La presente propuesta de literatura, acerca del cuento policial, está pensada para los
estudiantes de 2° año, tercera división, turno tarde, del Colegio Juana Manuela Gorriti. Este
curso cuenta con 30 alumnos. En el grupo se evidencian algunas dificultades en expresión oral,
comprensión lectora y producción escrita, es por ello que a la par de que se aborde el tema, se
propondrán actividades que potencien el desarrollo y enriquecimiento de las mismas.
Teniendo en cuenta que los alumnos estudiaron el cuento como contenido, durante
toda su formación, se puede afirmar que en estas instancias es posible desafiarlos
cognitivamente, ya que los cuentos policiales a diferencia de los que ellos ya conocen, tienen
una serie de aspectos que los caracterizan, tales como: la presencia de un enigma, un misterio
que aparenta ser difícil, casi imposible de resolver. Otra de sus características es que existe un
detective que lo resuelve, así también una serie de pistas que brindan distintas alternativas para
pensar en relación con el problema. Además con este tipo de textos se pretende que los
alumnos se sientan atraídos por la lectura ya que para resolver el enigma se deberá prestar
mucha atención a las pistas que se encuentran a lo largo del contenido del texto.
Llevar a cabo la enseñanza del género policial en los colegios es de suma importancia ya
que posibilita el desarrollo de la imaginación, la capacidad de análisis y la competencia literaria
y comunicativa. Los relatos policiales están ambientados en un marco que se puede identificar
como realista, son verosímiles, es así que cobra importancia la verosimilitud, su relación con el
contexto, lo que permite una visión mucho más crítica.
El género policial, dentro del perfil de los alumnos en modalidad humanística, los
internaliza a “participar en temas del debate intelectual sobre la persona, sobre los derechos de
los ciudadanos, sobre la sociedad”1, potenciando en el mejor de los casos la integridad en la
complejidad humana y sentido de la vida. Es por esto, que cobra gran importancia la enseñanza
de este género, el cual servirá de disparador, además, para vincular a hechos de violencia
ocurridos en nuestra sociedad.
1
Cfr.Diseño Curricular de la Modalidad Humanista Moderna – Encuadre General. p. 31
1
transgresión que el lenguaje literario presenta promueven modos de pensamiento alternativos
y creativos, habilidad extensible a todas las aéreas del conocimiento e importantes en el
desenvolvimiento vital del sujeto.
2
MARCO TEÓRICO
Esta propuesta sostiene una metodología basada en la teoría literaria, que permite
pensar a la literatura como objeto de estudio y de enseñanza con características propias en dos
aspectos: en lo que hace al trabajo con el lenguaje, que se lleva a cabo en el texto literario, y en
lo relativo al vínculo que la literatura entabla con el mundo social y cultural (Casanova y
Fernández, 2005).
Se pretende que los estudiantes aborden los cuentos desde su contexto de producción
y se aproximen a la literatura como a un discurso y a una práctica social, y como producción a
partir de un trabajo con el lenguaje no solo estético sino ideológico. Es importante entender la
literatura como un proceso y trazar recorridos que inviten a reflexionar sobre los géneros, el
policial y que ofrezcan, al mismo tiempo, la posibilidad de situarlos históricamente tanto desde
la producción como desde la recepción.
Así, por un Iado, se emprenderá el análisis del material textual en el que subyace latente
el formalismo y sus nociones básicas como por ejemplo los elementos del cuento y por otro, se
abordará un trabajo desde la especificidad literaria vinculada con la ideología. Los aportes
sociológicos permiten reflexionar sobre la relación entre autor, obra y contexto social. En este
sentido, subyacen los aportes de los teóricos del grupo de Bajtín.
El género policial ha puesto en discusión las relaciones entre verdad y ley y ha analizado
el engranaje secreto entre dinero, crimen y delito. El género policial en la Argentina suele
3
manifestarse desde la repetición y la variación, más o menos explícita de las convenciones del
género, al uso desplazado del mismo como estrategia narrativa. Este tiene su origen en nuestra
literatura a partir de las iniciativas narrativas de Eduardo L. Holmberg (1852-1937), Luis V. Varela
(1845-1911) y Paul Groussac (1848-1929) que vieron en el policial un sistema narrativo lleno de
posibilidades y que, todavía hoy, tiene sus huellas en muchas poéticas narrativas
contemporáneas. El lugar privilegiado que el policial ocupa en la actualidad, en tanto forma
narrativa cada vez más frecuente en autores de la llamada “alta cultura”, nos hace pensar en la
refiguración del estatuto clásico de la literatura y en la transformación de los modos de
recepción y circulación de la misma. Hoy, más bien, se trataría de ver el paulatino proceso de
“canonización” de los géneros menores.
Hay que tener en cuenta que los cuentos policiales tienen una serie de aspectos que los
caracterizan tales como: la presencia de un enigma, un misterio que aparenta ser difícil, casi
imposible de resolver. Otra de sus características es que existe un detective que lo resuelve.
También existe en este tipo de relatos, una serie de pistas que brindan distintas alternativas
para pensar en relación con el problema. Además con este tipo de textos los alumnos pueden
sentirse atraídos por la lectura ya que para resolver el enigma de este tipo de texto se deberá
prestar mucha atención a las pistas que se encuentran a lo largo del contenido.
“(…) los relatos policiales cuentan, en general, dos historias. La primera es la historia de la
investigación, hecha de pistas, sospechas y sucesivas y tal vez falsas revelaciones, hasta llegar a la
iluminación y a la verdad. La segunda historia es la historia del crimen, que sólo revela al final. El
protagonista de la primera historia es el detective, y el de la segunda el criminal. El detective es un
hermano secreto del lector; ambos leen las pistas y conjeturan posibles argumentos. El criminal, en
cambio, es hermano del escritor: los dos tratan de distraer al lector, y de borrar las pruebas, confundiendo
la trama verdadera con otros argumentos posibles para que no se note que lo evidente estaba allí desde
un principio” (De Santis, 2005).
El origen del género policial estuvo centrado en los relatos clásicos de enigma, allí el
detective o investigador concentra todas las capacidades de deducción, comparables con las que
tiene que tener un buen lector que no se deja llevar por las primeras impresiones. El trabajo de
los detectives en el policial de enigma se focaliza en los detalles, lo que parece no tener
4
importancia y que es dejado de lado por el común de la gente. Pone de relieve la figura del
detective y nos ofrece una metáfora sobre el lector experto, porque cuando leemos al detective
que quiere descubrir al asesino somos lectores queriendo develar un enigma, conocer la verdad.
Esto sucede debido a que el delito se presenta como un enigma: un misterio aparentemente
inexplicable, un secreto que esconde dentro sí su propia clave, un acertijo. La solución no hay
que leerla en otro lado: hay que saber leer las pistas, hay que distinguir las huellas, hay que
anudar los indicios con inteligencia. El detective, el que sabe ver y por lo tanto descifrar, es el
que puede lograrlo: el que averigua qué sucedió realmente.
Pero el siglo XX puso en cuestión certezas acerca del orden racional del mundo: como
tantas otras cosas, el relato policial también cambió. Ya no explora la relación entre crimen y
enigma sino que se hace otras preguntas. Es de ello que surgen los relatos policiales conocidos
como negros, en donde el crimen se mostró imbricado en la sociedad, extendido, acechante,
frecuente o no como una rareza. El delito está allí, entramado en el orden social y lo que hará el
relato policial es volverse más realista y mostrar como los crímenes ocurren en las calles, en
cualquier lugar de la ciudad, en cualquier momento. Estos relatos presentan al delito como una
causa social, en los cuales los detectives no arman ingeniosos rompecabezas sino que son
arrastrados por los hechos de los que saldrán maltrechos. Además muestran como el crimen se
entrama con el poder; en donde jueces, políticos, gobernantes, millonarios empresarios
delinquen como cualquier otra persona.
5
Maria Eugenia Dubois2, en El proceso Lector, respecto a la lectura, menciona que
en la Teoría transaccional, no hay dualismo sino transacción, hay una relación doble, recíproca,
entre el cognoscente y lo conocido, entre el lector -texto, menciona que el texto no es un objeto,
sino que contiene el significado en potencia y el lector lo actualiza, los mismos no son idénticos
sino aproximados donde el proceso de transacción transforma al lector y al texto, aquí el texto
es un sistema abierto y la variación en la interpretación es lo esperado.
2
Dubois Maria Eugenia (1996) El proceso Lector. (pág.64)
3
Op.Cit. Dubois Maria Eugenia (1996) El proceso Lector. (pág.68)
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Metodología:
Para el abordaje del cuento policial se trabajará con la modalidad de aula taller, se
elaborará una antología y “collage” de la tapa, en la que los alumnos representen una imagen o
idea relacionada a cada texto leído. Se propone itinerarios de lecturas que tienen como principal
objetivo la formación de lectores, a los fines de impulsar la lectura en torno de géneros, temas,
motivos o autores. En el itinerario se buscarán en y entre los textos literarios, recurrencias y
diferencias. Así, estos, fomentan la lectura, promueven el deseo hacia la búsqueda, apelan a un
contacto lúcido y más interrogativo con los textos; suscitan la construcción de mejores
herramientas de lectura e interpretación. La antología contará con los textos a trabajar, además
una ficha teórica, una ficha bibliográfica y otra para el contexto de producción y recepción del
texto, las mismas elaboradas por las practicantes.
Evaluación:
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Ortografía: Se trabajarán los problemas ortográficos que se presenten en las escrituras.
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Actividades
Objetivos:
Metodología:
Evaluación:
Para iniciar, las practicantes realizarán una breve presentación personal y del tema de
las clases a desarrollar. (5 min)
A continuación, se les preguntará qué semejanzas y diferencias hay entre lo que ellos
aportaron y la definición del diccionario. Deberán anotar en sus carpetas. (15 min)
Se solicitará a los estudiantes que formen seis grupos de cinco integrantes, se les
repartirá el trabajo práctico N° 1 (diagnóstico)
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Colegio: Juana Manuela Gorriti N°5.048
Espacio Curricular: Lengua
Profesora Responsable: Mercedes Funes
Practicantes: Guitián Lorena– Analía Ontiveros
Estudiantes:
Curso: 2° 3*. T.T
Año: 2019
TRABAJO PRÁCTICO N° 1
6) Inventar una historia de lo que pudo haber sucedido en base a las hipótesis sostenidas
a partir de la imagen y de los objetos seleccionados de la caja.
7) Leer y explicar el texto elaborado, socializándolo en clase.
Luego se desplegarán sobre el pizarrón dos imágenes (las que estarán plasmadas en el
trabajo práctico) en las cuales se presentan dos escenas de crímenes, se leerán y explicarán las
consignas, luego se invitará a los estudiantes a acercarse y observarlas con detenimiento. A
partir del impacto de las imágenes se pretende activar sus conocimientos y capacidades, para
generar inferencias. Esta propuesta está orientada a comprender el texto como un proceso en
el que hay que combinar lo que dice el texto imagen y el conocimiento de mundo que poseen,
todo a partir de hipótesis que ellos harán para reponer lo que la imagen- texto no dice.
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Además, las practicantes colocarán sobre el escritorio una caja negra, con diferentes
objetos relacionados a un posible hecho policial (guantes de látex, arma, celular, anotador,
jeringa, mechón de cabello, tarjeta Saeta, espejo roto, credenciales, objetos con huellas
dactilares). Dentro de la caja, también se colocarán nombres escritos en cartulinas (nombres de
personajes tomados de relatos de la narrativa policial) los que pudieran utilizar en la situación
que recrearán por escrito. La propuesta de los objetos de la caja, pretende funcionar como
disparador al momento de la escritura. (15 min)
Respetando el rol de cada integrante por grupo, se realizará una puesta en común.
Cada grupo hará su participación oral, se les solicitará dar lectura de las hipótesis que lograron
inferir y que comenten de qué manera incluyeron y relacionaron los objetos de la caja con lo
que observaron en las imágenes. Las practicantes anotaran en el pizarrón las hipótesis inferidas
por los alumnos, les solicitarán que las copien en sus carpetas y a modo de cierre, se les hará
reflexionar acerca de la frecuencia con que se hipotetiza diariamente y su uso en escenas de
crímenes. (15 min)
Objetivos:
Aproximar a los estudiantes a los elementos del género policial, mediante preguntas.
Propiciar espacios de escritura, mediante pautas para dicho proceso y la recreación escrita de
un hecho criminal desde la imagen.
Metodología: Trabajo grupal, clase expositiva y explicativa, lluvia de ideas y mapa mental. se
trabajará con guía para orientar el proceso de escritura.
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Se iniciará la clase retomando lo visto la clase anterior, el concepto de hipótesis, las
hipótesis inferidas y las consignas del trabajo práctico, a fin de retomar las actividades. (5 min)
Proceso de escritura:
1. Planificación: generar y organizar ideas, fijar objetivos (aquí se explicará que las
hipótesis inferidas equivalen a ideas generadas, las cuales ellos deberán
organizar. Se les preguntará ¿qué entienden por “fijar objetivos”? una vez que
respondan, se explicará la importancia de tener en claro lo que quieren contar
o expresar al momento de escribir.
2. Redacción: establecer una línea de sentido, detallar
3. Revisión: lectura y relectura de la producción escrita, para corregir errores y
observar si se cumple el objetivo de la escritura.
Para que inicien la escritura, se les pedirá que organicen mentalmente el texto, que lo
discutan, que consulten con otros, que organicen un primer esquema, para comenzar el
borrador del texto.
Se retomará y leerá el punto N° 6 del trabajo, deberán contar lo que pudo haber
sucedido a partir de las imágenes, incluyendo los objetos que seleccionaron de la caja. La
propuesta es empezar a transitar con los alumnos, el proceso de escritura y los elementos del
policial. Seguido, se solicitará a los alumnos que cada grupo dé lectura a su relato y entreguen
los escritos elaborados. (20 min)
A modo de cierre se indagará saberes previos del género, se preguntará: ¿Qué creen?
¿A qué género pertenecerá la historia que ustedes crearon? ¿Por qué? ¿A qué tipo de texto
pertenecerá? ¿Qué películas, series o libros conocen que se relacionen a las imágenes vistas y al
texto que ustedes realizaron? ¿Qué cosas son comunes en historias de escenas de crímenes
como los que presentan las imágenes y cómo las que ustedes contaron? para registrar las
respuestas acertadas, en base a la respuesta de la segunda pregunta, se anotará en el pizarrón
“Cuento policial” desde allí, se sacarán flechas para tomar nota de las demás respuestas a fin de
orientarlos a descubrir los elementos propios del cuento policial (crimen o delito, detective o
investigador, sospechosos o delincuentes, victima, pistas o indicios; etc). Sus hipótesis se
anotarán en el pizarrón, ellos las escribirán en sus carpetas. (10 min)
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Clase 3 “Siguiendo las pistas del asesino” (1.20 hs)
Objetivos:
* Descubrir los elementos del género policial con el abordaje de un primer cuento, mediante
una lectura indagatoria
* Explicar los elementos del cuento policial, con claridad, mediante la exposición de ideas
previas.
Actividades:
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Edgar Allan Poe, El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt y Sólo se ahorca una vez de D.
Hammett. El recorrido de lectura de estos relatos pretende establecer una primera conversación
que recoja ideas sobre el género. (5 min)
Se realizará una lectura parcial del cuento, “Tres portugueses bajo un paraguas (sin
contar el muerto) de Rodolfo Walsh, para luego realizar un juego de enigma a resolver, con su
posterior puesta en escena para su desciframiento.
Las practicantes trabajaran con el título Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar
el muerto) como presentación del recorrido de lectura y del género que se abordará. Los
disparadores serán interrogantes sobre el mismo título ¿Qué sorprende del título? Esto, a su
vez, demandará hipotetizar en pocas palabras y colocará a los lectores del lado de
investigadores. La predicción despertará la curiosidad de conocer y los incitará a la lectura.
Algunas hipótesis se confirmaran, otras no. ¿Portugueses? ¿Tantos bajo un paraguas? ¿“sin
contar al muerto”? ¿De qué muerto se trata? ¿Por qué un muerto debajo de un paraguas? ¿Por
qué los paréntesis? (10 min)
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El sombrero del primer portugués estaba mojado adelante.
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- Yo soy corto de vista - dijo el primer portugués.
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- No, señor - dijo Daniel Hernández.
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- Uno mató, uno murió, los otros dos no vieron nada - dijo Daniel Hernández. - Uno miraba al
norte, otro al este, otro al sur, el muerto al oeste. Habían convenido en vigilar cada uno una
bocacalle distinta, para tener más posibilidades de descubrir un taxímetro en una noche
tormentosa.
"El paraguas era chico y ustedes eran cuatro. Mientras esperaban, la lluvia les mojó la parte
delantera del sombrero.
"El que miraba al norte y el que miraba al sur no tenían que darse vuelta para matar al que
miraba al oeste. Les bastaba mover el brazo izquierdo o derecho a un costado. El que miraba al
este, en cambio, tenía que darse vuelta del todo, porque estaba de espaldas a la víctima. Pero
al darse vuelta se le mojó la parte de atrás del sombrero. Su sombrero está seco en el medio; es
decir, mojado adelante y atrás. Los otros dos sombreros se mojaron solamente adelante, porque
cuando sus dueños se dieron vuelta para mirar el cadáver, había dejado de llover. Y el sombrero
del muerto se mojó por completo por el pavimento húmedo.
"El asesino utilizó un arma de muy reducido calibre, un matagatos de esos con que juegan los
chicos o que llevan algunas mujeres en sus carteras. La detonación se confundió con los truenos
(esta noche hubo tormenta eléctrica particularmente intensa). Pero el segundo portugués tuvo
que localizar en la oscuridad el único punto realmente vulnerable a un arma tan pequeña: la
nuca de su víctima, entre el grueso sobretodo y el engañoso sombrero. En esos pocos segundos,
el fuerte chaparrón le empapó la parte posterior del sombrero. El suyo es el único que presenta
esa particularidad. Por lo tanto es el culpable."
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recreación. Se les preguntará ¿qué es un enigma? ¿Alguna vez resolvieron uno? Se anotarán las
respuestas y se brindará una definición del término. Se les explicará que deberán resolver el
enigma del cuento leído.
Se les preguntará: ¿Habrá sido un accidente o alguien lo mató? ¿Quién pudo haber sido?
¿Porque?, se anotarán sus ideas en el pizarrón. Seguido se los invitará a resolver el enigma, asi,
si de leer como detectives se trata, se propondrá releer el cuento en grupo, con el objetivo de
que resuelvan el enigma y dibujen la escena del crimen en el pizarrón, a partir de gráficos de
cartulinas que serán útiles para la simulación en la investigación de las escena del crimen
(huellas, flechas, números para ordenar los hechos de la escena, la silueta de un cuerpo, una
bala, una estrella cardinal, un paraguas y 4 sombreros) y así avancen en dicha resolución. Se
solicitará que elaboren un croquis donde aparezcan esbozadas las partes principales de lo que
se quiere representar. Se advertirá que la función del dibujo es que tengan una imagen de la
escena del crimen y sus protagonistas, incorporando las flechas o algunas descripciones que
ayuden a interpretarlo. Trabajaremos la función del dibujo y las imágenes. Para dibujar la escena
del crimen se le pedirá que tengan en cuenta los indicios, aquí se les preguntará qué entienden
ellos por indicios, seguido buscarán una definición en internet.
Las practicantes preguntarán ¿entonces Quién habrá sido señalado como culpable por
Daniel Hernández? ¿Por qué? en grupo deberán socializar y escribir la respuesta y develación
del enigma. Se les mencionará que así como ellos fueron hipotetizando lo que pudo haber
sucedido asimismo lo hace el detective descartando o aceptando hipótesis.
Las practicantes proyectarán el audio completo del cuento (incluye imágenes), se les
solicitará que presten atención a los últimos apartados, la parte 11 y 12 para analizar
colectivamente la explicación, se les preguntará, alguien había respondido acertadamente quien
era el culpable? ¿Cómo se dieron cuenta o qué datos les sirvieron para descubrirlo?
Así, se debatirá sobre los indicios que utiliza el detective para poder resolver el caso,
contrastando las primeras hipótesis y teniendo en cuenta el croquis formulado. Será necesario
preguntar luego, de qué manera en este cuento entran en juego la lógica y la racionalidad del
detective y que recuerden que en la primera clase se había brindado ejemplos del uso del
pensamiento deductivo en sus vidas diarias.
Así, se les orientará a descubrir ideas respecto a los elementos del policial de enigma
profundizando en el texto: crimen, víctima, enigma, detective, testigo, sospechoso; etc. como
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así también se trabajarán las palabras que no se entienden, de ahí que se les solicitará que a
cada texto elaboren su correspondiente glosario, el cual incluirán en sus carpetas. (15 min)
Objetivos:
* Reforzar los elementos del cuento policial mediante la lectura comprensiva y ejemplos desde
el texto.
* Reconocer la estructura narrativa típica, situación inicial, conflicto, resolución y situación final,
mediante inferencias y conocimientos previos.
* Descubrir la estructura del policial de enigma mediante teoría y ejemplos desde el cuento.
* Distinguir las dos historias que se narran en un cuento policial, del crimen y de la investigación
mediante la elaboración de un cuadro.
Evaluación: El reconocimiento de los elementos y estructura del cuento policial. Se evaluará los
procesos de apropiación de los textos, la interpretación y la comprensión de los mismos.
Se proyectará el cuento “El corazón delator” relatado por Alberto Laiseca, para generar
un clímax de suspenso se ambientará el curso, se apagarán las luces y en medio del relato se
estallara un globo. Luego se preguntará ¿Qué sensaciones se experimentaron a medida que
escuchaban el cuento? Esta pregunta será útil para mencionar la importancia del suspenso en el
cuento policial. (15 min)
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Para orientarlos a la comprensión se trabajarán las macrohabilidades (escuchar, hablar,
leer y escribir), luego trabajar:
Lectura: ¿Qué he descubierto hasta el momento? ¿Qué preguntas o dudas me quedan? ¿Tiene
sentido lo que leí? ¿Por qué?
Post-lectura: ¿Qué más me gustaría saber sobre el tema? ¿Qué fue lo que más me llamó la
atención?
Se dará espacio a los comentarios preguntando además, qué cosas se evidencian sobre
los elementos mediante las siguientes preguntas:
Luego se los orientará a extraer las características del cuento policial de enigma:
ambiente, trama, los personajes, investigador, acompañante, sospechosos, el narrador, la
historia y la trama, solicitándoles ejemplos desde el texto. Previamente, se retomará la lectura
de la ficha teórica para explicar cada característica y despejar dudas. (10 min)
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Seguido, para una mayor comprensión de la existencia de dos historias en el relato, la
historia del crimen y la historia de la investigación, se les preguntará ¿Pueden advertir dos
historias y cuáles serían? Den ejemplos. Luego se leerá la ficha con la teoría para darles una
breve aclaración de ambas historias, y se solicitará que las escriban en el siguiente cuadro:
Objetivos
* Descubrir la intertextualidad, mediante la relación del video clip “Crimen” de Cerati, con el
cuento y la letra de la canción.
En esta clase se hará hincapié en la intertextualidad, para ello se trabajará con las
imágenes del video clip “Crimen” del cantante Gustavo Cerati y su correspondiente letra:
La espera me agotó
No sé nada de vos
Dejaste tanto en mí
En llamas me acosté
Y en un lento degradé
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Supe que te perdí
Mi ego va a estallar
¿Qué otra cosa puedo hacer?
Si no olvido, moriré
Y otro crimen quedará
Otro crimen quedará
Sin resolver
No lo sé
Cuánto falta, no lo sé
Si es muy tarde, no lo sé
Si no olvido, moriré
¿Qué otra cosa puedo hacer?
¿Qué otra cosa puedo hacer?
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Sin resolver.
Se proyectará el video, a fin de que los estudiantes lo relacionen con El corazón delator,
luego, se preguntará ¿Pueden contar la historia que se relata en el video? Las escribirán (10 min)
Luego, se les preguntará: ¿A qué medios de comunicación social pueden relacionar los
hechos? ¿Cómo son los hechos en la canción y en el cuento? ¿Se asemejan más a la realidad o a
la fantasía? ¿Es posible relacionarlos a la realidad social? ¿Por qué o cómo? ¿Qué ejemplos de
los que ustedes conocen darían? a partir de las ideas aportadas, se hará una breve referencia a
la verosimilitud. Sea anotará en las carpetas. (10 min)
Se repartirá la siguiente consigna como tarea para la casa: Leer la ficha y realizar un
cuadro o mapa donde se detalle la relación que existe entre la sociedad de la época con el origen
del policial. (5 min)
Objetivo:
* Comparar, analizar y explicar los elementos, características y estructura del cuento policial
mediante un cuadro.
* Reconocer la estructura narrativa del cuento, la secuencia de los hechos, las acciones y los
lugares mediante la lectura.
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Metodología: en esta clase se trabajará en grupo, la lectura será comentada, brindando
espacios orales para preguntas, reflexión y comparación de los textos trabajados. Para propiciar
espacios de expresión, y trabajo colaborativo, se realizará una exposición grupal. Se los orientará
a reforzar conceptos respecto a los elementos del cuento
Actividades:
Se iniciará la clase, realizando una lectura colectiva, guiada y comentada del cuento de
Roberto Arlt, “El crimen casi perfecto”. (10 min)
Para la comprensión, se preguntará a cerca del título, ¿Desde tu punto de vista, existe
el crimen perfecto? ¿Por qué? ¿Cómo sería un crimen perfecto si vos fueras el asesino?
Comentar. ¿Qué clase de palabra es la palabra “casi”? (10 min)
La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido.
El mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora
Stevens se suicidó entre las siete y las diez de la noche) detenido en una comisaría por su
participación imprudente en una accidente de tránsito. El segundo hermano, Esteban, se
encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve del
siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del
laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de dosificación
de mantecas en las cremas.
Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida
para festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención
funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.
Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía
muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las siete
de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue que le enviara
por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el portero le entregó
a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta siguió antes de matarse se
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presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las libretas donde llevaba
anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque las libretas se encontraban
sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día subrayados; luego se sirvió un vaso de
agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente medio gramo de cianuro de potasio.
A continuación se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al sentirse morir trató de ponerse de
pie y cayó sobre la alfombra. El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente
contraídos.
El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo,
nos inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la
evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte
transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.
Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para
continuar ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis,
no cabían dudas. Únicamente en el vaso, donde la señora Stevens había bebido, se
encontraba veneno. El agua y el whisky de las botellas eran completamente inofensivos.
Por otra parte, la declaración del portero era terminante; nadie había visitado a la señora
Stevens después que él le alcanzó el periódico; de manera que si yo, después de algunas
investigaciones superficiales, hubiera cerrado el sumario informando de un suicidio
comprobado, mis superiores no hubiesen podido objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar
el sumario significaba confesarme fracasado. La señora Stevens había sido asesinada, y había un
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indicio que lo comprobaba: ¿dónde se hallaba el envase que contenía el veneno antes de que
ella lo arrojara en su bebida?
Por más que nosotros revisáramos el departamento, no nos fue posible descubrir la
caja, el sobre o el frasco que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraordinariamente
sugestivo. Además había otro: los hermanos de la muerta eran tres bribones.
Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes que heredaron de sus
padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.
Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres
veces. El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente
conservada, gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a
casarse una cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los
placeres de la mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que
sin aquel “accidente” la viuda hubiera vivido cien años. Suponer que una mujer de ese carácter
era capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte beneficiaba a cada uno
de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.
La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores
groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un
procedimiento judicial.
El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en
que ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con
cadenas de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana, como
creo haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del laboratorio de
análisis, a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde quedaba detenida la sirvienta,
con una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había entrado en el departamento de
la viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno en el
vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía verificar la hipótesis.
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Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la
masilla solidificada no revelaba mudanza alguna.
Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una
enormidad) no policialmente, sino deportivamente. Yo estaba en presencia de un asesino
sagacísimo, posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso
simple y complicado, pero imposible de presumir en la nitidez de aquel vacío.
-No lo compraba, señor. En casa había una heladera pequeña que lo fabricaba en
pancitos. – Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.- Ahora que me acuerdo,
la heladera, hasta ayer, que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de
arreglarla en un momento.
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aguardaba, la señora Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo (lo cual
explicaba que el plato con hielo disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al desleírse en el
alcohol, lo envenenó poderosamente debido a su alta concentración. Sin imaginarse que la
muerte la aguardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a leer el periódico, hasta que
juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los efectos no se hicieron esperar.
4. ¿Quiénes podrían ser los culpables? Hagan una lista de los sospechosos del crimen.
5. ¿Cuál podría ser el motivo de cada uno de los sospechosos para asesinar a la Sra.
Stevens?
8. ¿Cuáles son las secuencias en la historia de los hechos y los lugares donde ocurren?
28
Para profundizar la comprensión, se pegará en el pizarrón una cartulina que contenga
las preguntas vistas en la clase N° 4: ¿Qué pasó? = crimen, robo, desaparición o caso. ¿A quién
le pasó? = víctima ¿Quién pudo haber sido? = sospechoso. ¿Quién lo hizo? =culpable o criminal.
¿Dónde y cuándo se lo llevó a cabo? = escena del crimen. ¿Por qué o para qué se lo llevo a cabo?
= móvil. ¿Cómo lo hizo? = pistas ¿Quién resuelve el caso? = detective.
Se les solicitará que escriban todas las respuestas en sus carpetas y realicen una lista con
los personajes que aparecen en el cuento y escriban una breve oración que explique cuál es la
acción principal de cada uno. (10 min)
DETECTIV
El CUENTO Lo resuelve E.
POLICIAL
Considera SOSPECHOSOS.
Se comete Plantea ENIGMA.
un
Por medio de
CRIMEN.
Llega al
CULPABLE. PISTAS.
Tiene una VICTIMA.
Tarea: realizar la lectura del cuento “Solo se ahorca una vez” de Dushiell Hammett y realizar un
resumen del argumento. (5 min)
29
Clase 7: “Dos detectives diferentes” (1.20)
Objetivos:
Evaluación: actitud atenta y valoración ante la presentación de sus compañeros. Identifica las
diferencias entre ambos tipos de cuentos. El desarrollo de la capacidad oral, la elaboración de
hipótesis personales. La lectura y comprensión del texto. Capacidad de síntesis y apropiación de
los contenidos a trabajar.
Se retomará lo visto anteriormente de manera oral con el grupo clase, para proceder a
hacer una comparación entre el cuento de la clase anterior, “El crimen casi perfecto” de Robert
Arlt y “Solo se ahorca una vez” de Dushiell Hammett. Para esto, se retomará el cuadro trabajado
en la clase anterior, lo que les permitirá marcar las diferencias que hay entre los dos textos, y
posteriormente poder trabajar con la teoría de la ficha: Cuento Policial de Enigma y Cuento
Policial Duro o Negro. Antes, se preguntará a la clase: ¿qué nos relata este cuento? se escuchará
la participación de los estudiantes para tener en cuenta la comprensión del cuento. (10 min.)
Para orientarlos a comprender la lectura del policial negro se retomará el resumen del
cuento de Hammett, se preguntará lo siguiente:
¿Para qué va Samuel Spade a la casa del señor Binnett? ¿Qué es lo que sucede durante su visita?
¿Qué vio el mayordomo que estaba espiando por la puerta del señor Binnett? ¿Fue esa la causa
de su asesinato? (15 min)
-Me llamo Ronald Ames y quiero ver al señor Binnett…, al señor Timothy Binnett.
-Señor, en este momento el señor Binnett está descansando -respondió indeciso el mayordomo.
-¿Sería tan amable de averiguar en qué momento podrá recibirme? Es importante -Spade carraspeó-. Yo…
jummm… acabo de llegar de Australia y vengo a verlo en relación con algunas propiedades que tiene en
aquel país.
El mayordomo se volvió al tiempo que decía que vería qué podía hacer y subió la escalera principal
mientras aún hablaba.
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Spade lió un cigarrillo y lo encendió.
-Lo siento mucho. En este momento no se le puede molestar, pero lo recibirá el señor Wallace Binnett,
sobrino del señor Timothy.
Wallace Binnett era un hombre moreno, delgado y apuesto, de la edad de Spade -treinta y ocho años-,
que se levantó sonriente de un sillón decorado con brocados y preguntó:
-Señor Ames, ¿cómo está? -señaló otro sillón y volvió a tomar asiento-. ¿Viene de Australia?
-No, pero dispongo de cierta información que creo que debería conocer… en seguida.
-Señor Ames, haré lo imposible por persuadirle de que lo reciba pero, sinceramente, no sé si tendré éxito.
-¿Por qué?
-A veces adopta una actitud extraña. Entiéndame, su mente parece estar bien, pero posee la irritabilidad
y la excentricidad de un anciano con la salud quebrantada y… bueno… por momentos es difícil tratar con
él.
-Sí.
-Espere, espere -pidió-. Haré cuanto esté en mis manos para que cambie de parecer. Tal vez, si… -
súbitamente sus ojos oscuros se mostraron cautelosos-. ¿No estará intentando venderle algo?
-No.
-Wally, el viejo cretino ha… -se interrumpió y, al ver a Spade, se llevó la mano al pecho.
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Era una mujer morena, alta, de ojos azules, de veinticuatro o veinticinco años, con buenos hombros y un
cuerpo fuerte y esbelto. La calidez de sus facciones compensaba su falta de armonía. Vestía un pijama de
raso azul de perneras anchas.
La cólera enturbió la mirada de la mujer, comenzó a hablar, pero miró a Spade y prefirió decir:
-No deberíamos molestar al señor Ames con nuestras ridículas cuestiones domésticas. Pero si… -titubeó.
Spade se acercó a la puerta abierta que acababan de franquear y, sin salir, se puso a escuchar. Las pisadas
se tornaron imperceptibles. No oyó nada más. Spade estaba allí, con sus ojos gris amarillento perdidos en
un ensueño, cuando oyó el grito. Fue un grito de mujer, agudo y cargado de terror. Spade ya había cruzado
la puerta cuando sonó el disparo. Fue un disparo de pistola que las paredes y los techos amplificaron e
hicieron retumbar.
A seis metros de la puerta Spade encontró una escalera y subió saltando tres escalones por vez. Giró a la
izquierda. En mitad del pasillo vio a una mujer tendida en el suelo, boca arriba.
Wallace Binnett estaba arrodillado a su lado, le acariciaba desesperado una mano y gemía en voz baja y
suplicante:
Joyce Court permanecía de pie a su lado retorciéndose las manos mientras las lágrimas surcaban sus
mejillas.
La mujer tendida en el suelo se parecía a Joyce Court, aunque era mayor y su rostro poseía una dureza de
la que carecía el de la más joven.
-Está muerta, la han matado -declaró Wallace Binnett sin poder creer lo que ocurría y alzó su cara pálida
hacia Spade.
Cuando Binnett movió la cabeza, Spade vio el orificio abierto en el vestido marrón de la mujer, a la altura
del corazón, y la mancha oscura que se extendía rápidamente por debajo.
-Telefonee a la policía o a urgencias… -pidió. Mientras la joven corría hacia la escalera, el detective se
dirigió a Wallace Binnett-. ¿Quién fue…?
Se volvió deprisa. A través de una puerta abierta divisó a un anciano de pijama blanco, despatarrado sobre
la cama deshecha. La cabeza, un hombro y un brazo colgaban del borde la cama. Con la otra mano se
sujetaba firmemente el cuello. Volvió a gemir y, pese a que movió los párpados, no abrió los ojos.
Spade alzó la cabeza y los hombros del anciano y lo puso sobre las almohadas. El viejo volvió a quejarse y
apartó la mano del cuello, que estaba rojo y exhibía media docena de morados. Era un hombre demacrado
y con la cara surcada de arrugas, lo que le hacía aparentar más edad de la que probablemente tenía.
En la mesilla de noche había un vaso de agua. Spade mojó el rostro del anciano, y cuando éste movió
nuevamente los ojos, se agachó y preguntó en voz baja:
-¿Quién fue?
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Los párpados se abrieron lo suficiente como para mostrar una franja delgada de ojos grises inyectados de
sangre. El anciano habló con dificultad y volvió a sujetarse el cuello.
Spade se impacientó. Sus labios casi rozaron la oreja del viejo cuando preguntó con tono apremiante:
-¿Adónde se dirigió?
La mano arrugada se movió débilmente para señalar la parte trasera de la casa y volvió a caer sobre la
cama.
El mayordomo y dos criadas asustadas se habían reunido con Wallace Binnett en el pasillo, junto a la
muerta.
Lo miraron azorados.
-Que alguien se ocupe del anciano -gruñó y echó a andar por el pasillo.
Al final del pasillo había una escalera de servicio. Bajó dos pisos y entró en la cocina atravesando la
despensa. No vio a nadie. Aunque la puerta de la cocina estaba cerrada, cuando accionó el picaporte
comprobó que no tenía echado el cerrojo. Cruzó un estrecho patio trasero hasta un portal que también
estaba cerrado, aunque no con llave. Abrió el portal. En el callejón no había un alma.
Spade estaba cómodamente instalado en un mullido sillón de cuero en una habitación que ocupaba la
fachada del primer piso de la casa de Wallace Binnett. Contenía varias librerías y las luces estaban
encendidas. Por la ventana se vislumbraba la oscuridad exterior, apenas disimulada por una lejana farola.
Frente a Spade, el sargento Polhaus, de la Brigada de Detectives -un hombre fornido, mal afeitado y
colorado, vestido con un traje oscuro que pedía a gritos una plancha-, estaba repantigado en otro sillón
de cuero; el teniente Dundy -más pequeño, de figura compacta y cara cuadrada- permanecía de pie, con
las piernas separadas y la cabeza ligeramente echada hacia adelante, en el centro de la estancia.
Spade decía:
El médico me dejó hablar un par de minutos con el viejo. Podemos volver a intentarlo cuando haya
descansado, pero no creo que sepa mucho. Estaba durmiendo la siesta y despertó porque alguien lo había
cogido del cuello y lo arrastraba por la cama. Únicamente pudo echar un vistazo con un solo ojo al
individuo que intentaba asfixiarlo. Dice que era un hombre corpulento, con sombrero flexible echado
sobre los ojos, moreno y con barba incipiente. Se parece a Tom -Spade señaló a Polhaus.
El sargento de la Brigada de Detectives rió entre dientes y Dundy se limitó a decir secamente:
-Prosigue.
-Estaba bastante atontado cuando oyó gritar a la señora Binnett junto a la puerta. Las manos soltaron su
cuello, oyó el disparo y, poco antes de desmayarse, entrevió al tipo corpulento dirigiéndose hacia la parte
trasera de la casa y a la señora Binnett derrumbándose en el suelo del pasillo. Dijo que era la primera vez
que veía al individuo grandote.
-Una treinta y ocho. Nadie más en la casa ha servido de ayuda. Según dicen, Wallace y su cuñada, Joyce,
estaban en la habitación de esta última y no vieron nada salvo a la muerta cuando salieron corriendo,
aunque creen haber oído algo que tal vez fuese alguien bajando la escalera a toda velocidad.., la escalera
de servicio. Según dice el mayordomo, que se llama Jarboe, estaba aquí cuando oyó el grito y el disparo.
Según dice la criada Irene Kelly, estaba en la planta baja. Según dice la cocinera Margaret Finn, estaba en
su habitación, en el fondo del segundo piso, y no oyó nada. Según dicen todos, es más sorda que una
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tapia. La puerta de servicio y el portal no estaban cerrados con llave, aunque según dicen todos deberían
estarlo. Nadie ha dicho que, en el momento en que ocurrieron los hechos, estuviera en la cocina, en el
patio o en sus alrededores -Spade estiró los brazos con determinación-. Esta es la situación.
Spade se animó.
-Tal vez la mató mi cliente -replicó-. Se trata de Ira Binnett, el primo de Wallace. ¿Lo conoces? -Dundy
negó con la cabeza. Sus ojos azules aparecían acerados y recelosos-. Es abogado en San Francisco,
respetable y todo lo demás. Vino a verme hace un par de días para contarme la historia de su tío Timothy,
un viejo mezquino y agarrado, forrado de dinero y arruinado por los avatares de la vida. Era la oveja negra
de la familia. Durante años nadie supo nada de él. Apareció hace seis u ocho meses, en muy mal estado
salvo económicamente. Parece que sacó un pastón de Australia y que quería pasar sus últimos años con
sus únicos parientes vivos, los sobrinos Wallace e Ira. Ellos estuvieron de acuerdo. En su idioma, «únicos
parientes vivos» significa «únicos herederos». Más adelante los sobrinos llegaron a la conclusión de que
era mejor ser único heredero que uno de dos herederos; de hecho, era el doble de bueno e intentaron
ganar el corazón del viejo. Al menos eso es lo que Ira me contó sobre Wallace y no me sorprendería que
Wallace dijera lo mismo de Ira, a pesar de que Wallace parece ser el más duro de los dos. Sea como fuere,
los sobrinos riñeron y el tío Tim, que se había hospedado en casa de Ira, se trasladó aquí. Esto ocurrió
hace un par de meses y desde entonces Ira no ha visto a tío Tim ni ha podido contactarlo por teléfono ni
por correo. Por eso contrató los servicios de un detective privado. Pensaba que tío Tim no sufriría ningún
percance aquí… oh, claro que no, se molestó en dejarlo muy claro, aunque supuso que tal vez el viejo
estaba sometido a presiones excesivas o que lo embaucaban o, por lo menos, que le contaban mentiras
sobre su querido sobrino Ira. Decidió averiguar cuál era la situación. Esperé hasta hoy, ya que llegó un
barco de Australia, y me presenté como el señor Ames, diciendo que tenía información importante para
tío Tim, información relacionada con sus propiedades en aquel país. Solo quería pasar un cuarto de hora
a solas con el viejo -Spade frunció el ceño meditabundo-. Lamentablemente, no pudo ser. Wallace me dijo
que el viejo se negaba a verme. No sé qué pensar.
La desconfianza había ahondado el frío color azul de los ojos de Dundy, que preguntó:
Los ojos gris amarillento de Spade eran tan cándidos como su voz:
-Ojalá lo supiera. Telefoneé a su casa y a su despacho y le dejé recado de que venga aquí, pero temo que…
Unos nudillos golpearon enérgicamente dos veces el otro lado de la única puerta de la habitación. Los tres
se volvieron para mirar hacia la puerta.
Abrió la puerta un policía rubio y bronceado cuya mano izquierda sujetaba la muñeca derecha de un
hombre rollizo, de unos cuarenta o cuarenta y cinco años, que vestía un traje gris bien cortado. El policía
hizo entrar en la habitación al hombre rollizo.
-¡Ah! -su tono denotaba satisfacción-. Señor Ira Binnett, el teniente Dundy y el sargento Polhaus.
-Ya está bien. Buen trabajo. Puedes soltarlo -Dundy se dirigió al agente.
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Dundy miró con cara de pocos amigos a Ira Binnett e inquirió:
-¿Ha ocurrido…?
-Será mejor que explique su llegada por la puerta de servicio en lugar de la principal -dijo Spade.
-Yo… jummm… debería dar una explicación. No fue culpa mía, pero cuando Jarboe, el mayordomo,
telefoneó para decirme que tío Tim quería. verme, añadió que no echaría el cerrojo a la puerta de la cocina
y así Wallace no se enteraría de que yo…
-¿Ha recibido mis mensajes? -intervino Spade. Ira Binnett abrió los ojos desmesuradamente.
Jarboe, el mayordomo, estaba arrodillado delante de la puerta del dormitorio de Timothy Binnett y
espiaba por el ojo de la cerradura. En el suelo, a su lado, había una bandeja que contenía una huevera con
un huevo, tostadas, la cafetera, la porcelana, la cubertería y una servilleta.
Jarboe se puso de pie tan nervioso que casi volcó la cafetera; con la cara roja de vergüenza, tartamudeó:
-Yo… bueno… disculpe, señor. Quería cerciorarme de que el señor Timothy estaba despierto antes de
entrar la bandeja -la levantó-. No quería perturbar su reposo en el caso de que…
-Claro, claro -dijo Spade, que ya estaba junto a la puerta. Se agachó y miró por el ojo de la cerradura. Al
erguirse comentó con tono ligeramente quejumbroso-: La cama no se ve, solo se divisan una silla y parte
de la ventana.
El mayordomo tosió, dio la sensación de que iba a decir algo y optó por guardar silencio. Titubeó y llamó
suavemente a la puerta.
-Venga, adelante.
El mayordomo abrió la puerta y entró. Antes de que el mayordomo volviera a cerrarla, Spade entrevió a
Timothy Binnett recostado sobre las almohadas de la cama.
Spade caminó hasta la segunda puerta de la izquierda y llamó. Joyce Court abrió casi en el acto. Se quedó
en el umbral sin sonreír ni pronunciar palabra.
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El detective dijo:
-Señorita Court, cuando entró en la sala en la que estaba con su cuñado, dijo: «Wally, el viejo cretino ha…»
¿Se refería a Timothy?
-Sí.
-Ignoro quién es usted realmente o por qué lo pregunta, pero no me molesta decírselo -repuso
lentamente-. El final de la frase era «ha mandado llamar a Ira». Jarboe acababa de decírmelo.
-Gracias.
Joyce Court cerró la puerta antes de que Spade tuviera tiempo de alejarse. El detective caminó hasta la
puerta de la habitación de Timothy Binnett y llamó.
-Hace unos minutos Jarboe estaba espiando por el ojo de la cerradura -dijo Spade y regresó a la biblioteca.
Sentado en el sillón que antes había ocupado Spade, Ira Binnett hablaba con Dundy y Polhaus.
-El crash cogió de lleno a Wallace, como a la mayoría de nosotros, pero al parecer falseó las cuentas en
un intento por salvar el pellejo. Lo expulsaron de la Bolsa.
-Es una decoración muy elegante para un hombre que está en la ruina.
-Su esposa tiene bienes y Wallace siempre ha vivido por encima de sus posibilidades -añadió Ira Binnett.
-No tengo la menor idea. Ni siquiera sé si ha hecho testamento -Binnett se dirigió a Spade con suma
seriedad-. He dicho todo lo que sé, hasta el último detalle.
-No es suficiente -opinó Dundy y señaló la puerta con el pulgar-. Tom, enséñale dónde debe esperar y
hablemos de nuevo con el viudo.
El corpulento Poihaus dijo «de acuerdo», salió con Ira Binnett y regresó con Wallace Binnett, cuyo rostro
estaba tenso y pálido.
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-Diré algunas cosas de las que preferiría no hablar. En realidad, mi esposa no tenía fortuna. Cuando hace
algún tiempo me encontré con dificultades financieras, puse algunas propiedades a su nombre para
salvarlas. Ella las convirtió en dinero, hecho del que me enteré más tarde. Con ese dinero pagó nuestras
cuentas, nuestros gastos, pero se negó a devolvérmelo y me aseguró que, pasara lo que pasase, viviera o
muriera, siguiéramos casados o nos divorciáramos, yo nunca recobraría un céntimo. Entonces le creí y
aún sigo haciéndolo.
-Sí.
-¿Por qué?
-Siento una profunda admiración por Joyce Court, pero lo mismo habría pedido el divorcio si no fuese así.
Spade intervino:
-¿Está seguro, absolutamente seguro de que no conoce a nadie que encaje en la descripción que hizo su
tío del hombre que intentó asfixiarlo?
-Absolutamente seguro.
Polhaus comentó:
De la planta baja llegó el potente estampido de una pistola que se dispara puertas adentro. Se apagaron
las luces.
Los tres detectives chocaron en la oscuridad mientras franqueaban la puerta rumbo al pasillo. Spade fue
el primero en ganar la escalera. Más abajo estalló un estrépito de pisadas, pero no vio nada hasta alcanzar
el recodo de la escalera. A través de la puerta principal, entraba luz de la calle como para divisar la sombría
figura de un hombre.
La linterna chasqueó en la mano de Dundy, que pisaba los talones a Spade, y arrojó un haz de luz blanca
y enceguecedora sobre el rostro del sujeto. Se trataba de Ira Binnett. Parpadeó a causa del resplandor y
señaló algo que había en el suelo.
Dundy dirigió la linterna hacia el suelo. Jarboe yacía boca abajo y sangraba por el orificio de la bala que
había atravesado su nuca.
Tom Polhaus bajó la escalera a trompicones, seguido de cerca por Wallace Binnett. La voz asustada de
Joyce Court llegó desde el piso superior:
-Junto a la puerta del sótano, bajo la escalera -respondió Wallace Binnett-. ¿Qué pasa?
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Spade emitió un sonido incomprensible, apartó a Wallace Binnett y subió la escalera a toda velocidad. Se
cruzó con Joyce Court y siguió adelante sin hacer caso de su grito de sorpresa.
Estaba en mitad del tramo que conducía al segundo piso cuando sonó otro disparo.
Corrió hacia la habitación de Timothy Binneu. La puerta estaba abierta y entró. Algo duro y anguloso lo
golpeó por encima de la oreja derecha, lo despidió hacia el otro extremo de la habitación y lo obligó a
arrodillarse sobre una pierna. Algo cayó y rebotó contra el suelo, al otro lado de la puerta.
En el suelo, en el centro mismo del dormitorio, Timothy Binnett yacía boca arriba y perdía sangre por la
herida de bala que tenía en el antebrazo izquierdo. La chaqueta del pijama estaba destrozada. Tenía los
ojos cerrados.
Spade se incorporó y se llevó la mano a la cabeza. Con el ceño fruncido, miró al viejo tendido en el suelo,
la habitación y la automática negra caída en el pasillo. Dijo:
-Vamos, viejo sanguinario, levántese, siéntese en una silla e intentaré controlar la hemorragia hasta que
llegue el médico.
Sonaron pisadas en el pasillo y apareció Dundy, seguido de los Binnett más jóvenes. Dundy había
adoptado una expresión sombría y colérica.
-La puerta de la cocina estaba abierta de par en par -informó y se le atragantó la voz-. Entran y salen
como…
-Olvídalo -aconsejó Spade-. El tío Tim es nuestro hombre -pasó por alto el jadeo de Wallace Binnett y las
incrédulas miradas de Dundy y de Ira Binnett-. Vamos, levántese -repitió al viejo que yacía en el suelo-.
Cuéntenos qué vio el mayordomo cuando espió por el ojo de la cerradura.
-Mató al mayordomo porque yo le dije que lo había espiado -explicó Spade a Dundy-. Yo también espié,
pero no vi nada, salvo esa silla y la ventana. Hay que reconocer que para entonces habíamos hecho el
ruido suficiente como para que se asustara y volviera a la cama. Te propongo que desmontes la silla
mientras yo registro la ventana.
Spade se dirigió a la ventana y la estudió palmo a palmo. Meneó la cabeza, extendió un brazo a sus
espaldas y dijo:
-Pásame la linterna.
Spade levantó la ventana, se asomó e iluminó la parte exterior del edificio. Bufó, sacó la otra mano y
tironeó de un ladrillo situado a poca distancia del alféizar. Logró aflojar el ladrillo. Lo depositó en el alféizar
y metió la mano en el hueco. Por la abertura y de a un objeto por vez, extrajo una pistolera negra vacía,
una caja de balas a medio llenar y un sobre de papel de Manila sin cerrar.
Se puso de frente a todos con los objetos en las manos. Apareció Joyce Court con una palangana con agua
y un rollo de gasa y se arrodilló junto a Timothy Binnett. Spade dejó la pistolera y las balas en la mesa, y
abrió el sobre. Contenía dos hojas, escritas con lápiz por ambas caras, en trazos gruesos. Spade leyó una
frase para sus adentros, soltó una carcajada y decidió leer todo en voz alta desde el principio:
«Yo, Timothy Kieran Binnett, sano de cuerpo y alma, declaro que ésta es mi última voluntad y
testamento. A mis queridos sobrinos Ira Binnett y Wallace Bourke Binnett, en reconocimiento
por la cariñosa amabilidad con que me han acogido en sus hogares y me han atendido en el
ocaso de mi vida, doy y lego, a partes iguales, todas mis posesiones mundanas del tipo que sean,
es decir mis huesos y las ropas que me cubren. También les lego los gastos de mi entierro y los
38
siguientes recuerdos: en primer lugar, el recuerdo de su buena fe al creer que los quince años
que estuve en Sing Sing los pasé en Australia; en segundo lugar, el recuerdo de su optimismo al
suponer que esos quince años me proporcionaron grandes riquezas y que si viví a costa de ellos,
les pedí dinero prestado y jamás gasté un céntimo de mi peculio, lo hice porque fui un avaro
cuyo tesoro heredarían y no porque no tenía más dinero que el que les pedía; en tercer lugar,
por su credulidad al pensar que les dejaría algo en el caso de que lo tuviera; y, en último lugar,
porque su lamentable falta del más mínimo sentido del humor les impedirá comprender cuán
divertido ha sido todo. Firmado y sellado…»
-Aunque no lleva fecha, está firmado Timothy Kieran Binnett con grandes rasgos.
Ira Binnett estaba rojo de ira. El rostro de Wallace tenía una palidez espectral y todo su cuerpo temblaba.
Joyce Court había dejado de curar el brazo de Timothy Binnett.
El anciano se incorporó y abrió los ojos. Miró a sus sobrinos y se echó a reír. No había nerviosismo ni
demencia en su risa: eran carcajadas sanas y campechanas, que se apagaron lentamente.
-De la primera no sé más que lo que le he dicho -se defendió el viejo- y no es un asesinato, porque yo
solo…
Wallace Binnett, que aún temblaba espasmódicamente, musitó dolorido y con los dientes apretados:
-Es mentira. Asesinaste a Molly. Joyce y yo salimos de la habitación cuando oímos gritar a Molly,
escuchamos el disparo, la vimos derrumbarse desde tu habitación, y después no salió nadie.
-Te aseguro que fue un accidente. Me dijeron que acababa de llegar un individuo de Australia que quería
verme por algo relacionado con mis propiedades en ese país. Entonces supe que había algo que no
encajaba -sonrió-, pues nunca estuve en esas latitudes. Ignoraba si uno de mis queridos sobrinos
sospechaba algo y había decidido tenderme una trampa, aunque sabía que si Wally no tenía nada que ver
con el asunto intentaría sacarle información sobre mí al caballero de Australia, y que tal vez perdería uno
de mis refugios gratuitos -rió entre dientes-. Decidí contactar con Ira para regresar a su casa si aquí las
cosas se ponían mal e intentar sacarme de encima al australiano. Wally siempre pensó que estoy medio
chiflado -miró de reojo a su sobrino- y temió que me encerraran en el manicomio antes de que testara a
su favor o que declararan nulo el testamento. Verán, tiene muy mala reputación después del asunto de la
Bolsa, y sabe que, si yo me volviera loco, ningún tribunal le encomendaría el manejo de mis asuntos…,
mientras yo tuviera otro sobrino -miró de soslayo a Ira-, que es un abogado respetable. Sabía que
perseguiría al visitante, en lugar de montar un escándalo que podía acabar conmigo en el manicomio. Así
que le monté el numerito a Molly, que era la que estaba más cerca. Pero se lo tomó demasiado en serio.
Yo tenía un arma y dije un montón de chorradas acerca de que mis enemigos de Australia me espiaban y
de que pensaba bajar de un balazo a ese individuo. Se inquietó excesivamente, e intentó arrebatarme el
arma. La pistola se disparó sola y tuve que hacerme los morados en el cuello e inventarme la historia sobre
el hombre corpulento y moreno -miró desdeñosamente a Wallace-. No sabía que él me cubría las
espaldas. Aunque no tengo una gran opinión sobre Wallace, jamás imaginé que sería tan vil como para
encubrir al asesino de su esposa…, aunque no se llevaran bien, solo por dinero.
-No se preocupe por eso -dijo Spade-. ¿Qué dice del mayordomo?
-No sé nada del mayordomo -repuso el anciano, y miró a Spade cara a cara.
-Tuvo que liquidarlo rápidamente, antes de que pudiera hablar o actuar. Bajó sigilosamente por la escalera
de servicio, abrió la puerta de la cocina para engañarnos, fue a la puerta principal, tocó el timbre, la cerró
y se ocultó al amparo de la puerta del sótano, debajo de la escalera principal. Cuando Jarboe abrió la
puerta, le disparó, tiene un orificio en la nuca, accionó el interruptor que está junto a la puerta del sótano
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y subió sigilosamente por la escalera de servicio, a oscuras. Luego se disparó cuidadosamente en el brazo.
Pero llegué demasiado pronto, así que me golpeó con la pistola, la lanzó por la puerta y se despatarró en
el suelo mientras yo seguía viendo las estrellas.
-Ya está bien -dijo Spade con paciencia-. No discutamos. El primer crimen fue accidental, de acuerdo. Pero
el segundo, no. Será fácil demostrar que ambas balas, más la que tiene en el brazo, fueron disparadas con
la misma pistola. ¿Qué importancia tiene que podamos demostrar cuál de los crímenes fue asesinato?
Solo se ahorca una vez -sonrió afablemente-. Y estoy seguro de que lo colgarán.
FIN
Para trabajar las diferencias y comparaciones de los dos textos se realizarán de manera
oral las siguientes preguntas y las respuestas más pertinentes serán escritas en la pizarra y sus
carpetas de manera individual. (15 min)
Luego, se les solicitará que realicen de manera individual un cuadro comparativo con la
información detallada.
Crimen.
Enigma.
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Sospechoso/s.
Culpable/s.
Victima/s.
Detective o
Investigador.
Pistas o
Indicios.
Hipótesis.
Para dar cierre a la clase se hará un repaso general de todo lo trabajado acentuando las
características del policial negro en comparación con el de enigma, los estudiantes deberán
establecer relación entre ambos, para reforzar, se proyectará un video en el cual se explican los
dos tipos de cuentos policiales.
Objetivos:
Metodología: se trabajara de forma individual y grupal, se utilizarán las TICs. Se realizará una
clase de exposición en la que presentaran sus antologías terminadas justificando la selección de
las imágenes para la tapa, luego las intercambiaran entre ellos.
Para dar inicio a la clase se recuperarán los contenidos vistos en la clase anterior, se
preguntará ¿Cuáles son las diferencias entre cuento policial de enigma y negro? Luego se les
repartirá la siguiente ficha integradora, para ser trabajada de manera individual. Con este
itinerario de lectura, se pretenderá no solo promover hábitos y recorridos de lectura, sino que
41
los alumnos sigan “diferentes rastros de lectura entre los textos”. Para ello, se trabajará con un
cuadro que permita establecer un contraste y relación con lo leído, así integrar todo lo abordado
en clase y fortalecer la comprensión y comparación entre los textos.
Cuentos
¿Quién es la
victima?
Se solicitará a los estudiantes que pasen a completar el cuadro que estará dispuesto en
el pizarrón, contarán con la ayuda y participación de sus compañeros.(30)
42
Clase N° 9. “Casos cerrados” (1.20)
Objetivos:
Metodología: en esta clase se trabajará en equipos que se asignarán un nombre, para realizar
un juego didáctico. Se realizará trabajo individual, grupal, expositivo.
Evaluación: se evaluará el trabajo en equipo, la capacidad de escucha atenta, el respeto por los
turnos de habla, la expresión oral y corporal al momento d exponer. Se evaluarán también la
asimilación de los conceptos y capacidad de relación de contenidos vistos.
Se iniciará la clase solicitando la lectura y revisión del cuadro integrador, se realizará una
revisión general de todos los contenidos, anotando en el pizarrón todos los aportes de la clase,
luego se les solicitará que los escriban en sus carpetas. (20 min)
La ruleta de la lectura
43
¿Cuál es la idea principal de la historia?
Describe a un personaje.
Seguido se tomará un tiempo para que expongan de manera individual, las tapas de las
antologías, explicando porqué eligieron las imágenes plasmadas en la tapa, se les solicitará que
intercambien las antologías con sus compañeros. (20)
1. Inventar un o una detective. Caracterizar ¿cómo es su personalidad?, ¿cuáles son sus rasgos físicos?,
¿trabaja por dinero o es aficionado?
2. Ordenar en tres listas la información de la historia referida a los testigos. La que se vincula con el libro
y la asociada con la víctima.
3. De manera grupal, proponer hipótesis para comenzar a explicar el caso: por ejemplo, la víctima era
un espía durante la Guerra Fría (1945-1989); la víctima cometió algún acto deshonroso en la Segunda
Guerra Mundial; también podría tratarse de un traficante de antigüedades.
4. Organizar la información en:
Principio: Presentar al detective. Decir quién es, como son en general sus días y en qué situación se
encuentra hasta que se le encarga el caso.
Medio: Desarrollar la investigación. Planificar los pasos del detective hasta que llega a resolver el caso.
Fin: Exponer la solución del caso.
5. Decidir si el narrador contara en primera persona (protagonista) o en tercera persona.
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Clase 9 (1.20 min)
Trabajo práctico evaluativo: se realizará un sorteo con los nombres de cada cuento abordado,
para que los estudiantes elijan un personaje y realicen un cuento policial según el cuento que
les haya tocado.
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Objetivos generales
Valorar el lenguaje como una capacidad humana que posibilita la posibilita la inserción
socio- cultural del individuo.
Aplicar con autonomía, los conocimientos sobre la lengua y las normas del uso
lingüístico para comprender textos orales y escritos para escribir y hablar con
adecuación, coherencia, cohesión y corrección.
Valorar a los textos literarios utilizando conocimientos básicos sobre las convenciones
de cada género.
Objetivos específicos
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Identificar información literal e implícita de los textos.
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Bibliografía
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