Anda di halaman 1dari 3

Platón, Hegel, Lacan y Agustín Lara,

prólogo por Manuel Vázquez Montalbán a

El bolero. Historia de un amor


de Iris M. Zavala, Celeste, Madrid, 2000.

Como aspirante a romanista, yo estaba obligado a saber quién era Iris


M. Zavala, la autora de Masones, comuneros y carbonarios; Fin de siglo:
modernismo, 98 y bohemia; Alejandro Sawa: Iluminaciones en la
sombra; Unamuno y el pensamiento dialógico. Afortunadamente para el
romanismo, y más concretamente para el hispanismo, dejé de competir
tempranamente con Iris M. Zavala, pero ella se vino a mi terreno
escribiendo una novela, El libro de
Apolonia, y un ensayo sobre el
bolero, El bolero historia de un amor,
publicado en 1991 por Alianza, ahora
corregido y aumentado en esta edición
de Celeste. Considero mi terreno el
bolero porque desde mis poemas
veinteañeros, Una educación
sentimental, al próximo Cancionero
General del Franquismo, pasando
por Crónica sentimental de España he
sostenido que la canción popular
entendida no como canción tradicional
sino como la canción de consumo
mediáticamente propiciada, tiene el
inmenso valor que le da a veces la
calidad letrista y musical, pero siempre
el uso que de ella hace la
sentimentalidad popular. Como toda
obra literaria o artística, el bolero depende de sus autores y de sus
receptores, en ese juego de complicidad creadora que Goethe y los
ilustrados ya suponían entre la operación de escribir y la de leer. Es
imposible inventariar la conciencia social existente y propiciada por el
poder a través de la industria cultural o del simple dirigismo, sin
comprender el papel que desde hace unos setenta años desempeñan los
medios de inculcación de consumo cultural y la función que en ese
consumo desempeña la canción como portadora de pautas de
imaginación, de ideología y conducta. El placer que Rimbaud o Eliot
transmiten a los lectores de poesía culta es equivalente al que los autores
de Amar y vivir o Perfidia propician a los que han comprendido que en
todo bolero hay una historia de un amor como no hubo otro igual, que nos
hace comprender, nada menos que... todo el Bien, todo el Mal, y además
pone luz a nuestras vidas. La tía Helen de Eliot, que forma parte de su
memoria referencial y que propone a los lectores como reclamo para todas
las tías Helen, se transforma en una heroína o antiheroína de canción que
ayuda al oyente a insertar a su tía real en la novelización de su propia
memoria sentimental y la altísima reflexión de Pavese sobre Il mestiere di
vivere, el oficio de vivir, un bolero la zanja en pocos versos: Se vive
solamente una vez/ hay que aprender a querer y a vivir/ no quiero
arrepentirme después/ de lo que pudo haber sido y no fue.

Se había abordado la canción popular contemporánea, bien desde la


perspectiva erudita de encontrarle las raíces en el cancionero tradicional o
bien desde el sociologismo que indaga la transmisión de ideología de los
cancioneros desde los tiempos de la prerrevolución francesa, cuando
cumplieron entre las masas papeles equivalentes a los cumplidos por los
enciclopedistas entre las elites. Iris M. Zavala tiene el bolero en el corazón
y en la memoria, que es donde hay que tenerlo, pero lo aborda con un
instrumental analítico de altas cejas para el que convoca incluso a Lacan o
a Hegel. El bolero de Lacan diría que necesitamos la ley para ser
inmensamente pecadores y me recuerda unos versos de la copla La
Guapa. Y al preguntarme los jueces/ por qué en el banquillo estás/ Yo les
respondí mil veces/ que por guapa y nada más/ Por guapa, por guapa,
por guapa. El bolero de Hegel diría que el deseo del ser humano es el
deseo del otro y ahí están los desgraciados y las desgraciadas de bolero
buscando al otro por donde quiera que van. No habría bolero, como no
habría tango sin la ansiedad del otro, la nostalgia del otro; en cambio, otro
espléndido sistema narrativo como es el corrido está hecho para la épica
tanto o más que para la lírica.

Bolero, corrido, tango, copla española (la más entroncada con la


tonadilla escénica) son sistemas narrativos perfectos que en dos minutos
o algo más te pueden contar Madame Bovary o Guerra y Paz, pero
gracias a Iris M. Zavala sabemos que ahí están Lacan, Hegel, Platón para
dar altísimo sentido a Antonio Machín, Bola de Nieve o Los Panchos,
porque cualquier canción es la resultante de la eterna indagación de los
seres humanos sobre necesidad y satisfacción, la dialéctica fundamental
del sentimiento y de la supervivencia. Al servicio de este espléndido viaje
intelectual, Iris M. Zavala pone todos sus saberes de descodificadora
literaria, historiadora y cómplice de boleros y amores posibles e
imposibles, sabedora que, desde Platón, el amor es el lugar privilegiado de
la pasión por los signos, es decir, por las señales, y Zavala cree, como yo,
que a la canción popular han llegado las grandes ideas y los grandes mitos
de nuestra cultura humana, patrimonial, acumulada. Y además de este
libro aprovecha todo, porque al final el lector puede echarse al cante y
tratar de oírse en la interpretación de la Antología de Boleros y yo mismo
no me he podido resistir a repasar todos mis fracasos amorosos con la
ayuda de Una aventura más de Los Panchos, la canción que yo tarareaba
cuando tuve mi primer fracaso amoroso. Un poco después de la guerra de
Corea.

Anda mungkin juga menyukai