En cualquier situación social que las personas lleven a cabo se está interpretando
algún tipo de rol, el cual va a ir cambiando en función de los contextos interactivos.
La persona muestra un tipo de información concreta de sí mismo según la situación
y la intención, con lo que va a provocar respuestas diferentes según cómo sea
interpretado por su semejante. Como en el teatro, en toda interacción existen
unos límites conductuales preestablecidos, un guion a interpretar ante los
demás.
El escenario
Para que exista interacción social uno de los componentes clave es la existencia de
alguien que las lleve a cabo. Estas personas, quienes interactúan, son los llamados
actores. En una interacción los diferentes actores están en una situación de
copresencia, es decir de interacción mutua, en la que estas personas representan
roles concretos e intercambian impresiones las cuales serán utilizadas para
comprender la performance y actuar en consecuencia a ella. Ambos sujetos son
emisores y receptores al mismo tiempo, son tanto actor como audiencia.
El papel o rol
Así, las personas crean una fachada pública general para su actuación. Este rol
principal que jugamos a lo largo de nuestra vida, la integración de la mayor parte de
los roles, es lo que consideramos self. Esto supone que las personas en realidad
están ofreciendo una apariencia de sí mismos a los demás, que intentan acercar a
un Yo ideal.
Estos marcos o frames vienen dados en gran medida por la cultura a la que
pertenecemos a partir de la cual adquirimos formas de interpretar nuestro mundo
social y los simbolismos que forman parte de él, así como las situaciones que en
ellos vivimos., de manera podemos ajustar nuestra interacción con el medio.
Saber que ocurre en una situación dada requiere de estos marcos, que serán
utilizados como elementos tanto para comprender la realidad de la interacción como
para contribuir a su realización por parte del individuo. Estos marcos pueden ser
primarios, los cuales son utilizados para comprender sucesos naturales o
sociales, pero en algunas ocasiones requieren de marcos secundarios para dar a
un acto una finalidad distinta de la original o manipular conscientemente la
percepción del otro respecto a una acción concreta (respectivamente,
modificaciones o fabricaciones).
No se le asigna ningún valor pedagógico a lo que realmente tiene valor para la vida,
y se coloca en la cima de los tesoros pedagógicos, a las conductas observables y
medibles que resultan de un esfuerzo específico, puntual, didáctico, pero que con
el paso del tiempo serán olvidadas o abandonadas por desuso o desinterés.