REDACCIÓN
Marisa Mosto
Federico Caivano
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
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nº 9 – 2019
Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta
publicación.
1
ÍNDICE
Presentación p. 3
Minima philosophica p. 19
Dialoguitos en el perípato p. 21
2
PRESENTACIÓN
3
SÍ, LO SÉ
Infinito al infinito,
infinito punto rojo.
Saltan y aterrizan
Los niños a su antojo.
Un-in
-tuición,
arcana y feliz,
la-de
fingir
intelección.
Saber
es
fingir
saber.
FEDERICO CAIVANO
4
LA ETERNA JUVENTUD
TERESA M. DRIOLLET
5
La lozanía se mantiene a pesar del desgarro interior. La fe
sostiene erguida la figura de madre. El amor creyente presiente y vive ya
la eternidad en las fronteras más dolorosas. La vida parece sostener y
vencer a la muerte en estas circunstancias.
TERESA M. DRIOLLET
6
¡ANDANZAS…!
Noche de fiesta en el Cervantes
MARÍA DEL CARMEN FERNÁNDEZ
1
Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Buenos Aires, Paidós., 1977, p. 99.
2
Guillén, Jorge. “Sobre Federico García. Lorca”, Obras completas. Aguilar, p. XVII.
7
Gracias a ella pudo “mostrar...” dejar aparecer... dejar ver y poder
oír. Hay una voz que se pudo expresar a través del “decir”, ese decir que
trae a presencia, permite ver... En la voz que habla, los lugares se
convierten en regiones, y éstas en moradas que nos permiten “habitar”
tornando todo lo perecedero en eterno. Sólo una cosa es necesaria: que
“el habla hable”, a través de “una mirada penetrante, llena de amor”, que
quiere llegar a nuestro corazón.
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LA CAUSA TRIANGULAR
FELIPE MATTI
9
“¿Qué sería entonces el infinito? Una superficie plana cuyos tres
lados nos serían inasequibles, una extensión que fuese suplementaria de
tal manera que las infinitas divisiones de cada uno de los ángulos aún
nos diesen ciento ochenta grados, y en los exteriores se desplegasen de
tal manera que fuesen un círculo de enormes cantidades al cual
solamente podemos entender como un triángulo… Todo sería tres, y en
todos lados habría tres de cada cosa, que a su vez se dividiesen en tres y
así.” El delirio de Vicente le disuadía la consciencia, tenía un mal estar
tan profundo que se tambaleaba por la vereda cual borracho vespertino,
de a ratos se apoyaba sobre una ya conocida ligustrina donde reposaba
su mente y espíritu. Su mente permanecía en estado de urgencia y
violento apresuramiento, pero su cuerpo no toleraba más aquella
indecisión en el caminar.
Con un corazón contrito lo único que hacía en estas idas y vueltas
era evitar el inmanente vituperio que le ocasionaría una salvaje pregunta,
una que desde que había comenzado a caminar ya tenía en mente y la
observaba con el rabillo del ojo sin querer manifestarle reconocimiento.
A fuerzas de disipar tal aflicción y poder gozar de tranquilidad optó por
imaginar qué resultaría de las calles y la ingeniería que conllevaba el
alzamiento de una ciudad ‘¿Cómo serían las ruedas de un colectivo? ¿Y
el volante?’ Asustado, Vicente se sujetó la cabeza como si de repente
hubiera sentido que se le caía. “¿Seríamos de cabeza triangular y
puntiaguda? ¡Qué horror!”
Extenuado decidió tomar asiento en una pequeña línea de
ladrillitos que formaban la entrada y fachada de una ignota casa.
Irremediablemente su divague se perpetuó ya que la agitación del
intenso caminar no era más una distracción para su espíritu. Una
pesadilla le oprimía el pecho y se sentaba sobre sus piernas burlándose
de él, un duendecillo macabro que solamente le hostigaba a Vicente con
tal estilo que ni siquiera la sacudida de su cabeza le iba hacer olvidar
todo esto. Rendido, desesperado comenzó a fabricar una pregunta que
más bien se le hacía a él como una idea tan clara y eterna que nada ni
nadie podía ahora quitársela.
“¿Y Dios? ¿Habría también de estar constituido de tal manera
que el triángulo fuese la figura más perfecta que asimilase toda su
naturaleza?” Sus labios comenzaron a temblar como también lo hicieron
sus manos, y aquél pequeño impío se reía a carcajadas para burlarse de
lo ridículo que había sonado aquello que, en voz alta, había largado
como si hubiera un exceso de aire en sus pulmones y ya no cabía más
espacio para otra exhalación. Tal impertinencia y poco valor para
contenerse largó aquél infantil exabrupto. “No… Por supuesto que no,
Dios es y siempre será un círculo cuyo diámetro nos es inmensurable
puesto que no ha de tener límite ni centro.”
FELIPE MATTI
10
ACERCA DE MIS ABSURDAS VACACIONES
FRANCO CÁCERES
11
Un agente de tránsito me dijo que no siguiese: “el camino se
encuentra inundado”. Le pregunté a qué se refería con el término
“camino” e “inundado”. Él no me supo definir con género próximo y
diferencia específica. Él no tenía idea lo que era un camino y una
inundación. Seguí sin prestarle atención.
Al frenar a estirar las piernas, mi amigo Facundo se sumó al
viaje. Para cuando me quise dar cuenta, él se encontraba parado en el
techo en posición de meditación. Según él, quería “conectarse con lo alto
de la trascendencia”. Facu es muy literal. Iba a decirle que no funciona
así pero, desde que se sumó al viaje, la señal que captó la radio fue
fabulosa.
Llegamos a una estación de servicio y tuve que dejar una
manzana a medio comer, por tener problemas con la definición: si la
mordía una vez más, podría ocurrir un cambio sustancial y la manzana
dejaría de ser manzana; y, si dejaba de ser manzana, ya no me la podía
comer, podría quedarme en la mano un pedazo de media no manzana del
que no podría disfrutar.
Tenía sed, pero no poseía mucho dinero. Me tomé una cerveza y
le dije al mozo: “ahora tráigame la mitad”. Cuando terminé esa, le volví
a decir “tráigame la mitad” y también me tomé aquella, por lo que
nuevamente repetí la orden. Estuve una eternidad que siento que duró un
segundo infinitesimal, pero me salí con la mía: tomé infinita cerveza y
solo pagué por dos.
Mi estimada amiga Bianca se río todo el viaje. En un momento le
dije: “Bianca dejá de reír, no todo es gracioso, la comicidad no es un
trascendental”. A lo que ella me contestó: “la risa es EL trascendental;
puedo reírme de todo e incluso más, puedo reírme de la nada”. Seguí
callado el resto del viaje, no pude argumentar contra eso.
FRANCO CÁCERES
12
LA CAVERNA DEL TERCER INFINITO
MARISA MOSTO
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Busqué instintivamente alguna salida de ese encierro. Quizás la
puerta a un infinito que fuera en cierta medida connatural, la conexión a
un retorno al hogar, a lo humano, un lugar exterior a esos pasillos. No
estaba lejos. Lo vi enseguida reflejado en la mirada amiga que me estaba
esperando. De manera incomprensible comencé a recobrar la familiar
seguridad de siempre.
MARISA MOSTO
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LA LAGUNA
ENRIQUE LARRETA1
1
Enrique Larreta (1875-1961) fue un gran escritor argentino. Muchos de nosotros
hemos visitado su casa, el Museo Larreta, en el barrio de Belgrano. Este soneto
pertenece a un poemario llamado La calle de la vida y de la muerte. Más allá de lo
literario, me ha sorprendido la consideración de nuestras lagunas de campo como sitios
muy buenos para la meditación filosófica. Ante ellas percibimos mejor algunas
nociones (Dios, abismo, misterio, muerte, estremecimiento). [R.L.]
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EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS
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Copio el poema en cuestión, llamado “Las dos linternas.”
I
De Diógenes compré un día
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.
II
–Con mi linterna –él decía–
no hallo un hombre entre los seres.
¡Y yo que hallo con la mía
hombres hasta en las mujeres!
Él llamó, siempre implacable,
fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable,
y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto,
cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo,
miro allá, y un mártir veo.
¡Sí! mientras la multitud
sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud
y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza,
el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza,
y una necedad la gloria.
¡Diógenes! Mientras tu celo
sólo encuentra sin fortuna
en Esparta algún chicuelo
y hombres en parte ninguna,
yo te juro por mi nombre
que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre,
y un ángel toda mujer.
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III
Como al revés contemplamos
yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel
las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él;
la virtud dirá que yo.
18
MINIMA PHILOSOPHICA
19
Algún chiste filosófico
Tres gauchos, don Zenón, don Anastasio y don Anacleto, estaban
en medio del campo junto al fuego, en una gélida noche invernal. ¿Cuál
de los tres soportaba más estoicamente el frío?
1
“Otro igual a sí mismo.”
20
DIALOGUITOS EN EL PERÍPATO
A Marisa Mosto
Querida Marisa
Siempre me das ocasión de pensar. Varias veces, como ahora, mi
cabeza va a cualquier parte. Me sentí muy comprendido por tu escrito.
Lo interpreté, para uso mío, como un intento de protegerse a uno mismo
(o de consolarse, no alcanzo a expresarme bien) contra la perfección
tecnológica, que muy a menudo –quizás me equivoque– no respeta a
quienes no la pueden seguir. Lo has dicho con más lucidez.
Por otra parte, confieso que por temperamento me resulta difícil
salir de la rutina y explorar posibilidades nuevas; o mejor, busco nuevas
posibilidades, pero dentro de mi índole, de mis conocimientos, de mis
contactos. No me suelo animar a dar un salto. Creo que ahora a eso lo
llaman la “zona de confort.” Me gustaría que vos y otros pensadores nos
dejaran oír sus reflexiones sobre eso. En todo caso, me parece
extremadamente extremo lo que encontré en la Red, que pongo aquí
abajo. Ignoro por completo quién dijo tal cosa.
Radulfus
21
A Franco Cáceres
Tu texto me recuerda a Gargantúa y Pantagruel, por la prosa y el
tipo de humor. Me quedó la duda: ¿llegaron a destino? Y reniego de esa
idea tan poco aristotélica de que “importa más el viaje que el destino”.
Aunque me pregunto ahora si es que se puede decir que alguien alguna
vez “llegó” a algún lado. Deberé consultar las Categorías, o tal vez el
Perì hermenéias, o uno de esos. Lo importante es que me va a dar la
razón.
Federico Caivano
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