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¿Cómo construyen valores nuestros hijos/hijas?

Pablo era un hombre muy ocupado; como sus negocios le exigían


cada vez más tiempo salía muy temprano de casa y volvía tarde en la
noche. A veces no podía ver despierta a su hija Alicia. De vez en
cuando, el fin de semana lograban estar juntos un rato. La niña, al
sentir el amor de sus padres, recordaba esos momentos compartidos
como los más felices de su vida.
Una noche, Pablo llegó tarde, como de costumbre, y se acercó a su
cama para darle un beso de buenas noches. Observó que la niña se
había acostado abrazando su alcancía, donde había guardado sus
ahorros. Intentó retirársela para que no le incomodara. En ese
momento, ella se despertó. Padre, le dijo, me he dormido pensando
cuánto vale una hora completa de tu tiempo.
Pablo se sorprendió y en su cabeza comenzó a calcular cuánto valía
una hora de su precioso tiempo. Y le dijo: ¿Por qué me preguntas
eso? Porque estaba contando todo mi dinero, el que he guardado en
esta alcancía. Y cuando me quedé dormida soñé que, como te quiero
tanto, esos ahorros me alcanzaban para comprarte una hora de tu
tiempo para mí sola.
Tanto Pablo como todos nosotros hemos recibido una alcancía llena
de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos o familia. El
amor es la herencia más hermosa que recibimos y compartimos

Reflexionemos y compartamos
 ¿Cuáles son los principales valores que le trasmitieron sus padres?
 ¿Cuáles son los que quiere trasmitirle a su hijo?
 ¿Qué valora más de sí mismo, de su cónyuge, su hijo y su familia?
 ¿Qué opina de la frase La palabra mueve pero el ejemplo arrastra?
 En un ambiente de violencia familiar, ¿qué valores deben
promoverse para cambiar esa situación?
Consultemos y debatamos
Todos apreciamos ciertas cualidades más que otras. Sabemos
que algunas nos dan más felicidad. Esas cualidades que
apreciamos tanto son nuestros valores. Sin ellos nuestra vida
carecería de sentido.
Esos valores los vamos construyendo a lo largo de la vida,
pero sobre todo durante la niñez y la adolescencia. Los
valores se aprenden desde la cuna. Esa construcción es una tarea
fundamental en la crianza; en el seno de nuestra familia los hemos
aprendido y, por lo general, nos acompañarán toda la vida.
Los valores le dan sentido a la vida, son la orientación de nuestra
existencia, la guía que nos muestra el camino del proceso vital. La
formación en valores nos educa para la vida, sirve para trazar las
metas que nos servirán para vivir mejor. Los valores se adquieren
libremente, más por imitación que por prescripción. Por ello, una gran
responsabilidad que tenemos los adultos con los niños es ser buenos
modelos.
Todos, consciente o inconscientemente, tenemos un sistema de
valores, ordenados por la importancia que le asignamos a cada uno
de ellos. Para unos el valor supremo es Dios, para otros la vida, para
otros la felicidad, el amor, los hijos, la ciencia, el dinero u otros.
El niño pequeño depende en gran medida de sus padres y adultos
responsables de su cuidado; la solución afectuosa, adecuada y
oportuna de sus necesidades básicas de alimentación, compañía,
abrigo, limpieza y otras le dará la confianza básica requerida en su
proceso de desarrollo. Estos cimientos son fundamentales para
construir la escala de valores.
Recibir un amor sin condiciones por parte de sus padres y adultos
significativos es la mejor experiencia que pueden tener los hijos
durante sus primeros años de vida. Aprenderán que ellos son
valiosos. Pero ese amor hay que expresarlo todos los días, con
pequeños gestos, caricias y palabras.
Lo que hagamos y digamos, y la forma como actuemos en la vida
diaria serán las pautas que progresivamente se fijarán en la mente
infantil. Debemos revisar nuestra escala de valores y nuestro
comportamiento; ello es un buen comienzo para la reflexión y para las
propuestas que consciente e inconscientemente planteamos a
nuestros hijos o a los niños confiados a nuestro cuidado.
Por tanto, es necesaria la construcción cotidiana de muchos valores
importantes en el proceso de crianza del niño de un mes a cinco años,
como los siguientes:
 Debemos comenzar por el amor y respeto a sí mismo.
Conocerse, valorarse y respetarse a sí mismo es el primer paso
para conocer y respetar a los demás. Para que un niño sienta
que es respetado los adultos deberán demostrárselo. Recuerde
que su hijo es distinto a usted. Respételo como es. Escúchelo
con atención. Cuando converse con él dígale cuánto lo quiere.
Tenga claras las reglas de la familia y compártalas con los hijos.
Felicítelos por sus ideas, su creatividad, sus esfuerzos, y
cuando tengan en cuenta los derechos de los demás.
 Ello lo llevará a respetar a los demás. Enséñeles a tratarlos
en la misma forma en que deseen ser tratados. Miradas
sinceras, sonrisas abiertas, saludos afectuosos, caricias y besos
tiernos.
 Las relaciones con los demás deben existir en un ambiente de
convivencia y amistad, entendida como el afecto sincero y
desinteresado, por lo general recíproco, que nace y se fortalece
en el trato. Las amistades tienen gran importancia en el
desarrollo de las personas; los amigos acompañan, apoyan,
ayudan y están presentes cuando se les necesita. La amistad se
favorece con la sinceridad, la bondad, la generosidad, el
respeto, la amabilidad y la preocupación por los problemas de
los demás. Tener amigos es tener con quien jugar, compartir
nuestras experiencias, apoyarnos, convivir.
 Veracidad. Significa decir siempre la verdad. Uno de los
grandes males de nuestro tiempo es la mentira, por lo que debe
decirse siempre la verdad, lo que debe inculcarse en los niños
desde muy temprano. Lo opuesto a la verdad es la mentira, no
el error. El error es natural en el niño, la mentira no. Siempre
que el niño diga mentiras dialogue con él.
 Libertad. Es la capacidad de decidirse y autodeterminarse. Es
naturalidad, capacidad de moverse y elegir. La libertad es, al
mismo tiempo, un valor, un derecho y un deber que está
íntimamente ligada con la autonomía. Debemos tener siempre
en cuenta que la libertad de cada uno llega hasta donde llega la
de los demás. Es uno de los valores más preciados de la
humanidad, pero es necesario transmitir a los niños que no se
mantiene sin la solidaridad.
 Responsabilidad. Es la capacidad de sentirse obligado a
responder o a cumplir un trabajo sin presión externa alguna. Es
ser digno de crédito. Aprender a ser responsable es contribuir al
bienestar familiar y social, asumir las consecuencias de los
actos, comportarse de tal forma que se pueda confiar en uno.
La responsabilidad es más que la obediencia: es escoger una
conducta y responder por las consecuencias de tal decisión.
 Recordemos que el mejor maestro es el ejemplo. El niño ve
y siente nuestros valores y poco a poco esas cosas se van
convirtiendo en las más importantes para su propia vida.

Comprometámonos y evaluemos
 Procuremos ser buenos modelos, practicando lo que predicamos y
siendo siempre consistentes con nuestros valores.
 Pensemos, dialoguemos y obremos en función de la construcción
de valores que humanicen más a nuestros hijos e hijas.
 Recordemos impulsar en nuestros hijos, todos los días, la
construcción de los valores de afecto, de respeto, veracidad,
libertad y responsabilidad en su propio desarrollo humano.
 Evaluemos al finalizar cada día los valores que hemos impulsado
en nuestros hijos.

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