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Resulta anecd—tico que por razones que nunca supe no pude hacer la
recensi—n de estos dos tomos ni del tercero en los tiempos en que apareci—
y en posteriores ediciones y, sin embargo, ahora no s—lo se me ha brindado
la posibilidad de recensionar el tomo III, sino que me dan la oportunidad de
abordar la de los dos primeros tomos en su versi—n del a–o 1996 Supongo
que no faltar‡ malicioso que piense que me inclinŽ primeramente por el
tomo III que es el que ofrec’a materia m‡s ÇcualificadaÈ en torno al principio
de calificaci—n registral. La raz—n, que no pasa de ser cronol—gica, tampoco
puede justificarse por la materia, pues para calificar hay que tener muy
claras las ideas de lo que debemos entender por derechos reales y lo que
debe encuadrarse en la materia obligacional. El mŽtodo dogm‡tico de
inversi—n: si esto no es derecho real es obligacional, no encaja plenamente,
pues la existencia de figuras intermedias no permiten inclinar balanzas con
tanta ligereza.
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El primero se describe por el autor como aquel que est‡ constituido por
aquellas reglas que son b‡sicas en el orden jur’dico global y con arreglo a
las cuales en un momento dado aparece organizada la estructura y el
sistema econ—mico de la sociedad Ello se identifica con los principios del
Derecho que actœan en el campo econ—mico. Ello supone resolver el tema de
la atribuci—n de los bienes econ—micos y singularmente la propiedad
privada, la problem‡tica de la iniciativa privada y la libertad econ—mica, la
regla de que todo cambio de bienes y servicios entre las personas debe
estar fundado en el postulado de la conmutatividad, el juego del principio de
buena fe y el principio de seguridad jur’dica en su triple dimensi—n de
seguridad del ordenamiento, seguridad de los derechos y seguridad del
tr‡fico.
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El trabajo, que casi bordea las mil p‡ginas, es no s—lo extenso sino intenso,
y puede decirse que ÇagotaÈ materia. Por ello resulta sumamente dif’cil dar
una referencia detallada de su contenido y m‡s intentar profundizar en
cualquiera de sus aspectos. La visi—n debe ser globalizada y ajust‡ndose a
mi peculiar forma de construir estas recensiones. Aparte de las precisiones
anteriormente hechas sobre el concepto de obligaci—n, entiendo que son
fundamentales los conceptos que el autor deslinda sobre la deuda y la
responsabilidad, as’ como el crŽdito y la deuda, que precedidos de unas
referencias hist—ricas permiten la delimitaci—n del concepto de obligaci—n
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los avales, las p—lizas de afianzamiento y seguros de cauci—n, as’ como las
Llamadas cartas de patrocinio.