Rutas de comercio a finales del siglo XVI y el siglo XVII
A lo largo del siglo XVI, la población de los reinos hispánicos aumentó
considerablemente, especialmente en Castilla. A finales del siglo XV, la población alcanzaba los cinco millones y a principios del siglo XVII se acercaba a los ocho. La población urbana era escasa y pocas ciudades tenían más de cinco mil habitantes, pero Barcelona, Valencia, Valladolid, Toledo y Segovia llegaron a superar los 30000 habitantes en el siglo XVI. En la agricultura, se extendió la superficie cultivada gracias al incremento de la población y a la demanda de productos. La artesanía también creció en la primera mitad del siglo XVI. Sin embargo, fue perdiendo competitividad respecto de la producción extranjera debido al atraso tecnológico y la menor calidad. Además la política de la monarquía favoreció a la exportación de este producto. En el siglo XVI se empezaron a explotar importantes minas de oro y plata en América. Como consecuencia de ello, se produjo una enorme demanda de productos de consumo en las nuevas tierras. El comercio con América, que monopolizaba Castilla, experimento un gran desarrolló. Este crecimiento comercial se centró en los puertos castellanos del Atlántico, especialmente en Sevilla. Sin embargo, La entrada masiva de metales preciosos procedentes de América provocó la subida de los precios e hizo disminuir el poder adquisitivo de las clases populares y su nivel de vida. En lugar de crear industrias nacionales o mejorar la agricultura, España gastó el oro americano en financiar las guerras y pagar productos importados de Europa, que eran de mayor calidad y a precios más competitivos. Las inversiones domésticas no beneficiaban a la economía, ya que eran solamente gastos de lujo, como construcción de monumentos y obras de artes. Ataques de piratas corsarios y bucaneros en Panamá Desde las épocas de la colonia la ruta comercial a través del istmo de Panamá fue muy importante para Europa. A Panamá arribaban los galeones repletos de oro, plata y piedras preciosas procedentes de lo que fuera el imperio incaico. Una vez al año salían las naves españolas desde Portobelo para España, estas mismas naves retornaban de Europa cargadas de provisiones. En Portobelo se efectuaba una feria anual, donde se intercambiaban productos procedentes de Europa y del Nuevo Continente, la riqueza existente en el área hizo a Portobelo blanco de los ataques de corsarios y piratas. Portobelo fue tomada por Henry John Morgan en 1668. Se dice que para la acción fue pertrechado por el gobernador de Jamaica, pues éste reconocía al pirata como capitán de la armada inglesa. Sobre la toma de Portobelo una crónica relata: “Llegan al puerto de Naos, a diez leguas de Portobelo. Es de noche y a la población apenas se le da tiempo de organizarse. Morgan primero ataca el convento, saca a monjas y sacerdotes, mientras el gobernador de Portobelo se atrinchera con sus soldados, sin dejarse intimidar por la fuerza y el ataque sorpresivo de los piratas. Morgan lanza a los religiosos por delante para que el gobernador no dispare y se rinda, pero no, las monjas y sacerdotes van cayendo de a uno en uno sin que éste ordene el alto al fuego, y a pesar de verse perdido, pues se le habían acabado las municiones, siguió peleando con su espada, y lo hizo con tanta furia que logró llevarse a varios asaltantes al otro mundo; pero Morgan logra desarmarlo y no tiene compasión de él y lo destaza frente a su esposa e hijos.” En 1739 el 22 de noviembre el Almirante Edward Vernon, se posesionó y saqueo a Portobelo. Como un acto de recordación de esta acción Inglaterra acuño unas medallas conmemorativas. Francis Drake navegante y corsario, apodado “El Dragón” por su extraordinario valor, quien fuera el primer inglés en darle la vuelta al mundo, atacó también a Portobelo, sitio donde murió “presa de las fiebres” y la disentería el 7 de febrero de 1596, por su parte Jorge Conte Porras en su Calendario de la Nacionalidad, indica que Drake falleció a las cuatro de la mañana del 28 de enero de 1596. Los restos del corsario fueron sumergidos por sus hombres en las aguas de las costas de la ciudad fortificada en un sarcófago de plomo. En los últimos años se han realizado varios intentos infructuosos por localizar el féretro con los restos de Drake. Caminos transiticos en el istmo de Panamá durante la colonia Los caminos que se originaban en las poblaciones de Nombre de Dios y Portobelo (antes Fortuna), a los cuales hay que agregar las del otro puerto atlántico, el de Chagres. Eran el Camino Real (todo terrestre) y el Camino de Cruces (terrestre y fluvial). Ellos estaban llenos de peligrosos enemigos para las valerosas personas que por un motivo u otro se atrevían a pasarlos, pero no parecía que estas le daban mayor importancia a lo anterior. El calor, las torrenciales lluvias, las crecidas y desbordamiento de los ríos, los indígenas, los esclavos fugitivos, los asaltantes, los mosquitos y las enfermedades que trasmitían, otras peligrosas alimañas y reptiles, el tedio, a veces la desorientación, las vestimentas, la mayor parte de las veces inadecuadas, en fin que todo se transformaba en un reto más casi imposible de vencer. ¿Cuántos seres humanos cavaron en cierta forma sus tumbas por allí? Los ataques de los piratas fueron otro desastroso factor que obligó a clausurar las rutas ya establecidas y hasta de cambiar el camino por el extremo sur de la América, así fuera más costoso y muchísimo más demorado. Por cada 200 a 300 libras de carga que fueran transportadas de un océano a otro (por tierra), llegaba a costar unos 45 pesos de la época. A lo cual había que añadir las constantes pérdidas de los valientes seres humanos y de sus valiosas mercancías, así como de los animales que tenían que utilizar. Eran cuatro el mínimo de días necesarios para la travesía, si es que no se presentaban los peligros ya expuestos para trasladarse de un litoral al otro de…. Panamá. Otra carga en metálico que se cobraba y esta vez por cuenta del Estado lo constituían las averías de los terrenos aledaños y del mismo piso, por este último por cada mula que transportaba deberían sus dueños pagar dos reales de la época. Otro dato más para aportar era que el tránsito desde Portobelo a Panamá o viceversa duraba cuatro días por el Camino Real y casi dos semanas por el de Cruces. Posesiones europeas y centros piratas en el caribe a finales el siglo XVII Las distintas formas de la piratería americana son propias del período comprendido entre la primera mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII. En estos doscientos años la mítica figura del pirata se constituyó en un símbolo de la época, exaltado por novelas y leyendas que hasta el día de hoy dan rienda suelta a la imaginación. Antes de describir la piratería americana es conveniente explicar las diferencias entre piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, los protagonistas de esta historia. Se suele utilizar estas denominaciones como sinónimos, sin tomar en cuenta que se refieren a personajes diferentes y con diversas motivaciones. De acuerdo con Manuel Lucena, el pirata "era el que robaba por cuenta propia en el mar o en sus zonas ribereñas... es un enemigo del comercio marítimo en general porque se mueve exclusivamente por su afán de lucro, sin discriminar ningún pabellón nacional". Era, por tanto, un hombre que se situaba al margen del sistema imperante en aquella época. En su mayoría los piratas eran gentes pobres, miserables, delincuentes, vagabundos, desertores o perseguidos por sus ideas. De hecho, "a la piratería se llegaba por necesidad, difícilmente por vocación". El corsario, en cambio, era un marino particular contratado y financiado por un Estado en guerra para causar pérdidas al comercio del enemigo y provocar el mayor daño posible en sus posesiones. Aceptaba las leyes y usos de la guerra y ofrecía una fianza en señal de que respetaría las ordenanzas de su monarca. La actividad corsaria finalizaba al momento de firmarse las paces entre las potencias beligerantes, aunque muchos corsarios continuaron hostilizando al enemigo en tiempos de supuesta paz.
Los ingleses John Hawkins y Francis Drake fueron los grandes personajes que señalaron la aparición del corsario en la América del siglo XVI. Glorificados por la literatura se constituyeron en símbolos de esta actividad.