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Bloque 1: La Península Ibérica desde los primeros humanos hasta la desaparición de la

monarquía Visigoda. (711)

1.1 La prehistoria: la evolución del Paleolítico al Neolítico; la pintura cantábrica y la levantina.

Los seres humanos más antiguos de la Península Ibérica se remontan a 1.200.000 años y se encontraron en el año
2007 en el Yacimiento de Atapuerca (cerca de Burgos). Empieza entonces el período conocido como Paleolítico
Inferior (entre 1.200.000 y 100.000 años). Estos restos pertenecen a una nueva especie del género Homo, el “homo
antecessor”, que significa “hombre pionero”. Como evolución a este, surge el “homo heidelbergensis” también
localizado en Atapuerca por el equipo del Antropólogo Juan Luis Arsuaga. Durante este período, se alimentaban
del carroñeo, la recolección, la caza y la pesca. Eran nómadas, que seguían las rutas de las migraciones estacionales
de las manadas de animales. Ejemplo de esto es el Yacimiento de Torralba y Ambrona en Soria, de 250.000 años
de antigüedad. La tecnología empleada era la piedra tallada en forma de choppers o bifaces.

En el Paleolítico Medio (100.000-35.000 a.C.), la especie dominante será el Hombre de Neandertal (especie
humana propia de Europa que surge a partir de la evolución del homo heidelbergensis). Su tecnología incluye el
uso de lascas (pedazos desprendidos intencionalmente, por percusión, de un núcleo pétreo), con las que se
fabricaban, por medio de la talla, instrumentos de tipo medio (raederas, puntas, cuchillos). Aunque eran nómadas,
debido al clima muy frío de los periodos de glaciación en los que vivieron, utilizaron habitualmente cuevas y
abrigos (capacidad de controlar el fuego). La caza era de animales de tamaño mediano-grande (ciervos, bóvidos,
caballos). Se dio un culto funerario que puede relacionarse con algún tipo de creencias en el más allá

El Paleolítico Superior (35.000-8.000 a.C.) estuvo asociado al homo sapiens sapiens, de origen africano, que
sustituyó a los neandertales, que se extinguieron al competir por un mismo espacio de subsistencia con la nueva
especie, que tenía una más desarrollada cultura material y cohesión social. La tecnología del homo sapiens sapiens
se especializa en el trabajo de la piedra en láminas, en el incremento de las formas microlíticas y en el trabajo del
asta-hueso. Aparece el arte mueble (objetos transportables) y el arte parietal (pinturas rupestres en el interior de
las cuevas: Altamira, Tito Bustillo…). Estas pinturas representan animales de zonas frías (bisontes y renos), en las
que dominaba el naturalismo y la policromía (rojo, negro y ocres). Se dio un empleo masivo de cuevas en la costa
cantábrica, Pirineos y focos mediterráneos. Siguieron siendo nómadas, empleando los abrigos de forma estacional.

Mesolítico o Epipaleolítico (entre 8.000-5.500 a.C.) es como llamamos a la transición entre Paleolítico y el
Neolítico. La caza se reduce al cambiar el clima, la tecnología se basa en microlitos (pequeñas lascas) y aparece en
la zona levantina unas novedosas representaciones pictóricas en los abrigos de cuevas (no profundos): en las que
se incluyen representaciones humanas durante sus actividades cotidianas, como la caza o la recolección. Son
monocromas, de temática narrativa y de formas estilizadas, no naturalistas. Yacimientos de Valltorta y Cogul.

Neolítico. Llega a la Penñinsula desde Oriente Medio en torno al 5.500 a.C. y duró hasta el 3.000 a.C. Supone el
paso de una economía depredadora, basada en la recolección, la caza y la pesca a otra productiva, basada en la
agricultura y la ganadería. Yacimientos de L'Or (Alicante). Esto supuso la sedentarización y el aumento de la
población, así como la gestión de los excedentes. Esos excedentes se almacenaban, transportaban y almacenaban,
dando lugar a la aparición de la propiedad privada y a las primeras formas de comercio (trueque). Nuevas
tecnologías complementan estas nuevas formas de vida, como son la piedra pulimentada, el molino, la cerámica o
el telar. El final del Neolítico traerá la aparición de la minería. La aparición de la metalurgia da paso a la Edad de los
Metales y a las primeras culturas, (Los Millares, El Algar) en el sureste peninsular.
1.2 La importancia de la metalurgia. La configuración de las áreas celta e ibérica: Tartesos, indoeuropeos
y colonizadores orientales

Los pueblos prerromanos eran los diversos pueblos, además de los pueblos colonizadores, establecidos en la
Península antes de la conquista romana. Se pueden establecer dos grandes áreas culturales entre estos pueblos
prerromanos: la ibérica y la indoeuropea o céltica.
Precedente de la cultura ibérica fue la civilización tartésica (Tartessos), en el SO peninsular (valle del
Guadalquivir, Huelva y sur de Portugal). Su principal fuente de riqueza era el comercio de metales (estaño, oro y
plata). Los tartesios en la primera mitad del I Milenio a.C., por los contactos comerciales (metales) con los
fenicios, dieron lugar a la primera cultura peninsular plenamente urbana.

La civilización ibérica es un fenómeno cultural, desarrollado entre los pueblos descendientes de los pobladores
neolíticos (Bronce Final, sociedades de carácter preurbano) de la costa mediterránea y meridional, debido al
contacto cultural y a la influencia de fenicios y griegos (sociedades urbanas desarrolladas). Lo que, durante los
ss-VI-V a.C., provocará un proceso de transformación social que dará lugar a la cultura ibérica, ya una sociedad
urbana con formas políticas de carácter estatal.
Los núcleos íberos (las ciudadelas) eran pequeños Estados independientes, aunque tenían una lengua común.
Debido al contacto con los pueblos colonizadores, los íberos desarrollaron la escritura. La sociedad ibérica estaba
muy jerarquizada: en lo más alto, estaban los reyezuelos y sus guerreros, en posición intermedia, los artesanos y los
campesinos, por debajo, los siervos y los esclavos. En economía, predominó la agricultura de secano (cereales, vid
y olivo, estos dos últimos cultivos aportados por los griegos). Se extendió la utilización de la cerámica torneada y
de nuevas técnicas mineras y metalúrgicas, con la generalización del uso del hierro, por influencia de fenicios y
griegos. El comercio exterior estuvo controlado por púnicos (fenicios y cartagineses) y griegos (que introdujeron
la moneda). Culturalmente, los íberos se dejaron influenciar por las formas del Mediterráneo Oriental. Ejemplo. La
Dama de Elche.

Desde el 1.200 a.C y durante la primera mitad del I milenio a.C., a través de los Pirineos llegaron pueblos
indoeuropeos o celtas a la Península, que aportaron cambios en la cultura material (cerámica excisa, empleo del
hierro y rito de la incineración) y lingüística. El área indoeuropea fue la Meseta (vacceos, vetones, carpetanos,
lusitanos) y la cornisa cantábrica (galaicos, astures, cántabros y vascones).
En zonas de contacto con el área ibérica, se sitúan los celtíberos (pueblos indoeuropeos que recibieron influencias
íberas). Eran sociedades preestatales (no existía el Estado) de carácter gentilicio o tribal. Podían agruparse en
confederaciones tribales y construían poblados fortificados (los castros). Existía una aristocracia guerrera poderosa.
La economía era de subsistencia. (agropecuaria).Tuvo importancia la minería (estaño, cobre, hierro, oro en
Galicia).
En los tres primeros cuartos del I milenio a.C., se dieron las colonizaciones históricas, en las costas mediterráneas
y andaluzas, por parte de pueblos procedentes del Mediterráneo oriental (que tenían una civilización y un nivel
cultural muy avanzado). La razón de su llegada era su interés comercial (metales). Estos pueblos fueron:

-Los fenicios establecieron, en las costas andaluzas, colonias y factorías comerciales, desde las que
comerciaban con los pueblos mineros del interior, sobre todo con los tartesios. Gadir (Cádiz), fundada en el s- IX
a.C, fue la ciudad más importante del Mediterráneo occidental. Otros emplazamientos importantes fueron
Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). Los fenicios difundieron el uso del hierro, laconserva en
salazón, el torno de alfarero y la escritura alfabética.
-Los griegos, a partir de los ss-VIII y VII a.C. crearon colonias (según el modelo de las polis griegas) en la costa
mediterránea peninsular (Levante y Cataluña). Su principal colonia fue Emporion (Ampurias). La influencia
griega sobre las tribus ibéricas se aprecia en el arte, en la lengua, en la agricultura (cultivo de la vid y del olivo) y
en el comercio (introducción de la moneda).
-Los cartagineses. La antigua colonia fenicia de Cartago (Túnez), desde el s-VI a.C., desarrolló un importante
comercio en el Mediterráneo central (Sicilia, Cerdeña) y occidental (Península Ibérica, Baleares (Ebusus (Ibiza). La
derrota de Cartago frente a Roma en la I Guerra Púnica (264-241 a.C) significó la pérdida de Sicilia y Cerdeña.
Desde entonces, Cartago empezó la conquista de los territorios ibéricos (Andalucía y la costa mediterránea) para
obtener recursos en su guerra contra Roma. Los cartagineses fundaron la ciudad de Cartago Nova, capital del
imperio cartaginés en la Península.
1.3 Hispania romana: conquista y romanización de la península; el legado cultural romano.

El inicio de la conquista romana de la Península Ibérica se dio durante la II Guerra Púnica entre Roma y Cartago. La
conquista fue un proceso discontinuo de 200 años, con tres grandes etapas:

1- De 218 a 197 a.C., se ocupó el litoral mediterráneo y los valles del Guadalquivir y Ebro.
2- Las guerras celtíbero-lusitanas (154-133 a.C.), representaron la conquista del centro y el oeste peninsular.
Fueron guerras durísimas: (guerra de guerrillas dirigida por el jefe lusitano Viriato (147-139 a.C.), y la resistencia
de la población celtíbera de Numancia (153-133 a.C.).
3- Las guerras cántabro-astures (29-19 a.C.), dirigidas por el emperador Augusto, culminaron la conquista
romana de la Península, con la ocupación de la cornisa cantábrica.

La romanización es el proceso de adaptación de los pueblos hispanos a las estructuras económicas, sociales,
políticas y culturales del Imperio Romano. La romanización fue un proceso lento y más intenso en la zona costera
mediterránea y Andalucía, y perdió fuerza hacia el interior de la Meseta y los pueblos del norte cantábrico a los que
apenas alcanzó.Elemento fundamental de la romanización de Hispania fue la unificación política y
administrativa. Tras la Segunda Guerra Púnica y la ocupación del levante y el sur peninsulares, Roma dividió
Hispania en dos provincias: la Hispania Ulterior (que correspondía al valle del Guadalquivir), al sur, y la Citerior
(Levante y valle del Ebro), al norte.
Cuando casi toda la Península estaba ya conquistada, con la reforma administrativa de Augusto (27 a. C.),
Hispania fue dividida en tres provincias: Tarraconensis (costa levantina, parte del centro y todo el norte
peninsular), con capital en Tarraco (Tarragona); Lusitania (centro y sur de Portugal, Salamanca y la parte occidental
de la Meseta Sur), con capital en Emérita Augusta (Mérida); Bética (Andalucía) era la zona más romanizada de la
península con capital en Corduba (Córdoba).
En el 297, con la nueva división provincial del emperador Diocleciano, Hispania se dividió en cinco provincias:
Bética, Lusitania, Carthaginensis, Gallaecia y Tarraconensis , de la que se habían segregado las dos anteriores.
En el s-IV se añadia una nueva provincia la Balearica (islas Baleares).

La larga presencia romana dejó en Hispania una huella cultural tan profunda que en ciertos aspectos ha
permanecido durante siglos. Los legados romanos más trascendentes son:

-Su lengua. El latín terminó por imponerse a las lenguas peninsulares. El castellano, el catalán y el gallego
son lenguas romances derivadas del latín.

-El sistema jurídico de los romanos, el derecho romano, sigue siendo una de las bases del ordenamiento
jurídico de las sociedades actuales. El elemento fundamental del derecho romano era la ciudadanía. El título de
ciudadano romano suponía estar en posesión de todos los derechos civiles (derecho de propiedad) y políticos y
gozar de amplios privilegios jurídicos y sociales. En el año 212, el emperador Caracalla, concedió el ius
Romanum (ciudadanía romana), a todos los habitantes libres del Imperio.

-El desarrollo y la extensión del urbanismo y de la vida urbana. Las ciudades eran los centros que regían la
vida política-administrativa (órganos de gobierno), socioeconómica (mercado), religiosa (templos) y cultural-
artística (teatros, anfiteatros, circos, termas) del Imperio. En Hispania, Roma fundó nuevas ciudades (colonias) y
fue extendiendo el sistema administración local romano (los municipios) a las ciudades existentes con
anterioridad a la llegada de los romanos.

-Las construcciones monumentales y las obras públicas: templos como el de Diana en Mérida; foros y
teatros como los de Mérida y Sagunto; anfiteatros como los de Itálica y Tarragona; puentes como el de
Alcántara sobre el río Tajo; pantanos como el de Proserpina en Mérida; y acueductos como el de Segovia y el
de Los Milagros en Mérida.
-La difusión del cristianismo. Cuando el emperador Constantino lo legalizó en el año 313, estaba ya organizado
en numerosas zonas, en especial en la Bética. A finales del s-IV, el emperador Teodosio, lo declaró única religión
oficial del Estado. La Iglesia hispana, como en el resto del Imperio, alcanzó una gran fuerza económica, social y
política. Y fue una continuadora de elementos del mundo romano en el periodo medieval.
1.4 La monarquía visigoda: ruralización de la economía; el poder de la Iglesia y la nobleza.

Por la grave crisis política y socioeconómica que atravesó desde el s-III, la parte occidental del Imperio romano, las
incursiones de los pueblos bárbaros (fundamentalmente germanos) fueron frecuentes (en Hispania. Ya en el año
409, los suevos, los vándalos y los alanos habían invadido la Península. Ante esto Roma, cada vez con un poder más
débil sobre su territorio, llegó a pactos (foedus) con los visigodos.
Por estos foedus, Roma concedía tierras en el sur de Francia y en Hispania a los visigodos a cambio de expulsar a
los invasores. Los vándalos y los alanos fueron expulsados, mientras que los suevos se vieron reducidos a Galicia y
el norte de Portugal, donde crearon un reino. Ya desaparecido el Imperio Romano de Occidente (476), la derrota
de Vouillé (507), frente a los francos, obligó a los visigodos a abandonar el sur de Francia (donde habían
constituido el reino de Tolosa, teniendo que asentarse más al Sur, donde establecieron un reino con capital en
Toledo.

El problema más grave para la consolidación del Reino de Toledo fue el de la fusión de los visigodos con la
mayoría hispanorromana, divididos en aspectos religiosos y jurídicos. Los visigodos eran cristianos arrianos los
hispanorromanos, católicos. Recaredo se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589),
consiguiendo para la monarquía el apoyo de la aristocracia hispanorromana y de la Iglesia.

La unificación jurídica (mismas leyes para Visigodos e Hispanorromanos) fue obra de Recesvinto con el Fuero
Juzgo (654). La monarquía visigoda era electiva y la designación del rey dependía de la nobleza, a la que con el
tiempo se unieron los prelados de la Iglesia. Este carácter electivo de la monarquía suponía su mayor debilidad, por
las continuas disputas nobiliarias por la sucesión al trono. Para gobernar, el monarca contaba con:

-El Officium Palatinum que administraba el reino, y estaba formado por los nobles de mayor confianza del
rey. Estos personajes de alto rango recibían el título de Comes.
-El Aula Regia, asamblea consultiva integrada por la nobleza visigoda que asesoraban al rey en asuntos
políticos y militares y en la elaboración de leyes.
-A partir de la conversión de Recadero al catolicismo (589), los Concilios de Toledo (hasta entonces
asambleas eclesiásticas), además de sus competencias eclesiales y doctrinales, fueron asumiendo funciones
propias del Aula Regia.

Los Concilios integraron al rey, la nobleza y la Iglesia, y tuvieron carácter de verdaderas asambleas
legislativas con carácter político, estableciendo y legitimando los mecanismos de sucesión de los monarcas.
Con ello, la Iglesia Católica como institución se convirtió en un elemento fundamental en la estructuración
del Estado visigodo Los reyes visigodos contaban con los gardingos, guerreros procedentes de la nobleza
fieles al monarca. Acompañaban al rey en sus campañas militares y protegían su persona.

El deterioro de las condiciones de vida en las urbes hispanorromanas, provocó la ruralización de la economía, ya
que al desaparecer el poder de Roma, la moneda imperial perdió su valor y provocó el hundimiento del comercio.
Sólo se mantuvo la economía de autosuficiencia, con base en las grandes propiedades de tierra, lugar donde se s
trasladó la población el busca de mayor seguridad. Esto daría inicio al “colonato”, antecedente inmediato del
feudalismo. Este proceso llevó a la ruralización de la sociedad.

El territorio del reino de visigodo Toledo, en principio, no abarcaba toda la Península. Los territorios que
escapaban al dominio visigodo eran el reino suevo de Galicia, que fue conquistado por Leovigildo (571-86) y el
territorio de los vascones y el SE bajo el dominio del Imperio bizantino, Suintila (621-31) expulsó a los bizantinos y
sometió a los vascones, por lo que, a partir de entonces, la monarquía visigoda fue el primer Estado
independiente que integraba toda la Península Ibérica.
La cultura visigoda fue fundamentalmente obra de eclesiásticos hisparromanos (San Isidoro de Sevilla, autor de
las Etimologías ) que se limitaron a recapitular algunos aspectos de la cultura grecorromana. En el arte, destacan
sus iglesias. Ejemplos: San Juan de Baños, San Pedro de la Nave y el empleo de una rica y compleja orfebrería, de
uso tanto particular como votivo (ofenda hecha en lugar sagrado como parte de un ritual). Ejemplo: El tesoro de
Guarrazar.
La disputa sucesoria entre el rey Don Rodrigo y los partidarios de Witiza fue el pretexto de la irrupción musulmana
del 711 en la Península en apoyo de los witizanos, lo que terminó con el Reino visigodo.

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