Después de conversar un tiempo, acordamos vernos una próxima vez justo frente del vagón de la Maestranza, en aquel banco blanco a la hora en que se esconde el Sol…
Después de unas semanas, cada día nos
veíamos en el tercer vagón del tren sin que nadie nos viera ni sospechara sobre nuestra relación. Para que no hubiese comentarios que íbamos siempre al mismo vagón y llegara a oídos de mis padres el secreto de nuestro romance; él fingía que trabajaba todos los días y yo salía de mi casa argumentando siempre alguna excusa; así no corríamos el riesgo de ser descubiertos. Un día decidieron cambiar su rutina porque tenían muchas ganas de verse y se juntaron en otro horario y otro lugar, pero mucha gente los vio. Así que antes de que se enterara el padre de la joven, decidieron escaparse juntos al día siguiente, pues ella sabía que sus padres jamás aceptarían esta relación. Y cuando llegó el esperado día, los jóvenes se encontraron en el lugar que habían acordado y corrieron para alcanzar el tren y lograr escapar juntos de ese lugar.
Apenas se sintieron a salvo, se fueron a un
rincón del vagón a pensar cuál sería su nuevo destino, pero tranquilos porque estaban en camino a construir un futuro de amor y felicidad. .