Ciencia y Política en
Karl Popper
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Blanca Inés Prada Márquez
ISBN 978-1-387-85266-6
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este libro. Los puntos de vista, opiniones y creencias, expresados en
el mismo, representan exclusivamente, el pensamiento del autor, y
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Dedicatoria:
Agradecimientos:
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Blanca Inés Prada Márquez
Tabla de contenido
Prólogo … 09
Introducción segunda edición … 15
Introducción primera edición… 24
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Prólogo … 215
Introducción… 217
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BIBLIOGRAFÍA
Obras de Karl Popper… 322
Obras sobre Karl Popper… 324
Otras obras consultadas… 327
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Prólogo
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señala los dos momentos clave en la disputa entre los discursos acerca del
conocimiento librada por este par de titanes. Por una parte, el amplio reino de
las formas ideales puede desalentar la búsqueda de la verdad y, por otra, el
estrecho reino de la certeza racional confunde la verdad y nos desencanta de
su búsqueda. Karl Popper realiza esfuerzos valerosos para transmitir su
posición respecto al problema aquí enunciado. Si bien, por una parte, no
podemos hablar de conocimiento científico en el sentido de lo permanente e
inmutable, con todo, y, por otra parte, lo hipotético no se opone al carácter
objetivo. Las anteriores son las razones que presenta Blanca Inés Prada
Márquez, con el propósito de indicar que en el gozne de la problemática para
vincular los dos grandes reinos –el reino de lo absoluto y eterno con el reino
de lo humano, precario y por consiguiente limitado– se anida su obra.
Entre los antecedentes histórico-filosóficos llama la atención la
importancia radical que recibe Platón –muy a pesar de la delgada línea roja
que Popper traza para diferenciar la ascesis socrática del magisterio platónico
y que no deja bien parado al autor de los Diálogos– y Kant de quien entre
otras cosas rescata el importante instrumento de la crítica. Defiende la verdad
y alienta a no renunciar a su búsqueda a pesar de que no podamos alcanzar la
cosa en sí. Ciertamente ya no hacemos referencia a la episteme en el sentido
de los antiguos, más bien el camino que se traza el conocimiento científico y
político es doxa, en el sentido en que puede irse perfeccionando cada uno de
sus enunciados y esto hace posible la investigación, el descubrimiento y la
ciencia. A diferencia de Kant, Popper observa en la relación estrecha entre
metodología y metafísica –y en la medida en que fundamenta la búsqueda de
la verdad a partir del conocimiento objetivo y del dominio público– la
ausencia del sujeto trascendental de la modernidad quien deviene ilustrado y
despótico.
Amante de la Ilustración, sí, pero en contra de los totalitarismos. El
problema de la Ilustración es el límite que alcanza en su excesivo
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Bronowski, cuyo libro El Ascenso del hombre ofrece una síntesis muy bella e
ilustrada sobre temas básicos del desarrollo de la ciencia. Y como justamente
el tema era sobre Historia de las ciencias teníamos que ir a los grandes
protagonistas de ese “ascenso del hombre”, es decir, que debíamos leer sobre
Galileo, Newton, Lavoisier, Darwin, Einstein, entre otros. El tiempo era
demasiado corto para tantos temas y problemas que yo –como buena
principianta que pretende abarcarlo todo– quería tratar con mis alumnos, en
aquellas épocas en las cuales hasta conseguir libros era muy difícil. Sin
olvidar que el gran reto cuando se estudia un protagonista de la Historia de
las ciencias, digamos Newton o Lavoisier, por ejemplo, es tratar de entender
sus descubrimientos, sus hallazgos y la trascendencia que ellos tuvieron en el
desarrollo posterior de la ciencia.
Comenzar a leer a Popper por su Lógica de la investigación
científica es un error, en parte porque desde su título está mal traducido al
español. En efecto, en 1962 salió la primera versión española tomada de la
traducción inglesa de 1959 The Logic of Scientific Discovery, y, aunque el
título habla de descubrimiento científico, como en efecto es el título alemán
Logik der Forschung (1934), el traductor español dedujo que era lo mismo
descubrimiento que investigación. Grave error. En dicha obra nuestro
filósofo fundamentalmente esboza su filosofía del descubrimiento científico
que no es lo mismo que investigación científica. Basados en este error de
traducción este primer libro ha sido entendido por algunos filósofos sólo
como un libro de metodología de la investigación científica, y no como lo
que es –un libro de filosofía de la ciencia–, en donde el filósofo trata de
entender lo que es la ciencia en su máxima expresión como la “búsqueda de
la verdad” y no la posesión de la misma. El verdadero científico busca la
verdad sobre el mundo, pero sabe que, si logra vislumbrar y explicar algunos
de los secretos del universo, esta verdad es falible, puede ser superada,
corregida, mejorada cuando hayamos profundizado más en nuestras
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las aseveraciones de base, es decir, con los protocolos, que de acuerdo con
nuestra experiencia describen los hechos. Desde este punto de vista lógico los
controles nunca son definitivos, puesto que por muchas confirmaciones que
haya tenido una teoría, nada nos autoriza para pensar que lo seguirá siendo en
el futuro, dado que en cualquier momento puede aparecer un hecho nuevo,
desconocido hasta el momento de la última confirmación, que la desmienta.
De este modo surge lo que en su filosofía se llama “asimetría lógica” entre
verificar y falsar: miles o millones de confirmaciones no convierten en cierta
una teoría, pero un solo hecho en su contra si puede falsarla, es decir negarla.
Así las cosas, el conocimiento científico progresa por eliminación de errores,
pero no por aumento de verdades. La versión popperiana sobre la evolución
del conocimiento científico se acerca a la de una selección natural de teorías:
sólo sobreviven las teorías que resisten mejor los ataques críticos y las
confrontaciones experimentales. O como dice Morín: “las teorías que
permanecen son aquellas que resisten a los asaltos, pruebas y contrapruebas”.24
Su conclusión es la siguiente: puesto que toda teoría, aunque esté
confirmada, siempre puede desmentirse, hay que estar muy atentos y
contrastar nuestras teorías permanentemente con la crítica argumentativa y el
control experimental de sus resultados, puesto que cuanto más rápido se
eliminen los errores, más avanzaremos en el conocimiento, gracias a la
elaboración de otra teoría más amplia y explicativa, es decir, mejor que la
anterior. En esta concepción el error tiene el mérito de impulsarnos a la
búsqueda de mejores soluciones.
Por lo tanto, lo que se exige a un sistema científico no es que se
presente como definitivo, perfecto y capaz de darnos la última explicación,
sino que esté siempre abierto a la crítica, que ofrezca la posibilidad, al menos
teórica, de refutación. En cambio, nadie pretendería someter a la refutación
empírica un sistema metafísico, por ejemplo, o una visión religiosa del
mundo, o una filosofía de la historia; a lo sumo se analizaría su coherencia, y
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se criticarían los argumentos que ofrece, pero jamás se los puede someter al
control experimental. Una ciencia empírica requiere que sus enunciados
básicos sean contrastables intersubjetivamente por observación. Es más, el
evento a que hace referencia el enunciado básico debe ser repetible para que
pueda ser contrastado por otros observadores capaces de evaluarlo.
Al igual que los convencionalistas de principios de siglo (Duhem y
Poincaré), postula Popper que la aceptación de los enunciados básicos se
realiza basada en una decisión convencional, pero difiere de aquellos en los
motivos que llevan a la convención. Mientras los convencionalistas sostienen
que los enunciados aceptados por convención son espacios temporalmente
universales, para él son espacios temporalmente singulares. La convención
no determina inmediatamente la aceptación de la teoría; ella sólo actúa en la
captación de los enunciados singulares que la pondrán a prueba, es decir, en
los enunciados básicos contrastadores.25
Los motivos que llevan a los investigadores a inclinarse por una u
otra teoría son, para los convencionalistas clásicos, de orden estético, porque
son estos los que regulan las libres creaciones del espíritu, mientras que
Popper sostiene que tales motivos son de orden empírico, es decir, hay una
realidad que hace resistencia a las libres creaciones del espíritu. Los
enunciados que servirán para contrastar la teoría deben enfrentarla con la
realidad, para ver si la teoría trata de un mundo real, o es un mero fantasma,
fruto de nuestra imaginación.
En el convencionalismo la verdad misma de las teorías es fruto de un
acuerdo intersubjetivo. Para el filósofo vienés el acuerdo intersubjetivo lleva
a la objetividad, pero no a la verdad, porque el acuerdo es temporal, fruto del
conocimiento del momento. La verdad es intemporal y sólo sirve como idea
regulativa, como meta hacia la cual debe tender el investigador siempre en
sus búsquedas. Una verdad no se determina por consenso: el acuerdo siempre
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puede estar errado, y lo único que pueden lograr los expertos es aproximarse
a la verdad.
Los convencionalistas se orientan por una filosofía instrumentalista,
en donde las teorías y leyes científicas no pretenden explicar lo que sucede
realmente en el universo, sino sólo servir de guías para la acción práctica; al
contrario, Popper se orienta por una filosofía realista, en donde se concibe
que el hombre con las teorías y leyes universales logra penetrar en los
secretos del mundo, explicando cada vez mejor sus enigmas, ampliando así el
horizonte del conocimiento.
Según los convencionalistas clásicos, siempre es posible salvar una
teoría de la refutación mediante hipótesis auxiliares añadidas a un sistema
teórico, o modificar las hipótesis consideradas falsas, o adjuntar hipótesis ad
hoc. Él acepta que esto es perfectamente defendible, y que es posible que
muchos científicos trabajen así, pero considera que para el avance de la
ciencia es necesario que el investigador cuestione muy atentamente sus
teorías, y además esté dispuesto a rechazarlas si no resultan corroboradas por
los hechos. Esta apertura a la crítica, y esta tendencia hacia la verdad son
además un presupuesto ético fundamental que ningún investigador debiera
menospreciar.
Está de acuerdo con los antiguos convencionalistas en que no hay
hechos puros, no hay acumulación ingenua de datos de los sentidos, de los
cuales sacaríamos la teoría. El sujeto no se enfrenta desnudo y solitario a los
datos que ofrece la realidad, sino acompañado de toda su historia. Pero el
acuerdo no se fundamenta en experiencias subjetivas, no en torno a las
creencias ideológicas de los científicos, sino en torno a enunciados que
describen hechos lógica y posiblemente observables en el futuro, de la
manera más precisa. Los enunciados sobre los cuales se ponen de acuerdo los
científicos no se relacionan con el pasado, sino con el futuro. La fuerza de lo
que simplemente es detectable u observable no puede radicar en ser tomado
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vinculados con esta intuición, dado que en todo cambio algo permanece y es
justamente eso que permanece lo que es más difícil de establecer.
En segundo lugar, analiza el atomismo, la teoría metafísica que más
debates ha suscitado. En efecto, la concepción de los atomistas –Leucipo y
Demócrito (siglo V a. C.)– para quienes sólo existen átomos y movimiento,
ha sido una de las concepciones del mundo de los presocráticos que más
partidarios o enemigos ha suscitado a lo largo del desarrollo del pensamiento
científico y filosófico, hasta lograr en el siglo XX el estatus de cientificidad
gracias al modelo atómico de Lord Kelvin y de los sucesivos modelos
atómicos de Rutherford (1911) y Bohr (1913). A partir de estas fechas hay un
desarrollo acelerado de los modelos atómicos, que culmina con la “física
nuclear”.
Señala también Popper otras teorías que en un comienzo fueron solamente
programas metafísicos de investigación, por ejemplo, el matematismo de
Copérnico, Kepler, Galileo y Descartes, quienes en parte, resucitando la
cosmología matemática platónica, inspirada en el pitagorismo y su método
hipotético-deductivo, desembocaron en concepciones metafísicas del
universo como la teoría del mundo como reloj de Hobbes, Descartes y Boyle,
la teoría dinámica de Newton, la de los campos de fuerza de Faraday y
Maxwell, la teoría del campo unificado de Riemann, Einstein y Schrödinger.
Teorías estas que son analizadas en el Tomo III de los Postscripta a la
Lógica,37 en donde muestra la gran fecundidad de estos programas, los que si
bien empezaron como especulaciones puramente metafísicas, contribuyeron a
dar a la ciencia “inspiración, problemas, y situaciones importantes de
investigación”.
En fin, él comparte con Erwin Schrödinger38 ciertas inquietudes en
torno a la teoría de la evolución de Darwin, teoría que a sus ojos representa
más un “programa metafísico de investigación”39 que un programa científico
contrastable. Esto por dos motivos muy importantes: en primer lugar, por la
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afirma “que el mundo está regido por leyes estrictas, esto es, está construido
de tal modo que todo acontecimiento determinado es un ejemplo de una
regularidad universal o ley”.50 Entendido así, el principio de causalidad,
resulta no falsable, y por lo tanto metafísico. A su favor podemos argüir que
nuestro conocimiento de la realidad es imperfecto, y que el aparente azar
puede responder a una ley estricta no conocida, de la cual se dedujeron las
leyes estadísticas que conocemos. De todos modos, no puede negarse que la
búsqueda de causas ha tenido gran fertilidad para el desarrollo del
conocimiento científico, en efecto, la ciencia debe explicar no sólo lo
desconocido, sino aquello que hasta la fecha es aceptado como explicación,
por ejemplo, una ley de la naturaleza; en esta forma la ciencia se renueva
constantemente y avanza poco a poco hacia explicaciones más universales,
sabiendo que jamás llegaremos a una explicación última.51
En Realismo y el objetivo de la ciencia expresa “que la búsqueda de
la verdad no puede existir sin problemas reales, sin una tarea de
descubrimiento que nos propongamos nosotros mismos; sin una realidad que
descubrir, una realidad que explicar por medio de leyes estructurales
universales”.52 Entender la ciencia como encaminada a dar explicaciones
satisfactorias en términos de realidad, difícilmente puede aceptarse si no se es
realista, y él, por supuesto, es un aguerrido defensor del realismo. Pero, ¿qué
sentido tiene el realismo popperiano? Diremos, en primer lugar, que la
falsación presupone el realismo metafísico; sin dicho presupuesto su
falsacionismo llevaría necesariamente al escepticismo. Su realismo, por una
parte, afirma la realidad del mundo físico (Mundo Uno); por otra, afirma la
realidad de las teorías, los problemas intelectuales, los argumentos
racionales, en fin, todos aquellos objetos que constituyen su Mundo Tres. En
su defensa del realismo él toma distancia no sólo frente a todo idealismo,
sino también frente al positivismo de Ernest Mach y el Círculo de Viena.53
La oposición tradicional entre el mundo interior y el exterior es transformada
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en una oposición objetiva entre una teoría y una realidad que la trasciende.
La realidad es pensada como una ‘cosa en sí’ kantiana que nos muestra el
carácter siempre hipotético de nuestras conjeturas.54 Popper es consciente del
alcance metafísico de su realismo. Es también consciente de que el realismo
metafísico no puede demostrarse (como la lógica y las matemáticas), ni
refutarse (como las ciencias empíricas); lo único que puede es argumentarse
y él dedica muchas páginas a esbozar argumentos a su favor, tratando de
encontrarle una fundamentación trascendental a su metodología.
El realismo metafísico se encuentra sólido e implícitamente
impregnado en toda su obra. Pero en la L.I.C. toma abiertamente partido a su
favor en las secciones 4, 28 y 79. Sin embargo, es en Realismo y el objetivo
de la ciencia donde él se declara abiertamente un creyente en el “realismo
metafísico”.55 Conviene tener en cuenta que si bien en la sección 79 de la
L.I.C. se define como “realista metafísico”, en aquella época él identifica
erróneamente los límites de la ciencia con los límites de la argumentación.
Más tarde cambia de actitud, arguyendo que las teorías metafísicas al no ser
contrastables, son por lo tanto irrefutables empíricamente, pero pueden ser
defendidas racionalmente56 y, como hemos visto, dedica varias páginas de su
obra a argumentar en favor de algunas teorías puramente metafísicas que han
jugado un papel importante dentro del desarrollo de las teorías científicas.
Pero también sostiene que en ningún momento usa el término realismo
metafísico en apoyo de su propuesta metodológica aunque éste pueda verse
como una especie de trasfondo que da sentido a su búsqueda de la verdad.57
Nosotros sostenemos, en contra suya, que su teoría de la falsación presupone
el “realismo metafísico”, sin dicho presupuesto el falsacionismo llevaría
necesariamente al escepticismo. Pensamos que la relación entre metodología
y metafísica es mucho más estrecha de lo que él mismo supone. Veamos:
Con su criterio de demarcación retoma el problema kantiano de
distinguir ciencia y metafísica. ¿Cómo resuelve este problema Kant? ¿Cómo
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que con tanto ahínco emprende, sobre todo en los tres tomos de los
Postscriptos a la L.I.C., un debilitamiento del falsacionismo. Tal es el caso
de Lakatos, quien lo señala de hipostasiar tanto los hechos, identificándolos
casi con la realidad misma, olvidando a veces la idea que él mismo ha
elaborado, es decir, que los hechos están siempre impregnados de teoría.81
Es cierto que Popper, como mostraremos en el capítulo quinto,
circunscribe en la L.I.C la falsación sólo a la refutación empírica de las
teorías, dándole muy poca importancia a la argumentación racional, sin
embargo, poco a poco él toma conciencia de que la racionalidad no la da
solamente la confrontación con los hechos, sino también la crítica
argumentativa, aunque en la ciencia siga siendo válida, ante todo, la falsación
empírica, y no la mera argumentación racional. Sin embargo, no nos parece
justo acusarlo de una ontologización directa, es decir, de identificar ‘hecho y
realidad’; el ‘hecho’ sigue siendo una creación teórica del científico, pero
hace referencia a algo real, no a un fantasma. En Conjeturas y refutaciones
expresa esto claramente al decir que el hecho no es una cosa en el mundo,
sino el producto del leguaje y la realidad.82
Se cuestiona también la relación que establece entre ‘corroboración’
y similitud. “Cada vez que la respuesta a un test es negativa, no puede decirse
por ello que nos hemos acercado al último ‘no’ de la naturaleza”.83 Crítica
que sería válida si él postulara que las corroboraciones de las teorías
científicas son definitivas; al contrario, su mayor insistencia se centra en la
falibilidad de toda teoría, aún la mejor contrastada por los hechos, lo cual es
señalado desde la L.I.C. afirmando siempre que no puede equipararse
corroboración y verosimilitud, puesto que la verdad debe entenderse como el
horizonte hacia el cual tiende la ciencia, pero nunca como su punto de
llegada.
Hemos tratado de mostrar que el “realismo metafísico” le da piso a la
“falsación” e impide que Popper caiga en el irracionalismo. Sin embargo, en
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La oración ‘la nieve es blanca’ es verdadera si, y sólo si, ‘la nieve es
blanca’.102 O generalizando: Si tomamos X por el nombre de la oración P,
escribiremos: ‘X es verdadera si, y sólo si P’.103
Para el autor que venimos comentando la ‘Teoría Semántica’ no
pretende suministrar un criterio de verdad. En efecto, la definición semántica
de la verdad nada implica respecto de las condiciones en que puede afirmarse
una oración como, por ejemplo: “la nieve es blanca”; sólo implica que
siempre que afirmemos o rechacemos esta oración, debemos estar dispuestos
para aceptar o rechazar la oración correspondiente –“la oración ‘la nieve es
blanca’ es verdadera”–.104Él considera su teoría de la verdad como
correspondencia sólo aplicable a lenguajes formalizados; Popper, como
veremos, trata de ir más allá de Tarski, mostrando que puede usarse en
lenguajes no estrictamente formalizados, con tal de ser cautelosos.105
Tarski piensa además que su concepción semántica de la verdad es
“completamente neutral” respecto de actitudes gnoseológicas tales como el
realismo, el idealismo o el empirismo y la metafísica, por el hecho de que
dicha concepción no establece las condiciones para garantizar la verdad de
las oraciones. Esto es debido a que él estudia lo que en la traducción que
venimos citando se vierte como ‘oraciones’, y en el original inglés es
‘sentences’, en el sentido de “ciertos objetos físicos” a saber, “expresiones
lingüísticas”, añadiendo en nota marginal qué debe entenderse por tales
inscripciones –‘no inscripciones individuales’ sino clases de inscripciones de
forma similar–; por consiguiente no cosas físicas individuales sino clases de
tales cosas.106 Desde luego, es lícito que un análisis lógico del lenguaje, como
es el hecho por Tarski, se quede en los puros aspectos estructurales, sin
examinar la cuestión metafísica de cuál es el tipo de realidad ontológica de
los hechos.
La teoría semántica de la verdad nos garantiza únicamente que en
una serie de lenguajes que podemos utilizar, disponemos de los medios
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ser verdadera a pesar de que nadie crea que lo es. Puede haber buenas
razones para aceptar como verdadera una teoría falsa. Otro ejemplo: un
hombre que no cometió un crimen está diciendo la verdad cuando se niega a
aceptar que es culpable, así el abogado se empeñe en señalar que está
mintiendo y que por lo tanto es culpable.
La verdad aparece entonces como independiente del conocimiento de
ella como tal, y de las buenas razones que apoyan una hipótesis. La única
característica de la verdad es la correspondencia con los hechos. Popper
concluye que a pesar de no poder elaborar criterios definidos para la
aceptación de una teoría, nos dejamos guiar por la idea de la verdad como
principio regulador, pudiéndose hablar no de criterio de verdad, sino de
progreso hacia la verdad.109 Como bien señala J. A. Mejía en su interesante
estudio sobre Popper, él cierra la puerta a una aprehensión directa de la
verdad, pero la abre hacia la posibilidad de hallar indicadores de
aproximación a la verdad.110 La idea de verdad como ‘principio regulador’
expresa la estrecha conexión que hay entre aspiración a conocer y búsqueda
de la verdad, sin que por ello deba confundirse esta aspiración con la idea de
certeza absoluta ni con el principio de fundamentación que produzca un saber
seguro e irrefutable.
Ciertamente, Popper rechaza la conexión entre verdad y certeza que
establece el racionalismo clásico, pero rechaza también la posición escéptica
de quienes consideran infructuosa toda pretensión de conocimiento. La
verdad como ‘principio regulador’ es consecuente con el falsacionismo
metodológico popperiano que reconoce por principio la falibilidad de toda
teoría, pero que a pesar de todo no renuncia a la aspiración humana de
conocer cada vez mejor. Hoy la idea de un fundamento absoluto para el
conocimiento no es aceptada ni siquiera en matemáticas111 ni en lógica.112
Ninguna solución propuesta por el hombre para resolver un problema resulta
absolutamente fundamentada. Lo único que puede hacerse es someter
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V - El método popperiano
frente a la tesis Holista Duhem-Quine
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Para Popper el dogma holístico del carácter ‘global’ de todos los test,
o contra ejemplos, es insostenible; es más, considera que aún sin
axiomatizarlo es posible vislumbrar lo que anda mal en un sistema teórico.
2). De orden histórico ¿Puede hablarse realmente de experimentos cruciales
en la historia de la ciencia? En otras palabras ¿Pueden los científicos idear
experiencias que les permitan en un determinado momento del desarrollo del
conocimiento aceptar una teoría y rechazar otra?
La respuesta a esta pregunta depende en gran parte de nuestro
concepto de ciencia y de la finalidad que a ella le asignemos. Quien piense
que la ciencia no puede explicar lo que sucede realmente en la naturaleza y
que su finalidad es la de servir de instrumento de predicción y de acción,
negará naturalmente los “experimentos cruciales”; en cambio, quien piense
que la ciencia sí puede conocer la realidad y fundamentar en dicho
conocimiento su progreso, su desarrollo, y hasta su tecnología, aceptará la
posibilidad de decidir entre dos teorías que ofrezcan dos versiones
contradictorias de la realidad, valiéndose para ello de un experimento
“crucial”.
Einstein, por ejemplo, sostuvo que en la física se dan con frecuencia
pruebas capaces de pronunciar un veredicto de vida o muerte sobre una teoría
y es a estos afortunados experimentos a los que él llama cruciales.190Pero lo
que sí no aceptó nunca, como bien lo señala Gerald Holton en su extenso
artículo, “Einstein–Michelson y el experimento crucial”, fue que se
atribuyera la génesis histórica de la Teoría de la Relatividad al experimento
de Michelson–Morley. Según Einstein, dicha teoría surgió en su mente
independientemente de dicho experimento, antes incluso de conocer el
trabajo de los dos eminentes físicos.191
Popper entiende por “experimento crucial” el ideado para refutar
una teoría, particularmente aquel que pretende decidir entre dos teorías en
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teoría que se considere mejor que otra porque permite avanzar, profundizar
más en el conocimiento de la realidad.
Cuando Copérnico ideó la teoría heliocéntrica no refutó con ella la
Teoría geocéntrica de Ptolomeo. Tampoco puede decirse que antes de
Einstein se hubiera refutado la Teoría del éter a pesar de los experimentos de
Michelson–Morley. Esto sólo se logró cuando se dedujeron nuevas
predicciones que anunciaban hechos nuevos no contemplados en la anterior
teoría. De aquí surge la importancia de los “experimentos cruciales”, puesto
que no tenemos ninguna razón para considerar una teoría mejor que otra, ni
para creer que se acerque más a la verdad, hasta no haber derivado nuevas
predicciones imposibles de derivar de la vieja teoría, por ejemplo –las fases
de Venus, las perturbaciones en la órbita de Mercurio, la ecuación masa-
energía– y hasta no haber hallado que estas nuevas predicciones se cumplen.
La razón lógica para aceptar que una teoría es superior a otra, está,
en que la teoría debe conducir a nuevos experimentos cruciales, por ejemplo,
la ecuación masa-energía de Einstein y no sólo a salvar los fenómenos
conocidos, como sucedió con la explicación dada por Lorentz y Fiztgerald
del experimento de Michelson–Morley, como bien explica Holton en el
artículo ya citado.197
Algunos críticos sostienen que el filósofo vienés descuidó la historia
de las ciencias; entre ellos están Lakatos y Hillary Putnam, para quienes al
pretender fundamentar su epistemología en lo que realmente hace la
comunidad científica, sólo señaló, con acierto algunas veces, lo que siempre
deberían hacer los científicos. Sin embargo, si bien el filósofo vienés no hizo
nunca historia de la ciencia, en sus obras se descubre un muy buen
conocimiento de ella, sobre todo de la historia de la física, por lo que no
puede afirmarse que desconociera la trama de su desarrollo; pero las críticas
de los autores citados son muy pertinentes: Putnam en “La corroboración de
las teorías”,198 y Lakatos en “Por qué superó el programa de Copérnico al de
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enunciados básicos deben ser excluidos desde el comienzo por una teoría que
pretenda ser científica; tales exclusiones se consideran como prohibiciones.
Consciente de las críticas y dificultades que presenta el criterio de
falsabilidad, su autor piensa que descuidarlo lleva al peligroso relativismo y
para evitarlo él sigue sosteniéndolo, aún en las ciencias humanas, donde sus
dificultades son, desde todo punto de vista, incuestionables. ¿Por qué tanta
terquedad? Concibiendo nuestro autor la cientificidad como la crítica
constante de las teorías, la falsación no es sino la consecuencia de esa
voluntad de crítica y no vemos por qué deberían excluirse las ciencias
humanas de la crítica permanente de sus postulados.
Como bien señala Bouveresse, Popper no es un filósofo
especializado en el discurso científico, el estudio de la ciencia sólo le interesa
en cuanto permite postular netamente una actividad válida universalmente: la
actividad crítica. En este sentido “podemos ver en él al filósofo de la unidad
de las actividades humanas”.201 Tal actividad crítica se aplica en todo: en las
ciencias humanas, por ejemplo, sin negar sus particularidades metodológicas
evidentes, él acepta que su actividad es distinta a la de las ciencias de la
naturaleza, con lo cual satisface tanto a los cientistas como a los
sociologistas, pero trata de resolver en el plano metodológico el problema de
la unidad de la ciencia, problema que ningún racionalista puede dejar de
plantearse, como tan acertadamente señala G. Granger.
3. Una tercera mirada que se le puede dar a la tesis holista Duhem–
Quine, es desde la perspectiva del relativismo lingüístico. Desde esta
perspectiva surge la siguiente pregunta ¿En qué medida podemos decir de un
sistema que puede o no puede ser absolutamente traducido a otro?
Algunos antropólogos americanos se han hecho eco de dicha tesis,
según ellos ya formulada por Humboldt, quien sería uno de los primeros en
afirmar, con cierta razón, que el mundo aparecía al ser humano ya
estructurado por su lengua, de tal manera, dice Whorf, “que no existe un
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que pueda sacar sus propias conclusiones sin confrontarlas con la realidad.
Pero además el objeto con el cual trabaja un investigador en ciencias sociales
es un objeto dinámico, inteligente y experimentado que conoce por
experiencia mucho sobre su propia realidad; este conocimiento no puede
menospreciarse sino valorarse críticamente.228
Lo realmente importante es que el investigador social tome conciencia de
que el conocimiento experimental que posee es un conocimiento
fragmentado, incompleto, no suficiente como para remodelar toda la
sociedad y por lo tanto no puede hacer planes ni programas holísticos
enfocados a una planificación social a muy largo plazo, en donde no se
vislumbre la posibilidad de retroalimentación crítica y de evaluación
permanente para modificar y cambiar aquello que con el tiempo vaya
mostrándose inoportuno e inapropiado. Sin embargo, pensamos que Popper
exagera puesto que en ciertos campos como por ejemplo en ecología, en
planificación demográfica, en asuntos relacionados con los servicios sociales
y en muchos otros es necesario pensar a largo plazo, lo cual no implica que
dichas planificaciones sean inamovibles, es decir que no puedan modificarse.
Pero nuestro filósofo tiene sobrada razón cuando insiste en la importancia de
la retroalimentación crítica no sólo en las ciencias naturales sino
fundamentalmente en ciencias sociales, ya que el edificio social se construye
y se reconstruye paso a paso. En él nada es definitivo, pero al mismo tiempo
nada puede ser destruido totalmente.
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Estos últimos, al considerar que sólo existen individuos, sostendrán que las
investigaciones sobre génesis y cambios de acontecimientos e instituciones
sociales tienen necesariamente su punto de partida en las acciones de los
individuos, explorando de manera especial sus consecuencias no
intencionadas. Mientras que los colectivistas, fieles a su creencia en la
realidad de los conceptos colectivos tratan de perfilar las leyes –dialécticas–
que presiden la génesis y el desarrollo de tales entidades colectivas.
Desde la perspectiva política la pregunta puede formularse así ¿Qué
es lo que tiene categoría de fin: ¿una entidad colectiva, como el partido, la
nación, el Estado, o el individuo con su más amplia libertad y
responsabilidad? Los colectivistas a esto responderán, naturalmente, que
dado que la realidad efectiva está constituida por entidades colectivas como
el Estado, la clase o el partido, los individuos están al servicio de dichas
entidades; ellos son, en otras palabras, instrumentos para fines colectivos.
Mientras que los individualistas, al sostener que el fin del individuo no es el
Estado, la clase ni el partido, añaden además que si se elimina la concepción
individualista de la sociedad la democracia deja de tener sentido. Al respecto
es interesante mirar el cuadro que Popper presenta en La Sociedad abierta y
sus enemigos,238 para mostrar que colectivismo no se contrapone a egoísmo,
ni tampoco se identifica con altruismo o generosidad; que al contrario, es
común el egoísmo colectivo o de clase, mientras que un individualista puede
ser al mismo tiempo altruista. Para él, hablar de sociedad es extremadamente
equívoco. Acepta, desde luego, que se puede emplear un concepto como
sociedad u orden social, pero sin olvidar que se trata sólo de conceptos
auxiliares. “Lo que verdaderamente existe son los hombres, los buenos y los
malos, ojalá que estos últimos no sean demasiados; en todo caso, seres
humanos, en parte dogmáticos, críticos, perezosos, diligentes o lo que sea.
Esto es lo que realmente existe”.239 Existen hombres con ideas que al actuar
de acuerdo a ellas producen acciones con consecuencias intencionadas o no.
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Lo que realmente existe son hombres y mujeres no la sociedad, por más que
la gente crea en su existencia y en la del orden social. Una de las más grandes
equivocaciones, continúa diciendo el filósofo vienés, es creer que una cosa
abstracta es concreta; se trata de la peor ideología.240 Y este, es según él, el
error fundamental del colectivismo, el de confundir construcciones abstractas
con realidades concretas.
Esta es la razón por la cual advierte que la mayoría de los conceptos
con los cuales trabajan las ciencias sociales son conceptos abstractos, no
realidades concretas. Así, por ejemplo, no existe la policía como tal, tampoco
la guerra, ni el ejército, lo que existen son hombres concretos comprometidos
en estas cosas, actuando según unas leyes, las cuales sí existen porque están
escritas y por ello se pueden cambiar ¿Qué es la guerra? Tristemente
hombres que mueren en uniforme, hombres concretos, esto es lo cruel,
hombres concretos que mueren comprometidos en una máquina de guerra
que es abstracta. En general los objetos de las ciencias sociales son
construcciones teóricas empleadas para interpretar las experiencias de los
hombres como resultado de ciertos modelos, pero con frecuencia el
investigador no se da cuenta de ello y cree que los modelos teóricos son
cosas. “En realidad, dice Popper, [...] la tarea de la ciencia social es la de
construir y analizar nuestros modelos sociológicos cuidadosamente en
términos descriptivos y nominalistas, es decir, en términos de individuos, de
sus actitudes, esperanzas, relaciones, postulado que podemos llamar
individualismo metodológico”.241
Son los individuos los que existen y son ellos los que actúan en y por
las instituciones; por ello es preciso construir una teoría de las consecuencias
institucionales; queridas o no queridas, de las acciones realizadas en vista a
un fin. Esto podría también conducir a una teoría de la génesis y del
desarrollo de las instituciones.242
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1. La desdivinización de Platón
Aunque el filósofo que más importancia jugó en la formación
intelectual de Popper fue Kant, pues gracias a este gran pensador logró
comprender el fundamental papel que juega el sujeto cognoscente en la
elaboración de las teorías científicas, esto es, que toda teoría es humana y
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como tal falible, es decir, sujeta a errores y por lo tanto abierta a la refutación
y sometida al riesgo de ser un día corregida, mejorada y hasta negada;
también es cierto que Platón influyó mucho en su formación intelectual. El
Ión, por ejemplo, inspirará sus reflexiones sobre la música; el Teeteto
orientará su teoría del conocimiento y los Diálogos socráticos su insistencia
en la modestia y la responsabilidad intelectual. Sin embargo, Popper elabora
en la Sociedad abierta y sus enemigos la más aguda crítica que se haya
escrito en la historia de la filosofía sobre el programa político de Platón; pero
dichas críticas reflejan un gran respeto y admiración frente al gran pensador
griego, de tal modo que podría decirse que Popper se presenta allí como un
discípulo, que sin negar la grandeza de su maestro se atreve a exponer
algunas de las consecuencias funestas que tendrían sus ideas políticas si
fueran llevadas a la práctica. Popper ve en el pensamiento político de Platón
una clara expresión del historicismo antiguo, y un fuerte exponente de la
sociedad cerrada contraria a lo que buscó la democracia ateniense. Considera
que Platón fue un teórico de un Estado ideal, perfecto, donde todo estaba
rígidamente establecido haciendo imposible todo cambio socio político.
Acusa a Plantón de haber sacrificado la modestia socrática y sus ideales
democráticos y liberadores en favor de un historicismo decadente, capaz de
engendrar sociedades cerradas y atroces totalitarismos, como los que se
vivirán en su época.251
Desde Heráclito encontramos en la filosofía una teoría que liga el
fenómeno universal del cambio a la acción de fuerzas ocultas que dirigen los
destinos humanos, pero según Popper será Platón quien erigirá esta doctrina
historicista en filosofía política, filosofía que encontraría las raíces en su
teoría de las ideas, con la cual el gran filósofo habría tratado de proponerle
una salida al problema del cambio. Platón buscaba con ella encontrar una
solución para este hecho presente en toda experiencia y al mismo tiempo
demasiado perturbador del orden existente: el cambio, la corrupción y la
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degeneración a que está sujeta cada cosa. Con su teoría trataría de preservar
la unidad en la multiplicidad inherente a todo cambio al poner toda realidad
cambiante en correspondencia con una idea perfecta e inmutable donde la
cosa cambiante no es más que una imitación.252 Popper piensa que la teoría
platónica de las ideas permite resolver el problema de la multiplicidad
simultánea de realidades idénticas puesto que, según ella, diferentes cosas del
mundo imperfecto pueden ser sólo imitaciones de una misma idea,
asegurando así un fundamento a la ciencia cuyo fin no sería otro que el de
buscar la unidad a través de la multiplicidad espacio-temporal de las cosas
del mundo, para lograr encontrar así el conocimiento eterno de las formas de
las cosas y de las leyes del cosmos.
De esta manera y según su análisis, la teoría platónica de las ideas
abre la vía al conocimiento y a la contemplación, pero al mismo tiempo
fundaría una teoría de la historia y una filosofía de la acción política. El
filósofo vienés señala que para Platón la idea fundamental del desarrollo
histórico es un caso particular de la ley cósmica, según la cual todo cambio
en general implica degradación de la Idea o de la forma original y, por lo
tanto, todo cambio social implica corrupción y decadencia. Por lo tanto, la
sola manera posible de encontrar y lograr la Idea de toda cosa es detener el
cambio y regresar al origen, a la verdadera naturaleza, a la esencia originaria
de las cosas no degeneradas. La búsqueda de Platón hacia un estado ideal es
una lucha por lograr el bien, el Bien absoluto.
Para entender la preocupación de Platón por el cambio social es
importante situarlo en su época. Época de grandes cambios, de aceleradas
transformaciones en sus costumbres políticas, y también de decadencia
moral. En el siglo V con Pericles se da comienzo a lo que Popper llama la
sociedad abierta, es decir la democracia. Atenas empieza a abrirse al exterior,
acepta a los extranjeros y su mismo imperialismo tiene el signo del
universalismo. Pero algo particularmente importante para el desarrollo
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concreto. Esto lo olvida, al igual que olvidó que con Hegel nació la filosofía
existencial.
*** Desconoce el filósofo vienés que Hegel fue un defensor de la
monarquía constitucional y de la igualdad de todos los sujetos ante la ley,
como también un defensor de la libertad de conciencia, de religión y del
derecho que tiene todo ser humano a buscar su propia felicidad.
Popper piensa que las ideas mueven al mundo, lo cual supone
también un idealismo puro que él mismo estaría dispuesto a rechazar, pero
que parece no es consciente de ello. Por otra parte, sin negar la
responsabilidad que los filósofos tienen frente a sus planteamientos, en
especial a las consecuencias que ellos puedan desencadenar, debe también
reconocerse que de sus ideas se puede hacer cualquier utilización una vez que
ellas han salido a la luz pública, y que por lo tanto no se les puede
responsabilizar de todos los malos políticos que hayan pretendido inspirarse
en ellos. Se le podría preguntar a nuestro filósofo: ¿No será que un día
también sus ideas van a sufrir funestas aplicaciones en la defensa de sistemas
políticos que usted habría fuertemente reprobado?
políticos. Esa violencia, según Popper, se usó en julio de 1927 para abatir a
decenas de pacíficos y desarmados trabajadores social demócratas y
espectadores de Viena. Entonces, dice, “se me hizo patente que la política de
estos líderes, aun cuando actuaran con buenas intenciones, era irresponsable
y suicida”.282 Desde entonces Popper empezó a cuestionar el dogmatismo
marxista y en general todo dogmatismo, cuestionamiento que aparece en toda
su dimensión, en La sociedad abierta y sus enemigos,283su principal obra de
filosofía política, donde presenta una fuerte crítica al pensamiento político de
los tres más grandes pensadores de la filosofía occidental: Platón, Hegel y
Marx, viendo en ellos a los ideólogos de los totalitarismos modernos, tanto
de derecha como de izquierda.
En la universidad de Viena, por la época en que allí estudiaba
Popper, se discutía con apasionamiento no sólo el pensamiento de Marx, sino
también el de Freud y Einstein. Popper señala que freudianos y marxistas se
aferraban tanto a sus ideas defendiéndolas como si fueran dogmas religiosos,
y en cambio Einstein y sus seguidores eran mucho más prudentes,
conscientes de que su teoría podía ser desmentida si el eclipse de 1919 no
confirmaba al menos una de sus predicciones: la curvatura del rayo de luz al
pasar cerca de la masa gravitatoria del Sol. Por otra parte, en la Viena de
Popper ya se debaten algunas críticas al pensamiento de Marx, como, por
ejemplo, las de Max Weber en su libro de 1904 Sobre el método de la ciencia
histórico social, donde trata de desenmascarar algunas pretensiones
metafísicas del marxismo, pero también las de Max Adler, quien en su obra
Problemas marxistas (1920) negaba lo pregonado por el marxismo popular
de su época: que en los textos marxistas la situación material tuviera efecto
sobre lo espiritual. Negaba también su determinismo, es decir, su afirmación
de que el progreso histórico era susceptible de ser demostrado mediante
argumentaciones o leyes científicas. Para Adler un proceso o desarrollo
histórico no es progreso–se vuelve progreso cuando dicho acontecimiento
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haber equiparado la libertad con el espíritu, creyendo que sólo como seres
espirituales podemos ser libres. Muy importante le parece el haber mostrado
que las necesidades económicas llevan al hombre a la esclavitud de la
necesidad, comprometiendo su vida en una lucha que, según él, conduciría al
mundo de la libertad. Muestra que Marx, al igual que Hegel, pensó que la
libertad era el fin del desarrollo histórico y como éste, identificó el reino de
la libertad con el espíritu; pero a diferencia de Hegel, Marx sostuvo que la
clave de la historia, incluso de la historia de las ideas, debía buscarse en las
relaciones de los hombres entre sí, fundamentalmente en sus relaciones
económicas, y no en su vida espiritual. Esto explica, a sus ojos, el
historicismo económico de Marx, del que hablaremos más adelante.
Considera que la afirmación de Marx “en los procesos de producción
los hombres entran en relaciones independientes de su voluntad” expresa el
carácter específico de los fenómenos sociales, y por ello puede considerársele
como el verdadero fundador de la sociología al liberarla de la psicología.
Nuestro filósofo critica a los psicologistas, en particular a Bentham y Mill,
por querer reducir la sociología a la psicología de los deseos y de los
proyectos individuales, por cuanto el hombre solitario, no social, es una pura
ficción; pero, además, porque la autonomía de los hechos sociales se
reconoce en cuanto, si bien estos son producto de individuos, son al mismo
tiempo estos individuos quienes sufren las consecuencias. Por otra parte, toda
acción individual tiene repercusiones sociales imprevistas. También elogia y
concuerda con la crítica que Marx le hace en el Capital, al laissez faire
capitalista, pero ve en el historicismo de Marx un metafísico determinismo
económico que, animado por el positivismo mecanicista y cientificista del
siglo XIX, para nada extraño a Marx, lo ayudan a fundamentar su profecía de
la futura sociedad comunista, basado más en una actitud ideológica, utópica,
escatológica y seudo religiosa, que en un estudio serio, responsable y
realmente científico de la sociedad. En resumen, las bondades del
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pensamiento de Marx, a los ojos del filósofo vienés, se ven contaminados por
el historicismo que anima toda su obra.
Bajo el nombre de historicismo agrupa Popper las diversas teorías
sociales que pretenden suministrar profecías a largo plazo, es decir, aquellas
que creen en la existencia de leyes históricas específicas, susceptibles de ser
descubiertas y sobre las cuales podrían basarse las predicciones sobre el
futuro de la humanidad.286 Al historicismo pertenecen todas aquellas
doctrinas que postulan que el cambio histórico se efectúa en un sentido
determinado: bien sea un retorno cíclico combinado con movimientos de
decadencia al interior del ciclo, como en el pensamiento hindú o griego, o
aquellas que presentan una progresión hacia una vida mejor, como en los
mesianismos cristianos o marxistas.
Subraya que fue en el siglo XIX cuando, con el surgimiento del
romanticismo e irracionalismo que lo caracterizaron, se desarrolló el culto a
la nación y la idea de que todo, absolutamente todo, podía ser comprendido.
Se pretendió descubrir que la historia era una fuerza que iba hacia un lugar
propio, gracias a la conducción de grandes individuos y para lograr este
futuro promisorio era necesario romper con todos los valores de su sociedad
en crisis. El historicismo a sus ojos presenta tres rasgos fundamentales:
Fe o creencia en un destino mejor.
Necesidad de grandes hombres, de héroes que conduzcan
hacia ese destino.
Necesidad de la revolución.
Estos historicismos generalmente hablan de un pueblo elegido, como
es el caso de las doctrinas judeo-cristianas, de una raza elegida como en el
nazismo, o de una clase elegida como en el marxismo.
Popper señala que hubo varios ilusos en el siglo XIX: aquellos que
creyeron ver que la historia mostraba un gran ascenso de la humanidad hacia
una sociedad sin clases, donde el egoísmo individual se aniquilaba en el
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secundario el poder, el deseo, el saber o la felicidad, pero una vez que tales
condiciones se modifican, la escala de valores puede sufrir también grandes
modificaciones. Se ha expuesto que el principal elogio de Popper a Marx está
orientado por el profundo humanismo que inspira su teoría; sin embargo, ve
en este humanismo la forma más peligrosa del historicismo, por cuanto él y
sus seguidores con su historicismo mesiánico se convirtieron en falsos
profetas, que creyendo poder anticipar el destino de la historia, convencieron
a millones de hombres de que la historia evolucionaría necesariamente hacia
el comunismo y con él, hacia un paraíso en la tierra, y que para lograrlo
cualquier método era bueno, esto es “que el fin justificaba los medios”, y
como veremos más adelante este utopismo es fuente de toda clase de
violencias, y su principal manifestación está en el “imperativo de la lucha de
clases”. Para entender esto nada mejor que leer el Manifiesto comunista,296do
nde Marx dedica varias páginas a mostrarnos que toda la historia de la
sociedad humana no ha sido otra cosa que lucha de clases. Popper hace un
amplio análisis de lo que podría llamarse “lógica de la situación de clase”,
utilizada por Marx para explicar el funcionamiento de las instituciones del
sistema industrial; crítica la irresponsabilidad del socialismo real al tomarlo
aquí al pie de la letra dándole el sentido de lucha de clases a cualquier
agresión, y considera que la teoría marxista de las clases debe tomarse como
una peligrosa simplificación de las luchas, aun cuando se admita y se le dé la
importancia que se merece en cualquier análisis sociopolítico el abismo que
separa a ricos y pobres.
Reconoce el filósofo vienés que Marx quiso liberar a la clase obrera
del plus trabajo, de la opresión, de la sobre explotación, y esto tenía un gran
sentido histórico. Pero exageró al dar a toda la historia el significado de la
lucha de clases, olvidando las categorías universales que no son pensamiento
de clase. El pensamiento es universal, mientras que la conciencia ideológica
es pura defensa de intereses de clase. Para Popper, uno de los peligros del
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sociedad ideal y perfecta, con una mirada casi ciega frente a las realidades
humanas. Mientras que creemos entender que cuando Darío Botero nos dice
que no “podemos vivir sin utopías”, se refiere a que el hombre no puede vivir
sin ideales, sin grandes proyectos que busquen ‘el deber ser’ y no se queden
sólo en el ser. Lo que en realidad encuentra nuestro filósofo nefasto en todas
las utopías es la tentación a la violencia que llevan consigo para poder llevar
a cabo sus ideales.302 Aún en las utopías puramente literarias podemos
encontrar la violencia que implicaría su realización, como bien lo ha
mostrado Ángelo Pappacchini en su artículo “Los derechos humanos en la
Ciudad del Sol” de Campanella. 303
Según sus biógrafos, Marx no fue un hombre violento. Era tolerante,
o al menos, mucho más que Engels. Sin embargo, su discurso en todas sus
obras, es tremendamente violento, es más, usa esta palabra con insistencia.
Este llamado a la violencia sobresale especialmente en El Manifiesto
Comunista, donde señala en repetidas ocasiones que la apropiación de los
medios de producción y la destrucción de la propiedad privada por parte de
los proletarios sólo se podía hacer mediante la violencia. El mismo Proudhon
ya veía, cuando escribió ¿Qué es la propiedad? la violencia que engendraría
llevar a cabo el programa de los comunistas en relación con la abolición, por
cualquier medio, de la propiedad privada.304
Una de las críticas fundamentales de Popper a Marx es su pretendido
debilitamiento del Estado hasta llegar a su abolición definitiva. Considera,
sin embargo, que el gran revolucionario hace una acertada interpretación de
su propio pasado histórico. Reconoce además que cuando escribió El Capital
(1863-1867) las condiciones de la clase trabajadora eran absurdas,
deprimentes e injustas, con el agravante de que el sistema encontraba
defensores entre intelectuales y clérigos. “Marx denuncia la vergonzosa
injusticia de este sistema y conquistó con ello el derecho de tener un lugar
entre los defensores de la humanidad”.305
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legislación que las respalde. Por lo tanto, concluye Popper que la libertad
formal, cuya necesidad e importancia fue tan superficialmente mirada por
Marx y sus seguidores, sigue siendo la base fundamental para lograr todos
los derechos, para lograr todo lo que deseaba y buscaba Marx.308 Al igual que
Russell en –Power. A New Social Analysis, 1938–,309 el filósofo vienés no
ignora que el poder económico puede influir sobre el poder político, puede
influir en los legisladores y corromperlos, y hasta puede amenazar con una
crisis financiera, pero piensa que sus logros pueden limitarse cuando hay
buenas instituciones para el control democrático y para la protección contra
la explotación económica, leyes que impidan la compra de votos, que limiten
los gastos electorales, que permitan la libertad para la crítica y que ésta logre
influir en la opinión pública. Insiste en la necesidad de adoptar un código
ético para los partidos políticos y de concebir toda política a largo plazo en
función de instituciones impersonales.
Los marxistas, a sus ojos, no comprendieron que todo poder es
peligroso, creyeron que cambiando de manos el poder se regeneraría. ¿Quién
nos asegura, se pregunta, que los nuevos amos serán mejores que los viejos?
Marx no comprendió que toda política a largo plazo debe ser institucional, no
personal. Esta convicción lleva a Popper a cambiar la pregunta de la filosofía
política clásica. Los filósofos clásicos se preguntaban: ¿Quién debe gobernar
un Estado? Pregunta a la cual se puede responder de diversas maneras: por
ejemplo, para Platón el Estado debe ser gobernado por los mejores, por el
mejor de todos –el filósofo rey–; en la Edad Media se pensaba que quien
debía gobernar era un principio–Dios–. Pero muy pronto tal principio
cambiará por el derecho divino del pueblo a gobernarse –Revolución Inglesa
de 1648– que dio como resultado la dictadura de Oliver Cromwell. En fin,
hasta el mismo Marx que rechazaba la existencia del Estado, se vio tentado
por esta pregunta y pensó que quien debía gobernar era el proletariado, de ahí
que propusiera la “dictadura del proletariado”. Estas reflexiones lo llevan a
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pensar que la pregunta debe invertirse. Puesto que alguien debe gobernar–y
saber cuál es el mejor es casi imposible– el problema no está aquí, sino en
comprender “cómo debe estar constituido el Estado para que sea posible
deshacerse de los malos gobernantes sin violencia y sin derramamiento de
sangre”.310 Reconoce que es muy difícil tener buenos gobernantes, pero lo
que es fundamental es tener buenas Instituciones que impidan hasta a los
malos gobiernos hacernos demasiado daño. Convencido del valor de la
democracia, piensa que solo en ella se puede desplazar a los malos
gobernantes sin violencia ni tiranía a través del voto libre de los ciudadanos.
Popper critica a Marx por no pensar en términos de instituciones sino
de clases, de no darse cuenta de que no son las clases las que gobiernan,
puesto que en cualquier sistema el gobierno siempre estará en un grupo de
personas. El gran revolucionario pone irracionalmente su confianza en
aquellas personas que alguna vez fueron proletarios o que pertenecieron al
partido de los trabajadores, cuando lo racional sería crear instituciones que
controlaran el poder, porque el poder siempre pervierte y aún esos proletarios
podrían caer en las trampas del poder.
Como muchos estudiosos de Marx,311 reconoce que si bien él nunca
escribió explícitamente sobre temas éticos, ni formuló explícitamente una
ética, la lectura atenta de sus textos muestran que éstos están cargados de
alusiones éticas donde se expresa su insatisfacción por la inhumanidad del
capitalismo salvaje que estaba viviendo y por la hipocresía de los moralistas
de su tiempo. Por otra parte, Marx siguió en su vida personal un código de
moral muy estricto y exigía de sus colaboradores un alto nivel moral. Desde
el Manifiesto empieza a denunciar la inmoralidad del sistema burgués
imperante. Veamos lo que dice en las primeras páginas de dicho escrito:
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que suele llamarse ‘Neoliberalismo’. Éste nace hacia los años cincuenta
cuando un grupo de pensadores, sobre todo economistas, entre otros
Friedman y Hayek, fueron contratados por organismos financieros
internacionales como el FMI (Fondo monetario internacional) para buscar un
nuevo modelo económico, modelo que terminaría por extenderse a gran parte
del planeta. Nació como una contrapuesta al modelo del ‘Estado de bienestar’
que venía funcionando en Europa y en algunos países escandinavos, quienes
pretendían con este modelo lograr una economía social más participativa, sin
caer en el ‘modelo proteccionista’ promovido por el marxismo soviético. Sin
embargo, el tal ‘Estado de bienestar’ que funcionó más o menos bien por
algunas décadas, por los años sesentas entró en crisis, y fue necesario buscar
nuevas alternativas.
¿Qué propone el neoliberalismo? Entre otras cosas propone rechazar
la intervención del Estado en la economía, defender la libre competencia
económica, facilitar la apertura comercial, es decir las importaciones y las
exportaciones a través de la eliminación de aranceles, y reducir el Estado
para que éste sea menos burocrático y más eficiente. Para los neoliberales el
Estado no debe intervenir en el orden del mercado, no debe coartar la libertad
de empresa sino estimularla, sin embargo, el Estado tiene una gran
responsabilidad en cuando detenta el orden jurídico y posee ciertos bienes
considerados públicos, cuya función es la de procurar mayor igualdad en los
niveles de vida y de distribución de la riqueza. Hayek por ejemplo muestra
que si el ingreso del Estado se da gracias a los impuestos que pagan sus
ciudadanos, estos deberían poder decidir en qué se van a gastar dichos
dineros, lo que Popper llamaría más tarde: “el poder fiscalizador que tiene y
debe ejercer el ciudadano frente a su propio Estado” y que en nuestra
Constitución del 91 se llama “veeduría ciudadana”.
Cuando se afirma que Popper fue un defensor del neoliberalismo se
olvida o se desconoce que en La Sociedad abierta y sus enemigos lo que él
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cuando ponen a los alumnos a leer a Nietzsche? Porque este gran pensador,
además de ser un filósofo es también un poeta y sus escritos están llenos de
metáforas difíciles de entender por los mismos alemanes, qué no lo será para
nosotros. Es más, algunos estudiosos consideran que antes de leer a
Nietzsche es importante leer y entender muy bien a Hegel, quien es, sin duda,
otro ladrillo bien difícil de lamer ¿Se prepara a los jóvenes antes de abordar
estas lecturas? ¿Cómo se los prepara? Es un poco triste decirlo, pero aún en
la universidad se suele enseñar una filosofía completamente
descontextualizada, es decir marginada tanto de su contexto sociopolítico
como científico.
El filósofo vienés insistió durante todo su trabajo como filósofo de la
ciencia y de la política, en la falibilidad humana. En uno de sus famosos
discursos titulado El conocimiento de la ignorancia, empieza recordándonos
la célebre frase de Sócrates, “solo sé que nada sé”, con la cual trató de
explicar por qué, el dios Apolo había dicho que él era el hombre más sabio de
su época. Sócrates explicaba que lo que el dios había querido decir era “que
la sabiduría consistía en el conocimiento de nuestra ignorancia”.323 Esta
conciencia de nuestra propia ignorancia sigue siendo hoy, después de dos mil
cuatro cientos años, absolutamente importante para el desarrollo ético de la
actividad intelectual tanto de científicos como de políticos, comunicadores
sociales y educadores.
Si bien es cierto que hoy sabemos mucho más de lo que se sabía en
la época de Sócrates, puesto que hoy tenemos muchos, quizá demasiados
conocimientos, es también cierto que todo conocimiento es relativo, falible,
circunscrito y conjeturable. La ciencia no sabe nada con absoluta certeza. De
ahí surge la concepción popperiana de la ciencia, según la cual “la ciencia no
es la posesión de la verdad sino su búsqueda.324 También señala que si es
verdad que el conocimiento objetivo, es decir, el conocimiento que hemos
logrado almacenar como humanidad, es inmensamente grande, mucho mayor
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que el que tenían los griegos en la época de Sócrates, es también muy cierto
que el conocimiento en sentido individual es decir, el conocimiento en
sentido subjetivo, es muy limitado, puesto que sólo conocemos parcelas de la
realidad, aspectos del saber que ha logrado conquistar el hombre, pero
además este saber de la humanidad es también limitado porque es mucho lo
que queda todavía por descubrir y entender sobre los enigmas del universo; y
sobre todo en el campo social nos queda todavía mucho terreno por recorrer,
para lograr una aplicación más inteligente del saber que beneficie a toda la
humanidad. Ni siquiera los especialistas son capaces de leer todo lo que se
publica diariamente en su propio campo de investigación, así se trate solo de
lo que se publica en español. Esta incapacidad humana para conocerlo todo,
esta limitación del saber individual, aun de las personas más consagradas al
estudio y a la investigación, debe despertar en educadores y científicos el
sentido de la modestia intelectual para aceptar que hoy, necesariamente se
debe trabajar en equipo, que la interdisciplinaridad es indispensable tanto
dentro del trabajo científico como dentro del desempeño docente.
La reflexión sobre las enseñanzas dejadas por la modestia socrática
fue asimilada más tarde por los filósofos que más han reflexionado sobre la
tolerancia, entre otros, Voltaire, Kant, Montaigne y Lessing. Tolerancia
indispensable hoy para lograr diálogos racionales encaminados a la
construcción de sociedades más equitativas y armónicas, diálogos en donde
lo que se busque no sea imponer verdades a los otros, sino construirlas entre
todos, conscientes de que todos tenemos algo que aportar, de que nadie es
depositario de la verdad absoluta. De su reflexión sobre la modestia socrática
Popper deduce tres principios éticos:
1). El principio de falibilidad: ‘yo me equivoco, tú te equivocas, pero
quizá los dos podemos estar equivocados’. Que podría también plantearse
así: Yo tengo de pronto algo de verdad, tu sin duda también puedes tener
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parte de ella, pero entre los dos podríamos construir una nueva verdad más
amplia y más útil para todos.
2). El principio del diálogo racional: sólo con una crítica abierta
sobre las diversas posiciones podemos corregir los errores, pero esta crítica
no debe enfocarse a lo personal, no se critica lo que el otro es, se critican las
consecuencias de los que el otro propone.
3). El principio de acercamiento a la verdad: cuando el debate crítico
está fundamentado en una crítica impersonal puede siempre acercarnos a la
verdad, o lograr un mejor entendimiento, así no se logre llegar a acuerdos
definitivos.
Nuestro filósofo considera que estos tres principios son
epistemológicos, pero al mismo tiempo son también principios éticos porque
se fundamentan en la tolerancia frente al otro, esto es, se fundamentan en el
respeto, en el reconocimiento del otro como ser humano, como persona,
como alguien capaz de aprender y de enseñar. El diálogo racional exige
aceptar como principio ético fundamental que la humanidad es una, y que por
lo tanto todos somos potencialmente iguales, y potencialmente capaces de
ayudarnos y de enriquecernos mutuamente. Se dice ‘potencialmente’ en el
sentido de que esa capacidad que todos los seres humanos tenemos de
ayudarnos mutuamente es algo que necesita ser explorada y desarrollada. En
este desarrollo de las potencialidades humanas para dar y recibir juega un
importante papel la educación, esto es, una educación ética, centrada en el
reconocimiento del otro, en la solidaridad y en la tolerancia, entendida como
respeto y no como indiferencia. Una ética centrada en la modestia intelectual
acepta, dos principios fundamentales:
* Aceptación del error. Siempre podemos estar equivocados.
Convicción que debe poner en alerta tanto a investigadores como a
educadores, porque equivocarse es humano, pero esconder el error es el más
grave pecado intelectual, es decir, que no podemos evitar el equivocarnos,
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hechos– que pueden ser sabidos y que merecen serlo y comprender que los
hombres podemos mejorar unos a otros por medio del conocimiento”.325Un
educador abierto a la crítica no será jamás autoritario, sabrá dialogar con sus
alumnos, despertar en ellos la curiosidad intelectual, mostrarles que también
él está cada día perfeccionando sus conocimientos, que por lo tanto no lo
sabe todo, animándolos así a ser constructores de su propio saber y no
repetidores de cosas mal asimiladas y sin sentido para su formación integral,
porque el joven no necesita acuñarse de conocimientos sino asimilar aquellas
cosas fundamentales para su desarrollo intelectual y para su vivencia
práctica. Los jóvenes como pensaba Montaigne, no son botellas para llenar
sino fuegos para encender.326
Actualmente varios estudiosos del filósofo vienés se han centrado en
el tema de los valores; esto fue mostrado en diversas conferencias que se
presentaron en el Congreso Internacional de Filosofía realizado en la
Universidad Complutense de Madrid, en abril del 2002, para celebrar el
primer centenario de su nacimiento. Diversos investigadores han encontrado
que dentro de la filosofía popperiana de la ciencia, al igual que dentro de su
filosofía política, él no sólo busca los valores epistémicos, sino que también
desarrolla una búsqueda y valoración ética de la verdad y sostiene unos
valores morales y políticos por encima de los valores epistémicos.327En
efecto, nuestro filósofo insiste a lo largo de toda su obra en que la
comunicabilidad del conocimiento científico, al igual que su crítica, son
condiciones indispensables para lograr la intersubjetividad. Esta tesis ya no
tiene que ver con la metodología, ni con la epistemología, sino con la
axiología, o si se quiere, se dan aquí los primeros pasos en esta dirección. Es
más, la concepción popperiana del ethos de la ciencia conduce a vincular la
actividad científica con las normas políticas e institucionales de la sociedad
concreta en donde la ciencia se elabora: “en último término, el progreso
depende en gran medida de factores políticos, es decir, de instituciones
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Introducción
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Hacia los años veinte Otto Neurath fundó el “Ernst Mach Verein”, precursor
del ‘Círculo de Viena’.
Considera el filósofo vienés a Kant como su primero y gran maestro,
contándonos que gracias a él logró comprender el fundamental papel que
juega el sujeto cognoscente en la elaboración de una teoría científica. Toda
teoría es humana, como tal falible, es decir sujeta a error y por lo tanto
abierta a la posibilidad de ser un día refutada, corregida o negada. Las
teorías, dice, “son como redes que lanzamos para atrapar aquello que
llamamos el mundo, para racionalizarlo y dominarlo, tratando de que la red
sea cada vez más fina”.331
También Platón influyó mucho en su formación intelectual. El Ion
por ejemplo inspirará sus reflexiones sobre la música; El Teeteto orienta su
Teoría del conocimiento y los diálogos socráticos su insistencia en la
modestia y responsabilidad intelectual. No obstante, él elabora en La
Sociedad Abierta y sus enemigos la más aguda crítica que se haya escrito en
la historia de la filosofía sobre el Programa político de Platón. Popper se
considerará toda su vida discípulo de Sócrates, de él aprendió la conciencia
de falibilidad y de ignorancia, y la desconfianza ante todos los sistemas
prepotentes, auto– abarcantes y con pretensiones de poder explicarlo todo.
Tenía doce años cuando estalló la primera guerra mundial, este
hecho será decisivo en su filosofía pacifista y su desconfianza frente a las
ideologías. Se hizo miembro del partido juvenil comunista a los quince años,
pero desistirá muy pronto de él, al ver los desastres a que puede llevar el
fanatismo político, después de una terrible matanza de jóvenes vieneses en
una nutrida manifestación animada por los comunistas de su ciudad y
combatida por los policías que se orientaban ya por las tesis hitlerianas. En su
obra autobiográfica Búsqueda sin término, dirá que es injusto arrastrar en pro
de ideas a veces inciertos miles de personas a la muerte, y en La Sociedad
Abierta y sus enemigos afirma que las revoluciones sólo sirven para
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sentido de los diversos discursos. Estos filósofos llevaron tan lejos sus
críticas a la Metafísica que la despojaron de toda su problemática
convirtiéndola en un mero análisis lingüístico.
Los integrantes del Círculo de Viena centran su reflexión en torno a
la problemática del lenguaje filosófico: análisis de términos como causalidad,
inducción, status de las leyes científicas, relación entre términos teóricos y
términos observacionales, probabilidad, fundamentos de la lógica y de las
matemáticas, actividad que llevó sin duda a una consolidación de la filosofía
de la ciencia como disciplina autónoma. Sin embargo, cayeron en el
empirismo al pensar que la validez de un enunciado estaba únicamente en la
posibilidad dé verificación experimental. Los enunciados que escaparan a
dicha verificación caían en el ámbito del ‘sin sentido’, con lo cual la
metafísica se veía seriamente afectada. Las afirmaciones metafísicas eran
consideradas por los integrantes del círculo vienés, como palabras vacías a
las que ni siquiera se les podía atribuir el calificativo de poéticas puesto que
sus autores no pretendían con ellas recrear el mundo en sentido estético, sino
describirlo, pero al no poder verificar dichas descripciones en la experiencia
debía aceptarse que no describían objeto alguno.
Nuestro filósofo al contrario, atribuye desde el comienzo de su
reflexión filosófica un valor heurístico a la metafísica, considerándola como
anticipadora del desarrollo de ideas puramente teóricas. Por otra parte,
mientras los filósofos del Círculo de Viena centran su reflexión en problemas
exclusivamente epistemológicos, él lleva su reflexión de la ciencia a la
política, de esta a la moral y a la estética, con un paradigma bien definido
cual es el de la falibilidad, es decir, la conciencia de que ninguna teoría es
definitiva. De esta primera etapa son sus obras: Los dos problemas funda-
mentales de la epistemología y Sobre el método en la psicología del pensar.
Su primera gran obra filosófica es la L.I.C. publicada en 1934, donde
desarrolla su teoría del conocimiento, centrando la reflexión en el
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impresión– sino que únicamente se infiere. Hume afirma que la inferimos por
haber experimentado una conjunción continuada, contrayendo así la
costumbre de constatar la regularidad de la contigüidad y de la sucesión,
hasta el punto de que dada la causa nos resulte natural esperar el efecto.
Dicho hábito o costumbre se convierte en principio constitutivo del
espíritu humano, permitiéndole ir más allá de lo inmediatamente presente
ante la experiencia; tal hábito es el fundamento de todas nuestras
proposiciones referentes al futuro. Pero Hume va más lejos todavía, muestra
cómo, una vez que se ha adquirido la costumbre de inferir de la causa al
efecto o viceversa, se engendra también en nosotros la creencia, y es ella la
que nos induce a pensar que estamos ante una conexión necesaria e imprime
en nosotros la convicción de que siempre que se haya dado lo que llamamos
‘causa’ deberá aparecer el ‘efecto’ y viceversa. Pero la creencia es un
sentimiento, como tal es individual, propio de cada sujeto. Así pues, la base
de la causalidad deja de ser ontológica–racional, para convertirse en
emotiva–irracional. Sale de la esfera de lo objetivo para pasar a lo subjetivo.
Sin embargo, la crítica que él hace de la causalidad no tiene por finalidad
disminuir nuestra confianza en las inferencias causales, sino el establecer que
nuestra creencia en ellas no depende de factores intelectuales. La reflexión no
puede destruir nuestra creencia en la causalidad, a lo sumo puede ayudar a
corregir nuestra creencia en causalidades ficticias, siendo necesario para ello
recurrir a nuestras confirmaciones experimentales de modo que la causalidad
se convierta en concepto probable. Sin embargo, también el concepto de
“probabilidad” es para Hume un concepto subjetivo, no científico. El
individuo es condicionado psicológicamente a afirmar la probabilidad del
enlace causal.366
No niega que la conexión causal sea necesaria, sólo señala que dicha
creencia lejos de estar fundamentada objetivamente, se basa solo en una
necesidad psicológica del sujeto, pero lo problemático está en que sobre ella
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captaría el ser, planteando por lo tanto que la filosofía tendría que asumir
algunas verdades procedentes de la geometría.
Sin embargo, la ‘gran iluminación’, como lo expresa el mismo Kant
en su disertación inaugural para entrar como profesor ordinario en la
Universidad de Königsberg, titulada “De mundo sensibilis atque
intelligibilis”,374 sería la de haber descubierto la diferencia entre
conocimiento sensible e inteligible. El primero representa las cosas tal como
aparecen al sujeto, pero no como son en sí, es decir, sólo ofrece fenómenos;
en cambio el conocimiento inteligible sería la capacidad de representar los
aspectos de las cosas que por su misma naturaleza no se pueden captar
mediante los sentidos (noúmenos, del griego “noein”, que quiere decir
pensar). Pero la ‘gran iluminación’ de Kant no está en la manera de concebir
el conocimiento inteligible, sobre el cual, en la época de la disertación, no
está aún bien seguro, sino en la manera como enfoca el conocimiento
sensible, el cual al ser un conocimiento inmediato es intuitivo y tiene lugar
dentro de los límites de un espacio y un tiempo determinados; esto obliga a
Kant a explicar lo que entiende por categorías espacio-temporales, arguyendo
que estas no pueden ser propiedades de las cosas o realidades ontológicas
como había planteado el newtoniano Clarke al darles casi caracteres divinos,
ni simples relaciones entre los cuerpos como lo pretendía Leibniz en su
polémica con Clarke.375
Para Kant espacio y tiempo son formas de la sensibilidad, son sus
condiciones estructurales. No son el motor de ser de las cosas, sino modos a
través de los cuales el sujeto capta sensiblemente las cosas. El sujeto por lo
tanto no se adecúa al objeto cuando lo conoce sino al contrario es el objeto el
que se adecúa al sujeto. Esta gran intuición guía los casi doce años que dura
Kant tratando de descubrir la naturaleza del conocimiento científico, el que
concebirá poco a poco como una “síntesis a-priori”, cuya clave estaría en
poder descubrir cuál sería el fundamento que hace posible dicha síntesis a
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a priori’ no puede ser otro que el mismo sujeto cognoscente, aquel que siente
y piensa, es decir, el sujeto que tiene una sensibilidad cuyos a priori son el
espacio y el tiempo, y un intelecto capaz de seleccionar experiencias gracias
a sus categorías. Este conocimiento es llamado por Kant trascendental,
entendiendo por ‘trascendental’ el conocimiento que tiene relación no con
objetos sino con nuestro modo de conocer los objetos, en la medida en que
debe ser posible a priori.376 Si los modos de conocer del sujeto son la
sensibilidad y el intelecto, es decir, aquello que es propio del sujeto, la
revolución copernicana kantiana consiste entonces en que mientras para la
metafísica clásica lo trascendental eran las condiciones del ser –del objeto en
sí–, después de la revolución kantiana se hablará no de las condiciones del
objeto, sino de “las condiciones del sujeto en relación con el objeto”, lo
trascendental en últimas es aquello que el sujeto pone en las cosas en el acto
mismo de conocerlas, ese ‘yo trascendental’ que es siempre anterior a
cualquier contenido empírico de conciencia. Kant soluciona así el problema
de Hume: el conocimiento es posible porque no somos receptores pasivos de
datos sensoriales, sino asimiladores activos. En el proceso del conocimiento
nuestro intelecto no descubre leyes en la naturaleza, sino que le impone a ésta
sus leyes. En otras palabras: “saber que no podemos indagar en la naturaleza
otra cosa que aquello que nosotros ponemos en ella”, como lo dice Kant no
sólo en la Crítica de la Razón Pura377 sino, repetidas veces, en: Transición de
los principios metafísicos de la ciencia natural a la física. Popper alaba en
varios de sus libros ésta actitud de Kant, al comprender que las teorías
científicas son hechas por el hombre quien intenta imponerlas al mundo.
La revolución Copernicana de Kant no sólo mostró que nuestra
colocación en el universo físico carece de importancia sino también que –en
cierto sentido– bien puede decirse que nuestro universo gira alrededor
nuestro, pues somos nosotros quienes creamos nuestro conocimiento del
mismo. Somos descubridores y el descubrimiento es un acto creador.378
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sino también el análisis sobre la validez de los conceptos, las leyes y las
teorías elaboradas por los científicos. Sólo en el campo de la lógica y las
matemáticas bastaría para valorar sus aportes, señalar que los trabajos de
Kurt Gödel provocaron un giro decisivo en los estudios de la lógica
matemática. Durante mucho tiempo se trató de vincular a Popper con el
neopositivismo defendido por el Círculo de Viena; este equívoco ha
desaparecido hoy, gracias a una mejor profundización en el trabajo
popperiano. Nuestro filósofo, al igual que Wittgenstein, no formó parte del
Círculo de Viena, aunque participó en algunos de sus debates como por
ejemplo en los congresos de París (1935) donde fue llamado por Neurath “el
oponente oficial del círculo de Viena” y en el de Copenhague (1936). Fue
amigo personal de Feigl y Carnap y colaboró en la edición de la obra La
Filosofía de Rudolf Carnap (1969). Su artículo “Grados de confirmación” es
una crítica básica a la obra de Carnap.382
Popper no es un neopositivista, al contrario, trató de sustituir todas
las cartas jugadas por estos: sustituyó el principio de verificación –o del
significado–, por el criterio de falsación que es un criterio de demarcación
entre ciencia y no ciencia, pero no un criterio de sentido. Reemplazó la
venerable teoría de la inducción por el método deductivo de la prueba.
Ofreció una interpretación de los fundamentos empíricos de la ciencia
diferente a la defendida por los miembros del Círculo vienés afirmando que
los protocolos no son en ningún sentido, absolutos, sino relativos,
modificables. Reinterpretó la probabilidad y sostuvo que las mejores teorías
científicas –en la medida en que explican más y pueden controlarse mejor–,
son menos probables. Rechazó enfáticamente la anti metafísica del Círculo
vienés, defendiendo la metafísica como engendradora de teorías científicas.383
Rechazó también el desinterés que demostraron numerosos miembros del
Círculo vienés respecto de la tradición y releyó en nuevas claves a algunos
filósofos como Kant, Hegel, Marx, Stuart Mill, Berkeley, Bacon Aristóteles,
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abierto que veía en el creador de la nueva física, quien mas que insistir en los
hechos confirmatorios de su teoría se preguntaba por las consecuencias de
ella y pedía con insistencia que se la miraran críticamente. A nuestra manera
de ver los tres presupuestos filosóficos de Albert Einstein que mayormente
marcaron el derrotero intelectual de Karl Popper son los siguientes:
Einstein reconoce la influencia que recibió de la filosofía sensista y
empirista de Ernst Mach y algunos estudiosos han visto en la carta a Michel
Besso386 la expresión del empirismo de Einstein, pero es claro que aquí él no
está pensando en la sensación individual, sino en una síntesis creativa de la
totalidad de la experiencia. En sus Notas Autobiográficas de 1946 Einstein
asegura lo importante que son los ‘principios’ para el desarrollo científico.387
Mientras para Mach y en general para los positivistas de aquella época, la
tarea fundamental de la ciencia es descriptiva y económica, para Einstein es
constructiva, especulativa y crítica.
Mientras Mach se había propuesto eliminar las ideas metafísicas que
se encontraban en la ciencia, para Einstein la meta de la ciencia es en últimas
una búsqueda metafísica, ya que ella no debe contentarse solamente con
saber cómo es la naturaleza, sino que debe tratar de conocer por qué es como
es y no de otra manera. Según Einstein, al igual que hay una pasión por la
música, hay una pasión por el conocimiento, sin cuya pasión no existirían ni
las matemáticas ni las ciencias naturales.388
Albert Einstein insistía además en el carácter marcadamente
explicativo de toda teoría científica, idea apropiada por el filósofo vienés,
quien criticó con vehemencia las tendencias positivistas e instrumentalistas
de algunos científicos modernos, para quienes lo fundamental en la ciencia
eran sus aplicaciones prácticas.
Inspirado en Einstein, nuestro filósofo elaboró un fuerte debate
contra el instrumentalismo moderno desarrollado en la física a partir de 1927
con la teoría de la ‘complementariedad’ propuesta por Bohr. Denunció a
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sobre la desviación hacia el rojo de las líneas espectrales, hecho que provocó
su declaración de 1918: “Si la desviación hacia el rojo de las líneas
espectrales debida al potencial gravitacional no existiera, entonces la teoría
de la Relatividad sería insostenible”,404 declaración que tanto impresionó a
Popper al ver que el creador de la Teoría de la Relatividad sometía su teoría
al tribunal de la experiencia aceptando de antemano el poder estar
equivocado, actitud que él no veía en los seguidores de las otras teorías
señaladas, quienes se empeñaban en mostrar, al contrario, que todos los
hechos las confirmaban.
De su minucioso análisis, concluye Andrade que la actitud de
Einstein no era tan crítica frente a su propia teoría, ni tan ajena a las
explicaciones ad hoc. como lo pensaba Popper. Esto debido a sus arreglos ad
hoc. para hacer que el universo permaneciera ‘el mismo’, estático, no en
expansión; y esto gracias a la “Constante cosmológica” que el mismo
Einstein calificó más tarde como “el gran error de mi vida”.
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leyenda, una fórmula, una ficción, una historia, en fin, todo aquello que el
hombre produce y saca fuera de sí, todo aquello que el hombre construye con
el lenguaje y saca a la luz pública, pero no en cuanto una colección de hojas
de papel sino en cuanto a sus construcciones racionales.
Pareciera que con la teoría del mundo tres Popper se declarara
completamente platónico, sin embargo, es fácil ver las diferencias entre las
posiciones de Popper y Platón:
Mientras el mundo de las ideas Platónico es divino, inmutable,
verdadero, el mundo tres Popperiano es humano y como tal falible,
cambiante, pudiendo contener ideas verdaderas y falsas.
Mientras Platón considera que la discusión y el diálogo no ayudan a
entender el mundo de las ideas, puesto que este mundo es inaccesible incluso
para el hombre ascético quien logra únicamente contemplarlo; para el
filósofo vienés, la discusión crítica, el diálogo racional, la intercomunicación,
son los únicos medios con los cuales el hombre hace contado para crear y
recrear el mundo de la cultura. Mientras el mundo ideal platónico
proporciona las explicaciones últimas, es el mundo de las verdades
definitivas, de los valores absolutos, el mundo tres popperiano está hecho de
objetos que cambian constantemente: instituciones, leyes, teorías, todo
evoluciona, hasta las tendencias artísticas; en éste mundo tres no hay
verdades definitivas, puesto que ninguna concepción teórica puede arrogarse
pretensiones de verdad absoluta, todas las construcciones teóricas son
provisionales, están en cierta forma de paso. Por lo tanto, el ‘tercer mundo’
popperiano es un mundo emergente, fruto de la tradición crítica.
Este ‘tercer mundo’ se diferencia también del ‘mundo tres’
hegeliano: mientras el hombre hegeliano es en últimas un instrumento del
espíritu, puesto que ‘la razón guía el mundo’ y el hombre a lo sumo es capaz
dé aprehender esa razón y comprender la necesidad de lo que sucede. El
hombre por ejemplo es libre, según Hegel, en la medida en que asimila la ley
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había dicho antes sobre el mismo asunto. Ningún pensador parte de cero, en
filosofía el permanente contacto con la tradición es indispensable si
queremos hacer avanzar la dinámica de la reflexión.
Una vez esclarecidos los enfoques dados antes al problema,
podremos entrar a estudiar la manera cómo nuestro autor comprendió las
soluciones dadas, dio nuevas soluciones, abrió nuevos interrogantes, es decir:
entraremos a comprender qué logró resolver, cómo orientó su reflexión para
lograr tales soluciones y qué planteamientos dejó abiertos a las generaciones
futuras. Supongamos que el caso que nos ocupa es René Descartes, un
pensador que está especialmente inquieto por el problema de la validez del
conocimiento humano. Difícilmente podremos entenderlo sin conocer un
poco el contexto científico de su época, sin conocer los enfoques dados por
sus contemporáneos en física, matemáticas, astronomía, medicina o biología.
Un breve repaso del desarrollo de la ciencia en los siglos XVI y XVII es
indispensable, antes de penetrar en la problemática propiamente cartesiana.
Una clase magistral sobre Descartes no podrá reducirse únicamente a leer e
interpretar sus obras, sino más bien a tratar de entender dos o tres de sus
principales cuestionamientos.
El padre Jaime Hoyos en su artículo “El Seminario en la experiencia
docente de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana”,
dice que “Las grandes síntesis históricas y sistemáticas por parte de los
docentes en sus cátedras magistrales tendrán que culminar con el
planteamiento de problemas que conduzcan al alumno a buscar por sí mismo
soluciones personales”.417 A esto debemos añadir que, para lograr terminar
planteando problemas, hay que aprender primero a descubrir los problemas
que otros han planteado, a analizar la manera como han sido planteados, a
cuestionar las soluciones que han sido dadas, a encontrar los errores o lo que
siendo importante no se ha tenido en cuenta, y a esclarecer lo que todavía
podría decirse sobre dicho asunto o problema.
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El artículo del padre Hoyos que venimos citando nos dice también
que “la universidad es el lugar de la verdad y el espacio privilegiado de la
libertad”, y nosotros pensamos que dentro de la universidad la facultad de
Filosofía sería la primera llamada a abrir esos espacios de libertad y de crítica
racional en busca de nuevos caminos para el desarrollo intelectual.
Conociendo los diversos cuestionamientos planteados por varios autores en
torno a un mismo problema, iremos preparándonos también nosotros para
arriesgar nuestros propios cuestionamientos, nuestras propias soluciones y
nuestras propias ‘verdades’.
Hemos dicho que difícilmente podremos encontrar un problema
filosófico que no haya sido ya antes planteado, pero podríamos también
añadir que nos será difícil encontrar que sobre dicho problema ya se haya
dicho la última palabra. En el campo del filosofar los problemas viejos
rejuvenecen constantemente y las soluciones de ayer se ven casi siempre
imperfectas hoy; aún cuando se haya llevado el análisis hasta el final, no es
difícil encontrar que, al tratar de solucionar un problema, algún aspecto del
mismo no ha sido tomado en cuenta.
Un seminario en torno a problemas, abriría la posibilidad de
encontrar el hilo conductor para seguir ensanchando el ámbito del discurso
filosófico, a partir de las soluciones que hasta la fecha nos parecen
deficientes y se facilitaría la apertura de nuevos horizontes para el ejercicio
de la reflexión. En esta forma no estaríamos preocupados por saber –al
menos en nuestro medio–, si hay o no una filosofía latinoamericana o
colombiana, sino por entrar nosotros mismos en ese vasto campo todavía
inexplorado del pensamiento reflexivo, tratando de dar respuestas a los
muchos problemas que hoy como ayer nos seguimos planteando, no por ser
latinoamericanos ni colombianos, sino sencillamente por ser seres racionales,
inteligentes, pero limitados e insatisfechos.
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Nada mejor para explicar esa extraña paradoja entre ‘la búsqueda
incesante de la verdad y la imposibilidad de estar seguros de haberla
encontrado’ que las palabras de Jenófanes tan caras al filósofo que estamos
estudiando:
Los dioses no nos revelan, desde el comienzo,
todas las cosas; pero en el transcurso del tiempo,
a través de la búsqueda los hombres hallan lo mejor.435
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posibilidades. Por ejemplo, podría suceder que los proletarios, una vez en el
poder, se constituyera en una nueva aristocracia u oligarquía que poniendo en
práctica el consejo de Pareto –“aprovechar los sentimientos de un pueblo
para su propio provecho es mejor que gastar tiempo en combatirlos”– se
convirtieran en la nueva clase explotadora.446 Señala también que estos
proletarios llamados a convertirse en la nueva clase gobernante, no estaban
preparados para cumplir todo lo que prometían. Conocían muy bien las
recetas, pero sólo con ellas no se hace una revolución ni se construye un
pueblo destruido después de la guerra. 447
Todas las utopías conducen a la violencia, por ello han engendrado
las mayores catástrofes de la historia. Bastaría con mirar todas las víctimas
de la inquisición, o de las guerras de religión, y todos los crímenes que se han
cometido en nombre de Dios. El utopista está tan convencido de sus ideales
que considera justo cualquier medio con tal de llegar a la meta. No es justo
sacrificar, como lo ha hecho el marxismo, miles de personas, con el fin de
ofrecer a las nuevas generaciones una felicidad incierta en el futuro, asegura
el filósofo vienés. Por lo anterior dicho considera que es posible aceptar los
fines humanitarios del marxismo, pero no sus métodos. Reducir la miseria y
la violencia e incrementar la igualdad y la libertad no puede hacerse –como
pensaba Marx– empleando métodos revolucionarios. Las revoluciones sólo
sirven para empeorar las cosas y aumentar innecesariamente los sufrimientos,
llevando casi siempre al aumento de la violencia y a la supresión de todas las
libertades. La única guerra que defiende Popper es la guerra de las ideas,
donde con argumentos se destruye al enemigo, pero no se le hace daño físico.448
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debe estar constituido el Estado?, para que sea posible deshacerse de los
malos gobernantes sin violencia y sin derramamiento de sangre”.450
Reconoce que es muy difícil tener buenos gobernantes, pero lo que
es fundamental es tener buenas instituciones que impidan hasta a los malos
gobiernos hacernos demasiado daño. Sólo en las democracias se puede
desplazar a los malos gobernantes –sin violencia ni tiranía– a través del voto
libre de los ciudadanos. El problema es lograr de verdad tener elecciones
libres. Los marxistas no piensan en términos de instituciones sino de clases,
pero no se dan cuenta que no son las clases las que gobiernan, sino ciertas
personas elegidas democráticamente o por el partido. Ellos ponen
irracionalmente su confianza en quienes alguna vez fueron proletarios o
pertenecieron al partido de los trabajadores, cuando lo racional sería crear
instituciones que controlaran a los gobernantes, porque el poder siempre
pervierte y aún esos proletarios podrían caer en las trampas del poder.
El pensamiento marxista a los ojos del filósofo vienés tiene dos
grandes ambigüedades: la ambigüedad en la conquista del poder que se
manifiesta por la táctica empleada para llevar a los trabajadores a desconfiar
de la democracia y aceptar la dictadura proletaria como si ésta fuera menos
opresora que la dictadura burguesa. Y la ambigüedad de la violencia que se
manifiesta en la utopía de creer poder alcanzar una gran felicidad, un paraíso
en la Tierra siendo permitido emplear cualquier método para lograrlo. La
retórica marxista está enfocada a hacer creer al proletariado que todo está
permitido con tal que triunfe la revolución. “Lo único que no puede
traicionarse es la revolución”.
que son sus pilares. Lo único que debe perdurar en las democracias no son
los gobernantes sino las instituciones, sin embargo, Popper señala la
necesidad de estar atentos puesto que “las instituciones son como las
fortalezas: resisten si la guarnición es buena”. Desafortunadamente tener al
frente de las Instituciones personas honestas, responsables y justas es bien
difícil, mostrándonos la experiencia lo fácil que es debilitar esos pilares.
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progresar en los diversos puntos de vista. Es por ello que critica la tesis de
incomparabilidad de los paradigmas expuesta por Kuhn, la que a sus ojos,
exagera una dificultad transformándola en imposibilidad.
Algunos historiadores de la ciencia consideran que los ‘marcos de
referencia’ de las diferentes épocas no pueden compararse entre sí. Tal
perspectiva ayuda a evitar el prejuicio de situar anacrónicamente a todos los
investigadores del pasado en función del conocimiento del presente, y de
rechazar sus teorías como errados pasos hacia la verdad, o inexplicables
errores. Pero nuestro filósofo señala que no se puede caer tampoco en la
ilusión inversa de creer que el pasado fue tan diferente del presente, que
resultaría imposible cualquier comparación, lo que a sus ojos es también
anacrónico.
Por otra parte, siendo verdad que no podemos pensar lo real sin un
cierto número de postulados, tales postulados no son una prisión. Podemos
siempre cuestionarlos. “La discusión racional, el pensamiento crítico, no son
un marco al que estamos atados y amarrados. Por el contrario, son los medios
para escapar de la prisión, para liberarnos”.485
Popper muestra con numerosos ejemplos cómo en la ciencia ha
habido verdaderos críticos, controversias agudas en épocas tranquilas de la
ciencia, que negarían la afirmación de Kuhn, de que éstas sólo se producen
en épocas de crisis. Por ejemplo, el atomismo y la teoría de la continuidad de
la materia estuvieron en discusión entre Pitágoras y Parménides, Demócrito y
Platón, hasta Heisenberg y Schrödinger. El conflicto entre Ernest Mach y
Max Planck, no se produjo dentro de un único marco de referencia. Hacia
1925 había en la física por lo menos tres marcos de referencia. Por otra parte
las discusiones racionales continúan generalmente entre los adeptos a una
teoría nueva, establecida recientemente y entre los escépticos o todavía no
convencidos, como sucedió por ejemplo con la polémica que surgió a partir
de la publicación de Los dos máximos sistemas del mundo de Galileo, o las
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célebres discusiones de Einstein con Bohr quien reconoce que las críticas de
Einstein mejoraron su comprensión del problema y condujeron al
experimentó de Einstein, Podolski y Rosen, del cual los físicos han hablado y
seguirán aún hablando mucho.486 No hay duda de que al liberarnos de un
marco de referencia caemos en otro. No podemos trabajar sin supuestos,
nunca podemos liberarnos totalmente y partir de cero, pero el nuevo marco
puede igualmente someterse a la crítica.
El relativismo en cambio cree que nada podemos hacer en contra de
tales supuestos, de ahí que Popper lo califique de “dogmatismo
desilusionado”. El relativista desearía poder llegar demasiado rápido a la
meta, no quiere luchar para ser libre. Cree que el acceso a lo real es fácil y
directo. En cambio, al falsacionista no le asusta el tener que hacerle frente a
un nuevo marco de referencia, puesto que lo considera abierto siempre a la
crítica, vislumbrando la posibilidad de cambiarlo. Detrás del relativismo se
esconde, según él, la creencia justificacionista para la cual toda discusión
crítica o racional debe tener el carácter de una justificación, de una prueba.
Mientras que las discusiones en ciencias naturales son discusiones críticas
que no buscan probar definitivamente una teoría, ni menos aún derivarla
lógicamente de premisas aceptadas anteriormente, estas son sólo ensayos
para testar teorías, descubriendo si sus consecuencias lógicas son aceptadas o
entran en contradicción con los hechos.
Hay por lo tanto dos formas de desarrollar una crítica: la primera
sería el método errado de la crítica empleado por quienes se preguntan
¿Cómo puedo yo justificar esta teoría? Y habría el método correcto de la
crítica, en el cual la pregunta debiera ser ¿Cuáles son las consecuencias de la
teoría que yo defiendo?487 Concluyendo que si es cierto que las discusiones
mediatizadas por marcos de referencia distintos son difíciles, no por ello
tienen que ser imposibles. “Los marcos de referencia, como las lenguas,
pueden ser barreras, pero no marcos insuperables. [...] Franquear tal barrera
319
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A manera de conclusión:
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NOTAS
muy viva su reflexión sobre lo que comporta la crítica para una sociedad
libre y creadora. Poco a poco va pasando del falsacionismo al racionalismo
crítico, enriqueciendo su epistemología con elementos metodológicos, éticos
y políticos.
6 La misión original de la autobiografía era formar parte de la obra
334
Ciencia y Política en Karl Popper
Pp. 375-403.
22 POPPER Karl. “Epistemología sin sujeto cognoscente”. En:
1982, p. 57.
25 Cf. POPPER Karl. L.I.C. Op. Cit., p. 104.
26MALHERBE Jean-François. “Le conventionalisme critique de
fundamental que le sirve para asignar los objetos bien diferentes del arte, la
ciencia y la filosofía. Repetidas veces nos dice Aristóteles que todo auténtico
conocimiento tiene por objeto la búsqueda de causas. (Conf. Metafísica I, 3)
Traducción de Valentín García. Madrid: Gredos, 1970. Un libro muy
importante sobre el papel que ha jugado en el desarrollo de la ciencia el
“principio de causalidad” es la obra de Emilio Meyerson. Identidad y
realidad, publicada en París en 1908.
35 Aquí encontramos una diferencia grande entre el falibilismo de
1985.
39 POPPER Karl. Búsqueda sin término. Una autobiografía
intelectual. Op. Cit., pp. 225-242. Cf. también, “La evolución y el árbol del
conocimiento”. En: Conocimiento objetivo. Op. Cit., pp. 236-260.
40 Cf. BOUVERESSE Renée. Karl Popper ou le rationalisme
Puede consultarse también JAMMER Max. “Sir Karl Popper and his
philosophy of physics”. Foundation of Physics 21, 1357 (1991).
42 POPPER Karl. “En beneficio para la ciencia: una teoría de las
Tomo I, p. 144.
44 Cf. RUSSELL Bertrand. “Sobre la noción de causa”. En:
Misticismo, Lógica y otros Ensayos. Buenos Aires: Paidós, 1951, pp. 178-
179.
45 El interesante cuestionamiento que Hume le hace a la causalidad lo
120.
56 POPPER Karl. “El status de la ciencia y de la metafísica”. En:
121 y 186.
58 KANT Immanuel. Crítica de la Razón Pura. Buenos Aires:
6, 7.
84 POPPER Karl. Conocimiento objetivo. Op. Cit., p. 9.
85 La expresión es de Feyerabend en Contra el Método, México:
Ariel, 1981, pp. 136-137. Feyerabend termina su libro con esta reflexión:
“Podemos hacer que la ciencia pase de ser una matrona inflexible y exigente,
338
Ciencia y Política en Karl Popper
339
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p. 121.
340
Ciencia y Política en Karl Popper
1975, p. 192.
140 Cf. PAULI W. Fisica e conoscenza. Traducción del italiano por
341
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144 Cf. POPPER Karl. L. I. C., p. 89. Popper se refiere aquí a los
trabajos realizados por Fries entre 1828-1831. Él trata ampliamente sobre
Fries y su crítica al intuicionismo en un artículo titulado: “Kant y Fries”. Cf.
Los dos problemas fundamentales de la epistemología (1930-1937). Madrid:
Tecnos, 1998, capítulo V. Allí Popper muestra tener ya una gran claridad
sobre la exigencia de objetividad para la ciencia, sin que ello implique que
las verdades de la ciencia sean absolutas. Desde sus primeros escritos es
consciente de la falibilidad de toda teoría científica, así dice en el artículo
citado: “La ciencia no está levantada sobre rocas, sus paredes son más bien
de barro”.
145 Cf. MALHERBE Jean François. La philosophie de Karl Popper et
esta publicación.
148 MALHERBE. Op. Cit., p. 112.
149 POPPER Karl. L.I.C. Op. Cit., p. 98.
150 En efecto, en las notas a pie de página de la edición inglesa de la
Lógica, pp. 93-94, Popper dice que él formularía así la pregunta: ¿cómo
criticaríamos del mejor modo posible nuestras teorías, o nuestras hipótesis y
conjeturas, en lugar de defenderlas contra las dudas? La crítica aquí empieza
ya a entenderse como sinónimo de contrastación.
151 Cf. BACHELARD Gaston. “La epistemología no cartesiana”. En:
Einstein. En: Los creadores de la nueva física”. México: F.C.E., 1993, pp.
304-316. En su artículo nos muestra Lovel que el famoso principio de
indeterminación no es tan negativo como parece. Limita la aplicabilidad de
342
Ciencia y Política en Karl Popper
1980.
166 Cf. LEWONTI Richard. El sueño del genoma humano y otras
Vrin, 1978.
168 VIGIERJ. P. “Popper et le débat Bohr-Einstein”. En
BOUVERESSE, Renée. Karl Popper et la philosophy de la science
aujourd´hui. Op. Cit., p. 312.
169 Cf. POPPER Karl. “Tolerancia y responsabilidad intelectual”. En:
171 Cf. POPPER Karl. La sociedad abierta y sus enemigos. Op. Cit.,
p. 17.
172 POPPER Karl. L.I.C. Op. Cit., p. 83, n. 1.
173 París: J. Vrin,1906.
174 New York: Harper, 1963.
175 DUHEM Pierre. La théorie physique son objet et sa structure. Op.
Cit., p. 307
176 Ibíd., p. 831.
177 FOUCAULT León. Físico francés (1819-1868), quien demostró el
344
Ciencia y Política en Karl Popper
SCHILPP Paul Arthur. The Philosophy of Karl Popper. Tomo I. Op. Cit., p.
221-241. Cf. también LAKATOS Inre. “¿Por qué superó el programa de
investigación de Copérnico al de Tolomeo?”. En: La Metodología de los
Programas de investigación científica. Alianza Editorial, 1983, pp. 216-242.
199 Ibíd., p. 236.
200 Ibídem, p. 237.
201 BOUVERESSE Renée (Compilador). Karl Popper et la science
345
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213 Cf. POPPER Karl. La Sociedad abierta y sus enemigos. Op. Cit.
Capítulo XXIII.
214 Las principales conferencias sobre las ciencias sociales pueden
pone en la misma categoría que Adler, con quien trabajó en un barrio obrero
de Viena hacia los años veinte. En Realismo y el objetivo de la ciencia dedica
a Freud unas 12 páginas, donde califica La interpretación de los sueños
como su gran libro, y señala, con razón, que se halla cargado de
confirmaciones. Cf. pp. 203-214. Para una mejor comprensión de la posición
de Popper frente a la psicología Cf. PETERSON Arne. “Popper et la
psicologie: les problèmes et la resolution de problèmes”. En:
BOUVERESSE, Renée (compilador). Karl Popper et la science
d´aujourd´hui. Op. Cit.,pp. 377–395.
219 Cf. Scientisme et sciences sociales, traducción de Raymond Barre.
346
Ciencia y Política en Karl Popper
106. Cf. también: MILLER David. Popper. Escritos selectos. Op. Cit..
347
Blanca Inés Prada Márquez
journal of Sociology, Vol. XI, 1960, pp. 244-270. Como también: AGAZZI
Joseph. “Institutional Individualism”. En: British Journal of Sociology, Vol.
XXVI, 1975, pp. 144-155.
246 POPPER Karl. “La teoría de la ciencia desde un punto de vista,
Cit., p. 205-206.
250 POPPER Karl. La Sociedad abierta y sus enemigos. Op. Cit., p. 9.
251 Para un análisis crítico de las críticas de Popper a Platón se puede
La sociedad abierta y sus enemigos, pp. 154-156. Sobre los filósofos como
inquisidores confrontar los tres últimos libros de las Leyes, donde señala
Platón que los conductores del rebaño deben proteger a sus ovejas de toda
influencia y preservar la rigidez de las leyes y las prácticas religiosas. Cf.
también República, capítulo III, donde Platón defiende la necesidad de
seleccionar la literatura y todo lo relacionado con los mitos, para no dar a
conocer al pueblo muchas de las cosas que han dicho los poetas sobre los
héroes y sobre los dioses, presentándolos demasiado humanos, con sus
debilidades y flaquezas, puesto que eso podría desviar a los hombres del
verdadero bien., República, 391d. De Popper Cf. La sociedad abierta y sus
enemigos, Op. Cit., p. 219.
257 Sobre el tipo de democracia establecida por Pericles
recomendamos el estudio de HOMO León. Pericles. Una experiencia de
democracia dirigida. México: Grijalbo, 1959. Homo muestra en este valioso
y profundo estudio cómo la democracia que estableció Pericles en Atenas, y
que le dio a esta ciudad su grandeza y su siglo de oro, dista mucho de ser una
democracia tal como la concebimos hoy, era una democracia, sí, pero bajo el
poder y la autoridad de ese gran gobernante que sin duda era Pericles; era
pues una “democracia dirigida”.
258 Son muchas las veces que en la República Platón habla de la
reconoce en 546e.
349
Blanca Inés Prada Márquez
129. Capítulo III. Cicerón confiesa aquí que sigue en su obra los pasos del
divino Platón, de quien piensa, nunca será suficientemente alabado, pues
hasta los epicúreos, que no quieren alabar a nadie, lo hacen.
268 Marx en su crítica a la filosofía del Estado de Hegel plantea
232
276 En la Enciclopedia, Hegel explica el doble significado positivo y
293.
280 Las palabras “marxismo” o “marxista” se refieren, a lo largo de
este texto, a las ideas de Marx, no a las corrientes políticas o filosóficas que
se dicen seguidoras de sus ideas, y menos para hablar del socialismo real.
281 Cf. POPPER Karl. “La ciencia: conjeturas y refutaciones”. En:
269
286 Ibíd., p. 24
287 El representante principal del historicismo es Karl Mannheim,
p3
292 MARX Karl. Manuscritos de 1844. Bogotá, Arca de Noé 1970, p.
131.
293 POPPER Karl. La Sociedad abierta y sus enemigos. Op. Cit., p.
287. Popper nos remite aquí a mirar lo expresado por Marx en la parte
352
Ciencia y Política en Karl Popper
“Fue la mejor cosa que hizo Marx respecto a estilo, viveza, comprensión y
fuerza propagandista”. Añade que este sólo libro le habría dado derecho a
pasar a la posteridad, aún sin haber escrito el Capital. Russell dice además
que la política marxista puede resumirse como una evidente lucha de clases
donde no se trata sino de una batalla de odios irreconciliables. Cf.
RUSSELL Bertrand. Madrid: Aguilar, 1978, Tomo II, pp.191-193.
297 Cf. MARX Karl. El Capital. Barcelona, Orbis, 1986. Tomo III,
sección séptima.
298 POPPER Karl. La Sociedad abierta y sus enemigos. Op.Cit., p.
323
299 Cf. “Utopía y Violencia”. En: Conjeturas y refutaciones, Op. Cit.,
pp. 425-435.
300 BOTERO Darío. El derecho a la utopía. Op. Cit. p. 14.
301Según el diccionario filosófico de Ferrater Mora, la palabra
370.
306 Cf. MARX Karl. Manifiesto comunista. Barcelona: Debate, 1998,
354
Ciencia y Política en Karl Popper
370.
314 Ibíd., p. 371.
315 Ibídem, p. 372
316 POPPER Karl. Conjeturas y Refutaciones. Op. Cit. Pp. 431
317 POPPER Karl. L. I. C. Op. Cit. p. 17.
318 POPPER Karl. Conjeturas y refutaciones. Op. Cit., p. 100
319 Las tres tesis que discute Platón en el Primer libro de La
170
329 POPPER Karl. “Conocimiento sin autoridad”. En: MILLER,
57.
332 POPPER Karl. “Utopía y Violencia”. En Conjeturas y
Refutaciones. Op. Cit., p. 430.
333 EINSTEIN Albert. Ideas y Opiniones. Editorial Bosch, 1985,p.
141
334 Titulados en la primera versión inglesa Poscript: After Twenty
Years (1956-1957)
335 POPPER Karl. La Lógica de la Investigación Científica. Op.Cit
p30.
336 Ibídem, pp. 32-34
356
Ciencia y Política en Karl Popper
1987, p. 231.
340 ARISTÓTELES, Segundos Analíticos, Cap.13. En Tratados de
probar que no existe un número primo mayor que todo otro número primo.
Conf. EUCLIDES. Los Elementos. Libro IX, proposición 20. En: Obras
completas. México. U.N.A.M., 1974. Traducción de J.D. García Bacca.
349 Cita de LOSEE, Op. Cit., p. 47.
350 BACON Francis. Novum Organum. I, p. 43. Editorial Sarpe, 1984
351 LALANDE sugiere que se trataba de propiedades o cualidades
revolución industrial. Trad. del Inglés por Rafael Ruiz de la Cuesta. Madrid,
ed. Aguzo, 1971, p. 123.
353 Ver al respecto lo que dice LOSEE. Op. Cit., p. 165.
354 Ibídem, p. 166.
355 Ibídem, p. 166.
356 BLANCHE Robert. Le Rationnalisme de Whewell. Paris, Librairie
357
Blanca Inés Prada Márquez
que su hipótesis no servía para explicar los organismos. Tampoco niega Kant
la obra creadora de Dios: la “nebulosa primigenia” de la hipótesis Kantiana
no surge de la nada, sino que se genera, gracias al acto creador de Dios, al
igual que las leyes racionales que gobiernan el mundo.
376 Traducción castellana de Rafael Carrillo. La forma y los
en la cual exponía una doctrina cuyos principios generales elaboró mas tarde,
entre 1926 y 1936 en numerosos artículos que fueron recogidos en forma
póstuma en el volumen de Colección de Ensayos (1938).
380WITTGENSTEIN Ludwig. Tractatus Lógico Philosóphicus.
Alianza, 1999, p. 203 (6.53)
381 Es bueno recordar que Wittgenstein, quien en el Tractatus había
pasaje del ensayo de Einstein: “Acerca del estado actual de la teoría del
campo” (1919), donde se muestra la posición anti positivista de Einstein con
estas palabras: “Hay dos fines que la teoría física persigue ardientemente:
recopilar en forma tan completa como sea posible todos los fenómenos
pertinentes y sus conexiones, y ayudarnos no solamente a saber cómo es la
naturaleza, y cómo se llevan a cabo sus distintos intercambios dentro de ella,
sino también a alcanzar, en lo que sea posible la meta –quizá utópica y
aparentemente arrogante– de conocer por qué la naturaleza es como es y no
de otra manera”.
389 Cf. EINSTEIN Albert. Mis Ideas y opiniones. Ed. Anton Bosch, p.
238.
390 Cf. BORN Max. Physics and Relativity. Physics in my generation.
186.
394 EINSTEIN Albert, INFELD Leopold. La Física, aventura del
Científica.Op.Cit..391.
404 Cf. HOLTON Gerald. Op. Cit., p.53.
402 Cf. POPPER Karl. Búsqueda sin término. Op. Cit., p. 52.
403 Cf. ANDRADE DE MARTINS Roberto. “A Popperian evaluation
Theory. London, Methuer, 1920, pp. 132. Cita de ANDRADE. Op. Cit.,
p.103.
405 Cf. MOSTERIN Jesús. Popper y el mundo de la cultura. En PDF.
360
Ciencia y Política en Karl Popper
24.
420 Cf. POPPER. Op. cit., p. 392.
421 Ibíd., p.393.
422 POPPER Karl. “Tolerancia y Responsabilidad Intelectual”. En:
47.
424 POPPER Karl. Op. cit. p. 11.
425 POPPER Karl. En busca de un mundo mejor, pp. 283-294.
426 POPPER Karl. Sociedad abierta, universo abierto. Cap. V.
427 POPPER Karl. “Utopía y violencia”. En: Conjeturas y
Refutaciones, pp. 425-436.
428 POPPER Karl. El Yo y su cerebro, pp.44-106-121-488-493.
429 MONOD ofrece un magnífico trabajo sobre Popper en la
1968, p. 65.
443 POPPER Karl. La sociedad abierta y sus enemigos, p. 24.
444 OP. Cit. PDF. 2000. Bajar gratis del Internet.
445 POPPER Karl. Op. cit., p. 269.
446 PARETO Wilfredo. Tratado de Sociología, 1843. Cf. Selección
de textos: Formas y equilibrios sociales. Editorial Biblioteca Nueva, 2010.
447 POPPER Karl. La Sociedad abierta y sus enemigos. Op. cit.
448 POPPER Karl. “Utopía y Violencia”. En: Conjeturas y
refutaciones. pp. 425-435.
449 POPPER Karl. La sociedad Abierta y sus enemigos. Op. Cit. pp.
370-371.
450 POPPER Karl. “Un repaso de mi teoría de la democracia”. En:
370.
452 POPPER Karl. Op. Cit., p. 372.
453 POPPER Karl. Op. Cit., p. 380.
454 Cf. Colección Crítica y utopía No. 12. Argentina, 1986. P. 123.
455 Cf. HOLB Fritz en: Karl Popper y el socialismo, 1978.
456 Publicado por primera vez en: Revista Humanidades UIS., Junio,
1992.
457 KUHN Thomas. La tensión esencial. México. F.C. E. 1983, p. 292.
458 POPPER Karl. “Sobre nubes y relojes”. En: Conocimiento
362
Ciencia y Política en Karl Popper
Cit. P. 269.
468 KUHN Thomas. La tensión esencial, p. 32 y La estructura de las
cit. P.176
474 Ibíd., p. 297.
475 VARIOS. The Philosophy of Karl Popper. Tomo II. Op.Cit. P.
1145.
476 Ibíd., p. 1146. Cf. también. “Popper: la ciencia normal y sus
pp.194.
487 Ibíd., p. 40.
488 Ibíd., p. 41.
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Windmills Editions
California – USA - 2018
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