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Pablo Rafael Sotelo González.

Síntesis.
Introducción a “FILOLOGÍA CLÁSICA Y HERMENÉUTICA”
(Mauricio Beuchot)

El autor nos menciona al principio que el filólogo clásico es como un mediador que le
corresponde acercar a los hombres del tiempo actual a un texto clásico que pertenece a otra
época, recalcando así la vinculación que existe con la hermenéutica por ser como una de sus
actitudes metodológicas o un instrumento propio de la filología. Beuchot también nos narra la
larga historia de la filología clásica y sobre la hermenéutica como herramienta de ésta, así como
su avance en el tiempo, siendo los primeros filólogos algunos sabios atenienses y bibliotecarios
de Alejandría durante el helenismo como Eratóstenes, que fue el primero en llamarse así mismo
“filólogo”, menciona además a los destacados en Roma y del Cristianismo en esa ápoca y en
otras como en la Edad Media con la exégesis bíblica y sobre diversos personajes en el
Renacimiento, teniendo en común todos ellos la labor de haber editado, traducido y/o
comentado a autores clásicos.

Pero la interpretación se da en un contexto de vida, en una comunidad; lleva a conocer al autor


en su propia intuición; tiene dos aspectos, comparativo y adivinatorio, uno objetivo y otro
subjetivo; admite la razón y sobre todo el sentimiento. Por otro lado la filología fue
evolucionando y acabo por tomar rumbos distintos como se dio en la época renacentista donde la
filología era preceptiva, dando reglas para la interpretación y predominando el contenido del
texto sobre la interpretación misma del lector.

Nos menciona también el sentido humanista del filólogo, para el cual, su autor no es en modo
alguno tal que él pueda querer comprender su obra mejor de lo que la comprendió él mismo, y
ese mismo sentido humanista fue el que recuperó los textos clásicos, pero que evidentemente
había una distancia temporal entre los humanistas y los clásicos que pone en problema su
vinculación, surgiendo a su vez la filología cumpliendo la necesidad de mediación.

Beuchot resalta los peligros en los que llego a caer la filología como el esterilizarse en el sólo
estudio de los métodos de la interpretación, y el de esterilizarse y desgastarse en la sola imitación
de los modelos clásicos. Así como su conciencia de ser mediadores que yendo al pasado, lo
recuperaban y lo hacían vivo en su momento, que es conciencia hermenéutica.

Siendo la hermenéutica una ayuda intermediaria, que existe entre la concepción filológica de la
prescripción y de la descripción, que es la interpretación, donde hay un momento descriptivo
como lo es la implicación - explicación y otro momento descriptivo como la aplicación. La
implicación – explicación es donde se describe lo mejor posible los contenidos de los textos
clásicos en sus contextos y la aplicación donde transportamos de una manera crítica y autocrítica
esos contenidos en lo que tienen de asimilable a los nuevos contextos, que es la actualidad.
Sabiendo que tanto la filología como la historiografía están interconectadas por el problema de la
distancia del tiempo, la hermenéutica es quien les ayuda a distinguir los prejuicios verdaderos
que nos ayudan a la comprensión contra los prejuicios falsos que nos dan un malentendido.

Así, el filólogo es quien interpreta como lector, editor, traductor y comentador sirviendo de
mediador en un texto antiguo a lectores contemporáneos. Pero hay muchos intérpretes y el texto
tiene a su vez varias clases como puede ser tradicionalmente, escrito, hablado, actuado e
inclusive mental. Dentro de los textos escritos están: el contemporáneo que obtenemos de las
diversas ediciones de una obra, otro el histórico que es el que escribió el autor como tal, otro es
el texto intentado que es el que el autor intento escribir pero nunca escribió, otro es el texto ideal
que nunca existió pero alguien lo construyo. Dentro de los tipos de autor como lo son: el autor
del texto ideal que es el interpretador, otro es el autor histórico que es el original, otro es el
pseudohistórico que se le ha adjudicado por error y otro es el autor compuesto que edita las
versiones del texto histórico.

El autor remarca la tarea del filólogo de fijar la autenticidad del texto con respecto de su autor,
que suele hacerse en el estudio introductorio del texto poniéndolo en su contexto, en el marco
histórico del autor, entre otras. Otros elementos importantes son la traducción del texto, las
notas y comentarios del intérprete y sus derivados, que tienen que ver mucho con la
hermenéutica.

La traducción que tiene mucho contacto con la hermenéutica por los problemas interpretativos
entre la traducción literal o una más libre. De la traducción, hay una a nivel sintáctico que hace
hincapié en la traducción literal, otra a un nivel semántico que profundiza en otras estructuras de
sentido y otra a nivel pragmático que toma en cuenta la intencionalidad de los usuarios, siendo la
pragmática la que se acerca más al ideal hermenéutico ya que busca lo objetivo a pesar de las
diversas intencionalidades.

Para la traducción contamos con la distinción entre la unívoca donde se pretende la literalidad y
la equivocista que es demasiado libre, y entre ellas a la análoga donde podemos ubicar a la
pragmática y a la hermenéutica que intentan ser lo más objetivas posible.

El autor concluye mencionando que la praxis filológica es como un terreno con infinitas
interpretaciones, donde las diversas teorías las delimitan y las hacen finitas, pero que dichas
teorías permiten solamente determinadas interpretaciones.

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