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CRACK-COCAÍNA Y ECONOMÍA POLÍTICA DEL

SUFRIMIENTO SOCIAL EN NORTEAMÉRICA

PHILIPPE BOURGOIS
Department of Anthropology, History and Social Medicine. University of California,
San Francisco. San Francisco, CA (EEUU)

Introducción nar en detalle la experiencia del racismo, tan-


to institucional como interpersonal, de los
La historia reciente del crack y de la cocaí- consumidores de droga, así como su ubica-
na inyectada en los Estados Unidos y en Ca- ción histórica en los mercados laboral y de la
nadá nos enfrenta al hecho de lo poco que vivienda. Al mismo tiempo, estas experien-
comprendemos el fenómeno del abuso de de- cias macrosociales de exclusión social no son
terminadas sustancias desde una perspectiva lineales en sus costes, puesto que forman
macrosociológica o antropológica. No hemos parte de un proceso social histórico que, por
elaborado una teoría coherente y útil que definición, opera a múltiples niveles con fre-
ofrezca las explicaciones más básicas sobre el cuentes efectos tanto sinérgicos como contra-
quién, cuándo y porqué de las drogas. Nece- dictorios sobre el abuso de sustancias.
sitamos vincular los patrones de preferencias
por las drogas y los grados de adicción a las
mismas a las grandes fuerzas estructurales Etnografía comparativa y teoría
históricas que crean grupos sociales vulnera- económica política
bles, y hemos de documentar las consecuen-
cias no pretendidas de las políticas disfuncio- El análisis histórico y transcultural revela
nales del sector público y de las instituciones enormes diferencias en los patrones de dura-
gubernamentales que agravan los daños pro- ción e intensidad de los ciclos epidémicos de
vocados por las drogas. Esto requiere exami- las drogas. Las cualidades farmacológicas de
las drogas son virtualmente insignificantes
Phillippe Bourgois es antropólogo cultural y autor de In
fuera de sus contextos político-económico y
Search of Respect: Selling Crack in El Barrio (Cambridge sociocultural. La extraña trayectoria global del
University Press, 2003). Actualmente trabaja en el tema de crack en los años 90 lo ilustra de manera lla-
la etnografía de los mendigos adictos a la heroína y de los
mativa. Mientras realizaba un trabajo de cam-
fumadores de crack de San Francisco, sobre el que está
prepararando el libro Righteous Dopefiend que será publi- po de observación-participante entre trafican-
cado por la University of California Press. tes de crack y adictos a la heroína en el barrio

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neoyorquino de East Harlem1, en un momen- tructural del apartheid en el interior de las


to temprano de la epidemia (a comienzos de ciudades, así como explotación e inequidades
la primavera de 1985), pensaba que había en la Europa occidental, para que el crack se
una explicación simple para determinar quién establezca como la primera droga de preferen-
es vulnerable a la adicción: el crack, como cia entre los adictos callejeros urbanos al mar-
droga de abuso preferente sólo resulta atracti- gen de los pocos enclaves marginales.
va para los subgrupos de población desespe-
rados que son víctimas de formas extremas
de violencia estructural. Esto explica la enor- Farmacología y exclusión social
me escala proporcional de la epidemia en los
Estados Unidos, país en el que el consumo in- Esta sencilla economía política marxista de
tensivo y crónico del crack continúa haciendo modelo de exclusión social necesita, por su-
estragos entre los afroamericanos y puertorri- puesto, perfilarse mejor para explicar la dura-
queños del ámbito urbano, así como en gru- ción relativamente corta de la fase de la epide-
pos más diversos y reducidos de trabajadores mia de crack más intensa en los Estados
emigrantes latinos y caribeños, en la primera Unidos. Desde el punto de vista farmacológi-
década del siglo XXI. En los ambientes urba- co, la droga es tan destructiva para los indivi-
nos de los Estados Unidos, a mediados de la duos que la consumen compulsivamente, que
primera década de este siglo, el crack sigue se autorregula dentro de un ciclo de adicción
aparentando ser una función de lo que yo lla- más corto de lo que lo hacen las drogas que
mo «apartheid del núcleo urbano». Se encuen- son física y emocionalmente menos destructi-
tra desproporcionadamente concentrado en vas, como la marihuana o incluso los opiáceos
los edificios que rodean a los albergues públi- y las benzodiacepinas. Aunque desde la pers-
cos, en los lugares en los que se ejerce la pectiva farmacológica el crack es muy diferen-
prostitución y en solares quemados y abando- te del polvo de ángel, un tranquilizante para
nados. Esta explicación es sólida y resulta los animales que fue popular entre la juven-
atractiva desde una perspectiva de economía tud urbana pobre entre finales de los años se-
política. A través de cualquiera de los siste- tenta y principios de los ochenta en los Esta-
mas disponibles de medición del bienestar so- dos Unidos, quizás sí es más comparable
cial o económico, los grupos de población más desde una perspectiva social, dada su capaci-
explotados, que sufren las formas más inten- dad destructiva del estilo de vida. Como ocu-
sas de discriminación racial y de segregación rrió con el polvo de ángel, las generaciones
espacial sistemáticas, son, como era previsi- más jóvenes de afroamericanos y latinos de
ble, los que representan la proporción más los núcleos urbanos de las grandes ciudades
elevada de fumadores de crack. Presumible- aprendieron de manera relativamente rápida a
mente, este simple modelo puede servir para evitar el crack cuando vieron el efecto cáustico
Europa. No ha habido suficiente refuerzo es- que éste tuvo en sus hermanos mayores, pa-

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dres y vecinos. Por el contrario, a la juventud Estados Unidos provienen de ámbitos en los
urbana de los sesenta y principios de los se- que las circunstancias económicas son desfa-
tenta le llevó mucho más tiempo aprender a vorables. Un número desproporcionado lo
evitar la heroína, porque es una droga de componen niños «abandonados», por ejemplo,
efecto socialmente destructivo menos inme- aquéllos que han sufrido el rechazo de su fa-
diato, aun cuando en el plano físico es nota- milia y/o algún tipo de violencia doméstica o
blemente más adictiva a nivel celular. abusos sexuales en el seno de la misma, y un
Durante esta primera década del siglo XXI, número significativo de ellos son consumido-
en los Estados Unidos podemos sentirnos res compulsivos de segunda generación2.
afortunados de que la epidemia combinada de
marihuana, malta, licor y cerveza, cuyo inicio
se data a finales de los ochenta, se haya pro- Los mecanismos de autoadministración
longado hasta ahora con pocos signos de re- de la droga
misión. También ha habido, por supuesto,
brotes localizados de speed, éxtasis y heroína La forma en que las personas se autoad-
mezclados en este ciclo de más larga duración ministran su droga de elección es un aspecto
y enormemente popular de la marihuana en- importante de los ciclos de la droga que con
tre la juventud urbana, pero entre la mayoría frecuencia se pasa por alto. Esto es especial-
de los alumnos de instituto que no están em- mente cierto en el caso de las epidemias de
pleados sigue habiendo conatos de aprecia- crack y cocaína. Inicié la puesta en marcha de
ción de la marihuana como la droga más un trabajo de observación-participante en
prestigiosa y divertida que consumir y/o de la East Harlem justo en el momento de transi-
que abusar. Además, los grupos de subpobla- ción (1984-1985), cuando los consumidores
ción que han dado continuidad a diferentes de cocaína abandonaron la costumbre de in-
ciclos de la droga son por lo general excepcio- yectársela o esnifarla para empezar a fumarla.
nes que confirman la regla: punks blancos ex- Cuando me mudé para establecer mi residen-
travagantes y homosexuales blancos que ac- cia a tiempo completo en el barrio en marzo
túan en clubs, que se inyectan speed, o de 1985, muchos jóvenes afroamericanos y
jóvenes blancos (hippies) que se inyectan he- latinos todavía esnifaban polvo de cocaína de
roína, o ravers blancos que toman éxtasis, alta calidad a un bajo coste. En mi manzana
son subgrupos culturales relativamente espe- había puntos de venta de cocaína que ofrecían
cíficos y aislados, que son en su mayoría dis- papelinas por cinco, diez o veinticinco dólares.
tintos, o están incluso alienados respecto a la Al margen de la cocaína había también dife-
mayor parte de su cohorte generacional. Ade- rentes puntos de venta de marihuana con
más, tras un análisis más exhaustivo, la in- nombres de marca activos. También era fácil
mensa mayoría de los jóvenes blancos que adquirir heroína en las calles, pero este tipo
consumen heroína y speed inyectados en los de compra lo realizaban fundamentalmente

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personas de más de treinta años. Los pocos gar, muchos de ellos optaron por fumar crack
adolescentes y veinteañeros que pude ver tras sus inyecciones de heroína. Encontré a
comprando heroína habitualmente la esnifa- bastantes adictos a la heroína, en la mayoría
ban. Además, por lo general, intentaban es- de los casos individuos que seguían un trata-
conder ese tipo de consumo a sus colegas. Los miento a base de metadona, que a través de
jóvenes que consumían heroína por vía intra- esta nueva moda suya de fumar crack se ha-
venosa eran pocos en ese medio y en su ma- bían desintoxicado de manera fortuita de los
yoría blancos. La palabra «crack» no corría to- opiáceos. De la manera más drástica, en 1990
davía por las calles, aunque los jóvenes el propietario de la franquicia de fumaderos
hablaban entusiásticamente sobre el «free-ba- de crack en los que llevé a cabo el trabajo de
sing». Ellos mismos procesaban su producto observación-participante dejó de ofrecer co-
de base, en cualquier caso, a partir del polvo caína en polvo como uno de los dos productos
de cocaína, y había cierta confusión sobre que vendía. No había suficiente cuota de mer-
cómo hacerlo exactamente. A finales de 1985, cado para él en East Harlem como para que se
la palabra «crack» ya estaba reconocida, y en molestara en preparar los envoltorios de la co-
1986 esta droga había pasado a formar parte caína en polvo. Empezó a vender crack exclu-
de la vida de la mayoría de las personas a las sivamente. Pronto, durante la epidemia de
que yo conocía, que anteriormente habían es- crack, el término «cabeza de crack» se convir-
nifado cocaína. Incluso afectó a muchas per- tió en un insulto. Los adolescentes a veces
sonas que en etapas precedentes habían limi- vendían crack, pero no lo fumaban, al menos
tado su consumo de droga a la marihuana. públicamente. Estos jóvenes formaron el nue-
Mis visitas más dramáticas fueron las que tu- vo núcleo de la generación de «rudos y cua-
vieron lugar en los puntos de consumo del ve- rentones» fumadores de marihuana, empa-
cindario, las llamadas «galerias para pinchar- quetada en puros vacíos conocidos como
se». Al principio observé a clientes que se «rudos», y bebedores de botellas de licor de
inyectaban heroína o «speed-ball» (mezcal de malta de cuarenta onzas («cuarentones»).
heroína y cocaína), mientras una significativa Ellos han persistido a través de estos prime-
minoría se inyectaba sólo cocaína. Sin embar- ros años del siglo XXI. Mientras tanto, la ge-
go, en 1990 no había galerias dedicadas ex- neración de la heroína simplemente continuó
clusivamente a la heroína o la cocaína. Se ha- envejeciendo. Muchos perecieron a causa del
bían convertido virtualmente en fumaderos de sida, de sobredosis o de enfermedad hepática
crack de facto, además de ser galerías para provocada por el VHC; otros fueron encarcela-
pincharse. En estos lugares en los que se dos; y otros alcanzaron su madurez al margen
practicaba la inyección de drogas, los heroinó- de la heroína. Estos individuos fueron reem-
manos más mayores siguieron consumiendo plazados, por supuesto, por consumidores de
su heroína por vía inyectable, pero por lo ge- droga inyectada más jóvenes, pero no en la
neral dejaron de inyectarse cocaína. En su lu- misma proporción en la que lo había hecho la

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generación que ya tenía una cierta edad a fi- Sólo puedo aventurar una hipótesis para
nales de los sesenta y principios de los seten- explicar la excepcionalidad canadiense. Pue-
ta, que todavía representaban el núcleo demo- de que se deba a la estructura particularmen-
gráfico de los adictos a la heroína en los te disruptiva de la migración rural-urbana,
Estados Unidos alrededor de 20034. encabezada por los nativos americanos en
Vancouver y por los francófonos en Québec,
exacerbada por lo etnocéntrico, excesiva-
La excepcionalidad canadiense mente centralizado y condescendiente de los
servicios de bienestar social. La provisión de
El trabajo de campo etnográfico preliminar jeringuillas y de servicios de acogida y sani-
que llevé a cabo en Canadá5 me obliga a intro- tarios se ven a menudo concentrados en cen-
ducir mayor complejidad en mi forma de en- tros únicos de multiservicio, situados dentro
tender cómo la farmacología de las drogas in- de las ciudades, en los barrios con bajos ni-
teractúa con la economía política de la veles de renta y pobres viviendas, aislados
exclusión social; de ahí la utilidad de centrar- por las estructuras económicas de la clase
se en la experiencia íntima de las fuerzas es- acomodada que les rodea. Significativamen-
tructurales o de lo que puede llamarse la eco- te, la historia canadiense ha sido testigo de
nomía política del sufrimiento social. Para mi las imposiciones que este país ha ejercido en
sorpresa, en Canadá se ha dado una prolon- las reservas de nativos americanos, absor-
gada epidemia urbana de cocaína inyectada biéndolos en su sistema de servicios sociales
que perduró desde finales de los ochenta has- centralizados, de manera que han obligado a
ta finales de los noventa. Por alguna razón, el unos pueblos cazadores y recolectores a es-
fumar crack no reemplazó a la inyección de tablecerse de manera inadecuada en habitá-
cocaína. Dada la relativa solidez del sistema culos urbanos que destrozan su cultura, su
de apoyo al bienestar social en Québec y en la independencia económica y su dignidad. Los
Columbia Británica, yo había imaginado que ejemplos extremos de la forma en que Cana-
sería difícil que el crack se estableciera como dá asaltó a pueblos nativos vulnerables, in-
droga de elección. Lo que seguramente no hu- vocando la eficiencia de la provisión de ser-
biera anticipado, sin embargo, es que la cocaí- vicios públicos destinados a ellos en sus
na inyectada hubiera podido persistir como la reservas, arrojan luz sobre cómo han mane-
droga de elección durante más o menos una jado los servicios de atención a los drogadic-
década en Canadá, y menos aún que fuera es- tos en el interior de las ciudades.
pecialmente popular, teniendo en cuenta su Cualesquiera que sean las causas precisas
extrema destructividad farmacológica, y dada de tipo económico, político, histórico, y de la
la inversión institucional del gobierno para la política contemporánea, nunca antes he visto,
promoción de la integración social de los gru- en el mundo industrializado, un grupo de po-
pos de población marginados. blación urbana tan vejado durante un período

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de tiempo tan largo por una forma de consumo to de los padres abusivos, que azotan y con-
tan destructiva como la que se daba en el ba- sienten a sus hijos alternativamente. Por uti-
rrio Downtown Eastside de Vancouver y, en lizar una metáfora náutica, a los consumi-
menor grado, en el barrio de Sainte Catherine dores de droga canadienses unos rescatado-
de Montreal7. Vancouver presentó los niveles res les han lanzado un endeble flotador, a la
más altos de seroconversión para el VIH entre vez que los golpean en la cabeza con sus re-
los consumidores de droga por vía intravenosa mos cada vez que los primeros intentan sa-
en Norteamérica -si no en el mundo industria- car la barbilla del agua, por no hablar de su-
lizado- a pesar de contar con un activo sistema bir a bordo del barco de la vida.
de provisión de jeringuillas8. Esto se debió pro- A diferencia de esto último, en los Estados
bablemente al estricto límite que impusieron Unidos no se le lanzan flotadores a la pobla-
sobre el número de consumidores a los que se ción que está ahogándose; prefieren, en su lu-
permitía tener acceso a este programa en Van- gar, golpearla sin piedad y de manera definiti-
couver, y señala la importancia de la previa va en la cabeza desde una distancia de
distribución de jeringuillas, antes de que se seguridad. Los residentes de los núcleos ur-
produzcan epidemias de infección por VIH banos de las grandes ciudades en los Estados
como las que a menudo acompañan a las de Unidos tocan fondo rápidamente. Cuando no
cocaína inyectada, en lugar de recurrir, como se son encarcelados durante largos períodos de
da en estos casos, al reparto individualizado. tiempo, a menudo mueren por haber estado
Las personas adictas a la cocaína inyecta- expuestos a algún peligro a causa de la violen-
da en Canadá sufren también la política con- cia interpersonal o del sida, en la calle, sin ha-
tra la droga conducida por el modelo carcela- ber tenido acceso real a los servicios de asis-
rio de sus vecinos estadounidenses. Están tencia. El sistema canadiense de refuerzo del
esquizofrénicamente atrapados entre lo peor bienestar social reduce la destructividad far-
de los dos ámbitos políticos: por un lado, la macológica de la cocaína inyectada, pero no es
represión neoliberal y, por el otro, los autori- sustancial o lo suficientemente coherente en
tarios servicios biomedicalizados de bienes- ofrecer a los drogadictos urbanizados y margi-
tar social. La mano izquierda del estado trata nales una alternativa viable e integrarles de
de suavizar la represión de la derecha a tra- una manera digna en el mercado laboral.
vés de servicios sociales y sanitarios alta-
mente tecnificados, prestados de manera
ineficaz. Esto ha resultado en una destructi- La exacerbación del sufrimiento social
va epidemia de cocaína que se prolonga en el a través del encarcelamiento
tiempo, en la que ha intervenido el «concur-
so» institucional. Puede considerarse que el La bipolar política canadiense contra la
modelo canadiense de servicio de atención a droga ilustra la importancia de analizar las
los drogadictos es análogo al comportamien- consecuencias no intencionadas de la política

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estatal a la hora de dar forma a las epidemias La epidemia de crack entre los afroameri-
de droga. Los historiadores han documentado canos, los latinos (especialmente puertorri-
bien cómo el modelo carcelario de la política queños), la clase trabajadora y personas de
estadounidense hacia las drogas ha tomado raza blanca pertenecientes al mundo del
forma a partir de fobias, que a menudo van lumpen (mayormente descendientes de italo-
unidas a estereotipos raciales promovidos por americanos), fue el producto lógico de la po-
políticos oportunistas9,10. Desde una perspecti- lítica neoliberal de Ronald Reagan, que des-
va teórica de la economía política, estas fobias manteló la red de seguridad del bienestar
morales, evidentemente, tanto reflejaban social y la reemplazó por la «redada carcela-
como ofuscaban las más profundas contradic- ria»13. En realidad, cualquier explicación ac-
ciones estructurales de la sociedad, que hizo tual de las epidemias de droga en curso en
vulnerables frente a la adicción a grupos de los Estados Unidos ha de examinar el extra-
población específicos. Así, a la vuelta del siglo ordinario fenómeno de la expansión expo-
XX, en el sur profundo, podemos reinterpretar nencial del complejo carcelario-industrial. El
el centro de atención del refuerzo médico y le- número de personas encarceladas práctica-
gal de la comunidad cuando encontramos que mente se ha cuadruplicado entre 1975 y
«en este momento los negros que eran ino- 200013. Según la mayor parte de las defini-
fensivos y respetuosos con la ley...devienen ciones públicas de salud, estos presos son
conflictivos» y sus «...deseos sexuales son adictos, y la mayoría de estos adictos están
mayores y están pervertidos» debido a la co- cumpliendo condena por delitos no violentos
caína11, como expresión de la disrupción es- relacionados con la droga.
tructural de la represión de Jim Crow en el Este incremento en el número de presos
contexto de la titubeante economía de los en los Estados Unidos se debe al draconiano
aparceros de algodón. Los sheriffs del sur endurecimiento de las leyes contra la droga.
profundo justificaron aumentar el calibre de Desde 1980 hasta 1997, se multiplicó por
sus armas amparándose en el «incremento de doce el número de presos que cumplían con-
la vitalidad de los negros enloquecidos por la dena por cargos relacionados con la droga14.
cocaína»12. El mismo análisis puede aplicarse Quizás más sorprendente es la actual política
a los temores frente al opio chino en la Cali- de los Estados Unidos relativa a la epidemia
fornia de finales de la década de los ochenta de marihuana que afecta actualmente a su
del siglo XIX, cuando la cantidad de puestos juventud urbana. A veces, algunas personas
de trabajo disponibles hubo de reducirse tras destrozan sus vidas a través del abuso cróni-
la finalización del ferrocarril transatlántico; o co de marihuana, pero, comparada con otras
la persecución en 1930 de trabajadores meji- drogas que han devastado comunidades ur-
canos por consumo de marihuana en el suro- banas, entre ellas sustancias legales como el
este, cuando la Depresión provocó un desem- alcohol, la marihuana es el menor de los ma-
pleo masivo9,10. les desde una perspectiva farmacológica.

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Desde una perspectiva tecnócrata y de coste- entrenar y disciplinar a jóvenes vulnerables


beneficio relativa a la salud pública, es irra- para que se conviertan en miembros curtidos
cional que los departamentos de refuerzo de de sindicatos del crimen organizado, desde
la ley estatal y federal dediquen recursos a la grupos callejeros insignificantes, hasta aqué-
prevención de la droga, al arresto de consu- llos que llevan a cabo importantes operacio-
midores y vendedores de marihuana ocasio- nes de contrabando y latrocinio. Irónicamen-
nales. Para mayor sorpresa, alrededor de un te, el departamento de salud pública de San
80% de los arrestos relacionados con la ma- Francisco va haciendo uso de una progresiva
rihuana en los ochenta y noventa (87% en retórica del «tratamiento según demanda» y
1997) se justificaron por la mera posesión de de los «tratamientos alternativos al encarce-
la misma, no por su venta o manufactura15. lamiento» pero, en la práctica, la marihuana
Desde una perspectiva antropológica, la se convierte en el portal de la droga para la
política carcelaria sobre drogas en los Esta- socialización en el crimen organizado, debido
dos Unidos es yatrogénica y está convirtien- al recrudecimiento de las leyes contra la dro-
do a adolescentes relativamente poco agresi- ga del sector público -otra consecuencia no
vos en criminales alienados y curtidos, y pretendida de una política contra las drogas
condenando a los contribuyentes estadouni- disfuncionalmente represiva.
denses a cargar con el peso de otra genera-
ción de adultos desempleados, enfurecidos y
violentos. En el distrito de Haight-Ashbury Agradecimientos
de San Francisco, afectado por una escalada
La investigación para este artículo fue financiada por
en espiral del valor de los inmuebles a princi- el NIDA R01-DA 10164. Los datos comparativos
pios de este nuevo siglo, la policía local también fueron obtenidos a partir de NIDA R01-DA
arrestó de manera agresiva a jóvenes que 12803, NINR R01-NR08324, NIMH R01-54907, la
Russell Sage Foundation 87-03-04, la Wenner Gren
vendían pequeñas cantidades de marihuana Foundation para el programa de becas para la inves-
por cuantías de dinero que oscilaban entre tigación antropológica. Le estoy también agradecido
los cinco y los veinte dólares. Para nuestro a mis colegas de trabajo Jeff Schonberg, Bridget Prin-
ce, Dan Ciccarone y Jennifer Liu. Ann Magruder tra-
asombro, estos jóvenes, la mayor parte de los
bajó codo con codo para editar y reeditar los múlti-
cuales eran adictos a la heroína o a la metan- ples esbozos preliminares de este artículo. Una
fetamina y habían sobrevivido a abusos in- versión anterior de este material apareció en Addic-
fantiles, fueron enviados a la cárcel para tion, Research, Theory 2003:11:31-37.

cumplir condenas bastante largas por haber


vendido cantidades triviales de marihuana a
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