Arquitectura
Almudena Martínez Olmo
Grado en Fundamentos de Arquitectura
Sociología y Geografía Urbana
Tema 1
La sociología urbana y la evolución
histórica de la ciudad
El origen, los conceptos y la formación del espacio urbano
Almudena Martínez Olmo
Profesora
Presentación 3
Objetivos 3
Objetivos
• Conocer el objeto de estudio y los conceptos básicos en torno a los que se articula la
sociología urbana, así como su relevancia en los estudios urbanos.
Dentro de este desmembramiento de la Sociología se conserva sin embargo una cierta unidad que
viene dada en primer lugar por lo que podemos denominar la “gran teoría sociológica”, en segundo
lugar por una cierta unidad metodológica y finalmente por una serie de referencias históricas
comunes a unos autores que se consideran hasta el momento y con ligeras variaciones, los
padres de la Sociología y a los que parece que la liturgia académica debe rendir un tributo. Teoría,
Metodología e Historia son los elementos que unifican la dispersión progresiva del conocimiento
sociológico y deberían ser las que constituyeran la esencia de lo que en los planes de estudio se
denomina troncalidad.
Está claro que una vez admitida la existencia de una rama determinada, se acepta plenamente la
existencia de un discurso especializado en el que no es imprescindible la construcción de la
Sociología entera, sino que a partir de un cierto punto o estado se desarrolla la disciplina, dando
por admitido una serie de principios teóricos, metodológicos e históricos. Ese procedimiento
permite efectivamente llevar el razonamiento y el conocimiento desde la perspectiva sociológica a
fronteras que antes eran insospechadas.
Entre las subdisciplinas formadas a partir de un discurso sociológico general podemos decir que la
Sociología Urbana ocupa un papel predominante, no solamente por lo temprano de su origen, a
comienzos del siglo XX, ni por la cantidad de obras producidas, sino sobre todo por su continua
aportación de teorías, ideas y perspectivas a ese tronco común de la Sociología.
Pero el interés por la ciudad en la actualidad sobrepasa la ciudad misma. Las profundas
Transformaciones experimentadas el siglo XVIII supusieron una reconsideración de la ciudad. Una
vez destruidas gran parte de las murallas que marcaban simbólica y realmente sus límites, los
asentamientos se expandieron hasta distancias desconocidas históricamente, formando en
ocasiones enormes concentraciones y expandiendo sus modos de vida, hasta el punto de que en
algunas regiones e incluso en algunos países, la distinción entre lo urbano y lo rural desaparece
físicamente y en gran parte de los países industrializados la diferencia en lo que respecta a las
formas de vida entre lo urbano y lo no urbano se reducen hasta lo anecdótico. Considerando este
hecho el calificativo de urbano para una rama de la Sociología dejaría de tener sentido, ya que
todo o casi todo un país puede ser urbano, en el sentido puramente físico o en el de su
concepción como forma de comportamiento.
Pero si dejamos de lado los nominalismos extremos, el nombre de Sociología Urbana podrá seguir
asociado a una visión particular de la sociedad en la que se sitúa al espacio como una perspectiva
desde la que se consideran los procesos sociales. El punto de partida es que la Sociología Urbana
es una especificación del estudio de la sociedad en la que el espacio cobra un papel relevante, tal
como se deduce de una larga tradición de investigación y reflexión que se ha ido acogiendo a ese
nombre de Sociología Urbana.
De este modo, la Sociología Urbana está viva y mantiene una considerable producción a lo largo y
ancho de nuestro mundo. Se trata más bien de situarnos en la correcta perspectiva, aunque ello
implique una interpretación muy abierta del calificativo que la determina. El término urbano, como
se verá, tiene una gran ambigüedad, lo que le da a su vez unas connotaciones que han marcado
históricamente a la Sociología Urbana. Si en la actualidad no se adecua correctamente al
contenido que se plantea, se debe fundamentalmente al cambio que se ha experimentado en la
sociedad desde los primeros planteamientos de la Sociología Urbana hasta la actualidad, pero ese
cambio social no implica que ya desde los primeros desarrollos de la Sociología Urbana no
estuviera planteado el verdadero objeto que se trata de poner en evidencia en la actualidad.
La ciudad ha sido definida de diversas maneras, Toynbee (1973) la define desde una
perspectiva histórica como “una agrupación humana cuyos habitantes no pueden producir
dentro de sus límites todo el alimento que necesitan para subsistir”. Hoy en día esta definición
se vuelve cada vez más inoperante porque la división del trabajo que afecta a la producción
agrícola lleva a que las unidades residenciales rurales sean también dependientes, pero tiene
el interés de su perspectiva histórica. Mumford (1961) en su obra La ciudad a través de la
Historia establece la evolución de la ciudad desde sus orígenes hasta la actualidad,
recalcando su carácter de organización política. Pero en la consideración de la ciudad actual
se establece un especial énfasis en los aspectos culturales y en las condiciones de las
relaciones sociales. Benjamin (1973) establece una visión de la ciudad como un recipiente de
la memoria del pasado y como un receptáculo de tradiciones culturales y de valores.
Pero más allá de esas definiciones, se puede decir que buena parte de los clásicos de la
sociología tienen una consideración sobre las ciudades, no hay que olvidar la importancia que
se le atribuía a finales del siglo pasado, como un lugar de innovación y de transformación de
las relaciones sociales. Desde Max Weber (1987) hasta el propio M. Castells (1974)
establecen su concepción del término. Pero es sin género de dudas la definición planteada
por Wirth (1968) la que más impacto ha tenido en la Sociología. Como se verá en posteriores
unidades, Wirth definía la ciudad como “un establecimiento relativamente grande, denso y
socialmente heterogéneo”, es decir compuesto por tres variables bien definidas, que para él
van a estar en la base de la formación de la cultura urbana o urbanismo: la densidad, la
heterogeneidad y el tamaño.
Lefebvre (1972) plantea que la revolución industrial supone la ruptura de la unidad que existía
entre la ciudad y la sociedad. La revolución que supone la industrialización llevaría según
Lefebvre a la muerte de la ciudad y al nacimiento de una nueva entidad que es lo urbano, en
la que los límites dejan de estar definidos como en la ciudad, siendo marcados por otros
elementos, tales como la dispersión de los asentamientos urbanos, el incremento de las
relaciones con los espacios circundantes y el reforzamiento de esa interdependencia.
Ese crecimiento urbano que caracteriza a las sociedades a lo largo del siglo XIX y XX, lleva a
la exigencia de otros conceptos que expresen el nuevo fenómeno urbano: Área
Metropolitana, Región Metropolitana, Megalópolis etc. que se van sucediendo a lo largo del
tiempo. Estos conceptos tratan de expresar un distanciamiento respecto al concepto
tradicional de ciudad, concebida como una unidad político-administrativa, con unos límites
precisos que incluso llegaron a marcar el ámbito espacial de la integración de una sociedad,
limitada por unas murallas, marcada por una división del intra y extra muros, como expresión
espacial de la integración y de la exclusión, de la salud y la enfermedad, de los derechos y
del desarraigo. El desparrame de la metrópolis supone una reconsideración del espacio, el
reforzamiento de la división espacial como expresión de las diferencias, con una mayor
relevancia de una serie de procesos espaciales tales como la segregación, la división
espacial de las funciones y la distinción entre el centro y la periferia, y una generalización de
algunos atributos que se restringían a los habitantes de las ciudades, como el de ciudadanía.
La ruptura de la unidad espacial lleva a enfatizar la unidad funcional, Martinotti (1994) plantea
que el concepto de Metrópolis recalca la supremacía de la función sobre la proximidad, algo
que los postmodernistas pondrán en cuestión al plantear la vuelta al dominio de la forma
sobre la función (Solá Morales, 1987), en respuesta a los planteamientos racionalistas
derivados de la Carta de Atenas en la que se daba una prioridad a la separación de las
funciones como forma de ordenamiento urbano, aboliendo la calle como espacio
multifuncional.
Urbano es teóricamente todo lo que se da en la urbe, pero a su vez la urbe tiene unas
fronteras tan anchas que no existe acuerdo sobre su tamaño, su composición, ni siquiera
sobre sus cualidades. La urbe puede definirse desde una perspectiva espacial o puede incluir
elementos no espaciales en su concepción. Puede ser una forma de vida o simplemente un
paisaje voluntario formado principalmente por espacios construidos. Puede ser una metáfora
que representa lo concreto o puede ser algo tangible, definido. Con frecuencia se ha utilizado
como sinónimo de modernidad, incluso en épocas muy recientes. Detrás de lo urbano está
sin duda esa ambivalencia que se manifiesta hacia la ciudad, con la atracción y el rechazo
que suscita.
“We take the view that there can be no satisfactory delimitation of the concept of the urban.
The often confusing and obsessive debate in the field since the 1970s reached an appropriate
El Urbanismo es concebido pues como una práctica y como una disciplina. Una práctica que
trata de la intervención sobre la ciudad y una disciplina que reflexiona sobre las
características de la ciudad. Pero ambas son inseparables, la intervención sobre el medio
urbano requiere no solamente una serie de conocimientos técnicos sino también un discurso
que la justifique y un objetivo que marque su acción, para lo cual acude a la disciplina.
La Sociología Urbana está fuertemente concernida por esas dos concepciones del
Urbanismo, de manera que existe una profunda interrelación entre Sociología Urbana y
Urbanismo. Sus orígenes son casi coetáneos y su desarrollo doctrinal ha corrido paralelo ya
que la base de las teorías urbanísticas no es otra que una especificación de las teorías
sociológicas. El Urbanismo puede ubicarse dentro de las ciencias sociales y en esa medida
está profundamente imbricado en los avatares de la propia reflexión y definición que se
establece sobre la sociedad.
Para algunos autores como Glass (1989), la Sociología Urbana no existe con una identidad
distinguible por sí misma afirmando que, en Gran Bretaña por ejemplo, la etiqueta de lo urbano
puede ser aplicada a casi cualquier rama de la Sociología. En ese sentido la denominada
Sociología Urbana sería para ella una especie de paraguas verbal que agruparía bajo su nombre
cosas totalmente diferentes e inconexas.
Efectivamente la variedad y la dispersión del contenido de los análisis que se clasifican como
Sociología Urbana es sorprendente. Una parte de la dispersión temática y conceptual que se le
plantea proviene precisamente de la ambigüedad conceptual de su enunciado. El coger el término
de Sociología Urbana como bandera de conveniencia para albergar estudios e investigaciones de
fenómenos sociales ha sido una práctica frecuente por parte de muchos autores. La cuestión es
que no cabe la resignación a ese estatuto de paraguas verbal o bandera de conveniencia, ya que
si así fuera su existencia hubiera sido sin duda más efímera. Por otro lado, eso supondría que nos
limitaríamos a una simple descripción de los temas sin otra concepción que la de un avance del
conocimiento a partir de una acumulación simple de información, pero eso no ha sido así y las
páginas de los libros y de las revistas están plagadas de polémicas que parten de la existencia de
unas constantes y del establecimiento de teorías que las explican, lo que puede en cualquier caso
determinar la existencia de una cierta continuidad en los temas y en las teorías que los explican,
señal inequívoca de la existencia de un objeto, por amplio y difícil de delimitar que él sea.
Hasta ahora se puede decir que en la Sociología Urbana formal se han sucedido cuatro objetos
diferenciados:
• El primero es el desarrollado por Wirth (1968) como una culminación de las aportaciones
de la escuela de Chicago, en el que se planteaba el modo de vida urbano como posible
objeto de la Sociología Urbana.
• Posteriormente, Rex y Moore (1967) y Pahl (1965) establecieron que las formas de
apropiación y las prácticas residenciales eran un posible objeto de la Sociología Urbana,
al discernir la división en clases sociales que denominaron “Housing Classes”.
Al mismo tiempo, más allá de los objetos declarados de la Sociología se puede establecer la
existencia de objetos no declarados, siendo algunos de ellos tan potentes que atraviesan los
planteamientos de esta disciplina a lo largo de toda su existencia:
Aunque no se puede decir que haya constituido un objeto en sí mismo, la concepción de la ciudad
como un laboratorio social en el que se pueden analizar una serie de fenómenos sociales en un
entorno acotado, es una de las constantes que se manifiestan a lo largo de la historia de la
Sociología Urbana. Según esa consideración, todo lo que acaece en la ciudad podría ser objeto de
estudio de esta disciplina. Su desarrollo se da sobre todo a partir de los planteamientos de la
Escuela de Chicago. La concentración en la ciudad de los hechos sociales objeto de la
investigación y reflexión sociológica le daría ese estatuto de laboratorio en el que se podrían
analizar con mayor facilidad.
Pero el gran objeto subterráneo que atraviesa toda la Sociología Urbana, apareciendo
esporádicamente en la superficie es el de la modernidad. La ciudad, más allá de su posible
consideración como laboratorio, es sobre todo una avanzadilla de los procesos de cambio que se
experimentan en la sociedad, siendo concebido lo urbano como lugar de innovación.
Simmel (1977) plantea la metrópolis como el espacio de unas relaciones sociales modernas,
visión que es recogida por Wirth (1968) atribuyéndole una valoración que no tenía anteriormente y
que marca a la Sociología Urbana. Para estos autores, la modernidad urbana es destructora de un
equilibrio en las relaciones sociales y programadora de una sociedad difícil de calificar, pero en
cualquier caso no querida. Pero esta confusión de lo moderno y lo urbano se prolonga más allá y
sus propios críticos de los años setenta establecen de nuevo esa relación entre lo urbano y lo
moderno, atribuyendo la misma experiencia de la modernidad a las formas de la organización
La cuestión es que ese modernismo puede verse desde perspectivas diferentes según la
valoración que se le atribuya, así se puede decir que Marx y Engels le atribuían una valoración
positiva en la medida en que la ciudad-modernidad suponía un paso importante dentro del proceso
revolucionario, porque en ella se exacerbaban las contradicciones sociales que llevarían a minar el
capitalismo. En el otro extremo, autores como Simmel, Tönies, Weber y Durkhein tienen visiones
más pesimistas.
El problema vuelve a aparecer con la revisión del modernismo. El postmodernismo plantea una
visión de la innovación en la que la valoración moral que suponían esas posiciones optimistas o
pesimistas dan paso a otra valoración basada en la estética. Esto tiene consecuencias radicales
en el urbanismo, hasta plantear la muerte de la razón social y su relevo por la razón estética. El
problema es de nuevo la imposibilidad de reducir la razón social a la razón estética. La estética
tiene una gran carga subjetiva y los patrones de concordancia para la misma son evanescentes.
Los valores estéticos son más efímeros, evanescentes y singulares que los valores éticos o
sociales, la reducción de unos a otros es imposible, pero la exaltación diferencial puede llevar
efectivamente a dar una prioridad estética a la visión de la ciudad.
En ese sentido, se puede afirmar que el espacio urbano continúa siendo un medio privilegiado
para el estudio y la consideración de las nuevas formas sociales. El análisis y la consideración de
la innovación social sigue pasando por su concreción en el espacio, y muy especialmente por el
espacio central de las ciudades. En ese sentido, en la medida en que la Sociología Urbana es la
Sociología del Espacio, aquellos aspectos del análisis social estrechamente relacionados con las
formas espaciales, como es la innovación, van a ser objetos privilegiados de su estudio.
Eso lleva a establecer dos grandes etapas en la historia de la Sociología Urbana, una primera
etapa previa formada por esos autores que no desarrollan una expresa Sociología Urbana pero
que en sus reflexiones la ciudad y los fenómenos urbanos tienen una relevancia especial, y otra
segunda que partiría con la Escuela de Chicago y supondría una constitución formal de la
Sociología Urbana como rama de la Sociología. Esta etapa a su vez podría subdividirse en varias,
a razón de los avances en el conocimiento que se ha producido a lo largo de más de tres cuartos
de siglo de existencia.
A partir de la Escuela de Chicago, con una serie de altibajos, la Sociología Urbana se mantiene
como rama o disciplina de la Sociología, con una gran personalidad propia. Prueba de ello es la
existencia de comités independientes de investigación dentro de la Asociación Internacional de
Sociología, y de revistas especializadas como: International Journal of Urban and Regional
Research, Urban Affairs, Annales de la Recherche Urbaine, Espaces et Societés, Espaço e
Debates. A esto habría que añadir la profusión de investigaciones y la producción de obras
concernientes a los temas específicos de la Sociología Urbana.
Esta extensión de la Sociología Urbana está en gran parte ligada a su frecuente enfoque práctico
derivado de su objeto espacial.
Pero su gran difusión, y su considerable peso dentro de la Sociología no quita la existencia de una
serie de problemas con los que lleva tratando desde su origen. Como ya se ha mencionado, el
primero de ellos es el de la delimitación real de su actividad, que se extiende prácticamente en
todas las direcciones de las ciencias sociales, dispersándose considerablemente. El segundo,
Una de las características del análisis de los atributos espaciales es el continuo recurso a las
aportaciones de otras disciplinas. Esto podría suponer la exigencia de delimitar las diferencias que
se plantean en la Sociología Urbana en relación con la Antropología, la Geografía o la Economía
Urbana y sobre todo con el Urbanismo, concebido como una disciplina. Hay que tener en cuenta
que el hecho de compartir fundamentos teóricos y metodologías iguales o similares, les da a estas
disciplinas la posibilidad de abordar de forma igual o muy similar los mismos objetos de estudio.
En este sentido, se deduce que los problemas en la delimitación del objeto, derivados de su
carácter espacial no sólo atañen a la Sociología Urbana, debido a esa imprecisión de las fronteras
interdisciplinares. Eso lleva a sostener que difícilmente se puede avanzar en la Sociología Urbana
sin una perspectiva multidisciplinar. Esto, unido al hecho de la extensión y diversidad de los
fenómenos que hay que analizar, así como a la profusión de conocimientos que requieren, lleva a
que el progreso en esta disciplina se haga de forma lenta, requiriendo una gran capacidad de
síntesis.
La dispersión, las distintas bases teóricas que se suceden y la propia concepción de la Sociología
Urbana como una bandera de conveniencia para estudios muy dispersos, hacen difícil fijar los
temas recurrentes en la Sociología Urbana. Tal como se desarrollará más adelante, los principales
paradigmas de la Sociología Urbana tienen una serie de predilecciones temáticas e interrogantes
diferenciados, y cuestiones que por lo general son distintas. A pesar de ello se podrían establecer
a partir de las expresadas por Savage y Warde (1993), ocho cuestiones clave que se manifiestan
en la Sociología Urbana y cuya descripción nos puede ser muy útil tanto para la delimitación de su
objeto real como para la fijación temática de la misma. Estas cuestiones serían las siguientes:
• Los elementos que distinguen a unos lugares de otros, lo que hace que la gente perciba
los lugares con una identidad propia y los factores que llevan al arraigo de las personas
a un vecindario determinado.
• La forma en la que la vida urbana es afectada tanto por la estructura social como por la
posición de clase, el género, el grupo étnico y la edad, especialmente en lo que se
refiere al uso de los bienes urbanos como la vivienda y los bienes de consumo colectivo.
• El desarrollo de las relaciones sociales entre las personas próximas espacialmente como
son los familiares, los vecinos, los amigos y los asociados. El contexto social local y el
• Los aspectos más relevantes de la estructura espacial de las ciudades y si los distintos
tipos de ordenamiento espacial generan modos distintos de interacción social.
• El estudio de los aspectos políticos locales en relación con el espacio, y la influencia que
tienen sobre ellos los distintos grupos sociales y sus intereses. Las formas de
participación ciudadana y el impacto social que tienen las diferentes intervenciones
públicas sobre la ciudad.
La síntesis de estas cuestiones se hace compleja, por su dispersión. Pero se puede decir que
existe un elemento común a todas ellas que es el espacio. Fundamentalmente los límites que el
espacio marca a las relaciones y la influencia que los atributos espaciales de proximidad,
distancia, agrupación, dispersión etc. tienen sobre los procesos y prácticas sociales, con una
incidencia especial en las relaciones de poder y en los efectos que tiene la intervención de los
distintos agentes sobre esas relaciones espaciales.
El convencimiento de esta centralidad del espacio en las cuestiones de la Sociología Urbana nos
puede llevar incluso a su sustitución temática, de forma que tratar de la Sociología Urbana puede
ser intercambiable con tratar de la dimensión espacial de los hechos sociales. Esta afirmación nos
da ya una idea del porqué de la dispersión temática y de la dificultad para delimitar el objeto.
De todas formas, más allá del carácter estructurante de la ciudad y de la perspectiva del espacio
como estructurador de los fenómenos sociales, habría que considerar la exigencia de analizar el
gran producto social de nuestros días: la ciudad como espacio y como reglas que marcan el
comportamiento de las personas y de los grupos sociales.
La Antropología Urbana
La mayor parte de la producción de Antropología Urbana que existe hoy en día es una
colección de etnografías poco relacionadas entre sí, aunque algunas de ellas mantienen un
gran interés. El factor básico que ha constreñido el desarrollo de la antropología urbana ha
sido sobre todo la perspectiva antropológica clásica, centrada fundamentalmente en el
estudio de los grupos y las comunidades menos comunes, por sus peculiaridades
diferenciadas y por su exotismo. Basta considerar los estudios pioneros de los antropólogos
sobre España, realizados sobre comunidades muy aisladas: las Alpujarras, las montañas
asturianas etc. Por otro lado, los antropólogos estudiarían las culturas primitivas y no
evolucionadas mientras que los sociólogos estudiarían las culturas urbanas.
En contraposición a esta tendencia entre los sociólogos, la desconfianza que sienten los
antropólogos por el medio urbano se manifiesta en el intento de reproducir los objetos de
análisis realizados en otras zonas con lo que se suele buscar comunidades cerradas o guetos
para llevar a cabo la investigación, tanto por el hecho de poder delimitar mejor tanto el objeto
de estudio como la influencia de otras variables, incluidas las históricas, en los procesos de
relación entre los miembros de esas comunidades como por la búsqueda de elementos
exóticos, desde una perspectiva romántica que afecta muy directamente al objeto de estudio.
Esta situación está cambiando en la actualidad ya que los sociólogos se están abriendo a los
estudios sobre las culturas urbanas, aunque solo sea de forma anecdótica para ilustrar sus
teorías, o como punto de partida para otro tipo de análisis. Por su parte, María Cátedra (1991)
plantea que la Antropología puede rellenar algunas lagunas de la investigación sociológica
tradicional por su énfasis en aspectos cualitativos, y su interés por los aspectos culturales.
Una de las disciplinas afines a esta concepción es la Geografía Humana, la diferencia que
tiene con la Sociología Urbana, así concebida está en el enfoque de esas relaciones sociales
dentro del marco espacial. Históricamente la Geografía nace precisamente de posiciones
deterministas que trataban de explicar las características de la población a partir del espacio
en el que se asentaba. En la actualidad, las posiciones han cambiado pero el enfoque sigue
permaneciendo, de manera que se concibe como una disciplina académica que trata de
establecer las relaciones recíprocas entre el medio geográfico y la población que lo habita,
haciendo especial énfasis en el impacto que tienen determinadas características espaciales
sobre la sociedad así como la formación de paisajes voluntarios formados por la acción
humana.
Las diferencias entre la Sociología Urbana y la Geografía Humana vendrían más por el
enfoque y el énfasis en determinados aspectos que por el objeto, apoyándose la Sociología
en el estudio de las relaciones sociales y considerando especialmente los atributos
espaciales entre las mismas, mientras que la Geografía tendría una dirección más marcada
por los atributos espaciales de las cosas, lo que se denomina medio geográfico, y su
interacción con la población, considerada generalmente de forma agregada.
Tal como plantea Werlen (1992) “in the past many geographers argued that the aim of
geography was to study space. Today most geographers argue that the aim of geography is to
analyze the significance of the space for social processes”
La ciudad medieval
El inicio y progresivo ascenso de las ciudades europeas, viene marcado fundamentalmente
por el surgimiento y desarrollo de las ciudades medievales, entre los siglos X y XV. Ésta fue
En términos físicos, la ciudad europea medieval estaba compuesta por una ciudadela, una
muralla circundante, un mercado, una zona edificada alrededor de un núcleo, edificios
administrativos y públicos e iglesias, monumentos, plazas, áreas de comercio y una
urbanización que irradiaba del centro. La construcción de campanarios, edificios públicos,
catedrales y palacios simbolizaba la competencia entre los diferentes poderes (obispo, señor,
burgueses, el Estado), las grandes familias o las propias ciudades. Al mismo tiempo, las
calles y las plazas públicas servían como elementos articuladores de la vida social y política.
Entre el siglo XVII y XIX la revolución industrial daría lugar a una nueva oleada de
urbanización (segundo movimiento capitalista). La concentración urbana en grandes
metrópolis y en grandes zonas industriales las transformaría tanto social como físicamente.
Las formas de expansión urbana acontecieron de forma desigual en el tiempo siendo las
ciudades industriales de Gran Bretaña el gran símbolo de este nuevo fenómeno urbano. Por
un lado, surgieron un nuevo tipo de ciudades industriales alrededor de las minas de carbón, la
industria textil o del hierro y acero y más tarde alrededor de la industria química, eléctrica y de
la ingeniería industrial. Por otro lado, puesto que la ciudad iba de la mano de la
industrialización, las grandes metrópolis se convirtieron también en ciudades industriales, así
como las grandes ciudades portuarias y algunas capitales regionales.
Dentro de esta etapa cabe destacar la existencia de dos fases, una primera que transformaría
sobre todo las poblaciones mineras a través del crecimiento extraordinario de su población
llevando a la creación de regiones industriales muy densas conformadas por muchas
poblaciones pequeñas como por ejemplo el Rhur––Düseldorf, o el noreste de Inglaterra.
Después, hacia la segunda mitad del siglo XIX, tendría lugar una segunda fase marcada por
el desarrollo del transporte (ferrocarriles y canales) y que daría lugar a un aumentó el ritmo
del movimiento y de la concentración en las grandes ciudades que no contaban con depósitos
mineros, en especial Londres, París, Berlín, Viena, Moscú, Turín, Milán y Madrid. De esta
forma, las grandes ciudades existentes fueron las que más se beneficiaron de estos avances.
Desde el punto de vista de la estructura socio-espacial de las ciudades cabe destacar que se
articulaban en base a una sociedad de clases constituida fundamentalmente por la burguesía
y el proletariado cuya forma de vida giraba en torno al trabajo, los clubes, los cafés, los bailes
y el deporte. No obstante, en las ciudades más grandes la diversidad social era mayor
(artesanos, comerciantes, etc.) sin embargo, en algunos casos, el proletariado llegaba
representar entre un 70 y un 80% del total de la población. En las ciudades industriales la
densidad de la clase obrera y la contaminación de las fábricas en los distritos centrales
desencadenaron el traslado de la burguesía hacia áreas periféricas residenciales iniciándose
así el proceso de suburbanización.
A partir del siglo XIX las ciudades europeas alcanzaron un gran tamaño dando lugar a lo que
se conoce como ciudades capitales (Le Galès, 2007). Su desarrollo vino de la mano del
afianzamiento progresivo de los estados, del desplazamiento de la vida política al nivel
nacional y del desarrollo industrial siendo éstos los factores que, a su vez, alimentaron la
atracción de gran parte del flujo migratorio concentrando así la mayor oferta de mano de obra.
A través del paulatino control de los estados, estas ciudades fueron las primeras en
beneficiarse de la revolución del transporte que acontecía como fruto de la segunda fase de
la revolución industrial y fueron también escenario de grandes remodelaciones como
consecuencia de la preocupación de los gobiernos por la sanidad pública y la seguridad. De
esta forma, se desarrollaron amplias avenidas, edificios públicos, estaciones, plazas,
monumentos, etc.
Se trataba de ciudades ministeriales y militares que funcionaban a su vez como ciudades
universitarias y centros culturales, ejerciendo un papel clave en la organización de
exposiciones universales y grandes ferias. También fueron el escenario idóneo para visibilizar
las protestas y llevar a cabo reivindicaciones y revueltas políticas y sociales. Al mismo tiempo
fueron el centro de la especulación, del consumo, de inversiones públicas y privadas en
vivienda, y la capital financiera.
Tal y como recoge Capel (1975), la evolución de las ciudades españolas puede estudiarse a partir
de los distintos elementos que han ido configurando su trama urbana y que cabe distinguir, de la
siguiente manera, en función de sus características históricas, sociales y arquitectónicas: los
cascos antiguos, los ensanches, el extrarradio, los barrios de ciudad-jardín, el barraquismo y la
autoconstrucción y los polígonos de vivienda.
La ciudad preindustrial
Fuente: https://www.pinterest.es/pin/370561875569391296/
digivisión-tve
La ciudad medieval:
• Son ciudades rodeadas por murallas que constituyen una fortaleza defensiva y
protectora de sus habitantes albergando a su vez el poder económico y comercial
de todo su entorno.
Fuente: https://www.thinglink.com/scene/662960509183590400
Hacia finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX la revolución industrial trae consigo una
nueva etapa de grandes transformaciones sociales y económicas para las ciudades lo que
desencadena un proceso de gran crecimiento poblacional. Estos cambios demográficos
acontecieron de manera abrupta y rápida lo que condujo al surgimiento de fuertes
problemáticas urbanas ya que la ciudad preindustrial no estaba adecuada a las nuevas
necesidades poblacionales.
El hacinamiento, la infravivienda, el aumento de los procesos de segregación y el deterioro de
los servicios y condiciones higiénicas hicieron que las condiciones de vida de la población se
degradaran y por ello, se asistiera a un aumento de la mortalidad. Al mismo tiempo, la ciudad
sufrió un proceso de transformación en su morfología con una ocupación de parte del espacio
de las calles, la elevación de las alturas de los edificios, el aumento del número de viviendas
por edificio y, por tanto, de la densidad poblacional.
• El deterioro de las condiciones de vida suponía una amenaza para las clases
burguesas.
Los ensanches
A pesar de las reformas emprendidas para atajar los problemas urbanos derivados de la
revolución industrial, la regeneración y densificación del casco antiguo fue exigua para poder
hacer frente al fuerte y continuo crecimiento demográfico. Por tanto, fue necesaria una
expansión de la ciudad más allá de las murallas por lo que éstas se derribaron a fin de poder
conformar un ensanche. En este sentido, Madrid y Barcelona se consagran como ciudades
pioneras aunque la perspectiva a la hora de abordar los ensanches sería diferente en cada
caso: ensanche ilimitado (Cerdá) o limitado (Castro).
• Las funciones de los ensanches pueden ser varias: función residencial, en donde
predominan clases medias y acomodadas y una fuerte densidad; función terciaria,
en donde se produce un asentamiento de oficinas y comercios (Ejemplo, Azca en
Madrid); función disuasoria contra posibles revueltas ya que su amplio trazado
permite un mejor movimiento y defensa de los ejércitos.
Tal como señala Cerdá (1867), los arrabales “por lo común todos son irregulares: no
obedecen a ley alguna: sus edificios, sus vías interiores son la expresión de la
voluntad y de la conveniencia individual, que sucesivamente los ha ido levantando a
medida y en la formas y en el sitio que mejor parecieron al objeto y propósito de sus
respectivos dueños”
Fuente:https://urbancidades.wordpress.com/2008/06/19/%E2%80%9Cchalets%E2%80%9D
-adosados-del-siglo-xix-en-el-barrio-de-tetuan-madrid/
http://avccaminostetuan.blogspot.com.es/2017/03/guia-de-bellas-vistas.html
• Ebenezer Howard, fundador del movimiento: Ciudades jardín del mañana (1902).
• Arturo Soria y Mata, con los proyectos de ciudad-lineal: “para cada familia una
casa; en cada casa una huerta y un jardín”.
• Difieren en función del periodo en el que hayan sido proyectados, según la clase
social a la que vayan destinados y su carácter de residencia principal o
secundaria. La morfología, la trama viaria, la amplitud de las parcelas, los servicios
y equipamientos serán diferentes en función de la clase social. Los barrios
proyectados para la burguesía han sufrido menos modificaciones con el tiempo.
• Como una posible variante de los barrios ciudad-jardín hay que destacar las
pequeñas casas de campo a las afueras de las ciudades.
Vda. para clase obrera, Colonia Prosperidad Vda. para la burguesía, C/ Arturo Soria
Fuente: https://urbancidades.wordpress.com/2010/04/04/okupas-en-la-colonia-la-
prosperidad-en-1932-2/
https://microplanmadrid.com/2016/08/23/ciudad-lineal-arturo-soria/
Chabolismo y autoconstrucción
• Hacinamiento
• Esta tipología de barrios son un elemento típico de las ciudades españolas ya que
una buena parte de la expansión del tejido urbano se realizó según este proceso
Fuente: http://blogdearquitecturaparaestudiantes.blogspot.com.es/
https://www.todocoleccion.net
Fuente: http://memoriasenred.es/tag/matadero-madrid/
http://www.madrid.org/icaatom_pub/index.php/arroyo-del-abronigal-2;isad
Fuente: http://www.tetuanmadrid.com/paseo-direccion-paseo-sin-direccion/
Entre las características más destacables de estos polígonos de vivienda se encuentran las
siguientes:
Con llegada de los principios que integra la carta de Atenas, la dureza con la que fueron
concebidos los polígonos de vivienda se transforma ya que:
Fuente: https://elpais.com/diario/2007/02/05/madrid/1170678256_740215.html
Fuente: https://www.pinterest.co.uk/pin/290060032221916004/
Con el paso del tiempo, la concepción primaria con la que surgieron los polígonos de vivienda
se transformó con la aparición del plan de Actuaciones Urbanísticas Urgentes (ACTUR), en
1970, y cuyas pretensiones eran las siguientes:
De esta forma, como fruto de las ACTUR, surgieron las ciudades satélites que se encuentran
a 15 o 20Km del núcleo urbano, al que se conectan por autopista. Tres Cantos en Madrid o
Martorell en Barcelona suponen claros ejemplos de estos desarrollos.
Fuente: http://www.ciudadfcc.com/es/-/urbanizacion-sector-tres-cantos
Martorell, Barcelona
Fuente: http://www.vilapress.cat/texto-diario/mostrar/792086/obras-mejora-barrios-martorell-
retomaran-otono
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