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PUEBLOS ORIGINARIOS > COLLA

Ambiente y Localización
Las comunidades colla se localizan en la zona de Potrerillos, Inca de Oro, Quebrada de
Paipote, San Miguel y San Andrés y en el río Jorquera, lugares que corresponde a las
Comunas de Chañaral, Copiapó y Tierra Amarilla de la Región de Atacama. En estas zonas,
los últimos pastores y algunos agricultores colla ocupan los fondos de quebradas y los
campos de pastoreo de altura, pero la mayor parte de la población reside en zonas
urbanas y, por tanto, no desarrollan actividades tradicionales relacionadas con la
ganadería, la agricultura, la minería y la recolección. Más bien, son asalariados,
estudiantes o dueñas de casa y familiares de los antiguos pastores y habitantes de la
Cordillera.
Los lugares de pastoreo colla se encuentran en la precordillera y la Cordillera de los Andes,
con un clima predominante de desierto marginal en las partes bajas o “invernadas”, de
tipo árido y con poca precipitación. En las partes altas o “veranadas”, el clima es de
desierto frío de montaña, con ocasionales precipitaciones en invierno y verano. En los
fondos de quebradas, la vegetación es escasa y se desarrolla discretamente junto a vegas
con arbustos de cachiyuyo, brea y algunos árboles como el algarrobo. Entre 3000 y 3500
msnm, se encuentra el piso ecológico tolar, con formaciones arbustivas más variadas y
desde los 3600 a 4300 msnm, el pajonal, caracterizado por extensos campos de gramíneas,
aptos para el pastoreo. La hidrografía está representada por el río Jorquera y sus afluentes
y por el río de La Sal, además de las aguadas y vegas que nacen en los fondos de
quebradas o las laderas de los cerros.
Economía
La economía colla tradicional se basa en la ganadería y en menor medida en la agricultura.
Antiguamente, los collas tenían una economía más diversificada que incluía la explotación
de leña para la producción de carbón y los intercambios económicos transcordilleranos. La
ganadería que se practica, principalmente caprina y en menor medida mular, caballar y de
llamas, requiere de un desplazamiento trashumante en busca de pastos y aguas para los
animales, entre las invernadas y las veranadas de la precordillera. Hoy en día, algunos colla
de Potrerillos y Quebrada de Paipote practican la ganadería y solo en río Jorquera la
agricultura de la alfalfa junto al pastoreo de caprinos continúan teniendo cierta
importancia en la economía local. La mayoría de los colla viven en zonas urbanas abocados
al trabajo asalariado o como dueñas de casa. La artesanía textil y la talabartería fueron
importantes en décadas pasadas, manufacturándose prendas de vestir como grandes
ponchos, mantas y gorros tejidos (llamados “coipas”), implementos para la arriería como
alforjas de lana y aperos de cuero para caballares y mulares. Actualmente, son muy pocas
las personas colla que mantienen estas artesanías tradicionales.
Arte
La artesanía textil (con tejidos a telar y a palillos) es una de las pocas actividades artísticas
que practican algunas mujeres colla de Río Jorquera y de Potrerillos, organizadas en torno
a talleres comunitarios o como “emprendimientos” económicos individuales. Podría
destacarse entre los viejos pastores colla el arte de conocer la naturaleza y la geografía de
estos territorios, un saber tradicional que ha ido disminuyendo a la par que desparecen
sus antiguos representantes.
Organización Social
La organización tradicional colla estuvo basada en el parentesco familiar y la amistad o
“compadrazgo” entre personas de una misma localidad. Con la constitución de las
comunidades por la Ley Indígena Nº 19.253, su organización social pasó a ser formal y
representativa, con Personalidad Jurídica que toma acuerdos por asamblea. No existen
autoridades tradicionales, solo algunos maestros de ceremonias que eventualmente
ejercen alguna actividad ritual.
La población colla es relativamente pequeña. El censo de 2002 contabilizó a 3.198
personas que se auto reconocen como indígenas colla, sin embargo, los adscritos a
comunidades son un porcentaje aún más bajo del total de esta población.

Culto y Funebria
Muchas de las fiestas que actualmente celebran las comunidades colla se han
“reinventado”, rescatados de antiguos saberes y prácticas andinas o siguen las que
promueve las instituciones del Estado, como el Día de los Pueblos Indígenas o Año Nuevo
Indígena. Dentro de la religiosidad colla se pueden mencionar las ceremonias de la
“apacheta” –ritos de caminantes y arrieros– en Río Jorquera y las fiestas de aniversario de
las comunidades, donde es común la domadura de animales con bailes de origen criollo.
Hasta la década de 1970, los colla de Potrerillos celebraban fiestas religiosas en torno a sus
Santos Patrones católicos y ritos a la Madre Santa Tierra o Pachamama. También se
realizaba la fiesta de “los convidados”, los ritos ganaderos de la vilancha y el floreo de
animales, pero son celebraciones que no perviven en la actualidad por la disminución
ostensible de la actividad pastoril y la masa ganadera y, especialmente, porque muchas
familias colla se han convertido al protestantismo, renunciando a las prácticas más
tradicionales de ritos y ceremonias de origen católico-indígena.
Como la mayoría de los colla habitan en zonas urbanas, se sepultan en los cementerios
tradicionales de pueblos y ciudades. Antiguamente, algunos pastores eran enterrados en
el mismo lugar donde morían, generalmente en zonas aisladas de la precordillera; entre
los ritos fúnebres destacaba el sacrificio de los animales domésticos del pastor o pastora,
como sus perros y parte del ganado, los que se sepultaban junto al fallecido.
Historia
Los colla de las Provincias de Copiapó y Chañaral deben su nombre a una generalización
del etnónimo colla que se impuso en el siglo XIX a la población indígena que habitaban en
la región de la Puna de Atacama y en algunos valles altos del noroeste de Argentina. La
Puna de Atacama pertenecía a Bolivia hasta 1900, año en que su territorio fue
intercambiado por Tarija a la República de Argentina. Desde ese momento, se generalizó el
término colla para denominar a la población indígena dedicada a la actividad ganadera
que vivía en el altiplano de las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta y Catamarca.
El origen de esta población ganadera era multiétnico, conformado por atacameños que
habitaban a uno y otro lado de la cordillera, por migraciones aymara y posiblemente
quechua de más al norte, que se fundieron con la población indígena originaria de los
valles trasandinos. Cabe destacar que el pueblo colla de Chile no tiene ninguna relación
histórica con el llamado “señorío” Colla de origen aymara que habitó las márgenes del lago
Titicaca en tiempos prehispánicos.
Algunas de las familias colla que habitaban en la Puna de Atacama y en los valles
circumpuneños argentinos, migraron hacia la precordillera chilena a fines del siglo XIX y
principios del Siglo XX, la mayoría procedentes de Fiambalá y Antofagasta de la Sierra. En
estas nuevas tierras, los colla se unen a familias sobrevivientes del antiguo “pueblo de
indios” de San Fernando de Copiapó y a crianceros tradicionales procedentes del Norte
Chico. En el pasado, los colla sostenían su economía con el abastecimiento a los centros
mineros, oficinas salitreras y pequeños poblados, llevando sus productos ganaderos,
textiles y combustible vegetal. Complementaban su economía pastoril con la caza de
guanacos, vicuñas y chinchillas, con la recolección de leña, la confección de carbón, la
actividad pirquinera y la arriería de mulas. Con posterioridad a la década de 1970, se
produce una sistemática disminución de la población colla en la cordillera, debido a la
migración a los centros urbanos aledaños. Así cuando a principios de la década de 1990 se
constituyeron las primeras comunidades indígenas colla, la mayoría de sus miembros ya
vivía en pueblos y ciudades desarrollando trabajo asalariado. Hoy en día solo unas pocas
familias colla mantienen en la cordillera alguna actividad ganadera, principalmente
caprina.

Patrón de Asentamiento
El asentamiento colla es disperso, con viviendas que permanecen desocupadas la mayor
parte del año, con excepción de la localidad de Agua Dulce, en Potrerillos, donde se habita
en varias viviendas de forma permanente. Tiempo atrás, existieron asentamientos de
pastoreo en las aguadas ubicadas en las zonas altas de San Juan y Castilla, en la quebrada
de Doña Inés y en el salar de Pedernales, los que fueron paulatinamente abandonados en
las década de 1950 y de 1970. El patrón de asentamiento pastoril es eventual y estacional,
dependiendo de la ubicación discreta de las aguadas y vegas que se visitan por
temporadas. Solo en río Jorquera se puede apreciar un poblamiento permanente a lo largo
del río. En Quebrada de Paipote, este patrón disperso se verifica en la existencia de
algunas viviendas entre el sector La Puerta y Vega de Tapia.
Las “majadas” de los crianceros, por otra parte, corresponden a los puestos o viviendas de
pastoreo que conforman el sistema de asentamiento ganadero, distribuidas entre las
zonas de invernada y de veranadas. Están construidas de variados materiales, entre ellos,
barro, piedras y latón, cubiertas con un techo ligero de vegetales, plásticos o lona. Las
viviendas de los colla urbanos son similares a las casas comunes de la ciudad.

Lengua
Dado que “lo colla” se conforma socialmente de manera multiétnica, no existe una sola
lengua originaria. En su base lingüística estuvo el quechua, el aymara, el kunza e incluso el
kakán de los diaguita de los valles Calchaquíes de Argentina, pero hoy sus “hablas” fueron
olvidadas con los años. En la actualidad, los colla de la cordillera de Copiapó y Chañaral
hablan castellano, aunque hay palabras quechuas que permanecen en el recuerdo de los
más ancianos y en algunas de sus ceremonias y cantos tradicionales.

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