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“EL CARÁCTER DE UN

MINISTRO”

Un análisis teológico, etimológico, histórico, y con-


temporáneo sobre “cuál debe ser el carácter de un
ministro (pastor, líder, obispo, anciano, diácono)”.

Juan C. De la Cruz Vargas


© Copyright 2012: Juan C. De la Cruz
Todos los derechos reservados para esta edición.
jcanabel@gmail.com

Edición: Juan Carlos De la Cruz

Imagen de la portada: Mauricio Brito

Revisión de Contenido: Dr. Boyce D. Whitman

Traducción del inglés al castellano:


Johan C. Guzmán Castro, Joel E. Quezada Martich

Revisión gramatical y de estilo:


Menorca Gerez y Joel D. Guzmán Castro

ISBN: 9781481878234

3ra. edición. Marzo, 2014.


Estoy muy agradecido de poder endorsar a mi amigo, autor, pastor y
líder, Juan Carlos De La Cruz, prácticamente viviendo las propuestas
espirituales de su libro sobre el Carácter del Ministro Cristiano. Él ha
compilado muchos principios claves de líderes y ministros cristianos
bien conocidos para proporcionar una referencia en un solo lugar
para aquellos que quieren aprender y enseñar en este tema crítico y
central a todo ministerio eficaz. Dios ha dado a Juan Carlos una
combinación única de corazón y manos para servir no sólo a su pro-
pia tierra de la República Dominicana, sino también más allá, en los
entornos más difíciles y desafiantes. Habiendo observado de cerca su
carácter y liderazgo en los últimos años, lo saludo como alguien que
busca poner en práctica lo que escribe en el modelaje de la semejan-
za a Cristo. Deseo copiarle como él imita a su Cristo.

Ramesh Richard (PhD, ThD)


Profesor en el Seminario Teológico de Dallas (DTS).
Presidente de RREACH [Ramesh Richard Evangelism and Church
Health].

Muchos libros han sido escritos sobre la predicación, pero muy po-
cos, en toda la historia, que traten sobre el carácter del predicador
como el Dios de la Biblia lo describe… Juan Carlos ha razonado el
verdadero significado de la palabra “carácter”, desde Génesis hasta
Apocalipsis, para darnos a conocer la palabra de Dios respecto al
carácter del predicador.

Boyce D. Whitman (ThD, PhD)


Pastor en la Iglesia Bautista Gap Hill, Carolina del Sur, EE.UU.
Director Internacional del Southern Baptist School for Biblical Stud-
ies.
Esta es una obra Cristocéntrica en todos los sentidos. Desde las defi-
niciones básicas acerca del carácter hasta los consejos que nos trae
acerca de la formación de este, nos llega con la impronta bien marca-
da y definida de quién ha sido y será el Ministro de los Ministros y
Pastor de Pastores: Jesucristo. Esto, sin dudas, realza esta obra y nos
pone en el camino correcto para nuestro entendimiento de lo que es
ser un buen ministro de Cristo.

Raymundo Estenoz Aguilera


Pastor Principal de la Iglesia Bautista de Almendares, La Habana,
Cuba.
Decano de la Cátedra de Ministerio Pastoral y Teología del Semina-
rio Bautista de la Habana, Cuba.
Rector del Instituto Teológico Evangélico de Cuba.

Juan De la Cruz presenta aquí uno de los tratados más informativo e


inspirador respecto al Carácter de un Ministro. Que a todos los que
lean este libro les sea tan motivador como he sido yo, a vivir con el
ejemplo y bajo la dirección del Gran Líder-Siervo. Que se encuentra,
como concluye De la Cruz, en el servicio a los demás y la integridad
ante Dios.
Dr. Ken J. Silva
Vicepresidente Senior de Desarrollo de Materiales,
EE International.
iii

ABREVIACIONES Y SÍMBOLOS USADOS

ABREVIACIONES

a.C.: Antes de Cristo.


Adv.: Adverbio.
ASV: Biblia: American Standard Version.
AT: Antiguo Testamento.
AV (VA): Versión Autorizada de la Biblia.
BLA: Biblia Latino Americana.
BLS: La Biblia en Lenguaje Sencillo
Cap.: Capítulo.
cf.: confirme en.
Comp.: Compare.
DHH: Versión Dios Habla Hoy (una paráfrasis de la Biblia)
d.C.: Después de Cristo.
Dr.: Doctor.
DTS: Seminario Teológico de Dallas (Dallas Theological Seminary).
Ed.: Edición o Editorial.
EE.UU.: Estados Unidos de América.
ESV: versión de la Biblia “English Standard Version”.
Etc.: et cétera.
Eur.: Europa.
Fr.: Francés (francesa).
GK: Goodrick-Kohlenberger.
Gr.: Idioma Griego.
Ibidem (Ibid).: la misma referencia anteriormente dada.
ing.: ingles (idioma inglés)
KJV: Biblia: King James Version.
L: Lengua (idioma).
LBLA: La Biblia de la Américas.
Lit.: Literalmente.
LS: Biblia en Lenguaje Sencillo.
LXX: Septuaginta (Versión Griega del Antiguo Testamento realizada en
Alejandría por judíos entre los años 250 al 150 a.C.)
m: masculino.
med.: medieval (del medio evo)
Metaf.: Metáfora o metafórico.
iv Abreviaciones y símbolos

n n: nombre o neutro.
nom: nombre.
NLT: New Living Translation (Nueva Versión Viviente).
NT: Nuevo Testamento.
NVI: Nueva Versión Internacional.
NVV: Nueva Versión Viviente.
p. e. o p. ej.: por ejemplo.
R.D.: República Dominicana.
RV: Versión Reina Valera de la Biblia.
RVA: Reina Valera Actualizada.
RVR: Reina Valera Revisada (suele aparecer con el año de revisión como
RVR60, revisión 1960, etc.)
TDNT: Diccionario Teológico del NT (Theological Dictionary of the New
Testament).
TDNTA: Diccionario Teológico del NT en un volumen (Theological Dic-
tionary of the New Testament, Abridged in One Volume).
ThD (THD): Doctor en Teología.
The Message: Una paráfrasis de la Biblia en inglés, el mensaje (a paraph-
rase of the Bible text).
TR: Textus Receptus (manuscrito del NT Griego antiguo).
Pág(s): página(s).
PhD: Doctor en Filosofía.
Sig.: Significa.
SWBTS: South Western Baptist Theological Seminary (Seminario Teoló-
gico del Suroeste de Estados Unidos, ubicado en Fort Worth, TX).
USA: Estados Unidos de América.
v.: Verso (versículo).
vv.: Versos (versículos).
Vol.: Volumen.
Vols.: Volúmenes.

SÍMBOLOS
©: Copyright: Derecho de Autor.
Abreviaciones y símbolos v

ALFABETO GRIEGO

Mayúsc. Minús- Nom- Translitera-


Sonido
(Unciales) cula bre ción
  alfa a mar
  beta b bota
  gamma g guerra
  delta d donde
  épsilon e helado
  zeta z sumbido
  eta e rey
 o theta z (thinglesa) zorra
  iota i química
  kappa k káterin
  lambda l lámina
  mu m mano
  nu n no
  xi x axioma
  omicron o foro
  pi p pie
  rho r rana
 () sigma s sanar
  tau t tapa
  upsilon u rudo
  phi f fila
  chi c elkhorn
  psi ps psicólogo
  omega o hoyo
vii

TABLA DE CONTENIDO
TÓPICO Pág.

ABREVIACIONES Y SÍMBOLOS USADOS iii


CONTENIDO vii
AGRADECIMIENTOS xiii
PRÓLOGO
(Dr. Boyce David Whitman) xiv
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
(Raymundo Estenoz) xv
INTRODUCCIÓN xvii
Capítulo Uno
SOBRE EL CARÁCTER 1
HEBREOS 1:3 3
OBSERVACIONES 6
Capítulo Dos
UN ANÁLISIS DEL MINISTERIO EN LA BIBLIA 7
EL MINISTERIO 7
UNA DESCRIPCIÓN BÍBLICA DE LA PALABRA “MINISTERIO” 11
EL TRABAJO QUE HACEMOS COMO MINISTROS DEBE SER EN LAS
FUERZAS DEL SEÑOR 13
Capítulo Tres
UN REGISTRO HISTÓRICO DE LO QUE HAN
DICHO LOS MINISTROS CRISTIANOS SOBRE EL
CARÁCTER 17
Policarpo (69  115) 18
Juan Calvino (1509  1564) 18
John Bunyan (1628-1688) 19
viii El Carácter de un Ministro
Richard Baxter (1615-1691 ) 21
Dr. Daniel Wilson (1778 –1858) 21
Dr. Willian H. DeLancey (1797-1865) 24
Arthur W. Pink (1882 – 1952) 28
Dr. Martyn D. Lloyd-Jones (1899 – 1981) 28
Dr. John R. W. Stott (1921 – 2011) 30
Dr. John Richard 31
Dr. John MacArthur Jr. 32
Dr. Erwin Lutzer 32
Derek Prime 33
Dr. Brian Chapell 34
Jerry Bridges 35
Dr. Charles R. Swindoll 36
ALGUNAS OBSERVACIONES 37
Capítulo Cuatro
LO QUE PIENSAN LOS PASTORES DE HOY RESPECTO
DEL CARÁCTER DE UN MINISTRO 39
Alexander Strauch 40
Dr. Miguel Núñez 40
Dr. William Brown 42
R. Otoniel (Otto) Sánchez 43
Dr. George W. Murray 44
Wayne Riddering 44
Dr. Ron Blue 45
José Mallén Malla 45
Peter Percy 45
Héctor Salcedo 46
Dr. Bezalem Fisseha 47
Dr. Jerry Stanley Key 47
Contenido ix

Ndayegamiye Manasse 47
Mateusz Wichary 49
Dardo Leandi 49
Jack 49
ALGUNAS OBSERVACIONES 50

Capítulo Cinco
EL MINISTERIO PASTORAL COMO UN TIPO ESPECIAL
DE SERVICIO 53
TEOLOGÍA DEL MINISTERIO PASTORAL 53
ANÁLISIS DE LAS CONSIDERACIONES DE ALEXANDER STRAUCH
SOBRE EL MINISTERIO PASTORAL 54
CONSIDERACIONES DEL DR. JOHN R. W. STOTT SOBRE EL
MINISTERIO PASTORAL 59
ALGUNAS CONSIDERACIONES DEL DR. JAY E. ADAMS SOBRE
EL PASTOREO 71
OTRAS PERSPECTIVAS ORTODOXAS 74
Capítulo Seis
EL CARÁCTER DE JESÚS COMO EL GRAN EJEMPLO 83
HEBREOS 1:3 83
FILIPENSES 2 85
MATEO 4:1-11 88
Capítulo Siete
LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS SOBRE EL CARÁCTER
QUE DIOS DEMANDA DE SUS MINISTROS 95
MATEO 20:20-21, 25-27 96
MATEO 23:2, 5-12 97
EL CÓDIGO ÉTICO DE JESÚS PARA SUS MINISTROS (MAT. 5-7) 102
x El Carácter de un Ministro

Capítulo Ocho
SOBRE LAS BIENAVENTURANZAS, LA ENSEÑANZA
DE JESÚS MÁS ESPECÍFICA SOBRE EL CARÁCTER 117
UNA PANORÁMICA GENERAL 118
UN MENSAJE DE BENDICIÓN 119
EL CARÁCTER QUE DIOS QUIERE EN SUS SIERVOS 121
ALGUNAS CONCLUSIONES 129

Capítulo Nueve
ALGUNAS REFERENCIAS ANTIGUOTESTAMENTARIAS
SOBRE EL CARÁCTER 131
LA VIDA DE MOISÉS Y EL CARÁCTER QUE EL DEBÍA BUSCAR EN
LOS MINISTROS 131
EL ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL DEL SALMISTA ACERCA DEL
CARÁCTER QUE DEBE DISTINGUIR A UN HOMBRE DE DIOS 134
Capítulo Diez
ALGUNAS REFERENCIAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SOBRE EL CARÁCTER 139
UN LISTADO DE LAS CARACTERÍSTICAS 139
II TIMOTEO REFLEJA LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL APÓSTOL
PABLO A SU HIJO Y PUPILO TIMOTEO 142
EL OFICIO DE UN MINISTRO CRISTIANO ES UN REFLEJO DE SU
CARÁCTER (I TIMOTEO 6:6-16) 144
COMO HA DE TERMINAR LA VIDA DE UN HOMBRE DE
CARÁCTER (2 TIM 4:9-22) 147
Capítulo Once
EL EJEMPLO MINISTERIAL DE PABLO Y SU EQUIPO 149
EL PREDICADOR Y LA PREDICACIÓN QUE DIOS APRUEBA
(1 TESALONICENSES 2:3-4). 150
ENTENDIENDO EL TRASFONDO HISTÓRICO DE
1 TESALONICENSES 2:3-4 152
PUREZA EN LA PREDICACIÓN (V.3) 155
UN PREDICADOR APROBADO (V.4) 158
A MODO DE CONCLUSIÓN: LA MANERA CORRECTA DE
PREDICAR EL EVANGELIO (1 TES 2:5-8) 163
Contenido xi

Capítulo Doce
LA NATURALEZA DEL CARÁCTER CRISTIANO 165
EL ORIGEN DEL CARÁCTER NATURAL 169
EL ORIGEN DEL CARÁCTER SANTO 170

Capítulo Trece
CULTIVANDO EL CARÁCTER 173
LA TRANSFORMACIÓN DEL CARÁCTER DEL MINISTRO
CONFORME AL DE JESÚS
175
CUIDANDO EL CARÁCTER 176
TU RESPONSABILIDAD EN EL CUIDADO DEL CARÁCTER 181
CONCLUSIONES GENERALES 187
TODO SOBRE EL CARÁCTER DE UN MINISTRO CRISTIANO 188
LA ÚNICA Y CORRECTA MOTIVACIÓN AL EJERCICIO MINISTERIAL 192
EL ESTÁNDAR QUE DIOS REQUIERE EN EL CARÁCTER 193
LA MANERA BÍBLICA DE EVALUAR A LOS MINISTROS DEL
EVANGELIO 194
EL CONOCIMIENTO BÁSICO QUE DEBEMOS BUSCAR EN UN
MINISTRO DEL EVANGELIO 197
NOTAS Y REFERENCIAS CITADAS 199
BIBLIOGRAFÍA 207
BIBLIOGRAFÍA CITADA 207
SERMONES Y CONFERENCIAS CONSULTADAS 209
DICCIONARIOS, LÉXICOS, Y CONCORDANCIAS USADAS 210
xiii

AGRADECIMIENTOS

Quiero especialmente agradecer:

1. A Dios, sobre todo, por permitirme conocerle verdaderamente


2. A mi esposa Anabel y a mis dos hijos Christopher y Carlos, por haber
sido tan pacientes cada vez que les robé de su tiempo conmigo debido
a esta investigación.
3. A mi amada y paciente Iglesia Bautista Nueva Jerusalén de Bonao.
4. A los doctores Boyce y Doris Whitman por su gran motivación a mi
persona, mi familia y ministerio. Ustedes son una pieza especial en mi
familia.
5. A RREACH (Ramesh Ricard Evangelism and Church Health) y al Dr.
Ramesh Richard por su apoyo proveyendo una gran plataforma en el
GPA (Global Proclamation Accademy) y su red de pastores que tre-
mendamente colaboraron con este trabajo. Y también por la gran
oportunidad que me concedieron de poder estar en el GPA/DTS 2012,
donde recibí un entrenamiento inolvidable, a la vez que conexiones de
oro para mi ministerio en general.
6. Gracias a la bibliotecaria (y demás autoridades) del Seminario Teoló-
gico de Dallas que sin ser yo estudiante formal me permitieron con-
sultar sus recursos en la biblioteca in situ.
7. A pastores como Miguel Núñez, Otto Sánchez, Wayne Riddering y al
resto de los pastores, y también a los doctores en teología y escritores
prolíferos, quienes a pesar de sus demasiadas ocupaciones respondie-
ron mis preguntas que han sido de suma ayuda en esta obra
8. A todos los que de una u otra manera colaboraron en este proyecto
cuyos nombres aparecen en algún lugar del libro. Quiero mencionar
en este renglón muy especialmente a Boyce Whitman, Janes Purtle,
Joel Quezada, Johan Guzmán y a Menorca Gerez, quienes se concen-
traron en el texto para que adquiriera el grado de significado y elegan-
cia que porta.

Estoy profundamente agradecido a todos ustedes. Que el Señor sea quien os


recompense conforme a sus riquezas en gloria por haberme ayudado en este
proyecto.
A Dios sea la Gloria por todo lo que ha hecho… por siempre y siempre.
¡Amén!
xiv

PRÓLOGO

Muchos libros han sido escritos sobre la predicación, pero muy pocos han
sido escritos, en toda la historia, que traten sobre el carácter del predicador
como el Dios de la Biblia lo describe. Alguien dijo: “tu carácter es quien
tú eres cuando nadie más está cerca de ti que pueda conocerte o reportar
tus actitudes o acciones”.
Conociendo la verdad y poseyendo un entendimiento correcto de las
demandas de la verdad fundamentada en la fe Cristiana. Podemos proyec-
tar que ese conocimiento y fundamento será siempre atacado mientras per-
dure a lo menos una voz que cuestione la Palabra de Dios.
Juan Carlos ha razonado el verdadero significado de la palabra
“carácter”, desde Génesis hasta Apocalipsis, para darnos a conocer la pala-
bra de Dios respecto al carácter del predicador. Mucho más habiendo estu-
diado el carácter del gran Predicador-Maestro, nuestro Señor Jesucristo,
como se encuentra en la palabra de Dios revelada a través de su propio
Hijo.
El carácter, acorde a como nos lo presenta la Biblia conforme a este
libro de Juan Carlos no está definido ni por el dinero, ni por la fama, ni por
la educación, ni por el estatus, etc., sino que el carácter ha de ser el de ser-
vicio, como nos modeló nuestro Señor Jesucristo.
Es aquí donde las iglesias deberían observar los requisitos para el
pastor-predicador-siervo que dirigirá el rebaño de Cristo. De hecho, son
una predicación y un discipulado débiles que nos han guiado a formular un
currículo incorrecto con miras a seleccionar nuestros líderes cristianos,
batanándonos en su escolaridad académica, sus títulos obtenidos, sus habi-
lidades administrativas, los salarios requeridos, etc.
Esta investigación estuvo verdaderamente arraigada en la recta convic-
ción mental del pastor Juan Carlos que lo llevó a ver qué dice la Biblia
sobre el tema. Aplaudo este esfuerzo en procura de mantener la verdad de
Dios siempre en frente nuestro, denunciando a la vez la distorsión de aque-
llos que están dispuestos a negociar la verdad de Dios mientras procuran
ponerse ellos como autoridades superiores, incluso sobre la palabra de
Dios y el regalo de salvación a través de su Hijo Jesucristo.

Boyce David Whitman, ThD, PhD.


Pastor de la Iglesia Bautista de Gap Hill, Carolina del
Sur (por más de 50 años).
Septiembre, 2012. Six Mile, Carolina del Sur, EE.UU.
xv

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA


UN TRABAJO IMPRESCINDIBLE PARA ESTOS TIEMPOS

Juan Carlos de la Cruz pertenece a una generación de hombres de Dios


que se ha levantado en el Caribe hispano parlante con un compromiso se-
rio con el Señor y con la enseñanza de todo el consejo divino. Este hombre
de Dios, apasionado por el llamado recibido, ha vuelto a las raíces de la fe
cristiana para redefinir en el contexto histórico que nos ha tocado vivir los
aspectos siempre necesarios acerca de los que es ser un ministro de Cristo.
Partiendo de su propia vivencia, que es el principal argumento del
cristiano, nos trae a reflexionar sobre el tema del Carácter del Ministro
Cristiano. Su investigación transita los senderos de la inducción y la de-
ducción de una manera sencilla y acertada. Lejos de perderse en procedi-
mientos innecesarios nos deja ver con claridad lo imprescindible que resul-
ta el carácter de un ministro cristiano para todos los tiempos.
Su enfoque es universal porque es bíblico. Su análisis serio de las Es-
crituras con argumentos bien sólidos y su tesis bien lograda dejan a las
futuras generaciones el fruto de una buena investigación. Su compromiso
con el legado histórico del cristianismo lo hacen moverse por el tiempo en
busca de referentes sobre el tema, reconociendo con humildad lo que ellos
dejaron testimoniado. Su percepción de la actualidad no se queda detrás.
A través de entrevistas y declaraciones que pudo lograr con hombres de
Dios que han dejado su impronta en estos tiempos, y del análisis que hace
de su propio contexto nos deja el puente trazado para conectar la Palabra
de Dios con nuestra realidad. Sin dudas y sin ser su enfoque principal hace
un ejercicio hermenéutico de referencia para aquellos que tratan de encon-
trar la tan necesaria verdad sobre el carácter de un hombre de Dios.
Esta es una obra Cristocéntrica en todos los sentidos. Desde las defini-
ciones básicas acerca del carácter hasta los consejos que nos trae acerca de
la formación de este, nos llega con la impronta bien marcada y definida de
quién ha sido y será el Ministro de los Ministros y Pastor de Pastores: Je-
sucristo. Esto, sin dudas, realza esta obra y nos pone en el camino correcto
para nuestro entendimiento de lo que es ser un buen ministro de Cristo.
Esta obra llega a buen tiempo para refrescar el ambiente sa-
turado del cristianismo contemporáneo y de las librerías con discur-
sos acerca del tema de liderazgo. Discursos que más bien rayan en
argumentos voluntaristas que olvidan la gracia de Dios y se enfocan
en el márquetin como colofón, deificando los números y dejando a
un lado lo más importante, la gloria de Dios.
xvi

Esta obra nos recuerda que más que los procedimientos y lo que
hacemos, es lo que somos lo que realmente nos define delante de
Dios.
El Carácter de un Ministro Cristiano viene a ser un viento fresco que
nos trae de vuelta a los argumentos bíblicos siempre necesario.
Aplaudo esta obra y la recomiendo sin reservas para todo aquel que
esté interesado es ser un mejor siervo de Jesucristo. Me uno a los que han
bebido de este material lo mejor y lo han usado para su beneficio personal
y el de otros. Animo al escritor a adjuntar un material de estudio para que
este mismo libro sea usado en las iglesias locales, en el estudio personal
de los pastores y en los seminarios que se encargan de entrenar y capacitar
a los que Dios ha llamado.

Raymundo Estenoz Aguilera


Pastor Principal de la Iglesia Bautista de Almendares, La Habana, Cuba.
Decano de la Cátedra de Ministerio Pastoral y Teología del Seminario
Bautista de la Habana.
Rector del Instituto Teológico Evangélico de Cuba.
xvii

INTRODUCCIÓN
Soy un ministro del evangelio por llamamiento. Por ello, tengo una gran
responsabilidad con mi propia alma de ser leal a mi Señor, quien me llamó,
y no solo eso, sino que me equipó con las herramientas necesarias para ser-
virle y poder proclamar su glorioso Evangelio.
En este orden, procuro serle agradable y fiel. Por lo que me intriga sa-
ber lo que debo conocer para ser ese buen siervo de Cristo que fui llamado
a ser. Me sentiría honrado si al final puedo escuchar de mi Señor las pala-
bras: “Bien buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pon-
dré; entra en el gozo de tu Señor”.
En lo que a mí respecta me he convencido de que la labor del ministro
de Cristo es ser un buen y fiel siervo de Jesucristo. Una vez leí una frase, si
mal no recuerdo, del pastor John MacArthur, que rezaba algo así: “Los se-
minarios usualmente no imparten una materia sobre el carácter del pastor,
debería incluirse una materia así en sus currículos”. En el mismo tenor la
Confesión de Fe de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo
establece como un principio no negociable lo relacionado con el carácter al
contener: “El carácter es más importante que el talento”. Siempre escucha-
ba la palabra carácter, así: “el carácter de un creyente… el carácter de un
líder… liderando con carácter, etc.”. MacArthur estaba en lo cierto sobre
ese hoyo en la enseñanza de las academias y seminarios cristianos. Mi difi-
cultad no es con los seminarios, mis interrogantes son respecto de las igle-
sias. No es una falta solo de los seminarios el ignorar el carácter como algo
que debe ser abordado y enfatizado, pero las iglesias tampoco tienen un
currículo para trabajar con el carácter de sus oficiales y miembros.
Las estadísticas (y me estoy enfocando especialmente en las presenta-
das por R. Kent Hughes en su libro: “La Disciplina de un Hombre Piado-
so”), son funestas y escalofriantes. Los estándares para seleccionar pastores
en las iglesias, en general, son muy deficientes, muy alejados del énfasis
bíblico. Difícilmente se enfoquen en el carácter. Los ministros deben con-
centrar sus esfuerzos en tres áreas: carácter (ser), pericia bíblica (saber), y
dones o habilidades (hacer). Richard L. Mayhue escribió que 1 Timoteo
3:2-3 presenta cinco escenarios principales para examinar un ministro, a
saber:

“carácter, comportamiento, capacidad, credo y compromi-


so.”1
xviii El Carácter de un Ministro

Richard L. Mayhue,2 reconoce que en todas las épocas, incluso en la era


apostólica, ha existido y existe una lucha por la identidad de la iglesia, de
igual modo que se pugna sobre el rol pastoral. Él describe esto como “una
crisis de identidad”.3 Citando a Culbertson y a Chippee, escribió:

“La teología pastoral es en general un campo bien defini-


do… el componente en el proceso de formación del carác-
ter clerical aparenta ser igualmente elusivo.”4

Mayhue cita también a Thomas Oden, quien lamenta que “el siglo 20 com-
pleto ha dado evidencias de confusión sobre el rol de la iglesia y el pas-
tor”.5 Así que esta es la historia detrás del tema que presentamos en este
libro. “¿Y qué mejor que algo más de tres años de investigación para tratar
este tema a modo de tesis doctoral?”
Debo hacer saber que mucho de lo que presento en este documento
vino a mi pensamiento estando sobre mis rodillas. Por tanto, muchos con-
ceptos fueron concebidos como sucede cuando concebimos los sermones.
Y en adición a eso, un porcentaje largo del contenido de esta investigación
corresponde a sermones y enseñanzas, tanto de mi pluma como de la de
otros.
Me sustento en la posición (premisa) de que las Escrituras son sufi-
cientes para construir todo lo necesario referente al rol apropiado de la igle-
sia y el ministerio eclesiástico. Richard Mayhue también se pronunció so-
bre el particular al escribir: “Las Escrituras establecen lo que Dios quiere
que sea un pastor, de la misma manera que establecen lo que Él quiere que
los pastores hagan y/o practiquen”.6
Aquí, como si fuera un final, exclamo: “¡A Dios sea la Gloria!”, por su
dirección, sustento y ayuda. Espero que este material pueda ser de ayuda a
muchos ministros del Señor (y a muchos pueblos), de tal manera que poda-
mos ser mejores siervos de nuestro Dios y Señor Jesucristo.
1

Capítulo Uno
SOBRE EL CARÁCTER

CARÁCTER

¿Qué queremos nosotros significar cuando nos referimos al “carácter”?


Nos proponemos usar esta palabra bajo el mismo significado que el tér-
mino original en el idioma griego de los tiempos bíblico, que es práctica-
mente el mismo que puede ser encontrado en un diccionario corriente cer-
tificado de hoy.
Carácter es un término griego (charakter: χαρακτὴρ) que significa:
imagen, representación exacta, impresión, gravado (ver Hebreos 1:3).
¿Cuál es la historia y la etimología de esta palabra?
A continuación plasmamos como la describe “An Intermediate Greek-
English Lexicon (Un Léxico Intermediario Greco-Inglés)”:

Charakter: χᾰρακτήρ, ῆρος, ὁ, (χαράσσω) 1. una marca


grabada o impresa, la impresión o estampa en las monedas
y los sellos. Eur.; εὐ δοξίας χαρακτῆρ ατοῖς ἔργοις
ἐπέβαλεν establecer un sello de buena reputación sobre
2 El Carácter de un Ministro

ellos, Isócrates. 2. metaf. la marca impresa (por así decirlo)


a una persona o cosa, una marca distintiva, característica,
carácter, χ. γλώσσης de una lengua o dialecto particular,
Herodoto;1 de personas, ὁ χ. τοῦπροσώπου [el carácter de
una persona] Id.; ἀνδρῶνοὐδεὶς χ. ἐμπέφυκεσώματι ninguna
marca exterior ha sido fijada por la naturaleza en la persona
de los hombres, Eurípides;2 φανερὸς χ. ἀρετᾶς Id.3

El Diccionario de la Lengua Bíblica con Dominio Semántico (Dictionary


of Biblical Language with Semantic Domain): NT; dice que charakter es
un nombre masculino, lo que implica una representación exacta, una re-
producción idéntica.4
Profundicemos un poco más consultando el Léxico Strong:

Carácter: gr.χαρακτήρ (charakter) n m. Igual que 5482;


TDNT 9:418; TDNTA 1308; GK 5917; la AV lo traduce
como “imagen expresa” una vez. 1. el instrumento usado
para grabar o cavar. 2. la marca estampada en dicho instru-
mento o sobre el. 2A una marca o figura quemada en
(Levíticos 13:28) o grabada sobre, una impresión. 2B la re-
presentación exacta (la imagen) de cualquier persona o cosa,
marca de identidad, reproducción precisa en cada aspecto, a
saber, facsímil.5

Si buscamos en Apocalipsis 14:11 donde aparece la raíz de esta palabra,


copiaremos la fuerza del significado de carácter:

Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.


Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la
bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca (gr.
xάραγμα cháragma) de su nombre.

Mira el significado del término griego châragme (marca):

châragme: χάραγμα, ατος, τό, (χαράσσω) cualquier marca


tallada o impresa, χ. ἐχίδνης la marca de la serpiente, p.ej.,
su mordida, sofocles;6 τὸχ. Τοῦ θηρίου la marca de la bes-
tia, N. T.; χ. Τέχνης obra tallada, Ib.; Τὸ χ. Τοῦ νομίσματος
la impresión en la moneda. Plutarco: absolutamente Una
inscripción, “Antología”.7
Sobre el carácter 3

El Léxico Mejorado Strong nos da la información siguiente sobre el chá-


ragma:

χάραγμα (cháragma), n. Igual que en 5482; TDNT 9:416;


TDNTA 1308; GK 5916; nueve ocurrencias; la versión in-
glesa AV la traduce como “marca” ocho veces, y
“gravado” una vez. 1. una estampa, una marca impresa.
1a. de la marca impresa en la frente o en la mano derecha
como el distintivo de los seguidores del Anticristo. 1B la
marca quemada en los caballos. 2. cosa cavada, escultura,
gravado. 2a. de imágenes idolátricas.8

HEBREOS 1:3

Hebreos 1:3 es uno de los pocos lugares en la Biblia, y el único lugar en


todo el NT donde aparece esta palabra, sin contar las variantes en Apoca-
lipsis. El escritor del libro de Hebreos está describiendo a Cristo en este
verso. Él está diciendo que Cristo es la única representación exacta
(charakter) de Dios, es decir, el único que refleja perfectamente el carácter
de Dios porque es la misma sustancia de Dios hecho hombre. Eso significa
que el Hijo de Dios, Jesús, es la imagen exacta del ser de Dios. Expresado
teológicamente, eso significa que Jesús es Dios mismo. Si nos enfocamos
en el significado material del término podemos decir a ciencia cierta que
Cristo es una imagen gravada de su Padre Dios, mejor entendido en nues-
tros días en el efecto de una fotografía o un autorretrato, por ejemplo. Pero
se trata de la idea de esculpir o gravar, como la imagen que aparece en las
monedas y los billetes. Pero la metáfora esta simplemente diciendo que
Jesús es Dios. Corrobora con la enseñanza de Cristo en Juan 14:9: “El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Está implicando que si quieres ver a
Dios, debes mirar a Cristo. Esto tiene implicaciones serias cuando aplica-
mos el término, que no es el uso bíblico formalmente, a los creyentes, o
especialmente a los ministros.
Esto implica que el “carácter,” en la Biblia, está ligado a un modelo o
estándar. Lo que implica que el carácter no pende en un vacío, sino en un
patrón, en un modelo. En el caso de Jesús, él es la representación exacta de
Su Padre Dios. Es decir, Jesús porta las mismas características y distintivos
que su Padre. Si bien esta terminología no es muy usada en la Biblia, la
descripción o significado de ella, esparcida por todo el NT, es la esencia de
la Cristología. Es decir, no representó un problema para los cristianos de
4 El Carácter de un Ministro
los primeros siglos, a la luz de Hebreos 1:1-3 (v.3), reconocer la naturaleza
divina de Cristo, igual a la del Padre.
Así que, cualquier cosa que hablemos sobre el carácter en este libro
será una apelación al significado etimológico y metafórico de dicha pala-
bra, en el orden que lo hemos descrito según implica en el griego. Y como
hemos podido ver es el mismo significado que en esencia guardan los dic-
cionarios comunes.
Esa es la razón por la cual no haremos un mayor esfuerzo por explicar
el término que nos ocupa, puesto que aunque vivimos en la cultura
“posmoderna” (donde procuran decir que todo es relativo y que ni las pala-
bras tienen significados absolutos, según sus mejores postores), aun los
mejores esfuerzos de la lengua (los mejores diccionarios) siguen definiendo
las palabras basados en su etimología, y en esencia “carácter” aun significa
lo que queremos significar en este estudio.
Carácter es una representación exacta del original. Si la copia no repre-
senta fielmente el original, es una usurpación, una imitación falsificada.
El Diccionario Encarta9 2007 nos brinda la siguiente definición sobre
el “carácter”:

4. una descripción del carácter o la naturaleza de alguien o


algo.10

Por tanto, carácter significa: cualidades, atributos, características, persona-


lidad, comportamiento, apariencia, distintivo, representación de alguien o
algo. Esto significa que puede usarse para describir a una persona o a un
objeto. En este libro hemos de hacer referencia a personas en vez de obje-
tos, por supuesto. Por ello apelamos al uso metafórico del término, más
que al significado concreto del tal.
Así este término significa el grupo de cualidades o características que
hacen a alguien distintivo. Se enfoca en una persona o una cosa como un
todo, pero en este escrito nos enfocaremos solo en personas. También des-
calificaremos las características que son comunes a todo ser humano para
no alargar el discurso, por lo que nos enfocaremos en las características
distintivas de la persona, y especialmente del grupo al que nos referimos en
este material, a saber, los ministros cristianos. Como habrás podido discer-
nir en la terminología, detrás del velo de la simple expresión, según discuti-
mos en los párrafos anteriores, el carácter no pende de un vacío, sino que se
aferra a un modelo o patrón (no es una simple marca gravada, sino que
también se puede decir del instrumento para esculpirla). De acuerdo al sig-
nificado original, el término se refiere a ambos: la figura impresa en la mo-
neda y al patrón (modelo) de procedencia de la imagen esculpida. Esa es la
razón por la cual en este tratado nos enfocamos en el patrón (modelo) don-
Sobre el carácter 5

de encontramos el valor y la esencia del carácter del grupo de individuos


en el cual nos enfocamos, los ministros cristianos, o bien un Ministro del
Evangelio de Jesucristo.
¿Quién es el patrón (modelo) del cual se imprimen las características
distintivas (carácter) en un ministro del Evangelio?
La respuesta es absoluta y clara aquí, no obstante te hago la pregunta
justo ahora para que pienses en ella mientras seguimos avanzando en esta
jornada investigativa.
El propósito de este libro es presentar esas cualidades morales, a las
vez que las capacidades naturales, dones espirituales, incluyendo la respon-
sabilidad propia del oficio, la personalidad, el comportamiento y el llamado
mismo que un ministro del evangelio, está llamado a poseer y desarrollar
mediante los medios provistos por Dios que hacen distintivo al ministro del
evangelio. Todo ello es hecho posible al creyente llamado en lo que yo he
denominado ‘el paquete del llamamiento.’ Es el propósito de este escrito
no solo investigar, inquirir y traer luz al respecto, sino también poner en
perspectiva aquellos asuntos que son mandatorios, fuera de toda duda y
discusión, para que podamos saber a ciencia cierta quiénes quedan descali-
ficados de dicha santa función y quienes están envanecidos con su deseo de
ostentarla.
A modo de resumen: ¿Qué significa el carácter? En una frase corta
que podemos declarar con autoridad a este punto: “El carácter es lo que
una persona es.” Siendo más específicos, el carácter de una persona es lo
que esa persona es en su interior que puede ser reflejado en su exterior
(comportamiento) especialmente en su círculo relacional más íntimo
(familia, trabajo, etc.), no lo que pueda mostrar en circunstancias ocasiona-
les.11
En el mismo orden, a sabiendas de que cada grupo (especie) en el uni-
verso posee un grupo de características distintivas, debemos enfocarnos
bien para poner en perspectiva el grupo específico del que tratamos aquí:
creyentes; y de modo más específico: ministros (pastores, líderes, diáconos,
ancianos, obispos, etc.)
Así que, nuestra tesis a demostrar es que: “el carácter de un ministro
cristiano” es lo que un ministro del evangelio es, a razón del trabajo u ofi-
cio que él fue ‘llamado’ y ‘equipado’ a ejercer, por disposición de su Maes-
tro. ‘Llamamiento’ y ‘equipamiento’ son palabras claves en este libro, pero
por encima de éstas, el Maestro mismo (Jesucristo, quien es Dios sobre
todas las cosas), ya que, como dijimos, el patrón en el cual nosotros (los
ministros cristianos) estamos apoyados, es en Aquél que nos llamó y nos
equipó desde el vientre de nuestras madres (Gálatas 1:15), que es la misma
persona a quien Él eligió, según sus propósitos en gloria, inclusive antes de
que el mundo iniciara (2 Timoteo 1:9).
6 El Carácter de un Ministro
Nuestra tarea es profundizar más mientras describimos el término mi-
nistro, su oficio y sus funciones, el carácter del Modelo (Cristo-Dios), y el
carácter de algunos de los santos que nos antecedieron en el oficio según se
registran en las Escrituras.
¿Por qué explicamos la terminología? Puesto que en nuestro mundo
actual hay fuertes tendencias a tirar por la borda todo fundamento, inclu-
yendo la terminología establecida, que ha perdurado en el crisol del tiem-
po. Los términos no son relativos, podemos comunicar ideas relativas, pero
los términos tienen su fundamento etimológico establecido. Si no tenemos
absolutos en la comunicación todo se convierte en un caos, el significado
mismo de la comunicación se perdería por completo. Así que este capítulo
y el siguiente son una especie de prolegómenos, si se quiere, para evitar
cualquier confusión.

OBSERVACIONES

El carácter es “la representación exacta del modelo,” todas las cualidades


de dicho modelo integradas en la representación. También vimos que el
Nuevo Testamento contiene la palabra carácter solo una vez (más dos ve-
ces la palabra “cáragma”, que es una variante de la misma raíz, con el mis-
mo significado).
Hay una palabra usada más de 40 veces en el texto bíblico, especial-
mente en el AT (más en los Salmos y Proverbios), es “integridad”. No son
sinónimas, pero integridad enfatiza el carácter. Integridad es el grupo de
características (piezas) que forman el todo. Integridad significa: “poner
todas las partes juntas, en el lugar correcto, en el lugar adecuado y en un
balance adecuado”. El carácter es la integración de todas las características
individuales que se obtienen del modelo o patrón.
7

Capítulo Dos
UN ANÁLISIS DEL MINISTERIO SEGÚN
LA BIBLIA

EL MINISTRO
Para poder entender lo que significa ser un ministro, debemos definir lo
que es el ministerio.
Cuando Pablo escribió a Timoteo sobre el ministerio que él había reci-
bido, se enfocó tanto en el carácter que debe tener el ministro, como en el
trabajo que debía desempeñar.
Tengo que decir que las cartas de Pablo a Timoteo y a Tito, las cuales
son bastante conocidas como cartas pastorales, son una especie de tesis
apostólica inspirada sobre el ministerio cristiano. Así que, parte de mi es-
fuerzo estará enfocado en estas tres cartas especiales, quiero decir, ellas
han de modelar esta plática. Pero en procura de tener una lista más amplia
de recursos para este estudio, con miras a demostrar mi tesis, considero una
práctica buena evaluar también lo que es un líder en toda la Biblia, tanto
como me sea posible, teniendo en alta estima a la vez algunos de los escri-
tos sobre el ministerio en el devenir de la historia Cristiana. Pero sobre to-
do, los discursos y la vida y obra de nuestro Señor han de sellar mis con-
clusiones con broche de oro.
8 El Carácter de un Ministro

La palabra “ministro” en nuestro lenguaje procede de varias palabras


griegas. Citaremos las más comunes abajo:

1. doulos: lit. siervo, esclavos.


2. uperetes: lit. sirvientes o esclavos, originalmente en el contexto de
los esclavos que servían como remeros en las embarcaciones anti-
guas.

2. diakonos: sirviente o servidor, originalmente en el contexto de


servir en las mesas de sus amos.

3. latreio: adorar, inclinarse en frente de su amo o señor.

Cada una de las palabras arriba es muy común en las Escrituras y se tien-
den a traducir indistintamente, en las versiones hispanas del NT.
Siervo (y su plural) aparece1005 veces en 875 versículos en la RVR60
y con más de 150 ocurrencias solo en el Nuevo Testamento.1 El verbo ser-
vir (con sus variantes) aparece unas 325 veces en la RVR60. Y la palabra
servicio aparece 83 veces en la misma versión. El pastor John MacArthur
(Jr.) demuestra en su libro: “Esclavos”, que traducir “uperetes” solo como
siervo o ministro es una degeneración de la fuerza del original que solo
admite ser traducido como “esclavo”.
Ministro (y su plural) aparece 90 veces en la Biblia  RVR60, y prác-
ticamente la mitad ocurren en el Nuevo Testamento. Del mismo modo, la
palabra ministerio aparece 66 veces, casi todas en el Nuevo Testamento.
Todas las traducciones en el NT proceden de la palabra griega
“diakonia” (διακονία) y sus variantes (“diakonia”, “diakonon”, etc.).
“Diakonia” es la misma palabra y raíz que se traduce como diácono. Diá-
cono y diaconado aparecen cinco veces en la RV (todas en 1 Timoteo 3:8-
13 y Filipenses 1:1).
Los términos relacionados a “ministerio” aparecen alrededor de 1300
veces.2
Como podrás notar, el término es muy abundante en la Biblia. Nunca
encontramos el calificativo líder, unas pocas veces encontramos pastor(es)
y obispo(s), y la palabra más frecuente para referirse al (los) pastor(es) es
anciano(s), pero nunca líder(es). La palabra que Dios usó para calificar a su
gente especial, a sus embajadores y ministros de su Evangelio fue siervos
(o esclavos) y ministros. Él quería que ellos le sirvieran. Él mismo fue
quien los llamó al ministerio. Un esclavo, siervo, o ministro es lo que Dios
Un análisis del ministerio según la Biblia 9

quiere, no líder, a lo menos en la forma como la mayoría de los escritores


actuales, incluso cristianos, lo esbozan.
Dios nunca llamó a sus obreros “mi líder” sino “mi esclavo, mi sier-
vo”. Esclavo, siervo y ministro son términos que apelan al “carácter” del
hombre de Dios. “Líder,” que es el calificativo más usado hoy día para re-
ferirse al ministro u obrero cristiano, podría ser solo una de las característi-
cas del ministro cristiano, y siguiendo el ejemplo trazado en nuestro texto
Magno, no todos los ministros bíblicos fueron necesariamente líderes, aten-
diendo al término como lo describimos aceptadamente hoy día (mire como
ejemplo a Noé, Jeremías, Ezequiel, y muchos otros ministros santos de
Dios).
Moisés fue un líder, el dirigió o guio al pueblo de Dios desde Egipto
hasta las fronteras de Canaán, sin embargo Dios solo lo llamó, consistente-
mente “mi siervo”.
En nuestra humanidad odiamos ser llamados esclavos o sirvientes. Esa
es la razón por la cual pensamos que “ministro” no tiene nada que ver con
esclavo o siervo (en nuestro subconsciente). En hebreo, griego y varias
otras lenguas antiguas, la palabra ministro es sinónima de sirviente y escla-
vo. Básicamente rechazamos la idea de ser un sirviente o esclavo.3 La pala-
bra que comúnmente proferimos como “ministro”, es generalmente en rela-
ción a alguien con autoridad. Como humanos, la palabra que preferimos es
“líderes” (queriendo significar que se tiene dominio o control sobre otros),
en vez de siervos o esclavos. Preferimos la palabra manager o administra-
dor, que era una especie de siervo en el contexto Bíblico, pero para noso-
tros significa “jefe”, “oficial”, “ejecutivo”, alguien en control del grupo o
de la organización. La palabra bíblica que tradujimos como administrador,
en el idioma original era un ‘amo de llaves’, o ‘amo de casa’ (gr. oi-
konomoi). Preferimos Mateo 24:45: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y pru-
dente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a
tiempo?”, en vez de Lucas 17:10: “Así también vosotros, cuando hayáis
hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos (esclavos) inútiles
somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”. Amamos más a Mateo
24:47: “De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”, que a
Mateo 24:46: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor ven-
ga, le halle haciendo así”. Nosotros sencillamente rehusamos ser siervos,
diáconos o esclavos. Detestamos la humillación. Odiamos poner nuestras
rodillas, manos y cara en el polvo; mejor queremos levantar nuestras ma-
nos y rostros arriba en señal de victoria. Es decir, preferimos 1 Timoteo
2:8: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda”, en vez de Marcos 5:22: “Y vino uno de los
10 El Carácter de un Ministro

principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a


sus pies”.
Nos encanta cuando la Biblia dice que los ancianos gobiernen (gr. gu-
bernontas), o gobiernen bien sus casas, o que debemos gobernar las iglesia
(p. ej., 1 Timoteo 4:3, 12). Consideramos estas palabras como de sacra im-
portancia, a la vez que a veces no prestamos atención a las palabras que
Dios usó para describir el carácter de sus ministros (siervos, esclavos,
amos de llaves, ministros).
La palabra líder solo aparece una vez en la KJV (corresponde a la pa-
labra guía en la RV60), Mateo 15:14: “Dejadlos; son ciegos guías de cie-
gos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoy.”. El verbo guiar
(liderar en ingles), y sus variantes, solo aparecen 11 veces en el NT (y
poco más de 40 veces en la Biblia entera) y de las veces que ocurre en sen-
tido positivo, una gran parte es una referencia al Señor Dios.
La palabra dirigente (y sus variantes), que en la RV se traduce general-
mente como gobernante, en la KJV aparece 155 veces.
El don o la habilidad de guiar (liderar), o de gobernar o de administrar
es común en la Biblia; y sin embargo, este es presentado como una de las
habilidades, regalos o virtudes de un hombre de Dios (ministro, siervo,
pastor, anciano, obispo, etc.). Dicha habilidad no describe el “carácter” de
un ministro del Evangelio; es solo uno de sus dones. Por lo que hay que ser
cuidadosos con confusiones como estas, pues no debemos enfocarnos en
las características individuales, para que esta domine sobre las demás, sino
en el todo para ser íntegros. Ministrar no es una de las ocupaciones del
“líder del Señor,” guiar o liderar ha de ser uno de los oficios que el minis-
tro o siervo de Dios ejerce. No todos los ministros del Señor necesariamen-
te lideran (o guían) al pueblo de Dios. Guiar es una de las habilidades del
pastor, ministro, anciano, etc., (muchos profetas y predicadores no fueron
seguidos, algunos no tuvieron ni un seguidor–p.ej.: Jeremías, Ezequiel,
etc.), independientemente de que fueron dotados o no con dicha habilidad
o característica. Servir no es una de las habilidades del “líder del Señor;”
por el contrario, liderar es (o puede ser) solo una de las características del
hombre de Dios (un ministro del Señor, un siervo del Señor)”.
La mayor responsabilidad de un hombre de Dios es “servir al Señor”
fielmente. La mayor responsabilidad de un ministro, pastor, anciano, diá-
cono, obrero es “servirle a Él”. Su llamamiento en el día del juicio del
Señor será: “bien, buen siervo (esclavo) y fiel”. Servir es el oficio que
fuimos llamados a ejercer. Fidelidad es la manera como debemos ser-
vir. La Gloria del Rey es el fin último de nuestro oficio. La fidelidad es
el reflejo del carácter del siervo del Señor (fidelidad, lealtad, integridad).
Un análisis del ministerio según la Biblia 11

UNA DESCRIPCIÓN BÍBLICA DE LA PALABRA


“MINISTERIO”
1 PEDRO 4:10-11

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los


otros, como buenos administradores de la multiforme gra-
cia de Dios.Si alguno habla, hable conforme a las pala-
bras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al
poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado
por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén.”

En este pasaje bíblico, ministrar significa: poner todas las habilidades que
Dios da al servicio (ministrar) de los demás, para Su gloria, a través de
Jesucristo.

1 CORINTIOS 4:1, 2

“Así, pues, téngannos los hombres por servidores [lit. es-


clavos)] de Cristo, y administradores de los misterios de
Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores [gr.
oiconómois, lit. amo de llaves)] que cada uno sea hallado
fiel.”
(Compare Lucas 2:42)

Acorde a este pasaje bíblico, ministrar es: administrar los misterios del
Señor siendo fieles.
Este verso, implícitamente, nos dice que el Juez que evaluará la calidad
del servicio del esclavo como amo de llaves de los misterios de su reino (a
saber, el evangelio ‘comp. Efesios 3:1-7; 1 Timoteo 3:16’), es el Señor o
Amo mismo, es decir, Jesucristo.

MATEO 25:44-46

“Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor,


¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnu-
do, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?Entonces les
responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no
12 El Carácter de un Ministro

lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo


hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la
vida eterna.”

En este pasaje, y su contexto, ministrar (o servir) simplemente significa:


“servir a los demás, a los hijos de Dios, a saber, creyentes, como si lo estu-
viéramos haciendo a Cristo mismo”. El Dr. Litfin hace notar que los pe-
queñitos no son la gente en general, sino los hijos de Dios, por eso los lla-
ma sus pequeños. No todos los hombres del planeta son sus pequeños
(25:40), aunque el bien debe hacerse a todos (dijo Pablo), pero enfatizó que
mayormente a los de la fe.
Note también el juicio, ahora explícito siendo dirigido por el Señor,
que proyectamos en la reflexión del pasaje de 1 Corintios 4:1-2.
Hacer todo lo que debemos hacer a sabiendas de que es a Cristo a
quien le estamos sirviendo y no a los hombres en última instancia. Es por
eso que todo cuanto hagamos debe ser hecho “para la gloria de Dios”. Ma-
teo 5:14-16 amplifica esta idea.

Acorde con las Escrituras, podemos concluir que una declaración con-
sensuada sobre “ministrar  servir” es:

Usar todos nuestros dones (los que Dios nos dio) a favor de los que pade-
cen necesidad, atendiendo primero a los de la familia de la fe, incluso si se
trata de predicar y enseñar la palabra de Dios (administrar los misterios de
Dios), recordando que Cristo es el Amo a quien sus ministros cara a cara,
en el juicio final, daremos cuenta o rendiremos informe de cual o cuales
fueron nuestros motivos y metas al hacer esas obras del servicio.
Todas nuestras obras deben ser hechas considerando que:

1) Cristo fue quien nos dio los dones o habilidades mediante las cua-
les servimos (Efesios 4:8-14; Santiago 1:17; 1 Corintios 4:7; Job
1:21)

2) El fin último es que todo debe ser hecho para la Gloria de Dios
(1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17)
Un análisis del ministerio según la Biblia 13

En la tradición cristiana, ministrar significa diferentes cosas:

– En el protestantismo clásico: un ministro es alguien autorizado a


ejercer una función religiosa en la Iglesia del Señor.
– En la Iglesia Católica: un ministro es el superior en ciertas órde-
nes.
– En la Biblia: ministrar es servir a las necesidades de los demás,
suplir necesidades, suplir los medios que llenarán las necesida-
des, llenar, etc., para la Gloria de Dios.

En la fe cristiana, Bíblica, sabemos que Dios no necesita nada de nadie,


pues él es el mismo que era antes de la creación, y por tanto todo lo que se
ha de hacer no es a favor de Dios sino de sus criaturas, pero acorde a su
protocolo, normas y ordenanzas, incluyendo la motivación que es un refle-
jo del carácter del servidor, esclavo o ministro. El sello es este: “por cuanto
lo hiciste (serviste) a uno de estos mis pequeñitos, a mí lo hiciste”. (Mateo
25:40)
No debemos dejar pasar la oportunidad para comunicar aquí que el
único elemento de juicio concreto en el evangelio es haber servido a “Sus
pequeños,” como si estuviéramos viendo a Cristo en ese o esos necesita-
dos. Mateo 25 es el único pasaje que define cuáles son las obras de los
hombres que van a ser juzgadas, por nombre, para que el creyente fiel sepa
qué es lo que le van a preguntar en el juicio, y para que sus ministros sepan
a dónde deben dirigir sus enseñanzas respecto a la motivación del corazón
y lo concerniente al juicio divino. Esto es puro evangelio.

EL TRABAJO QUE HACEMOS COMO MINISTROS DE CRISTO


DEBE SER EN EL PODER DE SU FUERZA

No debemos olvidar, como ministros del Señor, que la única razón por la
que somos ministros es porque Él nos llamó. No deberíamos olvidar que
cuando hacemos fielmente la obra del ministerio, tenemos el poder y la
autoridad misma de Cristo por lo que nuestro foco debe ser ‘servimos por-
que Dios nos envió.’ Debo recordar aquí que el ministro del Señor fue ha-
llado fiel antes de que se le legara el ministerio que ejerce de parte de Dios
(1 Timoteo 1:12). Nunca sucede al revés. Cristo apostó a su único plan, y
no tuvo plan B, de igual modo que apostó a la fidelidad de Sus ministros, a
sabiendas de que Él los capacitó para ser fieles. Creo que el ejemplo de Job
ilustra perfectamente esta realidad. Dios le demuestra a Satanás que sus
ministros son fieles y punto. Todos los ministros del Señor, de los que da
14 El Carácter de un Ministro

fe la Biblia, fueron fieles en todo al Señor. La gente responde con un David


y un Jacob, pero ellos fueron líderes (guías) del pueblo de Dios, no profetas
ni sacerdotes. Los patriarcas mismos no entran dentro de la definición de
profeta y sacerdotes, en el sentido propio de la palabra.
Creo que Lucas 9:1-2 nos da un resumen de esto en orden de motivar-
nos para que permanezcamos fieles en nuestros respectivos ministerios.

Habiendo [Él] reunido a sus doce discípulos, [Él] les dio


poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar
enfermedades. Y [Él] los envió a predicar el reino de
Dios, y a sanar a los enfermos.
(Énfasis del Autor)

¿Notaste el orden?

1. Él llama a Sus ministros. Este llamado es dirigido y específico:


inclusive Dios usualmente toma su tiempo para darte los detalles
del trabajo a realizar. (Ver Mateo 10.5ss; 15.24; Lucas 9.1ss)

2. Él les da a Sus ministros el Poder y la Autoridad que necesitan


para hacer la obra que les encomienda hacer. Sin su Poder, es
imposible hacer la obra del ministerio. Sin su poder, no habrá nin-
gún nivel de efectividad, ni ningún tipo de sustento divino en lo
que emprendamos, aunque tenga el rótulo de “ministerio cristiano.

3. Él mismo envía a Sus ministros a hacer la obra del servicio


(ministerio) que Él quiere que cada ministro en particular ha-
ga. Esto implica qué hacer, dónde y cuándo hacerlo lo que se nos
envió a hacer. El llamado al ministerio no es un llamado general.
El llamado general al servicio es universal a la cristiandad, pero el
servicio oficial del cual Pablo explica a Timoteo y Tito es un traba-
jo “especial”, (y no quiero ser malentendido aquí), es decir, los
ministros del evangelio somos una especie de “hombres especia-
les”, no porque dejamos de ser pecadores, sino por las capacidades
de guardar su nombre que nos fueron dadas en el llamado y la co-
misión. (Ver Efesios 4.8ss)

Estos son los aspectos vitales y fundamentales del ministerio Cristiano


“oficial”.
Estimados amigos y colegas en el ministerio: ¿Quién te llamó? ¿Portas
la autoridad, el poder y la fuerza necesaria para hacer la obra del ministerio
Un análisis del ministerio según la Biblia 15

que se te encomendó? ¿Quién te envió? ¿Qué se te envió o encomendó ha-


cer? ¿Adónde te enviaron a hacer la obra del servicio? Estas son preguntas
operacionales y vitales. Estas preguntas son esenciales y vitales para eva-
luar tu ministerio. Estas son las preguntas principales al momento de eva-
luar un candidato al ministerio. No es por el éxito estadístico que se evalúa
al ministro de Cristo, si bien reconozco lo difícil que es al hombre no cen-
trarse en los números concretos, es el carácter y el orden del llamado que
debemos buscar en nuestras evaluaciones. Los ministros debemos ser teni-
dos por servidores de Dios y administradores de los misterios de Dios, aun-
que al final nuestros resultados sean como los de Jeremías y Ezequiel en el
orden numérico, y aunque terminen siendo aparentemente insignificantes,
en el tiempo, como los numeritos concretos del ministerio de Cristo mis-
mo. No dejemos que el mundo y sus concepciones permeen nuestro juicio
y apreciación del ministerio cristiano y sus ministros. Estoy seguro que
muchos de los que han obtenido éxito estadístico serán dejados atrás en
aquel gran día del Señor.
Las crisis son comunes al ministerio, pero las frustraciones son el resulta-
do de estar involucrados en servicios que no fuimos llamados a ejercer. Estos
tres aspectos de la naturaleza del ministerio Cristiano son fundamentales y
vitales. El ministerio no es un trabajo o una posición a ser llenada. No llena-
mos aplicaciones para optar por el ministerio; si fue así, no estoy seguro que
ese sea el llamado de Dios para tu vida. Debes evaluar el poder que posees en
el desarrollo del oficio que sirva como prueba para evaluar dicho “llamado” de
Dios a ti. Debes tomar en serio esta evaluación de tu “llamado” a la luz de es-
tos tres aspectos vitales y fundamentales del llamado al ministerio oficial. No
le des larga a este asunto, no juegues con esto.
Servimos a Él. Servimos a los hombres. Debemos pensar en los demás
como superiores a nosotros mismos. Sí, somos Sus esclavos. Sí, somos
amos de llave (administradores) de los misterios de Dios (ver también 1
Tesalonicenses 2:1-8). Sí, fuimos llamados por El. Sí, recibimos poder de
Dios. Sí, fuimos enviados. Pero todo esto es en Él, por Él y para Él.
Recuerda:

“Dios es nuestro amparo y fortaleza,


Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos,
aunque la tierra sea removida,
y se traspasen los montes al corazón del mar;

Aunque bramen y se turben sus aguas,


y también los montes a causa de su braveza.”
(Salmo 46:1-3  énfasis del autor)
16 El Carácter de un Ministro

Todo cuanto hacemos es por Él, y ojo, no estamos solos. Su misma presen-
cia ha de estar siempre con nosotros. Esto nos garantiza que su poder y
fuerza moran en nosotros.
El poder de que hablamos es para permanecer fieles y santos (hombres
de carácter, hombres de Dios, hombres de integridad).
Su promesa enfática, radicada en su poder y autoridad, es que estaría
con nosotros siempre. Esto en el contexto de estar haciendo la obra del mi-
nisterio que Él nos encomendó hacer (ver Mateo 28:20).
¿Hay entonces alguien o algo a lo que temer en el universo, aparte del
Señor? Él proveerá todas nuestras necesidades. Él es nuestro Papá. Él es
nuestro Señor. Su toque nos está garantizado.
17

Capítulo Tres
LO QUE HAN ESCRITO LOS PASTORES A
TRAVÉS LA HISTORIA RESPECTO DEL
CARÁCTER DEL MINISTRO

Si eres un lector meticuloso y has analizado los escritos de los padres de la


iglesia, los de los escolásticos, los de los reformados, los de los puritanos, y
los de otros movimientos de las épocas anteriores en la historia Cristiana de
los siglos XVI a finales del siglo XVIII, encontrarás que es raro, práctica-
mente inútil, encontrar referencias al término carácter adjudicado al indivi-
duo en sus escritos. La razón de tal carencia es obvia, ellos no usaron tal
designación en sus respectivas épocas. Es lo mismo que observaremos con
el término líder o liderazgo.
Incluso en la postrimería misma del siglo XIX, los eruditos usaron el
término muy rara vez. Y cuando lo usaron era ambiguo, lo usaron para mu-
chos propósitos, y rara vez fue una adjudicación al individuo. Lo encontra-
mos inmerso en: la naturaleza de, las características de, etc.
Así que es un trabajo prácticamente imposible encontrar referencias a
nuestro término carácter en sí. Así que citaré algunas equivalencias entre
los escritores antiguos.
18 El Carácter de un Ministro

Policarpo (69  115)


Policarpo describió el ministerio pastoral como sigue:

“Que los presbíteros (ancianos) sean compasivos y miseri-


cordiosos a todos, que traigan de regreso a quienes vagan
[los débiles], visiten a los enfermos, y que no descuiden a
las viudas, ni a los huérfanos, ni a los pobres, sino que
siempre provean (den) lo que viniere de las manos de Dios
para los hombres; que se abstengan de toda forma de ira
que tenga que ver con las personas y con los juicios injus-
tos; que se guarden de toda avaricia, y que no asuman los
malos reportes sobre alguien con ligereza, que no sean se-
veros en los juicios (disciplinas).”

Como pudiste observar, para Policarpo el carácter eran los distintivos del
ministerio. Él lo describió en términos de características o cualidades
individuales, parecido a como lo escribió Pablo (ver 1 Timoteo 3).

Juan Calvino (1509  1564)


En su Institución escribió:

“Así como nuestras acciones están relacionadas a los hom-


bres, y nuestra conciencia también se relaciona con Dios,
de tal modo que una buena conciencia no es otra cosa que
la integridad interna del corazón. De acuerdo a esto, San
Pablo dijo que cumplir con la ley es “el amor nacido de
corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingi-
da” (1 Tim 1:5). Y en el mismo capítulo mostró como ello
difiere con la inteligencia, diciendo que algunos han nau-
fragado en cuanto a la fe por haber abandonado la limpia
conciencia. Con estas palabras probó que se ha de tener
una afección viviente de honrar a Dios y un deseo sincero
de vivir piadosa y santamente. A veces se extiende tam-
bién a lo que concierne a los hombres, como cuando San
Pablo dijo (según lo reporta Lucas): “Procuro tener siem-
pre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hom-
bres” (Hechos 24:16). Pero esto fue dicho a sabiendas de
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 19

que el fruto de una buena conciencia se extiende a los


hombres. Pero estrictamente hablando, se refiere solo a
Dios, según decimos.
Por lo cual se dice que la ley esta ligada a la concien-
cia del hombre a la vez que es independiente de los otros
hombres sin ser tenida en cuenta. Por ejemplo, Dios no
solo demanda que nuestros corazones estén limpios de
toda impureza, sino que también prohíbe cualquier incum-
bencia en palabras malvadas y lujuriosas. Mi conciencia
está ligada a guardar esta ley aun cuando no hubiera más
seres en el planeta. Así que quien vive desordenadamente,
sus pecados no solo son un mal ejemplo a sus hermanos,
sino que también liga su conciencia a la culpa frente a
Dios”.1

Como habrás podido notar, no es una declaración sobre el carácter, la ra-


zón del no uso del término ya lo declaramos al inicio de este capítulo. Pero
esta es una declaración formal sobre el carácter de un ministro. Se trata de
afecciones vivientes, una limpia conciencia ante Dios y ante los hombres,
una vida de pureza y piedad. Incluso en el comentario de Calvino sobre 2
Timoteo no encontramos una referencia directa a la palabra carácter, pero
sí encontramos su esencia impresa en la consideración del ideólogo de la
teología reformada.

John Bunyan (1628-1688)


Esta cita corresponde a una declaración del pastor Bunyan (el escritor
Cristiano más leído de la historia, un puritano bautista independiente) so-
bre cómo debe probarse el carácter del pastor:

“La casa de un hombre, y su sustento allí, hablan más del


temperamento de su mente, que toda profesión pública. Si
fuera a evaluar a un hombre por mi vida, no lo juzgaría
por su profesión pública, sino por su comportamiento
doméstico. La profesión pública es como el mejor traje de
un hombre, el cual usa cuando viaja al extranjero, para lo
cual es generalmente reservado si bien se usa poco en ca-
sa. Pero ahora lo que un hombre es en casa, es lo que él
es en realidad. Hay un afuera, en lo que respecta al com-
portamiento ante mis amigos y clientes, mi honestidad
20 El Carácter de un Ministro

hacia afuera evita groserías y pecados escandalosos. Hay


un mi hogar, un mi casa, un mi guardarropas, un mi cora-
zón, que da mejor fe de quien soy: ahí no se muestra al
mundo, pero sí a mi familia, y a los ángeles. Y un buen
reporte de aquellos que están más cerca, y más capaces y
aventajados para emitir juicio, es con el fin de estar más
seguros de un juicio verdadero que el que pueden apreciar
simples observadores externos. El exterior del plato y el
vaso pueden lucir bien, si bien pueden estar llenos de ex-
cesos por fuera. (Mateo 23:25-28)
La apariencia externa y la profesión pública pueden
ser tolerables, aunque tras las puertas de casa ande todo
muy mal. Yo y mi casa ‘serviremos al Señor,’ es el carác-
ter de un hombre piadoso. (Josué 24:152)”.2

Fijémonos que en el escrito original de Bunyan (a mediados del S. XVII)


aparece expresamente el término carácter. Debemos hacer notar también
aquí que Bunyan era un escritor “tosco,” del populacho, no fue un acadé-
mico ni un seminarista, tampoco tuvo una muy buena educación. Real-
mente apenas concluyó la escuela primaria. Pero es menester saber aquí
que la manera de Bunyan referirse al carácter fue normativo entre los puri-
tanos. Ellos solían ir al hogar del candidato y estar entre su familia por
días, sino semanas, con tal de evaluar lo mejor posible el comportamiento
(carácter) del candidato, antes de su aprobación e imposición de manos
sobre el candidato ante la iglesia. Esos extraordinarios ministros sabían
bien qué hacer para cometer lo menos errores posible, a sabiendas de la
realidad humana y el engaño de Satanás. Es una manera cien por ciento
bíblica de proceder. ¿Cómo podríamos saber respecto al liderazgo en casa
solo por escuchar algunas respuestas a preguntas realizadas al candidato?
Debemos ir y estar con el candidato para conocerle mejor. Resolví jamás
imponer mis manos sobre nadie a quien no haya visitado y conocido sufi-
cientemente, para poder aprobarlo o desaprobarlo como ministro.
Ministros del Señor, si bien me referiré un poco más al respecto, no
quiero pasar la oportunidad que se genera aquí para hacer notar que noso-
tros seremos culpables de los malos obreros que conformen la próxima
generación de ministros de Cristo, si imponemos nuestras manos con lige-
reza. Nunca sea parte de un presbiterio de ordenación sin conocer suficien-
te al candidato, sin haber hablado con su esposa y sus hijos, sin haber esta-
do con él por un periodo de tiempo suficiente como para dar un excelente
reporte de su carácter. No se preocupe mucho por sus dones y talentos,
enfóquese en el carácter piadoso.
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 21

Richard Baxter (1615-1691)


Cuando leemos el libro de Baxter “El Pastor Reformado”, no encontramos
una definición, ni siquiera alguna referencia sobre el término carácter en sí
mismo, pero su libro es uno de los más extraordinarios libros no inspira-
dos, en mi opinión, para saber detalladamente como un ministro ha de cul-
tivar y cuidar su carácter, si bien de manera implícita. Su libro inicia con
un capítulo sobre la supervisión de nosotros mismos, como un centinela
para cuidar y cultivar nuestra piedad. No obstante, luego de leer una intro-
ducción de su escrito, encontré cómo se pronunció Daniel Wilson sobre el
carácter, apelando al libro de Baxter antes citado. Presentaré sus conside-
raciones a continuación.

Dr. Daniel Wilson3 (1778 –1858)


“Y desde que hemos estado en el oficio sagrado, ¿qué he-
mos sido? ¿Cómo se han apegado nuestros corazones a
nuestro Salvador? ¿Cómo hemos estudiado nuestras Bi-
blias? ¿Cómo hemos perseverado en la oración? ¿Cómo
hemos nosotros apartado nuestra visión de las cosas del
mundo? ¿Cómo hemos pensado sobrellevar nuestras debi-
lidades? ¿Cómo hemos glorificado a nuestro Señor?
¿Cómo hemos honrado al Espíritu Santo? ¿Qué hemos
hecho con nuestros talentos, con nuestro tiempo, con las
oportunidades, con nuestras influencias, y nuestras varias
maneras de hacer bien a los nuestros y a otros? No hablo
meramente de cosas ínfimas, de pequeñas faltas, de las
cuales nadie queda exento, no hablo tampoco de los efec-
tos de las tentaciones momentáneas, más bien me refiero
a las tensiones y curso de nuestro ministerio, de nues-
tro carácter y espíritu. ¡Oh, qué causas tenemos para la
profunda humillación ante nuestro Dios!”4

En estas preguntas del Dr. Wilson podemos notar el lugar que le concedió
al carácter del ministro. En ese ensayo del Dr. Wilson, introduciendo el
libro de Baxter antes citado, él escribe a los pastores. Puedes verlo con
facilidad en la página (v) donde escribió:
22 El Carácter de un Ministro

“En el compás entero de la divinidad no hay casi nada su-


perior a esto, quiero decir, apelaciones patéticas a la con-
ciencia del ministro de Cristo, sobre las principales funcio-
nes de su oficio. El principal objeto es, para ejercer presión
sobre la necesidad de que el traiga a casa las verdades del
Evangelio a cada alma de su rebaño, mediante sus afeccio-
nes y su instrucción catequista”.5

Y luego de una brillante explicación de los propósitos que le motivaron a


escribir esta introducción el Dr. Wilson escribió:

“A los ministros de todas las Iglesias, y muy especialmen-


te a los de las iglesias protestantes de Europa y América, a
quien apela ahora el escritor.”6

No vemos hasta aquí una explicación sobre el carácter de un ministro Cris-


tiano, pero sí una clara concepción de esto, de acuerdo a lo que nos enfoca-
mos en este libro.
Miremos entonces a la concepción de ministerio que tenía Lord Daniel
Wilson:

“Una visión elevada de la verdadera dignidad e importan-


cia del ministerio cristiano, es una responsabilidad adicio-
nal, la cual fluye naturalmente al incrementar la piedad
personal y la humillación genuina del corazón. Las nocio-
nes de la falsa dignidad son, realmente, tan comunes como
son también de perniciosas. La ambición, el dominio secu-
lar, el “procurar tener señorío sobre la heredad de Dios,” el
orgullo Espiritual, son la gangrena de la iglesia. Pero una
correcta concepción de la incomparable importancia del
oficio del ministro Cristiano, según lo señaló el mismo
Cristo, como el instrumento de gracia, como el embaja-
dor de reconciliación, como el representante y quien se
para en el lugar del Salvador, como el depositario del pilar
de la verdad, como el mensajero del Señor de los ejércitos,
el administrador de los misterios de Dios, el vigilante, el
heraldo, el líder de la armada, y el pastor del rebaño de
Cristo  tal concepto del oficio ministerial es esencial
para cualquier avivamiento importante de la religión. No
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 23

hay marca más segura de decadencia espiritual, que una


baja estima del oficio sagrado. El desprecio por Dios y Su
salvación primero llega como resultado del desprecio por
sus ministros y siervos señalados. En la iglesia primitiva,
la dignidad de un pastor de la iglesia de Dios, fue conside-
rado en alta estima, tan responsable, tan sagrado, como
para disuadir a los hombres de la codicia más difícil y los
señalamientos más comprometedores. Ambrosio, Crisósto-
mo, y Agustín fueron casi movidos a asumir el oficio del
obispado. De nuevo en la reforma, la importancia del ofi-
cio del sacerdocio se levantó con la estimación del desper-
tar de la iglesia. Su dignidad de confianza y gracia, puso
en pugna la gloria superior de la pompa externa y la apa-
riencia. Los hombres reconocieron, de forma modesta, hu-
milde y devota, a los líderes de la reforma, el avivamiento
de los primeros cristianos, el carácter verdadero y la eleva-
ción del oficio pastoral. Sí, hermanos, nosotros debemos
humillarnos a nosotros mismos, ciertamente, pero debemos
magnificar nuestro oficio. Debemos levantar a lo alto un
carácter santo, de tal manera que se imprima en el pas-
tor espiritual. Ya no debemos pensar que es una materia
común u ordinaria, una cosa, por supuesto, un asunto que
se puede hacer en cualquier momento, una preocupación
secundaria para nuestro gusto, nuestra indulgencia, nuestra
falta de actividad científico-literaria; esto [del carácter
elevado] debe tomar el liderazgo de todo. Esto debe ocu-
par todo nuestro cuidado, todo nuestro tiempo, toda nues-
tra diligencia, todo lo mejor y los esfuerzos más perseve-
rantes de nuestra mente y afecciones  todo nuestro es-
fuerzo y auto negación y estudio. El Evangelio es un don
indescriptible. Toca la eternidad. Concierne a ambos mun-
dos. Involucra la Gloria de Dios, la honra de Cristo, el bie-
nestar de las almas. Se fundamenta en las indescriptibles
agonías de la cruz, que no cesaron hasta que trajo hasta sí
al penitente pecador, y lo ha dispuesto seguro en el cielo.
Las bendiciones que tenemos para ofrecer son las más
grandes; la aflicción que tenemos para denunciar es la más
temeraria. Todo lo que está conectado con las funciones de
nuestro oficio participa de la importancia incomprensible
de los dones del Salvador y del Espíritu Santo. Hasta que
nuestra alma entera esté repleta de nuestro sagrado llama-
24 El Carácter de un Ministro

do, animado, elevado, absorbidos  hasta que no veamos


nada más importante, comparado con nuestro oficio 
hasta que ninguna otra cosa nos satisfaga, o pueda satisfa-
cernos más que el éxito en esto  hasta que busquemos en
los asuntos de la búsqueda humana, y de la sabiduría hu-
mana, y del poder humano, y de la gloria humana, como
los juguetes de los niños en la comparación, hasta que di-
bujemos todos nuestros estudios, todas nuestras afeccio-
nes, toda facultad de nuestras mentes, y cada miembro de
nuestros cuerpos, a este único punto, la salvación de las
almas sea el único objetivo que perseguimos, el único ob-
jetivo de nuestro deseo, la pasión que rige nuestras almas,
nunca podemos esperar un avivamiento en general de tal
religión, la cual solo puede brotar, bajo la bendición de
Dios, de tal principio e impresión”.7

Vayamos en pos, amados, de la dignidad del llamamiento que nos han he-
cho. Pongamos en alto el carácter santo que nos fue impartido por la divini-
dad, pues así daremos gloria a nuestro Bendito Salvador. Una luz no se
enciende para ser puesta debajo de un cajón. Nuestra luz, la que nos fue
dada en Cristo, debe brillar desde nuestra investidura hasta la eternidad.
Si queremos un avivamiento en nuestras iglesias y en el pueblo de Dios
en general, es menester una generación de santos hombres de Dios que en-
tienden el carácter del Santo Oficio, que persigan la gloria de Dios a costa
de todo lo demás: la fama, el prestigio, el bienestar, la humillación, la en-
trega total, y si es necesario la entrega de nuestras propias vidas en sacrifi-
cio y testimonio. Y que incluso, podamos llegar a preferir un tipo de muer-
te diferente de la de nuestro Señor para no ser comparados a Él.
Hay un precio que pagar. Ese precio es la piedad, la búsqueda del ca-
rácter perfecto, y la renuncia a todo lo que humanamente hablando desea-
mos para que el Señor sea el único glorificado. No cualquiericemos el sa-
grado llamamiento. El Señor apostó a sus escogidos, apostó a sus llamados,
apuesta a sus enviados.

Dr. Willian H. DeLancey8 (1797-1865)

En su sermón de consagración al Santo Ministerio del Dr. Manton East-


bum, predicado en la Iglesia de la Trinidad, en Boston, el 29 de diciembre
de 1842. Documento guardado en los archivos de la Biblioteca General de
la Universidad de Michigan. Págs. 36ss.
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 25

Él definió el carácter de un ministro como: Fidelidad (ser fiel hasta la


muerte–Apocalipsis 2:10) y habló sobre como ser fieles en 6 áreas princi-
pales según hacemos constar abajo:

1. Fieles al evangelio de Cristo.


“El Obispo fiel no ve, entonces, en cualquier avance que
los hombres han hecho en el refinamiento, el aprendizaje o
la filosofía, la razón suficiente que justifique ningún pre-
texto de abandonar, suprimir o modificar, las verdades
grandes y solemnes, con la que el Evangelio inició su sos-
tén al bien moral eterno de los hombres”.
“No hay ninguna ambigüedad en su posición. Él está
en la iglesia de Cristo, y ha confiado en el evangelio de
Cristo”.

2. Fidelidad en su apoyo de la iglesia, en la organización


bíblica y primitiva  la Palabra pura, el Ministerio intac-
to, los Sacramentos tal cual Cristo los ordenó, y su autori-
dad y ordenanzas como Él y Sus Apóstoles las ordenaron
al rebaño. Enseñó, como Él estableció, que se ha de ver a
la Iglesia como la esposa y el cuerpo de Cristo, como “la
columna y baluarte de la verdad”, como el “candelero de
oro”, en el cual se colocan la Palabra, el Ministerio y los
Sacramentos, para dar a luz y el brillo y consuelo a todos
en el círculo de su influencia, no menos que para ser un
faro para ellos, el cual nunca podrá hundir esta institución
de Dios en una mera asociación voluntaria, ni estimar sus
pretensiones sobre sí mismo y sobre sus condiscípulos co-
mo cosa de poca monta o de la débil obligación. Los títu-
los de las mismas y el carácter que le asignen, no puede
dejar de garantizar por ello su afecto, sentido, y los esfuer-
zos. Se trata de “el Reino de Dios,” establecido por Él en-
tre los rebeldes e idólatras imperios del mundo; se trata de
el Reino de Cristo, establecido por la agencia de la encar-
nación del Hijo del Altísimo; se trata de “el Reino de los
cielos”, designado para preparar hombres para la asocia-
ción pura del mundo celestial, y guiarlos e introducirlos a
sus glorias; se trata del reino de los santos, como enten-
diendo la porción regenerada y restaurada de su provincia
rebelde, quien profesa retornar a esa elegancia de corazón
26 El Carácter de un Ministro

y vida que reconcilia con Dios, y son provistas con los me-
dios, y límites de la búsqueda, de la santidad universal, por
los términos de un pacto explícito.

3. El obispo fiel será diligente en el mantenimiento del orden


y la pureza de la adoración prescrita de la iglesia, de
acuerdo con las formas que, consagrados por la piedad y la
sabiduría de la época, el suministra a sus propios miem-
bros, acorde a la Palabra de Dios, la más rica fuente de
consuelo y disfrute espiritual, y para los que nos rodean,
las características más atractivas de la dignidad, el favor y
la adaptación a los más cálidos sentimientos de piedad y
espiritualidad en el corazón humano.

4. Él será fiel en cuidar, entre su clero, los sentimientos de


devoción Cristiana; que la ansiedad por las almas de sus
respectivos rebaños; esa obediencia ciega a la voluntad de
Cristo; esa completa y cordial dependencia en los rescates
prometidos de su gracia; esa elevación sobre cualquier in-
fluencia de la sonrisa y el fruncimiento de las cejas terre-
nales; ese ilustre y firme enclave a la institución de la igle-
sia; esa expresión franca de puntos de vistas independien-
tes, en todas las preguntas que vienen a ellos como sus
consejeros y legisladores…

5. Su fidelidad será mostrada en su búsqueda de levantar y


extender, entre los laicos a su cuidado, una segura convic-
ción de la influencia que ellos ejercen, para bien o para
mal, según ellos traigan sus respectivos dones a ser distri-
buidos para el bienestar de la iglesia y la salvación de los
hombres; por el sello, la libertad, y la preocupación en su
empresa, tomando ellos sobre sí la auto-negación del ca-
rácter Cristiano, y estableciendo sus “afecciones en las
cosas de arriba,” o entregando sus corazones a la apatía
espiritual, a la ignorancia y a la mundanalidad, generando
disgustos por el servicio a Dios, y golpeando el corazón y
las manos por el interés espiritual y eterno de los hombres.

6. El Obispo de la iglesia debe ser fiel a su propia alma.


¡Ay! ¡Ay! La profunda convicción de debilidad, flaqueza,
y pecado, demanda la confesión de que: “Tenemos este
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 27

tesoro en vasijas de barro, para que la excelencia del po-


der sea de Dios, y no de nosotros”. Ninguna elevación
puede mostrar el enemigo secreto sin Él. Ninguna super-
visión de otros podrá jamás escudarlo de lo más elevado
del pecado sobre sí mismo. Ninguna solicitud por otros,
podrá jamás compensar la indolente negligencia de su
propio bien espiritual, tampoco lo podrán exonerar de su
obligación por la santidad, o del uso de los medios de gra-
cia. La humildad, la contrición y la auto-abnegación ha de
caracterizarlo, hablamos de la humildad de Cristo. Suya
ha de ser la fe sencilla y confiada como la de un niño. Su-
ya también ha de ser el sometimiento a la tierna concien-
cia del santo recién avivado. Ha de hacer suya la comu-
nión en la habitación secreta con Aquel que “ve en lo se-
creto”. Debe hacer suya la oración importuna, y la mirada
de águila de vigilancia. Debe hacer propio el riguroso auto
-control, la lengua guardada, la renovación continua y
fresca del pensamiento, el deseo refrenado, el ojo entrena-
do en rechazar los deseos, lo que, en definitiva se ha de-
nominado, el uso más diligente de todos los medios de
gracia. Ha de hacerlos suyo si quiere resistir de manera
efectiva las corrupciones de su propia naturaleza, las ten-
taciones, agravada a menudo por su posición, la cual lo
acosa al igual que a los demás, y por los ataques desespe-
rados del más grande de todos los enemigos, de quien el
triunfo de su orgullo siempre será hundir a los líderes del
ejército al polvo de las inconsistencias secretas, o a la hu-
millante exposición pública del pecado.
28 El Carácter de un Ministro

Arthur Pink9 (1882–1952)


En su comentario sobre Mateo 5-7, en su “Exposition on the Sermon on the
Mount”, comentando sobre las Bienaventuranzas, Pink escribió:

“A pesar de que se nos dijo al principio del capítulo 5 que


eran Sus “discípulos” a quienes Cristo enseñaba aquí, sin
embargo, es igualmente claro en los versículos finales del
capítulo 7 que este sermón se habló en los oídos de las
multitudes. Esto debe tenerse en cuenta de manera cons-
tante en todo, porque si bien contiene mucha instrucción
para los creyentes en relación con la práctica de una vida
buena y honesta, también es cierto que en parte este dis-
curso está evidentemente diseñado para los no creyentes,
en particular las secciones que contienen una mayor data
estableciendo la naturaleza espiritual de su reino y el
carácter de los que entran y disfrutan de sus privile-
gios”.10

Para Pink, las Bienaventuranzas, y el resto de las características piadosas


en todo el sermón, describen el carácter de aquellos que entran y disfrutan
los privilegios del Reino de Dios. En el mismo libro escribió lo siguiente:

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos


es el reino de los cielos (Mateo 5:3). En estas palabras
Cristo comienza a plasmar una pintura de aquellos caracte-
res en quienes reposa la bendición de Dios. Es un cuadro
compuesto, cada línea en la obra acentúa ciertos distintivos
espirituales y con él todo nosotros podríamos con toda ho-
nestidad y cuidado compararnos a nosotros mismos”.11

Dr. Martyn Lloyd-Jones12 (1899 – 1981)

El Dr. Lloyd-Jones, en su comentario sobre Efesios 5:18-2113 escribió:

“El apóstol [Pablo] está tratando de mostrar a los efesios el


carácter único del cristiano, pues el argumento es que ser
un creyente y, como consecuencia, el no permanecer en el
estado en que vivíamos antes; entonces ahora es posible
vivir en un gozo real”.14 “Debemos ser diferentes de lo que
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 29

éramos antes de venir a Cristo, debemos ser diferentes que


los del mundo, y nuestros rasgos esenciales han de ser
completamente diferentes a la de los hombres y mujeres
que todavía pertenecen a este reino [mundanal]”.15
(Corchetes añadidos por el autor)

Lloyd-Jones también escribió:

“…el apóstol nos recuerda aquí que no debería haber nada


más evidente en un Cristiano, nada más característico, que
esta virtud de orden, esta cualidad de una vida ordenada,
este balance, este razonamiento, esa disciplina”.16

Refiriéndose al asunto de cómo instruir a otros en la vida Cristiana, dijo:

“¡No hay manera más profunda de enseñar sobre la santifi-


cación y la santidad que simplemente enseñar tal doctrina
ilustrada con el ser, la naturaleza y el carácter de Dios! No
inicies contigo mismo y tus problemas y necesidades, ini-
cia con Dios. Esto no empieza con tu deseo, inicia con el
Todopoderoso, el Santo, Santo, Santo, Señor Dios, Todo-
poderoso. ¿Qué podría ser más conductor a la santidad y la
pureza que Él? La Biblia está repleta de esta enseñanza”.17

Para Lloyd-Jones el carácter cambia cuando te conviertes al cristianismo, y


de inmediato cambias de tener un carácter mundano a tener un carácter
Cristiano.
Comentando sobre el Sermón del Monte (Mateo 5-7), él dijo:

“Las Bienaventuranzas nos muestran que: primero, todos


los cristianos son así… No es una mera descripción de
ciertos creyentes… Segundo, estas Bienaventuranzas no
son una descripción de oficios;18 ellas son una descripción
del carácter…19 Tercero, esta descripción, yo sugiero, cla-
ramente indica (quizás más claro que cualquier otra cosa
en toda la Escritura) la absoluta y esencial diferencia entre
el Cristiano y el no-cristiano”.20

M. D. Lloyd-Jones no nos deja a nuestra especulación sobre el tema y es-


cribió respecto de la naturaleza de las características (que conforman el
todo, el carácter) como sigue:
30 El Carácter de un Ministro

“Ninguna de estas descripciones se refiere a lo que po-


dríamos llamar tendencia natural. Cada una de ellas es
completamente una disposición la cual es producida por
gracia por la operación del Espíritu Santo en nosotros. No
puedo enfatizar esto más fuertemente. Ningún hombre na-
tural se puede conformar a las descripciones que se regis-
tran en las Bienaventuranzas, y debemos ser muy cuidado-
sos de dibujar una marcada distinción entre las cualidades
espirituales que aquí se describen, a aquellas materiales
que se asemejan”.21

Dr. John R. W. Stott22 (1921 – 2011)

En su introducción al Sermón del Monte, Stott arribó a la siguiente conclu-


sión:

La enseñanza del Sermón es que los cristianos (los ciuda-


danos del Reino) han de ser enteramente diferentes de los
que no son cristianos. Como dijo Jesús: “no seáis como
ellos” (Mateo 6:8). Esto significa: “nosotros no debemos
hacer lo que ellos hacen” (Levíticos 18:13). Esto es así
solo en base del arrepentimiento, a lo cual Jesús llamó a
todos (4.17). En resumen, los cristianos (nosotros) hemos
de ser:

1. Totalmente diferentes en carácter (Mateo 5.3-11)

2. Nuestra justicia debe exceder la de los escribas y


fariseos (en comportamiento ético y en piedad reli-
giosa)

3. Nuestro amor debe sobrepasar el amor de los gen-


tiles (pues hemos de amar aun a nuestros enemi-
gos)

4. Hemos de enfocarnos en las cosas de arriba, en


vez de las terrenales como hacen los gentiles
(6:32, 33)
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 31

Él hace notar que el patrón comparativo se trata de un grupo muy selecto,


judíos, y entre ellos, los escribas y fariseos, quienes eran los teólogos y los
hombres religiosos de más alta reputación en su entonces.23

Dr. John Richard24


En su libro “The Pastoral Ministry (el Ministerio Pastoral)” escribió:

Jesús le dijo a sus discípulos, “Si alguno me sirve, síga-


me… Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan
12:26).
Si aquellos que sirven a Cristo tienen que seguir a
Cristo, entonces nosotros, pastores, debemos seguirle a Él
más de cerca.

Él considera aquí al servidor en general, pero como ya hemos explicado,


nosotros somos sus siervos (esclavos). De manera que este pasaje está ha-
blando directamente sobre nosotros. Nosotros somos siervos de Cristo, ser-
vimos a Dios. Así que somos sus seguidores. En la misma sección, el pas-
tor Richard escribió la siguiente declaración poderosa:

“Nuestro conocimiento académico o teológico no traerá


gente a Cristo, solo nuestra semejanza a Él lo hará.”

En la misma línea de pensamiento, citando al pastor Robert Murray


M’Cheyne25, el Dr. Richard escribió:

“No es el gran talento lo que Dios bendice sino la semejan-


za a Él. Un ministro santo es un arma impresionante en
las manos de Dios”.26

Lo que ambos (el Dr. Richard y el pastor M’Cheyne) están describiendo es


a lo que estamos aquí llamando carácter. El carácter es lo que somos. El
carácter de un Ministro Cristiano ha de ser como Cristo. El carácter es
nuestra semejanza a Cristo.
32 El Carácter de un Ministro

John MacArthur, Jr.


MacArthur, en su libro: “Redescubriendo el Ministerio Pastoral” dedica el
capítulo 5 al asunto del “carácter” del pastor, donde declara que:

“Pablo, en Tito 1, provee una buena oportunidad para ar-


gumentar los rasgos del carácter necesario para alguien
que ostenta el ministerio pastoral en una iglesia local. De-
be ser un hombre con la más alta moralidad en su compor-
tamiento sexual. El verso 9 relata lo que Dios quiere que
haga el pastor, pero primero y principalmente los versos 6
al 8 nos dicen lo que el pastor DEBE SER.”27
(Énfasis del autor)

Después de mencionar las características específicas en el pasaje, él hace la


explicación que del pasaje hiciera Alexander Strauch en su libro: “El An-
cianato Bíblico”, según sigue:

“Este es el estándar de Dios para el carácter de cual-


quier pastor y tal es la primera consideración en la prepa-
ración para el ministerio pastoral.”28
(Énfasis del autor)

El resumen respecto al carácter de un pastor es que él debe ser


“irreprensible, humilde”. El resto de la lista (en Tito 1) es un examen de
cada componente de la característica  irreprensible.

Dr. Erwin Lutzer


En su libro: “De Pastor a Pastor: cómo enfrontar los problemas del Minis-
terio”, Lutzer escribió:

“Ciertamente las cualidades mostradas en 1 Timoteo 3 co-


rresponden más a la descripción del carácter actual de un
hombre y no tanto al que tuvo en el pasado, pero con fre-
cuencia su vida anterior es relevante, particularmente a
partir de su conversión. Si el hombre no aprueba el exa-
men de las Escrituras, debe ser excluido del ministerio, y
quizás posteriormente su llamado pueda cumplirse de otra
manera”.29
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 33

Derek Prime

En su introducción al capítulo dos “Vida y Carácter”, de su libro:


“On Being a Pastor (Siendo un Pastor)”, él escribió:

“Es el enemigo de nuestra alma sutil que trata de hacernos


creer que los requerimientos de Dios sobre nuestra vida y
carácter son de poca importancia o demasiado familiar.
Robert Murray M’Cheyne  el ministro piadoso Dundee
que murió cuando sólo tenía veintinueve años  pone
nuestro tema en la perspectiva correcta en dos de sus de-
claraciones más reveladoras sobre la vida personal de un
ministro: En primer lugar, “la mayor necesidad de mi gen-
te es mi santidad personal”; y segundo, “qué terrible arma
en la mano de Dios es un ministro santo”. Fue adecuado
para Hensley Henson, un obispo de Durham, para ser pro-
nunciado en un servicio de ordenación “estamos compro-
metidos a una vida consagrada no sólo la búsqueda de una
profesión”. Con razón Pablo apela a Timoteo, el joven pas-
tor y maestro, como un “hombre de Dios”. (1 Timoteo
6:11)30

Prime también escribió lo siguiente:

“El Nuevo Testamento enfatiza el carácter como una cuali-


dad para el liderazgo espiritual por encima de los dones
 de hecho, probablemente más en el carácter... el fruto
del Espíritu es tan importante como el don del Espíritu
tanto en la vida de un pastor y maestro, como para cual-
quier cristiano. No existe rivalidad entre los dos: Ambos
son importantes y necesarias. Pero el don del Espíritu debe
ejercerse en una manera que glorifique a Dios, que es su
propósito (1 Pedro 4:11; cf. 1 Pedro 4:7-9). El don del pre-
dicador no es tan valeroso para el cuerpo de Cristo como
su carácter cuando demuestra la verdad de lo que decla-
ra”.31
34 El Carácter de un Ministro

Dr. Brian Chapell


En su libro: “La Predicación Cristo-céntrica”, Chapell establece la diferen-
cia entre gracia y carácter cuando escribe:

“El énfasis en el carácter de un pastor es fútil y erróneo sin


entender la gracia que moldea el carácter y el conducirse
de alguien acorde a la voluntad de Dios. El esfuerzo hu-
mano está comprometido con la vida santa, pero él en sí
mismo no es productor de la santidad… Intentando confor-
mar nuestro carácter a los requerimientos de Dios en la
suficiencia de nuestras acciones es tan arrogante como los
esfuerzos de salvar almas por nuestros talentos. Los predi-
cadores potentes deben llegar a ser bien informados con la
gracia que sus ‘carácteres’ requieren”.32

En su libro citó a Wesley y estableció que cuando predicamos la gente no


ve y escucha el sermón sino a nosotros.

“La honestidad de Wesley refleja la admonición de la Es-


critura y nos reta a guardar nuestro carácter si queremos
eficacia con la Palabra.”33

En el mismo pensamiento escribió:

“Ninguna verdad clama más fuerte a la santidad del pastor


que la conexión entre el carácter de un pastor y la recepti-
vidad a su sermón.”34

Y otra vez:

“El carácter y la compasión de un ministro, más que las


características del sermón predicado, determinan la calidad
del mensaje escuchado.”35
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 35

Jerry Bridges
Bridges, en su libro: “La Devoción a Dios en Acción”, cuando trató el te-
ma: “Vistámonos del carácter de Dios” (en el cap. 5) escribió:

“La piedad, o devoción a Dios, consiste de dos característi-


cas distintivas pero complementarias. La persona que quie-
ra ejercitarse en la devoción a Dios debe ocuparse de am-
bas con el mismo vigor. La primera es estar centrado en
Dios, a lo que llamamos la devoción a Dios; la segunda es
ser semejante a Dios, a lo que llamamos el carácter Cris-
tiano. El carácter piadoso surge de la devoción a Dios y
confirma de manera práctica la realidad de dicha devoción.
Debemos expresar reverencia hacia Dios, podemos
elevar nuestros corazones en alabanzas a Él, pero demos-
tramos la realidad de nuestra devoción a través de nuestro
sincero deseo de ser como Él. Pablo quería no solo cono-
cer a Cristo, sino también ser como Él; y Pablo se esforza-
ba con gran intensidad para llegar a esa meta”.36

De esta declaración en lo adelante Bridge se enfoca en desarrollar el tema:


Cómo ser semejante a Dios (el desarrollo del carácter santo). Por ello él
escribe un grupo de características que ponen de manifiesto el carácter de
una persona piadosa. En el mismo capítulo él habla de: (1) la motivación
correcta de la devoción a Dios, (2) la fuente de nuestro poder debe ser Je-
sús, (3) nuestra responsabilidad en el desarrollo del carácter es nuestra de-
pendencia de Dios, (4) nuestro desprendimiento continuo del Viejo hombre
(la naturaleza pecaminosa) y la procura de la nueva (la de Cristo), (5) creci-
miento equilibrado, en el fruto del Espíritu, y (6) creciendo progresivamen-
te.
Bridges nos provee un diagrama que nos muestra las diferencias entre
nuestra conducta y nuestro carácter el cual muestro abajo:
36 El Carácter de un Ministro

Este diagrama nos muestra que no podemos separar el comportamiento,


nuestra conducta, de lo que realmente somos: nuestro carácter.
A seguidas del cap. 5, Bridge nos presenta un grupo de características
que según el demuestran los aspectos del carácter piadoso, a saber: humil-
dad (Lucas 14:17), contentamiento (1 Timoteo 6:6), agradecimiento
(Salmos 100:4-5), gozo (Romanos 14:17), santidad (1 Juan 1:5), dominio
propio (Proverbios 25:28), fidelidad (Proverbios 20:6), paz (Romanos
12:18), paciencia (Colosenses 3:12-13), mansedumbre (Gálatas 25:23ss;
Colosenses 3:12), bondad (Gálatas 6:10), amor (Colosenses 3:14), persi-
guiendo el blanco (2 Timoteo 4:7).
Como has podido ver se trata de una exposición de las características
generalmente conocidas como “el fruto del Espíritu”. Reflejar este fruto, el
cual es un paquete (razón por la cual la Biblia las menciona en singular 
Gálatas 5:22ss), es ser santo, ser semejantes a Cristo, portar un carácter
Cristiano, ser maduro.

Dr. Charles R. Swindoll


Swindoll es uno de los autores cristianos que más grande contribución ha
hecho al campo del carácter del cristiano, quizás el de mayor aporte en la
historia Cristiana completa, a mi consideración. Su libro: “La Búsqueda del
Carácter Maduro”, su libro sobre liderazgo bíblico, como el clásico:
“Pásame Otro Ladrillo”, su serie sobre personajes de la Biblia, subtitulada
“Grandes Hombres de la Biblia”, que son biografías extraídas de la médula
misma de las escrituras de personajes como: José, Moisés, David, Elías,
Pablo, Ruth, entre otros, nos brindan amplia luz sobre nuestro tema. Swin-
doll declaró:

“A Dios no le importa ni la fama ni la imagen. Él está in-


teresado en la sustancia y el carácter”.37
Lo que han escrito los pastores a través de la historia respecto del carácter 37

ALGUNAS OBSERVACIONES

Como habrás podido notar, el término “carácter” no se ha venido usando


específicamente por mucho tiempo. Es una palabra básicamente explotada
en los dos últimos siglos, especialmente significando lo que hemos esta-
blecido en este libro. En los casos en los que hemos visto referencia direc-
ta al carácter, notarás una semejanza extraordinaria entre los autores cris-
tianos y los pastores. En el capítulo siguiente te mostraremos declaracio-
nes actuales sobre lo que consideran los pastores del rebaño de Dios (los
ministros de hoy, especialmente los conservadores).
En esencia, ellos quieren decir que el comportamiento es el grupo
de características que distinguen a los hombres. Incluso, Bridge nos mos-
tró un diagrama sencillo sobre la indivisibilidad de comportamiento y ca-
rácter, por hacer una diferencia entre términos. En el cap. 1 describimos
que el carácter es una imagen, una impresión del modelo, y por tal razón,
en el caso de un ministro (pastor, anciano, obispo, diácono), ese modelo es
Dios mismo, Jesucristo.
En los capítulos venideros analizaremos mas evidencias bíblicas para
fortalecer nuestra tesis. En el próximo capítulo hemos de ver lo que los
pastores (ministros) creen que la Biblia enseña sobre el particular. Sigue
con nosotros en esta fascinante aventura por las sendas de la verdad sobre
un asunto tan vital como lo es “el carácter cristiano”, y como están llama-
dos a ser los “pastores”.
39

Capítulo Cuatro

LO QUE PIENSAN LOS PASTORES DE


HOY RESPECTO AL CARÁCTER DE UN MI-
NISTRO

Las ideas que presentamos en este capítulo son interacciones personales o


por correspondencia con pastores involucrados en el ministerio, en diferen-
tes naciones y ciudades. Lo que plasmo es la respuesta de ellos a las pre-
guntas:

1. ¿CÓMO DEFINE USTED EL “CARÁCTER”?


2. ¿CÓMO PIENSA USTED QUE LA BIBLIA ENFOCA O DEFI-
NE “EL CARÁCTER DE UN PASTOR”?
3. ¿QUÉ CREES QUE DEBERÍAN HACER LOS MINISTROS PA-
RA AFILAR EL CARÁCTER DE ELLOS?

Las respuestas de los ministros del evangelio consultados no son necesaria-


mente exhaustivas, y algunos decidieron contestar solo una o dos de las
preguntas. Así que por fácil que te parezca fue un esfuerzo de tres largos
años el conseguir unas 35 respuestas de las que plasmaré aquí solo la mitad
por razones de espacio. Yo conozco personalmente a más de la mitad de los
40 El Carácter de un Ministro
consultados, incluso algunos son mis amigos muy queridos y afectuosos, y
otros, inclusive, mis mentores. Algunos son de buena reputación como es-
critores, tales como: el Sr. Alexander Strauch, el Dr. Jerry Stanley Key, el
Dr. Miguel Núñez, el Rev. Peter Percy, el pastor Wayne Riddering, y el
pastor José Mallén; todos sirven o sirvieron en el ministerio pastoral y de
enseñanza.

Alexander Strauch
Autor cristiano, Colorado, USA.

Creo que el Nuevo Testamento hace hincapié en la reputación pú-


blica del carácter de un hombre. Esto debe ser verdad en el matri-
monio y la familia de ese hombre. Él también debe tener autocon-
trol e integridad y juicio equilibrado. En mi libro ‘Liderando con
Amor’ hago hincapié en la importancia de amar (desear) el carácter
‘como el de Cristo’, la comprensión de los demás, el sacrificio per-
sonal y el cuidado de los demás.

Dr. Miguel Núñez


Pastor principal en la Iglesia Bautista Internacional, Santo Domingo, R.D.
Autor de varios libros. Fundador de “RESPUESTAS” (un semanario de
TV). Fundador del ministerio Integridad y Sabiduría. Profesor en el Semi-
nario Teológico Bautista Dominicano (STEBD).

“El carácter es la esencia de lo que es una persona, a diferencia de


reputación, que es lo que la gente piensa que la persona es. El ca-
rácter de una persona se forma a través de su vida, cada experien-
cia contribuye a moldear lo que esa persona ha de llegar a ser. Por
otro lado, el carácter es también una opción, puedo elegir ser ex-
puesto a la gente equivocada, las circunstancias equivocadas, mal
literatura, etc., o puedo elegir ser enseñado por las personas ade-
cuadas, autores, profesores, y contribuir a modificar cualquier defi-
ciencia de mi carácter adquirido en mi pasado. Un carácter fuerte
generalmente se forjó a través de tiempos difíciles, lo cual es una
de las razones por las que la búsqueda de personas de carácter fuer-
te en nuestros días es tan difícil, debido a la ‘actitud de evasión’ de
nuestra generación.
El mejor texto de las Escrituras para responder a la pregunta
‘¿Qué enseña la Biblia acerca del carácter?’ es 1 Timoteo 3:1-7:
Lo que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 41

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra


desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso,
hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pen-
denciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino
amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa,
que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad,
pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cui-
dará de la iglesia de Dios?; no un neófito, no sea que en-
vaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También
es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera,
para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”

Como habrás podido notar, todas las virtudes que se encuentran en


este pasaje se relacionan, no con algo que el ministro debe hacer,
sino con lo que debe ser, con una única excepción que se encuentra
al final del versículo 2 cuando Pablo habla acerca de la capacidad
del pastor para enseñar. Por lo tanto, la Biblia se refiere principal-
mente a lo que una persona es, más que lo que una persona hace,
porque el carácter es siempre más importante que el talento. Esto
explica porqué Dios se llevó 40 años, quizás 80, para formar un
Moisés y varios años para formar un Pablo. La Biblia no describe
el carácter como algo que se aprende de un libro, sino más bien
como algo que el Espíritu Santo forma en ti, según él usa la pala-
bra de Dios y las circunstancias en la vida para santificarte. La Bi-
blia no se centra tanto en la palabra carácter, como usualmente lo
hacemos nosotros, sino que más bien se centra en la santificación.
Por lo tanto, si lo vemos de esta manera, entonces las virtudes
mencionadas en Gálatas 5:22-23 como el fruto del Espíritu,
debe ser parte de la naturaleza del ministerio.
Sobre qué hacer para afinar el carácter: un ministro siempre
debe trabajar en su carácter a través de toda su vida, entendiendo
que es una parte esencial de su proceso de santificación (formación
del carácter) es la lectura y meditación de la Palabra de Dios y el
confiar en el Espíritu Santo al mismo tiempo. En consecuencia, un
ministro debe ser un hombre de palabra y un hombre entrega-
do a la voluntad de su Dios. En cierto sentido, se podría decir que
esto debería ser suficiente. Sin embargo, porque todos somos cria-
turas caídas dadas al pecado, tenemos que rendir cuentas. Por tal
motivo, la formación del carácter del ministro, idealmente, debe
ser supervisado por un puñado de hombres piadosos, a quienes
42 El Carácter de un Ministro

deba dar cuentas de su vida, y quienes puedan contribuir a su santi-


ficación. También un pastor debe ser un ávido lector de literatura
con una sólida perspectiva teológica cristiana. Por último, el hom-
bre de Dios debe huir de las tentaciones, tan lejos como pueda, y
debe hacer un hábito de meditar en Filipenses 4:8.

‘Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo


lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, to-
do lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad’”.

Dr. William Brown


Presidente de la Universidad Cedarville, Cedarville, Ohio, EE.UU.

“Defino carácter utilizando la idea bíblica ‘integridad’. Integridad


tiene el significado de la raíz de completo, unido. Esto significa
que un hombre de carácter muestra un sentido de consistencia posi-
tiva en su vida. En otras palabras, su vida siempre ejemplifica la
perspectiva bíblica mostrada en el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-
23) y los altos estándares de un pastor bíblico (1 Timoteo 3:1-7, 1
Pedro 5:1-4).
He dicho anteriormente que el carácter de un ministro cristiano
se centra tanto en su compromiso interno con Dios, Su Palabra y
Su pueblo y el modelaje externo del fruto del Espíritu hacia los que
le rodean. La conclusión es esta: si usted sabe quién es usted, usted
sabrá qué hacer. El ministro cristiano es siempre un modelo a se-
guir, no solo para la gente de su iglesia, sino a un mundo incrédulo
desesperadamente en busca de vida auténtica.
En la práctica, el ministro cristiano debe asegurarse de que
cada día ‘toma su cruz’ y sigue a la persona de Jesucristo. También
es abierta y rinde cuentas a otras personas que pueden hablar a su
vida para animarlo en lo que está haciendo bien y advertirle sobre
dónde puede estar actuando pobremente.”
Lo que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 43

R. Otoniel (Otto) Sánchez


Pastor principal en la iglesia Bautista Ozama, Santo Domingo, R.D. Direc-
tor del Seminario Teológico Bautista Dominicano.

“Pienso que en la Biblia no encuentro un resumen sino característi-


cas (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9). Para resumirlo lo que hay que
hacer es darle una mirada a estos pasajes y allí encontraremos plas-
mado lo que debe ser el carácter de un ministro. Sin embargo, ba-
sado en una exhortación de Pablo a Timoteo, creo que podemos
resumir el carácter en dos grandes requisitos que se evidencian en
2 Timoteo 2:15.

‘Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, co-


mo obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien
la palabra de verdad.’

Aquí vemos dos grandes cualidades que tiene un obrero aprobado


conforman lo que debe ser su carácter:

1) Integridad personal. Que no tiene nada de qué avergonzar-


se. Buen testimonio, de hecho, todos los requisitos de 1 Ti-
moteo 3:1-7 y de Tito1:5-9 tienen que ver más con el carác-
ter que con el conocimiento. Es decir, que sea buen esposo,
buen padre, buen hijo... Que sea dócil, humilde, conciliador,
servicial, confidente, no egoísta, ni envidioso, etc.

2) Integridad Teológica. Que usa (traza, corta) bien la palabra


de verdad. El uso correcto de la palabra de Dios completa el
perfil o carácter de un ministro. Amar a Cristo es amar su
palabra, porque Cristo y lo que él ha dicho son la misma cosa
(Juan 1:1; 14: 6; 17: 17).

Esto es lo más que te lo puedo resumir por ahora”.


44 El Carácter de un Ministro

Dr. George W. Murray


Canciller de la Universidad Internacional de Columbia, Columbia, Caroli-
na del Sur, EE.UU.

“El carácter es lo que una persona realmente es en su interior, no


sólo cómo él (o ella) parece en el exterior. El carácter es lo que
eres en la oscuridad, cuando nadie te ve. Carácter implica ser,
mientras que la conducta implica hacer. El carácter es ‘el verdade-
ro yo’, es decir, lo que yo sé de mí mismo, y (lo más importante) lo
que Dios sabe que yo soy, sin importar lo que los demás puedan
pensar.
El carácter de un líder cristiano, según la Escritura, es lo que
esa persona es en el interior, e incluiría: temeroso de Dios, seguir a
Dios, obedecer a Dios (sin importar el costo ni lo que otros pien-
san). Un líder de carácter cristiano pone a Dios primero, y se preo-
cupa por los demás más que del cuidado de sí mismo(a). El carác-
ter de un líder cristiano debe demostrar honestidad, pureza, valor,
amor, generosidad y espíritu de oración.
Para afilar su carácter, un líder cristiano necesita pasar tiempo
prolongado, regular a solas con Dios en su Palabra y en la oración.
Él (o ella) también necesita pasar tiempo con otros creyentes y ser
responsables ante ellos, permitiendo ser desafiado y enfrentado por
ellos en las áreas donde necesita crecer y aquellas en las que debe
mostrar obediencia en su propia vida. Él (o ella) también debe es-
cuchar seria y abiertamente la crítica constructiva de su cónyugue,
ya que el cónyugue probablemente le conoce mejor que nadie.”

Wayne Riddering
Pastor en la iglesia Luterana de Westcliffe, Colorado, EE.UU. Profesor de
Teología Pastoral en el Seminario Presbiteriano de Westcliffe. Es también
autor cristiano.

“Carácter de acuerdo con la Biblia quiere decir ‘vivir una vida de


integridad por el poder del Espíritu Santo’. El carácter es una cues-
tión de comportamiento, así como de conocimiento.
Con el fin de perfeccionar su carácter, un pastor debe: 1) vivir
en sumisión total a Dios, 2) amar a su familia, y 3) amar al perdi-
do.”
Lo que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 45

Dr. Ron Blue


Pastor, Coordinador del Doctorado en Ministerio del DTS (Seminario
Teológico de Dallas, extensión Guatemala: SETECA), EE.UU.

“El carácter es lo que alguien es cuando no está siendo supervisado


por otros.
Creo que la Biblia enfatiza lo que es una persona más que lo
que la persona piensa o hace. Las cualidades de un líder (tanto para
‘anciano’ como para el ‘diácono’) se centran en las cualidades del
carácter.
Para afilar su carácter, los ministros necesitan mantener las
disciplinas cristianas a la luz de una relación íntima con el Señor
en la Palabra y en oración, a la vez que cada pastor se mantiene o
permanece fiel a su familia, iglesia y ante el mundo que lo rodea”.

José Mallén Malla


Pastor en la iglesia Convertidos a Cristo, Santo Domingo, D.R.

“El carácter de un pastor se resume en ser manso y humilde, como


Jesús nos mandó.”

Peter Percy
Vicario Asociado, Iglesia la Catedral de la Resurrección de Lahore, Pakis-
tán.

“En este mundo, cada persona tiene diferentes estilos de vida de


alguna manera que normalmente describen su carácter. Tal carácter
se forma siempre o es identificado por diferentes puntos de vista,
filosofías diferentes, ideas diferentes y diferentes ideales. Y sobre
la base de determinados estilos de vida, sus opiniones y de acuerdo
con sus prácticas de personas se llaman: socialistas, materialistas,
terroristas, fundamentalistas, moderados y liberales.
En este mundo, el cristiano también se identifica con un estilo
de vida diferente, con un carácter diferente. En la Santa Biblia, hay
tanta atención a que el carácter (estilo de vida) de un cristiano debe
ser diferente al de los del mundo, y tal carácter debe tener un efec-
to positivo en la gente de este mundo. Este carácter se llama carác-
ter piadoso. Nuestra propia naturaleza humana es pecaminosa y por
46 El Carácter de un Ministro
ende tal naturaleza debe ser rendida a Dios mediante la aceptación
de la muerte expiatoria de Jesucristo y recibir Su salvación. Crece-
mos en tal carácter piadoso con la conciencia de que somos pere-
grinos en esta tierra, y no debemos conformarnos a este mundo,
sino que tenemos que reflejar el carácter de Dios. Un ministro cris-
tiano debe tener un efecto positivo en el mundo y debe conducir a
la gente del mundo (que mueren en sus pecados) a la luz de Cristo,
y sólo es posible a través de un carácter fuerte, positivo y piadoso
que solo se puede lograr cuando un ministro se somete totalmente a
la voluntad de Dios y vive para la gloria de Cristo en sumisión al
Espíritu Santo. Las epístolas de San Pablo a Timoteo y a Tito son
un gran ejemplo de cómo un ministro cristiano está llamado por
Dios a crecer en el carácter: ‘Un ministro debe ser un hombre de
carácter irreprensible’ (1 Timoteo 3, Tito 1:6-9).
Con el fin de afinar (perfeccionar) su carácter, un ministro de-
be:

 Estudiar la palabra de Dios diariamente


 Poner la Palabra en práctica
 Orar regularmente
 Ser como Cristo día a día”.

Héctor Salcedo
Pastor en la iglesia Bautista International, Santo Domingo, R.D.

“Pensando en esta pregunta, creo que la mejor manera de responder


es refiriéndome a 1 Timoteo 3:2-7. La primera exigencia de la lista
es: ‘pero es necesario que el obispo sea irreprensible’. Después de
estudiar este pasaje entiendo que la palabra “irreprensible”, resume
todo lo que iba a decir en detalle en el siguiente versículo. Por esta
razón, creo que el mejor resumen del carácter de un pastor es ser
“irreprensible”. Otra forma de expresarlo sería “la integridad en
todos los aspectos de su vida”, por lo que no tiene nada que ser re-
prochado.
Otro excelente texto que resume la naturaleza y la tarea del
pastor es 1 Tesalonicenses 2:1-12. Estúdialo y verás que hay una
gloriosa descripción de Pablo como pastor y su tarea ante los tesa-
lonicenses.
Como resumen de lo que el carácter de un pastor debe ser, voy
a decir que el carácter significa: “la integridad en todos los aspec-
tos de su vida”.
Lo que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 47

Dr. Bezalem Fisseha


Pastor en la iglesia Addis Ababa. Presidente de la Iglesia Unida Emma-
nuel de Etiopía.

“El carácter es la cualidad de una persona en relación a su corazón,


pero no por la apariencia.
Pablo animó a Timoteo a entrenarse en la piedad. Nadie debe
estar en una posición de liderazgo (ministerio) sin un carácter apro-
bado o probado.
Con el fin de perfeccionar su carácter, un ministro debe practi-
car el entrenamiento diario, la disciplina y la vida devocional, con
rendición de cuentas ante otros”.

Dr. Jerry Stanley Key


Pastor por 59 años. Autor Cristiano. Misionero y profesor de Seminario
Bautista del Sur de Brasil (SBSB), y en el SWBTS (seminario Teológico
Bautista del Suroeste), EE.UU, por 37 años.

“El carácter es lo que una persona es en su interior. El carácter y la


integridad caminan juntos.
Con el fin de perfeccionar su carácter, un pastor debe cuidar
de su vida devocional y vivir lo que predica”.

Ndayegamiye Manasse
Pastor en la iglesia del Nazareno, Burundi. Capellán en la Univer-
sidad Internacional de Liderazgo, Mujumbura, Burundi.

“Entiendo que el carácter es la moral de una persona, es decir, la


forma en que una persona vive y se asocia con otros en la comuni-
dad en que vive. En otras palabras, el carácter es la parte moral de
la personalidad humana, las cualidades que hacen que una persona
sea lo mejor que Dios quiere que sea. Con eso puedo decir que el
carácter es la manifestación del nivel de sabiduría de una persona,
la integridad aplica en todas las circunstancias. Por lo tanto, el ca-
rácter se compone de comportamiento, los valores, la moral, los
roles, las creencias, las costumbres, etc.
La Biblia se centra mucho en el carácter. A veces usa palabras
afines como ser maduro, vivir (caminar) de acuerdo a nuestra vo-
48 El Carácter de un Ministro
cación, tener el corazón de Cristo, etc. En otras palabras, la Biblia
nos invita a la santificación para que poseamos un carácter intacha-
ble. Cuando se trata de un ministro cristiano, la Biblia es clara en
cuanto dice que ‘...debe ser intachable...’ (1 Timoteo 3:7). De he-
cho, todo el capítulo 3 es referente a quienes tienen el anhelo de ser
ministros cristianos. Además de eso, el libro de Tito y Pedro 1,
entre otros libros de la Biblia, hablan con fuerza al respecto, a la
vez que instan sobre como debe ser el ministro cristiano. Se dice
comúnmente “las aves del mismo plumaje se congregan juntas”, y
“dime con quién andas y te diré quién eres”, esto así porque la gen-
te fácilmente atrae a otros del mismo carácter. Por lo tanto, si un
ministro cristiano es de un carácter pobre y flaco, tal han de ser los
miembros de su iglesia, y por lo tanto, el nivel de madurez espiri-
tual de toda la iglesia. Por eso, si algo ha de enfatizarse sobre el
ministro cristiano, eso debe ser en su carácter, pues el carácter del
ministro cristiano representará la imagen de la iglesia en la comu-
nidad. Por lo tanto, deja que la vida del ministro cristiano predique
más que sus palabras durante toda la semana en la comunidad a fin
de que nadie puede tener una palabra para acusarlo (1 Pedro 2:9,
15).
Hay muchas maneras como un ministro puede afilar su carác-
ter, en cuanto a mí, me gustaría, en primer lugar, ser honesto entre
los otros ministros, así como hacia mí mismo. Esto significa no
matar la conciencia o la gracia que está en quien nos convence de
nuestras malas acciones y actitudes. Lo pondré en perspectiva así:

– En primer lugar, la Biblia es el manual que nos puede lle-


var a todos a un carácter piadoso. El libro nos enseña a
imitar a Cristo, nuestro modelo perfecto de un carácter
piadoso de su conducta.
– En segundo lugar, puedo sugerir que hay que aceptar,
aprender de otros cómo se conducen, y cuál ha sido el re-
sultado.
– En tercer lugar, el hogar puede agudizar el carácter de uno.
El cónyuge y los hijos, si uno es honesto, pueden enseñar-
nos a ser mejores.
– En cuarto lugar, el intercambio de experiencias ministeria-
les, que incluye seminarios y educación no formal, puede
ser otra manera para afilar nuestro carácter.
– Por último, la humildad de admitir y confesar sus errores y
aceptar trabajar en la mejora de otra manera que puede
ayudar a los ministros a agudizar el carácter”.
Lo que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 49

Mateusz Wichary
Pastor en la iglesia Bautista de Sopot, Polonia.

“De acuerdo con Tito 1 y 1 Timoteo 3, los pastores deben ser sin
reproche. Esto no significa, sin pecados, por supuesto, pero como
vemos en las otras características, apunta a cuatro dimensiones de
su vida: la familia, la actitud personal hacia otros, habilidad para
enseñar y convicciones teológicas.
Así que, básicamente, creo que debe ser un hombre al que es
difícil de reprochar. Difícil de encontrar culpable. Él debe tener
una esposa obediente y respetuosa, niños de buen comportamiento,
deben ser fieles a sus juramentos (no puede ser un hombre re-
casarse, porque es una mancha pública), y también debe ser un
buen maestro. En cuanto al carácter, debe tener auto-control, pero
abierto a la gente, no ser chismoso, ni peleón, etc. Debe tener res-
peto natural por ser quien es, por lo que cree, y por cómo enseña.”

Dardo Leandi
Pastor en la Iglesia Misionera de Campana, Buenos Aires, Argentina.

“El carácter es, a mi modo de observar las cosas, quién eres en tu


intimidad con Dios, y por tanto lo que reflejas como resultado de
lo anteriormente dicho, y de igual modo en tu relación con los de-
más (Job 1:1).
Yo creo que la Biblia enseña más sobre el carácter que de los
dones y talentos, hasta el punto de que los dones y talentos serán
eficaces sólo si hay integridad de carácter en esa persona (ver 1
Timoteo 3)”.

Jack
Pastor, información anónima.

“Estoy abrumado pensando en la pregunta del pastor Juan Carlos


sobre el carácter de un Pastor. Creo que el carácter de un pastor es
el amor, la integridad y la oración. Un pastor debe estar conectado
al Señor en la oración de una manera más profunda que lo están
muchos creyentes. De hecho, las órdenes de marcha que un pastor
siempre y constantemente recibe en el cuarto de oración del Señor.
50 El Carácter de un Ministro

En segundo lugar la vida de un pastor siempre debe estar ca-


racterizada por la integridad. La integridad le da al pastor la credi-
bilidad que necesita para conducir su rebaño, es la licencia que el
pastor necesita para guiar con legalidad y navegar a través del pue-
blo que dirige.
El amor se convierte en vital para un pastor porque sin amor
cada iniciativa, acción o palabra del pastor con su pueblo se con-
vierte en nulo, porque a la gente no le importa ninguna otra cosa
que hagas, a menos que estén totalmente convencidos de que se
hace por su mejor interés y de un amor de corazón.
Estoy seguro de que hay muchas características pero para mí
estas son ‘la ley y los profetas’”.

ALGUNAS OBSERVACIONES
A pesar de que el número de ejemplos de pastores no es muy grande, y
aunque la mayoría de los pastores que participaron en la encuesta son con-
servadores, en esencia, los pastores tienen razón sobre el significado del
carácter. La mayoría de ellos respondió “el carácter es lo que eres”. Hay
algunas ambigüedades en la descripción, pero en esencia es una muy buena
comprensión del carácter y los principios bíblicos sobre el carácter de un
pastor.
Hay un poco más de divergencia en la tercera pregunta. Sin embargo,
yo no esperaba la unanimidad en ella, porque tienes que estar bien formado
en la doctrina bíblica de la naturaleza del carácter con el fin de ser capaz de
dar una respuesta directa a esa pregunta. Y al mismo tiempo, la respuesta a
esta tercera pregunta: ¿qué hacer para afinar (embellecer) el carácter? Esta-
rá estrictamente relacionada con su posición teológica.
Como una suma de la forma de pensar de la mayoría de los pastores
consultados, “el carácter es lo que eres”. Queriendo decir, “el carácter es tu
naturaleza”.
El pastor Riddering proveyó una respuesta convincente y pesada al
responder: Carácter de acuerdo con la Biblia quiere decir: vivir una vida
de integridad por el poder del Espíritu Santo”. Extraordinario. Ser un mi-
nistro de carácter sugiere convicciones, principios, integridad y consisten-
cia, tanto en público como en privado. Un pastor debe ser irreprensible, ha
de tener una buena reputación ante Dios y ante los hombres (cristianos y no
cristianos). Será un hombre de Dios, conocido principalmente por su cono-
cimiento de la Biblia y porque su estilo de vida es de acuerdo a ella.
Los que piensan los pastores de hoy respecto al carácter de un ministro 51

Gálatas 5:22-23; 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9, son los pasajes más co-
nocidos y utilizados por los pastores para hablar sobre el carácter de un
ministro.
Para ejercer y mantener el carácter que Dios quiere en sus ministros,
los pastores piensan que es muy saludable para un ministro: 1) permanecer
en Cristo, 2) disciplinarse con el propósito de ser piadoso, 3) estudio para
mostrarse a sí mismo a Dios aprobado, 4) vivir lo que se predica, 5) rendir,
dar cuentas a por lo menos otro hombre de Dios, teniendo al menos un
mentor.
Nosotros, por supuesto, estableceremos algunos principios que van a
cambiar o afirmar su punto de vista sobre esta tercera cuestión. Voy a de-
mostrar que el carácter es un don de Dios y que a pesar de que tenemos que
hacer algo para cultivarlo, es principalmente el negocio de nuestro Señor
Dios el producir un carácter piadoso, más que nuestro. Nos centraremos
muy profundamente en la naturaleza (procedencia) del carácter de un mi-
nistro cristiano.
53

Capítulo Cinco
EL MINISTERIO PASTORAL COMO UN
TIPO ESPECIAL DE SERVICIO

TEOLOGÍA DEL MINISTERIO PASTORAL

Cuando pensé en este tema de tesis, estaba pensando profundamente acerca


de los pastores, en lugar de otros ministros cristianos. Por lo tanto, quiero
dedicar el resto de este capítulo, a tratar de aportar una perspectiva bíblica
al oficio del pastoreo (del rebaño de Dios).
En la explicación de este ministerio particular (pastoral) estaré usan-
do la investigación de los tres ancianos que creo que han excavado profun-
damente en este tema: Jay E. Adams, John R. W. Stott y Strauch Alexan-
der. Voy a exponer sus ideas presentadas en sus libros: “Pastoreando el
Rebaño de Dios”, “El Cuadro Bíblico del Predicador”, y “El Ancianato
Bíblico”, respectivamente. Lo hago porque creo que los tres tienen una teo-
logía muy saludable y una comprensión equilibrada de las Escrituras acerca
de este ministerio particular (pastoral).
54 El Carácter de un Ministro

ANÁLISIS DE LAS CONSIDERACIONES DE ALEXANDER


STRAUCH SOBRE EL MINISTERIO PASTORAL

Requisitos de un Obispo

“Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, mari-


do de una sola esposa, vigilante, templado, decoroso, hos-
pedador, apto para enseñar; no dado al vino, no rencillo-
so, no codicioso de ganancias deshonestas, sino modera-
do, apacible, ajeno de avaricia; que gobierne bien su pro-
pia casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honesti-
dad (Porque el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). No un neófito, no
sea que envaneciéndose caiga en condenación del diablo.
También es necesario que tenga buen testimonio de los de
afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del dia-
blo.”
(1 Timoteo 3:2-7)

“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo


deficiente, y ordenases ancianos en cada ciudad, así como
yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una
esposa, que tenga hijos fieles, que no estén acusados de
disolución, o rebeldía. Porque es necesario que el obispo
sea irreprensible, como administrador de Dios; no arro-
gante, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no
codicioso de ganancias deshonestas; sino hospitalario,
amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, templado; retene-
dor de la palabra fiel como le ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer a
los que contradicen.”
(Tito 1:5-9)

En general, estos versículos hablan del carácter de un obispo del rebaño del
Señor.
Los pastores son absolutamente esenciales para el cuerpo de Cristo.
La iglesia sólo puede funcionar con éxito cuando todos los dones mi-
nisteriales están en operación, incluyendo el don de pastorear.
¿Puede alguien nombrar al pastor de la iglesia de Dios en Corinto, Fili-
po, Tesalónica, Roma, Colosa y Antioquía?
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 55

¿Cuántas veces se encuentra la palabra “pastor” en el Nuevo Testamen-


to (RV)?
La palabra “pastores” es usada solo una vez.
El don de pastores es usado conjuntamente con la palabra “maestros:

“Y Él mismo dio a unos, apóstoles; y a unos, profetas; y a


unos, evangelistas; y a unos, pastores y maestros (o pasto-
res-maestros).”
(Efesios 4:11)

“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,


segundo profetas, y tercero maestros…”
(1 Corintios 12:28)

Note que “la iglesia” aparece en singular, y “sus ministros” en plural. Pablo
no está pensando en la “iglesia universal”, más bien esta esbozando la igle-
sia local  la de Corinto (esta nota es del autor).
Las citas anteriores se refieren a dones, no a posiciones para ser publi-
cadas como vacantes a llenar, es decir, un maestro es un maestro porque se
le ha dado la habilidad (don) de enseñar. El enfoque está en el verbo (la
acción, en su enseñanza), no en el sustantivo (persona o título).
Cuando pensamos en términos de posiciones y títulos, erramos en la
interpretación de las Escrituras:

– “Pastor Jones,” “Anciano Smith,” “Diácono Johnson,”


“Profeta Milo,” “Evangelista Edwards,” “Obispo Fox,”
“San Pedro” son un mal uso de los títulos.

– “Reverendo Ray,” “Doctor Dave,” “Padre Frank” son


abusos similares de los títulos.

¿Por qué no hay instrucciones en el Nuevo Testamento para seleccionar un


pastor o llenar o poner en vacante una posición de pastor?

Los Pastores en el Antiguo Testamento

Todas las referencias a pastores se encuentran en Jeremías:

“Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten


con conocimiento e inteligencia.”
(Jeremías 3:15)
56 El Carácter de un Ministro
Otras referencias a pastores tienden a ser negativas.
Desde que existía el don de pastorado en el AT, con toda claridad era
mayor que la posición del NT en la Iglesia. Era una responsabilidad simi-
lar a la de un pastor de ovejas.

El don de Pastor en el Nuevo Testamento

La terminología griega que se traduce como pastor en el Nuevo Testamen-


to es ποιμαινω (poimaino). Verbo  significa atender un rebaño como un
pastor; alimentar y gobernar. Traducido como ambos “alimentar” y
“gobernar”.
Hay 18 casos en el N.T. de la palabra griega “poimēn” que está siendo
usada. Es singular en 13 casos. Todos los demás usos están en plural.
Los usos en singular son los siguientes:

Mateo 9:36; 25:32; 26:31; Marcos 6:34; 14:27; Juan 10:2, 11


(usado dos veces), 12, 14, 16; Hebreos 13:20; y 1 Pedro 2:25.

En estos versos, “poimēn” no se refiere a un pastor como una persona


que está a cargo de una congregación (es decir, un pastor). Éstas son metá-
foras usadas a menudo por Jesús siendo nuestro Pastor.

Ejemplos de Jesús como Pastor

– “Yo soy en buen pastor.” (Juan 10:11)

– “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas


también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pas-
tor.” (Juan 10:16)

– “Y el Dios de paz que resucitó de entre los muertos a nuestro Se-


ñor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pac-
to eterno.” (Hebreos 13:20)

– “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas; mas ahora ha-


béis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.” (1 Pedro 2:25)
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 57

Como el pastorado es un don ministerial dado a la iglesia como lo es ense-


ñar, evangelizar, profetizar, etc., ¿podemos encontrar cualquier restricción
en el Nuevo Testamento que limita este don a una sola persona en una con-
gregación local?
Vamos a tratar de mostrar que el oficio de un obispo (episkope) y
ancianos (presbúteros) son a veces expresiones intercambiables y que los
ancianos son obispos (episkopos) de las congregaciones y también están
dotados por el Espíritu de Dios como pastores (poimen), es decir, quien da
de comer, atiende, cuida.
El término “obispo” y “anciano” son intercambiables:

“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo


deficiente, y ordenases ancianos (presbúteros) en cada
ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible,
marido de una esposa, que tenga hijos fieles, que no estén
acusados de disolución, o rebeldía. Porque es necesario
que el obispo sea irreprensible…”
(Tito 1:5-7)

Ministros de la Iglesia Local

“Y desde Mileto envió a Éfeso, e hizo llamar a los ancia-


nos (presbuteros) de la iglesia. Y cuando vinieron a él, les
dijo… Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño
en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos
(episkopos), para apacentar [pastor] (poimaneo) la iglesia
de Dios, la cual Él compró con su propia sangre.”
(Hechos 20:17, 28).

Ruego a los ancianos (presbuteros) que están entre voso-


tros, yo anciano también con ellos… Apacentad
[pastorear] (poimaino) la grey de Dios que está entre
vosotros, cuidando (episkopeō) de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de
ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre la here-
dad de Dios, sino siendo ejemplos de la grey.
(1 Pedro 5:1-3).
58 El Carácter de un Ministro

Como podemos ver, un obispo, un anciano y un pastor es la misma perso-


na. Un obispo es también un anciano y al mismo tiempo es un pastor. Un
ministro del Señor es uno que vela (episcopo  obispo), para modelar
(presbutero  anciano) y apacentar (poimanoi  pastor) el rebaño como
parte de su llamado y sus responsabilidades:

– Anciano: se refiera a su madurez y sabiduría. Éstos instruyen


y modelan las formas y doctrinas.

– Obispo: se refiere a su tarea y responsabilidad para proveer


cuidado.

– Pastor: se refiere a su don dado por Dios de apacentar y aten-


der el rebaño. Significa predicar, enseñar y aconsejar.

Nuestro modelo de gobierno no debería obligar a una congregación a tener


más de un pastor ni debe restringirlo de tener múltiples pastores.
También hay las otras referencias al oficio del ministerio que estamos
considerando en este trabajo. Quiero decir, los ministros son llamados
guardianes de casa o jefes de hogar (oikonomos):

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada


uno sea hallado fiel.”
(1 Corintios 4:2)

Uno de los mejores trabajos que he leído alguna vez sobre este particular es
el libro del Dr. John R. W. Stott: “El Cuadro Bíblico del predicador”.
Vamos a verlo y examinarlo:
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 59

CONSIDERACIONES DE JOHN R. W. STOTT SOBRE EL MINIS-


TERIO DE LA PREDICACIÓN

En la siguiente explicación, invité a John R. W. Stott a hablar de lo que es


un predicador y cuáles son sus diferentes responsabilidades:
El Dr. John Stott estableció que un predicador, en la práctica de su
oficio, es:

 Un mayordomo (1 Pedro 4:10)


 Un heraldo
 Un testigo
 Un padre
 Un siervo

El predicador como mayordomo de los misterios de Dios

Un predicador cristiano no es un profeta. Nunca recibe revelación original.


El predicador ha recibido la revelación infalible, completa y suficiente de
Dios (Romanos 3:2). El predicador no tiene el don de la profecía.
El predicador no es un apóstol. Un apóstol, de acuerdo al valioso libro
de Geldenhuys Norval, es alguien elegido con una misión especial como
representante autorizado de quien lo envía.1 “Stott también menciona que
Karl Heinrich Rengstorf demostró que los apóstoles de Jesús son equiva-
lentes a los judíos conocidos como “Shaliachim”, eran mensajeros especia-
les enviados a la dispersión con plena autoridad para enseñar a los judíos
que vivían allí.”2 La única base del apostolado fue el compromiso perso-
nal. Así que los predicadores no son profetas ni los apóstoles. El apostola-
do no es un oficio eclesiástico y se limitó a la primera generación de cris-
tianos, los que habían sido testigos oculares de Cristo.
Los predicadores del Evangelio son mayordomos, guardianes de su
casa.

“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y admi-


nistradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se
requiere de los administradores, que cada uno sea halla-
do fiel.”
(1 Corintios 4:1-2)

Un administrador es el guardia y administrador de los bienes de otro. Del


mismo modo, el predicador es un mayordomo de los misterios de Dios, es
60 El Carácter de un Ministro

decir, la auto-revelación que Dios que les ha sido confiado a ellos, que
ahora se preserva en las Escrituras.
Así que el predicador recibe su mensaje, no de la boca de Dios, como
fue el caso de los profetas y apóstoles, o de su propia mente, como los fal-
sos profetas, ni tampoco es algo sin sentido de las bocas y las mentes de
otros, como los charlatanes, sino de la palabra de Dios, revelada una vez y
ahora registrada en la Biblia, de la cual el predicador es administrador
privilegiado.3 Es necesario comprender que los misterios de Dios, en el
contexto del Nuevo Testamento, son todos partes de la revelación de Dios
de lo que se había informado en otro momento (profetas del Antiguo Testa-
mento) y lo que fue revelado a los santos apóstoles y profetas del Nuevo
Testamento. Es exactamente lo mismo que decir que el mensaje del evan-
gelio. (Ver Efesios 3:1-6)
El guardián, el mayordomo del Evangelio, ha recibido la Palabra para
alimentar a la familia de su Maestro (la iglesia). Por lo tanto, es sabio
preparar la mesa con alimentos nutritivos, con variedad y buen gusto. Tam-
bién es sabio ser fiel al amo a quien él tiene que dar cuenta de lo que recibe
para administrar.
Como mayordomos fieles de los misterios de Cristo, debemos imitar a
los apóstoles del Señor: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los
discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios,
para servir a las mesas… Y nosotros persistiremos en la oración, y en el
ministerio de la palabra”. (Hechos 6:2, 4). Los predicadores no deben
decir lo que quieran, aun si tratan de decir que es bíblico, sino proclamar
como buenos mayordomos y heraldos “todo el consejo de Dios”, “el mis-
terio que se les ha encomendado”, de lo contrario, seremos hallados fal-
sos y reprobados. Cuando Pablo le escribió a Timoteo acerca de la necesi-
dad y responsabilidad que él tenía como pastor del rebaño de Dios, le dijo:
“Y lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. (2 Timoteo 2:2).
Cuando Pablo estaba instruyendo a Timoteo, le dijo: “Estudia con diligen-
cia para presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”. (2 Timoteo 2:15). Por
eso es que Pablo también le dijo a Timoteo, y a todos los predicadores:
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de esta vida; a fin de agra-
dar a aquel que lo escogió por soldado”. (2 Timoteo 2:4)
Dios te pedirá cuentas de lo que hiciste con la responsabilidad que Él
delegó sobre tus hombros. Más adelante (en el capítulo XI) iré un poco
más a lo profundo sobre esto en: El ejemplo de Pablo y su equipo ministe-
rial.
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 61

El predicador como heraldo del Evangelio

En su trabajo, el pastor John Stott nos hizo saber que un administrador no


es solo una metáfora comparativa utilizada en el Nuevo Testamento para
referirse al predicador, sino que también él hace un amplio uso del término
heraldos. Heraldo (gr. kerygma) significa, en su sentido muy básico, anun-
ciar buenas nuevas a aquéllos que no las han escuchado antes. Otros térmi-
nos griegos se utilizan para referirse al mismo oficio (euanggelizesthai,
aggellein, keryssein). Así que un predicador es un
“oikonomos” (administrador) de los misterios de Dios pero también un
“keryssomen” de las Buenas Nuevas de Dios. Por un lado, los predicadores
son administradores de los misterios de Dios (toda su Palabra), pero por
otro lado, son heraldos de las Buenas Nuevas para las personas.
Estimados colegas: Fuimos llamados y enviados a proclamar
(keryssomen) como heraldos (keryssein) a Cristo crucificado. Sólo es a tra-
vés de este anuncio que Dios se complace en salvar a los creyentes. (1 Co-
rintios 1:21-23)
El Dr. Stott enumera cuatro diferencias entre un administrador y un
heraldo:

1. Mientras que el administrador tiene el deber de alimentar a la fami-


lia de Dios, el heraldo tiene el mandato de proclamar las buenas
nuevas al mundo. El predicador (euanggelizesthai, keryssein, ahe-
llein), en el Nuevo Testamento, no es un discurso formal y teórico
restringido a un grupo de personas que surgen con la fe ubicada en
un lugar (la iglesia), sino una proclamación de un heraldo, el pre-
gonero de la ciudad, en pleno día, al sonar de la trompeta, dirigida
a todos, desde el propio rey.

2. Esta proclamación como un heraldo se diferencia de la función de


administrador cristiano por ser, más que una exposición de las pa-
labras, la proclamación de un acto, el anuncio de la intervención
sobrenatural de Dios que termina en la muerte y resurrección de
Cristo para salvar a los seres humanos. El predicador es al mismo
tiempo un mayordomo y un heraldo. No uno o el otro, sino ambos.
Somos mayordomos de lo que Dios ha dicho, pero heraldos de lo
que Él ha hecho.
El Dr. Robert Mounce ha escrito, estoy citando a Stott, que:
“Heraldo es el término que sobresale en que el Nuevo Testamento
para referirse al acontecimiento de Cristo”.
62 El Carácter de un Ministro

3. En la metáfora del mayordomo, parece que el énfasis está casi to-


talmente en su actividad y en la necesidad que tiene de ser fiel a la
vigilancia y la distribución de los recursos de su Maestro, pero en
la metáfora del heraldo, parece esperar activamente por los oyen-
tes. El heraldo no se limita a abrazar, escuchar o dejar de escuchar.
No, el anuncio conlleva un llamado, una exhortación a ella. El he-
raldo espera una respuesta. El embajador cristiano, después de
anunciar la reconciliación realizada por Dios a través de Cristo,
recomienda a los hombres a reconciliarse con él.

4. A pesar de que ambos, el administrador y heraldo, son mediadores,


el mayordomo está entre el propietario y la familia y el heraldo
está entre la soberano y el pueblo, el heraldo, en el contexto del
Nuevo Testamento, parece tener una relación más directa de auto-
ridad y presenta a su Señor más de cerca. El administrador puede
continuar con su trabajo mientras el maestro está lejos mucho tiem-
po, pero el heraldo en su proclama escucha la voz del rey. El dic-
cionario Grimm-Thayer, define “Keryx” como “heraldo  un
mensajero investido con autoridad pública que trasmite los mensa-
jes oficiales de los reyes, jueces, príncipes y jefes militares, o uno
que da citas públicas o exigencias ...”

Más aún, en referencia a la misma, el Dr. Stott también nos presenta en el


mismo material “El Cuadro Bíblico del predicador”, dos posiciones teoló-
gicas en desacuerdo entre sí acerca de las diferencias y similitudes entre el
‘kerygma’ (predicación, proclamación) y la ‘didaschein’ (enseñanza), el
cual aclara la posición presentada por el profesor C. H. Dodd en su libro:
“La Predicación Apostólica y su Desarrollo”, y la otra por el Dr. Robert
Mounce. El Dr. Stott está más de acuerdo con la posición del Dr. Mounce,4
en su libro: “La Naturaleza Esencial de la Predicación del Nuevo Testa-
mento”.
“En el mundo de Homero (escribe el Dr. Mounce) el heraldo fue-
ra un hombre de dignidad y tenía una posición importante en la corte real,
mientras que “en la era post-homérica...” el heraldo servía al Estado más
que el rey”. Su tarea consistía en hacer públicos los edictos oficiales. Era
necesario que el heraldo tuviera una voz fuerte y en ocasiones hacía uso de
una trompeta. Más aún, era necesario que el heraldo fuera un hombre de
notable autocontrol. Él debía recitar la proclamación tal como lo había reci-
bido. Desde los labios de su Señor no se atrevía a añadir su propia inter-
pretación.5 Hay muchos de esos en el Antiguo Testamento. Juan el Bautista
era un heraldo. El evangelio de Marcos lo identifica como tal (Marcos 1:2).
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 63

Juan proclamó la llegada del reino de Dios. Jesús mismo proclamó el cum-
plimiento del anuncio de Juan el Bautista.

“‘Y recorría Jesús toda Galilea, enseñando (didaskon) en


las sinagogas de ellos, y predicando (kerysson) el evange-
lio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia
en el pueblo’ (Mateo 4:23). Jesús también les encomendó
esta tarea a sus discípulos. Durante su vida en la tierra, Él
los envió a diciendo: ‘Y yendo, predicad (keryssete), di-
ciendo: El reino de los cielos se ha acercado’ (Mateo
10:7), y después de Su resurrección Él les dio la gran co-
misión: ‘y que se predicase en su nombre el arrepenti-
miento y la remisión de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén’”. (Lucas 24:47)

Por lo tanto, los apóstoles del Señor fueron heraldos. Son de confianza en
su discurso debido a la naturaleza de su oficio (heraldo y mayordomo), y
por el poder de quien los envió. Fue por eso que les dijeron a los escribas y
fariseos: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: ‘Es necesario obe-
decer a Dios antes que a los hombres’”. (Hechos 5:29). Todo esto en el
contexto de la prohibición estricta de hablar en nombre de Jesús. (Hechos
5:27-28)
En la argumentación presentada por el Dr. Stott, en oposición a la es-
tricta distinción hecha por el profesor Dodd en ‘kerygma’ y ‘didaché’, él
está a favor de la distinción hecha por el Dr. Mounce, quien escribe: “El
Dr. Mounce ha enseñado correctamente que los verbos ‘keryssein’, procla-
mar como un heraldo, y ‘didaschein’, enseñar, se utilizan indistintamente
en los evangelios, donde un evangelista dice que Jesús “enseñaba en las
sinagogas”, y otro dijo que “él estaba predicando en las sinagogas”, las dos
palabras también se superponen en Hechos. Así que, el Dr. Mounce escribe
sobre un ‘kerygma’ didáctico y dice: ‘enseñar es explicar con detalles lo
que ha de ser proclamado’. Y también: “El ‘kerygma’ es el fundamento y el
‘didaché’ es la superestructura, pero ningún edificio puede ser completo si
no cumple con uno de estos dos”6. “Ciertamente había suficiente del
‘didaché’ en el ‘kerygma’ apostólico, los heraldos del inicio”.
Bajo el escrutinio de cuál fue el contentamiento de la proclamación de
los apóstoles, el profesor Dodd escribió:

“Esto fue una proclamación de la muerte y resurrección de


Jesucristo en el contexto escatológico obteniendo su expre-
sión de salvación de estos hechos.”7
64 El Carácter de un Ministro

De acuerdo al Dr. Mounce, haciendo una crítica de la posición de Dodd:

“El kerigma apostólico no era un tipo de sermón enfrasca-


do en seis puntos”, sino “una declaración sistemática de la
teología de la iglesia antigua”. Él sugirió que “era un es-
quema único”, que consistía en tres partes, y lo resumió de
la siguiente manera:

1) Una proclamación de la muerte, la resurrección y


la exaltación de Cristo, visto como el cumplimien-
to de la profecía e involucrando la responsabilidad
del hombre.

2) Una evaluación que surge de Jesús como Señor y


Cristo.

3) Un llamado a arrepentirse para recibir perdón de


los pecados.8

A saber, el “kerygma” se requiere: “una proclamación histórica, una


evaluación teológica y una invitación ética”.
El mensaje de los apóstoles al predicar fue: “Jesucristo crucificado”,
que murió por nuestros pecados y resucitó por la misma causa. El llamado
fue a aceptar nuestros pecados, reconociendo que Jesús murió por nuestros
pecados en la cruz, y por su resurrección, confirmó las Escrituras que le
proclamaban como el Señor de todos. El mayor pecado es que nosotros
somos la causa: por lo que murió en la cruz. La salvación era la misión de
Jesús a la tierra, el cumplimiento de las Escrituras.
La salvación es un resultado único de escuchar el anuncio del Evange-
lio, que establece que: Cristo, el Señor, vino en un acto humillante de vol-
verse un hombre (sin dejar de ser él mismo Dios, murió por nosotros en la
cruz; y después de todo, Él resucitó de entre los muertos y ascendió al cie-
lo, lo que demuestra que Él era quien dijo ser, el Hijo del Dios Viviente.
Esto trae, por obra del Espíritu Santo, la convicción de pecados a muchos,
y ellos entienden que sus pecados hicieron que Jesús viniera a morir. Así
que, como resultado espiritual, aquellos que son declarados culpables de
pecados entienden la gracia y la belleza del Evangelio, se arrepienten de
sus pecados, entendiendo que a partir de ahora, Jesús es el Maestro, Señor
y Rey de los corazones. Esa es la razón por la que la proclamación de las
Buenas Nuevas de Dios a los hombres, a través de un heraldo, establece un
llamado que espera una respuesta del oyente. Y es por eso que Stott
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 65

concluye: “no debe haber proclamación sin llamado, ni llamado sin procla-
mación”.
La proclamación debe llegar a un final: “Así que, somos embajadores
de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. (2 Corintios 5:20)
De la misma manera, los predicadores cristianos son “Embajadores de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros”. (2 Corintios 5:20).
Esto fue exactamente lo que Cristo hizo cuando: “Y vino y anunció las bue-
nas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cer-
ca” (Efesios 2:17). La predicación de paz de Jesús (Hechos 10:36), de
acuerdo al contexto, comenzó después de su muerte. Parece ser una refe-
rencia a los predicadores del Cristianismo.

El predicador como testigo de Jesús

Si bien ser un mayordomo representa una metáfora doméstica, y ser heral-


do (anunciador) nos muestra una metáfora política, ser testigos (Juan 15:
26, 27; Hechos 1:8; 5:32) nos muestra una metáfora legal, para discutir con
pruebas de la defensa en los tribunales.
En ese sentido el predicador es, llamado entonces, un testigo. Cristo es
juzgado por la opinión popular, por el mundo que es hostil e indiferente, y
el Espíritu Santo es el abogado de la defensa (parakletos), y estamos llama-
dos a hacer una defensa ante el tribunal.9
Según el diccionario de Grimm-Thayer, el verbo griego
“marturasthei” o “masturein” significa “testigo, testimonio, testificar, es
decir, uno que ha visto, oído o experimentado algo así”. Otra definición:
“Un testigo es alguien que tiene conocimientos directos y declara ciertos
hechos que ha visto u oído ante un tribunal de justicia. Da testimonio de lo
que sabe”.10 (Vea Juan 3:11-13, Hechos 22:14-15)
En la predicación, no solo se exponen las palabras que se han confiado
a nuestro cuidado, ni se proclama un poderoso acto de redención que se ha
hecho, sino que también lo hacemos en calidad de testigos, como los que
han llegado a una experiencia vital de esta palabra y el acto de Dios. Escu-
chamos su voz suave y tierna a través de Su Palabra. Hemos visto su acto
de redención por amor a nosotros y tenemos acceso por la fe a los incon-
mensurables beneficios de esto. Nuestra tarea no es dar conferencias acerca
de Jesús con un aire filosófico, sino que hemos entrado en una relación
personal con Él. Su revelación y redención han cambiado nuestras vidas.
Nuestros ojos se han abierto para ver y nuestros oídos destapados para es-
cucharlo como nuestro Señor y Salvador. Somos testigos, por lo que debe-
66 El Carácter de un Ministro

mos dar testimonio. Ciertamente tenemos que enseñar de una manera siste-
mática acerca de Él con valentía, y hemos de proclamar las buenas nuevas
de lo que Él hizo en su muerte. Pero no debemos dejar de recomendar a
nuestros oyentes nuestra experiencia personal. “Es bastante inútil, dijo Wi-
lliam Temple, decir a la gente: ‘Vayan a la cruz’. Podemos decirles:
‘Vengan a la cruz’. Y sólo hay dos voces que pueden efectivamente hacer
esta invitación: la redención de los pecadores, con la que no podemos ha-
blar, y el pecador perdonado, quien se reconoce perdonado”.11
Nuestro testimonio pudiera ser verdadero o falso. Si somos falsos en él,
somos mentirosos y en desobediencia al mandamiento de nuestro Señor.
Sólo un testigo falso dice mentiras (Proverbios 14:5). El diablo es el falso
testigo por excelencia. Él es un calumniador, el padre de la mentira, etc.,
(Apocalipsis 12:10; Juan 8:44). Pero el predicador debe ser un testigo fiel e
irreprochable. Los predicadores deben tener cuidado y no dar la falsa im-
presión de pretensiones, exagerar, dando la impresión de que hemos avan-
zado más que lo que es verdad en el camino de la verdad. Debemos sentir-
nos cómodos diciendo como Pablo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que
ya sea perfecto, sino que prosigo, para que el sea mío, porque Cristo Jesús
me ha hecho suyo”. (Filipenses 3:12). El testigo verdadero está libre de
hipocresía: es limpiamente sincero. Esta carga entera está sobre nosotros,
que estamos llamados a ser testigos de Cristo, la obligación solemne de no
descuidar y examinar la formación de nuestra alma, para que no nos con-
virtamos en testigos mudos y no tengamos nada que decir. A los apóstoles
les estaba yendo realmente bien cuando se dedicaban a la oración y al mi-
nisterio de la Palabra, ya que predicar sin oración es una burla. La necesi-
dad mayor de un predicador es conocer a Dios. No importa su falta de elo-
cuencia y de arte, o si su discurso está mal construido o mal expuesto,
mientras que su mensaje sea claro de que Dios es real para él y él ha apren-
dido a permanecer en Cristo. La preparación del corazón es mucho más
importante que el sermón. Las palabras del predicador, claro y lleno de
fuerza, ni siquiera parecen reales a menos que usted hable con la convic-
ción que nace de su propia experiencia.
La predicación de un testigo tiene espontaneidad, un fervor contagioso,
una guía simple, un realismo profundo, los cuales se deben en su totalidad
a un íntimo conocimiento de Dios.12
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 67

Humildad

Si ser un testigo es vital en la predicación, la humildad es la característica


siguiente. Cada predicador conoce la tentación de alardear y el púlpito con-
tribuye a ello. Sí, es una posición peligrosa. Pero me atrevo a decir que una
comprensión clara de la naturaleza y el propósito del testimonio cristiano
van a ser una defensa eficaz contra los peligros del orgullo. Recordemos
que el testigo cristiano es un testigo de Cristo, no damos testimonio de no-
sotros, y cuando hablamos de nuestra propia experiencia, es solo para ilus-
trar lo que estamos enseñando acerca de Cristo. Juan el Bautista es un gran
ejemplo de lo que hemos dicho (ver Juan 1:7, 8, comp. 1:15; 19:35-42). Él
no estaba resentido con Jesús, aunque sus discípulos iban a Jesús, ni porque
estaba menguando.
Nuestro gozo debe ser siempre estar en una posición de humildad al ser
testigos, participando en el testimonio que el Padre da del Hijo, verdadera-
mente en el Espíritu.13

El predicador como padre

Esta es una cifra que hace referencia al amor y la ternura de un ministro del
evangelio.
Stott reconoció aquí que hay un grupo valioso de las metáforas en la
Biblia para ilustrar el ministerio de la predicación que hasta cierta medida
supera y no es fácil resolverlas. Por ejemplo, si el administrador nos hace
pensar en una casa, el heraldo en una plaza pública de una ciudad, y el tes-
tigo en un tribunal de justicia, el padre nos trae de vuelta a la casa. Sin em-
bargo, la relación del padre con el hijo es, por supuesto, muy diferente a la
del mayordomo de la casa. La paternidad es una relación de afecto, más
que las responsabilidades particulares de cada uno de estos hombres y sus
ocupaciones. La responsabilidad del administrador se encuentra en los bie-
nes confiados para manejar. Asimismo los predicadores tienen que ser fie-
les en el mensaje que le dan a la familia. La responsabilidad del heraldo
cristiano es proclamar el poderoso acto de redención de Dios a través de
Cristo e invitar a los hombres a dar una respuesta. El testigo tiene que tener
una experiencia de primera mano de ella; debe dar testimonio de ello. Has-
ta aquí vemos que el predicador se ocupa del mensaje, lo que es y cómo lo
va a comunicar, y en la experiencia personal que él mismo tiene en lo que
está predicando. Sin embargo, en la metáfora del padre predicador, el llega
a preocuparse por la familia, por aquellos a los que administra la Palabra y
por su relación con ellos.
68 El Carácter de un Ministro

La predicación implica una relación personal entre el pastor y su con-


gregación. El predicador no es como un actor que declama desde la plata-
forma mientras que el auditorio está a la espera. Él es: o un heraldo, dando
su proclamación en voz alta desde la plaza pública, o un intermediario en-
tre el rey y el pueblo. Él heraldo podría ser un desconocido para el pueblo,
y viceversa. Él es como un padre para sus propios hijos. Existe una rela-
ción parental encantadora entre ellos... Tal predicador no puede olvidar que
él es también un pastor. “El predicador que no es un pastor se aísla y la
predicación del pastor se ve disminuida” (Phillips Brooks).14
Pablo se refirió a sí mismo como un padre para muchos de los cristia-
nos de las iglesias que él estableció y su grupo de ministros que trabajan
con él. (1 Corintios 4:14ss; 1 Tesalonicenses 2:11-12)
La metáfora del padre tiene muchas implicaciones, pero el Dr. Stott
piensa que el sentido general que los apóstoles daban de esta metáfora es el
amor del padre hacia su hijo. Está claro en los pasajes que esta metáfora se
vincula muy estrechamente a ser padre espiritual (las personas que fueron
traídas a la fe por ellos como predicadores). Pablo afirma (a los cristianos
de Corinto): en Cristo Jesús yo os engendré  1 Corintios 4:15. Él no esta-
ba afirmando esto para abusar de su autoridad, sino para hacerles saber que
él tiene ciertos derechos sobre ellos. También dijo, en la misma línea de
pensamiento para “no edificar sobre fundamento ajeno” (Romanos 15:20).
Reconoció ciertos derechos que un padre espiritual tiene sobre los que él
trajo a Jesús. Stott propone:

“El amor es por tanto la principal condición a la cual el


apóstol se refiere cuando utiliza la metáfora para ilustrar su
ministerio, no un sentimentalismo blando o enfermo, sino
un amor fuerte y generoso, que se preocupa y no es incom-
patible con la disciplina”.15

Al final, su conclusión práctica es ésta:

Un predicador sin amor no es sólo un platillo que hace rui-


do discordante. Es peor que eso. “Él no es nada”.16

Un padre es suave, posee autoridad, es compasivo, ora por su hijo, es celo-


so, manso y tiene comprensión. Un padre debe ser un ejemplo y líder de su
familia. Todo esto tiende a una clase de amor que cuida y provee de una
manera especial.
La predicación y la enseñanza están vacías sin esta característica pro-
pia de la paternidad. No importa si un hombre puede hacer una exposición
exacta de cualquier mensaje de la Palabra de Dios, si no lo vincula con las
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 69

necesidades reales de la gente. Este es el pensamiento más interesante de la


predicación, la aplicación a las necesidades humanas. El predicador tiene la
responsabilidad de conocer a las personas y al mundo en que vive, así como
conocer a Dios.17
Si el predicador está aislado de la congregación es muy peligroso para
la proclamación y recepción del mensaje. El que habla y los que escuchan
deben estar en la misma onda.18
El amor ayudará al predicador a conocer y comprender mejor la con-
gregación, y así aplicar bien la Palabra a su pueblo. No hay una mejor ma-
nera de construir un puente en la brecha que existe entre la congregación y
el predicador que visitarlos a sus hogares. El predicador eficaz siempre será
un pastor diligente. El amor ayudará a los predicadores a conocer a su gente
y así predicar mejor.
Es evidente que éste es el ejemplo de Jesús. Él conocía a la gente muy
bien. Él no tenía la necesidad de recibir información acerca de la gente por-
que él conocía a todos.19
Los predicadores deben ser padres. El estilo de vida cristiana es conta-
gioso más que enseñable. Es por eso que nuestra vida tiene que estar en
concordancia con lo que enseñamos, a menos que seamos hipócritas. Tene-
mos que hacer un gran esfuerzo en cómo predicar bien, así como la manera
en que vivimos. Sólo el amor nos dará la diligencia y urgencia de orar por
nuestro pueblo, porque la oración es un trabajo muy duro. Pero el ministe-
rio está desequilibrado si no hay un equilibrio entre el ministerio de la Pala-
bra y la oración.20
Es necesario que nosotros sepamos que no es natural: el amor, la com-
pasión, la humildad, la responsabilidad, vienen por la gracia como un don
de Dios.21 Ésta es una de mis demostraciones en este trabajo, el carácter de
un ministro es un regalo, y no viene de los hombres. En mis propias pala-
bras: “Éste viene dentro del paquete del llamado”. Naturalmente somos
arrogantes, egoístas, haraganes y amamos las alabanzas de los demás. Pero
sufrir por los demás, amar a los demás, diligencia y urgencia por los demás
tiene que ser un regalo del cielo.

El predicador como siervo del Señor

¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Sino ministros por los cuales habéis
creído, y eso según lo que a cada uno ha concedido el Señor. (1 Corintios
3:5)
Desarrollé este punto en el comienzo de este capítulo. Mi investigación
muestra que ésta debe ser la terminología general para nombrar a los
“hombres de Dios”.
70 El Carácter de un Ministro

El predicador, por sugerencia de los predicadores más efectivos en la


historia, debe evitar centrarse en los problemas y en su lugar debe esforzar-
se por ser expositivo. Su meta debe ser predicar todo el consejo de Dios
(Hechos 20:27), como debe ser. En palabras del Dr. Stott, “la exposición
del predicador es la constructora de un puente para cubrir el precipicio en-
tre la palabra de Dios y las mentes de los hombres”.22
“El heraldo del Evangelio debe procurar ser un estudiante”, según lo
recomendado por C. H. Spurgeon en su libro: “Discurso a mis Estudian-
tes” (Address to my Students). Pero, en mi opinión, según lo recomendado
por el Dr. Stott, él debe evitar “toda amistad con cualquier prejuicio teoló-
gico”, según lo recomendado por Charles Simeon de Cambridge. Esto
es debido a la Palabra y nada más para que haya un desarrollo dentro de
una teología bíblica. Y en el mismo orden, debemos tratar de evadir y evi-
tar ser charlatanes y copistas, y más bien debemos estar comprometidos
con una investigación de calidad sana y buena.
Este fue en lo que Dr. Stott hizo mayor énfasis:

“La familia de Dios necesita urgentemente proporcionar


mayordomos constantes y fieles a toda la Palabra de Dios,
no solo del Nuevo Testamento sino también el Antiguo, no
solo los mejores textos conocidos sino también los menos
conocidos, no solo pasajes que apoyen los prejuicios parti-
culares del predicador, sino los que no la apoyen”.23

La iglesia de Dios necesita ese tipo de hombres investidos con la autoridad


del Señor. Los hombres necesitan ser bien instruidos por el Señor en Su
Palabra con el poder del Espíritu dado a ellos cuando son llamados y envia-
dos a predicar y enseñar la Palabra de Verdad.
¡Señor, ten piedad de nosotros y envíanos este tipo de pastores! Por
favor, Dios, por favor, envíanos hombres de Dios, eclipsados por tu gloria
sobre ellos, cuyas voces estén siendo completamente de El. Hombres que
lleven tu Espíritu de gracia, sazonada con tu presencia, con una médula
hecha de gloria, cuya sangre sea la sangre de Cristo y cuyo mensaje sea la
Biblia.
Creo que es necesario tener una visión general de la labor del Dr. Jay
E. Adams. Su libro “Pastoreando el rebaño de Dios”, es una obra clásica
sobre el tema del ministerio pastoral que cada pastor tiene que ver. Su aná-
lisis del Salmo 23 es una gran figura que define las particularidades del
oficio de ser un hombre de Dios, un buen pastor. Echemos un vistazo a
esto:
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 71

ANÁLISIS DE LAS CONSIDERACIONES DEL PASTOR JAY E.


ADAMS ACERCA DEL PASTORADO

Teología Pastoral

El nombre “pastoral” es un término singularmente cristiano que expresa un


concepto fundamental que está profundamente arraigado en cada represen-
tación bíblica del ministerio cristiano.24
Dios, “el Pastor de Israel” (Salmo 80:1), en definitiva demostró el sig-
nificado de Su pacto de amor como el Gran Pastor de las ovejas al dar su
vida por ellos. (Juan 10:11).25
Por lo tanto, el pastor es el que ofrece atención integral y completa pa-
ra todas sus ovejas. Las ovejas son impotentes (Isaías 53:7), son seguidores
(Juan 10:3-5), son propensas a vagar y perderse (Isaías 53:6), pero bajo su
cuidado no les falta nada.26
El pastor J. Adams analizó el Salmo 23, estableciendo la figura del
pastor de la siguiente manera:

1. Cuidado por cada una de sus ovejas: “El Señor es mi Pastor”. El


Buen Pastor “las llama por su nombre” (Juan 10.3), Él “las cono-
ce” (Juan 10:27), y va a buscar la “que está perdida” (Lucas 15:4).

2. Descanso: “Él las hace descansar”. Él conoce nuestra condición, lo


mucho que podemos manejar y lo que es demasiado para nosotros
y así nos trata en consecuencia.

3. Provisión para el sustento diario: “verdes pastos…aguas calma-


das” (alimentos y bebidas).

4. Refrescamiento y ánimo cuando estamos cansados, abatidos y des-


animados: “Él restaura mi alma”.

5. Guía y Liderazgo: “Él nos guía [no nos empuja]”. Comp. Juan 10:3
-4: “Él…las guía… él va delante de ellas”. Comp. ver Apocalipsis
7.17, y luego, Salmo 80:1, “Pastor de Israel… el cual guía a José
como un rebaño”.

6. Instrucción, entrenamiento y disciplina: “…nos guía por sendas de


justicia, para capacitarnos en justicia”.

7. Provisión para metas y motivación: “por amor a su Nombre”.


72 El Carácter de un Ministro

8. Seguridad y protección: “No temeré mal alguno… tu vara y tu ca-


yado me infundirán aliento”. Protección de caer, de ataques de lo-
bos dentro y fuera. Comp. 1 Pedro 2:25: “El Pastor y Guardián de
nuestras almas,” Hebreos 13:17: “tus líderes… cuidan vuestras
almas,” Hechos 20:28-30: “Estad alertas… de todo el rebaño…
para pastorear la iglesia de Dios… después de mi partida, vendrán
lobos feroces entre vosotros que no perdonarán al rebaño, Y de
entre vosotros mismos…” y Juan 10:11, cuando venga el lobo, él
“da su vida por sus ovejas”.

9. Comunión personal y la amistad de amor: “ustedes están conmi-


go”. Comp. Juan 10:14-15: “…y conozco mis ovejas y las mías me
conocen, de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al
Padre”. El cuidado y la preocupación de la relación pastor/oveja
alcanza su epítome, tal vez en Apocalipsis 7:17, donde en palabras
reconfortantes de consuelo Dios dice de los mártires potenciales
que “el Cordero [note como el pastor y los temas de pacto de re-
dención se fusionan aquí para formar el concepto algo extraño de
un cordero como Pastor]... será su pastor y los guiará a fuentes de
agua de vida”.

De la riqueza de esta imagen bíblica (la metáfora del pastor), y mucho más,
el ministro cristiano define su trabajo como pastor. Es su tarea, siguiendo el
Príncipe de los pastores y de los Grandes de las ovejas (1 Pedro 5:4; He-
breos 13:20), la de pastorear la grey de Dios, para que a ellos no les falte
nada. Es decir, el pastor está para satisfacer todas sus necesidades.
No puede ser mejor ilustrado... pienso en un capitán al frente de su
equipo en medio de una gran tormenta en lo profundo del mar. Él da la vi-
da y da su mejor esfuerzo para tratar de salvar a su tripulación, el buque y
la mercancía. El miembro de la tripulación que conoce las habilidades de
su capitán no tendrá mayores temores
Tomando la figura del pastor, tal como se presenta en el Salmo 23,
nos lleva a concluir que esta metáfora es única entre las demás y describe
mejor lo que un pastor debe ser. El Salmo 23 fue escrito por un buen pastor
que estaba dispuesto a dar su vida por las ovejas, es decir, David. Debemos
recordar aquí que el buen pastor es nuestro Señor y Él es nuestro modelo
en la práctica de ministerio en el deber pastoral. La lista presentada por J.
Adams presentada arriba es simplemente genial. Mírela a continuación:
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 73

 Cuidado para cada una de sus ovejas

– Descanso

– Provisión para el sustento diario

– Refrescamiento y ánimo

– Guía y liderazgo

– Instrucción, entrenamiento y disciplina

– Provisión para metas y motivación

– Seguridad y protección

– Comunión personal y la amistad de amor

Jesús como el Buen Pastor

– El pastoreo de Jesús fue sacrificial; un buen pastor está dispuesto


hasta a dar su vida por sus ovejas. (Juan 10:11)

– El pastoreo de Jesús estuvo lleno de compasión. (Mateo 9:36)

– Jesús guía sus ovejas; sus ovejas oyen Su voz y le siguen. (Juan
10:27)

– El pastor jefe guía voluntariamente y nosotros también debemos


hacerlo así. (1 Pedro 5:4)
74 El Carácter de un Ministro

OTRAS PERSPECTIVAS ORTODOXAS


Nosotros como pastores debemos dirigir bajo la dirección del “Príncipe de
los pastores” (1 Pedro 5:4). Jesús es nuestro modelo en la práctica de mi-
nisterio. Él nos dio la capacidad para servir como ministros del evangelio.
Todas las habilidades (Efesios 4:7-16), el conocimiento (Efesios 3:1-13), y
estoy seguro de que incluso “el carácter” de un ministro, son dones de Dios
(Gálatas 5:22-26). ¿Qué tienes que no hayas recibido? (1 Corintios 4:7).
Pastores: el carácter no se trata de nosotros. Todos los materiales del
área particular de la vida de un ministro que he leído, sutilmente sugieren
que “el carácter” de un ministro es algo que viene del hombre (del propio
ministro), o por lo menos que tienen la responsabilidad de dar forma al
carácter. Tengan cuidado con esta sugerencia sutil del enemigo. ¿Qué tie-
nes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no
lo hubieras recibido? (1 Corintios 4:7). Los dones espirituales no son mol-
deados por hombres. Optar por esa sutil sugerencia es denigrar la obra de
Jesús y de su Espíritu Santo en nosotros en la salvación, así como en el
llamado a servir. La razón por la que usted, como un ministro del Señor, es
irreprensible y aborrece la codicia no es por su esfuerzo, sino porque Dios
le dio esa distinción por el Espíritu de Gracia. Fue Jesús el que “cuando
ascendió a lo alto, llevó cautiva a la cautividad, y dio dones a los hom-
bres” (Efesios 4:8). A pesar de que tienen un llamado especial a
“Mantener un conocimiento firme tanto de su carácter como de su doctri-
na, no se desvíen. Sólo manténgalo firme...” 1 Timoteo 4:16a  Versión
“The Message”. Tenemos que ver este versículo en el contexto de esta es-
critura: “Persiste en esto pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a tus
oyentes” (1 Timoteo 4:16b  ESV). Es como este versículo de las Escritu-
ras: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, por lo que
ahora, no sólo en mi presencia sino mucho más en mi ausencia, ocupaos
en vuestra salvación con temor y temblor”. (Filipenses 2:12  ESV). ¿Por
qué? ¿Porque usted puede perder su salvación? Por supuesto que no. La
salvación no es suya, no porque la haya ganado o haya trabajado por ella,
es un don de gracia para ti. Una vez que tu la posee, te pertenece, porque
todos los dones de Dios son irrevocables: “Porque los dones y el llama-
miento de Dios son irrevocables” (Romanos 11:29  NVI). Y: “Porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad”. (Filipenses 2:13  NIV). Querido ministro del Señor:
“Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?”
(1 Corintios 4:7)
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 75

Los ministros (pastores, predicadores, ancianos, etc.) son una clase especial
de hombres, no porque no somos pecadores, sino por el llamado especial y
la comisión que tenemos. El conocimiento que tenemos fue revelado a los
apóstoles (Efesios 3), debemos hacer una pausa en su fundamento (Efesios
2:20), siendo como Jesús, este ha de ser el punto de vista en todo lo que
somos y hacemos (Efesios 2:21). Tenga cuidado de ser culpable de robar la
gloria de Dios. Dios es celoso de su gloria. Pudiéramos estar tratando de
eclipsar su gloria pretendiendo mostrarnos como los artífices de nuestro
carácter, ya que, sin duda, es un don único de Dios, así como la salvación,
el llamamiento y la comisión.
Nuestros caracteres, como ministros del Señor, no se sustentan en nada
más que en él. Hemos de seguirle en la práctica y el hacer, pero también en
su carácter. Sostengo que el carácter de un ministro cristiano es parte
del paquete que Dios le da a él en el llamado y la comisión. Si fue cono-
cido, elegido, salvado y llamado a ser un ministro del Señor, seguro que va
a ser irreprensible, sin reproche, santo y un hombre de Dios. Este don de la
gracia, así como de la propia fe, se nos ha dado para que perseveremos para
la gloria de Dios. Y a pesar de que somos pecadores, somos un ejemplo en
la búsqueda de las características que nos hacen irreprochables según Ma-
teo 5-7, 1 Timoteo 3, 2 Timoteo 2, Tito 1; 1 Tesalonicenses 2, 1 Corintios
2, 2 Corintios 1 - 4, Gálatas 5:22-26, etc. Esto es un logro de la glorifica-
ción de Cristo (Efesios 4:7-16). Este es un legado del poder y plan perfecto
del Señor, que fue quien diseñó este plan.
En la misma línea de pensamiento, las conclusiones de Jeff Purswell
son:

– El llamado al ancianato es un llamado al carácter.

– La marca suprema de un hombre llamado por Dios es


la calidad de su carácter que fielmente refleja la natu-
raleza de Dios, y que sirve efectivamente al pueblo de
Dios.

– El carácter que se requiere de un pastor es la marca de la


obra de Dios en un hombre que testifica del llamado de
Dios.

– Una de las estrategias principales de Pablo para elevar,


conservar y fortalecer la iglesia es a través de la creación
del ministerio pastoral (integridad pastoral). Esa deber ser
nuestra estrategia también.
76 El Carácter de un Ministro

– En la ecuación de pastor, nada es más importante e indis-


pensable que “su carácter”.27

Quiero decir, esto no es sólo mi teoría y mi conclusión en este material,


sino que en un sentido, muchos hombres de Dios mantienen y pueden de-
mostrar en las Escrituras esta postura. El salmista escribió una vez:

“Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén


conmigo; el que anduviere en el camino de la perfección,
éste me servirá.”
(Salmo 101:6  RVG)

Una vez más, la razón por la que hoy estamos viendo todas estas cosas ex-
trañas entre los ministerios (impurezas sexuales, malversación de fondos, y
todo tipo de impiedad), no es porque el plan del reino haya fracasado, sino
que está en cumplimiento. El Espíritu Santo fue claro acerca de esto (1 Ti-
moteo 2). El Nuevo Testamento habla acerca de los falsos maestros y pro-
fetas más que de los verdaderos ministros. Nuestro declive escritural, así
como nuestra visión humana sobre el ministerio, nos ha vuelto locos en
nuestro intento de hacer crecer el “reino” (iniciar y desarrollar nuevas igle-
sias); así como establecer nuestros propios requisitos para seleccionar
“ministros del Evangelio”. Debemos poner fin a esta loca manera de proce-
der. Nos van a pedir cuenta de nuestra manera repentina de poner nuestras
manos sobre otros que dicen ser ministros (1 Timoteo 5:22). El problema
no es Dios, ni su plan, sino los hombres. Tenemos que seguir Su Palabra.
Tenemos que obedecerla. Tenemos que creerla y vivirla.
Aquí les quiero hacer una pregunta: ¿cuál es la forma más segura de
saber los rasgos de calificación de un candidato al ministerio?
Respuesta: vaya a su casa, sus hermanos y hermanas, sus familiares,
sus amigos, y sus vecinos, e investigue acerca de lo que Pablo le dijo a Ti-
moteo y a Tito que debían buscar (1 Timoteo 3; Tito 1).
En ese orden, Jeff Purswell escribió:

“La conclusión ineludible de la Escritura es la siguiente:


‘El hogar es el terreno de prueba fundamental para el mi-
nisterio en la familia de Dios, la capacidad de un hombre
para guiar a su familia es la prueba principal que lo califica
o descalifica para el ministerio’”.28
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 77

En el mismo espíritu, John Stott escribió:

“El pastor casado es llamado al liderazgo en dos familias,


la suya y la de Dios, y la primera es el campo de entrena-
miento para la segunda...”29

John MacArthur, Jr. también escribió:

“Si quieres saber si un hombre vive una vida ejemplar, si


es consistente, si es capaz de enseñar y modelar la verdad,
y si es capaz de llevar a la gente a la salvación, a la santi-
dad, y para servir a Dios, entonces mira a las más íntimas
relaciones en su vida y ve si puede hacerlo allí. Mira a su
familia y encontrarás en ellos la gente que mejor lo cono-
cen, quienes lo escudriñan más de cerca. Pregúnteles acer-
ca de la clase de hombre que él es”.30

Terminología usada en la Biblia como referencia para el ministro del


Señor.

Las metáforas siguientes se usan en la Biblia para describir las áreas espe-
cíficas del ministerio, y todas ellas son parte de lo que yo llamo “el paquete
del llamado”:

 Siervo (Esclavo) –se refiere al lugar o la posición que un ministro


tiene delante de Dios y entre su pueblo. El siervo es un esclavo del
Señor Jesús (Jesús es un Maestro bueno), y también un servidor de
sus semejantes (pueblo), no sólo de los cristianos, sino de todos los
hombres.

 Ministro –se refiere a lo que el Señor mandó al siervo a hacer. Su


oficio e investidura.

 Anciano –se refiere a la sabiduría, madurez y sobriedad, repu-


tación y ejemplo.

 Obispo –se refiere a la posición. Una persona con la responsabili-


dad de velar por el rebaño al cuidar, corregir, amonestar y proteger.
Es alguien que ve por adelantado y por sobre los demás.
78 El Carácter de un Ministro
 Pastor (Pastor) –se refiere a la relación entre el hombre de Dios y
la gente que ministra (atención de las necesidades de la gente, ali-
mentar las necesidades de la gente, sanar las necesidades). Pastor
es una metáfora muy amplia que se refiere implícitamente a un
oficio que atiende a las personas en una relación muy estrecha
(como el que alimenta, como médico, como consejero, como pa-
dre, como líder, como proveedor, como cabeza de familia, etc.)

 Apóstol –uno enviado por el Maestro para representarlo. Se trata


de un oficio especial con información de primera mano para anun-
ciar. Es una especie de maestro de las reglas del reino. Son muy
leales a su Rey. Ellos conocen el plan, propósito, las normas, las
leyes y decretos del Rey, así como al propio Rey, y están para esta-
blecerlas. Tienen una autoridad especial para actuar en nombre y
poder de su Rey. En el sentido estricto de esta terminología, no
tenemos este tipo de oficial del Reino hoy en día, aun cuando haya
habido otros obreros cristianos, una parte de los doce y Pablo, con
tal designación o nombre del ministerio que ejercían (como Berna-
bé).

 Mayordomo (administrador) –para cuidar y dispensar los miste-


rios que Dios había revelado en las Escrituras a otros. Alguien que
se preocupa por los bienes de su Maestro.

 Jefe de hogar (guardián de la casa) –se refiere al hombre de Dios


que ha recibido recursos de Él para dispensarlo y administrarlo
entre el pueblo de Dios.

 Padre –una referencia a uno que se ocupa en el amor. Es una me-


táfora fuerte de la forma como el amor debe ser practicado por los
demás (con cuidado, provisión, responsabilidad, enseñanza, mode-
lo, amonestación, dirección, guianza y siendo ejemplo).

 Maestro –que enseña (dando y haciendo entendible la Palabra a


otros). Se refiere al don de la enseñanza, así como del estar a cargo
del pueblo de Dios. Este término se utiliza especialmente en el
Nuevo Testamento, con una exclusividad referida a la persona de
Jesús.

 Embajador –un oficial del reino de Dios que llama a los hombres
a reconciliarse con su buen Rey. Alguien que conoce a la perfec-
ción los planes de l Reinos y del Rey.
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 79

 Heraldo –un oficial que anuncia la noticia del Reino públicamente


y con autoridad a todo el mundo en la ciudad. Un heraldo del
Evangelio es un predicador de las Buenas Nuevas de Jesús para
llamar a la gente al arrepentimiento.

 Evangelista –como un heraldo, con la misma autoridad, pero no se


limita a proclamar su mensaje en un lugar público, sino en todas
partes. Los ángeles suelen ser heraldos y también evangelistas (en
griego, la palabra evangelista viene de la misma raíz que ángel).

 Testigo –en cierta manera, es una referencia al apostolado, pero de


un modo análogo es una referencia a aquellos que hablan, no como
filósofos que saben intelectualmente lo que enseñan, sino como
vasos vivientes que tienen un mensaje para decirle a otros porque
lo que han experimentado en sus propias vidas.

 Obreros –uno que trabaja en un campo por un salario. Él no es el


dueño del campo, sino solo un trabajador que no recibe su salario a
menos que haga un buen trabajo.

 Líder –la capacidad de orientar y guiar a los demás hacia el lugar


donde Dios quiere que estén, la idea es hacer eso como un pionero,
con su ejemplo, modelando lo que debe hacerse a través de su pro-
pio ejemplo de vida. Este término casi no se usa en sentido positi-
vo en las escrituras.

 Hombre de Dios –es una referencia a la piedad, la santidad y la


pureza. Así es como un ministro debe vivir.

 Sacerdote –se refiere a la santidad, el sacerdote es el que media


entre Dios y su pueblo.

 Diácono –siervo, ministro.

Como resumen de lo que debe ser un ministro del evangelio, quiero citar a
Mark J. Steege, citado por John MacArthur Jr. en su libro “Redescubriendo
la Predicación Expositiva”,31 el cual dijo:

“El Señor busca transformar la vida de los hombres a tra-


vés de nuestra predicación. Debemos ser evangelistas,
80 El Carácter de un Ministro

para despertar a los hombres a su llamado inminente en


Cristo. Tenemos que ser heraldos proclamando el mensaje
de Dios a los hombres. Debemos ser embajadores, lla-
mando a los hombres a reconciliarse con Dios. Debemos
ser pastores, en la alimentación y el cuidado de los hom-
bres todos los días. Debemos ser mayordomos de los mis-
terios de Dios, dándoles la palabra correcta para cada una
de sus necesidades. Tenemos que ser testigos, diciéndoles
todo lo que Dios ha hecho por ellos. Debemos ser supervi-
sores, animándoles a vivir para Dios.”

Y puedo añadir a esta excelente declaración: “tenemos que ser padres para
amar de verdad a nuestro pueblo con un amor verdadero, siendo ejemplo
para el rebaño de Dios. Pero sobre todo eso, tenemos que ser esclavos del
Señor y ministros para los demás. Debemos ser hombres de Dios para Su
gloria. ¡Amén!”.
En este punto es imprescindible que recordemos que nuestro Señor
Jesús prohibió la actitud de los fariseos y de los saduceos. Él nos enseñó a
evitar al menos los títulos por los cuales los instructores religiosos amaban
ser llamados. Creo que el pasaje habla claramente por sí mismo.

“Entonces habló Jesús a la multitud y a sus discípulos,


diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y
los fariseos: Así que, todo lo que os digan que guardéis,
guardadlo y hacedlo, pero no hagáis conforme a sus
obras, porque ellos dicen, y no hacen.
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las
ponen en hombros de los hombres; pero ellos ni con su
dedo las quieren mover.
Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los
hombres; porque ensanchan sus filacterias, y extienden
los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en
las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas; y las
salutaciones en las plazas, y ser llamados por los hom-
bres: Rabí, Rabí.
Mas vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois
hermanos.
Y no llaméis vuestro padre a nadie en la tierra; por-
que uno es vuestro Padre, el que está en el cielo.
El ministerio pastoral como un tipo especial de servicio 81

Ni seáis llamados maestros [líderes];32 porque uno es


vuestro Maestro, el Cristo.
Y el que es mayor entre vosotros, sea vuestro siervo.
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido.”
(Mateo 23:1-12–énfasis y corchetes añadidos por el autor)

Observe cómo la traducción “El Mensaje” (la cual no es una traducción


literal sino una paráfrasis, con una gran cantidad de libertad que por lo ge-
neral cambia el significado del sentido original), lo pone desde su punto de
vista:

“Ahora Jesús se volvió para dirigirse a sus discípulos,


junto con la multitud que se había reunido con ellos.
Los eruditos de la religión y los fariseos son profeso-
res competentes en la Ley de Dios.
Ustedes no van a salir mal en seguir sus enseñanzas
sobre Moisés. Pero tengan cuidado con seguirlos. Hablan
una buena línea, pero no la viven. No la tienen en sus co-
razones ni la viven en su comportamiento. Es todo buche y
pluma.
En vez de darles la Ley de Dios como alimento y bebi-
da por medio del cual puede tener un banquete de Dios,
ellos las empaquetan en manojos de re-
glas, sobrecargándolos a ustedes como animales de carga.
Parece que a ellos les complace verlos a ustedes tamba-
learse bajo estas cargas, y no se le ocurriría levantar un
dedo para ayudarlos.
Sus vidas son perpetuos shows de moda, mantones
bordados, oración, un día florido y oraciones al día si-
guiente.
Les encanta sentarse en la mesa principal en las cenas
de la iglesia, tomando el sol en las posiciones más promi-
nentes, acicalándose en el resplandor de la adulación pú-
blica, recibiendo títulos honoríficos, y procurando ser lla-
mados “Doctores” y “Reverendos”.
No deje que la gente les haga eso a ustedes, de poner-
los en un pedestal de esa manera. Todos ustedes tienen un
solo Maestro y todos ustedes son compañeros de clase.
No ponga a la gente como expertos sobre su vida, de-
jando que le digan qué hacer. Guarden esta autoridad
82 El Carácter de un Ministro

para Dios: Él le dirá qué hacer. Nadie más debe llevar el


título de “Padre”, ustedes tienen un solo Padre, y Él está
en el cielo.
Y no dejen que la gente les manipule haciéndose car-
go de ellos. Hay un solo Líder de Vida–Cristo.
¿Quieren destacarse? Entonces, bájese de esa posi-
ción. Sea un siervo.
Si ustedes se ensalzan, les bajarán esos aires de gran-
deza que tienen. Pero si están contentos siendo simple-
mente ustedes mismos, sus vidas van a contar para mu-
cho.”
(Mateo 23:01-10, traducción de la versión “The Mes-
sage.” Énfasis del autor)
83

Capítulo Seis

EL CARÁCTER DE JESÚS COMO EL


MAYOR EJEMPLO

HEBREO 1:3

Nuestro estudio está basado en una palabra que solo aparece una vez en el
Nuevo Testamento, “CARACTER”, ya mencionado anteriormente en He-
breos 1:3.

“ὃς ὢ νἀπαύγασματῆς δόξης, καὶ χαρακτὴρ τῆς


ὑποστάσεως αὐτοῦ.”
(Hebreos 1:3a  Versión Gr. TR1881)

“Él es la Radiación de la Gloria de Dios y el grabado


exacto de su naturaleza” (ing. He is the radiance of the
glory of God and the exact imprint of his nature).”
(Hebreos 1:3a  Trad. de la ESV, énfasis del autor)
84 El Carácter de un Ministro

“el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen


misma de su sustancia.”
(Hebreos 1:3a  RVR60. Énfasis del autor)

Carácter (χαρακτὴρ) significa: grabado, imagen, e imagen exacta. Pero


cuando leemos la frase: “χαρακτὴρ τῆς ὑποστάσεως αὐτοῦ (character tes
hypostaseos autoy)”, esta puede traducirse como: “la impresión o grabado
exacto (imagen expresa) de su naturaleza (esencia, persona).” Por ello,
el carácter de Dios es lo que los apóstoles vieron cuando el Salvador andu-
vo entre ellos.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y


vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.”
(Juan 1:14, énfasis del autor)

Lo que los apóstoles vieron en Jesús fue lo que ellos procuraron describir
con plena exactitud acerca de Él.

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo


que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos tocante al
Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la
hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida
eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifes-
tó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos,
para que también vosotros tengáis comunión con no-
sotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el
Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escri-
bimos, para que vuestro gozo sea cumplido.”
(1 Juan 1:1-4, énfasis del autor)

La vida de Jesús fue un espejo del Dios viviente. Dio vida a los muertos,
hizo todo tipo de milagros, habló con una sabiduría única, sin error, claro.
¿Te imaginas tratando de definir a Dios con las palabras de los hombres?
Es exactamente lo que Juan está haciendo aquí. La vida fue manifestada, y
la hemos visto, lo que hemos oído, lo que hemos tocado con nuestras ma-
nos.
Jesús manifestó ser: “El resplandor de la gloria de Dios, [y] la imagen
exacta (carácter) de su naturaleza (hypostaseos)”. El carácter de Jesús es
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 85

la imagen misma o la imagen de Su Padre (quien es el patrón o modelo al


que apela la metáfora aquí).
William Hendriksen, comentando este pasaje, señala que Jesús es exac-
tamente igual a su Padre, de la misma naturaleza, quien es un objeto
(persona) diferente, es otra persona igual. A medida que la huella de un
sello deja la misma imagen en la superficie donde imprime, el sello y la
superficie sellada no son la misma cosa, pero el sello impreso representa el
instrumento que imprime dicho sello. El carácter de Dios fue impreso exac-
tamente en Jesús. Por lo tanto, aquel que ha visto a Jesús ha visto al Padre.
Los creyentes antiguos (sobre todo Pablo y Bernabé) fueron llamados
cristianos por primera vez, ya que se parecían a Cristo. Esos hermanos
(pastores) tenían el carácter cristiano, imitaban a Cristo. Pablo luego dijo:
“Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo”. (1 Corintios 11:1)

Filipenses 2
Yo no encuentro ningún otro pasaje de la Escritura más significativo acerca
de la actitud de Jesús que Filipenses capítulo 2, especialmente los versícu-
los 5 al 8.

“Haya, pues, en vosotros este sentir (ing. mente) que hubo


también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrar-
se, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de sier-
vo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condi-
ción de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obe-
diente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
(Énfasis del autor)

Estos versículos son simplemente increíbles, fuera de toda comparación.


Ningún otro de los maestros, profetas y ‘dioses’ de otras religiones jamás
han hecho algo ni parecido. Gautama Buda, de acuerdo con las biografías
limitadas acerca de él, dejó su vida de la realeza para convertirse en una
especie de monje itinerante, pero no dijo de sí mismo que procedía del cie-
lo. Ninguno de sus biógrafos ha dicho que el Buda era el hijo del Dios vi-
vo. Nada de eso ha sido dicho acerca de cualquier otro fundador de cual-
quier otra religión en toda la historia de la humanidad hasta nuestros días.
Ni el panteón griego afirmó deidad absoluta a Zeus (el más grande de todos
los dioses, el padre de todas las deidades del Olimpo, así como el padre de
todos los hombres),1 Zeus no estaba a un nivel de Dios soberano, ni siquie-
86 El Carácter de un Ministro

ra en los cánones más devotos de toda la mitología griega. Nadie nunca


reclamó para Zeus lo que Jesús y sus apóstoles reclamaron sobre el caso
Cristo. En el politeísmo griego (el gran Zeus [Júpiter] y los Eones), Zeus se
convirtió en hombre-dios o un dios para el hombre, siempre era inmoral y
plagado de intrigas de las más bajas e ilícitas pasiones de los hombres
(incluyendo las prácticas de: secuestros, bestialidad, homosexualidad, in-
cesto, y así sucesivamente).
Jesús no es de este mundo. El Señor Jesús está fuera de toda imagina-
ción humana. Sería imposible que pecadores como tú y yo creáramos una
divinidad en nuestra mente como Jesucristo. Veamos los elementos singu-
lares de Jesús que llenan el contexto de la Santa Biblia.
El versículo 5 es un interruptor para comenzar ilustrando el sentido o la
actitud que los creyentes de Filipo debían haber tenido, la forma en que
debían haber vivido en su comunidad. Tenían que tener la misma actitud de
Cristo, que se describe de manera impresionante en los versículos 6 al 8.

Lo qué hizo Jesús en este pasaje es un reflejo de su carácter.

1. Él no tomó en consideración su existencia eterna, que era de la


misma naturaleza y forma de Dios (gr. theou morfe), simplemente
dejó Su gloria. Limitó su asociación especial y única con Dios, su
Padre, durante el tiempo en que Él estuvo en medio nuestro en la
tierra. Él, de buena gana y voluntariamente, de acuerdo con las
otras dos personas de la Trinidad, salió del lugar en el cielo donde
las tres personas de la divinidad cohabitado juntas, cara a cara, en
una alianza inseparable y eterna.

2. Él mismo se hizo indigno al convertirse en un hombre, al mismo


tiempo que permaneció siendo el Hijo del Dios vivo, así como la
segunda persona de la Trinidad. Aparte de dejar su lugar eterno de
gloria en una estrecha colaboración con el Padre y el Espíritu San-
to, tomó el lugar de un esclavo con la decisión de convertirse en un
hombre, así como permanecer siendo el Hijo del Dios vivo. La en-
carnación en sí mismo fue una humillación para Cristo.

3. Cuando el Hijo se convirtió en “Dios-Hombre” no sucedió de la


manera más gloriosa o la más digno de un ser humano, sino de la
manera más humillante en la totalidad de la historia humana. Él
vino en semejanza de hombre, pero sabemos por los datos facilita-
dos en los Evangelios que Él, como un sirviente real, llegó al espa-
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 87

cio de los hombres naciendo en un pesebre, debido al rechazo per-


petrado a sus padres terrenales de parte de sus propios familiares
cercanos y sus vecinos en Belén. También creció muy humilde y
vivió en extrema humillación.

4. Y como punto culminante de la humillación, Él murió como solían


los peores criminales en su época, clavado en un pedazo de madera
rústica (una cruz), con una corona de espinas como un símbolo de
las grandes humillaciones que los hombres le perpetraron. Ya sa-
bes el resto de la historia. Jesús hizo lo que hizo a favor de otros, a
saber, todos los creyentes de todas las edades.

Creo que Filipenses 2:5-8 es una de las más poderosas porciones de la Es-
critura que se podría utilizar para analizar el carácter de Cristo. Esto es para
ilustrar lo que significa humillación, es decir, ser un siervo de Dios. Él di-
ce: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). Creo que es necesario decir aquí
que Jesús se humilló también con el mayor propósito, el de la redención de
muchos (una multitud incontable  Apocalipsis 7:9, 14), de acuerdo al
glorioso propósito de Dios. Pero él también modeló cómo todos los otros
siervos de Dios deben esperar ser tratados por los hombres en la tierra.
Jesús nos dijo que la única manera de ser sus discípulos es renunciando
a todo lo que poseemos, especialmente a nuestra impiedad y a los deseos
del mundo (posesiones, vanidades, pasiones ilícitas, lujurias, lujos, borra-
chera de poder y fama, etc.). Él nos dijo, bajo sentencia condenatoria implí-
cita, que si no renunciamos a todas nuestras posesiones: “no podemos ser
sus discípulos”. Muchos, como Demas, correrán hacia fuera de los caminos
de la justicia, amando más a este mundo, renunciando así seguir transitan-
do por la única ruta que conduce hacia el reino de los cielos (comp.2 Timo-
teo 4:10).
Jesús le aseguró a sus discípulos que: “No hay nadie que haya dejado
casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no
haya de recibir mucho más en este presente tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna” (Lucas 18:29-30).
Continuemos con nuestro análisis del carácter de Jesús, como el mode-
lo para todos los ministros cristianos.
88 El Carácter de un Ministro

MATEO 4:1-11

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto,


para ser tentado por el diablo.Y después de haber ayunado
cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él
el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito
está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda pala-
bra que sale de la boca de Dios.Entonces el diablo le llevó
a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y
le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito
está:
A sus ángeles mandará acerca de ti,
y,
En sus manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor
tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y
le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y
le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Enton-
ces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo en-
tonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”.

Mateo 4:1-11 nos muestra el carácter de Jesús cuando empezó a ejercer la


obra de su ministerio y vocación. En particular, esta Escritura nos muestra
que Jesús era un hombre piadoso muy maduro cuando comenzó su ministe-
rio. Es claro en este pasaje que:

1) Jesús conocía las Escrituras muy bien

2) Jesús se encontró con el enemigo contra el que luchó con las res-
puestas correctas

3) Jesús sabía perfectamente cual era su llamado, misión y ministerio

4) Jesús no buscaba ningún tipo de recompensa (gloria, fama, poder,


placer, etc.), sino que perseguía glorificar a Su Padre (Dios).

5) Jesús estaba enfocado en el Espíritu y no en la carne.


El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 89

Esta conversación de Jesús con Satanás es un modelo de cómo Jesús cami-


nó durante el tiempo de su ministerio en la tierra. Así lo hizo cuando los
líderes espirituales de Israel (fariseos y saduceos) lo interrogaban. Así lo
hizo en sus conversaciones privadas y públicas. Él vivió como tal. Ese era
su estilo de vida. No fue así solo en determinadas circunstancias, sino
siempre. Así, podemos ver las siguientes constantes en la vida y obra de
Jesús:

1) Siempre citaba la Escritura (como la base y la autoridad en todo lo


que decía y hacía)

2) Traía la perspectiva correcta en todo tema controversial

3) Recurría a Dios el Padre como su modelo al actuar y hablar

4) Sólo persiguió la gloria de Dios en todo su ministerio.

En Mateo 4, Jesús fue tentado con la misma tentación que Satanás siempre
ha usado para tentar a los ministros de Dios de todos los tiempos. Satanás
ofrece a los siervos de Dios todo tipo de opciones y posibilidades para que
hagan su voluntad. El pastor R. Otoniel Sánchez, esquematizó estas reali-
dades de la manera siguiente (los comentarios son de mi pluma):

Jesús nunca usó su poder para su propio beneficio (v.3)

Jesús fue capaz, Él tenía el poder (como vemos en el relato de las bodas de
Caná  Juan 2:1-11) para convertir el agua en vino y las piedras en pan. Él
tenía el poder de resucitar, de curar todas las enfermedades, de crear cual-
quier cosa, y toda la autoridad sobre el infierno y los demonios. Podía lla-
mar a miríadas de ángeles para su propia defensa (compare Mateo 8 y 9),
pero nunca utilizó su poder para satisfacer sus propias necesidades. Nunca
utilizó su poder para su propia bondad (tal vez las únicas excepciones fue-
ron la resurrección y el momento en que envió a Pedro a sacar un pez para
pagar los impuestos de entrada a la ciudad)… percatas minutas.
Jesús responde a Satanás cual los ministros espirituales somos llamados
a responder. Una de las razones por la cual los hombres hacen todo lo que
hacen es asegurar su estatus quo (sobrevivencia). En las religiones del
mundo, sus líderes actúan en primer lugar por la comida (por el vientre). El
hombre común vive para comer. Todo el mundo trabajaba principalmente
para la alimentación. Jesús no, por el contrario, enseñó a sus siervos a:
90 El Carácter de un Ministro

“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida
eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque a éste seña-
ló Dios el Padre” (Juan 6:27). En el reino de Dios, sus siervos (los pasto-
res, ancianos, etc.) no debemos concentrarnos en esas cosas. Los esclavos
del Señor debemos centrarnos con la palabra de Dios, lo creo, hasta el pun-
to de morir por ella de ser necesario. No sólo hemos de creer los dichos de
Dios intelectualmente (dejadle eso a los eruditos de este mundo), nosotros
debemos aterrizar estas doctrinas en la vida práctica (en nuestra teología
funcional). Tenemos que estar dispuestos a perder la vida en defensa de las
doctrinas del Evangelio que nos fueron entregadas (Judas 3). Lo sé: “Dios
no necesita defensores, Él se sabe defender solo”, pero el dictaminó que:
“contendiéramos, con ardor, por la fe dada de una vez por todas a los san-
tos”. Es su mandato. ¡Amén!
Estimados siervos del Señor, por favor, evita la tentación de trabajar por
la comida que perece. Evitemos la tentación de trabajar por la fama, el po-
der y la auto-reputación. Tenga cuidado con los placeres de esta vida
(comida, sexo, la gloria de los hombres, el hacer un nombre, los emborra-
chadores aplausos, la auto-imagen, etc.), todo esto es sumamente peligroso,
la mayoría no lo sabemos manejar, pidamos discernimiento y fuerzas al
Dios del cielo. Como siervos de Cristo hemos de trabajar por el reino de
los cielos, hemos de hacer nuestro tesoro en el cielo, donde ni la polilla ni
el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan (comp. Mateo
6:19-20). Siga el ejemplo de Jesús. Tenía todas las riquezas, todo el poder,
toda la autoridad, toda la fama, toda la gloria, todas las posibilidades, etc.,
a su merced. Pero cuando decide mostrarnos la ruta del santo ministerio,
dejó la gloria del cielo, incluyendo aquí la presencia especial del Padre, y
vino a ser humillado por los hombres. Y además de eso, cuando se convir-
tió en un hombre, Él nunca utilizó su poder para su propio beneficio,
¡nunca! ¿Se puede imaginar esto? En el Señor no funcionaba la influencia.
Él no era más amigo de los que más tienen, como es común en los que se
dicen ser “ministros” del Evangelio entre nosotros, que ni siquiera disimu-
lan sus ansias insaciables por las posesiones de este mundo. A Cristo le
producía nauseas esa clase de actitud. Muchos ministros de hoy aman las
esferas de la fama y el poder, no quieren saber nada de los ministerios de
baja trascendencia estadística, y les repugnan las naciones en miseria. ¡Hay
si el Señor nos concediera pastores según su corazón en esta generación y
en esta nación! Roguemos pues al Señor de la mies que envíe obreros, no
fraudulentos, a su abundante mies.
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 91

Jesús se negó a ser un actor sensacionalista (vv.5-6)

Jesús pudo haber aprovechado la ocasión y obtenido fama delante de toda


esa gente que por lo general venía al templo a orar y vender mercancías.
Jesús no vino a tener una gran iglesia durante su ministerio para modelar lo
que significa el éxito, ya que al parecer hoy en día los “líderes cristianos”
tienen su foco en estas cosas. Pudo haberlo hecho, pero no lo hizo. Aparen-
temente Jesús no tiene las mismas prioridades que nuestros
“líderes” (ministros del “evangelio”) tienen hoy en día. El sensacionalismo
y la actuación marcan las iglesias, en promedio, en la era actual. El deseo
de fama y gloria está en el centro de las prioridades de los “líderes cristia-
nos” de hoy.
Jesús rechazó la fama. No ministró para establecer una mega iglesia;
no quería ser rico en este mundo. Más bien, como comentamos en la sec-
ción escrituraria previa (Filipenses 2: 6-8), renunció a su propia gloria eter-
na, a su lugar eterno en la gloria y la santidad de la divinidad, a ser atendi-
dos por los santos ángeles de Dios, a tener sólo la naturaleza de Dios y ob-
tener una segunda, la humana. Él hizo todo eso para llegar a pagar nuestras
deudas, en favor de nuestra salvación, y, por supuesto, para modelar el pa-
trón de cómo ser siervos de Dios para Su gloria.

Jesús rechazó la tentación de las riquezas del mundo, del poder y las
influencias (vv.8-9)

Los siervos de Jesús no somos “llamados” a ser ricos, poderosos o políti-


cos. Tampoco fuimos “llamados” para inmiscuirnos en el activismo civil
(los negocios de esta vida). El objetivo del que sirve a las cosas de esta vi-
da es agradar a aquel que lo reclutó (ver 2 Timoteo 2:4). Los ministros del
Evangelio hemos sido “llamados” a ser como Jesús; no a ser como Sócrates
o Aristóteles o Séneca, o al Papa de Roma. Los ministros del Evangelio
fueron llamados a agradar al Dios Altísimo, no para acumular riquezas, ni
para ganar influencia política. Jesús pudo haberlo hecho así, pero no lo hi-
zo. Él tenía una agenda soberana clara y precisa que llevar a cumplimiento
perfecto. En una ocasión, la gente quería hacerlo su rey, pero él no aceptó.
Pablo también pudo haberlo hecho al modo de los hombres, pero el tam-
bién rechazó esa vía. Y lo estimó todo como “estiércol” con tal de ganar a
Cristo, y no ser tenido como alguien que actuó en su propia justicia
(parecer), sino en la de Cristo.
Elías pudo haber sido amigo íntimo de Jezabel y Acab (los reyes de Is-
rael en tiempos de Elías), pero él decidió ser obediente a Dios, a pesar de
92 El Carácter de un Ministro

que escapó del reino de Israel y vivió en una cueva con muy poco para co-
mer y beber, y más tarde se trasladó a la casa de una viuda muy pobre en
una tierra extraña.
Jeremías pudo haber sido amigo del rey Sedequías, y rehuir decirle el
mensaje de Jehová, pero la gloria de su ministerio era servir a su Señor
Jehová, aunque sabía que no tendría seguidores (que no sería líder según
nuestro sentido corriente de la palabra).
Los amigos de Daniel “(Sadrac, Mesac y Abed-nego)” pudieron haber
sido humildes a los deseos de palacio y decidir postrarse a las demandas de
Nabucodonosor, pero no lo hicieron, ellos sabían que Dios podía salvarlos
de la ira del rey y del fuego del horno ardiente. No les preocupaba de nin-
gún modo si el Señor no los libraba de esa situación incómoda. Lo mismo
le pasó a Daniel cuando el decreto fue firmado por sus demoníacos
“colegas”.
Juan el Bautista pudo haberse hecho un buen amigo del rey Herodes, y
dejar de denunciar sus pecados, para así disfrutar de algunos favores pala-
ciegos. Pero mejor obedeció el llamado de Dios.
Un ministro podría buscar la auto-satisfacción en lugar de servir fiel-
mente a Dios. La Iglesia de Inglaterra y sus ministros decidieron seguir el
deseo del rey Henrique VIII y le permitieron divorciarse, supuestamente
con la autoridad de Dios, claro, todo a causa de sus estómagos, posiciones,
pagos, y quién sabe qué más. Y allí comenzó la historia del divorcio en
masa entre los protestantes, así como el decaimiento de la reputación de los
ministros en esa nación bendecida.
Para cumplir cabalmente con esas características espirituales que han
de estar en cada ministro cristiano, nosotros, como Jesús, hemos de:

1) estar espiritualmente preparados

2) conocer bien a nuestros enemigos (nuestro propio corazón-nuestros


propios deseos, las filosofías del mundo, satanás y sus demonios,
etc.)

3) estar centrados en los propósitos de Dios (de ensanchar su reino, y


procurar el sometimiento de todos los poderes bajo los pies de Je-
sucristo)

4) estar llenos de las Sagradas Escrituras

5) tener el firme compromiso de adorar, servir y agradar solamente a


Dios en todas las cosas y circunstancias.
El carácter de Jesús como el mayor ejemplo 93

Sin tener la mente llena de la Palabra de Dios, satanás tomará ventaja en la


batalla espiritual. Por lo tanto, el pueblo de Dios (y sobre todo los ministros
del Evangelio) tenemos que conocer y manejar bien la Escritura, para vivir-
la y aplicarla. Entonces, una cosa importante a evaluar en los candidatos, o
para nominar a ministro cristiano, es su conocimiento de la Palabra de
Dios: ¡Nunca lo olvide, ni lo obvie, ni lo asuma!
Entonces, cuando terminemos nuestro servicio, los ángeles vendrán a
recompensarnos. Fue lo que ocurrió con el mendigo de la parábola en Lu-
cas 16. En el v.16 dice: “Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado
por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico y fue sepulta-
do”. Esto es lo que sucederá al final de esta era, los santos Ángeles vendrán
a recoger la cosecha de almas de todos los lugares de la superficie de la
tierra, incluso los verdaderos creyentes que murieron en el pasado (ver Ma-
teo 25 y 1 Tesalonicenses 4).
Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis”. (Mateo 7:16)
Pablo le escribió a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino
sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pure-
za”. 1 Timoteo 4:12 (ver también Tito 2:7, 15 y 1 Pedro 5:3).
Podríamos seguir hablando de Jesús y llenar miles de páginas sin repe-
tir ninguna cosa, pero estos dos pasajes son suficientes para establecer una
doctrina sobre el carácter de Jesús. El siguiente capítulo está ligado a este
en el orden de lo que Jesús enseñó sobre el carácter. Tales enseñanzas de-
ben ser tenidas en alta estima por los ministros del Evangelio de la gracia.
Pero la lección de todo esto es que Jesús es el ejemplo y modelo de carác-
ter para todo ministro del Evangelio santo y eterno. ¡Amén!
95

Capítulo Siete

LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS SOBRE EL


CARÁCTER QUE DIOS ESPERA DE SUS
MINISTROS

Vayamos a las Escrituras para ver y analizar una imagen de lo que Jesús
dijo a sus discípulos, de forma muy peculiar, para ilustrar el carácter de sus
siervos. Creo que las Escrituras son moderadoras de lo que tiene que ser
nuestra concepción sobre EL CARÁCTER DE UN MINISTRO CRIS-
TIANO. Cuando digo “el carácter que Dios espera”, no estoy sugiriendo
que Dios llamó a sus ministros para que adivinen cómo dar forma a su ca-
rácter hasta que sean como él quiere; estoy más bien diciendo que Dios
espera que el carácter sea tal porque les dio el patrón necesario y les prove-
yó de capacidad para lograrlo. Es sólo una manera de decir cómo hemos de
evaluar el carácter de los ministros cristianos. Como muestra Mateo 5,
Dios hizo todo lo que debía ser obrado sobre el carácter. No es una cues-
tión que descansa en las atribuciones del ser humano.
96 El Carácter de un Ministro

MATEO 20:20-21, 25-27

“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo


con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en
tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu dere-
cha, y el otro a tu izquierda.
Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los go-
bernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que
son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre voso-
tros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero entre vosotros será vuestro siervo.”

Este pasaje describe una visión y plan totalmente distinto en lo tocante al


ministerio. Mientras el mundo se enfoca en puestos, posiciones, títulos,
poder, control, etc., Dios llama y capacita a sus ministros para que sean
siervos para Su gloria.
En vez de estar buscando reconocimientos de otros, ellos sirven gene-
ralmente en el bajo perfil, sin saber su izquierda lo que hace su derecha,
completamente mansos y humildes, como respondió el pastor José Mallén
a mis preguntas en la encuesta (ver cap. 4).
Quizás te preguntes: ¿y por qué así? Y creo que la respuesta es obvia:

1. Porque hemos de imitarlo a El, y

2. Porque la recompensa de los pastores no es un asunto de esta tie-


rra, sino del cielo (ver 1 Pedro 5:1ss).

Nosotros no trabajamos por recompensas en esta vida, sino en la eternidad


(como los de Hebreos 11). Cuando perdemos este enfoque (literalmente
nos desenfocamos), entonces comenzamos a ser inconsistentes y sin poder.
A estas alturas me siento confortable declarando que:

La medida de la grandeza en el reino de los cielos se


relaciona, por un lado a la cantidad del servicio que
rendimos, y por el otro lado al tipo de recompensas que
buscamos.

Esto implica cantidad y calidad. Pero también implica, en un sentido más


elevado, motivación. Servir es amar a Dios y también amar a la gente
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 97

(Mateo 22:37-39). Servir es imitar a Jesús. Ser humilde es seguir las pisa-
das de Cristo.
Creo que Alexander Strauch dio en el clavo sobre este particular cuan-
do escribió:

“Y de Nuevo, Jesús habló sobre el carácter de un ministro


al describir su oficio (lo que ellos hacen), pero fundamen-
talmente, por qué ellos hacen lo que hacen (la motivación
que los conduce a obrar–lo cual ha de ser glorificar al Se-
ñor Jesucristo).”1

Así que, la descripción que Jesús da sobre el ministerio es servir a otros


motivados por el amor y la obediencia a la divinidad. Veamos otra lección
del Señor sobre el carácter que Él quiere en Sus ministros.

MATEO 23:2, 5-12

“En la cátedra de Moisés se sientan [posición] los escri-


bas y los fariseos [los líderes religiosos de los judíos].
…Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los
hombres [la motivación de ellos]. Pues ensanchan sus fi-
lacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los
primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas [posición y motivación de ellos], y las saluta-
ciones en las plazas [recompensas], y que los hombres los
llamen: Rabí, Rabí [motivación]. Pero vosotros no queráis
que los llamen Rabí [título]; porque uno es vuestro Maes-
tro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no lla-
méis padre [título] vuestro a nadie en la tierra; porque
uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis
llamados maestros [título]; porque uno es vuestro Maes-
tro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro
siervo [posición]. Porque el que se enaltece será humilla-
do, y el que se humilla será enaltecido [motivación].”
(Énfasis y corchetes añadidos por el autor)

En las religiones y en los sistemas administrativos de las sociedades, a los


hombres les encantan los títulos; les encanta que les llamen príncipes, rabi-
nos, maestros, pastor-maestro, obispo, etc. Ellos hacen todo lo que hacen
con la finalidad de ser grandes y de obtener los beneficios de ocupar los
98 El Carácter de un Ministro

mayores puestos en las organizaciones de los hombres. Creo que este es el


punto en el libro de Swindoll: “La Búsqueda del Carácter Maduro”. En ese
material el pastor Swindoll resume que hay cuatro fuerzas que pueden in-
fluenciar, moldear e incluso controlar el carácter: (1) Fortuna, (2) Fama, (3)
Poder, y (4) Placer.
La tesis del Dr. Swindoll es que un hombre de Dios debe huir de estas
cosas que representan la carne, o el pensamiento del mundo, o un mal testi-
monio, impiedad, el deseo del maligno, etc. Por tanto, indefectiblemente,
un hombre de carácter, un hombre de Dios, un ministro Cristiano de-
be huir de esas cosas.
El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “Huye también de las pasiones ju-
veniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón
limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22). Y el pastor Cortés,2 predicando
de este versículo (al igual que lo explicó el Dr. MacArthur en su exposición
sobre el pasaje anterior) dijo que un hombre de Dios es conocido por:

1. aquellas cosas de las que huye, y también

2. aquellas cosas que persigue (sigue).

Para ser hombres de Dios, siervos, ministros de Cristo, se hace necesario


un rechazo de los títulos, posiciones (creo que es el espíritu de lo que Ale-
xander Strauch escribe en su libro: “El Ancianato Bíblico”), a la vez que
deja de lado los tipos de recompensas que ofrece el sistema del mundo, con
tal de seguir la fe, la justicia, la caridad, la paz con un corazón puro (que
quiere decir con una motivación correcta, a saber, buscar SOLO la gloria
de Dios). Creo que esto es lo mismo que Jetro, el suegro de Moisés, enco-
mió y recomendó a su nuero cuando le dijo que buscara hombres de buen
testimonio, probados, que odiaran la avaricia para que lo ayudaran en la
gran tarea que ejecutaba como gobernante del pueblo de Dios (Éxodo
18:21).
Este es el principio: por un lado, mientras que en las religiones y en las
instituciones de este mundo la manera de gobernar de sus líderes es aman-
do y persiguiendo las recompensas del sistema y todo tipo de reconoci-
miento (títulos, posiciones, prebendas, etc.), con tal de enorgullecerse; por
el otro lado, nosotros los ministros de Cristo hemos de perseguir la humil-
dad, acompañada de una búsqueda diligente de oportunidades de servir a
los demás, sin espera de ningún tipo de recompensa terrenal. Es muy fácil
para cualquiera de nosotros (ministros del Señor) caer en esa trampa del
mundo y su sistema de recompensas, a saber, aplausos, gloria, fama, bie-
nestar económico y material, etc. Y como tal, a menudo disponemos nues-
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 99

tras mentes a pensar y planificar estas cosas. Es parte integral de nuestra


naturaleza caída. No he sabido de nadie que haya orado antes de recibir
algún galardón o recompensa de los hombres, para indagar lo que el Señor
dictamina al respecto. Difícilmente alguien haya orado a Dios antes de re-
cibir alguna ofrenda luego de haber dado una conferencia o de haber predi-
cado. O si va a recibir algún reconocimiento público por sus labores minis-
teriales realizadas. Oramos por cualquier otra cosa, pero no por estas. Nos
justificamos con que ya Dios dijo: “el obrero es digno de su salario”, y “dar
honor a quien honor merece”. Y con ello el consultar la voluntad de Dios
sobre esos menesteres está resuelto, no hay que hacerlo. Y no estoy esta-
bleciendo aquí que esas cosas son incorrectas; no es mi punto aquí, ni ten-
go autoridad para ello. En vez de hacer lo que hacemos para ser vistos
(reconocidos, aplaudidos, etc.) de los hombres, nosotros debemos tratar
con ahínco hacer lo que hacemos para Dios lo más anónimo posible, en
privado todo cuanto sea posible, entre nosotros y nuestro Maestro (el Se-
ñor). La manera de orar, procurando ser escuchados por el Soberano, es un
modelo sobre como debemos actuar y practicar nuestras obras de justicia
con tal de ser buenos y fieles siervos de Jesucristo. A fin de cuentas, anóta-
lo bien, lo que importa es la opinión que Dios tenga sobre nosotros, en vez
de la opinión de los hombres. Esta es la razón por la que Pablo le encomió
a Timoteo, refiriéndose a este asunto:

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, co-


mo obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien
la palabra de verdad.”
(2 Timothy 2:15)

Eso es una labor dura, resulta un tanto difícil pensar en esto, sobre todo
porque es una actitud contraria a la naturaleza humana el rendirnos volun-
tariamente a la humildad y al servicio a cualquier maestro (incluyendo al
Señor). Pero la única meta de un ministro de Cristo es dar gloria a
nuestro Padre celestial a través de nuestro Maestro y Señor Jesucristo.
Esto es ser un hombre de carácter Cristiano, un hombre de fe, esto es ser
justo, esto es ser piadoso, confiable y un siervo digno, uno que rinde todas
sus metas personales, sus planes y sus métodos con tal de ser un fiel siervo
de Jesucristo. Uno que no tiene de que avergonzarse, porque permanece
haciendo lo que fue llamado a hacer trazar (desmenuzar, dividir) bien la
palabra de verdad. Debes saber esto, que es absolutamente imposible obrar
así en nuestras fuerzas, en la carne, y solo es posible en las fuerzas y el po-
der de nuestro Señor y Maestro. Hemos de seguir sus pisadas. Los minis-
tros de Cristo hemos de huir de los placeres ilícitos y pecaminosos, del
100 El Carácter de un Ministro

amor al dinero (a las riquezas materiales), de la fama (la cual casi siempre
es fatal), de los poderes que nos ofrece este mundo, de las pasiones juveni-
les (desordenadas); en cambio, hemos de vivir: “en el poder de Su fuer-
za” (Efesios 6:10). Los ministros del Señor hemos de rechazar las posicio-
nes, los títulos, los reconocimientos (fama), con tal de buscar únicamente la
gloria de Dios (hemos de tener esas cosas como estiércol con tal de ganar a
Cristo). Debemos, cual Pablo, pensar como sigue:

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he esti-


mado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente,
aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar
a Cristo,y ser hallado en él, no teniendo mi propia justi-
cia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el
poder de su resurrección, y la participación de sus padeci-
mientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en
alguna manera llegase a la resurrección de entre los
muertos.”
(Filipenses 3:7-11, énfasis del autor).

Lo se, yo mismo soy como los demás, amo esas cosas que nos generan glo-
ria a nosotros mismos. Amamos el ser reconocidos por los demás, cuando
no sucede hasta lo extrañamos. Amamos los aplausos y los lauros. Trabaja-
mos por los reconocimientos. Pero otra vez: “todo eso es contrario a la glo-
ria de Dios y es impropio a los ministros de Cristo”. John Piper lo puso en
perspectiva como sigue:

“Seguir esas cosas es eclipsar la gloria de Dios.”

No hay nada peor e infiel para el ministro cristiano que eso. Las religiones
de este mundo, los gobernantes, y los perdidos en general procuran buscar
su propia gloria. Los ministros de Cristo han de ser humilde y mansos, ren-
didos sin reservas a Dios, siervos de los demás, solo por la causa de Dios.
Esto es prácticamente el todo referente al carácter del siervo de Cristo. Esto
es imitar a Cristo. Esto es seguir sus pasos. Esto es lo que El siempre pro-
curó, glorificar al Padre: “No recibo gloria de los hombres” (Juan 5:41).
Cuando servimos a Cristo, necesitamos tener un completo entendimiento
de que existimos para glorificar a Cristo, en todo lo que decimos, pensamos
y hacemos (ver 1 Corintios 10:31 y Colosenses 3:17). Cuando deseamos
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 101

Gloria, fama, el manejo del poder, reconocimiento, etc., andamos en los


deseos de la carne, es lo que procuran los gentiles, pero tu y yo fuimos lla-
mados a imitar a Cristo (rechazando la gloria y el reconocimiento de los
hombres), hemos de vivir para Su gloria. Y quiero decir, en contra de nues-
tros deseos naturales, con tal de ganar y seguir a Cristo, cual Pablo declara
en Filipenses 3.
Es un buen momento para preguntar: ¿Como puedo hacerlo?
Respuesta: Nos capacitaron, como cristianos y como ministros, pa-
ra ello. Dios transforma nuestro carácter, tanto en Su obra de regeneración
como en el llamamiento. “Si alguno anhela obispado, buena obra desea;
[pero] es necesario que el obispo sea (o el obispo debe ser, un requeri-
miento obligado) irreprensible…” (Énfasis, paréntesis y corchetes por el
autor)
Fuimos dotados para poder ser siervos de Cristo (1 Corintios 7:22).
Fuimos dotados para ser buenos siervos del Señor. Fuimos dotados para ser
pastores y maestros (Efesios 4:7-14).

“Porque: ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas


recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?”
(1 Corintios 4:7)

Creo que esta es una de las razones por las que Alexander Strauch habla
tan fuerte sobre los títulos en su libro (ya antes citado y discutido): “El An-
cianato Bíblico”. Observe de nuevo en el capítulo II: Un Análisis del Mi-
nisterio en la Biblia, donde el concluyó:

“¿Por qué no encontramos instrucciones en el Nuevo Tes-


tamento respecto a seleccionar un pastor o llenar una posi-
ción pastoral vacante?”3

Según puedo ver en los escritos de Alexander, él no está diciendo que loa
oficios o posiciones de pastores, diáconos, e incluso doctores o evangelis-
tas no existen; lo que Strauch establece en su tesis es que aunque tales do-
nes existen (de enseñar, predicar, servir, etc.), no debemos tomar ventajas
de ellos para elevar algunos sobre otros en el cuerpo de Cristo (en la her-
mandad eclesiástica). El hermano Alexander Strauch dio en el clavo sobre
lo que efectivamente implica el ministerio, y pienso que es exactamente lo
que Jesús planteó en Mateo 20 y 23.
Así que, el mismo Señor resucitado dotó a algunos para que fuesen
apóstoles, a otros para que fuesen profetas, a otros para que sean evangelis-
102 El Carácter de un Ministro

tas, y a otros para que ejerciesen el ministerio pastoral y de enseñanza, el


señaló a muchos para que fuesen pastores como un oficio especial. Hablaré
más sobre esto en los capítulos 11-13. De nuevo, Alexander no establece
que no existen pastores, ancianos u obispos (ver de Nuevo el cap. 5), lo que
el claramente hace es poner en perspectiva el ministerio para que no haya
ningún tipo de enorgullecimiento al respecto. Es decir, para que sepamos
que se trata de eso, de ser “ministros” y “siervos” de Cristo, y nada mas.

EL CÓDIGO ÉTICO DE JESÚS PARA SUS MINISTROS


(MATEO 5-7)

El sermón del monte es, quizás, la porción escrituraria más complete y sis-
temática concerniente al carácter que Dios espera de sus hijos (y por tanto
de sus ministros). En aquella ocasión particular, según 5:1-2, Jesús estuvo
enfocado especialmente en Sus discípulos. El sumario sobre la expectación
de Dios del carácter, sistematizado en dicho sermón (set de enseñanzas),
nos es dado en 5:48, donde Jesucristo dijo:

“Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está


en los cielos es perfecto.”

La misma idea nos es dada en 5:20, donde Jesús demanda de sus discípu-
los, el grupo de personas a quienes Él preparaba para que fuese represen-
tantes Suyo, el ser Sus apóstoles, sus fieles sirvientes. Dice:

“Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que


la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos.”

Tanto la introducción como la conclusión atestiguan que las enseñanzas en


estos capítulos (5 al 7 de Mateo) corresponden a una sección singular
(única) de instrucciones dadas por Jesús, y que a la vez fue dictada en una
ocasión real. Mientras que la mayoría de los eruditos bíblicos serios pien-
san que se trata de pedazos pegados de aquí y de allí sobre diferentes oca-
siones en las que Cristo enseñó, especialmente si se tienen en cuenta las
notas al final del sermón (7:28; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1), las cuales apare-
cen seis veces al través del evangelio de Mateo. Echando una mirada a los
comentarios del Dr. Stott (quien cita a B. W. Becon), donde él se identifica
con la posición del Profesor A. B. Bruce, quien disertó sobre nuestro texto
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 103

en consideración ahora, pronunciando en suma que este trozo representa


las enseñanzas de Jesús en varias ocasiones, en vez de en una sola ocasión.
Por otro lado, A. W. Pink muestra convicción de que la estructura presenta-
da en esta sección corresponde a una única pieza, un único sermón de nues-
tro Señor. La conclusión de Pink es mi humilde apreciación también, a la
vez que reconozco que para los propósitos del set de enseñanzas presenta-
dos aquí, incluyendo nuestro propósito en esta ocasión, las opiniones al
respecto, que pueden ser de índole netamente especulativa, no importan,
pues a fin de cuentas no hay desacuerdos en el grupo citado de que se trata
de verdaderas y diáfanas enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.
Las enseñanzas fueron especialmente dirigidas a sus discípulos (5:1), a
la vez que eran escuchadas por la multitud presente (5:1, 7:28-29). Es cla-
ro, de acuerdo a la enseñanza dada, especialmente cuando habló en segun-
da persona del plural, como: “ustedes son la luz del mundo…”, que Él no
estaba enfocado en la multitud en general, sino a sus discípulos en particu-
lar, que eran su principal objetivo aquí. Y más directamente estaba apelan-
do al corazón de sus apóstoles (habían mas discípulos que apóstoles), y por
tanto, a todos Sus ministros, extrapolando en el tiempo y el espacio (la his-
toria de la predicación), y a sus siervos (cristianos) en general. Pablo luego
confirma algo de esta realidad cuando describe a los cristianos como
“luminares (estrellas) en el mundo”.
En estas enseñanzas Jesús tiene en mente principalmente al grupo de
hombres de Dios a quienes llamaba “discípulos”. Mathew Henry escribió
que “este sermón de Jesús es una especie de ley espiritual del Reino”. Este
set de enseñanzas empieza precisamente con la perspectiva de Cristo so-
bre un hombre de Dios (el carácter de un verdadero ministro de Jesu-
cristo). Inicia con las Bienaventuranzas, la más fuerte y enfática declara-
ción de gozo y felicidad posible en la Biblia.
De todos modos, cuando miramos a este set de principios de vida
(signos vitales de la fe, lo que Dios espera de sus discípulos), entonces en-
contramos unas enseñanzas ordenadas y sistematizadas, que puede bosque-
jarse, entre otras maneras, según sigue:

El carácter de un siervo de Dios

Esta es una enseñanza general del Maestro, dictada en tercera persona del
plural, sobre el corazón de los súbditos del reino y sus más elevados galar-
dones. Ellos sienten como Jesús sintió. Ellos piensan en los negocios del
Reino. Ellos sufren injusticias por los ideales del Reino. Ellos son pacifica-
dores, mansos, humildes, pobres de espíritu, puros de corazón
104 El Carácter de un Ministro
(pensamiento), están hambrientos y sedientos de la justicia venidera, su
oferta es justicia y misericordia, son rechazados por este mundo y su es-
quema. Ellos son santos de Dios. Los siervos del Señor, hechos siervos
en el llamamiento divino. En otras palabras: Dios creó o regeneró el nue-
vo carácter de ellos cuando los salvó y los capacitó para el servicio.
Así que, amados consiervos, nosotros tuvimos que haber sido llama-
dos. ¿Fuiste llamado por el Maestro? Entonces quedarás satisfecho al ser
confrontado con esta radiografía mostrada en esta sección. Cuando nuestro
Señor Jesucristo ascendió a los cielos, según Efesios 4:7ss, El dio dones a
los hombres, llamando a muchos para que fuéramos ministros Suyos
(algunos fueron apóstoles, otros profetas, algunos son evangelistas, y otros
somos pastores y maestros). Fuimos dotados con las habilidades y el poder
de ser maduros para ayudar al resto del pueblo a madurar en la fe, para la
obra del servicio (ministerio). Dios llamó a sus siervos, y también los do-
tó con el poder necesario. El Carácter, la imagen tallada en el objeto, me-
tafóricamente hablando, es la talladura de la imagen del creador por con-
cepto de creación natural (pues él nos hizo a su imagen y semejanza 
Génesis 1; Juan 1:10-11). No obstante, en el orden espiritual también existe
una nueva creación, en la regeneración, nos es devuelta la imagen de Dios
(Juan 1:13). Pero algo extra pasa cuando El llama a sus ministros (ver 2
Crónicas 29:11; Jeremías 3:15; 2 Timoteo 1:8-11; Efesios 4:7-16).

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nues-


tro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflic-
ciones por el evangelio según el poder de Dios,quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nues-
tras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que
nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los
siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la apari-
ción de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muer-
te y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evange-
lio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maes-
tro de los gentiles.”
(2 Timoteo 1:8-11, énfasis añadido por el autor).

Este pasaje, basado en el cual podríamos escribir grandes volúmenes de


material, es una fina pieza para mostrarnos que hay un poder extra especial
otorgado a cada uno de sus ministros en el señalamiento y llamamiento.
Algunos dicen que tal asunto fue una realidad en el caso de Pablo, pero en
este pasaje el apóstol Pablo nos hace partícipes al hablar en plural respecto
al llamado al ministerio (quien nos llamó con llamamiento santo), no a la
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 105

salvación solamente (nos salvó y…) y recordemos que le escribía a su hijo


Timoteo, quien no era apóstol. Pablo, aparentemente está animando y moti-
vando a Timoteo, que ya tenia un buen tiempo en el ministerio, incluso
mucho tiempo sirviendo en la iglesia de Éfeso, pero parece, según muchos
buenos intérpretes, que Timoteo estaba un poco desanimado, por no decir
un tanto deprimido, respecto de su ministerio, a lo menos en aquella locali-
dad. Pero Pablo le recuerda que él tiene un poder especial a razón de su
llamado al ministerio, que le había sido confirmado por la imposición de
manos del presbiterio (grupo de ancianos) públicamente. Su señalamiento
había sido antes del tiempo de los siglos. Y aunque su llamado se había
materializado en el tiempo, para nada fue fortuito ni azaroso, estaba en los
planes eternos de Cristo. Dios había dado una promesa a su pueblo Israel (y
creo que incluye al Israel espiritual) de dar pastores a su rebaño conforme a
Su mismo corazón (deseo, plan), Jeremías 3:15, y Él lo había decidido y
ejecutado el plan antes de los tiempos de los siglos. Esto implica que el los
provee a través de la historia mediante el llamamiento particular en el tiem-
po. Fuimos grabados a la imagen de Dios tres veces: 1) en la creación
(Génesis 1:27); 2) en la regeneración (Juan 1:12-13; 3:3, 5); y 3) cuando Él
nos señaló y nos llamó para que fuésemos sus fieles e inútiles siervos
(dotados para ser o bien evangelistas, o bien pastores y maestros  Efesios
4:7-16).
Jesús demostró en su sermón del monte que tal carácter de sus siervos
es una constante en la historia entre sus ministros. Note usted que no dije
‘entre Sus líderes’. No solo los apóstoles fueron así, sino que también sus
santos profetas lo fueron en el pasado. Todos los profetas fueron rechaza-
dos y asesinados por su propia gente (Mateo 5:12-13). El rechazo es una
marca común al santo. “Cualquiera que quiera vivir piadosamente hallará
persecuciones y males (rechazo).” (2 Timoteo 3:12)
Pero, como siervos del Señor hemos de permanecer en ese tipo radical
de comportamiento. Cuando John Piper escribe sobre el Sermón del Monte,
lo presenta como “enseñanzas radicales de Jesús”. Hemos de experimentar
el gozo del Señor en medio de las pruebas y las tribulaciones. Hemos de
regocijarnos y estar alegres, de dar gracias al Señor por la manera como el
mundo, a menudo, nos trata. Es parte de lo que yo llamo “el paquete” de
ser Cristiano. Ser rechazado, criticado y atacado por muchos de los que
están más cerca de nosotros, a veces, incluso, nuestros propios familiares.
Y se hace más frecuente en el caso de los ministros. Satanás persigue a los
pastores más que al resto de los cristianos. Él sabe que si hiere al pastor se
dispersaran las ovejas.
¿No es acaso usual ver personas gozosas y contentas cuando están
siendo perseguidas y ultrajadas en injusticia, por la causa de Cristo?
106 El Carácter de un Ministro

¿Somos nosotros como Cristo? ¿Eres un ministro de Cristo? “Porque si así


hicieron con el árbol verde, cuanto mas no harán con las ramas se-
cas?” (Lucas 23:31)
Sigamos considerando nuestro texto de Mateo 5 al 7, la perspectiva de
Jesús sobre el carácter de sus siervos.

Los actos (obras, hechos) de un siervo de Dios

En esta parte Jesús enseña en segunda persona a Sus discípulos. Les dijo lo
que ellos son debido a su obra en ellos, la luz y la sal, hombres de buenas
obras para la gloria del Padre. Jesús no sugirió a sus discípulos que debían
ser así; Él les aseguró que eran así. Él les dijo: “ustedes son”. ¿Por qué?
Debido al llamado santo de Dios, tanto el llamado eficaz del Espíritu que
nos regenera, como su llamado al ministerio.
Ministros, tenemos el privilegio que Dios nos ha llamado dos veces.
¿Para qué? (1) Para ser salvo, y (2) para ser ministros. Y en muchos aspec-
tos no es una concepción exclusiva del predicador, es algo común a todo
creyente. Dios nunca se propuso llamar a la gente al arrepentimiento como
el fin último, Él tiene propósito, que seamos sus siervos para su propia glo-
ria. Fuimos salvados para buenas obras (Efesios 2:8-10). Y también fuimos
llamados al ministerio de enseñar, como a otros a hacer buenas obras
(Efesios 4:11-17). Nos han facultado con una especie de carácter maduro
para ayudar al resto de la gente de Dios para obtener la naturaleza divina en
su carácter también. Creo que el llamado al ministerio da un regalo espe-
cial y deseo de crecer más rápido que el resto. Algunas personas llamadas
fueron dotadas con dones desde su niñez y muchos otros en una edad jo-
ven  véase las vidas de José, Jeremías, Daniel, Ezequiel y Juan el Bautis-
ta para confirmar esta posición.
Mira esta afirmación: ¡VOSOTROS SOIS LA LUZ DE ESTE MUN-
DO! Fíjese que no dice: ¡ustedes deben tratar de ser o pueden llegar a ser
luz en este mundo! Ni tampoco: ¡Usted debe ser luz! Es una afirmación,
una declaración: ¡VOSOTROS SOIS LA LUZ DE ESTE MUNDO!
Te dije antes que los cristianos son gente especial, y los ministros son
un tipo especial de cristianos. Esta realidad no es para presumir, sino para
ser más como Jesús, humildes y mansos. La madurez es un llamad a ser
humildes y sufridos (pacientes). Llevar a los creyentes a ser intachables es
el objetivo de la predicación cristiana y la enseñanza. Muchos de ellos no
serán llamados a ministerios especiales (como pastores, maestros y evange-
listas), pero todos los cristianos están llamados a hacer la obra del ministe-
rio, lo que significa ser ministros de Dios (Efesios 4:11-16). Todos noso-
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 107

tros fuimos llamados a ser sacerdotes  representantes de Dios para inter-


ceder por los demás (1 Pedro 2:9), “para que anunciéis las excelencias de
aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Todos nosotros
fuimos llamado a “estar siempre preparados para dar una respuesta a to-
do el que pide razón de la esperanza que hay en ti con mansedumbre y re-
verencia” (1 Pedro 3:15).
En Mateo 5 al 7 Jesús se refería sobre todo a sus discípulos, a los que
llamó (y enseñó) para que fuesen ministros del Evangelio  apóstoles de
Cristo. Sí, había una multitud allí (7:28), pero llamó a sus discípulos (5:1)
para que estuvieran cerca de Él.
Cristianos y ministros de Cristo, somos la luz de este mundo, sin noso-
tros el mundo estaría en un apagón total, espiritualmente hablando. No hay
otra luz más que la Biblia. No hay otra luminosidad para este mundo sino
nosotros. No hemos de caminar como el resto de los gentiles; hemos de
caminar bajo la Luz y también para ser luminares. Y la Luz es la Vida. Uno
de los principios simples de la biología es que la vida es imposible sin
agua, así como sin luz.
La metáfora de la luz, en la Escritura, se centra en la espiritualidad. La
figura de la luz es hacer una diferencia clara entre la luz y la oscuridad. Es
imposible confundirse con ellos. No hay manera para que se mezclen. No
hay posibilidad de cometer un error tratando de elegir una de ellas en lugar
de la otra.
También somos la sal, otra metáfora para establecer una diferencia no-
table entre un grupo y otro, la gente de este mundo y los cristianos. Noso-
tros, como cristianos, no somos de este mundo, pero nos hemos quedado
aquí porque en el propósito de Dios hay un grupo de personas de todas las
edades que van a ser llamados al igual que nosotros lo fuimos, y hemos de
ser sus testigos. Somos la sal, somos la luz de este mundo.
Somos diferentes. Somos peculiares. No somos de este mundo. Somos
peregrinos aquí. Estamos en este mundo, pero no pertenecemos a este lu-
gar. Nuestro negocio está en los cielos. Tenemos que estar en los negocios
de nuestro Padre. Nuestros ahorros están en el banco del cielo. Sí, algunos
de nosotros éramos fornicarios, y/o mentirosos, y/o ladrones, etc., pero ya
no más, fuimos lavados, fuimos limpiados, fuimos regenerados. (1 Corin-
tios 6:9-11)

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de


Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varo-
nes,ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
108 El Carácter de un Ministro

Dios.Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya


habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios.”

Observa el énfasis: “y esto erais algunos de vosotros, pero…” por su gra-


cia: ¡ya no más… Ya no más… YA NO MÁS!
Fuimos lavados por la sangre. Fuimos santificados por su gracia. Fui-
mos justificados en el nombre del Señor Jesucristo, por Su espíritu.
¿No es esto asombroso? ¿Necesitas alguna otra cosa?

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y an-


dad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a
sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante.
Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun
se nombre entre vosotros, como conviene a santos;ni pala-
bras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no
convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque
sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro,
que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de
Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por
estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobe-
diencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en
otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor;
andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en
toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es
agradable al Señor. Y no participéis en las obras infruc-
tuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; por-
que vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en
secreto. 13Mas todas las cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz
es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como
necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo,
porque los días son malos.”
(Efesios 5:1-16)
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 109

Nuestras acciones, como cristianos, tienen una marca (recuerde el signifi-


cado de esta palabra en nuestra definición de carácter). Estamos en este
mundo, pero no pertenecemos a él. Somos la única luz que se refleja en
este mundo de tinieblas, siendo Dios la fuente de potencia a la que estamos
conectados. No hay manera de confundirnos en esto.

El lugar de las escrituras en las vidas de los siervos de Dios

La Escritura es absoluta, infalible e inerrante para nosotros, así que hemos


de enseñarlas completa y sin errores. Voy a profundizar un poco más este
concepto en mi discurso sobre 1 Tesalonicenses 2:1-8 en el capítulo XI: El
ejemplo de Pablo y su equipo de Ministerio. Los ministros debemos vivir
en justicia, según la concepción de Dios. Como ministros del Señor, hemos
de ser santos y perfectos. Dios lo hizo por nosotros en Cristo Jesús. Él nos
hizo justos y santos de Dios. Pero la implicación aquí no es igual que la
transacción judicial que Dios hizo a nuestro favor por medio de Jesús, en
este texto Él está hablando acerca de la ética, acerca de los aspectos prácti-
cos, de cómo deben ser las vidas de los cristianos en el mundo. Las Escritu-
ras son consistentes al enseñarnos sobre esto: “que el obispo sea irrepren-
sible (sin reproche).” (1 Timoteo 3:2ss  ver también Salmo 1; 1 Tesalo-
nicenses 2, Tito 1:5-9. Las figuras del sumo sacerdote y del sacerdote son
buenos ejemplos de lo que estoy estableciendo aquí. Los sacerdotes debían
ser santos para ministrar en el templo (o el tabernáculo). El sumo sacerdote
tenía que ser santo para entrar en el Lugar Santísimo.
Mi pensamiento es que en estos días nos centramos en los talentos y
habilidades para elegir a los “ministros del Evangelio”, más que en las ca-
racterísticas que los hacen “hombres de Dios, llamados por Dios”. La fuer-
za de Dios actuó en nosotros para resucitarnos de la muerte, cuando estába-
mos en nuestros pecados en el pasado (Efesios 1:15-18; 2:1-5). El poder
que Dios usó para salvarnos fue el mismo que utilizó para resucitar a Jesús
de entre los muertos (Efesios 1:16-18). Cuando Él nos salvó, Él nos dio el
poder de hacernos hijos de Dios, no de carne ni de sangre, ni de deseo de
varón, sino de Dios (Juan 1:12-13). Cuando creímos, recibimos el Espíritu
Santo que vino a morar en nosotros (Efesios 1:12-14). Y a pesar de que
todavía somos pecadores, hemos sido declarados inocentes, justos y santos;
y se nos ha dado un poder para vivir en santidad (Romanos 7-8). Todos los
cristianos tienen el potencial de actuar en justicia y santidad, pero los mi-
nistros del Señor recibimos una fortaleza especial del Señor para ser inta-
chable, a pesar de que somos pecadores, igual que los demás. Es una espe-
cie de concepto loco que rompe mi mente, difícil de conciliar en mi pensa-
110 El Carácter de un Ministro

miento, pero esta es la única enseñanza de Dios acerca del ministerio. Por
lo tanto, ¡es la verdad absoluta! Esa es la razón por la cual los profetas y
apóstoles no se enlodaron en las pocilgas del pecado, especialmente en lo
moral (impurezas sexuales). Otros líderes bíblicos si se emporcaron en la
miseria de las impurezas, pero nunca los profetas de Dios ni los apóstoles,
ni los verdaderos pastores de Cristo. El Señor nos escogió para ser sus re-
presentantes. Y el no solo escogió los fines, sino también los medios.
Debemos tener cuidado con la imposición de las manos sobre los nue-
vos candidatos al ministerio. En mi país, muchos de los “pastores” nunca
han sido ordenado o reconocidos por algún presbiterio, y en los contados
casos que ha sucedido, las normas utilizadas para evaluar los candidatos
usualmente han estado muy lejos del patrón bíblico. Por lo tanto,
“ministros”, ustedes tienen una gran cuota de culpabilidad en la situación
media de las iglesias de hoy. Los misioneros, a lo menos en mi país, gene-
ralmente han sido de los peores en la adopción de este tipo de rigor norma-
tivo bíblico al momento de escoger candidatos al ministerio. Dios no se
complace con los procedimientos fallidos. En un principio, si un joven está
pensando ejercer el ministerio, el desea una muy encomiable labor, PERO,
de entrada, él debe ser irreprensible. La iglesia está cansada de los hombres
que usurpan esa posición. La iglesia y el mundo mismo lo que necesitan es
“hombres de Dios” como ministros del Evangelio.
¿Por culpa de quién cree usted que es el derrotero de malos ejemplos
entre los “ministros de nuestra época? ¿Cree usted que sea un fallo del Po-
der de Dios? (Dios nos libre pensar eso), ¿O un problema de la Biblia y sus
normas? Les pido disculpas por estas preguntas locas y sin sentido. Dios
nunca ha fallado. Iglesia: ¡Las puertas del infierno nunca prevalecerán con-
tra ti!

Algunos particulares sobre la moral (ética) que un siervo de Dios ha de


modelar y enseñar

En esta sección, Jesús habló acerca de los orígenes del mal, el corazón
(viene con nosotros desde el nacimiento), así que Él trae muchos detalles
acerca de lo que Dios quiere decir con un perfecto grado de la justicia.
Aporta detalles como: nuestra consideración a los demás (la falta de respe-
to a la dignidad humana es suficiente para ser culpable de asesinato), nues-
tro comportamiento sexual (mirando a los demás con una intención lujurio-
sa es suficiente para ser culpable de adulterio), nuestro compromiso matri-
monial (lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre)... y así sucesiva-
mente. En este capítulo Jesús está explicando el mandamiento de la ley y lo
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 111

que es la interpretación de Dios con su propia ley. También él está expli-


cando aquí lo que quiere decir cuando dice que “nuestra justicia debe exce-
der a la de los escribas y fariseos”.
En la consideración moderna del ministerio, los expertos discuten que
‘si el hombre divorciado (separado) y “re-casado” podría ser un candidato
para el ministerio pastoral’. Después de esta discusión, se ha analizado la
cuestión de que si una mujer podría ser un candidato para el santo ministe-
rio. Ahora están discutiendo, después de aceptar las dos discusiones pre-
vias, si los homosexuales y las lesbianas podría ser candidatos para el mi-
nisterio. Creo que el siguiente paso para los “expertos” es discutir si los
burros y los perros podría ser candidato al ministerio, o tal vez alguien
‘cometiendo impurezas’ con alguna bestia, o la bestia misma, o quizás al-
gún alienígena. ¿No lo crees? Si a los hombres nos dejan decidir se nos
pasa la mano. Pero en lo concerniente al sagrado ministerio y sus ministros,
Dios ha sido muy claro. Y esas discusiones están en denominaciones tradi-
cionales (luteranos, presbiterianos, anglicanos, metodistas, discípulos de
Cristo... y algunos de ellos incluso entre algunos bautistas). Por eso, en este
siglo XXI las denominaciones están desapareciendo y la independencia
está creciendo más y más fuerte.

La practica de la verdadera religión en los siervos de Cristo

Veo claridad y poder en la forma como lo presentó Dietrich Bonhoeffer en


su discurso sobre “el Sermón del Monte”, donde estableció que Mateo 5
habla sobre el carácter visible de la comunidad de los creyentes, al mismo
tiempo, Mateo 6 habla sobre el carácter oculto de la vida cristiana (justicia
subterráneo).
Jesús nos está enseñando aquí como Sus sirvientes han de: orar, dar a
los pobres, adorar al Padre, hacer sacrificios, considerar las posesiones,
manejar el dinero, etc. Este pasaje habla de la finalidad de estos datos, a
saber, “la gloria de Dios”, así como la motivación de todo esto: la humil-
dad, la entrega a Dios, la búsqueda del rostro del Señor, el servicio a los
demás de forma gratuita, sólo por gracia.
Por ejemplo, por mencionar una de las cosas más importantes en nues-
tra vida de alabanza a Dios, la oración debe ser en secreto, entre yo y Dios.
El fundamento de la oración debe ser la voluntad de Dios, Su propósito
eterno. En la oración eficaz tiene que haber una declaración de la suprema-
cía y la soberanía de Dios. La oración es (y debe ser) el establecimiento del
reino de Dios. El enfoque debe ser las necesidades de los demás en lugar
de las mías propias (necesitamos orar en primera persona del plural, más
112 El Carácter de un Ministro

que en la primera persona del singular, e incluso en segunda persona más a


menudo que en primer). La proclamación de la oración, que debe ser la
misma que la de la alabanza, es la gloria de Dios, el cumplimiento de su
voluntad, el establecimiento de Su reino glorioso en la tierra, la proclama-
ción de la santidad, la supremacía, la soberanía absoluta y la eterna gloria
de Dios Padre, así como el resto de sus atributos. El sujeto de la oración
debe ser el anuncio de los cumplidos y los logros de nuestro Redentor.
Lo que veo en todo esto es una vida de oración y alabanza a Aquel que
reina en la vida de un siervo. Una continua alabanza a Dios por lo que Él
ha hecho por nosotros, como sabemos, Él nos ha librado de la oscuridad. Él
también nos dio la victoria sobre el pecado y la muerte (la corrupción), y
pagó el precio de nuestra redención por adelantado a través de Cristo en la
cruz.
Así que Mateo capítulo 5 nos dice lo que está (o debe estar) en el cora-
zón de un siervo de Cristo, así como lo que ha de vivir y practicar, cómo
debe actuar en la vida, cómo debe vivir en privado y en público, según sa-
bemos, de una manera santa, justa, y piadosa. Y al mismo tiempo, Mateo
capítulo 6 muestra como hemos de practicar la verdadera religión. Nos
muestra que dependemos de Él, que nos libera del viejo estilo de vida (los
pecados, la injusticia y las transgresiones  ver también Efesios 2:1-10 y
Romanos 7 y 8), ya que Él nos sacó del estilo de vida del mundo (los peca-
dos, la injusticia, impiedad, etc. comp. 1 Corintios 6:9-11). Mateo 6 nos
habla de nuestras motivaciones (lo que seguimos en nuestro interior) cuan-
do servimos a Dios y a los hombres.
Nuestra vida religiosa es orar en secreto a Dios, dar a los necesitados
en secreto, ayunar en secreto. Toda la gloria le pertenece a Él. Eso es lo
que este pasaje significa en esencia. Pero tenemos que recordar que tene-
mos dos naturalezas en nuestro ser, si no, no podríamos percibir con la de-
bida fuerza lo que el Señor quiso decirnos en estos pasajes. Creo que el Dr.
Lloyd-Jones captó la fuerza del significado de esto cuando escribió:

“El pecado no es algo que comenzó en la tierra. Antes de


la creación del hombre hubo otra caída anterior. Satanás
era perfecto, vivía en luz junto al resto de los ángeles en
los lugares celestiales, y cayó en pecado antes que el hom-
bre también cayera. Esta es la esencia de la enseñanza de
nuestro Señor en estos versículos. Se trata de una exposi-
ción terrible de la naturaleza terrible del pecado. Nada es
tan engañoso como el hecho de pensar en el pecado sólo
en términos de acciones, y tan pronto como pensamos en
el pecado sólo en términos de cosas que hacemos, no so-
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 113

mos capaces de entenderlo. La esencia de la enseñanza


bíblica sobre el pecado es que se trata fundamentalmente
de una disposición. Es un estado del corazón. Creo que
podemos resumir diciendo que en última instancia es la
auto-adoración y auto-adulación, nuestro Señor nos mues-
tra (lo que para mí es una cosa alarmante y aterrador) que
esta tendencia en nosotros (auto-adulación) es algo que
sigue con nosotros incluso en la presencia misma de Dios.
Produce tan terribles resultados, que incluso cuando trata-
mos de convencernos de que estamos adorando a Dios, en
realidad estamos adorándonos a nosotros mismos”.4

Seremos siempre tentados a atribuirnos la Gloria que le pertenece a Dios a


nosotros cuando hacemos las buenas obras que fuimos llamados a realizar,
para las cuales fuimos también capacitados (Mateo 5:16). Debemos ser
cautelosos y cuidadosos ya que nuestra carne está en nuestra contra, y bata-
lla contra la piedad. Pero hemos de prevalecer, nunca sucumbir a tal invita-
ción malvada de nuestra vieja naturaleza que dejó su secuela en nosotros.
Nuestra religión es olvidarnos del dinero y las posesiones terrenales,
para vigilar nuestros ojos, ya que son la puerta de entrada de todo (bueno y
malo) a nuestras almas. Nuestra religión es ahorrar nuestras riquezas en el
cielo. Nuestra religión es Cristo en vez de Mamon5 (posesiones, riquezas).
Todo esto es una reflexión de la teología del Antiguo Testamento, pero
con una correcta interpretación de los detalles y el espíritu de la ley de par-
te de Cristo. Consulte, p. ej., los Salmos 1; 15; 24.

Los elementos del juicio final para todo hombre

Al final de los tiempos Dios juzgará todos los actos, obras, pensamientos,
acciones, comportamientos, modos de vida, todas las religiones y sus prác-
ticas y motivaciones, todas las actitudes, etc. Habrá un juicio general y otro
particular de todos los hombres.
Pero las prácticas religiosas y las buenas obras tendrán un juicio espe-
cial para los ministros del Evangelio. Muchos dirán aquel día: “Señor, Se-
ñor”, nos hicieron esto y lo hicimos en tu nombre. Pero la base de aquel
juicio no serán mis obras en sí mismas, si bien la decisión final se basará en
“las razones y motivaciones por las qué cada ministro (y cristianos en ge-
neral) hizo lo que hizo”.
114 El Carácter de un Ministro

Las razones y motivaciones serán los elementos de la sentencia final.


No te equivoques en esto. Solo una pisca de confusión en el presente puede
ser fatal.
Sólo hay una razón para hacer la obra del ministerio: el llamado de
Dios y ninguna otra razón. Dios le dirá a muchos ministros en ese día: ¿Por
qué lo hiciste? Ellos responderán: “Señor, lo hemos hecho en su nombre”.
Jesús les dirá de nuevo: Esa no era la cuestión. Escuche: ¿Por qué lo hicis-
te? La única respuesta aceptada será: “porque Usted me llamó Señor a ser-
virle en esto”.
No va a ser sólo un motivo (una finalidad) o razón de juicio a toda ac-
ción. Dios preguntará: ¿cuál fue su motivación para hacer esto? Habrá sólo
una respuesta aceptada: “Señor, tu gloria”, en obediencia siega a tu llama-
do.
La gloria de Dios es lo único que al final importa. De hecho, es el
signo de una buena acción. En cuestiones prácticas, es imposible hacer al-
go para su gloria si no fuéramos llamados a hacerlo. Un siervo no hace lo
que él quiere. A fin de que él sea un siervo bueno y fiel, tiene que hacer
solo lo que le llamaron a hacer.
Esto es un tanto complicado. Dios juzgará sus actos, pero no por la
cantidad de trabajo que hizo, sino por la calidad. La calidad implica:

1. Una correcta comisión (envío, señalamiento o llamado, a saber de


parte de la divinidad) para obrar o ministrar (un esclavo, un siervo)

2. Una motivación correcta (solo para la gloria de Dios)

Dios no comparte su gloria con nadie. Sus obras son buenas sólo cuando se
hagan únicamente para la gloria de Dios. El trabajo del ministerio tiene
este carácter distintivo de calidad: “ÚNICAMENTE PARA LA GLORIA
DE DIOS”.
¿Por qué has hecho cosas simulando ser cristiano? ¿Por qué has servi-
do “el Señor”?
La implicación es que cualquier trabajo realizado para tu propia gloria
(o para la gloria de cualquier otro aparte de Dios), serás reo del infierno.
Todo esto me asusta. ¡Señor, déjame servirte con temor y temblor! ¡Por
favor, olvídate de todos mis actos que se han realizado bajo mi nombre, e
incluso para mi propia gloria! ¡Deja que te siga de cerca con temor y tem-
blor! ¡Perdóname, por favor, perdóname!
Confieso que he hecho un montón de cosas fuera de este marco restrin-
gido establecido. Por favor, Señor, conduce mi entendimiento solo al servi-
cio tuyo, y solo bajo tu llamado, y sólo para tu gloria.
Enseñanzas de Jesús sobre el carácter que Dios espera de sus ministros 115

Confieso mis pecados. No he sido un siervo bueno hasta ahora. Quiero


ser un siervo fiel a ti y para ti.
En mi estudio y meditación de la Palabra, muchas veces me ha sucedi-
do a mí. El Espíritu Santo me trae convicción de que tengo que arrepentir-
me y cambiar algunos aspectos de mi vida, comportamiento, etc.
La Palabra de Dios me ministra a mí primero, y luego a mi gente, en
mi enseñanza y en mi predicación.

La regla para medir la vida y la religión

Jesús define la sabiduría como “escuchar sus palabras”. No estaba recla-


mando novedad sobre el “Sermón del Monte”, Él estaba acusando a maes-
tros de Israel (los escribas, fariseos y saduceos), de muchas generaciones,
de ser maestros corruptos que cambiaban las Palabras de Dios por reglas de
loa hombres (Mateo 15:09; Marcos 7:7).
En este discurso particular, Jesús trajo el significado correcto de los
mandamientos de Dios. Él no vino para abrogar, sino para cumplir la ley y
los profetas  la Palabra de Dios (Mateo 5:17).
Sabiduría, los principios divinos de la justicia, de la religión, de las
sociedades, de las relaciones, etc., es de lo que trata este discurso de Jesús.
¿Ama usted la sabiduría? Escuche las palabras de Jesús. ¿Desea adquirir
conocimiento, sabiduría y doctrinas? Escuche las palabras de Jesús. ¿Te
gustaría una regla perfecta para la vida? Ve a Mateo 5-7, léalos, aprénda-
los, y póngalos en práctica.
Jesús es la plomada, la regla de medida, la norma, no sólo para la sal-
vación (que es la decisión más importante que un ser humano puede tomar,
pero para una vida recta. Así que para evitar una relación rota, un mal com-
portamiento, la injusticia, Jesús es la norma, así como el fundamento.
117

Capítulo Ocho

LAS BIENAVENTURANZAS, LA ENSE-


ÑANZA DE JESÚS MAS ESPECÍFICA SO-
BRE EL CARÁCTER
MATEO 5: 1-13

“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él


sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el
reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán conso-
lación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra
por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, por-
que ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
118 El Carácter de un Ministro

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a


Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llama-
dos hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los
cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de
vosotros.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere,
¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres.”

UNA PANORÁMICA GENERAL

Como se puede observar aquí, el Señor Jesús, que no tiene un lugar donde
reclinar su cabeza, esta vez no tiene un altar o un púlpito convencional,
hecho por los hombres. Él está modelando claramente que Dios no habita
en templos hechos por manos humanas, y también que no es necesario un
santuario y un púlpito para predicar la Palabra de Dios con eficacia. No
sólo es el deseo de Dios que los hombres oren en todo lugar, sino también
que prediquen por todas partes, incluso desde un montículo natural.

Viendo la multitud, subió al monte

Tenga en cuenta aquí, haciendo una comparación, que:

1) Cuando el Señor dio la ley, el escenario fue el monte Sinaí; esta


vez, Él va al montículo

2) En el Sinaí Dios habló por medio de truenos y relámpagos, aquí él


abrió la boca diciendo (sin gritos)

3) Allí él ordenó a la gente que se mantenga alejada, aquí se los invita


a escuchar

4) En el Sinaí, la ley dada iba en contra de los efectos del pecado,


aquí se atacó la raíz del pecado.
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 119

Tanto la introducción y la conclusión dan fe de que las enseñanzas en estos


capítulos (5 a 7) corresponden a una sola sección de las instrucciones dadas
por Jesús en un lugar y en un tiempo real, en la historia real. Si bien la gran
mayoría de los comentaristas serios piensan que se trata de un conjunto de
diferentes piezas de las enseñanzas del evangelista, sobre todo con respecto
a la nota que figura al final del sermón (7:28, 11:1, 13:53; 19,1; 26:1) que
aparece seis veces en el evangelio de Mateo. Ver el comentario de John
Stott citando a B. W. Becon).1 Ya vinos que el Dr. Stott prefiere la suge-
rencia del profesor A. B. Bruce, quien escribió acerca de Mateo 5-7 que
representa las enseñanzas de Jesús en varias ocasiones, en lugar de un úni-
co período de instrucción.2 Mientras que eruditos como Pink se convencie-
ron que Mateo 5-7 corresponde a una sola sección de enseñanzas del Maes-
tro.
Las enseñanzas se dirigían a sus discípulos (5:1), pero estaban siendo
escuchadas por una gran multitud de gente (5:1; 7:28-29).
En esta enseñanza, Jesús tiene en mente el grupo de hombres de Dios a
los que tenía que enseñar, a sus discípulos. Matthew Henry escribió que
“este sermón es una especie de ley espiritual del Reino”.
Este conjunto de lecciones comienza precisamente con la perspectiva
de Jesús sobre un hombre de Dios. Comienza con las bienaventuranzas, la
declaración más fuerte de alegría y felicidad.

Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…

Lo que Jesús procura enseñar en este sermón es “el mal que los hombres
deben abandonar,” para que puedan practicar “el bien que han de dar”. No
hay duda de que en el Evangelio, “la fe viene por el oír, y el oír por la pa-
labra de Dios”. Así que, teniendo la oportunidad, siendo el tiempo o no,
tenemos que abrir la boca y enseñar los asuntos del reino a las multitudes,
grupos pequeños e individuos.

UN MENSAJE DE BENDICIÓN

Note como empieza este sermón, con una ráfaga de bendiciones. El Señor
comenzó su serie de enseñanzas sobre el Reino de Dios con las declaracio-
nes de la abundante bendición: “Bienaventurados”. Estas son declaraciones
positivas, declaraciones motivadoras, y alabanzas puras. Es un mensaje que
cualquiera oiría. Y a pesar de que las mencionadas aquí sobre los que tie-
nen que ser los destinatarios de tales bendiciones, son cualidades nunca
120 El Carácter de un Ministro

deseadas por los hombres, están en contra de todo deseo carnal, sin embar-
go, es a la medida de la calidad de la persona a la que se refiere Jesús. Es-
tas cualidades se reflejan en el carácter de un hombre de Dios, llenos
del fruto del Espíritu. (Compare Gálatas 5:22; Efesios 5:9, etc.)
Para ser un instrumento de tales bendiciones, el Señor está exigiendo
una determinada condición espiritual, que se refleja en nuestro carácter, es
decir, la humildad y la pobreza de espíritu, que es alguien que reconoce
que si bien ha sido justificado por Dios, sus facultades y su persona han
sido tan infectadas con el mal y el pecado, que han producido un vacío irre-
conciliable con el Altísimo, quien es Santo. Sabe que “por cuanto él ha pe-
cado, está destituido de la gloria de Dios” (compare Romanos 3:23).
Pero en estas declaraciones y bendiciones, tenemos que ver a un maes-
tro que predica un mensaje equilibrado y santo, un Cristo que vino a bende-
cir, no a maldecir (ver Juan 3:17). Cuando analizamos las enseñanzas del
Señor, en este sermón particular, nos encontramos con un Maestro perfecto
que sabe cómo declarar verdaderas bendiciones, sin ocultar la realidad hu-
mana, mientras corrige los errores; y al mismo tiempo un maestro que sabe
cómo utilizar juicios negativos cuando es necesario, incluso denunciándo-
las falsas enseñanzas, a la vez que llama a los pecadores al arrepentimiento.
Todo esto nos muestra que Jesús es un Maestro muy equilibrado, un Maes-
tro perfecto con suficiente dominio y autoridad sobre los hombres.
En el capítulo 4 del Evangelio de Mateo, en sintonía con el cap. 3, Je-
sús mostró su aprobación hacia Juan el Bautista, llamando a los hombres al
arrepentimiento y a la conversión. En 4:13 y 3:1-2, el evangelista había
declarado la finalidad operativa, práctica y tangible de la predicación evan-
gélica, es decir, “llamar a los hombres al arrepentimiento para con Dios”.
Esto nos lleva a pensar que, inevitablemente, el mensaje de bendición de
Dios descansa sobre la exposición, la aceptación y el reconocimiento de la
mala noticia, el estado deplorable de todo hombre, es decir, el pecado. A
esta altura de nuestra demostración podemos establecer el siguiente princi-
pio:

“La cosecha de las bendiciones de Dios es imposible pa-


ra alguien que no reconoce la infinita miseria de su alma
y la aceptación de su única cura, a saber, el arrepenti-
miento de sus pecados”.

Lo que Jesús está expresando cuando dice “bienaventurados” es una clara


división de la raza humana, es decir, los benditos y los malditos. Al mismo
tiempo, los que heredan el reino, y los que no. Este mensaje de bendición
produce esperanza y es absolutamente vital para ser feliz en la vida.
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 121

EL CARÁCTER QUE DIOS QUIERE EN SUS SIERVOS

Estas bienaventuranzas, fortunas, estados de gozo, etc., constituyen un con-


junto de características internas y externas que describen al hombre de
Dios. He aquí un eco del fruto del Espíritu. Estas características reflejan
una naturaleza contraria a la mantenida por la guerrilla, los huelguistas y
alborotadores; contrarias a los que toman las armas para tratar de conseguir
sus propósitos de “libertad”. Estas características reflejan una fuerte oposi-
ción a la guerra, y en cambio muestran una total dependencia de Dios. La
“teología” de la liberación, simplemente está equivocada, y sus teólogos
son una especie de sociólogos con ideales revolucionarios, mas que hom-
bre de Dios.
En Mateo 5:2-12, Cristo ofrece la mejor pieza que se ha escrito acer-
ca del carácter que Dios quiere (que forma), lo que en definitiva importa
a Dios, debido a lo cual el Señor le dará su aprobación a cualquier hombre
(o mujer, o niño). Esto es lo que un hombre debe ser para vivir feliz y di-
chosamente.
¿Quién es bienaventurado ante los ojos de Dios? Note lo que dice el
salmista:

“JEHOVÁ, no se ha envanecido mi corazón, ni mis


ojos se enaltecieron;
Ni anduve en grandezas,
Ni en cosas demasiado sublimes para mí.
En verdad que me he comportado y he acallado mi
alma
Como un niño destetado de su madre;
Como un niño destetado está mi alma.
Espera, oh Israel, en Jehová,
Desde ahora y para siempre.”
(Salmo 131)

El pasaje en cuestión (Mateo 5:1-13) nos presenta una serie de carac-


terísticas comunes entre las personas verdaderamente felices, vamos
a analizar todas las condiciones en tres aspectos diferentes:
122 El Carácter de un Ministro

Características respecto a la actitud

“Bienaventurados los pobres en espíritu..., los que


lloran… y los que padecen persecución por causa
de la justica.”

Este grupo presenta un anhelo, una actitud, una oración, un deseo.


Los que pasan a través de la avenida de la felicidad espiritual reco-
nocen su propia incompetencia, son individuos que entienden la
realidad de sus almas. Ellos saben que son grandes pecadores en ne-
cesidad de Dios como la única manera de escapar de su miseria. Llo-
ran porque son pobres y miserables en su interior (en espíritu). Ellos
lloran a causa de su incapacidad para ser lo que anhelan ser y hacer
lo que quieren hacer para Dios. Ellos lloran y sufren porque encuen-
tran las leyes del pecado en sus miembros que los aterroriza y los
hace permanecer penitentes delante de Dios día y noche, en procura
de que el Señor tenga misericordia de ellos.
Observe la reputación y la actitud de los publicanos y fariseos
según su propia evaluación:

“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y


menospreciaban a los otros, dijo también esta pará-
bola:
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era
fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de es-
ta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como
los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; ayuno dos veces a la sema-
na, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun
alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
‘Os digo que éste descendió a su casa justificado
antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece,
será humillado; y el que se humilla será enalteci-
do.’”
(Lucas 18:9-14, énfasis del autor)
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 123

¿Pudo usted ver la actitud que Dios quiere?: “y el que se humilla será
enaltecido”. Pablo lo puso en perspectiva cuando escribió:

“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley:


que el mal está en mí. Porque según el hombre inte-
rior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley
en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que
está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte?”
(Romanos 7:21-24)

Esta es la causa de la lucha espiritual. Un hombre con el Espíritu Santo


morando en él, a causa de la regeneración, encontrará que quiere obedecer
perfectamente al Señor, pero no puede hacerlo debido a la ley en sus
miembros (la carne). Y esta es la razón que trae miseria y una sensación
profunda de indignidad y pecado a aquel hombre de Dios (como en Isaías
6). Él es santo a causa de tener el Espíritu Santo morando en él. Su mente
está enfocada en las cosas espirituales, pero sigue siendo un ser humano.
Esto trae mansedumbre y humildad a un verdadero cristiano, porque am-
bas realidades aún están presentes en él, y en pugna continua. Y a pesar
que sabe que la fe le da la victoria para vencer, no obstante teme y se hu-
milla porque ha visto a muchos “grandes” caer de las alturas, y él sabe que
puede sucederle a él también. Esta es la batalla espiritual más fuerte que
todo cristiano enfrenta; una batalla contra su propia vieja naturaleza, la
cual ha sido dejada remanente en el regenerado hasta que los propósitos
eternos de Dios sean consumados, o bien en su muerte, o bien en el retorno
de Cristo.
Debido a que un “hombre de Dios” dobla las rodillas delante de Dios
en cada momento para pedir fuerza y poder para prevalecer en la batalla
espiritual, Cristo es el único motivo de cualquier victoria espiritual en no-
sotros.
Luchamos no sólo en contra de nuestra naturaleza humana, que viene
de “fábrica” (desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre),
también luchamos encarnizadamente contra la filosofía de este mundo. El
sistema de este mundo es un desastre porque es el fruto de millones de
años de práctica e invenciones de males. Es el fruto de millones de perso-
nas durante generaciones creando miles de registros de hechos malvados
(maquiavelismo, comtianismo, freuderianismo, marxismo, leninismo, cas-
trismo… la lista es casi sin fin).
124 El Carácter de un Ministro

Y como si todo esto fuera poco, luchamos contra las fuerzas del mal en
las regiones celestes, contra principados, contra potestades, contra los po-
deres cósmicos, que trascienden a este mundo de tinieblas (cf. Efesios
6:12).
Todos estos aspectos de la espiritualidad nos guían a ver nuestra verda-
dera condición. Necesitamos desesperadamente que Dios prevalezca contra
todos nuestros enemigos, pues son más fuertes que nosotros, aunque nada
comparables con quien está por nosotros  el Señor. ¿Amigo lector, puede
usted notar hasta aquí que no hay ninguna razón para estar orgullosos o
confiados en nosotros mismos? No hay ninguna manera en que podamos
ganar una batalla como ésta en nuestras fuerzas, o habilidades, o sapiencia.
Necesitamos desesperadamente a Cristo para que nos conduzca a superar
nuestra propia situación, para que esté con nosotros socorriéndonos, para
que podamos prevalecer en contra de este sistema mundial. De igual modo
necesitamos la intervención a nuestro favor de sus ángeles para que bata-
llen en nuestro favor contra Satanás y las fuerzas del mal que procuran de
destruirnos.
¿Entendió el por qué nuestra incapacidad e impotencia? ¿Comprendió
la razón por la que no podemos tener confianza en nosotros mismos? Tene-
mos que confesar nuestros pecados. Tenemos que confesar nuestra impo-
tencia. Tenemos que reconocer nuestra incapacidad. Tenemos que gritar
desesperadamente y decir:

“¡Miserable de mí!”.

El salmista lo presenta de esta manera:

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido


perdonada,
y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no cul-
pa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu
mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 125

Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;


Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”
(Salmos 32:1-5)

Es normativo del Texto Sagrado, atendiendo al orden espiritual del hombre


caído, presentar al ser humano como un desastre espiritual y moral. Si hay
algo bueno que tenemos, algún don espiritual, alguna fuerza, algún poder,
algún habilidad, cualquier bien, por favor, permítame informarle que no es
por nosotros, sino por causa de Él.
La salvación vino a nosotros como un regalo, el mismo Dios perdonó
nuestros pecados y nos salvó.
Nuestra actitud debe ser de humildad y mansedumbre, de acciones de
gracias y de continuo reconocimiento de las tantas misericordias de Dios.
Estamos llamados a ser como el publicano de la parábola de Lucas 18:

“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar


los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
Dios, sé propicio a mí, pecador.”
(Lucas 18:13)

Características respecto a la condición

“Bienaventurados los misericordiosos, los limpios de


corazón, los pacificadores.”

Aunque existen condiciones en el interior de nuestras vidas–que pertene-


cen al corazón. También es cierto que nuestras vidas no consisten sólo en
lo interior, sino también en lo que hacemos–en lo exterior. Si bien estas
características esenciales y normas de la vida cristiana manifiestan lo que
somos, no hacen referencia a ninguna obra en particular, más bien en la
vida, los estándares de la práctica, y las normas de la piedad.
Observe, esto habla de aquellos que practican la misericordia y traba-
jan por la paz, y también habla de la conducta del hombre dichosos (feliz)
en todos sus caminos, tiene corazón limpio (puro). Estos son los principios
de vida en lugar de detalles respecto de los quehaceres. Habla de cómo, en
lugar de qué hacer en la vida.
Alguien desenfocado se centra en las personas y da órdenes particula-
res, así: Lo que hay que hacer aquí y allá. Pero lo que el Señor nos da aquí,
en lugar de mandamientos específicos, que son buenos y necesarios, son
126 El Carácter de un Ministro

los principios del ser, el Señor es la raíz de la cuestión. Los seres humanos
prefieren indicaciones en lugar de principios porque nos dan ciertas cosas
que funcionan, aun a costa de eximirnos del uso de nuestra facultad pen-
sante.
Así que nos queda preguntarnos: ¿Cuáles son los principios que deben
regir la vida del cristiano?
Respuesta: “misericordia, paz y santidad”.
Mire a continuación cómo lo dijo el escritor de Hebreos:

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual


nadie verá al Señor.”
(Hebreos 12:14)

Lo que nos resulta más familiar en el mundo es:

– Toma las armas para ser liberado

– Las huelgas lograrán lo que quieres

– Es tu derecho, a cualquier precio

– etc., etc., etc.

Esta es la propuesta comunista, sindicalista y revolucionario.


Pero el Señor nos dice:

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por


diente.
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes,
a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuél-
vele también la otra;
y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica,
déjale también la capa;
y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una
milla, ve con él dos.
Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti
prestado, no se lo rehúses.
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y abo-
rrecerás a tu enemigo.
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 127

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bende-


cid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persi-
guen;
para que seáis hijos de vuestro Padre que está en
los cielos, que hace salir su sol sobre malos y bue-
nos, y que hace llover sobre justos e injustos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recom-
pensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los pu-
blicanos?
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué
hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”.
(Mateo 5:38-48, énfasis del autor)

Cristo nos dijo:

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí,


que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis des-
canso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil,
y ligera mi carga.”
(Mateo 11:29-30)

¡Cuán alejados están los caminos, las normas, los principios de los hom-
bres de los de Dios!
Pero si estás buscando la felicidad, no tienes otra manera sino humi-
llarte en completa dependencia del soberano.
¡Cuán alejados están los pensamientos de Dios de los nuestros!
Es por eso que tenemos que depender de Dios día y noche, llorar y
gemir a nuestro creador que nos libre de este cuerpo de muerte, para trans-
formarnos en un hombre de paz, que nos permita ser misericordioso, para
conducirnos en la piedad y el temor a Dios.
128 El Carácter de un Ministro

Aspectos respecto a los resultados negativos

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa


de la justicia, y bienaventurados sois cuando por mi causa
os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal con-
tra vosotros, mintiendo.”

La pronunciación de esta cláusula nos trae un resultado, una filosofía prác-


tica de vida, una aptitud. Pero también apela a una condición sine qua non
de una persona cristiana. En general, ¿cómo se clasifican las Bienaventu-
ranzas?, entretejidas con condiciones internas y externas que corresponden
a ironías que muestran condiciones contrarias entre sí, tales como: ¿cómo
puede alguien ser perseguido por vivir justa y piadosamente? ¿Cómo es
posible que alguien que llora por su miseria e incompetencia sea feliz?
¿Cómo se puede ser feliz cuando se tiene hambre y sed?
El texto dice: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen
y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”.
Este conjunto de condiciones hace eco perfecto con las palabras del
apóstol Pablo cuando dijo:

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en


Cristo Jesús padecerán persecución.”
(2 Timoteo 3:12)

Yo creo que aquí tenemos suficientes confirmaciones para establecer el


siguiente principio:

“Es una condición inherente a la vida que agrade a


Dios, una de verdadera felicidad, ser rechazado o per-
seguido en algún grado o forma. Negativamente ha-
blando, es prácticamente imposible caminar por la ave-
nida de la piedad sin ser perseguidos”.

Pero, si observas el texto, terminará dándonos un mandato no condicional,


a saber:

“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande


en los cielos.”

Es una condición o estado de la que disfrutamos los santos. Es por ello que
aun sufriendo el despojo de sus vienes, lo hacen con el gozo puesto en el
La enseñanza de Jesús más específica sobre el carácter 129

cielo (Hebreos 10:34). Es por eso que poseemos una paz que sobrepasa
todo entendimiento, aunque como los demás vivimos en una generación
híper-adultera e híper-perversa, en la cual resplandecemos como luminares.
Es por ello que Cristo apuesta a nosotros, cual a Job, y nunca arregló un
plan B.
Nuestra victoria está garantizada por la fe que nos fue dada de una vez
por todas. Nuestro gozo es un cumplido. ¡Aleluya!

Aplicaciones prácticas:

– El contenido de este pasaje se centra en una cosa, a saber, Dios es


la única fuente de felicidad verdadera y duradera.

– Esta porción de la Biblia también nos recuerda que los anhelos del
hombre por la justicia, la paz, la felicidad y la liberación nunca
serán encontrados por las directrices establecidas por los hombres
(el ejército de paz de la ONU, los ejércitos de las naciones, los sin-
dicatos, huelgas, protestas, guerras, etc.). Los planes de los hom-
bres nunca pueden conducir a la paz y la felicidad.

– Nuestra condición caída no nos deja otra opción que humillarnos


delante de Dios en busca de misericordia.

– Positivamente aprendemos aquí que no hay nada mejor que tratar


de enseñar a la gente el verdadero camino de la felicidad, es decir,
el arrepentimiento para con Dios. Este es el único remedio para
curar los males personales, familiares, sociales, nacionales, univer-
sales. ¡No hay ningún otro!

ALGUNAS CONLCUSIONES

El evangelio es maravilloso, no se centra en lo que los hombres quieren


escuchar, pero es muy motivador. No es como las enseñanzas de los hom-
bres que se centraron en un punto o no son más que fariseos, o meros des-
aceleradores positivistas de mentiras motivados por sus pasiones y deseos.
La piedad tiene sus marcas, el carácter de Dios tiene sus recompensas,
pero no de este lado de la vida. Los piadosos son bendecidos, pero lo reci-
birán cuando lleguen a la tierra que van a heredar. El premio que Dios ofre-
ce a los justos en el reino de los cielos. Y si algo se cosecha aquí debería
ser consagrado a la expansión del reino eterno.
131

Capítulo Nueve

ALGUNAS REFERENCIAS AL CARÁCTER


EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

No tenemos espacio en esta obra para ir pasaje por pasaje y referenciar to-
do lo que el Antiguo Testamento habla acerca del carácter de los ministros.
No podemos hacer ningún análisis de todos los siervos del Señor en el An-
tiguo Testamento tampoco. Creo que podemos centrarnos en Moisés y en
algunas referencias al respecto en los Salmos, especialmente los Salmos 15
y 24.

LA VIDA DE MOISÉS Y EL CARÁCTER QUE EL BUSCÓ


EN LOS MINISTROS

“Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de vir-


tud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrez-
can la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de mi-
llares, de centenas, de cincuenta y de diez.”
(Éxodo 18:21)
132 El Carácter de un Ministro

Me he referido a esto en mi comentario sobre Mateo 23:2-12. Pero pode-


mos llevarlo a un análisis más profundo en este punto.
En primer lugar tenemos que recordar aquí el carácter de Moisés:

“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los
hombres que había sobre la tierra.”
(Números 12:3)

Esto hace un extraordinario eco con la respuesta que el pastor José Mallén
proveyó en mi encuesta.1 Así que, sabiendo eso sobre Moisés no sólo en-
tiendo la respuesta corta del pastor Mallén, sino también la calidad y la
experiencia con la que Moisés tuvo que evaluar a los candidatos al santo
ministerio. Jetro lo sabía. Por cierto, José Mallén es uno de los más anti-
guos pastores bautistas independiente (conservador), si no el más antiguo,
en República Dominicana. Ha sido muy bendecido con un ministerio muy
sólido y respetado, siendo pastor durante algo más de tres décadas, bien
conocido en varios otros países.
Echemos un vistazo a la lista de características que Moisés tenía que
buscar en los hombres que se involucran en el ministerio del Señor. Los
candidatos debían:

– Temer a Dios

– Ser hombres de verdad

– Odiar la avaricia

Obviamente, deben ser capaces, pero la atención se centra en el carácter del


candidato. Sí, un anciano, pastor, obispo debe ser capaz, él tendrá que ma-
nejar el cargo que pretende llevar a cabo, la oficina que le fue dada, pero la
atención de los que están siendo vigilados para ser elegidos o aprobados es
que necesitan tener este tipo de carácter. Pablo estaba enfocado en esto
cuando escribió el pasaje más específico y conocido de la Escritura acerca
de nuestro tema, 1 Timoteo 3.
El talento importa, por supuesto, es un don del Maestro, quien los lla-
ma y los capacita. Pero en nuestra observación, con miras a aprobarlos,
el carácter tiene que ser el centro, el punto neurálgico. Pablo, creo, ani-
mó a Timoteo cuando le dijo: “No impongas con ligereza las manos a nin-
guno, ni participes en pecados ajenos: consérvate puro” (1 Timoteo 5:22).
Creo que fue con el mismo propósito que Pablo ordenó Timoteo que los
candidatos que ha de buscar para el ministerio no deben ser “neófitos” (1
Algunas referencias al carácter en el AT 133

Timoteo 3:6). Un hombre puede ser dotado de la capacidad de enseñar y


predicar, y así sucesivamente, muchos años antes de convertirse en un cris-
tiano, pero el carácter cristiano necesita estar en forma, y Dios tiene el
poder de darle forma en un segundo, pero esa no es la manera en que
Él generalmente obra. El carácter cristiano, el carácter maduro que un
ministro debe tener, necesita el crisol del tiempo. Dios tiene que orquestar
las circunstancias específicas que los hombres necesitan para dar forma al
carácter que Dios quiere en ellos. Es por eso que un candidato para el mi-
nisterio no puede ser un neófito. Él tiene que ser probado, y si es hallado
irreprensible (humilde, manso, temeroso de Dios, separado del mal, aborre-
cedor de la codicia, etc.), entonces, sin duda, eso, y sólo eso es un “hombre
de Dios”.
Así que en nuestra observación para los candidatos, y si usted es an-
ciano (pastor, obispo), es un mandato buscar hombres piadosos para capa-
citarlos para el ministerio. Esta es una obligación a ejercer por todo minis-
tro del Señor (los pastores).

“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga


a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a
otros.”
(2 Timoteo 2:2)

Como se puede observar en toda la Escritura, el carácter es central en los


ministros. Él debe temer a Dios, es decir, ser un hombre lleno del Espíritu,
como en lo que los apóstoles de nuestro Señor Jesús se centraron cuando le
dijeron a la gente que designara hombres para ser servidores de la iglesia
de Jerusalén. (Hechos 6)
Pero el candidato para entrenar y/o para elegir debe ser un hombre de
verdad, lo que significa que debe ser “digno de confianza”, en quien Dios
y los hombres puedan confiar. Pablo escribió acerca de esto, dando a sus
socios de su propio ejemplo, a la iglesia de los Tesalonicenses (cap. 2),
como veremos en el capítulo once.
También debe aborrecer la codicia. Pablo menciona esto en su lista de
características específicas que Timoteo y nosotros debemos ver en los can-
didatos elegibles para servir en la iglesia y/o los novicios para entrenar para
el ministerio como parte integral de nuestro sagrado oficio como pastores.
134 El Carácter de un Ministro

EL ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL DEL SALMISTA


ACERCA DEL CARÁCTER DE UN HOMBRE DE DIOS

Salmos 15

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?


¿Quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua,
Ni hace mal a su prójimo,
Ni admite reproche alguno contra su vecino.
Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,
Pero honra a los que temen a Jehová.
El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;
Quien su dinero no dio a usura,
Ni contra el inocente admitió cohecho.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.”

David, inspirado por el Espíritu, preguntó: ¿Quién subirá al monte de Jeho-


vá? ¿Y quién estará en su lugar santo? Salmo 24:3 (que son las mismas
preguntas del Salmo en cuestión). Y entonces, procedió a contestar las pre-
guntas, y la forma en que lo hizo fue mencionando las características espe-
cíficas que deben tener (que en conclusión representan su carácter).
La pregunta, tanto en Salmos 15:1 y 24:3, podría ser una referencia a
los ministros (los que sirven en el santuario, o tabernáculo de Dios, el
monte de Jehová), me refiero a los sacerdotes, levitas, sirvientes del tem-
plo en general. Pero es también una aplicación específica a la justicia de
los habitantes del cielo, los redimidos.
Aquí el salmista está describiendo a aquellos que irán al monte santo,
no es una referencia exclusiva a un predicador, a menos que interpreten el
pasaje como una masilla e interpretar el Santo Monte y el Tabernáculo co-
mo el púlpito, que no es incorrecto, pero los predicadores están necesaria-
mente incluidos aquí como hombres de carácter santo. El monte de Dios, y
su tabernáculo, no son el cielo, sino su presencia, según el contexto de es-
tos dos Salmos. No puedo pensar en un gran predicador que no tenga
una relación cercana con su Señor. Así que los que predican tienen que
ser como ambos, el Salmo 15 y 24, hombres de santidad. Él pregunta:
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?”.
Así que David responde que el hombre de Dios tiene que ser:
Algunas referencias al carácter en el AT 135

Salmo 24:3-4

– Limpio de manos
(Un hebraísmo para referirse a un hombre de la justicia, que nunca
ha matado o planeado un asesinato o un robo)

– De corazón puro
(Como Jesús explicó en las bienaventuranzas, Mateo 5:1-13)

– Que no ha elevado su alma a cosas vanas


(Aquel que ha aborrecido la avaricia, centrado en el cielo más que
en la tierra)

– Que no ha jurado con engaño


(Un hombre confiable)

El salmista responde la misma pregunta, en el Salmo 15, en el


siguiente orden:

– El que anda en integridad


(Un hombre de integridad, un hombre calificado)

– El que hace justicia


(Perfecto, véase Mateo 5:48)

– El que habla verdad en su corazón


(Una referencia a su interior, este hombre no sólo habla la verdad,
su pensamiento2 es verdad)

– El que no calumnia con su lengua


(Una explicación de la expresión anterior)

– El que no hace mal a su prójimo


(Que vive en justicia y verdad, y ama a su prójimo)

– El que no admite reproche alguno contra su vecino


(Tampoco contra otro ministro de Dios sin pruebas)

– El que a cuyos ojos el vil es menospreciado


(Aquel que no concuerda con el andar de los prevaricadores. El
Salmo 1 habla más acerca de esto)
136 El Carácter de un Ministro

– El que honra a los que temen a Jehová


(Que concuerda con el justo y la justicia, y los recompensa)

– El que aun jurando en daño suyo, nunca cambia


(Un hombre de confianza que entiende el compromiso. Él sabe que
un compromiso entre los hombres es como un compromiso con
Dios. Él mantiene su compromiso de matrimonio, su compromiso
con los amigos y la amistad, es una persona de confianza)

– El que no dio su dinero a usura


(Si llegare a tener recursos, porque odia la codicia, no se involucra
en los negocios injustos ni está de acuerdo con los malos)

– El que no admitió cohecho contra el inocente


(Él no tiene un costo, él dará su vida en sacrificio en lugar de pen-
sar en la vanidad y en lo que esta tierra ofrece, antes de obrar en
injusticia y perjuicio del justo).

El salmista no sólo nos dio aquí la calidad de un carácter cristiano (un


hombre de rectitud), por supuesto, por la revelación divina y la inspiración,
pero también nos dijo que el resultado de ser ese tipo de hombre: “El que
hace estas cosas, no resbalará jamás”. Por lo tanto, su propia conclusión
fue que un hombre de Dios es estable en el carácter, en la práctica de
la piedad y la santidad. Un hombre de Dios no negocia ni cambia sus de-
cisiones y comportamientos. Él no da una respuesta debido a las circuns-
tancias, él es sobrio, prudente, sabio y honesto. Él sabe cuándo decir no,
cuándo comprar, cuándo hablar, cuándo dar una respuesta. (Estas son las
mismas características que Pablo da en 1 Timoteo 3 y Tito 1).
Un término despectivo que los liberales y los hombres impíos usan
para llamar a una persona así es “radical”. Un hombre digno de confianza,
un hombre justo, un hombre de Dios, por definición será un radical. ¿Por
qué? Él no negocia comportamiento, ni en sus pensamientos internos, ni en
la meditación, ni en la reflexión, ni en cualquier otra situación pública. Él
es santo en público, así como en su intimidad.
El pensamiento y las acciones de un siervo del Señor no deben ser re-
prochados nunca. El nunca negocia su comportamiento. Él es un radical. Él
no es “fluctuante, y llevado por cualquier viento de doctrina, por estratage-
ma de hombres emplean con astucia por el que acechan para enga-
ñar” (Efesios 4:14). Él no es conocido solo por aquellas cosas de las que se
aleja, sino también por aquellas que persigue. Se aleja del pecado, de las
Algunas referencias al carácter en el AT 137

tentaciones, de cualquier tipo de intimidad con las mujeres (excepto de su


madre, hermanas y su esposa), pero él sigue la justicia, la paz, el amor, las
buenas obras, etc. ¿Te gusta esto? ¿Es usted un ministro del Señor? ¿Sabía
usted esto antes? Es hora de tomar decisiones radicales en su vida y com-
portamiento. Mi recomendación es que si usted está en el ministerio y us-
ted no es una persona como ésta, salga de este santo oficio y tómese un
tiempo para meditar en esto y considerar lo que Dios estableció sobre “la
marca, el carácter de un ministro cristiano”.
Los ministros de Dios son hombres santos. ¿Sabía que cuando Pablo da
los requisitos para ser un obispo habla de “libre de culpa”? Él no dijo que:
“para ser cristiano hay que ser intachable”, se limitó a decir: “un obispo
debe ser intachable”. Él estableció una clara diferencia entre el resto de la
gente de Dios y un ministro. El Antiguo Testamento también hizo lo mis-
mo al establecer diferencias entre el pueblo de Dios y de los levitas y sacer-
dotes. Mi tesis es clara al considerar que la “vocación” hace una gran
diferencia entre los santos en general y de los santos llamados al minis-
terio.
Cuando Pablo dio con los requisitos para ser pastores entre el rebaño,
él habla claramente acerca de la masculinidad y si está casado, hombre de
una sola mujer. Si alguien es una dama seguramente ella puede ser cris-
tiano, pero no una ministra del Evangelio. Si alguien ha vuelto a casarse
después de uno o mas fracasos matrimoniales, por supuesto, puede ser un
buen cristiano, pero no un ministro de la Palabra, no un pastor. ¿Viste la
diferencia? Hay una clara diferencia entre ser santo en general y ministro
del evangelio. Hay muchos ministerios disponibles para todos los cristia-
nos, pero el ministerio de la Palabra (ministerio pastoral, ancianos, ser un
obispo, etc.) es un ministerio exclusivo que tiene requisitos específicos que
establecen una clara diferencia entre el hombre de Dios y el resto de los
justos.
Por lo tanto, si usted no es esa persona, si no llena estos requisitos, ten-
go la autoridad para decirle, en nombre de Dios: “No ha sido llamado a ser
ministro del Evangelio”. Consulte la Palabra. Muchos dirán el día del jui-
cio que eran ministros eficaces del Evangelio. Ellos dirán: “Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros?” (Mateo 7:22). Pero, qué desgra-
cia que la respuesta del Señor para ellos será:

“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”


(Mateo 7:23)
138 El Carácter de un Ministro

Estimados ministros del Señor: “hacer el trabajo del ministerio no debe ser
un fin en sí mismo”. Lo que importa es glorificar al Señor en todo lo que
hacemos (1 Corintios 10:31). Por lo tanto, evalúe sus motivaciones, su
comportamiento y sus razones mientras está en el ministerio. Es mejor to-
mar un asiento en la iglesia y servirle en otra oficina que ser un ministro y
ser juzgado como un desconocido por el Señor en ese día del Juicio.
Muchos falsos van a negociar la verdad acerca del ministerio. Para
ellos lo importante es hacer el trabajo, mejor que para quien se está hacien-
do:

“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este se-


llo: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de
iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.”
(2 Timoteo 2:19)

¿Cómo es tu carácter? En los dos capítulos siguientes profundizaremos más


sobre eso. Y espero que al final de este libro usted pueda tener una buena
herramienta para evaluar los verdaderos hombres de Dios como ministros.
139

Capítulo Diez

ALGUNAS REFERENCIAS SOBRE EL


CARÁCTER EN EL NUEVO TESTAMENTO

Todos los escritores del Nuevo Testamento hablan sobre algún aspecto del
carácter de un cristiano. Aquí nos centraremos en la carta de Pablo, a pesar
de que Lucas, Pedro, Juan, Judas, el escritor del libro de Hebreos, y por
supuesto, los Evangelios (que son las palabras y los hechos de Jesús) tam-
bién enseñan regularmente al respecto.

LISTADO DE CARACTERÍSTICAS

2 Timoteo 2:1-7

“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en


Cristo Jesús.
Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encar-
ga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar tam-
bién a otros.
140 El Carácter de un Ministro
Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesu-
cristo.
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida,
a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no
lucha legítimamente.
El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar
primero.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en
todo.”

Lista de características:

– Hombres esforzados
– Hombres fieles
– Hombres capaces
– Hombres que sufren penalidades
– Hombres de Dios
– Separados de las cosas del mundo para complacer a su maestro
– Un obrero arduo
– Hombres de paciencia para esperar el fruto correcto legalmente
– Obedientes a los dichos del apóstol
– Hombres de entendimiento

1 Timoteo 3:1-7 (TITO 1:5-9)

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra


desea.
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, mari-
do de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospe-
dador, apto para enseñar;
no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganan-
cias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en suje-
ción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su
propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la
condenación del diablo.
También es necesario que tenga buen testimonio de los
de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del
diablo”.
Algunas referencias sobre el carácter en el NT 141

Lista de características:

Características positivas

– Un deseo correcto de servir a Dios


– Deseoso de hacer buenas obras
– Un hombre sin tachas
– Esposo de una sola mujer
– Vigilante
– Sobrio
– Hombre de excelente conducta
– Dado a la hospitalidad
– Apto para enseñar
– Paciente
– Que gobierne bien su casa
– Que tenga buen testimonio de los de afuera
– Irreprochable (irreprensible)

Característica a evitar (el hombre de Dios, el ministro), no ha de ser:

– Dado al vino
– Dado a las huelgas
– Codicioso de ganancias deshonestas
– Pendenciero
– Avaro
– Neófito

Como se puede observar en las características anteriores, que representan


el grupo de cualidades que en conjunto conforman el carácter de un minis-
tro cristiano, se centran en la motivación piadosa, conducta piadosa y res-
ponsabilidades (de gestión o de limpieza de su propia vida, su familia, la
iglesia de Dios y la opinión pública), todo lo que es para complacer a su
Amo (motivaciones, comportamientos y responsabilidades).
Todas estas características hablan de alguien lleno de virtudes que ha-
cen de él un hombre íntegro, un hombre santo. El carácter de un “hombre
de Dios” ha de ser sin grietas, cuya prueba es dentro de su propia casa, y
ha de estar libre de culpa tanto de los de adentro (el hogar y la iglesia),
como de los de afuera (parientes, amigos y vecinos). Sus aptitudes no son
lo que realmente importa, sino sus actitudes. Sus talentos no son el foco
sino sus motivaciones, comportamiento y responsabilidades.
142 El Carácter de un Ministro

Un ministro de Dios es un hombre íntegro. Un siervo de Jesús es aquél


que odia y rechaza la codicia la fama, la fortuna, el poder mundial (no toma
el santo oficio para su propio beneficio). Él es un hombre cuyas capacida-
des y habilidades (que venían de arriba), se utilizan con el único objetivo
de traer gloria a Dios. Él rechaza toda tentación a placeres ilícitos. Él es
aquél cuya familia es su carta de presentación. Un ministro cristiano es “un
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de ver-
dad”. (2 Timoteo 2:15)

2 TIMOTEO REFLEJA LAS ÚLTIMAS PALABRAS DEL


APÓSTOL PABLO A TIMOTEO, SU PUPILO E HIJO

Mi tesis aquí es que: “si algún libro se centra en el carácter de un ministro,


ese es la Biblia”.
La carta de Pablo a Timoteo conforma una serie de instrucciones a un
joven ministro en saber cómo conducir la iglesia, los ministerios y sus con-
siervos. Pero está escrito en una forma muy familiar. Pablo no escribió las
dos cartas a los miembros de la iglesia, él no escribió las dos cartas a los
líderes de la iglesia, él lo hizo, principalmente, a un solo ministro, a Timo-
teo. No hay ninguna referencia allí que sugiere ninguna instrucción a Ti-
moteo para leerlo a la iglesia donde él servía. En este orden, la primera y
segunda epístola a Timoteo son muy personales, como la redacción de un
padre a su propio hijo. Así que estas dos cartas a Timoteo, y también la
carta a Tito, son muy especiales y tienen cierta singularidad en compara-
ción con otros escritos de la Biblia entera. Esta segunda carta a Timoteo es
sobre todo para animar a un joven pastor en una posición única de lideraz-
go. Ese tipo de liderazgo fue determinado en ciertos aspectos porque Timo-
teo fue dejado allí por el apóstol Pablo.
En la actualidad, no tenemos apóstoles del Señor, como los primeros
doce y Pablo, por lo que no tenemos mentores de la misma manera. Timo-
teo fue apartado para el ministerio por un presbiterio (1 Timoteo 4:14), pe-
ro Pablo lo llevó a Éfeso para terminar la estabilización de esa iglesia local
mediante la enseñanza y la predicación de la Palabra, la corrección de las
deficiencias, exhortando y denunciando las falsas enseñanzas y los falsos
maestros, corrigiendo con amor a aquellos que se oponían a las doctrinas
sanas, modelando en la conducta, fe, amor, pureza, piedad, espíritu, etc. (1
Timoteo 4:12). Esta segunda carta de Pablo a Timoteo es un tesoro real
sobre el carácter de un ministro cristiano. Esta carta nos dice todo acerca
del ministerio, tanto positiva como negativamente. En la forma negativa
Algunas referencias sobre el carácter en el NT 143

nos enseña mencionando las características de un hombre que no puede ser


un ministro cristiano. Es un registro corto pero concentrado acerca de cómo
el carácter de un líder debe ser.
Mi propósito en este breve comentario es demostrar la tesis anterior.
“La Biblia de Estudio del Diario Vivir” contiene el siguiente esquema
acerca de 2 Timoteo:

1. Introducción de Pablo (1:1-5)

2. Las cualidades necesarias para un fiel ministro de Jesucristo


(1:6-2.13)

3. Timoteo debe recordar y utilizar sus dones con audacia (1:6-


12)

4. Timoteo tiene que seguir la verdad (1:13-18)

5. Timoteo tiene que preparar a otros para seguirlo en el ministe-


rio (2:1-2)

6. Timoteo tiene que ser disciplinado y estar preparado para so-


portar el sufrimiento (2:3-7)

7. Timoteo tiene que mantener su mente y mirada centrados en


Cristo (2:8-13)

8. Pablo desafió a Timoteo a mantener la sana doctrina, rechazar


el error, evitar conversaciones necias, y explicar correctamente
la palabra de verdad (2:14-19), y mantener su vida pura (2:20-
26)

En el capítulo 3 Pablo le enseña a Timoteo:

1. Cómo identificar a los que aplicarán para el ministerio, pero


nunca deben ser admitidos como ministros (3:1-9)

2. Cómo modelar y recordar su propio ejemplo (3:10-11)

3. Cómo mantener una correcta postura frente a la oposición


(3:12-13)
144 El Carácter de un Ministro

4. Cómo fortalecerse en la Palabra de Dios, utilizándola como la


única regla en capacitar a otros para el ministerio (3:14-17)

El último capítulo es el clímax de lo que Timoteo debía hacer:

1. Él estaba allí especialmente para PREDICAR LA PALABRA


(4:1-4)

2. Y tenía que cumplir con su ministerio hasta el final – CONS-


TANCIA (4:5-8)

EL DEBER DE UN MINISTRO CRISTIANO PROYECTA SU


CARÁCTER (1 TIMOTEO 6:6-16)

El deber principal en el ministerio cristiano es predicar y enseñar. 1 Timo-


teo 6, así como 1Tesalonicenses 2 establecen esta declaración. Jesús mo-
deló esto en todo Su ministerio: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando
en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4:23, 9:35).
Los Apóstoles recibieron instrucciones específicas del Espíritu Santo y
de su Maestro para centrarse especialmente en este oficio: “Entonces los
doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que
nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas”. (Hechos
6:2)
Por lo tanto, se trata de un mandamiento de la Santa Escritura que el
enfoque del ministerio debe ser predicar y enseñar.
En este orden, los pasajes que hablan de este oficio, como he dicho
antes, por lo general tienen una gran riqueza de información sobre el carác-
ter del predicador. Este es el caso en el siguiente pasaje:

“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesu-


cristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que
has seguido.
Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la pie-
dad;
porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la
piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida pre-
sente, y de la venidera.
Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.
Algunas referencias sobre el carácter en el NT 145

Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque


esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los
hombres, mayormente de los que creen.
Esto manda y enseña.
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los cre-
yentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza.
No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante
profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu apro-
vechamiento sea manifiesto a todos.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.”

Características:

1. “Cómo ser un buen ministro de Jesucristo”


Las expresiones escriturarias paralelas a la anterior son:

– [si] esto enseñas a los hermanos,

– [si] estudias para ser un buen teólogo, pastor, nutrido en la


palabra de fe y de buena doctrina,

– [si] rechaza las fábulas,

– [y si] te ejercitas para la piedad,

[Entonces] serás un buen ministro de Jesucristo. !Aleluya!

2. “Ocúpate en estas cosas”


(Este es un mandato. Desde luego, no por la fuerza sino con el
ejemplo).

3. “Sé un ejemplo a los creyentes”


Un ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

4. Como predicador, usted debe concentrar su esfuerzo, el tiempo y


el ministerio en la lectura, la exhortación, la predicación y en la
146 El Carácter de un Ministro
sana doctrina para que pueda proveer el correcto cuidado de las
ovejas.
Un predicador (pastor-maestro) desprecia y descuida su don si
no se centra en la predicación y la enseñanza.
Debe haber otra clase de ministros en la iglesia. El requisito del
carácter es el mismo para ellos. Pero aquellos que trabajan en la
predicación y la enseñanza pierden el tiempo si no se centran en el
estudio, la predicación y la enseñanza, valga la redundancia enfáti-
ca aquí.
Sospecho que uno de los grandes males en el ministerio es en-
focar fuerza y tiempo en otras cosas que no son operativas, es de-
cir, que no sean el estudio de la Palabra y las doctrinas (teología), y
la oración, para predicar y enseñar bien y con autoridad.

5. “No descuides estas cosas”


Estamos principalmente para estudiar, orar y enseñar a nuestra gen-
te. Hemos sido llamados y ordenados a hacerlo. No lo podemos
descuidar. Vamos a tener la tentación de descuidarlo. Creo que esta
es la única cosa en la que un predicador verdadero, un hombre
llamado a ser un predicador podría caer, me refiero a la lucha
por tratar de descuidar sus responsabilidades principales en su mi-
nisterio.
Los pastores no han de caer en un comportamiento inmoral.
Podemos observar que no hay ninguna sugerencia en cuanto a per-
manecer en el oficio ministerial si hay algún tipo de caída en el
carácter, o la moralidad de su comportamiento. Los cristianos
están llamados a ser santos. Los pastores son para modelar y for-
mar al pueblo de Dios. Pero es evidente que un pastor puede des-
cuidar su trabajo, su deber, el principal motivo de su llamado.
Pablo animó a Timoteo recordándole que no importaba que él
fuera un hombre joven. Eso no es una razón para no ser puro, san-
to, maduro, capaz de buena reputación, y digno de confianza. La
inmoralidad no es una opción para los ministros del Evangelio.
Una caída en esto es razón suficiente para dejar de ser un mi-
nistro del Señor.

Medita en estas cosas. La meditación es parte del procedimiento correcto


de cualquier ministerio. Sacar tiempo a solas, junto con Dios, no solo en la
oración, sino también en la meditación.

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello,


pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren.”
Algunas referencias sobre el carácter en el NT 147

COMO HA DE TERMINAR LA VIDA DE UN HOMBRE DE


CARÁCTER (2 TIMOTEO 4:6-22)

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de


mi partida está cercano.
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la
cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a
mí, sino también a todos los que aman su venida.
Procura venir pronto a verme,
Porque Demas me ha desamparado, amando este mun-
do, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y
Tito a Dalmacia.
Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele conti-
go, porque me es útil para el ministerio.
A Tíquico lo envié a Efeso.
Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en
casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.
Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el
Señor le pague conforme a sus hechos.
Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha
opuesto a nuestras palabras.
En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino
que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.
Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para
que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los
gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.
Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preserva-
rá para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de
los siglos. Amén.
Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo.
Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto
enfermo.
Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y
Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea
con vosotros. Amén.”
148 El Carácter de un Ministro

Como se puede observar, Pablo nos lleva a una conclusión en esta sección.
Por un lado, nos trae un glorioso final de su vida (v.6-8), pero también un
tratamiento patético de muchos miembros de su equipo misionero, e inclu-
so algunos que eran judíos en la diáspora.
Se está concluyendo aquí que muchos de los que sirven en el ministe-
rio, aun en los tiempos apostólicos, van a caer, volviendo a amar a este
mundo.
Timoteo debía de saberlo, así como nosotros.
Pablo se quedó solo en su primera defensa en Roma, solo Jesús estaba
allí. Tenemos que ver el mismo tipo de comportamiento de nuestros cole-
gas cercanos también. Los apóstoles hicieron lo mismo a su Maestro que
hicieron los compañeros de Pablo al apóstol. Pablo sufrió el mismo enga-
ño. Tenemos que estar preparados, este es el tratamiento regular a los mi-
nistros en la historia, aparte de unas pocas excepciones.
Nuestros propios socios en el ministerio van a causar divisiones. Algu-
nos de nuestros miembros del personal del ministerio nos van a traicionar,
incluso apuñalarnos a espaldas nuestras.
El ministerio es así y también lo es la iglesia. El propósito de Dios para
su iglesia y para el personal ministerial oficial es permitir emisarios del
enemigo entre nosotros. Esta es la naturaleza de cualquier organización e
institución sagrada, mientras esté todavía en la tierra, incluyendo las igle-
sias de Dios.
Creo que este es el propósito principal de esta gloriosa pero triste con-
clusión del apóstol de los gentiles.
Pero aunque la mayoría se había apartado, y casi todos lo habían aban-
donado, note lo que dijo el apóstol: “Jesus estuvo conmigo”. Esta es una
declaración práctica de lo que prometió el Señor en la gran comisión: “He
aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”. Esto es
muy alentador para el ministro.
149

Capítulo Once
EL EJEMPLO MINISTERIAL DE PABLO Y
SU EQUIPO
1 Tesalonicenses 2:1-8 (vv.3-4)
“Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra
visita a vosotros no resultó vana; pues habiendo antes pa-
decido y sido ultrajados en Filipo, como sabéis, tuvimos
denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de
Dios en medio de gran oposición. Porque nuestra exhor-
tación no procedió de error ni de impureza, ni fue por
engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para
que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como
para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba
nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras
lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es
testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros,
ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles
de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la
nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan
grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos
150 El Carácter de un Ministro

querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino tam-


bién nuestras propias vidas; porque habéis llegado a ser-
nos muy queridos.”

En esta sección tornaré a un formato diferente del que he venido siguiendo


en los capítulos anteriores. La razón por la que haré eso es porque este ca-
pítulo se trata de uno de mis sermones sobre este tema. Aunque quité algu-
nas de las ilustraciones, no obstante estaremos exponiendo en el resto de
este capítulo en formato de sermón.
Uno de los asuntos, a mi modo de entender, que más fuerte habla sobre
el carácter es la manera como el predicador ejerce el principal oficio al cual
él ha sido llamado, a saber, la predicación-exhortación-enseñanza. El pasa-
je bíblico citado arriba habla sobre los ministros y su principal responsabi-
lidad para con el rebaño. Nos provee de un ejemplo práctico, escenificado
en Pablo y su equipo (aquí Silvano y Timoteo, los remitentes asociados de
esta carta), respecto de como debe ser un ministro del Evangelio de Cristo.
Nuestra tarea aquí es analizar a los predicadores, no por el contenido de su
mensaje per se, sino por los requisitos que debe portar un hombre llamado
a predicar. Primera a los Tesalonicenses capítulo 2 (especialmente los ver-
sos 1 al 8) corresponde a uno de los pasajes más magistrales en toda la Es-
critura sobre el particular. Este pasaje, en general, habla sobre la clase
de predicadores y el mensaje a predicar que Dios realmente aprueba.
Nos enfocaremos en las características de la predicación que definen la
calidad de predicador que Dios quiere y aprueba. Estoy plenamente con-
vencido que la labor soberana de Dios al escoger a sus predicadores
incluye la impresión de Su carácter en ellos.
Analizamos el pasaje conforme al bosquejo siguiente:

EL PREDICADOR Y LA PREDICACIÓN QUE DIOS APRUE-


BA (1 TESALONICENSES 2.3-4)

I. LA PUREZA DE LA PREDICACIÓN
1. La predicación que Dios aprueba debe estar libre del error
2. La predicación que Dios aprueba debe estar libre de toda impureza
3. La predicación que Dios aprueba debe estar libre de todo engaño

II. LOS PREDICADORES APROBADOS


1. El predicador debe ser alguien aprobado por Dios
2. Dios ha confiado su evangelio solamente al predicador aprobado
3. El mensaje del predicador debe circunscribirse solo al evangelio
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 151

4. El predicador debe evitar agradar a los hombres a costa de agradar a


Dios
5. El predicador debe procurar agradar a Dios antes que a los hombres

La proposición central de este pasaje es la siguiente:

“Dios únicamente aprueba al predicador que procura agra-


darle, ocupándose de presentar de forma pura el evangelio
que le ha sido confiado.”
(comp. 2 Timoteo 2:15)

Estoy casi convencido que la gente se pregunta el porqué se presentan tan-


tos mensajes contradictorios el uno al otro apelando a la Biblia como la
fuente de la predicación. Estoy seguro que en Uds. también ha habido esa
duda en alguna ocasión determinada. Los que son más instruidos, más bien,
criticarán las posiciones de los predicadores que saquen a relucir otro asun-
to distinto al que ellos hayan concluido, relacionado con un pasaje dado.
Estas son posturas y preocupaciones sanas y santas muchas veces.
Nosotros estamos acostumbrados a manejar los asuntos de las ciencias
exactas. En física, matemáticas o química cuando te enfrentas a un texto,
problema, mandato, etc., no importa cuál camino tomes, llegarás al mismo
resultado. Una persona con esa misma instrucción que se presente ante diez
predicadores que expongan el mismo pasaje bíblico quedará confuso por-
que él sabe que “LA ESCRITURA NO ES DE INTERPRETACIÓN PRI-
VADA”. Sin embargo, hay diez mensajes distintos. Los más sencillos han
llegado a la conclusión que es que la palabra de Dios es tan rica y tan infi-
nita que cada vez que me presento ante ella será un universo nuevo.
En esto admiro la ingenuidad de la mayoría de los cristianos. También
admiro su permisividad, pues en vez de llamar a sus predicadores personas
erráticas y contradictorias como los filósofos, mejor se acuñan a aceptar
que es que no se puede llegar al mismo fin en la predicación bíblica de un
pasaje dado.
Estimado lector, las escrituras son exactas y por tanto el resultado de la
búsqueda en ella debe ser exacto. Dios no aprobará a los que filosofan de la
palabra de Dios tildándose de predicadores. Dios aprobará sólo a aquellos,
y solo a aquellos que en vez de agradar a los hombres procuren con dili-
gencia presentarse a Dios aprobados, como obreros que no tienen de qué
avergonzarse porque desmenuzaron bien la palabra de verdad. No hay
lugar al error en la predicación bíblica. No hay lugar a la impureza ni al
engaño en la predicación. Aunque a menudo sucede, especialmente en la
152 El Carácter de un Ministro
famosa predicación temática, las escrituras no deben prestarse a la interpre-
tación privada, so pena de herejía.
Dejemos nosotros de andar como aquellas pasadas generaciones que se
conformaron con hallar la aprobación de los hombres trayendo sus sofis-
mas y sus palabrerías y caprichos, y sigamos las normas dadas por Dios a
aquellos hombres que Dios aprueba y a quienes confía su Santísimo
Evangelio. Mi intención aquí es confirmarte en este pensamiento y esfuer-
zo santo de que seas un asiduo y arraigado escudriñador de las escrituras de
tal manera que tu conciencia no te acuse ni delante de Dios ni delante de
los hombres; y que cuando te presentes a Dios no tengas nada de qué aver-
gonzarte en cuanto a este sagradísimo ministerio que él ha confiado en no-
sotros. Yo os conjuro en esta ocasión, junto con el apóstol de los gentiles a
que:

“Procures con diligencia presentarte a Dios aprobado,


como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza
bien la palabra de verdad.”
(2 Timoteo 2:15)

ENTENDIENDO EL TRASFONDO HISTÓRICO EN NUESTRO


TEXTO

Siendo Tesalónica (hoy Salónica) la capital de Macedonia  provincia


romana  a partir de 168 a. C., aquella ciudad sirvió de mucho a los fines
misioneros del primer siglo. La iglesia en Tesalónica fue con mucha certe-
za la segunda iglesia que fundó el apóstol Pablo a mediados del siglo I d.
C. (ver hechos 18:12-17), con mucha certeza en el año 51 de nuestra era,
precediéndole solo la de Galacia. Desde Tesalónica Pablo partió, en su se-
gundo viaje misionero hacia Berea, hacia Atenas y luego hacia Corinto,
desde donde escribió esta carta, tomando como fondo un informe que le
presentara Timoteo de dicha iglesia. (Ver Hechos 17:1-9)
Las dos cartas de Pablo a los creyentes de Tesalónica se enmarcan den-
tro de las “epístolas pastorales”. Aunque a ellas se les ha dado el calificati-
vo de “epístolas escatológicas”, pero otros como MacArthur prefieren lla-
marlas “las epístolas de la iglesia” (que es también mi preferencia), esto así
en virtud de los temas que presentan. 1 Tesalonicenses presenta cinco gran-
des temas:
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 153

1) un tema apologético con la correlación histórica entre Hechos y


1 Tesalonicenses

2) un tema eclesiástico que presenta y elogia una iglesia sana, cre-


ciente

3) un tema pastoral con el ejemplo de actividades y actitudes de


pastores

4) un tema escatológico con el enfoque en acontecimientos futuros


como la esperanza de la iglesia

5) un tema misionero con el énfasis en la proclamación del evange-


lio y el establecimiento de la iglesia

En la porción que nos ocupa en esta ocasión Pablo está recordando el tipo
de ministerio que él y su equipo de misiones ejercieron entre ellos cuando
iniciaron la obra, probablemente como respuesta a una acusación que algu-
nos falsos maestros habían tratado de sembrar sobre Pablo y sus seguido-
res. Él está ejemplificando con ello lo que deben recordar y esperar de sus
pastores. Pablo les recuerda su afecto incomparable por ellos (2:8) y el ca-
rácter del comportamiento de ellos cuando estuvieron presente entre ellos
(2:10), de tal manera que su comportamiento entre ellos fue santo, justo e
irreprensible, ejerciendo el ministerio de la predicación, la exhortación y la
enseñanza. Y debido a ello, el apóstol sigue elogiando dicha iglesia porque
ellos recibieron la palabra y pronto llegaron a ser imitadores de la iglesia
de Dios que estaba en Jerusalén a pesar de persecuciones semejantes
(vv.13-16), a pesar de la gran tribulación que atravesaron (1:4-6). Por todo
lo que significaba aquella iglesia para Pablo y su equipo, el y sus compañe-
ros no podían soportar más seguir sin saber que estaba pasando en la igle-
sia de Tesalónica, por lo cual decidieron enviar a Timoteo a ver cómo an-
daba la obra. En relación a aquella visita Pablo les escribe esta carta como
respuesta a ciertos asuntitos que debían ser recordados por ellos en respec-
to a los grandes temas en que la iglesia debería enfocar sus enseñanzas (en
4:18 Pablo los encomia a “alentarse los unos a los otros con esas pala-
bras”). De aquí la razón, el propósito y el contenido de esta magistral carta
apostólica, dentro de los cuales podemos mencionar (ver Biblia de Estudio
MacArthur):
154 El Carácter de un Ministro

1) Alentar a la iglesia (1:2-10)

2) Responder a falsas acusaciones (2:1-12)

3) Consolar al rebaño en persecución (2:13-16)

4) Expresar su gozo en la fe de ellos (2:17-3:13)

5) Recordarles la importancia de la pureza moral (4:1-8)

6) Condenar el estilo de vida perezoso (4:9-12)

7) Corregir un mal entendimiento de acontecimientos proféticos (4:13-


5:11)

8) Terminar con las tensiones dentro del rebaño (5:12-15)

9) Exhortar al rebaño en las aéreas elementales de la vida cristiana


(5:16-22)

Nuestro bosquejo limita el fin de este escrito enfocándose en la predica-


ción, tanto en el predicador como en su oficio de predicar, modelado por
los apóstoles del Señor a través de Pablo y su equipo ministerial, nos da fe
de la manera correcta como debe ser pastoreado el rebaño de Cristo.

LA PUREZA DE LA PREDICACIÓN
“Porque nuestra exhortación no fue de error ni de impure-
za, ni por engaño”

Este pasaje es presentado en plural. Esto nos lleva al 2:1, 2 donde Pablo
recuerda las persecuciones que recibieron él y Silas en aquella ciudad, y
también hace alusión a su equipo misionero implícitamente. La misma sa-
lutación presenta a Pablo, Silvano y Timoteo como autores de la carta. De
ahí que presente el mensaje en plural en gran parte del escrito.
A modo negativo, en este verso el apóstol Pablo presenta tres cualida-
des perniciosas que brillaban por su ausencia en su exhortación, contrario a
las acusaciones y los actos de sus oponentes.
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 155

La predicación que Dios aprueba debe evitar todo error

“Porque nuestra exhortación no fue de error…”

La palabra error viene del gr. plane, que corresponde a la raíz española
para planeta y planeador, sig. lit. errante: error, engaño, extravío, fraude, es
presentado a menudo como un poder. (Ver 2 Pedro 2:18; 3:17; Judas 13; 2
Tesalonicenses 2:11)
El cuadro bíblico más descriptivo sobre el error y sus resultados lo en-
contramos en 2 Pedro 2:18, 19:

“Porque hablando palabras arrogantes de vanidad,


atrapan con los deseos de la carne mediante lasci-
vias a los que verdaderamente habían escapado de
los que viven en error;
prometiéndoles libertad, siendo ellos mismos es-
clavos de corrupción. Porque el que es vencido de
alguno, es hecho esclavo de aquel que lo venció”.

2 Pedro proyecta la innegable realidad de los falsos maestros que habrían


de venir, utilizando como argumento el que también hubo falsos profetas
en el ministerio profético. El ministerio de la falsedad y del error lamenta-
blemente haría que el camino de la verdad fuese blasfemado, porque el fin
último de estos malvados es la avaricia y la inmundicia.
Estimados líderes y pastores la parte más amarga y dolorosa en todo
esto es que no hay perdón para los maestros del error. El apóstol Pedro lo
exhibe recordándonos el ministerio de error de los ángeles, del mundo anti-
guo, de Sodoma y Gomorra. Dios no tolera la falsedad, ni la hipocresía, ni
el error de forma consciente. Pablo nos recuerda que él hacía lo que hacía
en ignorancia, razón por la cual Dios tuvo misericordia y lo puso por após-
tol de los gentiles (1 Tim 1:12-13). La sentencia a los maestros de error es
drástica y severa, pero es segura. El Señor no tolerará el error en sus predi-
cadores. Sabemos lo que pasó con Balaam quien por lucro practicó el mi-
nisterio del error.
156 El Carácter de un Ministro

La predicación que Dios aprueba debe prescindir de toda impureza

“…ni de impureza…”

La impureza, especialmente sexual, que es a lo que casi toda la biblia se


refiere cuando habla de este término, ha manchado las filas ministeriales en
toda la historia. Pero de cierto nadie ha quedado impune. Ni los sacerdotes
en tiempos de Ezequiel que tenían las cámaras santas llenas de prostitutas,
ni Jezabel con sus sacerdotes o profetas de Baal, ni nadie, jamás se ha sali-
do con la suya en esto. El Señor ha exhibido públicamente a los impíos que
en lujuria, inmoralidad y todo tipo de lascivia han intentado inmiscuir sus
malvadas prácticas en el pueblo de Dios. En tiempos de la iglesia del pri-
mer siglo, Pablo atacó mucho la inmundicia y es uno de los puntos que los
encomia a sus lectores en Tesalónica. Juan Apóstol advierte en su visión de
la iglesia, que había una de ellas que toleraba a esa Jezabel quien ensañaba
a sus ciervos a fornicar con los ídolos.
Los vv. 9-17 de 2 Pedro 2 nos pintan las terribles consecuencias de la
inmundicia. Veamos:

“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y


reservar a los injustos para ser castigados en el día
del juicio;
y principalmente a aquellos que siguen la carne en
la concupiscencia de inmundicia, y menosprecian
todo gobierno. Atrevidos, contumaces, que no temen
decir mal de las potestades superiores. Mientras que
los ángeles, que son mayores en fuerza y en poten-
cia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas
delante del Señor.
Pero éstos, como bestias brutas naturalmente naci-
das para presa y destrucción, hablan mal de cosas
que no entienden, y perecerán en su propia corrup-
ción,
y recibirán la recompensa de su injusticia, ya que
tienen por delicia el gozar del placer en pleno día.
Estos son suciedades y manchas, quienes aun mien-
tras comen con vosotros, se recrean en sus engaños.
Tienen los ojos llenos de adulterio, y no pueden
dejar de pecar. Seducen a las almas inestables, tie-
nen un corazón ejercitado en la codicia; son hijos de
maldición.
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 157

Han dejado el camino derecho, y se han extraviado,


siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el cual
amó la paga de la maldad.
Mas fue reprendido por su iniquidad; una asna mu-
da, hablando en voz de hombre, refrenó la locura del
profeta.
Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por
la tempestad; para los cuales está guardada la oscu-
ridad de las tinieblas para siempre”.

La predicación que Dios aprueba no puede usar métodos engañosos

“…ni por engaño…”

En esta parte específica de lo que debe evitar la predicación pura y sin ma-
cula se está refiriendo al método más que a la conducta moral del predica-
dor. Aquí se trata lo que Pablo quiso decir a los Corintios cuando les des-
cribe sobre su método de predicación: “pues no vinimos a vosotros con pa-
labras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíri-
tu Santo”. 1 Corintios 2:4 (ver también Colosenses 2:4)
También es lo mismo que dijo a los Corintios en su segunda carta cap.
4: “antes hemos renunciado a todo lo oculto y deshonesto, no andando con
astucia, ni usando la palabra de Dios con engaño; sino por la manifesta-
ción de la verdad nos recomendamos nosotros mismos a la conciencia de
todo hombre delante de Dios”.
Ni la vida ni el método del predicador deben ser erráticos ni fraudulen-
tos. Si el Señor te llamó a predicar no filosofes, predica. Debes procurar
hacerlo bien para que no seas avergonzado delante de su presencia en aquel
gran día. Hemos sido llamados a “escudriñar las escrituras”, hemos sido
llamados a “trazar bien la palabra de verdad”, hemos sido llamados a res-
paldar con nuestro ejemplo, nuestras palabras, hemos sido llamados a trans-
formar nuestro entendimiento día en día, hemos sido llamados a predicar
sin error, sin impureza y sin métodos engañosos.
Nuestro objeto en toda esta trayectoria con ustedes es hacer de vuestro
carácter un carácter santo y provocar así que el rol del oficio que se nos ha
encomiado y encarecido sea a la medida del don de Cristo que nos ha sido
dado.
El Sr. Morris, un norteamericano, pasó los mejores años de su vida tras
las rejas por un fallo del juez en su contra, fruto de un testimonio falso que
dos asaltantes y delincuentes había provisto. Si el punto de partida respecto
158 El Carácter de un Ministro

de algún asunto particular o general no está fundamentado en la verdad, el


resultado será falso.
El vuelo 007 del primero de septiembre de 1983 de “Corea Airline” fue
destruido en cielo ruso, gracias a un simple error de cálculo en las coorde-
nadas de vuelo.
¿Nota usted los fatales resultados del error?

LOS PREDICADORES APROBADOS


“…sino según fuimos aprobados por Dios para que se nos
confiase el evangelio, así hablamos; no como los que
agradan a los hombres, sino a Dios, el cual prueba nues-
tros corazones.”

El predicador ha de ser alguien aprobado por Dios

“…sino según fuimos aprobados por Dios…”

Aprobados (gr. dokimazo), es una palabra del oficio de la metalurgia.


Comprende el proceso de examinar para dar la aprobación (ver 2 Timoteo
2:15; Romanos 1:28; 1 Juan 4:1; Proverbios 17:3; 8:10  LXX). Es un
proceso que resulta de un examen más bien que de la ignorancia. El proce-
so de aprobación de la calidad de los metales, de donde procede esta pala-
bra, requiere de pericia (ver Ro 2.8; 14.22; 1 Co 16.3; Fil 1:10). Así que
esta palabra se refiere a una aprobación que resulta después de un proceso
de prueba, el cual es llevado a cabo por uno a varios expertos (Vine). Se
traduce como: APROBAR, EXAMINAR, DISTINGUIR.
Esto nos lleva a la pregunta ¿y cómo Dios aprueba a alguien con el fin
de apartarlo para el santo ministerio? Y la respuesta sale casi automática al
recordar 1 Timoteo 3:1-5… “si alguno anhela obispado (porque estamos
llamados a desear los dones mejores 1 Corintios 12:31) buena obra
desea… Pero es necesario que el obispo sea irreprensible…” Así que aquí
se provee la base y norma divina para su aprobación al santo ministerio.
Esto me recuerda las palabras del apóstol cuando escribió: “Y doy
gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor; porque me tuvo
por fiel, poniéndome en el ministerio”. (1 Timoteo 1:12)
Aquí también resulta necesario recordar las palabras del apóstol
Pablo en Efesios 4 cuando dice: “Que nuestro Señor subiendo a los cielos
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 159

llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres; a unos…” Es nece-


sario que recordemos que todos los dones mencionados en este pasaje
apuntan a la predicación y la enseñanza. Es el Señor el que aprueba y capa-
cita a los pastores. Es el Señor que según sus normas escoge a sus minis-
tros de justicia. Cuando dejamos esa tarea en manos de los hombres no po-
demos esperar más de lo que tenemos en la cristiandad de hoy. Ya no sola-
mente hay muchos falsos hombres, también hay ya mujeres en este oficio,
homosexuales, lesbianas y hasta niños en este santo oficio exclusivo para
los hombres, claramente sobrepasando todas las normas establecidas por el
dueño del redil. ¿Hasta dónde llegaremos? No sé, pero es necesario que
todo esto acontezca porque es profético. Lo advirtió el Espíritu Santo por
boca de Pedro, Juan, Judas, Pablo, Santiago. Cristo mismo lo puso en pers-
pectiva en su sermón de la montaña (ver Mateo 7:15, 23).
Pastor, siervo de Cristo, no impongas las manos con ligereza porque a
algunos sus males le son descubiertos antes, pero a otros después. No te
hagas partícipe de pecados ajenos. Deja que sea el Señor quien apruebe,
mediante sus normas establecidas, a sus ministros de justicia. Él tiene con-
trol del asunto. 1 Tesalonicenses 2:1-8 nos está enseñando esas normas de
Dios, representada en la vida de Pablo y su equipo misionero.
Pregunto ¿has sido tú aprobado por Dios? ¿Si el señor te pidiera cuenta
ahora de lo que has hecho, quedarías en vergüenza o serias aprobado com-
pletamente? ¿Ha dicho Dios de ti: ‘instrumento escogido me es este’ o te
pusieron los hombres? “Procura con diligencia presentarte a Dios aproba-
do, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que desmenuza bien la
palabra de verdad”.

Dios ha confiado su evangelio única y exclusivamente al predicador


aprobado

“…para que se nos confiase el evangelio…”

Encomendados (gr. pisteitenai). Es la misma raíz de Fe, de Confiar. En la


voz pasiva es encomendar (mayor frecuencia de traducción).
Así que encomendar es depositar confianza. Lo cual implica que Dios
ha confiado en nosotros la proclamación de su evangelio. Esto merece
nuestra atención y observación. Surge la pregunta ¿y Dios ha depositado
confianza en nosotros? La respuesta es sí. Nos ha encomendado este santo
ministerio en el cual nos tuvo por fieles al confiar en nosotros para tal ta-
rea. Esto es grandioso.
160 El Carácter de un Ministro

Si eres un obrero aprobado recuerda esto: ¡DIOS HA CONFIADO EN


TI! Señores, Dios nos ha hecho partícipes de esta gracia, de esta gloria, de
este poder, de su reino eterno. Nos ha hecho sus ministros de justicia. Nos
ha dado la palabra de la cruz, nos ha encomendado el ministerio de la re-
conciliación (2 Corintios 5:18, 19). Así que persiste tú en lo que has apren-
dido y te persuadiste (2 Timoteo 3:14). Y lo que has oído de mí ante mu-
chos testigos, esto encarga a hombres fieles, que sean idóneos en enseñar
también a otros (2 Timoteo 2:2). No te desvíes del ministerio que te ha sido
encomendado o confiado, a saber, el de la palabra y la oración. (Hechos
6:4)
Si te ofrecen algún otro cargo público o alguna posición envidiable en
alguna empresa “no te rebajes a ser un cortesano de la reina de Inglaterra”,
como dijo Spurgeon, el príncipe de los predicadores. Como Moisés, no te
importe el poder y la gloria de servir como príncipe en Egipto, acepta los
vituperios que son propios del siervo de Dios, porque la patria en la que
reinaremos está por sernos entregada (Hebreos 11). Recuerda que el prínci-
pe de los pastores está presto a entregarnos la corona incorruptible de glo-
ria. (1 Pedro 5)

El mensaje del predicador debe circunscribirse solo al evangelio

“…así hablamos…”

Hablamos (gr. laleos). Es un término común para referirse al acto de ha-


blar en el idioma griego. No obstante, al hacer una estadística específica
sobre su frecuencia de uso en el NT encontraremos que se usa unas 200
veces y que en su gran mayoría se refiere a asuntos específicos de la fe. p.
ej., en 1 Corintios 14 está haciendo alusión directa a la profecía y la exhor-
tación (las 24 veces que ocurre tiene el mismo significado). Consulte 1 Co-
rintios 14, se usa algo igual en 1 Corintios 13. Aun en los evangelios hay
una frecuencia alta del término relacionado a hablar los asuntos relaciona-
dos con la fe. Esto no quita la etimología y el significado de la palabra pero
si la engloba dentro de una que tiene cierta connotación especial en el con-
texto del NT. Y más si recordamos que hay 15 verbos griegos que se tradu-
cen como hablar en todo el NT.
Así que aquí (1 Tesalonicenses 2:4) se refiere a hablar el Logos de Dios
o el Evangelio de Dios. Pablo le dijo a Timoteo: “Pero tu habla lo que está
de acuerdo con la sana doctrina”… También le dijo: “Lo que has oído de
mí, esto encarga a hombres fieles”. Lo que se nos ha confiado es el evan-
gelio eterno. Lo que se ha puesto en nuestras manos es la palabra de ver-
dad, la de la reconciliación. Y si cualquiera anuncia otro evangelio distinto,
el tal sea maldito. (Gálatas 1:8, 9)
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 161

El predicador debe evitar agradar a los hombres

“…no como los que agradan a los hombres…”

Que como todo hombre de Dios, tú también seas conocido por aquellas
cosas de las que huyes. Y no solo hay que huir de las pasiones juveniles,
sino también del placer, el poder y la fama.
Recordemos que ninguno que milita se enreda en los negocios de
esta vida a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. (1 Timoteo
2:4)
El predicador aprobado procurará siempre agradar a Dios antes que a
los hombres. Procurará obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Cómo
se agrada a los hombres? Quizás se pregunta Ud., respuesta: haciendo lo
que a ellos y a usted le agrada y obedeciendo sus demandas antes que a
Dios. El predicador fiel puede parecer algo duro y radical en ocasiones,
pero tenga Ud. cuidado, usted es el predicador, a Ud. es que se le ha con-
fiado la palabra de verdad. Cumpla su ministerio. Es a Dios que se le ha de
dar cuentas, no a los hombres. Tenga cuidado las cosas que Ud. negocia.
Tenga cuidado con los principios que Ud. licúa por agradar a su jefe deno-
minacional o al hermano o la hermana tal (¡que ha sido tan bueno o buena
con usted!) Recuerde que las dádivas vician el juicio del juez. Recuerde
que es al Señor a quien Ud. le debe cuentas.
Por eso tengo problema con una cláusula de la definición de predica-
ción que leí en un libro de texto: “satisfacer las necesidades de los oyen-
tes”… Ojo con esto. Aun la predicación es para agradar a Dios. Si Juan
hubiera tenido esta concepción en su juicio no hubiera dicho lo que dijo de
los maestros de entonces. Cristo tampoco habría sido duro cuando tuvo que
serlo. Cristo nunca habría volcado las mesas de los vendedores y cambistas
en los atrios del templo. Pedro no habría reprendido a Simón el mago co-
mo lo hizo, etc. Es a Dios que estamos llamados a agradar. Los profetas
siempre fueron odiosos a los oídos de la mayoría, el predicador de Dios
también lo será hoy. Predique con gracia, pero sin error y sin salpicaduras
de la sabiduría humana. Memoriza, recuerda y aplica las escrituras a tu
propia alma, esta práctica te ayudará a mantenerte en esa línea de agrado a
Dios antes que a los hombres.
162 El Carácter de un Ministro

El predicador que Dios aprueba debe procurar agradar a Dios

“…sino a Dios, el cual prueba nuestros corazones.”

Quizás se levante la pregunta: ¿y cómo agrado a Dios? Esta respuesta es


muy elemental. Su comunión íntima es con los que le temen dijo el salmis-
ta. En su ley está mi delicia y es ella mi meditación día y noche. No hay
dudas en todo esto de que el hombre que es del agrado de Dios es aquel
que le teme y guarda sus mandamientos, en esto consiste el todo del hom-
bre. El salmista también escribió: “sobre los fieles de la tierra pondré mis
ojos” (Salmo 101:6). Y la fidelidad, en el contexto del predicador, es que
se presente a Dios aprobado como obrero que no tiene de que avergonzar-
se, porque traza bien la palabra de verdad.
Que nuestra predicación sea fiel, sin engaño, sin huecas palabrerías, sin
filosofías vanas, sin error, sin inmundicia. Que nuestro norte nunca sea
agradar a los hombres. Porque Dios mismo juzgará los pensamientos de los
hombres en su manifestación y en su reino. Él es quien prueba (dokimazo)
nuestros corazones con el objeto de aprobarlo o desaprobarlo.

A MODO DE CONCLUSIÓN

El resto de los versículos de 1 Tesalonicenses 2 siguen refiriéndose al ca-


rácter. Así que les presento a continuación un bosquejo de los versículos 5-
8, según sigue:

LA MANERA CORRECTA DE PREDICAR EL EVANGELIO


(1 TESALONICENSES 2.5-8)

1. Debe predicar sin esperar recompensa a cambio


2. Un verdadero ministro no toma ventaja de sus derechos, por el
contrario cede a su derecho
3. Un predicador del evangelio debe procurar ser gentil cuidando
del rebaño de Dios
4. La actitud de un predicador debe ser la de estar dispuesto has-
ta a dar su vida por las ovejas de Cristo
El ejemplo ministerial de Pablo y su equipo 163

La naturaleza del santo oficio de la predicación requiere que sus ministros


no demandemos recompensas como paga por ejercer el ministerio. Un pre-
dicador genuino no demanda ningún derecho suyo; en esencia él sigue la
actitud de Cristo y prefiere esperar en Dios y dejar toda venganza al Señor.
Un predicador del evangelio ha de ser generoso, amoroso, bondadoso, etc.,
especialmente en su mensaje. El habla la verdad, pero en amor. Es imposi-
ble imaginar el oficio de la predicación separado del pastoreo del rebaño de
Cristo. Varios hombres hacen eso, pero carecen de todo poder. La gente
(las ovejas) no prestan la justa y debida atención al mensaje; ellos siguen
ejemplos de vida; ellos siguen a los hombres santos de Cristo.
Por tanto, hemos de recordar que Dios solo aprueba al predicador que
procura agradarlo, y que con pureza de corazón desmenuza el mensaje que
le ha sido confiado por Dios. Así que:, estimados colegas

“Procura con diligencia presentarte a Dios proba-


do, como obrero que no tiene de que avergonzar-
se, que traza bien la palabra de verdad.”
(2 Timoteo 2:15)

¡Amén!
165

Capítulo Doce

LA NATURALEZA DEL CARÁCTER CRIS-


TIANO

“Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten


con ciencia y con inteligencia.”
(Jeremías 3:15)

La ambigüedad de la explicación que los pastores me dieron, en la encuesta


que presenté en el capítulo 4, me llevó a escribir este capítulo, además de
lo que presenté en los capítulos 1 y 2. Esto es para remarcar el significado
de “carácter”. Tenemos que saber que el carácter no es algo que se obtiene
con el tiempo. Debemos estar claros de que el carácter viene con el ser hu-
mano, al menos como un embrión. El carácter no es un atributo del SER, es
la esencia del mismo, por eso la dificultad de definirla en términos genera-
les. Por eso, también, hay ambigüedad en las respuestas de los pastores
acerca del carácter. La mejor manera de definir el carácter de una manera
práctica es: “LO QUE UN SER HUMANO ES”. El aislamiento o la priva-
cidad no es necesario para reflejar el carácter, porque “el carácter es lo que
somos”. El carácter es la impregnación, el grabado del ser por Quien hizo
el ser, a saber Dios.
166 El Carácter de un Ministro
El carácter no es un atributo de un cristiano, el carácter es el ser, de los
cristianos o de los no cristianos. El carácter es esculpido o grabado en el
individuo cuando está siendo hecho por el Dios viviente, el Creador de to-
das las cosas del universo. (Véase Salmos 139:13-16)
Las escrituras abordan el tema apelando a figuras del lenguaje. Jesús lo
menciona diciendo: “por sus frutos los conoceréis [a los falsos profe-
tas]” (Mateo 7:16, 20). Es una fuerte referencia al carácter práctico de un
falso profeta. Pablo enseñó acerca de “el fruto del Espíritu”, y luego diri-
gió su punto a varias características que comprende ese fruto. Pablo presen-
ta esto hablando sobre “el carácter de un cristiano”. Hay que notar que “el
fruto del Espíritu” (el carácter cristiano) se presenta aquí en contraste con
las “obras de la carne”. Conocerán la diferencia entre los cristianos y un no
creyente en su comportamiento, que es una referencia al carácter (al ser).
Se trata de la misma idea que Jesús estaba mostrando en “La enseñanza
[sermón, discurso] del Monte” cuando dijo: “por sus frutos los conoce-
réis”.
Cuando la Escritura habla acerca del carácter de un ministro de Dios,
apunta a su ser. Recuerde Éxodo 18:21:

“Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de vir-


tud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrez-
can la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de mi-
llares, de centenas, de cincuenta y de diez.”

Se centra en el ser. Cuando vamos al pasaje tradicional para hablar del ca-
rácter, 1 Timoteo 3, ¿nota el énfasis? “Si alguno anhela obispado, buena
obra desea. Pero es necesario que el obispo sea…” (vv.1-2a), está ha-
blando del ser.
Durante mi explicación creo que usé suficientes pasajes bíblicos y sec-
ciones para demostrar que el carácter viene del Creador. El carácter puede
ser bueno o malo, pero viene originalmente del Creador.
La experiencia también nos muestra que el carácter es tanto una
creación de Dios, así como una prerrogativa de Dios el afinarlo y mo-
delarlo. En el próximo capítulo voy a traer algunas razones de peso para
demostrarlo.
Algunas preguntas vienen a nuestras mentes al pensar acerca de eso.
Una de ellas es la pregunta clásica que surge cuando los teólogos hablan
acerca de la soberanía de Dios, que él tiene el control de todas las cosas,
buenas o malas. Entonces, esta es la pregunta resultante: ¿si Dios crea el
carácter, el crea el mal carácter? Sé que corro el riesgo de ser estigmatizado
a causa de mi respuesta, pero, según las escrituras, Dios creó algunos vasos
para honra y otros para deshonra.
La naturaleza del carácter cristiano 167

“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para ha-


cer de la misma masa un vaso para honra y otro para des-
honra?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer no-
torio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de
ira preparados para destrucción,
y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las
mostró para con los vasos de misericordia que él preparó
de antemano para gloria,
a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros,
no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?”
(Romanos 9:21-24)

El “The Bible Knowledge Commentary” pone este pasaje en pers-


pectiva comentando lo siguiente:

“Los que se oponen a él y rechazan el arrepentimiento


(Mateo 23:37) están ‘preparados’ por él para condenación.
Ellos están ‘atesorando’ sobre sí la ira de Dios (Romanos
2:5). En el infierno ellos experimentarán su ira, y su po-
der se dará a conocer (Romanos 9:17). Dios no se deleita
en la ira y no fue su elección que algunas personas vayan
al infierno. Elección (v.22) debe ser interpretado como
‘voluntad’. Algunos han sido preparados por Dios para el
juicio eterno no porque él se deleite en eso, si no por sus
pecados. En vista de sus pecados, que los hacen crecer pa-
ra destrucción, Dios desea mostrar su ira, y lo hará a su
debido tiempo”.1

Es totalmente cierto que los no creyentes son los que experimentarán la ira
de Dios en el infierno. La realidad es mejor entendida si consideramos lo
contrario. Dios eligió a muchos y los apartó para bendiciones espirituales
en Cristo (Efesios 1:3). Dios eligió, Dios apartó. ¿Cuántos? Una multitud,
la cual nadie puede contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas
(Apocalipsis 7:9-10), y, de seguro, de todas las épocas (tiempos). ¿Para
qué los eligió? “Para buenas obras, según sus propósitos en glo-
ria” (Efesios 2:8-10). Todo lo que Dios ha hecho, lo ha hecho bueno en
gran manera (Génesis 1:31). Todo ha sido hecho para su propia gloria. (La
tesis de Efesios 1)
Tenemos que comprender que no pasa nada en el universo que sorpren-
da a Dios de ninguna manera (Salmo 139:7). Tenemos que saber que la
168 El Carácter de un Ministro
salvación viene del Señor (Jonás 2:9). Tenemos que saber, como un princi-
pio bíblico, que el Señor ha establecido (conocido) el número de los miles
de millones que salvará (Apocalipsis 6:11  y hasta donde yo sé, este es el
mismo grupo en 7:9-10; 20:4). Tenemos que saber que cada ser humano
nacido en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier circunstan-
cia, no es un accidente, es una criatura del Señor. Casi todo el mundo que
ha nacido en la historia fue concebida en pecado y cada uno de ellos (por lo
menos los moralmente responsables  adultos) se irá al infierno a menos
que Dios los salve, solo por la fe en Jesucristo. Y tanto como sé: “La fe es
un don de Dios” (Efesios 2:8-9). La fe no es un asunto de hombres, sino
que es un don de Dios. Él da fe por el Espíritu. Con todas estas pruebas, no
hay modo de reclamar cualquier parte en la empresa salvadora. Es una
cuestión exclusiva de Dios. Cristo vino a morir por los suyos, no era un
arreglo humano (¡Nunca!). El Espíritu, que convence, vino desde arriba por
el propósito soberano de Dios. Nunca actúa contrario a los propósitos de
Dios. Este es uno de los sentidos profundos en que las tres divinas personas
son un solo Dios.
Por lo tanto, considerando que todos nosotros hemos sido ‘destituidos’
de la gloria de Dios y que todos nosotros estaríamos perdidos sin la obra de
la salvación y su efecto sobre nosotros, está claro que Dios no impartió
salvación ni fe a todo el mundo en la historia. Muchos son dejados en su
condición perdida. Y ellos son dejados así para la gloria de Dios. Léalo de
nuevo:

“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para ha-


cer de la misma masa un vaso para honra y otro para
deshonra?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer no-
torio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de
ira preparados para destrucción, y para hacer notorias
las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para su gloria,
a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no
sólo de los judíos, sino también de los gentiles?”
(Romanos 9:21-24, énfasis del autor)

¿Cuál es mi punto? Dios nos creó a todos, inclusive todas las cosas. La sal-
vación viene del Señor, esa es una empresa de Él solamente. El llamamien-
to es un negocio de Dios. El carácter es hecho y modelado por Dios. Él le
da a cualquier grupo: a los humanos (un carácter no regenerado), a los cris-
tianos (el carácter transformado), y por supuesto a los ministros que Él lla-
La naturaleza del carácter cristiano 169

mó a servirle, a ser sus esclavos (un carácter transformado y perfecto o ma-


duro)… todo para SU PROPIA GLORIA. Dime cuándo obtuviste tu perso-
nalidad… cuándo obtuviste el carácter… ¿lo recuerdas? ¿Qué tienes que
no hayas recibido? (1 Corintios 4:7)… Tu carácter piadoso, ¿se supone que
es fruto del Espíritu Santo, no? (Gálatas 5:22-24).
Por lo tanto, si el fruto del Espíritu es el carácter, el carácter viene sólo
de Dios. Si los candidatos al ministerio deben ser intachables
(irreprensibles), ¿crees que es algo que tú construyes o formas? Porque
desde el principio que un hombre afirma que el Señor lo llamó, él tiene que
demostrar que es un hombre santo, un ser maduro, un hombre de carácter,
un hombre perfecto. Las iglesias deben tener cuidado cuando están buscan-
do candidatos para el ministerio, esos hombres “tienen” que ser probados
en el carácter, si hay alguna grieta en su carácter, es evidencia que no pue-
den ejercer el ministerio oficial.

EL ORIGEN DEL CARÁCTER NATURAL

Tengo que lidiar con este tema analógicamente. Voy a esforzarme por ser
fiel a la Escritura en mi pensamiento analógico. La generalidad de la Biblia
presenta a Dios como el creador de todo cuanto existe en el universo, inclu-
yendo el espacio, pero con la excepción de que el mismo Dios es increado,
trascendente e infinito y por encima de todas las cosas, sean tangibles o
intangibles, sean de naturaleza material o espiritual. El ser humano es una
clara perfección de la obra de Dios en la creación.
La Biblia también enseña que el ser humano fue hecho perfecto, pero
cayó en pecado (Génesis 1:31; Eclesiastés 7: 29). El pecado es una desgra-
cia que trajo a la creación, con algunas excepciones (en el reino espiritual),
a la corrupción, incluyendo la depravación total de las criaturas morales 
el hombre.
Como conclusión lógica, el carácter de Adán y Eva fue hecho por
Dios. ¿Presentas alguna objeción a esto? Así, el carácter de cualquier cria-
tura racional fue diseñado y ejecutado por la divinidad, de seguro. (Ver
Salmo 139:13-16, para confirmación)
Otra conclusión lógica y bíblica es que el pecado devastó la moralidad
humana y, por consiguiente, el carácter. Sin embargo, el carácter de un ser
humano, así como en el caso de nuestros primeros padres (Adán y Eva),
permanece siendo una creación de Dios. El verdadero problema es que el
pecado devastó (o depravó) totalmente a los seres humanos, por lo que to-
das sus partes vienen con esa desgracia como una dificultad de fabricación,
por supuesto, no por fallas del ingeniero (Dios), sino por el reactor corrom-
pido (mamá y papá).
170 El Carácter de un Ministro
El carácter de un incrédulo es el fruto de la carne (Gálatas 5:16-21), y
llegó como un defecto de fabricación, una vez más, no por el ingeniero y
diseñador, sino por el reactor, con sus líneas de producción y ensamblaje
(la humanidad caída).

EL ORIGEN DEL CARÁCTER SANTO

No hay ninguna virtud espiritual que pueda ser producida por nosotros, los
seres humanos. Nada de lo espiritual o de lo bueno viene de nosotros (1
Corintios 4:7). Así que, analógicamente y teológicamente, todas las virtu-
des espirituales que puede tener son un don de Dios, incluso la fe (Efesios
2:8-10). La obra de la gracia, la regeneración, el nuevo nacimiento, son
totalmente espirituales (Juan 1:12-13; 3:1-18, etc.). El llamado y todos los
dones cristianos vienen de Dios (Efesios 4:8-12; 1 Timoteo 4:12-16). La
santidad y la piedad son el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-24).
Todas las características integradas en el carácter de un cristiano son a
causa de la obra de la gracia dispensada por la divinidad a los creyentes (y
así a los ministros). Los ministros tienen un paquete especial de dones espi-
rituales (Efesios 4:7-16, 1 Timoteo 4:11ss). En 1 Corintios 12 Pablo habla
de un grupo de habilidades (dones, ministerios) que son dados por Dios a
los santos. Gálatas 5:22-23 habla sobre el carácter, las virtudes del Espíritu
Santo que vienen en el paquete de la salvación, potenciales en cada uno de
los cristianos verdaderos. Y Efesios 4, así como 1 Timoteo 4:11ss nos traen
un grupo de dones muy especiales que Cristo dio a algunos cristianos en
particular, entre los cuales están los pastores-maestros (ministros del Evan-
gelio).
Todo lo que tenemos viene de Dios, así el anhelo de trabajar en la obra
y de cualquier cosa espiritual (el querer como el hacer), es fruto de su bue-
na voluntad.

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer


como el hacer, por su buena voluntad.”
(Filipenses 2:13)

Filipenses 2 nos está mandando a recordar que cualquier cosa espiritual en


nosotros viene de Dios (v.1-3), y por eso nuestro objetivo es imitar a Jesús,
para tener su mente, recordando su naturaleza y lo que dejó en su hogar en
gloria para venir a salvarnos (v.4-11). Y luego, con ese conocimiento, va-
mos a ver la salvación como un tesoro precioso e invaluable que nos fue
dado (un don de gracia) a través de Cristo, y sabiendo esto vamos a ocupar-
La naturaleza del carácter cristiano 171

nos en la salvación con temor y temblor (v. 12), sabiendo que cualquier
cosa que pensamos o llevamos a cabo es un don de Dios. Y debido a ese
conocimiento, tenemos que hacer todo sin discutir o cuestionar, de modo
que, finalmente, “seáis [seamos] irreprensibles y sencillos, hijos de Dios
sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en la cual
resplandecéis como luces en el mundo, manteniendo firmemente la palabra
de vida…” (vv.15-16a)
Repito: “¿qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué
te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7b).
¿Crees que el carácter, y sus virtudes (madurez), es un asunto de hom-
bres? Si fuera una cuestión de nosotros, Dios no habría depositado su con-
fianza en nosotros para ser sus embajadores y ministros en la tierra (véase
2 Tesalonicenses 2).
El carácter santo viene de Dios, las Escrituras no nos arrojan ninguna
duda acerca de esto. Así es como Derek Debe rescribió sobre este asunto:

“Los seres humanos fueron hechos para llevar la imagen


de Dios, para llevar su carácter a su creación (ver Génesis
1:27). Así que no es de extrañar que a través del Antiguo
Testamento, mientras Dios formaba a un pueblo a su ima-
gen, el los instruyó en la santidad de modo que su carácter
podría aproximarse mejor al suyo propio (Levíticos 11:44
a; 19:2; Proverbios 24:1, 25). Esta fue la base para corregir
y aun excluir algunas de las personas en el Antiguo Testa-
mento, mientras Dios formaba un pueblo a su imagen.
Y esa fue la base para dar forma a la iglesia del Nuevo
Testamento, también (ver 2 Corintios 6:14; 7:1; 13:2; 1
Timoteo 3:1-5). En los pasajes ya citados, encontramos
que, como cristianos somos visiblemente santos, no por
nuestra propia reputación, sino por la reputación de Dios.
Así, en Mateo 5, vemos que debemos ser la luz del mundo
y que cuando la gente vea nuestras buenas obras glorifi-
quen a Dios (v.16). Pedro dice lo mismo: ‘manteniendo
buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que
en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar
vuestras buenas obras’ (1 Pedro 2:12). Esto es para lo que
Dios nos ha llamado y nos ha salvado y nos ha separado
(Colosenses 1:21-22). ¿A qué otra cosa deberíamos pare-
cernos si somos portadores de su gloria?
172 El Carácter de un Ministro

Desde el principio Jesús envió a sus discípulos a ense-


ñar a la gente a obedecer todo lo que les había enseñado
(Mateo 28:19-20). Dios quiere un pueblo santo que refleje
su carácter.
Y luego, cuando usted lee la imagen de la iglesia al
final del libro de Apocalipsis, se ve que es su novia glorio-
sa que refleja el carácter de Cristo mismo. En el capítulo
21, y luego en el capítulo 22, leemos las palabras de Cris-
to: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los for-
nicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama
y hace mentira” (22:15)”.2
173

Capítulo Trece

CULTIVANDO EL CARÁCTER

El carácter es un regalo de Dios. Por eso tu responsabilidad como


siervo del Señor no es moldear tu carácter, ni formarlo, ni esculpir-
lo, en el sentido apropiado de esta terminología, sino afilarlo. Afi-
lar tu carácter no es un asunto de usar tus recursos e instrumentos,
sino los de Dios. Creo que la forma correcta de hablar acerca de
qué hacer con nuestro carácter es “cuidarlo”, o quizás, “cultivarlo”.

1 TIMOTEO 4:11-16

“Esto manda y enseña.


Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de
los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y
pureza.
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhorta-
ción y la enseñanza.
174 El Carácter de un Ministro

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado me-


diante profecía con la imposición de las manos del presbi-
terio.
Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que
tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en
ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que
te oyeren.”

1 Timoteo 4:12 es claro al manifestar que no es necesario ser un hombre


viejo para ser un ejemplo de un carácter piadoso. La madurez no es una
cuestión de edad, aunque se necesita tiempo. En el caso de Timoteo fue
instruido bien en la Palabra desde su infancia, por ambas, su mamá y su
abuela (2 Timoteo 3:14-17). Y al parecer se convirtió en cristiano cuando
era muy joven (2 Timoteo 3: 14-17, Hechos 16:1). Cuando Pablo pasó por
Listra y Derbe, en su segundo viaje misionero, tomó a Timoteo con él de-
bido a que los cristianos daban buen testimonio de él en esa región donde
vivía (Ley 16:1-3). El único requerimiento de Pablo a Timoteo fue su cir-
cuncisión, para ser acepto entre los judíos.
Quiero decir, el carácter de Timoteo era piadoso desde muy joven has-
ta el punto que Pablo le reclutó para el ministerio sin tener que esperar mu-
cho tiempo, sólo por el testimonio de los hermanos que vivían en Derbe y
Listra. Me parece que Timoteo se convirtió al cristiano siendo muy joven;
estuvo listo para involucrarse en el ministerio aun siendo un hombre bas-
tante joven.
Timoteo fue ordenado al ministerio, aparentemente, en su propia ciu-
dad. Pablo estuvo allá y fue su mentor (2 Timoteo 1:16). Los presbíteros
(ancianos) pusieron sus manos sobre él y lo apartaron para el ministerio.
En el caso de Timoteo, Pablo escribió (1Timoteo 4:14) que su don
(charisma) vino “a través de” (dia) un mensaje profético, “con” (meta) la
imposición de las manos de los ancianos. Aquí Pablo afirmó que el don
vino “a través de” (dia) la imposición de sus propias manos. El lenguaje
es altamente impreciso y puede reflejar del pensar del apóstol nada más
que una asociación general entre la ordenación de Timoteo (que involucra-
ba un mensaje profético y la imposición de las manos de Pablo y de los
ancianos) y la consciencia del joven acerca de sus propias habilidades. De
seguro el lenguaje no carga el peso de ninguna conclusión detallada acerca
de cómo los dones espirituales son otorgados, mucho menos teorías con-
cretas de sucesiones apostólicas o de ordenaciones como un medio de gra-
cia.1
Cultivando el carácter 175

TRANSFORMACIÓN DEL CARÁCTER AL CARÁCTER


DE JESÚS

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta


como en un espejo la gloria del Señor, somos transforma-
dos de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor.”
(1 Corintios 3:18)

Incluso nosotros que nos convertimos a Cristo y fuimos llamados, estamos


muy por debajo de la imagen exacta de Cristo. Nuestra meta es ser como
él. La meta de Dios es hacernos como a Jesús. Pero obtener la forma de
Jesús, su carácter, es un asunto de nuestra vida.
Tenemos el fruto del Espíritu, somos la luz de este mundo, pero no
brillamos como Jesús, no tenemos la misma intensidad de su luz. Es el mis-
mo tipo de luz, pero no la misma intensidad. Así crecemos en grados hasta
la regeneración final de nuestra vida, cuando vamos a tener la misma cali-
dad de vida. Por ahora, con nuestras dos naturalezas combinadas en una
sola persona, es una tarea difícil brillar tanto como deberíamos. Nuestra
naturaleza pecaminosa lucha con la espiritual. La naturaleza pecaminosa,
nuestro cuerpo no regenerado, cubre la gloria de Dios. Pero, en esencia,
llevamos la imagen de Jesús, o su carácter.
Jesús apuesta por nosotros y no tiene plan B para su empresa y maqui-
naria de salvación. Él no tiene otro ejército para ir a pelear la buena batalla.
Él conocía los resultados desde el principio y sabía la clase de ministros
que él iba a nombrar e impartir dones. Tenemos la imagen de Cristo siendo
formada en nosotros. Todavía tenemos la naturaleza pecaminosa, pero tam-
bién tenemos la regenerada por el Espíritu.
J. I. Packer, al estudiar la mente de Jonathan Edward, escribió al res-
pecto:

“Este es el principio de la consistencia interna de la ense-


ñanza bíblica, por ser desde el principio hasta el final pro-
ducto de una sola mente  la divina. De tal manera que él
reveló la biblia dentro de su propio marco teológico, detec-
tando y mostrando debidamente su más grande y penetran-
te tema, la soberanía de Dios en la creación, providencia y
gracia, el amor de Dios a los pecadores supremamente ex-
presado en el ministerio mediador del Señor Jesucristo, y
el poder de Dios renovando corazones, generando fe y
arrepentimiento y transformar el carácter y la conducta de
los creyentes”.2
176 El Carácter de un Ministro

CUIDANDO EL CARÁCTER

Creo que no habrá oposición entre los estudiosos al concebir que el carác-
ter es un regalo de Dios. Cuando nacemos venimos con nuestro carácter
particular. Se trata de la creación. Viene de fabricación, es un regalo del
creador.
Pero cuando nos convertimos en cristianos, nuestro carácter se trans-
forma por medio del Espíritu Santo que comienza a habitar en nosotros
(Efesios 1:13-14). La conversión nos lleva a una nueva vida, una de carác-
ter espiritual. Nosotros fuimos resucitados de entre los muertos espirituales
(Efesios 2:1) por el poder de Dios que actúa en nosotros (Efesios 1:19-20).
En el bautismo simplemente modelamos la operación de Dios de la resu-
rrección en nuestro favor, de acuerdo a Romanos 6:3-4. Cuando vivíamos
en la carne (pensando en este mundo) estábamos muertos, y nosotros llevá-
bamos frutos muertos (Efesios 2:1-4; Gálatas 5:19-21). Pero una vez que
somos salvos, transformados por el poder de Dios, entonces servimos al
Espíritu, no a la ley de la muerte. (Romanos 7:5-6). Como creyentes vivi-
mos en los deseos de la carne, incluso algunos de nosotros nos complacía-
mos en el pecado sexual, o adorábamos ídolos, o cometimos adulterio, o
éramos prostitutos o practicábamos la homosexualidad, o éramos ladrones
o gente codiciosa, o éramos borrachos, o éramos abusivos o engañábamos
a la gente, etc., (1 Corintios 6:9-10a). La mayoría de nosotros éramos así.
Estábamos corriendo al infierno. Pero ahora, después de la conversión, ya
no somos así, somos nuevas criaturas que viven para Dios. Fuimos hechos
justos delante de Dios por la invocación del nombre del Señor Jesucristo y
por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:11). Después de la conver-
sión llegamos a ser nuevas criaturas, y estamos obligados de parte de Dios
a vivir en buenas obras (Efesios 2:10). Esto quiere decir que nuestro carác-
ter se transforma por la gracia de Dios. El nuevo nacimiento trae un carác-
ter regenerado. Así que esa nueva criatura tiene que CRECER y MADU-
RAR. Pablo llamó a este proceso “la formación de Cristo en el creyente
nuevo”.

“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de


parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.”
(Gálatas 4:19, énfasis del autor)

Sin embargo, el nuevo carácter (el carácter cristiano) es un fruto nuevo que
no viene en un estado maduro. Llega a nosotros como cuando una naranja
sale de la flor, muy pequeña e inmadura, no lista para comer. Cuando mi
pequeño Christopher, mi hijo mayor, nació yo lo estaba contemplando lite-
Cultivando el carácter 177

ralmente durante horas. Miré en todas sus partes. Él era exactamente como
yo, pero era pequeño y tierno. Él tenía un cuerpo perfecto, pero muy pe-
queño, de unos 40 centímetros de largo. Sólo pesaba alrededor de siete li-
bras. Revisé sus dedos, su nariz, sus ojos, su boca, todo. Él era perfecto,
pero muy pequeño, muy pequeño. Por supuesto, no tenía dientes a esa
edad. Es la forma en que los dones del Espíritu, por lo general, viene a los
hombres. Juan el Bautista fue una excepción a la regla. Adán fue una ex-
cepción a la regla relativa a cómo un hombre llega a la vida. Incluso la fe
viene por medio de la conversión de forma básica. Es por eso que podemos
ser verdaderos cristianos, pero inmaduros y enfrentando los rudimentos de
la fe (Hebreos 5:11; 6:8).
El fruto del Espíritu, como Pablo explica en Gálatas 5:22-23, no viene
a nosotros en la etapa de madurez. Nosotros lo tenemos, pero recibimos
una capacidad del Espíritu para crecer. Analizando la Escritura como un
gran cuadro, he visto que Dios utiliza cinco formas principales para ayudar
a crecer su fruto en nosotros:

1. Relación vertical (relación con Dios a través de los medios de gra-


cia: la oración, la lectura y meditación de su Palabra, adoración,
etc.)

2. Relaciones horizontales (amistad, la paternidad, la infancia, el ma-


trimonio, los maestros y mentores, las relaciones laborales, la es-
clavitud, administrando a otros, etc.)

3. Tiempo y espera

4. Pruebas (tribulaciones, sufrimiento, etc.)

5. Circunstancias (positivas y negativas)

Cuando evaluamos la vida de Pablo se nos olvida que después de su con-


versión, él esperó unos tres años en Arabia y otros cinco o más en Tarso.
En el momento en que finalmente comenzó su ministerio como misionero
(Hechos 13:1-2), Swindoll señaló que tenía unos 45 años.3 Eso no es
inusual en la Biblia, especialmente con aquellos que Dios usó más.
Fue lo mismo con Moisés, quien esperó 40 años después que él supo
que Dios lo estaba llamando a liberar a su pueblo del poder de Egipto para
estar listo para ser el siervo que Dios quería. Y no termina ahí, sino que
estuvo manejando el pueblo de Dios por otros 40 años más.
David esperó 13 años después de ser nombrado para ser el rey de Is-
rael.
178 El Carácter de un Ministro
Cuando lea la lista de los héroes de la fe en Hebreos 11 se dará cuenta
de que ninguno de ellos recibió la promesa dada a los mismos. Todos mu-
rieron a la espera de recibir la promesa. Por supuesto, ellos no estaban es-
perando una ciudad en la tierra.
La verdad de todo esto es que Dios usa las herramientas del tiempo y la
espera, el sufrimiento y muchas otras circunstancias para afinar el carácter
y llevarlo hasta el punto que quiere antes de usarnos en el ministerio. Así
es como Swindoll escribió al respecto en su libro “Pablo, un hombre de
Gracia y Coraje”:

“Dios prepara sus siervos frecuentemente a través de lar-


gos períodos diseñados para afinar habilidades, para for-
mar el carácter y añadir profundidad al mismo.”4

Esperar está en contra de la naturaleza humana.5 Pablo no solo aprendió


eso, sino que también aprendió “a estar contento” en todo tipo de situacio-
nes: en las necesidades y en abundancia, en las persecuciones, así como en
tiempo de paz, en la cárcel y en libertad. Aprendió a ser feliz. Él aprendió a
esperar y ser paciente. ¿Se imagina la alegría en el sufrimiento, la felicidad
en la cárcel, la alegría cuando tiene hambre, y cantando una canción de la
felicidad al ser perseguido?
¿Por qué los juicios, tribulaciones, el hambre, la humillación, el sufri-
miento, etc.? A causa de nuestro orgullo. La arrogancia es la naturaleza
humana después de la entrada del pecado (Proverbios 8:13; 16:18; 21:4;
Salmo 119:21; 2 Timoteo 3:2-5). Y Dios no usa más que un humilde servi-
dor (Job 5:11; Salmo 10:17; 25:9; 147:6, Proverbios 11:2; 22:4; Mateo
11:29). Él nos limpia por la sangre, pero él nos humilla mediante pruebas y
tribulaciones (Hechos 14:22, 2 Timoteo 3:12). Tenemos que recordar que:
“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de
lejos”. (Salmo 138:6)

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las


tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce pacien-
cia;
y la paciencia, prueba;6 y la prueba, esperanza;
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu San-
to que nos fue dado.”
(Romanos 5:3-5)
Cultivando el carácter 179

Aparte de todo esto, reconozco que hay un par de excepciones en la Pala-


bra de Dios que hacen hincapié en la realidad de la implantación de un nue-
vo carácter (naturaleza) en un cristiano cuando nace de nuevo. Puedo pen-
sar en: “Abraham, un Hombre de Carácter” (como el Dr. Gene Getz le lla-
man en su biografía de Abraham, así como otros hombres de Dios en la
Biblia). Abraham era un poco maduro desde el comienzo mismo de su lla-
mado; incluso reconocemos que tuvo muchas caídas en su viaje a Canaán,
pero creo que eso fue Dios para mostrar que Abraham era un ser humano,
un pecador. Sin embargo, él era un hombre de carácter, como todos noso-
tros también lo somos. Sí, se quedó en Haram por mucho tiempo, pero
Dios no lo reprochó por eso. Eso es cierto, se fue a Egipto cuando una
hambruna severa golpeó a Canaán, y mintió por temor, pero ese no era su
estilo de vida, eso fue una caída.
Una vez más, él tuvo relaciones con Agar, sierva egipcia de Sara, de-
jando de lado su fe, actuando de acuerdo a su cultura, y sufrió las megas
consecuencias, incluso sus descendientes hasta hoy la sufren.
Cuando uno analiza a Daniel, y a algunos otros, se ve un hombre de
carácter desde su juventud temprana. Daniel y sus amigos eran de la estirpe
real, pero eran hombres de carácter desde su pubertad. Los eruditos atribu-
yen una vida joven a Daniel y sus amigos (en alguna parte entre 12 y 16
años). Por lo tanto, no tomó mucho tiempo crear un carácter piadoso en
ellos. Lo mismo se puede decir de Jeremías y Ezequiel. ¿Qué decir de
Isaías y el resto de los grandes profetas de Dios? Todos ellos eran hombres
de carácter desde su juventud. ¿Quién sabe de Job, él parecía ser un hom-
bre de carácter cuando las pruebas llegaron a su vida? Sus respuestas a las
tentaciones y las mega-pruebas nos muestran eso. Si no somos hombres de
carácter cuando las pruebas y la tribulación vienen, simplemente caemos.
¿Te acuerdas de Juan el Bautista? ¿Qué decir de su nuevo nacimiento
(él estaba lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre)? ¿Qué
piensa usted sobre su carácter?
Yo creo que “…Las cosas que se escribieron antes, para nuestra ense-
ñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las
Escrituras, tengamos esperanza.” (Romanos 15:4)
¿Qué opinas sobre "el carácter de un ministro cristiano" por ahora?
Hombres, eso es un don de Dios, y hasta viene en un estado inmaduro al
momento de la regeneración, es por eso que un cristiano debe crecer. Pro-
fetas, apóstoles (ministerios del pasado debido a su función en el proceso
de la construcción de la Iglesia de Cristo, llamados, para ESTABLECER
LA FUNDACIÓN DEL EDIFICIO  Efesios 2:20), evangelistas, pastores
y maestros son dados a la iglesia para llevar al resto de los santos a la ma-
durez. Las grietas en el carácter de un ministro no son admitidas por Dios,
180 El Carácter de un Ministro
quien les dio poder a los que tienen un carácter maduro, dándoles dones en
el llamado (ver Efesios 4:7-16).
Una vez más, se trataba de una cuestión de prueba para Pablo y las
iglesias antiguas reconocer el don de anciano en un hombre. (Véase 1 Ti-
moteo 3:10)
No es la solicitud del candidato lo que lo hace un hombre aprobado, un
ministro del evangelio, ni su excelencia o talento en el discurso, y así sucesiva-
mente. ¡No, no, no! Iglesia de Dios, es la prueba de su carácter, la evaluación
de su comportamiento en el hogar, entre sus amigos y vecinos, así como en su
trabajo, escuela, universidad, seminario y la iglesia, lo que hacen de él un
hombre aprobado.
Los puritanos cometieron errores muy pequeños en este trabajo, la evalua-
ción de la vocación, porque tomaban tiempo con el candidato a solas, iban a la
casa del candidato varias veces para ver su comportamiento. Ellos solían hacer
una investigación sobre el comportamiento de los candidatos al ministerio.
Hoy en día las iglesias (los ministros) son tan liberales y conformados
a la cultura prevaleciente en nuestro tiempo, que nosotros (los ministros)
no queremos hacer nuestro trabajo. La desgracia que la Iglesia de Dios pro-
medio está pasando es razonablemente debido a esto.
Charles Spurgeon no tenía educación universitaria, ni título de semina-
rio cuando fue llamado para el Tabernáculo Metropolitano en Londres, no era
más que un adolescente de carácter. John Bunyan nunca terminó la escuela
secundaria, él era un hombre de carácter. ¿Le gustaría tener uno como él como
uno de los pastores de su iglesia? Puedo traer una larga lista de muchos gran-
des hombres de Dios que fueron así. Criswell estaba recién graduado del ba-
chiller cuando la Primera Iglesia Bautista de Dallas lo llamó como su pastor
principal. Ellos vieron a un joven de carácter, nada más. Él dio testimonio de
lo terrible que su discurso era en el principio. Muchas de las personas que
completaron una buena formación teológica lo hicieron estando involucrados
en el ministerio pastoral. Es decir, la educación formal no hace a un hombre de
carácter, el Espíritu Santo lo hace.
Los ministros del Señor (pastores, ancianos, diáconos de las iglesias)
no entienden esta parte crítica de la vida de una iglesia, es decir, lo que se
debe buscar en un hombre para ordenarlo como ministro del Evangelio. La
señal del llamado es “su carácter sagrado”, no sus habilidades retóricas o
su excelente capacidad de liderazgo.
Los patriarcas, el ministerio profético, el oficio de los líderes (de los reyes,
gobernadores, jueces y gobernantes) de Israel, escuchen esto con cuidado, no
son el ministerio pastoral. ¿Cuál es mi punto en esto? Quiero decir que no va a
encontrar un versículo de la Biblia que diga: LOS PATRIARCAS DEBEN
SER INTACHABLES, ni otro que diga: LOS PROFETAS DEBEN SER
IRREPRENSIBLES, o: UN REY (JUEZ, GOBERNANTE) DE ISRAEL DE-
BE SER IRREPROCHABLE. Pero este es el obligatorio pre-requisito para el
ministerio pastoral. (1 Timoteo 3:1-2)
Cultivando el carácter 181

TU RESPONSABILIDAD EN EL PROCESO DE AFINAR EL


CARÁCTER

A mi entender, según mi investigación, el carácter no es algo que viene de


los hombres, sino un regalo de Dios. Pero al igual que un ser humano cuan-
do nace, tiene que comer para crecer. Dar de comer a un bebé es una res-
ponsabilidad de sus padres, no la suya. Creo que vamos demasiado lejos si
decimos que tenemos que dar forma al carácter. Pero también podemos
cometer el mismo error si pensamos que no hemos de hacer nada respecto
a nuestro carácter. Dios dio dones, talentos, e incluso el carácter, y nos lla-
ma a cuidar de ellos. Como un don de Dios, dado a un hombre elegido por
Él, un ministro es llamado por Él con llamamiento irresistible: “Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me
llamó por su gracia” (Gálatas 1:15). Incluso si tratamos de huir como Jo-
nás, evidentemente, es un mandato, una disposición de Dios: “Pues si
anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta
necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16).
Pero en el pasaje, Dios también nos dio cierta responsabilidad de cuidar de
todo, incluso nuestra salvación: “ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor"“ (Filipenses 2:12). ¿Por qué? ¿Porque podemos perder la salvación
que nos fue dada por su gracia? Un centenar de veces, ¡no! “Porque irre-
vocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29). Debe-
mos trabajar en nuestra salvación, así como en nuestro carácter y dones, y
no descuidarlos, porque también es parte de nuestro comportamiento como
buenos ministros de Cristo. Hay que recordar aquí que Dios no solo destinó
los fines, sino también los medios.
Está claro en el contexto de la Escritura que el llamado al ministerio
trae una gran responsabilidad con él para cuidar de nosotros mismos
(nuestro propio cuerpo, la salud física, nuestras propias familias, y de segu-
ro también nuestro don, nuestra salvación, la doctrina, la enseñanza, la pre-
dicación, y nuestro carácter). Pablo animó a Timoteo a no descuidar su
don:

“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado me-
diante profecía con la imposición de las manos del presbi-
terio.”
(1 Timoteo 4:14)
Timoteo recibió un don que fue confirmado por el presbiterio. De seguro se
sintió llamado al ministerio. El llamado necesitaba ser confirmado por un
presbiterio. Por alguna razón la salvación debe ser confirmada por otros, el
bautismo es la manera que Dios preparó para ello. Cuando se salvan los
hermanos en Cristo, el rebaño, la iglesia de Dios lo confirma al bautizar a
182 El Carácter de un Ministro

los nuevos creyentes (nueva criatura). Lo mismo sucede en el ministerio.


Usted se siente llamado por Dios, el pueblo de Dios ve la realidad del lla-
mado en usted, y por último, un grupo de ancianos (presbíteros) prueba su
carácter, conocimiento y dones, y le encomiendan, al imponer sus manos
sobre usted.
Nuestra responsabilidad, después de haber sido llamados y dotados
por Dios (Efesios 4:7-14) es cuidar de nosotros mismos y de la enseñanza
(las doctrinas que enseñamos). Así tenemos que: “Procurar con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergon-
zarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). ¿Por qué?
Porque no estamos para predicar, ni enseñar nuestra manera de pensar,
sino la Palabra de Dios, sus doctrinas. Debemos “contender ardientemente
por la fe que ha sido una vez dada a los santos”. (Judas 3b)
Sí, el carácter es lo que somos, pero un ministro modela a Cristo, no
por él, sino por Cristo.
Dios ha establecido no sólo el fin sino también los medios. El propósi-
to de Dios para sus ministros es que sean santos, viviendo en integridad,
para que reflejan la imagen de Jesús grabada en ellos. El principio, por
supuesto, es el plan del Señor con su llamado. El modo es el uso de los
medios de gracia que el Señor ha preparado para ellos.
Cuando le pregunté al Pastor José Mallén qué creía acerca del carác-
ter, él me dijo:

“‘Ser manso y humilde como Jesús nos enseñó’… Eso fue


todo.”

Cuando le pregunté al Pastor Otto Sánchez lo mismo, su respuesta fue más


extensa y él enfatizaba lo siguiente:

“Todos los requisitos en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 tie-


nen más que ver con el carácter que con el conocimiento.”

Cuando le pregunté a Mark Power, ministro de música de la Convención


Bautista del Sur del Estado de Carolina del Sur, él me dijo:

“No intento bromear contigo, mas digo seriamente que ya


Dios nos dio esta lista en Gálatas 5:22-23, ese debería ser
nuestro objetivo.”

Por lo tanto, la simple respuesta del pastor José Mallén, llena de poder, y
también el énfasis del pastor Otto Sánchez, y la afirmación del pastor Po-
wers, así como muchas otras buenas respuestas que usted tiene en el capí-
Cultivando el carácter 183

tulo 3 de esta obra, todas nos muestran una cosa, el fruto del Espíritu, y las
características mostradas por el apóstol Pablo a Timoteo y Tito, así como
escribió Pedro en 1 Pedro 5, y el carácter de Cristo presentado en los
Evangelios, así como la imagen de Pablo y su equipo modelado para noso-
tros en 2 Tesalonicenses 2, son una regla general para todos los pastores
de la historia, son la manifestación del Espíritu Santo que habita en noso-
tros como ministros de Dios.
Por supuesto, tenemos que cultivar los medios de la gracia para estar
completos, santos, y ser hombres de carácter, hombres de Dios. Pero no
veo que se trata de una cuestión de que seamos santos, enteros y hombres
de carácter, sino que es una cuestión de Dios. Creo que esto está incluido
en el versículo bien conocido de la Biblia que dice:

“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros


la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
(Filipenses 1:16)

Al responder a la pregunta acerca de cómo dar forma al carácter, tenemos


que tener cuidado con la respuesta que damos. Está claro que es un asunto
de Dios antes que de los hombres. Esa es una de las razones por las que
incluso si es un principiante o un veterano, usted encontrará las mismas
características, aunque no necesariamente en el mismo nivel.
Pero tenemos que tener cuidado de no descartar la forma en que las
Escrituras presentan la responsabilidad humana. Me gusta como Jonathan
Edward se dirigió al aparente dilema de la soberanía de Dios y la respon-
sabilidad humana. Así es como John Piper pone en perspectiva lo que Ed-
ward dijo:

“No somos meramente pasivos, ni Dios hace una parte y


nosotros otra. Sino que Dios hace todo y lo hacemos to-
dos. Porque eso es lo que él produce en nosotros y noso-
tros somos los actores. Dios es la fuente única pertinente y
nosotros somos los únicos actores pertinentes. Estamos,
en relaciones diferentes, totalmente pasivos y activos to-
talmente”.7

Él escribió esto en el contexto de la necesidad de llamar a las personas y


aplicar la Escritura a los oyentes. El Espíritu Santo trae la conversión y
llama a los pecadores, pero no es incompatible con la responsabilidad de
la predicación y del llamado a actuar según el mensaje hablado.
184 El Carácter de un Ministro
De todos los escritores que cito en este libro, creo que Jerry Bridge y
Brian Cambell, sin dejar de lado a Daniel Wilson ni a Derek Prime, son los
más cercanos a mis conclusiones en sus propuestas sobre el tema. Bridges
se centra en la manera de dar forma al carácter como un continuo ejerci-
cio de la práctica de los frutos del Espíritu. Eso va muy de la mano de la
breve conclusión que el pastor Mallén me dio “manso y humilde”, y eso
es en lo que Jesús se centró a la hora de enseñar a sus discípulos sobre
el carácter que debían modelar. (Mateo 5:1-13)
Jesús se centró en siervos, en lugar de líderes, para describir el ca-
rácter de sus ministros. En las últimas décadas el cristianismo está sien-
do embriagado con la preferencia de la terminología “líderes” en lugar
de “ministros” o “siervos”. Creo que eso es parte del problema del dete-
rioro actual del ministerio sagrado. En lo que nos centremos, determina-
rá nuestras acciones. Si pensamos en un líder, en lugar de un hombre
humilde, un siervo, un esclavo, naturalmente, nos centraremos en las
habilidades, tener grandes iglesias, cosas grandes que involucren tantas
personas como sea posible, en lugar de en el carácter. ¿Por qué? Ser un
líder significa tener seguidores. Un ministro, un esclavo, un siervo no
tiene su mente en eso, él se centra en el Maestro, el Señor, el Rey a
quien sirve. La presión de las tendencias (como tener una iglesia gran-
de, un gran grupo de música, etc.) no causará ninguna frustración en él,
porque él entiende muy bien que el reino le pertenece al Señor y Él da
lo que quiera a cada uno. (Efesios 4: 7)
Un líder que maneja un ministerio que involucra a un grupo grande
de personas, digamos que un pastor de una mega iglesia, nunca invitará
a un hombre de Dios de una pequeña iglesia, con raras excepciones.
¿Por qué? Ese líder comienza a pensar que el ministerio grande es sinó-
nimo de éxito. Lleva implícita la idea de que el ministro de un pequeño
ministerio no está siendo bendecido. Los judíos han tenido la misma
mentalidad y error en casi toda su historia. Pensaron que la pobreza era
una maldición. Pensaron que un profeta no era un siervo veraz porque
nadie los seguía. Jeremías, Elías, Ezequiel, etc., no eran “verdaderos”
profetas porque ninguno de los reyes siguió sus enseñanzas y consejos.
Las bibliotecas nos muestran lo que quiero decir. Si usted va a cual-
quier biblioteca usted no encontrará temas sobre el ministerio, pero por
lo general sobre el liderazgo. Usted no verá muchos (si los hay) sobre el
carácter, sino sobre el arte y el hacer.
Estimado Ministro del Señor: ¡Cuidado con el pensamiento de este
mundo! Los judíos rechazaron a Jesús porque él no se veía como un
Cultivando el carácter 185

líder veraz debido a muchos aspectos de su vida, a pesar de que fue cla-
ramente un siervo del Señor, no era veraz porque nació en un pesebre, y
también procedía de un muy insignificante pueblo, de Belén. Venía de
una familia muy pobre que era sospechosa de haber cometido adulterio,
se crio en un pueblo de personas no acreditadas y de mala fama religio-
sa (Galilea). ¿Cómo podía ser veraz para una sociedad orgullosa de ra-
binos, fariseos y saduceos que eran amigos de los reyes y frecuentaban
el palacio? Ministros del Señor, ¡tenemos que evitar esa actitud!
187

CONCLUSIONES

Hay dos maneras generales como se tiende a considerar el carácter.


Están aquellos que dicen que el carácter es un fruto de las decisiones
de los hombres. De hecho, algunos dicen: “los talentos vienen de Dios (el
Espíritu), pero el carácter es asunto nuestro”. Otros lo dicen así:

“El talento es un don pero el carácter es una elección.”

Pero, ¿es esa expresión correcta? ¿Acaso el carácter del Cristiano viene de
algo que descansa sobre los hombres del ministro o el creyente en general?
¿O en promedio estamos equivocados sobre este asunto? ¿Cuál es la res-
ponsabilidad de Dios en lo referente a forjar el carácter de sus ministros?
Mi entender es que debido a la misma definición del carácter, su etimo-
logía, “imagen grabada o esculpida” nosotros deberíamos enfocarnos en el
patrón como el modelo del carácter Cristiano, incluyendo cuando se trate
de la evaluación de candidatos al santo ministerio. De igual modo, en nues-
tra hoja de cotejos debemos marcar las características siendo Jesús el están-
dar comparativo, inclusive si se trata de un novicio. Esta consideración
tiende a mostrarnos que el carácter es un asunto que tiene que ver con
Dios, que viene de Dios; quiero decir, que se trata de un trabajo del Espíri-
tu en un hombre a quien Dios ha escogido y llamado al santo ministerio.
La imagen de Cristo es grabada en un hombre escogido y llamado por
Dios al ministerio. La Biblia nos muestra que no se trata de un asunto de la
subjetividad en el llamamiento, sino que se trata del propósito de Dios or-
questando todas las circunstancias que provocarán o producirán el resulta-
do que Él quiere o se propuso en sus ministros. El ejemplo de Moisés no
puede ser más perfecto. Ochenta años de preparación orquestando un grupo
de circunstancias bien conocidas por el lector, al menos eso espero, y la
final tenemos a Moisés siendo el hombre más manso y humilde del mundo
al momento en que inició su ministerio. La Escritura lo registra así:

“Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier


otro hombre sobre la faz de la tierra.”
(Números 12:3  LBLA, énfasis del autor)

En una investigación de esta envergadura es vital determinar de dónde pro-


cede el carácter (natural), y también de quién procede el carácter santo o
regenerado.
188 El Carácter de un Ministro
TODO SOBRE EL CARÁCTER DE UN MINISTRO

Integridad y Santidad

En el primer capítulo establecimos que el carácter es “la representación


exacta de un modelo,” todas la cualidades o características de ese modelo
siendo integrada en dicha representación. También dijimos que la Biblia
menciona el término “carácter” muy pocas veces, solo una vez en el Nuevo
Testamento, sin contar las variantes (que aparecen dos veces en Apocalip-
sis). Por ello, ¿Cómo reconoceremos cuando la Biblia está refiriéndose al
carácter?
Hay una palabra usada cientos de veces, especialmente en el Antiguo Tes-
tamento (más frecuentemente en los Salmos y en Proverbios), es la palabra
“integridad”. No son sinónimas pero la integridad enfoca el carácter. Integri-
dad se refiere al grupo de características que conforman un todo. Integridad
significa: “teniendo todas las piezas unidas, en el lugar correspondiente, en el
balance adecuado”. El carácter es pues el conjunto de todas las características
del modelo reproducidas en la representación o imagen.
La conclusión unánime de las Escrituras es que “el siervo del Señor”
debe ser:

“Irreprensible, sin grietas en el carácter. Un ministro debe


ser santo, manso y humilde. Cada pieza que conforma su
carácter debe estar ahí, completo, correctamente empalma-
da”.

Como ministros, el distintivo que debemos buscar en otros (ministros y


candidatos) ha de ser: “SANTIDAD AL SEÑOR” (Ver Salmo 93:5; 96:9).
Este distintivo no debe ser una simple percepción mística o intuitiva, sino
práctica y evaluable en dicho candidato o ministro, así como en nosotros.
Podría decirse que (sin controversias) un ministro cristiano debe ser:

“El marido de una sola mujer, que tenga niños creyentes,


que sea buen líder de su casa, prudente, honesto, sobrio,
aborrecedor de la codicia, hospitalario, que muestre una
buena conducta entre los creyentes y los que no lo son, sin
culpa, de limpia conciencia ante Dios y los hombres.”

Estas son características específicas que en conjunto conforman el carácter


de un “hombre de Dios”. Es a la vez un requisito para ellos que estén
“llenos del Espíritu de Sabiduría,” “hombres temerosos de Dios,”
“hombres de verdad,” “hombres odiosos de la avaricia”. (Éxodo 18:21;
Hechos 6:3; 1 Timoteo 3; 6:11)
Conclusiones 189

El único Manual Confiable para el Ministro

Asumiendo tanto el llamado como la comisión divina, las “Escrituras” son


el único manual confiable para un ministro de Cristo (1 Pedro 1:19). Las
Escrituras son suficientes para equipar completamente al “hombre de Dios”
por las obras buenas que ha sido llamado a ejecutar (1 Timoteo 3:16-17).
Los dones que el recibió en el llamamiento y la comisión (Efesios 4:8-16; 1
Timoteo 4:12-16), fueron para ser administrados con integridad. Aunque
un ministro debe ser un pastor del rebaño de Dios (siendo el mismo una
oveja, cuidando de ellas, y conociéndolas a todas para llamarlas por su
nombre), él debe saber que el único pasto, la única comida, la única agua, e
incluso la única medicina que necesitan las ovejas es la Santa Escritura. El
ministro de Cristo debe saber que la única fuente de recursos, incluso el
agua de vida que el necesita para tratar y quitar la sed a las ovejas es la Es-
critura. Él debe saber que la única instrucción adecuada para las ovejas es
la Biblia. Él debe estar consciente que el único manual de instrucción que
él necesita, el manual sobre como alimentar, cuidar y sanar las ovejas es la
Biblia. Por tanto, él debe ser un devoto a escudriñar el Manual Santo y ocu-
parse en conocer excelentemente al Autor de tal Manual, a saber, Dios.
Un ministro debe ser irreprensible (santo y piadoso). Lo que él debe
saber es Biblia. Lo que él debe hacer es usar los dones que recibió de arri-
ba, permaneciendo en constante oración, procurando esa estrecha relación
con su hacedor y salvador. La meta del pastorado es presentar a cada oveja
de Cristo bajo su pastoría perfecta [gr. teleios, maduro] en Cristo.1 (Ver
Colosenses 1:28, 29; confirme con Efesios 4:12-16).
Esto nos guía a preguntarnos: ¿cómo?
Respuesta: según Pablo le dijo a Timoteo (2 Timoteo 3:15-17). Esto
significa que Dios espera madurez de sus ministros. ¿Cómo podría alguien
guiar personas a la perfección si esa persona no está siendo un ministro
calificado en el crisol del carácter aprobado? Esta es la implicación en 1
Timoteo 3. El mensaje de los pastores no debe ser solo informativo (de
palabras) sino también modelado (con el ejemplo). El ministro verdadero,
el bíblico, no solo debe saber lo que implica ser perfecto y comunicarlo, él
debe modelar o vivir según la palabra que predica.
190 El Carácter de un Ministro

Origen y Naturaleza del Carácter de un Ministro

El originador/creador del carácter es claramente Dios. El carácter santo es


un asunto exclusivo de la divinidad. Creo que ya hemos demostrado esta
verdad, pues todo lo que cualquiera posee viene de Dios:

“Porque: ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas


recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?”
(1 Corintios 4:7)

Incluso el deseo de obrar el bien:

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer


como el hacer, por su buena voluntad.”
(Filipenses 2:13)

Y como si todo esto fuera poco:

“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en voso-


tros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesu-
cristo.”
(Filipenses 1:6)

Incluso la fe, que es la puerta de entrada a la vida en Dios, es una regalo de


Dios (Efesios 2:8-9). No hay ninguna razón para ningún tipo de orgullo.
La única cosa que podemos hacer es permanecer humildes puesto que Dios
no nos dejó en nuestro estado de muerte (Efesios 2:1-5), sino que nos resu-
citó por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros en nuestros
pecados.
Por ello Dios predijo (profetizó) por boca de Jeremías:

“Y [yo] os daré pastores según mi corazón, que os apa-


cienten con ciencia y con inteligencia.”
(Jeremías 3:15)

Y Él dijo:

“Por lo cual dice:


‘Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres’.
Conclusiones 191

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,


profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón per-
fecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo”.
(Efesios 4:8, 11-13)

Él cumplió su promesa a su pueblo de darnos pastores según su corazón.


Y Él está contentísimo de ver desde su trono el fruto de su humillación:

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a


padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación
por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la vo-
luntad de Jehová será en su mano prosperada.
11
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo
a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
12
Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los
fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida
hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habien-
do él llevado el pecado de muchos, y orado por los trans-
gresores.”
(Isaías 53:10-12)

Estoy intentando decir que Dios es todo en nosotros. Y con esta declara-
ción no implico que tú y yo hemos de ser pasivos en todo cuanto el Señor
está haciendo. No, en su plan de gracia y amor, Él nos permite estar activos
participando con Él en su perfecto plan. No fuimos llamados a espectar
sentados y ya, fuimos llamados a anunciar las glorias y virtudes, los atribu-
tos de quien nos llamó con llamamiento santo (1 Pedro 2:9). Fuimos llama-
dos a predicar el glorioso evangelio de la Cruz. Fuimos llamados a interce-
der por los perdidos (1 Timoteo 2:1-7). ¿Por qué? Porque la oración es la fe
en acción, sus ministros participando activamente en el gran plan de Dios.
Fuimos llamados a diligentemente trazar (dividir, desmenuzar) bien la
palabra de Verdad (2 Timoteo 2:15). Fuimos llamados a tener cuidado de
“no descuidar el don que nos fue dado, el cual nos fue dado [a nosotros]
mediante profecía cuando el presbiterio impuso sus manos sobre noso-
192 El Carácter de un Ministro

tros” (1 Timoteo 4:12  traducción de la versión inglesa ESV. Negritas


como énfasis del autor).
Nosotros también estamos para perseverar (1 Corintios 15:1-2), sino
creímos en vano.
Pero todo esto viene de Dios. Nada de qué alardear, excepto en la Glo-
ria de su Gracia, excepto en la gloriosa (y vergonzosa) Cruz.
Así que lo que debemos hacer ahora es adorarle por todo cuanto Él ha
hecho. ¿No es acaso su Sapientísimo plan maravilloso y glorioso?

LA ÚNICA Y CORRECTA MOTIVACIÓN AL EJERCICIO MINIS-


TERIAL

Me encanta como Henrry Blackaby puso este asunto en perspectiva en su


libro “Creados para ser Amigos de Dios” cuando escribió:

La única motivación de Pablo para dar lo mejor de si a


Dios fue “el llamamiento que Dios le hizo,” y declaró: “¡Él
(Pablo) no necesitó ninguna otra motivación adicional!”2

En mi investigación, creo, encontré varias referencias en apoyo a las si-


guientes provisiones como altamente motivadoras a los ministros:

1. El origen divino del ministerio (Efesios 4:7ss)

2. La Gloria de Dios (Efesios 1)

3. La grandeza del ministerio mismo (Jeremías 3:15; 2 Crónicas


29:11)

4. La operación de la gracia en el corazón –ver Efesios 2:1-10

5. La seguridad de la presencia del Señor entre nosotros –Mateo


20:28; 2 Timoteo 2:8-9

6. El llamamiento y la comisión (Efesios 4:7ss)

7. El amor por el rebaño de Dios –ver 2 Timoteo 2:10

8. El entendimiento del misterio del Evangelio (su plan y propósito)


–ver Efesios 1:15ss; 2:11ss; 3; 2 Timoteo 3:14-17
Conclusiones 193

9. El paquete dado del cielo a cada ministro (ver Efesios 4; 1 Timoteo


4:12-16; Gálatas 1:15)

10. El compañerismo del presbiterio (la pluralidad de ancianos o pas-


tores en la iglesia local, y el compañerismo con otros pastores)
–ver 2 Timoteo 1:4-11; 2:1-2; 4:9-11

11. La esperanza cristiana (ver 2 Timoteo 4:6-8)

12. La recompensa al ministerio (1 Pedro 5; 2 Timoteo 4)

EL ESTÁNDAR QUE DIOS REQUIERE EN EL CARÁCTER

Según mi entrevista al pastor Héctor Salcedo de la Iglesia Bautista Interna-


cional en Santo Domingo, creo que fue él quien más dio en el clavo en sus
respuestas sobre lo que entiendo, según los resultados de mi investigación,
que debe ser la correcta filosofía sobre el carácter de un ministro. He aquí
su respuesta:

“Creo que el mejor sumario sobre el carácter de un pastor


debe ser ‘irreprensible’. Otra manera de decirlo es ‘íntegro
en todos los aspectos de su vida’ de tal manera que no ten-
ga nada en que ser reprochado”.

Integridad (sin tener nada que ser reprochado) es la clave, la suma de todo
requerimiento. Cuando Pablo le escribió a Timoteo sobre los requerimien-
tos del carácter de un pastor, creo que el resumió todo en el término
“irreprensible”. Este es el estándar que Dios requiere respecto al carácter
de sus ministros.
A través de este libro hemos ido de arriba hacia abajo en la Biblia, he-
mos consultado escritores de reputación, sermones, conferencias, hemos
hecho entrevistas directas a pastores, todo esto en oración procurando traer
el corazón de la Biblia sobre nuestro tema “el carácter de un ministro cris-
tiano”.
Y creo que la respuesta a mi entrevista del pastor luterano Wayne
Riddering va a la médula de este tópico:

“Carácter según la Biblia significa: ‘vivir una vida de inte-


gridad por el poder del Espíritu Santo.’”
194 El Carácter de un Ministro

¿Notas el poder en esta respuesta? Una respuesta simple, pero no podía ser
mejor. Creo que una respuesta como esta (que va de la mano con la mayo-
ría de las respuestas en la entrevista, realizada al azar, tienden a este con-
cepto, si bien de formas distintas y algunas más largas como las de Miguel
Núnez, Otto Sánchez, Alexander Strauch, etc. Creo que esta conclusión
avivará la concepción de aquellos que se acerquen a este libro con una acti-
tud de aprendizaje, en vez de solo crítica. Hemos presentado paradigmas
un tanto innovadores que provocan a una re-evaluación de los cánones mi-
nisteriales establecidos, incluso al confrontarlos con lo mejor de lo mejor,
como habrás podido notar en los últimos tres capítulos especialmente.

LA MANERA BÍBLICA DE EVALUAR A LOS MINISTROS DEL


EVANGELIO

Jesús es nuestro modelo y ejemplo a seguir en lo referente al carácter de un


ministro, ¿qué crees? Nuestro carácter, ministros del Señor, no pende del
vacío, sino de Él. Debemos seguirle a Él en la práctica del servicio, pero
sin duda alguna también en el carácter. Sostengo que el carácter de un mi-
nistro es parte del paquete que Dios le otorga en el llamado y la comisión.
Si tú fuiste conocido, elegido, salvado y llamado para ejercer el santo mi-
nisterio de Cristo, sin dudas que eres humilde, irreprensible, santo; un
“hombre de Dios”. Este don de la gracia, de igual modo que la fe salvado-
ra, nos fue dado para la perseverancia y para reflejar (o refractar) la Gloria
de Dios. Y aunque seguimos siendo pecadores (de alto calibre  quizás
los más grandes pecadores), estamos para ser un ejemplo portando en nues-
tros frágiles vasos un tesoro, llevando en nosotros las marcas de Cristo,
portando un carácter que nos hace irreprochables según perfectamente se
describe en Mateo 5-7; 1 Timoteo 3:1-7; 4:12-16; 2 Timoteo 2; Tito 1:5-9;
1 Tesalonicenses 2:1-8; 1 Corintios 2; 2 Corintios 1-4; Gálatas 5:22-23;
etc. Esto es un logro de la glorificación de Cristo (Efesios 4:9ss). Estamos
hablando de un legado del poder y el perfecto plan del Señor quien diseñó
estas cosas.
Las conclusiones de Jeff Purswell al respecto son bastante satisfac-
torias:

– El llamado al ancianato es un llamado al carácer.

– La marca suprema del hombre llamado por Dios es una calidad


en su carácter que fielmente refleje la naturaleza de Dios y que
efectivamente sirva al pueblo de Dios.
Conclusiones 195

– El carácter requerido en un pastor es una marca del obrar de Dios


en un hombre que da testimonio del llamado de Dios a ese hombre.

– Una de las principales estrategias de Pablo para levantar, preservar


y fortalecer la iglesia es mediante el establecimiento del ministerio
pastoral (integridad pastoral). Esa debe ser también nuestra es-
trategia.

– En la ecuación del pastor, nada es más importante e indispensable


que “el carácter”.3

Quiero decir, que lo que estoy estableciendo aquí, mi teoría y mi conclu-


sión (y/o demostración, si quieres) en este tratado, no es algo que sale de
mi imaginación, sino de mi investigación, pero que descansa en la mente
de muchos grandes hombres de Dios.
De nuevo, la razón por la que estamos viendo todas estas extrañas con-
ductas entre “ministros” (impurezas sexuales inimaginables, malversación
de fondos, y todo tipo de caída), no es porque el plan del Reino está fraca-
sando, por el contrario se debe a que avanza a su cumplimiento. El Espíri-
tu Santo fue claro sobre este asunto (1 Timoteo 2). El Nuevo Testamento
habla de falsos maestros y falsos profetas mucho más que de los verdade-
ros ministros de Cristo. Nuestro alejamiento de las Escrituras, acompañado
de nuestra visión humana y humanística del ministerio, nos han enloqueci-
do en nuestro intento de iniciar obras nuevas, abultar estadísticas, y escoger
hombre (y hasta mujeres, en el desespero de muchos) para capacitarlas y
entrenarlas como “ministros” [y “ministras”] del evangelio, pero de acuer-
do a nuestros planes y proyecciones, y no a los de Dios. Debemos detener
nuestros locos caminos y modos de proceder apartados de Cristo y su Bi-
blia. Seremos llamados a dar cuenta aun de nuestra apresurada manera de
imponer nuestras manos sobre otros en señal de aprobación al ministerio (1
Timoteo 5:22). El problema por ningún lado es Dios, ni su plan, es un pro-
blema de los hombres. Hemos de seguir su Palabra. Hemos de obedecerlo a
Él. Nuestra meta es obedecer y vivir por Su Palabra. ¿Dónde crees que de-
bemos acudir para saber cuáles son las cualidades de un candidato al minis-
terio? ¿No es en la suficiencia de la Escritura en la que debemos estar con-
fiados? ¿No es acaso TODA la Escritura INSPIRADA por Dios y útil para
capacitar EN TODO al “hombre de Dios” para lo que él debe hacer? (ver 2
Timoteo 3:16-17)
Ve a la casa del candidato, más de una vez, consulta sus hermanos y
hermanas en Cristo, en la carne, sus demás familiares, sus amigos, y en-
cuéstales conforme a lo que Pablo manda en 1 Timoteo 3:1ss y Tito 1:5-9.
196 El Carácter de un Ministro
Entonces impón tu mano y da tu aprobación, si el candidato resulta irrepro-
chable (irreprensible). Grietas en el carácter del candidato son una eviden-
cia infalible de no cualificación (a lo menos por el momento) en tal candi-
dato. ¡Nunca impongas tus santas manos con ligereza! ¡No confíes solo en
palabras en esta materia! ¡No participes de pecados ajenos!
En este orden escribió Jeff Purswell:

“La conclusión obligada de la Escritura es esta: EL HO-


GAR ES EL TERRENO FUNDAMENTAL DONDE SE
PRUEBA EL MINISTERIO. EN LA FAMILIA DE DIOS,
LAS HABILIDADES DE UN HOMBRE DE GUIAR SU
FAMILIA ES EL EXAMEN PRINCIPAL QUE CALIFI-
CA O DESCALIFICA AL CANDIDATO AL MINISTE-
RIO”.4

En el mismo sentir, John Stott escribió:

“El pastor casado es llamado al liderazgo en dos familias,


a la suya y la de Dios, y la suya es el terreno de entrena-
miento para la de Dios…”.5

También John MacArthur Jr. se pronunció al respecta al escribir:

“Si quieres saber dónde un hombre vive una vida ejemplar,


y si es consistente, si es apto para enseñar y modelar la
verdad, y si puede guiar a las personas a la salvación, a la
santidad, al servicio a Dios, entonces mira al círculo rela-
cional más íntimo de su vida y observa si él puede hacerlo
allí. Busca en su casa y encontrarás a las personas que
mejor lo conocen, quienes tienen el más confiable escruti-
nio sobre él. Pregúntales sobre el tipo de hombre que él
es”.6
Conclusiones Generales 197

EL CONOCIMIENTO BÁSICO QUE DEBEMOS BUSCAR EN UN


MINISTRO DEL EVANGELIO

El carácter de un pastor debe encontrarse en el conocimiento y la conducta


(práctica) sobre su responsabilidad con Dios, consigo mismo y el grupo (su
familia, sus estudiantes, la iglesia y el ministerio) que Dios puso bajo su
dirección. (Ver: la parábola de los talentos, Mateo 25:14-30, 1 Corintios 3
Véase también “Calling Christhian Leader (Llamando Líderes Cristia-
nos)”, por John Stott, capítulo 4).
El objetivo de cada pastor es presentar a todos maduros (Gr. teleios 
perfecto) en Cristo (Colosenses 1:28-29; Efesios 4:12-15). Esto nos lleva a
preguntarnos: ¿cómo? Respuesta: Como Pablo le dijo a Timoteo (2 Timo-
teo 3:15-17) significa que Dios demanda madurez de sus siervos. ¿Cómo
llevará, incentivará, motivará, etc., a su gente a la perfección si usted no
está viviendo en madurez cristiana? Esa es la implicación en 1 Timoteo 3,
pasaje que también provee los requisitos para ser pastor (anciano, obispo).
Entonces, ¿qué tengo que saber sobre la madurez para ser perfecto en
Cristo, con tal de modelar en la práctica (liderar) la vida cristiana en los
demás (iglesia, familia, etc.)?
A continuación pongo en perspectiva algunas pautas esenciales en ma-
teria del conocimiento básico que debemos buscar en un pastor:

1. Un ministro cristiano tiene que tener una comprensión correcta de


Dios, así como una relación personal apropiada con Él (centrado
en la doctrina bíblica  teología). Esta comprensión es vital y fun-
damental sobre las demás afirmaciones (modera el todo).

2. Un ministro cristiano tiene que tener una correcta comprensión de


los seres humanos; los hombres somos pecadores, y cada hombre
sin Cristo permanece atado por los lazos del diablo, a su antojo
(antropología bíblica).

3. Un ministro cristiano tiene que tener un entendimiento correcto de


la Biblia, su contenido y sus doctrinas (el fundamento (libro) de la
fe de los cristianos).

4. Un ministro cristiano tiene que tener una comprensión correcta de


la iglesia de Dios (Eclesiología. véase el capítulo 4 del libro:
“Calling Christhian Leaders (Llamando Líderes Cristianos)”, por
J. R. W. Stott).
198 El Carácter de un Ministro

5. Un ministro cristiano tiene que tener un entendimiento correcto


acerca de las relaciones sociales, y los órdenes de sus reglas y
células (relaciones verticales y horizontales).

(a) Matrimonio (el hombres y los roles de la mujer), (b) la familia


(su teología: la paternidad, la maternidad y sus funciones y respon-
sabilidades, las responsabilidades de los niños, etc.), (c) la amistad
(grados, limitaciones, restricciones, géneros, etc.), (d) el orden so-
cial y las organizaciones gubernamentales (sistema de gobierno,
los poderes, las leyes, las empresas, los sistemas educativos, etc.)

6. Un ministro cristiano tiene que tener una comprensión correcta


sobre los ministerios y el liderazgo cristiano (ministerio). Este li-
bro puede guiarle en este proceso de comprensión de esta doctrina.

7. Un ministro cristiano tiene que tener una comprensión correcta de


la labor pastoral (teología pastoral).

8. Un ministro cristiano tiene que tener una comprensión correcta de


la historia (la historia secular y cristiana).

9. Un ministro cristiano debe saber cómo usar bien la palabra de ver-


dad (predicar y enseñar la Palabra de Dios con integridad).

Creo que esto es vital y fundamental acerca de lo que es el conocimiento


básico de un predicador, un ministro del Evangelio de Cristo, debe tener.
Estas pautas podrían bien usarse para evaluar el candidato en esta cuestión
de la comprensión básica que deben tener.
Pero de nuevo, esta es una guía para probar su comprensión, para saber
lo que cree y practica, no obstante en este libro procuramos poner de re-
lieve que el carácter es el asunto verdaderamente importante cuando
de evaluar a los pastores se trata, pero el carácter cristiano nunca será
independiente de las doctrinas cristianas.
199

NOTAS Y REFERENCIAS CITADAS

Introducción
1. MacArthur, John y la facultad de The Master’s College: “El Redescu-
brimiento del Ministerio Pastoral”, pág. 175.
2. Mayhue, R. L.: en su intervención “El Redescubrimiento del Ministe-
rio Pastoral”, cap. 1.
3. MacArthur, John y la Facultad de The Master’s College: “El Redescu-
brimiento del Ministerio Pastoral”, page 27.
4. Ibidem, pág. 27.
5. Ibidem, pág. 28.
6. Ibidem, pág. 34.

Capítulo Uno
1. Heródoto: “Historicus”, S. v A.C., Ed. C. Hude, Oxford (OCT). Ps.-
Hdt. Vit. Hom. = Vita Homeri, Ed. T. W. Allen, Homeri Overa V,
Oxford (OCT), p. 192.
2. Tragicus S. v. A.C.
3. Liddell, H.G.: A Lexicon: “Abridged from Liddell and Scott’s Greek-
English Lexicon (Un Léxico: Cotejadodel Léxico Griego de Liddell y
Scott)”. Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1996, S.
882.
4. Swanson, James: “Dictionary of Biblical Languages With Semantic
Domains: Greek (New Testament)”. Electronic ed. Oak Harbor: Log-
os Research Systems, Inc., 1997, S. DBLG 5917.
5. Versión en Inglés de “Los Libros Canónicos” y Every Occurrence of
Each Word in Regular Order (Cada Ocurrencia de Cada Palabra en el
Orden Regular). Ed. Electrónica Ontario: Woodside Bible Fellowship,
1996, S. G5481.
6. Trágico: “Tragoediae”, S. v A.C., Ed. A.C. Pearson, Oxford (OCT).
7. Liddell, H.G.: “A Lexicon: Abridged from Liddell and Scott’s Greek-
English Lexicon”. Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc.,
1996, S. 881.
8. Strong, James: “The Exhaustive Concordance of the Bible: Showing
Every Word of the Text of the Common English Version of the Canon-
200 El Carácter de un Ministro

ical Books, and Every Occurrence of Each Word in Regular Order”.


Electronic Ed. Ontario :Woodside Bible Fellowship., 1996, S. G5480.
9. Microsoft Corp.: “Encarta”: Una enciclopedia digital. © 1993-1996.
10. Esta definición está reclamando una referencia, o un modelo, o un
patrón con el cual ser comparado.
11. Este es el significado en el cual nos enfocamos en este escrito.

Capítulo Dos
1. TheWord (software bíblico en línea).
2. MacArthur, John: “Biblia Comentada” al margen de 2 Timoteo 3:16-
17. Ed. Porta Voz.
2. Esta es la tesis que John MacArthur puso en perspectiva en su libro:
“Esclavos”.

Capítulo Tres
1. Calvino, Juan: “Institución de la Religión Cristiana”. Cap. X, No. 4.
2. Bunyan, John: “A Holy Life, the Beauty of Christianity (Una Vida
Santa, la Belleza del Cristianismo)”, págs. 42-43. (Versión electróni-
ca y descargable en: http://www.chapellibrary.org/johnbunyan/text/
bun-holylife.pdf).
3. Daniel Wilson, obispo de Calcutta, nació en Spitalfields, Londres, el
2 julio de 1778, murió en Calcutta, India, el 2 enero de1858.
4. D. Wilson, en su introducción (en inglés) al libro de Richard Baxter:
“El Pastor Reformado” (en la serie No. 42 de ‘Autores Cristianos Se-
lectos’ con ensayos introductorios, 4ta edición, pág. x). Revisado y
reducido, por el Rev. William Brown. Ensayo introductorio por el Dr.
Daniel Wilson).
5. Ibidem, pág. v.
6. Ibidem, pág. vi.
7. Ibidem, págs. xxxvi-xxxviii.
8. DeLancy, William H. (8 de occtubre 1797—5 de abril, 1865). Fue
obispo de la iglesia episcopal de los Estados Unidos de Amrérica, y el
sexto rector de la universidad de Pensilvania. Fue conocido como un
hombre de Dios que sirvió como obispo en la diócesis Episcopal del
Oeste de Nueva York.
9. Arthur Walkington Pink (1 de abril de 1886 – 15 de julio de 1952)
fue un cristiano de Inglaterra, evangelista y erudito bíblico conocido
por su calvinismo radical y el puritanismo de sus enseñanzas. El bió-
Notas y referencias citadas 201

grafo Iain Murray observe sobre Pink: “la amplia circulación y distri-
bución de sus escritos luego de su muerte lo convierten en uno de los
autores evangélicos más influyentes en la segunda mitad del siglo 20”.
Sus escritos provocaron un avivamiento en la predicación expositiva y
enfocaron a sus lectores a vivir la vida Cristiana.
10. Pink, Arthur W.: “Exposition on the Sermon on the Mount (exposición
del Sermón del Monte)”. Disponible On-Line en: http://
www.pbministries.org/books/pink/Sermon/sermon_10.htm
11. Ibidem.
12. Dr. David Martyn Lloid-Jones fue un ministro protestante, predicador
y doctor en medicina de tremenda influencia en el ala reformada en
Inglaterra. Por casi 30 años fue el ministro de la Capilla Westminster
en Londres. Lloid-Jones se opuso acérrimamente contra el liberalismo
cristiano, tildándolo de aberración. Alentó a un abandono del concep-
to de iglesia amplia (especialmente entre los Anglicanos), y alentó
inclusive la separación, atendiendo a que la comunión debía ser solo
entre gente de convicciones comunes en al fe.
13. Dr. Lloyd-Jones, Martyn D.: “La Vida en el Espíritu”, pág. 11.
14. Ibidem, pág. 11.
15. Ibidem, pág. 26.
16. Tomando en consideración que para Lloyd-Jones las características
que Pablo presenta en Efesios 5:18-6:9 representan el carácter prácti-
co o natural de la vida cristiana. El las divide y las explica en
“características”.
17. Dr. Lloyd-Jones, D. M.: “La Vida en el Espíritu”, pág. 84.
18. Hay distinción de oficios  apóstoles, profetas, maestros, pastores,
evangelistas, y así en más. (Dr. Lloyd-Jones, M.D.: “Studies in The
Sermon on the Mount (Estudios en el Sermón del Monte)”, pág. 33).
19. Lloyd-Jones, M. D.: “Studies in The Sermon on the Mount (Estudios
en el Sermón del Monte)”, pág. 33.
20. Ibidem, pág. 36.
21. Ibidem, pág. 35.
22. John R.W. Stott nació un 27 de abril en Londres (Inglaterra), hijo de
un médico agnóstico y una madre luterana, de origen alemán, que le
enseñó la fe cristiana.
Se convirtió en su adolescencia por medio del ministro evangélico
Eric Nash, del Inter-Collegiate Christian Union (ICCU), de quien
aprendió el amor por la Biblia, leyéndola desde entonces una vez al
año, lo que ha hecho de él uno de los mejores predicadores expositi-
vos del siglo XX, así como un defensor convencido de la predicación
bíblica expositiva como el centro y la esencia del culto cristiano. “Una
adoración correcta es imposible sin predicación.”
202 El Carácter de un Ministro

Influenciado por Martyn Lloyd-Jones (v.), se dedicó al estudio se-


rio y riguroso de la Biblia, y aprendió que el cristiano no tiene nada
que temer del intelecto, sin todo lo contrario, aunque había sido un
prejuicio común entre los miembros del ICCU.
Después de sus estudios universitarios y teológicos fue ordenado
como ministro de la Iglesia Anglicana y nombrado pastor de la iglesia
All Souls de Londres. Tenía entonces 29 años. También llegaría a ser
capellán de la Reina de Inglaterra.
Lleno de celo evangelístico y erudición neotestamentaria, Stott ha
recorrido los cinco continentes dando conferencias y ganando a una
multitud de personas para la causa del Evangelio. A veces predicó
ante audiencias de 17.000 estudiantes.
Hay dos elementos que caracterizan su carrera y su pensamiento:
El lugar privilegiado de la predicación bíblica expositiva, rica en doc-
trina y sana en espíritu; y la preocupación por los temas sociales desde
una óptica cristiana evangélica. Como resultado de esto último en
1982 fundó el Instituto Londinense para el Cristianismo Contemporá-
neo, actualmente Impacto Cristiano, por su unión con el Proyecto
Shaftesbury.
Participó en el Congreso Mundial de Evangelización de Lausana
(Suiza, 1974), y en muchos otros encuentros y convenciones misione-
ras y pastorales.
Durante la Segunda Guerra Mundial se declaró como un pacifista
absoluto y actualmente se define como un “pacifista nuclear” (su posi-
ción es de un ‘no a la guerra nuclear’), pero admite la vieja doctrina de
la ‘guerra justa’”. Preocupado por el tema de la perdición eterna de los
no creyentes, ha explorado la cuestión de la aniquilación, aunque su
pensamiento se mueve en la relevancia social y moderna del Evange-
lio. Su estudio sobre pneumatología es una corrección a algunos com-
pañeros de ministerio que se inclinaron por la renovación carismática.
A comienzos de 2006 John R. W. Stott ha sido reconocido por la
Reina Isabel de Inglaterra en la conocida Lista de Honores de Año
Nuevo, otorgándole el título de honor como Caballero Comandante
del Imperio Británico, el mayor nivel de la Orden Real de Cristo Rey.
Stott manifestó su gratitud ante el anuncio de haber merecido tan
alto honor ‘por sus servicios al conocimiento cristiano y al mundo
cristiano’.
La lista de Honor de Año Nuevo es un reconocimiento de tradición
que hace el Reinado Británico, que en la actualidad es potestad de la
Reina Isabel, en reconocimiento a las contribuciones de diversas per-
sonalidades de la vida pública por las contribuciones que han hecho a
la sociedad tanto inglesa como internacional.
Notas y referencias citadas 203

John Stott ha escrito 40 libros y cientos de artículos que enriquecen


la literatura cristiana contemporánea y goza de gran reputación entre
teólogos y eruditos cristianos de todas las denominaciones. Billy
Graham ha manifestado que el Dr. Stott 'es el Reverendo más respeta-
do en el mundo cristiano de hoy’. http://www.certezaunida.com/
autores/john-stott
23. Stott, John R. W.: “The Message of the Sermon on the Mount”, págs.
17-20.
24. El Dr. John Richard estuvo asociado con el Compañerismo Evangé-
lico de la India, el Compañerismo Evangélico de Asia, el Movimiento
AD200 & Beyond, el Compañerismo Evangélico Mundial y el Comité
Lausanne para la Evangelización Mundial. El pastor Richard editaba
un boletín mensual para pastores de toda la India, también es co-autor
del libro “LA IGLESIA QUE OBEDECE,” y también sirvió como
pastor honorífico en la Iglesia de Compañerismo Bíblico de Delhi. El
Dr. Richard, Ministro-at-Large, Acción Internacional. El y su esposa,
ahora retirados, rondando los 90, viven en Dallas, EE.UU. cerca de
sus dos hijos (Dr. Ramesh y Rajiv).
25. Robert Murray M'Cheyne (21 de mayo de 1813 hasta el 25 de mar-
zo de 1843) fue un ministro de la Iglesia de Escocia 1835-1843. Él
nació en Edimburgo, fue educado en la Universidad de Edimburgo y
en el Salón de la Divinidad de su ciudad natal, donde fue instruido por
Thomas Chalmers. Se desempeñó primero como asistente de John
Bonar en la parroquia de Larbert y Dunipace, cerca de Falkirk, 1835-
1838. Después de esto se desempeñó como ministro de la Iglesia de
San Pedro (en Dundee) hasta su prematura muerte a la edad de 29 en
una epidemia de tifus.
26. Dr. Richard, John: “The Pastoral Ministry”. Cap. 1, 2.
27. MacArthur, John, Jr., an The Master’s College Faculty: “El Redescu-
brimiento del Ministerio Pastoral”, pág. 113.
28. Ibidem, pág. 114.
29. Erwin Lutzer. “De Pastor a Pastor”, pág. 13.
30. Prime, Derek: “On being a pastor”, págs. 35-36.
31. Ibidem, pages 36-37.
32. Chapell, Bryan: “Chist-Centered Preaching (La Predicación Cristo-
céntrica)”, pág. 39.
33. Ibidem, pág. 38.
34. Ibidem, pág. 38.
35. Ibidem, pág. 38.
36. Bridges, Jerry: “La Devoción a Dios en Acción”, pág. 51.
37. Swindoll, C.: “Paul, a Man of Grace and Grit (Pablo un hombre de
Gracia y Firmeza)”, pág. 107.
204 El Carácter de un Ministro

Capítulo Cinco
1. Stott, John: “El Cuadro Bíblico del Predicador”, pág. 12.
2. Ibidem, pág. 12.
3. Ibidem, pág. 16.
4. El Dr. Robert H. Mounce, presidente emérito del Whitworth Co-
llege, es el autor de un número de comentarios bíblicos bien conoci-
dos, incluyendo el volumen del Apocalipsis en el NICNT. El Dr. Da-
vid Hubbard, antiguo presidente del Fuller Theological Seminary, se
refiere a él como “uno de los expositores más capaces de nuestra ge-
neración”. Él estuvo involucrado en la traducción de las versiones de
la Biblia NIV, NLT, NIrV, y en especial de la ESV. Información to-
mada de http://www.harpercollins.com/authors/90001659/
Robert_H_Mounce/index.aspx.
5. Stott, John: “El Cuadro Bíblico del Predicador”, pág. 39.
6. Ibidem, pág. 41.
7. Ibidem.
8. Ibidem, pág. 41-42.
9. Ibidem, págs. 68-69.
10. Ibidem, pág. 81.
11. Ibidem, págs. 83-84.
12. Ibidem, pág. 85.
13. Ibidem, pág. 87-89.
14. Ibidem, págs. 91-95.
15. Ibidem, pág. 98.
16. Ibidem.
17. Ibidem, pág. 100.
18. Ibidem, pág. 101.
19. Ibidem.
20. Ibidem, págs. 111-112.
21. Ibidem.
22. Ibidem, pág. 28.
23. Ibidem, págs. 24-25.
24. Adams, Jay D.: “Shepherding God’s Flock”, pág. 5.
25. Ibidem, pág. 5.
26. Ibidem.
27. Purswell, Jeff: En su conferencia para pastores: The Summons: Explo-
ringthe Callto Ministry (La Citación: Explorando el Llamado al Mi-
nisterio).
28. Ibidem.
29. Ibidem.
30. Ibidem.
Notas y referencias citadas 205

31. MacArthur, John y la Facultad de The Master’s Callege: “El Redescu-


brimiento de la Predicación Expositiva”, pág. 38.
32. Gr. καθηγητής  kathçgçtçs; de 2596 y de 2233; un maestro: —líder
(1), líderes (1). Thomas, Robert L.: “New American Standard Hebrew
-Aramaic and Greek Dictionaries”: Edición revisada. S. H8674.

Capítulo Seis
1. Información que puedes consultar en la Wikipedia en el link: http://
en.wikipedia.org/wiki/Zeus.
2. Jesús dejó muchísimo más que eso en la gloria (poder, Gloria, fama,
reputación, y todo lo que pertenece a El en los cielos).

Capítulo Siete
1. Strauch, Alexander: “Biblical Eldership (El Ancianato Biblico)”, ver-
sión digital.
2. Pastor Cortés en su sermón: “En Busca de Hombres de Dios”. Ma-
cArthur presenta la en su artículo referente al CARACTER DEL PAS-
TOR, en su libro: Redescubriendo el Ministerio Pastoral.
3. Strauch, Alexander: Biblical Eldership (la version digital).
4. Dr. Lloyd-Jones, Martyn D.: “Studies in the Sermon on the Mount
(Estudios en el Sermón del Monte)”. Vol, 2, págs. 21-22.
5. Una palabra aramea usada para referirse al dinero y las riquezas mate-
riales.

Capítulo Ocho
1. Stott, John: “The Message of the Sermon on the Mount”, páginas 20-
21.
2. Ibidem, páginas 23-24.

Capítulo Nueve
1. Una referencia al Capítulo Cuatro: “Lo que los pastores hoy en día
piensan acerca del carácter de un ministro cristiano”.
2. Yo creo que esto está conectado a Proverbios 20:6, que dice: “Muchos
hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de ver-
dad, ¿quién lo hallará?”.
206 El Carácter de un Ministro

Capítulo Doce
1. Walvoord, John F. ;Zuck, Roy B. ; Dallas Theological Seminary: “The
Bible Knowledge Commentary : An Exposition of the Scriptures”, S.
2:478.
2. Piper, John: “A God Entranced Vision of All Things”, páginas 142-
143.

Capítulo Trece
1. Walvoord, John F.; Zuck, Roy B.; Dallas Theological Seminary: “The
Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures”. S.
2:750.
2. Piper, John: “A God Entranced Vision of All Things”, página 90.
3. Swindoll, Charles: “Pablo, Un Hombre de Gracia y Convicción”,
página 106.
4. Ibidem, página 104.
5. Ibidem, página 106.
6. Gr. δοκιμή [dokime /dok·ee·may/] n. f. Del mismo que el 1384;
TDNT 2:255; TDNTA 181; GK 1509; Siete apariciones; AV lo tradu-
ce como “prueba” cuatro veces, “experiencias” dos veces,
“experimento” vez. 1. Prueba, ensayo. 2. Aprobado, carácter probado.
3. Una prueba, un espécimen digno de probar. Según el Enhanced
Strong’s Lexicon, es sólo una percepción de la traducción de carácter,
pero no es la misma definición que se la da a la palabra carácter que
discutimos en el primer capítulo de esta tesis.
7. Piper, John: “La Supremacía de Dios en la Predicación”, páginas 107
-108.

Conclusiones
1. Stott, John: “Calling Christian Leaders (Llamando Líderes Cris-
tianos)”, pág. 93.
2. Blackaby, Henrry: “Creados para Ser Amigos de Dios”, pág. 23.
3. Purswell, Jeff: En su conferencia para pastores: “The Summons: Ex-
ploringthe Call to Ministry (La Citación: Explorando el Llamado al
Ministerio)”. © 2004 Sovereign Grace Ministries.
4. Ibidem.
5. Ibidem.
6. Ibidem.
207

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS
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