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Chile se caracteriza por tener un sistema de vida donde los servicios sociales básicos son

de alto costo, esto provoca que la población se vea restringida a su acceso, y que, por lo
tanto, induzca y potencie el sobreendeudamiento de nuestra sociedad.

De acuerdo con el informe de Deuda Morosa del cuarto trimestre de 2018 (octubre-
diciembre), realizado por el Centro de Economía Aplicada, de la Escuela de Ingeniería
Comercial de la Universidad San Sebastián (USS), con información de Equifar y datos de
georreferenciación proporcionados por Mapscity, 4.529.480 personas a nivel nacional son
deudores morosos, es decir, casi el 25%, un cuarto, de la población total, mantiene una
deuda impaga. Las cifras alcanzan un número alarmante, sin embargo, este hecho parece
no preocupar a las autoridades de nuestro país, puesto que no han intentado llevar a cabo
ninguna medida preventiva para mejorar esta situación, es más, se están viendo
beneficiados con esta problemática, ya que los intereses suben de manera significativa, de
modo que harán esta deuda impagable, y difícilmente buscarán una forma eficiente de
reducir el número de deudores.

Según un estudio efectuado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras


(SBIF), más de la mitad de los deudores no bancarios poseen un ingreso mensual inferior
a 400 mil pesos, y en cuanto a su edad, en su mayoría tienen sobre 55 años. Esto no es
una sorpresa teniendo en consideración las bajas pensiones que son entregadas a los
adultos mayores de nuestro país.

De esta forma, el que las pensiones de las personas pertenecientes a la tercera edad sea
tan bajo, pese a haber trabajado durante muchos años, da una clara señal de que es
necesario un reajuste en el monto de las pensiones. La jubilación actual apenas alcanza
para costear necesidades básicas, pedir préstamos millonarios para cubrir todos estos
gastos está siendo la única solución para que muchos de los pensionados puedan vivir de
manera más digna.

El sistema de pensiones que rige en Chile comenzó a utilizarse a partir del año 1980,
durante el periodo de dictadura y, según la Subsecretaría de Previsión Social, “Es un
mecanismo de protección social” guiado por un “sistema de capitalización individual
obligatorio” en el que se realiza un financiamiento de los ahorros que los trabajadores
realizan durante su vida laboral, con el fin de costear su pensión. Cada mes, este porcentaje
del sueldo es depositado en una cuenta en una Administración de Fondos de Pensiones
(AFP).

El sueldo mínimo en nuestro país corresponde a $301 mil, sin descontar el 7% de salud y
el 10% para las AFP, esta baja cantidad de dinero debería bastar para mantener una “buena
vida”, sin embargo, si observamos con más detenimiento, y se descuenta además, los gatos
de la alimentación, electricidad, agua, gas, vestimenta, medicamentos, educación y
transporte, este número se reduce considerablemente, sin mencionar que también muchas
veces, este sueldo debe repartirse entre todos los integrantes de la familia. De esta forma,
este salario que está pensado como lo “mínimo” con lo que se puede “vivir” no es lo
suficientemente idóneo para el estilo de vida chileno.

Ahora, con respecto a las pensiones de jubilación, encontramos la Pensión Básica Solidaria
de Vejez (PBSV), este tipo de pensión es otorgado a las personas que no han ejercido
nunca laboralmente, el monto es de 107 mil 304 pesos.
Entonces, si el salario mínimo está calculado de forma que una persona pueda vivir con
supuesta comodidad, ¿Cómo espera el Estado mantener el bienestar de los adultos
mayores si la pensión que les es cedida es un 65% más bajo que el salario mínimo?
Algunas de las soluciones que sugiere el gobierno para mejorar las jubilaciones es subir el
porcentaje para las AFP a un 15% e incluso hasta un 18%, y subir la edad de jubilación, las
mujeres a los 65 años y los hombres a los 70 años aproximadamente. En otras palabras,
las soluciones que propone el gobierno es que al salario se le descuente un porcentaje aún
mayor, y que por consiguiente, a esos sueldos mínimos se les haga mucho más complejo
llegar a fin de mes y conservar cierta estabilidad en sus vidas. En cuanto a aumentar la
edad de jubilación, no sería un problema si nuestro país diera las oportunidades necesarias
para hacerlo, lamentablemente, esto no siempre es así, y son muchos las instituciones que
establecen un límite de edad como requisito. También si pensamos en las personas
dedicadas a oficios que requieren un mayor desgaste físico, a los 70 años lo más probable
es que, en cuanto a salud, trabajar no sea lo más recomendable.
Una real resolución sería disminuir los años de expectativa de vida con los que las AFP
calculan las jubilaciones, actualmente se calculan hasta los 110 años, una edad que pocos
alcanzan, si bien, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) Chile tiene el
segundo lugar de los países Latinoamericanos con más alta esperanza de vida, el promedio
no supera los 79,5 años, es decir, mucho antes que lo calculado por el sistema de pensiones
y, si se guiaran por una edad más realista, aumentarían las pensiones y disminuirían
notablemente los abuelitos deudores.

Otro de los grupos etarios con más índice de endeudamiento son los estudiantes. Cada año
miles de ellos aspiran entrar a la universidad, sin embargo este objetivo se ve opacado por
el elevado arancel anual que cuesta una carrera, si bien existen becas para ayudar
económicamente, son pocos los que cumplen con todas las condiciones que estas exigen,
por lo cual, la otra opción que les queda es pedir un crédito.

El Crédito con Aval del Estado (CAE), fue creado con la finalidad de apoyar financieramente
a ingresar a la educación superior, y así diversificar el acceso a la universidad. Pese a que
esta parecía ser una buena iniciativa, con el paso del tiempo, se volvió común, a partir de
varias generaciones atrás, el aumento del número de estudiantes deudores.

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