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El impacto de los desechos antrópicos en individuos

juveniles de Chelonia mydas (tortuga verde), Cerro


Verde, Uruguay

Tesis presentada para la obtención del título de Licenciada en Ciencias


Biológicas

Octubre de 2011

Departamento de Ciencias Biológicas

Universidad CAECE

Autora: María Inés Murman

Director: Lic. Jorge Pérez Comesaña

Co-directora: Lic. Luciana Alonso

1
Índice:

1- Resumen………………………………………………………………………………………………………………….4

2- Introducción.................................................................................................................5

2.1- Amenazas y conservación de las tortugas marinas......................................11

2.1.1- Amenazas globales............................................................................11

2.1.2- Estatus de conservación de las tortugas marinas.............................13

2.2- Chelonia mydas............................................................................................15

2.2.1- Distribución Geográfica.....................................................................15

2.2.2- Ciclo de vida.......................................................................................16

2.2.3- Distribución de C. mydas en Uruguay................................................17

2.2.4- Antecedentes de C. mydas en Cerro Verde.......................................17

2.2.5- Antecedentes de Ingesta de residuos por las tortugas verdes………..19

3- Objetivos generales y específicos...............................................................................20

3.1- Objetivo general...........................................................................................20

3.2- Objetivos específicos....................................................................................21

4- Materiales y métodos.................................................................................................21

4.1- Área de estudio............................................................................................21

4.2- Recolección de muestras.............................................................................22

4.3- Procesamiento de muestras........................................................................24

4.4- Análisis de datos..........................................................................................24

5- Resultados………………..................................................................................................25

6- Discusión………………………………………………………………………………………………………………..40

7- Conclusiones………………………………………………………………………………………………………….46

8- Recomendaciones………………………………………………………………………………………………….46

9- Agradecimientos…………………………………………………………………………………………………….47

2
10- Bibliografía................................................................................................................48

ANEXOS

Anexo 1: Ejemplos de desechos antrópicos encontrados....……………………………………….57

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1- Resumen

En la región del Atlántico Sur Occidental (ASO), el Área Costero-Marina


Protegida (ACMP) “Cerro Verde e Islas de La Coronilla” (Departamento Rocha) en
Uruguay ha sido identificada como una de las zonas de mayor importancia para el
desarrollo de Chelonia mydas (tortuga verde) especie que se encuentra listada como
“en Peligro” de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN). Esta especie enfrenta diversas problemáticas a nivel local, y una
amenaza muy importante es la ingesta de desechos sólidos. Los desechos antrópicos
son cualquier material manufacturado, sólido que ingresa en el ambiente marino.
Existen hace largo tiempo y son utilizados por ser duraderos, fuertes y de bajo costo.
La ingesta de desechos es uno de los efectos que tiene la contaminación sobre las
tortugas marinas. La misma podría ser intencional (por ser confundidos con presas) o
accidental (al estar adheridos o junto a la fuente natural de alimento), teniendo
efectos sub-letales o letales.

En este estudio, se analizaron los tractos gastrointestinales de 23 tortugas para


verificar la ingesta de desechos antrópicos por individuos juveniles de C. mydas en
Cerro Verde, Uruguay. Los desechos registrados fueron agrupados en tres categorías:
Plásticos, Actividad Pesquera y Diversos. El 82,6 % presentó desechos en algún sector
del tracto digestivo, por ejemplo: plásticos blandos, goma, látex, plásticos duros,
tanzas, cuerdas, telgopor, tejido, espuma y “otros”. En total, se encontraron 1073
ítems; El 75,58% pertenecientes a la categoría Plásticos, el 16,50% a la categoría
Actividad Pesquera y un 7,92% a la categoría Diversos. El peso húmedo total de los
ítems fue de 345,6 g. Según el %IRI calculado, los desechos con mayor importancia
relativa fueron: plásticos duros, seguidos por plásticos blandos y por último cuerdas.
Los desechos de menor importancia fueron el metal, espuma, látex, telgopor y goma.

Las tortugas con tallas mayores a 35,6 cm de LCC ingirieron mayor cantidad de
plásticos blandos, en cambio las de tallas menores de 35,6 cm ingirieron mayor
cantidad de plásticos duros. En relación al peso de los desechos, en las tallas mayores
se encontró a los plásticos blandos y a “otros” como los ítems de mayor peso, pero en

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las menores, los ítems con mayor peso fueron los plásticos duros y luego los plásticos
blandos.

La relación entre el peso de los desechos y el total de la ingesta fue del 10,25%
con un rango de 0 a 96% (media= 17,75 ± DS= 26,73 %) para todas las tortugas, y del
11,23% teniendo en cuenta el volumen, con un rango de 0 a 92,86% (media= 18,76 ±
DS= 27,04 %).

También se encontraron diferencias significativas en cuanto a los colores de


desechos ingeridos, viéndose una mayor proporción de desechos de color blanco.

2- Introducción

Desde la era del Cretácico se reconocen cuatro familias de tortugas marinas


dentro del Orden Testudines: Toxochelyidae, Protostegidae, Cheloniidae y
Dermochelyidae (Pritchard, 1997). Actualmente sólo existen siete especies, de las
cuales seis se clasifican dentro de la familia Cheloniidae y una dentro de la familia
Dermochelyidae. Ambas familias se diferencian entre si debido a que la familia
Cheloniidae posee escudos o placas evidentes en su caparazón, en cambio la familia
Dermochelydae posee un caparazón cubierto por una gruesa epidermis (Pritchard y
Mortimer, 1999).

Dentro de la familia Cheloniidae se encuentran las especies Chelonia mydas


(tortuga verde), Caretta caretta (tortuga cabezona), Eretmochelys imbricata (tortuga
carey), Lepidochelys olivacea (tortuga olivácea), Lepidochelys kempii (tortuga lora) y
Natator depressus (tortuga aplanada). Dentro de la familia Dermochelyidae,
encontramos sólo a la especie Dermochelys coriacea (tortuga laúd) (Pritchard y
Mortimer, 1999).

C. mydas es la única especie herbívora entre las tortugas marinas, se alimenta


de una variedad de pastos marinos como Thalassia, Syringodium, Halophila, Posidonia,
Halodule y Zostera (Spotila, 2004), asÍ como también de algas marinas como Ulva sp.,
Cladophora sp. (algas verdes), Chondracanthus sp., Grateloupia sp., Criptopleura

5
ramosa (algas rojas) (Darré Castell, 2005). Si bien su crecimiento es lento debido a su
dieta baja en proteínas, pueden llegar a medir 120 cm de longitud recta de caparazón y
pesar 230 kg. Tiene un caparazón de forma oval, cuatro pares de escudos laterales,
cinco centrales, 11 pares marginales, un par supracaudal y uno nucal. Su cabeza es
pequeña, con un par de escamas prefrontales, cuatro postoculares, una frontoparietal
grande y una frontal pequeña; presentan una uña en cada aleta. Su caparazón
presenta un color castaño y ventralmente un color amarillo blanquecino (Pritchard y
Mortimer, 1999). Se distribuyen en aguas tropicales, sub-tropicales y templadas de
todos los océanos del mundo (Spotila, 2004; González Carman et al., 2011).

E. imbricata puede llegar a medir 95 cm de largo recto de caparazón y a pesar


60 kg. Su caparazón está formado por placas sobrepuestas de color café o amarillo. Se
alimenta principalmente de esponjas, anémonas y erizos de mar; se distribuye en
aguas tropicales de todos los océanos (Pritchard y Mortimer, 1999).

Fig. 1: Ejemplar de E. imbricata (Foto: Tamar)

Los individuos de la especie C. caretta llegan a medir 105 cm de largo recto de


caparazón y a pesar 180 kg, presentan un caparazón ancho y dos uñas en cada aleta.
Tienen mandíbulas de gran tamaño y fortificadas y su alimentación se encuentra

6
basada en crustáceos, moluscos, organismos gelatinosos y peces (Martínez Souza,
2009). Esta especie se distribuye en aguas tropicales, subtropicales y templadas de
todos los océanos (Pritchard y Mortimer, 1999).

Fig. 2: Ejemplar de C. caretta (Foto: Karumbé)

L. olivacea alcanza una talla de hasta 72 cm de largo recto de caparazón y


puede llegar a pesar 50 kg, su color puede variar del verde oliva al negro grisáceo.
Tiene una cabeza triangular pequeña y un caparazón ancho (Pritchard y Mortimer,
1999). Su dieta está basada en organismos gelatinosos, moluscos, crustáceos y peces
(Achaval y Olmos, 1997).

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Fig. 3: Ejemplar de L. olivacea (Foto: Tamar)

Esta especie junto con L. kempii son las únicas que pueden depositar sus
huevos en la playa tanto de modo solitario como de manera sincronizada; en este
evento, denominado “arribada” pueden llegar a participar 300.000 hembras (Alvarado
y Murphy, 1999).

Fig. 4: “Arribada” de tortuga L. olivacea (Foto: Michael Jensen)

L. kempii puede alcanzar un peso y tamaño similar a L. olivacea, pero en


promedio es la especie más pequeña de todas las tortugas marinas. Se alimentan
principalmente de crustáceos y moluscos (Wyneken, 2003) y presenta una distribución
restringida al Golfo de México, costa atlántica de Estados Unidos y ocasionalmente el
oeste de Europa (Pritchard y Mortimer, 1999).

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Fig. 5: Ejemplar de L. kempii (Foto: Adrienne McCracken)

N. depressus puede llegar a medir 100 cm de largo curvo de caparazón y a pesar


90 kg. Su distribución se encuentra restringida a la plataforma continental de Australia,
Nueva Guinea e Indonesia. Se alimenta principalmente de invertebrados de cuerpo
blando como pepinos de mar, corales blandos y moluscos (Limpus, 2007).

Fig. 6: Ejemplar de N. depressus (Foto: Chloe Schauble)

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D. coriacea es la tortuga marina que alcanza una mayor talla, pudiendo medir
hasta 180 cm de largo recto de caparazón y pesar 500 kg. Se caracteriza por poseer un
caparazón sin placas o escamas, cubierto por una gruesa capa de piel similar al cuero y
posee cinco quillas dorsales y dos laterales dispuestas de forma longitudinal. Su color
predominante es el negro con pequeñas manchas blanquecinas redondeadas. Poseen
una mancha rosada en el dorso de la cabeza, característica de cada individuo y su
alimentación se basa principalmente de medusas y otros organismos gelatinosos. Esta
especie es la de mayor distribución mundial habitando desde aguas tropicales, hasta
subárticas de todos los océanos (Pritchard y Mortimer, 1999).

Fig. 7: Ejemplar de D. coriacea (Foto: Tamar)

Se ha discutido sobre la existencia de una octava especie, Chelonia agassizii


(tortuga negra o verde del Pacífico Oriental), pero investigaciones sobre su genética y
morfología han determinado que no presenta una diferenciación a nivel de especie
con C. mydas siendo considerada en la actualidad una sub-especie (Chelonia mydas
agassizii) (Meylan y Meylan, 2000).

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2.1- Amenazas y conservación de las tortugas marinas

2.1.1- Amenazas globales

Las principales amenazas para las tortugas marinas pueden diferenciarse según
sean terrestres o marinas. Dentro de las terrestres podemos destacar la cosecha de
huevos, la captura directa de hembras adultas durante el desove, la degradación de
hábitat asociada al desarrollo del turismo, la recreación, iluminación de las playas,
erosión y urbanización, introducción de especies exóticas y la contaminación tanto por
desechos sólidos y líquidos en las playas como la contaminación por químicos urbanos
e industriales. Las amenazas dentro del mar incluyen la captura incidental ocasionada
por la interacción con las pesquerías, la captura directa para la comercialización de sus
caparazones y para el consumo de su carne, la degradación de hábitat generada por
contaminación con residuos sólidos y líquidos, colisiones con barcos y enfermedades
(Gerosa y Aureggi, 2001).

La reducción de las poblaciones de tortugas marinas es particularmente


atribuida a la destrucción de sus hábitats (por construcciones nuevas sobre todo en las
playas de anidación), a la depredación, a la pesca y a la contaminación. La
contaminación por petróleo y desechos antrópicos afectan directamente a las
tortugas, sus hábitats y su alimentación (Carr, 1987).

Actualmente se sabe que la mayor fuente de mortalidad de las tortugas


marinas alrededor del mundo es ocasionada por la pesca con redes de arrastre, los
palangres pelágicos y de fondo, las redes agalleras, sedales y trampas (Oravetz, 2000).
Sin embargo, la contaminación por desechos antrópicos ha alterado los ambientes
naturales, constituyendo otra importante amenaza. Sus efectos pueden verse sobre
todo en las costas donde el crecimiento poblacional, la demanda de recursos naturales
y la tecnología han ayudado al cambio no favorable en los ambientes naturales,
incluyendo al marino (Laist y Liffman, 2000).

En particular, los desechos antrópicos marinos se definen como cualquier


material manufacturado, sólido, desechado, que ingresa en dicho ambiente marino
(Santos et al., 2008); son polímeros orgánicos, sintéticos que existen desde hace un

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centenario ya. Los mismos han sido muy utilizados por ser duraderos, fuertes y de bajo
costo. Por supuesto, estas mismas características son las que los hacen dañinos para el
medio ambiente (Derraik, 2002).

El uso de plásticos aumenta gradualmente, y por ende, también aumenta la


cantidad de los mismos en los océanos, afectando a más de 267 especies a escala
mundial (Derraik, 2002). En 1950, las cuerdas y líneas utilizadas para las actividades
marinas estaban hechas de fibras naturales, pero desde entonces se han reemplazado
por materiales sintéticos, como el nylon, que son más resistentes y duraderos.

Las amenazas de los desechos antrópicos en el medio marino son


principalmente mecánicas, debido a la ingesta y/o enredo con los mismos por parte de
los animales (Laist, 1987). Al mismo tiempo, el ecosistema marino se encuentra en
peligro potencial debido a la acumulación de los desechos en el fondo del mar, lo que
puede causar hipoxia a los animales bentónicos, interfiriendo con el funcionamiento
normal del ecosistema (Derraik, 2002).

Reportes recientes documentaron los efectos de la contaminación en las


tortugas marinas, particularmente por los desechos antrópicos (Sakai et al., 2000),
debido a su ingesta, enredo o contacto externo. La ingesta de los desechos puede
causar la obstrucción del tracto digestivo, teniendo efectos letales o sub-letales, como
la reducción de la ingesta de alimento (por sensación de saciedad) y la reducción en la
absorción de nutrientes (Laporta et al., 2006).

El hábitat de anidación es muy importante para la reproducción y supervivencia


de las tortugas marinas, y cualquier alteración en las playas de anidación pueden dañar
a las tortugas, sus huevos o alterar su comportamiento. Desechos, equipo
recreacional, estructuras y otros obstáculos pueden atrapar, enredar o impedir el paso
de las tortugas, imposibilitando que estas aniden o que sus crías lleguen al mar
(Witherington, 2000).

Los hábitats de alimentación también se encuentran amenazados por la


actividad del hombre, ya sea por disminución de la calidad del agua, aumentando la
turbidez y destruyendo algas y pastos marinos; por el anclaje indiscriminado por

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embarcaciones dañando arrecifes coralinos y pastos marinos; o por la utilización de
dinamita y sustancias químicas para la pesca (Gibson y Smith, 2000).

2.1.2- Estatus de conservación de las tortugas marinas:

Seis de las siete especies de tortugas marinas se encuentran en la Lista Roja de


la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (U.I.C.N.): D. coriacea, L.
kempii y E. imbricata se encuentran catalogadas como en “peligro crítico” de extinción,
C. mydas y C. caretta se encuentra “en peligro” de extinción, mientras que L. olivacea
está catalogada como especie “vulnerable” (U.I.C.N, 2007).

Existen varios Tratados Internacionales de Conservación, orientados a la


conservación de las especies, protección de sus hábitats y regulación de actividades
que puedan tener efectos adversos sobre ellas. Estos tratados son instrumentos
legales, acordados entre gobiernos, y pueden desarrollarse a nivel Global o Regional
(Hykle, 2000).

A nivel Global podemos nombrar a la Convención sobre el Comercio


Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES), donde se regula el
comercio internacional de las tortugas marinas, incluidas en el apéndice I, por lo que
se prohíbe el comercio internacional de especímenes de esas especies, salvo cuando la
importación se realiza con fines no comerciales; a la Convención para la Conservación
de Especies Migratorias y Animales Silvestres (CMS), que contiene medidas estrictas
para la protección de tortugas marinas (nombradas en el apéndice I), conservando su
hábitat para evitar obstaculizar su migración y controlando otros factores que puedan
implicarles peligro; El Convenio relativo a Humedales de Importancia Internacional
reconoce las zonas marinas próximas a las costas como un tipo de humedal a ser
protegido (lo que se relaciona directamente con la protección de hábitats utilizados
por las tortugas marinas); El Convenio sobre Diversidad Biológica habla de la necesidad
de crear un Programa de Trabajo Ampliado Sobre Diversidad Biológica Marina y
Costera; y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
(CONVEMAR) habla del uso y desarrollo de los Océanos, estableciendo las
responsabilidades, objetivos y principios para el uso de los mismos.

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A un nivel Regional encontramos la Convención sobre Protección de la
Naturaleza y Preservación de la Vida Silvestre en el Hemisferio Occidental, protegiendo
y preservando las especies de flora y fauna, estableciendo áreas protegidas y
fortaleciendo la cooperación internacional; la Convención para la Protección del Mar
Mediterráneo contra la Contaminación, tomando medidas apropiadas para proteger
especies amenazadas o en peligro y sus hábitats, incluyendo a las tortugas marinas en
el listado de especies en peligro; la Convención sobre la Conservación de la Vida
Silvestre Europea y sus Hábitats Naturales, dándole especial énfasis a las especies en
peligro y vulnerables (las tortugas marinas se encuentran incluidas en su apéndice II).
La Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas
Marinas (CIT) promueve la protección, conservación y recuperación de las poblaciones
de tortugas marinas y de los hábitats de los cuales dependen (Domingo et al., 2006). La
Convención para la Protección y Desarrollo del Medio Ambiente Marino de la Región
del Gran Caribe incluye en su protocolo SPAW (Protocolo relativo a las Áreas y a la
Flora y Fauna Silvestres Especialmente Protegidas), Anexo II, a las tortugas marinas, y
en el Artículo 11 se prohíbe su captura, posesión, matanza o intercambio comercial,
perturbación de las especies en períodos de reproducción, incubación, estivación y
migración; y la Convención para la Protección de los Recursos naturales y el Medio
Ambiente de la Región del Pacífico Sur que establece áreas protegidas, reservas,
parques y prohíbe actividades que puedan causar efectos adversos sobre las especies
o ecosistemas de dichas áreas (Hykle, 2000).

La Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), desarrolla estrategias


nacionales y programas para la conservación y uso sustentable de la diversidad
biológica (Hykle, 2000). Otros instrumentos legales importantes son la Convención
Internacional para la Prevención de la Contaminación por Barcos que establece
medidas, como ser la prohibición a los barcos de arrojar desechos plásticos y residuos
de cualquier tipo al océano, disponiendo medidas más estrictas en ciertas áreas
“especiales”, según el Convenio MARPOL, anexo IV y V (Darré Castell, 2005).

Particularmente en Uruguay, las tortugas marinas están protegidas desde 1935


por la Ley N⁰ 9.481 – Decreto N⁰ 164/996, pero desde 1998 se toman medidas

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específicas con el decreto presidencial 144/98, artículo I, donde se prohíbe la captura,
retención, transporte, comercialización, transformación o procesamiento de las
especies: Caretta caretta, Chelonia mydas, Lepidochelys olivacea y Dermochelys
coriacea (Darré Castell, 2005).

2.2- Chelonia mydas

2.2.1- Distribución Geográfica:

De acuerdo a Hirth (1997) C. mydas se distribuye en aguas tropicales y


subtropicales de todo el mundo, desde los 40⁰ N de Latitud hasta los 40⁰ S, mientras
que las colonias de anidación se encuentran entre los 20⁰ N y los 20⁰ S de latitud (Hirth
y Samson, 1987). Sin embargo, estudios recientes en la región del Atlántico Sur
Occidental (ASO), han registrado la presencia de la especie hasta el norte de la
Patagonia argentina (42⁰ S de latitud aproximadamente) (González Carman et al.,
2011). El ASO ha sido determinado como una importante región para la alimentación y
desarrollo de juveniles de esta especie (Gallo et al., 2006; López-Mendilaharsu et al.,
2006; González Carman et al., 2011;).

Fig. 8: Distribución mundial de Chelonia mydas (Extraído de Busch Entertainment


Corporation)

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Uruguay ha sido destacado por presentar diversas áreas de alimentación y
desarrollo para juveniles de C. mydas tanto en el litoral adyacente al estuario del Río
de La Plata como en la costa atlántica. En particular, las aguas costeras del
departamento Rocha, constituyen una de las zonas de forrajeo con mayor ocurrencia
para C. mydas en el país, destacándose el Parque Nacional “Cabo-Polonio” y el Área
Costero Marina Protegida (ACMP) de “Cerro Verde e Islas de La Coronilla” (López-
Mendilaharsu et al., 2006).

2.2.2- Ciclo de vida

El ciclo de vida de una tortuga marina puede dividirse en etapas de


crecimiento: huevo, cría, juvenil y adulto; cada una con características específicas que
las diferencia (Meylan y Meylan, 2000).

Los huevos, de forma redonda y pequeños, son enterrados por las hembras en
las playas de anidación e incubados por el calor de la arena al no haber cuidado
parental. La incubación dura entre 6 y 13 semanas, y depende estrictamente de la
temperatura ambiente, ya que los embriones sólo se desarrollarán si las temperaturas
oscilan entre los 23 ⁰C y 33 ⁰C. La temperatura también determina el sexo de las crías,
siendo machos al incubar en temperaturas menores y hembras con temperaturas
mayores (Meylan y Meylan, 2000).

Las crías miden entre 4 y 6 cm y no pesan más de 50 gramos. Al eclosionar los


huevos, las crías se dirigen hacia el mar, comenzando su fase de vida oceánica,
denominada “años perdidos” dado que se desconoce lo que ocurre hasta que se las
vuelve a ver en etapas juveniles (Meylan y Meylan, 2000).

En los primeros años de vida, C. mydas se traslada pasivamente por los


océanos, hasta alcanzar un cierto tamaño, momento en el que comienza la fase de vida
nerítica. En particular en la zona del ASO, C. mydas es reclutada en aguas costeras al
alcanzar una talla mínima de 28 cm de largo curvo de caparazón (LCC) (López-
Mendilaharsu et al., 2006). Estos individuos permanecen en zonas de alimentación y
desarrollo hasta alcanzar la madurez sexual, lo que puede llevar entre 15 y 35 años,
dependiendo de las poblaciones. Durante esta etapa pueden desarrollar migraciones

16
entre distintas zonas de alimentación y desarrollo del ASO (Estrades y López-
Mendilaharsu, 2008). Los individuos adultos migran a las zonas de reproducción,
localizadas en áreas cercanas a las playas de anidación donde nacieron (fenómeno
conocido como filopatría) (Caraccio, 2008).

La cópula se lleva a cabo en aguas poco profundas, y luego de la fecundación,


se desarrollan los huevos dentro del oviducto de las hembras (Forsyth y Balazs, 1989).

Las tortugas anidan generalmente por la noche, entre 2 a 6 veces por


temporada con un intervalo de 12,5 días promedio, y pueden anidar cada 2 a 4 años
(Carr y Ogren, 1960; Forsyth y Balazs, 1989). Las crías e individuos juveniles de C.
mydas son carnívoras durante la fase de vida oceánica, pero en las etapas
subsiguientes de crecimiento son primariamente herbívoras, demostrando una
conducta oportunista ya que podrían alimentarse de medusas cuando estas abundan.
Generalmente se las encuentra cerca de las costas, donde encuentran una cantidad
adecuada de algas y pastos marinos (Forsyth y Balazs, 1989).

2.2.3- Distribución de C. mydas en Uruguay:

De todas las especies de tortugas marinas encontradas en Uruguay, C. mydas es


la más vista en zonas costeras, particularmente en el ACMP de Cerro Verde e Islas de
La Coronilla, localidad de Santa Teresa en el departamento de Rocha (López-
Mendilaharsu et al., 2003). Es común encontrar individuos juveniles en las puntas
rocosas de los departamentos de Rocha y Maldonado, pero solo se ha visto un
individuo adulto en aguas Uruguayas (Fallabrino, com. pers.1).

2.2.4- Antecedentes de C. mydas en Cerro Verde:

Uruguay cumple un rol muy importante en el desarrollo de los individuos


juveniles de tortugas provenientes de las poblaciones reproductoras del Océano
Atlántico Sur (López-Mendilaharsu et al., 2003). Se han registrado individuos juveniles
de entre 28 y 79,5 cm de largo curvo estándar de caparazón (LCC), provenientes de
diez playas de anidación del océano Atlántico entre las cuales Isla Ascensión (Océano
Atlántico Sur – Reino Unido) es el mayor contribuyente seguido por Isla Trinidade

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(Brasil) y Guinea Bissau (Caraccio, 2008). En aguas uruguayas, la dieta de las tortugas
se basa principalmente de algas verdes (Ulva sp.) y rojas (Chondracanthus sp. y
Grateloupia sp.) (Darré Castell, 2005). En general, las tortugas muestran una alta
fidelidad por los sitios de alimentación y mientras que algunos individuos permanecen
en la zona incluso durante los meses invernales otros desarrollan migraciones
estacionales entre diversas zonas de alimentación y desarrollo del Atlántico Sur
Occidental (López-Mendilaharsu et al., 2006; Estrades et al., 2009).

En Cerro Verde, las tortugas enfrentan problemáticas como ser la captura


incidental por pesquerías que incluye a la pesca deportiva con línea, la pesca de
subsistencia con redes desde la playa y la pesca artesanal. Otras problemáticas son el
consumo de su carne, la contaminación y el tráfico ilegal de sus caparazones (Laporta
et al., 2006).

Diversas artes de pesca constituyen una amenaza directa y/o indirecta para la
supervivencia de C. mydas. En particular, en el área de Cerro Verde, se ha registrado
que tanto la captura incidental con redes de enmalle de pescadores artesanales como
con redes de subsistencia, impactan de modo directo sobre las tortugas, causando la
muerte por ahogo. En menor medida, también se ha registrado el enredo en líneas de
pesca deportiva. Al mismo tiempo, todas las pesquerías constituyen una amenaza de
modo indirecto debido a la perdida de sus artes de pesca durante las operaciones. El
enredo en redes fantasma y líneas de pesca causa dificultades para nadar y a veces los
enredos severos y prolongados en los miembros pueden causar su necrosis o la muerte
por ahogamiento (Laporta et al., 2006).

Se ha registrado que en la costa uruguaya se utiliza a la tortuga marina como


fuente de ingreso económico, ya sea por la venta de sus caparazones como decoración
o por el consumo de su carne. Si bien el tráfico de tortugas marinas ha disminuido
significativamente desde el inicio de las actividades de la ONG Karumbé en 1999, la
cual se dedica a la investigación y conservación de tortugas marinas en el país, esta
amenaza recobra magnitud durante épocas de crisis económicas (Laporta et al., 2006).

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La contaminación es otra amenaza muy importante para las tortugas marinas.
La ingesta de alimentos contaminados por metales pesados o hidrocarburos, pueden
causar la intoxicación. En el área de Cerro Verde se ha registrado que las tortugas se
encuentran expuestas a contaminantes, probablemente asociados a fuentes difusas de
contaminación, como metales pesados, PCBs (Bifenilos policlorados),
organofosforados, agrotóxicos y residuos agrícolas (Berrondo y Eguren, 2007; Borrat et
al., 2010). Al mismo tiempo, los desechos antrópicos ingeridos por las tortugas afectan
su nutrición pudiendo causar la muerte debido a la obstrucción o daño del tracto
digestivo (Alonso et al., 2009). Dichos casos son muy difíciles de diagnosticar ya que no
se manifiestan externamente, clínicamente pueden verse casos de deshidratación,
desnutrición y/o alteraciones en la flotación (Estrades et al., 2010).

2.2.5- Antecedentes de ingesta de residuos por C. mydas:

Se han realizado escasos estudios sobre la ingesta de residuos por parte de las
tortugas marinas en la región del ASO, en uno de ellos efectuado por Bugoni et al.
(2001), en el cual se analizó el contenido esofágico y estomacal de 38 individuos en el
estado de Rio Grande do Sul, sur de Brasil; los resultados mostraron que un 60,5% de
las tortugas habían ingerido desechos antrópicos, en su mayoría plásticos. Otro estudio
llevado a cabo en el mismo Estado, ha demostrado que de 29 individuos analizados, el
100% de ellos habían ingerido plásticos (Tourinho, 2007). Asaroff et al. (2009) han
estudiado la ingesta de residuos sólidos en tortugas de Uruguay, donde el 73% de las
56 muestras recolectadas contenían residuos sólidos. En Argentina, se han recolectado
datos entre 2000 y 2007 de tortugas varadas o capturadas incidentalmente, de las
cuales la mayoría de ellas eliminaron, vía cloacal, diferentes tipos de materiales
plásticos durante su rehabilitación (Albareda et al., 2007).

Las tortugas marinas tienden a alimentarse de plásticos y desechos flotantes


(Bugoni et al., 2001). Las bolsas de polietileno pueden ser confundidas con presas por
las tortugas, sobretodo en su etapa oceánica (Derraik, 2002).

La ingesta de plásticos puede ser intencional (al ser confundidos con alimentos
naturales) o accidental (por estar adheridos o junto a la fuente de alimento natural)

19
(Laist, 1987), y tener efectos letales o subletales. Los efectos letales seguramente
derivan de los subletales, causando indirectamente la muerte. Dentro de los
subletales, podemos nombrar el daño en las paredes gastrointestinales causando
necrosis o ulceraciones, interfiriendo con el metabolismo de los lípidos (Tourinho,
2007), bloqueo de la secreción de enzimas gástricas, disminuyendo el estímulo para la
alimentación, reduciendo los niveles de hormona esteroidea, pudiendo retrasar la
ovulación y generar fallas en la reproducción (Derraik, 2002).

La presencia de residuos puede aumentar el tiempo de los alimentos en los


compartimentos digestivos, generando la acumulación de gases y la pérdida de control
sobre la flotabilidad (George, 1997), también causando una sensación de saciedad
(Laporta et al., 2006).

Indirectamente, la ingesta de desechos antrópicos puede reducir la tasa de


crecimiento, por lo que se prolongarían los períodos de desarrollo en sitios de mayor
vulnerabilidad a la depredación, disminuir las reservas energéticas y
consecuentemente puede afectar la supervivencia. Directamente, la ingesta de
desechos causa la obstrucción del sistema digestivo, y pequeñas cantidades pueden
causar la muerte (Bugoni et al., 2001).

Es importante investigar cuáles son los desechos que más impactan a las
tortugas marinas (Laporta et al., 2006).

Si bien, el área de Cerro Verde es una de las zonas de Uruguay donde más
estudios se han realizado, dada su relevancia para la alimentación y el desarrollo de C.
mydas, no se dispone información acerca del impacto de los desechos antrópicos para
esta especie (Alonso, 2007; Alonso et al., 2009; Berrondo y Eguren, 2007; Borrat et al.,
2010 y Darré Castell, 2005).

3- Objetivos generales y específicos:

3.1- Objetivo general:

20
Evaluar la ingesta de desechos antrópicos en individuos juveniles de Chelonia
mydas, tortuga verde, en el ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla” y zonas
adyacentes.

3.2- Objetivos específicos:

3.2.1- Describir cualitativa y cuantitativamente la ingesta de desechos


antrópicos.

3.2.2- Evaluar la relación entre el peso y volumen de desechos ingeridos y el


total de la ingesta.

3.2.3- Estudiar si existe alguna relación entre las tallas de los individuos y la
ingesta de desechos antrópicos.

3.2.4- Evaluar si hay diferencias en el componente de la dieta en individuos de


mayor y menor talla.

3.2.5- Analizar los colores de los residuos encontrados.

4- Materiales y métodos

4.1- Área de estudio

El estudio fue realizado en la zona de alimentación y desarrollo de individuos


juveniles de C. mydas Área Costero-Marina Protegida de “Cerro Verde e Islas de La
Coronilla” (33º56’ S – 53º 29’ O). Este cerro es un cabo rocoso ubicado dentro del
Parque Nacional de Santa Teresa, al norte del Departamento Rocha (Uruguay), a 30
Km. de la frontera con Brasil y 300 Km. de Montevideo (Fig. 9). Se consideró la zona
adyacente teniendo como límite sur el puerto de pescadores de la localidad de Punta
del Diablo (34º02’40’’ S - 53º32’15’’ O) y al norte el arroyo Chuy vecino a la localidad
de Barra del Chuy (33º44’37’’ S - 53º22’10’’ O) ubicada en la frontera con Brasil,
abarcando aproximadamente 41 km. de costa oceánica (Fig. 9).

21
Fig. 9: Área de estudio localizada en el noreste de la costa uruguaya entre las localidades de
Barra del Chuy y Punta del Diablo.

El área presenta una gran biodiversidad y valor ecológico. Desde el arroyo Chuy
hacia el Sur la primera punta rocosa que se encuentra sobre la costa es Punta
Coronilla. A partir de ese punto se intercalan arcos de playas arenosas delimitadas por
puntas rocosas próximas entre sí. El área pertenece a la Ecoregión “plataforma
Uruguay-Buenos Aires”, en la Provincia Biogeográfica “Atlántico Sudoccidental
templada-cálida” (Andrade-Núñez, 2004). La costa uruguaya se encuentra bajo la
influencia de la Corriente de Malvinas durante el otoño e invierno y por la Corriente de
Brasil durante la primavera y el verano, determinando una gran amplitud anual tanto
en las temperaturas del agua como en su salinidad (López-Mendlilaharsu et al., 2003).
La temperatura del agua alcanza un valor promedio de 20º - 21ºC durante el verano
mientras que durante el invierno la temperatura promedio se encuentra entre los 12º -
14ºC (Maceta y Gascue, 1995, citado por Demicheli y Scarabino, 2006). Las playas
adyacentes al Cerro Verde presentan características intermedias, entre reflectivas
(playas de mayor pendiente) y disipativas (playas de poca pendiente, llanas), hacia el
norte y reflectivas hacia el sur (Andrade-Núñez, 2004).

4.2- Recolección de muestras


Las muestras recolectadas para el presente estudio provinieron de individuos
de C. mydas varados a lo largo de la línea de costa. Los mismos fueron relevados
mediante el programa de investigación y conservación de individuos juveniles de C.

22
mydas llevado a cabo por la ONG Karumbé durante 2010. Se desarrollaron censos de
playa semanales cubriendo la totalidad de la línea de costa del área de estudio entre
enero y abril de 2010, mientras que en los meses subsiguientes los censos fueron
mensuales. Al mismo tiempo, se relevaron los varamientos a través de reportes a la
Red de Varamientos y Rescate de Tortugas Marinas de Karumbé. Las muestras
provinieron tanto de individuos registrados muertos en las playas como tortugas que
fueron encontradas con vida y murieron durante el proceso de rehabilitación llevado a
cabo por los técnicos de la organización.

A todos los individuos registrados se les midió el largo estándar curvo del
caparazón (LCC) desde el escudo nucal hasta el extremo posterior de los escudos
supracaudales, de acuerdo a la técnica propuesta por Bolten (1999), utilizando una
cinta métrica plástica con una precisión de 0,1 cm (Fig. 10). El estado de madurez se
determinó considerando el criterio subjetivo de la talla mínima de hembras de la
colonia de anidación más cercana (LCC=101 cm) (Moreira et al., 1995).

LCC

Fig. 10: Largo estándar curvo del caparazón (LCC): medido desde el escudo nucal hasta el
extremo posterior de los escudos supracaudales.

Posteriormente se les practicó una necropsia con el fin de colectar el contenido


esofágico, estomacal e intestinal. Los mismos fueron extraídos y preservados de modo
individual en formol 5 % en frascos rotulados para su posterior identificación. Al mismo
tiempo se registró, siempre que fue posible, la causa de muerte de las tortugas.

23
4.3- Procesamiento de muestras
Los contenidos del tracto digestivo fueron lavados y se separó el material
sintético presente del alimento. Para cada tortuga se cuantificó la cantidad de
desechos antrópicos, su peso y volumen. También se calculó el peso y el volumen del
alimento en su conjunto.
Los desechos antrópicos fueron clasificados en categorías como Plásticos,
Actividad Pesquera y Diversos, y estos a su vez en subcategorías según el tipo de
material (Tabla 1).

Tabla 1: Clasificación de desechos antrópicos.


Categoría Tipo de Material Ejemplos
Plásticos Blandos (flexibles) Fragmentos de bolsas, pajitas, etc.
Duros (rígidos) Tapas gaseosas, trozos de envases, etc.
Goma (caucho) Bandas elásticas, profilácticos, chicle, etc.
Látex Globos, guantes
Actividades Pesqueras Líneas (monofilamento) Líneas de nylon (tipo pesca con reel)
Cuerdas Cuerdas de nylon
Diversos Telgopor
Metal
Telas, cuerdas de algodón, tejido
Tejidos sintético, etc.
Espuma
Colillas cigarrillos, papel, cartón, corcho,
“Otros” pluma, vela, piedra, etc.

A su vez, los desechos también fueron clasificados según los siguientes colores:
transparente, blanco, amarillo, rojo, verde, azul, marrón, negro y otros (naranja, gris,
violeta, etc.)

4.4- Análisis de datos:


4.4.1- Ningún método de análisis de contenido estomacal describe de una forma
completa la ingesta de un depredador (Hyslop, 1980), por lo tanto, la importancia de
los residuos fue evaluada utilizando el porcentaje en número (%N), el porcentaje en
peso (%P), el porcentaje de la frecuencia de ocurrencia (%FO) y el índice de
importancia relativa (IRI) (Pinkas et al., 1971) expresado como porcentaje (%IRI)
(Cortés, 1997).

24
4.4.2- Se calculó también el porcentaje de peso y volumen de desechos
antrópicos en relación a la totalidad del contenido gastrointestinal para cada tortuga y
para el total de tortugas.
4.4.3- Se analizó si existe correlación entre el LCC de las tortugas y el número y
peso del total de ítems ingeridos utilizando análisis de regresión lineal.
4.4.4-La cantidad y el peso de cada residuo antrópico se utilizaron a fin de
evaluar si existen diferencias en la ingesta de residuos con relación al tamaño de las
tortugas: menores de 36,5 cm de LCC y mayores de 36,5 cm de LCC (siendo el valor
36,5 la mediana calculada para separar la muestra en dos grupos). Los datos fueron
estandarizados para minimizar el efecto del tamaño de los estómagos. Un análisis de
varianza multivariado no paramétrico (NP-MANOVA) fue utilizado para describir el
efecto del tamaño sobre la ingesta de residuos (Anderson, 2001, 2005, McArdle y
Anderson, 2001).
4.4.5- Finalmente, para analizar si existen diferencias de frecuencia en los
colores de residuos ingeridos, se utilizó el test Chi cuadrado para bondad de ajuste,
primero para el conjunto de todos los desechos y luego teniendo en cuenta los
desechos con mayor % IRI. La variable utilizada fue cantidad.

5- Resultados
5.1-
Durante el período de estudio, se registraron los datos de 23 tortugas varadas,
las cuales correspondieron a individuos juveniles (LCC = 39,4 ± DS= 7,8; rango: 29,8 -
58,5 cm; N = 22). El 82,6 % presentó desechos antrópicos en algún sector del tracto
digestivo. Entre los ítems ingeridos se registraron los siguientes desechos: plásticos
blandos (p.e.: bolsas), goma, látex, plásticos duros, tanzas, cuerdas, y otros desechos
categorizados como “diversos” donde ubicamos al telgopor, metal, tejido, espuma y
“otros” (madera, piedra, carbón, etc.). El grado de ingesta varió desde la presencia de
un solo ítem en todo el tracto digestivo hasta casos en donde la ingesta de desechos
fue considerada la causa de muerte, por la presencia de obstrucciones en el estómago,
formación de úlceras y/o fecalomas en intestino. El 56,2% del total de tortugas

25
murieron por causa de la ingesta, siendo el 68,4% (13 individuos) del total que
presentaron desechos en el tracto gastrointestinal.

En total, se encontraron 1073 ítems (media = 5,18 ± DS= 10,21; rango = 0 – 77)
en los 23 tractos gastrointestinales analizados; el 75,58% perteneciente a la categoría
Plásticos, el 16,50% a la categoría Actividad Pesquera y un 7,92% a la categoría
Diversos. El peso húmedo total de los ítems fue de 345,6 g (media = 15,0 ± DS= 22,0, g;
rango = 0 – 92,7 g).

Dentro de la categoría Plásticos, se vio mayor cantidad de plásticos duros


(48,1%) con un peso equivalente al 29,4% del total de ítems y una Frecuencia de
Ocurrencia del 65,2%. En segundo lugar, se encontraron mayor cantidad de plásticos
blandos (24,8%) con un peso del 22,6% del total de ítems y una Frecuencia de
Ocurrencia del 78,3%. Esto nos dice que a pesar que se encontraron más plásticos
duros, los plásticos blandos ocurrieron en mayor cantidad de tortugas.

Las cuerdas fueron el tercer ítem que más se encontró (8,3%), pero los tejidos
tuvieron un peso mayor y “otros” desechos ocurrieron con mayor frecuencia que las
cuerdas.

Según el %IRI calculado para todas las tortugas, los desechos con mayor
importancia relativa fueron: plásticos duros, seguidos por plásticos blandos y por
último cuerdas. Los desechos de menor importancia fueron el metal, espuma, látex,
telgopor y goma (Tabla 2).

Tabla 2: Ítems de desechos antrópicos registrados en 23 individuos juveniles de Chelonia


mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay. N = número de ítems
ingeridos, P = peso en gramos, F = frecuencia de ocurrencia, IRI = Índice de Importancia
Relativa.

N %N P %P F %F IRI %IRI

Plástico Blando 265 24,7 78,0 22,6 18 78,3 3698,6 29,2

Plástico Duro 516 48,1 101,6 29,4 15 65,2 5053,0 39,9

26
Goma 22 2,1 3,1 0,9 10 43,5 128,1 1,0

Látex 8 0,7 3,3 1,0 6 26,1 44,4 0,4

Líneas 88 8,2 4,9 1,4 15 65,2 627,3 5,0

Cuerdas 89 8,3 54,5 15,8 16 69,6 1673,7 13,2

Telgopor 16 1,5 5,0 1,4 10 43,5 127,7 1,0

Metal 0 0,0 0,0 0,0 0 0,0 0,0 0,0

Tejido 4 0,4 62,6 18,1 3 13,0 241,1 1,9

Espuma 10 0,9 2,0 0,6 5 21,7 32,8 0,3

“Otros” 55 5,1 30,6 8,9 17 73,9 1033,1 8,2

5.2-

Al evaluar la relación entre el peso y el volumen de desechos ingeridos en


comparación con la totalidad del contenido gastrointestinal para las 23 tortugas en su
conjunto y por separado se vio: en relación al peso de los desechos, el rango varió de 0
a 96% (media =17,75 ± DS= 26,73 %) y para el volumen, el rango varió de 0 a 92,86%
(media = 18,76 ± DS= 27,04 %). Para el conjunto de todas las tortugas, el 10,25% del
peso y el 11,23% del volumen de todos los contenidos gastrointestinales corresponden
a desechos antrópicos.

Al separar la muestra entre tallas mayores y menores de 35,6 de LCC, se pudo


ver una diferencia entre ambas tallas. Para las tallas menores, el rango del peso de
desechos en las tortugas varió entre 0,17 y 96,00%, (media =31,77 ± DS= 32,17 %) y el
rango del volumen entre 0,17 y 92,86% (media =33,25 ± DS= 32,14 %). Para el conjunto
de las tortugas de tallas menores, el 20,78% del peso y el 22,62% del volumen de todos
los contenidos gastrointestinales corresponden a desechos antrópicos.

Para las tallas mayores, el rango del peso de desechos en las tortugas varió
entre 0,00 y 35,71%, (media =5,12 ± DS= 11,06) y el rango del volumen entre 0,00 y
37,56% (media =5,54 ± DS= 11,51). Para el conjunto de las tortugas de tallas mayores,

27
el 5,67% del peso y el 6,00% del volumen de todos los contenidos gastrointestinales
corresponden a desechos antrópicos.

5.3-

Según el análisis de regresión lineal, se vieron resultados significativos al


relacionar el LCC con el número de ítems ingeridos por las tortugas, considerando
todas las categorías (p = 0,0107) (Fig. 11), así como también teniendo sólo en cuenta a
los plásticos duros (p = 0,0138) (Fig. 12) y a los plásticos blandos (p = 0,0102) (Fig. 13)
por separado.

Al comparar el LCC de las tortugas con el peso de los ítems, considerando todas
las categorías, no hubo resultados significativos (p = 0,6524) (Fig. 14), así como
tampoco teniendo en cuenta sólo a los plásticos duros (p = 0,0640) (Fig. 15), pero sí
hubo resultados significativos al relacionar el LCC con el peso de los plásticos blandos
(p = 0,0075) (Fig. 16).

260

240

220

200

180

160

140
total N

120

100

80

60

40

20

-20

-40
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 11. Correlación entre LCC y el número de ítems ingeridos, considerando todas las
categorías, por individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La
Coronilla”, Uruguay.

28
60

50

40

30
PlastDuro

20

10

-10
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 12. Correlación entre LCC y plásticos duros ingeridos por individuos juveniles de Chelonia
mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

140

120

100

80
Plastblando

60

40

20

-20

-40
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 13. Correlación entre LCC y plásticos blandos ingeridos por individuos juveniles de
Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

29
100

80

60
Total P

40

20

-20
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 14. Correlación entre LCC y el peso de los ítems ingeridos, considerando todas las
categorías, por individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La
Coronilla”, Uruguay.
16

14

12

10
Plastduro P

-2
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 15. Correlación entre LCC y el peso de los plásticos duros ingeridos por individuos
juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

30
30

25

20

15
PlastBlando P

10

-5

-10
25 30 35 40 45 50 55 60
LCC

Fig. 16. Correlación entre LCC y el peso de los plásticos blandos ingeridos por individuos
juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

Teniendo en cuenta las tallas mayores y menores de 35,6 de LCC, se


encontraron diferencias en cuanto al ítem con mayor % de IRI. En las tallas menores, el
ítem con mayor índice de importancia relativa fue plásticos duros, luego los blandos y
en tercer lugar encontramos a las cuerdas. Para las tallas mayores, en cambio, el ítem
con mayor importancia relativa fue plásticos blandos, seguido de “otros”, plásticos
duros y en cuarto lugar cuerdas (Tabla 3 y 4).

Tabla 3: Ítems de desechos antrópicos registrados en tallas menores (LCC<35,6 cm) de


individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay. N = número de ítems ingeridos, P = peso en gramos, F = frecuencia de ocurrencia,
IRI = Índice de Importancia Relativa.

N %N P %P F %F IRI %IRI
Plástico Blando 204 23,2 59,6 28,0 10 90,9 4651,2 24,7
Plástico Duro 461 52,4 89,1 41,8 11 100,0 9423,8 50,0
Goma 17 1,9 2,4 1,1 7 63,6 194,7 1,0
Látex 6 0,7 2,8 1,3 4 36,4 72,6 0,4

31
Líneas 70 8,0 4,1 1,9 11 100,0 988,7 5,2
Cuerdas 68 7,7 36,9 17,3 10 90,9 2276,7 12,1
Telgopor 13 1,5 4,0 1,9 8 72,7 244,0 1,3
Metal 0 0,0 0,0 0,0 0 0,0 0,0 0,0
Tejido 1 0,1 0,6 0,3 1 9,1 3,6 0,0
Espuma 9 1,0 1,4 0,7 4 36,4 61,1 0,3
“Otros” 30 3,4 12,3 5,8 11 100,0 918,2 4,9

Tabla 4: Ítems de desechos antrópicos registrados en tallas mayores (LCC>35,6 cm) de


individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay. N = número de ítems ingeridos, P = peso en gramos, F = frecuencia de ocurrencia,
IRI = Índice de Importancia Relativa.

N %N P %P F %F IRI %IRI
Plástico Blando 60 31,3 18,3 13,8 7 63,6 2868,9 35,9
Plástico Duro 55 28,6 12,5 9,4 4 36,4 1385,2 17,3
Goma 5 2,6 1,0 0,8 3 27,3 71,2 0,9
Látex 2 1,0 0,5 0,4 2 18,2 25,8 0,3
Líneas 18 9,4 0,8 0,6 4 36,4 362,9 4,5
Cuerdas 21 10,9 17,6 13,3 6 54,5 1322,2 16,5
Telgopor 3 1,6 1,0 0,8 2 18,2 42,2 0,5
Metal 0 0,0 0,0 0,0 0 0,0 0,0 0,0
Tejido 3 1,6 62,0 46,9 1 9,1 440,2 5,5
Espuma 1 0,5 0,6 0,5 1 9,1 8,9 0,1
“Otros” 25 13,0 18,3 13,8 6 54,5 1464,7 18,3

Cabe destacar que para el cálculo de %IRI en tallas menores y mayores no se


tomó en cuenta los datos de una tortuga que presentó sólo un plástico blando en todo
su tracto gastrointestinal debido a que no se obtuvo el valor exacto de LCC.

32
5.4-
Según NP-MANOVA, hay diferencias significativas entre los tipos de residuos
ingeridos en tallas menores y mayores de 35,6 cm teniendo en cuenta la cantidad de
ítems (N) de desechos (F=5,72; p=0,014) y también teniendo en cuenta el peso (P)
(F=4,88; p=0,049). Las tallas mayores presentan mayor cantidad de plásticos blandos,
en cambio las tallas menores presentan mayor cantidad de plásticos duros. En cuanto
al peso, en las tallas mayores se encontró a los plásticos blandos y a “otros” como los
ítems de mayor peso, en cambio en las tallas menores, los ítems con mayor peso
fueron los plásticos duros y luego los plásticos blandos.

5.5-
El test Chi-Cuadrado de bondad de ajuste mostró diferencias significativas entre
los distintos tipos de colores de los desechos ingeridos, mostrando una mayor ingesta
de desechos de color blanco (37%), teniendo en cuenta el conjunto de todos los
desechos (χ2= 794,8; Grados de Libertad (GL)= 176; P< 0,05), seguido de otros (12%) y
luego los colores verde y transparente (10% cada uno). El color rojo fue el de menor
ocurrencia (χ2= 13,1; GL=22; P<0,05) (Fig. 17).

Fig. 17. Porcentaje de desechos ingeridos, de acuerdo a su color, por individuos juveniles de
Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

33
Para plásticos blandos en todos los individuos, se encontró una mayor cantidad
de ítems de color transparente (31%) y blanco (26%) (χ2=194,3; GL= 160; P < 0,05) sin
diferencias significativas entre ambos (χ2= 0,9; GL= 40; P > 0,05) (Fig. 18). Para plásticos
blandos en tallas menores (χ2=151,9; GL= 160; P < 0,05) y en tallas mayores (χ2=48,6;
GL= 160; P < 0,05), también se encontraron más ítems de color transparente (30 y 35%
respectivamente) (Fig. 19 y 20). Con respecto al color de menor ocurrencia, para tallas
menores y mayores fueron el rojo (1% en menores y 7% en mayores), marrón (2% en
menores y 5% en mayores), azul (4% en menores y 5% en mayores), amarillo (4% en
menores y 2% en mayores) y otros (6% en menores y 3% en mayores), sin diferencias
significativas entre ellos (χ2=6,3; GL= 36; P > 0,05 para tallas menores y χ2=2; GL= 40; P
> 0,05 para mayores).

Para los plásticos duros en el total de la muestra el color predominante fue el


blanco (41%) (χ2= 401,2; GL= 144; P < 0,05), seguido de otros (16%), verde (12%) y azul
(10%), sin diferencia significativa entre ellos ((χ2=4,9; GL= 36; P > 0,05) pero sí con el
blanco (χ2= 115,9; GL= 66; P < 0,05) (Fig. 21). Inclusive el blanco fue el predominante
para los plásticos duros en tallas menores (41%) (χ2=333,7; GL= 160; P < 0,05) y en
mayores (43%) (χ2=70,9; GL= 160; P < 0,05) (Fig. 22 y 23). Los de menor ocurrencia en
tallas menores fueron el rojo (2%), transparente (3%), amarillo (4%), negro (5%) y
marrón (6%); y en mayores (sin tener en cuenta al rojo que no apareció) el
transparente (2%), marrón (2%), negro (5%) y azul (7%), sin diferencias significativas
entre ellos para ambos casos ((χ2=9,2; GL= 32; P > 0,05 en tallas menores y χ2=3; GL=
27; P > 0,05 en tallas mayores).

Por último, para las cuerdas en el total de las muestra, el color que más
apareció fue el blanco (36%) (χ2=72; GL= 144; P < 0,05), seguido del negro (19%), otros
(16%) y verde (15%), sin diferencias significativas entre ellos (χ2=0,4; GL= 36; P > 0,05)
pero sí con el blanco (χ2=10,4; GL= 66; P < 0,05). Los colores con menor ocurrencia
fueron el amarillo (1%), rojo (1%), transparente (2%), azul (5%) y marrón (5%), sin
diferencias significativas entre ellos (χ2=4,9; GL= 72; P > 0,05) (Fig. 24).

Para las tallas menores, el color que más se encontró también fue el blanco
(39%) (χ2=37,9; GL= 160; P < 0,05, seguido por el negro (21%), verde (16%) y otros

34
(10%) sin diferencias significativas entre ellos (χ2=2; GL= 16; P > 0,05) pero sí con el
blanco (χ2=11,8; GL= 66; P < 0,05). Los colores que menos se encontraron (sin tener en
cuenta al transparente y al amarillo que no aparecieron) fueron el rojo (2%), azul (5%)
y marrón (7%), sin diferencias significativas entre ellos (χ2= 1,8; GL= 16; P > 0,05) (Fig.
25).

En tallas mayores, los colores que más se encontraron fueron el blanco (35%) y
otros (30%) (χ2=13,4; GL= 160; P < 0,05) sin diferencias significativas entre ellos (χ2=
0,1; GL= 9; P > 0,05). Los de menor ocurrencia (sin tener en cuenta al rojo y al azul),
fueron el marrón (5%), amarillo (5%) y transparente (5%) (χ2=4,5; GL= 22; P < 0,05) (Fig.
26).

Fig. 18. Porcentaje de plásticos blandos ingeridos, de acuerdo a su color, por individuos
juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

35
Fig. 19. Porcentaje de plásticos blandos ingeridos, de acuerdo a su color, por tallas menores
de individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

Fig. 20. Porcentaje de plásticos blandos ingeridos, de acuerdo a su color, por tallas mayores
de individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

36
Fig. 21. Porcentaje de plásticos duros ingeridos, de acuerdo a su color, por individuos
juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

Fig. 22. Porcentaje de plásticos duros ingeridos, de acuerdo a su color, por tallas menores de
individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

37
Fig. 23. Porcentaje de plásticos duros ingeridos, de acuerdo a su color, por tallas mayores de
individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

Fig. 24. Porcentaje de cuerdas ingeridas, de acuerdo a su color, por individuos juveniles de
Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”, Uruguay.

38
Fig. 25. Porcentaje de cuerdas ingeridas, de acuerdo a su color, por tallas menores de
individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

Fig. 26. Porcentaje de cuerdas ingeridas, de acuerdo a su color, por tallas mayores de
individuos juveniles de Chelonia mydas en al ACMP “Cerro Verde e Islas de La Coronilla”,
Uruguay.

39
6- Discusión

6.1-

El presente trabajo evidenció un elevado porcentaje de ingesta de desechos en


individuos juveniles de Chelonia mydas. Esto es coincidente con lo reportado en otras
zonas del ASO. Por ejemplo, Tourinho (2007) registró en individuos juveniles de la
misma especie para el área de Rio Grande del Sur, Brasil, una tasa de ingesta del 100%.
Asimismo, para esa zona Bugoni et al. (2001), reportaron una tasa de ingesta del 60,5%
(valor que podría estar subestimado debido a que no consideró el contenido
intestinal). Para la zona del Estado de Paraná, Brasil, Guebert et al. (2005), registraron
desechos antrópicos en el 75% de los contenidos gastrointestinales analizados.

En el trabajo realizado por Asaroff et al. (2009), en la costa de Uruguay, se


encontró una tasa de ingesta del 73%. Albareda et al. (2007) hallaron desechos
antrópicos en el 97% de los tractos digestivos analizados de C. mydas en el Estuario del
Rio de la Plata y la Bahía de Samborombón, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Los
resultados de este estudio suman evidencias acerca de la gran susceptibilidad de
individuos juveniles de C. mydas a la contaminación por residuos sólidos durante su
desarrollo en zonas de alimentación. Si bien en algunos casos la ingesta registrada
resultó un impacto directo en la supervivencia, generando la muerte de varios
individuos, se vieron otros casos en donde la causa de muerte no pudo ser
determinada, pero también presentaban desechos antrópicos en el tracto
gastrointestinal, pudiendo tener en estos casos un efecto indirecto generando una
disminución en las reservas energéticas, disminución de la supervivencia y una mayor
vulnerabilidad a la depredación u otros impactos de origen antrópico.

De los 13 individuos cuya causa de muerte fue la ingesta de desechos


antrópicos, el 92,3% ingirió líneas de actividad pesquera, una amenaza muy seria para
las tortugas según Bjorndal et al. (1994), quienes sugieren que las líneas de
monofilamento pueden impedir el normal funcionamiento del tracto digestivo al
enredarse y alojarse en las válvulas del tracto gastrointestinal, obstruyendo el pasaje y
la digestión del alimento.

40
Teniendo en cuenta la abundancia y el peso de los ítems ingeridos, los plásticos
duros fueron los de mayor importancia en ambos casos (N=48,1% y P=29,4%). Se debe
tener en cuenta que los plásticos blandos tuvieron un mayor porcentaje de frecuencia
de ocurrencia (78,3%). Esto puede deberse a que los plásticos duros, al ser más
pequeños (por encontrarse partidos), pueden ingerirse con más facilidad y en mayor
cantidad.

Si bien las cuerdas fueron el tercer ítem de mayor abundancia (8,3%), su peso
fue menor que el de los tejidos (lógicamente las cuerdas tienen menor peso que un
tejido húmedo), y su frecuencia de ocurrencia fue menor que la de “otros” desechos,
el cual engloba varios tipos de ítems, y por esta razón tienen una frecuencia de
ocurrencia alta (73,9%), aunque en relación a las cuerdas (69,6%), sólo aparecen en
una tortuga más.

En comparación con el estudio realizado por Tourinho (2007), los resultados


obtenidos coinciden con el mayor porcentaje de ingesta de la categoría Plásticos,
(73,7%) seguida por la Actividad Pesquera (21,5%) y por último la categoría Diversos
(3,1%). Según Balazs (1985), Plotkin y Amos (1990) y Bjorndal et al. (1994) el tipo de
desecho con mayor frecuencia de ocurrencia también fueron los plásticos. Si bien
Bugoni et al. (2001) sólo tuvo en cuenta al esófago y estómago en su estudio, encontró
a las bolsas plásticas como el desecho de mayor abundancia (50%), seguido por las
cuerdas (39,5%), y a los plásticos duros recién en un cuarto lugar (10,5%).

Dicho esto, se puede concluir que los plásticos son el desecho más común
ingerido por las tortugas.

Es posible que las tortugas no discriminen al alimentarse. Tourinho (2007)


menciona la posibilidad de que los desechos se encuentren adheridos a la fuente de
alimentación de la tortuga, siendo una causa que explicaría la ingesta de los mismos.

6.2-

El peso de los desechos en comparación con el total de la ingesta presentó un


amplio rango, con una media del 17,75 %, mayor que la presentada por Bjorndal et al.

41
(1994), para juveniles de C. mydas en áreas de alimentación y desarrollo de Florida
(Estados Unidos) donde la media fue 0,52%. En comparación con lo registrado en
Florida, este valor resultó mucho mayor aún si se considera sólo a las tortugas de tallas
menores, las cuales presentaron una ingesta superior alcanzando una media de
31,77%. Esta gran diferencia podría estar asociada a distintos hábitos alimenticios de
las poblaciones examinadas, diferencias en su comportamiento y/o disponibilidad de
desechos en el ambiente.

En relación al volumen de los desechos, Bjorndal et al. (1994) encontraron una


media del 0,72%, sin embargo, en este estudio la media fue significativamente mayor
tanto para todas las tortugas (18,76%), las tallas menores (33,25%) así como para las
mayores (5,54%).

En ambos casos, los resultados del presente estudio demuestran una mayor
proporción de desechos antrópicos en la dieta de las tortugas examinadas.

Existe una marcada diferencia entre el peso y volumen de desechos ingeridos


comparando ambas tallas, evidenciando que las tallas mayores presentan menor
cantidad de desechos, representado en este caso, por el peso y volumen de los
mismos.

6.3-

El análisis de regresión lineal realizado permitió ver la relación entre el LCC y el


número y peso de los ítems ingeridos. Al comparar el número de todos los ítems
ingeridos por las tortugas y las tallas de las mismas, se vio que el número de ítems se
reduce significativamente cuanto mayor es la talla de la tortuga. Al tener en cuenta
sólo a los plásticos duros y a los blandos, también se ve que el número de este tipo de
ítems se reduce a medida que aumenta el LCC.

Al comparar el peso de todos los ítems ingeridos con las tallas de las tortugas,
no puede verse que el peso de los ítems se reduce al aumentar el LCC. Cabe destacar
que un individuo de talla mayora 35,6 cm de LCC ingirió gran cantidad en peso de
tejido modificando la tendencia general. Tampoco se observó una disminución en el

42
peso de los plásticos duros al aumentar el LCC. Sin embargo, para los plásticos blandos,
el peso de los mismos sí se reduce significativamente cuanto mayor es la talla de las
tortugas.

La diferencia en la ingesta registrada a medida que el animal aumenta su talla


puede deberse a una mayor especialización a la herbivoría cuanto mayor es la tortuga,
diferenciándose así de las tortugas que han dejado el hábitat oceánico y pelágico más
recientemente.

Bjorndal et al. (1994) intentó poner a prueba la hipótesis que tortugas de tallas
menores eran más propensas a ingerir desechos debido a estar menos familiarizadas
con la fuente de alimento en hábitats bentónicos. Sin embargo, no encontró
diferencias significativas entre las tallas mayores y menores de 30 cm de largo del
caparazón. Balazs (1985), en cambio, si encontró diferencias, concluyendo que las
tortugas inmaduras ingieren desechos con mayor frecuencia que las maduras. Plotkin y
Amos (1990) también reportaron una mayor frecuencia de ocurrencia de ingesta de
desechos en tortugas de menores tallas.

Las diferencias encontradas en el presente trabajo en la ingesta de desechos


por tortugas de mayores y menores tallas coinciden con resultados de otros estudios
desarrollados en el área donde se evidencia que los juveniles de C. mydas que mueren
por ingesta de desechos antrópicos presentan una talla significativamente menor a la
media de los individuos que varan allí (Alonso y Vélez Rubio, en prensa). Estos
resultados, que apoyan aquellos registrados por Balazs (1985) y Plotkin y Amos (1990),
podrían estar asociados a diferencias en el comportamiento, migraciones y/o cercanía
al cambio ontogenético en la dieta (Arthur et al., 2008) de las tortugas que son
recientemente reclutadas en hábitat neríticos.

6.4-

De acuerdo a los resultados del presente trabajo, las tortugas con LCC mayor a
35,6 cm demuestran una mayor presencia de plásticos blandos, mientras que las de
menor talla, lo hacen de plásticos duros. Esto demuestra un cambio en el tipo de
residuo antrópico, que podría estar asociado a un cambio en el tipo de alimentación.

43
Por otro lado, los plásticos blandos se presentan en el ambiente con un tamaño
mayor pudiendo ser más fácilmente ingeridos por tallas mayores de tortugas.

Estos resultados deben tenerse en cuenta cuando se considere algún tipo de


medida de mitigación.

6.5-

Como hemos mencionado, los desechos de color blanco fueron los de mayor
porcentaje teniendo en cuenta al total de las tortugas y todos los desechos. Esto
coincide con los resultados de Tourinho (2007), en donde informa que el 33% de los
ítems encontrados eran de color blanco.

Carr (1987) afirma que la ingesta de desechos antrópicos se debe a la confusión


de los mismos con presas (en particular teniendo en cuenta a las bolsas plásticas,
siendo confundidas con medusas). Si bien hay evidencias de que las tortugas pueden
diferenciar los objetos según la forma y tamaño, que tienen buena visión bajo el agua y
que son capaces de diferenciar los colores (Spotila, 2004) la afirmación de Carr (1987)
no explica por qué también ingieren cualquier tipo de desecho (Tomás et al., 2002).

La mayor ingesta de desechos de color blanco y materiales plásticos podría


simplemente estar asociada a la mayor producción de plásticos de este color y por
ende a su mayor disponibilidad en el ambiente.

En general, las pesquerías son consideradas la principal amenaza para las


tortugas marinas. Un importante número de buques pesqueros operan en las áreas de
desarrollo, alimentación, reproducción y corredores migratorios de tortugas marinas
en el ASO. Domingo et al. (2006) afirman que para la región, las pesquerías constituyen
un factor de alta mortalidad. Laporta et al. (2006) han compartido datos de muerte de
tortugas marinas por los diferentes tipos de pesca: por ejemplo, el 49,3% de las
tortugas estudiadas en un período de dos años fueron encontradas ahogadas debido a
redes de pesca artesanal.

Albareda et al. (2007) estudiaron la captura incidental de C. mydas en la Bahía


de Sanborombón localizada en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, en donde de 49

44
tortugas enmalladas incidentalmente, sólo un 28,8% fueron recuperadas vivas. Si bien
estos datos confirman que las pesquerías son realmente una de las principales
amenazas para las tortugas marinas en el ASO, la ingesta de desechos antrópicos cada
vez cobra más importancia.

La mayoría de los desechos encontrados en los océanos son de origen terrestre,


y vectores como los ríos y tormentas drenan la basura hacia allí. Es evidente, según los
resultados de este estudio, que el impacto de los desechos antrópicos terrestres
(particularmente plásticos blandos y duros) es mayor que el de los desechos
provenientes de pesquerías (líneas y cuerdas).

Dada la bibliografía existente acerca de esta problemática para la región del


ASO así como los resultados del presente estudio, la ingesta de desechos antrópicos
constituye una de las amenazas más importantes para las tortugas marinas, no sólo a
escala local sino regional.

Según un estudio realizado, utilizamos alrededor de 260 millones de toneladas


de plástico por año (Thompson et al., 2009) y para esto no puede haber una única
solución sino un conjunto de medidas a nivel mundial a fin de mitigar los efectos que
éstos tienen y tendrán en el futuro, comenzando con una reducción en su utilización
re-utilización y reciclado, así como un descarte apropiado de los desechos que no
puedan ser reciclados. De todos modos resulta crítica la investigación y desarrollo de
nuevas tecnologías enfocadas en la fabricación de plásticos con menores tiempos de
degradación.

Se debe generar conciencia en la población (Laporta et al., 2006), así como


también tomar medidas severas a nivel internacional y nacional para mitigar esta
amenaza, ya que, aunque se dejara de producir residuos, los ya existentes continuarían
afectando la vida marina (Derraik, 2002).

En comparación con estudios realizados anteriormente (Bjorndal et al., 1994;


Bugoni et al., 2001; etc.), puede notarse un aumento a lo largo de los años de ingesta
de desechos por las tortugas marinas, y podrían considerarse a éstas como indicadores
del estado de contaminación de los océanos.

45
7- Conclusiones

• El elevado porcentaje de tortugas con ingesta de desechos demuestra


que la contaminación es una amenaza muy importante para los individuos juveniles de
Chelonia mydas que habitan el área de Cerro Verde, Uruguay.

• En el área de estudio, entre los distintos tipos de desechos registrados,


los plásticos son el más ingerido por C. mydas; los plásticos duros para las tortugas de
menor tamaño y los plásticos blandos para las de mayor tamaño, siendo este tipo de
material el más peligroso para la supervivencia de los individuos en el área de estudio.

• Los individuos juveniles de C. mydas de menor talla presentan más


cantidad de desechos que los de mayor talla, lo que indicaría que los individuos de
menor talla son más vulnerables a este tipo de interacción.

• C. mydas no discrimina los desechos por colores y la mayor ingesta de


desechos de color blanco estaría asociada a su disponibilidad en el ambiente.

8- Recomendaciones

Es evidente que aún se requieren controles más severos en relación al descarte


de basura y más programas de educación ambiental en la región del océano Atlántico
Sur Occidental. Por tal motivo, resulta indispensable, a fin de mitigar esta amenaza, la
implementación de políticas por parte del estado, a fin de alcanzar una gestión integral
de residuos sólidos urbanos. La inclusión, en dichas políticas, de la educación
ambiental es crítica a fin de generar conciencia en el común de la sociedad, como
punto de partida hacia un cambio en las conductas que generan un impacto negativo
en el ambiente.

Resulta crítico el desarrollo de estrategias de conservación a escala regional


que permitan mitigar el impacto de la producción de residuos en esta especie en
peligro de extinción.

46
Se necesita mayor investigación sobre las capacidades visuales de las tortugas
marinas de forma de investigar la potencial discriminación que realizarían en la ingesta
de desechos antrópicos y determinar si existe algún tipo de selección.

9- Agradecimientos

Quiero agradecer a Karumbé por haberme dado la posibilidad de realizar este


estudio, así como también a los técnicos y voluntarios que desde la Base Científica
Cerro Verde desarrollaron la tarea de colectar los datos y las muestras, sin quienes no
hubiera sido posible la ejecución de este estudio.

A Rufford Small Grants Foundation por su apoyo económico.

A Jorge Perez Comesaña por su tiempo dedicado, correcciones, observaciones,


sugerencias e interés en el trabajo.

A mi co-directora, Luciana, por su orientación, ayuda y compañía durante los


días de trabajo, sus consejos, paciencia y predisposición.

Agradezco también a mis amigas (Pau y Rocha) y a mi familia por su apoyo


incondicional, especialmente a mi marido (Tomy), por su ayuda y soporte constante.

¡Muchas gracias a todos!

47
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ANEXO I

EJEMPLOS DE DESECHOS ANTRÓPICOS ENCONTRADOS EN LOS TRACTOS DIGESTIVOS

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