Mucho se habla sobre el peligro que constituyen las redes sociales para la
democracia. Pasó el tiempo del optimismo, cuando creíamos que el acceso más
fluido a la información representaba un plus democrático, abría espacio a nuevas
formas de representación. El avance global de la extrema derecha, la sospecha
fundada de que fue la manipulación de las redes sociales lo que llevó a Gran
Bretaña a decidir la salida de la UE, las evidencias de que estados poco o nada
democráticos están detrás de operaciones destinadas a interferir en procesos
electorales, todo este conjunto de noticias preocupantes marcaron el fin de un
entusiasmo que retrospectivamente nos parece naif, substituido por un pesimismo
que tal vez no necesite ser terminal. Umberto Eco 2.0: apocalípticos o integrados.
Sin embargo, como aspecto negativo del hábito de informarse por medio de las
redes sociales, surge la polarización exacerbada. Los extremos se fortalecen, el
pluralismo y el centro pierden terreno. El diálogo y el debate crítico resultan
expulsados del espacio público por la imposición de consensos parciales o,
digamos, regionales: conjuntos de creencias que configuran una suerte de
cosmovisión en la que el otro es el enemigo que necesita ser destruído. Esta
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polarización (nuestra grieta) parece haberse instalado en muchas de las grandes
democracias del mundo. Parecería que de la mano de la comunicación digital en red
aplicada a la política, la agonística democrática fue substituida por una antagonística
autoritaria, donde el que era o debería ser opositor se transforma en enemigo.
Como enemigo, debe ser destruído, bajo riesgo de que me destruya.
Pero no son en sí mismas las redes sociales lo que causa este efecto sino su uso
combinado con una técnica narrativa, una estrategia de toma del poder que se
conoce como populismo. Esta convergencia, de eficacia más que demostrada, es lo
que aquí llamamos cyberpopulismo.
Demos algunos pasos atrás para intentar comprender cómo esto ocurre y cuáles
son las consecuencias. Queremos entender si los efectos negativos del
cyberpopulismo son un mero efecto secundario, pasible de correcciones con meros
ajustes de foco, o si se trata de algo inherente al modelo, estructural e inevitable.
Identidad e identidades
Antes de seguir, una advertencia metodológica. Para esta comunicación movilizo
algunos pocos conceptos de la teoría del populismo de Laclau, Mouffe y Casullo.
Sin embargo, mi análisis se da en términos de la filosofía hermenêutica de Paul
Ricoeur y de mi apropiación de esa filosofía para entender la comunicación humana.
Es decir, mi discusión es exterior a la construcción teórica del populismo y es desde
ese lugar que espero poder contribuir de alguna manera al debate. Presentaré
primero el marco teórico, para después a enfocar la atención en Brasil, un caso muy
cercano y sin duda paradigmático.
Paul Ricoeur desarrolló la noción de identidad narrativa, uno de los conceptos más
interesantes y originales de su filosofía. Simplificando mucho, podríamos decir que
yo soy la historia que me cuento a mi mismo (y a los otros y con los otros) sobre mi
mismo. Mi identidad es al mismo tiempo la duración en el tiempo de algunas
características inmutables (mi código genético, por ejemplo) con aspectos que
cambian, con acciones y episodios que podrían ser incompatibles o incoherentes
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entre si, no fuese la trama narrativa que los une en una historia singular. Entra aquí
en juego el muthos aristotélico, de trama o de intriga, con su capacidad para reunir
lo diverso, lo dispar. Ricoeur habla de identidades narrativas individuales y
colectivas; un sí mismo o un yo y un nosotros. Las identidades narrativas están
siempre siendo reescritas y de alguna manera somos coautores y al mismo tiempo
actores, porque no tenemos dominio absoluto sobre las intrigas en la vida del
personaje que nos toca ser (“no sé por qué hice esto, qué me llevó a actuar así…”).
La alteridad del otro, que es una metacategoría de la alteridad tout court, es el tercer
elemento. El Otro es mucho más que la contrapartida de ese sí-mismo que se
afirma en la acción: es parte constitutiva de su sentido. El Otro representa una
mediación necesaria entre el sí y el sí: no hay un Sí-mismo sin un Otro.
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Recurriendo a la filosofía de Husserl, Ricoeur muestra cómo el otro no es uno más
entre mis objetos de pensamiento sino él mismo un sujeto de pensamiento, como
yo, y que vemos el mundo, juntos, como una naturaleza común. Juntos constituimos
comunidades de personas capaces de comportarse en la escena de la historia como
personalidades de grado superior. El Otro está secretamente contenido en la
formación misma del sentido de lo propio. Sin ese Otro, no podría consolidarme
(rassembler), afirmarme o estabilizarme (affermir) y mantener mi identidad. Contra la
disgregación, contra la fragmentación, es el otro que da cohesión, unidad y ligación.
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convertidos en símbolos en forma de monumentos, fechas conmemorativas,
himnos, nombres de calle, relatos épicos estudiados en las escuelas… Como ocurre
con las identidades individuales (estoy pensando aquí en los procesos de
individuación), las oposiciones son necesarias para la constitución de una identidad
colectiva. Las artes, el territorio, la lengua, las comidas, las instituciones… son
muchos los elementos que construyen y mantienen una identidad nacional. Sin
embargo, un Otro absoluto, un Ellos, es invalorable para que una identidad nacional
se fortalezca. Los enemigos externos suelen ser útiles para aglutinar voluntades.
Los que tenemos edad suficiente nos acordamos de una Plaza de Mayo que hoy
avergüenza a muchos, la plaza de apoyo a Galtieri cuando se trataba de enfrentarse
al enemigo inglés. Los nacionalistas europeos tienen al alcance de la mano a los
inmigrantes, Otro perfecto: se ven diferentes, hablan diferente, tienen otra religion y
es fácil vincularlos con amenazas reales a la Nación o a las personas como son los
actos terroristas. Dictadores y demagogos de todos los tiempos conocen esta fuerza
que da tener un buen enemigo a disposición, más nadie llevo esto más al extremo
que el nazismo y el fascismo.
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a los inmigrantes, especialmente los latinos, que son los más visibles, y a lo
extranjero de un modo difuso: globalismo, China, Europa.... No le fue mal.
En la Argentina el voto por oposición es más fuerte que el voto por adhesión.
Detesto tanto a un candidato que voto a uno al que nunca votaría en condiciones
normales. El poder se gana en función de la capacidad de aglutinar voluntades en
torno de la oposición a algo o a alguien. La última elección en Brasil fue dirimida en
una pulseada por quien era el candidato más temible, si del partido corrupto que iría
a llevar a Brasil a transformarse en una Venezuela o el que amenazaba con una
retórica fascista. Nuestros vecinos le tuvieron menos miedo al fascismo declarado
que al fantasma del comunismo.
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formal, los medios de comunicación, las instituciones. El desafío ahora es que en el
mundo de las redes sociales pueden constituirse consensos divergente fuertes y
suficientemente grandes como para exigir representación política desde posiciones
que contrarían el consenso mayor. Esta es una situación que llegó para instalarse y
no va a cambiar; es importante que empecemos a pensar en el tema. Vuelvo al
ejemplo extremo de los terraplanistas: qué va a pasar cuando un candidato llegue al
Congreso defendiendo el derecho de que en los libros de texto se incluya la teoría
que niega que la tierra es redonda?
Con suficiente dinero, es posible llegar con discursos hechos a medida de grupos
muy pequeños, o muy dispersos. Se puede ajustar el mensaje a cada individuo
para, conociendo su modo de “consumir ideas” eliminar barreras y aumentar la
https://emais.estadao.com.br/noticias/comportamento,primeira-convencao-brasileira-sobre-terraplanis
mo-ocorre-em-novembro,70003019443
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fuerza persuasiva del discurso. Es el sueño de cualquier profesional de marketing,
sea su negocio vender autos, cosméticos o plataformas políticas y candidatos.
Para esto, los datos recolectados son procesados de manera que se pueda obtener
perfiles de compra, de preferencias, de toma de decisión, muy precisos. Lo que las
empresas de marketing e inteligencia digital (y una red social es eso) hacen es
afinar la puntería, entender si efectivamente yo estoy dispuesto a comprar, si tengo
condiciones y estoy en el momento adecuado, para entonces intervenir con un
mensaje suficientemente persuasivo. En el fondo son operaciones muy simples. Si
estoy buscando un auto sedán de cuatro puertas de una marca, eso puede significar
que hay una intención de compra potencial, entonces otra marca de autos de precio
similar puede abordarme. Si pedí un crédito, o si agendé un test drive, puede que mi
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The world’s most valuable brands 2019. 1) Amazon $315.5 billion; 2) Apple $309.5 billion; 3) Google
$309 billion; 4) Microsoft $251.2 billion; 5) Visa $177.9 billion; 6) Facebook $159 billion; 7) Alibaba
$131.2 billion; 8) Tencent $130.9 billion; 9) McDonald’s $130.4 billion; 10) AT&T $108.4 billion.
Source: BrandZ
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https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/mar/28/all-the-data-facebook-google-has-on-you-p
rivacy
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intención sea más firme, entonces pueden llegarme ofertas más agresivas, con
descuento. Si detecta una intención real acompañada de posibilidades concretas
(tengo que tener la plata, o el crédito), el anunciante puede gastar más plata en mi,
esperando un mejor retorno. Hasta el momento en que puedo ser directamente
accionado por un operador, real o virtual.
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medidas como reducción de cargas sociales o de derechos de los trabajadores.
Este consenso entre la clase económica dirigente fue el que eligió a Bolsonaro, no
porque esta clase tenga suficiente masa de votantes sino porque tiene suficiente
dinero para pagar la campaña que hace falta y porque supo ver la oportunidad . Y
es aquí donde entra el cyberpopulismo con toda su fuerza.
Aprender de Brasil
A partir de un estudio del momento que atraviesa la sociedad brasileña, mi
investigación (de la cual este paper es un segmento preliminar) busca responder a
dos preguntas:
- Puede el cyberpopulismo abrir espacio a gobiernos pluralistas y
verdaderamente democráticos, o necesariamente resulta en gobiernos
autoritarios?
- Qué herramientas movilizar para contrarrestar los efectos nocivos del
cyberpopulismo, máquina de ganar elecciones que difícilmente abandone el
centro de la escena política en un horizonte cercano?
Tomando Brasil como caso, el resultado del cyberpopulismo exitoso está a la vista:
es indiscutible la vocación antidemocrática del actual gobierno y es claro que su
llegada al poder se dio por un uso eficaz del cyberpopulismo. El candidato que
venció tuvo muy poca propaganda en los medios tradicionales; por la ley electoral
para la primera vuelta le correspondieron apenas 8 segundos de TV por día, frente
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https://brasil.elpais.com/brasil/2019/03/24/internacional/1553454729_290547.html
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al otro candidato que tuvo 2 minutos y medio. El candidato de derecha moderada
liberal de un partido grande, el ex-gobernador del estado de São Paulo Geraldo
Alckmin, que tuvo más de la mitad del tiempo de TV gratuita destinada a todos los
candidatos presidenciales, consiguió apenas 5% de los votos. Asi, campaña fue
decidida en las redes sociales, especialmente Whatsapp, que tiene más de 120
millones de usuarios activos en Brasil.
Es posible que haya un número suficiente de gente tan ingenua que haya podido
creerse estos disparates? Si pensamos que en Brasil hay 11 millones de personas
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https://elpais.com/elpais/2019/07/26/ideas/1564140346_833296.html
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que están convencidas de que la tierra es plana, una mamadera-pija no parece tan
inverosímil.
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El Otro absoluto
Sólo que la comunicación no ocurre siempre ni con cualquier otro. Es necesario un
terreno común que permita configurar un Nosotros, mismo que sea durante una
fracción de segundo. Esto no ocurre con el Otro absoluto (ab-soluto: separado) de
una lengua, de una cultura. Aquel con quien no puedo comunicarme: el enemigo, el
bárbaro con quien toda traducción es imposible. Aquel que no sigue el primer
mandato levinasiano fundador de la subjetividad: no matarás. Ese otro es el
enemigo que me destruye y al que debo destruir. Está más allá de la muralla de la
civilización: es el infiel al que hay que eliminar, es el caníbal, es el torturador, es el
asesino. Extraño a la comunidad del nosotros, puede ser el exiliado, el desterrado o
el ex-comulgado. No tiene razón ni razones. Su cuerpo no tiene espacio en el
camposanto, es el hereje o el desaparecido. Vuelos de la muerte, tumbas
clandestinas para ese ser que niega mi humanidad (y con eso la suya propia). Ese
otro al que puedo y debo eliminar y para eso me apoyan las leyes del derecho y de
Dios: es el Otro de la guerra santa, de la jihad, de las acciones comando en la
noche del desierto. Menos que humano. Guillotina y paredón, hoguera para sus
libros y para sus cuerpos, picana para sus genitales. Es el fusilado al que es preciso
deshumanizar pero es también el verdugo que se distancia de ese cuerpo
atravesado por sus balas, de ese rostro que pide clemencia. Borrar nombres, y
caras anular ideas, reescribir la historia con agujeros negros y saltos en el tiempo.
Es necesario deshumanizar a ese Otro tanto cuanto sea posible, retirarlo del terreno
del diálogo, es decir del logos plural. Así, desprovisto de razón, no hay razones que
deba escuchar. “Al amigo, todo. Al enemigo, ni justicia", conocemos las palabras.
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que nosotros seamos. Él o yo, ellos o nosotros. No hospitalidad ni reconocimiento,
no hay común, no hay communitas, no hay communicatio.
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me contiene. Para que yo sea, para que la identidad del grupo que me contiene se
constituya y se preserve, ese enemigo es necesario, pero al mismo tiempo no tiene
lugar en la polis. Es pura negatividad que define mi identidad de grupo. Una
identidad que resulta frágil porque no es maleable: su rigidez, que se confunde con
fortaleza, es responsable por una fragilidad de origen que exige cada vez más un
otro o algunos otros con que contratar para no romperse. Una identidad que es puro
idem está amenazada de muerte por los cambios de su entorno: adaptarse es tarea
de la identidad ipse, que es la que garantiza flexibilidad al poder absorber lo distinto,
lo imprevisto, en su seno acogedor de la diversidad.
Pero el cyberpopulismo nace para la toma del poder. Su objetivo es que un grupo
minoritario se haga mayoría o, por lo menos, tome las riendas de la conducción
política. Lo hace a partir de identificar en los individuos, por medio de técnicas de
marketing digital, aquellos elementos fundantes de la identidad que puedan ser
movilizados contra un Otro. Su raison d’être es la toma del poder y el medio para
conseguirlo es exacerbar la oposición de su “cliente” con ese enemigo elegido que,
en el caso de países que carecen de un enemigo externo suficientemente fuerte,
será otro agente, otro actor inscripto en la identidad mayor que es la de la nación
que ambas integran.
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autoritarismo de derecha con un modelo intrínsecamente autoritario de izquierda?
Provisoria pero contundente, nuestra respuesta hoy es que no, que una sociedad
presa entre fuerzas de signo opuesto pero que funcionan una como espejo de la
otra en un modelo simétrico de conquista y manutención del poder por medio de
estructuras populistas está condenada al autoritarismo, a una fractura interna que
no se cierra. El pluralismo es aplastado por los extremos, las nuances y los matices
se tornan irrelevantes en una sociedad que hace del contraste entre blanco y negro
la base de su acción política.
Ninguna verdad satura todos los espacios de verdad. Nadie tiene toda la razón,
nadie tiene ninguna razón, nos enseña Ricoeur. En una sociedad polarizada esto no
es cierto: mi verdad necesita saturar todos los espacios y el Otro no puede tener
ninguna razón y por eso estoy condenado a tener toda la razón y todas las razones.
No diá-logos, no hay logos. Es la muerte del pensamiento.
El cybepopulismo puede ser una forma narrativa vacía de contenido, pero no es una
forma exenta de ideología. Una hermenêutica crítica es necesaria para desvendar la
ideología intrínseca de los populismos de derecha y de izquierda. Safatle, entre
otros, nos advierte: “Cuidado con igualar populismos izquierda con populismos de
derecha. Al fascismo (populismo de derecha) hay que llamarlo fascismo”6. Tiene
razón, es una alerta válida y necesaria. Pero no por eso debemos dejarnos capturar
por una dinámica autoritaria que necesariamente resulta en una reducción de
democracia. Contra los autoritarismos, pensamiento crítico y plural. Lo contrario es
renunciar a la pluralidad, a la diversidad, a los matices y las tensiones dinámicas de
la democracia -es decir, a lo mejor del pensamiento democrático. Toca aprender a
ganar elecciones desde la libertad de pensar y desde una política de la hospitalidad,
el reconocimiento y el acogimiento.
Pero: se puede?
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https://brasil.elpais.com/brasil/2019/07/03/opinion/1562176410_719446.html
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BIBLIOGRAFIA
CASULLO, María Esperanza. Por qué funciona el populismo. El discurso que sabe
construir explicaciones convincentes de un mundo en crisis. Buenos Aires:
Siglo Veintiuno, 2019.
LACLAU, Ernesto. La razón populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
2005
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______. Le discours de l’action. I n RICOEUR, Paul. La sémantique de l’action.
Paris: CNRS, 1977. p. 3-113.
______. Quel ethos nouveau pour l’Europe. In Imaginer l’Europe. Le marché
intérieur européen, tâche culturelle et économique, sob a direção de P. Koslowski.
Paris: Cerf, 1992. p. 109.
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