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Introducción
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El enfoque de la teoría del orden se ocupa del tema de la integración social respondiendo
a la pregunta sobre que es lo que hace que una sociedad permanezca unida. En sus desa-
rrollos recientes da fundamento a las teorías sobre las diferentes formas de regulación del
conflicto social, morales, culturales y legales.
La sociología del conflicto de Marx es una respuesta a la pregunta sobre la naturaleza del
cambio en la sociedades. Describe la dinámica social como una lucha por el poder social
entre los diferentes grupos de interés, lo que nos conduce a una teoría de la dominación. En
sus desarrollos actuales conduce a una teoría del conflicto donde se examinan sus aspectos
positivos y se analizan las relaciones de las dimensiones estructurales de la violencia como
la marginalidad y la exclusión.
Luego de ver estos dos enfoques en sociología examinaremos sus influencias más impor-
tantes en las teorías contemporáneas del conflicto, en particular la problemática de la violen-
cia estructural y en el modelo funcional, el fortalecimiento de las formas de regulación social.
Hacia el final examinaremos la justicia restaurativa para ilustrar la utilidad de los conceptos
teóricos en la lectura de problemas sociales concretos.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
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Objetivo General
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• Hacer una reflexión crítica sobre las teorías generales sobre el conflicto y los con-
ceptos derivados, y su aplicabilidad para la comprensión de los ejercicios de res-
tauración y transformación de conflictos.
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Objetivo Específicos
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• Conocer los lineamientos básicos de las teorías sobre conflictos y los conceptos
asociados como regulación social, cambio social y el modelo de sociedad que les
subyace.
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• Definir una estrategia de lectura y análisis de los conflictos. en sus dimensiones
objetivas y subjetivas, estructurales y culturales.
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• Ejemplificar el uso de las teorías a propósito de una investigación sobre justicia
restaurativa.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
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Contenidos
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
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1. La integración social y las teorías sistémicas de la sociedad
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La pregunta que guía la obra de Emile Durkheim y buena parte de las teorías so-
ciológicas es: ¿Qué es lo que hace que una sociedad permanezca unida? Las res-
puestas a esta pregunta definen todo un enfoque en el estudio de la sociedad, sus
instituciones y sus funciones.
Así, la sociedad se concibe como una unidad armónica basada en un orden mo-
ral. Esta armonía y este orden implican un consenso general entre los miembros de
esta sociedad en virtud de los intereses comunes que los agrupan.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
forman una sociedad, por rudimentaria que ella sea, hay normas que presi-
den sus relaciones, y por consiguiente, una moral que si bien no se parece a
la nuestra, no por eso deja de existir”.
De lo que se desprende:
a. Las normas hacen posible que los individuos compartan intereses y que exis-
ta consenso en la sociedad.
b. Las normas tiene un efecto de constreñimiento de la acción social definiendo
y regulando las conductas.
“La gente está obligada a obedecer los dictados de su cultura según formas dife-
rentes. Desde su punto de vista las obligaciones son externas, derivadas de la cultura
y de las demandas de la vida social, las cuales operan en las situaciones concretas
en que se encuentran los hombres”. (...) “… el poder, la autoridad y la religión sirven
par imponer el respeto a las normas sociales”.
Estas ideas han sido desarrolladas con concepto de control social que distingue una
clara dicotomía entre individuo y sociedad y se fundamenta en un primer momento en las
ideas darvinistas de la adaptación de las especies por la vía del aprendizaje y la selec-
ción. La corriente desarrollada en la sociología clásica apela al concepto de conciencia
colectiva y su valor coercitivo para todo aquello que se califique como desviación social.
Según Durkheim esta desviación social tiene su origen en los impulsos animales que
conducen a la violencia y al cálculo egoísta. La sociedad se arroga el derecho del control
social partiendo de la noción de Contrato Social en la que se renuncian a ventajas y liber-
tades individuales negativas para la vida en común, en aras de los beneficios colectivos
que redundan en nuevas ventajas y libertades individuales. El contrato social es una
dominación intencionada que cumple una función de integración en la vida social.
El control social se logra incidiendo en procesos específicos de la vida social como son:
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
• El derecho que funciona como un sistema de regulación del conflicto por la apli-
cación de una normativa jurídica a la que subyace el concepto de justicia.
• El sistema de creencias, que hace posible la integración a una comunidad.
• La educación, que es la estrategia fundamental de la socialización y el disci-
plinamiento.
7
> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Los sistemas de regulación legal (el derecho entre ellos) responden a campos de con-
flictos cambiantes en el tiempo, no es lo mismo juzgar y hacer justicia en las sociedades
tradicionales, que en las sociedades industriales o en las sociedades contemporáneas.
Desde la visión moderna las funciones de regulación legal de la sociedad apelan a un
fundamento racional y a unos ideales éticos, definidos por la noción de ciudadano en un
estado democrático.
El régimen penal tuvo su origen en una concepción racional del delito que lo re-
duce a una lógica de equivalencias y permutaciones, que permite dosificar el castigo
que merece un infractor dependiendo del tamaño de su delito. Esta proporción abs-
tracta entre pena y delito reemplaza toda la singularidad de los conflictos sociales
que dan origen al crimen por una estructura homogénea e igualitaria, acorde con los
presupuestos de la modernidad en boga en las sociedades occidentales desde hace
200 años. En su momento constituyó un significativo avance en la humanización de
la justicia, ya que de esta manera se abandonaron las técnicas del suplicio y el casti-
go físico, por el castigo del alma en los largos años del encierro; las salas de tortura
se cambiaron por las celdas de las prisiones, y el régimen carcelario reemplazó las
brutales ejecuciones públicas. La perfectibilidad racional de todas las instituciones
sociales iba de la mano un concepto de individuo que considera su autonomía, su
conciencia, su voluntad y su capacidad de cambio.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
gal y técnica del control social. Los funcionarios del Estado encargados del régi-
men penitenciario son en cierta manera ingenieros de la conducta, ortopedistas de
la individualidad (Foucault, 1989). Hay en el diseño de las nuevas instituciones una
economía del poder, entre los siglos XVI y XIX se crea una nueva tecnología: “un ver-
dadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar
a los individuos y hacerlos a la vez ‘dóciles y útiles’. Vigilancia, ejercicios, maniobras,
calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera
de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus
fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en el
ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo XIX inventó, sin
duda, las libertades; pero les dio un subsuelo profundo y sólido la sociedad discipli-
naria de la que seguimos dependiendo”.1
¿Se acepta dócilmente esta estrategia de dominación, esta tecnología del poder?
O con cierta independencia, ¿los grupos sociales continúan sus prácticas y represen-
taciones culturales acerca de la justicia?
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2. El conflicto y el cambio social
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Dice Marx que la sociedad es el conjunto de las relaciones sociales que los hom-
bres contraen entre sí y que vienen determinadas por el grado de desarrollo de las
facultades productivas de la sociedad de que se trate. De esta manera “a determina-
das fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo, corresponden
determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la fa-
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1
Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Siglo XXI editores. México 1989.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
milia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad
civil” (Marx).
El conflicto desde este punto de vista no se piensa como externo al sistema sino
como elemento constitutivo y como el factor principal de la dinámica social. No surge
de la desadaptación a un único esquema de valores, sino de la contraposición de in-
tereses de diferentes sectores sociales con desiguales relaciones de poder. De esta
manera el conflicto no se resuelve con la adaptación individual, sino con la transfor-
mación de las relaciones sociales injustas.
El modelo que conocemos como justicia retributiva (que se sirve del régimen pe-
nal) ha fracasado. Sus propósitos de disminuir el delito mediante el temor al castigo
y lograr la rehabilitación del delincuente con el recurso del encierro, no se han cum-
plido. Hoy en día asistimos impotentes a una creciente incapacidad del sistema peni-
tenciario para condenar y rehabilitar a los delincuentes, además de constatar que la
prisión no elimina las causa sociales del delito, y en vez de rehabilitar al infractor, lo
cualifica en las formas más diversas, sofisticadas y perversas de la delincuencia.
Lo que estamos afirmando es que tanto las causas sociales del delito como las
ideas que tienen las comunidades acerca de la justicia, desbordan con creces el mo-
delo racional -jurídico de la Constitución y sólo pueden comprenderse atendiendo sus
dimensiones culturales. Es aquí donde hay una significativa ventaja de los modelos
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Quizá valga la pena conocer las dinámicas culturales propias de las sociedades
urbanas y contrastarlas con la organización legal racional del Estado.
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3. Conflicto
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“Los conflictos se pueden definir como una lucha en torno a valores o pretensiones
a estatus, poder y recursos escasos, en la que los objetivos de los participantes no
son sólo es obtener los valores deseados, sino eventualmente neutralizar, dañar o
eliminar a sus rivales. Se puede dar entre individuos, entre colectividades o entre indi-
viduos y colectividades” (Enciclopedia internacional de las ciencias sociales). En una
versión más positiva hay que pensar, también, que los conflictos se pueden resolver
de manera no violenta y contribuir al desarrollo individual y grupal con el recurso de
la cooperación, es decir un conflicto es una situación de diferencia de intereses que
tiene diversas formas de resolverse: se puede pasar a la confrontación violenta, se
puede negociar o puede incluso dar lugar a una transformación en que los intereses
opuestos se vuelvan intereses comunes.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
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4. Dimensiones objetivas del conflicto
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5. Dimensiones subjetivas del conflicto
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6. La teoría de Johan Galtung
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Para una crítica del modelo empírico analítico empezaremos diciendo que Los prin-
cipios de la mecánica clásica pueden ser muy apropiados para explicar fenómenos
del mundo físico, pero son insuficientes para comprender el mundo de las relaciones
sociales, donde las acciones sociales están cargadas de significados y sentidos para
los actores sociales. Las fórmulas del tipo: “la pobreza o la riqueza causan violencia”
o “la injusticia de las estructuras sociales producen la violencia” impiden apreciar la
relación de elementos dinámicos en la generación del fenómeno de la violencia Pero
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2
Apelamos aquí a la distinción establecida por Jurgen Habermas en su libro Conocimiento e Interés, que diferen-
cia tres tradiciones en la producción científica a partir del interés del investigador: Las ciencias Empírico Analíticas
que procuran explicar y controlar, las ciencias Histórico Hermenéuticas que quieren comprender e interpretar y las
ciencias Critico Sociales que tiene un interés emancipatorio. Para el caso del modelo empírico- analítico se hace
referencia a los métodos propios de las ciencias naturales.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
ocurre que no todos esos significados y sentidos son conscientes, y aun admitiendo
su carácter inconsciente, hay que hacer el esfuerzo de ver la representación incons-
ciente como una figuración de dimensiones sociales e históricas.
Nos apartamos de ciertas posiciones que afirman una esencial contradicción entre
cultura y violencia. Estas posiciones definen a la cultura como instrumento de domi-
nio de la violencia y la violencia como destrucción de la cultura, por ejemplo, en su
artículo sobre La violencia y la memoria colectiva (Valencia, 2001), el profesor Alberto
Valencia dice: “La expresión ‘cultura de la violencia’ ha desatado toda clase de reac-
ciones y producido toda clase de críticas casi siempre con razón. La expresión misma
es una contradicción en los términos y corresponde a aquello que en la preceptiva
literaria se podría llamar un oxímoron, la unión de dos palabras que por su sentido se
excluyen, como se puede ver en el ejemplo del ‘hielo frito’. Cuando se habla de cultura
se hace una referencia a una situación en que la violencia se encuentra excluida. Vio-
lencia y cultura serían, pues, dos términos antitéticos y excluyentes” (Valencia, 2001).
(...) “... con dicha expresión (cultura de la violencia) se hace referencia a una especie
de atavismo que cargaríamos en la sangre los colombianos de manera hereditaria y
genética”. Nos parece que hay aquí una inadecuada definición de los términos: en un
primer momento se confunden naturaleza y cultura (éste sí un verdadero oxímoron)
al afirmar que la existencia de una cultura de la violencia significaría que la violencia
sería atávica, una forma de predestinación genética (biológica) y no producto de las
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Vamos ahora a desarrollar las dimensiones físicas (los hechos de violencia), las
dimensiones estructurales de la violencia (el conjunto de variables sociales y econó-
micas) y las dimensiones culturales (las narrativas que justifican la acción violenta).
Son aquellas expresiones evidentes del conflicto como las batallas, las agresio-
nes, los combates, las acciones específicas de los actores en pugna. Son las razo-
nes evidentes del enfrentamiento entre las partes y la manera como se ha dado ese
enfrentamiento. Son producto de procesos previos de carácter estructural y cultural
que no son directamente visibles, pero que se han desarrollado de manera larvada
hasta explotar en la violencia directa.
En el caso colombiano tenemos las tomas guerrilleras de las FARC, los combates
con el ejército, los atentados terroristas como los del club el Nogal, las voladuras del
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
oleducto por parte del ELN que son la manifestación directa de una violencia que tuvo
un origen político, en la lucha por el poder justificada por la injusticia social, pero que
luego se ha desarrollado dentro de una lógica militar que ha reemplazado la ideolo-
gía por el pragmatismo de la guerra. Es así como las razones del sostenimiento de
la guerra (en particular su financiación con el recurso del secuestro y la droga) han
primado sobre la defensa de los ideales libertarios y los derechos de los oprimidos. A
esto se suma el hecho de que para un sector social la acción armada es una oferta la-
boral y al guerrilla una forma de vida, al igual que su contraparte, el paramilitarismo.
Violencia directa
Los datos que se consignan a continuación son tomados de los archivos de la Policía
Metropolitana, Fiscalía (sede Los Mangos) y Medicina Legal.3 Los datos son aproxima-
ciones tentativas al fenómeno real a partir de inferencias estadísticas4 logradas con regis-
tros parciales de lo que acontece en la zona del distrito de Aguablanca, en relación con el
resto de la ciudad en los años 2001 - 2002.5 Anotemos que sólo se refieren a los casos
denunciados con lo que hemos de suponer que los casos ocurridos son muchos más.
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3
Los datos recabados generan algunas inquietudes por cuanto no son consistentes unos con otros en relación
con las diferentes fuentes (Policía Metropolitana, Fiscalía, Medicina Legal). Tampoco existe un centro de sistema-
tización de datos para la ciudad ni se tiene un sistema unificado para la recolección y análisis, cada dependencia
maneja sus propios datos unos más sistemáticos que otros, pero en cualquier caso independientes.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
El acceso carnal violento: Las comunas 13, 14 y 15 presentaron el 19% de las de-
nunucias mientras las restantes 19 comunas de la ciudad obtuvieron el 81% de casos
reportados en el 2002. En el 2003 las denuncias pasaron a ser el 36%.
Homicidios
Lesiones
Las lesiones, según la clasificación de la Policía, pueden ser producidas con ar-
mas de fuego, armas blancas o con otra clase de armas. En el 2001, las tres comu-
nas no presentaron diferencias significativas entre ellas: la comuna 13 presento el
8% de casos reportados por lesiones, la comuna 14 presento el 10% y la comuna 15
presento el 9%, lo que indica que entre las tres comunas presentaron el 27% de las
lesiones, mientras que el resto de la ciudad presento el 73%.
En el siguiente año, las denuncias por lesiones, se mantuvieron sin cambios apa-
rentes. La comuna 13 y 14 presentaron cada una el 10% de los casos denunciados,
y la comuna 15 presentó el 11% de los casos. En general entre las tres comunas
presentaron una incidencia del 31% en contraste con un 69% de casos reportados
en el resto de las comunas de la ciudad.
Hurtos
En relación con los hurtos se van a tener en cuenta: Hurto (robo), hurto (atraco),
hurto callejero, hurto carros y hurtos motos, reportados en toda la ciudad, el distrito
de Aguablanca presento el 13% mientras que el resto de la ciudad presento el 87%
en el 2001. En el siguiente año las cifras y el comportamiento de los resultados se
mantuvieron muy similares, presentando entre las comunas 13, 14 y 15 el 12% mien-
tras que la incidencia en las otras comunas de la ciudad fue de 88%. Un aspecto a
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4
La información que se presenta a continuación, fue suministrada por la Policía Metropolitana de Santiago de
Cali, específicamente por el Centro de Investigaciones Criminológicas. Estos datos están basados en las denun-
cias realizadas por las víctimas ante dicha institución, sin embargo es importante aclarar que esta información
solamente da una aproximación a la realidad, pues no se puede desconocer que la mayoría de los casos no son
denunciados.
5
La fuente de todos los gráficos es la Policía Metropolitana de Cali.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
resaltar es que los hurtos en el distrito de Aguablanca presentan un número muy bajo
en relación con el resto de la ciudad.
Un dato que vale la pena resaltar está relacionado con el hurto (robo), ya que en
las comunas 13, 14 y 15 en los dos últimos años, sólo se presentó el 4% de las de-
nuncias que se hicieron en toda la ciudad (96%).
Violencia intrafamiliar
Esto en términos de las cifras estadísticas sobre las formas de violencia en el dis-
trito. Ahora veamos ahora las formas de expresión de violencia física más comunes
entre los jóvenes de estos barrios, los conflictos por territorialidad, las venganzas y
la delincuencia común.
Territorialidad
Buena parte de la violencia entre las pandillas se da por problemas de territorio. Los
parches y pandillas se apropian de un territorio y establecen con él una relación de
profundo afecto que les sirve de referente de identidad. Los jóvenes de estos barrios
conocen cada calle, cada casa, cada esquina y tienen una representación imaginaria
del territorio hecha de experiencias, afectos, temores y conflictos. “La calle es como
su vida, es su propio universo (...) En la calle se aprende, en la calle se comparte, en
la calle hay conflictos, en la calle está la vida pero también está la muerte...” (Osvaldo,
junio 2002).6 Los procesos de socialización se dan en un contexto con altos niveles
de conflicto y violencia, pero también con los afectos y solidaridades del grupo. La
calle es sin lugar a dudas un factor definidor de identidades.
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6
Osvaldo es un sociólogo que trabaja con los jóvenes de la comunidad.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Este sentimiento marcado de propiedad sobre el territorio genera una serie de re-
glas implícitas, entre las que la más importante es defenderlo de cualquier forma de
intrusión: “Los de la gallera y los del palo. Los de acá con los de allá. Se mantienen
en guerra a toda hora porque los de allá no pueden venir pa’cá, los de acá no pueden
ir pa’llá. Pues los de la gallera necesitan venir pa’cá porque tienen de pronto amigas
o que se yo..” (Jhon, 8 de marzo del 2002). No se permite que los jóvenes de otras
pandillas, parches o simplemente muchachos de otros barrios transiten por las calles
del barro dominadas por el grupo. Las reacciones van desde la decisión de atracarlo
y robarle sus pertenencias, hasta la de golpearlo de manera inmisericorde, pasando
por toda suerte de actos de intimidación o sospecha: “No, pues, un día cogimos a
uno y casi lo matamos, le metimos un poco de pedradas, ese peladito quedo ahí en
el suelo, y nosotros no, ¡pues, matamos a es peladito! Y yo estaba todo asustado, ya
estaba pensando en irme pa´onde mi tía” (Diego, abril 2002).
Con el territorio se puede hablar de una especie de geografía imaginaria del con-
flicto: los territorios se delimitan por los conflictos y los desenlaces violentos de esos
conflictos. Aquí es muy apropiado el concepto, frecuentemente utilizado por los lu-
gareños, de la “calentura” un sitio se pone caliente cuando ha ocurrido en él un he-
cho violento porque la policía acude a buscar sospechosos o testigos y porque los
dolientes de la víctima andan buscando venganza. Todo esto empieza a delimitar
unas fronteras, donde hay ciertos sitios vedados y otros permitidos: “En casi todo
el barrio he tenido problemas, aunque deje de delinquir he tenido problemas, por la
droga, por el hurto y por las calenturas” (Tomás, marzo 2002). No se puede pasar por
las cuadras donde hay “liebres”, es decir, enemigos o personas con las que se haya
tenido un conflicto y se teme una venganza: “En la 13, con unos manes porque no
me dejaban pasar por esa cuadra, porque yo voy con Dios, pero ahora ya casi no...
Pero, ¿por qué son esos problemas? Porque ellos mataron a unos amigos, entonces
nosotros llevamos los muertos a Cauquita y esos nos dieron plomo y a uno le dieron
en una oreja, a otro casi lo matan y a mi también, entonces, por eso tenemos una
tirria” (Diego, marzo 2002).
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
De manera real o figurada las agresiones a los foráneos se justifican diciendo que
viene a robar, o que son miembros de la pandilla rival que vienen a intimidarlos o a
cobrar una vieja deuda, o vienen a “caerle” a las peladas de ellos o sencillamente,
hay que agredir al desconocido para hacer un acto ejemplarizante de intimidación.
“Digamos que la banda de acá no puede ir la banda de allá, porque si no nosotros
vamos allá, allá nos prenden y si ellos vienen pa la banda de acá pues también se les
hace lo mismo... Pues, hay veces en que nosotros nos hemos ido por allá y pum pum
que le pegan un tiro a uno o a otro, entonces, claro uno se tiene que poner activo, si
uno va con su porte7 ahí encima le toca responder porque que más puedo hacer. (...)
Hay veces en que ellos se meten a robar acá y uno los pilla y que tales y, entonces,
también le toca agredirlos, toca pararles el brinco y que tales porque nos boletean a
nosotros acá” (Kevin, marzo 2002). nótese, en la argumentación del joven acerca de
los problemas del territorio, el carácter inevitable que tienen las consecuencias: “le
toca responder porque que más puedo hacer, entonces, también toca agredirlos”. Se
trata de algo que va más allá de sus voluntades, algo de lo que de alguna manera no
son responsables. Esta justificación se repite todo el tiempo en cada acto violento del
que hablan y constituye una especie de foco de control externo de la motivación de
su conducta.
La venganza
Este es un factor muy asociado a un patrón cultural que describiremos más ade-
lante con el nombre de “sed de venganza”, se refiere a los canjes violentos que se
cumplen como retaliación a agresiones previas. Es una constante que todo acto de
violencia implica una respuesta tanto o más violenta que la original, con el fin de equi-
librar o intimidar, e impedir futuras agresiones: “Hay que probarles que no se pueden
meter con nosotros” (Christian, marzo 2002).
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7
Se refiere a un arma; por aquello del porte ilegal de armas.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
El ciclo de las venganzas siempre genera unos resultados que resultan despropor-
cionados con los hechos que le han dado origen, es fama por ejemplo que el conflicto
de la gallada del palo con los de la gallera, que ha cegado la vida de varios jóvenes,
se inicio por el robo de una bicicleta. Es un efecto de bola de nieve con una lógica
propia que cada vez logra mayor independencia de las voluntades individuales y que
termina por sujetarlos en una espiral de la que no se pueden salir. Es lo que en las
teorías marxistas se denomina reificación, un proceso mediante el cual el mundo de
las cosas termina por gobernar el mundo de los hombres, aquí las consecuencias
no previstas de las acciones violentas, generan una dinámica propia que deja de
depender de las voluntades de los actores y convierte a los individuos en juguetes de
poderes extraños.
A esta autonomía que adopta la escalada de violencia generada por las venganzas
se suma un proceso de despersonalización, en el que los actos de retaliación a veces
se cumplen con personas que, si bien pertenecen a las galladas, son diferentes de
los agresores. Esto ocurre a veces por error o porque no importa con quien se cumple
el desquite siempre y cuando pertenezca al bando contrario. Esto aumenta a su vez
la actitud de prevención y los niveles de riesgo que enfrentan los muchachos.
La delincuencia común
“Allí hay desde los problemas pequeños relacionados con el tráfico de drogas, los
pequeños hurtos, los pequeños atracos callejeros, hasta las oficinas de sicarios, jó-
venes dedicados al asunto de los homicidios y desde hace un tiempo un repunte de
la actividad subversiva...” (Osvaldo, junio 2002). La delincuencia en estos barrios es
una actividad de supervivencia frente a la pobreza, las necesidades y la falta de opor-
tunidades, pero por lo que vimos en estos barrios se sustenta también en buena parte
por la idea de viveza, la idea de que hay que aprovecharse del otro, sacar ventaja,
no desperdiciar oportunidades, comportamiento que se refleja en que no consideran
malos los pequeños atracos o agresiones a otros, pero si consideran graves aquellos
que se perpetran contra ellos.
Parece ser que en las condiciones de la marginalidad los valores morales de adap-
tación y autorregulación imperantes en ciertos sectores de la sociedad dominante,
sufren un efecto de inversión y se valoran las actitudes y gestos contrarios e, incluso,
se adquiere cierto estatus por la exhibición de lo que podríamos llamar antivalores.
Para algunas personas en estos contextos un joven adaptado y con un empleo me-
diocre, es considerado alguien de menor valía que un joven que se atreve a la delin-
21
> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
cuencia, alguien que tiene la audacia de tomar un arma y asaltar un bus, por ejemplo,
y alzarse con una cantidad de dinero mucho mayor que en un trabajo honrado. Hay
que señalar que éste no es un fenómeno producido exclusivamente por las condicio-
nes de marginalidad, para nadie es un secreto la presencia de antivalores en todos
los sectores sociales, sobre todo con la cultura del dinero fácil instaurada por el nar-
cotráfico.
Esta ilegalidad, sin embargo, no está exenta de reglas, los jóvenes que incurren
en robos menores, por ejemplo, respetan en su mayoría una norma que consiste en
respetar el propio territorio, y sólo atracar en otros barrios lejos de sus calles: “Si nos
boletean porque de pronto piensan que somos los del parche de acá los que estamos
robando acá y son los de allá los que vienen a robar acá” (Kevin, marzo 2002). Al
igual que también hay categorías sobre la gravedad del delito y es distinto si alguien
roba por estricta necesidad o si lo hace movido por la simple codicia, además es malo
si los roban a ellos, pero no lo es si ellos roban a otros.
De otra parte hay una particularidad que vale la pena resaltar: buena parte de los
conflictos e intercambios violentos están asociados al robo de prendas que otorgan
cierto prestigio e imagen entre los jóvenes: las zapatillas, las gorras y los pantalones
o buzos de marca. No se trata aquí de la satisfacción de “necesidades primarias”
sino de la definición de un ideal estético de prestigio que presenta un desfase con los
recursos accesibles, esto hace que se sobrevaloren las prendas que otorgan cierto
estatus: “Con las pertenencias llega alguien con las zapatillas, entonces el otro se las
pide y se las da al hermano o se las coge para uno, pero el tipo está pendiente de
quien se quedo con sus zapatillas y al cabo de dos lo pistean y le reclaman al her-
manito: páseme las zapatillas que son mías y recupera lo suyo y eso también pasa
al revés. Pero uno está pendiente porque el tipo no reclama a uno sino que viene a
atacar” (Christian, marzo 2002). No se trata aquí de la satisfacción de necesidades
primarias, sino de la apropiación de bienes de distinción simbólica, que parece ser
una fuerza social mayor que tampoco es exclusiva de estos sectores marginales.
Más adelante ejemplificaremos in extenso con el análisis del conflicto entre las pan-
dillas de Aguablanca, un sector marginal de la ciudad de Cali.
22
> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Son aquellas que subyacen las manifestaciones directas y están constituidas por
la sedimentación de las injusticias y desigualdades sociales, las relaciones asimétri-
cas de poder, la inicua distribución de los recursos. Son la pobreza, la marginalidad,
la exclusión, la falta de oportunidades, la imposibilidad de ejercer los derechos.
Violencia estructural
23
> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
La respuesta a esta crítica –que no deja de tener validez– hay que buscarla en la
redefinición de lo estructural ya sea como atributo de largo plazo como proponen los au-
tores a propósito de Gonzalo Sánchez (Sánchez, 1986), “cuando las acciones violentas
continuadas tienen por objeto la conservación o modificación de los arreglos institucio-
nales básicos de esa sociedad”. Tal vez a un nivel macro esto sea un modelo adecuado
para pensarse las dimensiones estructurales, nosotros preferimos explorar en la lógicas
simbólicas de los grupos del estudio, vínculos entre las dimensiones estructurales y cul-
turales que para el caso son el entorno marginal y las narrativa sobre la violencia.
Demografía
Según datos del Dagma (1998), el distrito presenta una población de 500.000 ha-
24
> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
bitantes y 69.598 viviendas hasta 1996, lo que puede suponerse, debido a nuevas
migraciones y crecimiento poblacional, ha aumentado a esta fecha.
Densidad poblacional
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ZONA HABITANTES POR HECTÁREA
Comuna 13 344
Comuna 14 287.7
Comuna 15 361.6
Cali 207.8
Situación económica
Estratificación socioeconómica
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ESTRATO BARRIOS % VIVIENDAS % POBLACIÓN %
Bajo-bajo 12 29 6.582 14 36.412 13
Bajo 19 46 29.436 62 176.106 65
Medio-bajo 10 24 11.644 24 60.023 22
Total 41 100 47.662 100 271.541 100
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Frente a este panorama las personas tratan de buscar un sostén diario a través de di-
versas actividades. Del 88.52% de ocupados el 62.5% son trabajadores independientes y
el 22.10% son empleados, el resto se dedican al “rebusque” (Muñoz y Ramírez, 1990). La
mayoría de las mujeres trabajan vendiendo chontaduros, frutas o pescados, y en algunas
ocasiones trabajan como empleadas de oficios domésticos. Los hombres se dedican al
oficio de la construcción cuando se les presenta la oportunidad debido a que hay crisis
en el sector. Así mismo, los hombres venden frutas en los semáforos o comercializan lo
que se rebuscan. Pero no sólo trabajan hombres y mujeres, ante una situación económica
tan precaria es muy corriente que los niños y niñas participen de actividades informales
para contribuir al ingreso familiar, es común que ayuden a sus padres, vendan diversos
artículos en los semáforos, limpien parabrisas, o voceen periódicos. Con este trabajo, se
pueden ganar entre dos mil y cuatro mil pesos diarios.
Salud
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COMUNAS PUESTOS DE SALUD CENTROS DE SALUD HOSPITALES
13 9 2 1
14 8 3 0
15 5 1 1
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Las causas de morbilidad más frecuentes corresponden, en su orden, a infec-
ción respiratoria aguda, enfermedad diarréica aguda, virosis en general (dengue),
enfermedades de órganos genitales, enfermedades bacterianas y parasitarias, hiper-
tensión, enfermedades del aparato urinario, enfermedades dermatológicas, heridas,
tumores malignos y enfermedades cardiovasculares.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Educación
Recreación
La recreación para los habitantes del distrito es de difícil acceso. La comuna 13 sólo
tiene tres (3) centros polideportivos y muy pocas zonas verdes, en promedio 0.71 me-
tros cuadrados por habitante; la comuna 14 dos (2) áreas de recreación pasiva, cinco
(5) zonas verdes, siete (7) canchas múltiples y dos (2) juegos infantiles, y la comuna 15
tiene un parque de recreación pasiva, cinco (5) canchas múltiples, dos (2) canchas de
fútbol, cuatro (4) canchas de baloncesto, tres (3) juegos infantiles y una unidad recreativa
(Dagma, 1998).
Servicios públicos
Las cifras, pese a que no están actualizadas muestran la difícil situación socioeco-
nómica que predomina en el sector. Si realizamos una proyección a la fecha la situa-
ción puede ser incluso más grave, considerando que el municipio en general presen-
ta un grave déficit financiero que ha parado la inversión social y en infraestructura,
y como un fenómeno paralelo, la ciudad y en especial esta zona ha sido el lugar de
recepción de gran cantidad de personas desplazadas en los últimos años.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Vemos que en general las condiciones de vida en el sector son deficitarias, que los
indicadores de bienestar social son bajos si los comparamos con el resto de la ciudad
y no dan trazas de cambiar en el corto plazo, pero ahora la pregunta es: ¿Estas con-
diciones de injusticia social son generadoras directas de violencia? Y si lo son ¿De
que manera ocurre?
Una formulación simplista encontraría correlación estadística positiva entre los ni-
veles de pobreza y los niveles de violencia. Esto tiene sin duda un valor descriptivo,
pero hace falta una perspectiva teórica para encontrar una relación de causalidad. En
la tradición de la sociología clásica son varias las teorías que se proponen dentro del
modelo de la desadaptación social:
El desfase entre recursos y aspiraciones: Esta tesis afirma que en los sujetos
marginales se presenta un resentimiento derivado de su exclusión social, que no
va en desmedro de su ambición por los bienes y recursos de una vida mejor. La
delincuencia sería una decisión individual y un medio para reducir ese desfase.
Robert K. Merton reelabora el concepto para señalar que toda sociedad construye
sus propios referentes culturales del éxito y los promueve hasta que se transfor-
man en las aspiraciones comunes de toda la sociedad. Suele ocurrir que para al-
gunos sectores sociales esos fines no son accesibles creándose un desfase entre
los fines y los medios que afecta las normas que regulan la adaptación social. Las
personas que no pueden obtener lo que la sociedad les propone como deseable
optan por caminos desviados entre los que hay la opción de rechazar los medios
legítimos y transgredir las normas sociales.
Estos dos últimos hacen referencia a lo que Durkheim en 1895 denominaría ano-
mia, el fenómeno de desregulación social sobre las aspiraciones de los individuos
cuyo crecimiento desmesurado terminaba en una frustración excesiva que podría ser
la causa de la delincuencia o de los suicidios.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Todas estas teorías aportan interesantes explicaciones parciales, uno podría decir
que todos estos factores están presentes en la violencia juvenil en Aguablanca pero
también que hacen falta otros y, sobre todo, hace falta teorizar sobre las conexiones
entre los elementos psicológicos (que no son individuales en la medida en que son
producto de relaciones sociales) y los elementos que derivan de la estructura social
(que también, no lo olvidemos, son producto de las relaciones sociales en el tiempo).
Por lo pronto antes de intentar esas conexiones queremos añadir lo que conside-
ramos es un elemento estructural generador de violencia entre los grupos de jóve-
nes, en la medida en que contribuye a la representación de un contexto social hostil
ante el cual hay que adoptar una agresiva posición defensiva.
Cada acto de violencia genera consecuencias que van más allá de las previsiones y
el control del agresor inicial. En el caso de nuestros jóvenes una agresión, por robo o por
cualquier otro motivo, produce reacciones en los otros actores (víctimas o amigos de la
víctima) que son consecuencias no esperadas por los victimarios y genera una cadena de
agresiones donde se pierde la relación directa entre agredido y agresor y se pierde el sen-
tido original de la acción violenta Esto resulta en una serie de retaliaciones mutuas que es
desproporcionada en violencia con el acto inicial. Una especie de efecto de bola de nieve,
que ya ningún actor controla, que tiene una autonomía propia y que obliga a todos los que
se van involucrando (incluso contra su voluntad) a comportarse como fichas de un juego
que desconocen y al que reaccionan defensivamente introduciendo cada vez mayores
niveles de imprevisión y descontrol. Recordemos, por ejemplo, el caso de los dos mucha-
chos inocentes que a raíz de un robo en el que no participaron, terminaron abaleados y
en silla de ruedas, o los otros testimonios donde un simple robo de una bicicleta termina
en una vendetta y una enemistad histórica que se renueva con cada nueva víctima.
Tenemos pues una derivación histórica de la violencia que ha acabado por sedi-
mentarse y crear la representación de que el ambiente es hostil y que la manera más
adecuada de adaptarse es manejar altos niveles de agresividad y prevención. Una
representación del otro como enemigo y como obstáculo y de la relación social como
un constante intento de aventajar al otro o agredirlo preventivamente.
Son las narrativas, textos e ideologías que justifican la acción violenta. Todos los
actores de violencia tiene argumentos mediante los cuales explican las razones de
su accionar. La cultura de la violencia está representada por el mito del triunfo y la
derrota, la adicción a la venganza, el trauma de la violencia, los imaginarios del odio
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Violencia cultural
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Sobre esto último es muy diciente la constante apelación a la oración del Justo
Juez, entre los jóvenes pandilleros que vamos a transcribir:
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Las teoría sobre la marginalidad y la violencia estructural son teorías que pien-
san implícitamente en la desviación social, piensan las actividades delincuenciales
o violentas como un alejamiento de las normas y valores de la sociedad dominante,
una desadaptación social. Pero si escogemos como eje la comunidad misma y no la
comparación con nuestra sociedad y modo de vida, nos damos cuenta que hay pa-
trones propios de socialización y resolución de conflictos (“viveza”, “parar el brinco”,
“respeto”, “tener carácter”) y que ciertas actividades violentas de los jóvenes no son
sólo efecto de una des-adaptación a la sociedad dominante, sino de una reacción
sintomática a las crisis y conflictos de ésta, un efecto de su propia dinámica.
La sed de venganza
Habíamos visto que es una de las manifestaciones de la violencia física más fre-
cuentes. Es una regla de reciprocidad y justicia que impera en estos territorios: “En
grupo a veces vamos a Manuela por la sed de venganza, eso por nuestro amigo...
vamos a pistiarlos”. Se trata de una forma de relación social que sigue un patrón
circular, las partes en conflicto siempre pueden decir que los otros empezaron y que
ellos sólo se defienden o vengan el daño que se les ha hecho: “Una vez unos ma-
nes de otro parche vinieron al parche de nosotros y cascaron a un amigo, entonces
a nosotros nos tocó montarnos de porte e ir a responderles allá a la otra banda... y
hubieron (sic) heridos de puñaladas, ese día a mi me pegaron una puñalada” (Kevin,
marzo 2002).
• Ellos van y le dan plomo a uno y uno va y le da plomo a ellos. Ellos le pegan un tiro
a uno de nosotros y nosotros bajamos y le pegamos un tiro a uno de ellos.
Tomás. Canjes violentos.
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Utilizamos la versión comercial impresa en Italia, que lleva este nombre.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
• Con un socio, un pelado que me quiso quitar una gorra y me pegó una puñalada y
yo le pegué la mía también.
Tomás. Canjes violentos.
• En grupo vamos a veces matar por la sed de venganza, eso por nuestro amigo ...
vamos a pistiarlos.
I. Canjes violentos.
• Uno no le ve la lógica, entonces uno le da mucha rabia y va de pronto a donde los
manes que lo cascaron.
Cristian. Canjes violentos.
• Y muchos visajes no se pueden quedar así, eso se dialoga mañana, el sábado.
Jhon. Canjes violentos.
• Uno prácticamente va a desquitarse por lo que le han hecho a los demás socios y
por que siempre se han tenido ese odio.
La viveza
El contexto social de los jóvenes en este barrio está marcado por cierta inver-
sión de valores de la sociedad dominante, quizá la condición marginal produce una
imagen invertida, como de cámara oscura, en la que los valores de adaptación a la
sociedad dominante resultan inoperantes, estúpidos y carentes de dignidad. Aquí se
privilegia la capacidad de aprovecharse de otros, quien se adapta y autorregula es
de alguna manera alguien sin la presencia de carácter necesaria para obtener lo que
ambiciona.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Aclaremos que este fenómeno que hemos dado en llamar viveza no es exclusivo
de los sectores marginales, la práctica de aprovecharse unos de otros ocurre en to-
dos los sectores sociales. Sólo constatamos su particularidad en este contexto.
Es regla general en estos barrios una forma de relación agresiva que no está
mediada por ninguna convención normativa supraindividual, es decir resulta legítimo
agredir a otros si ello redunda en beneficio personal, pero no se acepta la agresión
de otros bajo ningún motivo. Se puede ir a los otros barrios y territorios vedados con
armas a intimidar y a robar pero no se debe delinquir en el propio barrio y mucho
menos tolerar una intrusión de esta índole por otras pandillas en el territorio propio:
“Por lo menos que uno sabe que robarse y con quien gente meterse (sic). Uno con
un hijo de policía no se va a meter tampoco” (Diego, mayo 2002). “Muchas veces los
problemas que he tenido, hay más de uno en el grupo que quieren ser más que otro,
quiere montársela a otros pelados. Hay un man que puede pelear mucho y se la está
montando a un peladito que yo veo que el peladito no puede, yo saco la cara y pues
lo defiendo” (Ricardo, marzo 2002).
Parar el brinco
Los numerosos conflictos que se generan entre los grupos de jóvenes han de ser
resueltos con la demostración de una mayor capacidad de agresión, es importante
parar el brinco, detener con un gesto resuelto y violento los intentos de agresión de
otros. Este valor cultural se integra con el rol de género masculino y hace parte de las
estrategias de socialización.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
varios jóvenes. Cuando un joven es retado por un compañero del grupo ha de poder
“pararse” y desafiar al otro a pelear a puños o a cuchillo. Quienes pasan la prueba de
enfrentar a sus agresores, reciben a cambio una mayor valoración social. En el caso
de la violencia en los grupos de jóvenes hay que hablar del proceso de construcción
y afirmación de la identidad individual y grupal. El rol de género masculino implica
formas socialmente aceptadas de expresión que implican ciertas prácticas violentas,
las que implican la valentía y cierta capacidad agresiva que les otorga un estatus y
regula las relaciones con los otro: “Ya me tocó pararme porque ya estaba encimado,
el man ya me tenía encima yo no tenía ni lámina ni nada, entonces me pasaron la
lámina y yo me le paré, entonces yo también le pegué una puñalada... no se murió
pero le dañó el tórax” (Kevin, marzo 2002).
“Parar el brinco es que no se la deje montar y pararse duro, que pa cualquier cosa,
pararse también a cuchillo” (Diego, abril 2002).
El respeto
Una de las personas que más inspiraba respeto en estos barrios era un delincuen-
te apodado Chaplin: “Él es de allá del sahumerio. El es uno de los más respetados
acá en el barrio porque lleva muchos visajes raros, matando al que se le da la gana,
robando al que se le da la gana; y el día que se le hacen los atentados a él no le pasa
nada. A él lo han apuñaleado, yo he visto que le han dado con piedras en la cabeza
entre varios, y tras antes de eso yo he visto que le han dado puñaladas y le han dado
bala, y al momentico se hace el muerto y cuando ya los muchachos van más arriba,
ahí mismo se para y se va. Él es uno de los más respetados., más de uno le tiene
miedo y cuando lo ven por ahí, dejan el hueco porque sino los va a robar o va a hacer
algún visaje raro” (Jhon, marzo 2002).
Tener carácter
Habría que pensar en un rasgo de personalidad que deriva del contexto violento.
Cierta dosis de agresividad y una pobre autorregulación configuran este arquetipo.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Una autorregulación moral pobre, hace posible un rápido paso a las acciones violen-
tas ya que no está mediada por representaciones del otro en un plano de igualdad,
en otras palabras, por procesos psicológicos de identificación.
Este asunto del “carácter” y “el respeto” está sin duda muy asociado con los pro-
blemas de la identidad masculina, queremos explorar algunas ideas en torno a este
fenómeno desde la teoría de género.
En este sentido es posible que se plantee una pregunta que ahonde en la pro-
blemática de los jóvenes; ¿cómo se define joven como categoría? Entendiendo ca-
tegoría como sistema de clasificación social capaz de dar cuenta de dinámicas y
productos sociales. Desde esta perspectiva, siguiendo a Rossana Reguillo, se trata
de historizar los sujetos y las prácticas juveniles a la luz de los cambios culturales,
rastreando orígenes, mutaciones y contextos político-sociales desde una perspectiva
hermenéutica que indaga en la configuración de representaciones, de sentidos que
los propios actores juveniles le atribuyen a sus prácticas (Reguillo. 2000).
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
Por lo común se ha visto la juventud como una etapa de transición hacia la adultez,
cambio marcado por la finalización de la etapa escolar y el inicio de la vida laboral.
Estos dos aspectos son elementos claves para la consolidación de un proyecto de
vida. En este sentido llama profundamente la atención el hecho de que los jóvenes
entrevistados no reportan en sus narraciones ningún tipo de proyecto al futuro en el
sentido adulto tradicional, viven una temporalidad diferente.
Consideramos que la vivencia de “no futuro” de los jóvenes parte de este estudio,
tienen que ver con ambas perspectivas, con la primera en el sentido de que como
subcultura la banda cumple funciones positivas que no están resueltas por otras ins-
tituciones ganando espacios de autonomía y autoestima. Lejos de constituir un ritual
de pasaje a la vida adulta puede verse como una defensa colectiva y altamente ritua-
lizada contra esa transición (Feixa, 1998). Con la segunda perspectiva, por relación
directa con la estigmatización a la que se ven sometidos, no sólo los jóvenes sino
todos los habitantes de la zona. La estigmatización es un mecanismo de exclusión
que con frecuencia se encuentra relacionada con un tipo específico de fantasías
colectivas, desarrolladas por grupos humanos para marginar y someter a otros. “El
estigma social que arrojan sobre los otros se convierte, en su imaginación, en un
estigma material: es cosificado. Aparece como algo “objetivo” como si la naturaleza o
los dioses se lo hubieran implantado a los marginados” (Elías, 1998).
Pero lo más complejo de este tipo de mecanismos de exclusión es que por lo ge-
neral va a asociado con un concepto de baja calidad humana de quienes son exclui-
dos, lo piensan así quienes ostentan el poder, y terminan por pensarlo así, quienes
están en calidad de excluidos, se pone en juego la idea de que viven en condiciones
inferiores y tienen menor acceso a recursos económicos y de poder por una cuestión
natural que los hace inferiores.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
oportunidades de empleo. Este tipo de signos físicos son por lo general asimilados
a símbolos tangibles de una presumida anomia, lo que lleva a considerárseles de
menor valor humano y poseedores de “maldad” (Elías, 1998). En el contexto del que
estamos hablando esto opera bajo la figura del “parcero”, que es la forma como se
describe a los muchachos de estos barrios, esa denominación conlleva un acento en
algún modo intimidante y en otro de burla. Intimidante porque es la descripción de un
delincuente y burlesco por su indumentaria y estilo considerada de mal gusto.
“Para estar en la banda hay que demostrar que se puede pelear, hay que demos-
trar que puede consumir drogas, hay que demostrar que puede salirse de la disciplina
familiar, hay que demostrar en el colegio, si está estudiando, que está más allá de los
otros porque es indisciplinado. Pero esa demostración de verraquera, sobre todo tie-
ne que ver con la violencia: el que es capaz de disparar, el que tiene muchos hurtos,
homicidios, el que ha herido a personas, eso tiene un estatus importante en la banda,
es casi un ritual” (sociólogo, experto en trabajo con jóvenes de la zona).
Las expresiones violentas en el afrontamiento de los conflictos están relacionadas
con manifestaciones de la consolidación de la identidad masculina en un contexto de
exclusión. Siguiendo las ideas de un determinismo cultural de los grupos de pares,
las galladas y bandas son instituciones de socialización (subculturas) que definen
roles de género, jerarquías sociales y patrones de identificación.
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
prefijado o depende de una protección divina en la que la suerte parece jugar algún
papel. En los dos casos lo que les ocurre no depende de sus actuaciones concretas
sino de un poder exterior. También se expresa esta externalidad en la ausencia de
responsabilidad que manifiestan en las justificaciones de sus actos, recordemos la
frase de “uno mata por amor a la vida” o aquella dicha por un joven, que a pesar de
estar en el proceso de rehabilitación, abrigaba toda suerte de proyectos de vengan-
za y violencia, al ser cuestionado por ello respondió: “Ah no, si los psicólogos son
buenos uno se cura” (Diego, 26 de abril del 2002); de nuevo el foco de control de su
comportamiento resulta ser una circunstancia exterior.
“Por territorio: En estos días arriábamos unos manes de Manuela, entonces ellos
dejaron los zapatos y entonces se los tiramos al caño (...) todo esto porque ellos es-
taban aquí y eso no puede ser”.
“Por objetos: cuando se enamoran de algo que uno tiene, pues uno pelea; en
especial las zapatillas, a veces lo dejan desnudo en la calle y uno dice tírenme un
pantalón aunque sea”.
“Por venganza: todavía no hay represalias pero ya va ha haber por lo que le hicie-
ron a nuestro amigo (...) pero para la otra semana tenemos definida nuestra vengan-
za ya que es justa, ya están listos los juguetes y ya sabíamos quienes eran desde
antes que se muriera”.
“Por enamoramiento: cuando lo miran raro a uno, entonces uno le dice: ‘Parce,
¿esta enamorado de mi?’, entonces se puede dar una pelea dependiendo del man”.
“Por jerarquías: Cuando alguien se las pica de ‘sayayin’ (personaje de los comics
experto en artes marciales) uno los para”.
“Por negocio: Cuando alguien quiere darse más que uno en una vuelta, ganar más
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> MÓDULO II: TEORÍA DEL CONFLICTO.
plata, pues uno lo enciende a pata, para que aprenda que uno no se deja montar de
nadie”.
“Por robar: Cuando me robe una bici la gente me encendió a plomo y me toco que
salir encendido del barrio, casi me matan”.
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Material Complementario
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Bibliografía
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Representación Gráfica
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Teoría del conflicto
Objetivas Subjetivas
E.Durkheim
T. Parsons K. Marx Violencia Violencia Violencia
Berger y directa estructural Cultural
Luckman
1. Pobreza
1.Territorio 2.Marginalidad 1.sed de venganza
2.Venganza 3.Sedimentación 2.Viveza
3.Delincuencia del conflicto 3.Parar el brinco
4.Respeto
5.Tener carácter
6.Masculinidad
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