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José Luis Caballero Martínez

“Difícil tolerancia”, Yves-Charles Zarka. Escolar y Mayo editores.

En el arriesgado libro de Zarka, se plantea la tolerancia de Occidente desde la


Modernidad, es decir finales del siglo XVI, a partir de la separación de las religiones y
la política. Pero esta tolerancia no se da en paralelo, pues ni el judaísmo ni el islamismo
es posible filosofar ni siquiera filtrándose por sus creencias. Esto sí ocurre por ejemplo
con Tomás de Aquino, pues se pregunta si no habrá otras formas de doctrina, además de
las disciplinas filosóficas, en cuanto a la posibilidad de una filosofía de la revelación,
algo que en las otras dos religiones queda directamente proscrito.

Opone Zarka la idea de la tolerancia a la de la permisividad, pues dota a la primera de


un estamento político jurídico que quiebra cualquier voluntarismo que nace de la
permisividad, débil en sus consecuencias. Ese marco jurídico al que se refiere Zarka, lo
denomina estructura-tolerancia, y entiende por esta, una aptitud adquirida con
independencia de apelaciones a virtudes morales. Se convierte en una pequeña virtud
que contiene el concepto de reciprocidad, no necesitando comportar las ideas de
generosidad, amor, heroísmo o valentía; simplemente reciprocidad.

Debe de contar con la dificultad de desprenderse de la adhesión espontánea a uno


mismo a nuestra tribu y esto sólo puede lograrse por la educación.

Zarka determina los dos estratos de la estructura tolerancia en el “ Mundo desgarrado” y


“ el reconocimiento sin reconciliación” y aquí radica en mi opinión su novedad y su
posibilidad. Un mundo desgarrado en el que los actos, vejaciones que ha sufrido un
pueblo le permita concienciarse como pueblo. Esto es así a pesar de todos los intentos
de exterminio. Se trataría de una constancia de agravio por el que a un pueblo le es
imposible reconocerse en otro. De ahí se desprende el siguiente sustrato, el
reconocimiento sin reconciliación. Te reconozco en tu fe, no por lo que crees, sino
porque como hombre creo que crees en puridad, es decir tu honestidad en tu creencia,
dado que yo en tus mismas circunstancias creería en lo mismo, así como tu
recíprocamente actuarías.

Pero el problema, avanza Zarka y quizás por ello su libro no esté en los estantes de las
bibliotecas, es que El Islam nunca ha reconocido estos extremos y ni siquiera en el seno
de su pueblo puede darse más que un ejemplo como la dhimma, es decir, un tratamiento
casi de guetto a quienes no profesan su religión.

Me parece un libro imprescindible.

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