MINISTRO”
ISBN: 9781481878234
Muchos libros han sido escritos sobre la predicación, pero muy po-
cos, en toda la historia, que traten sobre el carácter del predicador
como el Dios de la Biblia lo describe… Juan Carlos ha razonado el
verdadero significado de la palabra “carácter”, desde Génesis hasta
Apocalipsis, para darnos a conocer la palabra de Dios respecto al
carácter del predicador.
ABREVIACIONES
n n: nombre o neutro.
nom: nombre.
NLT: New Living Translation (Nueva Versión Viviente).
NT: Nuevo Testamento.
NVI: Nueva Versión Internacional.
NVV: Nueva Versión Viviente.
p. e. o p. ej.: por ejemplo.
R.D.: República Dominicana.
RV: Versión Reina Valera de la Biblia.
RVA: Reina Valera Actualizada.
RVR: Reina Valera Revisada (suele aparecer con el año de revisión como
RVR60, revisión 1960, etc.)
TDNT: Diccionario Teológico del NT (Theological Dictionary of the New
Testament).
TDNTA: Diccionario Teológico del NT en un volumen (Theological Dic-
tionary of the New Testament, Abridged in One Volume).
ThD (THD): Doctor en Teología.
The Message: Una paráfrasis de la Biblia en inglés, el mensaje (a paraph-
rase of the Bible text).
TR: Textus Receptus (manuscrito del NT Griego antiguo).
Pág(s): página(s).
PhD: Doctor en Filosofía.
Sig.: Significa.
SWBTS: South Western Baptist Theological Seminary (Seminario Teoló-
gico del Suroeste de Estados Unidos, ubicado en Fort Worth, TX).
USA: Estados Unidos de América.
v.: Verso (versículo).
vv.: Versos (versículos).
Vol.: Volumen.
Vols.: Volúmenes.
SÍMBOLOS
©: Copyright: Derecho de Autor.
Abreviaciones y símbolos v
ALFABETO GRIEGO
TABLA DE CONTENIDO
TÓPICO Pág.
Ndayegamiye Manasse 47
Mateusz Wichary 49
Dardo Leandi 49
Jack 49
ALGUNAS OBSERVACIONES 50
Capítulo Cinco
EL MINISTERIO PASTORAL COMO UN TIPO ESPECIAL
DE SERVICIO 53
TEOLOGÍA DEL MINISTERIO PASTORAL 53
ANÁLISIS DE LAS CONSIDERACIONES DE ALEXANDER STRAUCH
SOBRE EL MINISTERIO PASTORAL 54
CONSIDERACIONES DEL DR. JOHN R. W. STOTT SOBRE EL
MINISTERIO PASTORAL 59
ALGUNAS CONSIDERACIONES DEL DR. JAY E. ADAMS SOBRE
EL PASTOREO 71
OTRAS PERSPECTIVAS ORTODOXAS 74
Capítulo Seis
EL CARÁCTER DE JESÚS COMO EL GRAN EJEMPLO 83
HEBREOS 1:3 83
FILIPENSES 2 85
MATEO 4:1-11 88
Capítulo Siete
LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS SOBRE EL CARÁCTER
QUE DIOS DEMANDA DE SUS MINISTROS 95
MATEO 20:20-21, 25-27 96
MATEO 23:2, 5-12 97
EL CÓDIGO ÉTICO DE JESÚS PARA SUS MINISTROS (MAT. 5-7) 102
x El Carácter de un Ministro
Capítulo Ocho
SOBRE LAS BIENAVENTURANZAS, LA ENSEÑANZA
DE JESÚS MÁS ESPECÍFICA SOBRE EL CARÁCTER 117
UNA PANORÁMICA GENERAL 118
UN MENSAJE DE BENDICIÓN 119
EL CARÁCTER QUE DIOS QUIERE EN SUS SIERVOS 121
ALGUNAS CONCLUSIONES 129
Capítulo Nueve
ALGUNAS REFERENCIAS ANTIGUOTESTAMENTARIAS
SOBRE EL CARÁCTER 131
LA VIDA DE MOISÉS Y EL CARÁCTER QUE EL DEBÍA BUSCAR EN
LOS MINISTROS 131
EL ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL DEL SALMISTA ACERCA DEL
CARÁCTER QUE DEBE DISTINGUIR A UN HOMBRE DE DIOS 134
Capítulo Diez
ALGUNAS REFERENCIAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SOBRE EL CARÁCTER 139
UN LISTADO DE LAS CARACTERÍSTICAS 139
II TIMOTEO REFLEJA LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL APÓSTOL
PABLO A SU HIJO Y PUPILO TIMOTEO 142
EL OFICIO DE UN MINISTRO CRISTIANO ES UN REFLEJO DE SU
CARÁCTER (I TIMOTEO 6:6-16) 144
COMO HA DE TERMINAR LA VIDA DE UN HOMBRE DE
CARÁCTER (2 TIM 4:9-22) 147
Capítulo Once
EL EJEMPLO MINISTERIAL DE PABLO Y SU EQUIPO 149
EL PREDICADOR Y LA PREDICACIÓN QUE DIOS APRUEBA
(1 TESALONICENSES 2:3-4). 150
ENTENDIENDO EL TRASFONDO HISTÓRICO DE
1 TESALONICENSES 2:3-4 152
PUREZA EN LA PREDICACIÓN (V.3) 155
UN PREDICADOR APROBADO (V.4) 158
A MODO DE CONCLUSIÓN: LA MANERA CORRECTA DE
PREDICAR EL EVANGELIO (1 TES 2:5-8) 163
Contenido xi
Capítulo Doce
LA NATURALEZA DEL CARÁCTER CRISTIANO 165
EL ORIGEN DEL CARÁCTER NATURAL 169
EL ORIGEN DEL CARÁCTER SANTO 170
Capítulo Trece
CULTIVANDO EL CARÁCTER 173
LA TRANSFORMACIÓN DEL CARÁCTER DEL MINISTRO
CONFORME AL DE JESÚS
175
CUIDANDO EL CARÁCTER 176
TU RESPONSABILIDAD EN EL CUIDADO DEL CARÁCTER 181
CONCLUSIONES GENERALES 187
TODO SOBRE EL CARÁCTER DE UN MINISTRO CRISTIANO 188
LA ÚNICA Y CORRECTA MOTIVACIÓN AL EJERCICIO MINISTERIAL 192
EL ESTÁNDAR QUE DIOS REQUIERE EN EL CARÁCTER 193
LA MANERA BÍBLICA DE EVALUAR A LOS MINISTROS DEL
EVANGELIO 194
EL CONOCIMIENTO BÁSICO QUE DEBEMOS BUSCAR EN UN
MINISTRO DEL EVANGELIO 197
NOTAS Y REFERENCIAS CITADAS 199
BIBLIOGRAFÍA 207
BIBLIOGRAFÍA CITADA 207
SERMONES Y CONFERENCIAS CONSULTADAS 209
DICCIONARIOS, LÉXICOS, Y CONCORDANCIAS USADAS 210
xiii
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
Muchos libros han sido escritos sobre la predicación, pero muy pocos han
sido escritos, en toda la historia, que traten sobre el carácter del predicador
como el Dios de la Biblia lo describe. Alguien dijo: “tu carácter es quien
tú eres cuando nadie más está cerca de ti que pueda conocerte o reportar
tus actitudes o acciones”.
Conociendo la verdad y poseyendo un entendimiento correcto de las
demandas de la verdad fundamentada en la fe Cristiana. Podemos proyec-
tar que ese conocimiento y fundamento será siempre atacado mientras per-
dure a lo menos una voz que cuestione la Palabra de Dios.
Juan Carlos ha razonado el verdadero significado de la palabra
“carácter”, desde Génesis hasta Apocalipsis, para darnos a conocer la pala-
bra de Dios respecto al carácter del predicador. Mucho más habiendo estu-
diado el carácter del gran Predicador-Maestro, nuestro Señor Jesucristo,
como se encuentra en la palabra de Dios revelada a través de su propio
Hijo.
El carácter, acorde a como nos lo presenta la Biblia conforme a este
libro de Juan Carlos no está definido ni por el dinero, ni por la fama, ni por
la educación, ni por el estatus, etc., sino que el carácter ha de ser el de ser-
vicio, como nos modeló nuestro Señor Jesucristo.
Es aquí donde las iglesias deberían observar los requisitos para el
pastor-predicador-siervo que dirigirá el rebaño de Cristo. De hecho, son
una predicación y un discipulado débiles que nos han guiado a formular un
currículo incorrecto con miras a seleccionar nuestros líderes cristianos,
batanándonos en su escolaridad académica, sus títulos obtenidos, sus habi-
lidades administrativas, los salarios requeridos, etc.
Esta investigación estuvo verdaderamente arraigada en la recta convic-
ción mental del pastor Juan Carlos que lo llevó a ver qué dice la Biblia
sobre el tema. Aplaudo este esfuerzo en procura de mantener la verdad de
Dios siempre en frente nuestro, denunciando a la vez la distorsión de aque-
llos que están dispuestos a negociar la verdad de Dios mientras procuran
ponerse ellos como autoridades superiores, incluso sobre la palabra de
Dios y el regalo de salvación a través de su Hijo Jesucristo.
Esta obra nos recuerda que más que los procedimientos y lo que
hacemos, es lo que somos lo que realmente nos define delante de
Dios.
El Carácter de un Ministro Cristiano viene a ser un viento fresco que
nos trae de vuelta a los argumentos bíblicos siempre necesario.
Aplaudo esta obra y la recomiendo sin reservas para todo aquel que
esté interesado es ser un mejor siervo de Jesucristo. Me uno a los que han
bebido de este material lo mejor y lo han usado para su beneficio personal
y el de otros. Animo al escritor a adjuntar un material de estudio para que
este mismo libro sea usado en las iglesias locales, en el estudio personal
de los pastores y en los seminarios que se encargan de entrenar y capacitar
a los que Dios ha llamado.
INTRODUCCIÓN
Soy un ministro del evangelio por llamamiento. Por ello, tengo una gran
responsabilidad con mi propia alma de ser leal a mi Señor, quien me llamó,
y no solo eso, sino que me equipó con las herramientas necesarias para ser-
virle y poder proclamar su glorioso Evangelio.
En este orden, procuro serle agradable y fiel. Por lo que me intriga sa-
ber lo que debo conocer para ser ese buen siervo de Cristo que fui llamado
a ser. Me sentiría honrado si al final puedo escuchar de mi Señor las pala-
bras: “Bien buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pon-
dré; entra en el gozo de tu Señor”.
En lo que a mí respecta me he convencido de que la labor del ministro
de Cristo es ser un buen y fiel siervo de Jesucristo. Una vez leí una frase, si
mal no recuerdo, del pastor John MacArthur, que rezaba algo así: “Los se-
minarios usualmente no imparten una materia sobre el carácter del pastor,
debería incluirse una materia así en sus currículos”. En el mismo tenor la
Confesión de Fe de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo
establece como un principio no negociable lo relacionado con el carácter al
contener: “El carácter es más importante que el talento”. Siempre escucha-
ba la palabra carácter, así: “el carácter de un creyente… el carácter de un
líder… liderando con carácter, etc.”. MacArthur estaba en lo cierto sobre
ese hoyo en la enseñanza de las academias y seminarios cristianos. Mi difi-
cultad no es con los seminarios, mis interrogantes son respecto de las igle-
sias. No es una falta solo de los seminarios el ignorar el carácter como algo
que debe ser abordado y enfatizado, pero las iglesias tampoco tienen un
currículo para trabajar con el carácter de sus oficiales y miembros.
Las estadísticas (y me estoy enfocando especialmente en las presenta-
das por R. Kent Hughes en su libro: “La Disciplina de un Hombre Piado-
so”), son funestas y escalofriantes. Los estándares para seleccionar pastores
en las iglesias, en general, son muy deficientes, muy alejados del énfasis
bíblico. Difícilmente se enfoquen en el carácter. Los ministros deben con-
centrar sus esfuerzos en tres áreas: carácter (ser), pericia bíblica (saber), y
dones o habilidades (hacer). Richard L. Mayhue escribió que 1 Timoteo
3:2-3 presenta cinco escenarios principales para examinar un ministro, a
saber:
Mayhue cita también a Thomas Oden, quien lamenta que “el siglo 20 com-
pleto ha dado evidencias de confusión sobre el rol de la iglesia y el pas-
tor”.5 Así que esta es la historia detrás del tema que presentamos en este
libro. “¿Y qué mejor que algo más de tres años de investigación para tratar
este tema a modo de tesis doctoral?”
Debo hacer saber que mucho de lo que presento en este documento
vino a mi pensamiento estando sobre mis rodillas. Por tanto, muchos con-
ceptos fueron concebidos como sucede cuando concebimos los sermones.
Y en adición a eso, un porcentaje largo del contenido de esta investigación
corresponde a sermones y enseñanzas, tanto de mi pluma como de la de
otros.
Me sustento en la posición (premisa) de que las Escrituras son sufi-
cientes para construir todo lo necesario referente al rol apropiado de la igle-
sia y el ministerio eclesiástico. Richard Mayhue también se pronunció so-
bre el particular al escribir: “Las Escrituras establecen lo que Dios quiere
que sea un pastor, de la misma manera que establecen lo que Él quiere que
los pastores hagan y/o practiquen”.6
Aquí, como si fuera un final, exclamo: “¡A Dios sea la Gloria!”, por su
dirección, sustento y ayuda. Espero que este material pueda ser de ayuda a
muchos ministros del Señor (y a muchos pueblos), de tal manera que poda-
mos ser mejores siervos de nuestro Dios y Señor Jesucristo.
1
Capítulo Uno
SOBRE EL CARÁCTER
CARÁCTER
HEBREOS 1:3
OBSERVACIONES
Capítulo Dos
UN ANÁLISIS DEL MINISTERIO SEGÚN
LA BIBLIA
EL MINISTRO
Para poder entender lo que significa ser un ministro, debemos definir lo
que es el ministerio.
Cuando Pablo escribió a Timoteo sobre el ministerio que él había reci-
bido, se enfocó tanto en el carácter que debe tener el ministro, como en el
trabajo que debía desempeñar.
Tengo que decir que las cartas de Pablo a Timoteo y a Tito, las cuales
son bastante conocidas como cartas pastorales, son una especie de tesis
apostólica inspirada sobre el ministerio cristiano. Así que, parte de mi es-
fuerzo estará enfocado en estas tres cartas especiales, quiero decir, ellas
han de modelar esta plática. Pero en procura de tener una lista más amplia
de recursos para este estudio, con miras a demostrar mi tesis, considero una
práctica buena evaluar también lo que es un líder en toda la Biblia, tanto
como me sea posible, teniendo en alta estima a la vez algunos de los escri-
tos sobre el ministerio en el devenir de la historia Cristiana. Pero sobre to-
do, los discursos y la vida y obra de nuestro Señor han de sellar mis con-
clusiones con broche de oro.
8 El Carácter de un Ministro
Cada una de las palabras arriba es muy común en las Escrituras y se tien-
den a traducir indistintamente, en las versiones hispanas del NT.
Siervo (y su plural) aparece1005 veces en 875 versículos en la RVR60
y con más de 150 ocurrencias solo en el Nuevo Testamento.1 El verbo ser-
vir (con sus variantes) aparece unas 325 veces en la RVR60. Y la palabra
servicio aparece 83 veces en la misma versión. El pastor John MacArthur
(Jr.) demuestra en su libro: “Esclavos”, que traducir “uperetes” solo como
siervo o ministro es una degeneración de la fuerza del original que solo
admite ser traducido como “esclavo”.
Ministro (y su plural) aparece 90 veces en la Biblia RVR60, y prác-
ticamente la mitad ocurren en el Nuevo Testamento. Del mismo modo, la
palabra ministerio aparece 66 veces, casi todas en el Nuevo Testamento.
Todas las traducciones en el NT proceden de la palabra griega
“diakonia” (διακονία) y sus variantes (“diakonia”, “diakonon”, etc.).
“Diakonia” es la misma palabra y raíz que se traduce como diácono. Diá-
cono y diaconado aparecen cinco veces en la RV (todas en 1 Timoteo 3:8-
13 y Filipenses 1:1).
Los términos relacionados a “ministerio” aparecen alrededor de 1300
veces.2
Como podrás notar, el término es muy abundante en la Biblia. Nunca
encontramos el calificativo líder, unas pocas veces encontramos pastor(es)
y obispo(s), y la palabra más frecuente para referirse al (los) pastor(es) es
anciano(s), pero nunca líder(es). La palabra que Dios usó para calificar a su
gente especial, a sus embajadores y ministros de su Evangelio fue siervos
(o esclavos) y ministros. Él quería que ellos le sirvieran. Él mismo fue
quien los llamó al ministerio. Un esclavo, siervo, o ministro es lo que Dios
Un análisis del ministerio según la Biblia 9
En este pasaje bíblico, ministrar significa: poner todas las habilidades que
Dios da al servicio (ministrar) de los demás, para Su gloria, a través de
Jesucristo.
1 CORINTIOS 4:1, 2
Acorde a este pasaje bíblico, ministrar es: administrar los misterios del
Señor siendo fieles.
Este verso, implícitamente, nos dice que el Juez que evaluará la calidad
del servicio del esclavo como amo de llaves de los misterios de su reino (a
saber, el evangelio ‘comp. Efesios 3:1-7; 1 Timoteo 3:16’), es el Señor o
Amo mismo, es decir, Jesucristo.
MATEO 25:44-46
Acorde con las Escrituras, podemos concluir que una declaración con-
sensuada sobre “ministrar servir” es:
Usar todos nuestros dones (los que Dios nos dio) a favor de los que pade-
cen necesidad, atendiendo primero a los de la familia de la fe, incluso si se
trata de predicar y enseñar la palabra de Dios (administrar los misterios de
Dios), recordando que Cristo es el Amo a quien sus ministros cara a cara,
en el juicio final, daremos cuenta o rendiremos informe de cual o cuales
fueron nuestros motivos y metas al hacer esas obras del servicio.
Todas nuestras obras deben ser hechas considerando que:
1) Cristo fue quien nos dio los dones o habilidades mediante las cua-
les servimos (Efesios 4:8-14; Santiago 1:17; 1 Corintios 4:7; Job
1:21)
2) El fin último es que todo debe ser hecho para la Gloria de Dios
(1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17)
Un análisis del ministerio según la Biblia 13
No debemos olvidar, como ministros del Señor, que la única razón por la
que somos ministros es porque Él nos llamó. No deberíamos olvidar que
cuando hacemos fielmente la obra del ministerio, tenemos el poder y la
autoridad misma de Cristo por lo que nuestro foco debe ser ‘servimos por-
que Dios nos envió.’ Debo recordar aquí que el ministro del Señor fue ha-
llado fiel antes de que se le legara el ministerio que ejerce de parte de Dios
(1 Timoteo 1:12). Nunca sucede al revés. Cristo apostó a su único plan, y
no tuvo plan B, de igual modo que apostó a la fidelidad de Sus ministros, a
sabiendas de que Él los capacitó para ser fieles. Creo que el ejemplo de Job
ilustra perfectamente esta realidad. Dios le demuestra a Satanás que sus
ministros son fieles y punto. Todos los ministros del Señor, de los que da
14 El Carácter de un Ministro
¿Notaste el orden?
Todo cuanto hacemos es por Él, y ojo, no estamos solos. Su misma presen-
cia ha de estar siempre con nosotros. Esto nos garantiza que su poder y
fuerza moran en nosotros.
El poder de que hablamos es para permanecer fieles y santos (hombres
de carácter, hombres de Dios, hombres de integridad).
Su promesa enfática, radicada en su poder y autoridad, es que estaría
con nosotros siempre. Esto en el contexto de estar haciendo la obra del mi-
nisterio que Él nos encomendó hacer (ver Mateo 28:20).
¿Hay entonces alguien o algo a lo que temer en el universo, aparte del
Señor? Él proveerá todas nuestras necesidades. Él es nuestro Papá. Él es
nuestro Señor. Su toque nos está garantizado.
17
Capítulo Tres
LO QUE HAN ESCRITO LOS PASTORES A
TRAVÉS LA HISTORIA RESPECTO DEL
CARÁCTER DEL MINISTRO
Como pudiste observar, para Policarpo el carácter eran los distintivos del
ministerio. Él lo describió en términos de características o cualidades
individuales, parecido a como lo escribió Pablo (ver 1 Timoteo 3).
En estas preguntas del Dr. Wilson podemos notar el lugar que le concedió
al carácter del ministro. En ese ensayo del Dr. Wilson, introduciendo el
libro de Baxter antes citado, él escribe a los pastores. Puedes verlo con
facilidad en la página (v) donde escribió:
22 El Carácter de un Ministro
Vayamos en pos, amados, de la dignidad del llamamiento que nos han he-
cho. Pongamos en alto el carácter santo que nos fue impartido por la divini-
dad, pues así daremos gloria a nuestro Bendito Salvador. Una luz no se
enciende para ser puesta debajo de un cajón. Nuestra luz, la que nos fue
dada en Cristo, debe brillar desde nuestra investidura hasta la eternidad.
Si queremos un avivamiento en nuestras iglesias y en el pueblo de Dios
en general, es menester una generación de santos hombres de Dios que en-
tienden el carácter del Santo Oficio, que persigan la gloria de Dios a costa
de todo lo demás: la fama, el prestigio, el bienestar, la humillación, la en-
trega total, y si es necesario la entrega de nuestras propias vidas en sacrifi-
cio y testimonio. Y que incluso, podamos llegar a preferir un tipo de muer-
te diferente de la de nuestro Señor para no ser comparados a Él.
Hay un precio que pagar. Ese precio es la piedad, la búsqueda del ca-
rácter perfecto, y la renuncia a todo lo que humanamente hablando desea-
mos para que el Señor sea el único glorificado. No cualquiericemos el sa-
grado llamamiento. El Señor apostó a sus escogidos, apostó a sus llamados,
apuesta a sus enviados.
y vida que reconcilia con Dios, y son provistas con los me-
dios, y límites de la búsqueda, de la santidad universal, por
los términos de un pacto explícito.
Derek Prime
Y otra vez:
Jerry Bridges
Bridges, en su libro: “La Devoción a Dios en Acción”, cuando trató el te-
ma: “Vistámonos del carácter de Dios” (en el cap. 5) escribió:
ALGUNAS OBSERVACIONES
Capítulo Cuatro
Alexander Strauch
Autor cristiano, Colorado, USA.
Wayne Riddering
Pastor en la iglesia Luterana de Westcliffe, Colorado, EE.UU. Profesor de
Teología Pastoral en el Seminario Presbiteriano de Westcliffe. Es también
autor cristiano.
Peter Percy
Vicario Asociado, Iglesia la Catedral de la Resurrección de Lahore, Pakis-
tán.
Héctor Salcedo
Pastor en la iglesia Bautista International, Santo Domingo, R.D.
Ndayegamiye Manasse
Pastor en la iglesia del Nazareno, Burundi. Capellán en la Univer-
sidad Internacional de Liderazgo, Mujumbura, Burundi.
Mateusz Wichary
Pastor en la iglesia Bautista de Sopot, Polonia.
“De acuerdo con Tito 1 y 1 Timoteo 3, los pastores deben ser sin
reproche. Esto no significa, sin pecados, por supuesto, pero como
vemos en las otras características, apunta a cuatro dimensiones de
su vida: la familia, la actitud personal hacia otros, habilidad para
enseñar y convicciones teológicas.
Así que, básicamente, creo que debe ser un hombre al que es
difícil de reprochar. Difícil de encontrar culpable. Él debe tener
una esposa obediente y respetuosa, niños de buen comportamiento,
deben ser fieles a sus juramentos (no puede ser un hombre re-
casarse, porque es una mancha pública), y también debe ser un
buen maestro. En cuanto al carácter, debe tener auto-control, pero
abierto a la gente, no ser chismoso, ni peleón, etc. Debe tener res-
peto natural por ser quien es, por lo que cree, y por cómo enseña.”
Dardo Leandi
Pastor en la Iglesia Misionera de Campana, Buenos Aires, Argentina.
Jack
Pastor, información anónima.
ALGUNAS OBSERVACIONES
A pesar de que el número de ejemplos de pastores no es muy grande, y
aunque la mayoría de los pastores que participaron en la encuesta son con-
servadores, en esencia, los pastores tienen razón sobre el significado del
carácter. La mayoría de ellos respondió “el carácter es lo que eres”. Hay
algunas ambigüedades en la descripción, pero en esencia es una muy buena
comprensión del carácter y los principios bíblicos sobre el carácter de un
pastor.
Hay un poco más de divergencia en la tercera pregunta. Sin embargo,
yo no esperaba la unanimidad en ella, porque tienes que estar bien formado
en la doctrina bíblica de la naturaleza del carácter con el fin de ser capaz de
dar una respuesta directa a esa pregunta. Y al mismo tiempo, la respuesta a
esta tercera pregunta: ¿qué hacer para afinar (embellecer) el carácter? Esta-
rá estrictamente relacionada con su posición teológica.
Como una suma de la forma de pensar de la mayoría de los pastores
consultados, “el carácter es lo que eres”. Queriendo decir, “el carácter es tu
naturaleza”.
El pastor Riddering proveyó una respuesta convincente y pesada al
responder: Carácter de acuerdo con la Biblia quiere decir: vivir una vida
de integridad por el poder del Espíritu Santo”. Extraordinario. Ser un mi-
nistro de carácter sugiere convicciones, principios, integridad y consisten-
cia, tanto en público como en privado. Un pastor debe ser irreprensible, ha
de tener una buena reputación ante Dios y ante los hombres (cristianos y no
cristianos). Será un hombre de Dios, conocido principalmente por su cono-
cimiento de la Biblia y porque su estilo de vida es de acuerdo a ella.
Los que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 51
Gálatas 5:22-23; 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9, son los pasajes más co-
nocidos y utilizados por los pastores para hablar sobre el carácter de un
ministro.
Para ejercer y mantener el carácter que Dios quiere en sus ministros,
los pastores piensan que es muy saludable para un ministro: 1) permanecer
en Cristo, 2) disciplinarse con el propósito de ser piadoso, 3) estudio para
mostrarse a sí mismo a Dios aprobado, 4) vivir lo que se predica, 5) rendir,
dar cuentas a por lo menos otro hombre de Dios, teniendo al menos un
mentor.
Nosotros, por supuesto, estableceremos algunos principios que van a
cambiar o afirmar su punto de vista sobre esta tercera cuestión. Voy a de-
mostrar que el carácter es un don de Dios y que a pesar de que tenemos que
hacer algo para cultivarlo, es principalmente el negocio de nuestro Señor
Dios el producir un carácter piadoso, más que nuestro. Nos centraremos
muy profundamente en la naturaleza (procedencia) del carácter de un mi-
nistro cristiano.
53
Capítulo Cinco
EL MINISTERIO PASTORAL COMO UN
TIPO ESPECIAL DE SERVICIO
Requisitos de un Obispo
En general, estos versículos hablan del carácter de un obispo del rebaño del
Señor.
Los pastores son absolutamente esenciales para el cuerpo de Cristo.
La iglesia sólo puede funcionar con éxito cuando todos los dones mi-
nisteriales están en operación, incluyendo el don de pastorear.
¿Puede alguien nombrar al pastor de la iglesia de Dios en Corinto, Fili-
po, Tesalónica, Roma, Colosa y Antioquía?
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 55
Note que “la iglesia” aparece en singular, y “sus ministros” en plural. Pablo
no está pensando en la “iglesia universal”, más bien esta esbozando la igle-
sia local la de Corinto (esta nota es del autor).
Las citas anteriores se refieren a dones, no a posiciones para ser publi-
cadas como vacantes a llenar, es decir, un maestro es un maestro porque se
le ha dado la habilidad (don) de enseñar. El enfoque está en el verbo (la
acción, en su enseñanza), no en el sustantivo (persona o título).
Cuando pensamos en términos de posiciones y títulos, erramos en la
interpretación de las Escrituras:
Uno de los mejores trabajos que he leído alguna vez sobre este particular es
el libro del Dr. John R. W. Stott: “El Cuadro Bíblico del predicador”.
Vamos a verlo y examinarlo:
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 59
decir, la auto-revelación que Dios que les ha sido confiado a ellos, que
ahora se preserva en las Escrituras.
Así que el predicador recibe su mensaje, no de la boca de Dios, como
fue el caso de los profetas y apóstoles, o de su propia mente, como los fal-
sos profetas, ni tampoco es algo sin sentido de las bocas y las mentes de
otros, como los charlatanes, sino de la palabra de Dios, revelada una vez y
ahora registrada en la Biblia, de la cual el predicador es administrador
privilegiado.3 Es necesario comprender que los misterios de Dios, en el
contexto del Nuevo Testamento, son todos partes de la revelación de Dios
de lo que se había informado en otro momento (profetas del Antiguo Testa-
mento) y lo que fue revelado a los santos apóstoles y profetas del Nuevo
Testamento. Es exactamente lo mismo que decir que el mensaje del evan-
gelio. (Ver Efesios 3:1-6)
El guardián, el mayordomo del Evangelio, ha recibido la Palabra para
alimentar a la familia de su Maestro (la iglesia). Por lo tanto, es sabio
preparar la mesa con alimentos nutritivos, con variedad y buen gusto. Tam-
bién es sabio ser fiel al amo a quien él tiene que dar cuenta de lo que recibe
para administrar.
Como mayordomos fieles de los misterios de Cristo, debemos imitar a
los apóstoles del Señor: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los
discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios,
para servir a las mesas… Y nosotros persistiremos en la oración, y en el
ministerio de la palabra”. (Hechos 6:2, 4). Los predicadores no deben
decir lo que quieran, aun si tratan de decir que es bíblico, sino proclamar
como buenos mayordomos y heraldos “todo el consejo de Dios”, “el mis-
terio que se les ha encomendado”, de lo contrario, seremos hallados fal-
sos y reprobados. Cuando Pablo le escribió a Timoteo acerca de la necesi-
dad y responsabilidad que él tenía como pastor del rebaño de Dios, le dijo:
“Y lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. (2 Timoteo 2:2).
Cuando Pablo estaba instruyendo a Timoteo, le dijo: “Estudia con diligen-
cia para presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”. (2 Timoteo 2:15). Por
eso es que Pablo también le dijo a Timoteo, y a todos los predicadores:
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de esta vida; a fin de agra-
dar a aquel que lo escogió por soldado”. (2 Timoteo 2:4)
Dios te pedirá cuentas de lo que hiciste con la responsabilidad que Él
delegó sobre tus hombros. Más adelante (en el capítulo XI) iré un poco
más a lo profundo sobre esto en: El ejemplo de Pablo y su equipo ministe-
rial.
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 61
Juan proclamó la llegada del reino de Dios. Jesús mismo proclamó el cum-
plimiento del anuncio de Juan el Bautista.
Por lo tanto, los apóstoles del Señor fueron heraldos. Son de confianza en
su discurso debido a la naturaleza de su oficio (heraldo y mayordomo), y
por el poder de quien los envió. Fue por eso que les dijeron a los escribas y
fariseos: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: ‘Es necesario obe-
decer a Dios antes que a los hombres’”. (Hechos 5:29). Todo esto en el
contexto de la prohibición estricta de hablar en nombre de Jesús. (Hechos
5:27-28)
En la argumentación presentada por el Dr. Stott, en oposición a la es-
tricta distinción hecha por el profesor Dodd en ‘kerygma’ y ‘didaché’, él
está a favor de la distinción hecha por el Dr. Mounce, quien escribe: “El
Dr. Mounce ha enseñado correctamente que los verbos ‘keryssein’, procla-
mar como un heraldo, y ‘didaschein’, enseñar, se utilizan indistintamente
en los evangelios, donde un evangelista dice que Jesús “enseñaba en las
sinagogas”, y otro dijo que “él estaba predicando en las sinagogas”, las dos
palabras también se superponen en Hechos. Así que, el Dr. Mounce escribe
sobre un ‘kerygma’ didáctico y dice: ‘enseñar es explicar con detalles lo
que ha de ser proclamado’. Y también: “El ‘kerygma’ es el fundamento y el
‘didaché’ es la superestructura, pero ningún edificio puede ser completo si
no cumple con uno de estos dos”6. “Ciertamente había suficiente del
‘didaché’ en el ‘kerygma’ apostólico, los heraldos del inicio”.
Bajo el escrutinio de cuál fue el contentamiento de la proclamación de
los apóstoles, el profesor Dodd escribió:
concluye: “no debe haber proclamación sin llamado, ni llamado sin procla-
mación”.
La proclamación debe llegar a un final: “Así que, somos embajadores
de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. (2 Corintios 5:20)
De la misma manera, los predicadores cristianos son “Embajadores de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros”. (2 Corintios 5:20).
Esto fue exactamente lo que Cristo hizo cuando: “Y vino y anunció las bue-
nas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cer-
ca” (Efesios 2:17). La predicación de paz de Jesús (Hechos 10:36), de
acuerdo al contexto, comenzó después de su muerte. Parece ser una refe-
rencia a los predicadores del Cristianismo.
mos dar testimonio. Ciertamente tenemos que enseñar de una manera siste-
mática acerca de Él con valentía, y hemos de proclamar las buenas nuevas
de lo que Él hizo en su muerte. Pero no debemos dejar de recomendar a
nuestros oyentes nuestra experiencia personal. “Es bastante inútil, dijo Wi-
lliam Temple, decir a la gente: ‘Vayan a la cruz’. Podemos decirles:
‘Vengan a la cruz’. Y sólo hay dos voces que pueden efectivamente hacer
esta invitación: la redención de los pecadores, con la que no podemos ha-
blar, y el pecador perdonado, quien se reconoce perdonado”.11
Nuestro testimonio pudiera ser verdadero o falso. Si somos falsos en él,
somos mentirosos y en desobediencia al mandamiento de nuestro Señor.
Sólo un testigo falso dice mentiras (Proverbios 14:5). El diablo es el falso
testigo por excelencia. Él es un calumniador, el padre de la mentira, etc.,
(Apocalipsis 12:10; Juan 8:44). Pero el predicador debe ser un testigo fiel e
irreprochable. Los predicadores deben tener cuidado y no dar la falsa im-
presión de pretensiones, exagerar, dando la impresión de que hemos avan-
zado más que lo que es verdad en el camino de la verdad. Debemos sentir-
nos cómodos diciendo como Pablo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que
ya sea perfecto, sino que prosigo, para que el sea mío, porque Cristo Jesús
me ha hecho suyo”. (Filipenses 3:12). El testigo verdadero está libre de
hipocresía: es limpiamente sincero. Esta carga entera está sobre nosotros,
que estamos llamados a ser testigos de Cristo, la obligación solemne de no
descuidar y examinar la formación de nuestra alma, para que no nos con-
virtamos en testigos mudos y no tengamos nada que decir. A los apóstoles
les estaba yendo realmente bien cuando se dedicaban a la oración y al mi-
nisterio de la Palabra, ya que predicar sin oración es una burla. La necesi-
dad mayor de un predicador es conocer a Dios. No importa su falta de elo-
cuencia y de arte, o si su discurso está mal construido o mal expuesto,
mientras que su mensaje sea claro de que Dios es real para él y él ha apren-
dido a permanecer en Cristo. La preparación del corazón es mucho más
importante que el sermón. Las palabras del predicador, claro y lleno de
fuerza, ni siquiera parecen reales a menos que usted hable con la convic-
ción que nace de su propia experiencia.
La predicación de un testigo tiene espontaneidad, un fervor contagioso,
una guía simple, un realismo profundo, los cuales se deben en su totalidad
a un íntimo conocimiento de Dios.12
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 67
Humildad
Esta es una cifra que hace referencia al amor y la ternura de un ministro del
evangelio.
Stott reconoció aquí que hay un grupo valioso de las metáforas en la
Biblia para ilustrar el ministerio de la predicación que hasta cierta medida
supera y no es fácil resolverlas. Por ejemplo, si el administrador nos hace
pensar en una casa, el heraldo en una plaza pública de una ciudad, y el tes-
tigo en un tribunal de justicia, el padre nos trae de vuelta a la casa. Sin em-
bargo, la relación del padre con el hijo es, por supuesto, muy diferente a la
del mayordomo de la casa. La paternidad es una relación de afecto, más
que las responsabilidades particulares de cada uno de estos hombres y sus
ocupaciones. La responsabilidad del administrador se encuentra en los bie-
nes confiados para manejar. Asimismo los predicadores tienen que ser fie-
les en el mensaje que le dan a la familia. La responsabilidad del heraldo
cristiano es proclamar el poderoso acto de redención de Dios a través de
Cristo e invitar a los hombres a dar una respuesta. El testigo tiene que tener
una experiencia de primera mano de ella; debe dar testimonio de ello. Has-
ta aquí vemos que el predicador se ocupa del mensaje, lo que es y cómo lo
va a comunicar, y en la experiencia personal que él mismo tiene en lo que
está predicando. Sin embargo, en la metáfora del padre predicador, el llega
a preocuparse por la familia, por aquellos a los que administra la Palabra y
por su relación con ellos.
68 El Carácter de un Ministro
¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Sino ministros por los cuales habéis
creído, y eso según lo que a cada uno ha concedido el Señor. (1 Corintios
3:5)
Desarrollé este punto en el comienzo de este capítulo. Mi investigación
muestra que ésta debe ser la terminología general para nombrar a los
“hombres de Dios”.
70 El Carácter de un Ministro
Teología Pastoral
5. Guía y Liderazgo: “Él nos guía [no nos empuja]”. Comp. Juan 10:3
-4: “Él…las guía… él va delante de ellas”. Comp. ver Apocalipsis
7.17, y luego, Salmo 80:1, “Pastor de Israel… el cual guía a José
como un rebaño”.
De la riqueza de esta imagen bíblica (la metáfora del pastor), y mucho más,
el ministro cristiano define su trabajo como pastor. Es su tarea, siguiendo el
Príncipe de los pastores y de los Grandes de las ovejas (1 Pedro 5:4; He-
breos 13:20), la de pastorear la grey de Dios, para que a ellos no les falte
nada. Es decir, el pastor está para satisfacer todas sus necesidades.
No puede ser mejor ilustrado... pienso en un capitán al frente de su
equipo en medio de una gran tormenta en lo profundo del mar. Él da la vi-
da y da su mejor esfuerzo para tratar de salvar a su tripulación, el buque y
la mercancía. El miembro de la tripulación que conoce las habilidades de
su capitán no tendrá mayores temores
Tomando la figura del pastor, tal como se presenta en el Salmo 23,
nos lleva a concluir que esta metáfora es única entre las demás y describe
mejor lo que un pastor debe ser. El Salmo 23 fue escrito por un buen pastor
que estaba dispuesto a dar su vida por las ovejas, es decir, David. Debemos
recordar aquí que el buen pastor es nuestro Señor y Él es nuestro modelo
en la práctica de ministerio en el deber pastoral. La lista presentada por J.
Adams presentada arriba es simplemente genial. Mírela a continuación:
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 73
– Descanso
– Refrescamiento y ánimo
– Guía y liderazgo
– Seguridad y protección
– Jesús guía sus ovejas; sus ovejas oyen Su voz y le siguen. (Juan
10:27)
Los ministros (pastores, predicadores, ancianos, etc.) son una clase especial
de hombres, no porque no somos pecadores, sino por el llamado especial y
la comisión que tenemos. El conocimiento que tenemos fue revelado a los
apóstoles (Efesios 3), debemos hacer una pausa en su fundamento (Efesios
2:20), siendo como Jesús, este ha de ser el punto de vista en todo lo que
somos y hacemos (Efesios 2:21). Tenga cuidado de ser culpable de robar la
gloria de Dios. Dios es celoso de su gloria. Pudiéramos estar tratando de
eclipsar su gloria pretendiendo mostrarnos como los artífices de nuestro
carácter, ya que, sin duda, es un don único de Dios, así como la salvación,
el llamamiento y la comisión.
Nuestros caracteres, como ministros del Señor, no se sustentan en nada
más que en él. Hemos de seguirle en la práctica y el hacer, pero también en
su carácter. Sostengo que el carácter de un ministro cristiano es parte
del paquete que Dios le da a él en el llamado y la comisión. Si fue cono-
cido, elegido, salvado y llamado a ser un ministro del Señor, seguro que va
a ser irreprensible, sin reproche, santo y un hombre de Dios. Este don de la
gracia, así como de la propia fe, se nos ha dado para que perseveremos para
la gloria de Dios. Y a pesar de que somos pecadores, somos un ejemplo en
la búsqueda de las características que nos hacen irreprochables según Ma-
teo 5-7, 1 Timoteo 3, 2 Timoteo 2, Tito 1; 1 Tesalonicenses 2, 1 Corintios
2, 2 Corintios 1 - 4, Gálatas 5:22-26, etc. Esto es un logro de la glorifica-
ción de Cristo (Efesios 4:7-16). Este es un legado del poder y plan perfecto
del Señor, que fue quien diseñó este plan.
En la misma línea de pensamiento, las conclusiones de Jeff Purswell
son:
Una vez más, la razón por la que hoy estamos viendo todas estas cosas ex-
trañas entre los ministerios (impurezas sexuales, malversación de fondos, y
todo tipo de impiedad), no es porque el plan del reino haya fracasado, sino
que está en cumplimiento. El Espíritu Santo fue claro acerca de esto (1 Ti-
moteo 2). El Nuevo Testamento habla acerca de los falsos maestros y pro-
fetas más que de los verdaderos ministros. Nuestro declive escritural, así
como nuestra visión humana sobre el ministerio, nos ha vuelto locos en
nuestro intento de hacer crecer el “reino” (iniciar y desarrollar nuevas igle-
sias); así como establecer nuestros propios requisitos para seleccionar
“ministros del Evangelio”. Debemos poner fin a esta loca manera de proce-
der. Nos van a pedir cuenta de nuestra manera repentina de poner nuestras
manos sobre otros que dicen ser ministros (1 Timoteo 5:22). El problema
no es Dios, ni su plan, sino los hombres. Tenemos que seguir Su Palabra.
Tenemos que obedecerla. Tenemos que creerla y vivirla.
Aquí les quiero hacer una pregunta: ¿cuál es la forma más segura de
saber los rasgos de calificación de un candidato al ministerio?
Respuesta: vaya a su casa, sus hermanos y hermanas, sus familiares,
sus amigos, y sus vecinos, e investigue acerca de lo que Pablo le dijo a Ti-
moteo y a Tito que debían buscar (1 Timoteo 3; Tito 1).
En ese orden, Jeff Purswell escribió:
Las metáforas siguientes se usan en la Biblia para describir las áreas espe-
cíficas del ministerio, y todas ellas son parte de lo que yo llamo “el paquete
del llamado”:
Embajador –un oficial del reino de Dios que llama a los hombres
a reconciliarse con su buen Rey. Alguien que conoce a la perfec-
ción los planes de l Reinos y del Rey.
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 79
Como resumen de lo que debe ser un ministro del evangelio, quiero citar a
Mark J. Steege, citado por John MacArthur Jr. en su libro “Redescubriendo
la Predicación Expositiva”,31 el cual dijo:
Y puedo añadir a esta excelente declaración: “tenemos que ser padres para
amar de verdad a nuestro pueblo con un amor verdadero, siendo ejemplo
para el rebaño de Dios. Pero sobre todo eso, tenemos que ser esclavos del
Señor y ministros para los demás. Debemos ser hombres de Dios para Su
gloria. ¡Amén!”.
En este punto es imprescindible que recordemos que nuestro Señor
Jesús prohibió la actitud de los fariseos y de los saduceos. Él nos enseñó a
evitar al menos los títulos por los cuales los instructores religiosos amaban
ser llamados. Creo que el pasaje habla claramente por sí mismo.
Capítulo Seis
HEBREO 1:3
Nuestro estudio está basado en una palabra que solo aparece una vez en el
Nuevo Testamento, “CARACTER”, ya mencionado anteriormente en He-
breos 1:3.
Lo que los apóstoles vieron en Jesús fue lo que ellos procuraron describir
con plena exactitud acerca de Él.
La vida de Jesús fue un espejo del Dios viviente. Dio vida a los muertos,
hizo todo tipo de milagros, habló con una sabiduría única, sin error, claro.
¿Te imaginas tratando de definir a Dios con las palabras de los hombres?
Es exactamente lo que Juan está haciendo aquí. La vida fue manifestada, y
la hemos visto, lo que hemos oído, lo que hemos tocado con nuestras ma-
nos.
Jesús manifestó ser: “El resplandor de la gloria de Dios, [y] la imagen
exacta (carácter) de su naturaleza (hypostaseos)”. El carácter de Jesús es
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 85
Filipenses 2
Yo no encuentro ningún otro pasaje de la Escritura más significativo acerca
de la actitud de Jesús que Filipenses capítulo 2, especialmente los versícu-
los 5 al 8.
Creo que Filipenses 2:5-8 es una de las más poderosas porciones de la Es-
critura que se podría utilizar para analizar el carácter de Cristo. Esto es para
ilustrar lo que significa humillación, es decir, ser un siervo de Dios. Él di-
ce: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). Creo que es necesario decir aquí
que Jesús se humilló también con el mayor propósito, el de la redención de
muchos (una multitud incontable Apocalipsis 7:9, 14), de acuerdo al
glorioso propósito de Dios. Pero él también modeló cómo todos los otros
siervos de Dios deben esperar ser tratados por los hombres en la tierra.
Jesús nos dijo que la única manera de ser sus discípulos es renunciando
a todo lo que poseemos, especialmente a nuestra impiedad y a los deseos
del mundo (posesiones, vanidades, pasiones ilícitas, lujurias, lujos, borra-
chera de poder y fama, etc.). Él nos dijo, bajo sentencia condenatoria implí-
cita, que si no renunciamos a todas nuestras posesiones: “no podemos ser
sus discípulos”. Muchos, como Demas, correrán hacia fuera de los caminos
de la justicia, amando más a este mundo, renunciando así seguir transitan-
do por la única ruta que conduce hacia el reino de los cielos (comp.2 Timo-
teo 4:10).
Jesús le aseguró a sus discípulos que: “No hay nadie que haya dejado
casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no
haya de recibir mucho más en este presente tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna” (Lucas 18:29-30).
Continuemos con nuestro análisis del carácter de Jesús, como el mode-
lo para todos los ministros cristianos.
88 El Carácter de un Ministro
MATEO 4:1-11
2) Jesús se encontró con el enemigo contra el que luchó con las res-
puestas correctas
En Mateo 4, Jesús fue tentado con la misma tentación que Satanás siempre
ha usado para tentar a los ministros de Dios de todos los tiempos. Satanás
ofrece a los siervos de Dios todo tipo de opciones y posibilidades para que
hagan su voluntad. El pastor R. Otoniel Sánchez, esquematizó estas reali-
dades de la manera siguiente (los comentarios son de mi pluma):
Jesús fue capaz, Él tenía el poder (como vemos en el relato de las bodas de
Caná Juan 2:1-11) para convertir el agua en vino y las piedras en pan. Él
tenía el poder de resucitar, de curar todas las enfermedades, de crear cual-
quier cosa, y toda la autoridad sobre el infierno y los demonios. Podía lla-
mar a miríadas de ángeles para su propia defensa (compare Mateo 8 y 9),
pero nunca utilizó su poder para satisfacer sus propias necesidades. Nunca
utilizó su poder para su propia bondad (tal vez las únicas excepciones fue-
ron la resurrección y el momento en que envió a Pedro a sacar un pez para
pagar los impuestos de entrada a la ciudad)… percatas minutas.
Jesús responde a Satanás cual los ministros espirituales somos llamados
a responder. Una de las razones por la cual los hombres hacen todo lo que
hacen es asegurar su estatus quo (sobrevivencia). En las religiones del
mundo, sus líderes actúan en primer lugar por la comida (por el vientre). El
hombre común vive para comer. Todo el mundo trabajaba principalmente
para la alimentación. Jesús no, por el contrario, enseñó a sus siervos a:
90 El Carácter de un Ministro
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida
eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque a éste seña-
ló Dios el Padre” (Juan 6:27). En el reino de Dios, sus siervos (los pasto-
res, ancianos, etc.) no debemos concentrarnos en esas cosas. Los esclavos
del Señor debemos centrarnos con la palabra de Dios, lo creo, hasta el pun-
to de morir por ella de ser necesario. No sólo hemos de creer los dichos de
Dios intelectualmente (dejadle eso a los eruditos de este mundo), nosotros
debemos aterrizar estas doctrinas en la vida práctica (en nuestra teología
funcional). Tenemos que estar dispuestos a perder la vida en defensa de las
doctrinas del Evangelio que nos fueron entregadas (Judas 3). Lo sé: “Dios
no necesita defensores, Él se sabe defender solo”, pero el dictaminó que:
“contendiéramos, con ardor, por la fe dada de una vez por todas a los san-
tos”. Es su mandato. ¡Amén!
Estimados siervos del Señor, por favor, evita la tentación de trabajar por
la comida que perece. Evitemos la tentación de trabajar por la fama, el po-
der y la auto-reputación. Tenga cuidado con los placeres de esta vida
(comida, sexo, la gloria de los hombres, el hacer un nombre, los emborra-
chadores aplausos, la auto-imagen, etc.), todo esto es sumamente peligroso,
la mayoría no lo sabemos manejar, pidamos discernimiento y fuerzas al
Dios del cielo. Como siervos de Cristo hemos de trabajar por el reino de
los cielos, hemos de hacer nuestro tesoro en el cielo, donde ni la polilla ni
el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan (comp. Mateo
6:19-20). Siga el ejemplo de Jesús. Tenía todas las riquezas, todo el poder,
toda la autoridad, toda la fama, toda la gloria, todas las posibilidades, etc.,
a su merced. Pero cuando decide mostrarnos la ruta del santo ministerio,
dejó la gloria del cielo, incluyendo aquí la presencia especial del Padre, y
vino a ser humillado por los hombres. Y además de eso, cuando se convir-
tió en un hombre, Él nunca utilizó su poder para su propio beneficio,
¡nunca! ¿Se puede imaginar esto? En el Señor no funcionaba la influencia.
Él no era más amigo de los que más tienen, como es común en los que se
dicen ser “ministros” del Evangelio entre nosotros, que ni siquiera disimu-
lan sus ansias insaciables por las posesiones de este mundo. A Cristo le
producía nauseas esa clase de actitud. Muchos ministros de hoy aman las
esferas de la fama y el poder, no quieren saber nada de los ministerios de
baja trascendencia estadística, y les repugnan las naciones en miseria. ¡Hay
si el Señor nos concediera pastores según su corazón en esta generación y
en esta nación! Roguemos pues al Señor de la mies que envíe obreros, no
fraudulentos, a su abundante mies.
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 91
Jesús rechazó la tentación de las riquezas del mundo, del poder y las
influencias (vv.8-9)
que escapó del reino de Israel y vivió en una cueva con muy poco para co-
mer y beber, y más tarde se trasladó a la casa de una viuda muy pobre en
una tierra extraña.
Jeremías pudo haber sido amigo del rey Sedequías, y rehuir decirle el
mensaje de Jehová, pero la gloria de su ministerio era servir a su Señor
Jehová, aunque sabía que no tendría seguidores (que no sería líder según
nuestro sentido corriente de la palabra).
Los amigos de Daniel “(Sadrac, Mesac y Abed-nego)” pudieron haber
sido humildes a los deseos de palacio y decidir postrarse a las demandas de
Nabucodonosor, pero no lo hicieron, ellos sabían que Dios podía salvarlos
de la ira del rey y del fuego del horno ardiente. No les preocupaba de nin-
gún modo si el Señor no los libraba de esa situación incómoda. Lo mismo
le pasó a Daniel cuando el decreto fue firmado por sus demoníacos
“colegas”.
Juan el Bautista pudo haberse hecho un buen amigo del rey Herodes, y
dejar de denunciar sus pecados, para así disfrutar de algunos favores pala-
ciegos. Pero mejor obedeció el llamado de Dios.
Un ministro podría buscar la auto-satisfacción en lugar de servir fiel-
mente a Dios. La Iglesia de Inglaterra y sus ministros decidieron seguir el
deseo del rey Henrique VIII y le permitieron divorciarse, supuestamente
con la autoridad de Dios, claro, todo a causa de sus estómagos, posiciones,
pagos, y quién sabe qué más. Y allí comenzó la historia del divorcio en
masa entre los protestantes, así como el decaimiento de la reputación de los
ministros en esa nación bendecida.
Para cumplir cabalmente con esas características espirituales que han
de estar en cada ministro cristiano, nosotros, como Jesús, hemos de:
Capítulo Siete
Vayamos a las Escrituras para ver y analizar una imagen de lo que Jesús
dijo a sus discípulos, de forma muy peculiar, para ilustrar el carácter de sus
siervos. Creo que las Escrituras son moderadoras de lo que tiene que ser
nuestra concepción sobre EL CARÁCTER DE UN MINISTRO CRIS-
TIANO. Cuando digo “el carácter que Dios espera”, no estoy sugiriendo
que Dios llamó a sus ministros para que adivinen cómo dar forma a su ca-
rácter hasta que sean como él quiere; estoy más bien diciendo que Dios
espera que el carácter sea tal porque les dio el patrón necesario y les prove-
yó de capacidad para lograrlo. Es sólo una manera de decir cómo hemos de
evaluar el carácter de los ministros cristianos. Como muestra Mateo 5,
Dios hizo todo lo que debía ser obrado sobre el carácter. No es una cues-
tión que descansa en las atribuciones del ser humano.
96 El Carácter de un Ministro
(Mateo 22:37-39). Servir es imitar a Jesús. Ser humilde es seguir las pisa-
das de Cristo.
Creo que Alexander Strauch dio en el clavo sobre este particular cuan-
do escribió:
Eso es una labor dura, resulta un tanto difícil pensar en esto, sobre todo
porque es una actitud contraria a la naturaleza humana el rendirnos volun-
tariamente a la humildad y al servicio a cualquier maestro (incluyendo al
Señor). Pero la única meta de un ministro de Cristo es dar gloria a
nuestro Padre celestial a través de nuestro Maestro y Señor Jesucristo.
Esto es ser un hombre de carácter Cristiano, un hombre de fe, esto es ser
justo, esto es ser piadoso, confiable y un siervo digno, uno que rinde todas
sus metas personales, sus planes y sus métodos con tal de ser un fiel siervo
de Jesucristo. Uno que no tiene de que avergonzarse, porque permanece
haciendo lo que fue llamado a hacer trazar (desmenuzar, dividir) bien la
palabra de verdad. Debes saber esto, que es absolutamente imposible obrar
así en nuestras fuerzas, en la carne, y solo es posible en las fuerzas y el po-
der de nuestro Señor y Maestro. Hemos de seguir sus pisadas. Los minis-
tros de Cristo hemos de huir de los placeres ilícitos y pecaminosos, del
100 El Carácter de un Ministro
amor al dinero (a las riquezas materiales), de la fama (la cual casi siempre
es fatal), de los poderes que nos ofrece este mundo, de las pasiones juveni-
les (desordenadas); en cambio, hemos de vivir: “en el poder de Su fuer-
za” (Efesios 6:10). Los ministros del Señor hemos de rechazar las posicio-
nes, los títulos, los reconocimientos (fama), con tal de buscar únicamente la
gloria de Dios (hemos de tener esas cosas como estiércol con tal de ganar a
Cristo). Debemos, cual Pablo, pensar como sigue:
Lo se, yo mismo soy como los demás, amo esas cosas que nos generan glo-
ria a nosotros mismos. Amamos el ser reconocidos por los demás, cuando
no sucede hasta lo extrañamos. Amamos los aplausos y los lauros. Trabaja-
mos por los reconocimientos. Pero otra vez: “todo eso es contrario a la glo-
ria de Dios y es impropio a los ministros de Cristo”. John Piper lo puso en
perspectiva como sigue:
No hay nada peor e infiel para el ministro cristiano que eso. Las religiones
de este mundo, los gobernantes, y los perdidos en general procuran buscar
su propia gloria. Los ministros de Cristo han de ser humilde y mansos, ren-
didos sin reservas a Dios, siervos de los demás, solo por la causa de Dios.
Esto es prácticamente el todo referente al carácter del siervo de Cristo. Esto
es imitar a Cristo. Esto es seguir sus pasos. Esto es lo que El siempre pro-
curó, glorificar al Padre: “No recibo gloria de los hombres” (Juan 5:41).
Cuando servimos a Cristo, necesitamos tener un completo entendimiento
de que existimos para glorificar a Cristo, en todo lo que decimos, pensamos
y hacemos (ver 1 Corintios 10:31 y Colosenses 3:17). Cuando deseamos
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 101
Creo que esta es una de las razones por las que Alexander Strauch habla
tan fuerte sobre los títulos en su libro (ya antes citado y discutido): “El An-
cianato Bíblico”. Observe de nuevo en el capítulo II: Un Análisis del Mi-
nisterio en la Biblia, donde el concluyó:
Según puedo ver en los escritos de Alexander, él no está diciendo que loa
oficios o posiciones de pastores, diáconos, e incluso doctores o evangelis-
tas no existen; lo que Strauch establece en su tesis es que aunque tales do-
nes existen (de enseñar, predicar, servir, etc.), no debemos tomar ventajas
de ellos para elevar algunos sobre otros en el cuerpo de Cristo (en la her-
mandad eclesiástica). El hermano Alexander Strauch dio en el clavo sobre
lo que efectivamente implica el ministerio, y pienso que es exactamente lo
que Jesús planteó en Mateo 20 y 23.
Así que, el mismo Señor resucitado dotó a algunos para que fuesen
apóstoles, a otros para que fuesen profetas, a otros para que sean evangelis-
102 El Carácter de un Ministro
El sermón del monte es, quizás, la porción escrituraria más complete y sis-
temática concerniente al carácter que Dios espera de sus hijos (y por tanto
de sus ministros). En aquella ocasión particular, según 5:1-2, Jesús estuvo
enfocado especialmente en Sus discípulos. El sumario sobre la expectación
de Dios del carácter, sistematizado en dicho sermón (set de enseñanzas),
nos es dado en 5:48, donde Jesucristo dijo:
La misma idea nos es dada en 5:20, donde Jesús demanda de sus discípu-
los, el grupo de personas a quienes Él preparaba para que fuese represen-
tantes Suyo, el ser Sus apóstoles, sus fieles sirvientes. Dice:
Esta es una enseñanza general del Maestro, dictada en tercera persona del
plural, sobre el corazón de los súbditos del reino y sus más elevados galar-
dones. Ellos sienten como Jesús sintió. Ellos piensan en los negocios del
Reino. Ellos sufren injusticias por los ideales del Reino. Ellos son pacifica-
dores, mansos, humildes, pobres de espíritu, puros de corazón
104 El Carácter de un Ministro
(pensamiento), están hambrientos y sedientos de la justicia venidera, su
oferta es justicia y misericordia, son rechazados por este mundo y su es-
quema. Ellos son santos de Dios. Los siervos del Señor, hechos siervos
en el llamamiento divino. En otras palabras: Dios creó o regeneró el nue-
vo carácter de ellos cuando los salvó y los capacitó para el servicio.
Así que, amados consiervos, nosotros tuvimos que haber sido llama-
dos. ¿Fuiste llamado por el Maestro? Entonces quedarás satisfecho al ser
confrontado con esta radiografía mostrada en esta sección. Cuando nuestro
Señor Jesucristo ascendió a los cielos, según Efesios 4:7ss, El dio dones a
los hombres, llamando a muchos para que fuéramos ministros Suyos
(algunos fueron apóstoles, otros profetas, algunos son evangelistas, y otros
somos pastores y maestros). Fuimos dotados con las habilidades y el poder
de ser maduros para ayudar al resto del pueblo a madurar en la fe, para la
obra del servicio (ministerio). Dios llamó a sus siervos, y también los do-
tó con el poder necesario. El Carácter, la imagen tallada en el objeto, me-
tafóricamente hablando, es la talladura de la imagen del creador por con-
cepto de creación natural (pues él nos hizo a su imagen y semejanza
Génesis 1; Juan 1:10-11). No obstante, en el orden espiritual también existe
una nueva creación, en la regeneración, nos es devuelta la imagen de Dios
(Juan 1:13). Pero algo extra pasa cuando El llama a sus ministros (ver 2
Crónicas 29:11; Jeremías 3:15; 2 Timoteo 1:8-11; Efesios 4:7-16).
En esta parte Jesús enseña en segunda persona a Sus discípulos. Les dijo lo
que ellos son debido a su obra en ellos, la luz y la sal, hombres de buenas
obras para la gloria del Padre. Jesús no sugirió a sus discípulos que debían
ser así; Él les aseguró que eran así. Él les dijo: “ustedes son”. ¿Por qué?
Debido al llamado santo de Dios, tanto el llamado eficaz del Espíritu que
nos regenera, como su llamado al ministerio.
Ministros, tenemos el privilegio que Dios nos ha llamado dos veces.
¿Para qué? (1) Para ser salvo, y (2) para ser ministros. Y en muchos aspec-
tos no es una concepción exclusiva del predicador, es algo común a todo
creyente. Dios nunca se propuso llamar a la gente al arrepentimiento como
el fin último, Él tiene propósito, que seamos sus siervos para su propia glo-
ria. Fuimos salvados para buenas obras (Efesios 2:8-10). Y también fuimos
llamados al ministerio de enseñar, como a otros a hacer buenas obras
(Efesios 4:11-17). Nos han facultado con una especie de carácter maduro
para ayudar al resto de la gente de Dios para obtener la naturaleza divina en
su carácter también. Creo que el llamado al ministerio da un regalo espe-
cial y deseo de crecer más rápido que el resto. Algunas personas llamadas
fueron dotadas con dones desde su niñez y muchos otros en una edad jo-
ven véase las vidas de José, Jeremías, Daniel, Ezequiel y Juan el Bautis-
ta para confirmar esta posición.
Mira esta afirmación: ¡VOSOTROS SOIS LA LUZ DE ESTE MUN-
DO! Fíjese que no dice: ¡ustedes deben tratar de ser o pueden llegar a ser
luz en este mundo! Ni tampoco: ¡Usted debe ser luz! Es una afirmación,
una declaración: ¡VOSOTROS SOIS LA LUZ DE ESTE MUNDO!
Te dije antes que los cristianos son gente especial, y los ministros son
un tipo especial de cristianos. Esta realidad no es para presumir, sino para
ser más como Jesús, humildes y mansos. La madurez es un llamad a ser
humildes y sufridos (pacientes). Llevar a los creyentes a ser intachables es
el objetivo de la predicación cristiana y la enseñanza. Muchos de ellos no
serán llamados a ministerios especiales (como pastores, maestros y evange-
listas), pero todos los cristianos están llamados a hacer la obra del ministe-
rio, lo que significa ser ministros de Dios (Efesios 4:11-16). Todos noso-
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 107
miento, pero esta es la única enseñanza de Dios acerca del ministerio. Por
lo tanto, ¡es la verdad absoluta! Esa es la razón por la cual los profetas y
apóstoles no se enlodaron en las pocilgas del pecado, especialmente en lo
moral (impurezas sexuales). Otros líderes bíblicos si se emporcaron en la
miseria de las impurezas, pero nunca los profetas de Dios ni los apóstoles,
ni los verdaderos pastores de Cristo. El Señor nos escogió para ser sus re-
presentantes. Y el no solo escogió los fines, sino también los medios.
Debemos tener cuidado con la imposición de las manos sobre los nue-
vos candidatos al ministerio. En mi país, muchos de los “pastores” nunca
han sido ordenado o reconocidos por algún presbiterio, y en los contados
casos que ha sucedido, las normas utilizadas para evaluar los candidatos
usualmente han estado muy lejos del patrón bíblico. Por lo tanto,
“ministros”, ustedes tienen una gran cuota de culpabilidad en la situación
media de las iglesias de hoy. Los misioneros, a lo menos en mi país, gene-
ralmente han sido de los peores en la adopción de este tipo de rigor norma-
tivo bíblico al momento de escoger candidatos al ministerio. Dios no se
complace con los procedimientos fallidos. En un principio, si un joven está
pensando ejercer el ministerio, el desea una muy encomiable labor, PERO,
de entrada, él debe ser irreprensible. La iglesia está cansada de los hombres
que usurpan esa posición. La iglesia y el mundo mismo lo que necesitan es
“hombres de Dios” como ministros del Evangelio.
¿Por culpa de quién cree usted que es el derrotero de malos ejemplos
entre los “ministros de nuestra época? ¿Cree usted que sea un fallo del Po-
der de Dios? (Dios nos libre pensar eso), ¿O un problema de la Biblia y sus
normas? Les pido disculpas por estas preguntas locas y sin sentido. Dios
nunca ha fallado. Iglesia: ¡Las puertas del infierno nunca prevalecerán con-
tra ti!
En esta sección, Jesús habló acerca de los orígenes del mal, el corazón
(viene con nosotros desde el nacimiento), así que Él trae muchos detalles
acerca de lo que Dios quiere decir con un perfecto grado de la justicia.
Aporta detalles como: nuestra consideración a los demás (la falta de respe-
to a la dignidad humana es suficiente para ser culpable de asesinato), nues-
tro comportamiento sexual (mirando a los demás con una intención lujurio-
sa es suficiente para ser culpable de adulterio), nuestro compromiso matri-
monial (lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre)... y así sucesiva-
mente. En este capítulo Jesús está explicando el mandamiento de la ley y lo
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 111
Al final de los tiempos Dios juzgará todos los actos, obras, pensamientos,
acciones, comportamientos, modos de vida, todas las religiones y sus prác-
ticas y motivaciones, todas las actitudes, etc. Habrá un juicio general y otro
particular de todos los hombres.
Pero las prácticas religiosas y las buenas obras tendrán un juicio espe-
cial para los ministros del Evangelio. Muchos dirán aquel día: “Señor, Se-
ñor”, nos hicieron esto y lo hicimos en tu nombre. Pero la base de aquel
juicio no serán mis obras en sí mismas, si bien la decisión final se basará en
“las razones y motivaciones por las qué cada ministro (y cristianos en ge-
neral) hizo lo que hizo”.
114 El Carácter de un Ministro
Dios no comparte su gloria con nadie. Sus obras son buenas sólo cuando se
hagan únicamente para la gloria de Dios. El trabajo del ministerio tiene
este carácter distintivo de calidad: “ÚNICAMENTE PARA LA GLORIA
DE DIOS”.
¿Por qué has hecho cosas simulando ser cristiano? ¿Por qué has servi-
do “el Señor”?
La implicación es que cualquier trabajo realizado para tu propia gloria
(o para la gloria de cualquier otro aparte de Dios), serás reo del infierno.
Todo esto me asusta. ¡Señor, déjame servirte con temor y temblor! ¡Por
favor, olvídate de todos mis actos que se han realizado bajo mi nombre, e
incluso para mi propia gloria! ¡Deja que te siga de cerca con temor y tem-
blor! ¡Perdóname, por favor, perdóname!
Confieso que he hecho un montón de cosas fuera de este marco restrin-
gido establecido. Por favor, Señor, conduce mi entendimiento solo al servi-
cio tuyo, y solo bajo tu llamado, y sólo para tu gloria.
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 115
Capítulo Ocho
Como se puede observar aquí, el Señor Jesús, que no tiene un lugar donde
reclinar su cabeza, esta vez no tiene un altar o un púlpito convencional,
hecho por los hombres. Él está modelando claramente que Dios no habita
en templos hechos por manos humanas, y también que no es necesario un
santuario y un púlpito para predicar la Palabra de Dios con eficacia. No
sólo es el deseo de Dios que los hombres oren en todo lugar, sino también
que prediquen por todas partes, incluso desde un montículo natural.
Lo que Jesús procura enseñar en este sermón es “el mal que los hombres
deben abandonar,” para que puedan practicar “el bien que han de dar”. No
hay duda de que en el Evangelio, “la fe viene por el oír, y el oír por la pa-
labra de Dios”. Así que, teniendo la oportunidad, siendo el tiempo o no,
tenemos que abrir la boca y enseñar los asuntos del reino a las multitudes,
grupos pequeños e individuos.
UN MENSAJE DE BENDICIÓN
Note como empieza este sermón, con una ráfaga de bendiciones. El Señor
comenzó su serie de enseñanzas sobre el Reino de Dios con las declaracio-
nes de la abundante bendición: “Bienaventurados”. Estas son declaraciones
positivas, declaraciones motivadoras, y alabanzas puras. Es un mensaje que
cualquiera oiría. Y a pesar de que las mencionadas aquí sobre los que tie-
nen que ser los destinatarios de tales bendiciones, son cualidades nunca
120 El Carácter de un Ministro
deseadas por los hombres, están en contra de todo deseo carnal, sin embar-
go, es a la medida de la calidad de la persona a la que se refiere Jesús. Es-
tas cualidades se reflejan en el carácter de un hombre de Dios, llenos
del fruto del Espíritu. (Compare Gálatas 5:22; Efesios 5:9, etc.)
Para ser un instrumento de tales bendiciones, el Señor está exigiendo
una determinada condición espiritual, que se refleja en nuestro carácter, es
decir, la humildad y la pobreza de espíritu, que es alguien que reconoce
que si bien ha sido justificado por Dios, sus facultades y su persona han
sido tan infectadas con el mal y el pecado, que han producido un vacío irre-
conciliable con el Altísimo, quien es Santo. Sabe que “por cuanto él ha pe-
cado, está destituido de la gloria de Dios” (compare Romanos 3:23).
Pero en estas declaraciones y bendiciones, tenemos que ver a un maes-
tro que predica un mensaje equilibrado y santo, un Cristo que vino a bende-
cir, no a maldecir (ver Juan 3:17). Cuando analizamos las enseñanzas del
Señor, en este sermón particular, nos encontramos con un Maestro perfecto
que sabe cómo declarar verdaderas bendiciones, sin ocultar la realidad hu-
mana, mientras corrige los errores; y al mismo tiempo un maestro que sabe
cómo utilizar juicios negativos cuando es necesario, incluso denunciándo-
las falsas enseñanzas, a la vez que llama a los pecadores al arrepentimiento.
Todo esto nos muestra que Jesús es un Maestro muy equilibrado, un Maes-
tro perfecto con suficiente dominio y autoridad sobre los hombres.
En el capítulo 4 del Evangelio de Mateo, en sintonía con el cap. 3, Je-
sús mostró su aprobación hacia Juan el Bautista, llamando a los hombres al
arrepentimiento y a la conversión. En 4:13 y 3:1-2, el evangelista había
declarado la finalidad operativa, práctica y tangible de la predicación evan-
gélica, es decir, “llamar a los hombres al arrepentimiento para con Dios”.
Esto nos lleva a pensar que, inevitablemente, el mensaje de bendición de
Dios descansa sobre la exposición, la aceptación y el reconocimiento de la
mala noticia, el estado deplorable de todo hombre, es decir, el pecado. A
esta altura de nuestra demostración podemos establecer el siguiente princi-
pio:
¿Pudo usted ver la actitud que Dios quiere?: “y el que se humilla será
enaltecido”. Pablo lo puso en perspectiva cuando escribió:
Y como si todo esto fuera poco, luchamos contra las fuerzas del mal en
las regiones celestes, contra principados, contra potestades, contra los po-
deres cósmicos, que trascienden a este mundo de tinieblas (cf. Efesios
6:12).
Todos estos aspectos de la espiritualidad nos guían a ver nuestra verda-
dera condición. Necesitamos desesperadamente que Dios prevalezca contra
todos nuestros enemigos, pues son más fuertes que nosotros, aunque nada
comparables con quien está por nosotros el Señor. ¿Amigo lector, puede
usted notar hasta aquí que no hay ninguna razón para estar orgullosos o
confiados en nosotros mismos? No hay ninguna manera en que podamos
ganar una batalla como ésta en nuestras fuerzas, o habilidades, o sapiencia.
Necesitamos desesperadamente a Cristo para que nos conduzca a superar
nuestra propia situación, para que esté con nosotros socorriéndonos, para
que podamos prevalecer en contra de este sistema mundial. De igual modo
necesitamos la intervención a nuestro favor de sus ángeles para que bata-
llen en nuestro favor contra Satanás y las fuerzas del mal que procuran de
destruirnos.
¿Entendió el por qué nuestra incapacidad e impotencia? ¿Comprendió
la razón por la que no podemos tener confianza en nosotros mismos? Tene-
mos que confesar nuestros pecados. Tenemos que confesar nuestra impo-
tencia. Tenemos que reconocer nuestra incapacidad. Tenemos que gritar
desesperadamente y decir:
“¡Miserable de mí!”.
los principios del ser, el Señor es la raíz de la cuestión. Los seres humanos
prefieren indicaciones en lugar de principios porque nos dan ciertas cosas
que funcionan, aun a costa de eximirnos del uso de nuestra facultad pen-
sante.
Así que nos queda preguntarnos: ¿Cuáles son los principios que deben
regir la vida del cristiano?
Respuesta: “misericordia, paz y santidad”.
Mire a continuación cómo lo dijo el escritor de Hebreos:
¡Cuán alejados están los caminos, las normas, los principios de los hom-
bres de los de Dios!
Pero si estás buscando la felicidad, no tienes otra manera sino humi-
llarte en completa dependencia del soberano.
¡Cuán alejados están los pensamientos de Dios de los nuestros!
Es por eso que tenemos que depender de Dios día y noche, llorar y
gemir a nuestro creador que nos libre de este cuerpo de muerte, para trans-
formarnos en un hombre de paz, que nos permita ser misericordioso, para
conducirnos en la piedad y el temor a Dios.
128 El Carácter de un Ministro
Es una condición o estado de la que disfrutamos los santos. Es por ello que
aun sufriendo el despojo de sus vienes, lo hacen con el gozo puesto en el
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 129
cielo (Hebreos 10:34). Es por eso que poseemos una paz que sobrepasa
todo entendimiento, aunque como los demás vivimos en una generación
híper-adultera e híper-perversa, en la cual resplandecemos como luminares.
Es por ello que Cristo apuesta a nosotros, cual a Job, y nunca arregló un
plan B.
Nuestra victoria está garantizada por la fe que nos fue dada de una vez
por todas. Nuestro gozo es un cumplido. ¡Aleluya!
Aplicaciones prácticas:
– Esta porción de la Biblia también nos recuerda que los anhelos del
hombre por la justicia, la paz, la felicidad y la liberación nunca
serán encontrados por las directrices establecidas por los hombres
(el ejército de paz de la ONU, los ejércitos de las naciones, los sin-
dicatos, huelgas, protestas, guerras, etc.). Los planes de los hom-
bres nunca pueden conducir a la paz y la felicidad.
ALGUNAS CONLCUSIONES
Capítulo Nueve
No tenemos espacio en esta obra para ir pasaje por pasaje y referenciar to-
do lo que el Antiguo Testamento habla acerca del carácter de los ministros.
No podemos hacer ningún análisis de todos los siervos del Señor en el An-
tiguo Testamento tampoco. Creo que podemos centrarnos en Moisés y en
algunas referencias al respecto en los Salmos, especialmente los Salmos 15
y 24.
“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los
hombres que había sobre la tierra.”
(Números 12:3)
Esto hace un extraordinario eco con la respuesta que el pastor José Mallén
proveyó en mi encuesta.1 Así que, sabiendo eso sobre Moisés no sólo en-
tiendo la respuesta corta del pastor Mallén, sino también la calidad y la
experiencia con la que Moisés tuvo que evaluar a los candidatos al santo
ministerio. Jetro lo sabía. Por cierto, José Mallén es uno de los más anti-
guos pastores bautistas independiente (conservador), si no el más antiguo,
en República Dominicana. Ha sido muy bendecido con un ministerio muy
sólido y respetado, siendo pastor durante algo más de tres décadas, bien
conocido en varios otros países.
Echemos un vistazo a la lista de características que Moisés tenía que
buscar en los hombres que se involucran en el ministerio del Señor. Los
candidatos debían:
– Temer a Dios
– Odiar la avaricia
Salmos 15
Salmo 24:3-4
– Limpio de manos
(Un hebraísmo para referirse a un hombre de la justicia, que nunca
ha matado o planeado un asesinato o un robo)
– De corazón puro
(Como Jesús explicó en las bienaventuranzas, Mateo 5:1-13)
Estimados ministros del Señor: “hacer el trabajo del ministerio no debe ser
un fin en sí mismo”. Lo que importa es glorificar al Señor en todo lo que
hacemos (1 Corintios 10:31). Por lo tanto, evalúe sus motivaciones, su
comportamiento y sus razones mientras está en el ministerio. Es mejor to-
mar un asiento en la iglesia y servirle en otra oficina que ser un ministro y
ser juzgado como un desconocido por el Señor en ese día del Juicio.
Muchos falsos van a negociar la verdad acerca del ministerio. Para
ellos lo importante es hacer el trabajo, mejor que para quien se está hacien-
do:
Capítulo Diez
Todos los escritores del Nuevo Testamento hablan sobre algún aspecto del
carácter de un cristiano. Aquí nos centraremos en la carta de Pablo, a pesar
de que Lucas, Pedro, Juan, Judas, el escritor del libro de Hebreos, y por
supuesto, los Evangelios (que son las palabras y los hechos de Jesús) tam-
bién enseñan regularmente al respecto.
LISTADO DE CARACTERÍSTICAS
2 Timoteo 2:1-7
Lista de características:
– Hombres esforzados
– Hombres fieles
– Hombres capaces
– Hombres que sufren penalidades
– Hombres de Dios
– Separados de las cosas del mundo para complacer a su maestro
– Un obrero arduo
– Hombres de paciencia para esperar el fruto correcto legalmente
– Obedientes a los dichos del apóstol
– Hombres de entendimiento
Lista de características:
Características positivas
– Dado al vino
– Dado a las huelgas
– Codicioso de ganancias deshonestas
– Pendenciero
– Avaro
– Neófito
Características:
Como se puede observar, Pablo nos lleva a una conclusión en esta sección.
Por un lado, nos trae un glorioso final de su vida (v.6-8), pero también un
tratamiento patético de muchos miembros de su equipo misionero, e inclu-
so algunos que eran judíos en la diáspora.
Se está concluyendo aquí que muchos de los que sirven en el ministe-
rio, aun en los tiempos apostólicos, van a caer, volviendo a amar a este
mundo.
Timoteo debía de saberlo, así como nosotros.
Pablo se quedó solo en su primera defensa en Roma, solo Jesús estaba
allí. Tenemos que ver el mismo tipo de comportamiento de nuestros cole-
gas cercanos también. Los apóstoles hicieron lo mismo a su Maestro que
hicieron los compañeros de Pablo al apóstol. Pablo sufrió el mismo enga-
ño. Tenemos que estar preparados, este es el tratamiento regular a los mi-
nistros en la historia, aparte de unas pocas excepciones.
Nuestros propios socios en el ministerio van a causar divisiones. Algu-
nos de nuestros miembros del personal del ministerio nos van a traicionar,
incluso apuñalarnos a espaldas nuestras.
El ministerio es así y también lo es la iglesia. El propósito de Dios para
su iglesia y para el personal ministerial oficial es permitir emisarios del
enemigo entre nosotros. Esta es la naturaleza de cualquier organización e
institución sagrada, mientras esté todavía en la tierra, incluyendo las igle-
sias de Dios.
Creo que este es el propósito principal de esta gloriosa pero triste con-
clusión del apóstol de los gentiles.
Pero aunque la mayoría se había apartado, y casi todos lo habían aban-
donado, note lo que dijo el apóstol: “Jesus estuvo conmigo”. Esta es una
declaración práctica de lo que prometió el Señor en la gran comisión: “He
aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”. Esto es
muy alentador para el ministro.
149
Capítulo Once
EL EJEMPLO MINISTERIAL DE PABLO Y
SU EQUIPO
1 Tesalonicenses 2:1-8 (vv.3-4)
“Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra
visita a vosotros no resultó vana; pues habiendo antes pa-
decido y sido ultrajados en Filipo, como sabéis, tuvimos
denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de
Dios en medio de gran oposición. Porque nuestra exhor-
tación no procedió de error ni de impureza, ni fue por
engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para
que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como
para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba
nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras
lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es
testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros,
ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles
de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la
nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan
grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos
150 El Carácter de un Ministro
I. LA PUREZA DE LA PREDICACIÓN
1. La predicación que Dios aprueba debe estar libre del error
2. La predicación que Dios aprueba debe estar libre de toda impureza
3. La predicación que Dios aprueba debe estar libre de todo engaño
En la porción que nos ocupa en esta ocasión Pablo está recordando el tipo
de ministerio que él y su equipo de misiones ejercieron entre ellos cuando
iniciaron la obra, probablemente como respuesta a una acusación que algu-
nos falsos maestros habían tratado de sembrar sobre Pablo y sus seguido-
res. Él está ejemplificando con ello lo que deben recordar y esperar de sus
pastores. Pablo les recuerda su afecto incomparable por ellos (2:8) y el ca-
rácter del comportamiento de ellos cuando estuvieron presente entre ellos
(2:10), de tal manera que su comportamiento entre ellos fue santo, justo e
irreprensible, ejerciendo el ministerio de la predicación, la exhortación y la
enseñanza. Y debido a ello, el apóstol sigue elogiando dicha iglesia porque
ellos recibieron la palabra y pronto llegaron a ser imitadores de la iglesia
de Dios que estaba en Jerusalén a pesar de persecuciones semejantes
(vv.13-16), a pesar de la gran tribulación que atravesaron (1:4-6). Por todo
lo que significaba aquella iglesia para Pablo y su equipo, el y sus compañe-
ros no podían soportar más seguir sin saber que estaba pasando en la igle-
sia de Tesalónica, por lo cual decidieron enviar a Timoteo a ver cómo an-
daba la obra. En relación a aquella visita Pablo les escribe esta carta como
respuesta a ciertos asuntitos que debían ser recordados por ellos en respec-
to a los grandes temas en que la iglesia debería enfocar sus enseñanzas (en
4:18 Pablo los encomia a “alentarse los unos a los otros con esas pala-
bras”). De aquí la razón, el propósito y el contenido de esta magistral carta
apostólica, dentro de los cuales podemos mencionar (ver Biblia de Estudio
MacArthur):
154 El Carácter de un Ministro
LA PUREZA DE LA PREDICACIÓN
“Porque nuestra exhortación no fue de error ni de impure-
za, ni por engaño”
Este pasaje es presentado en plural. Esto nos lleva al 2:1, 2 donde Pablo
recuerda las persecuciones que recibieron él y Silas en aquella ciudad, y
también hace alusión a su equipo misionero implícitamente. La misma sa-
lutación presenta a Pablo, Silvano y Timoteo como autores de la carta. De
ahí que presente el mensaje en plural en gran parte del escrito.
A modo negativo, en este verso el apóstol Pablo presenta tres cualida-
des perniciosas que brillaban por su ausencia en su exhortación, contrario a
las acusaciones y los actos de sus oponentes.
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 155
La palabra error viene del gr. plane, que corresponde a la raíz española
para planeta y planeador, sig. lit. errante: error, engaño, extravío, fraude, es
presentado a menudo como un poder. (Ver 2 Pedro 2:18; 3:17; Judas 13; 2
Tesalonicenses 2:11)
El cuadro bíblico más descriptivo sobre el error y sus resultados lo en-
contramos en 2 Pedro 2:18, 19:
“…ni de impureza…”
En esta parte específica de lo que debe evitar la predicación pura y sin ma-
cula se está refiriendo al método más que a la conducta moral del predica-
dor. Aquí se trata lo que Pablo quiso decir a los Corintios cuando les des-
cribe sobre su método de predicación: “pues no vinimos a vosotros con pa-
labras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíri-
tu Santo”. 1 Corintios 2:4 (ver también Colosenses 2:4)
También es lo mismo que dijo a los Corintios en su segunda carta cap.
4: “antes hemos renunciado a todo lo oculto y deshonesto, no andando con
astucia, ni usando la palabra de Dios con engaño; sino por la manifesta-
ción de la verdad nos recomendamos nosotros mismos a la conciencia de
todo hombre delante de Dios”.
Ni la vida ni el método del predicador deben ser erráticos ni fraudulen-
tos. Si el Señor te llamó a predicar no filosofes, predica. Debes procurar
hacerlo bien para que no seas avergonzado delante de su presencia en aquel
gran día. Hemos sido llamados a “escudriñar las escrituras”, hemos sido
llamados a “trazar bien la palabra de verdad”, hemos sido llamados a res-
paldar con nuestro ejemplo, nuestras palabras, hemos sido llamados a trans-
formar nuestro entendimiento día en día, hemos sido llamados a predicar
sin error, sin impureza y sin métodos engañosos.
Nuestro objeto en toda esta trayectoria con ustedes es hacer de vuestro
carácter un carácter santo y provocar así que el rol del oficio que se nos ha
encomiado y encarecido sea a la medida del don de Cristo que nos ha sido
dado.
El Sr. Morris, un norteamericano, pasó los mejores años de su vida tras
las rejas por un fallo del juez en su contra, fruto de un testimonio falso que
dos asaltantes y delincuentes había provisto. Si el punto de partida respecto
158 El Carácter de un Ministro
“…así hablamos…”
Que como todo hombre de Dios, tú también seas conocido por aquellas
cosas de las que huyes. Y no solo hay que huir de las pasiones juveniles,
sino también del placer, el poder y la fama.
Recordemos que ninguno que milita se enreda en los negocios de
esta vida a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. (1 Timoteo
2:4)
El predicador aprobado procurará siempre agradar a Dios antes que a
los hombres. Procurará obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Cómo
se agrada a los hombres? Quizás se pregunta Ud., respuesta: haciendo lo
que a ellos y a usted le agrada y obedeciendo sus demandas antes que a
Dios. El predicador fiel puede parecer algo duro y radical en ocasiones,
pero tenga Ud. cuidado, usted es el predicador, a Ud. es que se le ha con-
fiado la palabra de verdad. Cumpla su ministerio. Es a Dios que se le ha de
dar cuentas, no a los hombres. Tenga cuidado las cosas que Ud. negocia.
Tenga cuidado con los principios que Ud. licúa por agradar a su jefe deno-
minacional o al hermano o la hermana tal (¡que ha sido tan bueno o buena
con usted!) Recuerde que las dádivas vician el juicio del juez. Recuerde
que es al Señor a quien Ud. le debe cuentas.
Por eso tengo problema con una cláusula de la definición de predica-
ción que leí en un libro de texto: “satisfacer las necesidades de los oyen-
tes”… Ojo con esto. Aun la predicación es para agradar a Dios. Si Juan
hubiera tenido esta concepción en su juicio no hubiera dicho lo que dijo de
los maestros de entonces. Cristo tampoco habría sido duro cuando tuvo que
serlo. Cristo nunca habría volcado las mesas de los vendedores y cambistas
en los atrios del templo. Pedro no habría reprendido a Simón el mago co-
mo lo hizo, etc. Es a Dios que estamos llamados a agradar. Los profetas
siempre fueron odiosos a los oídos de la mayoría, el predicador de Dios
también lo será hoy. Predique con gracia, pero sin error y sin salpicaduras
de la sabiduría humana. Memoriza, recuerda y aplica las escrituras a tu
propia alma, esta práctica te ayudará a mantenerte en esa línea de agrado a
Dios antes que a los hombres.
162 El Carácter de un Ministro
A MODO DE CONCLUSIÓN
¡Amén!
165
Capítulo Doce
Se centra en el ser. Cuando vamos al pasaje tradicional para hablar del ca-
rácter, 1 Timoteo 3, ¿nota el énfasis? “Si alguno anhela obispado, buena
obra desea. Pero es necesario que el obispo sea…” (vv.1-2a), está ha-
blando del ser.
Durante mi explicación creo que usé suficientes pasajes bíblicos y sec-
ciones para demostrar que el carácter viene del Creador. El carácter puede
ser bueno o malo, pero viene originalmente del Creador.
La experiencia también nos muestra que el carácter es tanto una
creación de Dios, así como una prerrogativa de Dios el afinarlo y mo-
delarlo. En el próximo capítulo voy a traer algunas razones de peso para
demostrarlo.
Algunas preguntas vienen a nuestras mentes al pensar acerca de eso.
Una de ellas es la pregunta clásica que surge cuando los teólogos hablan
acerca de la soberanía de Dios, que él tiene el control de todas las cosas,
buenas o malas. Entonces, esta es la pregunta resultante: ¿si Dios crea el
carácter, el crea el mal carácter? Sé que corro el riesgo de ser estigmatizado
a causa de mi respuesta, pero, según las escrituras, Dios creó algunos vasos
para honra y otros para deshonra.
La naturaleza del carácter cristiano 167
Es totalmente cierto que los no creyentes son los que experimentarán la ira
de Dios en el infierno. La realidad es mejor entendida si consideramos lo
contrario. Dios eligió a muchos y los apartó para bendiciones espirituales
en Cristo (Efesios 1:3). Dios eligió, Dios apartó. ¿Cuántos? Una multitud,
la cual nadie puede contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas
(Apocalipsis 7:9-10), y, de seguro, de todas las épocas (tiempos). ¿Para
qué los eligió? “Para buenas obras, según sus propósitos en glo-
ria” (Efesios 2:8-10). Todo lo que Dios ha hecho, lo ha hecho bueno en
gran manera (Génesis 1:31). Todo ha sido hecho para su propia gloria. (La
tesis de Efesios 1)
Tenemos que comprender que no pasa nada en el universo que sorpren-
da a Dios de ninguna manera (Salmo 139:7). Tenemos que saber que la
168 El Carácter de un Ministro
salvación viene del Señor (Jonás 2:9). Tenemos que saber, como un princi-
pio bíblico, que el Señor ha establecido (conocido) el número de los miles
de millones que salvará (Apocalipsis 6:11 y hasta donde yo sé, este es el
mismo grupo en 7:9-10; 20:4). Tenemos que saber que cada ser humano
nacido en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier circunstan-
cia, no es un accidente, es una criatura del Señor. Casi todo el mundo que
ha nacido en la historia fue concebida en pecado y cada uno de ellos (por lo
menos los moralmente responsables adultos) se irá al infierno a menos
que Dios los salve, solo por la fe en Jesucristo. Y tanto como sé: “La fe es
un don de Dios” (Efesios 2:8-9). La fe no es un asunto de hombres, sino
que es un don de Dios. Él da fe por el Espíritu. Con todas estas pruebas, no
hay modo de reclamar cualquier parte en la empresa salvadora. Es una
cuestión exclusiva de Dios. Cristo vino a morir por los suyos, no era un
arreglo humano (¡Nunca!). El Espíritu, que convence, vino desde arriba por
el propósito soberano de Dios. Nunca actúa contrario a los propósitos de
Dios. Este es uno de los sentidos profundos en que las tres divinas personas
son un solo Dios.
Por lo tanto, considerando que todos nosotros hemos sido ‘destituidos’
de la gloria de Dios y que todos nosotros estaríamos perdidos sin la obra de
la salvación y su efecto sobre nosotros, está claro que Dios no impartió
salvación ni fe a todo el mundo en la historia. Muchos son dejados en su
condición perdida. Y ellos son dejados así para la gloria de Dios. Léalo de
nuevo:
¿Cuál es mi punto? Dios nos creó a todos, inclusive todas las cosas. La sal-
vación viene del Señor, esa es una empresa de Él solamente. El llamamien-
to es un negocio de Dios. El carácter es hecho y modelado por Dios. Él le
da a cualquier grupo: a los humanos (un carácter no regenerado), a los cris-
tianos (el carácter transformado), y por supuesto a los ministros que Él lla-
La naturaleza del carácter cristiano 169
Tengo que lidiar con este tema analógicamente. Voy a esforzarme por ser
fiel a la Escritura en mi pensamiento analógico. La generalidad de la Biblia
presenta a Dios como el creador de todo cuanto existe en el universo, inclu-
yendo el espacio, pero con la excepción de que el mismo Dios es increado,
trascendente e infinito y por encima de todas las cosas, sean tangibles o
intangibles, sean de naturaleza material o espiritual. El ser humano es una
clara perfección de la obra de Dios en la creación.
La Biblia también enseña que el ser humano fue hecho perfecto, pero
cayó en pecado (Génesis 1:31; Eclesiastés 7: 29). El pecado es una desgra-
cia que trajo a la creación, con algunas excepciones (en el reino espiritual),
a la corrupción, incluyendo la depravación total de las criaturas morales
el hombre.
Como conclusión lógica, el carácter de Adán y Eva fue hecho por
Dios. ¿Presentas alguna objeción a esto? Así, el carácter de cualquier cria-
tura racional fue diseñado y ejecutado por la divinidad, de seguro. (Ver
Salmo 139:13-16, para confirmación)
Otra conclusión lógica y bíblica es que el pecado devastó la moralidad
humana y, por consiguiente, el carácter. Sin embargo, el carácter de un ser
humano, así como en el caso de nuestros primeros padres (Adán y Eva),
permanece siendo una creación de Dios. El verdadero problema es que el
pecado devastó (o depravó) totalmente a los seres humanos, por lo que to-
das sus partes vienen con esa desgracia como una dificultad de fabricación,
por supuesto, no por fallas del ingeniero (Dios), sino por el reactor corrom-
pido (mamá y papá).
170 El Carácter de un Ministro
El carácter de un incrédulo es el fruto de la carne (Gálatas 5:16-21), y
llegó como un defecto de fabricación, una vez más, no por el ingeniero y
diseñador, sino por el reactor, con sus líneas de producción y ensamblaje
(la humanidad caída).
No hay ninguna virtud espiritual que pueda ser producida por nosotros, los
seres humanos. Nada de lo espiritual o de lo bueno viene de nosotros (1
Corintios 4:7). Así que, analógicamente y teológicamente, todas las virtu-
des espirituales que puede tener son un don de Dios, incluso la fe (Efesios
2:8-10). La obra de la gracia, la regeneración, el nuevo nacimiento, son
totalmente espirituales (Juan 1:12-13; 3:1-18, etc.). El llamado y todos los
dones cristianos vienen de Dios (Efesios 4:8-12; 1 Timoteo 4:12-16). La
santidad y la piedad son el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-24).
Todas las características integradas en el carácter de un cristiano son a
causa de la obra de la gracia dispensada por la divinidad a los creyentes (y
así a los ministros). Los ministros tienen un paquete especial de dones espi-
rituales (Efesios 4:7-16, 1 Timoteo 4:11ss). En 1 Corintios 12 Pablo habla
de un grupo de habilidades (dones, ministerios) que son dados por Dios a
los santos. Gálatas 5:22-23 habla sobre el carácter, las virtudes del Espíritu
Santo que vienen en el paquete de la salvación, potenciales en cada uno de
los cristianos verdaderos. Y Efesios 4, así como 1 Timoteo 4:11ss nos traen
un grupo de dones muy especiales que Cristo dio a algunos cristianos en
particular, entre los cuales están los pastores-maestros (ministros del Evan-
gelio).
Todo lo que tenemos viene de Dios, así el anhelo de trabajar en la obra
y de cualquier cosa espiritual (el querer como el hacer), es fruto de su bue-
na voluntad.
nos en la salvación con temor y temblor (v. 12), sabiendo que cualquier
cosa que pensamos o llevamos a cabo es un don de Dios. Y debido a ese
conocimiento, tenemos que hacer todo sin discutir o cuestionar, de modo
que, finalmente, “seáis [seamos] irreprensibles y sencillos, hijos de Dios
sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en la cual
resplandecéis como luces en el mundo, manteniendo firmemente la palabra
de vida…” (vv.15-16a)
Repito: “¿qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué
te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7b).
¿Crees que el carácter, y sus virtudes (madurez), es un asunto de hom-
bres? Si fuera una cuestión de nosotros, Dios no habría depositado su con-
fianza en nosotros para ser sus embajadores y ministros en la tierra (véase
2 Tesalonicenses 2).
El carácter santo viene de Dios, las Escrituras no nos arrojan ninguna
duda acerca de esto. Así es como Derek Debe rescribió sobre este asunto:
Capítulo Trece
CULTIVANDO EL CARÁCTER
1 TIMOTEO 4:11-16
CUIDANDO EL CARÁCTER
Creo que no habrá oposición entre los estudiosos al concebir que el carác-
ter es un regalo de Dios. Cuando nacemos venimos con nuestro carácter
particular. Se trata de la creación. Viene de fabricación, es un regalo del
creador.
Pero cuando nos convertimos en cristianos, nuestro carácter se trans-
forma por medio del Espíritu Santo que comienza a habitar en nosotros
(Efesios 1:13-14). La conversión nos lleva a una nueva vida, una de carác-
ter espiritual. Nosotros fuimos resucitados de entre los muertos espirituales
(Efesios 2:1) por el poder de Dios que actúa en nosotros (Efesios 1:19-20).
En el bautismo simplemente modelamos la operación de Dios de la resu-
rrección en nuestro favor, de acuerdo a Romanos 6:3-4. Cuando vivíamos
en la carne (pensando en este mundo) estábamos muertos, y nosotros llevá-
bamos frutos muertos (Efesios 2:1-4; Gálatas 5:19-21). Pero una vez que
somos salvos, transformados por el poder de Dios, entonces servimos al
Espíritu, no a la ley de la muerte. (Romanos 7:5-6). Como creyentes vivi-
mos en los deseos de la carne, incluso algunos de nosotros nos complacía-
mos en el pecado sexual, o adorábamos ídolos, o cometimos adulterio, o
éramos prostitutos o practicábamos la homosexualidad, o éramos ladrones
o gente codiciosa, o éramos borrachos, o éramos abusivos o engañábamos
a la gente, etc., (1 Corintios 6:9-10a). La mayoría de nosotros éramos así.
Estábamos corriendo al infierno. Pero ahora, después de la conversión, ya
no somos así, somos nuevas criaturas que viven para Dios. Fuimos hechos
justos delante de Dios por la invocación del nombre del Señor Jesucristo y
por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:11). Después de la conver-
sión llegamos a ser nuevas criaturas, y estamos obligados de parte de Dios
a vivir en buenas obras (Efesios 2:10). Esto quiere decir que nuestro carác-
ter se transforma por la gracia de Dios. El nuevo nacimiento trae un carác-
ter regenerado. Así que esa nueva criatura tiene que CRECER y MADU-
RAR. Pablo llamó a este proceso “la formación de Cristo en el creyente
nuevo”.
Sin embargo, el nuevo carácter (el carácter cristiano) es un fruto nuevo que
no viene en un estado maduro. Llega a nosotros como cuando una naranja
sale de la flor, muy pequeña e inmadura, no lista para comer. Cuando mi
pequeño Christopher, mi hijo mayor, nació yo lo estaba contemplando lite-
Cultivando el carácter 177
ralmente durante horas. Miré en todas sus partes. Él era exactamente como
yo, pero era pequeño y tierno. Él tenía un cuerpo perfecto, pero muy pe-
queño, de unos 40 centímetros de largo. Sólo pesaba alrededor de siete li-
bras. Revisé sus dedos, su nariz, sus ojos, su boca, todo. Él era perfecto,
pero muy pequeño, muy pequeño. Por supuesto, no tenía dientes a esa
edad. Es la forma en que los dones del Espíritu, por lo general, viene a los
hombres. Juan el Bautista fue una excepción a la regla. Adán fue una ex-
cepción a la regla relativa a cómo un hombre llega a la vida. Incluso la fe
viene por medio de la conversión de forma básica. Es por eso que podemos
ser verdaderos cristianos, pero inmaduros y enfrentando los rudimentos de
la fe (Hebreos 5:11; 6:8).
El fruto del Espíritu, como Pablo explica en Gálatas 5:22-23, no viene
a nosotros en la etapa de madurez. Nosotros lo tenemos, pero recibimos
una capacidad del Espíritu para crecer. Analizando la Escritura como un
gran cuadro, he visto que Dios utiliza cinco formas principales para ayudar
a crecer su fruto en nosotros:
3. Tiempo y espera
“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado me-
diante profecía con la imposición de las manos del presbi-
terio.”
(1 Timoteo 4:14)
Timoteo recibió un don que fue confirmado por el presbiterio. De seguro se
sintió llamado al ministerio. El llamado necesitaba ser confirmado por un
presbiterio. Por alguna razón la salvación debe ser confirmada por otros, el
bautismo es la manera que Dios preparó para ello. Cuando se salvan los
hermanos en Cristo, el rebaño, la iglesia de Dios lo confirma al bautizar a
182 El Carácter de un Ministro
Por lo tanto, la simple respuesta del pastor José Mallén, llena de poder, y
también el énfasis del pastor Otto Sánchez, y la afirmación del pastor Po-
wers, así como muchas otras buenas respuestas que usted tiene en el capí-
Cultivando el carácter 183
tulo 3 de esta obra, todas nos muestran una cosa, el fruto del Espíritu, y las
características mostradas por el apóstol Pablo a Timoteo y Tito, así como
escribió Pedro en 1 Pedro 5, y el carácter de Cristo presentado en los
Evangelios, así como la imagen de Pablo y su equipo modelado para noso-
tros en 2 Tesalonicenses 2, son una regla general para todos los pastores
de la historia, son la manifestación del Espíritu Santo que habita en noso-
tros como ministros de Dios.
Por supuesto, tenemos que cultivar los medios de la gracia para estar
completos, santos, y ser hombres de carácter, hombres de Dios. Pero no
veo que se trata de una cuestión de que seamos santos, enteros y hombres
de carácter, sino que es una cuestión de Dios. Creo que esto está incluido
en el versículo bien conocido de la Biblia que dice:
líder veraz debido a muchos aspectos de su vida, a pesar de que fue cla-
ramente un siervo del Señor, no era veraz porque nació en un pesebre, y
también procedía de un muy insignificante pueblo, de Belén. Venía de
una familia muy pobre que era sospechosa de haber cometido adulterio,
se crio en un pueblo de personas no acreditadas y de mala fama religio-
sa (Galilea). ¿Cómo podía ser veraz para una sociedad orgullosa de ra-
binos, fariseos y saduceos que eran amigos de los reyes y frecuentaban
el palacio? Ministros del Señor, ¡tenemos que evitar esa actitud!
187
CONCLUSIONES
Pero, ¿es esa expresión correcta? ¿Acaso el carácter del Cristiano viene de
algo que descansa sobre los hombres del ministro o el creyente en general?
¿O en promedio estamos equivocados sobre este asunto? ¿Cuál es la res-
ponsabilidad de Dios en lo referente a forjar el carácter de sus ministros?
Mi entender es que debido a la misma definición del carácter, su etimo-
logía, “imagen grabada o esculpida” nosotros deberíamos enfocarnos en el
patrón como el modelo del carácter Cristiano, incluyendo cuando se trate
de la evaluación de candidatos al santo ministerio. De igual modo, en nues-
tra hoja de cotejos debemos marcar las características siendo Jesús el están-
dar comparativo, inclusive si se trata de un novicio. Esta consideración
tiende a mostrarnos que el carácter es un asunto que tiene que ver con
Dios, que viene de Dios; quiero decir, que se trata de un trabajo del Espíri-
tu en un hombre a quien Dios ha escogido y llamado al santo ministerio.
La imagen de Cristo es grabada en un hombre escogido y llamado por
Dios al ministerio. La Biblia nos muestra que no se trata de un asunto de la
subjetividad en el llamamiento, sino que se trata del propósito de Dios or-
questando todas las circunstancias que provocarán o producirán el resulta-
do que Él quiere o se propuso en sus ministros. El ejemplo de Moisés no
puede ser más perfecto. Ochenta años de preparación orquestando un grupo
de circunstancias bien conocidas por el lector, al menos eso espero, y la
final tenemos a Moisés siendo el hombre más manso y humilde del mundo
al momento en que inició su ministerio. La Escritura lo registra así:
Integridad y Santidad
Y Él dijo:
Estoy intentando decir que Dios es todo en nosotros. Y con esta declara-
ción no implico que tú y yo hemos de ser pasivos en todo cuanto el Señor
está haciendo. No, en su plan de gracia y amor, Él nos permite estar activos
participando con Él en su perfecto plan. No fuimos llamados a espectar
sentados y ya, fuimos llamados a anunciar las glorias y virtudes, los atribu-
tos de quien nos llamó con llamamiento santo (1 Pedro 2:9). Fuimos llama-
dos a predicar el glorioso evangelio de la Cruz. Fuimos llamados a interce-
der por los perdidos (1 Timoteo 2:1-7). ¿Por qué? Porque la oración es la fe
en acción, sus ministros participando activamente en el gran plan de Dios.
Fuimos llamados a diligentemente trazar (dividir, desmenuzar) bien la
palabra de Verdad (2 Timoteo 2:15). Fuimos llamados a tener cuidado de
“no descuidar el don que nos fue dado, el cual nos fue dado [a nosotros]
mediante profecía cuando el presbiterio impuso sus manos sobre noso-
192 El Carácter de un Ministro
Integridad (sin tener nada que ser reprochado) es la clave, la suma de todo
requerimiento. Cuando Pablo le escribió a Timoteo sobre los requerimien-
tos del carácter de un pastor, creo que el resumió todo en el término
“irreprensible”. Este es el estándar que Dios requiere respecto al carácter
de sus ministros.
A través de este libro hemos ido de arriba hacia abajo en la Biblia, he-
mos consultado escritores de reputación, sermones, conferencias, hemos
hecho entrevistas directas a pastores, todo esto en oración procurando traer
el corazón de la Biblia sobre nuestro tema “el carácter de un ministro cris-
tiano”.
Y creo que la respuesta a mi entrevista del pastor luterano Wayne
Riddering va a la médula de este tópico:
¿Notas el poder en esta respuesta? Una respuesta simple, pero no podía ser
mejor. Creo que una respuesta como esta (que va de la mano con la mayo-
ría de las respuestas en la entrevista, realizada al azar, tienden a este con-
cepto, si bien de formas distintas y algunas más largas como las de Miguel
Núnez, Otto Sánchez, Alexander Strauch, etc. Creo que esta conclusión
avivará la concepción de aquellos que se acerquen a este libro con una acti-
tud de aprendizaje, en vez de solo crítica. Hemos presentado paradigmas
un tanto innovadores que provocan a una re-evaluación de los cánones mi-
nisteriales establecidos, incluso al confrontarlos con lo mejor de lo mejor,
como habrás podido notar en los últimos tres capítulos especialmente.
Introducción
1. MacArthur, John y la facultad de The Master’s College: “El Redescu-
brimiento del Ministerio Pastoral”, pág. 175.
2. Mayhue, R. L.: en su intervención “El Redescubrimiento del Ministe-
rio Pastoral”, cap. 1.
3. MacArthur, John y la Facultad de The Master’s College: “El Redescu-
brimiento del Ministerio Pastoral”, page 27.
4. Ibidem, pág. 27.
5. Ibidem, pág. 28.
6. Ibidem, pág. 34.
Capítulo Uno
1. Heródoto: “Historicus”, S. v A.C., Ed. C. Hude, Oxford (OCT). Ps.-
Hdt. Vit. Hom. = Vita Homeri, Ed. T. W. Allen, Homeri Overa V,
Oxford (OCT), p. 192.
2. Tragicus S. v. A.C.
3. Liddell, H.G.: A Lexicon: “Abridged from Liddell and Scott’s Greek-
English Lexicon (Un Léxico: Cotejadodel Léxico Griego de Liddell y
Scott)”. Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1996, S.
882.
4. Swanson, James: “Dictionary of Biblical Languages With Semantic
Domains: Greek (New Testament)”. Electronic ed. Oak Harbor: Log-
os Research Systems, Inc., 1997, S. DBLG 5917.
5. Versión en Inglés de “Los Libros Canónicos” y Every Occurrence of
Each Word in Regular Order (Cada Ocurrencia de Cada Palabra en el
Orden Regular). Ed. Electrónica Ontario: Woodside Bible Fellowship,
1996, S. G5481.
6. Trágico: “Tragoediae”, S. v A.C., Ed. A.C. Pearson, Oxford (OCT).
7. Liddell, H.G.: “A Lexicon: Abridged from Liddell and Scott’s Greek-
English Lexicon”. Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc.,
1996, S. 881.
8. Strong, James: “The Exhaustive Concordance of the Bible: Showing
Every Word of the Text of the Common English Version of the Canon-
200 El Carácter de un Ministro
Capítulo Dos
1. TheWord (software bíblico en línea).
2. MacArthur, John: “Biblia Comentada” al margen de 2 Timoteo 3:16-
17. Ed. Porta Voz.
2. Esta es la tesis que John MacArthur puso en perspectiva en su libro:
“Esclavos”.
Capítulo Tres
1. Calvino, Juan: “Institución de la Religión Cristiana”. Cap. X, No. 4.
2. Bunyan, John: “A Holy Life, the Beauty of Christianity (Una Vida
Santa, la Belleza del Cristianismo)”, págs. 42-43. (Versión electróni-
ca y descargable en: http://www.chapellibrary.org/johnbunyan/text/
bun-holylife.pdf).
3. Daniel Wilson, obispo de Calcutta, nació en Spitalfields, Londres, el
2 julio de 1778, murió en Calcutta, India, el 2 enero de1858.
4. D. Wilson, en su introducción (en inglés) al libro de Richard Baxter:
“El Pastor Reformado” (en la serie No. 42 de ‘Autores Cristianos Se-
lectos’ con ensayos introductorios, 4ta edición, pág. x). Revisado y
reducido, por el Rev. William Brown. Ensayo introductorio por el Dr.
Daniel Wilson).
5. Ibidem, pág. v.
6. Ibidem, pág. vi.
7. Ibidem, págs. xxxvi-xxxviii.
8. DeLancy, William H. (8 de occtubre 1797—5 de abril, 1865). Fue
obispo de la iglesia episcopal de los Estados Unidos de Amrérica, y el
sexto rector de la universidad de Pensilvania. Fue conocido como un
hombre de Dios que sirvió como obispo en la diócesis Episcopal del
Oeste de Nueva York.
9. Arthur Walkington Pink (1 de abril de 1886 – 15 de julio de 1952)
fue un cristiano de Inglaterra, evangelista y erudito bíblico conocido
por su calvinismo radical y el puritanismo de sus enseñanzas. El bió-
Notas y referencias citadas 201
grafo Iain Murray observe sobre Pink: “la amplia circulación y distri-
bución de sus escritos luego de su muerte lo convierten en uno de los
autores evangélicos más influyentes en la segunda mitad del siglo 20”.
Sus escritos provocaron un avivamiento en la predicación expositiva y
enfocaron a sus lectores a vivir la vida Cristiana.
10. Pink, Arthur W.: “Exposition on the Sermon on the Mount (exposición
del Sermón del Monte)”. Disponible On-Line en: http://
www.pbministries.org/books/pink/Sermon/sermon_10.htm
11. Ibidem.
12. Dr. David Martyn Lloid-Jones fue un ministro protestante, predicador
y doctor en medicina de tremenda influencia en el ala reformada en
Inglaterra. Por casi 30 años fue el ministro de la Capilla Westminster
en Londres. Lloid-Jones se opuso acérrimamente contra el liberalismo
cristiano, tildándolo de aberración. Alentó a un abandono del concep-
to de iglesia amplia (especialmente entre los Anglicanos), y alentó
inclusive la separación, atendiendo a que la comunión debía ser solo
entre gente de convicciones comunes en al fe.
13. Dr. Lloyd-Jones, Martyn D.: “La Vida en el Espíritu”, pág. 11.
14. Ibidem, pág. 11.
15. Ibidem, pág. 26.
16. Tomando en consideración que para Lloyd-Jones las características
que Pablo presenta en Efesios 5:18-6:9 representan el carácter prácti-
co o natural de la vida cristiana. El las divide y las explica en
“características”.
17. Dr. Lloyd-Jones, D. M.: “La Vida en el Espíritu”, pág. 84.
18. Hay distinción de oficios apóstoles, profetas, maestros, pastores,
evangelistas, y así en más. (Dr. Lloyd-Jones, M.D.: “Studies in The
Sermon on the Mount (Estudios en el Sermón del Monte)”, pág. 33).
19. Lloyd-Jones, M. D.: “Studies in The Sermon on the Mount (Estudios
en el Sermón del Monte)”, pág. 33.
20. Ibidem, pág. 36.
21. Ibidem, pág. 35.
22. John R.W. Stott nació un 27 de abril en Londres (Inglaterra), hijo de
un médico agnóstico y una madre luterana, de origen alemán, que le
enseñó la fe cristiana.
Se convirtió en su adolescencia por medio del ministro evangélico
Eric Nash, del Inter-Collegiate Christian Union (ICCU), de quien
aprendió el amor por la Biblia, leyéndola desde entonces una vez al
año, lo que ha hecho de él uno de los mejores predicadores expositi-
vos del siglo XX, así como un defensor convencido de la predicación
bíblica expositiva como el centro y la esencia del culto cristiano. “Una
adoración correcta es imposible sin predicación.”
202 El Carácter de un Ministro
Capítulo Cinco
1. Stott, John: “El Cuadro Bíblico del Predicador”, pág. 12.
2. Ibidem, pág. 12.
3. Ibidem, pág. 16.
4. El Dr. Robert H. Mounce, presidente emérito del Whitworth Co-
llege, es el autor de un número de comentarios bíblicos bien conoci-
dos, incluyendo el volumen del Apocalipsis en el NICNT. El Dr. Da-
vid Hubbard, antiguo presidente del Fuller Theological Seminary, se
refiere a él como “uno de los expositores más capaces de nuestra ge-
neración”. Él estuvo involucrado en la traducción de las versiones de
la Biblia NIV, NLT, NIrV, y en especial de la ESV. Información to-
mada de http://www.harpercollins.com/authors/90001659/
Robert_H_Mounce/index.aspx.
5. Stott, John: “El Cuadro Bíblico del Predicador”, pág. 39.
6. Ibidem, pág. 41.
7. Ibidem.
8. Ibidem, pág. 41-42.
9. Ibidem, págs. 68-69.
10. Ibidem, pág. 81.
11. Ibidem, págs. 83-84.
12. Ibidem, pág. 85.
13. Ibidem, pág. 87-89.
14. Ibidem, págs. 91-95.
15. Ibidem, pág. 98.
16. Ibidem.
17. Ibidem, pág. 100.
18. Ibidem, pág. 101.
19. Ibidem.
20. Ibidem, págs. 111-112.
21. Ibidem.
22. Ibidem, pág. 28.
23. Ibidem, págs. 24-25.
24. Adams, Jay D.: “Shepherding God’s Flock”, pág. 5.
25. Ibidem, pág. 5.
26. Ibidem.
27. Purswell, Jeff: En su conferencia para pastores: The Summons: Explo-
ringthe Callto Ministry (La Citación: Explorando el Llamado al Mi-
nisterio).
28. Ibidem.
29. Ibidem.
30. Ibidem.
Notas y referencias citadas 205
Capítulo Seis
1. Información que puedes consultar en la Wikipedia en el link: http://
en.wikipedia.org/wiki/Zeus.
2. Jesús dejó muchísimo más que eso en la gloria (poder, Gloria, fama,
reputación, y todo lo que pertenece a El en los cielos).
Capítulo Siete
1. Strauch, Alexander: “Biblical Eldership (El Ancianato Biblico)”, ver-
sión digital.
2. Pastor Cortés en su sermón: “En Busca de Hombres de Dios”. Ma-
cArthur presenta la en su artículo referente al CARACTER DEL PAS-
TOR, en su libro: Redescubriendo el Ministerio Pastoral.
3. Strauch, Alexander: Biblical Eldership (la version digital).
4. Dr. Lloyd-Jones, Martyn D.: “Studies in the Sermon on the Mount
(Estudios en el Sermón del Monte)”. Vol, 2, págs. 21-22.
5. Una palabra aramea usada para referirse al dinero y las riquezas mate-
riales.
Capítulo Ocho
1. Stott, John: “The Message of the Sermon on the Mount”, páginas 20-
21.
2. Ibidem, páginas 23-24.
Capítulo Nueve
1. Una referencia al Capítulo Cuatro: “Lo que los pastores hoy en día
piensan acerca del carácter de un ministro cristiano”.
2. Yo creo que esto está conectado a Proverbios 20:6, que dice: “Muchos
hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de ver-
dad, ¿quién lo hallará?”.
206 El Carácter de un Ministro
Capítulo Doce
1. Walvoord, John F. ;Zuck, Roy B. ; Dallas Theological Seminary: “The
Bible Knowledge Commentary : An Exposition of the Scriptures”, S.
2:478.
2. Piper, John: “A God Entranced Vision of All Things”, páginas 142-
143.
Capítulo Trece
1. Walvoord, John F.; Zuck, Roy B.; Dallas Theological Seminary: “The
Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures”. S.
2:750.
2. Piper, John: “A God Entranced Vision of All Things”, página 90.
3. Swindoll, Charles: “Pablo, Un Hombre de Gracia y Convicción”,
página 106.
4. Ibidem, página 104.
5. Ibidem, página 106.
6. Gr. δοκιμή [dokime /dok·ee·may/] n. f. Del mismo que el 1384;
TDNT 2:255; TDNTA 181; GK 1509; Siete apariciones; AV lo tradu-
ce como “prueba” cuatro veces, “experiencias” dos veces,
“experimento” vez. 1. Prueba, ensayo. 2. Aprobado, carácter probado.
3. Una prueba, un espécimen digno de probar. Según el Enhanced
Strong’s Lexicon, es sólo una percepción de la traducción de carácter,
pero no es la misma definición que se la da a la palabra carácter que
discutimos en el primer capítulo de esta tesis.
7. Piper, John: “La Supremacía de Dios en la Predicación”, páginas 107
-108.
Conclusiones
1. Stott, John: “Calling Christian Leaders (Llamando Líderes Cris-
tianos)”, pág. 93.
2. Blackaby, Henrry: “Creados para Ser Amigos de Dios”, pág. 23.
3. Purswell, Jeff: En su conferencia para pastores: “The Summons: Ex-
ploringthe Call to Ministry (La Citación: Explorando el Llamado al
Ministerio)”. © 2004 Sovereign Grace Ministries.
4. Ibidem.
5. Ibidem.
6. Ibidem.
207
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Blackaby, Henry: “Creados para Ser Amigos de Dios”, page 23. © 2000,
Ed. Betania.
Bunyan, John: “A Holy Life, the Beauty of Christianity (Una Vida Santa, la
Belleza del Cristianismo)”. Disponible On-Line en:
http://www.chapellibrary.org/johnbunyan/text/bun-holylife.pdf.
MacAthur, John and the Master’s College: “El Redescubrimiento del Mi-
nisterio Pastoral”.©W. Publishing Group, 1995. (© 2005 EDIT. CLIE,
Barcelona, Spain).
Pink, Arthur W.: “Exposition on the Sermon on the Mount (Exposición so-
bre el Sermón del Monte)”. Disponible On-Line en:
http://www.pbministries.org/books/pink/Sermon/sermon_10.htm
Piper, John: John Piper: “A God Entranced Vision of All Things The Leg-
acy of Jonathan Edwards (El Legado de Jonathan Edwards)”. © 2004 De-
siring God Foundation and Justin Taylor.
Prime, Derek: “On being a pastor, Understanding Our Calling and Work”.
© 2006 Moody Press. Google Book version.
Stott, John R. W. “La Predicación, puente entre dos mundos”. Grand Rap-
ids: Libros Desafío, 2000. (I Believe in Preaching. London: Hodder and
Stoughton).
Bibliografía 209
Stott, John: “The Message of the Sermon on the Mount (el Mensaje del
Sermón del Monte)”. © 1978 John Stott, Inter-Varsity-Press, Leicester,
England. Downers Grove, Illinois, U.S.A.
Walvoord, John F.; Zuck, Roy B.; Dallas Theological Seminary: “The Bi-
ble Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures (El Comen-
tario del Conocimiento Bíblico)”. Wheaton, IL: Victor Books, 1983-1985.
SERMONES Y CONFERENCIAS