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CAPITULO DEL 1 AL 3

Se centra en un ejemplo: la mesa que está frente a él. Considera que, al sentido de la vista,
tiene un único color. Para el tacto debe ser lisa, fría y dura y en cuanto al sonido que emite la
madera, es siempre el mismo. Sin embargo, el color de esta es variable y tiene diferentes formas
(regular, oblonga…) dependiendo del punto de vista desde el cual sea observada. La aparición
de muchos colores contradice nuestra suposición. Y si analizamos con un microscopio la
estructura de la mesa, nos daremos cuenta que realmente no es tan lisa como pensábamos, y
que el sonido que emita la madera dependerá del objeto con el que entre en contacto.

Ya que parece claro que no hay dos personas que puedan compartir un punto de vista idéntico,
Russell registra una duda en cuanto a si un color real de la mesa existe. Establece que cuando
nos referimos al color de un objeto, en realidad nos referimos a algo que se percibe desde la
perspectiva habitual de observador. Sin embargo, afirma que no hay ninguna razón para
suponer que la perspectiva habitual, se deba considerar real. Por lo tanto, las sensaciones no
se fijan por una realidad, sino por lo que aparentan ser y esto depende del punto de vista desde
el que se observen. Estas observaciones hacen que Russell establezca la diferencia entre
apariencia y realidad, entre lo que las cosas parecen ser y lo que son.
Inicialmente, Russell nos recuerda que mientras estamos dudando de la existencia física de un
objeto, no estamos dudando de la información sensorial que nos hizo pensar que había una
mesa. Russell sostiene que no se puede demostrar que no estamos soñando, que es posible
que nos encontremos solos en un desierto y que todo lo que nos rodea incluidas las personas
y sus mentes, son producto de nuestra imaginación, pero también sostiene que no hay razón
para suponer que esto sea cierto.

Llegado a este punto, el autor hace referencia a la Duda Metódica propuesta por Descartes.
Este no creía en nada que no fuera claro. Se imaginó la posibilidad de una realidad
desordenada, engañosa. Descartes considera la posible existencia de un demonio tramposo
ya que no había nada que pudiera demostrar lo contrario, pero también propone que este puede
también no existir. Sin embargo, Descartes consideró que no podía darse el caso de que él
mismo no existiera, porque si él no existía, entonces no podía ser engañado por un demonio.
Dado que dudaba, necesariamente existía. Russell extrae el concepto de que "las cosas
subjetivas son las más seguras."

los objetos físicos no parecen exactamente igual que nuestras informaciones sensoriales, y que
el mundo físico parece ser el causante de los datos de los sentidos y la experiencia privada. En
todos los casos, incluido el sonido y el olor y el sabor, parece que percibimos algo cuando
nuestro cuerpo está en una posición adecuada en el espacio en relación con el objeto; nuestras
sensaciones dependen de las posiciones relativas de nosotros mismos y el objeto.

Russell dice que el reloj es una guía insegura. Cuando estamos sufriendo un dolor o o estamos
aburridos, el tiempo pasa muy lentamente comparado a cuando estamos felices u ocupados.
Parece entonces un tiempo distinto, al igual que el espacio público y privado. Nuestra
percepción del "orden temporal", en el que ocurren los hechos, parece corresponder a una orden
real.

CAPITULO DEL 4 AL 6

La doctrina del idealismo sostiene que todo lo que existe debe ser en cierto modo mental. El
carácter de esta doctrina se opone a nuestro punto de vista común, creemos que la mesa o el
sol están hechos de algo muy diferente de lo que llamamos "mente" o "nuestros pensamientos".
En comparación con la opinión de sentido común, el idealismo es claramente más difícil de
creer.

Este capítulo revisa las bases sobre las cuales se construye la noción del idealismo y comenta
algunos argumentos esgrimidos por Berkeley. La realidad fue producto de alguna mente, y
cualquier "cosa", no en alguna otra mente no existe.

Russell dedica este quinto capítulo a una elucidación del conocimiento de las cosas. Asimismo
distingue dos tipos de conocimiento: el conocimiento de las cosas (directo) y el conocimiento
por descripción. El conocimiento directo se produce sin ningún tipo de inferencia, es
independiente de cualquier conocimiento de verdades, podemos estar al tanto de algo
inmediatamente sin saber nada de verdad en ello.

Russell resume nuestro conocimiento diciendo que este radica en la memoria de las cosas
que han sido o bien datos de los sentidos exteriores o del sentido interno. Todos los objetos
de conocimiento son particulares, cosas concretas y existentes. Russell advierte que también
podemos tener conocimiento de las ideas abstractas, generales llamadas universales.

Nuestra expectativa de que el sol saldrá mañana es un caso esencial para Russell. Tal
expectativa es habitual. Aunque no existe una prueba sencilla, se compromete a encontrar una
fuente de creencia general que justifique nuestras expectativas. Es obvio que estamos seguros
de que el Sol saldrá mañana porque ha sido así cada mañana, esperamos el futuro basándose
en el pasado o bien, apelamos a las leyes del movimiento. Un cuerpo en rotación, seguirá el
mismo transcurso que siempre ha hecho. Para ello, Russell reformula la pregunta inicial: ¿qué
razón tenemos para suponer que una ley del movimiento se mantendrá?

La incertidumbre acerca de las expectativas por las cuales vivimos nuestras vidas diarias, tales
como la expectativa de que no vamos a ser envenenado por el pan en nuestra próxima comida,
es una posibilidad. Russell intenta mostrar a continuación que nuestras expectativas no son del
todo fiables

CAPITULO DEL 7 AL 9

los principios generales que funcionan de manera similar al principio de inducción. El


conocimiento de estos principios no puede ser probado o desmentido pero aún así puede
alcanzar el mismo grado de certeza que el conocimiento por experiencia directa.
si una proposición inicial es verdadera, la que le precede también lo será, es un principio
ejercido por la deducción, no por la experiencia.

Otra forma en la que nuestro entendimiento está de acuerdo con la teoría empirista está en la
posición de que nada puede ser conocido si no es por experiencia. En contraste con los
empiristas, los racionalistas creían capaz de deducir la existencia de algo en el mundo sólo
desde la consideración general en cuanto a lo que debe ser. Un conocimiento “a priori”, que es
el que más se asemeja a la de la clase de verdad independiente que los racionalistas tenían
en mente. Russell dice que estas proposiciones son puramente hipotéticas, dando
conexiones entre las cosas que existen o no existen, pero no les atribuyen una existencia real.
Se requiere el conocimiento de que la primera es verdadera, cuando esta condición se
cumple, entonces el principio “a priori” es verdad. El concepto tradicional de que el
conocimiento “a priori” era necesariamente analítico, da a entender que el predicado estuvo
siempre implícito en el sujeto. Un ejemplo es la afirmación: "Un hombre calvo no es calvo."
Antes de Kant, la ley de la contradicción, de que "nada puede ser y no ser", fue suficiente para
demostrar la verdad que el conocimiento a priori no se encuentra implícito en el conocimiento
analítico, ya que no es necesario analizar este caso para saber a primeras que es imposible
que se cumpla que un hombre puede ser calvo y no serlo.

Los juicios a priori se entiende de manera análoga. Por cierto el ejemplo propuesto por Russell
de "dos y dos son cuatro" no es cierto debido a nuestra naturaleza, como Kant cree.
Russell termina su investigación sobre el conocimiento a priori con la observación de que
nuestro conocimiento al respecto se refiere a cosas que no parecen "existen, tanto en lo mental
como en el mundo físico"
La Teoría de las ideas intenta averiguar como podemos entender las relaciones. Derivado de
su teoría, Platón consideró por primera vez el concepto de justicia. Platón decía que la justicia
se entendía a partir de actos comunes que compartían una misma esencia. Este método se
puede aplicar a cualquier otra entidad abstracta, como blancura.

¿Por qué, entonces, si tantas cosas dependen de los universales, solemos ignorarlos? Russell
afirma que el verbo y la preposición se han pasado por alto en la filosofía y que los análisis del
adjetivo y sustantivo han determinado la metafísica desde Spinoza. Russell describe la
consecuencia de este error: "Los adjetivos y los sustantivos comunes expresan cualidades o
propiedades de las cosas simples, mientras que las preposiciones y verbos tienden a expresar
las relaciones" entre las cosas.

los pensamientos y sentimientos, la mente y los objetos físicos existen. Sin embargo, los
universales no lo hacen, sino que subsisten. Pero ambos son importantes y reales.

CAPITULOS DEL 10 AL 12

En este capítulo, Russell estableció que tanto el conocimiento universal como el particular
podían ser conocidos directamente, por descripción o simplemente no ser conocidos por
ninguno de los dos.

El conocimiento de los universales que se conoce directamente puede ser aprehendido con
poco esfuerzo y parece estar más cerca del particular que cualquier otro universal. Si
recibiésemos un número ’x’ de informaciones sensoriales, sabríamos distinguir que estas tienen
algo en común que las relaciona, de esta manera Russell se familiariza con el universal relación.
En este conocimiento tanto las relaciones temporales, como las espaciales, están entre aquellas
que conocemos directamente.

El universal similitud es otro conocimiento directo. Relacionamos por ejemplo dos colores que
se asemejan
por tanto, muy probable que dos nociones diferentes se hallen combinadas en la noción de
'evidencia' tal como ha sido expuesta; que una de ellas, la que corresponde al más alto grado
de autoevidencia, es realmente una garantía infalible de verdad; mientras que la otra, la que
corresponde a todos los otros grados, no proporciona una garantía infalible, sino una presunción
mayor o menos.
nuestro conocimiento de verdades tiene como contrario el error. Y nos plantearemos como
pregunta principal ¿Qué entendemos por verdadero y falso?, pero para poder plantearnos
esta pregunta, Bertrand nos menciona que es importante primero preguntarnos, ¿qué es
verdad? Y ¿qué es falsedad?

Hay tres requisitos al querer descubrir ¿cuál es la naturaleza de la verdad?

o La teoría de la verdad debe ser tal que admita su opuesto, la falsedad.


o la verdad y la falsedad son propiedades de las creencias y de las afirmaciones; por
consiguiente, un mundo de pura materia, puesto que no contendría creencias ni
afirmaciones, no contendría tampoco verdad ni falsedad
o Aunque la verdad y la falsedad sean propiedades de las creencias, son propiedades
que dependen de la relación de las creencias con otras cosas, no de ciertas
cualidades internas de las creencias.

Podemos finalizar diciendo que la verdad coincide en la coherencia.

CAPITULOS DEL 13 AL 15
En principio se podría definir conocimiento como la creencia verdadera. Sin embargo
no todas nuestras creencias son verdaderas. Bertrand nos brinda un ejemplo claro para
esto: “Si alguien cree que el nombre del último primer ministro empezaba por B, creía algo
verdadero, pues el último primer ministro fue Sir Henry Campbell Bannerman. Pero si cree
que Balfour era el último primer ministro, seguirá creyendo que el nombre del último primer
ministro empezaba .por B. Sin embargo, esta 'creencia, aunque verdadera, no se
considerará que constituya un conocimiento.”

Entonces tomaremos el definir conocimiento como algo primordial para poder saber qué
tanto de lo que creemos es verdadero.

El conocimiento filosófico no difiere del científico. Pero lo que hace diferente a la filosofía
de la ciencia, es la crítica.

Sin embargo la crítica del conocimiento que emplea la filosofía no debe ser una duda
destructora. En resumen la crítica no es la que rechaza todo sino la que considera cada
parte del conocimiento y conserva todo lo que siga apareciendo de éste.
¿Cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada?

Al igual que los demás estudios, la aspiración primordial de la filosofía es el


conocimiento que nos da unidad y el que resulta del examen crítico del fundamento de
nuestras convicciones, prejuicios y creencias.

El valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre.

Bertrand nos muestra que la filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas que nos
proporciona sino por los problemas que nos plantea, ya que estos problemas amplían
nuestra concepción del Universo, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz
de la unión con el Universo que constituye su supremo bien.

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