Esta posición suena sacada de una película de ficción; sin embargo, ya existen
casos como el de Facebook, que, en el año 2017 se vio en la necesidad de
desactivar una inteligencia artificial desarrollada para realizar negociaciones,
derivado de que esta creo su propio idioma; uno más eficiente y lógico que el
inglés con el que estaba siendo entrenada, ocasionando que las máquinas
empezaran a entablar conversaciones, sin que sus creadores tuvieran idea de lo
que estaban hablando. Aterrador, ¿Cierto?
Existen las tres leyes de la robótica creadas por Isaac Asimov, con el objeto de
que los robots sean programados para que no hagan daño al ser humano en
ninguna circunstancia; así como la iniciativa de la Comisión Europea, en donde
se busca plasmar en un documento, los principios éticos para el uso de la IA.
Ese problema, a decir de Bostrom, deberá de ser resuelto antes de que logremos
desencadenar el potencial de la IA, ya que en caso de no programar los sistemas
de manera correcta y sin ambigüedades, pudiéramos ocasionar que actúe en
contra de nuestros intereses.
Hace poco más de dos mil años, un hombre nos dejó una instrucción simple para
la convivencia y el desarrollo pacífico del hombre, el cual ha trascendido épocas
y culturas: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”