosa necesidad simultánea de la
a Richard Lowenthal. En esa época, Horkhe imer aceptaba la tesis revuelta del hijo y la invención de una nueva ley del padre,
freudiana de la pulsión de muerte enunciada en Sigmund Freud, Au-dela
du principe de plaisir (1920), en CEuvres completes , vol. 15, París, PUF,
1996, pp. 273-339 [trad. esp. : Más allá del princiPio de placer, en oc, ob. 26 As( lo interpreta Jacques Le Rider en Freud , de l' Acropo/e au Sinai'. .. ,
cit., vol. 18, 1979]. ob. cit., p. 200.
EL HIJO CULPABLE 85
84 LA fAMILIA EN DESORDEN

que no consista en la restauración de una antigua patriarquía, verdad de un acto que sus demás hermanos quisieron come­
Freud suma un nuevo personaje, en cierto modo colectivo, ter sin lograrlo.
a Edipo y Hamlet: los hermanos KaramazovY En esta no­ El principal responsable de ese desorden familiar, como
vela de Dostoievski, "la más grandiosa que se haya escri­ lo destaca Freud, es el padre, Fiodor Karamazov, descripto
to" 28 -según Freud-, no se lleva a cabo el asesinato del padre por Dostoievski como un monstruo violador y libertino y,
por un hijo ignorante (Edipo) o la muerte del tío por el hijo sobre todo, como el instigador de esa genealogía de la locu­
del padre asesinado (Hamlet), sino un verdadero parricidio ra criminal que llevará a sus hijos a la ruina.
realizado colectivamente por los hijos del padre. Todos los Es fácil comprender por qué Freud vincula el destino de los
hermanos desean cometerlo, pero sólo uno de ellos pasa al . hermanos Karamazov a la suerte de Edipo y Hamlet. Si Edipo
acto: Smerdiakov. Bastardo y epiléptico, apodado "el hedion­ es culpable de tener un inconsciente y Hamlet lo es de sentirse
do", su madre es una criada simplona cuyo padre ha abusado culpable, Smerdiakov e Iván son culpables por ser, cada uno a
de ella. Por eso, es incitado al asesinato por su medio herma­ su manera, asesinos; el primero porque ha matado; el segundo,
no Iván, cínico teórico nihilista del "todo está permitido", porque lo impulsó al crimen: "N uestro inconsciente asesina
que ha urdido las circunstancias del crimen para que su her­ por bagatelas", dice Freud. y agrega: "No conoce otro castigo
mano de sangre, Dimitri, gozador inveterado, sea el acusado. que la muerte para los crímenes".29 En cuanto a Dimitri, es
En la novela, Iván, portavoz de la leyenda del Gran In­ culpable de su deseo de matar y su odio al padre, con quien
quisidor, se hunde en la locura al considerarse moralmente rivaliza efectivamente, ya que se acuesta con su amante
responsable del asesinato cometido por Smerdiakov, que se Grouchineka, feroz y angelical, criatura de Dios y el diablo.
suicida. Tras ser declarado culpable al cabo de un proceso Pero el peor de todos, el más criminal, el más lúbrico, será
ridículo, Dimitri vuelve gradualmente a los valores del "alma siempre el padre, heredero inmutable de una voracidad tribal.
rusa" gracias a su medio hermano Aliocha, místico de apa­ Freud no comparte las opiniones conservadoras de
riencia femenina e hijo de la segunda mujer del padre, a quien Dostoievski y le reprocha atacar la esencia del "hombre éti­
éste enloqueció. Contra el derecho, y más aún contra las co": no quien reconoce la falta y acepta el castigo, sino
pericias psicológicas absurdas de un tribunal que pretende aquel para el cual la penitencia hace posible y hasta acepta­
decir la verdad en nombre de la racionalidad moderna, "de­ ble el asesinato:
mostrando" en especial que quien ha deseado el crimen es
forzosamente su autor, el verdadero asesino, Smerdiakov, tam­ Et resultado final de las luchas morales de Dostoievski no
bién se erige en redentor, al cargar, como Cristo su cruz, la tiene nada de glorioso. Tras los combates más intensos para
conciliar las reivindicaciones pulsionales del individuo con

21 Fiador Dostoievski, Les Freres Karamazov (l B79-1 BBO), París,


Gallimard, 1935 [trad. esp.: Los hennanos Karamazov, Madrid, Debate, 29 Sigmund Freud, "Actuelles sur la guerre et la mort" (1915), en

2000], y Sigmund Freud, "Dosto"ievski et la mise a mort. .. ", ob. cito CEuvres completes, vol. 13, París, PUF, 198B, p. 37 [trad. esp.: "De la gue­
18 Sigmund Freud, "Dosto'ievski et la mise a mort. . . ", ob. cit., p. 207. rra y la muerte. Temas de actualidad", en oc, ob. cit., vol. 14, 1979].
EL HIJO CULPARLE 87
86 LA FAMILIA EN DESORDEN

las exigencias de la comunidad humana, llega de manera culpable el hijo, quién era el instigador del crimen y quién,
retrógrada a la sumisión, tanto a la autoridad secular como el culpable del acto asesino. Pero quedaba un enigma por
a la autoridad espiritual, a la veneración por el zar y el Dios resolver en este oscuro asunto de familia.
de los cristianos y a un nacionalismo ruso estrecho, postu­ ¿Quién es el padre? ¿Por qué hay que matarlo? ¿Qué ha­
ra a la cual mentes de menor envergadura arriban con cer con sus despojos? Tales fueron las cuestiones planteadas
menos esfuerzo. Ése es el punto débil de esta gran perso­
por Freud entre 1912 y 1938 en dos obras mayores, una de
nalidad . Dostoievski omitió convertirse en un profesor y
ellas inspirada en los trabajos de la antropología evolucio­
liberador de los hombres y se asoció a sus carceleros. El
porvenir cultural de los hombres le deberá poco.'o
nista de fines del siglo XIX y otra, en diversas investigacio­
nes sobre la génesis de la epopeya bíblica: Tótem y tabú y
De hecho, al vincular Edipo y Hamlet a los hermanos Moisés y la religión monoteísta.
Karamazov, Freud culmina su trilogía de la revuelta de los hi­ En un tiempo primitivo, cuenta Freud al estilo de Darwin,
jos contra el padre sin jamás haber evocado realmente la figu­ los hombres vivían en pequeñas hordas, cada una de ellas
ra de este último. Layo le es tan ajeno como el espectro que sometida al poder despótico de un varón que se adueñaba de
incita a Hamlet a la venganza, y Fiodor Karamazov sólo le las mujeres. Un día, los hijos de la tribu, rebelados contra el
interesa en la medida en que le permite asumir una postura padre, pusieron fin al reino de la horda salvaje. En un acto de
contraria a Dostoievski. Para sintetizar la posición freudiana, violencia colectiva, mataron al padre y comieron su cadáver.
diremos que en la tragedia de Edipo el asesinato del padre es el Sin embargo, tras el asesinato se arrepintieron, renegaron de
producto de un deseo inconsciente, en el drama de Hamlet es su hazaña e inventaron un nuevo orden social con la instau­
un acto fallido ligado a una conciencia culpable y en la novela ración simultánea de la exogamia, la prohibición del incesto
de Dostoievski es la consecuencia, a la vez, de una premedita­ y el totemismo. Ése fue el basamento legendario común a
ción y una pulsión. En ningún caso es justificable, y por eso todas las religiones, y en especial al monoteísmo.
Freud rechazará siempre la idea de que un crimen pueda pagar­ Desde este punto de vista, el complejo de Edipo, según
se por medio de algún tipo de redención. Todo lo contrario: Freud, no es sino la expresión de los dos deseos reprimidos ­
cualquiera sea su necesidad, el crimen debe ser sancionado. deseo de incesto, deseo de matar al padre- contenidos en
los dos tabúes propios del totemismo:}l prohibición del in-
Ahora sabíamos qué era para Freud la rebelión de los hijos.
Sabíamos quién había matado al padre, de qué se sentía JI La teoría del totemismo fascinó a la primera generación de antropó­

logos, así como la histeria apasionó a los médicos de la misma época. El


totemismo consistía en establecer una conexión entre una especie natural
10 Sigmund heud, "Dosto'ievski et la mise a mon . .. ", ob. cit., p. 208. (un animal) y un clan exogámico, a fin de explicar una unidad original de
Por desdicha, en el resto del artículo Freud no puede evitar atribuir esa los distintos hechos etnográficos. Originaria de Polinesia e introducida
postura a una neurosis del escritor, resultante de un complejo de Edipo por el capitán Cook en 1777, la palabra "tabú" había hecho fortuna en un
mal resuelto. Cede así, una vez más, a una inclinación interpretativa doble sentido: uno, específico de las culturas de las que provenía; otro,
que, por otra parte, combate. como expresión del interdicto en su carácter general. Cf. Claude Lévi­
88 LA FAMILIA EN DESORDEN EL HIJO CULPA BLE 89

cesto, prohibición de matar al padre-tótem. En consecuen­ ga y capaz de rechazar el animismo y a los dioses del paganis­
cia, el complejo es universal, porque es la traducción psí­ mo en beneficio de un dios único e invisible .
quica de los dos grandes interdictos fundadores de la socie­ Para distinguirla con claridad de las otras, impuso a los
dad humana. suyos el rito egipcio de la circuncisión, con lo cual procura­
Más allá del complejo, Freud propone, con Tótem y tabú, ba demostrarles que Dios, por medio de esa alianza, había
una teoría del poder centrada en tres imperativos: necesi­ elegido al pueblo cuyo jefe era Moisés. Pero el pueblo re­
dad de un acto fundador (el crimen), necesidad de la ley (la chazó la nueva religión y, en un acto de venganza colecti­
sanción), necesidad de la renuncia al despotismo de la tira­ va, mató al profeta y luego reprimió el recuerdo del asesina­
nía patriarcal encarnada por el padre de la horda salvaje. 32 to, que reapareció con el cristianismo:
A esos tres imperativos corresponden -siempre según Freud­
tres estadios de la historia de las sociedades y las religiones, El antiguo Dios, e! Dios padre, pasó a un segundo plano.
y también tres fases de la evolución psíquica del sujeto. En Cristo, su hijo, ocupó su lugar, como habría querido
el período animista, el hombre se atribuye la omnipoten­ hacerlo en una época pasada cada uno de sus hijos suble­
cia, que no es entonces más que un equivalente del narci­ vados. Pablo, continuador de! judaísmo, fue también su
destructor. Si triunfó fue ante todo, sin duda, porque,
sismo infantil. En la fase religiosa, delega su poder en los
gracias a la idea de redención, logró conjurar e! espectro
dioses, así como en sus padres en el complejo de Edipo. En
de la culpa humana, y porque abandonó la idea de que el
la época científica o espiritual, por último, lo proyecta en pueblo judío era el pueblo elegido y renunció al signo
un lagos y separa así la razón de cualquier objeto fetiche. visible de esa elección: la circuncisión. De ese modo, la
En 1938, Freud extiende este esquema a la génesis del nueva religión pudo llegar a ser universal y dirigirse a
monoteísmo judeocristiano. Éste, dice en sustancia, no es una todos los hombres.l1
invención judía sino egipcia, y el texto bíblico no hace más
que trasladar su origen a un tiempo mítico al atribuir su fun­ Si la sociedad humana, en su universalidad, había sido
dación a Abraham y sus descendientes. En realidad, se origi­ engendrada por un crimen de los hijos contra el padre, que
na en el faraón Amenhotep IV, que lo había convertido en puso fin al reino despótico de la horda salvaje, y luego por
una religión con la forma de un culto al dios solar Atón. Para la instauración de una ley que revalorizó la figura simbólica
vedar el antiguo culto, el faraón había adoptado el nombre del padre, el monoteísmo debía obedecer al mismo argu­
de Akhenatón. Tras él, Moisés, alto dignatario egipcio y jefe mento. Así, Freud explicó que con el asesinato de Moisés la
de una tribu semita, había hecho del monoteísmo una reli­ religión del padre (el judaísmo) había creado la religión del
gión sumamente espiritualizada, comparable a la filosofía grie- hijo (el cristianismo), fundada en el reconocimiento de la
culpa ligada a ese asesinato necesario. En el cristianismo, el
asesinato se expiaba a través de la muerte del hijo y el aban­
Strauss, Le Totémisme aujourd'hui, París, PUF, 1962 [trad. esp.: El totemismo
en la actualidnd, México, Fondo de Cultura Económica, 1965].
12 Cf. Eugene Enriquez, De la horde d l' État, París, Gallimard, 1983. lJ Sigmund Freud, L' Homme Moi"se .. , ob. cit., p. 180.

\...
90 LA FAMILIA EN DESORDEN
EL HIJO CULPABLE 91

dono de la circuncisión, que representaba la pérdida del Freud daba así al mundo occidental una teoría antropoló­
signo distintivo de la alianza mediante la cual el judaísmo gica de la familia y la sociedad fundada en dos grandes ele­
había pretendido ser la religión del pueblo elegido. Por esa mentos: la culpa y la ley moral. Y de ello podemos deducir la
pérdida, el cristianismo se había convertido en una religión idea -freudiana, si se quiere- de que las condiciones de la
universal, pero cultural mente regresiva, y el judaísmo, en libertad subjetiva y el ejercicio del deseo siempre suponen un
una religión "fósil" pero elitista y portadora de un grado conflicto entre lo uno y lo múltiple, entre la autoridad y su
más alto de espiritualización. El monoteísmo, según Freud, cuestionamiento, entre lo universal y la diferencia; pero nunca
recapitulaba la historia interminable de la instauración de se confunden con el goce pulsional ilimitado, tal como lo
la ley del padre y el logos separador sobre la cual él había vemos en acción, por ejemplo, en el crimen, la crueldad, la
levantado toda su doctrina de la familia edípica. pornografía o la negación sistemática de todas las formas del
Mientras que en Tótem y tabú, para describir el asesi­ lagos separador o del orden simbólico.
nato originario, Freud apela a la teoría darwinista de los En este aspecto, el asesinato del padre, en sus distintas
estadios y la horda salvaje, en Moisés y la religión monoteísta variantes -regicidio, parricidio, etcétera-, sólo es pensable
privilegia, al contrario -sin decirlo c1aramente-, las figu­
como condición necesaria de la familia y la sociedad, si está
ras más intelectuales de Edipo y Hamlet. Si se sigue con acompañado de una reconciliación de los hijos entre sí y
atención el texto, se puede plantear la hipótesis de que
con la imagen del padre. Al sostener esta tesis, Freud recusa
esta referencia a las dos grandes dinastías heroicas de la la idea de que la redención -en el sentido de Dostoievski­
cultura occidental -una, recordémoslo, nacida en el mito
pueda autorizar el crimen. Y a causa de ella se manifiesta
griego y la otra, en el teatro isabelino- lo \leva a cambiar favorable a la vez al regicidio y a la abolición de la pena de
de postura con respecto a la realidad del crimen. Pues en muerte,34 al advenimiento de las sociedades de derecho y a
Moisés y la religión monoteísta afirma, al contrario de lo
la necesidad del asesinato fundador.
que había dicho en Tótem y tabú, que el estado original de
la sociedad no existe en ninguna parte y no es necesario
que el crimen haya sido realmente perpetrado: sólo cuen­
J4 Freud admiraba al mismo tiempo a Cromwell y la monarquía in­
ta el poder simbólico ligado a su origen supuesto. glesa. Por boca de su discípulo vienés Theodor Reik, se alineó en el
Interiorizado por la historia colectiva, el estado original campo de los abolicionistas: "Si la humanidad", declaraba este último
de la sociedad también se interioriza en la historia indivi­ en 1926, "sigue rechazando el carácter de asesinato sancionado por la ley
dual del sujeto. Y de ese modo la tragedia edípica repite la de la pena de muerte, es porque hasta aquí siempre se negó a mirar la
realidad de frente y reconocer la existencia de la vida afectiva incons­
de la horda, en el mismo concepto que la religión del hijo
ciente. En consecuencia, mi posición frente a la pena capital no está
(el cristianismo) recapitula la del padre (el judaísmo). Pero dictada por razones humanitarias sino por el reconocimiento de la nece­
para que esa repetición sea posible y el crimen se sancione sidad psicológica del interdicto universal: no matarás [...]. Me declaro
por la confesión del deseo culpable -o de la culpa real-, es un adversario resuelto del asesinato, se presente con la forma de un cri­
preciso además que el origen sea imposible de delimitar. men individual o de represalias ejercidas por el Estado" (Theodor Reik,
Le Besoin d'avouer, París, Payot, 1997, p. 401) .
92 LA FAMILIA EN DESORDEN

Más allá de! complejo y de sus derivas psicológicas con­


temporáneas, los héroes imaginados por Sófocles, Shakespeare
o Dostoievski y luego transferidos por Freud al psiquismo
individual esclarecen uno de los aspectos más sutiles de la
invención psicoanalítica: la correlación que, a fines de! si­
glo XIX, ésta establece entre la sensación de decadencia de 5. El patriarca mutilado
la función paterna y la voluntad de inscribir la familia en e!
centro de un nuevo orden simbólico, ya no encarnado por
un padre desposeído de su poder divino y luego reinvestido A lo largo de! siglo XX, la invención freudiana fue objeto de
en el ideal económico y privado del pacer familias, sino por tres interpretaciones diferentes: los libertarios y las feminis­
un hijo convertido en padre por haber recibido en herencia tas la vieron como un intento de salvamento de la familia
la gran figura destruida de un patriarca mutilado. patriarcal; los conservadores, como un proyecto de destruc­
En esta configuración trágica de la psique que aparece ción pansexualista l de la familia y el Estado, en cuanto éste
en la aurora del siglo XX, ¿qué lugar conviene asignar a ese sustituía en toda Europa la antigua autoridad monárquica;
patriarca mutilado, enfrentado al surgimiento de una sexua­ los psicoanalistas, por último, como un modelo psicológico
lidad que procura emanciparse de la procreación? Él, que capaz de restaurar un orden familiar normalizador en el cual
día tras día es embargado por el vértigo ante la suspensión las figuras del padre y la madre serían determinadas por la
progresiva de los principios mismos sobre los cuales se fun­ primacía de la diferencia sexual. Según este último enfo­
daba su autoridad, ¿está en condiciones de sobrevivir a ese que, cada varón estaba destinado a convertirse en e! rival
prolongado calvario? de su padre, cada mujer, en la competidora de su madre, y
todos los hijos, en e! producto de una escena primitiva, re­
cuerdo fantasmizado de un coito irrepresentable.
Si juicios tan contradictorios pudieron afirmarse con
tanto vigor, al extremo de seguir siendo de actualidad en
los albores de! tercer miienio, fue porque la invención
freudiana -al menos podemos plantear esa hipótesis- es­
tuvo en el origen de una nueva concepción de la familia
occidental susceptible de tomar en cuenta, a la luz de los
grandes mitos, no sólo la declinación de la soberanía de!

1 Durante la primera mitad del siglo xx se utilizó el término

"pansexualismo" como designación peyorativa del psicoanálisis, al cual


se reprochaba reducir al hombre a su geniralidad.

93
EL PATRIARCA MUTILADO 9S
94 LA FAMILIA EN DESORUEN

ción sentimental de Europa occidental hizo inaceptable


padre, sino también el principio de una emancipación de la unión de un hombre joven y una mujer mayor porque
la subjetividad. el propio mecanismo del amor romántico es de naturaleza
En cierto modo, esa invención fue el paradigma del adve­ edípica: el flechazo significa simplemente enamorarse de
nimiento de la familia afectiva contemporánea, porque, al la propia madre. ¡Cómo vamos a tener tiempo de conocer
hacer de ésta una estructura psíquica universal, explicaba un y apreciar a la mujer real que está frente a nosotros, si sólo
modo de relación conyugal entre los hombres y las mujeres hace tres minutos que la conocemos! [...] El atractivo in­
que ya no se basaba en una coacción ligada a la voluntad de consciente que ejerce la imagen materna produce su re­
los padres, sino en una elección libremente consentida entre chazo consciente. Así, cuando los hombres se enamora­
los hijos y las hijas. La novela familiar freudiana suponía, en ron verdaderamente, cobraron odio a las esposas que de
una u otra manera amenazaban con recordarles a su ma­
efecto, que el amor y el deseo, el sexo y la pasión, se inscri­
dre. Y dejaron, por lo tanto, de casarse con mujeres mayo­
bieran en el núcleo de la institución del matrimonio.
res que ellos.)
Con un entendimiento muy claro de la significación de la
invención freudiana, los historiadores de la familia se mos­ La concepción freudiana de la familia, como paradigma del
traron a menudo más innovadores que los psicoanalistas en surgimiento de la familia afectiva, se apoya en una organiza­
su desciframiento de la evolución de las estructuras familia­ ción de las leyes de la alianza y la filiación que, a la vez que
res modernas. Así, en una obra publicada en 1975, Edward postula el principio de la prohibición del incesto y la confu­
Shorter recurre a los conceptos freudianos para analizar la sión de las generaciones, lleva a cada hombre a descubrirse
revolución sentimental que se afirmó en Europa durante todo poseedor de un inconsciente y, por lo tanto, distinto de lo
el siglo XIX. que creía ser, lo cual lo obliga a apartarse de cualquier fonna
Consecutiva a la Revolución Francesa y nacida de la pro­ de arraigo. En lo sucesivo, ni la sangre, ni la raza ni la heren­
pia sociedad civil, esa transformación puso fin, de manera cia pueden impedirle acceder a la singularidad de su destino.
progresiva, al antiguo sistema de los matrimonios concerta­ Culpable de desear a su madre y querer asesinar a su padre, se
dos, en beneficio de la aventura amorosa o el amor románti­ define, más allá y más acá del complejo, como el actor de un
co. 2 De tal modo, explica Shorter, trastocó las relaciones descentramiento de su subjetividad. Un sujeto semejante, des­
matrimoniales al hacer inaceptables los casamientos de luego, es susceptible de servir de cobayo tanto a los enfo­
prepuberales o la unión de hombres y mujeres de generacio­
nes diferentes:
1 Edward Shorrer, Naissance de lafamille moderne (Nueva York, 1975;

París, 1977), París, Seui!, col. "Points", 1981, pp. 192 Y 194-195 [trad.
La tendencia creciente a la igualdad de edad es el signo de la
esp.: El nacimiento de la familia moderna, Buenos Aires, Crea, 1977]. Así,
aparición del amor, mientras que la disparidad probaba el matrimonio de Edipo y Yocasra respondía claramente a una lógica del
la existencia de consideraciones utilitarias [...]. La revolu- don y el arreglo y no a un deseo, como cree Freud cuando invierte el
mito para transformarlo en un complejo. En consecuencia, la edad de la
reina no tenía importancia alguna, ni para Sófocles ni para los atenienses.
Z O romamic love.
96 LA FAMILIA EN DESORl)EN EL PATRIARCA MUTILADO 97

ques experimentales de la psicología como a las derivas nor­ De tal modo, la familia no sólo se define como el crisol
mativas del psicoanálisis. Pues, al asociar el psicoanálisis a de una fuerza esencial para la civilización sino que, de con­
las figuras tutelares de una soberanía melancólica o decons­ formidad con la tesis del asesinato del padre y la reconci­
truida -Edipo, Hamlet, Moisés, etcétera-, Freud hace de ellas liación de los hijos con la figura de éste, se la juzga nece­
la expresión de una búsqueda de la identidad moderna; su saria para cualquier forma de rebelión subjetiva: la de los
concepción de un sujeto culpable de su deseo desborda el hijos contra los padres, los ciudadanos contra el Estado,
marco reduccionista de la clínica del complejo. Y si el psi­ los individuos contra la masificación. En efecto, al forzar
coanálisis se aparta de esas figuras para encerrarlas en el com­ al sujeto a someterse a la ley de un lagos separador interio­
plejo, corre el riesgo de transformarse en un procedimiento rizado, y por lo tanto apartado de la tiranía patriarcal, la
de peritaje merecedor de la hostilidad que se le testimonia. familia lo autoriza a entrar en conflicto con ella, mientras
Único entre los psicólogos de su época, Freud inventa en­ que su abolición implicaría el riesgo de paralizar las fuer­
tonces una estructura psíquica del parentesco que inscribe el zas de resistencia que ella suscita en él. 6 En ese principio
deseo sexual-vale decir, la libido o el eros-4 en el corazón de la volvemos a encontrar la idea de que Edipo debe erigirse a
doble ley de la alianza y la filiación. Priva así a la vida orgánica la vez en e! restaurador de la autoridad, e! tirano culpable
de su monopolio de la actividad psíquica y diferencia el deseo y el hijo rebelde. Estas tres figuras son indispensables al
sexual -expresado por la palabrd- de las prácticas carnales de orden familiar.
la sexualidad, de las cuales se ocupan los sexólogos. En cuanto a la sexualidad, intolerable para la civiliza­
A la vez que confiere un nuevo esta tus al deseo, Freud ción en sus desbordes, según Freud, debe canalizarse sin
hace de la familia una necesidad de la civilización basada, aplastarla, porque sólo puede ejercer su imperio de dos ma­
por un lado, en la "coacción al trabajo" y, por otro, en el neras contradictorias: por una parte, como potencia des­
poder del amor: "Este último exigió que no fuesen privados tructiva, por otra, como forma sublimada del deseo.
ni el hombre de la mujer, su objeto sexual, ni la mujer de esa Ni restauración de la tiranía patriarcal, ni transformación
parte separada de sí misma que era el hijo. Eros y Ananké de! patriarcado en matriarcado, ni exclusión del eros, ni
[necesidad1 se convirtieron así en los padres de la civilización abolición de la familia: tal fue, según la lectura interpretati­
humana, cuyo primer éxito fue posibilitar que una gran can­ va que podemos hacer de sus textos, la orientación escogi­
tidad de individuos permanecieran y vivieran en común".5 da por Freud para que el mundo admitiera la universalidad

4 La palabra libido, que significa "deseo" en latín, era utilizada por los ~ Consciente de la importancia del mensaje freudiano, que por otra
sexólogos de fines del siglo XIX para designar una energía propia del ins­ parte es objeto de sus críticas, Theodor Adorno escribe en 1944: "La
tinto sexual (libido sexualis). Freud la retomó para aludir a la manifesta­ muerte de la familia paraliza las fuerzas de resistencia que ella suscitaba.
ción de la pulsión sexual y, por extensión, a la sexualidad humana en El orden colectivista, cuyo ascenso presenciamos, no es sino una carica­
general, diferenciada de la genitalidad (orgánica). En Freud, eros desig­ tura de la sociedad sin clases" (Minima Moralia. Réflexions sur la vie mutilée
na el amor en el sentido griego y la pulsión de vida. (Francfort, 1951), París, Payot, 2001, p. 19 (trad. esp.: Minima moralia:
s Sigmund Freud, Malaise dans la civilisution, ob. cit., p. 51. reflexiones desde la vida dañada, Madrid, Taurus, 1987]).
98 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PATRIARCA MUTILADO 99

de una llamada estructura "edípica" del parentesco. Ésta no -dice Foucault- invocó el antiguo orden del poder con re­
sólo pretende dar cuenta de la naturaleza inconsciente de ferencia a la cuestión del deseo:
las relaciones de odio y amor entre los hombres y las muje­
res, entre las madres y los padres, entre los hijos y los padres El honor político del psicoanálisis -o, al menos, de lo más
y entre los hijos y las hijas, sino que recentra el antiguo coherente que puede haber en él- consistió en haber sospe­
orden patriarcal, ya deshecho, alrededor de la cuestión del chado (y ello desde su nacimiento, es decir, desde su línea de
ruptura con la neuropsiquiatría de la degeneración) lo que
deseo. Sólo la aceptación de la realidad de su deseo por
podían tener de irreparablemente proliferante esos meca­
parte del sujeto permite a la vez incluir el eros en la norma, nismos de poder que pretendían controlar y manejar lo coti­
en concepto de un deseo culpable -y por lo tanto trágico-, diano de la sexualidad. De allí, el esfuerzo freudiano (como
y excluirlo de ella cuando se convierte en la expresión de reacción, sin duda, al gran ascenso del racismo que le era
un goce criminal o mortífero.7 contemporáneo) para postular la ley como principio de la
Se comprende entonces por qué Freud fue atacado tanto sexualidad: la ley de la alianza, de la consanguinidad prohi­
por los partidarios de la abolición de la familia como por los bida, del padre soberano; en síntesis, para invocar en tomo
conservadores, que le reprochaban atentar contra la moral del deseo todo el antiguo orden del poder. A ello debe el
civilizada y reducir al hombre a sus pulsiones genitales. Los psicoanálisis -en lo esencial y con unas pocas excepciones­
primeros consideraban la nueva ley del lagos interiorizado haberse opuesto teórica y prácticamente al fascismo .9
como la prolongación de un orden patriarcal tanto más au­
toritario cuanto que se disimulaba en una conciencia cul­ Ese gesto de transferencia realizado por Freud tenía el sentido
pable; mientras que los segundos descubrían en ella el prin­ de un movimiento proftmdo de la sociedad que tendía a emanci­
cipio de una subversión de toda forma de autoridad en be­ par el sexo de las coacciones corporales y penales que le
neficio de una sexualización salvaje del cuerpo social. En habían impuesto los siglos precedentes, a fin de hacer del indi­
realidad, Freud estaba muy alejado de ambas posiciones y viduo libre el depositario de sus propios castigos interiorizados.
sólo mantenía la ley del padre para introducir en ella la Así, una sexualidad socialmente reprimida [réprimée] era susti­
idea de que era la condición misma del amor (eros). tuida por una sexualidad admitida, pero cada vez más culpable
Michel Foucault fue uno de los contados filósofos que e inconscientemente reprimida [refoulée]. \O
resumió en algunas líneas el fulgor de esa actitud. Al rom­ Fundado desde su origen en esa concepción de la sexua­
per con las teorías de la herencia de la degeneración,8 Freud lidad, el psicoanálisis, por tanto, fue a la vez el síntoma y el

7 En consecuencia, la posición final de Freud es radicalmente anta­ gicos al examen de estigmas reveladores de "tarils" y "desviaciones"
gónica a la de Sade. inscriptilS en el cuerpo social, el cuerpo orgánico o el psiquismo humano,
8 Originada en el darwinismo social, la doctrina de la herencia de la cuya consecuencia era el hundimiento de la civilización en la decildencia.
degeneración fue una referencia fundamental para todos los saberes de ~ Michel Foucault, La Volonté de savoir, ob. cit., p. 198.
fines del siglo XIX (psiquiatría, antropología, psicología, criminología, so­ 10 Como es sabido, Freud da el nombre de "superyó" a esa interiori­

ciología política). Pretendía someter el análisis de los fenómenos patoló- zación de los interdictos.
100 LA FAMILIA EN DESORDEN
EL PATRIARCA MUTILADO 101

remedio de un malestar de la sociedad burguesa, presa de ción de la llamada familia "autoritaria".1J Pero también veía
las variaciones de la figura del padre. Contribuyó a la eclo­ en ella la fuente de las rebeliones futuras. Y no se equivocaba,
sión, dentro de la familia afectiva, de nuevos modos de pa­ porque en el siglo xx ella iba a ser el motivo de una división
rentalidad -la llamada familia "recompuesta" o "monopa­ incesante entre la autoridad y la libertad, el apego y la autono­
rental"-, al mismo tiempo que se convertía en el fermento mización, la represión de los instintos y el advenimiento del
de un doble movimiento social que ligaba la emancipación deseo, el grupo y el individuo, el sometimiento y el conflicw.
de las mujeres y los niños -y más adelante los homosexua­ Todos esws ordenamientos muestran que la erotización
les- a la rebelión de los hijos contra los padres. Por eso fue de la sexualidad fue a la par con una interiorización, en el
un producto de la industrialización, el debilitamiento de las psiquismo, de las prohibiciones fundamentales característi­
creencias religiosas y una degradación cada vez más grande cas de las sociedades humanas. Y si el psicoanálisis se basa
de los poderes autocráticos, teocráticos y monárquicos. Freud en la idea de que el deseo es a la vez culpable y necesario al
escribe: hombre y la sublimación del instinto es la condición de la
civilización, ello significa que no favorece ni la represión
El psicoanálisis nos ha hecho conocer la relación Íntima
de la libido ni la creencia en su carácter benéfico. Al plan­
entre el complejo paterno y la creencia en Dios, nos mos­
tear ese principio, Freud se adelantó a su tiempo pero estu­
tró que el Dios personal no es, desde el punto de vista
psicológico, otra cosa que un padre puesto por las nubes y
vo detrás de su propia innovación. Pues creía que la civili­
nos brinda cotidianamente el espectáculo de jóvenes que zación jamás lograría desatar sin perjuicio los lazos entre el
pierden la fe cuando en ellos se derrumba la autoridad del deseo sexual y la procreación. En 1930, escribía:
padre. En consecuencia, reconocemos en el complejo
parental la raíz de la necesidad religiosa." La civilización de nuestros días deja entender con claridad
que admite las relaciones sexuales con la única condición
¿El siglo XIX contribuyó, como los dos anteriores, a una de que tengan por base la unión indisoluble, y contraída de
erotización gradual de las prácticas sexuales o, al contrario, una vez y para siempre, de un hombre y una mujer; que no
tolera la sexualidad como fuente autónoma de placer y sólo
favoreció su represión [répression]? Esta cuestión aún divide a
está dispuesta a admitirla a título de agente de multiplica­
los historiadores. \Z Sin embargo, como acabo de señalarlo, la
ción que hasta aquí nada ha podido reemplazar. 14
idea de la exhibición no excluye la de la represión, y si Freud
pudo transferir a un nuevo orden simbólico la antigua sobera­
Así, Freud desconoce la fuerza de la ruptura que ha iniciado
nía patriarcal, fue sin duda porque seguía apegado a la tradi-
y se niega a ver cuánto contribuye ya ésta a la separación del

II Sigmund Freud, Un souvenir d'enfanee de Léonard de Vinei (1910),


11Originada en las sociedades geml,ínicas.
París, Gallimard, 1987, p. 156 [trad. esp.: Un recuerdo infantil de Leonardo 14Sigmund Freud, Malaise dans la civilisation, ob. cie., p. 57 . Sobre la
da Vinei, en oc, ob. cit., vol. 11, 1979]. cuestión de la rup[Ura entre deseo sexual y procreación, el lector deber,í
IZ ef. ]ean-Louis Flandrin, Le Sexe etl'Oeeident, ob. cie., pp. 279-280.
remitirse al capítulo 7 de la presente obra, "El poder de las madres".
102 LA FAMILIA EN llESORUEN EL PATRIARCA MUTILADO 103

deseo y la procreación, sin poner, pese a ello, en peligro la y da origen, entonces, a una organización más individua­
civilización. Pues a sus ojos el verdadero peligro para la cul­ lista de la familia.
tura no reside en esa disociación, sino en el poder infinito de A fines del siglo XIX, en la mayor parte de los países occiden­
la crueldad humana sostenida por la ciencia y la tecnología. tales,16 el casamiento tardío -entre los veinte y los veinticinco
En 1976, Michel Foucault toma el partido de la erotiza­ años- ya había sustituido el matrimonio concertado. 17 El culto
ción contra el de la represión: del libertinaje, antaño reservado a la aristocracia, y el influjo de
la religión, que ponía al sujeto en una confrontación secreta
Durante mucho tiempo habríamos soportado, y sufriría­ consigo mismo, fueron sucedidos entonces por una política ra­
mos todavía, un régimen victoriano. La gazmoña imperial cional y voluntarista orientada a clasificar los comportamientos
figuraría en el blasón de nuestra sexualidad, contenida, humanos e imponer a cada individuo un ejercicio correcto de la
muda, hipócrita [... ]. Propongamos la hipótesis general del sexualidad. Toda la terminología de la medicina mental, la psi­
trabajo. La sociedad que se desarrolló en el siglo XVIll -llá­
cología y la sexología nació de ese vasto movimiento que acom­
mese burguesa, capitalista o industrial- no opuso al sexo
pañó la marcha de la sociedad hacia la igualdad democrática.
una negativCl fundamental a reconocerlo. Al contrario,
puso en práctica todo un aparato para producir discursos La valorización del matrimonio por amor se tradujo en
verdaderos sobre él. IS la elaboración de una moral civilizada, mucho más acen­
tuada en los países puritanos y protestantes que en los cató­
De hecho, si observamos la evolución de las sociedades oc­ licos.L 8 Fundada en la monopolización del afecto por la ins­
cidentales desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, titución matrimonial, esa moral exigía que el amor y la pa­
advertimos que, en oposición a lo que afirma Foucault, esos sión, antaño reservados a los amantes, fuesen en lo sucesivo
dos movimientos -represión y exhibición de la sexualidad­ asumidos por los esposos.19 Sirvió, por lo tanto, para pro­
jamás son excluyentes entre sí. En consecuencia, el mode­
lo edípico, que los toma en cuenta sin oponerlos, es en 1/\ En Europa occidental, central y septentrional, pero también en
verdad la traducción de una nueva organización de la fa­ Nueva Inglaterra.
milia, originada en la propia sociedad civil y basada en 17 O "prepuberal".

18 Obediente al principio del holy matrimony, esta moral exaltaba el


tres fenómenos notables: la revolución de la afectividad,
lazo conyugal. Alexis de Tocqueville ya sei1alaba en 1840 que los euro­
que exige cada vez más la asociación del matrimonio bur­ peos y los norteamericanos no tenían la misma concepción del pecado
gués al sentimiento amoroso y la expansión de la sexuali­ en materia de relaciones sexuales: "Entre los norteamericanos, la pureza
dad femenina y masculina; el lugar preponderante asigna­ de las costumbres en el matrimonio y el respeto de la fe conyugal son
do al niño, cuyo efecto es la "matemalización" de la célu­ impuestos en igual medida al hombre y la mujer, y el seductor queda tan
deshonrado como su víctima" (De la démocratie en Amérique [1935], Pa­
la familiar, y la práctica sistemática de una contracepción
rís, Robert Laffont, col. "Bouquins", 1986, p. 574 [trad. esp.: La demo­
espontánea, que disocia el deseo sexual de la procreación cTacia en América, México, Fondo de Cultura EconómicZl, 1957]).
19 Edward Shorter llama romantic lave a esta revolución (en La
15 Michel Foucault, La Volonté de savoir, ob. ciL, pp. 9 Y 92. Naissance de la famille modeme, ob. cit.). Por su bdo, Alain Corbin des­
EL PATRIARCA MUTILADO lOS
104 LA FAMILIA EN DESORDEN

nunciar una condena radical contra todas las llamadas prác­ en el orgasmo y la procreación. Pero como contrapartida,
ticas de "fornicación" -masturbación, sodomía, felación, ninguna sexualidad normal tenía derecho a expresarse fue­
etcétera-, así como todas las relaciones carnales exteriores ra de los lazos del matrimonio. 2o
a la conyugalidad. Espantados por el poder de la energía Este programa victoriano no podía sino provocar un desas­
sexual -cuyos perjuicios se descubrían en los cuerpos con­ tre. Por eso fue impugnado en Europa y Estados Unidos por los
vulsos de las mujeres histéricas-, los defensores de la ética representantes de los distintos movimientos de liberación: fe­
protestante iniciaron, alrededor de 1900, una cruzada con­ ministas, libertarios, refonnistas, liberales, teóricos de la revo­
tra su posible "perdición". Para ser útil a la familia indus­ lución sexual y el "amor libre", escritores, sexólogos, médicos.
triosa, la libido debía canalizarse, desexualizarse, moderarse El más célebre de ellos, Henry Havelock Ellis, no vaciló en
e incluso orientarse hacia actividades calificadas de "renta­ maltratarlo y exaltar las virtudes del eros y celebrar la utopía
bles" como la instrucción o la economía. Si escapara al do­ venidera de un ideal de tolerancia y felicidad. En cuanto a
minio de la codificación, se creía, amenazaría a la sociedad Freud, una de las víctimas de ese programa, ya que había
con la abolición de la diferencia de los sexos. Las mujeres se debido abstenerse de toda relación camal con su futura es­
transformarían en hombres, los hombres en mujeres y la posa durante los cinco años de noviazgo, le imputaba "el
madre patria, en un lupanar de invertidos y bisexuales. crecimiento de las enfermedades nerviosas en la sociedad
Para evitar el apocalipsis, era preciso entonces controlar moderna" y le oponía su propia concepción ética de una
la libido dentro de la propia conyugalidad burguesa. Así, a libido bien temperada.21
la prohibición del placer fuera del matrimonio, con su resul­ La expansión de esta moral civilizada corrió paralela con
tante abstinencia obligatoria, respondía de manera simétri­ una mutación de las prácticas de contracepción. Hasta fi­
ca la voluntad de luchar, dentro del matrimonio, contra la nes del siglo XVllI, las fluctuaciones demográficas europeas
frigidez de las mujeres y la impotencia de los hombres. Un experimentaron escasos cambios y la natalidad permaneció
buen matrimonio civilizado suponía la coacción de una relativamente estable con respecto a los índices de mortali­
sexualidad normalizada, centrada tanto en el coito como
20 Este programa que propiciaba la abstinencia sexual de los hom­
bres y las mujeres antes del matrimonio y condenaba toda forma de adul­
taca que ésta también se manifiesta, con una forma invertida, sobre todo terio fue actualizado en 2002 por George w. Bush, presidente de Estados
en Francia, en el fenómeno burgués del adulterio, que no es otra cosa Unidos y miembro del Partido Republicano.
21 Sigmund Freud, "La moral e sexuelle civilisée et la maladie nerveuse
que la construcción de una segunda familia frente a la primera (la famo­
sa "doble familia" de Balzac). Mientras que los maridos instalan a sus des temps modernes" (1908), en La Vie sexuelle, París, rUF, 1970 [trad.
queridas en "amueblados", sus esposas se erotizan junto a sus amantes. esp.: "La moral sexual 'cultural' y la nerviosidad moderna", en oc, ob.
Del mismo modo, una buena cantidad de prostitutas de los barrios ele­ cit., vol. 9, 1979J. El médico, escritor y sexólogo inglés Henry Havelock
gantes se empeñan en parecerse a las mujeres respetables. ef. "La Ellis (1859-1939), él mismo homosexual, se rebeló contra los códigos
fascination de I'adultere", en Amour el sexua!ité en Occident, volumen morales de la Inglaterra victoriana e hizo publicar sus obras en Estados
colectivo, introducción de Georges Duby, París, Seuil, col. "Points", 1991, Unidos, donde ejerció una importante influencia. Fue amigo de Freud,
pese a muchos desacuerdos teóricos.
pp. 133-139.
IOn LA FAMILI A EN l >E,.<;ORDEN EL PATRIARCA MUTILADO 107

dad adulta e infantil. Si bien las mujeres de todas las capas consecuencia fue el desarrollo de una nueva actitud hacia
sociales recurrían a diferentes técnicas contraceptivas, más el lactante y e! bebé.
o menos eficaces, y el aborto era frecuente, el infanticidio y Así, a lo largo del siglo XIX, los preceptos enunciados por
el abandono seguían siendo, desde hacía siglos, los dos me­ Rousseau y la filosofía de las Luces encontraron eco en (Odas
dios más utilizados para el control de la fecundidad. La pér­ las capas de la población. Se incitó a las madres a amamantar
dida de un hijo, en especial de un varón, era sin duda un a sus hijos y a dejar de entregarlos a nodrizas, e incluso se
motivo de sufrimiento para el padre y la madre. Pero el amor renunció progresivamente a la costumbre de la fajadura, que
parental coexistía muy bien con esas prácticas. Pues por encerraba al bebé en sus excrementos y le impedía toda li­
entonces el niño era considerado, ante todo, como la cosa bertad de movimientos.
de los padres, un objeto totalmente sometido a su volun­ La práctica de las formas masculinas de contracepción an­
tadY Por eso había que condenarlo a muerte, como suce­ tes mencionadas tuvo por corolario una baja de la natalidad
dió con Edipo al nacer, cuando amenazaba con poner en y una criminalización del infanticidio. 25 Investido de un nuevo
peligro a la familia. Por más que reprobara esos actos, la poder genealógico, el niño fue entonces considerado, en el
Iglesia no hizo casi nada por impedirlos. 23 seno de la familia burguesa, como una inversión en la trans­
A partir de la Revolución, particularmente en Francia, misión de! patrimonio y como un ser deseable, ya no fabrica­
y luego en el resto de Europa durante todo el siglo XIX, se do en cadena y sin control. De allí, como contrapartida, el
constató una disminución importante de la natalidad, sólo interés creciente prestado por los médicos y sexólogos de fi­
explicable por una profunda mutación en la vida de las fa­ nes del siglo XIX a la sexualidad infantil y al "niño masturba­
milias. Si e! amor tenía carta de ciudadanía en e! centro de dor".26 ]ean-Louis Flandrin escribe:
la institución matrimonial y la esposa disfrutaba de! dere­
cho a una sexualidad, si no abierta, sí al menos reconocida, El niño apareció para ser amado y educado, y la familia
ello implicaba, por un lado, que el hombre debía controlar moderna se erigió en célula básica de nuestra sociedad
sus actos sexuales, fuera por la abstinenc ia, fuera por el coitus con conciencia de esos deberes de amor y educación y en
interruptus, fuera por relaciones prolongadas sin eyaculación, torno del niño. Esta mutación, fundamental en sí misma,
explica también la revolución demográfica del siglo XIX:
y por otro, que e! niño dejaba de ser una cosa para conver­
como la familia se fundaba alrededor del niño, la pareja se
tirse, también él, en un sujeto con todas las de la ley.24 La

11 Sobre el nacimiento del instinto maternal, cf. Élisabeth Badinter,


L' Amaur en plus, París, F1ammarion, 1980 [trad. esp.: ¿Existe el instinw T1la!er­ a los cuarenta años como medio contraceptivo, tras el nacimiento de su
7Ul{lHiswria del amar mater7Ull, siglos XVII al xx, Bmcelona, Paidós, 1991]. sexto y último hijo.
11 Philippe Aries, "La contraception autrefois", en Amaur et sexualité 11 Como medio contraceptivo, el infanticidio fue reemplazado por el
en Occident, ob. cit., pp. 115-130. abandono en el siglo XVII I, antes de que la psiquiatría lo considerara una
14 Señalemos que Freud, luego de haber practicado la abstinencia patología homicida.
forzada durante su prolongado noviazgo, recurrió voluntariamente a ell,¡ 26 Así lo llama Foucault en La Va/amé de savair, ob. cit.
108 LA FAMILIA EN I)ESORLlEN
EL PATRIARCA MUTILADO 109

sintió, en cada uno de sus actos, responsable del futuro de


éste y "llegó" a planificar los nacimientosY
chas convicciones estuvieran inscriptas en la naturaleza
misma de la diferencia sexual, como lo habían afirmado los
Esta transformación de la sexualidad y de la mirada puesta filósofos de las Luces. 29
sobre la mujer y el niño dentro de la familia generó un or­ De hecho, ese nuevo orden simbólico, encamado por el
denamiento inédito de las relaciones de alianza. En lugar patriarca mutilado y del cual Freud había pretendido ser
de reducirse a su papel de esposa o madre, la mujer se portavoz al deducir de! asesinato del padre la emancipación
individualizó a medida que el acceso al placer se distinguía sexual de los hijos y las mujeres, se erigió pronto en un prin­
de la procreación. En cuanto al niño, se proyectó en una cipio civilizador y laico. Razón por la cual, cada vez más
identidad diferente de la de sus padres. A partir de ello, la preocupados por escapar a las contingencias evolucionistas,
dominación paterna sólo pudo ejercerse en una copartici­ sus teóricos buscaron su rastro en las descripciones de la
pación consentida que respetaba el lugar de cada uno de los antropología de los primeros veinticinco años del siglo xx,
miembros ligados por la institución matrimonial. Freud teo­ que privilegiaban e! estudio racional y comparativo del pa­
rizó ese paso del niño objeto al niño sujeto al mostrar que rentesco en desmedro de cualquier moral familiarista. Como
éste siempre es, para sus padres, una prolongación de sí mis­ consecuencia, ese nuevo orden simbólico fue, a la vez, me­
mos. Por consiguiente, la muerte del hijo antes del falleci­ nos coercitivo que el poder patriarcal del cual derivaba y
miento de los padres se emparenta, según él, con una mons­ más riguroso en la voluntad de imponer su legitimidad a la
truosa herida narcisista. 28 sociedad. Sirvió, por consiguiente, tanto para prolongar
El orden simbólico resultante de la gradual separación como para hacer vacilar las viejas costumbres.
del sexo y la procreación sirvió, paradójicamente, para per­ Hasta 1970 fue el receptáculo de una evolución de la
petuar las antiguas convicciones sobre la diferencia sexual, sociedad que ratificó la declinación de la función paterna
según las cuales los años de "mimos" prolongan la fusión en beneficio de una autoridad parental compartida. Pero al
con la madre, mientras que la educación está emparentada atribuir a ésta una hegemonía antaño exclusivamente en
con un adiestramiento paterno, único capaz de arrancar al manos de la voluntad del padre, puso fin al poder patriarcal
niño de los excesos de la blandura materna. Pero al mismo en el cual se había originado.
tiempo, ese orden desechó cada vez más la idea de que di­ Las grandes etapas de este debilitamiento son conoci­
das, sobre todo en el caso de Francia. En 1935 se abolió el
derecho a los castigos paternos, como ya lo recordé. Tres
17 ]ean-Louis Flandrin, Le Sexe et l'Occident, ob. cit., p. 144. Flandrin
años después, el padre perdió la potestad conyugal a la vez
comenta en este párrafo la obra de Philippe Aries, L' Enfane ee la vie
fami/iale sous l' Ancien Régime (I960), París, Seuil, 1973 [trad . esp.: El que conservaba plenos poderes sobre sus hijos, así como el
niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Madrid, Taurus, 1987J. derecho de autorizar o no a su esposa a ejercer una profe­
18 Sigmund Freud y Ludwig Binswanger, Correspondan ce /908-1938,
París, Calmann-Lévy, 1995, p. 225. Freud experimentaría ese sentimiento
tras la muerte de su hija Sophie en 1920, a la que seguiría la de su nieto. 19 Esta cuestión se abordará en el capítulo 6, "Las mujeres tienen un
sexo".
EL PATRIARCA MUTILADO 111
110 LA FAMILIA EN DESORllEN

el inconsciente, los primeros análisis serológicos permitieron


sión. Se convirtió entonces en un "jefe de familia", al que
aportar la prueba de la "no paternidad". Es cierto, liberaban
el Estado republicano, con el paso de los años, despojó de
al padre de la obligación de alimentar a un hijo que no era
sus prerrogativas.
suyo; pero también mostraban, por primera vez en la historia
Con la ayuda del psicoanálisis, la psiquiatría, la pedago­
de la humanidad, la posibilidad de una separación radical
gía y la psicología, la familia llegó a ser entonces el objeto
entre la nominación y el engendramiento. La ciencia susti­
de una política de control, centrada en la prevención de las
tuía así el gran prestigio de la palabra para demostrar que el
anomalías sociales y psíquicas: psicosis, discapacidades, de­
padre ya no era incierto, cosa que a fines del siglo xx confir­
lincuencia, desviaciones sexuales, etc. Pronto comenzó a
marían los exámenes genéticos. Quedaba entonces allanado
popularizarse la idea de la "carencia paterna", es decir, la
el camino para que la antigua identidad del padre se escindiera
ausencia del padre en situaciones de divorcio en las cuales
en dos polos: productor de semen por un lado, inspirador de
el hijo quedaba a cargo de la madre. Por último, se teorizó
una función nominativa por otro. JJ
el concepto de "dimisión de la figura paterna" para dar cuen­
Herido en cuerpo y alma, el patriarca mutilado de este
ta de las situaciones en que el padre era considerado inca­
nuevo orden simbólico ya no podría hacer valer, por lo tan­
paz de garantizar una presencia real junto a los suyos debido
to, más que el don de su patronímico para afirmar su dere­
a un trabajo que lo alejaba del hogar conyugaPO
cho a una especie de nominación "adoptiva". Pero, a la
En la década de 1950 se lanzaron las primeras campañas
inversa, ya no podría sustraerse a la búsqueda de las pruebas
de regulación de los nacimientos. Al aumentar la expecta­
de su función de genitor, en el caso de no querer reconocer
tiva de vida, la noción de adolescencia se impuso como
a un niño que era suyo.
etapa intermedia entre la infancia y la adultez. A continua­
En 1970, con la supresión de la expresión "jefe de fami­
ción, las diferentes "edades" de la vida no dejaron de desa­
lia", la idea misma de patria potestad queda definitivamente
rrollarse, diferenciarse y diversificarse. JI
eliminada de la ley. En lo sucesivo, el padre comparte con la
En 1955, en el momento en que Lacan hacía suya y mo­
madre el poder sobre el hijo, y sus antiguas prerrogativas, ya
dernizaba la teoría medieval de la nominación J2 para afirmar
muy debilitadas con el paso de las décadas, se reducen prác­
que el Nombre-del-Padre designaba el significante mismo de
ticamente a nada. La familia se convierte entonces en
la función paterna, como inscripción del orden simbólico en
"coparental" y comienza a hablarse de "coparentalidad".J4 Por

lO La expresión "carencia materna" sólo se utilizaba para los niños

abandonados y afectados de hospitalismo. Cf. Jenny Aubry, Enfance IJ Esta cuestión se trata en el capítulo 7 de la presente obra, "El
abandonnée (1953), París, Scarabée-Métailié, 1983. poder de las madres".
JI Cf. Philippe Aries, L' Enfant et la vie fami/iale ... , ob. cito
H Ley francesa del 4 de junio de 1970. "La experiencia muestra",
.H Sobre la génesis de ese concepto, cf. Élisabeth Roudinesco,}acques
destaca René Plcven, ministro de justicia, "que es preciso proteger a las
Lacan. Esquisse d'une vie, histoire d'un systeme de pensée, París, Fayard, madres naturales de sus compañeros efímeros que sólo recuerdan su pa­
1993 [trad. esp.: Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pen­
ternidad y los derechos que los antiguos textos les conferían para
samiento, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994) .
ll2 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PATRIARCA MUTlLALX) lU

último, cinco años después, con la legalización del aborto ya 11a el capitalismo, para dar origen al individualismo. En lo
vigente en muchos países de Europa, las mujeres arrancan a sucesivo, la familia moderna se limita al padre, la madre, los
la dominación masculina el control total de la procreación, y hijos y sus descendientes, así como a los hijos menores y sol­
lo logran aun antes de haber conquistado la igualdad de de­ teros.}7 En ese modelo, el padre se reduce, según Durkheim,
rechos sociales y políticos.}5 a una abstracción, pues es la familia, y no él, la que se encarga
Como ya lo indiqué, las ciencias sociales nacientes -an­ de los conflictos privados, actuando así a la vez de respaldo a
tropología y sociología- se asignaron la tarea de pensar y la individualización de los sujetos y de muralla a su finitud. Si
describir esta nueva organización de la familia, en el mo­ ella no asumiera ese papel, agrega Durkheim, el sujeto corre­
mento mismo en que renunciaban al evolucionismo y a la ría el riesgo de tomarse por su propio fin y suicidarse.
invocación de las antiguas dinastías heroicas para hacer del En 1898, Durkheim añade a esta descripción una defi­
estudio del parentesco un modelo de investigación de vo­ nición sociológica del parentesco disociada de la consan­
cación universal, capaz de anticipar las transformaciones guinidad. Originada en la familia primitiva, ésta tiene por
sociales venideras. fundamento, dice, el totemismo, que remite a una nomi­
En 1892, Émile Durkheim conceptualiza la familia con­ nación original. Pues el emblema heredado del tótem sir­
yuga[36 en términos muy alejados de la mitología freudiana ve de soporte a las relaciones entre individuos de un mis­
de los "estadios" y su interiorización psíquica. Sin embargo, mo clan, lo cual los aparta de una pertenencia centrada
las conclusiones que extrae de sus observaciones no son aje­ en la raza, la sangre o el lazo hereditario: "Aun por sí solo,
nas a la perspectiva edípica. Durkheim muestra, en efecto, el nacimiento no basta para hacer ipso [acto del niño un
que la construcción de la llamada familia "nuclear", origina­ miembro integrante de la sociedad doméstica; es preciso
da en las sociedades germánicas más civilizadas de Europa, se que ciertas ceremonias religiosas se sobreañadan a él. La
apoya en la contracción de la vieja organización patriarcal. idea de consanguinidad, por lo tanto, queda claramente
A su entender, la institución familiar tiende a reducirse a en segundo plano" .}8
medida que se extienden las relaciones sociales y se desarro­ Al leer todas estas interpretaciones de la familia, de
Freud a Durkheim, se comprende que el psicoanálisis, la
amenazarlas con quitarles e! niño al cual están apegadas" (Blandine sociología y la antropología supieran hacerse cargo, me­
Grosjean, "La délicate parité parentale", en Libérarion, 26 de marzo de diante conceptos apropiados, de las transiciones ya vigen­
2002) . Acerca de la aparición de los términos "monoparentalidad" y
"homoparentalidad", el lector puede remitirse al capítulo 8 de este libro,
tes en la vida de las familias. Contrariamente a los princi­
"La familia venidera".
J5 Cf. Luc-Henry Choquet y Élisabeth Zucker-Rouvillois, Reconsidérer J7 Sin saberlo, Durkheim describe así la familia de! propio Freud,
la fami/Ie, París, GalJimard, 2001. Esta cuestión se aborda en los capítu­ compuesta, en efecto, por su mujer, su cuñada (soltera) y sus hijos, uno
los 6 y 8 de la presente obra, "Las mujeres tienen un sexo" y "La familia de los cuales, Anna, nunca se casará y vivir,) bajo el mismo techo de sus
venidera", respectivamente. padres.
Jfi Émile Durkheim, "La famille conj ugale", L' Année sociologique, .l~ Émile Durkheim, "La prohibition de I'inceste et ses origines"
1892, pp . 35-49. (1898), en Joumal sociologique, París, PUF, 1969.
114 LA FAMILIA EN DESORDEN
115
EL PATRIARCA MUTILADO

pios de la psicología de los pueblos o el evolucionismo in­ cuyo yo, en el análisis, debe ser sostenido contra un ello
genuo que, de Bonald a Le Play, veían la familia como un pulsional omnipotente.4o
cuerpo orgánico cuyas fronteras morales era necesario pre­
servar a toda costa, estas tres disciplinas propusieron una En Londres, Melanie Klein proponía, al contrario, abolir
nueva definición del orden simbólico que posibilita pen­ las barreras que impedían al psicoanalista tener un acceso
sar la declinación del poder paterno sin destruir, empero, directo al inconsciente del niño. La protección de la que
la estructura que permitía mantenerlo con una forma cada hablaba Freud le parecía un embuste.
vez más abstracta. Más allá de estas consideraciones técnicas, que en 1925
dieron origen a una nueva práctica del psicoanálisis infantil,
Fenómeno inevitable, esa declinación transformó la fami­ se advierte con claridad que si Freud procuraba descubrir al
lia en una fortaleza afectiva replegada sobre intereses priva­ niño reprimido en el adulto, Melanie Klein, por medio del
dos. Y como los matrimonios por amor resultaban a la larga interés puesto en el origen de las psicosis y en las relaciones
en un agotamiento del deseo y un desencanto con el sexo, arcaicas con la madre, exploraba en el niño lo que ya estaba
la relación entre la madre y el niño cobró una dimensión reprimido en él: el lactante. A partir de la década de 1950, los
primordial, a medida que aumentaba la cantidad de separa­ análisis de niños se realizaron por doquier con métodos más
ciones, divorcios y recomposiciones parentales. Se presen­ kleinianos que freudianos. Y aunque padres y madres nunca
ció entonces, durante todo el siglo xx, una "maternaliza­ fueron excluidos de esas curas, el padre dejó de ocupar en
ción"J9 gradual de la familia nuclear que se tradujo, para el ellas el papel de mensajero de la palabra infantil.
psicoanálisis, en un abandono relativo del freudismo clási­ Objeto de todas las proyecciones imaginarias, de las más
co en beneficio de las teorías de Melanie Klein. aborrecibles a las más fusionales, la madre, en el sentido
En Viena, Freud consideraba que el análisis de un niño kleiniano, ya no tenía realidad antropológica alguna. Buen o
no debía comenzar antes de los cuatro años ni realizarse "en mal objeto, se aprehendía de manera subjetiva como un lu­
directo", al margen de la mediación de la autoridad parental gar de fantasmas inconscientes y una fuente de destrucción.
juzgada protectora: Melanie Klein demostraba que, bajo las apariencias de
la mayor normalidad, la familia afectiva moderna ocultaba
Planteamos como elemento previo que el niño es un ser en su seno los tormentos más atroces y los secretos más fu­
pulsional, con un yo frágil y un superyó recién en vías de nestos. La patología psíquica daba la medida de la norma
forma ción. En el adulto, trabajamos con un yo fortaleci­
vigente en el centro de una relación entre la madre y el
do. Por lo tanto, no seremos infieles al análisis si tomamos
en cuenta en nuestra técnica la especificidad del niño,
niño que tendía a abolir la función separadora del padre.

40 "Lettres de Sigmund Freud a Joan Riviere (1921-1939)", presen­


Según el término utilizado por Edward Shorter en Naissance de la
19
tadas por Athol Hugues, en Revue internationale d' histoire de la psychanalyse,
famille moderne, ob. cit., p. 279.
6, 1993, pp. 429-481.
116 LA FAM ILIA EN DESORDEN EL PATRIARCA MUTILAOO 117

Hubo que esperar los aportes clínicos de Donald Woods de una ley del padre consecutiva a un asesinato reprimido,
Winnicott sobre la "madre suficientemente buena" (good­ Lacan publicó una brillante síntesis del estado de la familia
enough mother) y la "madre devota común" (ordinary devoted occidental en vísperas de la guerra. En ella mezclaba conside­
mother) para corregir los excesos de esos divajes maniqueos raciones clínicas sobre el complejo de Edipo o la psicopatología
que desembocaban en una visión perversa o psicótica de las de las relaciones entre padres e hijos con un análisis de las
relaciones de parentesco. 41 diferentes teorías psicoanalíticas, antropológicas y sociológi­
Winnicott restablecía de hecho un equilibrio entre los cas que permitían comprender su estatus yevolución. 4J
polos de lo materno y lo paterno al destacar que el padre es Asociando las tesis de Bonald a las de Aristóteles y Durkheim,
"necesario para dar a la madre un apoyo moral, sostenerla Lacan tomaba en cuenta los avances kleinianos para trazar
en su autoridad y ser la encarnación de la ley y el orden que un cuadro tenebroso de la familia nuclear moderna. Pero
ella introduce en la vida del niño"Y En este aspecto, tam­ también se inspiraba en el biólogo alemán Jakob von Uexküll,
bién él representó una concepción maternalista de la fami­ que había revolucionado el estudio de los comportamien­
lia en virtud de la cual el niño se había convertido en His tos animales y humanos al mostrar que la pertenencia a un
Majesty Baby y el padre, en el soporte de la autoridad ma­ medio debía pensarse como la interiorización de éste en la
terna. Con la salvedad de que Winnicott rechazaba el vivencia de cada especie. De allí, la idea de que el anclaje
maniqueísmo de la omnipotencia, buena o mala, de lo ma­ de un sujeto en un medio ambiente no debe definirse como
ternal "internalizado", en beneficio de la idea de una auto­ un contrato entre un individuo libre y una sociedad, sino
ridad simbólica compartida. como una relación de dependencia entre un medio y un
Dentro de ese dispositivo, que influyó sobre el conjunto individuo, determinado éste por acciones específicas de in­
de las sociedades occidentales, el niño ocupó, en su rela­ teriorización de los elementos de ese medio.
ción con la madre, el lugar central antaño atribuido a Dios Este préstamo permitía a Lacan destacar que la familia
padre. Por eso, valido de su omnipotencia, heredó una ima­ se organiza de acuerdo con imagos, un conjunto de repre­
gen confusa de la autoridad paterna, que parecía disolverse sentaciones inconscientes marcadas por los polos de lo pa­
en la nada de una maternalización creciente. terno y lo materno. Al margen de esta pertenencia, decía,
que caracteriza la organicidad social de la familia, no es
En 1938, en el momento en que Freud tomaba a Moisés para posible ninguna humanización del individuo.
demostrar que el monoteísmo debía su poder a la instauración

4) Jacques Lacan, "Les complexes familiaux dans la fonnation de

Donald Woods Winnicon, Le Bébé et sa mere, París, Payot, 1992


41 l'individu" (1 938), en Autres écrits, París, Seuil, 2001, pp. 23-85 [trad.
[trad. esp.: Los bebés y sus madres, Buenos Aires, Paidós, 1989J. esp.: La familia, Buenos Aires, Argonauta, 1978]. Y<l tuve oportunidad
42 Donald Woods Winnicott, "Le pere" (1944) , en ¡; Enfant et sa de comentar este texto y explicar su génesis. Cf. Élisabeth Roudinesco,
fami/le, París, P<lyot, 1989, p. 119 [tmd. esp.: Conozca a su niño: primeras Jacques Lacan. Esquisse ... , ob. cit. Retomo aquí algunos puntos de mi
relaciones entre el niño y su familia, Barcelona, Paidós , 1993]. demostración para completarla.
11 1'1 LA FAM ILIA EN DESORDEN EL PATRIARCA MUTI LADO 11 9

En apariencia, entonces, Lacan pensaba la familia como simbólica. Apoyado en Henri Bergson,45que en 1932 oponía
un todo orgánico y no vacilaba en fustigar la declinación de una moral de la obligación a una moral de la aspiración, veía
la imago paterna tan característica, a su juicio, del estado de­ en el interdicto de la madre la forma concreta de una obliga­
sastroso de la sociedad europea en vísperas de la guerra. Sin ción primordial o de una moral cerrada. Su expresión era el
embargo, en contraste con los teóricos de la contrarrevolu­ complejo de destete, porque restahlecía, en la forma de una
ción, se oponía a la idea de que un restablecimiento de la om­ ''¡mago del pecho materno", la relación nutricia interrumpi­
nipotencia patriarcal fuera una solución al problema. Y del da. La existencia de esta imago, decía Lacan, domina el con­
mismo modo, se negaba a hacer de la familia la apuesta de una junto de la vida humana como una invocación de la nostal­
perpetuación de la raza, el territorio o la herencia. Estaba con­ gia por el todo. Y explica en la mujer la permanencia del
vencido de que la antigua soberanía del padre había desapare­ sentimiento de maternidad. Pero cuando esa imago no se
cido para siempre, por lo cual todo proyecto de restauración sublima para permitir el lazo social, se vuelve mortífera. De
no podía terminar sino en una farsa, una caricatura, un artifi­ allí un apetito de muerte que puede manifestarse en conduc­
cio. De hecho, a través de una terminología que parecía próxi­ tas suicidas en el sujeto.
ma a la de Bonald e incluso a la de Maurras, Lacan analizaba el En contraste, Lacan situaba la función de la aspiración y
fenómeno familiar a la manera de Durkheim y la antropología la apertura del lado de la autoridad paterna, cuya expresión
moderna. 44 A su entender, la familia debía estar sometida a la era el complejo edípico, porque introducía una triangulación
mirada crítica de la razón. De este proceder -y sólo de él­ que separaba al niño de la madre.
dependía la posibilidad de introducir en el "todo orgánico" Crisol del crimen, la locura y la neurosis, la familia era
una conciencia subjetiva capaz de separarse de él. entonces, a su juicio, la peor de las estructuras, con excep­
Lacan, en consecuencia, aprendía la lección enseñada por ción de todas las demás: "Familias, os odio, porque no pue­
el gesto freudiano. La revalorización del padre sólo podía ser do amaros", tal podría haber sido su divisa. Por eso rendía
homenaje a Freud:
44 En este aspecto, contrariamente a lo que afirman algunos autores,

Lacan no fue jamás un pensador maurrasiano y tampoco defendió una El sublime azar del genio no explica acaso por sí solo que
concepción conservadora o católica de la familia. ef. Michel Ton, haya sido en Viena -por entonces centro de un Estado
"Homophobies psychanalytiques", en Le Monde, 15 de octubre de 1999, y que era el melting pot de las formas familiares más diversas,
"Quelques conséquences de la différence 'psychanalytique» des sexes', en de las más arcaicas a las más evolucionadas, de los últimos
Les Temps modemes, 609, junio-julio-agosto de 2000, y Didier Éribon, Une agrupamientos agnáticos de los campesinos eslavos a las
morale du minoriraire . Variations sur un theme de lean Genet, París, Fayard, formas más reducidas del hogar pequeñoburgués y las for­
col. "Histoire de la pensée", 2001, sobre todo los capítulos dedicados a la
mas más decadentes de la pareja inestable, pasando por
"homofobia" de Lacan y el titulado "Pour en finir avec Jacques Lacan".
Tuve la ocasión de responder a estas críticas en una entrevista con Frans:ois
Pommier: "Psychanalyse et homosexualité: réflexions sur le désir pervers, 45 Henri Bergson, Les Deux sources de lamorale et de la religion (1932),
l'injure et la fonction patemelle", en Cliniques méditerranéennes, 65, fe­ París, PUF, 2000 [trad. esp.: Las dos fuentes de la moral y de la religión,
brero-marzo de 2002, pp. 7-34. Madrid , Tecnos, 1996].
IZO LA FAMILIA EN DESORDEN EL PATRIARCA MUTILAl>O lZ!

los paternalismos feudales o mercantiles- donde un hijo y despojado de los atributos de su paternidad. Del mismo
del patriarcado judío inventara el complejo de Edipo. Sea modo, en la generación siguiente, elegiría a Antígona, he­
como fuere, las formas de neurosis dominantes a fines del roína mística, a su juicio, de un trayecto mortífero -entre­
siglo pasado revelaron su íntima dependencia de las con­
dos-muertes-, y no a Electra u Orestes. Por último, haría de
diciones de la familia. 46
Hamlet, no un hijo culpable, sino el héroe de una tragedia
de lo imposible, prisionero de un padre muerto -el espec­
A la vez que esgrimía el blasón inmemorial del padre, trans­
tro- y de una madre que le había transmitido un verdadero
formado, por el movimiento mismo de la historia, en un pa­
terror a la femineidad. 49
triarca desfalleciente, Lacan se interrogaba sobre la pertinen­
Esta representación casi sadiana de una virginidad mís­
cia de la lectura freudiana del Edipa de Sófocles. Sin lugar a
tica, que escapa allagas separador, indicaba la gran preocu­
dudas, a partir de 1938 comenzó a releer al revés -o de otro
pación de Lacan por disociar lo femenino de lo materno y
modo- el mito y la tragedia. Y como resultado, afirmaba que
comprender su lugar. En este aspecto, podemos plantear
la "protesta viril de la mujer" era la consecuencia última de la
como hipótesis que, si Freud había respondido mediante
invención del complejo edípico. Pero en vez de hacer de la Esfin­
una nueva concepción del orden simbólico al terror finise­
ge un sustituto del padre, y de su eliminación, un signo pre­
cular de la borradura de la diferencia sexual, Lacan prolon­
cursor del deseo de la madre, veía en ello, antes bien, la "re­
gaba esa actitud enfrentándose a la irrupción de lo real de
presentación de una emancipación de las tiranías
esta diferencia. Y volvería a hacerlo cuando las mujeres pro­
matriarcales y una decadencia del rito del asesinato real". 47
curaran afirmar su identidad sexuada, al término de una
Señalaba asimismo que la elección edípica freudiana de una
guerra cuyo rasgo esencial había sido una voluntad de ex­
preponderancia del orden simbólico se acompañaba de un
terminio del género humano.
reverso temible: "la ocultación del principio femenino bajo
el ideal masculino, cuyo signo viviente es, por su misterio, la
virgen, a través de las edades de esta cultura".48
El tema de la "diferencia virginal", como paradigma de
un goce femenino heterogéneo al influjo del orden simbó­
lico, será recurrente a lo largo del desarrollo del pensamiento
de Lacan y lo llevará, en definitiva, a emprender una revi­
sión radical de la lectura de los trágicos griegos. Frente a
49 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre VII : L' Éthique de la psychanalyse
Edipo, rey de Tebas y tirano de la desmesura, Lacan prefería
(1959-1960), París, Seuil, 1986 [trad. esp.: El Seminario de]acques Lacan .
a Edipo en Colono, oscuro anciano privado de su soberanía Libro 7: La ética del psicoanálisis. 1959-1960, Buenos Aires-Barcelona,
Paidós, 1988\; Le Séminaire. Livre VI: Le Désir et son interprétation (1958­
46 Jacques Lacan, "Les complexes familiaux . . .", ob. cit., p. 61.
1959), inédito, y Le Séminaire. Livre xx : Encare (1972-1973), París, Seuil,
47 Ibíd., p. 58.
1975 [trad. esp.: El Seminario de }acques Lacan. Libro 20: Aún. 1972­
4~ Ibíd., p. 84.
/973, Buenos Aires, Paidós, 19891·
6. Las mujeres tienen un sexo

Hay diversas maneras de dar cuenta de las relaciones de domi­


nación, igualdad o desigualdad entre los hombres y las muje­
res. Si nos situamos en el punto de vista del cuerpo, el hombre
y la mujer son seres biológicos, y de su diferencia anatómica
depende su posición social. El género -o identidad sexual­
se determina entonces en función de esa diferencia. I Pero si se
privilegia el género en detrimento de la diferencia biológica,
esta última se relativiza y se valora otra diferencia entre los
hombres y las mujeres, calificada de "cultural" o "identitaria" y
determinada por el lugar que ocupan en la sociedad. En el
primer caso, la humanidad se divide en dos polos sexuados ­
los hombres de un lado, las mujeres de otro-, y en el segundo
se multiplican al infinito las diferencias sociales e identitarias

1 Derivada del latín genus, la palabra "género" se utiliza por lo co­

mún para designar una categoría cualquiera, clase, grupo o familia, que
exhibe los mismos signos de pertenencia. En numerosos trabajos con­
remporáneos, se designa por "sexo" lo que compere al cuerpo sexuado
(masculino o femenino) y por "género" lo relacionado con la significa­
ción sexual del cuerpo en la sociedad (masculinidad o femineidad). Cf.
Joan Scotr, "Genre: une catégorie utile d'analyse historic¡ue", en Les
Cahiers du GRIF, 37-38, primavera de 1988, pp. 125-153. [rrad. esp.: "El
género: una categoría úril par;) el análisis histórico", en María Cecilia
Cangiano y Lindsay DuBois (comps.), De mujer a género. Teoría, inter­
pretaCión y práctica feminista en las ciencias sociales, Buenos Aires, CEAL,
col. Los fundamentos de [as ciencias del hombre, 1993.1

123
124 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO IZ5

y se sostiene que unos y otras entran, desde el punto de vista decir, como un humano "no perteneciente a sí mismo". Poco
biológico, en la categoría de un género sexuado único; pues si importa, entonces, que sea o no un ser sexuado, porque no
bien tienen un sexo, la diferencia sexual importa menos, con tiene existencia política.
respecto a la sociedad, que otras diferencias como el color de la Superior al esclavo e inferior al hombre, la mujer se ase­
piel, la pertenencia de clase, las costumbres, la edad, el llama­ meja a éste como ser sexuado, pero es diferente porque está
do origen "étnico" e incluso el rol que se decide cumplir ante próxima a la animalidad y, en este aspecto, es susceptible de
los semejantes. tomarse peligrosa para la ciudad. Por lo tanto, se opone al
Sin duda, debemos a Aristóteles la descripción más in­ hombre por ser "pasiva" mientras que él es "activo", lo cual
teresante del modelo del sexo único. Según él, la primera hace de ella un "hombre invertido", según lo prueba la posi­
unión necesaria para el orden de la naturaleza es la de un ción de sus órganos: su útero es el equivalente de un pene. 2
macho y una hembra. El semen del hombre es soberano Este modelo llamado "unisexuado", que considera a la
pues contiene el "principio de la forma", mientras que la mujer como la réplica invertida exacta del hombre, será
simiente de la mujer no lo es, ya que sólo se trata de la "ma­ retomado por Galeno,3 quien, de todas maneras, lo someterá
teria que recibe la forma". Y cuando Aristóteles explica que a numerosas modificaciones. A sus ojos, el útero es el escro­
el macho es "el ser que engendra en otro, y la hembra, el ser to, la vulva es el prepucio, los ovarios son los testículos y la
que engendra en sí", quiere decir que sólo el esperma en­ vagina es un pene. En esa representación, la fecundación re­
gendra y genera a la criatura que se le asemejará. En conse­ sulta de la acción del semen masculino que "cuaja" la sangre
cuencia, el hombre manda, la mujer se somete y la familia menstrual de la mujer, a la manera de un queso.
se organiza según un principio monárquico. Con la condi­ Cuando se considera que el sexo anatómico prevalece
ción de que se integre a la ciudad, pues sólo la ciudad -es sobre el género, la unicidad estalla y la humanidad queda
decir, la ciudad griega- está sometida al principio monár­ dividida en dos categorías inmutables: los hombres y las
quico; a diferencia del mundo de los bárbaros, compuesto mujeres. Entonces, las otras diferencias se pasan por alto o
de aldeas, pura yuxtaposición de familias. se suprimen y, de ese modo, son posibles tres representacio­
Anterior a la familia pero compuesta de familias que re­ nes. O bien la diferencia sexual se piensa en términos de
producen su jerarquí<l, la ciudad está dividida en tres cate­ complementariedad y la mujer se convierte en un alter ego
gorías de seres humanos: el hombre, que es el amo, el espo­ del hombre, con quien comparte un placer carnal y un rol
so y el padre; la mujer, que es la esposa y la madre, y el social; o bien se inferioriza y la mujer se incluye en una espe­
esclavo, que es la "cosa del amo" y está desprovisto de esa
parte "deliberativa del alma propia del animal cívico". Por
¡ Aristóteles, Politique, vol. 1, ob. cit., p. 24. Véase también la p. 18
consiguiente, la mujer, aun inferior al hombre, se define,
de la presente obra.
como él, por su identidad sexuada -su género-, en tanto el 1 Claudio Galeno (!J1-20l d.C.), célebre médico y filósofo griego,
esclavo, que es la prolongación del animal de trabajo, se comentarista de Plat6n y autor de un tratado sobre las pasiones y los
define ante todo como la "propiedad de un hombre", vale errores del alma.
126 LA FAMILlA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 127

cie de tipo zoológico: monstruo, andrógino, lesbiana, pros­ En un libro publicado en 1990,5 Thomas Laqueur mues­
tituta; o bien, por último, se idealiza, y la mujer se convier­ tra que las nociones de género y sexo nunca se superpusieron
te en un "suplemento", heterogéneo al orden simbólico: la por completo ni se sucedieron en una historia lineal. Sin
loca, la mística, la virgen . En la primera representación, embargo, el modelo de la unicidad fue bastante dominante
la femineidad de la mujer siempre se asocia a la materni­ hasta el siglo XVIIl. Hombres y mujeres eran clasificados en­
dad, mientras que en las otras dos lo femenino y lo mater­ tonces de acuerdo con su grado de perfección metafísica, y la
nal se disocian, y la mujer es incapaz, entonces, de cum­ posición soberana correspondía siempre a un modelo mascu­
plir la tarea procreativa que le imponen la naturaleza y la lino asimilado a un orden simbólico neutro, unisexuado y de
cultura. origen divino. El género, por tanto, parecía inmutable, a
De estas distintas representaciones de la femineidad se imagen de la jerarquía del cosmos.
dedujeron las posiciones de poder, sometimiento, comple­ A continuación, en cambio, el modelo de la diferencia
mentariedad o exclusión de las mujeres dentro de la socie­ sexual, con sus diversas representaciones, se valorizó a me­
dad. Y cualesquiera que hayan sido las variaciones ligadas a dida que se sucedían los descubrimientos de la biología. La
la primacía atribuida al sexo o al género, en ellas siempre se posición ocupada por el género y el sexo se convirtió en
descubre la huella de las modificaciones sufridas por la fa­ objeto de un conflicto incesante, no sólo entre los hombres
milia a lo largo de los siglos. 4 y las mujeres sino entre los investigadores que intentaban
Así, la sexualidad de las mujeres surgió con toda su fuerza, explicar sus relaciones.
en primer lugar, de la declinación del poder divino del padre Desde un punto de vista antropológico, es posible clasificar
y su transferencia a un orden simbólico cada vez más abstrac­ las sociedades humanas en dos .categorías, en función de la
to, y luego, de la matemalización de la familia. Después de manera como piensan las relaciones entre el sexo social (gé­
haber sido tan temido, pudo brotar entonces un deseo feme­ nero) y el sexo biológico (sexo). A cada categoría corresponde
nino fundado a la vez en el sexo y el género, a medida que los una representación, según que una y otra se entremezclen y se
hombres perdían el control del cuerpo de las mujeres. Cuan­ superpongan o el género prevalezca sobre el sexo (e incluso
do éstas, a fines del siglo xx, se apoderaron de manera defini­ que este último sea negado o tenido por desdeñable).6
tiva de todos los procesos de la procreación, conquistaron un En la primera categoría, con mucho la más difundida, se
temible poder y tuvieron en ese momento la posibilidad de incluyen las sociedades que integraron los principios de la
convertirse en madres prescindiendo de la voluntad de los
hombres. De allí un nuevo desorden de la familia, consecuti­
sThomas Laqueur, La Fal:rrique du sexe. Essai sur le corps et le genTe en
vo al surgimiento de un nuevo fantasma de abolición de las Occident (1990), traducción de Michel Gautier, París, Gallimard, 1992
diferencias y las generaciones. [trad. esp.: La construcción del sexo: cuerpo y género desde los griegos hasta
Freud, Madrid, Cátedra, 1994].
{, Retomo aquí, con algunas modificaciones, ciertas tesis muy intere­
4 Cf. Fran~oise Collin, Évelyne Pisier y Eleni Varikas, Les Femmes, santes de Nicole-Claude Mathieu, presentadas en L'Anatomie politique o
de Placan d Derrida. Anthologie critique, París, Plon, 2000. Catégorisaeions ee idéologies du sexe, París, Coté Femmes, 199L
128 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 129

ciencia a los del estudio racional de los comportamientos les (gays y lesbianas, negros, blancos, etcétera) y los tran­
humanos. Estas sociedades conceptualizan las relaciones sexuales (hombres, mujeres, gays, lesbianas, negros, blancos,
entre los hombres y las mujeres, teniendo en cuenta la cul­ mestizos, etcétera). Basado en un traslado de la lucha de cla­
tura y la naturaleza biológica de los individuos, o bien pri­ ses a la lucha de los sexos, este análisis tuvo el mérito de
vilegiando uno u otro de esos dos elementos. A esto se aña­ aportar un soplo de aire fresco a los estudios acerca de los
de -si se acepta la invención freudiana- la consideración fundamentos de la sexualidad humana. Pero presenta el tri­
de la dimensión psíquica de la sexualidad, que trasciende el ple defecto de desnaturalizar al extremo la diferencia sexual,
género y el sexo al introducir en ellos un componente exis­ incluir el deseo sexual en el género y disolver lo uno en lo
tencial de esencia trágica. múltiple. En consecuencia, privilegia la idea de que la sexua­
En la segunda categoría se incluyen las sociedades para las lidad misma -biológica, psíquica, social- sería siempre la ex­
cuales la pertenencia biológica tiene poca importancia en presión de un poder inconsciente de tipo identitario o
comparación con el rol social atribuido o desempeñado por genealógico.
individuos en quienes los lugares femeninos y masculinos son En 1990, estas tesis dieron origen a la queer theory,1 es
intercambiables. En algunas de estas sociedades, muy escasas decir, una concepción de la sexualidad que rechaza a la vez
ya menudo jerarquizadas, guerreras y polígamas, los hombres el sexo biológico y el sexo social, ya que cada individuo
pueden, en ocasiones, casarse con varones jóvenes cuando puede adoptar en todo momento la posición de uno u otro
las mujeres son insuficientes, en cuyo caso éstos les prestan sexo, su vestimenta, sus comportamientos, sus fantasmas,
servicios "femeninos". sus delirios. De allí, la afirmación de que las prácticas sexua­
A partir de 1970, cobró un auge considerable en algunas les más confusas, como el nomadismo, la pornografía, el
universidades norteamericanas una llamada reevaluación escapismo, el fetichismo o el voyeurismo tienen el mismo
"pos moderna" de la cuestión sexual occidental, apoyada no fundamento antropológico que la heterosexualidad más clá­
en modelos de género y sexo descriptos por la antropología sica. Entre centenares de estudios apasionantes que perte­
-o puestos espontáneamente en práctica por el movimien­ necen a esta tendencia, los trabajos de ]udith Butler 8 ac­
to de la historia-, sino en la idea especulativa de que el
7 Queer significa "raro, extravagante". El término se utilizó en un
sexo biológico sería un dato del comportamiento humano
primer momento como insulto contra los homosexuales, pero luego fue
tan "construido" como el género. adoptado por los investigadores.
Desde esta perspectiva, la teorización de las relaciones ~ Judith Butler, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of ldemiey
entre hombres y mujeres consiste en hacer del sexo social (o (1990), N ueva York, Routledge, 1999 [trad. esp.: El género en disputa. El
gender) el operador "colonial" del poder de un género sobre feminismo y la subversión de la identidad, México, Paidós, 2001]. Se en­
contrará una buena exposición de su contenido en el libro de Didier
el otro. De ello se deduce una clasificación de diferencias Éribon, Réflexions sur la question gay, París, Fayard, col. "Histoire de la
múltiples, en la que se mezclan la orientación sexual y la pensée", 1999 [trad. esp.: Reflexiones sobre la cuestión gay, Barcelona,
pertenencia "étnica": los heterosexuales (hombres, mujeres, Anagrama, 2001]. Cf. también Stéphane Nadaud, Homoparemalieé, une
negros, blancos, mestizos, hispanos, etcétera), los homosexua- nouvelle chance pour la famil/e?, París, Fayard, 2002. Sobre la cuestión de
130 LA FAMILIA EN DF.50RDEN

LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 131


tuaron como reveladores de una crisis identitaria singular­
mente aguda de la sociedad norteamericana de fines del mento alguno. A la llamada definición "natural" de la mu­
siglo xx, en su relación tan especial con la sexualidad. Esos jer opuso una noción de diferencia sexual no originada en
trabajos contribuyeron a modificar las representaciones de la naturaleza sino en la existencia social: "El cerebro de las
la sexualidad en Occidente, al echar luz, en particular, so­ mujeres", sostenía, "es similar al de los hombres porque,
bre el carácter "perverso y polimorfo" de la identidad sexual como nosotros, ellas escuchan por los oídos, ven por los
"posmodema", más cómoda en las metamorfosis de Narciso ojos y saborean con la lengua". Para remediar tanto la jerar­
que en la tragedia edípica. quía fomentada por la sociedad como la alienación de las
mujeres que aceptaban sus principios, propuso un programa
Esta querella del género y el sexo ya había opuesto, desde el revolucionario: abrir a las mujeres todas las carreras socia­
siglo XVII, a los partidarios de la primacía de lo universal a les, de la teología a la gramática, pasando por el ejercicio
los defensores del primado de la diferencia. Para los prime­ del poder, fuera militar o estatal:
ros, sólo un carácter universal dellogos separador, que mez­
clara el género y el sexo, permitía igualar las condiciones. No me sorprendería más ver a una mujer con el casco en
Para los segundos, al contrario, sólo un pensamiento de la la cabeza que con una corona. Presidir tanto un consejo
diferencia, que separara el sexo del género, podía contri­ de guerra como un consejo de estado. Adiestrar ella mis­
buir a mejorar las libertades individuales. ma a sus soldados, formar un ejército en línea de combate,
dividirlo en varios cuerpos, así como se entretendría al
verlo hacer. El arte militar no supera en nada a los otros,
En 1673, en una obra célebre, De l'égalité des deux sexes,
de los cuales son capaces las mujeres, salvo en que es más
Frans:ois Poulain de La Barre decidió aplicar el método de rudo y hace más ruido y más mal. 1O
la duda cartesiana9 al prejuicio desigualitario. La condi­
ción en que se ponía a las mujeres era para él un escándalo En el siglo XVIlI, los dos discursos se enfrentaron en el núcleo
del espíritu, y el primer prejuicio del que el género huma­ de los ideales de la filosofía de las Luces. Derivado de la anti­
no debía deshacerse era el de la presunta superioridad de gua teoría de los temperamentos, el primero sostenía la exis­
los hombres sobre ellas. tencia de "otra naturaleza femenina invariante". Tomaba
Con el uso de las averiguaciones personales y la investi­ como referencia las posiciones expresadas por Jean-Jacques
gación histórica, La Barre demostró que los argumentos clá­ Rousseau en la quinta parte de Emilio y en La nueva Eloísa.
sicos en apoyo de la tesis de la inferioridad no tenían funda- Invirtiendo la perspectiva cristiana, Rousseau afirmaba que
la mujer era el modelo primordial del ser humano. Pero, tras
la llamada familia "homoparental", remito al lector al capíwlo 8 de la
presente obra, "La familia venidera".
olvidar el estado de naturaleza, se había convertido en un ser
9 Franr;:ois Poulain de La Barre, De ¡'égalité des deux sexes (1673), artificial, ficticio, mundano. Para regenerarse debía, por lo
París, Fayard, col. "Corpus des ceuvres de philosophie en langue tanto, aprender a vivir de acuerdo con su verdadero origen.
franr;:aise", 1984, p. 60.
10 Ibíd., p. 82.
132 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO IJJ

La regeneración debía adoptar la forma de! retorno a un nían sometidas a la autoridad marital a la vez que las pri­
lenguaje anterior a las palabras ye! pensamiento, emparen­ vaban de educación. 11
tado con una esencia fisiológica de la femineidad. En esta A través de! feminismo, que asociaba la lucha a favor de
perspectiva, la mujer podría por fin volver a convertirse en la igualdad de derechos para ambos sexos a un proyecto
un ser corporal, instintivo, sensible, de órganos débiles e inepta revolucionario de transformación de la sociedad, se inició,
para la lógica de la razón. a fines del siglo XVIII, un persistente movimiento de eman­
El artículo "Mujer" de la Enciclopedia atestigua el pre­ cipación de las mujeres.
dominio de ese discurso. En efecto, la mujer se define por En Inglaterra, John Stuart Mili, filósofo liberal y teórico
su útero, su blandura y su humedad. Sometida a enferme­ del individualismo, adoptó las tesis del igualitarismo políti­
dades vaporosas, se la compara con un niño, y la textura co en una perspectiva diferente de! punto de vista de los
de sus órganos se caracteriza por una debilidad congénita, pensadores franceses. En 1851 publicó con su nombre una
una osamenta más pequeña que la de los hombres, una primera obra favorable a la emancipación femenina, que
caja torácica más estrecha y caderas que se balancean sin había escrito junto con su compañera Harriet Hardy Taylor.
cesar en busca de su centro de gravedad. Estos hechos prue­ Tras la muerte de ésta, Mill militó en pro de! sufragio feme­
ban -dice e! autor del artículo- que e! destino de la mujer nino, y en 1869, en una segunda obra dedicada al someti­
es dar a luz y no entregarse a una actividad profesional o miento de las mujeres, 12 comparó su condición con la servi­
intelectual cualquiera. dumbre feudal o colonial y llegó a denunciar la "violación
A ese credo se oponía otra corriente de la filosofía de conyugal" de la cual -afirmaba- eran víctimas silenciosas e
las Luces, representada por Antoine Caritat, marqués de Con­ impotentes. A su entender, e! sojuzgamiento de las mujeres
dorcet. Éste, universalista y partidario de la primacía del tenía sus raíces en la barbarie masculina, vestigio de una
género sobre e! sexo, sometía la condición femenina al dominación ancestral que perduraba en el seno de la fami­
derecho natural que imponía a los sujetos una misma ley, lia burguesa. Para combatir esos flagelos, Mili propiciaba el
cualquiera que fuere su anatomía. Parte integrante de la derecho al divorcio, la igualdad de acceso de mujeres y hom­
humanidad, en consecuencia, la mujer debía ser conside­ bres a la instrucción y la libre elección laboral. Pero agrega­
rada al igual que el hombre como un ser dotado de razón. ba que, si las mujeres optan por e! matrimonio, deben so­
Por eso, Condorcet consentía en acordarle derechos idén­
ticos a los de su homólogo de! otro sexo: civiles y políti­ 11 Cf. Condorcet, Prudhomme, Guyomar et al., Paroles d'hommes
cos. Desde este punto de vista, y desconfiado de una refe­ (J 790-1793), presentadas por Élisabeth Badinter, París, roL, 1989, y
rencia a la naturaleza, siempre susceptible de fundar una Élisabeth Badinter y Roben Badinter, Condorcec. Un incelleccuel en
desigualdad, propiciaba e! establecimiento de un derecho politique, París, Fayard, 1988.
11 John Stuart Mili, De l'assujwissement des femmes (1869), París,
que igualara a los seres humanos ante la ley. Y si las muje­
Infrarouge, 1992 [trad. esp.: "La dominaciÓn de la mujer", en Sobre la
res -decía- parecían a menudo inferiores a los hombres, libertad y otros escritos, Madrid, Centro de Publicaciones, Ministerio de
ello obedecía a circunstancias históricas que las mante- Trabajo y Seguridad Social, 1991] .
134 LA FAMILIA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 135

meterse a la división del trabajo que, según el uso corriente, los niños, para que la violación fuera juzgada de manera más
encarga al hombre ganar el pan y a la mujer dirigir las tareas incondicional. 13
domésticas. Con esta afirmación, contradecía la posición En los albores del siglo xx se produjo una confluencia de
de Harriet Taylor, según la cual la mujer moderna debía todas las tesis emancipadoras cuando el feminismo se orga­
poder contribuir, en el matrimonio, al ingreso de la pareja, nizó como movimiento político y, gracias a la declinación
elevándose del lugar de "criada" al de "par". del poder patriarcal, cuando Freud propuso una teoría de la
Al privilegiar el género sobre el sexo, Mili apenas se sexualidad humana susceptible de subvertir las antiguas
preocupaba por la diferencia sexual; a sus ojos, la comple­ mitologías naturalistas y antinaturalistas de la femineidad.
mentariedad de los estatus femenino y masculino seguía No obstante, durante el período entre las dos guerras, el
siendo la condición misma de un progreso de la sociedad y movimiento de las mujeres se alejó del ideal igualitario para
la familia. reivindicar un feminismo más radical que ya no admitía,
El hincapié en la "violación conyugal" tenía una consi­ como elemento previo a la satisfacción de sus exigencias, la
derable importancia. Pues, más allá de esta violencia inter­ realización de una revolución social, como había sucedido
na, propia del matrimonio y basada en la obligación del 14
antes. Más apoyado en el reformismo político y los traba­
coito para ambos miembros de la pareja; la violación, co­ jos de la antropología y la sociología, el movimiento puso
metida esencialmente por los hombres, afectaba ante todo en discusión la cuestión de la diferencia sexual, replanteada
a las mujeres y los niños. Firmemente condenada en la an­ de arriba hacia abajo por Freud a partir de 1905.
tigua sociedad, se la consideraba entonces un desafío a la Con modelos tomados de la biología darwinista, Freud sos­
autoridad monárquica. El "forzamiento de las mujeres" aten­ tenía la tesis de un monismo sexual y una esencia masculina
taba contra el rey -se decía- y destruía las familias. Por eso de la libido humana. En esta perspectiva de una libido única,
debía castigarse con la muerte y múltiples torturas. apoyada en las teorías sexuales inventadas por los niños,15
Sin embargo, la condena seguía siendo relativa y no
de principio. En efecto, al penetrar salvajemente el sexo
13 Sobre la evolución del crimen sexual, el lector puede remitirse al
femenino, el violador era juzgado culpable, sobre todo, excelente estudio de Georges Vigarello, Hisroire du viol, XV/'-'XX' siecle, París,
de atentar contra la autoridad masculina y patriarcal y Seuil, 1998 [trad. esp.: Historia de la violación, siglos XVI-XX, Madrid, Cátedra,
no contra el cuerpo de la mujer misma. De allí una gra­ 1999]. Ya encontramos esta tesis en la manera como Yahvé habla a Moisés
dación de las sanciones: la desfloración de una mucha­ de la prohibición del incesto: "La desnudez de la mujer de tu padre, no la
descubrirás: es la desnudez de tu padre", en La Bible, Anden testament, Leví­
cha virgen, futura esposa y futura madre, destinada al tico, XVIII, 1-9, París, Gallimard, col. "Bibliotheque de la Pléiade", 1956, p.
matrimonio, se consideraba un crimen mucho más grave 344 [trad. esp.: Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2000].
que el forzamiento de una prostituta, una cortesana o una 14 Cf. Mai"té Albistur y Daniel Armogathe, Hiswire du féminisme

vagabunda. Y hubo que esperar un cambio total de la si­ fran~ais du Moyen Age d nos jours, París, Des Femmes, 1977.
1\ Sigmund Freud, Trois essais sur la théorie sexuelle (1905), París,
tuación, a fines del siglo XIX, y en especial el reconoci­
Gallimard, 1987 [trad. esp.: Tres ensayos de teoría sexual, en oc, ob. cit.,
miento cada vez más sostenido del crimen sexual contra vol. 7,1978).
l36 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 137

mostraba que, en el estadio infantil, la niña ignora la existen­ o mujer-, la diferencia anatómica no existe. La bisexualidad,
cia de la vagina y considera el clítoris como un homólogo del que es el corolario de esta organización monista de la libido,
pene. Por eso tiene entonces la impresión de poseer un órgano afecta entonces a ambos sexos. La atracción de un sexo por
castrado. En función de esta disimetría, que gira en tomo de el otro no sólo no corresponde a una complementariedad,
un polo único de representaciones, el complejo de castración, sino que la bisexualidad disipa la idea misma de una organi­
según Freud, no se organiza de la misma manera en ambos zación semejante. De allí, los dos modos de la homosexua­
sexos. Los destinos de uno y otro son distintos debido a las lidad: femenina, cuando la niña sigue apegada a su madre
representaciones ligadas a la diferencia anatómica. En la pu­ al extremo de escoger una pareja del mismo sexo; masculi­
bertad, la niña toma conciencia de la existencia de la vagina y na, cuando el varón efectúa una elección similar al punto
reprime entonces su sexualidad clitoridiana, mientras que el de negar la castración materna.
varón ve en la penetración una meta de su sexualidad. Pero En otras palabras, según el parecer de Freud, la dualidad
cuando advierte que la niña no se le asemeja, interpreta la está inscripta en la unidad y la pulsión sexual no necesita
falta del pene en ella como una amenaza de castración para sí alteridad sexuada, ya que es igual para ambos sexos. Sea­
mismo. A continuación, se aparta de la madre y escoge un mos hombre o mujer, amamos y deseamos de acuerdo con
objeto del mismo sexo. las mismas pasiones. A la vez que insiste en la idea de que el
La sexualidad de la niña se organiza alrededor del género traduce el sexo y recíprocamente, Freud introduce
falicismo: ella quiere ser varón y desea un hijo del padre. una novedad en esta clasificación, en cierto modo un ter­
Contrariamente al niño, debe apartarse de un objeto del cer término, la sexualidad psíquica fundada en la existen­
mismo sexo, la madre, en procura de un objeto de otro sexo. cia del inconsciente. Ese tercer término hace del ser huma­
Tanto para uno como para el otro, el apego a la madre es el no - hombre y mujer- un sujeto deseante, y este orden del
elemento primordial. deseo no compete ni a lo social ni a lo biológico.
Como se comprenderá, al afirmar el principio de un A partir de 1920, esta tesis freudiana fue objeto de las
monismo sexual y, por consiguiente, de un falocentrismo impugnaciones de los kleinianos, quienes criticaron, y con
que corresponde a la primacía asignada a un orden simbóli­ justa razón, la extravagante hipótesis de la ausencia en la
co separador, Freud considera errónea cualquier argumen­ niña de la sensación de la vagina, y opusieron una concep­
tación naturalista. A su juicio, no existen ni instinto ma­ ción dualista a la noción de libido única. 16
ternal ni raza femenina. Así, piensa el falicismo como una En cierto sentido, la teoría de la libido única tenía afini­
instancia neutral, común a los dos sexos. dades con la teoría jurídica de Condorcet. Más de un siglo
La existencia de una libido única no excluye la
bisexualidad. En la perspectiva freudiana, en efecto, nin­ 11> Los textos de este debate histórico se tradujeron al francés con el
título de Féminité mascarade, París, Seuil, 1994 [trad. esp.: La femineidad
gún sujeto es portador de una pura especificidad masculina
como máscara, Barcelona, Tusquets, 1979]. Véase también Sigmund Freud,
o femenina, lo cual se traduce en la constatación de que, en La Vie sexuelle, ob. cit., y Helene Deutsch , Ps ychanal)'se des fonctions
las representaciones inconscientes del sujeto -sea hombre sexuelles de la femme, París, PUF, 1994.
138 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 139

antes, el filósofo francés, como más adelante el erudito vie­ jer?", y consideraba su sexualidad como un "continente
nés, había intentado mostrar que e! dominio de lo femenino negro", 17 postulaba el carácter complementario de una uni­
debía pensarse como parte integrante de un universal huma­ cidad, de esencia masculina, y de una diferencia, de esencia
no. Para Freud, en efecto, la existencia de una diferencia ana­ femenina. A sus ojos, en efecto, e! dominio de lo masculino
tómica de los sexos no supone la preponderancia de una na­ estaba asociado a un deseo activo de dominación, amor,
turaleza femenina, cercana a la animalidad, porque esa fa­ conquista, sadismo o transformación de los otros y de uno
mosa diferencia, ausente en e! inconsciente, atestigua en el mismo, mientras que el polo de lo femenino se caracteriza­
sujeto una contradicción estructural entre el orden psíquico ba por la pasividad, la necesidad de ser amado, la tendencia
y el orden anatómico. A través de su teoría de! monismo y la a la sumisión y el masoquismo.
falta de concordancia entre lo psíquico y lo anatómico, Freud Así como la masculinidad se vinculaba para él a un lagos
coincide con los ideales de la filosofía de las Luces. interiorizado, la femineidad debía exhumarse: "El descubri­
Se comprende entonces por qué, en su perspectiva y, de miento de una fase anterior preedípica en la niña pequeña",
manera más general, en la del psicoanálisis, la cuestión de la decía en 1931, "provoca una sorpresa comparable en otro
diferencia sexual sólo puede considerarse con referencia a ámbito a la revelación de la cultura minoica y micénica de­
una vivencia existencial. En efecto, e! orden de! deseo, en trás de la cultura griega". 18 En e! sentido freudiano, la mujer
el sentido freudiano, es heterogéneo al sexo y al género. es comparable, entonces, a la Grecia anterior a la Grecia de
Por ello, subvierte las categorías habituales de la antropolo­ Sófocles, una promesa de civilización anterior a la civiliza­
gía y la sociología. Para decirlo con brevedad, les insufla ción. 19 En cuanto a la diferencia sexual, se reduce a una opo­
mitos fundadores e historias de dinastías heroicas o desti­ sición entre un lagos separador y una arcaicidad abundante.
tuidas aparentemente muy anticuadas; puesto que para el De allí la famosa fórmula: "La anatomía es el destino".
psicoanálisis, la familia, sea cual fuere su evolución y cua­ Propuesta por Freud en dos ocasiones y en dos contextos
lesquiera que sean las estructuras a las que se vincula, será diferentes 20 en 1912 y 1924, esta fórmula remitía a una con­
siempre una historia de familia, una escena de familia, seme­
jante a la de los Labdácidas, los reyes shakespearianos o los 17 Sigmund Freud, La Question de l'analyse profane (1926), París,

hermanos Karamazov. La familia, en el sentido freudiano, Gallimard, 1985 [trad. esp.: ¿Pueden los legos ejercer el análisis! Diálogos
con un juez imparcial, en oc, ob. cit., vol. 20, 1979].
pone en escena a hombres, mujeres y niños que actúan in­ 18 Sigmund Freud, "Sur la sexualité féminine" (1931), en La Vie
conscientemente como héroes trágicos y criminales. Naci­ sexuelle, ob . cit., p. 140, y también en CEuvres completes, vol. 19, París,
dos condenados, se desean, se despedazan o se matan unos PUF, 1995, p. 10 [trad. esp.: "Sobre la sexualidad femenina", en oc, ob.
a otros, y sólo descubren la redención al precio de una cit., vol. 21, 1979].
19 Cf. Paul -Laurent Assoun, Freud et la femme, París, Calmann-Lévy,
sublimación de sus pulsiones.
1983 [trad. esp.: Freud y la mujer, Buenos Aires, Nuev~ Visión, 1994].
Con respecto a la mujer en general, y a la sexualidad 20 Sigmund Freud, "Du rabaissement généi-alisé de la vie amoureuse
femenina en particular, Freud siempre tuvo una actitud in­ (Contributio n 11 la psychologie amoureuse 11)" (1912), en CEuvres
terrogativa. A la vez que se preguntaba: "¿qué quiere la mu- completes, vol. 11, París, PUF, 1998, pp. 126-154 [trad. esp.: "Sobre la más
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 141
140 LA FAMILIA EN DESORDEN

versación que Napoleón había tenido con Goethe durante destino fuera trazado por el silencio de los oráculos y la frial­
un encuentro en Erfurt, el2 de octubre de 1808. En él, el empe­ dad de las estatuas. 22
rador había evocado de manera desaprobadora las tragedias Como el emperador, todos los sistemas filosóficos del si­
del destino, que a su entender pertenecían a una época más glo XIX nacieron en el gran teatro de la Revolución y todos
sombría: "Qué nos importa hoy el destino", había dicho, -incluido el sistema freudiano- se construyeron según el
"la política es el destino".21 modelo de una tragedia. Y Freud no podía ignorar que al
Al hablar así de la antigua Grecia, Napoleón sólo desahu­ tomar de Napoleón, a quien tanto admiraba, su famosa fra­
ciaba la tragedia para afirmar que la Revolución estaba con­ se sobre el destino, transformaba en una dramaturgia mo­
sumada. ¿No era él mismo el artífice de ese gran crepúsculo? derna el gran asunto de la diferencia sexual. La anatomía, y
¿No había renunciado él mismo a ser Bonaparte? ¿No se ha­ no la política, será entonces el destino según Freud.
bía despojado de los oropeles de la Antigüedad con que se Resta ponerse de acuerdo acerca de la significación de la
habían adornado los actores de la Convención para cumplir fórmula. Lejos de hacer de la mujer un "hombre invertido"
su glorioso destino? En lo sucesivo, producido el hundimien­ o "fallido", Freud afirma que la anatomía no es sino el pun­
to de la vieja sociedad, lo trágico ya no se expresaba en una to de partida de una nueva articulación de la diferencia
lucha a muerte entre los dioses y los hombres contra un fon­ sexual que condena a hombres y mujeres a enfrentarse a
do de profecía oracular, sino en la acción política mediante una idealización o un rebajamiento mutuos, sin alcanzar
la cual el hombre mismo, sucesor de los dioses y los monar­ jamás una completud real. La escena sexual se extiende así
cas, tomaba en las manos su historia y la de los pueblos. Por a la escena del mundo, y la guerra de los pueblos sirve de
consiguiente, lo trágico había abandonado el teatro para ba­ modelo a una guerra de los sexos. La nueva lucha a muerte
jar a la calle. Había penetrado en la conciencia del soldado de las conciencias y las identidades toma por objetivo, por
del imperio, enfrentado a su propia muerte en los campos de lo tanto, los órganos mismos de la reproducción e introdu­
batalla de la nueva Europa. ce en ellos el lenguaje del goce. 23
El emperador, atravesando el crepúsculo bajo el peso de Lo más sorprendente es que este proceder reactualiza las
una conciencia desdichada, negaba que el trayecto de su viejas disputas teológicas sobre la génesis del orgasmo feme­
nino. Según Freud, en efecto, para alcanzar su plena madurez
sexual, la mujer debe renunciar al placer clitoridiano en be­

generalizada degradación de la vida amorosa {Contribuciones a la psico­


21 Friedrich Hegel, La Phénoménologie de l' esprit (1807), nueva traduc­
logía del amor, n)", en oc, ob. cit., vol. 11, 1979J, Y "La disparition du
complexe d'CEdipe" (1924), en CEuvres completes, vol. 17, París, PUF, ción de Jean-Pierre Lefebvre, París, Aubier, 1991 [trad. esp.: Fenomenolo­
1992, pp. 27-33 [trad. esp.: "El sepultamiento del complejo de Edipo", gía del espíritu, México, Fondo de Cultura Económica, 1966]. Cf. también
en oc, ob. cit., vol. 19,1979] . George Steiner, Les Amigones, París, Gallimard, 1986 [trad. esp.: Amígonas:
2\ Johann Wolfgang Goethe , Écrits autobiographiques 1789-1815,
una poética y una filosofía de la lectura, Barcelona, Gedisa, 1996].
Jacques Le Rider (comp.), París, Barrillar, 2001, p. 516 [trad. esp.: Auto­ n Cf. Georges Eid (comp.), L' Imimité ou la guerre des sexes. Le couple
biografía, en Obras completas, vol. 2, Madrid, Aguilar, 1990]. d'hier a demain, París, L'Harmanan, 2001.
142 LA FAMILIA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 143
neficio del placer vaginal. De esa transferencia de un órgano
ciudad tenía otra vez a su gran diosa. y pocas cosas habían
a otro depende su expansión en el matrimonio y la sociedad.
cambiado al margen del nombre.zs
¿Por qué una tesis tan extravagante? La respuesta es bas­
tante simple. Freud intenta dar un fundamento sexual a la
La familia edípica, monógama, nuclear, restringida y afecti­
organización social de las diferencias entre los hombres y
va, reinventada por Freud, es así la heredera de las tres cul­
las mujeres. Y para lograrlo, le es preciso tomar como punto
turas de Occidente: griega, por su estructura, judía y cristia­
de partida un sustrato biológico.
na, por los lugares respectivos atribuidos al padre y a la
Apoyado en la mitología del paso del clítoris a la vagi­
madre. A la vez genitora, compañera o destructiva, la mu­
na, Freud completa entonces su cuadro de familia. Al or­
jer, según Freud, sigue siendo siempre la madre, en la vida y
den simbólico agrega un orden arcaico cuyo modelo le fue
en la muerte. Por sus relaciones inevitables con ella, el hom­
inspirado por Diana, la diosa de los efesios, 24 verdadera magna
bre tropieza siempre, en la mujer, con tres imágenes de
mater que no dejará de morir y renacer al pasar de la coloni­
madre: la madre misma al nacer, la amante que escoge lue­
zación jónica a la era cristiana. Si la ley del padre se sostie­
go a imagen de la primera y, para terminar, la tierra madre,
ne en un logos separador, la función de la ley de la madre es
que vuelve a acogerlo en su seno. 26
transmitir la vida y la muerte.
Diosa de la vida, diosa del amor, diosa de la muerte, la mu­
Este carácter arcaico de lo femenino tiene menos que
jer, bajo la forma de la madre, es excluida por Freud de la esce­
ver con el matriarcado eruptivo al estilo de Bachofen que con
na original del asesinato del padre, cuyo motivo era ella. Y por
la tradición cristiana. En otras palabras, el orden materno
esa razón, además, puede convertirse en la esposa del hijo en la
en el sentido freudiano remite a la religión del hijo y, por lo
familia monógama edípica. Pero con la condición, sin embar­
tanto, al cristianismo, y el orden paterno, a la religión del
go, de renunciar a los desbordes de una sexualidad histérica, es
padre, es decir, al judaísmo:
decir, a ese clítoris infernal, fuente de misticismo o delirio. Ese
renunciamiento tiene su corolario en el destino masculino.
Según este evangelio [el de Juan]' Jesús habría exclamado
Pues para ser civilizado y satisfacer a la mujer, el hombre freu­
en la cruz, mostrando a María a su amado discípulo: "He
aquí a tu madre", y desde ese momento Juan la llevó con­ diano debe controlar la sexualidad salvaje que ha heredado
sigo. En consecuencia, si Juan fue a Éfeso, María lo acom­ del padre de la horda y rechazar la poligamia, el incesto, la
pañó. En Éfeso, por lo tanto, se levantó junto a la iglesia violación. Debe aceptar la declinación de su antiguo poder.
del apóstol la primera basílica en honor de la nueva divi­ Indispensable para la civilización, la mujer es el único ser
nidad de los cristianos, atestiguada desde el siglo IV. La capaz de insuflar al hombre el principio mismo del amor y

24Sigmund Freud. "Grande est la Diane des Éphésiens" (1912). en


CEuvres completes. vol. 11. ob. cit .• pp. 49-55 [trad. esp.: '''¡Grande es 25 lbíd., p. 52.
Diana Efesia! .... en OC. ob. cit.. vol. 12, 1980]. El título está tomado de 26 Sigmund Freud, "Le motif du choix des coffrets" (1913), en
un poema de Goethe. L' Inquiétante étrangeté et autres eextes, París, Gallimard, 1985, p. 81 [trad.
esp.: "El motivo de la elección del cofre", en OC, ob. cit .• vol. 12, 1980] .
144 LA FAMILIA EN L>E$ORL>EN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 145

llevarlo a romper los lazos fratricidas que, desde siempre, lo interesarse demasiado en el famoso texto de John Stuart
habían llevado a librar peligrosas batallas contra la cultura, Mill que él mismo había traducido a pedido de Theodor
contra la democracia y contra sí mismo: "El amor por la mu­ Comperz,29 pintaba un cuadro idílico e inflamado de su
jer", dice Freud en 1921, "rompe las ataduras masivas propias próxima vida de familia. Pero a los veintinueve años él se
de la raza, la división en naciones y la organización de la presentía como un hombre del pasado, atado a las viejas
sociedad en clases y efectúa, por ello, operaciones cultural­ costumbres:
mente importantes".27
Hechas para el amor, Freud apenas alienta a las mujeres También es completamente impensable la pretensión de
lanzar a las mujeres a la lucha por la vida a la manera de los
a ejercer una profesión, militar por su igualdad o ser rivales
hombres. ¿Acaso debería yo, por ejemplo, considerar a mi
de los hombres en el dominio del arte y la sublimación.
dulce y delicada a mada como una competidora? En ese
Más vale aislarlas -dice- en la nobleza de un arte del que
caso, terminaría por decirle [.. .] que la amo y recurro a
fueron iniciadoras, el tejido y el trenzado, con referencia a todos los medios para sustraerla a esa competencia y le
la fabricación del "vellón púbico".28 atribuyo por dominio exclusivo la apacible actividad de
El inventor de la mujer histérica y la libido única, el mi hogar. Es posible que una nueva educación logre sofo­
gran liberador del sexo, de quien, como es sabido, se sospe­ car todas las cualidades delicadas de la muj er, su necesi­
chó sin cesar que quería envilecer a los niños, las esposas, dad de protección, que no impide en modo alguno sus vic­
las madres y las muchachas, ¿se imaginaba que su bonito torias, de manera que ella pueda, como los hombres,
alegato a favor de la familia conyugal y el amor maternal ganarse la vida [... ]. Creo que todas las reformas legislati­
correría algún día el riesgo de contradecir la realidad veni­ vas y educativas fracasarán como consecuencia de que [... ]
la naturaleza decide el destino de una mujer al darle la
dera de la condición femenina?
belleza, el encanto y la bondad. No, en ese punto me aten­
Tal vez, si damos crédito a una carta que escribió a Martha
go a la vieja manera de pensar [.. .]. La ley y la costumbre
Bemays, su futura esposa, en 1883. Luego de reprocharle deben dar a la mujer muchos derechos de los cuales ha
estado privada, pero su situación seguirá siendo la que
27 Sigmund Freud, Psychologie des masses et anaIyse du moi (1921), en siempre fue: la de una criatura adorada en su juventud y
CEuvres compli~tes, vol. 16, París, PUF, 1991, p. 81 [trad. esp.: Psicología de una mujer venerada en su madurez. 30
las masas y análisis del yo, en oc, ob. cit., vol. 18, 1979].
28 Sigmund Freud, "La féminité", en La Vie sexuelle, ob. cit. [trad.
29 Theodor Comperz (1832-1912), escritor austríaco, autor de una
esp.: "La feminidad", en oc, ob. cit., vol. 22, 1979]. Cf. también Sarah
Kofman, I.:Énigme de lafemme . Lafemme dans les textes de Freud, París, obra célebre sobre los pensadores de Grecia y compilador de la traduc­
Galilée, 1983 [trad. esp.: El enigma de la mujer: con Freud o contra Freud, ción alemana de las obras de John Stuan MilI. En 1876 encargó a Freud
Barcelona, Gedisa, 1997]. Véase asimismo Victor Hugo, acerca de la traducción de varios ensayos de éste, entre ellos los dos textos sobre
Cosette: "Cuidar, ataviar, adamar, vestir, desvestir, volver a vestir, ense­ las mujeres, uno sobre Platón y otro sobre el socialismo.
10 Sigmund Freud, Correspondance 1873-1939 (Londres, 1960) , Pa­
ñar, refunfuñar un poco l...] todo el porvenir de la mujer es ése. Una
niñita sin muñeca es casi tan desdichada y tan completamente imposi­ rís, Gallimard, 1967, p. 87 [trad. esp.: Epistolario 1873-1939, Madrid,
ble como una mujer sin hijos" (Les misérables, ob. cit., p. 321) . Biblioteca Nueva, 1963].
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 147
146 LA FAMILIA EN DESORDEN

Horrorizada, la niña lo abofeteó y luego contó el episo­


Así pues, Freud hace suyas las representaciones clásicas de la
dio a su madre, a fin de que lo transmitiera a su padre. Éste
diferencia sexual y los orígenes de la procreación. Pero, al con­
interrogó entonces al marido de su amante, quien negó los
trario de los partidarios de la dominación masculina, impugna
hechos. Deseoso de proteger su relación, Philipp Bauer acusó
cualquier concepción del sexo y la familia que se funde en el
a su hija de ser una fabuladora. En cuanto a Peppina, utilizó
principio de una desigualdad entre los hombres y las mujeres.
a la adolescente para alimentar el ardor de su amante. Tras
A partir de la idea de que las mujeres transmiten la vida y
hablarle de "cosas sexuales" y darle a leer un libro erótico,
la muerte y los hombres encarnan ellogos separador y son a la
la trató de mentirosa.
vez herederos de la violencia de los padres a la cual deben
Víctima de ese enredo, Ida manifestó numerosos sínto­
renunciar, Freud comprende mucho mejor la revuelta de los
mas: convulsiones, migrañas, tos compulsiva, afonía, de­
hijos contra los padres que la de las hijas contra los padres y
presión, tendencias suicidas. Acudió entonces a consultar a
las madres o los hijos contra las madres. La rebelión de las
Freud, que antaño había indicado un tratamiento antisifilí­
hijas contra las madres le parece el fruto de una amargura por
tico a su padre. La cura duró once semanas y terminó con la
no haber nacido hombres, mientras que juzga la rebelión con­
partida precipitada de la paciente.
tra los padres como la muestra de una neurosis histérica. En
Recusando las insinuaciones de Philipp Bauer, Freud abor­
cuanto a la rebelión de los hijos contra las madres, para él
dó crudamente con Ida la cuestión de su sexualidad, central
sigue siendo terra incognita.J1
en sus investigaciones de la época. A través de la interpreta­
Con las mujeres de la burguesía vienesa que lo llevaron
ción de dos sueños, explicó a la joven que se había masturbado
a inventar el psicoanálisis, mostró lo mejor de sí mismo:
en la infancia, que deseaba inconscientemente a su seductor
compasión y tolerancia. Pero en 1900 no supo entender el
y, por último, que éste era el sustituto de un padre por el cual
sufrimiento de la joven Ida Bauer, de dieciocho años y ex­
ella había experimentado un sentimiento incestuoso repri­
plotada por una familia que no merecía, sin embargo, nin­
mido. De ese modo, enunciaba una "verdad" inaceptable para
guna indulgencia.
su paciente. Tardaría más de veinte años en reconocer su
La historia de ese drama familiar habría podido ser con­
error, sin comprender que la histeria de Ida podía entenderse
tada por Arthur Schnitzler. Durante una estadía en Merano,
de otra manera y no como una inútil rebelión contra los pa­
algunos años antes del final del siglo, un marido débil e
dres. No sólo protegió así a dos figuras paternas aborrecibles;
hipócrita, Philipp Bauer, engaña a su mujer, Katharina, ama
sino que desconoció la complicidad de las mujeres, que ha­
de casa rígida y estúpida, con Peppina, la esposa de uno de
bían hecho de esa adolescente la víctima de la aparente nor­
sus amigos, Hans Zellenka. Celoso, éste le echó el ojo a la
malidad de un orden familiar contra el cual otras mujeres
hija de su rival, Ida, de trece años y medio. La hizo objeto
iban a rebelarse muy pronto. J2 .
de su acoso, le robó un beso a la fuerza e intentó violarla.

J2 Freud hizo de Ida Bauer el caso Dora y lo presentó como el proto­


Hay que ver en ello, sin duda, la consecuencia del hecho de que Freud
JI
tipo de una cura psicoanalítica con una mujer histérica. Cf. "Fragment
fuera adorado por su madre y, en general, por las mujeres de su familia. .
14S LA FAMILIA EN DESORDEN LA S MUJERES TIENEN UN SEXO 149

La Primera Guerra Mundial se desarrolló bajo e! signo de la Lejos de limitarse a los cañones y las bayonetas, esta gue­
gran agonía de los imperios centrales, atrapados en los restos rra fue la de una tentativa de exterminio de! género humano.
de una feudalidad patriarcal que no terminaba de morir. Gue~ Pues, al atacar al judío en su esencia, en nombre del surgi­
rra de naciones contra naciones, fue sobre todo la hecatom­ miento de una raza elegida, adornada con los rutilantes pa­
be de los hijos, los padres y los hermanos. Las mujeres la con­ bellones de un territorio de mascarada, el nazismo no quería
templaron de lejos, a menudo en e! espejo de las cartas que aniquilar al enemigo o el soldado, e! jefe o la nación, el padre,
recibían de! frente y que, sin duda, no lograban expresar ni e! el hijo o el hermano, sino a toda la humanidad, calificada de
horror de las trincheras, ni e! instante de una vida brutal­ subhumana: a las mujeres y los hombres, los ancianos y los
mente interrumpida por el azar de un obús. Las madres, las niños, las poblaciones civiles, los discapacitados, los enfer­
hijas y las hermanas aprendieron a prescindir de los hom­ mos, los locos, los anormales, los "otros".
bres, cuyos padecimientos o despojos recogían en e! hospital Ese deseo de aniquilación estuvo acompañado por una
o e! cementerio. Obligadas a trabajar para seguir viviendo, se voluntad de crear de principio a fin una estructura "aria" de
emanciparon de los signos más humillantes de una domina­ la familia, asimilada al ideal de una raza presuntamente pu­
ción masculina que les había prohibido mezclarse en la vida rificada de toda mácula. JJ También deseoso de regenera­
de la ciudad. Solas en medio de sus semejantes, dieron a luz ción, e! régimen de Vichy restauró los valores de una virili~
entonces a los hijos de la generación futura que sólo cono­ dad patemocentrista fundada en los símbolos más arcaicos
cieron a sus padres de manera fugaz y, las más de las veces, a de la Francia contrarrevolucionaria. "Trabajo, familia, pa­
través de los sollozos de sus madres enlutadas. tria": tal fue la consigna que permitió a la "Revolución
Veinte años después, se reencontraron con la guerra. Nacional" promover, a la vez, una política de natalidad que
La Segunda Guerra Mundial arrastró a las mujeres al com­ entregaba a la delación a los "masacradores de inocentes"34
bate. Esta vez, ya no se conformaron con mirar morir a los y un programa de eugenesia a través de las tesis de Alexis
hombres o sustituirlos en la retaguardia de las batallas. Re­ Carrel,J5 partidario del mejoramiento del género humano
sistentes o incorporadas, pasivas o mudas, se comprometie­ por la medición de su "potencial" o la exclusión de los "ni­
ron con la pluma, la acción o el silencio de una falsa resig­ ños deficientes". En 1943, en el mismo momento en que la
nación. Dieron así pruebas de una determinación que, has­
ta entonces, había sido patrimonio de los hombres. Al me­
.1.1 Esta experiencia, iniciada por Himmler el12 de diciembre de 1935,
nos eso se creía.
recibió el nombre de Lebensbom.
34 Así se denominaba a los defensores de! aborto.
35 Alexis Carre! (1873-1944), cirujano lionés y autor de un best-seUer
d'une analyse d'hystérie (Dora)" (1905), en Cinq psychanalyses, ob. cit., vitalista y esotérico, I.:Homme cet inconnu, París, Plon, 1935 [trad. esp.: La.
pp. 1-91 [trad. esp.: Fragmento de análisis de un caso de histeria, en oc, ob. incógnita del hombre, Barcelona, Iberia, 1987]; a solicitud de! gobierno de
cit., vol. 7, 1978]. El mejor comentario es el de Patrick Mahony, Dora Vichy, creó en 1941 la Fundación para e! Estudio de los Problemas Huma­
s'en va. Violence dans la psychanalyse, París, Les Empecheurs de penser nos. Suspendido de sus funciones en e! momento de la Liberación, escapó
en rond, 2001. al tribunal de depuración debido a su edad y a la enfermedad.
150 LA FAMILIA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 151

Escuela de Padres difundía nuevas teorías educativas inspi­


dad femenina nacidas de la refundición freudiana y las lu­
radas en el psicoanálisis, Marie-Louise Girard, culpable de
chas por la emancipación. Beauvoir citaba, en efecto, los
aborto, era guillotinada tras un expeditivo proceso.
principales textos del corpus freudiano. Por otra p'lfte, su
De un extremo a otro, de Auschwitz a Hiroshima, la
libro también era un inmenso comentario crítico de todas
guerra se desplegó bajo el signo de una dialéctica de la per­
las teorías de la sexualidad elaboradas por los hombres con
tenencia y la exclusión, sentida por las mujeres como el
el objetivo de perpetuar su dominación del cuerpo de las
anuncio de un nuevo mundo que las incitaba a tomar en
mujeres.
sus manos el devenir de su condición. Simone de Beauvoir
Desde su aparición, El segundo sexo provocó escándalos.
escribía en 1944:
No por su contenido, de una vigorosa erudición, sino por­
que había sido escrito por una mujer y trastocaba la mirada
Ahora sabía que no era indistinto ser judío o ario; pero no
que el género humano había puesto hasta entonces en el
me había enterado de que existía una condición femenina.
De improviso, me encontraba con una gran cantidad de sexo y el cuerpo de las mujeres, Una mujer hablaba a los
mujeres que habían pasado la cuarentena y que, en la di­ hombres y a las mujeres de ese misterio de la sexualidad
versidad de sus posibilidades y sus méritos, habían hecho femenina que había valido su castigo a Tiresias. Beauvoir
una idéntica experiencia: vivir como "seres relativos".J6 estudiaba la sexualidad de las mujeres en todas sus formas
y tomaba en cuenta no sólo la realidad biológica, social y
Cuando Simone de Beauvoir publicó El segundo sexo en ju­ psíquica de las prácticas sexuales, sino también los mitos
nio de 1949, ignoraba que su libro, a través de un largo des­ fundadores de la diferencia sexual, a los cuales asociaba un
vío por el continente norteamericano, iba a ser el origen de enfoque de la vida privada. Y como Freud, que había recibi­
una nueva manera de plantear la cuestión de la diferencia do una andanada de injurias cuando se atrevió a hablar de la
de los sexos. Y tanto lo ignoraba que, en 1968, descubrió ese sexualidad infantil, ella debió enfrentar una explosión de
feminismo del género y el sexo del cual ella había sido, con odio: "frígida", "ninfómana", "lesbiana", "mal cogida".
ese libro inaugural, la primera gran inspiradoraY Fran~ois Mauriac llegó incluso a escribir a un colaborador
Por primera vez, y cuando las mujeres acababan de con­ de Les Temps modemes: "He aprendido todo lo que puede
quistar en Francia el derecho al voto, una mujer escritora y aprenderse sobre la vagina de su jefa".38
filósofa tejía un lazo entre las diversas teorías de la sexuali­ Sin citar mucho a Melanie Klein ni comprender con cla­
ridad la disputa interna en que estaban enfrascados los here­
deros de Freud, Beauvoir reprochaba a los psicoanalistas cal­
36 Simone de Beauvoir, La FOTce de l'{¡ge (1960), París, Gallimard,
car el destino femenino sobre el del hombre, apenas modifi­
col. "Folio", 1991, p. 654 [trad. esp.: La plenitud de la vida, Buenos Aires,
Sudamericana, 1997). cado. Y afirmaba la existencia de un segundo sexo: "No se
J1 La mayoría de los trabajos norteamericanos sobre el género y el
sexo que he mencionado tomaron como punto de partida la obra de
18 Cf. Josyane Savigneau, "Simone de Beauvoir et le deuxieme sexe",
Simone de Beauvoir.
Le Monde, 5 de febrero de 1985,
IS2 LA FAMILIA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO IS3

nace mujer", decía, "se llega a serlo".39 La fórmula expresaba le atribuía, además, un valor universal que excluía a sus
con vigor la dialéctica del ser y la subjetividad que la feno­ ojos la diferencia femenina.
menología husserliana y luego heideggeriana habían llevado El segundo sexo no suprimía las nociones de construc­
a la incandescencia. Así como para Sartre el antisemitismo ción identitaria y estructura simbólica. Pero situaba la cons­
no era un problema judío, para Beauvoir la cuestión femeni­ trucción de la identidad femenina del lado de la cultura y
na no era asunto de las mujeres sino de la sociedad de los no de la naturaleza, y llegaba a negar la importancia de la
hombres, única responsable, a su juicio, de la afiliación de diferencia biológica de los sexos. En consecuencia, pensa­
aquéllas a ideales masculinos. Con esa frase, ella respondía ba esa construcción en términos de una pura relación de
de hecho a la famosa fórmula de Freud tomada de Napoleón. alteridad.
El destino -decía en sustancia- no es la anatomía, porque el En esa época, Beauvoir también tomó en cuenta el de­
sexo de las mujeres es una cuestión política ... bate sobre la dualidad de la naturaleza y la cultura plantea­
Es cierto: Beauvoir hacía de la sexualidad femenina una do por Claude Lévi-Strauss en Las estructuras elementales
diferencia, a la manera de la escuela culturalista norteame­ del parentesco, publicado en esos mismos días y sobre el cual
ricana, de Ruth Benedict a Margaret Mead: a cada cultura ella escribió un comentario elogioso. Gracias a la aplica­
su tipo psicológico, a cada grupo su identidad, a cada mino­ ción del método estructural , Lévi-Strauss esclarecía de una
ría su pattem. De manera que toda sociedad no es sino la manera inédita la cuestión de la universalidad de la prohi­
suma de sus diversas comunidades: los niños, los judíos, los bición del incesto, que tanto había dividido a los etnólogos
locos, las mujeres, los negros, etcétera. ingleses y estadounidenses desde la publicación de Tótem y
Sin embargo, ella daba un contenido existencial a esa tabú, en 1912. El autor mostraba que esa prohibición efec­
diferencia: a su entender, lo femenino seguía siendo un de­ tuaba el pasaje de la naturaleza a la cultura conservando, de
venir perpetuo que no se arraigaba ni en lo social, ni en lo la primera, su carácter formal y, de la segunda, su regla den­
inconsciente, ni en lo biológico, sino que se construía de tro de fenómenos que a primera vista no dependían de ella. 40
manera dialéctica en la vivencia del sujeto, en su concien­ Al erigirse en teórica de la vivencia existencial de las mu­
cia. La mujer era Otra, la otra del hombre, alienada en la jeres y la femineidad, Beauvoir también ponía en juego sus
imagen que la sociedad masculina le devolvía de sí misma. recuerdos y su experiencia amorosa. En efecto, escribió El
En este aspecto, Beauvoir negaba la existencia del incons­ segundo sexo en el momento de acceder a una nueva vida
ciente freudiano. No sólo lo consideraba como una instan­ sexual en su relación con Nelson Algren. Por otra parte, éste
cia biológica que era un obstáculo para la libertad humana; cumplió un papel determinante en la elaboración de su pen­
samiento. No sólo la inició en la literatura norteamericana­
en especial, en la vida de las mujeres negras-, sino que la
J9 Esta frase figura en el capítulo 1 de la segunda parte de El segundo
sexo, titulada "Infancia". Cf. Simone de Beauvoir, Le Deuxieme sexe, vol. hizo sufrir los desgarramientos de la pasión, el sexo y el amor.
2, París, Gallimard, 1949, p. 13 [trad . esp.: El segundo sexo, dos volúme­
nes, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1977] . 40 Claude Lévi-Strauss, Les StructuTes élémentaiTes de la paTenté, ob. cir.
154 LA FAMILIA EN DESORDEN
LAS MUJERES TIENEN UN SEXO ¡SS

"Para la mujer", decía Beauvoir, "el amor es una dimi­ dan miedo. Antaño, nos rebelábamos contra su insisten­
sión total en beneficio de un amo".41 Así, esta mujer inde­ cia en hacer prevalecer el principio de realidad y contra
pendiente describía situaciones que parecían absolutamen­ su prosaísmo, siempre dispuesto a imponerse al niño que
te ajenas a la suya. Hablaba de la alienación de las mujeres se negaba a renunciar a sus deseos [... ]. Pero en nuestros
en el orden patriarcal masculino y del orden biológico, cuan­ días, se inicia una regresión al cabo de la cual ya no hay
do ella se había otorgado la libertad de elegir su destino. complejo de Edipo; pero sí, con todo, asesinato del padre.
Como es sabido, no quiso renunciar jamás al amor que sen­ El asesinato de ancianos formaba parte de los crímenes
simbólicos cometidos por los nazis. En tales circunstan­
tía por Sartre -su maestro en filosofía-, de quien era a la vez
cias, se establece una tardía y lúcida connivencia con los
madre, hermana y compañera, y se negó a casarse con un
padres, la que liga entre sí a los condenados, sólo
hombre al que deseaba pero cuyas producciones literarias enturbiada por el temor de no estar ya algún día, una vez
idealizaba muy poco. reducidos nosotros mismos a la impotencia, en condicio­
Tanto en la vida como en su libro, Beauvoir separaba la nes de cuidarlos [... ]. La violencia de la cual son víctimas
femineidad de la maternidad; el acto carnal, de la procrea­ hace olvidar la violencia que ejercieron [... ]. La muerte de
ción; el deseo, de la reproducción. Lejos de remitir a las la familia paraliza las fuerzas de resistencia que suscitaba.
mujeres a su estado de madres, llegaba incluso a rechazar la El orden colectivista, cuyo ascenso presenciamos, no es
idea de que la maternidad fuese otra cosa que una coacción sino una caricatura de la sociedad sin clases: la liquida­
ligada a una insatisfacción. La idea era novedosa, subversi­ ción del individuo burgués emprendida por él es también
va y escandalosa. la de la utopía que alimentaba el amor maternal. 42
Beauvoir no fue la única en lanzar una nueva mirada
sobre la condición femenina al término de una guerra de A esa constatación de una inversión letal de las generacio­
destrucción masiva. En páginas admirables escritas en el nes y una muerte programada de la familia, Adorno sumaba
exilio, Theodor Adorno mostraba cuánto había transfor­ la comprobación, que le parecía aún más temible, del adve­
mado el nazismo las relaciones entre las generaciones y en­ nimiento de una "sexualidad desexualizada" cuyos funda­
tre los hombres y las mujeres, y hasta qué punto había fra­ mentos no estaban ya en el deseo, el amor o la sublimación,
casado el sistema comunista en su intento de subvertir la
sociedad. Pero también criticaba -y de manera profética­ 4l Theodor Adorno, Minima moralia, ob. cit., pp. 18-19. Encontra­

los estragos que la sociedad de mercado, mundializada y mos la misma temática en La Díalectique de la raison, libro escrito en
anónima, producía en la vida familiar: 1947 en colaboración con Max Horkheimer: "La desintegración de la
propiedad media y la desaparición del sujeto económico independiente
afectan a la familia: ésta ya no es la célula de antaño tan alabada por la
La relación con los padres comienza tristemente a sociedad, porque ha dejado de constituir la base de la existencia econó­
desdibujarse. A causa de su impotencia económica, ya no mica del burgués. Para los jóvenes, la familia no es ya el único horizonte
de la vida. Desaparece la autonomía del padre y, con ella, la oposición a
su autoridad" (París, Gallimard, col. "Tel", 1983, p. 116 [trad. esp.: Dia­
41 Simone de Beauvoir, Le Deuxieme sexe, vol. 2, ob. cit., p. 547. léctica de la ilustración: fragmentos filosóficos, Madrid, Trona, 2001]).
156 LA FAMILIA EN DESORDEN LAS MUJERES TIENEN UN SEXO 157

sino en una práctica puramente fisiológica de satisfacción nueva identidad femenina. Era conveniente, por lo tanto,
de las necesidades: una especie de pornografía puritana e reconsiderarla, solidificarla, planificarla, fomentarla, para evi­
higiénica. Y terminaba por afirmar que la humanidad del tar su derrumbe. En esta perspectiva, los Estados tomaron el
mañana sería presa de una duda fundamental acerca de su relevo de la autoridad doblemente claudicante del padre y
capacidad de reproducirse. "La humanidad", decía, "corre la madre. Las instituciones educativas, sociales, médicas y
el serio riesgo de proyectar inconscientemente su deseo culturales organizaron la vida privada de todos para hacer
de supervivencia en la quimera de las cosas nunca conoci­ de la familia el foco normativo de una individualidad ciu­
das", una quimera semejante a la muerte y signo de "la dadana y democrática.
decadencia de un sistema que ya no parece necesitar a sus Desde ese punto de vista, Adorno no se había equivoca­
m iem bros". 43 do, ni sobre el advenimiento de una sexualidad desexualizada
Adorno se engañaba, sin duda, al imaginar que el géne­ -que conduciría al culto contemporáneo de la pornografía-,
ro humano pudiera algún día no desear ya reproducirse. ni sobre el devenir de un posible rechazo de las mujeres a la
Luego de la Segunda Guerra Mundial, en todo caso, el ín­ transmisión de la vida. En efecto, a lo largo de todo el proce­
dice de natalidad creció abruptamente en la mayoría de los so de revalorización familiarista, al que se asistió hasta 1960,
países europeos liberados de la violencia nazi. Y, durante parece haberse ahondado una fractura irreversible, al menos
dos décadas, la familia siguió siendo la célula básica de una en Occidente, entre el deseo de femineidad y el deseo de
sociedad que, a través de la expansión demográfica, procu­ maternidad, el deseo de gozar y el deber de procrear.
raba conjurar los furores del pasado. En otras palabras, cuanto más disminuía la frustración
Mimada, sostenida, celebrada por el Estado -sobre todo sexual, más se normalizaba el divorcio y más se reducía la
en Francia-, la familia se convirtió en el objeto de una po­ familia nuclear afectiva a una "díada conyugal",45 recompuesta
lítica a través de la cual la nación, en lo sucesivo, aseguraba sin cesar. Se supuso entonces que la célula familiar, ya en
a sus miembros un desarrollo y una protección sin prece­ ruinas, iba a extinguirse a fuerza de sufrir rechazos por su po­
dentes en la historia de la humanidad. 44 En efecto, todo der represivo: "Familias, ¡OS odio! Hogares clausurados; puer­
sucedía como si, en el momento mismo en que las mujeres tas cerradas; posesiones celosas de la felicidad". Este juicio
despertaban lentamente del largo sueño de su soj uzgamiento, extraído de Los alimentos terrenales 46 sirvió de emblema a una
la familia amenazara con autodestruirse, desde adentro, a revolución de las costumbres que consistió tanto en desear
fuerza de alimentar intereses contrarios a la eclosión de la como en temer la muerte de la familia.

41 Edward ,Shorter, Naissance de la famille moderne, ob. cit., p. 339.


Theodor Adorno y Max Horkheimer, La Dialectique de la mison,
43 46 André Gide, Les Nourritures terrestres, París, Gallimard, 1917 [trad.
ob. cit., p. 255 . esp.: Los alimentos terrenales, Buenos Aires, Losada, 1984J. Cf. también:
44 Retomado en 1958, el preámbulo de la Constitución francesa de 1946 "El porvenir pertenece a los bastardos. ¡Cuánta significación en estas
establece: "La nación asegura al individuo y a la familia las condiciones palabras: 'Un hijo natural'! Sólo el bastardo tiene derecho a lo natural"
necesarias para su desarrollo". (André Gide, Journal des faux-monnayeurs, París, Gallimard, 1925).
7. El poder de las madres

Freud desestimaba la idea de que fuese posible una separa~


ción entre lo femenino y lo maternal; el ser mujer y la pro~
creación; el sexo y el género. Y pese a ello, aceptó considerar
esa eventualidad e incluso confrontarla, en la medida misma
en que había inventado las herramientas teóricas capaces de
conceptualizarla. Pero no intentó integrarla a su interpreta~
ción de la civilización y ni siquiera imaginar que esta última
pudiera alguna vez aceptarla sin hundirse en el caos.
En este aspecto, adhería a la conminación socrática enun~
ciada por Platón y retomada en parte por la historia de la
metafísica occidental:

Obedézcase a la naturaleza en el acoplamiento destinado a


la procreación; no se toque el sexo masculino; no se mate
deliberadamente la raza humana; no se lance a sabiendas la
simiente entre las rocas y las piedras, donde jamás arraigará
con el fin de reproducir la propia naturaleza, y absténgase,
por último, en el campo femenino, de toda labranza que se
niegue voluntariamente a la fecundación. Si esta ley cobra
a la vez permanencia y vigor, tanto vigor como tiene hoy la
que prohíbe todo comercio entre padres e hijos, y si, en los
otros ~omercios, alcanza como debe la misma victoria, será
un millar de veces beneficiosa. I .

1 Platón, Les Lois, VIII, 838-839, en CEuvres completes, vol. 2, París,

Gallimard, col. "Bibliomeque de la Pléiade", 1950, p. 955 [trad. esp.:

159
EL PODER DE LAS MADRES 161
160 LA FAMILIA EN DESORDEN

Se comprende, entonces, por qué la hostilidad al principio tud del mundo occidental recusaba la legitimidad de las
de la familia patriarcal, que se concretó en la revuelta an­ guerras coloniales, del racismo, de la xenofobia, del uni­
ti autoritaria del período 1960-1975 tanto en los campus versalismo formal de los derechos del hombre e incluso de
norteamericanos como en las universidades europeas, tomó las modalidades tradicionales de la transmisión de los
la apariencia de un cuestionamiento radical del edipismo saberes, se la acusaba de escarnecer la autoridad de los maes­
psicoanalítico. Es preciso decir que éste valorizaba cada vez tros, de la nación, de la patria. El orden simbólico parecía
más la psicología del complejo, en desmedro de una reflexión desvanecerse, tal como se había disuelto antaño la sobe­
sobre lo trágico. Por eso se había convertido en el dogma de ranía de Dios padre. No quiso entenderse que esa juven­
una suerte de conservadorismo, adaptado, sin duda, a las tud reivindicaba otra autoridad, un nuevo orden simbóli­
normas de la familia restringida de la primera mitad del co, una nueva ley del mundo y el deseo, capaces de res­
siglo, pero poco capaz de explicar la nueva realidad de las ponder a las mutaciones de la familia que surgían en la
relaciones entre los sexos cuyas primicias había advertido vida social.
y como se imaginaba, con razón, que las mujeres iban a
Simone de Beauvoir.
Trasladada a la época moderna, la soberbia conmina­ dominar progresivamente todos los procesos de la procrea­
ción de Platón, que reclamaba como Freud que no se dise­ ción, se las sospechó, una vez más, responsables de una bo­
minara lo uno en lo múltiple, lo universal en las diferen­ rradura de las diferencias, atentatoria de la esencia misma
cias, pareció tan irrisoria como los gritos angustiados de de la célula germinativa del hombre.
los partidarios del antiguo orden patriarcal, preocupados, Porque ahora tocaban el semen masculino, como antaño
frente al ascenso del feminismo, por restablecer los valo­ Damiens había tocado el cuerpo del rey. Las mujeres llegaban
res viriles de una sociedad que, por desdicha, quedaba li­ a ser así, en el plano fantasmático, tan criminales como lo
brada a la revuelta de una juventud que no había conoci­ habían sido antaño los regicidas y parricidas. Sin embargo, a
do la guerra y se negaba a embarcarse en ella, primero en pesar de las apariencias, no debían su nuevo poder tanto a la
Argelia y luego en Vietnam. y a medida que esta juven- femineidad como a una inversión del orden procreativo que
pronto las devolvió al reino de lo maternal.
Desde siempre, los hombres, incapaces de reproducir por
Las leyes, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999]. sí mismos a sus semejantes, habían debido aceptar ponerse
Jacques Derrida retradujo y comentó este pasaje en un texto célebre, "La
en manos de las mujeres para producir a sus hijos y transmi­
pharmacie de PIaron" (1968). En un capítulo titulado: "La scene de
famille", mostró que en Platón existían dos usos posibles del esperma en tir su nombre. Obligados a confiarles esa tarea, habían re­
la relación padre/hijo. Por un lado, el semen paterno (a la vez falo y glamentado y dominado cuidadosamente el cuerpo de sus
lagos) rige las leyes de la descendencia en la ciudad; por otro, se disemina compañeras, en especial, a través del rechazo de los "bastar­
cuando el padre engendra un hijo parricida que se destruye en la impug· dos" engendrados por ellos y de la institución del matrimo­
nación mortífera del orden paterno: "El semen, en consecuencia, debe
someterse al lagos. Y violentarse, entonces, pues la tendencia natural del
nio, que suponía, como ya lo señalé, la fidelidad absoluta
esperma lo opone al lagos" (La Dissémination, París, Seuil. 1972, p. 178 de la mujer. Y ahora resultaba que ellas se les escapaban,
[trad . esp.: La diseminación, Madrid, Fundamentos, 1990]).
162 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 163

reivindicando el derecho al placer y descuidando su deber tituir gradualmente el coitus interruptus y el uso de preservati­
procreativo. 2 Ya no se conformaban con contemplar la his­ vos masculinos. Ya fuera por medio de la planificación fami­
toria como espectadoras: eran sus heroínas activas, a veces liar o por recurso a las distintas técnicas destinadas a impedir
tan crueles como los hombres. la fecundación -dispositivos intrauterinos, píldora, aborto-,4
Así parecía concretarse la idea, perfectamente presentada las mujeres conquistaron, a costa de arduas luchas, derechos
por Proust, de que la experiencia amorosa de los hombres los y poderes que les permitieron no sólo reducir la dominación
conduce, no a una fusión con el objeto de su deseo, sino a la masculina sino invertir su curso. Su cuerpo se modificó al
imposibilidad de cualquier unión plenamente realizada. Y para mismo tiempo que sus gustos y sus aspiraciones.
designar esta falta de plenitud y complementariedad entre los Ya en 1899, Émile Zola se había alarmado ante la evolu­
sexos, que se manifestaba de ahora en más en lo real, Lacan ción de los criterios de apreciación de la belleza femenina:
tomó de Drieu La Rochelle una observación de la que haría "La idea de belleza varía", decía, "y ahora la ponéis en la
un aforismo: "La Mujer no existe".J Ella "no es toda", dirá: ni esterilidad de la mujer de formas alargadas y delgadas y cade­
una naturaleza, ni una categoría, ni una totalidad, ni una cul­ ras estrechas". Más adelante, los médicos denunciaron "el
tura. Jamás es para el hombre, en el mismo momento y el mis­ eclipse del vientre", que hacía furor en los salones de la BeUe
mo instante, lo que se cree que podría ser. Por eso escapa a Époque. En cuanto a los vestidos "a lo varón" de los años
toda programación, a través de un goce ilimitado que linda locos, símbolo del "desdén moderno por la maternidad", sus­
con la muerte. Lacan, como se sabe, siempre prefirió a citaron la reprobación de los jueces y censores, apegados al
Antígona, a Edipo o Creonte, y lo ilimitado del heroísmo fe­ ideal abundante de las antiguas matronas. 5
menino -aunque fuera el del éxtasis o la pérdida- a la razón de
Estado o la rebelión de los hijos contra los padres. De allí, su 4 En 1955 se autorizó en Francia el llamado aborto "terapéutico", cuando

convicción de que la familia no podía ser sino la expresión Gregory Pinkus, en Estados Unidos, daba los últimos toques a la píldora
social de un desorden psíquico perfectamente ordenado en apa­ anticonceptiva. Un año después, Marie-Andrée Lagrou3-Weill-Hallé funda­
ba el Movimiento de la Maternidad Feliz, que en 1963 se convertiría en el
riencia, pero destruido sin cesar desde adentro.
Movimiento por la Planificación Familiar, asociado a la federación interna­
cional del mismo nombre. En 1967, promovida por Lucien Neuwirth, se votÓ
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, las técnicas una ley que autorizaba la contracepción. Por último, Simone Veillogró hacer
médicas de regulación de los nacimientos comenzaron a sus­ aprobar en 1975 otra ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo (NG,
inr.erruption volonrnire de grossesse). Ese mismo año, se modificó la ley de divor­
cio mediante la introducción del llamado procedimiento de "consentimiento
2 Cf. Franc;:oise Héritier, "Les hommes peinent a accepter que les
mutuo", que conduciría a la eliminación de la idea de "culpa". Durante este
femmes soient leurs égales", entrevista con Blandine Grosjean, en período y hasta fines de siglo, leyes similares se sancionaron en Europa, Esta­
Libéra¡ion, 18 de agosto de 200l. dos Unidos y otros países del mundo occidental. Sobre todas estas cuestiones
) Christian Jambet fue quien señaló que Lacan había tomado esta puede consultarse la obra de Janine Mossuz-Lavau, Les Lois de ¡'amol.a. Les
fórmula de Drieu La Rochelle. Cf. "La femme n'existe pas" , en La Revue poIitiques de la sexuoJic.é en France (1950-1990), París, Payot, 1991.
des Deux Mondes, julio-agosto de 2000, pp. 81-86, Y Jacques Lacan, Le I CL Philippe Perrot, Le Travail des apparences. Le corps féminin,
Séminaire, libro xx, ob. cit., p. 68. XV//I'-X/X' siecle (1984), París, Seuil , col. "Points", 1991, p. 196.
164 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LA S MADRES 165

Estos cambios eran una nadería en comparación con los precio de una deconstrucción que la alejaba de la institución
que se produjeron durante la segunda mitad del siglo xx. La del matrimonio.
generalización de nuevas reglas estéticas, impuestas por el Considerado como un sacramento por el derecho canóni­
mercado de la moda y la domesticación estandarizada de co? y luego necesario para la legitimación de los cónyuges y
las apariencias corporales, contribuyeron, hasta en sus ex­ sus hijos en el derecho laico, el matrimonio, en efecto, per­
cesos, a una verdadera revolución de la condición femeni­ dió fuerza simbólica a medida que aumentaba la cantidad de
na. En ese contexto, las mujeres se preocuparon más por su divorcios. ¿Cómo podía seguir encamando el poder del lazo
imagen y por asegurarse un rol social que les permitiera en­ familiar cuando ya no era indisoluble? De hecho, se asimiló
mascarar su interioridad afectiva. Fueron entonces menos cada vez más a un rito festivo celebrado, ya no como el acto
rebeldes, menos histéricas, más depresivas. Pronto se afir­ fundamental de una célula familiar única y definitiva, sino
mó que ellas se "masculinizaban" y los hombres se "femini­ como un contrato más o menos duradero entre dos personas.
zaban", y se dedujo de ello que los hijos de esas mujeres De allí, la aparición del concepto de "familia recompues­
"viriles" y esos hombres "andróginos" nunca lograrían cons­ ta", que remite a un doble movimiento de desacralización
truirse una identidad estable. 6 Todas esas metamorfosis no del matrimonio y humanización de los lazos de parentesco.
hacían sino traducir las angustias de un mundo trastornado En lugar de divinizada o naturalizada, la familia contemporá­
por sus propias innovaciones. nea se pretendió frágil, neurótica, consciente de su desorden,
El divorcio, instaurado como un derecho por los revolucio­ pero deseosa de recrear entre los hombres y las mujeres un
narios en 1792, limitado por el Código Napoleónico en 1804, equilibrio que la vida social no podía procurarles. Así brotó
prohibido por la Restauración a partir de 1816, restablecido de su mismo desfallecimiento un vigor inesperado. Construi­
por último por la República en 1884, fue siempre moralmente da, deconstruida, reconstruida, recuperó el alma en la bús­
condenado por los conservadores, temerosos de que su propa­ queda dolorosa de una soberanía fracturada o incierta. 8
gación entrañara la muerte de la familia, la abolición del sen­ y si en lo sucesivo algunos hijos podían ser criados bajo
timiento de la alteridad y, al fin y al cabo, la aniquilación de la autoridad de dos padres y dos madres, y bajo el mismo
toda vida social. Para los progresistas traducía en el plano jurí­ techo que sus hermanastros o hermanastras, eso significaba
dico una situación de fracaso y permitía una especie de repu­ que otros niños que vivían con uno solo de sus padres no
dio necesario, laicizado y recíproco. Por eso les parecía conce­
bible la idea de que pudiese ser consentido. Con el paso de los 7 "La alianza matrimonial, mediante la cual un hombre y una mujer
años, se advirtió que la familia restringida se perpetuaba al constituyen una comunidad para toda la vida, ordenada por su carácter
natural para el bien de los cónyuges, así como para b generación y la
6 Élisabeth Badinter analiza los mecanismos de esta transformación educacióA de los hijos, fue elevada por nuestro Señor jesucristo a la
en dos obras precursoras: L'un est l'autre, París, Odile jacob, 1986 [trad. dignidad de sacramento entre bautizados" (Code de droit canoniquebilingue
esp.: El uno es el otrO, Ba rcelona, Planeta, 19871. y XY: De l'identité ee annoté, Montreal, Wilson & Lafleur Itée, 1999, p. 1054 [trad. esp.:
masculine, París, Odile jacob, 1992 [trad. esp.: XY, la identidad masculina, Código de derecho canónico, Madrid, Trivium, 1998]) .
Bogotá, Norma, 1996] . 8 ef. Louis Roussel, La Famille incertaine, París, Odile jacob, 1989.
LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 167
166

tardarían en ser considerados, sin vergüenza, como sujetos Las mujeres no sólo habían conquistado el poder de atentar
con todas las de la ley. Antaño calificados de "bastardos", contra el carácter sagrado del semen masculino, para satis­
esos hijos pasaron a llamarse "naturales" y luego se integra­ facer un placer distinto de la maternidad, sino que también
ron a la norma de un nuevo orden familiar recompuesto. podían prohibir a ese semen cumplir el deber de engendra­
En 1975, Andrée Michel, socióloga feminista,9 se inspi­ miento y no-diseminación que le había asignado la natura­
ró en las experiencias de la familia norteamericana para leza. En lugar de transmitir la vida y la muerte, como lo ha­
introducir en Francia la expresión "familia monoparental", bían hecho desde la noche de los tiempos, podían enton­
utilizada para designar, sin estigmatizarlo, un modelo de fami­ ces, en la aurora del siglo XXI, rechazar, si así lo decidían, el
lia "irregular" considerado, de todas maneras, más negativo principio mismo de una transmisión . Habían adquirido, en
que el de la parentalidad reconstruida. Las "madres solte­ cierta forma, la posibilidad de quererse estériles, libertinas,
ras" comenzaron a calificarse entonces de "madres célibes". * enamoradas de sí mismas, sin temer los furores de una con­
Dice Marie-Élisabeth Handman: dena moral o una justicia represiva.
Pero podían asimismo controlar la cantidad de nacimien­
En nuestros días, las madres célibes ya no son proscriptas tos y negarse a traer al mundo, de la pubertad a la menopau­
de la sociedad, mientras que hace menos de treinta años sia, un número ilimitado de hijos . Al igual que los hombres,
se las consideraba como transgresoras de la obligación del podían también procrear hijos en varias camas y hacerlos
matrimonio para procrear. El divorcio es hoy cosa corrien­ cohabitar en familias llamadas "coparentales", "recompues­
te, cuando antes se lo juzgaba como una violación de las tas", "biparentales", "multiparentales", "pluriparentales" o
buenas costumbres y, aun en la década de 1950, las muje­
"monoparentales". La difusión de esta terminología, deri­
res divorciadas no eran admitidas en las "buenas familias" .
vada de la palabra "parentalidad", traduce tanto la inver­
Cuando las aspiraciones de una sociedad democrática se
hacen imperiosas a juicio de la mayor cantidad o, en su de­
sión de la dominación masculina, que ya mencioné, como
fecto, a juicio de quienes defienden los fundamentos mis­ un nuevo modo de conceptualización de la familia.
mos de la democracia [... 1, el derecho termina por plegar­ En lo sucesivo, ésta ya no se considerará únicamente como
se a esas aspiraciones. 1O una estructura del parentesco que prolonga la autoridad di­
suelta del padre o sintetiza el paso de la naturaleza a la cultu­
ra, a través de las prohibiciones y funciones simbólicas, sino
9 Andrée Michel, SocioLogie de la famille ee du mariage, París, PUF,
como un lugar de poder descentralizado y numerosos rostros.
1972 [trad. esp.: Sociología de la familia y del matrimonio, Barcelona, Edi­
La definición de una esencia espiritual, biológica o antropo­
ciones 62, 1991).
* Traducimos como "madres solteras" lo que en francés es filie s meres, lógica de la familia, fundada en el género y el sexo o en las
literalmente "nil1as madres", y optamos por verter meres célibataires como
"madres célibes", expresión que conserva el matiz más "burocrático-ad­
ministrativo", si se quiere, del original. [N. del T.) pp. 260-261. El término "coparentalidad" se impuso en 1970 con la ley
10 Marie-Élisabeth Handman, "Sexualité et famille: app roche
sobre la patria potestad compartida. Véase capítulo 5 de la presente obra,
anthropologique", en Daniel Borillo et aL, Au-dela du pacs ... , ob. cit., "El patriarca mutilado".
168 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 169

leyes del parentesco, y la definición existencial, inducida por padres sobre la mejor forma de educar el deseo infantil, con
el mito edípico, son sustituidas por la definición horizontal y la ayuda de una multitud de referencias a tal complejo o tal
múltiple inventada por el individualismo moderno y diseca­ frustración. La psicología edípica secundó así al Estado en
da de inmediato por el discurso de los peritos. I I la gestión de la autoridad parental. En Francia, el experto
Esta familia se asemeja a una tribu insólita, una red asexuada, en ciencias humanas y sociales ocupó, desde ese punto de
fraternal, sin jerarquía ni autoridad y en la cual cada uno se vista, el lugar del intelectual comprometido, antes encar­
siente autónomo o funcional izado. En cuanto a la transforma­ nado por Hugo, Zola o Sartre.
ción en "peritos" de algunos profesionales de las ciencias so­ También se lo requirió por doquier en otros lugares, me­
ciales y humanas, es el síntoma del surgimiento de un nuevo nos por su ética o su saber que por sus llamadas competencias
discurso sobre la familia a fines de la década de 1960. "científicas". En una palabra, se esperaba de las ciencias hu­
Hasta entonces, en efecto, las políticas de Estado se ocu­ manas lo que se reclamaba de las ciencias de la naturaleza:
paban esencialmente de problemas demográficos y una certeza provista de resultados, mediciones, cálculos u
epidemiológicos: natalidad o salud pública. Pero con el au­ observaciones que, desde luego, no podían suministrar en
mento de los divorcios, el alza de la procreación fuera del ningún caso. De ello resultó, veinte años después, una espe­
matrimonio y la baja de la fecundidad, se convocó a los cie de desastre, denunciado hoy por los mismos que fueron a
investigadores de todas las disciplinas a la cabecera de la veces sus artífices.
familia, a la cual se creía en peligro. 12 Y como resultado, se De origen anglófono\3 la palabra "parentalidad" (parenthood)
dispuso incrementar todas las formas de vigilancia y obser­ se generalizó a partir de 1970 para definir al padre/madre se­
vación de la vida privada. Se pretendió, por lo tanto, peritar gún su "calidad" de talo su facultad de acceder a una función
_y ya no conformarse con escuchar o comprender- el do­ calificada de "parental". Con la aparición de una terminología
minio del alma y la vida psíquica, los estados mentales, las tan técnica, la configuración novelesca y mítica, que había
normas y las desviaciones. En resumen, se procuró poner alimentado el discurso de las humanidades clásicas sobre
bajo control la trivialidad de la vida cotidiana mediante la las relaciones entre los hombres y los dioses, los hombres y las
promulgación de · reglas idóneas para distinguir las buenas mujeres, los sexos y los géneros, el destino y el sujeto, terminó
maneras de vivir la sexualidad en pareja o asesorar a los por encallar en un universo funciona lista del que había des­
aparecido todo sentido de lo trágico. ¿Cómo comprender a los
11 Michel Foucault denunció con mucha claridad ese discurso de los
Atridas o los Labdácidas, Papá Gonot, Madame Bovary, aJean
peritos en Les Anormaux. Cours au College de France, 1974-1975, Par[s, Valjean o al narrador de Marcel Proust a partir de esas repre­
GallimardjSeuil, col. "Hautes études", 1999 [trad. esp.: Los anormales . sentaciones del campo social que reducen la familia a una
Curso en el College de France (1974-1975), Buenos Aires, Fondo de Cul­ empresa de planificación jurídico-comportamental? Concebir
tura Económica, 2000J.
12 Al respecto, será provechoso leer el artículo de Élisabeth Zucker­

Rouvillois, "L'expertise familiale ou la pene du doute scientifique", en 1) Cf. Esther N. Goody, Parenehood and Social Reproduction,

Daniel Borillo ee al., Au-deld du pacs .. . , ob. cit., pp. 111-129. Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
170 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 171

proyectos parentales, definir programas de fecundación, ras­ leza "caníbal".'4 Ya no se trataba simplemente de odiar a la
trear actitudes sexuales buenas o malas: ¿son ésos los nuevos familia para revalorizarla mejor, sino de devorar sus funda­
valores de la familia, ambicionados por los expertos y adopta­ mentos y su carne y bailar sobre su cadáver. 's
dos por e! consumismo de las clases medias? En El anti-Edipo, cuyo éxito sería considerable en la gene­
En realidad, esta actitud positivista, que procura hoy con­ ración contestataria, Gilles Deleuze y Félix Guattari acome­
trolar la deconstrucción espontánea de la familia occiden­ tían contra e! pilar esencial de la doctrina psicoanalítica: el
tal, debe considerarse como lIna reacción a la gran oleada famoso complejo. Pero lejos de blandir la antorcha de la in­
de impugnación antiautoritaria y antifamiliarista de los años terrogación trágica, retomada por Freud y Lacan, atacaban el
1965-1975. dogma familiarista de la corporación psicoanalítica de la dé­
Lejos de oponer el espíritu de familia a la razón de Esta­ cada de 1970. ¡Cuán necesaria era esa crítica! El inconscien­
do, los estudiantes rebeldes de los años en ascuas recusaron, te, decían en sustancia, no es ni un teatro ni una escena trá­
de una sola vez, e! familiarismo y los principios estatales de gica ni una estructura, sino una fábrica, una máquina desean te,
la burguesía capitalista. Y cuando en 1967 la compañía de! un delirio compuesto de flujos múltiples que el psicoanálisis
Living Theatre puso en escena la historia de Antígona, re­ aprisiona en el collar de hierro de un complejo, semejante a
visada y corregida por Bertolt Brecht, transformó la pieza un asilo, una escuela, una gendarmería, una cárcel.
en una celebración sagrada de la ética libertaria. Interpre­ La revolución, explicaban Deleuze y Guattari, debía asig­
tada por Judith Malina, la hija de Edipo y Yocasta encama­ narse la tarea de liberar el deseo del gran encierro al cual lo
ba la desobediencia civil norteamericana frente a Creonte habían condenado el psicoanálisis y las ciencias sociales y
(Julian Beck), general en jefe de un ejército imperialista, humanas erigidas en discursos del amo. Por eso, había que
arrastrado por una muchedumbre de actores desnudos que liberar al hombre de sus impedimentos, liberando a la locura
remedaban e! frenesí de una escena de trance. Asimilado a de sus cadenas, a fin de devolver al mundo un aspecto
un desertor, Polinices se convertía en e! héroe de una gue­ dionisíaco. Y la esencia de éste se encuentra en la esquizofre­
rra victoriosa contra e! viejo mundo occidental que él ha­ nia, esa locura de la errancia por la cual el inconsciente deri­
bía logrado destruir gracias a su pacto con e! enemigo. La va entre las razas, los continentes, las pulsiones:
apología de la lucha anticolonial se mezclaba con el gran
sueño pacifista de una abolición definitiva de todas las for­ Inagotable y siempre actual, el repertorio de sandeces de Edipo.
mas posibles de soberanía. Pero el riesgo era ver a Antígona Se nos dice que los padres murieron "a lo largo de miles de
transformada en una figura soberana de! terror negro, simi­ años" (vaya, vaya) y que la interiorización correspondiente
de la imagen paterna se produjo durante el paleolítico y
lar a la que Lacan había reexaminado, algunos años antes,
para señalarla como un desafío a la ley del padre de natura­
Roth, Pastorale américaine, París, Gallimard, 1999 [trad. esp.; Pastoral
Cf. Philippe Lacoue-Labarthe, L' Ancigone de Sophocle, París,
14 americana, Madrid, Alfaguara, 1998} .
Bourgois, 1978. El tema vuelve a encontrarse en la novela de Philip 1\ Cf. George Steiner, Les Amigones. ob. cit.
172 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 173

hasta comienzos del neolítico, "hace alrededor de ocho to del análisis de los sociólogos, los psicoanalistas o los filó­
mil años". Se hace o no se hace historia; pero, en verdad, sofos -en especial, de Heinz Kohut a Christopher Lasch­
en cuanto a la muerte del padre, la noticia no circula muy como un fenómeno de desilusión ligado a la pérdida del com­
rápido [... ]. Dios muerto o no muerto, el padre muerto o promiso político. Si Edipo había sido para Freud el héroe
no muerto, la cosa es igual, pues persisten la misma vio­
conflictivo de un poder patriarcal declinante, Narciso en­
lencia [répression] y la misma represión [refoulement], aquí,
carnaba ahora el mito de una humanidad sin prohibicio­
en nombre de Dios o de un padre vivo; allá, en nombre
del hombre o del padre muerto interiorizado. 16
nes, fascinada por la potencia de su imagen: una verdadera
desesperación identitaria. 18
El poema deleuziano cantaba las alabanzas de Artaud, Incapaz de aceptar la vejez y la transmisión genealógica,
H61derlin y Nietzsche; pero olvidaba que la tragedia de la Narciso, como es sabido, prefiere poner fin a sus días para no
locura corriente no tiene mucho que ver con las profecías perder lo que otros correrían el riesgo de recibir después de
hechiceras de Zaratustra. Por mucho que se adornara con él. A diferencia de Edipo, que se castiga para que la ciudad
un lenguaje incandescente el espíritu libertario, no dejaba viva, él se repliega en un encierro trágico, pero protector.
de ser la expresión de una inversión de los poderes, tan li­ En ese contexto aparecieron las primeras experiencias
mitada como utópica. 17 de homoparentalidad. Forjada en el mismo modelo que los
Sin embargo, ese antiedipismo maquinista funcionó demás términos referidos a las nuevas formas de "parentali­
como el revelador de un viraje profundo de la sociedad, que dad", la palabra testimoniaba, sin embargo, una práctica
anunciaba el triunfo de lo múltiple sobre lo uno y del desor­ radicalmente novedosa del engendramiento y la procrea­
den normalizado sobre la simbolización trágica: una cultura ción. Desde ese punto de vista, traducía un doble movi­
del narcisismo y el individualismo, una religión del yo, una miento, a la vez transgresor y normalizador. Por un lado se
inquietud del instante, una abolición fantasmática del con­ ridiculizaba el principio de la diferencia sexual sobre el cual
flicto y la historia. se apoyaba hasta ese momento la célula familiar; por otro,
La vigorosa impugnación de esa década antiedípica, an­ ésta era reivindicada como una norma deseable y deseada.
ticapitalista y libertaria fue sucedida por un retorno a la Por primera vez en Occidente, mujeres y hombres homo­
norma, centrado en una búsqueda de la reconstrucción de sexuales pretendían prescindir del coito vaginal para fun­
sí mismo. Y ese paso de un Edipo repudiado a un Narciso dar una familia. No sólo no ponían ya en la picota un orden
triunfante se afirmó, ante todo, en las comunidades tera­
péuticas de la costa californiana. A continuación fue obje­ 16 Cf. Heinz Kohut, Le Soi (Nueva York, 1971), París, PUF, 1991
[trad. esp. : Análisis del self: trawmiento psicoanalítico de los trastornos
narcisistas de la personalidad, Buenos Aires , Amorrortu, 19771. y
16Gilles Deleuze y Félix Guactari, L'Anti-CEdipe.. . , ob. CiL, p. 126. Chrisropher Lasch, La Culture du narcissisme (1979), París, Climats, 2000
17Se encuentra la misma temática en la obra de David Cooper, Mort [trad. esp.: La cultura del narcisismo, Barcelona, Andrés Bello, 1999]. Ya
de la famille (1971) , París, Seuil, 1972 [trad. esp.: La muerte de la familia, me referí a esta cuestión en L'Analyse, ¡'archive, París, Bibliotheque
Barcelona, Ariel, 19851. nationale de France/Seuil, 2001.

L
174 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 175

antaño juzgado alienante, sino que dejaban de reprimir su técnica de inseminación artificial interconyugal (IAC) se pudo
deseo de procrear hijos con una persona de su elección. concebir niños por medio de una cánula en la cual había
i Fascinante actualización de ese romantic love que había espermatozoides que entraban en contacto con la flema del
puesto fin a las antiguas tradiciones de los matrimonios con­ cuello uterino en el momento de la ovulación.
certados! 19 Así, por primera vez en la historia de la humanidad, la
Para apreciar la importancia del acontecimiento, es in­ ciencia sustituía al hombre y reemplazaba un acto sexual
dispensable recorrer la historia de los progresos de la inse­ por una acción médica. Hasta entonces, la contracepción
minación artificial, que allanó el camino, en el ámbito de había permitido a las mujeres conocer el placer sin riesgo
la procreación, a un posible reemplazo de las relaciones de procrear; gracias a la medicalización de esta procreación,
sexuales por una intervención médica. se podría concebir libremente niños sin placer e incluso sin
deseo. Pero nada había cuestionado aún la filiación bioló­
A partir de 1950, en el momento en que las técnicas de con­ gica, y el niño nacido de esta manera tenía por padre y
tracepción científica reemplazaban lentamente las antiguas madre a sus verdaderos progenitores.
prácticas espontáneas, se perfeccionaron los primeros trata­ En 1970, cuando la IAC demostró su ineficacia ante una
mientos contra la esterilidad,2° que permitían congelar el se­ esterilidad masculina total, se comenzó a reemplazar el se­
men masculino para el caso en que un tratamiento médico men defectuoso por otro, anónimo, perteneciente a un ter­
devastador (quimioterapia anticancerosa) produjera, en un cero que no era el genitor. Esta nueva técnica de insemina­
futuro padre, una esterilidad definitiva. Mediante la llamada ción artificial con donante (IAO) se denominó entonces
"procreación médica asistida" (PMA) o "asistencia médica a la
procreación" (AMP).21 Luego se dieron los últimos toques a
19 Esta cuestión se abordará en el capítulo siguiente, "La familia ve­
la fecundación in vitro con trasplante (FIVET), que permitía
nidera" .
20 La fecundidad es la materialización de la procreación mediante la tratar las esterilidades femeninas vinculadas especialmen­
concepción real de un hijo, mientras que la fertilidad es una potenciali­ te a las enfermedades de las trompas. En ese caso, la fe­
dad, una aptitud de concebir que sólo se concreta con la fecundación, cundación con el semen del padre o de un donante anóni­
proceso biológico por el cual se realiza la fusión de células masculinas y
mo se realizaba en una probeta y, por lo tanto, fuera del
femeninas llamadas gametos. Los gametos masculinos están contenidos
en el semen, compuesto de espermatozoides, y los gametos femeninos, en cuerpo de la madre . Tras la fecundación, el huevo era
el óvulo. Al reunirse, forman un huevo que se transformará en un em­ reimplantado en el útero materno. Dos niños nacieron
brión y luego en un feto. El ovocito es un gameto femenino no \legado gracias a esta técnica: Louise Brown en Inglaterra en 1978
aún a la madurez. Se denomina "esterilidad" a una infertilidad ligada, en
hombres y mujeres, a motivos orgánicos. Se entiende por "procreación" 21 En el mundo angloparlante se emplea la expresión "procreación
el hecho de producir y hacer nacer un niño, y por "alumbramiento" el artificial con donante" (artificial procreation). Cf. Genevieve Delaisi de
acto de traerlo al mundo. La palabra "engendramiento" designa la pro­ Parseval y Alain Janaud, L'Enfant a Wut prix (1983), París, Seuil, col.
creación masculina y tiende a confundirse con "filiación", de orden sim­ "Points", 1985, y Genevieve Delaisi de Parseval y Pierre Verdier, Enfant
bólico o jurídico. de personne, París, Odile Jacob, 1994.
176 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 177

y Amandine en Francia cuatro años después. Sus padres dados que marchaban a la guerra, para inseminar a sus viu­
eran también sus genitores. das a título póstumo.zz No se equivocaba. Por otra parte, en
Si ahora se podía prescindir del acto sexual para conce­ 1957, al comentar e! caso de una mujer norteamericana
bir niños y se sabía reproducir la fecundación fuera de! cuerpo que había recurrido a una insem inación artificial post mortem
de la madre y por medio de un semen no perteneciente al con el semen congelado de su marido, también Lacan ima­
padre, la conclusión era que la institución del matrimonio ginaba que alguna vez podría realizarse ese tipo de manipu­
debía replantearse por completo. Pues ella se basaba en la lación:
idea de que e! acto sexual tiene por corolario la procreación
y en que la paternidad social es inseparable de la paterni­ Les dejo la tarea de extrapolar; a partir del momento en
dad biológica. Ahora bien, la contracepción, por un lado, y que nos internamos en este camino, dentro de cientos de
la procreación médica asistida, por otro, parecían represen­ años haremos a las mujeres niños que serán los. hijos di­
tar un desmentido flagrante a toda esa herencia judeocris­ rectos de los hombres de genio que viven en la actualidad
y habrán sido de aquí a allá preciosamente conservados
tiana sobre la que se había construido la familia moderna.
en pequeños recipientes. En esta oportunidad se cortó algo
El padre genitor no sólo corría e! riesgo de quedar reducido al padre, y de la manera más radical, y también la palabra.
a un poco de semen, sino que dejaba de ser "incierto". Su La cuestión, entonces, es saber cómo, por qué medio, de
nombre, que desde siempre había impreso en e! cuerpo de! qué modo, se inscribirá en el psiquismo del niño la pala­
hijo la marca de su soberanía simbólica, ya no servía de bra del antepasado, cuyo único representante y único ve­
prueba irrefutable de una paternidad ahora "demostrada" hículo será la madre. ¿Cómo hará ella hablar al ancestro
por la ciencia. metido en una caja?23
En cuanto a la madre, ese gran receptáculo de todos los
fantasmas nutricios, una probeta la despojaba de! origen cor­
22 Cf. Genevieve Delaisi de Parseval y Alain Janaud, L'Enfant atout prix,
poral de la fecundación. Además, empezaba a ser incierta ob. cit., p. 140.
en e! momento mismo en que e! padre dejaba de serlo. Ya se 23 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre IV: La Relation d' objet (1956­
preveía, en efecto, que la donación del semen masculino 1957), París, Seuil, 1994, pp. 375-376 [trad. esp.: El Seminario de Jacques
podría completarse algún día con la de los óvulos, en e! Lacan. Libro 4: La relación de objeto. 1956-1957, Buenos Aires, Paidós,
1998]. Este escenario es imaginable pero hasta hoy imposible de realizar
caso de una mujer que no estuviera en condiciones de pro­
porque el semen no se conserva más de diez años. En cuanto a la insemi­
crear y ni siquiera de llevar un niño en su seno. La noción nación post mortem, apoyada tan pronto en la voluntad del donante como
de "madre portadora" o "madre prestada" empezaba a abrir­ en la de la viuda que reclama la extracción del semen por electroeyacu­
se camino. lación, está oficialmente prohibida en Europa y Estados Unidos. Sin
La idea de conservar e! semen masculino se remontaba a embargo, nada impide que pueda llevarse a cabo de manera clandestina.
Paolo Mantegazza, que en 1866 había creado en Pavía un Cf. Jacqueline Flauss-Oiem, "Insémination post mortem. Oroit anglais et
droit communautaire", en Liber amicorum Mane- Thérese Meulders-Klein.
banco de esperma para uso veterinario. Ya en esa época, Droit comparé des personnes et de la fami/le, Bruselas, Bruylant, 1998, pp.
creía que algún día se podría conservar el semen de los sol- 217-230.
EL PODER DE LAS MADRES 179
178 LA FAMILI A EN DESORDEN

En 1972 se creó en Francia el Centro de Estudio y Conserva­ IAD sería el equivalente de un "crimen sexual perfecto" por­
ción del Semen Humano ( CECOS). Integrado a la Asistencia que logra borrar de la memoria de los hombres las huellas de
Pública, su misión consistió en recolectar donaciones anóni­ su "fechoría".
mas y gratuitas a fin de conservarlas en pfmIuetas 24 con destino De esta fusión de dos órdenes procedía la idea de que el
a parejas estériles. La adopción del doble principio de la gra­ donante debía ser social y psíquicamente "normal". Los mé­
tuidad y el anonimato se basaba, por un lado, en la idea de que dicos sabían muy bien que el semen no transmite esas carac­
las sustancias originadas en el cuerpo humano no pueden co­ terísticas. Sin embargo, prefirieron escoger donantes entre
mercializarse en ningún caso; por otro, en el hecho de que una los padres de familia en apariencia mejor integrados y más
inseminación debe imitar la reproducción sexuada. Además preocupados por el bienestar de sus hijos. En cuanto a la pro­
de evitar toda forma de enfermedad genética transmisible y pia IAD, se reservó a parejas casadas (o de concubinos) con
cualquier incompatibilidad entre los gmpos sanguíneos, tam­ incapacidad establecida de procrear por medios naturales.
bién era preciso respetar la ley de no consanguinidad, por lo Entre 1972 y 1992 nacieron en Francia 7 mil niños en esas
que el semen de un mismo donante no podía utilizarse en condiciones, y más aún luego de esta última fecha. No son ni
varias fecundaciones. Pero la nueva actitud procreativa se apo­ mejores ni peores que otros y, sin ninguna duda, representa­
yaba, sobre todo, en un disimulo del origen biológico del niño, ron una dicha inesperada para parejas antaño sufrientes.
a fin de que éste nunca pudiese saber cómo había sido conce­ En otros países de Europa, los bancos de semen se desarro­
bido. En consecuencia, el receptor de las plaquetas debía pa­ llaron en un marco privado y con un objetivo de rentabili­
recerse al donante: la misma altura, la misma contextura, el dad. De allí, una ampliación de la elección a las mujeres sol­
mismo color de ojos, el mismo origen "étnico", etc. En cuanto teras y las lesbianas; pero también, de manera perversa, a los
al donante, no era una persona sino un productor de sustan­ donantes remunerados y escogidos, a veces, según criterios
cias. Por eso nunca tuvo reconocimiento legal alguno.2s aberrantes. En Estados Unidos, sobre todo, al mismo tiempo
Todo sucedía, entonces, como si se mezclaran un orden que se multiplicaban los trabajos universitarios sobre el sexo
procreativo fundado en una necesidad biológica y un orden y el género,27 los solicitantes pudieron tener acceso a catálo­
social imitador de la naturaleza al punto de remedarla. "La gos con listas de plaquetas seleccionadas según la religión del
AMP", escribe Marcela Iacub, "es un dispositivo que se destru­ donante -judío, católico, protestante-, su profesión, su cate­
ye una vez consumido, se autoelimina, sólo existe para hacer goría social, su identidad sexuada e incluso su "nivel intelec­
desaparecer toda huella de su paso".26 En otras palabras, la tual". Así, se llegó a contemplar con mayor seriedad la posi­
bilidad de comercializar el semen de los científicos y hom­
bres de letras que habían recibido el premio Nobel.
24Dosis de semen conservadas en bidones de nitrógeno líquido. Algunos de estos proyectos eran muestras de un fantas­
25Agnes Fine, "Vers une reconnaissance de la pluriparentalité?", en ma de eternidad o de eugenismo incestuoso, como la inse­
Esprit, marzo-abril de 2000, pp. 40-53.
21> Marcela Iacub, Le Crime éwit presque sexuel. Et autTes essais de

casuistique jurwique , París, Er EL, 2002, p. 154. 27 Sobre esta cuestión, el lector puede remitirse al capítulo anterior.
180 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 18 1

minación post mortem O la donación de semen entre padre e se sumaron el de la donación de óvulos y de la fabricación
hijo o hermanos y primos. En ambos casos, se trataba de de embriones. 28 Cuanto más certus era el padre -y lo era
conservar un ideal imaginario ligado, por una parte, a la cada vez más, a medida que se legalizaba la investigación de
identidad de un muerto cuyo duelo no lograba hacerse, y las huellas genéticas-, más incerta era la madre. El orden
por otra, a la transmisión de una "buena" simiente, consi­ procreativo se convirtió entonces en potestad total de las
derada mucho menos peligrosa para la descendencia por no madres, poseedoras hoy del poder exorbitante de designar
proceder de un cuerpo extraño. Todas esas "selecciones" co­ al padre o de excluirlo. 29
rrespondían a un sueño de autoengendramiento en el cual En nuestros días, efectivamente, una mujer puede muy
se mezclaban el poder de la ciencia y la cultura del narcisis­ bien "hurtar" el semen de un hombre durante un acto sexual
mo de la década de 1970. sin que él tenga el más mínimo derecho sobre el niño así
En Estados Unidos nacieron anualmente entre 6 mil y concebido a sus espaldas. A la inversa, la misma mujer puede
°
1 mil niños desde que se puso en práctica la técnica de la
procreación médica asistida. Se parecen hasta el punto de
llevar a cabo el mismo acto para reclamar, al hombre que se
niega a ello, el reconocimiento de su paternidad acompañado
confundirse con los otros niños y nada permite decir que de indemnizaciones económicas. Por su parte, los hombres
son peores o mejores. Las técnicas cambian como las cos­ sólo pueden evitar esas situaciones utilizando un preservati­
tumbres, los usos y las culturas; pero el amor, la pasión, el vo, pero la falla eventual de éste jamás podrá repararse, por­
deseo, la locura, la muerte, la angustia y el crimen son in­ que la decisión de abortar no está en sus manos. Esto explica
mutables. por qué algunos hombres, aterrorizados por ese peligro, ape­
Ciertas manipulaciones procreativas, sin duda empren­ lan, sobre todo en Alemania, a una solución aberrante: la
didas secretamente por algunos a partir de 1970, resultaron en esterilización de su capacidad de engendrar. Pueden acom­
verdaderos desastres psíquicos, cuya magnitud nadie está en pañar ese gesto con el depósito previo de su semen en un
condiciones de medir. Como se sabe, ningún "peritaje" ha banco, con miras a una utilización procreativa ulterior. 3o
conseguido explicar aún lo real de una condición humana
así destruida. Pues sólo un sujeto hablante es capaz de dar 28 Se calcula en menos del 20% el índice de éxito de esos intentos,

testimonio de la tragedia de su existencia. Y sin duda ese que a veces pueden llevar años.
29 Pueden leerse con interés las páginas dedicadas por Marcela lacub
privilegio del pensamiento reflexivo, recibido en herencia
a ese poder jurídico biológico de las madres contemporáneas. Cf. Le Crime
por el psicoanálisis, es hoy el único que el hombre moderno était presque sexuel. .. , ob. cit., capítulo 15, "La loi du ventre". Es necesa­
puede reivindicar en un mundo desbordado por el vértigo rio aclarar que esta potestad de lo materno no pone fin a la desigualdad
de su propio poder. social entre hombres y mujeres. La ciencia privilegia el derecho de las
A partir de 1985 se constató una medicalización aún madres en el seno de la familia (cualquiera sea su forma), más que el de
más consumada de las procreaciones asistidas. Todas las com­ las mujeres en la sociedad.
, lO En Francia, esas prácticas están prohibidas. Cf. Marcela lacub,
binaciones empezaron a ser, si no posibles, sí al menos "Reproduction et division juridique des sexes", en Les Temps modernes,
pensables. Al desarrollo de la lAD y la fecundación in vitro 609, julio-agosto de 2000.
¡8l LA FAMILlA EN DESORDEN 183
EL PODER DE LAS MADRES

En cuanto a la ciencia médica, hoyes capaz de insemi­ Se puede recoger el semen de un hombre en coma de la
nar a una mujer con el semen de un hombre cuya esposa es misma manera que en el caso de un parapléjico, por medio
estéril. La mujer presta el útero a lo largo de la insemina­ de una técnica de electroeyaculación [... ]. En California,
ción y e! embarazo. Al nacer, la esposa, es decir, la llamada un hombre redactó un testamento, donó su semen a su
madre "social", adopta legalmente al niño junto con su mari­ amiga, eligió un nombre para el niño a quien dejó una carta
do, y desaparecen así las huellas de su concepción. e hizo congelar las muestras, todo antes de suicidarse. Un
Pero es factible otro escenario, consistente en asociar a hijo de su primer matrimonio intentó una acción judicial
"tres madres" -dos biológicas y una social- a un solo acto para impedir ese embarazo. Se planteó entonces la cues­
tión de si ese semen debía considerarse como parte de la
procreador. La primera "madre" dona un ovocito, fecundado
sucesión y, de ser así, si la amiga, heredera del 20% de los .
de inmediato por e! semen de! marido o, en su defecto, de un
bienes, podía obtener el 20% de la sustancia. En la apela­
donante anónimo. El huevo se implanta, entonces, en e! útero ción, el semen terminó por asignarse a la mujer.l1
de una segunda "madre" que lleva al niño durante nueve
meses para entregarlo a continuación, luego de! nacimiento, En junio del mismo año, la historia de Jeanine Salomone, ori­
a una tercera "madre", la esposa del marido, que se encargará ginaria de Draguignan, fue la comidilla de los medios. A los
de criarlo. Jurídicamente, la verdadera madre es la tercera: sesenta y dos años, y luego de veinte de experiencias infruc­
adopta al niño cuya producción solicitó a la medicina. Y tie­ tuosas, trajo al mundo un varón, Benolt-David, concebido con
ne la libertad de eliminar las huellas de la fecundación. 31 óvulos comercializados y e! semen de su propio hermano,
Las historias de madres portadoras son diferentes de los Robert, ciego y parapléjico a raíz de un intento de suicidio
episodios vividos por los padres donantes de semen, pues, mediante un disparo. Ella lo había presentado como su marido
como lo señala Genevieve Delaisi, e! padre biológico no y e! médico californiano autor de la proeza no se hizo ninguna
tiene ninguna experiencia concreta de la paternidad. Al pregunta sobre la extraña apariencia de la pareja. Además,
contrario, la madre prestada lleva en su seno un feto real y como la procreación generó un embrión de más, lo implantó
participa así, en el cuerpo, de la concepción de! niño. De en e! útero de una madre portadora remunerada, que dio a luz
allí, una multitud de conflictos posibles. 32 a Marie-Cécile, nacida tres semanas después de BenÜlt-David.
En enero de 2001, enfrentada a todas estas extravagancias, Adoptados por Jeanine, los dos niños eran a la vez her­
Lari Andrews, jurista y especialista norteamericana en bioética, manos, medios hermanos y primos, y en ningún caso po­
denunció e! principio de las recolecciones de semen: dían convertirse legalmente en hijo e hija de una pareja
incestuosa. Para e! registro civil no eran sino los hijos de
una madre célibe y un padre desconocido. Todas las normas
JI Todas estas maternidades sustitutas están prohibidas en Francia,
así como todas las formas de manipulación que apuntan a violar la pro­
francesas de la procreación artificial habían sido escarnecí­
hibición de la consanguinidad.
12 Genevieve Delaisi de Parseval y Alain Janaud, L'Enfant o. wut prix,
3.1 Aparecido en Courrier international, 529-530, 21 de diciembre de
ob. cit., p. 119.
2000 a 3 de enero de 2001, p. 52.
184 LA FAMILIA EN DESORDEN
EL PODER DE LAS MADRES 185

das, al igual que, por lo demás, algunos grandes interdictos fun­ La idea de que la procreación médica debía imitar la fecun­
damentales de las sociedades humanas. Sin embargo, Jeanine dación natural tenía por origen el principio jurídico de la
Salomone se declaraba "normal" y hostil a toda "sacraliza­ paternidad adoptiva. Privilegiada por el derecho romano, el
ción judeocristiana del misterio de la vida y el nacimien­ cristianismo la había rechazado. J5 En efecto, el derecho ca­
to". En nombre de esta "normalidad", avalada por la cien­ nónico antiguo sólo reconocía la filiación legítima originada
cia médica, fustigaba las adopciones de niños por homo­ en el matrimonio, y cualquier engendramiento exterior a él
sexuales y decía adherir a los ideales de una conservación pertenecía a la órbita del pecado de adulterio. La falta del
eugenésica de la "raza humana". padre -o de la madre- recaía sobre el hijo: "Los padres co­
En todo caso, la justicia no podía iniciar ningún proceso mieron uvas verdes y éstas provocaron dentera en sus hijos".
contra ella; para eso, habría sido preciso que los niños estu­ Cuando la Revolución proclamó los derechos del hombre
viesen en peligro a causa de un comportamiento parental yel ciudadano, la paternidad adoptiva recuperó sus cartas de
asocial. Jeanine declaró: nobleza. Y como todos los hombres nacían iguales en dere­
chos, la nación tenía el deber de no excluir más a los bastar­
Fuimos tres quienes deseamos esos niños: mi madre, mi her­ dos ni sancionar las culpas de los padres con la discrimina­
mano y yo. Su nacimiento es nuestro renacimiento. Tengo ción de los hijos. Pero, a la vez que reactualizaba la idea ro­
una mente sana en un cuerpo sano [... j. ¿Quién es esa gente mana de la adopción, el nuevo orden procreativo planteó el
que nos critica? ¿Con quién habría tenido que hacerlo? ¿Con principio de que una filiación adoptiva debía imitar con exac­
el primero que apareciera? No. La única posibilidad de que titud la filiación biológica. Así, era preciso hacer desaparecer
fuera un hijo de la familia era recurrir a mi hermano. Yo que­ la filiación inicial del niño adoptado para que se convirtiera
ría un hijo nacido de nuestra sangre. Es algo visceral. ¿Es más realmente en el hijo biológico de sus padres adoptivos. Esta
decoroso dej ar a dos homosexuales adoptar a un niño? ¿De­
innovación también debía permitir a los progenitores culpa­
jar procrear a dos jóvenes drogadictos y con SIDA, pese a su
bles de adulterio reconocer a sus bastardos, y a los huérfanos
estado de salud? [... j Hemos recreado la familia tradicional
en la que reinan la quietud y la dulzura y, como no me gustan de guerra integrarse a nuevas familias. Y cuando la Conven­
los métodos actuales de enseñanza, tengo la intención de ción adoptó, por un decreto ley del 28 de junio de 1793, el
enseñar a mis hijos a leer y escribir [...j. Me acosa una sola principio del alumbramiento secreto con la atención de la
inquietud, que algún día se avergüencen de mí [...l. Espero, madre a cargo del Estado, pensaba ya en la posible recons­
sin embargo, que consideren su concepción como una nor­
malidad un poco más extraordinaria que otras [...j. ¿Y por 1, Cf. Marie-Christine Le Boursicot, "De la filiation vraisemblable a
qué no, el año que viene, otro hijo? ¡Después de todo, apenas la filiation impossible", en Martine Gross (comp.), Homoparentalités ,
vaya tener sesenta y tres años! Y un bebé es tan hermoso ... H état des lieux, París, ESF éditeur, 2000, pp. 21-27; Jacques Mulliez, "La
désignation du pere", ob. cit., pp. 43-73, y Michel Tort, Le Désir froid .
14 Jeanine Salomone e lsabelle Léouffre,Je I'ai tant voulu. Maman a62
Procréation artificielle et crise des reperes symboliques, París, La Découverte,
am, París, J.-e. Lattes, 2002. Cf. también Libération, artículo de Michel 1992 [trad. esp.: El deseo frío. Procreación artificial y crisis de las referencias
Henry del 29 de abril de 2002. simbólicas, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994].
186 LA FAMILI A EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 187

trucción de las familias estériles. 36 La idea del anonimato, lución de la familia caracterizada por las recomposiciones
que se retomaría dos siglos más tarde, en el momento de la múltiples. Y en el mundo angloparlante, sobre todo en Es­
puesta en práctica de la procreación asistida, se apoyaba en­ tados Unidos y Canadá, países puritanos apegados a la idea
tonces en un generoso proyecto igualitario, en el mismo pIa­ de transparencia, se promovió, tanto en el caso de las inse­
no que la filiación sustitutiva. minaciones como en el de las adopciones, el libre acceso
En un primer momento, el Código Civil de 1804 autorizó del individuo a una información sobre sus orígenes.
la adopción de los hijos mayores por personas casadas sin El privilegio otorgado a la noción de filiación sustitutiva
descendencia, de más de cincuenta años y por lo menos quince -padre adoptivo o receptor de los gametos- fue, en conse­
más que los futuros adoptados. En esa etapa, los lazos con la cuencia, objeto de muchas críticas porque se basaba en una
familia de origen no quedaban rotos. En 1923, a raíz de la mentira considerada devastadora para el hijo y su entorno:
gran hecatombe bélica sufrida por Europa, se estableció la "La open adoption", escribe Agnes Fine, "significa promover
adopción de los hijos menores. En 1939 se votó un decreto el conocimiento mutuo de los progenitores y los padres
ley que autorizaba una ruptura radical entre la familia de ori­ adoptivos en las formas más variadas, que van desde el sim­
gen y la familia de adopción. El hijo adoptado obtuvo, en­ ple conocimiento de sus respectivas identidades a la fre­
tonces, el mismo estatus que el hijo legítimo y en 1966, por cuentación regular (con admisión del derecho de visita),
aplicación del principio de la llamada adopción "plena", se según un contrato negociado con las partes".37
lo consideró, más aún, como el fruto de una filiación biológi­ En Francia, al contrario, la legislación no dejó de forta­
ca. Treinta años después, la Convención de La Haya hizo lecer el principio del anonimato de los donantes y de la
posible la adopción de un hijo por una persona sola. filiación sustitutiva. En 1994, durante la votación de las
Hacia fines de la década de 1970, cuando se cumplía el tres leyes sobre la bioética,38 se prorrogó el estatus de inexis­
gran sueño de los hombres de las Luces, la sociedad civil tencia del donante. En cuanto a las maternidades sustitu­
comenzó a dar un terrible desmentido a ese sistema que ya tas, fueron prohibidas y, sobre todo, moralmente condena­
no se ajustaba a las aspiraciones de los actores de la nueva das en la mayoría de los países latinos, apegados a la protec­
"pluriparentalidad". Porque el principio del anonimato y la
borradura del origen era muy poco concordantes con la evo­
J7 Agnes Fine, "Vers une reconnaissance de la pluriparentalité?", ob.
cit., p. 50.
36 Con excepción del alumbramiento secreto, que se convertiría en 38 Ley 94-653 del 29 de julio de 1994 sobre el respeto del cuerpo
alumbramiento con identidad desconocida y sería varias veces reforzado humano y ley 94-654 de la misma fecha sobre la donación y utilización
entre 1941 y 1993, la legislación sobre la adopción es más o menos la de los productos del cuerpo humano, la procreación médica asistida y el
misma en todos los países occidentales. Siempre se trata de hacer des­ diagnóstico prenatal. Señalemos, sin embargo, que la ley del 17 de julio
aparecer la filiación inicial del adoptado y sustituirla por otra jurídica­ . de 1978 reconoce a todos los ciudadanos el derecho a saber lo que la
mente concordante con la llamada filiación "natural". Cf. Genevieve administración sabe de ellos y, por lo tanto, a tener acceso a los docu­
Delaisi de Parseval y Pierre Verdier, Enrane de personne, ob. cit., y Agnes mentos administrativos que les conciernen, salvo si las informaciones
Fine, "Vers une reconnaissance de la pluriparentalité ?", ob . cit. son perjudiciales para la vida privada de un tercero.
188 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 189

ción de la vida privada. Suscitaron una desaprobación tan, Wilmut, investigador de! Instituto Roslin de Edimburgo,
to más fuerte cuanto que se temía que allanaran e! camino anunció el nacimiento de la oveja Dolly, producto de la
a prácticas monstruosas. Ese mismo año, por otra parte, un fusión de un ovocito enucleado y la célula de un animal
ginecólogo italiano, Severino Antinori, se hizo célebre al re, adulto. Padre de tres hijos, uno de ellos adoptado, Wilmut
currir a todas esas técnicas para que las mujeres menopáusi, creó a continuación a Polly, cordero transgénico clonado
cas pudieran ser madres. Sería e! primero, junto con Claude capaz de producir una proteína humana en su leche. Con
Vorilhon, gurú de la secta Rael, en propiciar experiencias ello esperaba transformar a los animales en "fábricas" de
de clonación reproductiva: "Confirmo", declararía en 2002, elaboración de moléculas de uso terapéutico. Como casi la
"que tres mujeres están hoy embarazadas, dos en Rusia y la totalidad de los hombres de ciencia de su época, se declaró
tercera en otro país, tras e! implante in utero de embriones hostil a la clonación reproductiva de seres humanos.
humanos obtenidos a partir de la técnica de la transferen, La novedad era de magnitud, porque por primera vez se
cia nuclear, y que los nacimientos deberían producirse en reproducía mediante transferencia nuclear un patrimonio
diciembre de 2002 o enero de 2003".39 genético idéntico al contenido en el núcleo de la célula
"Durante mucho tiempo", señalaba Fran~ois ]acob en implantada en el ovocito enucleado. La organización
1997, "se intentó tener placer sin hijos. Con la fecunda, genética de este animal nacido por clonación no era e!
ción in vitra, tuvimos hijos sin placer. i Y ahora se consigue fruto del azar sino de una replicación idéntica. Es enten,
hacerlos sin placer ni espermatozoides! ¿Alcanzaremos tal dible e! espanto suscitado por esta experiencia teóricamen,
vez la paz en e! mundo!"40 Este ácido comentario muestra te aplicable al ser humano.
perfectamente cómo recibió la opinión pública e! gran asun, ¿Los clones nos devorarían? ¿Los científicos locos de las
to familiarista de fines de siglo. novelas de ciencia ficción estaban a punto de conseguir su
La hipótesis de la clonación reproductiva41 se remonta' objetivo, como los siniestros especialistas del eugenismo nazi?
ba a 1950, pero recién cuarenta y siete años después Jan La angustia era comparable a la fascinación que ejercía sobre
los espíritus esta última variante del gran mito de Narciso.
J9 Le Monde, 25 de mayo de 2002, palabras recogidas por Jean-Yves A nadie se le ocurrió, sin embargo, autorizar la clonación
Nau. reproductiva. En todas partes se puso e! grito en el cielo y se
40 Le Figaro, 27 de febrero de 1997. habló de "crimen contra la humanidad" o de "metástasis
La clonación humana reproductiva es una técnica que permite
4\

crear embriones para ser implantados en un útero y dar origen a un bebé cancerosa", a la vez que los países involucrados en este tipo
genéticamente idéntico a un individuo ya nacido. La clonación no de investigaciones tomaban medidas jurídicas para prohibir
reproductiva consiste en producir embriones para utilizar algunas de sus esas prácticas. 42 El argumento invocado por los más razona­
células con fines terapéuticos y tratar enfermedades como la diabetes o
el Alzheimer sin riesgo de rechazos. Al respecto, cf. Henri Atlan, Marc
Augé, Mireille Delmas-Mar ty, Roger-Pol Droit y Nadine Fresco, Le 42 Por mi parte, como muchos otros, estimo necesario autorizar, en
Clonage humain, París, Seuil , 1999. En agosto de 2000 el gobierno britá­ ciertas condiciones, la clonación terapéutica -siempre que se definan
nico comunicó su opinión favorable a la clonación no reproductiva. estrictamente sus modalidades de aplicación- y prohibir, en el estado
LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 191
190

bies era que: si un ser humano nacía de esa manera, su exis­ Esto no impidió que el Congreso norteamericano, ante la
tencia estaría condenada a la infamia por el hecho mismo sorpresa general, aceptara consultar al gurú de la secta Rael para
de que él sabría que es un clon 43 y, por ese motivo, se consi­ que diera su opinión sobre el tema.
deraría como un "subhombre". Ahora bien, se decía, lo pro­ Expulsado de Francia, este hombre presentó al Congre­
pio del hombre es saberse, al menos en teoría, el igual de so un programa de clonación digno de los científicos más
otro hombre. maníacos de la literatura fantástica. Había reunido, decía,
En el centro de esta tormenta se pasó por alto criticar la a cincuenta mujeres dispuestas a recibir un "huevo" reprodu­
actitud de quienes blandían la obsesión por el peligro inva­ cido idénticamente cincuenta veces y pretendía, por medio
sor. Se olvidó decir que: si la envoltura genética signa la de ellas, "duplicar" a un niño muerto a los diez años, a quien
pertenencia de todo individuo a una especie, ningún indi­ sus padres esperaban resucitar. 45
viduo se reduce a esa envoltura. Y desde el momento en El debate sobre la clonación reproductiva permitió plan­
que llega al mundo es único, porque su ser, su concepción, tear, una vez más, la necesidad de todo ser humano de co­
su historia, su genealogía y su subjetividad se inscriben en nocer sus orígenes. Pues las opiniones vertidas sobre el he­
una duración existencial, un ambiente, un psiquismo. 44 cho de que cualquier clon, de llegar a existir, sabría forzosa­
La civilización más refinada del siglo había petfeccionado mente su condición, invalidaban las costumbres -sobre todo
los medios técnicos más temibles para destruirla. Había in­ francesas- consistentes en asimilar la filiación adoptiva a
ventado Auschwitz e Hiroshima y luego hundió en el desas­ una filiación biológica. ¿Cómo se podría exigir para el clon
tre económico a millones de seres humanos en nombre de una transparencia que se negaba al hijo adoptado o conce­
una formidable promesa de felicidad. Y he aquí que ahora bido mediante la lAD? Y como en el mismo momento los
inventaba el clono Condenó entonces a una inexistencia le­ padres gays y lesbianas que adoptaban hijos provocaban e!
gal al hijo fantasmático de sus sueños de autoengendramiento. estallido de! gran rito del disimulo, se replanteó la cuestión
de la legitimidad del alumbramiento con identidad desco­
nocida y anonimato del donante.
actual de nuestros conocimientos, la clonación reproductiva. Sobre esta
cuestión, Bemard Kouchner, por entonces ministro de salud, adoptó Desde hacía tiempo, a instancias del psicoanálisis, que
una posición terminante: "En materia de clonación, acompaño lo que establecía que nadie escapa a un destino inscripto en el in­
considero el verdadero progreso científico y médico, es decir, la clonación consciente, los partidarios de la transparencia recomenda­
terapéutica" (Le Monde, 25 de mayo de 2002). Cf. también la postura ban a los padres adoptivos decir la verdad. Pero los adversa­
tomada por ]acques Derrida en Élisabeth Roudinesco y ]acques Derrida,
rios de ese principio recusaban cualquier referencia a una
De quoi demain ... Dialogue, París, Fayard, 2001.
4) Ésa fue la opinión vertida el 22 de abril de 1997 por el Comité
metafísica del origen verdadero y señalaban que una exis­
Consultivo Nacional de Ética (CCNE), creado en 1986. tencia se construye en el presente y nadie está obligado a
44 Algunos, sin embargo, recordaron esta evidencia, en especial Alain obedecer la ley de un presunto "retomo de lo reprimido".
Prochiantz (Libération, 22 de abril de 1997) y Henri Atlan, Le Ctonage
huma in , ob . cit. Cf. también Marcela Iacub, Le Crime écait presque
sexuel. .. , ob. cit. 4\ La audiencia de Claude Vorilhon se celebró en marzo de 2001.
192 LA FAMILIA EN DESORDEN EL PODER DE LAS MADRES 193

En realidad, ambos campos defendían concepciones dife­ fOID1arnos con dar algunas pistas a quienes desearan reen­
rentes de la familia. contrar algún día a sus progenitores? Más simplemente, ¿ha­
Los primeros privilegiaban las virtudes de una ética de la bía que confiar en la palabra de verdad y desconfiar de la
verdad originada en la tragedia griega y relevada por el ges­ disimulación? Contrariamente a Fran¡;ois Dagognet, me cuen­
to freudiano, mientras que los segundos profesaban una es­ to entre los partidarios del acceso a la verdad del origen, con
pecie de utilitarismo posmoderno fundado en la preocupa­ plena conciencia de los riesgos que implica esa decisiónY
ción por una construcción identitaria. Fran~ois Dagognet,
por ejemplo, indicó: Apartada de la institución del matrimonio y entregada por la
ciencia al poder de las madres, la familia de fines del siglo XIX
La IAD nos da una nueva familia, caracterizada por el hecho era horizontal y fraternal. Lugar de refugio contra las angus­
de escapar a la naturalidad: es el fracaso de la filiación . El tias, aportaba a los hombres y las mujeres los beneficios de
padre del niño tendrá otro papel, ya no el del padre genético
una alteridad libremente consentida que se apoyaba en una
sino el de un padre nutricio y sobre todo educativo. La pareja
imagen cada vez más desdibujada del orden simbólico. Se
pudo vencer lo que la destruía: la imposibilidad de perpe­
tuarse. Cualquiera puede advertir que ello plantea muchas
habló entonces de "nuevos padres", más contentos, se decía,
dificultades. ¿Habrá que revelar a ese hijo sus orígenes? No­ de llevar al hijo junto a ellos que de alzarlo con los brazos,
sotros no lo propiciamos. Algunos lo exigen. Nuestro re­ según el rito ancestral de la designación nominativa. 48
chazo se debe a que nos interesa proteger a la familia de Los hombres tenían así un papel "maternante", en el mo­
todo lo que la desestabiliza (inútilmente), pues el hijo o la mento mismo en que las mujeres ya no estaban obligadas a
hija informados abandonarán -al menos en espíritu- a quie­ ser madres, porque habían conquistado el control de la pro­
nes los criaron. ¿La verdad? ¿No es preciso, según la cono­ creación. El modelo familiar originado en esa inversión lle­
cida fórmula, favorecer la mentira que permite la vida, en gó a estar, entonces, al alcance de quienes habían sido ex­
vez de esa verdad que mata?46 cluidos de él: los homosexuales.

Los interrogantes concretos se multiplicaron. ¿Había que re­


velar sus orígenes a un hijo adoptado cuando era el fruto de
una violación, un incesto o una manipulación procreativa
delirante? ¿Había que decirlo y registrarlo todo, con el riesgo 47 El12 de enero de 2002 se creó en Francia un Consejo Nacional de
Acceso a los Orígenes Personales, cuya misión es preservar los intereses
de amedrentar a los donantes anónimos o prohibir a las mu­
de los padres adoptivos y recoger informaciones sobre los orígenes de los
jeres cualquier fonna de abandono definitivo? ¿Podíamos con­ niños adoptados, sin cancelar, pese a ello, el principio de! alumbramien­
to con identidad desconocida.
18 La iconografía antigua y cristiana siempre interpretó el gesto del hijo
46 Fran¡;:ois Dagognet, "La famille sans la nature: une politique de la alzado a pulso por e! padre como e! triunfo de'la voluntad sobre la naturale­
morale contre le moralisme", en Daniel Borillo et al., Au-delO. du pacs ... , za. Cf. Miche! Ménard, "Le miroir brisé", enJean Delumeau y Daniel Roche
ob. cit., pp. 81-82. (dirs.), Histoire des peres .. ., ob. cit., p. 362.
8. La familia venidera

Cuando los gays y las lesbianas de la costa californiana, a


partir de 1965-1970, quisieron convertirse en padres, in­
ventaron una cultura de la familia que, en muchos aspectos,
no era sino la perpetuación del modelo que habían impug­
nado y ya estaba en plena mutación. Y sin duda, porque
esta cultura contenía en sí misma un gran deseo de norma­
tividad, fue recibida como la peor de las heridas infligidas al
orden simbólico.
Durante algunos años, esas experiencias fueron poco nu­
merosas; pero a partir de 1975 se multiplicaron a medida
que la lucha por la despenalización de la homosexualidad 1
ocupaba su lugar dentro de unvasto movimiento de eman­
cipación de los negros y las minorías "étnicas".
Como no podían disimular ante los hijos las condiciones
biológicas de su engendramiento, los padres homosexuales, a
causa de su misma existencia, incitaban a abrir el debate so­
bre la cuestión de los orígenes. Sin embargo, y aunque la
familia estuviera modificándose, transgredían un orden

I Homosexualidad: término derivado del griego (hornos = semejan­

te) y acuñado en 1869 por el médico húngaro Karoli Maria Kertbeny


para designar, según una terminología clínica, todas las formas de amor
carnal entre personas del mismo sexo. Entre 1870 y 1970 se impuso en
todas las sociedades occidentales, en oposición al término "heterosexua­
lidad", forjado en 1888.

195
196 LA FAMILIA EN DESORDEN LA rAMIllA VENIDERA 197

procreativo que desde hacía dos mil años se basaba en el prin­ tortilleras,3 los homosexuales siempre habían tenido la posibi­
cipio del logos separador y la diferencia sexual. Pues la insti­ lidad de fundar una familia, con la condición de separar las
tución familiar apenas podía, en esa época, escapar a su prin­ prácticas sexuales ligadas a su inclinación de los actos sexuales
cipio fundador: el acoplamiento camal entre un hombre y necesarios para la reproducción. Esto contribuía a presentar la
una mujer. En este aspecto, la invención de la llamada fami­ homosexualidad como la manifestación de un deseo necesa­
lia "homoparental"2 corría el riesgo de reavivar el gran terror riamente "perverso". Y por eso, el escándalo de esta nueva
a una posible borradura de la diferencia sexual que, como se parentalidad no estribaba tanto en el hecho de que un homo­
recordará, había surgido a fines del siglo XIX en el momento sexual pudiese tener hijos con una persona de otro sexo, como
de la declinación de la antigua autoridad patriarcal. Y aun­ en el rechazo expresado por algunos homosexuales a plegarse a
que muchos etnólogos, movidos por un indiscutible impulso las reglas de la procreación natural. Que un hombre ya no
de generosidad, se empeñaran durante años en esgrimir como quisiera un acto camal con una mujer para engendrar y que
ejemplo los contados casos de sociedades remotas en las cua­ una mujer ya sólo deseara de un hombre su semen para pro­
les las mujeres se casaban con mujeres y los hombres con crear: en eso consistía la transgresión. 4 Pues los nuevos padres
hombres, ello no hizo sino aumentar la terrible condena moral gays y lesbianas no pretendían cuestionar los dos grandes in­
que pesaba sobre ese tipo de experiencias. terdictos fundadores de las leyes del parentesco: prohibición
Perseguidos a lo largo de siglos, tratados de parias, inverti­ del incesto y prohibición de la confusión de las generaciones.
dos, uranianos, sodomitas, bribones, homófilos, pederastas e Freud nunca ignoró el papel cumplido por la tradición ju­
incluso ~n el caso de las mujeres- de tríbadas, bribonas O deocristiana en la larga historia de las persecuciones físicas y
morales infligidas durante siglos a quienes eran acusados de
transgredir las leyes de la familia. Con frecuencia destacaba
2 El término "homoparentalidad" fue acuñado en Francia en 1996 que los grandes creadores eran homosexuales y siempre fue
por la Asociación de Padres y Futuros Padres Gays y Lesbianas (APGL). sensible a la tolerancia del mundo antiguo para con la pede­
N unca se utilizó en el mundo angloparlante -en especial en Estados
Unidos-, donde se prefiere hablar de lesbian and gay families o lesbian and
rastia, olvidando incluso que los griegos reprobaban el amor
gay parenthood. Actitud debida a que los homosexuales norteamericanos por los varones jóvenes y lo juzgaban peligroso para la ciudad. s
recusan toda denominación de origen psiquiátrico y prefieren un voca­ En todo caso, no incluía la homosexualidad entre las "ta­
bulario más gozoso, centrado en el género. De allí la" invención del tér­ ras" o "anomalías", y consideraba que todo sujeto es suscepti­
mino gay (para los hombres) y la recuperación de la palabra lesbiana ble de hacer esa elección, debido a la universalidad de la
(para las mujeres), con referencia a Safo, la poetisa griega de la isla de
Lesbos. Irene Théry criticó con justa razón el término "homoparentali­
dad", por poner en primer plano la sexualidad del padre que, en princi­
pio, no debe tomarse en cuenta en la filiación. Cf. Irene Théry, ) Cf. F10rence Tamagne, Mauvais genre? Une histoire des représentations
"Différences des sexes, homosexualités et filiation", en Martine Gross de l'homosexUlllité, París, La Martiniere, 200l.
(comp.). Homoparentalités, état des lieux, ob. cit., y Didier Le Gall, 4 Este nuevo modo de parentalidad fue en un comienzo cosa de mujeres.

"Recompositions homoparentales féminines", en Didier Le Gall y Yamina 5 En su interpretación del mito de Edipo, Freud no contempló jamás

Bettahar, La Pluriparentalité, París, PUF, 2001. la posibilidad de mencionar el episodio "homosexual" de Layo.
198 LA FAMILIA EN DESORDEN
LA FAMILIA VENIDERA 199

bisexualidad psíquica. Jamás abandonó la idea de una predis­ Por su lado, la sexología inventó un vocabulario específi­
posición natural o biológica, y aunque cambió a menudo de co destinado a jerarquizar los comportamientos sexuales "des­
opinión sobre el tema, siguió convencido de que, tanto para viados", clasificados a veces entre las enfermedades heredita­
un hombre como para una mujer, el hecho de ser criado por rias y en otras ocasiones entre los crímenes y delitos.
mujeres, o por una sola mujer, favorecía la homosexualidad. En nombre de esas teorías, varios científicos atacaron en­
En consecuencia, Freud no clasificaba la homosexualidad tonces las legislaciones represivas, como lo testimonian las
como tal en la categoría de las prácticas sexuales perversas acciones encabezadas por Magnus Hirschfeld 7 sobre el "sexo
(zoofilia, fetichismo, coprofilia, exhibicionismo, etcétera) y intermedio" y por Havelock Ellis sobre el "carácter innato"
distinguía la perversión (estructura psíquica común a ambos natural de la homosexualidad, pero también por un jurista de
sexos) de los actos sexuales perversos llevados a cabo sobre Hannover, Cad Heinrich Ulrichs, que publicó con el seudó­
todo por los hombres y a veces por las mujeres, fueran o no nimo de Numa Numantius una serie de obras en las cuales
homosexuales. Sujeto trágico, el homosexual freudiano en­ popularizó el término "uranismo",8 para sostener que la in­
cama una especie de ideal sublimado de la civilización. Como versión sexual era una anomalía hereditaria cercana a la
Freud escribe en 1935: bisexualidad y que producía un "alma de mujer en un cuerpo
de hombre". Tras sus pasos, el psiquiatra Cad Westphál dio
La homosexualidad no es, desde luego, una ventaja, pero su apoyo a la teoría de la homosexualidad congénita, al ela­
no hay en ella nada de lo cual avergonzarse: no es un vicio
borar la idea de un "tercer sexo". Entre 1898 y 1908 apare­
ni un envilecimiento y no podría calificársela de enfer­
cieron mil publicaciones sobre la homosexualidad. 9
medad; nosotros la consideramos como una variación de
la función sexual provocada por una interrupción del de­ Para los partidarios del discurso psiquiátrico del siglo xx,
sarrollo sexual. Muchos individuos sumamente respeta­ la homosexualidad fue siempre una inversión sexual, es de­
bles, de los tiempos antiguos y modernos, fueron homo­ cir, una anomalía psíquica, mental o de naturaleza consti­
sexuales, y entre ellos encontramos a algunos de los más tutiva y, en todo caso, la expresión de un trastorno de la
grandes hombres (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da identidad o la personalidad que podía llegar a la psicosis y
Vinci, etcétera). Perseguir la homosexualidad como un conducía a menudo al suicidio.
crimen es una gran injusticia, y también una crueldad. Si
no me cree, lea los libros de Havelock Ellis.6
1 Magnus Hirschfeld (1868-1935), psiquiatra alemán que militó a favor
de una reforma de la legislación de su país sobre los homosexuales y fue, en
Freud agrega, además, que es vano intentar transformar a
1908, uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica de Berlín.
un homosexual en heterosexual. 8 Con referencia a Urano. Como Freud, también Sandor Ferenczi
defendió la emancipación de los homosexuales.
9 Sobre la historia de la homosexualidad conviene remitirse a la obra
6 Sigmund Freud, Correspondance, 1873-1939, ob. cit. Esta carta está
de Didier Éribon, Réflexions sur la question gay, ob. cit., que hace una
dirigida a una n'iadre norteamericana preocupada por la homosexuali­ síntesis de todas las teorías vigentes y de todos los debates suscitados por
dad de su hijo. la construcción de la identidad homosexual.
200 LA FAMILIA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 201

Hubo que esperar a la década de 1970 ya los trabajos de los Por su parte, los discípulos y herederos de Freud mostra­
historiadores --de Michel Foucault a John Boswell-, luego, ya ron una extrema intolerancia hacia la homosexualidad. A
los grandes movimientos de liberación sexual, para que la ho­ partir de diciembre de 1921, y durante un mes, la cuestión
mosexualidad dejara de ser considerada una enfennedad y se dividió a los miembros del Comité Directivo de la IPA, la
la viera, en cambio, como una práctica sexual con todas las internacional freudiana. Sostenidos por Karl Abraham, los
de la ley, marcada, además, por la diversidad. Se habló enton­ berlineses se negaron a otorgar a los homosexuales el dere­
ces de las homosexualidades y ya no de la homosexualidad, cho a ser psicoanalistas. Respaldado por Freud, Otto Rank
para resaltar que ésta no era una estructura inmutable sino un se opuso a esta directiva: "No podemos rechazar a esas per­
componente multifonne de la sexualidad humana. sonas sin otra razón valedera, así como no podemos aceptar
En 1974, presionada por los movimientos gays y lésbicos, que sean perseguidas por la ley". Rank recordó que existían
la American Psychiatric Association (APA) decidió, luego de diferentes tipos de homosexualidad y que cada caso parti­
un referéndum, retirar la homosexualidad de la lista de enfer­ cular merecía un examen específico. Contra él, Ernest Jones
medades mentales, rebautizadas "desórdenes mentales" por apoyó a los berlineses y proclamó que a los ojos del mundo
el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales la homosexualidad "era un crimen repugnante: si uno de
(DSM). El episodio de esta desclasificación rocambolesca fue nuestras miembros lo cometiera, atraería sobre nosotros un
uno de los grandes escándalos de la historia de la psiquiatría. grave descrédito". I I
Atestiguaba, en todo caso, la validez de las críticas plantea­ Cón el paso del tiempo, y durante más de cincuenta años,
das desde hacía tantos años a una disciplina que tendía a bajo la influencia creciente de las sociedades psicoanalíticas
convertirse en la criada para todo servicio de los laboratorios norteamericanas, la IPA reforzó su arsenal represivo, a la vez
fannacéuticos. En efecto, incapaz de definir científicamente que daba cabida a las posiciones de la nosografía psiquiátrica.
la naturaleza de la homosexualidad, la comunidad psiquiátri­ Por su lado, Anna Freud desempeñó un papel crucial en la
ca norteamericana cedió, de manera demagógica, a la pre­
sión de la opinión pública, y organizó una votación sobre un américaine (Nueva York, 1992) , Le Plessis-Robinson, Synthélabo, col.
problema que, como cualquiera podrá comprender, no co­ "Les Empecheurs de penser en rond", 1998. En Francia, la eliminación
rrespondía en absoluto a una decisión electoral. de la ho mosexualidad de la lista de enfermedades mentales elaborada
Trece años después, en 1987, sin la más mínima discu­ porla OMS fue anunciada por el ministro de salud, el 12 de junio de 1981.
Sobre las etapas de su despenalización, d. el libro de Janine Mossuz­
sión teórica, la APA eliminó la palabra "perversión" de la Lavau, Les Lois de l' amour, ob. cir. Votada el 28 de julio de 1982, luego
terminología psiquiátrica mundial para reemplazarla por el de debates tumultuosos e insultos intolerables contra los homosexuales,
ridículo término de "parafilia", que permite disolver la no­ esta despenalización fue obra de Robert Badinter, que el año anterior
ción misma de homosexualidad. 10 había logrado la abolición de la pena de muerte.
11 La decisión de prohibir a los homosexuales el acceso a la profesión

psicoanalítica se prorrogó tácitamente sin llegar a ser nunca una regla


10 Sobre la historia del DSM será útil consultar el ensayo de Stuart escrita en los estatutos de la IrA, lo cual permitió a sus partidarios afirmar
Kirk y Herb Kutchins, Aimez-vous le DSM ' Le triomphe de la psychiatrie que no existía y, por lo tanto, no era necesario derogarla.

202 LA FAMILIA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 203

tergiversación de las tesis de su padre. Ella misma, de quien En 1975, la Asociación N orteamericana de Psicología
los medios psicoanalíticos sospechaban que mantenía una adoptó la misma posición que los psiquiatras. Sus represen­
relación "culpable" con su amiga Dorothy Burlingham, mili­ tantes recomendaron a todos los profesionales de la salud
tó contra el acceso de los homosexuales a la jerarquía de mental renunciar a sus prejuicios homofóbicos y realizar in­
analistas didácticos y, al mismo tiempo, promovió la idea, con­ vestigaciones de campo con familias homoparentales. Víc­
traria a toda realidad clínica, de que una cura exitosa debe timas del ostracismo que los afectaba, los gays y las lesbianas
encauzar a un homosexual por el camino de la heterosexualidad. entraron así en el círculo infernal de los peritajes y los con­
En lo concerniente a los representantes de la corriente traperitajes. Quisieron "probar" que eran buenos padres y
kleiniana, consideraron que la homosexualidad se explicaba que sus hijos adoptados, procreados artificialmente o pro­
tan pronto por una "identificación con un pene sádico" como cedentes de familias recompuestas, se comportaban tan bien
por un "trastorno esquizoide de la personalidad, acompañado como los criados en las llamadas familias "heterosexuales".
o no de una manifestación de defensa contra una paranoia Para demostrar el absurdo de un proceder semejante, acaso
excesiva". Ningún kleiniano se levantó nunca para criticar sea preciso recordar, a través de algunos casos clínicos, lo que
la discriminación de la que los homosexuales eran víctimas. fue a veces corriente en ciertas familias "heterosexuales" de
Más adelante, los poskleinianos juzgaron la homosexualidad mediados de siglo cuyos hijos, ya adultos, frecuentaron veinte
como un trastorno de naturaleza borderline,12 asociándola a años después los divanes de los psicoanalistas. 14 Como lo rela­
un desorden psíquico específico cercano a la psicosis. ta Leonard Shengold, en su mayoría, estos individuos sufrie­
Con una veintena de excepciones, entre ellas el profe­ ron en la infancia o la adolescencia terribles violencias psíqui­
sional californiano Robert Stoller, especialista en transexua:­ cas o físicas: "Mi padre pegaba tan fuerte que nos rompía los
lismo, y la clínica neocelandesa Joyce McDougall, miem­ huesos". "Mi madre ponía lejía en los copos de avena de mi
bro de la Sociedad Psicoanalítica de París (spp), los princi­ hermano retardado mental." "Mi madre dejaba abierta la puerta
pales notables de la IPA fueron entonces, durante varias dé­ de su dormitorio cuando traía hombres a casa, para mostramos
cadas, los artífices de lo que puede considerarse como un que se acostaba con ellos." "Mi padrastro se bañaba conmigo y
deshonor para el psicoanálisis. 13 me hacía chupársela hasta eyacular; cuando le conté a mi
madre, ella me dio una bofetada y me trató de mentiroso."15
Estado límite entre la psicosis y la neurosis.
12
Las confesiones publicadas por Shengold en 1989 no se
Esta crítica no apunta, por supuesto, a la masa anónima de profe­
13 referían sólo a abusos sexuales. Revelaban también torturas
sionales. Hubo que esperar a las confesiones públicas de los psicoanalis­
tas homosexuales norteamericanos de la lPA, en el congreso de Barcelo­
na de 1997, para que la situación empezara a cambiar. Cf. Élisabeth 14 Recordemos también que Ida Bauer y todos los grandes pacientes
Roudinesco, "Psychanalyse et homosexualité ... ", ob. cit. En 2002, Da­ de Freud pertenecían a familias "heterosexuales", aparentemente "nor­
niel Widlócher se comprometió a poner en práctica dentro de la IPA una males" .
política de no discriminación hacia los homosexuales, lo cual equivale a 15 Leonard Shengold, Meurtre d'dme . Le destin des enfants maltraités
admitir que antes se los discriminaba. Cf. Newsletter ¡PA, 10/2/2002. (1989), París, Calmann-Lévy, 1998.
204 LA rAMillA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 205

morales en las que el odio se codeaba con la indiferencia, les o depresivos y capaces de orientarse en el señalamiento
como lo ilustra la historia de un joven suicida procedente de de las diferencias anatómicas. ¿Corrían más riesgos que los
una familia riquísima. Su padre, alcohólico y paranoico, siem­ demás de sufrir trastornos psicóticos o asumir comportamien­
pre lo había tratado como un objeto, a la vez que manifesta­ tos asociales, e incluso de ser más fácilmente víctimas de
ba un amor desmesurado por sus caballos. En cuanto a la abusos sexuales por parte de adultos, debido a que los hom­
madre, nunca había dejado de humillarlo, al mismo tiempo bres homosexuales -sus padres- eran, a menudo, asimilados
que lo rodeaba, con un lujo sin medida, de suntuosas satisfac­ a pedófilos? Entre 1973 y 1995 se publicaron decenas de
ciones materiales. El día que se enteró de que su hijo había investigaciones de este tipo.17 Éstas no echaron demasiada
iniciado un análisis, le dio como regalo de cumpleaños un luz sobre la enorme mutación histórica que representaba el
par de pistolas antes pertenecientes a su propio padre. hecho de ya no fundar el orden familiar en la diferencia
La escena más pasmosa de estos relatos de casos es, sin sexual; pero aliviaron las angustias de los homosexuales al
duda, la de un hombre de unos treinta años, casado y padre mostrarles que eran padres tan comunes y corrientes como
de familia, que recupera, durante un breve análisis, el re­
cuerdo totalmente reprimido del acto incestuoso cometido 17 Hoy se calcula que el 10% de los homosexuales norteamericanos y

con su madre cuando tenía doce años. La penetración se canadienses se incluyen en la categoría de padres gays y lesbianas, sea
porque viven con un compañero del mismo sexo, luego de haberse sepa­
había repetido en varias ocasiones hasta que el niño eyaculó
rado de la madre o el padre de sus hijos, o porque concibieron niños por
por primera vez. Aterrorizada por la idea de una posible medio de la IAD o de madres portadoras, o porque como solteros adopta­
fecundación, la madre escapó gritando. Apartó entonces ron hijos o, por último, porque recurrieron a inseminaciones espontá­
para siempre de su vida la locura sexual que la había embar­ neas entre un padre y una madre homosexuales, cada uno de los cuales
gado y cuya víctima había sido su hijo. En la adultez, éste vive con un compañero o compañera del mismo sexo, en cuyo caso el
niño es criado por cuatro personas. Esto significa que en el continente
no lograba librarse de una nube negra y amenazante que se
norteamericano hay entre uno y cinco millones de madres lesbianas, de
cernía sobre su mente y le prohib(a todo éxito afectivo y uno a tres millones de padres gays y de seis a catorce millones de niños
profesional: "Como Edipo", escribe Shengold, "era ciego a criados por padres homosexuales. Los primeros nacimientos se remon­
la causa de la 'peste' en su vida, y una vaga conciencia de tan a 1965 y experimentaron un boom en 1980. Cf. D. Julien, M. Dube
ese fenómeno lo había llevado al análisis".16 e 1. Gagnon, "Le développement des parents homosexuels comparé a
celui des parents hétérosexuels", en Revue québécoise de psyclwlogie, 15,
Los métod'os utilizados en Estados Unidos con los padres
vol. 3, 1994.
gays y lesbianas no procuraban, como los relatos de La homoparentalidad se está convirtiendo en un hecho social en
Shengold, dilucidar la genealogía inconsciente de los suje­ toda Europa. Debemos a Stéphane Nadaud la primera investigación fran­
tos, sino someter a prueba las "aptitudes psicológicas" de cesa de ese tipo, realizada en 1999 con ciento noventa padres, miembros
los homosexuales para ser padres y determinar luego si sus de la Asociación de Padres y Futuros Padres Gays y Lesbianas (APGL).
Fundada en 1986, la APGL tiene hoy mil doscientos miembros que crían
hijos eran o no susceptibles de convertirse en homosexua­ a alrededor de doscientos hijos. En su libro Homoparentalité, une nouvelle
chance pour la [amille?, ob. cit., Stéphane Nadaud critica el principio del
16 Ídem peritaje sin negar su eficacia en la mitigación de las angustias parentales.
206 LA FAMILIA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 207

los otros, es decir, semejantes a los de las familias horizonta­ función de sublimación consistente en perpetuar el ideal
les de fines de siglo, recompuestas sin cesar. de un maestro dentro de una sociedad amenazada por los
estragos de la neurosis. En otras palabras, a su entender, el
Cuando fundó la Escuela Freudiana de París (EFP) en 1964, amor cortés pone a la mujer en una posición equivalente a
Lacan, contrariamente a sus colegas de la IPA, brindó a los la que el amor homosexual griego asigna al maestro. 20 En
homosexuales la posibilidad de ser psicoanalistas. 18 Sin em­ consecuencia, Lacan piensa el deseo perverso presente en
bargo, a diferencia de Freud, consideraba la homosexualidad esas dos formas de amor, en las cuales se anudan sublimación
como una perversión en sí misma: no una práctica sexual y sexualidad, como una inclinación favorable al arte, la crea­
perversa sino la manifestación de un deseo perverso, común ción y la invención de nuevas formas del lazo social.
a los dos sexos. En cuanto a la perversión, la transformaba en Es cierto: Lacan retomaba la concepción freudiana de
una estructura universal de la personalidad humana. A su la ley del padre y el logos separador, pero hacía del orden
juicio, el homosexual es una especie de perverso sublime de simbólico una función del lenguaje estructurador del
la civilización forzado a cargar con la identidad infame que le psiquismo. Y si bien prosiguió la empresa freudiana de re­
atribuye el discurso normativo. Por eso no puede, en ningún valorización de la función paterna al erigir el concepto de
caso, acceder a un estatus de neurótico corriente sin ir contra Nombre-del-Padre en significante de ésta, y la familia en
su ser. Más cercana a la obra de Sade y Bataille que a la de el crisol casi "perverso" de la norma y la transgresión de la
Freud, la perversión en el sentido lacaniano es analizable pero norma, nunca adhirió al familiarismo moral originado en
jamás curable, y el amor homosexual es, según Lacan, la ex­ Bonald o Maurras. 21
presión de una disposición perversa presente en todas las for­
20 Encontramos esta tesis en René Nelli, L'Érotique des troubadours,
mas de relación amorosa. En lo concerniente al deseo per­
Tolosa, Privat, 1984. El amor cortés siempre es adúltero y pone a la mu­
verso, sólo se sostiene en una "captación inagotable del de­
jer en posición de maestra y señora ideal. No podría existir en e! matri­
seo del otro". 19 monio, en el cual e! marido, que no ha sido elegido, se comporta como
En esa perspectiva, Lacan compara el lugar dado a la un tirano brutal.
homosexualidad en Grecia con el ocupado por el amor cor­ 11 Sobre esta cuestión, el lector puede remitirse al capítulo 5 del

. tés en la sociedad medieval. Una y otro, dice, tuvieron una presente libro, "El patriarca mutilado". La nominación paterna, en el
sentido que le da Lacan, no es e! equivalente de la transmisión del pa­
tronímico, sino un reconocimiento simbólico. Por consiguiente, e! con­
18 Esta posición de Lacan explica por qué hay más psicoanalistas cepto de Nombre-del-Padre, aunque inventado por Lacan a raíz de su
homosexuales "visibles" en las actuales sociedades psicoanalíticas sali­ propia y difícil experiencia de la paternidad, no queda invalidado por el
das de la antigua EFP que en las filas de las pertenecientes a la IPA. hecho de que e! hijo pueda heredar el patronímico de su madre y no e!
19 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre v: Les Formations de l'inconscient de su padre, como sucede en muchos países y en Francia desde la san­
(1957-1958), París, Seuil, 1998, pp. 207-212 [trad. esp.: El Seminario de ción de la ley del 8 de febrero de 2001. Pero es cierto que ese
]acques Lacan. Libro 5: Las formaciones del inconsciente. 1957-1958, Bue­ trastocamiento de las reglas francesas de la transmisión de! nombre se
nos Aires, Paidós, 1999J, y Le Séminaire. Livre VI1l: Le Transfert (1960­ experimentó, en e! momento de convertirse en ley, como un nuevo aten­
1961), nueva edición revisada y corregida, París, Seuil, 2001, p. 163. tado contra el poder patriarcal. eL Le Monde, 10 de febrero de 2001.
208 LA FAMILIA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 209

Cuando las parejas homosexuales francesas obtuvieron ilimitado, del individuo "sin tabúes" y del niño rey. Por eso
en 1999, ante las pullas y los insultos de la derecha parla­ atribuye al Estado democrático moderno, heredero de esas
mentaria n un primer reconocimiento legal de su vida en instituciones, el deber de imponer a sus miembros un orden
común, algunos psicoanalistas lacanianosadoptaron, como simbólico cuya función consistiría en salvaguardar las refe­
sus colegas de la IPA, una posición de peritos. Sin ningún rencias diferenciadas del hombre y la mujer. Desde este
conocimiento de las experiencias norteamericanas, se lan­ punto de vista, el padre y la madre son las imágenes funda­
zaron a una furiosa cruzada contra aquellos a quienes acusa­ doras de la sociedad -y por lo tanto, de la familia- institui­
ban de ser los partidarios de una gran "desimbolización" del das por el derecho. 2s En 2001, Legendre declaró:
orden social, e incluso los responsables de un nuevo inten­
to de borradura de la diferencia sexual. 23 Los mismos que Piense en las iniciativas tomadas por los homosexuales.
imprecaban eran, por lo tanto psicoanalistas, y en nombre El pequeño episodio del pacto civil de solidaridad revela
de Freud y su doctrina atribuían a los homosexuales la in­ que el Estado se desentiende de sus funciones de garante
de la razón. Freud había mostrado la omnipresencia del
tención letal antaño achacada a las mujeres.
deseo homosexual como efecto de la bisexualidad psíqui­
Pierre Legendre 24 formaba parte del grupo.
ca [...]. Instituir la homosexualidad con un esta tus familiar
Creador de una antropología dogmática, Legendre ve
es poner el principio democrático al servicio del fantas­
en las instituciones judeocristianas montajes simbólicos que ma . Es funesto, ya que el derecho, fundado en el principio
permiten a los hombres luchar contra los estragos del goce genealógico, deja su lugar a una lógica hedonista, herede­
ra del nazismo. 26
Z1 El pacto civil de solidaridad se votó el 15 de noviembre de 1999.
Véase la nota 1 de las palabras preliminares de este volumen. Arrebatado por la pasión, Legendre parecía olvidar que los
23 Cf. Gilbert Diatkine, "Identification d'un patient", en Revue
nazis exterminaron a los homosexuales como "representan­
franl;aise de psychanalyse, 4, vol. 52, 1999; César Botella, "L'homosexualité
(s): vicissitudes du narcissisme", ibíd., y Jean-Pierre Winter, "Gare aux tes de una raza inferior y degenerada"Y Pero sobre todo,
enfants symboliquement modifiés", en Le Monde des débats, marzo de sólo reivindicaba el gesto freudiano y lacaniano, caracteri­
2000. Por otra parte, en Libération del 7 de julio de 1999, Simone Korf­ zado por la transmisión de la antigua soberanía del padre a
Sausse comparó a los homosexuales con clones incapaces de afrontar un orden del deseo y la ley, para invertir su movimiento y
otra cosa que la "lógica de lo mismo". Durante un programa de televi­
sión de junio de 2001 y una intervención en RTL el 21 del mismo mes,
Charles Melman sostuvo que "los hijos de las parejas homosexuales se­ 2S Pierre Legendre, r; Inestimable objet de la transmission. Étude sur les

rían juguetes de peluche destinados a satisfacer el narcisismo de sus pa­ príncipes généalogiques en Occident, París, Fayard, 1985 [trad. esp.: Leccio­
dres". En tales condiciones, era imposible que una familia fuera conside­ nes IV. El inestimable objeto de la transmisión, México, Siglo XXI , 1994.]
rada "honorable". En cuanto a la definición melmaniana de la llamada 2r, Pierre Legendre, entrevista con Antoine Spire, Le Monde, 23 de

familia "normal", se resumía en palabras de sobremesa: "Entiendo por octubre de 2001.


familia normal la que permite al niño enfren tar verdaderas dificultades". 27 En la actualidad son asesinados en Arabia Saudíta, martirizados

24 Psicoanalista, ex miembro de la EFP y director de estudios honorario en Egipto y cubiertos de injurias por polígamos musulmanes que los juz­
en la Escuela Práctica de Altos Estudios, V sección (ciencias religiosas). gan responsables de una degradación de los valores viriles de Occidente.
210 LA FAMILIA EN DESORDEN
LA FAMILIA VENIDERA 211

esgrimir el orden simbólico como el espectro de una posible La infancia de los homosexuales occidentales del siglo XX fue
restauración de la autoridad patriarcal. melancólica. Ante todo, desde la primera niñez, tuvieron la sen­
¿Cómo no ver en esta furia psicoanalítica de fines del sación de pertenecer a otra raza. A continuación, la terrible cer­
segundo milenio el anuncio de su agonía conceptual o, al teza de que la inclinación maldita jamás podría sofocarse. Por
menos, el signo de la incapacidad de sus representantes para último, la necesidad de la confesión, la obligación de decir a
pensar e! movimiento de la historia? unos padres incrédulos y a veces violentamente hostiles, que
Más allá de la ridiculez de las cruzadas, las pericias y los habían engendrado un ser sin porvenir, condenado a una
prejuicios, algún día será preciso admitir que los hijos de sexualidad vérgonzosa y salvaje y, sobre todo, incapaz de brin­
padres homosexuales llevan, como otros pero mucho más darles una descendencia. Por temor a decepcionar o no estar a la
que otros, la huella singular de un destino difícil. Y también altura de las esperanzas proyectadas en ellos, fueron muchos los
habrá que admitir que los padres homosexuales son diferen­ que se odiaron a sí mismos y buscaron en e! suicidio o e! fingi­
tes de los otros padres. Por eso nuestra sociedad debe acep­ miento el fin de su calvario o, en el anonimato de las ciudades,
tar que existan tal como son. Debe acordarles los mismos el orgullo de existir para otra familia: la de la cultura gay. 2f3
derechos que a los demás padres, pero también reclamarles Entonces, el SIDA diezmó toda una generación, nacida en­
los mismos deberes. Y los homosexuales no lograrán demos­ tre 1945 y 1960, en e! mismo momento en que ésta termina­
trar su aptitud para criar a sus hijos obligándose a ser "nor­ ba de conquistar su libertad. 29 Y entonces surgió de manera
males" . Pues al procurar convencer a quienes los rodean de mucho más masiva, sobre todo en los hombres, el deseo de
que esos hijos nunca se convertirán en homosexuales, co­ engendrar y transmitir una historia. En este aspecto, los ho­
rren e! riesgo de darles una imagen desastrosa de sí mismos. mosexuales se adaptaron a la estructura familiar de su época,
Todos los padres desean que sus hijos sean a la vez idén­ una estructura deconstruida, medicalizada, fragmentada,
ticos a ellos y diferentes. De allí una situación intrincada peritada, librada al poder materno y ya evadida de la antigua
en la cual la revuelta y la separación son tan necesarias autoridad patriarcal que, sin embargo, se procuraba en vano,
como la adhesión a valores comunes e, incluso, a cierta nos­ no revalorizar, sino restablecer presentándola como la
talgia de un pasado idealizado. En consecuencia, los hijos quintaesencia de un orden simbólico inmutable.
heredan en e! inconsciente la infancia de sus padres, e! de­ ¿Será preciso, en consecuencia, que al convertirse en pa­
seo y la historia de éstos tanto como una diferencia sexual. dres los homosexuales de hoy borren de su memoria las hue­
y cuando han sido adoptados o son el fruto de una procrea­ llas de esos sufrimientos para que sus hijos no los hereden?
ción asistida, que disocia la reproducción biológica de! acto
28 Cf. Oidier Éribon, Réflexions sur la question gay, ob. cit., en espe­
sexual y el parentesco social, nunca salen indemnes de las
cial el capítulo "Famille et mélancolie".
perturbaciones ligadas a su nacimiento. Por otra parte, para 29 Cuarenta mil muertos en Francia, en veinte años (1982-2002);
ilusionarse con una posible erradicación de esta disociación, veinticinco millones, en el mundo. Cf. MiChael Polak, Les Homosexuels
el orden social siempre procuró enmascarar los orígenes de et le sida, París, A.-M. Métailié, 1988, y Franc;:ois Pommier, La Psychanalyse
quienes habían sufrido tales desórdenes. al' épreuve du sida, París, Aubier, 1996.
212 LA FAMILIA EN DESORDEN LA FAMILIA VENIDERA 213

¿Será preciso que rechacen su inclinación sexual y las re­ A los utopistas confiados en que algún día la procreación
vueltas de su juventud para no darlas como ejemplo a hijos se diferenciará tanto del acto camal que los niños serán fe­
intimados a no parecérseles jamás? En vez de obedecer a tal cundados fuera del cuerpo de la madre biológica, en un útero
conminación, acaso creamos preferible que cada uno sea prestado y por medio de un semen que ya no será el del pa­
padre con su historia, con su inconsciente. dre, replicaremos que más allá de todas las distinciones que
puedan hacerse entre el género y el sexo, lo maternal y lo
¿Cuál será, en definitiva, el devenir de la familia? femenino, la sexualidad psíquica y el cuerpo biológico, el de­
A quienes temen, una vez más, su destrucción o su disolu­ seo de un hijo siempre tendrá algo que ver con la diferencia
ción, se objetará que la familia contemporánea, horizontal y en de los sexos. Lo testimonian las declaraciones de los homo­
"redes", se comporta bastante bien y asegura correctamente la sexuales que sienten la pecesidad de dar a los hijos a su cargo
reproducción de las generaciones. Así, la legalización del aborto una representación real de la diferencia sexual, y no sólo dos
no condujo al apocalipsis tan anunciado por quienes considera­ madres, de las cuales una hace el papel de padre, o dos pa­
ban a sus defensores como asesinos del género humano. dres, de los cuales uno se disfraza de madre.
Despojado de los ornamentos de su antigua sacralidad, el Para terminar, a los pesimistas que suponen que la civili­
matrimonio, en constante declinación, se ha convertido en zación corre el riesgo de ser devorada por clones, bárbaros
un modo de conyugalidad afectiva mediante el cual los espo­ bisexuales o delincuentes de los suburbios, concebidos por
sos -que a veces deciden no ser padres- se protegen de las padres extraviados y madres vagabundas, haremos notar que
eventuales perfidias de sus familias respectivas o de los desór­ esos desórdenes no son nuevos -aunque se manifiesten de
denes del mundo externo. Es tardío, meditado, festivo o útil, y manera inédita~ y, sobre todo, que no impiden la reivindi­
a menudo está precedido por un período de unión libre, concu­ cación actual de la familia como el único valor seguro al
binato o experiencias múltiples de vida en común o en soledad. cual nadie puede ni quiere.renunciar. Los hombres, las mu­
Concebidos cada vez con mayor frecuencia al margen de los jeres y los niños de todas las edades, todas las orientaciones
lazos matrimoniales, uno de cada tres hijos concurre a la boda
de sus padres, en lo sucesivo unidos, no para toda la vida sino, en tata cierta estabilización. En 200a,'se celebraron 304.300 casamientos.
más de un tercio de los casos, por un período aleatorio que ter­ El divorcio sigue avanzando y un porcen~je cada vez más grande de la
población nace en familias recompuestas. En París hay más hogares in­
minará en un divorcio -consentido, pasional o conflictivo- y,
dividuales que familiares. De 29,6 millones de personas que viven en
en las mujeres, en una llamada situación "monoparental". Pues pareja, 4,8 millones no están casadas. Hasta los veintiséis años para las
son ellas quienes sufren ante todo las consecuencias de las rup­ mujeres\" los veintiocho para los hombres, los concubinos superan en
turas que ellas mismas propician hoy más a menudo que los cantidad a los casados. El pacto civil de solidaridad tuvo un éxito impor­
hombres. El poder de las madres es de doble filo. JO tante, tanto entre los homosexuales como entre los heterosexuales: en
2000 se firmaron 29.855 uniones amparadas en esa medida. Entre 1990
. y 2000, la cantidad de hogares monoparentales pasó de 1,2 millones a
)0 En Francia, las encuestas muestran que el matrimonio está en cons­ 1,7 millones. Las familias monoparentales representan el 16% de los
tante declinación desde h ace veinticinco años. No obstante, h oy se cons- hogares con hijos. ef. Le ~onde, 10 de febrero de 2001.
214 LA FAMILIA EN DESORDEN

sexuales y todas las condiciones la aman, la sueñan y la


desean. JI
Es evidente, sin embargo, que el principio mismo de la
autoridad -y del lagos separador- sobre el cual siempre se
fundó la familia está hoy en crisis en el seno de la sociedad
occidental. Por un lado, ese principio, por la afirmación
majestuosa de su soberanía caduca, se opone a la realidad Índice
de un mundo unificado que borra las fronteras y condena al
ser humano a la horizontalidad de una economía de merca­
do cada vez más devastadora; pero, por otro, incita de ma­ Palabras preliminares
nera incesante a restaurar, en la sociedad, la figura perdida 7
de Dios padre en la forma de una tiranía. Enfrentada a ese 1. Dios padre 13
doble movimiento, la familia se muestra ante el sujeto como
2. La irrupción de lo femenino 37
la única capaz de asumir este conflicto y favorecer el surgi­
miento de un nuevo orden simbólico. 3. ¿Quién mató al padre? 49
Por eso suscita hoy tamaño deseo frente al gran cemente­
rio de referencias patriarcales desafectadas J2 que son el ejér­ 4. El hijo culpable ... 71
cito, la Iglesia, la nación, la patria y el partido. Desde el fon­ 5. El patriarca mutilado
do de su desamparo, la familia parece en condiciones de con­ 93
vertirse en un lugar de resistencia a la tribalización orgánica 6. Las mujeres tienen un sexo .......... 123

de la sociedad mundializada. Y sin duda logrará serlo, con la


7. El poder de las madres 159
condición de que sepa mantener como un principio funda­
mental el equilibrio entre lo uno y lo múltiple que todo suje­ 8. La familia venidera 195
to necesita para construir su identidad.
La familia venidera debe reinventarse una vez más.

Así lo muestran todas las investigaciones sociológicas.


JI
Según la expresión de André Burguiere en un texto inédito de
JI

2002 titulado "Ou va la famille?", que sirve de presentación a los Xli


Encuentros del CNRS [Centre National de la Recherche Scientifique) de
octubre de 2002, consagrados a ese tema.

215
Esta edición de La familia en desordm, de Élisabeth Roudinesco,

se terminó de imprimir en el mes de abril de 2010

en Artes Gráficas del Sur, Alte. Solier 2450,

Avellaneda, Buenos Aires, Argentina.

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